Laudato Si

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Marcela Amorocho

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“Laudato Si: Una mirada integradora de la problemática socio-ambiental”

“La verdadera enseñanza que trasmitimos es lo que vivimos; y somos buenos predicadores cuando
ponemos en práctica lo que decimos.”

San Francisco de Asís.

El camino de la humanidad por el planeta ha estado sustentado en la interiorización de paradigmas


imperantes de cada época que han emergido considerablemente por la naciente secuencia de
diferentes niveles de conflictividad que, siendo necesarios, se presentan desde siempre como
motores sintomatológicos respecto a una situación o una expresión de posiciones disonantes y
dialécticas en la sociedad.

Si bien, la Ilustración que recordada grosso modo como la revolución del pensamiento hacia lo que
Immanuel Kant nos resumía como -Sapere aude-1 marco un hito histórico, en el cual la razón se
situaba como el centro de los nuevos sistemas de relacionamiento e interacción social, política,
económica y sobre todo cultural. Tras ello, recordaremos la naciente Industrialización que a pasos
agigantados logra instaurar en la realidad de la época la sustitución del trabajo agrícola, de las
relaciones feudales y de sus demás significaciones al trabajo manufacturado y mercantil,
transfigurando asimismo las concepciones y las dinámicas que básicamente en la edad media
habían predominado. El panorama y el desarrollo en sí mismo de este nuevo sistema generaron un
llamado hacia las relaciones de cambio, hacia el crecimiento poblacional acelerado, la migración
hacía las grandes ciudades, hacia la producción en masa, la producción industrial en serie, pero
sobre todo hacía a la germinación del capitalismo que a su vez fue precedido por su inseparable
efecto: el consumismo.

Pues bien, el sistema capitalista se ha posicionado como el sistema por excelencia que representa
las “necesidades” del ser humano. Y señalo el término de esta forma precisamente porque su
significación se ha tornado ahora un tanto subjetiva y es definida precisamente por cada sujeto de
distinta forma, ajustada eso sí a lo que para cada quién es precisado como necesario. Lo anterior,
nos remite inmediatamente a la proveniencia de los medios y los recursos utilizados para aquella
producción en masa que logra “satisfacer las necesidades” de la millonaria cifra de personas que
hay en el planeta tierra. Por consiguiente, es en este momento cuando podremos identificar el

1
Expresión en latín definida por Immanuel Kant como “Atrévete a pensar” y fue acuñada precisamente en su ensayo ¿Qué
es la Ilustración?
conflicto que nos atañe, que son las repercusiones y las consecuencias que ahora el medio
ambiente, La Naturaleza, La Pachamama y la multiplicidad de nombres que nos apuntan hacia lo
mismo, reflejan una evidente “Crisis socio-ambiental” que sin lugar a dudas ha sido generada por la
reproducción de un modelo económico y de mercado que busca la satisfacción de las anteriormente
nombradas: Necesidades.

Por ello y como es sabido el tema que actualmente ha enmarcado las discusiones más polémicas y
emblemáticas ha sido la problemática socio- ambiental y el acelerado desgaste que el planeta ha
demostrado tener. Si bien, está preocupación se ha hecho cada vez más latente y visible por los
diferentes gremios, estos han buscado así alternativas que potencialicen un efecto regresivo a tal
realidad que de manera titánica ha repercutido en todos los aspectos de la vida actual. Y aunque
estos esfuerzos se han empezado a asomar en la agenda internacional, científica, política y
económica, los resultados no han sido los esperados. Es por ello que, como una contribución más
el Papa Francisco en su encíclica “Laudato Sí” se une a este esfuerzo mancomunado y sienta una
posición bastante crítica que en principio es tocada por el desaliento, pasando por la reflexividad y
finalizada con una posición propositiva e incluso esperanzadora respecto al displicente escenario en
el que ahora estamos circunscritos.

Esta encíclica aquí referenciada hace parte de una preocupación que ha estado latente por parte de
líderes católicos desde hace más de 50 años, haciéndose un repaso por las intervenciones
discursivas de sus antecesores: El Papa Juan XXIII, el Papa Pablo VI, Papa Juan Pablo II y el Papa
Benedicto XVI, quiénes a partir de las vicisitudes de su época han expresado las consideraciones
que desde su perspectiva han ocasionado trasformaciones que han afectado a la humanidad en
general. Sin embargo, no por ser emitida por el gran líder católico significa que su mensaje debe ser
allegado a la población eminentemente creyente2, de hecho, el llamado está dispuesto hacía la
población en su totalidad respetando esquemas mentales, pero traspasando etnias, ideologías,
razas y clases sociales, ya que es un tema que nos concierne a todos y cada uno de los que en esta
generación estamos caminando por el planeta.

Por su parte, inicia exaltando una de sus fuentes de inspiración a la cual con nombre propio se refiere
a San Francisco de Asís, quien desde su humilde actuar demostró tener conmiseración con cada
elemento que reclama vida y existe en la tierra, demostrando asimismo una visión sinérgica de la
necesaria relación entre cada uno de nosotros con Dios, con la naturaleza y con uno mismo. A
continuación, un fragmento de su tan conocido: “Cántico de las criaturas”.

Alabado seas, mi Señor,


en todas tus criaturas,

2
Vale la pena aclarar que evidentemente El papa Francisco en su encíclica “Laudato Sí”, en varios de sus apartados se refiere
a la lógica que debe existir entre los preceptos judeo-cristianos y la puesta en práctica de estos, pero no por ello se debe
asumir que el público al cual se trasmite este comunicado debe profesar la religión.
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Traigo a cuento estos breves fragmentos de la obra de San Francisco de Asís, ya que considero
imprescindible conocer la base argumentativa implícita que el Papa Francisco emplea para la
creación de su obra. Y es precisamente la conjunción de las diferentes relaciones que él considera
como complementarias e integradoras del significado de la humanidad y asimismo la base sobre la
cual hace su llamado hacía la transformación de una ética de vida, de paradigmas sociales,
económicos y preceptos de supervivencia que es palabras más, palabras menos lo que en realidad
está afectando desde hace algunas décadas nuestro medio y fin último, el planeta tierra.

Ahora bien, haciendo un breve repaso por los 6 capítulos expuestos en la encíclica Laudato Si,
vemos como el Papa estructura de forma muy acertada su exposición ya que en principio realiza un
diagnóstico sobre cuál es su apreciación de ¿Cómo está el planeta? O como él la llama “Nuestra
casa común”, pasando por una reflexión desde los preceptos católicos, seguido de la búsqueda
causas de la actual problemática ambiental, continuando por un aterrizaje al planteamiento de una
puesta en marcha o un plan de acción que logré desembocar en un cambio estructural en los
paradigmas imperantes.

Pues bien, en su primer capítulo ¿Cómo está el planeta? El Papa Francisco reflexiona sobre como
los evidentes cambios en la población a nivel social, económico y político se desarrollan de forma
hiper-acelerada pero que en contraste con la evolución biológica esta se ha visto ralentizada.
Asimismo, nos habla sobre las motivaciones que impulsan estas aceleradas dinámicas a nivel social
distando cada vez la búsqueda del bien común e incluso aumentando las brechas de segregación,
de inequidad y de desigualdad entre las naciones.

Justificando su tesis el Papa Francisco nos habla sobre “La cultura del descarte” que está basada
plenamente en los niveles exponenciales en los que producimos residuos desde todos los sectores:
comerciales, industriales, domiciliarios, clínicos y demás que han contribuido a convertir los paisajes
de antaño y añorados por los más viejos en depósitos de basura. Asimismo, nos hace una reflexión
sobre las repercusiones que vienen tras el cambio climático, aludiendo a los efectos generados sobre
las generaciones de desprotegidos que son lo que vistos desde un panorama general suelen ser los
más afectados con este fenómeno.

Se resaltan algunos esfuerzos, pero se señala la insuficiencia y la necesidad de dar continuidad con
múltiples iniciativas que en él ahora se están llevando a cabo. Por su parte, también se realiza un
crudo señalamiento en los malintencionados manejos ejecutados en gran medida por aquellos que
ostentan mayor poderío político y económico y qué se encuentran interesados en el bien particular
y en la reproducción y continuidad de los actuales modelos de producción y de consumo.

Por otro lado, nos hace una crítica del inadecuado manejo generalizado sobre el recurso agua, el
cual desde su vital importancia es la base para el sostenimiento de los diferentes ecosistemas
acuáticos y terrestres, haciendo énfasis en el agotamiento de las fuentes hídricas y de las ya
evidenciadas épocas y zonas de escases, gestándose una tendencia en la cual este recurso se va
convirtiendo paulatinamente en un bien “privado” debido precisamente a estos periodos y a la
concientización y real interiorización de la verdadera importancia del rol que desempeña el agua.

Finalmente, sobre este primer apartado a manera de diagnóstico el Papa Francisco se enfoca en el
“Deterioro de la calidad de humana y en la degradación social” apuntando en principio a las
condiciones a las que con el paso de los años se ha hecho propensión, es decir, el crecimiento de
población acelerado, la contaminación visual y auditiva, la constante privatización de los espacios
verdes, los problemas de movilización y las consecuencias que todos estos factores de dispersión
han generado. Lo anterior, se refiere básicamente a las cada vez más posicionadas dinámicas de
relacionamiento centradas en una cultura regida por la red de la informativa y las telecomunicaciones
que sin lugar a dudas generan mayor distanciamiento ante la posibilidad de la reproducción de
relaciones interpersonales fuertes y consolidadas. Este fenómeno, se encuentra íntimamente ligado
a la tendencia de una consecución de la búsqueda de “mascaras” que si bien se encuentran casi
siempre alimentadas por las probabilidades de detención de mayores bienes materiales y la creación
de falsas realidades que de forma líquida3 se desvanecen en el aire, (precisamente por su carácter
efímero) originándose la individualización de la sociedad. 4

En su segundo capítulo titulado “El Evangelio de la Creación” el Papa Francisco sostiene a la luz
de la fe la interpretación que desde su perspectiva debe adoptarse sobre el rol que ha sido otorgado
por Dios a cada ser viviente en la Naturaleza y esto visto desde un todo actuando en armonía y
sincronía con el Universo. Por ello, hace ciertas aclaraciones sobre las posibles malinterpretaciones
que se han dado de las Sagradas Escrituras respecto a la concepción de la creación y los preceptos
de deben regir en el relacionamiento del ser humano con la naturaleza y cada ser viviente que allí
se encuentra, argumentando que cada uno de estos tienen una funcionalidad a nivel ecosistémico y
ninguno puede existir sin la participación de los demás seres, sosteniendo así una relación de co-
existencia.

Por su parte, hace una fuerte crítica respecto a la pretensión del ser humano en convertirse en Dios
e indica claramente que “la tierra precede al ser humano”, por lo tanto, es erróneo dictaminar sobre
cada elemento o criatura que se nos presenta ante este complejo. Ahora bien, haciendo estas
aclaraciones el Papa Francisco no desconoce el carácter superior que se le ha dado al ser humano
como creación de Dios dotada de peculiares ventajas que deben ser utilizadas para “labrar y cuidar”
(cf. Gn 2,15) el regalo que ha sido concedido. Y es de este modo que se sustenta una verdadera
comunión universal que permita poner en práctica las tres relaciones interpretadas por el catolicismo
como fundamentales: La relación con Dios, con el prójimo y con la tierra, que bajo su mirada se han
visto resquebrajadas y significadas en la subyugación del pecado.

Es de aclarar que, aunque este capítulo pareciese dispuesto para un público eminentemente
creyente, el autor nos resalta la correspondencia existente entre la esencia del mensaje con la
concepción de muchas posiciones consideradas no- creyentes, refiriéndose básicamente a la
responsabilidad que como seres humanos tenemos sobre la Naturaleza visto como un bien común
y patrimonio de todos, el cual nos resignifica como seres dotados de ventajas y completamente
competentes para retomar el rumbo adecuado y al que por antonomasia hemos sido creados.

Siguiendo con la estructura del comunicado en mención, en el capítulo tres el Papa Francisco realiza
un esfuerzo por dar búsqueda a las causas, a la raíz de esta problemática y se enfoca en primera
instancia en la tecnología provista de grandes ventajas, las cuales aplaude y ensalza por los
beneficios obtenidos en el mejoramiento en las condiciones de calidad de vida. No obstante, su
posición se enfoca en las nuevas relaciones de poder que han emergido desde la tecnocracia y que
desde esta perspectiva están sustentadas en el control absoluto inicialmente de los elementos de la

3 La pertinencia del término “Líquido” lo he acotado desde la visión expuesta por el sociólogo Zygmunt Bauman, en la sostiene las
relaciones emergentes como frágiles, efímeras y dotadas de poca durabilidad.
4Quiero hacer énfasis en lo que he nombrado como individualización de la sociedad ya que defiendo la tesis del efecto alienante que ha

generado la Red de las comunicaciones, esto con el fin de relacionar directamente este proceso de individualización con la indolente
posición que de manera generalizada se ha visto adoptada por la humanidad.
creación acudiendo a la tecnología como un medio y finalizando en la imposición de un paradigma
cultural, económico y político como un fin que no garantiza la búsqueda del bienestar común, ni de
la disminución de la inequidad social.

Asimismo, nos muestra como la desviación del antropocentrismo moderno ha configurado relaciones
de tipo individualista que dejan de lado el interés y el bienestar común, y como esto a su vez ha
transfigurado la concepción de las relaciones del ser humano con la naturaleza y por consiguiente
consigo mismo, ya que no se cumple con la armonía nombrada anteriormente, la cual basa su
esencia precisamente en la armonía del ser humano con Dios, con la Naturaleza y consigo mismo,
generándose repercusiones reflejadas en los manejos despóticos hacía el otro, en la
deshumanización del subalterno, del desprotegido y del desprovisto de posibilidades que coadyuven
a la merecida dignificación humana.

Tras un ejercicio de contextualización el Papa Francisco en el capítulo cuarto al que denomina “Una
Ecología Integral” hace un llamado a la visualización de esta problemática desde una mirada
integral y que debe ser reflexionada desde cada uno de los contextos sociales: laborales, familiares,
espirituales y urbanos estableciéndose asimismo una estrecha relación con los problemas
ambientales que hoy aquejan al mundo. Por ello, también es enfático en la contribución al reverso
de estos efectos desde el plano de la cotidianidad, haciendo una invitación hacia la interiorización
de los espacios, su funcionalidad y las posibilidades que ante nosotros nos permiten revertir los
límites del ambiente. Por su parte, nos reflexiona sobre el cuidado de los espacios comunes que
precisamente se han visto relegados por la incisiva individualidad nombrada a lo largo de todo el
texto y que busca ser replanteada para afrontar el desafío que el posmodernismo ha impuesto.

Finalmente, tras hacer un recorrido sobre los preceptos más importantes de la encíclica emitida por
el Papa Francisco, este en sus dos últimos capítulos propone la puesta en marcha de un ejercicio
mancomunado en el que el diálogo sea el mecanismo idóneo para el establecimiento de soluciones
reales que se encuentren en pro del mejoramiento de las condiciones integrales del planeta y del
devenir de la humanidad, tomándose en cuenta un trabajo desde las grandes esferas
internacionales, hasta las instancias locales de cada sector. Asimismo, se espera el fortalecimiento
de las ya adelantadas Cumbres mundiales sobre el ambiente, haciendo un llamado a la disposición
de una verdadera voluntad que contribuya a la efectiva producción de resultados significativos sobre
los bienes comunes globales. Por su parte, culmina haciendo un llamado hacia la concientización de
este problema que nos concierne a todos y espera que se cimente nuevos procesos educativos y
motivacionales que reconfiguren toda una realidad ya establecida, dando paso a una nueva era en
la que podamos ver el mundo con asombro, admiración, virtuosismo y volvamos a decir: “Alabado
seas”.

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