Amat Rachel - Los Retos de Sophie PDF
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(Primera Edición)
LOS RETOS DE SOPHIE, 2019
ESCRITO POR RACHEL AMAT.
Rachel Amat.
CAPÍTULO 1 - El fin de una etapa
La Universidad de San Juan era una de los campus más bonitos de todo el
país. Sophie estudiaba un doble grado de Periodismo y Comunicación
Audiovisual. Su sueño era formar su propio canal de televisión o bien su
propio programa de noticias televisivas. Cuando era pequeña siempre había
soñado con ser una presentadora increíble, elegante y contando las noticias
con rigor, pero con un toque divertido; al estilo americano como solía realizar
Ellen DeGeneres en su show. Estaba en su tercer año de carrera y le quedaba
un año para intentar hacer su sueño realidad.
Tras unos veinte minutos de trayecto en coche hasta la Universidad,
Sophie llegó justo donde había quedado con Mery, la cafetería central del
campus. Se sentó en la terraza esperando a su mejor amiga y no pudo ni
siquiera dejar el portátil en la mesa, que de repente sintió los brazos de su
amiga desde atrás abrazándola mientras ella estaba sentada en la silla.
—Mery, ¡me has asustado! —Dijo sin poder evitar sonreír de forma
cariñosa, apretando las manos de su amiga dándole así respuesta a su abrazo.
Hasta ahí era capaz de mostrar sus sentimientos y tocar un cuerpo ajeno que
no fuese el suyo mismo.
—Ay Sophie, ¿cómo estás cariño?
Una vez sentada, su amiga la miraba analizando su cara y la observó con
preocupación al ver que no estaba bien.
—Estoy bien Mery, no te preocupes. Simplemente tengo que asimilarlo.
Además, eran 11 años sin hablarme con él. Me entristece, pero tampoco
puedo estar hundida, ¿no?
Mery asintió sin estar muy convencida de lo que decía, sabía que ese
momento encerraría aún más a su amiga y eso la preocupaba mucho.
Hacía una buena mañana para estar en la terraza de la cafetería. Y Mery y
ella estuvieron como tres cuartos de hora hablando de todo, desde el último
capítulo de Juego de Tronos hasta el último libro que estaban leyendo.
Incluso de los Vengadores, algo que a Sophie la traía loca y no podía dejar de
ver las películas de esos superhéroes; sin embargo, Mery los odiaba. Después
de un buen rato, de haber desayunado más de lo que deberían y de haber
reído como pequeñas, ambas fueron hacia la secretaría de la facultad para
dejar el expediente que Sophie tenía que presentar.
Entró al despacho de la secretaría mientras Mery miraba folletos en la parte
de fuera, la chica que la estaba atendiendo era muy lenta y Sophie empezó a
desesperarse. Su mejor amiga de repente lanzó un grito y sin poderlo evitar se
asustó girándose de golpe hacia ella.
—¡Sophie, Sophie! Tienes que ver esto, mira.
—¿Qué? Pero Mery, no grites, nos van a tirar de aquí.
La secretaria de la oficina puso mala cara al escuchar el grito y las miró de
forma recelosa. Mery bajó el tono y en modo de casi susurro, le enseñó un
folleto a Sophie.
—Mira, ¿ves? Es un intercambio para Nueva York, Sophie. Dónde podrás
trabajar en uno de los mejores programas de televisión de América como
redactora.
Sophie se quedó mirando el folleto y se sorprendió. ¿Como era eso
posible? Pero si había mirado cientos y cientos de folletos, de formularios en
internet e inscripciones y no había nada parecido. Cogió el folleto y vio que
el programa que especificaba en el folleto era el que realizaba su presentadora
favorita, Ellen Degeneres. ¡No podía ser! Maldita sea, seguramente la
inscripción estaría ya cerrada.
—Señorita, por favor, ¿podría informarme sobre este intercambio? Estoy
en tercero de carrera y quiero solicitar alguno por si pueden concederlo.
Supongo que estará cerrado.
La chica miró el folleto y Sophie y su mejor amiga se miraron nerviosas,
sin poder creérselo. Sería muy complicado conseguir ese intercambio, pero
por probar que no faltase. Su sueño era lo más importante para ella.
—Lo siento señorita, cierra hoy mismo la inscripción. No creo que le dé
tiempo a presentar la documentación.
Escuchar aquello fue como un jarro de agua fría, pero era de esperar. Sin
embargo, Mery tenía una cara demasiado sonriente para las palabras que
acababan de escuchar. Ella no entendía nada.
—¿Mery? ¿por qué sonríes? Si es imposible que pueda presentar todos los
papeles para hoy.
Su amiga seguía sonriendo y mirando a Sophie como tonta. ¿Qué le pasaba
para sonreír así?
—Sophie, ¿recuerdas la inscripción del intercambio en Oxford para la
BBC? ¿Recuerdas que no aceptaron los papeles que les dimos porque no
tenías suficiente nivel de inglés? Aunque creo que un C1 es más que
suficiente.
—¡Mery! ¿Qué ocurre? No te vayas por las ramas —Sophie suspiró con
desesperación al ver pensativa y sonriente a su mejor amiga. Se ponía muy
nerviosa cuando Mery estaba en modo parlanchina.
—Sophie, tengo todos los documentos aquí mismo. En la carpeta, no los
aceptaron para la BBC y los guardé.
—¿¡Cómo?! ¿¡Es en serio?! —La sonrisa de Sophie se amplió de una
forma increíble, como si fuese una niña al ver el mayor juguete y el más
deseado.
Mery sacó su carpeta de la mochila de cuero que llevaba colgada en la
espalda y la abrió en el mostrador, enseñándole todos los papeles a la chica
de secretaría. Esta se puso a comprobar que todo estaba bien, le pidió el DNI
a Sophie y ella se lo dio nerviosa. No sabía ni cómo responder ante aquel giro
tan inesperado de la situación.
—Bien señorita Madden, solo tiene que firmar en este documento y la
inscripción estará lista. Dentro de unos 15 días saldrá el resultado en el portal
electrónico de la web.
—De acuerdo, a ver. —No sabía ni que decir, estaba firmando ese
documento de la inscripción. El que podía ser una de las mejores
oportunidades de su vida. Empezaría como redactora, pero sabía que ella
tenía talento para llegar lejos y lucharía para conseguirlo.
Fueron quince días muy largos. Iba y venía de la Universidad sin parar,
estudiaba sin descansar y por las noches se empapaba de todos los lugares de
Nueva York que quería visitar. Los dos fines de semana en su espera fueron
duros, estuvo trabajando en varias fiestas de pueblos cercanos y llegando a
las nueve de la mañana a casa, después de estar trabajando más de doce horas
seguidas y a un ritmo frenético. No sentía los pies. La última noche del
domingo era el fin de fiesta del pueblo que se encontraba al lado de San Juan,
había sido eterna y por lo tanto, estaba reventada. Parecía un muerto viviente.
Sophie entró a su casa con paso cansado, dejó caer las llaves en el
recibidor y se dirigió a su habitación con cuidado para no despertar a su
hermana. Miró su reloj y no podía creer que fuese tan tarde.
—Dios. Que gusto...—Dijo Sophie al caer sobre la cama exhausta,
resoplando y algo sudada de todo el esfuerzo y ajetreo de aquella noche. Al
cabo de unos minutos mirando al techo, dio un salto de golpe y se incorporó
dando un leve grito —. ¡Es hoy! Sophie… ¡Que cabeza!
Gritó para ella misma y buscó el ordenador con rapidez, lo abrió sobre el
escritorio de madera y se dispuso a entrar en la página web de la Universidad.
Y ahí estaba: “Resoluciones de Intercambio Internacional con la
Universidad de Nueva York”. Ahí estaba lo que tanto había soñado, ¿se haría
realidad? Sophie navegó por la web, introdujo sus datos en el buscador de
forma nerviosa, estaba ante un momento decisivo para su vida. Hizo clic en
varios botones de la página y ahí estaba la respuesta a tantos esfuerzos
realizados: “Sophie Madden García, Universidad pública de Nueva York,
solicitud aprobada.”
Y no supo cómo reaccionar, solo se quedó mirando la pantalla en silencio
durante largos minutos asimilando la noticia de que se iba a Nueva York en
dos semanas. Y de repente…
—¡Mamá! ¡Andrea! Madre mía... ¡No puede ser! ¡No puedo creerlo! —
Gritó como una loca, como hacía tiempo no lo había hecho y salió de su
habitación buscando a su hermana y a su madre. Su madre apareció en medio
del pasillo asustada, abrochándose la bata de estar por casa con la cara
desencajada y su hermana salió de la puerta de su habitación aun
desperezándose.
—Dios, Sophie, pero ¿qué pasa? ¿Qué haces gritando? —Su hermana
bostezaba y tenía una cara de sueño que no podía ni con ella misma.
Chris Jones era una de las personas más importantes del mundo entero
actualmente, su cinematografía superaba en éxitos a muchos otros actores que
habían dedicado su vida al cine y no habían conseguido tantos éxitos como él
en tan pocos años. Pero eso le había costado mucho más de lo que parecía.
Familiarmente había perdido prácticamente toda relación con sus seres
queridos, solo le quedaba su abuela Lucy. Ella le entendía, sabía que a pesar
de haberse vuelto famoso seguía siendo el nieto de sus ojos y una persona
sencilla, como siempre lo había sido.
Había trabajado mucho, tanto laboralmente como físicamente. Su cuerpo
había dado un cambio excepcional en los últimos años. Fruto de horas y
horas en el gimnasio, corriendo y dedicándose a ganar músculo para que en
las películas que realizaba fuese cada vez más fornido y aparentase tener más
fuerza. Había cambiado muchas cosas, de vivir en el barrio de Brooklyn, a
pasar de vivir en el Upper East Side con su anterior pareja Annie y
actualmente, vivir en una villa alejada del mundo en las montañas en una
zona cercana a Watkins.
Había aprendido a odiar las fiestas dónde sólo hacía que despertarse cada
noche con una chica distinta, de la cual nunca recordaba el nombre, de
despertarse en hoteles de lujo todas las noches; a finalmente vivir apartado de
todo el mundo y tener relación únicamente con sus compañeros y la propia
naturaleza del lugar. Y esa vida era mejor para él, había vuelto a reír. Visitaba
más a su abuela Lucy y se sentía mejor. Ahora podía realizar entrevistas
divertidas y sentirse él mismo, pero había tenido una temporada que no podía
ni encender la televisión porque todo lo que escuchaba de él mismo eran
mentiras y noticias de sus ligues de una noche.
Ese día tenía que ir a la NBC para ver a Ellen. Le habían mandado el
borrador de la entrevista, pero había muchas preguntas que no le gustaban,
suponía que sería algo escrito por el cretino de Richard Mikaelson. A él le
gustaba el morbo y las preguntas de cotilleos y quería hablarlo con Ellen,
para establecer una entrevista más cercana y divertida. Con algún reto o juego
final como había hecho otras veces cuando había ido al programa.
Había dormido esa noche en el hotel Central de Nueva York tras un
encuentro en un supermercado con varios paparazis. Estaba acostumbrado,
pero no entendía porque incluso para comprar un par de refrescos tenía que
lidiar con ellos. Suponía que era lo que tenía que ser y ya está. No le daba
demasiadas vueltas. Tras darse una ducha en la bañera de hidromasaje del
hotel, se vistió con unos pantalones de traje y una americana azul oscuro que
le quedaba ajustada de los hombros. Llamó a Jack, su chófer y amigo.
—Jack, en cinco minutos estoy bajo. Ves saliendo del garaje.
—De acuerdo, Chris. Ahí estaré.
Se puso unas zapatillas de la marca ETQ de color azul, con rayas blancas;
al igual que la camiseta que llevaba bajo de la americana. Cogió su móvil y
salió de la habitación del hotel. Una vez en el ascensor, el móvil comenzó a
sonar.
—¿Sí?
—Chris, mañana te quieren ver en el programa matutino de la Fox. ¿Qué
les digo?
—Que no, mañana estaré en la casa y no quiero saber nada de nadie.
Chris tenía varios días de relajación, concedía muy pocas entrevistas. Era
serio pero un chico agradable y simpático. Sin embargo, la saturación que
tenía esos meses de entrevistas por el último estreno de la película en la que
era protagonista; hacía que cada vez aceptara menos entrevistas.
—Pero Chris, solo tienes la entrevista de Ellen. Los fans…
—Camila, no. No quiero ninguna entrevista más. Creo que está siendo ya
demasiado. Con la de Ellen, no creo que conceda ninguna más. Asique por
favor, avísame cuando estén todos los detalles del evento de la película en
Washington.
—De acuerdo Chris. Hasta luego.
Chris resopló, negando con la cabeza. Sabía que Camila hacía un trabajo
excepcional, pero eso no quitaba que él también se cansase y necesitara un
poco de relajación de vez en cuando. En la planta del garaje el ascensor se
detuvo y Chris salió de él, arreglándose la americana. Saludó a su amigo y
chófer y se montó en la zona trasera del coche.
—Buenos días Chris.
—Buenos días Jack, ¿cómo estás hoy?
—Muy bien, pero me da que se va a estropear, hay tormenta y ya sabes
cómo se pone la ciudad en estos días.
—Sí, caótica por desgracia. Quiero llegar lo antes posible a la reunión, sino
Ellen posiblemente no esté.
—A ver si nos dejan avanzar por la calle y llegamos cuánto antes.
Chris sonrió a su amigo, lo conocía desde hacía años de cuándo vivía en su
apartamento de Brooklyn. Cuando él comenzó a tener algo de éxito con su
primera película, Jack perdió su puesto de trabajo y no había forma de que
encontrase un puesto decente. Tenía familia, una niña pequeña y una mujer; y
no podía permitir que se quedara en el paro. Asique, aunque no necesitara
demasiado tener un chófer en aquel entonces, Chris hizo el esfuerzo y lo
contrató como su conductor personal. A partir de ahí, se convirtió en amigo y
confidente de muchas cosas. Pero ambos eran profesionales en su trabajo y
Jack cuando trabajaba, no quería hacer de amigo, sino de empleado, se sentía
más cómodo así.
Tras una media hora desesperante para cruzar tan solo ocho manzanas del
centro de la ciudad, llegó a Lexington Avenue. Jack enseñó la acreditación de
visita al hombre de seguridad del garaje del edificio y entraron en él.
—No creo que tarde Jack, si tardo vete a por el traje del evento de
Washington dónde siempre y te llamo cuando vaya a salir.
—Está bien Chris, nos vemos luego.
Salió del coche sonriendo a su amigo y entró en la zona de ascensores,
hasta subir en él hasta la planta duodécima. Ahí se encontraba Yanna, la
conocía de otras veces y la saludó de forma simpática, aunque con prisa.
—Yanna, por favor, necesito ver a Ellen cuánto antes.
—Si claro, señor Jones.
—Yanna, que te digo siempre. Solo Chris por favor.
—Está bien, está bien.
Yanna sonrió y Chris la miró con simpatía, era una chica realmente
agradable y sencilla. De las que le hacían falta en su vida y no tan
exuberantes y cuidadas hasta en el último detalle como las que solían
acercarse a él y rodearle. Vio como Yanna hablaba por teléfono y frunció el
ceño. Al parecer Ellen o estaba ocupada o no quería visitas.
—De acuerdo, yo le aviso entonces que espere.
Chris la miró frunciendo el ceño, Ellen siempre le hacía lo mismo. Era una
despistada y siempre se entretenía mucho en sus reuniones, le encantaba
hablar con todo el mundo.
—No está, Chris. Vuelve en diez minutos.
Él suspiró, cómo la conocía. El viejo truco de siempre. Esta vez no se la
colaba.
—Ya claro, diez minutos…
Y acto seguido fue andando deprisa hacia el despacho, con los pasos
acelerados de Yanna por detrás, gritándole e intentando pararle los pasos a lo
largo del pasillo.
—Señor Jones, ¡le he dicho que no puede pasar, no está!
Chris abrió la puerta sin preguntar esperando ver a Ellen, sin embargo, vio
a una chica sentada en su silla mirando el ordenador, morena, con una cara
fina y de tez blanca, muy interesada en lo que estaba viendo en la pantalla del
portátil. Aquello lo extrañó, pero se quedó mirándola por unos segundos
hasta que sin que ella se diese cuenta, preguntarle de improvisto.
—¿Usted quién es?
La chica alzó la cabeza y Chris se quedó asombrado con aquella cara, ojos
verdes, pómulos sonrojados; no sabía si por la situación o por el calor de las
oficinas, o es que simplemente los tenía así. Pelo largo castaño, algo
ondulado y una mirada fulminante. Aquella chica se quedó petrificada, su
cara era pensativa y supuso que se pondría a gritar como otra más de sus fans
o algo parecido. Sin embargo, no reaccionaba. Por lo que Chris insistió. No
sabía quién era, ni que hacía en ese despacho.
—Señorita, ¿es que no me escucha? ¿Quién es usted y qué hace en el
despacho de Ellen? Llamaré a seguridad — Chris comenzó a enfadarse,
parecía que escondía algo. Además, cerró el portátil con fuerza y parecía no
reaccionar, incluso parecía asustada.
—¡Señor Jones! Le he dicho que no puede entrar, la señorita Degeneres
está en una reunión.
Chris escuchó a Yanna hablar llegando a la puerta, justo a su lado. Ella
entró en el despacho y se dirigió rápido hacia la chica.
—¿Sophie? ¿Estás bien?
Yanna estaba junto a la chica, había puesto una de sus manos en las suyas
y eso hizo que ella reaccionara. Se levantó de golpe mirándole y
entrecerrando los ojos, le dijo en tono de enfado.
—Señor Jones, la señora Degeneres está en una reunión muy importante.
Si no le ha citado es porque la reunión en la que se encuentra es mucho más
importante que el reunirse con usted. Asique por favor, espere como
cualquier otra persona en el hall de bienvenida.
Escuchó como Yanna soltó un suspiro de asombro, abriendo la boca como
una tonta y tapándosela de golpe al instante. Chris sonrió para sus adentros,
esa chica tenía agallas y no se cortaba un pelo. Quizás no lo conociese, algo
raro para ser un actor internacionalmente conocido o quizás sí. Pero lo que
estaba claro es que esa chica no tenía miedo y no se achacaba con nada.
Asique siguió insistiendo en hacerla reaccionar y averiguar quién era.
—¿Perdone? Primero señorita, soy Chris Jones. Segundo, con ese acento
no he entendido ni la mitad de las palabras que ha dicho. ¿De dónde es
Usted?
Chris aguantó una risa al decirlo, alzando el labio de un lado para hacerse
aún más el prepotente. Sabía que eso la molestaría aún más. No sabía por
qué, pero tenía ganas de hacerla enfadar, esa forma de mirarle y de reaccionar
a su presencia había hecho que tuviera ganas de enfadarla y hacerla
reaccionar.
—¿Perdona?!
Aquella chica se sorprendió con lo que había escuchado, vio cómo lo
miraba de arriba abajo. Ahí estaba, sí sabía quién era. Acababa de descubrirlo
en su mirada. Sin embargo, lo que dijo a continuación no le gustó nada y se
notó en su rostro.
—¿Acaso usted es racista? ¿Quién eres tú para venir con esa prepotencia y
esas prisas?
Estaba enfadada, sí, posiblemente su inglés no fuese del todo perfecto,
pero se defendía perfectamente y odiaba que la gente intentara meterse con
los demás por el acento o la forma de hablar. Chris la miró de arriba abajo,
sonrió como un lobo y se cruzó de brazos.
—Soy el invitado especial del próximo lunes en el programa. Pero creo
que desde ahora ya no lo soy —Sabía que eso la haría reaccionar del todo,
probaría por ese lado y quizás de una vez descubriría quién era porque en
cierta manera estaba deseando saber qué hacía allí y quién era realmente.
Chris se dio cuenta que la chica se quedó helada y paralizada por unos
segundos tras escuchar sus palabras. Hasta que Yanna entró en escena y dijo:
— Chris, perdónala. Acaba de llegar de España para hacer un
intercambio y al parecer no te conoce, ni sabe quién eres.
Sophie sintió algo de alivio al escuchar a Yanna. Había sido una cagada
enorme y quizás la despedirán y tendría que volver a España antes de lo
pensado. Realmente debía de controlarse un poco más o los seis meses se
convertirían en seis días. Pero ese hombre la había descolocado totalmente,
no se esperaba ver a alguien tan importante como él en su segundo día en
Nueva York y menos hablarle de esa forma. Lo que estaba claro es que era
más guapo que en la pantalla de cine y en televisión. Juraría que se había
quedado empanada mirándole.
Chris cerró la puerta y quedaron los tres dentro de la oficina, no quería que
nadie escuchar la conversación y pretendía quedarse para esperar a Ellen.
Dijeran lo que dijeran ellas dos.
—Está bien, pero necesito saber quién es usted y qué hace aquí. Yanna,
déjanos solos. A ver qué puede solucionar esta señorita y veremos si es buena
en su trabajo o no.
Sophie tragó saliva al escuchar aquello e intentó aparentar ser fuerte en
esos momentos, le hizo un gesto con la cabeza asintiendo a su compañera
para que los dejara solos, aunque por dentro estaba como un flan.
—De acuerdo, Yanna puedes irte. A ver si el señor Jones queda satisfecho
con mi trabajo.
Mierda, ¿pero ¿qué le pasaba? En esos momentos vio como Yanna abría la
boca aguantando la risa y ella le echó una mirada rápida congelante,
suspirando justo antes de que ella saliera por la puerta. Al parecer a él
también le había hecho gracia porque tenía los labios levemente elevados,
como muestra de una leve sonrisa.
—Quería decir, que a ver si puedo solucionar el problema que tiene.
—La había entendido perfectamente, señorita…
—Madden. Sophie Madden.
Chris asintió con la cabeza mirándola de arriba abajo una vez más, sin que
ella ni siquiera se diese cuenta. Era realmente preciosa, sencilla y con una
naturalidad que podría espantar a cualquier mujer hecha con bisturí mil veces.
Unas piernas largas y un cuerpo con curvas, pero que no dejaría indiferente a
nadie. Sophie se sentó en la silla de visitas, justo al lado de dónde se había
sentado él. Cruzó sus piernas y abrió el portátil de Ellen colocado sobre la
mesa en dirección hacia él.
—Está bien, ¿qué necesita señor Jones?
—¿Puedes llamarme Chris?
—Em...Pues, si usted quiere le llamaré Chris —Asintió ella algo nerviosa,
jugando con uno de los bolis en su mano y dando sin parar en la mesa con él.
Tener a ese hombre al lado no le iba bien para sus nervios, era Chris Jones.
Uno de los actores más famosos del mundo entero y que actualmente era
portada de decenas de medios digitales, revistas e incluso noticia en muchos
canales de televisión. Tenía que tranquilizarse porque sentía que tenía frío y
calor a la vez y no sabía si hablaba o estaba tartamudeando. Menudo
panorama.
—Chris, sin más. Señor Jones solo me llama Richard, nadie más.
Sophie frunció el ceño ante aquella afirmación, supuso que no le caía nada
bien Richard. Él se dio cuenta que se había quedado pensando y aprovechó
para mirarla mejor. Y se percató que ella no le miraba a la cara ni a los ojos,
ni una sola vez. Al parecer era tímida o esquiva y eso hizo que se interesara
aún más en ella.
—De acuerdo Chris, te llamaré así.
Notó como él sonreía y suspiró levemente. Definitivamente, como decía su
mejor amiga Mery. Ese hombre tenía la sonrisa más bonita de la televisión y
podría asegurar ahora mismo que era seguramente la más bonita que había
visto en un hombre jamás. Intentó concentrarse en el trabajo sacudiendo la
cabeza levemente y de forma disimulada.
— A ver, tengo un borrador aquí de tu entrevista para el lunes. ¿Es esto
lo que quería solucionar?
Chris la miró apoyado con el codo en la mesa y asintió de forma seria
observando el texto que estaba sobre la pantalla del ordenador. Intentando
concentrarse únicamente en el texto y no en ella. Aunque juraría que le estaba
costando más de lo que pensaba.
—Aunque tengo que pensar si voy a dar la entrevista finalmente o no.
Ella suspiró, sabía que lo que le había dicho anteriormente traería malas
consecuencias y negó con la cabeza. Tragó saliva con dificultad y
aguantándose su orgullo le contestó.
—Señor Jones...Digo Chris, disculpa si te ha molestado lo que dije. Pero tú
también…
—¿Yo qué? ¿Qué quieres que te diga? Tienes un acento gracioso
hablando. —Él sonrió ampliamente, sabiendo que la volvería a molestar. No
sabía por qué, pero tenía ganas de molestarla, quizás era aburrimiento o que
simplemente le salía ser así con ella. Y lo consiguió, ella entrecerró los ojos
con ganas de sacarle los suyos, que rabia le daba que dijera eso.
—¿Perdona? Pero si hablo perfectamente, he estudiado inglés en las
mejores escuelas. Quiero decir...—No quería parecer presuntuosa, asique
decidió aclararlo antes de que él se pensara lo que no era—. Gracias a mi
esfuerzo, he podido estudiar en escuelas bilingües muy buenas y he
aprendido muy bien, creo yo.
Chris no pudo evitarlo y soltó varias risas mientras miraba a aquella chica,
lo cierto es que hablaba muy bien inglés pero su faceta de bromista le podía.
Era inevitable y ver como se sonrojaba, se ponía nerviosa y en cierta forma
gruñía por lo bajo, hacía que él se divirtiera mucho con esa situación. Ella se
quedó sorprendida al escucharlo reír, aún no podía creer que estuviese ante
Chris Jones y aquella risa era realmente increíble. Lo había visto reír en miles
de vídeos de YouTube, pero escucharla en directo y frente a él era una
maravilla.
—¿De dónde eres Sophie? —Él le preguntó con interés, mientras miraba
de reojo el borrador de la entrevista. Interesado mucho más en conocerla a
ella que en el texto.
—Soy de España, de un pueblo del sur pegado al Mediterráneo. —Dijo
ella sonriendo, pensando en su hermana, su madre y su amiga Mery. Madre
mía, iban a alucinar cuando les contara lo que estaba ocurriendo ahora
mismo, posiblemente no se lo creerían. Dirían que estaba loca o algo
parecido.
—Bonito país, he estado varias veces. Sobre todo, en las Islas Canarias y
en los Pirineos.
—Vaya, pensaba que dirías Ibiza. Como todos los famosos…
Chris sabía que diría aquello y negó con la cabeza, girando el portátil para
leer el borrador y comentó mientras lo leía cuidadosamente y apuntaba varias
cosas en las preguntas más morbosas, para que Ellen las borrara y pudieran
enfocar mejor la entrevista.
—Odio las multitudes, asique siempre que he ido voy a una playa algo
abandonada de Lanzarote o alquilo una casa en la montaña en medio de los
Pirineos. Lo demás no lo he visitado, pero seguro que es bonito.
—Lo es, muchísimo...—Sophie se quedó pensando y añorando su ciudad,
en el paseo marítimo de San Juan. En el ambiente relajante que tenía tanto en
verano como en invierno, aunque cada vez llegaban más turistas y había
menos tranquilidad. Sin embargo, en la urbanización dónde ella vivía era
todo paz y tranquilidad. Eso le encantaba y en cierta forma, ya lo echaba de
menos.
—¿Sophie? Mira…estas preguntas las quiero fuera. Esto lo ha hecho
Richard, y no quiero este tipo de preguntas en la entrevista —Chris hizo que
ella le prestara atención, el rostro de esa chica había cambiado cuando habían
hablado de España y no quiso molestarla. Sophie miró cada una de esas
preguntas y asintió. Se dio cuenta que todas las preguntas eran sobre temas
personales y sobre todo con asuntos relacionados con el sexo o las relaciones
que Chris había tenido. Y le afirmó completamente segura de que Ellen no
querría ese tipo de preguntas en esa entrevista.
—De acuerdo, no se hará ninguna de estas preguntas. Me encargaré de ello
y le informaré a Ellen —Asintió mirándole de forma fija y contundente,
marcó esas preguntas y guardó en el documento las modificaciones de ese
borrador. Chris se quedó mirándola por unos segundos y escuchó como la
puerta del despacho se abría de golpe.
—¡Chris! Perdona, de verdad. No sabía que vendrías, si no me hubiese
quedado. —Ellen entró como un relámpago en el despacho, lo cual hizo que
ambos se levantaran de golpe y la miraran sonriendo.
—No te preocupes Ellen. —Chris se acercó a ella, dándole una especie de
abrazo amistoso y Ellen miró a Sophie después de saludarle con una sonrisa.
—¿Te ha ayudado Sophie? Es nuestra nueva redactora.
Sophie supo que Chris tendría algunas palabras con Ellen, sabía que el
comentario de “racista” le había sentado muy mal y que posiblemente fuese
un problema para ella. Asique no quiso ni mirarle mientras hablaban. Estaba
preparada para que él la criticara o se quejara de ese comentario.
—No te preocupes Ellen, es una maravilla de redactora. Hemos hecho
modificaciones del borrador de Richard, asique todo está perfecto. Además,
se parece a mí en carácter. Será buena en su trabajo seguro. —Chris dijo todo
esto mirándola de reojo y sonriendo a Ellen, sabiendo que ella se
sorprendería. Él no era quién para fastidiarle el trabajo a nadie y menos a una
chica que había venido de España para cumplir seguramente, su más preciado
sueño. Sophie alzó la mirada sorprendida, su cara lo decía todo, pero intentó
aparentar normalidad. Con la mirada buscó los ojos levemente de él para
agradecerle lo que había hecho, la mantuvo apenas un segundo y volvió a
mirar a Ellen esperando que le dijese de irse o alguna indicación para
comenzar su trabajo.
—Vaya Sophie, Chris suele decir muy pocos piropos y buenas palabras de
la gente. No es de decirlo, aunque confíe. Pero yo también sé que Sophie va a
ser una gran redactora. No tengo ninguna duda. —Ellen sonrió a Sophie al
decirlo y ella agradecida, le devolvió la sonrisa tímidamente. En cierta forma
estaba en deuda con él por esas palabras, a pesar de ser un poco bromista y
molesto había hablado bien de ella y eso lo agradecía. Era seria y dura, pero
no era deshonesta o desagradecida con nadie.
—¿Tenías que irte ya no Sophie? Ve con Chris, así no bajas sola.
Chris estaba en la misma puerta a punto de salir y se quedó parado
esperando a que ella saliese y se acercara hasta él.
—De acuerdo, mañana a las 8 estoy aquí. Muchas gracias por la
oportunidad Ellen, de verdad —Dijo Sophie tras recoger todas sus cosas y
ordenarle de forma rápida la mesa de trabajo de su actual jefa mientras ellos
dos la miraban cómo lo hacía con una sonrisa.
—No des las gracias mujer, gracias a ti por querer trabajar con nosotros.
Ellen dejó pasar a Sophie sonriendo y miró a ambos que estaban en la zona
de la puerta para marcharse. — Llevad cuidado, que los días de tormenta son
horrorosos en esta ciudad.
Sophie asintió sonriendo suavemente y Chris la dejó pasar en la puerta, él
se despidió de Ellen con una sonrisa amplia, le encantaba trabajar con esa
mujer. Era pura vitalidad y energía, sentía mucha confianza y siempre que le
llamaban de The Ellen Show nunca podía rechazar trabajar con ellos. Era
como estar en casa.
Cuando Sophie pasó por el lado de Chris aguantó la respiración como
pudo, olía tan bien. No se había dado cuenta y, además, era como si un
camión estuviese a su lado. Ella no era baja ni pequeña, todo lo contrario.
Aun así, ese hombre la superaba en dimensiones y era algo difícil de
encontrar. Por lo menos le sacaba una cabeza, si ella medía 1,70; él
seguramente midiese 1,85 por lo menos, al igual que de ancho. Sophie tenía
curvas acentuadas, no era nada delgada más bien rellenita para su parecer y,
sin embargo, Chris tenía tanto músculo que al lado de él se sentía como una
super modelo. Aunque eso sí, nada que ver con todas las parejas o chicas con
las que solía salir él.
—¿Y dónde te alojas Sophie? Nueva York es un lugar complicado para
vivir. —Chris estaba a su lado en el pasillo mientras andaban hacia el
ascensor por el suelo de moqueta de esa planta de oficinas, pasando por todas
las puertas de los despachos y oficinas. Ella ni siquiera se había dado cuenta
que él estaba a su lado todo el tiempo en el que había estado pensando en su
cuerpo. Chris la miraba de reojo y una vez llegaron al ascensor, él pulsó el
botón para llamarlo.
—Pues he tenido suerte, conseguí plaza en una residencia pública cerca de
aquí. Por lo que no tengo que coger ni siquiera el metro —Dijo ella mientras
se frotaba las manos contra los pantalones y se colocaba la capucha del
abrigo, a la vez que se ponía bien la bufanda color rojo que había cogido para
no congelarse. Él la miró con simpatía y achinó los ojos con curiosidad
cuando de repente se abrió el ascensor. No había nadie, entrarían solos.
Ambos entraron y Chris vio como ella se miraba en el espejo como si
comprobase que todo estuviese en su sitio. Sí, era natural, pero seguía siendo
una mujer que se preocupaba por su aspecto.
Sophie quería comprobar que todo estuviera bien, no quería que ese
hombre tan conocido tuviese un mal recuerdo de ella, que dudaba que la
recordara, pero si lo hacía, al menos que no fuese por tener un diente rojo
manchado por el pintalabios o el pelo horrible. Sería una tierra trágame de
libro.
—Asique eres mucho más joven que yo entonces. En esas residencias a mí
no me dejarían entrar.
Sophie se sorprendió al escucharle, sabía que él tenía más de treinta y
cinco años porque era de sus actores favoritos y de los más conocidos a nivel
mundial. Mientras miraba como iban bajando las plantas, le contestó aún
nerviosa y sin creerse que estuviera frente a él.
—Bueno, tengo más de lo que piensas seguro; voy algo atrasada en los
estudios. Pero como dice Mery, mejor hacer las cosas lentas y bien, que
hacerlas rápido y mal.
Chris sonrió ante ese comentario y asintió, ella sonrió de forma más amplia
al pensar en su amiga. Como la echaba de menos y como se iba a poner
cuando le contase con quién estaba compartiendo ascensor. Ya estaba
escuchando sus gritos y aún no la había llamado.
—¿Quién es Mery?
Sophie soltó una suave risa, negando con la cabeza. Había dado por
sentado que todo el mundo conocía a su amiga. Él la miraba con curiosidad
esperando su contestación mientras ella se arreglaba con las manos levemente
la chaqueta negra que llevaba puesta y terminaba de abrochársela.
—Mi mejor amiga, está en España. Es una fuente de refranes e
información enorme —Dijo risueña pensando en su amiga. Chris se quedó
mirándola con curiosidad, esa chica era muy reservada, pero sabía que si
intentaba hablar más con ella sería la persona más divertida que había
conocido en mucho tiempo. Sin embargo, su vida no le dejaba espacio ni
tiempo para esas cosas. Tenía que marcharse en dos días a Washington para
el evento benéfico contra el cáncer infantil patrocinado por la película que
estaba a punto de estrenar, Los Caídos. No tenía ganas realmente, muchas
veces esos eventos eran pura fachada, pero su profesión era así. Además, sus
fans eran algo que le encantaba cuidar y estar cerca de ellos también le
llenaba mucho; y aunque fuese una gala benéfica ellos iban a estar allí
esperándole en las puertas de ese enorme teatro.
—Bueno Sophie, tú te quedas aquí. Yo voy hacia el garaje, no pueden
verme por las afueras del edificio con Usted —Dijo en tono de broma, sin
embargo, el rostro de ella cambió, no lo reconoció como broma y su sonrisa
se redujo bastante. Sophie sabía que era normal que no pudiesen verle con
ella fuera del edificio, ¿qué vergüenza no? Además, era una chica normal,
sencilla y humilde; nada que ver seguramente con las chicas que solían
acompañar a uno de los chicos más codiciados y guapos del mundo del cine.
—Sí claro, no se preocupe señor Jones. Perdone, quería decir Chris.
Cuídese. —Y sintiéndose la persona más mundana del mundo y algo
avergonzada por creerse genial al estar con él, salió del ascensor sin mirarle a
la cara. Él sintió que ella se había ofendido y cuando iba a hablarle las puertas
del ascensor ya estaban cerradas. “Muy mal Chris, siempre cagándola. Para
una chica normal que conoces y no se tira a tu cuello fácilmente”.
Sophie se abrigó bastante bien y con una sonrisa suave fue andando por la
calle bajo el paraguas. Le contaría a su amiga y hermana con quién había
coincidido, pero tampoco le daría mucho bombo. Como él le había dicho, era
imposible que le viesen con alguien como ella. ¡Menuda tonta! Era un chico
tan normal cuando había estado con ella, que se la había olvidado que era una
superestrella de Hollywood y conocido en el mundo entero. Uno de los
protagonistas de la película de Los Caídos, con decenas de premios y un
sinfín de películas famosas; era imposible que fuese una persona normal.
Viviría en el lugar más lujoso del mundo, tendría una gran cantidad de chicas
esperándole en cualquier momento y tanto dinero que ella jamás podría
imaginarse o ganarlo, aunque trabajase durante cuatro vidas seguidas.
Los días en la oficina eran una maravilla. Sophie estaba encantada con ese
trabajo, tanto Roberto, Yanna como Ellen eran muy agradables. Yanna era
encantadora, su carácter era muy acorde con su físico. Era bajita, morena y
con el pelo rizado, morena de piel y con una cara preciosa. Esos rasgos turcos
la hacían muy bonita y sabía que seguramente se ganaba a cualquier persona
que le gustase.
Roberto, sin embargo, era mucho más reservado, tenía un cuerpo enorme,
alto y ancho de espaldas. Moreno, con barba algo larga y aspecto desaliñado,
era como el típico amigo que no dice nada pero que sabes que está ahí,
escuchándote y dando muy leves opiniones de lo que vas hablando.
Reservado, poco hablador, pero sabía que era de fiar y leal.
El día siguiente era uno de los eventos más importantes del año, se
realizaba una gala benéfica presentada por los protagonistas de la película
Los Caídos. Yanna estaba muy nerviosa porque era ella quién tenía que ir a
cubrir ese evento y Roberto no hacía otra cosa que ponerla nerviosa, con
comentarios divertidos y graciosos para hacerla enfurruñar.
—Yanna, sabes que lo harás genial. Verás que sí —Sophie quiso animarla
a la vez que miraba a Roberto sonriendo de forma confidente. Después miró a
su compañera y sonrió suavemente entendiendo que estuviera nerviosa. Ella
probablemente estaría como un auténtico flan si estuviera en su situación.
—Gracias Sophie, aunque no entiendo porque tengo que ir yo. Pero bueno,
Roberto me va a acompañar con la cámara, menos mal…
—Uy sí, me muero de ganas —Roberto dijo soltando una carcajada
irónica. Sophie negó con la cabeza sonriendo mientras seguía trabajando en
los textos para las entrevistas del lunes. Además tenía que arreglar la
entrevista de Chris Pratt que tenía una entrevista especial dentro de dos
semanas en el programa de Ellen. Al parecer siempre había problemas con
los borradores de Richard y la agente de comunicación de Pratt había llamado
quejándose. Por suerte todo el mundo conocía como era y sabían que Ellen
no tenía nada que ver con él.
El teléfono de la oficina sonó y Yanna respondió, posiblemente sería
alguna modificación para los borradores del programa del lunes, ya que
estaban todos metidos en ello para que quedara todo listo para el fin de
semana. Al día siguiente era viernes y el evento de Washington quitaba
mucho tiempo para terminar a tiempo y lograr que el lunes estuviese todo
listo.
Sophie miró con curiosidad a Yanna que se había quedado en silencio con
el teléfono en la oreja y frunció el ceño. La cara de su compañera era de todo
menos alegre.
—Yanna…—Sophie se acercó a ella con la silla giratoria de su mesa hasta
justo a su lado, mirándola con preocupación. Ésta colgó el teléfono y miró a
Sophie, suspirando con fuerza. Parecía que estaba a punto de llorar y Roberto
la giró en la silla hacia él de golpe, preocupado.
—Yanna, ¿qué ocurre? ¿Qué te pasa? —Le dijo Roberto preocupado, con
la cara seria y mirándola fijamente. Cogió sus manos para que le contara lo
que le ocurría.
—Es mi padre, está en el hospital. No podían localizarme al móvil porque
la cobertura aquí es un asco. Y han llamado a la empresa.
Sophie se dio cuenta que Roberto agarró las manos de Yanna con fuerza y
la abrazó de repente. Y ella se rompió en pedazos, llorando contra el pecho de
su compañero. Roberto miró a Sophie preocupado mientras abrazaba a su
amiga y compañera y Sophie suspiró, negando con la cabeza. Que rabia le
daba cuando ocurrían esas cosas, solo esperaba que el padre de Yanna
mejorase cuánto antes y que solo fuese un pequeño susto.
Tras todo el día trabajando, Yanna se había ido al hospital. Ella era de
Turquía, pero vivía en Nueva York en un pequeño apartamento que
compartía con Roberto, sin embargo, su familia estaba en una pequeña ciudad
cercana con quiénes había venido a Estados Unidos hacía ya cinco años.
Roberto había salido hacía poco tiempo para ir a ver cómo estaba Yanna y su
padre. Así ella no estaría sola y podría estar con ella acompañándola en ese
momento tan complicado. Se había dado cuenta que ellos dos tenían una
conexión muy fuerte, Roberto estaba bastante afectado por ver así a Yanna.
Sólo quedaba ella trabajando en prácticamente todas las oficinas. Alguien
llamó a la puerta y Sophie se giró.
—Sophie, vete a casa ya. Está casi todo listo ya. —Era Ellen, con el gesto
bastante triste y sin tanta alegría como solía tener siempre. Fijó su mirada en
ella y Sophie se sorprendió ante aquella forma de mirarle.
—Sophie, bonita, ¿podrías sustituir mañana a Yanna en el evento? Creo
que ella necesita descansar un poco y estar con su padre en estos momentos.
—Sí claro, ¿iré con Roberto no?
—Sí, no te preocupes. Os vais con la furgoneta de la empresa con todos los
medios y las cámaras que necesitéis, haces pequeñas entrevistas de un minuto
a los más importantes del evento y dormís en el hotel al lado del teatro donde
se realiza.
Sophie sintió miedo por primera vez desde que había llegado a Nueva
York, se encontraba ante un verdadero trabajo, puesto que eso para ella era
totalmente nuevo. Pero no podía pasar esa oportunidad tan increíble y el
poder cubrir un evento tan importante. Además, tenía que dar la cara y
sustituir a su compañera, era un momento delicado y tenía que ser capaz de
hacer aquello.
—No te preocupes Ellen, sin problema.
—Genial, sabía que podía confiar en ti. Mándame los datos para cambiar el
nombre de la reserva del hotel y la acreditación. Salís temprano mañana, para
cubrir desde los preparativos hasta la post gala.
—Perfecto, ahí los tienes. —Conforme Ellen estaba hablándole, Sophie ya
había enviado los datos vía correo a Ellen para que no tuviese que esperar
para cambiar nada y la reserva quedara lista cuánto antes.
—Genial. Me marcho ya a casa, suerte mañana y cualquier cosa me llamas
Sophie.
—De acuerdo Ellen, hasta mañana.
Ellen cerró la puerta se dispuso a recoger todas las cosas de la oficina y
apagó los ordenadores de sus compañeros. Y salió de la oficina abrigándose.
Había sido un día increíble de trabajo hasta la llamada que había recibido
Yanna. Mañana le preguntaría a Roberto cómo estaba ella y su padre. Era
inevitable no preocuparse por ella después de lo amable y agradable que
había sido con ella.
Al llegar a la residencia avisó a su amiga Mery y a su hermana que al día
siguiente tenía que ir al evento de Washington para que supieran que iba a
estar muy ocupada y no podría coger el teléfono. Mery le envió un mensaje
indicándole que era obligado hacer fotografías y que, por favor, se las
mandase al terminar el día sí o sí. Su amiga era la única persona que podía
sacarle una sonrisa y hacerla reír, aunque no tuviese ganas y sabía a ciencia
cierta que exigiría esas fotos. Estaba cansada, desanimada y triste por lo
ocurrido y tenía que ponerse a preparar la ropa para el evento, asique se
dispuso a ello sin muchas ganas.
Se preparó una pequeña maleta con varios modelos de ropa, uno para el
evento y dos para cambiarse por si ocurría cualquier cosa. Además de meter
todo lo necesario para el baño y para dejar en el hotel. Se dio una ducha
relajante con música de fondo. Tenía que coger fuerzas y dormir bastante
porque el día siguiente iba a ser largo y muy cansado, aunque seguro que
emocionante. Se tumbó en la cama y el cansancio hizo presencia, se quedó
dormida como una niña pequeña.
Chis había llegado en el jet junto con sus compañeros de la película hacía
un par de horas a Washington. Por suerte el hotel quedaba muy cerca del
lugar del evento y se había instalado en él para poder dormir un poco más. El
hotel estaba tranquilo, aún no había periodistas ni fans por la zona, eso le
tranquilizaba. Su habitación estaba en lo más alto del hotel, con unas vistas
inmensas desde dónde podía verse perfectamente el memorial de Lincoln, el
río y toda la zona verde de la ciudad. Tras dormir unas cuatro horas el ruido
de su estómago le despertó, Chris comía como nadie, tenía un apetito enorme
y la hora del desayuno no podía saltársela asique decidió cambiarse y bajar a
desayunar al restaurante del hotel.
Bajó en el ascensor tras haberse puesto unos pantalones negros tipo
chándal y una sudadera gris, además de ponerse una gorra para evitar que si
había algún periodista o paparazzi pudieran reconocerle. Entró en el
restaurante y uno de los camareros le saludó, dándole los buenos días. El
restaurante era inmenso, con paredes y mesas de madera oscura. Se sentó en
una de las mesas pegadas a la ventana y pudo darse cuenta que las ventanas
no eran transparentes, sino que desde dentro podías verlo todo, pero desde
fuera impedía que viesen quién estaba sentado en el interior. Eso le alivió y
se quitó la gorra, en el hotel había seguridad por lo que estaba tranquilo y
sabía que no tendría ningún incidente. Al menos podría relajarse por unos
minutos mientras desayunaba.
A unos cincuenta metros del hotel, justo frente al hotel se dio cuenta que
había una furgoneta gris clara con el logotipo de la NBC. Sabía que parte del
equipo de Ellen estaría allí, supuso que Yanna vendría junto con Roberto
como solían hacer en todos los eventos. Vio a éste abrir una de las puertas de
la furgoneta, sacando dos trípodes del interior de la furgoneta. El camarero
vino a tomarle nota y pidió un cappuccino con dos tostadas al estilo francés.
Se moría de hambre y su estómago cada vez sonaba más fuerte. Necesitaba
coger energía para ese día tan largo.
“Ya están preparándolo todo...”, pensó Chris mientras miraba como
Roberto sacaba todo lo necesario para cubrir el evento de esa noche. Vio
como Yanna se acercaba con una mochila de cuero en sus espaldas, pero
cuando vislumbró la bufanda que llevaba puesta, frunció el ceño; esa prenda
le sonaba. Se fijó mejor y vio que no se trataba de Yanna, era Sophie la chica
que había conocido en la oficina de Ellen. Tenía el pelo suelto algo húmedo,
largo por la mitad de la espalda y una chaqueta acolchada que hacía que sus
curvas fuesen más pronunciadas, en definitiva, estaba preciosa. “Joder Chris,
esa chica te persigue eh”.
Sus pensamientos no le dejaban tranquilo, quizás era una buena
oportunidad para pedirle disculpas por lo ocurrido en el ascensor en el día
anterior. Sophie y Roberto cogieron cada uno de ellos un trípode y una
cámara, aunque a ella parecía que le costaba bastante, pero entre risas y gritos
iba andando hacia el lugar del evento que se encontraba una calle más atrás.
Chris desayunó tranquilo, pensando en si era buena idea salir del hotel para
hablar con esa chica y al comprobar que tenía su móvil y la gorra, no lo dudó.
Llamó al camarero y firmó en la cuenta con el número de la habitación para
que lo cargaran en su tarjeta y se levantó, camino a la parte trasera del Teatro
JFK dónde estaban Roberto y Sophie.
—¡Roberto! ¡Voy a matarte eh! Me voy a quedar sin mano, verás —Sophie
notaba que la cámara estaba a punto de caerse cuando estaban a menos de
diez metros de dónde tenía que quedarse colocada y fija para el evento de esa
noche.
—¡Que blandengue eres! Tan fuerte que pareces y eres una blanda.
—¡Oye, no te pases, eh! —Sophie reía con ganas y eso hacía que la cámara
se le resbalara más, notó que se le caía y dio un gritó sabiendo que iba a
estamparse contra el suelo. Sin embargo, unas manos grandes y blanquecinas
la cogieron al vuelo. Ese olor… No podía ser cierto.
—Tranquila, ya la tengo —Chris murmuró al cogerla y se puso a su lado
con una sonrisa amplia como si fuera lo más normal del mundo lo que
acababa de ocurrir. Llevaba la gorra azul puesta y no había hablado muy
fuerte, para que los posibles periodistas cercanos no lo reconocieran. Sophie
estaba algo paralizada y se había apoyado levemente en el trípode que estaba
plantado en el suelo, aunque un tambaleo de este hizo que quitara el brazo
apoyado sobre él de forma torpe.
—¿Chris? ¿Qué haces aquí? Te van a ver…—Sophie miró a todos lados
para comprobar que no había fotógrafos ni paparazis. Roberto se giró y al
comprobar quién era se acercó rápidamente, sorprendido al ver al cliente e
invitado de Ellen allí mismo.
—Señor Jones, bienvenido. ¿Hay algún problema con el evento?
—No tranquilo Roberto, quería hablar un momento con Sophie sobre la
entrevista del lunes. ¿Nos permites?
—Claro. Sin problema, te veo luego Sophie.
Chris le pasó la cámara a Roberto y este se acercó al trípode que tenía
sujeto Sophie. Ella aún estaba algo tiesa y sintió un leve empujón de su
compañero haciéndole ver que fuese con Chris a hablar.
—Vengo en nada Roberto, no tardo.
—No te preocupes.
—Vamos por aquí, Sophie —Chris puso la mano en la parte baja de la
espalda de Sophie, dirigiéndole hacia la zona del lado del teatro donde al
fondo se podía ver el río. Ella andaba a su lado, pero no sabía ni porqué,
aquello era muy extraño. Cuando había tocado su espalda a ella le había
entrado un leve escalofrío y tenía que obligarse a respirar para no quedarse
sin aliento. Tras unos metros andando en silencio llegaron a lo que parecía
ser un paseo marítimo, pero justo al otro lado del teatro, con una barandilla
que daba al río y unas vistas preciosas. En el río había pequeñas barcas
navegando con gente que quería relajarse y disfrutar de un día tranquilo, sin
embargo, la zona estaba desierta y alrededor de dónde estaban no había ni si
quiera una persona. Era como si se hubiese parado el tiempo o quizás era su
imaginación, eso pensó ella.
Sophie se apoyó en la barandilla con los brazos mirando las vistas y
tragando saliva para calmar los nervios que sentía. La presencia de Chris
nada más por ser él la ponía nerviosa y de una forma inexplicable.
—Sophie, quiero disculparme contigo —Dijo él mientras la miraba.
Aquello le tomó a ella por sorpresa. Chris se había apoyado también a su lado
y miraba como ella hacía la zona del río y sus vistas, y ni siquiera le miraba.
Notó como ella daba una especie de respingo y giró un poco su mirada hacia
él.
—¿Cómo? ¿Por qué exactamente? —Sophie se sentía muy rara, ¿por qué
se iba a disculpar? Era ella la que tenía que disculparse, aunque ya lo había
hecho en la oficina cuando le había llamado racista sin realmente serlo. No
entendía nada.
—Bueno, en el ascensor te hice un comentario que suelo decir de forma
divertida. Pero intuí que no te sentó nada bien, ¿verdad? —Chris la miró de
forma fija y sincera para intentar ver si ella giraba su mirada hacia él, pero
aquella chica era muy dura y desconfiada. Sophie apretó suavemente las
manos en la barandilla y sin mirarle, alzó los hombros quitándole importancia
a lo que decía. Realmente le había molestado, pero era algo muy lógico lo
que él le había dicho. Era una desconocida y él uno de los hombres más
famosos de la actualidad, asique comprendía el comentario, aunque eso no
quitara que le molestase.
—¿Te refieres a lo de no verte conmigo fuera del edificio? Señor Jones,
quiero decir, Chris. Es lo más normal del mundo. Usted es una estrella
internacional y es lógico que tenga que elegir su compañía en público o llevar
cuidado con quién sale al exterior.
—No me llames de Usted, Sophie —Le corrigió él mientras la miraba de
forma algo seria, su tono había cambiado. Estaba ofendida y era normal, lo
entendía. Pero le cabreaba que le llamara de Usted cuando hacía un momento
le había llamado por su nombre. Estaba molesta, pero era tan cabezota que no
quería admitirlo ante él.
— Sophie soy una persona normal. Tu eres igual que yo y yo soy igual
que Roberto, o igual que Yanna. No tengo derecho a decirte eso y, además, te
sentó mal —Chris se molestó un poco con lo que dijo ella, al parecer creía
que él era superior que los demás. Y no se sentía así, muchas veces quería
actuar normal pero no lo hacía por cuestión de seguridad.
Ella se giró levemente hacia él y negó con la cabeza, suspirando e
intentando contenerse. No estaba hablando enserio. O sea, ¿Qué Chris Jones,
uno de los actores más famosos y con gran cantidad de premios le estaba
diciendo que era igual que ella? Venga ya, no se lo creía ni él.
—No, Chris. No eres una persona normal. Eres un chico que vaya por
dónde vaya vas a tener cientos de fotógrafos o personas grabándote, es lógico
que quieras elegir con quién quieres que te vean.
Y él sonrió al ver que se había girado hacia él y por primera vez cedía un
poco de terreno. Sabía que esa chica era dura, pero cuando le tocabas las
teclas exactas no era nada de lo que aparentaba ser.
—¿Estás segura? Veamos...—Chris sacó su teléfono móvil de su bolsillo
trasero del pantalón y miró a Sophie sonriendo ampliamente de lado, algo
tramaba. Alzó el móvil y agarrando a Sophie de la cadera, dio un movimiento
rápido y la pegó a su cuerpo. Ella sintió ese movimiento como si fuese un
terremoto y apoyó su mano en su pecho para no caerse, intentando separarse
levemente sin conseguirlo. Era enorme y se notaba que tenía fuerza suficiente
para que la poca que ella tenía no lo moviese ni un centímetro del lugar.
—Oye… ¿qué haces? —Hizo ademán de soltarse, pero la mano grande y
fuerte de Chris no le dejó moverse apretándola por la cadera contra él. Este
bajó el volumen de su voz y alzando el móvil miró sonriendo la cara de
Sophie.
—Vamos a hacernos un selfie y voy a subirlo a Instagram. ¿Te parece
bien? —Justo cuando Chris lo dijo, ella puso cara de sorpresa mirándole y
fue cuando él aprovechó para realizar una foto en ese instante. Sonrió
satisfecho y acto seguido soltó a Sophie, que apretaba con fuerza sus manos
en su pecho para soltarse lo antes posible. Él, sin embargo, miraba la foto
como si nada sonriendo. Ambos aparecían en la fotografía agarrados, él la
agarraba de la cadera y ella ponía cara de sorpresa mientras que él sonreía de
oreja a oreja.
—¿Estás loco? ¿No habrás hecho eso no?! —Sophie lo miraba como si
estuviese loco y Chris hacía como que no la escuchaba mientras estaba
subiendo la fotografía a su red social más famosa. No sabía cuántos
seguidores tenía, quizás unos 10 o 12 millones según le había comentado su
agente Camila, en realidad no le daba importancia a eso. Pronto esa fotografía
saldría incluso en las revistas y en los medios, pero le daba igual. Ya era hora
de que pudiese hacer con su vida lo que realmente quería y no lo que su
agente le decía.
—¡Señor Jones! ¡Digo Chris! ¡Dime que es una broma! —Lo miraba sin
entender nada, él no hacía nada más que sonreír y acto seguido le enseñó el
teléfono con la fotografía de ellos dos, subida en su perfil oficial de
Instagram. Sophie se echó las manos a la cabeza y negó con la cabeza,
andando de un lado hacia otro. Miró por la barandilla y negó varias veces sin
terminar de creérselo. Se giró para gritarle de todo, pero Chris ya estaba
andando lejos de ella, la cara de enfado de Sophie era enorme. ¿Se acababa
de ir y la había dejado allí plantada como un pasmarote? Maldito.
—¡Adiós Sophie, nos vemos esta noche! —Chris alzó la voz marchándose
del lugar de camino al hotel. Sophie vio cómo se alejaba realmente cabreada.
No, de eso nada. No podía hacer eso y largarse. Esa fotografía daría vuelta al
mundo entero y ella salía junto a él. Escuchó cómo de repente sonaba su
teléfono móvil y le llegaban varias notificaciones de WhatsApp. No podía ser
cierto. Ese hombre estaba completamente loco. ¿No entendía que una
fotografía así podía ser una bomba para todo el mundo? El móvil parecía que
iba a explotar y no tuvo más remedio que cogerlo.
Sacó el móvil del bolsillo de su chaqueta y era Mery llamando. No por
favor, ojalá no hubiese visto la fotografía. Tenía que borrarla de alguna
forma, pero ¿cómo? Era imposible. Contestó al teléfono.
—¡Sophie! ¿Pero qué está pasando?! ¿Qué haces en la cuenta oficial de
Chris Jones en su última foto?! Esto no es normal, ¿me oyes! ¡Cuenta!
Sophie tuvo que quitarse el teléfono de la oreja para no quedarse sorda.
Los gritos de Mery eran exagerados y no sabía que decirle a su amiga.
Aquella situación era surrealista y ni siquiera ella lo comprendía como para
tener que explicárselo ahora a su mejor amiga.
—A ver Mery, ¿recuerdas que te dije que había estado con él en la oficina?
Bien, pues era cierto como puedes ver. Resulta que ha hecho la fotografía, así
como así, sin avisar. Es un idiota —Sophie pensó que dijese lo que dijese iba
a quedar como una loca, eso no era lógico para nadie en el mundo normal.
Incluso ella se sentía extraña, como si de repente no estuviese en el mundo
real. ¿Qué había hecho ese hombre? Madre mía, esperaba únicamente que por
favor nadie se enterase.
Cuando Mery dejó de gritar y de decir cosas sin sentido, Sophie le explicó
todo de forma pausada para que ella lo entendiese, detalle por detalle. Y
entonces su mejor amiga se calmó levemente.
—Vale, a ver cariño mío y de mi corazón. ¿Eres consciente que la prensa,
todo el mundo; ahora mismo sabe de tu existencia y van a ir detrás de ti?
—No seas exagerada Mery, tampoco creo que sea para tanto, ¿no? ¿No?
Ni siquiera ella lo creía, ese hombre tendría en Instagram al menos diez o a
saber cuántos millones de seguidores. Además, era uno de los hombres en
tendencia por su película, sus grandes éxitos y por su gran fama tanto a nivel
de Estados Unidos como en el mundo entero. Solo esperaba que esa foto la
borrara cuánto antes o no la viese demasiada gente.
—Sophie cariño, escúchame. Habla con él, di que la borre o vas a salir en
todas las revistas del corazón mañana mismo. Y tu madre va a enterarse por
cualquier vecina y no sabré que decirle. Y tu hermana…
—¡Dios Mery! Ya, por favor. Intentaré convencerle de que la borre, no sé
cómo, pero lo intentaré.
—¡Sophie! ¿Dónde te metes?! —La voz de Roberto desde lejos la distrajo
de su conversación y tuvo que colgar rápido el teléfono tras despedirse de su
mejor amiga. Fue corriendo rápido hasta dónde estaba su compañero,
disculpándose por haber perdido tanto tiempo.
Los dos prepararon las cámaras en el lugar marcado que tenían establecido
en la zona de prensa, las taparon con sus respectivas lonas oscuras para
protegerlas de la lluvia y entraron al hotel. Ella se sentía aún algo abrumada y
descolocada por lo que había hecho Chris y comprobó varias veces que la
fotografía seguía en su perfil de Instagram. No quiso mirar demasiado los
likes que tenía o los comentarios porque no sabía cómo iba a poder asimilar
aquello.
—Sophie, voy a darme un baño y a comer algo. ¿Nos vemos luego o
quieres venir a la piscina cubierta un poco?
Ni siquiera había cogido bañador, asique sería mejor no ir. Se relajaría en
la habitación y comería allí, menos mal que había cogido comida y podía
ahorrarse el dineral que seguro costaba cualquier cosa en ese hotel.
—No te preocupes Roberto, subiré a la habitación y prepararé todo para
esta noche. Así descanso también un poco.
—De acuerdo Sophie, nos vemos luego. —Roberto se despidió entrando al
hotel, ella no supo qué hacer asique entró a los minutos tras observar a todos
lados por si había algún fotógrafo. Ya estaba preocupada por lo que le había
dicho Mery sobre la prensa y las revistas. Al entrar al hall del hotel agradeció
no encontrarse con nadie conocido y se quitó la chaqueta. Vio que había una
puerta al fondo que parecía dar a una zona de jardín, asique decidió ir allí
para intentar relajarse y olvidar todo lo que en pocos días le había sucedido.
No sabía cómo asimilar todo y eso la estaba agobiando mucho.
Cuando atravesó la puerta corrediza que daba al jardín, sonrío ampliamente
al encontrarse con un jardín lleno de césped cuidado, con pequeños asientos
de piedra en los bordes de ésta y en medio del lugar había una piscina con
formas circulares. Parecía que estaba en Cancún ahora mismo y no en
Washington, a diferencia del clima ya que había salido un día nublado y
bastante frío. Los zapatos de tacón ya le molestaban, no estaba acostumbrada
a llevarlos y con media hora ya podía acabar reventada con ellos. Decidió
sentarse en uno de los bancos de piedra y mirando la piscina, se quitó los
zapatos.
—Dios…que gusto… —Suspiró de relajación al sentir los pies libres de
los zapatos y el silencio que había en ese lugar. No había nadie y solo se
escuchaba el ruido de una pequeña fuente que había en el lado derecho de la
piscina que recogía y tiraba agua de la misma piscina. ¿Podía quedarse allí
siempre?
No sabía porque, pero sabía que ese era de los pocos momentos de
tranquilidad que iba a tener en mucho tiempo. Notó de repente como una gota
le caía sobre la cara y sonrió ampliamente, echó la cabeza hacia atrás y cada
vez sentía más gotas caer sobre su rostro. Estaba lloviendo y le encantaba, le
encantaba sentir la lluvia sobre ella desde pequeña. Aún recordaba los días
que subía a la montaña con su padre y su hermana y corrían bajo la lluvia
para después tomarse un baño calentito dónde las risas con su hermana mayor
estaban aseguradas. Se dio cuenta que era la primera vez desde hacía más de
once años que tenía un recuerdo bonito de su padre, que al fin podía recordar
algo bueno sobre él y sin poderlo evitar se emocionó. Hacía tanto que no
sentía emociones tan extrañas como esa, y es que en realidad le echaba de
menos a pesar de que llevaran años sin hablarse.
Mientras llovía y cada vez estaba más mojada, la camisa comenzaba a
pegarse a su cuerpo y tenía el pelo empapado, Sophie tapó su cara con sus
manos y suspiró con fuerza aguantando las lágrimas que tenía en los ojos y
que hacía más de once años no había llorado hasta el día de la muerte de
quién era para ella el héroe y el protector de su vida y que tanto la había
decepcionado. Se consideraba fuerte, pero emocionarse no la hacía débil,
nadie en este mundo pierde su fortaleza por dejar ir sus miedos y sus
fantasmas. Hay momentos que es bueno desahogarse y sentir que algo nuevo
comienza y Sophie estaba sintiendo eso. Todo le abrumaba, pero a la vez, la
hacía recordar su infancia. Estaba viviendo y llevaba once años sin apenas
hacerlo, pasando por la vida, pero sin vivirla realmente. Quizás haber dado el
salto al otro charco la estaba cambiando, quizás los retos hacían que
sentimientos nuevos despertasen en su interior.
Respiró hondo para intentar calmarse y al verse empapada de arriba abajo,
cogió sus zapatos tras secarse, frotó sus ojos con las manos y entró dentro del
hotel. Al cruzar la puerta es cuando se dio cuenta que estaba realmente
mojada de arriba bajo, se quedó parada una vez dentro y de puntillas fue
yendo hacia el ascensor de forma rápida. Le dio al botón del ascensor
nerviosa y cuando se abrieron las puertas entró.
—Que no entre nadie por favor…—Las puertas se cerraron y Sophie
suspiró aliviada, el ascensor comenzó a subir hasta que se paró en la planta
dónde se encontraba su habitación. Necesitaba llegar ya y darse una ducha
caliente. Así podría relajarse y espabilarse después de ese momento tan
extraño y emocionante que había tenido en el jardín del hotel e intentar no
pensar demasiado en la fotografía que le había hecho Chris.
Chris Jones era uno de los actores más conocidos internacionalmente y eso
él lo sabía de sobra. Sabía que subir una fotografía con esa chica le traería
problemas, pero a la vez, le quitaría otros problemas de en medio. Su teléfono
comenzó a sonar dos minutos después de haber colgado esa foto en
Instagram mientras subía en el ascensor hasta su habitación. No cogía
ninguna llamada, le daba exactamente igual lo que dijese la gente. ¿Por qué
no podía subir una foto con quién quisiera? Había aprovechado para
descansar en su habitación y mientras tomaba una copa de whisky en la
terraza, vio como Sophie salía a la zona del jardín. Estaba muy alto para ver
lo que realmente pasaba asique se dedicó a beber de su copa mientras veía
como ella se quitaba los tacones y se sentaba en un banco de piedra.
Comenzó a llover y vio que Sophie no se movía. Se iba a empapar. Su
teléfono comenzó a sonar de nuevo, esta vez era su agente, Camila. Contestó
sin muchas ganas.
—Dime Camila.
—¿Cómo que dime? ¿Quién es la chica que está en la foto contigo? —La
voz de Camila parecía urgente, suspiró al escuchar la pregunta y negó con la
cabeza. Ya estaba con lo mismo, ¿qué más le daba? Era su vida, su red social
y no quería dar explicaciones a nadie de ello.
—Una amiga, trabaja para Ellen y es amiga mía. ¿Por qué Camila?
—Porque ahora mismo hay varios medios que me han llamado para
confirmar si es tu pareja o no lo es. Y como sabrás, mañana seréis portada de
unas cuantas revistas tanto impresas como online. ¿Por qué no me has
informado de esto? Chris, acabas de meter a esa chica en un buen lío.
Y justo en ese momento se dio cuenta, que estúpido había sido. Para él era
normal esas cosas y no se había dado cuenta que para ella podía suponer un
gran problema. Si fuese alguna de sus compañeras de rodaje o de alguna
película daría igual, pero al ser alguien desconocido en el mundo del cine o
de la televisión la cosa cambiaba. La había cagado, pero bien.
—Joder, vale…Intentaré arreglarlo de alguna forma Camila. Hoy quiero
centrarme en el evento y cuando acabe veo qué hacer para que no le afecte. A
mí me da igual, es por ella que tampoco lo pasará bien si toda la prensa se
lanza a entrevistarla y perseguirla.
—Sí, por eso lo digo Chris. Cuando tengas la solución llámame, la prensa
está que echa humo.
—Sí, no te preocupes. Adiós.
No había pensado en las consecuencias para Sophie, simplemente había
hecho la fotografía para hacerle ver a ella que nadie tenía que ser especial o
tener una cierta categoría, para que él tuviese amistad o una relación con él. Y
justo eso había hecho que ella se encontrase en una posición delicada ahora
mismo. Miró hacia el jardín y no vio a Sophie, había entrado mientras estaba
hablando con Camila. Tenía que hablar con ella y advertirle que la prensa iría
tras ella, pero no sabía cómo hacerlo. Sin embargo, hoy era un día de evento,
quería centrarse. Por suerte, creía tener la solución al problema. Puede que
fuese tarde, pero al menos intentaría no meter a esa chica en problemas.
Sophie había dormido como una marmota durante toda la tarde, le despertó
la alarma del móvil que había programado para que le diese tiempo para
arreglarse. Después de la ducha caliente que se había pegado, se había
tumbado en la cama y tan sólo en cinco minutos se quedó dormida hasta las
seis de la tarde, por suerte tenía algo de tiempo hasta el comienzo del evento
que empezaba en dos horas.
Abrió el armario dónde había colgado su vestido negro de corte largo que
le llegaba hasta los pies, se había traído unas zapatillas blancas y negras para
aguantar las horas del evento, pero como el vestido era largo no se le verían.
Se puso el vestido, era de mangas largas con la espalda al aire libre y con
caída hasta el suelo. Muy elegante y sencillo a la vez, sin pedrería y sin
pretensiones. Simplemente no quería llamar la atención y quería ir acorde al
evento a pesar de ser periodista y no entrar dentro del lugar dónde tendría
lugar la gala benéfica en sí.
Se arregló el pelo haciéndose ondas anchas con la plancha, puso algo de
fijador y se maquilló de forma natural intensificando el colorete en los
pómulos para que se notara algo más al ser un evento nocturno. Se puso un
poco de rímel en los ojos y tras terminar de arreglarse, se miró en el espejo.
Iba sencilla pero adecuada para la ocasión, no destacaría, pero tampoco iría
con un atuendo feo ni deportivo que se diferenciara de todos los demás.
Roberto le escribió un mensaje al móvil diciéndole que bajara ya, el evento
estaba a punto de comenzar en apenas una hora y tenían que estar preparados
por si los invitados llegaban antes. Cogió su mochila de cuero con el teléfono
que había puesto en silencio para que no la molestaran, cerró la habitación y
fue hacia el ascensor. Cuando se abrieron las puertas dentro del ascensor
había una chica alta y rubia. Parecía ser que iba al evento porque iba vestida
de una forma despampanante, elegante con un vestido plata con pequeños
brillos que le llegaba hasta el suelo. Se fijó en el espejo y la verdad que podía
ser perfectamente una modelo de Victoria Secret o cualquier protagonista de
una película, posiblemente saldría en cientos de medios o revistas, tenía un
cuerpo y una cara para ello. Supuso que sería invitada del evento y le sonrió
con amabilidad hasta que el ascensor se abrió y ambas salieron al hall del
hotel.
Roberto estaba esperándola en la puerta del hotel, por lo que con prisa fue
andando hacia allí, sin darse cuenta que aquella chica había ido hacia el
restaurante del hotel.
—Ya estoy aquí, perdona por la tardanza.
—No te preocupes, aún no hay nadie de la prensa. Vamos a prepararnos y
dejamos todo listo.
—De acuerdo, manos a la obra. —Sophie sonrió levemente al decir
aquello. Estaba algo más animada, el relajarse en el jardín la había sentado
bien y ahora mismo tenía mejor humor. Los chistes frikis de Roberto y las
batallitas que le contaba mientras arreglaban la conexión y preparaban todo,
hacían que ella soltara varias carcajadas de pura diversión. No entendía cómo
un chico tan reservado y callado podía llegar a ser tan divertido y bromista,
esa era la magia de conocer a las personas.
Roberto llamó a la central para confirmar que la señal llegaba hasta allí,
aun así, no sería en directo, pero tenían que comprobar que podía conectarse
con el canal en cualquier momento por si ocurría algo realmente importante y
exclusivo para conectar en directo desde el lugar si fuera necesario. Las
entrevistas las grabarían y posteriormente las editarían en la habitación con
sus respectivos portátiles, para enviarlas cuanto antes y escribir varias
crónicas sobre el evento.
La gala benéfica estaba a punto de comenzar y los primeros invitados
comenzaron a llegar, Sophie fue realizando pequeñas entrevistas, la primera
de ellas fue a Jimmy Fallon. Se puso bastante nerviosa pero ese hombre era
tan cercano y tan simpático que no tuvo problemas para entrevistarle de
forma natural, incluso se hizo varios selfies con la prensa, aunque Sophie
había optado por no salir en ella y se había escondido. Cada vez había más
ambiente, la prensa de otros canales de televisión y de revistas se peleaban
por conseguir minutos con los famosos. Sin embargo, ellos no tenían
necesidad de eso porque casi todos paraban en su zona por el gran trabajo y la
calidad de las entrevistas que Ellen y su equipo siempre hacían.
Los siguientes en pasar fueron Chris Pratt y Bryce Dallas Howard. Sophie
tenía pasión por estos dos actores, era seguidora de él y ella le parecía una
chica muy simpática y sencilla. Y así lo fueron con ellos. Eran pura humildad
y simpatía.
—¿Cómo os sentís con el éxito que está cosechando la última película de
Jurassic World? —Preguntó Sophie mirando con admiración y sin creerse
realmente que estuviera delante de esos grandes actores.
—¡Increíblemente bien! Es una fantasía, ¿te gustan los dinosaurios? —
Chris Pratt había sorprendido a Sophie con esa pregunta en medio de la
entrevista. Ella asintió con la cabeza con una sonrisa y vio como Bryce
sonreía divertida.
—Pues quedas invitada a venir al rodaje de la siguiente película. ¡Vas a
alucinar! Hablaré con Ellen para que vengáis y podréis ver a los dinosaurios,
parecen de verdad.
Sophie no pudo evitar reírse con ganas con las ocurrencias y los
comentarios de aquel chico. Siempre había leído que era muy divertido y
humilde, pero realmente le sorprendió. Ambos actores se despidieron tras
terminar la entrevista y a los minutos mientras hablaba con Roberto de varios
temas técnicos, escuchó decenas de gritos de chicas. Supuso que alguno de
los actores protagonistas había llegado, pero lo que realmente le sorprendió
fue ver aquella estampa. Era Chris Jones de la mano de una chica rubia alta.
No podía creérselo, era la chica del ascensor. Sophie se puso algo nerviosa
ante la situación y se giró levemente hasta Roberto para preguntarle.
—Roberto, ¿quién es esa chica? No la he visto en el informe de invitados.
—La voz de Sophie parecía estar algo apagada, aquello la había sorprendido.
Pensaba que Chris estaba soltero y bueno, aunque ella no tenía ninguna
oportunidad y ni siquiera había pensado en eso, esa aparición la molestó.
—Es la ex novia de Chris Jones, pero al parecer vuelven a estar juntos.
—Ya veo. —Sophie tragó saliva y suspiró negando con la cabeza. Ahora
tenía que entrevistarle y no sabía cómo podía hacer eso sin que se notara el
cabreo que tenía encima. Y lo que más rabia le daba es que no sabía ni
porqué estaba enfadada.
Chris avanzó con Annie hasta la alfombra roja dónde estaba toda la prensa,
no le apetecía ir así y con esa compañía, pero era lo que tenía que hacer. Eso
sí, sería la última vez y le dejaría las cosas bien claras a ella para que no
hubiese malentendidos. Llegó a la zona de entrevistas con la prensa y buscó
con su mirada a Sophie, la vio de lejos mientras con sus dedos estaba
peinando su pelo y hablaba al parecer molesta con Roberto.
Annie se paró en uno de los canales de cotilleos y él soltó su mano para
acercarse hacia la zona de entrevistas de la NBC dónde se encontraban ella y
Roberto. Sophie hablaba con Roberto de la lista de invitados y de cuántos
faltaban por entrevistar cuando vio como él le hacía un gesto con la cabeza
hacía atrás. Supuso que había alguien para entrevistar y se giró de golpe con
el micrófono en la mano. Cuando vio que era Chris su cara cambió de
expresión y se volvió seria. Él la miró y se fijó en lo bien que le quedaban
esas ondas que llevaba junto con el vestido negro, hacían que fuese realmente
elegante con el toque de sencillez que ella tenía.
—Buenas noches chicos —Dijo sonriendo de forma amplia hacia los dos
compañeros.
—Buenas noches señor Jones —Dijo ella, eso sorprendió a Chris, pero ella
no quiso seguir llamándole por su nombre, no le apetecía. O lo aceptaba o se
aguantaba, el vería. Estaba enfadada y con rabia, porque no sabía ni porqué
estaba de ese humor—. ¿Cómo se presenta la noche para usted?
Chris frunció el ceño sin entender porque ella ahora le llamaba de Usted,
pero supuso que era por temas de profesionalidad o quizás estaba molesta por
la foto que le había robado. Le sonrió ampliamente como solía hacer con todo
el mundo y, además, lo hizo de forma sincera.
—La noche se presenta bien, vamos a intentar conseguir el mayor
beneficio para que la Asociación contra el Cáncer obtenga el mayor número
posible de donaciones. Y entonces será una noche perfecta.
—Eso está muy bien señor Jones. Y díganos, ¿cómo se siente con el gran
recibimiento de su película Los Caídos? Actualmente cosecha uno de los
récords de la historia del cine y pronto estrenan la última de la saga. —Sophie
estaba siendo realmente profesional, no dejaba nada al azar y estaba
preguntando lo que Yanna tenía ya establecido en sus notas. Además, tenía
ganas de que acabase ya esa entrevista. Se sentía muy molesta y se notaba en
el tono de su voz, aunque quisiera disimularlo.
—Estoy muy contento, me encanta ver que…—Justo cuando iba a
continuar Chris notó que alguien aparecía por detrás de él y se agarraba a su
brazo. Annie estaba agarrada a él y miraba a los dos periodistas con una
sonrisa amplia. Sophie apretó con fuerza el micrófono cuando vio como ella
agarraba a Chris y su gesto se volvió más serio. Tuvo que disimular y
continuar siendo profesional, porque lo único que quería en esos momentos
era largarse de allí y lo peor, no sabía ni porqué.
—Buenas noches señorita Annie, ¿está contenta de estar en este evento
benéfico? —Dijo como pudo, tragándose el orgullo y la rabia que tenía por
dentro de ver aquella estampa.
—Por supuesto que lo estoy, y con una compañía encantadora. ¿Verdad
Chris? —Ella acarició con su mano el brazo de él y Sophie tragó saliva para
no decirle lo que ahora mismo le pasaba por la cabeza. Esa chica era preciosa
y despampanante, al lado de ella era como ser una sirena y un cangrejo de
mar. Pero el gesto de ella le daba la sensación que todo era por interés y que
ese evento le venía genial para lucir palmito y poco más. Chris se sentía
extraño y únicamente miraba a Sophie, intentando adivinar qué le ocurría y
porque tenía esa actitud.
—Sí, claro Annie. Bueno chicos, quería hacer un selfie con la prensa. ¿Os
apuntáis? —Chris había pensado que la mejor opción para que esa foto de
Instagram dónde aparecía Sophie pareciese algo profesional y de amistad, era
hacerse más fotografías con gente de la prensa y normalizar la situación. Sin
embargo, la respuesta de ella le sorprendió.
—No, lo siento. Roberto ponte tú si quieres, hoy no tengo ganas de
aparecer en ninguna fotografía.
Aquello pilló de sorpresa a todos, tanto a Chris, como a Roberto y Annie.
Roberto la miró de reojo y con los ojos le hizo un gesto inquisidor. Ella alzó
los hombros quitando importancia, vio como Chris sacaba el móvil y se
apartó hacia atrás justo dónde era tapada con el cuerpo de su compañero y no
podía salir en la fotografía. Escuchó como Chris terminaba de realizar la
fotografía y no se movió hasta que comprobó que se habían ido de esa zona.
—Sophie, ¿qué cojones ha sido eso? Menos mal que esto puede editarse o
Ellen pillaría un buen cabreo si se entera. —Roberto la miró con mala cara
mientras comprobaba las imágenes en la cámara de lo que acababan de
grabar.
—No ha sido nada, simplemente no me gusta hacerme fotos. Sin más.
No tenía ganas de explicar a nadie por qué no quería hacerse esa foto. No
le daba la gana hacérsela, parecía que era una forma de justificar la anterior
que Chris le había hecho para que no tuviese problemas con Annie. Y no le
apetecía hacer lo que él dijese, simplemente era eso. Y a cabezonería no le
ganaba nadie.
—Has dejado muy mal tanto a Chris como a Annie delante de los demás
compañeros de la prensa. Tenías que haberte hecho la foto y no haber dicho
nada.
—No, lo siento Roberto. ¿Queda algún invitado más? —Sophie había
comprobado que ellos dos eran los últimos, pero quiso preguntarle a su
compañero para que sintiese que se preocupaba por el trabajo a pesar de no
haber querido salir en esa foto. Era una forma suave de indicar que le
importaba su trabajo y el hecho de no haberse hecho la foto no impedía que
hiciera un buen trabajo en todo lo demás.
—No, eran los últimos. Podemos ir recogiendo e irnos a preparar las
crónicas.
—De acuerdo.
Ambos recogieron las cosas, los cables de la cámara, los micrófonos.
Roberto estaba algo molesto con ella y era normal, pero le explicaría y se
disculparía con él cuanto antes. El cabreo le iba desapareciendo con el paso
del tiempo. Mientras él comprobaba que todo estaba grabado y en buena
calidad, ella guardaba los micrófonos en la furgoneta y lo dejaba todo
ordenado. Cogió dos de los portátiles que tenían guardados para hacer las
crónicas y se acercó a Roberto.
—Aquí tienes uno, ¿quieres un café? Voy a por uno.
—Está bien.
Sophie entró al hotel para comprar un café para los dos, no quería que su
compañero estuviese enfadado con ella. Asique le pidió al camarero dos cafés
largos, sería una noche larga y no quería dormirse. El trabajo era lo primero.
—Aquí tienes Roberto.
Estaba sentado en uno de los muros de fuera del teatro, ella se sentó a su
lado y no sabía cómo, pero quería contarle porqué había reaccionado así.
Decidió contarle todo desde el primer momento, desde cuando conoció a
Chris en la oficina de Ellen, el pequeño incidente en el ascensor y la
fotografía que había subido a Instagram. Roberto la escuchaba sin
interrumpirla y cuando Sophie dejó de hablarle, este le contestó.
—Sophie, tienes un problema.
—¿Cómo? —Ella no entendía a qué se refería, suponía que era por la foto
o porque al no aceptar hacerse la última qué Chris había pedido junto a la
prensa, tendría problemas con Ellen.
—Te gusta Chris Jones, y es lógico. Todas las tías estáis locas por él.
—¿Qué?! Eso no es cierto, pero no me gusta que me digan qué hacer. —
Sophie negó con la cabeza. Era obvio que Chris era guapísimo, tenía unos
ojos azules preciosos y su cuerpo era inmenso, pero no; no podía gustarle y
no le gustaba. Más que nada porque era ser una kamikaze que te gustara una
estrella de Hollywood cuando ni siquiera tienes opciones de gustarle a tus
compañeros de Universidad, menuda locura, ¿no?
—Lo que tú digas, por mí no te preocupes, no estoy enfadado ¿vale? —
Roberto le dio un leve empujón con su brazo contra el de ella y Sophie sonrió
tranquila al escucharle. Menos mal, lo consideraba un buen compañero y no
quería tener problemas en esos dos días que llevaba en la empresa. Sabía que
él le entendería por su forma de pensar y era mejor contarle las cosas antes
que mentirle. Sophie dio un salto y se bajó del muro dónde estaban sentados
con el café en mano.
—¿Sabes qué? Creo que voy a ir al jardín a hacer la crónica allí. Me
encanta ese lugar y me vendrá bien un poco de relajación. ¿Te vienes?
—Voy a quedarme aquí para repasar lo que hemos grabado e ir editando,
ves tú tranquila. Si termino pronto mi crónica voy y te ayudo.
—No necesito ayuda eh, que soy mayorcita. —Dijo Sophie mirando a
Roberto divertida, cogió el portátil que estaba en el muro y se despidió de él
alzando la mano y diciéndole adiós de forma animada antes de entrar al hotel.
A Sophie le había enamorado ese lugar del hotel y sabía que si podía escribir
allí le vendría genial, además de que era un espacio tranquilo y con el evento
seguramente no habría nadie.
La noche había pasado volando, entre que se había acostado muy temprano
y había madrugado para salir pronto para Nueva York; parecía que había
dormido dos horas. Y aunque había dormido unas seis, Sophie se sentía
reventada y tenía un dolor de estómago increíble. Agradeció no encontrarse
con nadie en el hotel y bajó directamente hasta la furgoneta con ganas de irse.
Allí estaba Roberto esperándola listo para marcharse de Washington.
El mal humor que tenía había hecho que Roberto no le hablase en todo el
camino, parecía que la conociese de mucho más tiempo del que lo hacía. El
camino fue tranquilo y largo, habían tenido que parar un par de veces en
varias áreas de servicios por el malestar de Sophie, pero después de unas
cinco horas al fin habían llegado a Nueva York. Entraron en el centro de la
ciudad y pararon la furgoneta justo en el estacionamiento de la residencia.
—Sophie, mejórate anda. Cualquier cosa me llamas.
Ella asintió y girando levemente la cara hacia él, le agradeció de forma
suave. No solo por esos ánimos si no por entenderle más de lo que ella se
imaginaba. Parecía un chico hermético, quizás parecido a ella en carácter,
pero, sin embargo, era mucho más cercano y abierto. Cogió su maleta y su
mochila de cuero y entró en la residencia con pasos lentos y un cansancio en
el cuerpo que parecía que pesase el doble, no lograba comprender por qué se
sentía así, posiblemente estuviera refriándose o lo que se había comido le
había sentado mal. Martyna se encontraba en la recepción sonriente y cuando
vio la cara de Sophie le cambió el gesto.
—Pero Sophie chica, ¿qué te ha ocurrido? Tienes muy mala cara. —La
recepcionista había dado la vuelta al mostrador y estaba frente a Sophie,
plantada y agarrando su maleta para ayudarla.
—No te preocupes Martyna. El trabajo me tiene un poco estresada, solo
eso.
Y no, no era solo eso. Era su estómago revuelto, era su cabeza que no
paraba de dar vueltas, era pensar en Chris Jones toda la maldita noche y eran
muchas cosas. Sophie agarró su maleta y sonriendo suavemente a Martyna
entró en el ascensor despidiéndose de ella.
Que ganas tenía de llegar y tumbarse en la cama. Por suerte tenía todo el
fin de semana para descansar e intentaría visitar lugares famosos de la ciudad.
Eso no se lo perdía por nada del mundo. Al salir del ascensor vio a lo lejos a
una chica rubia y suspiró. No podía creerse que tuviera que soportar la
insistencia de Lynda. Lo único que quería era descansar y no le apetecía ver a
nadie. Ella era así, no le gustaba la vida social y era muy hermética, pero
tendría que ir acostumbrándose o lo pasaría mal. Cuando ella la vio se acercó
sonriendo mientras Sophie iba avanzando hacia dónde estaba.
—¡Sophie! ¿Qué tal estás? ¿Has estado de viaje? —La sonrisa amplia y la
energía de Lynda era contagiosa y a la vez irritante, lo que hizo que Sophie
sonriese muy suavemente y sin ganas al acercarse. Dio varios pasos hacia su
puerta con las llaves en la mano mientras la miraba
—Sí, estuve en Washington por trabajo. —Metió la llave en la cerradura
de su puerta para intentar escaparse de Lynda, pero se sorprendió al
escucharla.
—Claro, por eso sales en la foto con Chris Jones, ¿verdad? ¿Lo viste allí?
Sophie se quedó de piedra mientras sostenía las llaves contra la cerradura y
suspiró. Si Lynda lo sabía, posiblemente lo sabría muchísima gente. ¿Habría
salido en algún medio? Sólo esperaba que no, porque no quería preguntas y
cotilleos de nadie. Disimuló como pudo y contestó lo que Chris le había
comentado el anterior día. Maldito, que rabia le daba acordarse de él.
—Sí Lynda, estuvimos haciendo un reportaje para mi trabajo. De ahí la
foto.
—Ah ya, pues le debiste de caer muy bien porque en su Instagram no tiene
fotos con ninguna chica que no sea compañera de reparto.
La insistencia de Lynda estaba sentándole mal y necesitaba que se fuese,
asique no pudo evitar girarse levemente hacia ella y hablarle en un tono un
tanto borde. El cansancio, el malestar y la pesadez de esa chica la habían
cansado.
—Lynda, no me importa mucho lo que haga o deje de hacer Chris Jones.
Soy periodista y quizás quiso hacerme publicidad porque le caí bien, no hay
más. Ahora si me disculpas, necesito dormir unas diez horas.
Lynda cambió la cara rápidamente borrando la sonrisa de su rostro y se
disculpó, para acto seguido despedirse un tanto desanimada y se fue andando
hacia la zona del ascensor. Dios, menos mal. Al fin sola. Sophie abrió la
puerta de su habitación tirando de su maleta para entrar. Pero cuando vio el
interior de su habitación se quedó en shock y sorprendida. ¿Qué había pasado
allí? El suelo estaba lleno de todos los utensilios que Sophie tenía para
cocinar y los cubiertos estaban tirados por todos lados. Los cajones abiertos y
algunos de ellos descolgados de su sitio.
—Pero... ¿qué ha pasado aquí? —Sophie dejó caer su mochila al suelo y
entró rápidamente a su habitación. Habían destrozado todo, el acabado de los
muebles estaba arrancado como si quisieran mirar en el interior de ellos. Los
cajones por el suelo, la ropa de la cama rota y todas sus pertenencias
revueltas.
—Mierda, por favor. El pasaporte y mis fotos no. —Buscó en uno de los
cajones que estaban en el suelo agachándose para buscar su documentación.
No encontraba el pasaporte y únicamente había una fotografía suya con
Mery. Siguió buscando y no lograba encontrar ni sus fotografías con su
hermana y su madre, ni su pasaporte e incluso los contratos con la residencia
y la NBC. Sin embargo, dentro de una caja que tenía para guardar los
pendientes seguía el dinero intacto.
Pero...¿qué era eso? ¿Como es posible que alguien le robase en Estados
Unidos objetos personales? ¿Que más les daría? ¿Acaso hacían daño esas
fotos a alguien en un país donde ella no tenía familia ni amigos? Sophie
anduvo de un lado a otro, intentando respirar e intentando comprender lo que
estaba ocurriendo. Sus manos no paraban de señalar todo como analizando lo
que pasaba.
—¿Qué cojones es esto? ¿Quién querría robarme a mí? No se han llevado
dinero, ni las pocas joyas que tenía de cuando era pequeña.
No dejaba de darle vueltas a todo y no paraba de analizar cómo estaban
situadas las cosas en el suelo, los muebles rotos. Madre mía, seguramente la
tirarían de la residencia al ver todo aquello. ¿Y qué iba a hacer? No podía
volver a España, se había quedado sin pasaporte. Comenzó a agobiarse y se
dio cuenta que llevaba unos segundos sin respirar, comenzó a hiperventilar y
tropezó con uno de los cajones del suelo lo que hizo que cayese al suelo y
quedase tumbada sobre la moqueta de la habitación. No podía respirar,
intentaba coger aire, pero no podía. Buscó el móvil con su mano y lo vio a lo
lejos, lo agarró como pudo y marcó en el teléfono el primer número que
estaba en las llamadas.
—¿Sophie? ¿Te has olvidado algo? —Era la voz de Roberto al otro lado
del móvil, pero ella no podía hablar. Le faltaba el aire y se tumbó hacia atrás,
para intentar abrir su pecho y que la respiración fuese menos costosa. Alargó
la mano como pudo para acercar su móvil a la boca para hablarle a su
compañero como podía.
—Necesito ayuda, no sé qué ha pasado…
—¿Sophie? ¿Qué? ¿Dónde estás? —La voz de él era de alarma, estaba
asustado y se le notaba en la voz, le pareció escuchar a lo lejos ruido de la
calle.
—La residencia…
Sophie casi no podía hablar, dejó el móvil caer al suelo sin apenas fuerza y
miró al techo, respirando de forma profunda y costosa para no quedarse sin
aliento. Había aprendido a meditar, a controlar su respiración en las clases de
Yoga y Meditación que hacía en la Universidad, pero en estos momentos le
costaba horrores. Inhaló y exhaló profundamente, intentando calmarse. Se
quedó así por unos largos minutos, dejando el tiempo pasar y esperando que
alguien fuese a ayudarla. No sabía qué hacer, realmente estaba sola y se
sentía así. No tenía a nadie que pudiese ayudarla realmente y esos
pensamientos la entristecieron aún más. Y ahí estaba, tirada en el suelo sobre
la moqueta de su habitación, rodeada de todas sus pertenencias, trozos de
madera rotos y parte de la colcha de su cama desmenuzada por todos lados.
Al cabo de una hora o quizás minutos o quizás mucho más que una hora,
escuchó que la puerta de su habitación se abría de golpe. No escuchó nada
más, había varias personas dentro y no reconocía a nadie por la voz. Quizás
sería porque no estaba dónde tenía que estar, su cuerpo estaba allí pero su
mente no, tenía los ojos cerrados y solo escuchaba murmullos. Los
pensamientos de Sophie la llevaban por todos lados, recordando lo que le
había dicho su hermana el día anterior del robo en su casa. ¿Tendría relación?
¿Podría estar aquello relacionado? Posiblemente, sino creía que el robar sus
cosas no tenía ningún sentido.
—Sophie, vamos abre esos ojos bonitos...Venga.
Alguien había agarrado su cara con unas manos finas y suaves; y ella no
quería abrir los ojos, no quería saber nada del mundo. Quería irse a su casa,
quería ir con su madre y su hermana. Necesitaba sentirse en casa
urgentemente.
—Vamos, Sophie. Cuéntanos qué ha ocurrido y te podremos ayudar.
Esa voz la había reconocido, la había escuchado demasiadas veces como
para no reconocerla. Eso hizo que poco a poco de forma torpe y muy débil
abriese los ojos hasta focalizar y ver quién estaba con ella. Pudo ver a Yanna
a su lado derecho arrodillada frente a ella, Roberto estaba al otro lado y
plantada con el móvil en mano mientras hablaba por él estaba Ellen. La voz
inconfundible de su mayor inspiración que jamás podría olvidar.
—Mis cosas, se lo han llevado todo Yanna...—Suspiró negando
incorporándose levemente, agarrándose al suelo con la mano para no caer por
la poca fuerza que tenía. Ese ataque de ansiedad acompañado del cansancio
que sentía la había dejado agotada.
—Ay bonita, no te preocupes. Lo importante es que no te han hecho nada.
¿Has visto a alguien? ¿Estaba todo así al llegar? —Yanna la miraba
realmente preocupada mientras Ellen iba andando de un lado a otro hablando
por teléfono, al parecer comunicando lo que había ocurrido y Roberto se
había incorporado intentando analizar el lugar y ver qué había podido ocurrir.
—A ver, con cuidado Sophie. —Yanna ayudó a Sophie a incorporarse, se
apoyó levemente en sus piernas y su compañera la agarró por la espalda para
que se incorporara totalmente. Ellen se agachó para ayudar a Yanna y
terminar de incorporarla hasta sentarla en su cama, dónde habían apartado
todo lo roto que había por en medio.
Sophie entonces se dio cuenta que en el interior del hall de su cuarto estaba
Martyna, llamando también por teléfono. Supuso que estaría hablando con la
policía o con el director de la residencia, contando el desastre de habitación
que había quedado. Estaba arruinada, tendría que pagar un dineral por esa
habitación destrozada, tendría que buscar un lugar nuevo y no podía. No tenía
dinero para tanto gasto, ¿qué iba a hacer ahora? Notó que Ellen se había
agachado frente a ella y la miraba preocupada, Sophie giró su cabeza hacia
ella ya que estaba bastante mareada y dispersa.
—Sophie, escúchame. Vamos a vigilar que ha podido ocurrir y
encontraremos a quién lo haya hecho. Mientras vas a quedarte en casa de
Roberto y Yanna, ¿te parece bien? —La voz de su jefa era lenta y le hablaba
con cariño, para que entendiera todo. Sophie estaba en estado de shock y no
podía asimilarlo todo, además de la ansiedad y el agobio que tenía en esos
momentos; por eso necesitaba que le hablaran con tranquilidad y cuidado.
Ella asintió sin apenas comprender nada y solo miraba a Martyna
preocupada.
—Dile que lo pagaré todo. Trabajaré dónde sea para pagar los destrozos.
—Sophie lo decía segura de ello, tenía claro que eso se lo devolvería a la
residencia de alguna forma, en dinero o trabajando allí de forma voluntaria
sin cobrar o algo parecido. Pero no iba a permitir que eso se quedara sin
saldar.
—Sophie, no te preocupes por eso ahora. Vámonos. —Ellen la agarró de
la parte baja de la espalda levantándola y Roberto la ayudó por el otro lado,
llevándose a Sophie hacia la puerta de la habitación para salir de allí. Yanna
iba detrás de ellos con una mochila de su compañera dónde había metido todo
lo que pudiera necesitar y la cartera de cuero que había llevado esos días con
lo que llevaba encima junto con el móvil.
Andando por los pasillos de la residencia Sophie notó que había
compañeros de habitación que se quedaban mirando curiosos y observando
qué había podido ocurrir. Cuando salieron por la puerta principal del edificio
sintió como varios flashes le molestaban a la vista y se había tapado la cara
con una de las manos como había podido. ¿Qué era eso? ¿Le estaban
haciendo fotos? La confusión iba en aumento y no podía entender nada de lo
que estaba pasando, solo escuchó la puerta del coche cerrar y se dio cuenta de
que la habían montado en un coche y no sabía ni siquiera a dónde se dirigían.
El viaje hasta Nueva York había sido largo. Chris estaba acostumbrado a
viajar, pero aquel viaje le había parecido eterno, tenía ganas de llegar a su
casa en Watkins y relajarse. Además, quería llamar a Ellen para intentar ir
antes el lunes a la entrevista y poder hablar con Sophie tranquilamente. Su
amigo Jack estaba esperándolo en el aeropuerto cuando llegaron con el jet
que tenía la productora de la película y que siempre usaban para ir a
diferentes eventos en todo el mundo.
Chris bajó del avión despidiéndose de sus amigos y compañeros de trabajo
y se acercó sonriendo al ver a su amigo y compañero desde hacía años junto
al Jeep.
—Hola Jack, que gusto da llegar a casa. —Le dio la mano a su amigo de
forma amistosa y se abrazaron, algo típico en ellos cuando se veían y se
saludaban.
—Hola Chris, he visto que ha ido todo bien en Washington, ¿verdad?
Mientras hablaban ambos se habían subido al coche, Jack en su asiento de
conductor y Chris había preferido esta vez montarse en la parte del copiloto
para hablar mejor con su amigo.
—La verdad es que sí, no puedo quejarme. Estamos muy contentos con
tanta donación a la Asociación contra el Cáncer.
—No me refería a eso Chris.
Él se quedó pensativo y le vino a la mente Sophie. Quizás sería la
fotografía o que alguien le había podido comentar algo como por ejemplo
Camila e incluso Annie, ya que no sería la primera vez que le llamaba
desahogándose con él.
—Dispara Jack, ¿a qué te refieres?
_ A la fotografía con la chica Chris. Eres portada en todas las revistas y
medios desde esta mañana.
Aquello le sorprendió. No se esperaba esa noticia, pensaba que sería en
algunos medios aislados o en algunas revistas online o blogs. Pero, ¿en
todos? Tenía que avisar a Sophie urgentemente cuando llegase a casa y
aunque no quisiera hablar con él, explicarle a lo que se iba a enfrentar a partir
de ahora. Pobre chica, estaba cabreada con él y con esto aún lo estaría aún
más.
—Jack, es una amiga.
—No, no subes una foto así a tus redes si no hay algo más. Te conozco
desde hace años. — Jack le miraba de reojo mientras conducía ya por las
afueras del aeropuerto hacia la zona de las montañas de Nueva York, dónde
se encontraba su casa de residencia.
—Puede que me parezca interesante, pero no hay nada más. Te lo aseguro.
Y era cierto, no había nada entre ellos. Eso no quitaba que le pareciese una
chica interesante que quería conocer mejor, pero por ahora no eran nada y no
había pasado nada. En eso no mentía.
—Te creo entonces, supongo que Camila estará esperando en casa para
solucionar el problema con los medios.
—Cierto, qué pereza. Jack, necesitamos vacaciones. ¿Dónde vamos esta
vez? —Dijo sonriendo mirando a su amigo. Chris y su amigo siempre se iban
juntos de vacaciones cuando podían, puesto que la mujer de Jack nunca podía
coger días libres. Trabajaba en un hospital y era complicado ir de vacaciones
y que ambos coincidieran en las fechas. Y, además, los dos se entendían muy
bien y eran como hermanos. Le encantaba viajar con Jack fuese dónde fuese.
El teléfono comenzó a sonar y suspiró negando con la cabeza. Sacó su
smartphone de su bolsillo y se sorprendió al ver que la que llamaba era Ellen.
Contestó sin pensarlo sonriendo, como le alegraba escuchar a esa mujer y su
gran energía.
—Buenos días Ellen, ¿qué tal estás?
—Chris, necesito tu ayuda. Estoy en la residencia de Sophie y necesito que
arregles un par de cosas.
Aquello alarmó a Chris sin saber bien qué había ocurrido. Posiblemente los
periodistas ya habían acosado a Sophie y se había agobiado bastante. Los
pensamientos y el silencio de Chris hicieron que Ellen siguiera hablando.
—Estamos en la habitación de Sophie, han entrado a robarle.
—¿Cómo que a robarle? ¿Ella está bien?
—Sí, no te preocupes Chris. Está un poco en shock, pero está bien, nos la
llevamos al apartamento de Yanna y Roberto. Pero necesito tu ayuda.
Chris estaba apretando el costado de la puerta con la mano con fuerza sin
darse cuenta, Jack lo miraba sorprendido por aquella reacción. Estaba
nervioso y enfadado por lo que acababa de escuchar de palabras de Ellen.
¿Quién querría robarle a Sophie?
—Sí claro, dime —Dijo intentando focalizarse en la voz de Ellen y en
ayudar en lo hiciera falta.
—Necesito que disperses a la prensa, están en la salida de la residencia. Y
no pueden ver así a Sophie.
Estaba claro que la prensa era rápida, ya habían encontrado el lugar de
residencia de ella y estaban esperando en la puerta para fotografiarla cuando
saliera de allí. Llamaría a Camila para solucionar el problema y filtrar una
ubicación falsa de él mismo, aunque eso no haría que todos se fuesen, pero
disminuiría la cantidad de medios en la puerta y podrían salir de forma más
fácil.
—Está bien, llamo a Camila ahora mismo para que lo solucione.
—Gracias Chris, te debo una.
—No, para nada. Pero Ellen, mándame la ubicación del apartamento, voy
para allá.
Su teléfono sonó y supo que era la notificación de la ubicación dónde iban
a ir con Sophie. Ellen tenía confianza en él y sabía que si iba podría ayudar
en esa situación.
—Ya la tienes, ahora nos vemos.
Chris colgó el teléfono y miró a su amigo, serio y con ganas de reventar
cualquier cosa que se pusiese por delante. Había sido pensar en Sophie herida
o de alguna forma parecida y sus nervios se habían disparado. Y entendía que
por una parte se cabreara, pero ¿por qué estaba tan alterado y nervioso?
¿Tanto le afectaba esa chica?
—Vamos a Brooklyn Jack, es Sophie.
—¿La chica de la foto? —Jack lo miró alzando una ceja. Sabía que era
ella, conocía a Chris a la perfección y no hizo falta ni que dijese que sí.
Simplemente asintió y su amigo cambió el rumbo de su conducción camino
hacia uno de los barrios más grandes y conocidos de Nueva York.
CAPÍTULO 5 – Cambios permanentes
No escuchaba nada, esa cama era una maravilla. Que gusto poder dormir
así y disfrutar del silencio y de una almohada tan blandita. Se parecía a la que
tenía en su casa de España, pero por desgracia no lo era. Sophie se despertó
abriendo los ojos de forma lenta y con debilidad. Aclaró su vista tras frotar
suavemente sus ojos con un leve quejido. Pudo ver una habitación decorada
con tonos rosas por todos lados y detalles de madera en acabados roble.
Frunció el ceño extrañada sin saber dónde se encontraba, no había estado
nunca ahí; de eso estaba segura. La puerta de la habitación se abrió y se
sorprendió al ver a Yanna entrar. ¿Qué hacía ella allí?
—Bonita, al fin te despiertas. ¿Cómo te sientes? —Su amiga se sentó en la
cama a su lado, mirándola con preocupación, pero con una sonrisa sincera al
ver que se había despertado y tenía mejor cara.
—Bien, cansada pero bien. ¿Dónde estoy? —Dijo mirando las paredes y
después miró hacia la ventana, sin saber aún dónde se encontraba. Parecía
una habitación algo infantil, pero con gusto, por la ventana pudo ver que
estaba rodeada de rascacielos asique seguía en el centro de Nueva York, pero
no sabía exactamente dónde.
—Estás en nuestro apartamento de Brooklyn. Roberto y yo vivimos aquí.
—Su compañera de trabajo le hablaba de forma suave y tranquila, para que
ella lo asimilara todo poco a poco.
—Ah…cierto, no lo recordaba.
Sophie se incorporó levemente, pero notó un dolor de estómago y una
debilidad que no era normal en ella. Yanna la tumbó de nuevo posando sus
manos en los hombros con suavidad.
—Tranquila, tu descansa. Sophie... ¿recuerdas algo de lo que ha pasado?
Ella la miraba sorprendida por aquella pregunta e intentó recordar a lo que
ella se refería. No había nada que le sorprendiese en sus recuerdos,
únicamente recordaba unos flashes al salir de la residencia, pero supuso que
era por el tema de la fotografía de Chris. Joder…de él sí que se acordaba.
Maldita sea. Negó con la cabeza mirándola con atención.
—A ver, alguien entró en tu habitación de la residencia Sophie. Y han
robado varias cosas. Puede que por el shock o la ansiedad no recuerdes nada
todavía.
Aquello hizo que Sophie se incorporarse de golpe en la cama, pero se
sintió tan mal que se apoyó sobre su brazo, para no caerse hacia atrás de
nuevo. Y entonces su cabeza comenzó a funcionar de nuevo. Le vino toda la
información de golpe lo que hizo que se incorporara de la cama corriendo con
angustia. Preguntó por el baño de forma torpe, agobiada y con la mano en la
boca. Yanna le indicó donde estaba rápidamente y acto seguido, salió
corriendo de forma torpe hacia el baño; vomitando sobre la taza del váter
todo lo que tenía en el estómago que era realmente nada.
Cuando tiró todo lo que su cuerpo quería expulsar, se dio cuenta que no
tenía los pantalones puestos y estaba en ropa interior. Respiró con dificultad y
cogió aire, intentando calmarse al pensar en todo lo que estaba ocurriendo. Le
había parecido ver a gente en el salón de aquel apartamento, pero no le
importó, solo había querido llegar cuanto antes al baño para no ensuciar nada.
Abrió el grifo del lavabo con el agua fría y se mojó la cara varias veces,
intentando asearse y refrescarse todo lo que pudo. Escuchó como alguien
tocaba la puerta del baño suavemente y suspiró respirando hondo.
—Salgo ya.
—Sophie, ten estos pantalones. Los cogí de tu habitación cuando fuimos a
por ti. —La mano de Yanna se coló por dentro de la puerta al abrirla
levemente y vio que eran unos joggers de color azul oscuro, cómodos. Menos
mal, necesitaba comodidad y relajación. Esos pantalones le harían sentirse
como si estuviese en pijama. Se los puso y retiró su pelo en una coleta.
Estaba agotada y eso se reflejaba en su cara, sin embargo, el dormir un poco
había hecho que no pareciere una auténtica zombi andante. Las greñas de su
pelo caían por los lados y eso le daba un toque de naturalidad y sencillez que
otras chicas quisieran tener incluso recién arregladas.
Salió del baño recolocándose el pelo levemente y cuando entró al salón, se
quedó blanca al ver quiénes estaban allí. Sus manos cayeron a los lados de su
cuerpo, mirándolos sorprendida. Estaba Ellen, Roberto, Yanna y Chris. Junto
a él se encontraba un chico moreno alto, con la cara ancha y el pelo con un
estilo muy militar. Parecía un soldado y no supo quién era, no lo había visto
nunca.
—Se despertó la dormilona, ven aquí. —Ellen estaba sentada en una de las
sillas de la mesa del salón. Se incorporó cuando la vio y se acercó a ella,
pasándole las manos por el pelo—. ¿Te encuentras mejor?
Sophie se encontraba mejor, pero se sentía débil, aunque agradecida por la
preocupación de su jefa, que parecía de todo menos una jefa. Qué suerte tenía
al trabajar con ella.
—Sí, me siento mejor. El dormir creo que me ha venido muy bien.
—Sí, nos has dado un susto muy gordo. Ahora te toca descansar —Dijo
Roberto frente a ella. Sophie asintió con la cabeza mirándola de forma
agradecida. Roberto la miraba sonriendo aliviado y ella no tuvo que decir
nada más, simplemente se acercó a él lentamente y lo abrazó. Él al parecer
estaba pensando igual porque notó como la abrazaba con fuerza. Necesitaba
un abrazo cercano y Roberto era la persona que más le hacía sentirse cómo si
estuviera en casa. —. Oye, no vuelvas a llamarme así y a darme un susto así.
Más te vale eh.
Sintió como él le revolvía el pelo suavemente y Sophie sonrió suavemente,
relajada con la cercanía de su cuerpo. No se separó de él, no quería hacerlo.
—Estoy bien ya, no te preocupes de verdad. Y gracias, enserio. —Sophie
seguía abrazada a él. Sabía que ese chico y ella se iban a llevar muy bien,
pero no sabía que tanto. El carácter tan parecido de ambos y el hecho de pasar
tanto tiempo juntos esos días, le había servido para cerrar una amistad
verdadera que aún estaba comenzando.
—Tenemos que encontrar a quién ha hecho esto, no voy a dejar las cosas
así. —La voz dura de Chris la sorprendió y Roberto lo notó. Sophie dio un
leve respingo contra el cuerpo de su amigo y se giró levemente hacia donde
estaba Chris, en completo silencio. Y él continuó hablando.
—La policía ya ha ido a la residencia, han preguntado a todo el mundo y
en las cámaras no se ve nada. Jack cree que pueden haber manipulado las
cámaras de seguridad.
Su voz era como el hielo, estaba tenso y no entendía por qué aquello le
estaba afectando tanto. Nadie hablaba, aquel salón parecía de todo menos una
familia. Roberto seguía medio abrazando a Sophie comprobando que no tenía
heridas en ningún lado, Yanna se había sentado en uno de los sillones beiges
que había en el salón. Ellen estaba plantada apoyada en una pared junto al
amigo de Chris que lo miraba en todo momento y finalmente, Chris Jones. Él
estaba plantado frente a la ventana del salón, mirando las vistas de la ciudad.
Parecía contenerse y ni siquiera miraba a nadie cuando hablaba, pero tenía los
puños en tensión.
Sophie quiso saber más sobre lo que hablaba, sin separarse de Roberto
miró hacia dónde estaba Chris entornando los ojos con frialdad.
—¿Quién es Jack?
El amigo de Chris se acercó a ella con paso lento pero firme y vio como
Chris movió la cabeza haciendo un gesto hacia dónde estaba su amigo.
—Yo soy Jack señorita Madden, amigo y conductor de Chris. —El amigo
de Sophie tendió la mano a esta presentándose de forma formal y ella le dio
la mano, de forma amable y amistosa. Jack sonreía mirándole en todo
momento.
—Encantada Jack. ¿No crees que es un poco exagerado el decir que hayan
podido manipular las cámaras de seguridad? No soy nadie importante, ni
tengo nada tan valioso como para que hagan algo así.
—Señorita Madden...
—Sophie, por favor.
Jack sonrió ante aquella contestación. Tenía la misma manía de Chris,
odiaba que le llamasen o le trataran de Usted.
—Sophie. Tengo certeza de que han realizado esto, yo mismo lo he
comprobado. Han cambiado la dirección de las cámaras durante el momento
en el que ocurrió el robo.
Ella asintió algo sorprendida por lo que le había dicho. No entendía qué
podían buscar en ella que provocara que alguien pudiese robarle o hacer lo
que habían hecho. Se abrazó con más fuerza a Roberto mientras miraba a
todos los presentes allí.
—Hay gente mala en el mundo Sophie, no todo es como en las películas.
—La voz de Chris la sorprendió de nuevo y frunció el ceño, apretando
levemente su mano contra el brazo de Roberto que aguantó un quejido de
dolor como pudo. Pero ¿por qué tenía que decir eso ahora mismo ese
hombre? ¿Quería otra patada en la entrepierna? ¿No había tenido suficiente
con una?
Chris estaba enfadado, ella no entendía que acababa de pasar un peligro
bien grande y aun así no se creía nada de lo que le decían. Su cabezonería le
sacaba de quicio.
—¿Perdona? ¿Quién ha dicho lo contrario? ¿Acaso tú me conoces para
decir eso?
Las caras de todos eran un poema incluso la de Ellen, pero a ella ya no le
importaba nada. Nadie sabía que ocurría ahí para que los dos se hablaran de
esa forma y con tanta tensión y enfado.
—Lo sé, te conozco lo suficiente. Vienes a Estados Unidos, queriendo
cumplir tu sueño como miles de personas. Con eso me basta.
Aquello le dolió, él sabía que estaba ahí porque quería ser redactora y
poder formarse para tener un buen futuro. Y que le dijese eso la molestó hasta
tal punto que no le importaba hablarle de forma borde delante de su jefa,
siendo él uno de los clientes más importantes. ¿Después de lo poco que había
hablado con él acababa de decir eso delante de todos? Se había esforzado
mucho hasta llegar allí. Había realizado trabajos de todo tipo, había trabajado
durante más de diez horas diarias durante muchos meses para ahorrar dinero.
Clases de inglés avanzadas todas las semanas para conseguir el nivel
necesario para los intercambios que solicitaba y años apartando su carrera
para poder dedicarse a ganar dinero para tener un futuro mejor o llegar hasta
dónde estaba en esos momentos.
—No te preocupes, me marcho de Estados Unidos en cuanto pueda. Iré al
consulado mañana mismo y en cuanto tenga mi pasaporte me marcho con mi
familia. Estúpido.
Chris se sorprendió con lo que acababa de escuchar y negó con la cabeza.
Dejó de mirar por el ventanal y se giró hacia todos, especialmente para mirar
a Sophie. Vale, de acuerdo. Estaba enfadado y bastante preocupado por lo
que había podido pasarle, pero no iba a permitir que esa chica perdiese la
oportunidad de ser una gran redactora. Ella no se dio cuenta de que Chris
estaba cerca suyo hasta que notó como agarraba su brazo y tiraba de ella
hacia la puerta de salida del apartamento.
—Pero, ¿qué haces? ¿Estás loco? —Dijo Sophie intentando soltarse del
amarre que tenía en el brazo, pero no podía. Todos los presentes se habían
quedado sorprendidos con la situación y cuando Chris sacó de forma algo
bruta a Sophie del apartamento todos empezaron a comentar y preguntarse
qué ocurría ahí.
—¿Te vas a estar quieta? Si no, no te suelto. —La mano de Chris sujetaba
a Sophie con algo de fuerza, sin hacerle daño. Solo quería hablar con ella y,
sin embargo, ella solo quería que la soltase y volver al interior del
apartamento con todos los demás. Por lo que no dejó de mover el brazo
intentando soltarse.
—Tú lo has querido —Chris hizo una especie de movimiento rápido hasta
que movió el brazo de Sophie y lo puso tras ella, pegándola con un impulso a
la pared lo que hacía que con el peso de su propio cuerpo no pudiese soltar el
brazo y estuviese completamente pegada a la pared a pocos centímetros de él.
—Suéltame, o...
—O, ¿qué? Escúchame cabezota. Sé que estás enfadada conmigo, aunque
aún no sé por qué. Pero lo que he dicho es la realidad, tienes que llevar
cuidado Sophie, esto es muy extraño —Chris le habló de forma tranquila,
mirando a sus ojos muy cerca de su cara, estaba preocupado y no entendía
por qué alguien se había tomado la molestia de manipular las cámaras para un
simple robo.
Sophie sentía parte del cuerpo de Chris sobre el suyo, era enorme joder. No
podía concentrarse demasiado y la debilidad que tenía en el cuerpo hacía que
las defensas las tuviese muy bajas. Escuchó lo que dijo, pero intentó en vano
de nuevo soltarse.
—Quiero irme a España Chris...Estoy sola, no tengo a nadie aquí.
—¿Sola? ¿Has visto ahí dentro quién está? No estás sola Sophie.
Los dedos de Chris llevaron una de sus greñas hacia atrás para que no la
tuviese por la cara, mientras la miraba de forma serena a los ojos.
—Ya…No es lo mismo —Sophie suspiró negando con la cabeza pensando
en su hermana, su madre y su mejor amiga. Cómo las echaba de menos en
esos momentos— No entiendo por qué me ha pasado esto. ¿Qué estaban
buscando?
Chris soltó un suspiro, estaba cabreado con quiénes habían hecho eso.
¿Qué cojones querían de ella? Se encargaría personalmente de que
investigaran lo ocurrido hasta el final. Y tenía razón, todo era muy extraño y
algo buscaban, movería sus contactos y aclararía ese asunto más pronto que
tarde.
—Escúchame Sophie. Vamos a averiguarlo y tú vas a quedarte. Trabajarás
con Ellen, siempre has querido esto, ¿no?
—Sí, pero…
—Pero nada Sophie, ¿es tu sueño verdad? —Preguntó Chris mientras la
miraba.
Sophie recordó todo lo que le había costado llegar hasta allí, los trabajos,
las clases de inglés; y asintió, mirando a Chris de forma fija con los ojos algo
acuosos por toda la situación. Era inevitable sentirse agotada y superada por
esa situación. Ni siquiera sabía qué iba a hacer ahora.
—Entonces no hay nada más que decir. Ahora necesitas descansar y no te
preocupes, Jack y yo solucionaremos todo con la policía. —Aseguró él. Chris
se había enterado por Ellen de lo que le había ocurrido a Sophie y había ido
directamente al apartamento de Yanna, pero antes de eso su amigo había ido
con la policía a la residencia para intentar sacar algo en claro y ver si podían
descubrir quién había hecho eso. Chris dio un paso hacia atrás mientras
miraba a Sophie que parecía realmente cansada y exhausta.
—Pero Chris, ¿cómo te has enterado de esto? —Ella no recordaba nada de
que él estuviese allí cuando llegaron a por ella en la residencia. No entendía
cómo se había podido enterar, quizás por la prensa—. ¿Ha sido por la prensa?
Había periodistas fuera de la residencia haciendo fotos. Si no me lo he
imaginado…
—No te lo has imaginado por desgracia. No te preocupes, no saldrán a la
luz esas fotos. Me llamó Ellen —aseguró Chris.
Sophie frunció el ceño sin entender. ¿Por qué había llamado Ellen a Chris
al haberle pasado eso? No entendía absolutamente nada. Miraba a Chris de
una forma distinta que el día anterior, le agradecía todo lo que había hecho,
pero no terminaba de entender por qué sabía todo y porqué se había
implicado tanto.
—Anda, vamos. Necesitas descansar. —Él le hizo un gesto con la cabeza
hacia la puerta del apartamento de Yanna y ella se acercó hacia allí,
asintiendo mientras andaba con paso lento y débil hacia el interior del piso.
Cuando entraron todos los miraban con interés y Sophie ni siquiera se dio
cuenta de ello. Ellen se acercó a ella mirándola a la cara para comprobar si se
sentía mejor o no.
—Sophie, me tengo que marchar. Cualquier cosa me llamas, por ahora te
quedas aquí, ¿de acuerdo?
—Ellen, gracias de verdad. Siento todo esto, seguro que no has tenido una
empleada tan problemática como yo —dijo ella suspirando.
Sophie se sentía muy mal, seguramente aquella mujer tan ocupada y
energética se cansaría de ella y enseguida llamaría a otra persona para
sustituirla. Comenzar la primera semana en el trabajo y dar problemas a la
primera de cambio, no era precisamente la mejor forma de ser responsable
con su trabajo y su profesión.
—Ni lo pienses Sophie. Eres genial en tu trabajo, esto no influye en nada
—Dijo Ellen.
Su jefa se fue sonriéndole y Sophie se quedó algo más tranquila con lo que
le había dicho. Andando por el salón para acercarse a las ventanas y ver las
vistas, se dio cuenta que Roberto y Yanna estaban arreglando la habitación
dónde ella había estado durmiendo y Jack hacía unas llamadas. Al mirar por
la ventana pudo ver que el famoso puente de Brooklyn se vía desde ese lugar,
asique sabía que estaba en ese barrio. Un lugar precioso para un apartamento,
aun así, echaba de menos su residencia y su intimidad. Agradecía
enormemente lo que habían hecho por ella, pero se encargaría de buscar la
forma de irse pronto para no ser una molestia y recuperar su soledad.
—Bonitas vistas, ¿eh? —La voz de Chris a su lado la sorprendió mientras
miraba las vistas desde la ventana, observando cómo la gente andaba con
prisas por las calles y decenas de coches estaban parados por los atascos de la
ciudad.
—Lo son, siempre me ha gustado Brooklyn.
—Yo vivía aquí hace años, siempre ha sido mi barrio favorito de Nueva
York —dijo él.
Chris miraba las vistas al lado de Sophie, se alegró al saber que era
también el barrio más querido de ella. Aún recordaba los días en esa zona
cómo iba de casting en casting para ganarse la vida como actor. De eso hacía
ya unos diez años, pero nunca olvidaba de dónde venía y sus orígenes.
—¿En serio? No te hacía de Brooklyn la verdad —dijo ella sorprendida
mirándolo de reojo.
Ella creía que Chris era de una familia con dinero, de hecho, había leído
sobre ello. Y suponía que viviría en barrios mucho más adinerados o incluso
no vivía allí, sino en lugares con más caché como Beverly Hills o Miami.
¿Dónde si no iba a vivir uno de los actores con más éxito? En definitiva, no
dejaba de sorprenderla a cada segundo.
—¿Y de qué me hacías? ¿De Queens? No, son demasiado pijos para mí —
bromeó él con una sonrisa mientras seguía mirando por la ventana junto a
ella.
—Habló el que no es pijo. —Sophie soltó una risotada suave al decir ese
comentario y con un tono irónico que sorprendió a Chris.
Chris no pudo evitar soltar una carcajada con sorpresa. En realidad, era un
chico al que nunca le había faltado nada, pero no se consideraba pijo o
consentido. Provenía de una familia adinerada, pero todo lo que tenían tanto
su familia como él provenía de un trabajo duro y de dedicarse a sus
respectivas profesiones durante toda la vida. Sus padres eran abogados y él
desde bien pequeño se había ganado la vida trabajando en hamburgueserías,
supermercados hasta que tuvo la suerte de comenzar a realizar castings y
empezar a trabajar como actor.
—No lo soy, aunque tenga un jet privado. Caprichos de pobre... —Chris
bromeó sonriendo y ella no pudo evitar sonreír suavemente ante la ocurrencia
de él, congeniaban muy bien cuando estaban de humor y no discutían. ¿Por
qué no estarían siempre así? ¿Tan difícil era?
—Chris, tenemos que irnos. —La voz de Jack hizo que ambos se giraran y
lo mirasen. Chris asintió girándose hacia Sophie y la miró fijamente a los
ojos, murmurando de forma seria.
—Escúchame Sophie. Cualquier periodista que te pregunte, recuerda lo
que hablamos. No les des importancia a lo que digan y sigue haciendo vida
normal. Cuánto menos caso les hagas, más tranquila te dejarán. —Dijo él
mientras la miraba de forma seria y contundente. Tenía que saber llevar esa
situación e intentar hacer vida normal.
Sophie asentía con todo lo que él le decía. Tenía que quedarse seguro de
que no le pasaría nada en su ausencia y que sabría cómo llevar todo el tema
de la prensa. Iban a agobiarla un poco, pero ella tenía que saber cómo
comportarse con ellos. Si era lista y espabilada no le influirían mucho en su
vida diaria y para entonces ya habrían solucionado el problema.
—Está bien, aunque no creo que salga mucho. Me dedicaré a dormir, lo
necesito.
—Bien, mejor. Una última cosa, ¿podrías darnos tu número de teléfono
móvil? Quiero que tengas mi teléfono y el de Jack por si ocurre cualquier
cosa —Preguntó Chris.
Aquello sorprendió a Sophie quedándose por unos segundos paralizada.
¿Iba a darle el número de teléfono a Chris Jones? ¿En serio? Creía que si le
pinchaban no le salía sangre, no sabía cómo asimilar tanta cosa junta. Su
amiga Mery posiblemente ahora mismo estaría desmayada si estuviera allí
escuchando lo que acababa de decir ese hombre.
—Em...sí claro —dijo ella mientras apuntaba el número de su móvil en el
teléfono de él. Chris agarró de nuevo su teléfono y realizó una llamada para
que le apareciera el número en el móvil de ella. El teléfono de Sophie sonó en
su habitación.
—Guárdate mi número, te mandaré por WhatsApp el número de Jack
también para cualquier cosa. Cuídate Sophie —dijo él girándose yendo hacia
la puerta. En cierta forma no quería irse, le preocupaba Sophie, pero tenía que
dejar que hiciera su vida y él volver a la suya.
Sophie solo hacía que asentir con todo lo que decía él. ¿Cómo iba a
negarse? Además, tenía que agradecerle lo que había hecho por ella al
investigar con la policía todo lo que había ocurrido. Cuando se dio cuenta
tanto Chris como su amigo ya salían prácticamente por la puerta.
—¡Chris! —Alzó la voz y él se paró en seco bajo el marco de la puerta del
apartamento mientras Jack esperaba detrás de él en el pasillo. Se giró hacia
ella con una suave sonrisa esperando a que ella le hablara.
—Gracias por todo, de verdad. —La voz de Sophie era sincera, se sentía
en deuda con él y con todos los que la habían ayudado. Él le sonrió de forma
amplia y sincera, con una seguridad en sí mismo y con una sinceridad que
hizo que Sophie se sintiera bien consigo misma y lo qué había ocurrido se le
olvidara por unos instantes. Estaba obsesionada con esa sonrisa, cualquiera lo
estaría. Tanto Chris como Jack salieron del apartamento en esos momentos
cerrando la puerta tras ellos.
Cuando ambos salieron por la puerta ella soltó un suspiro de alivio y de
rabia a la vez. Le gustaba la presencia de Chris, pero a la vez estaba tensa
todo el rato. Se sentó en el sofá mirando el apartamento, era bonito y bien
decorado. Supuso que eso era obra de Yanna. Las paredes eran de un tono
gris y estaban llenas de cuadros minimalistas con detalles rosas. El salón
comunicaba con una cocina pequeña que tenía una isla que separaba la zona
de cocinar de la zona del salón. Había tres habitaciones, en cada una de ellas
dormía Yanna y Roberto y en la que estaban sus compañeros preparándolo
todo vacía en esos momentos era en la que iba a dormir ella. Giró la cabeza
hacia la habitación dónde estaban sus compañeros, en esos momentos
Roberto se giró hacia el salón y la vio sentada en el sofá. Se acercó hasta el
sofá.
—Sophie, ¿te encuentras mejor? —Dijo Roberto al sentarse a su lado
mientras la miraba con atención, preocupado y algo serio. Puso su brazo
alrededor de los hombros de ella dándole una especie de abrazo contra su
cuerpo.
—Sí, gracias por dejarme descansar y por ir a por mí Roberto.
La mirada de Sophie era de puro agradecimiento, ese acto no lo olvidaría
nunca. Era la única persona que había pasado más tiempo con ella desde que
estaba en Nueva York y sabía que era un chico reservado. Aun así, dejó todo
de lado para ir a socorrerla cuando más lo necesitaba. Sabía que eso iba a ser
un antes y un después en la relación con su compañero de trabajo, de hecho,
ambos lo notaban así.
—No des las gracias, tú hubieses hecho lo mismo —Dijo él sonriendo.
—Y sobre el quedarme aquí, es temporal eh. Buscaré un trabajo extra para
encontrar algo nuevo. —Sophie estaba segura de eso, no quería ser ninguna
carga para nadie. Ella luchaba por todo y conseguía siempre lo que quería,
aunque le costase.
—Sophie, no te vas a ir a ningún lado. Esta es tu casa ahora, asique a
callar.
—Pero…
—No, pero nada. Hemos arreglado la habitación para que estés como en
casa, asique no te preocupes. ¿Vale?
Sophie se quedó pensando, quizás sería bueno para ella estar con sus
compañeros, pero tenía claro que iba a pagar su parte de alquiler y todos los
gastos que tuviese. No iba a permitir estar ahí como invitada. No le gustaba
estar en casas ajenas sin ni siquiera ayudar económicamente.
—¿Me has oído Sophie?
—Ay, sí. Vale, vale.
—Así me gusta —Roberto sonrió ante aquella respuesta y llamó a Yanna
para contarle la decisión de su compañera. Ambos se alegraron mucho de ello
y se sintieron aliviados al saber que ella no estaría sola. Sophie agradeció la
reacción de ambos y se sintió más tranquila al quedarse en el apartamento de
sus compañeros.
El sábado pasó rápido, cuando se dio cuenta ya era de noche y los tres
nuevos compañeros de apartamento estaban preparando la cena para pronto
irse a dormir. Sophie descubrió que entre Yanna y Roberto había mucho más
que una amistad, tenían una conexión muy grande y se notaba en los gestos y
la forma de mirarse. Pero ella no diría nada, porque daba la sensación que ni
ellos mismos se habían dado cuenta de ello.
Prepararon una ensalada ligera y cenaron en la mesa del salón, frente a la
ventana dónde se veía perfectamente todo el barrio de Brooklyn. Cenaron
tranquilamente, contándose varias experiencias de su vida y como habían
llegado cada uno de ellos a Nueva York. Pronto se fueron los tres a dormir.
El día había agotado a todos y Sophie fue la primera en meterse en su nueva
habitación.
Se sorprendió al comprobar que lo habían dejado todo genial. Yanna había
decorado la pared con varios cuadros parecidos a los que había en toda la
casa, las paredes eran de un color más claro que el salón y tenía una ventana
grande que se veía todo Brooklyn, exactamente igual que en el salón. Una
cama que ya había probado y era realmente cómoda, con una colcha de
colores beiges y rosas con un diseño abstracto. No tenía escritorio, pero
frente a la ventana había un diván acolchado con un cojín que servía para
sentarse para leer o escribir con el portátil. La verdad es que estaba
enamorada de esa habitación y agradecía mucho lo que habían hecho para
arreglarla y que ella se sintiese cómoda. Se cambió de ropa poniéndose el
pijama que Yanna había cogido de la residencia y se metió en la cama.
Necesitaba dormir mucho tiempo para recuperarse del todo.
Llevaban en el parque cerca de una hora, los tres se habían tumbado uno al
lado del otro y miraban el cielo relajados. Sophie estaba tumbada al lado de
Roberto y Yanna en el otro lado. Que relajación, que lugar tan mágico y
necesario para esa ciudad y el planeta. Un pulmón verde que además de dar
vida a Nueva York, servía como opción de ocio natural y relajación en una
ciudad que necesitaba espacios para desahogarse y que sirvieran para escapar
de tantos edificios y oficinas. Aunque realmente los rascacielos estaban
tocando casi el parque, pero era tan grande que era difícil sentirse encerrada
en ese lugar.
—¡Es ella Katy! ¡Vamos! —La voz de una chica cercana a ellos sorprendió
a Sophie que estaba relajada mirando el cielo de la gran ciudad. Notó como
Roberto se incorporaba rápidamente y vio que dos chicas adolescentes se
acercaban hasta dónde estaban ellos sigilosas y con timidez. Sophie se sentó
en la manta viendo como las chicas corrían hasta ellos y supuso que la habían
reconocido por la foto de Chris. Genial...sólo esperaba que no fueran fans
locas o se portaran en modo obsesivo. Las chicas se acercaron, pero con
cuidado y lentitud, sonriendo al mirar a Sophie y asintieron las dos.
—¿Eres tú verdad? La novia de Chris Jones, ¿no?
Una de las chicas, morena, delgada y seguramente de unos dieciséis años
estaba frente a ella sonriendo. Sophie se levantó y se acercó a ellas con una
suave sonrisa. Roberto estaba a su lado en modo defensivo, en alerta por si
ocurría algo inesperado.
—No, a ver, sí soy la de la foto que supongo habréis visto. Pero no soy su
novia —aseguró ella de forma amable, mirando a esas dos chicas.
—¿No? Pues se os ve muy bien juntos, tenéis química. Eso se nota en las
fotos —Dijo la otra chica, también morena pero más ancha de cuerpo y con el
pelo largo, miraba a Sophie sonriendo negando con la cabeza, como si no
admitiera lo que había dicho.
—¿Ah sí? No sabía yo que eso se notase en las fotos —Dijo Sophie
sonriendo amablemente mientras las miraba. Roberto parecía estar en alerta y
Yanna seguía tumbada, mirando divertida la situación.
—Sí, sí. Mira...—La chica le enseñó la fotografía a Sophie acercándole la
pantalla del móvil para que la mirase de cerca—. ¿Ves el brazo de él? Chris
no coge así a cualquiera.
Sophie estaba alucinando. ¿Cómo era posible que esas chicas supieran
incluso de los gestos de Chris sin conocerle realmente? Al parecer habían
analizado la fotografía detalle por detalle y ella ni siquiera la había visto
tranquilamente.
—Pues siento decepcionaros. Sí, es un chico guapo, pero no es mi novio.
Ojalá, ¿eh? —Sophie intentó entrar en el juego de las chicas, pero ellas
sonrieron ampliamente, sorprendidas por la respuesta de ella.
—Ósea que te gusta, ya lo sabía Katy. Verás cómo acaban juntos. —Una le
hablaba a la otra como si no estuviese ella delante con caras de ilusión y
sonrisas cómplices. Vio que Roberto se incorporó y acercándose a las chicas
les dijo que por favor se fueran.
—¡Hacéis buena pareja! ¡Adiós! —Una de las chicas gritó aquello cuando
Roberto se las había llevado algo lejos de dónde estaban ellos para que
dejaran tranquila a Sophie. Ella sonrió a su compañero cuando se acercó de
nuevo a la manta.
—Que graciosas son. —La voz de Yanna hizo que Roberto soltara un
resoplido y negara con la cabeza. No le hacía ninguna gracia esa situación.
—No lo son, son unas obsesionadas que no es lo mismo.
—Son niñas Roberto, es normal que tengan esas ideas —rebatió Yanna.
—Pero no pueden molestarnos así.
Sophie escuchaba de lejos la conversación de Roberto y Yanna mientras
pensaba en lo que habían dicho las chicas. ¿Realmente creería en lo que le
habían dicho de Chris y ella? Por dios, se estaba volviendo loca. No había
nada, ya sabía por qué había hecho esa fotografía y no tenía que darle más
vueltas. Pero es que era imposible no tener en la cabeza a ese hombre.
Siempre había vistos vídeos de él, dónde se veía que siempre tenía una
sonrisa en la cara, era divertido y sobre todo amable y cercano con todo el
mundo. Y lo había comprobado, aunque tenía una faceta de serio y protector
que también le parecía interesante.
Sophie sacudió la cabeza quitándose esos pensamientos de la mente y miró
a sus dos compañeros que seguían discutiendo por lo ocurrido.
—Chicos, ya basta. No os preocupéis, mañana se solucionará todo.
—¿Por qué mañana, Sophie? —Yanna preguntó con curiosidad mirando a
su compañera, sin hacer caso a lo que murmuraba un enfadado Roberto.
—No puedo decir nada, pero mañana todo quedará resuelto. De verdad —
aseguró.
Sus compañeros estuvieron conforme y no quisieron preguntarle nada más.
Tras un rato más en el césped, decidieron que tenían que volver al
apartamento. Salieron del parque con tranquilidad cruzándose con varias
personas que se quedaban mirando a Sophie con curiosidad, intentando
adivinar si era ella o no la de la que aparecía en la foto de Chris Jones. Sophie
apenas se dio cuenta de eso, pero Roberto sí, que al parecer iba haciendo de
guardaespaldas de su amiga.
El trayecto en taxi fue tranquilo y cuando llegaron cada uno de ellos se
metió en su habitación. Sophie entró en su cuarto esperando para poder ir a la
ducha y abrió su portátil para comprobar si tenía emails importantes. Pudo
comprobar que su madre le había escrito un email contándole su rutina diaria
como hacía cada día desde que había llegado a Nueva York y ella le contestó
haciendo lo mismo, contándole que al fin había visitado Central Park y
diferentes detalles de su experiencia. Sophie no quería preocupar a su madre
de lo ocurrido en la residencia, asique omitió cualquier información del
incidente y escribió un email con bastantes mentiras. Le daba pena, pero era
mejor así, no quería preocupar a su familia cuando realmente no podían hacer
nada desde tan lejos. Cuando terminó vio la pestaña que tenía abierta en su
portátil dónde guardaba las noticias del día etiquetada como News y dudó en
meterse.
—¿Qué hago? ¿Miro a ver qué dicen de mí? —susurró para sí misma,
dudosa. Jugaba en su mano con el ratón hasta que cogiendo aire
profundamente, le dio a la pestaña de noticias y escribió el nombre de varias
revistas conocidas a nivel internacional esperando no ver nada de ella. Y en la
pantalla aparecieron las portadas de todas las revistas más importantes del
mundo dónde aparecía la fotografía de Chris e incluso en algunas revistas
había una fotografía únicamente de ella sacada de su propio Instagram, con
titulares como “La novia española de Chris Jones, conócela”, “Nueva
pareja de cine, Chris Jones y Sophie Madden”, “Conoce a Sophie Madden,
la chica que ha enamorado a Chris Jones”. Cerró de golpe el portátil
realmente cabreada e intentó tranquilizarse respirando profundamente.
—Pero, ¿qué es todo esto? Por una maldita foto...
Estaba enfadada. No podía entender como una foto podría ocasionar tanto
revuelo y, además, lo que más le cabreaba era que la culpa era de ese hombre
que desde el primer día era inevitable que se cruzaran de alguna forma u otra
en su camino. Estaba muy cabreada con él y se lo iba a explicar cuando lo
viese. No podía ir por ahí haciéndose fotos y subiéndolas a Internet como si
nada.
Intentó distraerse colocando las cosas al gusto de ella en su habitación y
dándose una ducha caliente y larga, para recuperarse al cien por cien. Los tres
compañeros comieron juntos y pasaron la tarde de forma tranquila viendo la
tele, cada uno de ellos tumbado en uno de los sofás del salón mientras ponían
por enésima vez el último capítulo de Stranger Things. Tenía casi la certeza
de que se lo sabía de memoria. El teléfono de Sophie sonó por unos segundos
y lo miró para comprobar que era. Chris le había mandado un mensaje por
WhatsApp avisando de que estaban de camino con la policía.
—Chicos, viene Chris con la policía.
—Ya, ya lo sabemos —dijo Roberto sentado en el sofá.
—¡Roberto! —La voz de Yanna le interrumpió y Sophie se sorprendió al
ver que ambos sabían que venía Chris. ¿Por qué? ¿Estaban en contacto con
él? ¿Qué ocurría ahí?
—¿Cómo lo sabíais? ¿Habéis hablado con él?
Sus amigos se quedaron en silencio mirando a Sophie y Roberto la miraba
de forma seria, alzando los hombros como excusándose de que no podía
hablar de ello.
—Vamos, decidme. ¿Estáis hablando con Chris a escondidas sobre mí?
¿Es eso? —Sophie cada vez tenía más claro que ahí había algo extraño. ¿Por
qué Roberto sabía que iba a ir la policía con Chris? ¿Acaso no era él quién le
había dicho que la avisaría? ¿Estaban en contacto con él? Tenía que hablar
con Chris, no lo haría ahí con la policía, pero encontraría la forma de que le
explicase todo lo que estaba descubriendo. Ella era mayorcita para cuidarse
sola y tener a sus amigos hablando a escondidas con él, la había cabreado
mucho.
Sophie no dirigió la palabra a sus compañeros en toda la tarde, cuando el
telefonillo sonó Yanna abrió la puerta y dejó pasar tanto a Chris y a Jack,
como a los dos agentes de policía que iban acompañándolos. La idea de
Sophie era hablar con ellos y apoyarse en Chris, pero desde el cabreo que
tenía al ver todas sus noticias en los medios y lo que había sabido de Roberto
y Yanna, no tenía ganas de dirigirle la palabra y así fue. Sophie les contó todo
lo que sabía sobre el incidente de la residencia a la policía y unos veinte
minutos después, ambos se dispusieron a irse. Ella se dio cuenta que Chris la
miraba mientras que Jack hablaba con Roberto y Yanna, decidió meterse en
su cuarto y cerrarse en él a pesar de que seguían allí. No tenía ganas de hablar
con nadie y lo que tenía que hacer ya lo había hecho.
Sophie estaba leyendo todo con atención corrigiendo algún error de orden
en la entrevista con el boli, completamente concentrada. Y no se dio cuenta
que Chris acababa de llegar a la zona de preparación en el plató. Él la vio de
lejos sentada y sonrió suavemente al observarla trabajar tan concentrada. No
la molestaría, primero tenía que ir a maquillaje para que le quitasen los brillos
y después intentaría hablar con ella.
Había estado toda la noche dándole vueltas a como se sentiría ella con
tanto cambio repentino en su vida desde que había llegado a Nueva York, y
sí, estaba enfado con ella, pero tampoco tenía sentido estarlo cuando era ella
la más afectada. Sophie lo revisó todo al menos unas tres veces, no quería
tener fallos como redactora de su primer programa en The Ellen Show.
—¡Vaya! Aquí está mi redactora favorita. —Ellen se acercó hasta ella
vestida con un traje informal de color azul claro, portaba una especie de
babero blanco para evitar que el maquillaje manchara su ropa y le sonreía de
forma amplia plantada frente a ella.
—Buenos días Ellen —Sophie le sonrió de forma sincera desde la silla,
dejándose las gafas puestas en el canalillo que tenía de su vestido.
—¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor?
—Sí, sí, todo mejor. He descansado bastante.
Ellen sonrió satisfecha al escuchar su respuesta y asintió, mirando el papel
que tenía en las manos Sophie.
—¿Es el pronter de hoy verdad? ¿Todo bien?
—Sí, todo bien. He corregido el orden para que sea más amena la
entrevista.
—Genial, dámelo y voy a dárselo a Shelly la realizadora. Tú tienes que
estar justo detrás del plató, dando salida a los invitados y organizado el orden.
Siempre será así, ¿de acuerdo? Cógete una copia del programa y vas
organizando desde atrás. ¿Podrás hacerlo verdad? —le preguntó Elle con una
sonrisa.
Aquello sorprendió a Sophie incorporándose de la silla tras darle el pronter
de la redacción a Ellen, asintió un tanto dubitativa mientras miraba a su jefa.
—Tranquila, confío en ti. Si sale bien, luego lo celebramos.
—Sí Ellen, lo celebraremos. Prometido.
Su jefa se fue con una sonrisa ante aquella respuesta segura de Sophie. Ella
tenía que estar organizando que todo fuese bien en el transcurso del programa
y fue hacia dónde le había indicado. En el suelo ponía su nombre y unos
cascos colgaban de la pared. Por ahí escucharía la voz únicamente y las
órdenes desde realización para dar paso a quién tuviese que aparecer en el
programa y en el momento adecuado.
“¡Mierda!”
Acababa de caer del burro y recordó que el invitado y, por lo tanto, a quién
tenía que controlar la entrada era a Chris. Joder, con las pocas ganas que tenía
de verle o, mejor dicho, no le apetecía hablarle porque se moría por verle y
saber cómo estaba. Y no sabía por qué.
—Sophie, bonita. ¿Sigues enfadada? —La voz de Yanna detrás de ella, la
distrajo por un momento y se giró para mirarla suspirando, no sabía ni
siquiera que contestarle. Estaba tan centrada en el trabajo y en Chris que ni
siquiera sabía qué decir.
—Yanna, ahora no. Por favor...
—De acuerdo Sophie, hablaremos luego. Suerte en tu primer programa.
—Gracias Yanna —Sophie le agradeció con sinceridad a su amiga que le
hubiese deseado suerte. Yanna era la encargada de dar luz verde a la entrada
de publicidad y la salida, al igual que a controlar parte del trabajo que hacía
ella misma. Vio que Ellen iba hacia la zona del plató y los nervios se hicieron
dueños de su cuerpo. Respiró profundamente mientras se colocaba los cascos
y mentalmente intentó calmarse.
“Vamos Sophie, tú puedes, va a salir todo genial”. Respiraba
profundamente y escuchó como desde sonido hacían algunas pruebas con el
micro de Ellen. Para entonces el público ya estaba chillando de la emoción y
de las ganas de que comenzara el programa y poder ver tanto a Ellen como a
Chris Jones.
Estaba inmersa y fijándose en todo lo que hacían para que el programa
fuese adelante y no había notado que Chris estaba justo detrás de ella.
Cuando se giró para coger la escaleta del programa, lo vio frente a ella y soltó
un leve grito que hizo que parte de sus compañeros se giraran. Disimuló
levemente y sonrió como si nada a ellos para después mirar de mala forma a
Chris.
—Me has asustado. —Dijo Sophie quitándose los cascos por unos
segundos. Él la miró de arriba abajo sin que se diese cuenta, ese vestido le
quedaba demasiado bien y no había podido ver las piernas tan largas y bien
formadas que tenía. Sonrió a Sophie como un verdadero gentleman. Que
ganas tenía de verla y que bien que fuese ella la que estuviera ahí con él.
—No sabía que fuese tan feo — Y le sonrió con amplitud, haciéndose el
gracioso. Ella rodó los ojos negando con la cabeza y respirando hondo para
calmar los nervios que ese día le causaban y que la presencia de él le
generaban.
—Cállate Chris, estoy trabajando.
—Vale, perdona. —Él alzó las manos sonriendo disculpándose y vio como
ella se ponía los cascos. Parecía una niña pequeña que iba a escuchar música
y en cualquier momento se iba a poner a bailar. Sophie lo miraba de reojo de
vez en cuando porque no se fiaba demasiado de que realmente se fuese a
callar. El realizador comenzó a dar indicaciones y Ellen comenzó el programa
con su conocida simpatía. El público del programa comenzó a gritar cuando
dijeron el nombre del invitado y que próximamente entraría en el plató.
—Parecen locas… —Sophie estaba enfadada al ver a tanta chica junta
gritando por Chris. Realmente ella había sido una de ellas hacía unos meses,
pero ahora mismo le gustaría que todas ellas desaparecieran de allí.
—¿Qué has dicho? —Chris se había pegado un poco más hacia la espalda
de Sophie y podía sentir su perfume, fresco y con toques de limón. La había
escuchado perfectamente, pero le apetecía hacerla rabiar, porque al parecer
seguía bastante enfadada. Ella dio un leve salto al escucharle tan cerca y
apretó sus manos contra los cascos que tenía puestos.
—Nada, que ha venido mucho público a verte digo.
—Sí, eso parece. Causo furor… —bromeó él aún cerca de su cuerpo.
Sophie notó más cerca ese susurro y parecía que lo tenía completamente
pegado a ella, porque podía notar el calor que desprendía su cuerpo. Se giró
levemente y le dio un breve empujón, estaba realmente nerviosa y le sudaban
las manos.
—Apártate, y déjame trabajar por favor.
Chris sonrió como un león cuando la escuchó y asintió. Le daría tregua por
esta vez y la dejaría tranquila, aunque eso no quitaba que pudiese observarla
mientras ella trabajaba de forma responsable. Sophie se quedó más tranquila
al notar que él se había separado un poco y suspiró aliviada. En parte, quería
que volviese a estar como antes pero no podía permitirse eso, tenía que
trabajar y no podía estar desconcentrada por ese maldito hombre. Ellen dio
paso a un video de Chris en el rodaje de Los Caídos y desde realización le
dieron luz verde para que en dos minutos el invitado entrara a plató.
—Dos minutos Chris. —Sophie le dijo girándose levemente y él asintió,
sonriéndole y arreglándose un poco el traje. El vídeo seguía puesto en el
programa y acababan de hacer una pausa de publicidad de treinta segundos.
—¿Como llevo la corbata Sophie? La tengo torcida, arréglamela por favor.
Aquello alteró a Sophie de tal forma que no pudo evitar soltar un suspiro.
Chris la miraba divertido y ella quería matarle, pero por otro lado aquello era
lo más sexy que le podía decir ese hombre. Ese gesto para ella era de pura
intimidad y se lo estaba pidiendo él. Tenía que hacerle caso, por desgracia era
cliente de Ellen y no podía negarse.
—Em, a ver. —Llevó las manos a la corbata y la ajustó levemente hasta
que el nudo quedo centrado, mirando como quedaba. Chris llevaba un traje
azul marino con una corbata más oscura del mismo color y una camisa
blanca. Estaba demasiado guapo para ser real. Tenía que separarse de él o iba
a morir ahí mismo.
Chris agarró sus manos sonriendo acariciándolas por encima de forma
suave y cuando vio que la publicidad había acabado, se separó suavemente
dejando a Sophie algo atontada. La voz del realizador la sacó de sus
pensamientos y era momento de que Chris entrase a plató.
—Chris, adelante.
Él pasó por su lado sonriéndole y ella suspiró, rodando los ojos. Se quitó
los cascos por unos segundos para respirar profundamente y relajarse, tras
poco tiempo volvió a ponérselos. Ellen había presentado a Chris de forma
simpática y las fans que estaban en el público gritaban como locas. La
entrevista comenzó tranquila, dándole la enhorabuena por todos los éxitos y
realizándole varias preguntas introductorias.
—Y dime Chris, ¿cómo te sientes al ser tan famoso a nivel mundial? Eres
el actor del momento. —Ellen le hablaba como si lo conociese de toda la
vida. La energía positiva que tenía esa mujer en todos sus programas era
admirable. Chris sonreía hacia el público y miró después de forma amable a
Ellen.
—Pues verás Ellen, es bastante gratificante. No tanto por la fama, sino
porque reconocen el trabajo que estoy haciendo y estoy muy feliz por eso —
Dijo Chris agradecido y afirmando con lo que decía, mirando a Ellen y de vez
en cuando a los fans que estaban sentados en la grada del plató.
—Lógico Chris, y cuéntanos ¿Qué proyectos tienes ahora? La película se
estrena en unos días, pero es tu última aparición con esta productora. ¿Qué
planes tienes a partir de ahora? —preguntó Ellen.
Chris sonrió al escuchar la pregunta y miró al público, después miró a
Ellen sonriendo de forma amplia y divertida.
—Pues en realidad, tengo una exclusiva de última hora —aseguró él
sonriendo ampliamente.
Mierda, Chris se salía del guión y Sophie se puso nerviosa. Desde
realización le hablaron preguntando si eso estaba en la entrevista y ella dijo
que no, que ese hombre se había saltado el guión dado anteriormente. De
normal solían trabajar con el guión establecido, aunque luego la persona
invitada diese información adicional, pero como no sabían a qué se podían
atener a veces no aceptaban exclusivas.
Al parecer le dieron luz verde a Ellen por el pinganillo desde realización y
Sophie se sintió algo decepcionada con ella misma. No había prevenido
aquello y seguramente su jefa no estaría contenta con su trabajo, le pediría
disculpas por no haber visto las cosas con Chris antes de tiempo.
—Pues tengo que anunciar que voy a protagonizar la nueva serie de C.I.A
Agents y estoy muy feliz de poder confirmarlo hoy aquí contigo Ellen —
Informó Chris con una sonrisa. Ellen lo felicitó y este sonrió agradecido ante
aquello, todo el público comenzó a aplaudir y las fans gritaron eufóricas al
saber que sería él quién protagonizara la serie. La entrevista siguió según lo
pactado y de forma muy divertida y amena, el programa iba muy bien y
únicamente quedaba el reto o juego que Ellen solía realizar siempre con los
invitados especiales. En los dos minutos de publicidad Sophie repasó el orden
del programa de nuevo intentando encontrar el tema de la exclusiva y no
estaba por ningún lado. En la libreta que siempre llevaba encima tampoco
estaba y sabía que Ellen estaría molesta al no prevenir lo ocurrido. Su primer
programa y en vez de tenerlo todo atado, aquel maldito hombre había saltado
con un contenido imprevisto que nadie sabía.
La publicidad terminó y tanto Ellen como Chris ya estaban sentados de
nuevo en los sofás blancos del plató, tras haberles retocado un poco el
maquillaje y haber bebido un poco de agua ambos mientras hablaban. Ellen
presentó el reto del baile con una de las fans del público. A Chris le
encantaban esa clase de retos, asique subió divertido con aquella situación
hasta la grada del público y eligió a una niña pequeña de unos nueve años que
estaba entre todas las fans. Sophie sonrió ante aquello y miraba como la niña
estaba embobada con su ídolo y se ponía en el centro del plato junto a él.
Chris le hablaba de forma cariñosa y la niña estaba medio abrazada a él, lo
que hacía que este posase la mano sobre su cabeza.
Sophie se dio cuenta que estaba completamente embobada porque desde
realización le avisaron que eran los últimos cinco minutos de programa y que
cuando terminase, tenía que acercarse a Chris para quitarle la petaca de
sonido y no pudiese filtrarse nada más al haber finalizado ya cualquier
grabación. Ella afirmó aquella indicación y vio como él bailaba con la niña
los diferentes estilos que les indicaban en la pantalla del plató. Tenían que
conseguir el mayor número de estilos coreográficos, Chris ayudaba a la niña
de forma tierna y divertida agarrando sus brazos con delicadeza y aquella
pequeña se reía y divertía como nunca lo había hecho. ¿Podía haber alguna
estampa más tierna y bonita que esa?
—¡Genial! ¡Muchas gracias por venir Chris Jones! Un aplauso para él, por
favor. —Ellen alzó la voz sonriendo, aplaudiendo ella a su invitado y todo el
público comenzó a aplaudir y él abrazó de forma amistosa a Ellen y después
cogió en brazos sonriendo divertido a la niña, mirando hacia la cámara. En
realización le dieron luz verde a Sophie para entrar a plató, ya que no se
estaba emitiendo nada más a partir de ese momento. Se acercó con cuidado
hasta dónde estaban los tres protagonistas de aquella escena. Ellen hablaba
con Chris y Sophie con cuidado, acercó las manos hacia la petaca de ese
hombre para quitársela. Él se dio cuenta y se giró levemente sonriendo al
verla detrás de él.
—Asique tú también haces esto eh —Dijo él divertido mirándola por
encima de su hombro. Sophie no quería hablar, estaba preocupada por la
reacción de Ellen a la exclusiva que había dado Chris y eso había hecho que
solo prestase atención a su trabajo. Aunque tenía que admitir que tocar por
encima del trasero de ese hombre era todo un regalo, lo tenía demasiado bien
puesto para ser real. “Sophie, concéntrate. ¿Qué estás pensando?”.
Chris no dejaba de mirar a Sophie de vez en cuando y notó como con
cuidado metía las manos por dentro de la camisa para quitarle el cable del
micrófono. Ella suspiró al sentir el roce de sus dedos con la espalda de él y
respiró profundamente sin darse cuenta, no se percató que él la estaba
mirando con una sonrisa y admirando cada uno de los gestos que hacía y que
ella ni siquiera se daba cuenta. Estaba sonrojada, y no sabía si era por el calor
del plató o por aquel roce entre ambos.
Ella cogió la petaca y la guardó en uno de sus bolsillos de forma torpe.
Ellen hablaba con el realizador que se había acercado al centro del plató y la
niña seguía mirando a Chris embobada. Vio que había una mujer junto a la
pequeña y supuso que era la madre. Al fin había terminado todo y tenía que
irse para comprobar todo el contenido y subir la crónica del programa a
internet.
—Sophie, un favor.
Cuando ya se había girado para irse hacia su zona de redacción, escuchó a
Chris llamarle. Se giró mirándole con curiosidad intentando saber qué quería.
—Dime.
—¿Puedes hacernos la foto? —Con la mano él le ofrecía un teléfono
móvil, suponía que era el de la madre de la niña puesto que estaban ambas al
lado de Chris queriéndose hacer esa foto. Ella sonrió asintiendo. Por supuesto
que haría esa foto, entendía perfectamente que quisieran hacerse una
fotografía con su actor favorito.
—Sí, claro —Cogió el teléfono sonriendo y se movió para enfocar bien la
fotografía. Contó tres sonriendo y realizó varias hasta que quedaron bien.
—Han quedado genial, aquí tenéis —Se acercó a la niña y a su madre,
dándole el teléfono y ellas se lo agradecieron sonriendo. Chris la miraba
mientras buscaba su teléfono móvil y recibía la llamada de su agente Camila.
Sophie se giró sonriendo con aquella situación y se fue rápidamente a su zona
detrás del plató. No le gustaba estar ahí, asique miró su guión de la entrevista
y por detrás del plató anduvo hacia la zona del pasillo de maquillaje y dónde
estaba la cabina de realización.
—Sophie, enhorabuena cariño. Ha ido genial todo. —Era la voz de Yanna
a su lado. Sophie sonrió suavemente y la miró con cariño. A pesar de estar
enfadada con ellos, agradecía que le dieran la enhorabuena, aunque estaba
preocupada.
—Gracias Yanna, de verdad —La voz de Sophie la delató, no estaba tan
contenta como debería de estarlo, la exclusiva que había dado Chris la tenía
un poco preocupada.
—Uy, ¿y esa voz? ¿No estás contenta?
—Sí, bueno...más o menos —murmuró Sophie.
Yanna la agarró por el brazo, al parecer a ella se le había olvidado su
enfado y le dio igual la reacción de Sophie al agarrarla.
—Cuéntame anda. Vamos a maquillaje, que Chris está aún en una mini
reunión con Ellen.
—¿Una reunión? ¿De qué? —Aquello sorprendió a Sophie. ¿Qué reunión?
De eso no sabía nada. ¿Hablarían de la exclusiva? Madre mía, que poco iba a
durar en ese puesto de trabajo. Ya estaba viendo su despido en la cara y
volviendo a España más temprano que tarde.
—Sí, Chris quería comentarle algo a Ellen sobre un reportaje o algo así.
Pero bueno, ven y cuéntame anda.
Yanna había tirado de ella hasta que entraron a la sala de maquillaje dónde
ya no había nadie, se sentó en uno de los asientos para los clientes. Eran tan
cómodos y enormes que podría dormirse en uno de ellos perfectamente.
—No es nada, simplemente no me gustan las cosas que no controlo —Dijo
Sophie mientras se miraba en el espejo.
—¿Que no controlas? ¿El qué? Si ha ido todo genial.
Sophie negó con la cabeza mientras se miraba en el espejo y se arreglaba
un poco el pelo. El quitarse y ponerse los cascos durante la grabación del
programa había hecho que se despeinara un poco.
—No, ¿qué me dices de la exclusiva que ha dado? No es justo, no sabía
nada. Y no entiendo por qué. Podía haberlo dicho. —Sophie se quejó
mirando a su amiga.
—¡Anda! ¿Es eso? —Yanna comenzó a reírse mientras la miraba y negaba
con la cabeza de forma seguida. La puerta se abrió y entró Roberto que se
sorprendió al ver a su amiga riéndose a carcajadas.
—No te rías Yanna, enserio. No me gustan los imprevistos —Sophie se
quejó mirándola con cara de pocos amigos.
—Chicas, ¿qué pasa aquí? —Roberto las miraba sin entender, cogiendo
una botella de agua de una nevera pequeña que había en la zona de al lado de
los espejos. Sophie tenía una cara de mal genio que parecía que podría
comerse a cualquiera.
—Sophie, que dice que no entiende porque no le han dicho nada de la
exclusiva que ha dado Chris Jones.
Ella seguía con los brazos cruzados mirando a sus dos amigos, menos
enfadada pero algo molesta y con rabia por dentro. No entendía porque su
amiga se reía con algo que a ella le preocupaba. Además, tenía ganas de
matar a Chris por hacer que se pusiera tan nerviosa y tener que preocuparse
por esa situación. Si le hubiese avisado con anterioridad, ahora mismo no
estaría así y su jefa no estaría, probablemente pensando en despedirla.
—A ver Sophie, son actores famosos y celebrities. Viven de las exclusivas
—Dijo Yanna mirándola.
Aquello la sorprendió y fue como una especie de jarro de agua fría. Tenía
razón, no podía querer tratar a una persona famosa y celebritie de igual forma
que a Yanna y Roberto o a cualquier persona igual a ella. Tenía que
asimilarlo y entenderlo de una vez. Él era de otra liga, no era como los chicos
que a ella le gustaban en la carrera o como su amor platónico del colegio.
Chris Jones era de otro universo y tenía que asimilarlo. Sophie había tenido
una relación con Sergio, un compañero de su clase de la Universidad y
habían estado unos dos años saliendo, pero no funcionó. Sin embargo, con
todos los demás chicos que ella había sentido interés, simplemente para ellos
era invisible. Y si para los populares de la Universidad o del colegio era
invisible, ¿no iba a serlo para uno de los actores y personajes más famosos
del mundo entero? Se sentía idiota.
—Tenéis razón, viven de eso. —Ella asintió repitiendo lo que había dicho
Yanna mientras miraba a sus amigos. Parecía que se había dado cuenta de
todo en ese mismo instante. Roberto se acercó a ella y tiró de su mano para
que se levantase.
—Ven aquí, enhorabuena gruñona —Y la abrazó sin que ella lo esperase.
Miraba a Yanna por encima del hombro de Roberto y ella le sonreía con
sinceridad. Tras unos segundos algo inmóvil y tensa, abrazó a su amigo con
fuerza, sonriendo y cerrando los ojos. Como le gustaba ese Roberto cariñoso
y que conocía lo que necesitaba en cualquier momento. Grandullón y un
desastre, pero lo empezaba a querer como si fuese su hermano o su
confidente.
—Sophie, tenemos que celebrarlo. Di que sí eh, esta noche nos vamos de
fiesta —afirmó Yanna.
Sophie se separó de Roberto sonriendo y se sentó de nuevo en el sillón
dónde estaba mirando a Yanna. ¿Y si salían? Quizás era buena idea para
olvidarse de todo y disfrutar. Sería realmente el primer día medio normal
desde que había llegado a Nueva York. De esa forma podría conocer la vida
nocturna de la gran ciudad y conocer rincones y lugares nuevos. La puerta de
la sala de maquillaje se abrió y Ellen entró como un vendaval, sonriendo
ampliamente
—¡Sophie! Enhorabuena niña, ¡tu primer programa superado con éxito! —
Ellen alzó la voz mirándola con una sonrisa amplia. Aquello la sorprendió
tanto que no supo cómo reaccionar —. ¡Ven aquí mujer!
Ellen la miraba sonriendo plantada esperando que ella se acercara para
abrazarle y darle la enhorabuena como se merece. Ese programa había sido
todo un éxito y posiblemente batería récords de audiencia. La entrevista había
sido amena y divertida, y además tenían una exclusiva lo cual haría que otros
medios hablaran de ellos.
—Sí Sophie, enhorabuena. —La voz grave de Chris la dejó paralizada por
unos segundos, estaba detrás de Ellen y había entrado a la sala de maquillaje
sonriendo. Sophie rápidamente se acercó a Ellen y esta la abrazó con fuerza,
era enorme y tenía una energía increíble y eso hizo que a su lado ella se
sintiese una enana. El abrazo de su jefa le sentó de maravilla, se sentía feliz y
contenta después de tantos días tan extraños en aquella ciudad. Había hecho
un buen trabajo y la habían felicitado, no podía pedir otra cosa. Y por suerte
el tema de la exclusiva, al parecer no había sido nada negativo, todo lo
contrario. Su jefa se separó sonriendo y le arregló el pelo a Sophie de forma
divertida, mientras la miraba con curiosidad.
—Y por supuesto, enhorabuena por el reportaje. Me lo acaba de confirmar
Chris y creo que va a estar genial.
Chris la miraba sonriendo divertido con aquella situación. En la reunión
que había mantenido hacía unos momentos con Ellen, había hablado con ella
y le había explicado la idea del reportaje. Sin duda ella había estado
encantada con la idea de ese reportaje en el que se realizarían vídeos cortos y
un reportaje intenso sobre su rutina diaria. Además, como ya había hablado
con Sophie era necesario para que ella se sintiese ya tranquila y la prensa
dejara de acosarla y estar pendiente de ella.
—¿Qué reportaje? —Yanna preguntó enseguida en modo cotilla y eso que
ella aún ni siquiera había reaccionado, solo miraba a Chris de forma fija y
pensativa sobre lo que acababa de decir su jefa.
—Chris quiere realizar un reportaje especial para el programa con su día a
día y quiere que Sophie lo dirija —informó Ellen a todos.
Aquello sorprendió a Roberto y a Yanna que de forma impulsiva abrazaron
a su amiga mientras ella aún miraba a Chris de forma fija sin ni siquiera
pestañear. Sus amigos sonreían abrazándola y ella reaccionó abrazándoles
levemente con una sonrisa algo nerviosa. Finalmente, Chris sí que quería ese
reportaje y, por lo tanto, la foto tendría una explicación y no habría más
problema. Por un lado, le gustaba la idea, por otro lado, en cierta forma le
había gustado ser la “pareja” aunque ficticia de Chris Jones por unos días. De
sueños también se vive, ¿no? “Sophie, concéntrate maldita sea. ¿Qué narices
estás pensando?”.
—Es una idea genial, se podrá publicar en YouTube y lo pondremos en
pequeños trozos en el programa. Y conocer a Chris más a fondo gustará
mucho a los espectadores —Dijo Ellen mientras bebía de una botella de agua
con una sonrisa en su rostro.
—Sí, es una buena forma. Como no tengo trabajo este mes podemos
dedicarlo a ello. Pero, le he comentado a Ellen que Roberto y Yanna se
encargarán de la coordinación y de la realización. ¿O estáis muy ocupados
chicos? —Él los miraba sonriendo, pero miraba de reojo a Sophie para ver su
reacción. Se había sentado en el sillón agarrando su libreta repasando varios
apuntes que tenía por terminar. Sophie sonrió mirando a sus amigos que
habían gritado de la emoción ante aquello.
—Sophie, ¡esta noche no te libras eh! ¡Hay que celebrarlo! —Yanna
gritaba como loca y tanto Roberto como Ellen se reían ante la situación. No
sabía que decir, pero sonrió asintiendo mientras miraba a sus amigos. Chris,
sin embargo, miraba a Sophie con curiosidad. No le gustaba la idea de que
fuese de fiesta por la ciudad de Nueva York habiendo pasado hace poco el
robo en la residencia hacía tan solo un día. Era una idea muy mala, asique
decidió que en su casa lo celebrarían mejor y de forma más tranquila.
—Celebrémoslo en mi casa de Watkins. Ellen, tú también estás invitada
por supuesto —Chris dijo mirando a todos los presentes en la sala de
maquillaje con una sonrisa.
Aquello hizo que Sophie diese un respingo, no lo esperaba y sus amigos
tampoco lo esperaron porque lo miraron sorprendidos. Yanna miró a su
amiga y después a Chris y se quedó pensando, pero después sonrió ilusionada
con la idea como buena fiestera que era.
—Genial, pero nosotros somos gente normal eh. No vamos de etiqueta ni
nada —Dijo Yanna mirando a Chris de forma divertida.
—¿Y yo qué soy? ¿Un extraterrestre? —Chris soltó una carcajada cuando
escuchó a Yanna. Entendía que le hubiese sorprendido aquello a todos, pero
así se aseguraba que Sophie estaba bien y cogían algo de confianza para los
días del reportaje. Haría una barbacoa e invitaría a varios amigos, sería una
buena opción para relajarse y estar en un lugar seguro lejos de los problemas
y la prensa.
—De acuerdo, entonces nos vemos esta noche allí Chris. Yo me marcho,
que tengo reunión con el pesado de Richard —Ellen se despidió sonriendo y
abrazó a Chris antes de salir por la puerta a modo de despedida.
—¿Llevamos algo esta noche? —Preguntó Roberto.
Mientras tanto Yanna miraba a Chris con curiosidad y Sophie seguía
sentada en el sillón, repasando la libreta, aunque más bien no lo conseguía.
Se había dedicado a hacer garabatos en la hoja que tenía abierta, para calmar
los nervios que tenía al pensar en la fiesta de la casa de Chris.
—No tranquilos, le diré a un par de amigos que vayan y Jack me ayudará
con todo. ¿Nos vemos esta noche entonces? —Él lo dijo esperando
contestación de Sophie, pero ella no comentó nada, aunque escuchaba todo lo
que decía, pero los nervios y la situación le sobrepasaba. Solo quería salir de
fiesta y aquel hombre había vuelto a cambiar el día y de nuevo, de normal no
tenía nada.
—Sí, Señor Jones. Digo…Chris —Dijo Yanna sonriendo.
Roberto salió con Chris tras la contestación de su compañera. Sophie, sin
embargo, seguía callada y al fin había dejado de hacer garabatos en la libreta.
¿Por qué tenía que ser tan complicado y tan difícil conseguir un día normal
y tranquilo? Desde que había llegado a Nueva York no había tenido un día
propio de una chica turista que viene de España para trabajar y conocer la
gran ciudad. Y ahora, tenían que ir a una fiesta en casa de Chris Jones. Madre
mía, Mery iba a morirse en aquel momento. ¿Y la prensa? Si se enteraban los
medios de aquello, el reportaje no serviría para absolutamente nada.
—Sophie, ¿qué pasa entre tú y Chris? —Yanna lo soltó así de golpe,
cuando escuchó que tanto él como Roberto se habían ido y estaban solas. Su
amiga se sentó en el sillón de al lado mientras la miraba con curiosidad y
atención.
Sophie giró la cabeza de forma rápida hacia su amiga y frunció el ceño, no
entendía la pregunta. ¿A qué se refería?
—¿Cómo? No pasa nada, ¿por qué?
Yanna rodó los ojos y giró el sillón de su amiga para que la mirase. Ella la
observaba mientras apuntaba de vez en cuando cosas que le venían a la mente
en la libreta del trabajo, intentando a la vez disimular sus nervios.
—Estáis como enfadados, pero luego está lo del reportaje y ahora la fiesta
en su casa. Y es por ti Sophie, porque con nosotros nunca ha hecho algo así.
Y su amiga tenía razón en cierta forma. Lo del reportaje era para evitar que
los medios hablasen de la fotografía, pero lo de la fiesta sí que había sido una
sorpresa para ella misma.
—Bueno, sabes que la fotografía que subió la hizo él y el reportaje va a
servir para justificarla. Así la prensa no me molestará, según él.
Yanna asintió ante aquella explicación, tenía mucha lógica. Pero no le
terminaba de convencer.
—¿Y la fiesta de esta noche? —Dijo de nuevo su amiga.
—No lo sé Yanna.
Y era así, no sabía nada. Suponía que era para conocerse un poco más y no
tener reparos en el reportaje. Y si tenían que trabajar juntos en ese proyecto
de forma más cercana y seguida, era una opción perfecta para coger
confianza y estar más sueltos trabajando como equipo.
—Bueno Sophie, tú tranquila que esta noche sea lo que sea vamos a ir
espectaculares. ¿Vas a dejarme que te asesore verdad? —Yanna la miraba
con cara de niña buena, casi poniendo pucheros.
—¿Asesorar? Pero si es una barbacoa Yanna —Dijo Sophie sonriendo
mientras negaba con la cabeza. Su amiga estaba mal de la cabeza, se notaba
que le encantaba la fiesta y el tener cualquier excusa para arreglarse o
maquillarse. Todo lo contrario a ella que odiaba maquillarse en exceso o
arreglarse demasiado.
—Sí, pero no vas a ir en chándal mujer. Tú no te preocupes.
—Vale, ¿Oye nos vamos? ¿O vas a quedarte? —Sophie miró la hora en su
reloj y vio que ya era hora de comer. Los lunes tenían un horario más flexible
por el programa y todo el mundo salía a la una y media aproximadamente.
Eran las dos menos cuarto y Sophie tenía hambre. Quería irse a comer al
apartamento tranquila y llamar a su familia para contarle las últimas
novedades; aunque no pudiese decirles demasiado de lo ocurrido.
—Sí, vámonos. Y comemos que me muero de hambre —Yanna cogió su
bolso y Sophie agarró su mochila de la zona del pasillo. Ambas se fueron de
las oficinas en taxi hasta el apartamento, dónde descansaron y comieron
tranquilamente.
No iba a permitir que Sophie saliese por una de las ciudades más
concurridas por la noche y menos después de lo que le había ocurrido. Por
eso, se le había ocurrido la idea de celebrar aquel primer día de ella en la
oficina de Ellen, en su casa. No quería prohibir y menos no dejar que
disfrutase de lo que se merecía, además no era nadie para negarle nada, pero
si podía evitar que le pasase algo, a él no le importaba cenar en su casa y que
hicieran una pequeña fiesta en el jardín o en el interior.
Chris había avisado a dos compañeros y amigos suyos de rodaje y a su
hermano Riley, que hacía mucho tiempo no veía y tenía ganas de pasar
tiempo con él. Aprovecharía ese mes para relajarse a pesar de tener el
reportaje con el equipo de Ellen y así podría comenzar los nuevos proyectos
con energías renovadas. Esa semana tenía el estreno de la última película,
pero era un evento de un solo día y para él eso no era realmente trabajo.
Lisa y Jack le habían ayudado a preparar todo lo necesario para la noche,
había sacado del garaje su barbacoa portátil. Era grande y con tapa plateada
en forma circular. La colocó sobre la zona del final del porche del jardín para
que no hubiese posibilidad de mojarse en caso de lluvia y pudiese hacer la
carne tranquilamente. Algo que le gustaba mucho era ser un buen anfitrión en
las pocas fiestas que había hecho en su casa. Le gustaba hacer las barbacoas,
era algo que había aprendido de su padre y siempre había creído que era
como una especie de conocimiento que se transmite de generación en
generación en las familias de Estados Unidos.
—Chris, la bebida está lista también —Jack acababa de colocar una nevera
enorme de suelo, en un lado del porchado y varias mesas al lado con vasos y
cubos de hielo para la bebida. Se frotó las manos mirando a su amigo y
sonrió.
—Genial Jack, supongo que estarán por venir todos.
—Sí, voy a por la carne. Lisa lo ha dejado todo listo ya.
—Perfecto Jack y relájate, que estás en mi casa y no trabajando.
Su amigo sonrió ante aquello. Pronto llegarían los invitados, además del
equipo de Ellen junto con su pareja. Entró en el interior del salón por la
puerta del porchado y puso música ambiente para preparar el lugar, le dio a
un pequeño botón que hacía que se escuchara en el porchado y el jardín. En
el jardín y parte de la casa comenzó a sonar Empty Space de James Arthur.
Serían cerca de las cinco de la tarde, pero al ser época invernal la luz se iba
muy rápido y comenzaba a atardecer, por lo que encendió las luces del jardín.
Éstas constaban de unas pequeñas guirnaldas y varios portavelas gigantes de
decoración que también iban conectados a la luz eléctrica. Tocaron al timbre
varias veces seguidas y supo que habían llegado sus amigos y compañeros de
rodaje.
Sophie y Yanna llevaban media hora en la habitación sin saber que ponerse
ni una ni la otra. No era una ocasión como todas las demás, iban a casa de
uno de los actores más famosos del momento a nivel internacional y al
menos, tenían que destacar un poco, aunque fuese con un look natural y
sencillo para una barbacoa. Después de varios intentos de looks por parte de
las dos, tras haber estado tranquilas toda la tarde ahora tenían prisa por
vestirse y marcharse. Roberto las esperaba desesperado en el salón, gritando
cada dos por tres.
—¡Vamos chicas! ¡Llegaremos los últimos!
Yanna resopló ante el grito de Roberto y murmuró sonriendo mientras se
ponía un vaquero azul claro.
—Mejor, más se fijarán en nosotras. Seremos las protagonistas.
Eso no le gustó nada a Sophie, no le gustaba ser el centro de atención. No
era una persona insegura pero sí que era sencilla y humilde, y no le apetecía
ser el centro de las miradas de nadie y menos con gente tan importante.
Yanna finalmente eligió un vaquero azul claro estilo leggins apretado, con
unas zapatillas Converse azul claras y un jersey azul turquesa a juego con las
zapatillas. Se recogió el pelo en una coleta corta y las mechas que le caían se
las recogió con pasadores. La cara con rasgos procedentes de su país,
Turquía, hacía que se viese realmente bonita.
Sophie prefirió algo más elegante pero sencillo. Eligió una falda plisada
negra que la combinó con sus zapatillas blancas Victoria. Le encantaba ir con
faldas siempre que fuese con zapatillas y le diese un toque informal y
desenfadado. Arriba se puso un jersey de punto de media manga de color rosa
palo con escote de barco y se puso uno de sus colgantes favoritos, el que le
había dado su madre cuando se graduó en el instituto. Por suerte ese objeto
con forma de elefante no lo habían robado porque lo llevaba siempre puesto.
Añadió al conjunto unos pendientes de perlas rosas que tenía desde hacía
años y el pelo ondulado suelto de forma natural. Ambas se habían maquillado
muy suave con rímel y un poco de colorete, aunque Yanna había añadido
pintalabios rojo mientras que Sophie prefirió darse un poco de cacao en los
labios para que fuese más natural.
Sophie cogió un bolso bandolera color camel que tenía guardado y metió
sus cosas. Se miró en el espejo de la habitación de Yanna mientras se echaba
perfume.
—Estamos listas ya, ¿no Yanna?
—Dios, juro que os dejo aquí. ¡Salid ya! —La voz de Roberto las hizo reír
con ganas hasta que decidieron salir sonriendo. Su amigo se quedó
mirándolas con una sonrisa al verlas salir, estaban realmente bonitas. Sophie
agarró su abrigo negro largo y una bufanda color beige que le hacía juego con
sus zapatillas. Su amigo se había quedado un poco parado mirando a Yanna y
Sophie le dio un leve codazo para que espabilara, sonriendo.
—Vamos anda, que llegamos tarde —Dijo Roberto saliendo por la puerta
sacudiendo la cabeza al haberse quedado embobado con la imagen de Yanna
así de arreglada con esos vaqueros. Los tres salieron del edificio y cogieron
un taxi, la zona de Watkins quedaba lejos por lo que el taxi iba a salirles caro.
Aun así, les compensaría la fiesta en la casa de Chris Jones. Sophie iba
pensando durante todo el camino en la conversación que había tenido con
Mery cuando le contó dónde iban esa noche.
—¡Mientes! ¿Cómo vas a ir a su casa de fiesta?! ¡Anda ya Sophie!
Sophie se aguantaba la risa como podía, en realidad era divertido escuchar
a su amiga medio histérica pensando dónde iba a cenar esa noche.
—Te mandaré fotos para que lo compruebes con tus propios ojos.
—¡Más te vale! Creo que voy a ir ahorrando para ir a Nueva York pronto
eh, no puedo perderme estas cosas Sophie.
Aquello animó tanto a Sophie que tuvo una idea al instante. ¿Y si buscaba
un trabajo extra para poder regalarle un billete a su amiga Mery? Quizás sería
lo mejor que podría hacer, su mejor amiga en la gran ciudad y disfrutando de
planes tan locos como los que estaba a punto de hacer esa noche. Lo pensaría
y valoraría si realmente podía, pero la verdad es que era una idea perfecta
asique haría lo posible para poder regalárselo y ambas pudieran disfrutar de
esa experiencia juntas.
—Mery, te dejo que ahora mismo tengo que arreglarme. ¿Entonces me
confirmas que no se sabe nada por allí?
Su amiga afirmó frente a la pregunta de ella, le dijo que su madre no sabía
nada y que su hermana había visto las entrevistas de las revistas, pero ella le
había explicado todo sobre el reportaje y se quedó más tranquila. Además, el
tema del robo cada vez estaba más claro y al parecer la policía había
encontrado un objeto personal de quién había robado en su casa. Solo
esperaba que no pasara nada más y pudieran estar tranquilas, tanto allí en
España como aquí en Nueva York. ¿Qué habría descubierto la policía sobre
aquello? En todo caso, pronto lo averiguaría e intentaría ir a la estación de
policía para descubrir más sobre ello
—¡Mándame fotos eh!
Sophie colgó tras la enésima vez que su amiga había dicho aquello.
Fue andando por el lugar, bajó las escaleras del porche y vio a lo lejos a
Ellen junto con otra mujer y un chico moreno y bajito. Estaban sentados en
una mesa de madera, al lado de la piscina iluminada con las luces de noche,
estaba anocheciendo y el lugar se convertía en una auténtica maravilla. El
ambiente era increíblemente relajante, estaba enamorada de esa casa. Sin
embargo, sentía algo de frío al ser un día de invierno y por la humedad que
provenía del bosque. Si es que parecía que la casa fuese parte de él.
Conforme iba acercándose se dio cuenta que la chica era la pareja de Ellen
y sonrió ampliamente. La reconocía por haberla visto en revistas y en
noticieros en Internet. Sin embargo, cuando vio quien era el chico que estaba
con ellas se quedó completamente paralizada, no pudo ni siquiera moverse.
Era Mark Ruffalo, el actor que hacía de Hulk en Los Vengadores y que tanto
había seguido ella durante todas las películas. En esos momentos se dio
cuenta que Chris había trabajado con él porque también era protagonista de
Los Caídos, aunque no tenía un personaje tan potente como él. Ellen se giró
al notar que había alguien detrás y se levantó sonriendo al ver a Sophie.
—¡Sophie! Ven aquí mujer, deja que te presente.
Ella se acercó sonriendo con timidez mirando a Mark en todo momento.
Ellen lo notó y sonrió con amplitud. Era normal que estuviera sorprendida.
—Asique tú eres Sophie, encantado — Dijo él.
Aquel hombre acababa de llamarle por su nombre y había dicho encantado.
¿Era eso cierto o era un sueño? ¿No tendría que ser ella quién dijese
encantada? Estaba como ida en esos momentos, solo supo que dar la mano a
aquel maravilloso ser del mundo.
—Encantada yo, por supuesto. Ni siquiera sé que decir. — Dijo ella
nerviosa. La sinceridad de Sophie hizo que Mark se riese con simpatía y
Ellen también. Su pareja miraba la situación sonriendo divertida y le ofreció
la mano también.
—Bueno, después de Mark no es mucho, pero hola Sophie, soy René. La
mujer de Ellen.
Los nervios de las presentaciones anteriores hicieron que ella en vez de
darle la mano abrazase a aquella mujer que era igual de alta o más que Ellen.
René se sorprendió ante el abrazo, pero sonrió después. Tanto Ellen como
Mark soltaron una risa, entendiendo los nervios de la chica. Se dio cuenta de
aquello y se separó sonriendo, pero maldijo por estar tan nerviosa y no saber
controlarse.
—Nos ha contado Ellen que hoy ha sido un éxito el programa y estabas de
redactora. Enhorabuena Sophie —Dijo René felicitándola con una sonrisa en
la cara. Sophie se dio cuenta de que era muy parecida en carácter a Ellen,
ambas tenían un aura de positividad y buen rollo que contagiaba a todo su
alrededor.
—Vaya, gracias de verdad. Estaba nerviosa, pero salió bien todo, por
suerte —Dijo Sophie algo tímida por el halago.
—Sí, salió estupendo. Y ahora, ¿vas a hacer un reportaje con Chris no? —
Mark le preguntó con curiosidad sonriendo. Sophie vio que miraba hacia
atrás y por el rabillo del ojo se dio cuenta que estaba el susodicho justo detrás
de ella, que no dudó en contestar por ella.
—Exacto, tanto Sophie como sus compañeros van a acompañarme durante
una semana. Será divertido, ¿verdad? —La mano de Chris se posó en su zona
baja de la espalda cuando se acercó hacia donde estaban y ella tuvo que
aguantar la respiración para no morirse allí mismo. Notaba la mano como si
le quemase, intentó calmarse con aquel toque, aunque apenas lo consiguió,
solo hacía que sonreír de forma nerviosa.
—Sí, divertidísimo —Dijo en tono un poco irónico lo que hizo que Mark
alzase una ceja mirando a su amigo divertido ante la contestación de Sophie.
Chris apretó su mano frente a la cadera de Sophie y esta aguantó un suspiró,
todo su cuerpo comenzó a calentarse sin querer y comenzó a tener calor de
golpe.
—Verás que sí. Sophie, ¿quieres ver la casa? Mark se encarga de la carne
—Chris le hizo un gesto a su amigo sonriendo y acto seguido empujó el
cuerpo de Sophie hacia adelante para que anduviera un poco hacia el lado de
la piscina.
—Sí claro, vamos. Vuelvo en nada, quiero una foto con Mark —Los
nervios le hicieron decir aquello y los allí presentes no pudieron evitar reír
con la afirmación de Sophie, seguía nerviosa y no podía esconderlo.
Chris la guiaba con su mano sonriendo yendo hacia la parte más apartada
del jardín justo detrás de la piscina. Ese espacio estaba lleno de arbustos y de
un césped muy cuidado. Ella notaba más fuerte la humedad del bosque al
estar más cerca de la frondosidad de los árboles y tenía la espalda congelada.
Chris había soltado la mano de su espalda cuando estaban en esa zona y ella
siguió los pasos de aquel hombre tan sexy. ¿Por qué se había puesto esa ropa?
Cualquier mujer que lo viera así por la calle, caería rendida ante esa estampa.
Él anduvo hacia una zona del jardín que se adentraba un poco más en el
bosque dónde había una mesa de madera redonda y dos sillas alrededor de
ella del mismo color. A los lados estaban instalados dos portavelas enormes
con una luz calidad que hacían que aquel lugar fuese realmente íntimo y
bonito. Sophie se quedó prendada por el lugar, pero se abrazó levemente con
sus brazos al sentir la humedad, comenzaba a picarle la garganta. Era muy
sensible al frío, si no se tapaba bien el escote y la garganta en invierno cogía
unas anginas de infarto.
—Bueno, ¿qué te parece esto? —Chris la miraba mientras se sentaba en
una de las sillas de madera. Dio varios toques en la otra silla con la mano
indicándole a ella que se sentara junto a él. Sophie se acercó algo tensa por la
situación, estaban solos y eso no era bueno para ella. Estaba deseando volver,
pero supo que si se sentaba, antes se irían de allí.
—La verdad es que esto es increíble, no me imaginaba todo esto así —Se
sentó mirando el bosque y las luces de decoración del jardín. Después giró la
cabeza hacia la zona de la casa donde la gente disfrutaba y reían entre ellos.
Sonrió al ver lo bien que estaban Yanna y Roberto y como disfrutaban en la
fiesta.
—¿Cómo te lo imaginabas? —Dijo Chris mientras bebía del botellín de
cerveza que llevaba en la mano. La miraba observándola fijamente, notando
que ella le esquivaba levemente y se centraba en las vistas y en mirar a los
demás invitados. Sophie alzó los hombros sin darle mucha importancia.
—Bueno, más sofisticado y no tan hogareño.
—Pues no, error. Me encanta lo sencillo y la tranquilidad. Para mí estar
fuera de la ciudad es indispensable.
Sophie tenía claro aquello, alguien que vivía en un lugar así es porque
amaba la vida tranquila y no le gustaban las aglomeraciones. Y al parecer
Chris en eso se parecía bastante a ella porque echaba mucho de menos su
casa de San Juan y su vida tranquila de allí, rodeada de la playa y de un
ambiente humilde y sencillo.
—A mí también la verdad, odio la multitud —Afirmó ella.
Eso sorprendió a Chris, era extraño que una chica que le encantaba la vida
tranquila eligiese Nueva York para venir de intercambio.
—¿Y por qué Nueva York? —Dijo él.
—Porque aquí están las mejores cadenas de televisión y los mejores
programas. Además, el programa de Ellen es mi favorito y solicité el
intercambio en concreto para él —Dijo Sophie notando como tenía la piel de
gallina por culpa del frío. Tosió levemente al sentir la garganta dolorida, él
notó aquello y frunció el ceño preocupado por ella.
—¿Tienes frío?
Sophie negó con la cabeza sin decir nada, no quería decírselo prefería
aparentar normalidad y que aquella situación terminase. Estaba tensa, aún
algo enfadada con él y a la vez no quería irse, era una situación muy extraña.
—Sophie. A ver...—Chris se incorporó y eso hizo que ella apretase sus
manos entre la falda, poniéndose algo nerviosa de golpe al ver que él se
movía tras ella. Notó como sus manos se posaban sobre sus brazos y el
calentor de su piel hizo que soltara un suspiro de gusto sin poderlo evitar—.
Ven aquí anda, estás helada.
Él alargó su mano hacia la suya e hizo que se levantara a regañadientes,
notó como su mano también estaba helada y se sentó en la silla de madera,
acto seguido hizo que se sentara sobre sus piernas y eso alteró a Sophie, no
sabía ni dónde estaba. Se sentó de forma torpe sobre sus piernas, quedando de
lado hacia él y no quería ni siquiera girar la cabeza porque entonces sus caras
quedarían demasiado cerca.
—Aquí al menos no tendrás tanto frío y luego te pones la chaqueta o no te
dejo salir de mi casa, tu verás. Mira que la carne que hace Mark está rica…
Sophie alzó las cejas mirándolo mal al escuchar cómo le recriminaba y
además le decía que no podía salir de su casa. Ahí estaba la vena de chulito
que tenía Chris y que había visto en decenas de vídeos de YouTube durante
sus entrevistas.
—Pero...—Ella quiso quejarse, pero lo que hizo Chris la dejó sin habla.
La mano de él alcanzó la espalda de ella y comenzó a acariciarla de arriba
abajo y cuando subía a la nuca, apretaba sus dedos en ella. Sophie tragó
saliva con dificultad y con una de sus manos se agarró a su hombro con algo
de fuerza. Él había notado esa reacción y escondió una sonrisa, Sophie
reaccionaba a cualquier gesto suyo; eso le gustó y demasiado.
—Pero, ¿qué? —Chris la miraba sonriendo esperando que ella moviera la
cara para verle el rostro de más cerca, sin embargo, era fuerte y orgullosa, y
miraba en todo momento hacia la zona de la casa.
—No nada.
La caricia de él seguía por la espalda de forma continua, apretando de vez
en cuando en su nuca. Al cabo de unos segundos se dio cuenta que apenas
tenía frío y se removió en sus piernas para incorporarse. Sin embargo, él no
dejó que lo hiciera y la miró de forma seria y serena.
—Déjame decirte una cosa Sophie, antes de irte...
Ella se sorprendió, pero no se movió de sus piernas y sin poderlo evitar, le
miró unos segundos a los ojos algo nerviosa.
—Dime.
Él sentía la necesidad de disculparse por todo lo que había pasado Sophie
por su culpa y el tener que hacer aquel reportaje. En realidad, estaba contento
con la solución, pero no era justo que ella saliera en revistas siendo portada y
hablando de su familia e historia personal por haber subido una fotografía a
Instagram y sin haberlo pensado demasiado.
—Disculpa por todo lo que ha ocasionado la foto, de verdad. No quería
que se magnificase así, ni mucho menos. —Dijo Chris mirándola fijamente.
—Ya...—Ella respondió sin muchas ganas. No tenía ganas de hablar de
ello, ni tampoco de discutir con él. Por su parte había mucho que decir, el
hecho de que hablara con sus amigos a escondidas y que no confiara en que
podía cuidarse de sí misma. Pero le quitó importancia, no le apetecía hablar
de ello. Era mejor olvidarlo todo, no tenía sentido conversar con él de eso
cuando eran de mundos distintos y era prácticamente imposible que la
entendiera.
—Sophie, de verdad. No quería que ocurriese esto, Camila ha llamado para
que borren cualquier noticia privada tuya, así que ya puedes estar tranquila.
—Aseguró él. Lo decía totalmente seguro y era sincero, no quería ni que le
afectara a ella ni a su familia en ese sentido. Estaba incluso preocupado de
que lo ocurrido en la residencia tuviese conexión con él mismo. Por ese
motivo y, además, porque le preocupaba la seguridad de ella, se había metido
tan de lleno en la investigación del asunto y estaba en constante
comunicación con la policía.
—Déjalo Chris, estamos en una fiesta. No quiero discutir. —Ella no
quería hablar del tema, sabía que si se ponían a hablarlo acabarían
discutiendo o al menos ella se enfadaría y la noche se echaría a perder. Y no
era el lugar ni el momento de que eso ocurriera.
—Escúchame Sophie —Chris puso dos dedos en la barbilla de ella e hizo
que girase su cara hacia él, ambos se miraron a los ojos y ella sintió un
escalofrío por todo el cuerpo al mirar la mirada azul de ese hombre. Eran una
maravilla. Él sintió algo parecido, la mirada de esa chica era alegre a pesar de
todo lo que había pasado o al parecer había pasado en su vida, y el tono verde
de sus ojos podrían hacer enloquecer a cualquiera.
—Dime —Ella apretó su mano en el hombro de Chris dónde tenía posada
la mano para sujetarse, respiró profundamente y sus ojos no pudieron evitar
mirar hacia la boca de él. ¿Qué le pasaba? Era normal, realmente tenía a uno
de los hombres más atractivos del momento bajo de sus piernas y ella estaba
sentada sobre él y tenía su boca a menos de veinte centímetros. Él intentó
concentrarse mientras miraba su boca, quería besarla, sí. Y era lógico, la
forma de esos labios gruesos y color rosados natural, hacían que quisiese
lanzarse a por su boca y terminar en cualquier otro lado de su cuerpo con tal
de saborearla. Estaba jodido y se acababa de dar cuenta.
—Quiero…—La voz de él Sophie la escuchó como lejos, apretando aún
más fuerte la mano en su hombro. Se removió levemente encima de él, lo que
hizo que él suspirara al sentir el roce de sus piernas sobre las suyas. El
ambiente se había hecho denso y ambos se miraban la boca uno a otro,
esperando que uno de ellos diera el paso o alguno se apartara para evitar ese
delicioso desastre.
—¿Qué...? —Ella no dudaba en mirar ya la boca de él y se relamió con
ganas de forma instintiva y sin darse cuenta. Eso hizo que él acercara la cara
hacia la de ella, rozando de forma muy suave y apenas su nariz con la suya.
El frío de la noche se había convertido en calor abrasante y únicamente
pensaba en esa chica, echando a los invitados y encerrando a Sophie en
habitación durante días.
—¡Chicos! Ay perdón…—Dijo Ellen a unos metros de ellos. La voz de esa
mujer hizo que ambos se separasen con rapidez, algo aturdidos. Sophie se
incorporó rápidamente y se acomodó la ropa de forma rápida y avergonzada.
Tenía la cara roja tanto por el calor que había pasado hacía unos segundos y
por la vergüenza de haber sido descubierta así por su jefa. “Genial Sophie,
menuda cagada”.
—No te preocupes Ellen, íbamos ya para allá —La voz de Chris que se
había incorporado al lado de Sophie era de pura tranquilidad, mientras miraba
a Ellen con una sonrisa. Ella, sin embargo, quería irse de allí lo más rápido
posible asique sin decir nada pasó por el lado de su jefa de forma rápida y vio
que justo detrás de ella estaban Mark y la pareja de Ellen, René. Se quería
morir. ¿Qué había hecho? Ahora su jefa se pensaría que estaba liada con
Chris y pensaría que por eso mismo habían decidido hacer el reportaje.
Necesitaba irse de allí urgentemente, asique fue hacia el porche donde
estaban sus amigos para despedirse de ellos, realmente nerviosa y roja como
un tomate.
—¿Chris? —Ellen miró a su compañero de profesión y amigo,
interrogándole levemente con la mirada. Su amigo Mark se acercó a él
mientras René tomó una posición de mera espectadora sentándose en una de
las sillas de madera. Ellos tres estaban plantados y la jefa de Sophie estaba
esperando una explicación ante lo que acababa de ver.
—Ellen, no ha ocurrido nada. Tenía frío y...
—¡Venga ya! ¿Has visto lo avergonzada que se ha ido? —Ellen estaba
enfadada con él y tenía razón. No era la primera vez que le había pillado en
esa situación. Era su amiga desde hacía años y en otras fiestas había visto
como él había disfrutado de compañía femenina. En este caso era distinto
para él, pero también para ella porque la chica era su empleada y confiaba
mucho en ella.
—Ellen, escúchame. No ha pasado nada y si pasa, creme que no va a ser
como con las demás —Dijo él seguro de lo que decía.
—Joder Chris, ¿entiendes que aprecio a esa chica y no quiero que lo pase
mal verdad? Más te vale que lleves cuidado.
—Tiene razón Chris, es una chica diferente y tú eres experto en cagarla —
Dijo Mark detrás de ella dándo la razón a Ellen. Ambos tenían razón, él
siempre había tenido relaciones muy a menudo, pero nunca habían durado
más de medio año. Entendía que se pusieran así, pero él sabía que esta vez
era distinto, Sophie era totalmente distinta a todas las demás, una chica
sencilla que no buscaba nada y solamente vivía su sueño.
—Escuchadme, no voy a hacerle daño. Es lo último que quiero, además,
repito que no ha pasado nada —Aclaró él contundente.
—Más te vale Chris, o te las verás conmigo. Y me duele decirlo, porque te
aprecio mucho. —Ellen le miraba seria y él asintió, no quería discutir. No
había ocurrido nada y eso era cierto. Tanto Renné como ella se alejaron de
allí yendo hacia la zona de jardín con una Ellen bastante molesta con él.
Su amigo Mark pasó el brazo por sus hombros dándole un leve apretón en
tono amistoso, él lo conocía y si decía que no quería hacer daño a esa chica
era totalmente cierto. Podía ser un chico que le gustara la diversión, era
alegre y muy extrovertido tanto con mujeres como con hombres, pero otra
cosa cierta sobre él es que era un chico leal y noble. Y no quería hacer daño a
Sophie y sabía que la aparición de Ellen había hecho que ella se pusiera
nerviosa y probablemente querría irse de allí.
El comienzo del reportaje que dirigía Sophie iba por muy buen camino. La
mañana había sido muy productiva y había transcurrido de forma amena y
rápida. Chris se había centrado en su rutina, desayunó tranquilamente en la
mesa de madera que tenía instalada en el porche mientras los demás
preparaban cámaras en diversas estancias de la casa. Ese día era un poco más
engorroso, tenían que preparar todas las localizaciones con las cámaras en sus
diversos trípodes. Una de ellas estaba instalada en la cocina, otra en la zona
izquierda del porche exterior de la casa y la tercera en la zona de gimnasio.
Todo el equipo se sorprendió al conocer esa estancia de la casa, ni siquiera
Sophie sabía de su existencia a pesar de haber dormido allí. Era una auténtica
maravilla de lugar.
Sophie ayudó a preparar la cámara subjetiva que llevarían para seguir a
Chris por toda la casa. Las otras tres cámaras eran fijas y no podían moverse,
pero esa sería la que le seguiría en todo momento para que el reportaje fuese
más cercano y el espectador se adentrara más en la vida de Chris. Una vez
comprobados los equipos de audio el trabajo ya estaba listo y podían comer.
Los tres compañeros estaban terminando de comprobarlo todo y en esos
momentos sonó el timbre de la casa.
Chris fue hacia la puerta y cuando la abrió y vio a su abuela eso hizo que
su día mejorara de golpe. Le encantaba tenerla en su casa. Su abuela Lucy era
una mujer de ochenta y dos años que vivía en la parte sur de Rhode Island, un
pequeño pueblo llamado Warwick cerca de Providence, la capital del estado.
Era una mujer con una energía increíble a pesar de su edad y era la única
persona de su familia junto a su hermano Riley, que seguía manteniendo en
su vida. Le animaba, le apoyaba y le alegraba los días siempre que hablaba o
la veía.
Sophie se encontraba en el salón con Yanna y Roberto, y escuchó risas
desde la zona procedente de la entrada. Supuso que sería algún familiar o
amigo, pero no quiso girarse para cotillear. Eso era demasiado, ¿no?
—Chicos, os presento a Lucy —Dijo Chris entrando del brazo a su abuela
por el pasillo hasta dónde estaban los tres compañeros de trabajo. Yanna
estaba comprobando la saturación de la imagen en el portátil y se levantó
sonriendo cuando vio a esa mujer. Era de avanzada edad, pero la cara que
tenía era pura bondad. Roberto y Sophie se giraron de inmediato al
escucharle y ella se quedó mirando a esa mujer bajita que estaba en la entrada
del salón.
—Vaya, que buenos mozos sois todos eh.
—Abuela, estos son Roberto, Yanna y Sophie —Le indicó Chris a su
abuela que estaba esperando poder saludarlos con ganas. Los tres se
acercaron sonriendo hasta dónde estaban los dos. Chris abrazaba a su abuela
con un brazo por encima de su cuerpo, pegándole a él como si quisiera
protegerla.
—Encantada de conocerla Lucy, si me permite. —Roberto era un
caballero, acababa de demostrarlo al indicarle a la abuela de Chris que le
dejase la chaqueta. Él llevó la chaqueta al sofá doblándola mientras Yanna
abrazaba a la mujer de forma sonriente y cariñosa.
—Y tú eres Sophie, ¿no? —La mujer la miraba con una sonrisa cariñosa y
cálida después de haber saludado a sus amigos, y alargó sus manos para
coger las suyas y darle varios apretones. Sophie se enamoró de ella al
instante, tenía una debilidad por la gente mayor. No había podido disfrutar
suficiente de su abuela materna y eso hacía que cualquier persona de esa edad
fuese una especie de punto débil para ella.
—Sí, soy Sophie. Estamos haciendo un reportaje para su nieto. Seguro que
le encantará —Dijo ella sonriéndole con ternura.
Chris ahora mismo no tenía ojos para nadie ni nada más, solo miraba como
su abuela y Sophie se habían agarrado las manos y parecía que se conocieran
de toda la vida. Estaba jodido. En esos momentos se había dado cuenta de
que sí, iba a ser muy complicado quitarse de la cabeza a esa mujer que tenía
enfrente y que miraba a su abuela con un cariño inmenso.
—Seguro que sí. Con lo bien hecho que está mi Chris, el reportaje será
todo un éxito — Lucy soltó varias risotadas y miraba a su nieto con una
admiración envidiable sin quitar las manos de las de Sophie.
—Seguro que sí —Dijo ella sonriendo con amabilidad. Y no quiso
admitirlo demasiado alto porque sí, sabía que ese reportaje volvería locas a
millones de chicas y chico en el mundo. La abuela de Chris soltó las manos
de ella de forma suave y le giró hacia su nieto.
—Esta muchacha es perfecta para ti, no esa Annie —Le dijo en modo de
susurro casi inaudible sonriendo a su nieto, dándole un toque en su pecho
para que le entrara en la cabeza. Chris asintió dándole la razón como a los
locos, pero es que en realidad tenía toda la razón. Annie y Sophie eran todo lo
contrario, dos mundos paralelos que jamás podrían encontrarse. Y en cierta
forma, le alegró que a su abuela Lucy le gustara la presencia de ella. ¿A quién
no le gustaría?
La abuela de Chris se quedó con ellos en la casa y estuvo hablando largo y
tendido con su nieto en la mesa del porche. Mientras, ellos daban los últimos
retoques para dejar todo listo para el reportaje. Querían empezar al día
siguiente y tenía que estar todo perfecto para que no surgieran imprevistos
por el camino. Cuando todo estaba en orden y terminado, la abuela de Chris
les cocinó un plato casero de la zona y comieron todos juntos en la mesa del
salón. Sophie no sabía qué era lo que había cocinado, pero estaba encantada
con esa especie de croqueta. Eran como buñuelos de cangrejo que estaban
realmente deliciosos. Según la abuela Lucy era un plato típico de Boston, de
dónde era la familia de Chris. Sophie no podía comer ni un trozo más, estaba
completamente saciada y miraba asombrada como Roberto y Chris comían
sin parar. ¿Dónde metían tanta comida?
—Madre mía, vais a explotar —dijo Yanna mirándolos mientras se daba
aire con la mano en la cara. Al parecer también estaba inflada de tanto comer.
—Déjalos que coman, tienen que crecer —La abuela Lucy miraba a su
nieto y a Roberto con una sonrisa amplia como si estuviera orgullosa por
verlos comer de esa forma. Chris dejó de comer mientras se limpiaba la boca,
dando un largo suspiro. Estaba lleno, aunque podría comer esos buñuelos de
cangrejo a todas horas. Era uno de sus platos favoritos desde siempre, le
recordaban a su infancia y a momentos increíbles que había pasado con su
familia en la ciudad de Boston.
—Abuela, no como más, pero porque tenemos que irnos a comisaria —
Aquello alarmó a Lucy y miró a todos con los ojos como platos, esperando
que alguien dijese el porqué.
—¿Qué ha ocurrido? ¿Tengo que ir a darle a alguien con el bolso?
Aquello hizo sonreír a todos y su nieto le explicó con cautela lo que había
ocurrido en la residencia de Sophie. No quería asustar a su abuela asique
omitió algún detalle y le explicó que fue un simple robo. Lucy se sintió algo
más aliviada, pero miró a Sophie con pena por lo ocurrido.
—¿De verdad hija? ¿Estás bien? Menudo susto tuviste que darte, ¿no?
—Sí, pero estoy bien ya Lucy. Por suerte solo fue un susto —Dijo Sophie
mirándola con cariño. Esa mujer era un amor, la conocía de poco tiempo y ya
creía quererla.
—Sí, vamos Sophie y yo a terminar con el papeleo y volveremos
enseguida. ¿No te importa verdad, abuela? Roberto, ¿os importa hacerle algo
de compañía hasta que venga el taxi a recogerla?
—Sin problema, Chris —Dijo Roberto asegurando de que no habría
problema en ello. Sophie y Chris se incorporaron de la mesa dispuestos a
marcharse. Lucy abrazó a su nieto con unas ganas inmensas, se notaba que lo
echaba en falta y era normal, él no tenía casi tiempo para su familia y era lo
que más lamentaba de su profesión. Abrazó también a Sophie con cariño y
ella le sonrió ampliamente, le encantaba la energía de esa mujer. Tenía un
aura y un espíritu joven, y otras personas con veinte años parecían tener
ochenta. Ambos salieron en el Jeep de Chris, esta vez sin Jack al volante.
Roberto y Yanna recogieron las cosas de la cocina mientras hacían compañía
a la abuela de Chris.
El viaje en el coche de camino a la comisaría de Nueva York estaba siendo
realmente incómodo, ninguno de los dos hablaba y ni siquiera se miraban. En
la radio sonaba la canción Sign of the times de Harry Styles. Sophie se estaba
acordando de lo cariñosa que era la abuela de Chris y eso la hizo sonreír
mientras miraba por la ventana mientras pasaban por cada uno de las
ciudades de camino a la ciudad. Entre ambos había una tensión demasiado
fuerte para no sentirla y parecía que ninguno de los dos quería romperla. Sin
embargo, Sophie rompió el silencio porque o lo hacía o se bajaba del coche.
No soportaba estar así.
—Tu abuela me cae bien —Dijo sin más, mirando las vistas de las zonas
verdes que dejaban a los lados de la carretera. Cómo le gustaba ese lugar, era
todo lo contrario a lo que se imaginaba. Se parecía mucho a la zona de
Galicia situada en el norte de España. Y eso la fascinaba.
—Tú también a ella —Dijo Chris de forma segura y asintiendo a lo que
ella había dicho.
Y fue lo único que se dijeron en el camino. Ambos se callaban muchas
cosas y querían decir demasiado, pero no mencionaban nada. Tras unos
veinte minutos en silencio acompañados únicamente del sonido de la radio,
llegaron al barrio de Murray Hill de Nueva York, dónde se encontraba el
departamento de policía de la ciudad. Se acercaron con el Jeep por la zona
trasera dónde había una puerta de garaje que nada más acercarse con el coche
se abrió en esos instantes. Sophie supuso que había dado el aviso para que
nadie pudiera verlo por la calle entrando a la comisaria o sino aparecería en
los medios de forma alarmante.
Chris aparcó el coche en un garaje prácticamente desierto, únicamente
había dos coches aparcados y seguramente serían de los agentes que allí
trabajaban. Estaba oscuro y los muros eran de un color verde claro, llenos de
grietas y arreglos mal hechos que hacían que fuera siniestro y pareciese más
viejo de lo que realmente era. Sophie cogió aire con fuerza e intentó
tranquilizarse mientras pensaba que aquella sería, por suerte, la última vez
que tendría que entrar en esa comisaría.
—Vamos. Quién nos va a atender es el inspector jefe John Robbinson, ¿de
acuerdo? —Comentó Chris para intentar calmarla. La había estado
observando durante todo el viaje y estaba muy nerviosa.
—Está bien —Dijo ella mientras subían unas pequeñas escaleras mal
iluminadas hacia la zona de la comisaría central. Conforme iban subiendo los
escalones, cada vez se escuchaba más ruido. La gente hablaba e incluso
gritaba. “Bienvenida al día a día de Nueva York”, pensó Sophie.
Y así era, todo lo que había visto en series y películas se quedaba corto.
Había decenas de policías andando rápido de un lado a otro, alzando la voz y
hablando con nerviosismo. Una persona que estaba siendo atendida o
interrogada dio varios golpes enfadado en la mesa, por la que justo habían
pasado y eso hizo que Sophie diese un bote. Joder, menudo susto se había
llevado. Chris la miró de reojo y de forma instintiva hizo que se pusiera a su
lado, agarrándola por la zona baja de la espalda mientras la guiaba hasta el
despacho del inspector Robbinson que quedaba al fondo de la comisaría en
un cuarto apartado y acristalado. Ella notó ese gesto y lo agradeció,
tranquilizándose al instante al sentir el tacto de él. Era extraño, pasaba de
estar alterada a estar tranquila y servirle como anclaje y de relajante para sus
nervios.
Chris no tuvo ni siquiera que tocar la puerta del inspector, directamente se
abrió y apareció el hombre al que buscaban. John Robbinson era un hombre
de unos cuarenta y pico años, moreno con poco pelo, engominado; y rasgos
duros y serios. Parecía una persona con muchas sombras, pero a la vez seguro
de sí mismo, con una estatura normal y algo rellenito. Lo que vendría siendo
el prototipo de hombre americano que Sophie veía siempre en las películas.
Al final las series y películas de las que era friki le servía más de lo que
pensaba.
—Bienvenido señor Jones —Le dijo Robbinson a Chris, dándole la mano
de forma segura. Él la estrechó con firmeza con gesto serio. Quería averiguar
con urgencia a qué se enfrentaban con lo que el inspector jefe le había dicho.
—Usted debe ser la señorita Madden, encantado —Sophie le dio la mano
con algo de desconfianza y dudas, pero lo hizo de forma firme, aguardando
todas sus dudas en su interior—. Por favor, pasen y siéntense. Les estaba
esperando.
Él se hizo a un lado dejándoles pasar y ambos entraron en el interior de
aquel despacho de paredes blancas y detalles azules. Sophie observó ese
cuarto por unos segundos, había decenas de estanterías con medallas y
distintos trofeos. Tanto ella como Chris se sentaron frente a la antigua mesa
de madera que ocupaba casi la totalidad de la estancia. Todo era realmente
viejo y obsoleto.
—Bien, verán. He llamado al señor Jones porque hemos encontrado un
objeto en su habitación, señorita Madden.
—Sí, me ha informado. ¿Qué han encontrado? —Dijo ella con
nerviosismo, pero decidida a cerrar la situación de una vez por todas. Chris la
miró de repente al notar la voz segura de ella, se endurecía en las situaciones
complicadas y eso hizo que aún sintiera más ganas de estar con ella a todas
horas. Era jodidamente perfecta y cada día que pasaba más le sorprendía.
—Un momento, señorita Madden —El inspector Robinson se giró hacia el
archivo que abrió con una pequeña llave sacada del bolsillo de su pantalón.
Cogió una bolsa transparente dónde se introducían las pruebas que
encontraban en las investigaciones y la dejó sobre la mesa, justo en frente de
Sophie—. Aquí tiene, ¿reconoce el objeto?
Sophie cogió la bolsa y alzándola levemente sobre sus ojos, se quedó
blanca cuando vio aquel objeto que habían encontrado en su habitación. ¿Qué
hacía eso ahí? ¿En serio había viajado eso desde España hasta Estados
Unidos? No, era imposible, tenía que ser una broma. No lograba comprender
nada.
—Sophie, ¿qué ocurre? —Chris la miraba preocupado al ver el gesto de
miedo en su rostro. Se giró rápidamente hacia ella con su cuerpo y miró al
inspector esperando alguna contestación por ambos. No sabía que mierda
pasaba y se estaba poniendo realmente nervioso.
—Esto tiene que ser una broma. Es el anillo que llevaba siempre mi padre,
al menos es idéntico —Dijo Sophie nerviosa y asustada al ver el objeto.
—Está bien señorita Madden, ¿se encuentra su padre aquí en Nueva York?
—Dijo el inspector a modo de interrogatorio informativo para descartar que
eso no se pusiera peor. Chris no dejaba de mirarla y veía como sus manos
temblaban, pero apretaba con fuerza el plástico de la bolsa dónde se
encontraba el anillo. Y sabía lo que iba a responder, lo habían dicho en los
medios y en las revistas cuando investigaron la vida privada de ella, su padre
no estaba en Estados Unidos ni en España.
—Señor Robbinson, mi padre está muerto —Susurró aquello que casi no
se escuchó con el barullo de la comisaría. Pero ambos lo habían escuchado
perfectamente y el gesto de Sophie no tenía descripción. Aquello hizo que el
inspector cambiara el gesto rápidamente y agarrara la bolsa con el anillo de
las manos de Sophie rápidamente. Eso cambiaba las cosas y un simple robo,
pasaba a ser un caso de investigación más serio.
—No entiendo señorita, ¿entonces se quedó Usted con este anillo de su
padre? —Le preguntó el inspector.
Sophie recordó rápidamente el día del entierro de su padre. No habían
metido nada en el interior del nicho, únicamente uno de los pañuelos que
solía ponerse en la chaqueta de traje que siempre llevaba. Y en su dedo,
llevaba ese mismo anillo. Era prácticamente imposible que lo hubiesen
copiado, su padre era muy exquisito y compraba productos o los adquiría
porque eran únicos y exclusivos. No podía ser cierto y si lo era, aquello era
una broma y alguien había querido simular que era el anillo de su padre.
Pero, ¿para qué? ¿Querían asustarla? Notó la mano de Chris en su pierna y
reaccionó rápidamente. Se había quedado inmersa en sus pensamientos y no
había escuchado nada.
—Señor Robbinson, mi padre fue enterrado con este anillo en España. Es
imposible que haya llegado hasta aquí, tiene que ser una copia o un intento de
ese diseño.
Aquello fue lo que alarmó tanto a Chris como al inspector jefe. ¿Cómo era
posible que el anillo con el que habían enterrado a su padre estuviera en
Estados Unidos y fuese exactamente igual? John Robbinson tenía mucha
experiencia en casos similares, pero aquello se le escapaba de las manos.
¿Estaban buscando aterrorizar a esa chica?
—¿Es eso cierto Sophie? —Chris hizo que ella se girase moviendo la silla
de golpe hacia él para que lo mirara. Su gesto era serio y de preocupación. La
cara de ella no era de miedo, si no de incomprensión y sorpresa —. ¿Piensas
que es el mismo anillo?
—Señorita Madden, puede ser que sea una copia. Hoy en día se hacen
muchos anillos y piezas en serie —El inspector intentaba encontrar una
explicación lógica, pero los tres que se encontraban en ese despacho cutre y
obsoleto de la comisaría de Nueva York sabían que eso no era así.
—No, es imposible. Mi padre solamente compraba piezas únicas en el
mundo. Tenía dinero y podía permitírselo. Y es demasiada casualidad que
aparezca en mi habitación, ¿no cree? No entiendo que tenga que estar yo
diciéndole a Usted estas cosas. Si es el inspector jefe debería de haber
averiguado antes si esta pieza es única o no. Vaya trabajo de mierda que
hacen aquí —Sophie se había alterado como nunca y se levantó mirando al
inspector. Éste se quedó con la boca abierta sorprendido con su reacción y
realmente no sabía qué decir. Chris la miraba con estupefacción y admiración
a la vez. ¿Era esa la Sophie que conocía? ¿Qué le había pasado de golpe?
—Eh, Sophie tranquilízate —Chris se incorporó y la cogió de las manos
sentándola de nuevo en la silla del despacho para relajarla. Estaba realmente
nerviosa, tenía las manos temblorosas.
No sentía ni el corazón, sentía rabia por todo. Porque no habían podido
averiguar nada realmente, porque ese anillo había aparecido de nuevo en su
vida y no era nada normal que eso ocurriera. Y sentía rabia por Chris, por
estar sola, porque quería irse a España y proteger a su familia en todo lo que
pudiese y porque su padre, quién había abandonado a su familia volvía a ser
la fuente de sus problemas. No comprendía que estuviera ocurriendo eso y no
sabía qué querían de ella cuando realmente no tenía nada que ver con la vida
de su padre desde hacía más de quince años y, además, él ya no estaba. ¿Qué
cojones pasaba ahí?
—No me tranquilizo —Apartó las manos de Chris rápidamente y miró al
inspector jefe, incorporándose de nuevo de la silla. Apoyó sus manos en la
mesa del despacho haciéndose hacia adelante para hablar seriamente con el
inspector—. Escúcheme bien, inspector de pacotilla. O investiga bien esto y
descubre quién ha traído este anillo o quién lo ha querido copiar, o juro que
pienso sacar todos los trapos sucios de Usted en todos los medios de este país
y de España. ¿Le ha quedado suficientemente claro?
Sophie había alzado la voz y Chris estaba sentado mirándola con una
sonrisa escondida. Se había excitado al escucharla así, pero a la vez estaba
preocupado por la situación. Esa chica tenía muchas más agallas de las que
realmente la gente pensaba, incluso tenía más valor que el propio inspector
jefe de la Policía Nacional de Nueva York.
—De acuerdo señorita, no se preocupe. Solucionaremos este caso, no hace
falta llegar a esos extremos, ¿verdad señor Jones? —el inspector buscó algo
de apoyo en Chris, pero éste estaba mirando a Sophie como si fuese a
comérsela ahí mismo con una sonrisa de orgullo. Él giró la cabeza hacia el
inspector.
—Haga lo que ella dice, nos vamos. —Se incorporó de golpe y tiró de la
mano de Sophie para salir del despacho de forma rápida. Sophie pasó esta
vez por el hombre que antes gritaba en la mesa y ni siquiera se inmutó. La
adrenalina de lo que acababa de descubrir había hecho que en esos momentos
no tuviese ni un ápice de miedo. Necesitaba gritar y echar todo lo que tenía
dentro. Su amiga Mery se lo había dicho muchas veces, si no aprendía a
asimilar las cosas y canalizarlas, al final siempre ocurría eso y explotaba. Y
encima, tenía que soportar la presencia y cómo Chris tiraba de ella hacia la
zona de garaje. Que pesadilla por Dios.
—Suéltame —Sophie se soltó de mala forma del agarre de él, lo que hizo
que Chris la mirara entornando los ojos y se enfadara. Estaba excitado y
quería arrancarle la ropa ahí mismo en ese garaje, pero se estaba controlando
todo lo que podía.
—Tenemos que irnos, vamos —Volvió a agarrarla esta vez más fuerte y
ella hizo de nuevo lo mismo, dándole después un empujón en el pecho que ni
siquiera lo movió dos centímetros hacia atrás.
—He dicho que me dejes, estúpido —Le soltó Sophie con seriedad. Estaba
asqueada, necesitaba irse lejos y estar sola horas y horas. No quería ver a
nadie, no quería pensar en nada más que en su familia y en si realmente
estaban bien. Era inevitable que no se preocupara después de encontrar aquel
maldito anillo.
—¿Acabas de empujarme? —Chris dio un paso hacia ella mirándola
fijamente, aguantando las ganas de estamparla contra la pared y comerle la
boca en esos momentos. Pero entendía la situación, estaba enfadada y
asustada. Si hacía algo ahora mismo, se arrepentiría siempre y no quería eso.
Ahora mismo Sophie necesitaba desahogarse y soltar todo lo que tenía
dentro.
—Sí, ¿algún problema? Si no te importa, me largo. No me apetece verte
más —Sophie se giró para darse la vuelta y andar rápido, pero de repente se
vio volando por los aires. Chris la había cogido como si fuese un saco de
patatas y ella pataleó gritando sorprendida y cada vez más cabreada.
—¡Idiota! ¡Bájame! No quiero estar contigo, ¡joder! —Sophie pataleaba,
pero le fue en vano porque Chris la agarró con cuidado y abriendo la parte de
detrás de su Jeep la metió en los asientos de detrás. Ella se removía para
intentar bajar del coche, pero hizo tope como pudo y cerró la puerta poniendo
el seguro después.
—Si no te vienes por las buenas, te vienes por las malas —Aseguró Chris
mientras andaba hacia la puerta del conductor.
—¿Qué haces? ¡Abre la puerta Chris! —Sophie gritaba y se le escuchaba
en todo el garaje por mucha protección que el coche llevase. Daba golpes en
la ventanilla de la parte de detrás y vio como Chris se sentó en el asiento del
conductor sin escucharla. Haciendo caso omiso a los manotazos que le daba
en la cabeza arrancó el coche y salió del garaje en dirección a la casa de
Watkins.
Sophie se calmó al ver que él pasaba de ella, el enfado que tenía encima
era bastante grande y no quería ni siquiera mirar hacia dónde él estaba, asique
fue todo el camino sentada de lado con los brazos cruzados mirando por la
ventana. Cuando vio que pasaron de largo del barrio de Brooklyn eso le
extrañó y se giró hacia adelante.
—¿Dónde vamos? El apartamento estaba por ahí.
Y Chris decidió no hablarle, no tenía ganas de eso. Quería llegar y
tumbarla en la cama para arrancarle ese vestido que lo llevaba loco todo el
día y quitarle el enfado que tenía encima con besos y caricias. Aunque sabía
que no era momento, Sophie estaba muy enfadada y muy afectada por todo lo
que había descubierto en la comisaría. Sin embargo, Sophie no se callaba,
insistía una y otra vez preguntado dónde iban hasta que vio que la zona de
Watkins estaba cerca.
—¿Se puede saber por qué estamos yendo a tu casa?
—Te la conoces muy bien eh, parece que te gusta —Comentó él de forma
divertida para intentar que se relajara un poco.
—Cállate idiota —Dijo sin tapujos, eso hizo que Chris pusiera la música a
tope para no escucharla otra vez insultarle y sin interesarle lo que estaba
diciendo. Quería llegar ya e intentar que Sophie se calmase de una vez. Al
cabo de quince minutos dónde ella había gruñido, pataleado y gritado a Chris
en el coche, mientras él intentaba hacer como que no la escuchaba con la
música a todo volumen; llegaron a su casa. Chris bajó del asiento del
conductor y abrió la puerta dónde estaba Sophie, pero como era lógico se
negó a bajar con los brazos cruzados. Parecía una niña pequeña.
—No pienso bajar, quiero irme al apartamento —Le dijo sin mirarle con
los brazos cruzados mirando al frente.
—Sophie, no me hagas cogerte en brazos otra vez.
—No voy a ba... ¡Chris! —Antes de que lo dijese ya estaba de nuevo
cogida de mala forma por parte de Chris, su cabeza colgaba boca abajo y
movía las piernas en modo de pataleta. Notaba que los zapatos se le iban a
caer en cualquier momento y juraría que se le veía ropa interior porque
notaba que el vestido lo tenía completamente desarreglado y subido hacia
arriba de las caderas.
Chris abrió como pudo la puerta de su casa y andando fue hasta la zona del
gimnasio, dónde dejó en el suelo a Sophie que comenzó a andar de un lado a
otro sin querer ni escucharle mientras se arreglaba el vestido de forma rápida.
Estaba muy enfadada con él, con el mundo y con todo lo que estaba pasando.
—Sophie, escúchame. Tienes que relajarte —Chris la miró mientras se lo
decía, pero ella parecía una presa que era perseguida por una gacela. Quería
huir de ahí, del mundo y de cualquier lugar. Estaba a punto de tener otro
maldito ataque de ansiedad y no se lo podía permitir. No delante de él. Él se
dio cuenta que no estaba bien, la cara de ella era de puro agobio y de no
entender nada de lo que estaba ocurriendo. Estaba entrando en shock, tenía
que calmarla o sino acabarían la noche en el hospital.
—No quiero, no necesito que me digas que tengo que hacer Chris —Ella
intentó quitarle importancia, pero no era cierto. Tenía la respiración agitada,
notaba que la ansiedad estaba haciendo que tuviese un nudo en el pecho y
cada vez le costaba más respirar y coger aire.
—Vas a relajarte, o si quieres llamo a Stevens para que te relaje él.
—¿Perdona?! —Aquello la alteró aún más y Chris sonrió, si no conseguía
que se tranquilizara por las buenas lo haría por las malas. Tenía que soltar
toda la rabia que tenía dentro y desahogarse o si no iba a explotar.
—Sí, posiblemente ya os habréis acostado. Stevens es de acostarse con una
chica y al día siguiente no acordarse de ella. ¿Es eso Sophie? ¿Quieres que lo
llame para que te relaje?
—Eres un gilipollas. —Ella alzó la mano y le giró la cara dejándole marca
en todo el costado del rostro. Sophie se sentía dolida por lo que le había
dicho. ¿De verdad creía que echando un polvo con Stevens se calmaría? ¿Tan
baja y en poca estima la creía? Le había sentado muy mal, hasta el punto de
sentir tanto agobio que creía que tenía los ojos llorosos.
Él no se había esperado eso en ningún momento y supo que esa chica tenía
mucho más carácter del que él creía. Y en cierta forma eso le gustó, porque se
aseguraba que nadie podría jugar con ella nunca. Chris la agarró de nuevo
esta vez en brazos y sin que ella lo esperase se tiró a la piscina agarrándola
hasta que ambos se hundieron en el agua. Ella aguantó la respiración bajo del
agua, pero sintió como el agua caliente y la impresión se llevaba parte de su
enfado por el camino, aunque tampoco es que le hiciese mucha gracia que le
tirasen al agua vestida y con los tacones. Sacó la cabeza cuando notó que
podía moverse y vio a Chris mirándola fijamente con el traje y el pelo
mojado y despeinado.
—¿Más tranquila? —Se pasó la mano hacia atrás por el pelo mientras la
miraba. Ella respiraba con dificultad, pero se sentía algo más tranquila,
aunque seguía enfadada con él por el comentario que había dicho.
—Sí, pero me quiero ir a casa. No quiero estar con un gilipollas a solas —
Se giró para nadar hacia la escalera que tenía la piscina en el costado. Sin
embargo, cuando iba avanzando su paso se cortó al sentir la mano de Chris en
su cadera y tirar hacia su cuerpo de forma lenta pero firme. Su cuerpo se
quedó pegado al suyo y ella lo miró enfadada.
— Suéltame, no quiero estar con alguien que piensa así de mí —Movió los
brazos para soltarse, pero Chris los cogió con una de sus manos y la dejó
inmovilizada llevándolos hacia su espalda. Ambos se miraban fijamente, los
dos estaban alterados, pero él manejaba la situación.
—¿Crees que pienso así de ti? —Dijo mirándola a los ojos, completamente
serio y sereno. Sophie se removía intentando soltarse de su amarre, pero en
cierta forma no quería hacerlo a pesar de estar enfadada.
— Sí, si lo has dicho es porque lo piensas. Además, Stevens es tu amigo,
que vergüenza que pienses así de él. ¿Qué pensaría si lo supiese?
Eso hizo que Chris le pegase más a él y Sophie notó todo su cuerpo junto
al de ella, bajo la camisa se notaba su torso completamente marcado y el agua
hacía que la camisa se le pegara. Maldita sea, tenía que irse de allí
rápidamente.
—Es mi amigo y sé cómo es. Por eso sé que quiere acostarse contigo.
—No digas estupideces —Dijo ella seria mirándole.
—No son estupideces Sophie, le conozco. Aunque aún no se si tú eres de
las que se acuestan en la primera cita con un chico —Eso hizo que Sophie se
removiese y gruñendo se soltó levemente de él. Él de nuevo fue más rápido
que ella y la agarró de nuevo, pero esta vez de forma más suave y tranquila.
La abrazó por su espalda y la pegó a su cuerpo. Su trasero notaba la zona baja
de Chris y eso hizo que se estremeciera. ¿En serio estaba ese hombre detrás
de ella? Se sentía realmente pequeña a su lado, y sus brazos parecían dos
enormes anclajes que la tenían fija junto a su cuerpo.
—No te vas a ir Sophie, hasta que no te relajes y saques lo que llevas
dentro —Chris susurró en el oído de ella. Sophie no sabía dónde meterse,
entrecerró los ojos al escuchar la voz de él en su oído e intentó concentrarse
en las palabras de él.
—No tengo que desahogarme y menos contigo —Él no le hizo caso y una
de las manos de él fue hacia el pecho de ella sin bajar la mano y la puso justo
dónde se encontraba su corazón. Eso a ella le sorprendió e hizo que respirara
profundamente y notara una leve relajación en su cuerpo. Aunque en cierta
forma vigilaba el movimiento de su mano para que no se moviera por lugares
dónde no debía moverse.
—Sé que te duele la pérdida de tu padre, sé que estás asustada y sé que
necesitas sacar lo que llevas dentro —Dijo él contra su hombro y dejó caer un
suave pero corto beso sobre él tras susurrarle de forma tranquila.
¿Acababa de besarle la piel de su hombro? Sophie intentaba relajarse. La
voz de él acompañado de sentir la mano sobre la zona de su corazón, hizo
que le entraran ganas de llorar, pero inspiró profundamente. No quería
romperse ahí, no tenía derecho a llorar en frente de un casi desconocido y
menos por su padre. Chris lo sabía, la comenzaba a conocer muy bien y
estaba seguro que no quería llorar por orgullo y vergüenza.
— Sophie, sé que estás conteniéndote. Seguramente has estado años
haciéndolo, pero no es malo abrirse. Tienes que sacarlo todo —Decía él
mientras mantenía la mano en la zona de su corazón, notando como el pecho
de ella subía y bajaba con dificultad por su respiración acelerada por la
ansiedad.
—Lo sé, pero…—Notaba como Chris daba un pequeño y corto masaje
sobre la zona de su corazón. Ni bajaba y subía. Él no quería nada más en esos
momentos, aunque la zona baja de su entrepierna quisiera otra cosa, solo
quería que ella se sintiese bien y se desahogara. Así, de alguna forma se
podría abrir con él y comenzar a conocer a la verdadera Sophie que había
bajo la barrera que había construido.
—Pero… ¿le echas de menos verdad? —Terminó él la frase que ella había
comenzado. Lo que ella no podía decir lo dijo él. La comenzaba a conocer de
verdad, sabía que esas palabras habían sido un pequeño interruptor para ella.
Y eso fue lo que hizo que ella se derrumbara. Una lágrima comenzó a caer
sobre la mejilla de Sophie y comenzó a respirar con dificultad. Chris lo notó
y la apretó más a su cuerpo mientras apoyaba completamente la palma de su
mano sobre la zona de su pecho. Y se rompió en mil pedazos. Comenzó a
llorar de forma desconsolada, en cierta forma le daba vergüenza y rabia estar
llorando ahí mismo con Chris; pero hacía mucho tiempo que nadie conseguía
bajar esa barrera que tenía. Ni siquiera Mery, Andrea o su madre. Él la
abrazaba mientras soportaba como lloraba y apretaba los labios con rabia al
ver a esa chica tan fuerte y dura, romperse por dentro. Estuvo así minutos y
minutos que se hicieron una eternidad. Sophie llevaba milenios sin
desahogarse así, le venía a la cabeza cada palabra de su despedida con su
padre hacía más de quince años.
—No quiero verte más Jon. Ni siquiera eres más mi padre, lárgate de aquí.
Su padre había ido a su casa para hablar con Sofía, su madre. Quería
arreglar los términos del divorcio y explicarle según él “de buenas formas”
porque no le había dejado ni siquiera un poco de dinero para poder mantener
a sus hijas durante el tiempo que su madre buscaba un trabajo decente. El
error de ella y por desgracia de muchas mujeres españolas había sido
quedarse en casa, limpiando, cocinando y dedicando su vida a su marido y
sus hijas. Sin embargo, su ex ya marido eso lo había visto siempre como
cansancio y vagueza. La consideraba una inútil y eso hizo que buscara apoyo
y amor en otros brazos que no eran los de su madre. Y, sobre todo, las había
abandonado desde el momento que habían dicho que iban a divorciarse. Las
había tirado de la finca familiar Madden situada en una de las zonas más
adineradas de San Juan y habían pasado a vivir en un quinto piso de los
peores barrios de la provincia. En esos momentos era lo único que podían
permitirse con el poco dinero que tenía ahorrado su madre. Y ahí estaba su
padre, yendo a explicarlo y a argumentar ese abandono. Dos niñas, ella de
quince años y su hermana de diecisiete que no podía ni siquiera asistir al
mismo instituto y tenían que perder el año lectivo.
—Sophie, entiéndeme. Ya no estoy con tu madre, os tenéis que valer por
vosotras mismas —Dijo su padre mirándolas.
—Papá…Digo, Jon. Tengo quince años, ¿cómo quieres que me valga por
mí misma? — Ella no entendía esa conversación, no entendía como una
persona de casi cincuenta años dejara a una niña de su edad abandonada y a
la suerte de un posible y difícil trabajo que su madre pudiera conseguir. A
ella no le importaba el dinero, solo quería tener a su padre cerca y que le
demostrara que la quería, únicamente eso.
—Jon, lárgate. Nos buscaremos la vida, ahora por favor desaparece de
nuestra vida —Su madre había empujado a su padre hasta la puerta. Él las
miraba con cara de tristeza. Sophie y Andrea, las dos hermanas estaban en el
pasillo de ese diminuto piso mientras miraban como su padre desaparecía de
aquel lugar para el resto de sus vidas. Andrea no quería decir nada, solo
estaba apoyada en la pared del pasillo con aires de indiferencia y Sophie solo
hacía que derramar lágrimas por sus mejillas. Si no recordaba mal, era de las
últimas veces que había llorado hasta el día de su muerte. El comienzo de una
nueva vida y el fin de otra. Tenían que sobrevivir con él o sin él, pero sobre
todo tenían que sobrevivir a la falta de un padre y del cariño del que se
supone debería de ser una de las figuras más importantes para una persona.
“Tráeme vaqueros y ropa cómoda por favor Yanna, gracias por la camiseta
de “Los Caídos” Muy oportuna, pienso matarte cuando te vea. ¡Un beso!”.
La mañana siguió con normalidad, habían podido grabar como Chris hacía
su comida, tortilla francesa con ensalada de aguacate que él mismo había
preparado y que después ellos pudieron probar. Sophie juró en esos
momentos que era la mejor ensalada que había probado y eso que ella no era
muy fan de esa clase de platos. Y después, todo el equipo se preparó para
salir a la zona del jardín y grabar sobre la nieve. Desde ahí pudieron grabar el
terreno que tenía Chris y parte de la fachada de la casa. Sophie descubrió que
era un chico que le encantaba la naturaleza y le gustaba preservarla, había
plantado árboles dónde no había y habían visto cómo muchos de ellos ya
estaban crecidos y tenían frutos que probaron mientras se grababan varias
secuencias.
Tras un largo día, la noche llegó y todos comenzaron a recoger todas las
cosas. La próxima jornada de grabación sería la semana siguiente en el lago
Séneca. Sophie sabía que a finales de esa semana estaba el estreno de la
película de Los Caídos y, por lo tanto, no vería más a Chris hasta el próximo
día de rodaje. Eso la hizo entristecerse un poco, inevitablemente se había
acostumbrado a pasar tiempo con él y en cierta parte, no quería irse ya de allí
después de todo lo que había ocurrido.
Roberto y Yanna se despidieron de Chris y salieron corriendo bajo la nieve
hacia la zona externa del terreno dónde un taxi estaba esperándolos. Mientras
tanto, Sophie cogió la mochila que tenía en el salón, no quería irse, pero
debían marcharse o posiblemente no llegarían a Brooklyn. La nevada que
caía en esos momentos era enorme y el viaje iba a ser largo y complicado.
—Sophie, ¿no vas a despedirte?
Ella se giró justo cuando estaba saliendo por la puerta tras haberse puesto
su abrigo, hacía un frío horrible en el exterior. No quería despedirse, en
realidad sí; pero no sabía cómo hacerlo después del beso en el jardín. Era una
situación que ella no había vivido nunca y no sabía cómo actuar. Y Chris, sin
embargo, estaba ansioso por una despedida como tenía que ser.
—Eh, claro. ¿Adiós? —Dijo ella de forma tímida y alzando la mano
imitando un adiós tradicional y convencional. Chris soltó una carcajada sin
poderlo evitar. La había notado realmente tensa desde el beso y no le gustaba
que se sintiera así. Era cierto que el beso había sido inevitable y entendía que
ella actuara de ese modo, pero no quería que volviera a poner de nuevo sus
barreras alrededor de ella, asique la agarró de la mano y la hizo entrar de
nuevo en la entrada pegándola contra la pared para que Roberto y Yanna no
vieran nada.
—Escúchame Sophie, no quiero que estés de nuevo fría. Lo qué ha pasado,
ha pasado.
Sophie lo miraba fijamente a los ojos, tenía que entender que ella era así y
posiblemente iba a ser muy difícil que ella hablara de lo que había ocurrido.
Ni siquiera se creía que había pasado de verdad.
—Lo sé, sé lo que ha pasado. —Dijo ella nerviosa, sin dejar de mirar sus
ojos azules que la miraban fijamente y de forma profunda.
—Bien, pues no le des más vueltas. Seamos amigos. Ten, esto es para ti.
Chris no sabía cómo llevar esa situación y prefirió que ella se sintiera
cómoda con él antes de que volviera a estar seria y fría como anteriormente.
Agarró su mano y puso un sobre de color beige en la mano. Sophie se quedó
pensativa y miró el sobre sin entender nada. Él sabía que se asustaría al ver el
contenido, el próximo viernes era el estreno de la película de Los Caídos y
quería que asistiera con él como acompañante. No quería poner etiquetas a lo
ocurrido, pero sí quería que ella sintiera que se había convertido en alguien
especial y quería conocerla de forma formal y consciente.
—¿Qué es esto? —Dijo Sophie mirando el sobre sin entender nada y alzó
la mirada para buscar una respuesta de él.
—El próximo viernes es la premiere de Los Caídos, quiero que vengas
conmigo como acompañante.
—¿Cómo? No, que va. Estás loco —Dijo ella ofreciéndole de nuevo el
sobre para que él lo cogiera. Se asustó al escuchar lo que acababa de decir.
¿Qué hacía ella en el estreno de esa película y como acompañante de Chris?
Eso era exponerse públicamente, mucha presión y no tenía ningún sentido.
Además, se habían besado, no eran pareja ni mucho menos y si aparecían
como acompañantes la prensa volvería a pensar que lo eran. No iba a ir, no
podía.
—Ven y disfruta de esa noche conmigo.
—¡Sophie! ¡Vamos!
Ambos escucharon la voz de Yanna gritando, se miraron sin saber qué
decir y Chris la agarró de la zona baja de la espalda y puso de nuevo el sobre
su mano de forma suave y tranquila. La empujó con suavidad hacia la zona
exterior de la casa sin dejar de mirarla.
—Nos vemos el viernes Sophie —Dijo él sonriendo.
Sophie levantó el dedo en modo de protesta, pero él la empujó sonriendo
hasta que quedó en la parte exterior de la casa y Chris cerró la puerta
rápidamente para que ella no tuviese oportunidad de negarse a lo que había
dicho. Se quedó paralizada por unos instantes, madre mía. ¿Cómo iba a ir a
ese evento con Chris? La voz de Yanna insistiendo hizo que reaccionara de
nuevo con rapidez y corrió por encima de la nieve con cuidado hasta la puerta
de la valla del terreno de Chris. Salió fuera del recinto, dónde el taxi con sus
amigos la estaban esperando. Aún no se creía lo que acababa de ocurrir y no
sabía cómo asimilar lo que le había dicho Chris. ¿Enserio tenía que ir a ese
evento tan importante? ¿Podía negarse verdad? Aunque en el fondo estaba
deseando que eso ocurriera, era una experiencia que muy pocas personas en
el mundo podían vivir.
El camino a casa fue tranquilo, pero con miradas de Yanna que la ponían
realmente nerviosa. No quería hablar de lo ocurrido allí en el taxi, más que
nada porque el conductor no tenía por qué saber nada y menos aun tratándose
de algo relacionado con un personaje famoso y público como era Chris. El
viaje costó casi cien dólares hasta el apartamento de Brooklyn, el taxista
había ido muy despacio por culpa de la nieve y los problemas de tráfico hasta
llegar a la puerta del edificio. Eso había hecho que se duplicara el precio del
viaje lo que supuso varias quejas de Yanna hacia el taxista.
—Dios, echaba de menos esto. —Dijo Sophie cuando entraron por la
puerta del apartamento. Se dejó caer sobre el sofá sonriendo, sus amigos se
giraron hacia ella cuando se quitaron la chaqueta. Ella, sin embargo, sólo
quería relajarse asique encendió la televisión y no se dio cuenta de las
miradas de sus amigos y compañeros.
—Sophie, necesito detalles. Tú, Chris. Aún estoy alucinando.
Yanna la miraba sonriendo mientras iba hacia la zona de la cocina para
prepararse un té caliente. Sophie giró la cabeza hacia su amiga y alzó los
hombros. En realidad, no tenía mucho que decir, aunque el sobre que tenía en
el interior del bolsillo del pantalón era bastante jugoso para su amiga.
—¿Qué quieres que te cuente?
—No se Sophie. Por ejemplo ¿cómo has llegado a estar encima de ese
hombre besándole?
Yanna usó un tono sarcástico y eso la hizo sonreír levemente. Ni siquiera
sabía cómo había ocurrido todo aquello. Desde el beso anterior al beso de esa
mañana. Simplemente había pasado y quería repetir todas las veces posibles.
Chris era un hombre atractivo, pero más allá de eso era un hombre interesante
que la hacía ponerse realmente nerviosa y a la vez, abrirse como hacía tiempo
no conseguía hacerlo. Y su amigo tenía mucha razón, era Chris Jones y
posiblemente acabaría muy jodida pero tampoco quería estar cuestionándolo
todo a cada segundo. Quería disfrutar y listo.
Roberto se sentó al lado de su amiga y miró hacia la televisión. No quería
hablar con ella o al menos así lo interpretó Sophie, sin embargo, sentía que él
estaba ahí, apoyándola. Ella miró a su amiga mientras estiraba las piernas
encima del taburete que tenían frente al sofá para relajarse.
—Yanna, no lo sé. Simplemente pasó, nos caímos al suelo y ocurrió.
—Pero, ¿estáis juntos? —Dijo Yanna antes de beber de la taza de té que se
había preparado. Estaba apoyada sobre uno de los taburetes que tenía la barra
de la cocina.
—¡No! —Tanto Roberto como ella lo dijeron en voz alta y a la vez.
Giraron la cabeza hacia dónde estaba su amiga y Yanna se sorprendió,
mirándolos a los dos como si fueran dos extraterrestres.
—Vaya, no entiendo por qué tanto asombro. ¿Qué tendría de malo que
estuvieseis juntos?
—Que tarde o temprano la engañará. —Roberto lo dijo en tono seguro
mientras miraba de reojo a su amiga y Yanna cambió el gesto para mirarle
con cara de pocos amigos. Sophie suspiró al escuchar aquello y se incorporó
negando con la cabeza, estaba cansada de tanta justificación y tanto
problema. Estaba agotada con todo lo ocurrido, el beso, el anillo de su padre,
las justificaciones a sus amigos. Necesitaba relajarse, se acostaría en la cama
mientras veía alguna serie en Netflix y así no pensaría tanto en todo lo que
estaban diciendo.
—Bueno, cuando adivinéis el futuro que me depara me avisáis. Me marcho
a dormir. —Sophie lo dijo frente a la puerta de su habitación antes de entrar y
encerrarse en ella para no tener que hablar más del tema. El portazo que dio a
la puerta hizo que sus amigos cerraran los ojos ante el sonido.
—Pero Sophie…
Yanna se sintió mal por ella y le tiró un trozo de galleta a la cabeza de
Roberto, el cual alzó los hombros quitándole importancia a lo que había
ocurrido, en realidad era lo que pensaba.
Sophie se tumbó en la cama suspirando con fuerza, no entendía por qué
tenían que darles tantas vueltas a las cosas. Sí, Chris Jones era famoso y
posiblemente tendría centenares de mujeres deseosas por estar con él, pero
tampoco tenía porque explicar nada, ¿no? Encendió el portátil que tenía
encima de la cama y abrió su cuenta de Netflix, puso una de sus series
favoritas por excelencia; Friends. Al menos se relajaría y desconectaría un
poco de todo lo ocurrido esos días. Sin embargo, su teléfono sonó e
interrumpió su único momento de relajación de ese día. ¿De verdad no podía
estar ni un segundo tranquilo? Miró la pantalla y era Mery, asique puso el
manos libres mientras a la vez veía el capítulo en el portátil.
—¡Sophie! ¡Al fin!
—Hola Mery —La saludó sonriendo suavemente. No estaba mucho por la
labor de escuchar las locuras de su amiga. En realidad, necesitaba
desconectar de todo el mundo.
—¿Hola? ¿Cómo estás? Llevamos desde ayer sin hablar y no me has
mandado ni un mensaje. ¿Estás bien?
¿De verdad estaba tanto tiempo sin hablar con su mejor amiga? Maldita
sea, ni se había dado cuenta de eso y enseguida se disculpó con ella, se sentía
fatal. Todo lo que había ocurrido en la comisaría, en casa de Chris y demás la
había distraído demasiado y ni siquiera se había acordado de llamar a su
familia o a su mejor amiga. Ni siquiera sabía si estaban bien o no después de
lo ocurrido en la comisaría, tenía que cerciorarse de que estaban bien y no
había ocurrido nada extraño.
—Perdón Mery, de verdad. No he tenido tiempo para nada. ¿Cómo estás?
¿Estáis todos bien?
Escuchó como su amiga suspiraba, disculparse había hecho que se relajara
y su tono era más tranquilo.
—Bien Sophie. Tu hermana y tu madre trabajando sin parar, como
siempre. Y yo harta de la Uni, para variar. ¿Cómo va todo por allí? ¿Todo
bien?
—Sí, hoy hemos empezado con el reportaje en casa de Chris. Te encantaría
estar aquí —Dijo ella sonriendo suavemente. Se había tranquilizado al saber
que no había ocurrido nada y estaban todos bien. Además, recordó que tenía
que buscarse un trabajo extra para poder pagarle el billete a su amiga y
además buscar algún apartamento más económico para cuando ella viniera y
pudieran vivir juntas hasta que el intercambio terminara. Sin embargo, sabía
que tenía dinero ahorrado de la beca de intercambio y los trabajos de
camarera que había hecho en España. Asique cuando terminara el reportaje
de Chris y todo estuviera más tranquilo, compraría el billete a Mery para que
pasara con ella esos meses. Suponía que tendría que decírselo con tiempo
para poder solicitar los estudios a distancia en la Universidad, aunque
conociéndola y con lo loca que estaba seguro que le importaría muy poco
dejar ese año a medias. Algo que ella no sería capaz de hacer nunca.
—Sophie, es que es increíble. Esta semana se estrena la última película de
Los Caídos, ¿sabías? Y conoces a uno de sus protagonistas. ¿No estás como
soñando o directamente flipando en colores? ¡Yo lo estaría!
Dios, acababa de recordar la invitación al evento por parte de Chris. ¿Se lo
decía a Mery? No, no. Mejor no hacerlo o sino entonces sí que se volvería
histérica y sería capaz de hacer una locura. Conociéndola era capaz de coger
el próximo avión y presentarse en Nueva York en menos de un día. Sería
mejor no decir nada y contárselo más tarde o incluso después del evento.
—Sí Mery, aún no me lo creo. A veces se me olvida que es famoso, es una
persona bastante normal la verdad.
—Sí, siempre lo he dicho. Es uno de los actores más normales. Hay tanto
tonto por ese mundillo.
Mery comenzó a hablar del mundo del cine y Sophie no podía parar de
sonreír divirtiéndose con todo lo que decía de los actores. Desde Brad Pitt
hasta el mismísimo Chris Pratt. Si supiera que él mismo los había invitado al
rodaje de Jurassic World. Tenía que hacer venir a Mery como fuera, tenía que
ir con ella a ese rodaje y que disfrutara de esa experiencia. Sería una forma de
agradecerle todo lo que había hecho siempre por ella. Después de unos veinte
minutos criticando a algunos actores y alabando a otros, Sophie se despidió
de su amiga.
—Mery, me marcho a dormir. Mañana madrugo y me espera un día largo
de trabajo.
—Vale, mándame fotos, pero esta vez de verdad. ¡Eh! Y si puedes hacer
videollamada mejor, así veo en directo a Chris. Dios. Es que es tan
surrealista.
—Lo es, Mery. Lo es. Anda, ¡buenas noches!
—¡Buenas noches suertuda!
Sophie colgó el teléfono porque si no su amiga podría estar horas y horas
hablando mientras ella dormía. Cerró el portátil dejando el capítulo de
Friends a medias y tras quitarse la ropa se metió dentro de la cama tapándose
con el nórdico. Era momento de desconectar, de dormir y relajar la mente.
Mañana sería otro día. ¿Qué le depararía? ¿Sería una locura como había sido
ese día?
CAPÍTULO 9 - Desencadenando situaciones hostiles
Ese día había sido una larga jornada de trabajo, suficiente para aburrirse y
acabar tan cansada como Sophie se sentía en esos momentos. Los tres
compañeros se habían trasladado hasta Long Island para cubrir un pequeño
evento, dónde el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, inauguraba un parque
que habían construido en esa zona. Era precioso, pequeño, pero con un lago
artificial en el centro de éste con gran cantidad de césped a su alrededor.
Habían asistido multitud de ciudadanos y vecinos del barrio junto con
políticos importantes de la ciudad.
Mientras andaban hacia el aparcamiento dónde se situaba la furgoneta
de la NBC, Sophie se sentía congelada del frío que hacía en esa ciudad.
Después de haber estado más de dos horas en ese acto para una simple
colocación de una piedra y una inauguración rápida, las piernas y los pies los
tenía completamente congelados. En realidad, odiaba los eventos
institucionales, demasiado trabajo para lo que realmente era. Sophie pensó
que el invierno en Nueva York era mucho más duro de lo que creía, no
habían superado los cinco grados en muchos días. Cómo echaba de menos la
temperatura y el sol de España. Necesitaba ducharse urgentemente y entrar en
calor o posiblemente se resfriaría y acabaría en la cama con fiebre.
—Sophie, ¿cómo has visto el evento? ¿Te ayudamos con la crónica? —
Dijo Yanna mirando a Sophie mientras los tres colocaban las cámaras y todas
las herramientas de trabajo en el interior de la furgoneta.
—Puro aburrimiento. No tranquilos, en nada la tendré. No os preocupéis.
Se abrigó aún más de lo que ya estaba, no se quitaba el frío de encima.
Buscó su móvil en los bolsillos de sus pantalones y lo cogió para llamar a
Ellen y confirmar que el evento había ido perfecto. Sin embargo, al finalizar
la llamada con una Ellen satisfecha y contenta, no se dio cuenta que de su
bolsillo cayó un sobre beige al suelo. Era la invitación de Chris, la llevaba
encima siempre porque no quería que Yanna o Roberto la vieran y la
apabullaran a preguntas. Su amiga se agachó al ver el sobre en el suelo y
comprobó que no era un sobre normal.
—Dámelo Yanna por favor, es importante y no puede romperse. —Sophie
intentó de esa forma que su amiga le diera el sobre, pero esta entrecerró los
ojos con más interés al escuchar a su amiga. El sobre tenía marcas de agua de
la productora Akira y eso hizo que Yanna lo abriese con más ganas y
curiosidad dando la espalda a Sophie para impedir que cogiese el sobre.
Roberto las miraba sentado ya en el asiento del conductor y observaba a
sus amigas con curiosidad. Sophie en un movimiento rápido agarró el sobre y
se lo quitó de las manos a Yanna, pero esta volvió a agarrarlo rompiéndolo
levemente por un costado separándose unos metros de su amiga.
—Sophie, déjame verlo anda. A ver…
Sophie miraba la cara de Yanna en todo momento, no quería que gritara,
pero lo iba a hacer cuando descubriera qué era el contenido del sobre, estaba
segura de ello.
—¡Sophie! —Yanna gritó mirando a su amiga con los ojos abiertos como
platos. La gente que estaba en la calle se giró al escuchar el grito y ella
agachó la cabeza, maldiciendo que su amiga fuera tan escandalosa.
—Shh, ¡calla! —Dijo Sophie mirando mal a su amiga. Agarró el sobre
rápidamente y lo dobló para meterlo de nuevo en el bolsillo de su pantalón,
con rapidez y mirando mal a su amiga. Era la discreción en persona, maldita.
—¿Vas a ir verdad? ¡Tienes que ir!
Roberto se giró hacia ellas al escuchar tanto alboroto y miraba la situación
desde el interior de la furgoneta. Sophie no quiso responder a Yanna y se
subió a la parte de atrás de la furgoneta.
—¡No huyas!
Yanna se subió también en el asiento del copiloto, pero se giró hacia su
amiga, mirándola en todo momento. Parecía una niña pequeña que esperaba
una respuesta rápida y afirmativa a lo que estaba solicitando.
—No huyo, deja el tema Yanna. No sé si voy a ir, aún estoy pensándolo —
Aseguró ella. Aún no sabía qué hacer. Era una experiencia única, de eso
estaba segura. Pero, por otro lado, era un paso demasiado grande y algo que
podría cambiar para siempre su vida. Ella sabía lo que suponía aparecer en el
los medios, su faceta de comunicadora y periodista le decía que no fuese,
pero, por otro lado, le hacía mucha ilusión y se sentía especial al haber
recibido esa invitación.
—¿A dónde no sabes si vas a ir? —Roberto preguntó mientras arrancaba la
furgoneta para ir directamente hacia el apartamento.
—Sophie tiene invitación a la premiere de Los Caídos y la ha invitado
Chris, como acompañante. ¡Y dice que no sabe si ir!
Yanna tenía un tono de incredulidad y sorpresa que hizo que Sophie
sonriera sin poderlo evitar.
—¿Vas a ir Sophie? — Roberto la miró por el retrovisor mientras ella
miraba por la ventana, pensando en las posibilidades de ir o no sin dejar de
escuchar a sus amigos.
—No lo sé, ni siquiera tengo vestido y no he ido nunca a un evento tan
importante. No me apetece ser el centro de atención —Dijo asegurando eso
último. Miró a su amigo por el retrovisor, la mirada de Roberto era de
comprensión, pero de aceptación a lo que decía.
—Pues es mañana, tendrás que pensarlo rápido Sophie —Dijo Roberto
mientras conducía por las calles centrales de Nueva York, abarrotadas de
coches y taxis por ambos lados.
—¡Eso eso! Yo te ayudo con el peinado y maquillaje, ya lo sabes.
Sophie rodó los ojos y prefirió apartar el tema por un rato. No le apetecía
que ese fuera el asunto principal de sus conversaciones y se quedó callada,
mientras sus amigos la miraban con curiosidad por los espejos del coche. Ella
prefirió mirar las calles de Nueva York, aún no comprendía como podía estar
tan enamorada de esa ciudad y a la vez odiarla. Ella, al igual que Chris era
una persona que deseaba la tranquilidad y no estar rodeada de gente. Le
gustaba la naturaleza, en su ciudad de San Juan era feliz porque tenía la playa
a tan solo cinco calles y se la conocía rincón por rincón. Todas las mañanas
se dedicaba a salir a correr por la orilla del mar, fuese invierno o verano y
después se duchaba y comenzaba su día. La naturaleza y ella estaban siempre
en constante comunión. Y Nueva York era todo lo contrario a tranquilidad y
naturaleza pura. Pero tenía algo increíble, un ambiente que no podrías
encontrar en ninguna otra ciudad. Como bien decía uno de sus cantantes
favoritos Frank Sinatra, es “la ciudad que nunca duerme” y quizás por eso le
parecía especial. Y por supuesto, su sentimiento friki crecía cada vez que
pasaban por el Upper East Side, por el puente de Brooklyn, Greenwich
Village entre otros. Espacios dónde habían rodado series que adoraba como
Gossip Girl o Friends.
Las oficinas de Ellen estaban vacías, eran cerca de las ocho de la tarde y a
esa hora era lógico que ningún trabajador estuviera allí. Sin embargo, sabía
que ella estaría y además la había avisado con un mensaje de texto durante el
viaje. Jack se había quedado en el garaje dentro del coche y él andaba solo
por los pasillos de la planta doce de aquel edificio de oficinas en pleno centro
de Nueva York. Se dirigió hacia la puerta del despacho de Ellen y tocó
suavemente con los nudillos.
—Pasa Chris
Abrió la puerta sonriendo y vio a Ellen sentada en la silla de su despacho,
que se levantó rápidamente para acercarse a saludarle de forma cariñosa.
—Como me gusta que vengas a verme —Dijo ella sonriendo al abrazarle,
dándole leves palmadas en la espalda. Chris sonrió al separarse, le encantaba
el carácter cercano y la energía de esa mujer. Daba gusto poder trabajar con
profesionales como ella y, además, con un valor personal enorme. Se quitó la
chaqueta negra que llevaba para abrigarse del frío horrible de esos días y se
sentó en una de las sillas frente a la mesa.
—Tendré que venir más a menudo entonces.
—Por favor, por mí encantada. ¿Quieres café?
Ellen le señaló la cafetera y antes de sentarse se dirigió a ella para
prepararse una taza de café. Una Nespresso roja, sencilla pero perfecta para
las visitas más cercanas. Chris asintió sonriendo y ella ya estaba preparándole
un café solo en uno de los vasos reutilizables que tenían.
—Mañana tengo entendido que tu equipo trabajará aquí, ¿verdad?
—Sí, tienen que editar parte del reportaje, así podremos presentar un
adelanto el próximo lunes. Aquí tienes Chris.
—Gracias Ellen. ¿Entonces programamos el estreno?
Chris agarró el vaso que había dejado ella en la mesa y tras removerlo,
le dio un sorbo largo. A pesar de que estaba muy caliente, él prefería casi
abrasarse la lengua antes de que se le enfriara. Una manía suya era que
odiaba el café y el té frío, directamente no lo querría asique era mejor
tomárselo cuanto antes y evitar que se enfriara.
—Cuando quieras, hablo con Camila y miramos la agenda.
—Genial. Por cierto, mañana es la premiere de Los Caídos. ¿Vienes
verdad?
—Sí claro. Yanna y Roberto lo cubrirán.
Chris quiso decírselo, debía de saberlo porque la presencia de Sophie como
su acompañante iba a generar revuelo en el evento. Y era mejor que lo
supiera antes que nadie.
—Sophie viene conmigo.
La cara de Ellen le sorprendió. Pensaba que se sorprendería más y le
molestaría, pero recostada en su silla, alzó uno de los lados de su labio
sonriendo ante lo que acababa de decir. Él no entendía esa falta de sorpresa o
de enfado, quizás ya había visto que eso pudiera pasar.
—¿No te sorprende? —Dijo él mirándola con sorpresa ante su reacción.
—¿Sorprenderme? No, te conozco lo suficiente como para saber que esto
iba a ocurrir tarde o temprano.
Ahí estaba, Ellen se pensaba que eran pareja y no era de esa forma. Iban
como amigos, eso lo tendrían que dejar claro a la prensa que les acribillaría a
preguntas. Había algo entre los dos, estaba en lo cierto, pero no era bueno
correr tanto y menos con alguien como ella. Además de la presión que
suponía tener que estar juntos en un mundo mediático.
—Ellen, no estamos juntos. Eso quiero dejarlo claro, vamos como
acompañantes y amigos.
—Amigos...ya. Sólo quiero que sepas que Annie va a ir, sola. Gucci la ha
contratado para el evento. Asique más te vale que cuides de Sophie, la
aprecio mucho.
Vaya, eso no se lo esperaba. Annie era una chica que tenía muchas formas
de poder acudir a cualquier evento, pero pensó que al ser la premiere de la
película no tendría invitación. Más que nada porque sus compañeros
entendían que no querían su presencia, pero no había contado con la
posibilidad de la colaboración con las marcas. Iba a ser una noche realmente
movida y estaba seguro que cuidar a Sophie iba a ser su principal objetivo esa
noche. Quería que ambos disfrutaran del evento y que ella viese que el
mundo mediático no era tan malo como se pensaba.
—Tendré que controlar que no moleste a Sophie. No te preocupes, le dejé
las cosas claras.
Ellen asintió conforme con lo que había dicho Chris. Él quería que Sophie
disfrutara de esa noche y quería hacer las cosas bien. Ella se había convertido
en alguien especial para él e invitarla a ese evento era un gesto para que
Sophie entendiera que realmente le importaba y quería que conociera su
mundo desde dentro.
Ambos se giraron al escuchar un ruido cerca de la puerta, pero cuando se
giraron no vieron nada, posiblemente sería el compañero de seguridad que a
esa hora realizaba varios recorridos confirmando de que todo estaba bien.
Después de media hora hablando de temas personales de Ellen y explicándole
cómo habían adoptado a su perro entre su pareja y ella, Chris bajó decidido al
garaje para marcharse a su casa. Cuando salió del ascensor vio de lejos a
Richard Mikaelson subir a su coche y salir del edificio hacia la calle, se
sorprendió al verlo allí tan tarde, pero entendía que los medios de
comunicación muchas veces no podían controlar los horarios de trabajo y
quizás había estado hasta tarde trabajando en las oficinas. Que poco le
gustaba ese hombre, ojalá Ellen pronto pudiera prescindir de ese tipejo, no le
daba ninguna confianza.
Rápidamente subió a su coche, estaba realmente agotado, había estado
todo el día en el despacho con Camila programando las acciones y eventos de
trabajo del mes siguiente. Además, había realizado varias compras para el
evento y para que estuviera todo preparado para la noche de la premiere.
Aunque lo único que le apetecía era descansar y relajarse con Jack, en una
buena barbacoa. Hacía mucho que no lo hacían y lo echaba de menos, pero
tendría que esperar para después del estreno dónde por fin podría relajarse un
poco después de tantos meses de promoción y eventos sociales.
CAPÍTULO 10 - Momentos para toda la vida
“Baby shark, doo doo doo doo”
—No puede ser...
Sophie se dio la vuelta en la cama suspirando cuando escucho el tono de su
despertador, no quería despertarse, pero ya eran las siete de la mañana y tenía
que ir a la oficina. Si no se levantaba ya, posiblemente llegaría tarde ya que
Yanna y Roberto no estaban allí para despertarla. Ellos entraban más
temprano y llevarían una hora trabajando en las oficinas. Apagó la alarma de
su móvil y vio un mensaje de Yanna:
“En la mesa del salón tienes un paquete, haz fotos con lo que sea por fi. Y me
las mandas. Así amenizas esta reunión tan aburrida. Besos”
“Esto es un pequeño regalo para ti. Te quedará perfecto esta noche, estoy
deseando vértelo puesto. Te recogeré a las ocho, hasta la noche Sophie.
Chris Jones “
Y el día fue realmente agotador, Yanna estaba pesada no, lo siguiente. Sólo
hacía que hablarle de opciones de maquillaje y peinados, ella sólo quería
llegar al apartamento para poder descansar, aunque fuera media hora, darse
una ducha, maquillarse y peinarse de forma sencilla. Porque sí, de camino a
la oficina había decidido que iría. ¿Quién podía decir que no a algo así? Sería
tonta no asistir a un evento tan importante y, además, de una forma especial y
desde dentro. Eso sí, tenía claro que no iba a ir recargada, quería ir sencilla y
siendo ella. Roberto estaba en silencio, no le había dirigido la palabra en todo
el día. Únicamente para lo estrictamente necesario, supuso que estaba
enfadado y en parte, lo notaba preocupado. Ellen apenas había aparecido por
la oficina, en la hora del almuerzo estuvo con ellos un pequeño rato para
comprobar cómo iba todo.
Al fin habían llegado al apartamento, al abrir la puerta Yanna corrió hacia
la habitación de Sophie. El grito de ella cuando entró se le clavó en el
cerebro, tanto que tuvo que cerrar los ojos con fuerza.
—Esta mujer está loca… —Murmuró haciendo referencia a su amiga. Para
variar su comentario se lo hizo a la pared porque Roberto ya había cerrado
detrás de ella y había entrado en silencio a su habitación. Sophie suspiró,
odiaba estar así con su amigo. Rápidamente fue hacia su habitación, cruzada
de brazos y esperando ver a Yanna histérica y loca perdida por el vestido y
los zapatos.
—Sophie, ven por Dios. ¿No sabes quién es Christopher Kane verdad?
Ella negó con la cabeza, Yanna había cogido los zapatos y miraba tanto
estos como el vestido con cara de sorprendida y emocionada. Al parecer ella
sí que sabía quién era.
—Es de los mejores diseñadores a nivel mundial. Prepárate, porque esta
noche vas a dar que hablar. Irás preciosa Sophie.
—Con pasarlo bien me sobra. Más te vale no sacarme los colores en la
entrevista.
—No te preocupes, de nosotros no tienes que preocuparte.
—Más te vale, y dame esto pesada.
Sophie agarró el zapato que sostenía Yanna en las manos sonriendo, su
amiga la miró de arriba debajo de forma inquisitoria y con los ojos
entrecerrados.
— Relájate, tienes tres horas para prepararte. Vas a dejar que te maquille
y te peine, ¿verdad?
—Yanna… —Sophie suspiró. No se terminaba de fiar de ella. Su amiga
era más exquisita, más recargada para todo y ella no quería parecer que iba de
boda, simplemente quería ir elegante, sencilla y sin pretender nada.
—Vamos Sophie, te prometo que te dejaré perfecta.
La mano de Yanna tocó su pelo, al parecer estaba imaginándose lo que iba
a hacerle y ella se puso algo nerviosa. La agarró del costado empujándola
hacia la puerta de su cuarto para que la dejara tranquila, aunque solo fuera
por un rato.
—Te avisaré cuando tengas que peinarme y maquillarme, pesada.
—Dios, ¡qué bien! ¡Gracias!
Yanna besó su mejilla sonriendo y salió rápidamente de la habitación.
Sophie cerró la puerta rápidamente. Dios, necesitaba dormir un poco para
despejar la mente. No le había dicho nada a nadie, únicamente lo sabían
Yanna y Roberto y no quería que Mery ni su familia se enterara de eso.
Posiblemente su mejor amiga vería fotos en Instagram y Twitter y la llamaría
como loca, pero no quería alertarla y, además, no podía soportar a otra loca
más insistiendo en cómo debía peinarse o cómo tenía que ir maquillada.
Cogió el teléfono móvil, no quería que nadie la molestara durante todo el
día y decidió apagarlo. Además, no tendría ni que hacer fotos porque Yanna
le había prometido que harían con la cámara de fotografiar y la grabarían bien
para que tuviera un buen recuerdo de esa noche, asique su móvil estaba mejor
apagado. Se acostó en la cama durante al menos treinta minutos, lo
necesitaba. Se quedó mirando al techo pensativa, ¿enserio iba a ir a una
premiere de una de las películas más taquilleras y famosas del mundo entero?
Si eso se lo decían hace dos semanas, le entraría la risa y no podría ni
articular palabra de tanto reír. Sin embargo, ahí estaba, descansando y
relajándose o al menos intentándolo para poder rendir esa noche y no tener
cara de cansancio en todas las fotografías e imágenes que apareciera.
E iba a ir con él, con Chris Jones. Posiblemente se despertaría del sueño
dentro de un par de horas, porque es que parecía exactamente eso. Un sueño
del que se despertaría en cualquier instante. Una chica normal, desconocida y
de lo más mundana; de acompañante a un evento de éxito mundial con uno
de los actores más conocidos y famosos del planeta. Y, sobre todo, alguien
que le había robado la razón y el sentido durante esas semanas que llevaba en
Nueva York. ¿Quién dijo que en la vida todo está planeado y escrito? Porque
Sophie quería conocer a esa persona y hacerle un monumento. Todo lo que le
había ocurrido hasta ahora parecía que estaba escrito en algún lugar del
universo y ella solamente tenía que dejarse llevar. Parecía que estuviera en
una película o fuese una historia narrada porque sí le pellizcaba no sabría
decir si estaba soñando o no.
En el reloj que tenía en el escritorio marcaban las seis y media, asique
decidió coger ropa cómoda para después de la ducha y entrar en el baño del
apartamento para darse un baño relajante. Puso la emisora de la NBC en la
radio de la bañera, así podría escuchar las noticias del día mientras se relajaba
bajo el agua. No tardó mucho en salir y enrollarse en la toalla, para después
exfoliarse la cara y poder quitarse los pelitos rebeldes que le salían en la cara.
Porque como toda persona, no era perfecta y tenía que depilarse. Por ahora,
seguía siendo humana, aunque no se sintiera como tal en esos momentos.
El pelo lo tenía enrollado en la toalla y se había puesto un pantalón corto
azul claro y una camiseta ancha de color gris con pequeños detalles de
cerezas. Así podía estar cómoda mientras se terminaba de depilar las cejas.
Ahora era el turno de su amiga Yanna y le daba verdadero miedo que le
hiciera algo que no le gustara o que no se sintiera cómoda. Iba a verla
prácticamente todo el mundo, de forma literal. Tanto en foto como en vídeo y
no quería ser el centro de críticas por ir ridícula. Prefería pasar desapercibida
a ser el centro de atención. Con la toalla alrededor del pelo salió al salón y
encontró a Yanna haciéndose un té en la zona de la cocina.
—Yanna…
La cara de pánico de Sophie lo decía todo, no podía evitar pensar en que su
amiga iba a hacerle cualquier cosa y parecería un payaso.
—Sophie, por Dios. Confía en mí y quita esa cara, parece que vaya a
matarte.
—Perdón, perdón…
Sophie sonrió suavemente para parecer más tranquila, pero no lo estaba. Se
sentó dónde le había indicado su amiga, en una de las sillas del salón mirando
las vistas por la ventana del salón. Según Yanna, así podría relajarse y no
pensar en lo que le estaba haciendo. Y eso hizo, se centró en las calles de
Brooklyn que se veían a lo lejos por el ventanal del salón y no quiso girar la
cabeza o mirarse. Confió en su amiga para esa noche, no era de fiarse de las
personas, pero tenía que comenzar a admitir que tanto Yanna como Roberto
se habían convertido en su familia allí y debía ceder un poco a su favor.
“Cuando te coja verás, esto no se hace Sophie. ¡Tenías que avisar al menos!
Espero que me llames cuando estés en casa. Te odio”.
Madre mía, pero ¿qué era ese dolor de cabeza? Notaba como si tuviese
incrustado en el cerebro un trozo de metal o de hierro, le pesaba y sentía las
palpitaciones del corazón en su propia cabeza. Cuando comenzó a darse
cuenta de dónde estaba, notó que su mano la tenía agarrada a algo y con
debilidad abrió los ojos.
—Pero, ¿qué coño…? —Giró su cabeza y pudo ver que tenía la mano
enganchada a una especie de tubo metálico con una cuerda que sentía como
le abrasaba la muñeca. Estaba en el suelo, notaba lo frío que estaba porque
sus zapatos habían desaparecido y podía sentir que los pies los tenía
congelados. Cuando su vista comenzó a aclararse por la poca luz que había
en ese lugar, pudo ver que estaba en una especie de almacén abandonado
dónde únicamente había una mesa de madera rota en frente de ella.
Posiblemente sería un almacén de poco más de cien metros cuadrados, pero
le parecía inmenso. No había nadie, intentó tirar de su mano, pero el dolor
que sintió tanto en la mano como en la cabeza hizo que dejara de tirar de ella.
Tenía que salir de allí.
—¡¡Hola?! ¡Socorro! ¿Alguien puede oírme?!
La carcajada fría y seca de un hombre la dejó de nuevo paralizada, buscó
con su mirada intentando seguir la voz de él, pero no vio a nadie. Sin
embargo, al cabo de unos segundos un cuerpo ancho y grande apareció ante
ella andando con una sonrisa de oreja a oreja. Sophie entrecerró los ojos para
poder verlo mejor y pudo comprobar la sonrisa fría que tenía en su cara
conforme se acercaba a ella.
—¿Richard? ¿Eres tú?
Conforme él se acercaba ella se movió con el culo como pudo
empujándose con sus piernas para pegarse a la pared. Quería huir de él y de
allí pero no podía. Él se acercaba más hasta que pudo verle bien la cara y
comprobar que sí que era su coordinador. Aún no sabía qué hacía ahí, pero al
parecer o no le caía bien o tenía algo realmente serio con ella porque ¿qué
persona puede hacerle eso a otra sin motivo aparente?
—Sophie, Sophie…Al fin te tengo sola para mí. —Estaba delante de ella
plantado mirándola de arriba abajo y pudo comprobar como otro hombre
apareció detrás de él. Eso hizo que Sophie entrara en modo pánico, no podía
respirar. Sólo pensaba en que querían abusar de ella y la paralizó, sus ojos y
su cara eran de auténtico miedo y descontrol y comenzó a temblar sin poderlo
evitar. Sus piernas se cerraron con fuerza al recordar que no llevaba ropa
interior.
—Tranquila, no vamos a violarte si es lo que piensas. Jamás me ensuciaría
con alguien que lleve el apellido Madden.
Pero, ¿qué pasaba allí? ¿Qué más le daba que se llamase así? Y entonces,
recordó el anillo y el asalto a la residencia. ¿Habría sido él? No entendía
nada, no era posible. ¿Por qué razón iba a hacerle eso a ella? ¿Qué tenía que
ver él con su padre o su familia?
—¿Y qué más te da a ti mi apellido Richard?
—¿No te avergüenzas de tu apellido Sophie? Deberías, es repugnante.
Sophie se quedó en silencio mirándole, prefería no decir nada que pudiera
perjudicarla y suspiró con cansancio. Su cuerpo temblaba entre el miedo y el
frío que sentía, los pies los tenía helados y no sentía la mano derecha de tan
apretada que la tenía.
—Asique usas el silencio. Bien, Sophie. Comencemos, ¿dónde tienes los
papeles de tu padre?
¿Los papeles de su padre? Pero, ¿qué más le daba a él? Además, estaban
en España. Y no iba a decirlo, aunque la torturaran, su familia estaría en
peligro y eso no lo iba a permitir. Aunque por lo visto eran más importante de
lo que parecía.
—¿Qué papeles? No sé de qué hablas Richard —Ella movió un poco la
mano intentando tirar de ella sin mucho éxito, notó como gotas de sangre
caían por su muñeca por el roce y suspiró cansada. Vio de reojo como su
secuestrador hizo un gesto al hombre que había detrás y no pudo reaccionar
al golpe que notó en la pierna cuando aquel bruto le dio con una especie de
varilla metálica en el muslo. Gritó de dolor, sentía que le había roto algún
hueso y no podía parar de retorcerse. Su cuerpo reaccionó a base de
sentimiento de angustia y mareo, juraría que acababa de romperle la pierna.
Notó como el frío se convertía en sudor frío, náuseas por la impresión y una
quemazón horrible en el muslo.
—¡Joder! ¡No sé de qué hablas Richard! ¡Lo juro!
—Alexander… —La voz de Richard volvió a hacer que aquel hombre se
acercara. Y volvió a darle con la varilla metálica esta vez en el costado
derecho lo que hizo que se quedara sin respiración en el mismo momento.
—Dios… —Sophie gimió de dolor, el golpe lo había sentido en sus
costillas y por lo tanto, no podía coger aire. Lo intentó como pudo, pero le
costó horrores. Su cuerpo calló de lado por el impacto y quedo tumbada con
la mano en el aire colgando del tubo.
—A ver, Sophie bonita. O me dices dónde están o Alexander va a romperte
a pedazos. Los Madden es mejor que estéis bajo tierra —Aseguró Richard
mirándola plantado frente a ella sin inmutarse.
El sudor frío caía por la frente de Sophie, no podía apenas respirar y sentía
la pierna derecha inmóvil. En su costado sentía como si tuviera clavada una
espiga que le impedía respirar bien o moverse. No iba a permitir que cogieran
esos papeles, no sabía qué eran, pero no dejaría que nadie se acercara a su
familia asique si tenía que morir o quedarse hecha un verdadero trapo por
aquellos hombres, lo haría. Prefería proteger a su familia antes que arriesgar
la vida de los suyos por la de ella.
—No sé dónde están, te lo juro Richard —Susurró de forma débil y
costosa. La voz apenas le salía, no podía respirar y le costaba vocalizar.
Richard volvió a hacerle un gesto a aquel hombre y notó como le daba de
nuevo en el mismo costado derecho. El grito de dolor que sintió no pudo
apenas salir de su boca porque la agarró del pelo y haciendo fuerza le levantó
la cara para que mirara a Richard que estaba plantado frente a ella, sonriendo
y sin haberse manchado las manos de sangre en ningún momento.
—Última oportunidad, ahora mismo tienes la costilla rota presionando tu
pulmón. Otro golpe más y tendrás un colapso pulmonar. Y ¡pum!, otra
Madden al agujero.
Sophie miraba a Richard sin apenas poder hacerlo, notaba ya como apenas
podía respirar e intentaba apartarse de las manos de Alexander que le
agarraban la cara. Miró a Richard sorprendida por lo que decía, al parecer
conocía a su padre a la perfección y no entendía el odio que le tenía. Quizás
había hecho algo que le había afectado a su familia y a él y por eso intentaba
vengarse.
—¿¡Estás sorda!?
El grito de Richard la despertó de sus pensamientos y notó como su
camarada tiró de su pelo para que alzara más la cabeza. Pero no tenía otra
opción, prefería que ella se sacrificara antes de que su hermana o su madre
pudieran ser perjudicadas a manos de ese loco.
—No…No sé dónde están…—Lo dijo como pudo, tosiendo y sin apenas
voz. Notó como Alexander la soltó de forma violenta contra el suelo lo que
hizo que se quejara al sentir como la costilla se clavaba más en su pulmón.
Escuchó un grito de Richard de rabia al volver a escuchar su negativa y darle
la orden a su compañero de batallitas para volviera a golpearla en el mismo
lado y provocarle así una herida mortal en el pulmón.
Sophie cerró los ojos con fuerza, sabía lo que venía y aunque no sabía
como acababa de llegar a esa situación; estaba orgullosa de haber defendido a
su familia hasta incluso la muerte. Para ella era lo más importante y que
estuvieran seguros era lo principal. Habían sido casi dos semanas increíbles,
inolvidables. Aún sentía parte de su cuerpo y aún recordaba los besos y las
caricias de Chris que habían tenido en la premiere hacía tan solo apenas dos
horas. ¿Cómo había pasado de la felicidad plena a la fatalidad y a la muerte
en sí misma? ¿Por qué buscaban los papeles que le había dado su padre en su
lecho de muerte? No entendía nada, solo sentía que las fuerzas le fallaban
para seguir luchando, que la vida se le escapaba por la boca, pero podía decir
alto y claro que había cumplido parte de su sueño.
Había conseguido trabajar con una de las periodistas más reconocidas y de
más nivel del mundo mediático, había viajado a la ciudad soñada por miles
de personas y, además, vivía en uno de sus emblemáticos barrios. Había
aprendido a perdonar a su padre, a pesar de que incluso en el día de su muerte
le perseguía su recuerdo y sus acciones. Había besado, acariciado y se había
abierto a un hombre realmente maravilloso, aunque en el fondo todo fuese
una mentira ella lo había disfrutado al máximo y con eso se quedaba. Y había
construido una familia en Nueva York, desde Roberto, Yanna, Ellen, Cindy,
Riley, Jack e incluso Chris. Todos habían sido parte de ella en ese viaje y
ahora que le quedaba muy poco tiempo y que se quedaba sin aire
literalmente, agradecía cada momento y cada experiencia que había tenido.
Al igual que agradecía que su madre, su hermana y Mery no tuvieran que
haber experimentado ese dolor que ella estaba experimentando. Si ella se iba,
se iba tranquila de que ellas estarían a salvo y nadie sabría dónde estaban
esos papeles realmente. Un adiós justo, un adiós perfecto y…
El golpe fue certero, Alexander volvió a clavar la varilla en el mismo sitio
y la costilla de Sophie se incrustó en el pulmón de ella dejándola sin aire y
muerta en vida.
CONTINUARÁ