Amor Crece Amando

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EL AMOR CRECE AMANDO

Texto inglés de Internet

Texto de Jn 15,9-17: “Como el Padre me ha amado” Comentario al sexto domingo de


Pascua

¿Qué significa “permanecer en el amor de Jesús”? Ciertamente significa hacer del amor la
fuente y el principio orientador de nuestra vida y de toda nuestra actividad. En este sentido
“Habitar en” significa hacer nuestra morada en el corazón del amor de Jesús, reconocer que
estamos enteramente rodeados por el amor de Jesús cada día, y saber que es allí donde , donde
encontramos nuestro hogar, y donde pertenecemos y donde nos sentimos “en casa”, y no
podemos sentirnos en casa en ese amor, a menos que nos esforcemos sinceramente por amar
con la misma generosidad y el mismo espíritu de entrega. Implica también un sentido de
permanencia. Nuestra vinculación al amor de Jesús no es algo ocasional, o solo para ciertos
momentos o temporadas, sino nuestra llamada perpetua, cada día y cada minuto de nuestra
vida.
Del mismo modo que el pez solo puede vivir en el agua, así la verdadera vida cristiana
solo puede persistir mientras esté inmersa en el amor, haciendo del amor su razón de ser. Al
margen de ese amor, nuestra vida de fe se marchita y muere. Como Pablo subraya en el himno
al amor de la Primera carta a los corintios, el amor es la condición necesaria para la vida
cristiana vivida en relación con Dios.
En algunas culturas modernas el amor se contrapone a la obediencia. Parece caracterizarse
por la libertad, y la obediencia se ve como una forma de esclavitud. Pero Jesús deja claro que
para sus discípulos amor y obediencia nunca se pueden separar. El modo más auténtico de
demostrar mi amor por él es obedeciendo los mandamientos que nos ha dado. Una vez más
vemos el esquema que Juan ha subrayado repetidamente en su evangelio: “Como yo obedezco
a mi Padre y permanezco en su amor, así si ustedes me obedecen, permanecerán en mi amor”.
En su vida y en su ministerio, Jesús nos ofrece el ejemplo perfecto de lo que significa la
obediencia amorosa, y nos da el modelo en el que tenemos que modelar nuestra vida. Este
énfasis de la obediencia a los mandamientos de Jesús, y especialmente al mandamiento del
amor, se repite en los versos 12,14 y 17.
Para contrarrestar la noción de que la obediencia es triste y destructiva, Jesús confirma
que el objetivo de su discurso es la alegría. De acuerdo con este enfoque en la experiencia de
salvación de la que gozan los discípulos, Juan ancla su alegría en la noción profética del AT de
la alegría sin fin. En el pensamiento rabínico la alegría en la era presente era imperfecta,
porque quedaba frustrada por la perspectiva de la muerte y las angustias de esta vida (Genesis
Rabbah 42,3). Solo el siglo futuro, en la era mesiánica, gozaría de una alegría perfecta.
Cuando Jesús se atribuye la “perfecta alegría” está reclamando para sí el título de Mesías.
Ámense unos a otros como yo les he amado. El adverbio griego “como” se puede entender
de dos modos diversos pero interrelacionados. Puede significar: “ámense de la misma manera
que yo les he amado” y puede significar también: “Ámense ya que yo les he amado”..
Podemos entender el amor de Jesús como nuestro modelo o como nuestra motivación. Si
somos conscientes de cuánto amor Jesús ha volcado sobre nosotros, la única respuesta es amar
nosotros a nuestra vez, y amar siguiendo su ejemplo. Él es nuestra inspiración y nuestro
modelo.
En el verso 12 la palabra “mandamioento” va en singular. Aquí como en los sinópticos
podemos ver que el amor a Dios y al prójimo están íntimamente unidos, y el mandamiento del
amor resume y abarca todas las exigencias de Dios y de Cristo para con el discípulo.
En el verso 13 está una de las frases más enérgicas e inspiradoras de todo el evangelio.
Jesús recuerda a los apóstoles que la última expresión del amor (y sobre todo del ágape
cristiano) consiste en sacrificarse por los demás. Pero no se trata de un precepto moral
abstracto. Es lo que Jesús va a realizar en los capítulos siguientes, cuando ofrece su vida por
aquellos a quienes ama en su Pasión y muerte. Esta frase está insinuando ya la pasión de un
modo sutil, pero es también la orientación que Jesús da a sus seguidores para que comprendan
los sucesos convulsionantes que van a acontecer en las próximas 24 horas.
Una pregunta posible: ¿Significan las palabras de Jesús que sus seguidores tienen que
entregar la vida solo por sus amigos? Aunque algunos han tratado de comprender así este
verso, el hecho de que Jesús entrega su vida por todo el pueblo (amigos y enemigos) sugiere
que no podemos interpretar así esta frase. La palabra “amigo” aquí es el “filos” griego, la
persona amada, y quizás debe entenderse como referida a todo el mundo, aun a aquellos que
nos persiguen y contradicen: dar la vida por aquellos que amamos tendría un sentido inclusivo
y se referiría a todo el mundo sin distinción. No es evidente que esta sea aquí la intención de
Jesús o la interpretación de Juan.
La amistad era muy importante en el mundo greco-romano. El supremo deber de la
amistad podía incluir el sacrificio de uno mismo por el amigo, hasta la misma muerte. Esta
afirmación tendría una resonancia especial en el auditorio greco-romano de Juan. Tanto el AT
como la literatura rabínica reconocen la santidad del hecho de arriesgar la propia vida por el
otro, aunque no es algo mandado, sino algo que queda a la libre disposición del individuo, y la
propia vida parecía tener preferencia sobre la vida de otros.
14-15. Jesús explícitamente vincula la amistad con la obediencia de los discípulos. Su
amistad no puede ser cuestión de palabras o ideas, sino que debe expresarse concretamente en
la adhesión a su enseñanza y su ejemplo. Este momento marca una transición en la relación de
los apóstoles con Jesús. Hasta aquí habían sido “siervos”; eran discípulos, aprendices,
alumnos”. Pero ahora Jesús les eleva a un nuevo estatus, el de amigos con quienes comparte el
conocimiento que ha recibido de su íntima relación con el Padre. Ahora son invitados a esta
relación.

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