La Química Cerebral Del Enamoramiento y Del Amor

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LA QUIMICA EN LA MÚSICA Y EN EL AMOR

AUTOR

ABSTRACT

Tanto en la música como en el amor, existe la química. Ambos elementos provocan


reacciones emocionales en donde no sólo hay electricidad, refiriéndonos a las
descargas neuronales, sino que también existe la química mediante las hormonas
y otras sustancias que son participantes activas. Estas son las que hacen que una
melodía o una pasión amorosa despierte sensaciones en el ser humano.

A la vez que escuchamos una melodía musical o en el momento que nos


encontramos con la persona deseada se disparan señales de alarma, el organismo
entra entonces en un torrente de reacciones, mediante el sistema nervioso el
hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las
glándulas suprarrenales que aumenten la producción de adrenalina y noradrenalina
que son aquellos neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas.
Indudablemente la química del cuerpo se ve afectada tanto por el amor como por la
música.

Palabras clave: Amor, neuroquímica, música, dopamina, endorfinas

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Determinar la influencia de la música y el amor en la química del ser humano

OBJETIVOS ESPECIFICOS

Sintetizar los elementos que participan a nivel químico dentro del ser humano, tanto
en el estado de enamoramiento, como en las sensaciones provocadas por la
música.

Determinar que, tanto la música como el amor, reporta placer y poseen un carácter
reconstituyente a nivel emocional que va ligado a reacciones bioquímicas.
MARCO TEORICO

Para el efecto de este artículo, citaré para comenzar las etapas que comprende el
enamoramiento.

“Primera Etapa: Primera impresión

Nuestros sentidos son la puerta de entrada para todo lo que ocurre fuera de
nosotros, en el amor no hay excepción: una vez dentro, comienza la batalla química
y hormonal. Encontrar a la persona que nos atraiga es el primer paso, y es también
una responsabilidad que suele atribuirse al sentido de la vista. No en vano se afirma
que “el amor entra por los ojos”; sin embargo, como también se dice “el amor es
ciego”, ya que entra por las fosas nasales. Esta afirmación se debe al
descubrimiento de sustancias, que atraen o repelen a ciertos animales, llamadas
feromonas, moléculas de bajo peso, que son lo suficientemente volátiles y
resistentes como para viajar por el aire distancias cortas en humanos o largas como
en los animales.

Anteriormente se creía que los seres humanos no producían feromonas, hoy está
comprobado que efectivamente las poseemos y que son secretadas principalmente
por las glándulas sudoríparas de la axila y, sobre todo, por la piel de la entrepierna.
La composición formada produce el llamado aroma humano y cada uno tenemos
una combinación personal. Constantemente, los receptores olfativos del órgano
vomeronasal del ser humano reciben diferentes mezclas de feromonas sin que le
llamen la atención, hasta que el aroma de la persona adecuada comienza a ser
inquietante en un proceso que no se registra racionalmente. La mezcla específica
se distingue de las demás porque la señal en el receptor olfativo genera una
agitación y se tiene la necesidad de buscar con la vista el origen de la perturbación.
Cuando se tiene al blanco en la mira y se produce el contacto visual, una descarga
eléctrica pone al cerebro en un estado especial que despierta a un conjunto de
células en el sistema límbico, que secretan a su vez una sustancia conocida como
feniletilamina (FEA).

Segunda Etapa: Atracción (primera fase neuroquímica)

La feniletilamina se esparce por todo el cerebro y orquesta el caos llamado amor.


Inicialmente, provoca un estado de semi-inconciencia, en el cual se suspenden
todas las acciones cerebrales: la vista, que generalmente es periférica, se vuelve
central, afocando como entre nubes al objeto causante del caos; se pierde el oído
y, por ende, el habla; no hay sensación térmica en la piel ni equilibrio y se turba la
coordinación de ideas y de movimiento. El cerebro juega trucos, al dejar de oír, sólo
se distinguen sonidos internos, como las palpitaciones o los ruidos intestinales. Sin
embargo, nuestro cerebro no puede quedarse así, todo el caos dura menos de un
segundo (caeríamos por la falta de equilibrio), es momento de que el cerebro tome
las riendas del cuerpo.
Para recuperar el control, el cerebro secreta dopamina o norepinefrina, ambos
neurotransmisores, que estimulan al hipotálamo; éste último se comunica
químicamente con la hipófisis, de ahí a la tiroides; luego al páncreas, las glándulas
suprarrenales, y después, en el caso de las mujeres, con los ovarios; en el caso de
los hombres, con los testículos. Al final de la comunicación química ocurre: cierre
de vasos sanguíneos, venas y arterias periféricas; aumento de presión arterial;
ligero aumento de temperatura; escalofríos; sudoración principalmente en cara y
manos; aumento de frecuencia respiratoria, y por consiguiente, suspiros; al
aumentar la frecuencia cardiaca se siente un vuelco, éste es el origen del “flechazo
de cupido”. Después viene un aumento de glucosa en la sangre; dilatación de pupila;
y contracción de estómago e intestino, lo que se interpreta como “mariposas en el
estómago”; todo junto forma lo conocido como arrebato sentimental, el cuerpo se
arquea y todo parece una fiesta, y sí lo es pero química.

Tercera Etapa: Afecto o enamoramiento (segunda fase neuroquímica)


Una vez que el primer encuentro acaba, el cerebro debe controlar el caos en el que
se vio envuelto; es decir, nivelar las sustancias que fueron secretadas; para ello se
activan los calmantes naturales por excelencia: endorfinas y encefalinas. Ambas
son una auténtica droga, de hecho son los opiáceos del cerebro, y se esparcen para
tranquilizar los órganos alterados; producen tranquilidad, calma, gozo y alegría, la
risa en el rostro es inconfundible.

El cerebro sabe que debe controlar las variaciones de temperatura y sobre todo de
azúcar, por lo cual el páncreas secreta insulina, de esa manera se transporta la
glucosa a los tejidos para metabolizarse, y así el organismo se tranquiliza. Sin
embargo cuando bajan los niveles de glucosa hay una nueva señal: serotonina,
traducida como la necesidad de algo dulce. En los hombres, la señal es casi
imperceptible, y a la larga produce baja de peso; en cambio, para las mujeres, la
necesidad de azúcar es imperiosa y puede provocar un aumento de peso.

Después de todos estos procesos químicos, se produce oxitocina, conocida como


“el péptido del amor” o “sustancia del abrazo”, que genera la urgencia de la
sensación táctil, del contacto directo con la persona amada. En el caso de la
amistad, se cierra el ciclo y puede convertirse en una relación duradera; sin
embargo, para el enamoramiento, se necesita cada vez más el intercambio químico;
así se llega al beso, donde olor y sabor se juntan, provocando una memoria a muy
largo plazo.

Cuarta Etapa
Etapa: Pasión (fase neuroendocrina)
El proceso amoroso es como una bola de nieve que rueda por una pendiente: cada
vez más grande y menos contenible; eventualmente, el ciclo se cerrará, para
culminar con las relaciones sexuales; para ello los impulsos eróticos serán cada vez
más intensos y con intervalos más cortos. Las glándulas suprarrenales aumentaran
su producción de testosterona tanto en hombres como en mujeres. En el caso de
los hombres, la cantidad de testosterona aumentará mucho, ya que se sumará a la
aportada por los testículos, ocasionando la llamada “valentía territorial” que servirá
contra posibles contrincantes y una veloz iniciativa para presionar a la pareja. Para
las mujeres esa pequeña diferencia en el aumento de testosterona provoca una
especie de ceguera en el juicio y toma de decisiones, motivo por el cual no se oyen
consejos y lo único en mente es estar con la pareja, aumentar el contacto físico y
tener relaciones sexuales, con esto se cierra el ciclo amoroso.”i

Por otra parte, ¿en que se puede relacionar la música con la química o la biología?,
a primera instancia no parece que sean doctrinas relacionadas, la bioquímica es la
ciencia que estudia el comportamiento de las biomoléculas, y la música son un
conjunto ondas de diferentes frecuencias que se combinan entre sí formando una
armonía de sonidos que oscilan hacia altas frecuencias (sonidos agudos) y hacia
frecuencias bajas (sonidos graves) formando una melodía. Algo que si tiene la
música es que se basa en la pura matemática, un ejemplo las cuerdas de un arpa,
que varían de longitud, cuanto más larga es la cuerda, más grave es el sonido.

El espectro audible por los humanos está entre los 20 Hz y los 20 kHz (un rango
equivalente a 10 octavas completas), sin embargo, este margen cambia de una
persona a otra, con la edad, y con el entrenamiento. Por encima de ese margen
entran los ultrasonidos y por debajo los infrasonidos, ondas acústicas fuera de
nuestro espectro y que no podemos escuchar.

Lo verdaderamente importante consiste en la parte bioquímica que esto conlleva,


La música tiene un poderoso efecto sobre nosotros, nuestro cerebro, que es el que
procesa toda la información que nos rodea, ha reservado una zona en particular
para interpretar los sonidos, durante nuestro aprendizaje a edades tempranas,
nuestro cerebro va recibiendo todas las cosas nuevas y creando nuevas conexiones
con respecto a éstas, la corteza auditiva es la zona a la que llegan todas las señales
enviadas por nuestro oído al cerebro, sin embargo, nuestra mente es más compleja
que eso, y todo esta interconectado, tanto con la memoria como con las emociones
(el hipotálamo y el sistema límbico), y, es por eso que la música es un factor que
ayuda mucho al desarrollo de la memoria. (destacar que no solo la audición tiene
este efecto, nuestro olfato, tacto y vista también)
Sus efectos se hacen notar al instante:

– El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).

– La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.

– Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.

– Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por


la corriente sanguínea.

Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna
vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas
del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a
nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.

El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el


cerebro la FENILETILAMINA (FEA), compuesto orgánico de la familia de las
anfetaminas.

Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de


dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del
cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento
que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las
contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un
mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los
neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está
enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan
permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación
alguna de cansancio o sueño.

El affaire de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los
médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York,
que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes
cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y
modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.

Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes


aquejados «de mal de amor«, una depresión psíquica causada por una desilusión
amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a
devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en
feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de
automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de
esa sustancia. Según su hipótesis, el centro de placer del cerebro comienza a
producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el
mundo de color de rosa y nos sentimos flotando.

Es cierto, no se puede negar, es un hecho científico que existe una química interna
que se relaciona con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro
comportamiento, ya que hasta la más sublime acción está conectada a la
producción de alguna hormona.

La química cerebral del enamoramiento y del amor


7 diciembre, 2018| | Amor, Psicología, Sexología, Sexualidad 0

La quiḿ ica cerebral del enamoramiento y del amor


El amor adopta diversas formas y varía según las personas y los momentos. Al igual
que nuestra sexualidad es única e irrepetible, la forma en la que expresamos
nuestro amor también lo es. Sin embargo, igualmente existen ciertos indicios
comunes en el amor, así como en su química cerebral; no obstante, esta tampoco
es fija y depende de las circunstancias. Desde siempre hombres y mujeres se han
amado. Estar enamorado es algo que le pasa a todo el mundo de manera
involuntaria y transitoriamente, de forma que el amor acaba por convertirse en
apego, y además nos enamoramos todos y todas, a pesar de las diferencias, de
manera parecida, presentado los mismos “síntomas”.

Hormonas implicadas en el enamoramiento


El amor se produce universalmente gracias a la acción de ciertas estructuras en el
cerebro y sustancias químicas. Helen Fisher realizó un estudio en el 96 con el fin de
conocer cuáles eran dichas estructuras y sustancias. Las hormonas que más tienen
que ver con la pasión romántica son la dopamina, la norepinefrina y la serotonina.
Veamos cómo actúan cada una de ellas:

Dopamina
Los principales efectos que esta hormona produce y que son clave en el
enamoramiento son: alta atención (no se deja de pensar en el amado), motivación
y una conducta orientada a un objetivo. También hemos de mencionar que está
relacionada con el aprendizaje de estímulos novedosos, la preferencia y, por
supuesto, el éxtasis. Se relaciona también con la adicción y ¿no es la fase de
enamoramiento, en cierto modo, una adicción? Y, cómo no, es la precursora del
deseo sexual, pues a mayores niveles de dopamina, mayores niveles de
testosterona.

Norepinefrina
Derivada de la dopamina, produce efectos prácticamente idénticos. Igualmente,
tiene un especial papel en la capacidad de recordar nuevos estímulos, lo que puede
explicar el que cuando estamos enamorados recordamos hasta los más nimios
detalles.

Serotonina
Al contrario que las dos anteriores hormonas, cuyo papel en el amor es su aumento,
el de la serotonina en su descenso. Cuanto mayores son los niveles de dopamina y
norepinefrina, menores son los de serotonina lo que explica la habitual conducta
propia de los enamorados: ritmo cardiaco acelerado, fantasías casi continuas, etc.

Sin embargo, no todo es tan sencillo. Los niveles de cada una de estas sustancias
variarán a lo largo de la relación amorosa o de si se vive con felicidad o si ha sido
rechazado, así como que también variarán sus efectos dependiendo de la zona
cerebral en la que actúen.

Como veníamos diciendo, el enamoramiento actúa como una droga. Activa


estructuras del cerebro que forman parte del sistema de recompensa de este, como
las drogas. Esto lleva a que los enamorados gasten gran parte de su energía
(gracias a la dopamina) en centrar la atención en la persona amada, en detectar la
recompensa, motivarnos y planificar los movimientos para conseguirla.

Cómo actúa el amor en el cerebro


Como sabemos, cuando nos enamoramos de alguien pasamos por dos fases: esta
primera fase de enamoramiento (que sería la fase más “adictiva”) y la fase en la que
el enamoramiento para a convertirse en amor, entendido este como querer a la otra
persona, viéndola de una forma más realista.

El amor entraña estos otros dos impulsos para el emparejamiento. Cada uno de
ellos actúa de forma diferente en el cerebro y con diferentes sustancias químicas:
Deseo
Su función es hacernos elegir una pareja y procrear con ella. influyen en los niveles
de testosterona, lo que quiere decir que si aumentan los niveles de testosterona
aumenta el impulso sexual, y si desciende, el impulso sexual también. Esta hormona
afecta por igual a hombres y mujeres en lo que a deseo sexual se refiere. Por
ejemplo, las mujeres tienen más apetito sexual en el periodo de ovulación, pues es
cuando sus niveles de testosterona aumentan, al igual que con la edad, la
testosterona desciende y así el deseo. El amor estimula el deseo porque, en
general, la dopamina y la norepinefrina estimulan la liberación de testosterona.

Apego
Los primeros síntomas de la fase de enamoramiento (si la relación persiste) se
convierte con el paso del tiempo en apego, caracterizado por sentimientos de
seguridad, tranquilidad y unión con la otra persona. Se cree que la principal
estructura cerebral relacionada con el apego es el hipotálamo y que las principales
hormonas que segregan son la vasopresina y la oxitocina, segregada esta última
también por las gónadas (los testículos y los ovarios). La oxitocina se libera en todas
las mujeres durante el parto, ayuda a las contracciones del útero y a la fabricación
de leche, así como a la unión emocional de la madre con el hijo. También se cree
que está relacionada con los sentimientos de apego con los adultos. Durante una
relación sexual, estas dos hormonas se segregan en dos momentos clave: durante
la estimulación de los genitales y durante el orgasmo, cuando aumentan los niveles
de vasopresina en los hombres y los de oxitocina en las mujeres, y son gracias a
ellas que experimentamos esos sentimientos de cercanía y apego tras un orgasmo
o una agradable relación sexual.

Conclusiones
Cómo afecta la dopamina (amor) a la oxitocina y la vasopresina (apego), todo
depende. La dopamina y norepinefrina pueden estimular a la liberación de
vasopresina y oxitocina, con lo que el apego aumenta. Sin embargo, también puede
pasar que la oxitocina interfiera en la dopamina y la noradrenalina, de forma que
disminuye el amor, esa motivación para buscar la recompensa.

Desde el punto de vista evolutivo, todo esto tiene lógica, pues el amor está para
buscar pareja y copular con ella para la reproducción y así a la supervivencia de la
especie humana. Más tarde, una vez nacen los hijos se necesitan de otras
sustancias para que madre y padre los críen juntos, y de ello se encarga la química
del apego.

A pesar de que la secuencia del amor “normativa” es enamorarnos, sentir impulso


sexual y apegarnos a esa persona, esta secuencia igualmente puede variar (por
ejemplo, podemos estar acostándonos con alguien y al cabo de unos meses
enamorarnos de él o ella).
¿A quién no le gusta la música? La música existe incluso antes de lo que se
considera ”ciencia” . Los sonidos que emiten las cosas y los animales forman parte
del mundo, hoy os voy destripar un poco como nos afecta la música, por que una
canción provoca que se nos pongan ”los pelos de punta” o si es verdad que el sonido
de las olas del mar es relajante y un largo etc…

En que se puede relacionar la música con la química o la biología, a primera


instancia no parece que sean doctrinas relacionadas, la bioquímica es la ciencia
que estudia el comportamiento de las biomoléculas, y la música son un conjunto
ondas de diferentes frecuencias que se combinan entre sí formando una armonía
de sonidos que oscilan hacia altas frecuencias (sonidos agudos) y hacia frecuencias
bajas (sonidos graves) formando una melodía. Algo que si tiene la música es que
se basa en la pura matemática, un ejemplo las cuerdas de un arpa, que varían de
longitud, cuanto más larga es la cuerda, más grave es el sonido.

arpa heather

El espectro audible por los humanos está entre los 20 Hz y los 20 kHz (un rango
equivalente a 10 octavas completas), sin embargo, este margen cambia de una
persona a otra, con la edad, y con el entrenamiento. Por encima de ese margen
entran los ultrasonidos y por debajo los infrasonidos, ondas acústicas fuera de
nuestro espectro y que no podemos escuchar.

Dejando de lado esta pequeña introducción vamos con lo verdaderamente


importante, la parte bioquímica de este asunto.

La música tiene un poderoso efecto sobre nosotros, nuestro cerebro, que es el que
procesa toda la información que nos rodea, ha reservado una zona en particular
para interpretar los sonidos, durante nuestro aprendizaje a edades tempranas,
nuestro cerebro va recibiendo todas las cosas nuevas y creando nuevas conexiones
con respecto a éstas, la corteza auditiva es la zona a la que llegan todas las señales
enviadas por nuestro oído al cerebro, sin embargo, nuestra mente es mas compleja
que eso, y todo esta interconectado, tanto con la memoria como con las emociones
(el hipotálamo y el sistema límbico), y, es por eso que la música es un factor que
ayuda mucho al desarrollo de la memoria.

(destacar que no solo la audición tiene este efecto, nuestro olfato, tacto y vista
también)

Esto cobra mayor sentido si tenemos en cuenta los trabajos realizados por Jim
Clark, jefe de la División de Aprendizaje Preescolar y Educación Artística y Helen
Taylor, jefe de Educación Musical, de la Universidad de Northumbria, Reino Unido
que, tras realizar un programa durante 3 años con 600 niños de entre 1 mes y 5
años, comprobaron cómo el contacto temprano con la música mejora la respuesta
a estímulos, la concentración y la capacidad de aprendizaje. (De ahí la creencia de
que es bueno ponerle música a las embarazadas)
descarga

Hace unos años, un grupo de científicos decidió constatar la teoría de que la música
ayuda a nuestro cerebro a liberar endorfinas. Tomaron dos grupos de personas a
las que ofrecieron naloxona o placebo, respectivamente. La nalaxona es un fármaco
utilizado para tratar adicciones agudas porque bloquea los receptores cerebrales. A
ambos conjuntos se les dio a escuchar música de su agrado. “Al final se constató
que los que tomaron el placebo disfrutaron de la audición como siempre lo habían
hecho, mientras que el grupo que ingirió nalaxona reportó una disminución drástica
del placer al escuchar música” afirma el profesor Victor J. Arroyos, licenciado en la
Escuela Superior de Música de Caracas en un artículo para la revista digital En
Plenitud.

Una zona del oído interno conocida como sáculo estimula el cerebro para producir
endorfinas.

Las endorfinas o encefalinas son hormonas que el cerebro produce de forma


natural. Su liberación está relacionada con diversas sensaciones, tanto placenteras
como dolorosas. (El ”susto” del momento de rompernos un brazo o de que nos
apuñalen y durante el orgasmo). Aunque un aumento considerable provoca efectos
analgésicos similares a los de la morfina, con la que comparte analogía. El hecho
de que la música nos reporte placer y de que posea cierto carácter reconstituyente
a nivel emocional va completamente ligado a esta reacción bioquímica. Es por ello
que se ha generalizado como una terapia más en el trato de enfermedades o
complicados pasajes físicos y psicológicos.

Correlación_estructural_entre_las_encefalinas_y_la_morfina.svg

(Aquí tenéis la semejanza entre las dos moléculas, la zona internacionalizada es la


que reacciona en nuestras neuronas)

”Las respuestas emocionales son causadas por confirmaciones y violaciones de las


expectativas de quien escucha: cuando esperamos que la melodía vuelva a la
tónica, tanto el retraso como su efectiva llegada producen una respuesta
emocional.”

-John Sloboda

Además de lo dicho por este hombre, para que la música tenga cierto efecto sobre
nosotros, esta debe poseer cierta Armonía (el equilibrio entre las distintas partes de
la melodía que siempre connota belleza cuando se cumple), Nunca habéis
escuchado una canción que os ha gustado mucho, y inmediatamente después la
habéis vuelto a poner para sentir lo mismo que habéis sentido hace un rato al
escucharla por primera vez, es algo que no solo sucede con la música, cuando un
estímulo nos provoca esa sensación placentera, resulta normal que queramos
repetir esa sensación. Esto también ocurre cuando se canta una canción a coro
junto con otras personas.

Por lo que como resumen tenemos que la musica:

-Puede aumentar nuestra frecuencia cardiaca

-Aumenta nuestra capacidad de memoria, atencion, aprendizaje y concentracion

-Es una manera de expresarse

-Estimula la creatividad y la imaginacion

-Es motivacional

-Es relajante

-Mejora el estado de animo y reduce el stress


Bailando con la más FEA
Todos estos procesos hormonales que modulan el comportamiento humano en sus
relaciones amorosas y sexuales se han ido estudiando con el desarrollo de la
Fisiología, primero, y de la Bioquímica, después, a lo largo del siglo XX. Sin
embargo, hace apenas 25 años que se planteó el estudio del amor como un proceso
bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al
sistema endocrino – ya se han descrito antes algunos procesos hormonales
relacionados -, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas. El verdadero
enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro una
molécula orgánica, la Fenil-Etil-Amina (FEA). Ese estado de felicidad y euforia que
manifiesta el enamorado está provocado por la mencionada molécula. Entre las
muchas publicaciones relacionadas, se puede mencionar la obra “The Chemistry of
Love” de Michael R. Leibovitz, psiquiatra de la universidad de Columbia, publicada
en 1983, donde además de otros datos, se propone el efecto afrodisiaco del
chocolate en función de su elevado contenido en FEA.

Comúnmente conocida como la “molécula del amor”, la FEA es un estimulante


natural, similar a una anfetamina y se propone que a ella se debe la excitación que
sienten las personas enamoradas. La teoría que esgrimen los científicos afirma que
la producción de feniletilamina feniletilamina en el cerebro puede ser disparada por
cosas tan básicas como una profunda mirada a los ojos o un simple rozar de manos.
Las sensaciones más embriagadoras, al igual que el rubor, la transpiración excesiva
en la palma de las manos, el pulso acelerado y la respiración agitada son explicadas
clínicamente como un caso de sobredosis de FEA. No es una explicación muy
romántica, ¿cierto? Pero eso no es todo: los investigadores han agrupado las
sensaciones de la relación amorosa en tres etapas: deseo, atracción y afecto; y en
todas ellas intervienen factores químicos de manera muy decisiva, aunque no
queramos excluir a la magia del amor.

La secreción de FEA inicia una cadena de reacciones en el cerebro. El efecto


primario de la FEA es estimular la secreción de dopamina, un compuesto
neurotransmisor que tiene el efecto de hacernos sentir bien, relajados, y es el
responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro. La dopamina afecta los
procesos cerebrales que controlan el movimiento, la respuesta emocional y la
capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer.
La secreción de dopamina, estimulada por la FEA, induce un proceso de
aprendizaje positivo en el cerebro, que es el responsable último de transformar lo
que era un simple deseo con fines sexuales en algo mucho más profundo, la
atracción mutua. La dopamina refuerza el impulso que repite el estímulo y así nacen
las relaciones entre dos enamorados. Así mismo se estimula la producción de
oxitocina, a la que también se conoce comúnmente como “la hormona de los
mimos”. Esta hormona, además de estimular las contracciones uterinas para el
parto y provocar la secreción de la leche, parece ser un mensajero químico en el
deseo sexual.
Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer
horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de
cansancio o sueño.
La fórmula química de cupido

Resumen:

Desde 1990, el estudio del amor recayó en manos de científicos como biólogos,
bioquímicos, neuroquímicos y neurobiólogos. Hoy se sabe que en el sentimiento
amoroso intervienen una serie de factores químicos que promueven una conducta
explosiva llamada enamoramiento. Para poder conocer la química del amor,
presentaremos un conjunto de eventos, denominado “La fórmula química de
cupido”, en cual tiene 4 etapas: tres de las cuales son comunes al amor y la amistad,
y la última es exclusiva para el enamoramiento o amor erótico

Palabras clave: Amor, fórmula, neuroquímica, reproducción

Introducción

Cuando evolutivamente aparecieron los organismos sexuados, también se originó


un problema: cómo los machos se iban a encontrar con las hembras para
relacionarse sexualmente y perpetuar las especies. En los animales, los
mecanismos de apareamiento y reproducción se han perfeccionado a tal grado, que
han alcanzando una gran sutileza, ya que mediante una serie de señalizaciones
químicas y sus respectivas estructuras receptoras logran acciones sumamente
coordinadas y ordenadas en la propagación de las especies.

Los mecanismos de acercamiento y apareamiento en animales todavía no se


conocen en su totalidad. Aún no se sabe con certeza sí son los mismos para los
humanos, pero es obvio que compartimos ciertos caminos bioquímicos comunes,
sobre todo con los grandes primates.

Para los humanos el mecanismo de perpetuación de la especie recibe otro nombre:


amor, un fenómeno que inicia con un estado especial llamado enamoramiento. Por
lo general cuando buscamos una definición de este estado emocional en un
diccionario encontramos: “sentimiento apasionado hacia una persona de otro sexo,
sentimiento que inclina el ánimo hacia lo que le place”, pero esta definición no nos
saca de dudas. Sin embargo, sabemos que históricamente este sentimiento fue
estudiado y nombrado por los antiguos filósofos griegos; enaltecido por los poetas
y trovadores, especialmente en el siglo XII; y conocido en Europa como amor
cortesano; un tipo de amor q

© Coordinación de Publicaciones Digitales. DGSCA-UNAM


Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite
la fuente completa y su dirección electrónica.
4 -xx
La fórmula química de cupido.
”http://www.revista.unam.mx/vol.9/num11/art90/int90.htm
química de cupido”, el cual tiene cuatro etapas, tres de las cuales son comunes al
amor y la
amistad, y la última es exclusiva para el enamoramiento o amor erótico.
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Etapa: Primera impresión

Nuestros sentidos son la puerta de entrada para todo lo que ocurre fuera de
nosotros, en el amor no hay excepción: una vez dentro, comienza la batalla química
y hormonal. Encontrar a la persona que nos atraiga es el primer paso, y es también
una responsabilidad que suele atribuirse al sentido de la vista. No en vano se afirma
que “el amor entra por los ojos”; sin embargo, como también se dice “el amor es
ciego”, ya que entra por las fosas nasales. Esta afirmación se debe al
descubrimiento de sustancias, que atraen o repelen a ciertos animales, llamadas
feromonas, moléculas de bajo peso, que son lo suficientemente volátiles y
resistentes como para viajar por el aire distancias cortas en humanos o largas como
en los animales.

Anteriormente se creía que los seres humanos no producían feromonas, hoy está
comprobado que efectivamente las poseemos y que son secretadas principalmente
por las glándulas sudoríparas de la axila y, sobre todo, por la piel de la entrepierna.
La composición formada produce el llamado aroma humano y cada uno tenemos
una combinación personal. Constantemente, los receptores olfativos del órgano
vomeronasal del ser humano reciben diferentes mezclas de feromonas sin que le
llamen la atención, hasta que el aroma de la persona adecuada comienza a ser
inquietante en un proceso que no se registra racionalmente. La mezcla específica
se distingue de las demás porque la señal en el receptor olfativo genera una
agitación y se tiene la necesidad de buscar con la vista el origen de la perturbación.
Cuando se tiene al blanco en la mira y se produce el contacto visual, una descarga
eléctrica pone al cerebro en un estado especial que despierta a un conjunto de
células en el sistema límbico, que secretan a su vez una sustancia conocida como
feniletilamina (FEA).
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Etapa: Atracción (primera fase neuroquímica)
La feniletilamina se esparce por todo el cerebro y orquesta el caos llamado amor.
Inicialmente, provoca un estado de semi-inconciencia, en el cual se suspenden
todas las acciones cerebrales: la vista, que generalmente es periférica, se vuelve
central, afocando como entre nubes al objeto causante del caos; se pierde el oído
y, por ende, el habla; no hay sensación térmica en la piel ni equilibrio y se turba la
coordinación de ideas y de movimiento. El cerebro juega trucos, al dejar de oír, sólo
se distinguen sonidos internos, como las palpitaciones o los ruidos intestinales. Sin
embargo, nuestro cerebro no puede quedarse así, todo el caos dura menos de un
segundo (caeríamos por la falta de equilibrio), es momento de que el cerebro tome
las riendas del cuerpo.

Para recuperar el control, el cerebro secreta dopamina o norepinefrina, ambos


neurotransmisores, que estimulan al hipotálamo; éste último se comunica
químicamente con la hipófisis, de ahí a la tiroides; luego al páncreas, las glándulas
suprarrenales, y después, en el caso de las mujeres, con los ovarios; en el caso de
los hombres, con los testículos. Al final de la comunicación química ocurre: cierre
de vasos sanguíneos, venas y arterias periféricas; aumento de presión arterial;
ligero aumento de temperatura; escalofríos; sudoración principalmente en cara y
manos; aumento de frecuencia respiratoria, y por consiguiente, suspiros; al
aumentar la frecuencia cardiaca se siente un vuelco, éste es el origen del “flechazo
de cupido”. Después viene un aumento de glucosa en la sangre; dilatación de pupila;
y contracción de estómago e intestino, lo que se interpreta como “mariposas en el
estómago”; todo junto forma lo conocido como arrebato sentimental, el cuerpo se
arquea y todo parece una fiesta, y sí lo es pero química.

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Revista Digital Universitaria
10 de noviembre 2008 • Volumen 9 Número 11 • ISSN: 1067-6079
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Etapa: Afecto o enamoramiento (segunda fase neuroquímica)


Una vez que el primer encuentro acaba, el cerebro debe controlar el caos en el que
se vio envuelto; es decir, nivelar las sustancias que fueron secretadas; para ello se
activan los calmantes naturales por excelencia: endorfinas y encefalinas. Ambas
son una auténtica droga, de hecho son los opiáceos del cerebro, y se esparcen para
tranquilizar los órganos alterados; producen tranquilidad, calma, gozo y alegría, la
risa en el rostro es inconfundible.

El cerebro sabe que debe controlar las variaciones de temperatura y sobre todo de
azúcar, por lo cual el páncreas secreta insulina, de esa manera se transporta la
glucosa a los tejidos para metabolizarse, y así el organismo se tranquiliza. Sin
embargo cuando bajan los niveles de glucosa hay una nueva señal: serotonina,
traducida como la necesidad de algo dulce. En los hombres, la señal es casi
imperceptible, y a la larga produce baja de peso; en cambio, para las mujeres, la
necesidad de azúcar es imperiosa y puede provocar un aumento de peso.

Después de todos estos procesos químicos, se produce oxitocina, conocida como


“el péptido del amor” o “sustancia del abrazo”, que genera la urgencia de la
sensación táctil, del contacto directo con la persona amada. En el caso de la
amistad, se cierra el ciclo y puede convertirse en una relación duradera; sin
embargo, para el enamoramiento, se necesita cada vez más el intercambio químico;
así se llega al beso, donde olor y sabor se juntan, provocando una memoria a muy
largo plazo.

40

Etapa: Pasión (fase neuroendocrina)


El proceso amoroso es como una bola de nieve que rueda por una pendiente: cada
vez más grande y menos contenible; eventualmente, el ciclo se cerrará, para
culminar con las relaciones
sexuales; para ello los impulsos eróticos serán cada vez más intensos y con
intervalos más cortos. Las glándulas suprarrenales aumentaran su producción de
testosterona tanto en hombres como en mujeres. En el caso de los hombres, la
cantidad de testosterona aumentará mucho, ya que se sumará a la aportada por los
testículos, ocasionando la llamada “valentía territorial” que servirá contra posibles
contrincantes y una veloz iniciativa para presionar a la pareja. Para las mujeres esa
pequeña diferencia en el aumento de testosterona provoca una especie de ceguera
en el juicio y toma de decisiones, motivo por el cual no se oyen consejos y lo único
en mente es estar con la pareja, aumentar el contacto físico y tener relaciones
sexuales, con esto se cierra el ciclo amoroso.

El péptido de la fidelidad

En algunos animales como los cisnes, gansos y lobos, existe una hormona llamada
vasopresina o “péptido de la fidelidad”. Ésta provoca que, después del encuentro
sexual, permanezcan juntos en cada ciclo de apareamiento. La muerte de la pareja,
lleva a estos animales al suicidio o a una vida en solitario. Por otro lado, aunque los
humanos secretamos esta hormona, no lo hacemos en cantidad suficiente y de
manera constante, lo cual deja abierta la puerta para buscar otra u otras parejas.

Las civilizaciones monogámicas, como la nuestra, lo son en base a relaciones


intelectuales, no bioquímicas. La religión, la moral, las leyes y, sobre todo, la
inteligencia ayudan a mantenernos con la misma pareja toda la vida, lo cual nos
revela que la vida en pareja es un arduo ejercicio intelectual.

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La fórmula química de cupido.


”http://www.revista.unam.mx/vol.9/num11/art90/int90.htm

El organismo humano no ayuda ni a la fidelidad ni a cumplir el mito del amor


romántico. El amor, concebido como un despliegue de un arsenal pirotécnico, no es
eterno, y se agota con el tiempo, sigue la ley de que “todo lo que sube, baja”; y aquí
es cuando comienza la crónica del desamor.

El encanto se rompe y generalmente en uno sólo de los dos componentes de la


pareja, aunque ambas partes seguirán teniendo la necesidad de las alteraciones
bioquímicas para obtener su ración de droga cerebral. Entonces, es posible que una
parte inicie una búsqueda de emociones con terceras personas ya que el amor que
sentía ha muerto. La parte todavía enamorada, por lo general, presenta un síndrome
de abstinencia de las sustancias químicas del amor, el cual provoca depresiones,
angustias, lo cual conlleva a un estado de enfermedad, conocido como melancolía,
y que en los siglos XVIII y XIX, llevó a innumerables personas a “morir de amor”.
La atracción bioquímica de la primera fase neuroquímica, puede durar, según se
sabe hasta hoy,
de dos a tres años. La combinación de la segunda fase neuroquímica y la fase
neuroendocrina
puede durar hasta cuatro años más. Una vez cumplidos estos ciclos químico-
biológicos, que
suman alrededor de siete años, la relación se vuelve fundamentalmente racional,
sin quitar que
pueda seguir existiendo la atracción química, pero con otra velocidad o impulsada
con otra fuerza,
la cual es conocida como costumbre. Lo anterior quiere decir que de la pasión
involuntaria de
amar se pasa a la voluntad de amar.
El cerebro, considerado bioquímicamente como el órgano sexual más importante,
debe hacer
acto de presencia, si es que uno lo desea, para preservar la relación que en un
momento volvió
locas a las neuronas, y convertirlo en un acto de intelecto y voluntad. Por último, si
involucrar a la
razón y a la voluntad no es suficiente, no queda otro camino que buscar quién reviva
la alquimia
corporal y comience nuevamente la compulsión de éxtasis y tormento.
Bibliografía recomendada:
Alberoni, A. Enamoramiento y amor. Barcelona: Ed. Gedisa, 2000.
Bantman, B. Breve historia del sexo. Madrid: Ed. Paidós, 1998.
Barthes, R. Fragmento de un discurso amoroso. México: Ed. Siglo XXI, 1990.
Fisher, H.. Anatomía del amor. Barcelona: Editorial Anagrama, 1994.
Lamaire, J. La pareja humana: su vida, su muerte. La estructura de la pareja
humana. México:
Fondo de Cultura Económica, 1992.
Liebowitz, M. The Chemistry of Love. Boston: Little Brown Pub, 1983.
Pinel, J. Biopsicología. Madrid: Ed. Pearson Education, 2000.
Veuille, M. L
La música afecta la química del cerebro. Por ello es muy importante saber
qué escuchar.

Diversos estudios han documentado el por qué a todos no nos gusta la


misma música, pues su exposición a nuestros oídos suelen generar
reacciones muy distintas según quien la escuche.

Por ejemplo, hay personas a quienes le gusta la música clásica, en tanto


que a otras les estresa. Asimismo, hay gente que puede sentirse muy a
gusto – y hasta relajado – escuchando rock. Otros, por su parte, prefieren
las baladas.

Lo cierto es que la música que más nos gusta siempre nos genera placer,
gracias a la dopamina, un neurotransmisor que está presente en distintas
áreas del cerebro, que activa diversas funciones de nuestro organismo, y
está directamente relacionada con la alegría, el entusiasmo y hasta el gozo.
Asimismo, este químico cerebral también tiene otros efectos importantes
en nuestro comportamiento, el rendimiento físico, y hasta en nuestra
capacidad para estudiar, aprender o tomar decisiones.

La música también puede ser un gran aliado (o enemigo) para conciliar el


sueño o para mantener el buen humor. El secreto está en estudiar nuestras
reacciones frente a distintos tipos de música, seleccionando aquella que nos
genera el mayor bienestar físico y mental, favoreciendo inclusive el
funcionamiento pleno de nuestros sentidos.

Un estudio de la Universidad de Florida demostró que la música es capaz


de activar al cerebro, más que cualquier otro estímulo externo, llegando a
sentirse sus efectos según el ritmo, la tonalidad musical o hasta la letra.

Por ejemplo, el ritmo musical activa los córtex parietal y frontal izquierdo,
además del cerebro derecho, simplemente por el flujo sonoro de la música,
o las imágenes asociadas al ritmo en un video clic.
Asimismo, la tonalidad musical, es decir, los acordes y escalas asociados en
torno a la cual giran las frases y progresiones musicales, tiene un efecto
directo en el cerebelo, el lóbulo temporal y el córtex prefrontal.

Por su parte, la letra de la música no se queda atrás, y activa los córtex


motor y visual, además de dos zonas vitales del cerebro, como son las
áreas de Wernicke y de Brocca.

Entre los efectos de la música en la química cerebral figuran su


potencial energizante (o relajante), según sea el caso, pues afecta los
latidos del corazón, y por ende, el pulso y la presión arterial.

De igual manera, se ha documentado el efecto de la música sobre las ondas


cerebrales. De hecho, un estudio del Instituto de Actividad Nerviosa
Superior y Neurofisiología de Moscú, confirma con claridad la vocación
especifica de la música para estimular las funciones superiores del cerebro
que conllevan al acceso del potencial almacenado del subconsciente, la
mejora del estado de alerta, la expansión de la conciencia, el bienestar
general, y el desarrollo de las capacidades superiores del ser humano.

La próxima vez que desee escuchar música, asegúrese de seleccionar


aquella que vaya en la dirección de sus propósitos. Por ejemplo, si está
trabajando y debe escribir un reporte, prefiera música instrumental para no
congestionar al cerebro con palabras y frases que disminuyan su
productividad.

Sin duda alguna, la música puede afectar nuestra química cerebral.


¿A quién no le gusta la música? La música existe incluso antes de lo que se
considera ”ciencia” . Los sonidos que emiten las cosas y los animales forman parte
del mundo, hoy os voy destripar un poco como nos afecta la música, por que una
canción provoca que se nos pongan ”los pelos de punta” o si es verdad que el sonido
de las olas del mar es relajante y un largo etc…

En que se puede relacionar la música con la química o la biología, a primera


instancia no parece que sean doctrinas relacionadas, la bioquímica es la ciencia
que estudia el comportamiento de las biomoléculas, y la música son un conjunto
ondas de diferentes frecuencias que se combinan entre sí formando una armonía
de sonidos que oscilan hacia altas frecuencias (sonidos agudos) y hacia frecuencias
bajas (sonidos graves) formando una melodía. Algo que si tiene la música es que
se basa en la pura matemática, un ejemplo las cuerdas de un arpa, que varían de
longitud, cuanto más larga es la cuerda, más grave es el sonido.

arpa heather

El espectro audible por los humanos está entre los 20 Hz y los 20 kHz (un rango
equivalente a 10 octavas completas), sin embargo, este margen cambia de una
persona a otra, con la edad, y con el entrenamiento. Por encima de ese margen
entran los ultrasonidos y por debajo los infrasonidos, ondas acústicas fuera de
nuestro espectro y que no podemos escuchar.

Dejando de lado esta pequeña introducción vamos con lo verdaderamente


importante, la parte bioquímica de este asunto.

La música tiene un poderoso efecto sobre nosotros, nuestro cerebro, que es el que
procesa toda la información que nos rodea, ha reservado una zona en particular
para interpretar los sonidos, durante nuestro aprendizaje a edades tempranas,
nuestro cerebro va recibiendo todas las cosas nuevas y creando nuevas conexiones
con respecto a éstas, la corteza auditiva es la zona a la que llegan todas las señales
enviadas por nuestro oído al cerebro, sin embargo, nuestra mente es mas compleja
que eso, y todo esta interconectado, tanto con la memoria como con las emociones
(el hipotálamo y el sistema límbico), y, es por eso que la música es un factor que
ayuda mucho al desarrollo de la memoria.

(destacar que no solo la audición tiene este efecto, nuestro olfato, tacto y vista
también)

Esto cobra mayor sentido si tenemos en cuenta los trabajos realizados por Jim
Clark, jefe de la División de Aprendizaje Preescolar y Educación Artística y Helen
Taylor, jefe de Educación Musical, de la Universidad de Northumbria, Reino Unido
que, tras realizar un programa durante 3 años con 600 niños de entre 1 mes y 5
años, comprobaron cómo el contacto temprano con la música mejora la respuesta
a estímulos, la concentración y la capacidad de aprendizaje. (De ahí la creencia de
que es bueno ponerle música a las embarazadas)
descarga

Hace unos años, un grupo de científicos decidió constatar la teoría de que la música
ayuda a nuestro cerebro a liberar endorfinas. Tomaron dos grupos de personas a
las que ofrecieron naloxona o placebo, respectivamente. La nalaxona es un fármaco
utilizado para tratar adicciones agudas porque bloquea los receptores cerebrales. A
ambos conjuntos se les dio a escuchar música de su agrado. “Al final se constató
que los que tomaron el placebo disfrutaron de la audición como siempre lo habían
hecho, mientras que el grupo que ingirió nalaxona reportó una disminución drástica
del placer al escuchar música” afirma el profesor Victor J. Arroyos, licenciado en la
Escuela Superior de Música de Caracas en un artículo para la revista digital En
Plenitud.

Una zona del oído interno conocida como sáculo estimula el cerebro para producir
endorfinas.

Las endorfinas o encefalinas son hormonas que el cerebro produce de forma


natural. Su liberación está relacionada con diversas sensaciones, tanto placenteras
como dolorosas. (El ”susto” del momento de rompernos un brazo o de que nos
apuñalen y durante el orgasmo). Aunque un aumento considerable provoca efectos
analgésicos similares a los de la morfina, con la que comparte analogía. El hecho
de que la música nos reporte placer y de que posea cierto carácter reconstituyente
a nivel emocional va completamente ligado a esta reacción bioquímica. Es por ello
que se ha generalizado como una terapia más en el trato de enfermedades o
complicados pasajes físicos y psicológicos.

Correlación_estructural_entre_las_encefalinas_y_la_morfina.svg
(Aquí tenéis la semejanza entre las dos moléculas, la zona internacionalizada es la
que reacciona en nuestras neuronas)

”Las respuestas emocionales son causadas por confirmaciones y violaciones de las


expectativas de quien escucha: cuando esperamos que la melodía vuelva a la
tónica, tanto el retraso como su efectiva llegada producen una respuesta
emocional.”

-John Sloboda

Además de lo dicho por este hombre, para que la música tenga cierto efecto sobre
nosotros, esta debe poseer cierta Armonía (el equilibrio entre las distintas partes de
la melodía que siempre connota belleza cuando se cumple), Nunca habéis
escuchado una canción que os ha gustado mucho, y inmediatamente después la
habéis vuelto a poner para sentir lo mismo que habéis sentido hace un rato al
escucharla por primera vez, es algo que no solo sucede con la música, cuando un
estímulo nos provoca esa sensación placentera, resulta normal que queramos
repetir esa sensación. Esto también ocurre cuando se canta una canción a coro
junto con otras personas.

Por lo que como resumen tenemos que la musica:

-Puede aumentar nuestra frecuencia cardiaca

-Aumenta nuestra capacidad de memoria, atencion, aprendizaje y concentracion

-Es una manera de expresarse

-Estimula la creatividad y la imaginacion

-Es motivacional

-Es relajante

-Mejora el estado de animo y reduce el stress


El poder de la música
Estilo de Vida
10 Mar 2011 - 5:08 PM
Redacción Cromos
Científicos de Canadá descubren cómo las melodías provocan que en nuestro
cerebro se libere una sustancia química que nos revoluciona.

El poder de la música
Confianza, placer, sensación de unidad con los demás y el mundo, amor por la
Naturaleza, euforia, tranquilidad, ganas de hacer cosas y acercarnos a los demás.
También el recuerdo de momentos y lugares bellos, sensaciones de apertura
espiritual, elevación del nivel de consciencia, alegría sin causa, lágrimas… .

Estas son sólo algunas de las variadas e intensas emociones y sensaciones que
provoca en los seres humanos la música, esa singular combinación de melodía,
ritmo y armonía, que para el filósofo griego Platón “es para el alma lo que la gimnasia
para el cuerpo”, y que según el dramaturgo y novelista irlandés Oscar Wilde era “el
arte más cercano a las lágrimas y los recuerdos...”.

Según sea suave, lenta y relajante, o trepidante, rápida y estimulante, la música


puede provocar en la persona que la escucha un impacto sentimental tan variado
como intenso. Pero ¿provoca el mismo efecto en todas las personas? ¿la música
es verdaderamente un lenguaje universal, como suele afirmarse?.

De acuerdo a un estudio del Instituto Max Planck de Neurología de Leipzig


(Alemania), la respuesta a este último interrogante es afirmativa, ya que los
sentimientos expresados musicalmente se entienden igual en todo el mundo y la
música logra superar sin mayores dificultades las barreras entre las culturas.

Un equipo de investigadores dirigido por el doctor Max Fritz realizó dos


experimentos para analizar la capacidad humana de reconocer la alegría, la pena o
el miedo al escuchar piezas musicales pertenecientes a una cultura ajena a la suya.

En el primer ensayo, se tocaron piezas breves para piano compuestas según los
principios de la música europea ante un grupo de ‘mafas’ (una etnia de Camerún
que compone su propia música sin haber tenido contacto con la occidental) y otro
grupo de control formado por oyentes occidentales.

Tras escuchar cada pieza musical, los ‘mafas’ debían relacionarla con una serie de
reproducciones de expresiones faciales que ya se sabe que tienen una
interpretación universal. Así se comprobó que los ‘mafa’ podían reconocer con éxito
las tres emociones expresadas en la música occidental. La música con un ritmo
rápido, tiende a ser identificada con la alegría, en tanto que para la tristeza o el
miedo el ritmo es menos decisivo que la tonalidad, según ha explicó el doctor Fritz.

DIVERSAS CULTURAS, UNA MISMA SENSIBILIDAD.


En el segundo experimento se investigó si las sensaciones agradables o
desagradables se transmiten de forma similar a través de la música ‘mafa’ o de la
música occidental. En los países occidentales, las consonancias son percibidas
como más agradables que las disonancias, y se quiso determinar si esto era igual
entre los ‘mafa’.

Según el doctor Fritz, “los cameruneses también mostraron una clara preferencia
por las consonancias, aunque la diferencia entre la percepción de la disonancia y la
consonancia no es tan marcada como entre los occidentales. Cuando a un ‘mafa’ le
gusta una pieza musical, suele gustarle también una versión disonante de la misma,
aunque menos".

Por otra parte, expertos del Instituto Neurológico de Montreal y de la Universidad


McGill, en Canadá, han descubierto que un neurotransmisor (mensajero químico
entre las neuronas y nervios) liberado en el cerebro y denominado dopamina,
genera las sensaciones placenteras e "incluso los escalofríos" que surgen cuando
se escucha una música agradable al oído.

Según la investigación, dirigida por el doctor Robert Zatorre, los sonidos placenteros
inducen la liberación de dopamina, una sustancia necesaria para generar las
emociones y sensaciones de disfrute que acompañan la ingestión de determinados
alimentos y que producen las drogas o el sexo.

Los investigadores canadienses cuantificaron la dopamina que se libera al escuchar


música, teniendo en cuenta la forma en que provocaba escalofríos entre los ocho
participantes en el estudio, así como los cambios en el comportamiento de su piel y
en la frecuencia cardiaca, la respiración y la temperatura corporal.

Gracias a una combinación de técnicas de diagnóstico por imagen, que permite


visualizar la actividad cerebral, descubrieron que los niveles de liberación de la
dopamina se correlacionan con el grado de excitación emocional que ocasionaba la
música del experimento.

Según los investigadores, ese neurotransmisor cerebral aumenta en respuesta a


otros estímulos o actividades de recompensa como la comida, las relaciones
sexuales u obtener dinero, y que también produce bienestar ante ciertos estímulos,
como el hallarse enamorado.

En el estudio, liderado por Zatorre, se comprobó que los niveles de dopamina eran
hasta un 9 por ciento más elevados en los participantes cuando escuchaban música
que les agradaba.

"Esto demuestra que las personas obtenemos placer de la música, una recompensa
abstracta, la cual es comparable con la que logramos con estímulos biológicos más
básicos", según los investigadores canadienses.

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140624-el-poder-de-la-musica
Confirman que cerebro libera una sustancia química al escuchar música
Autor: AP
10/01/2011 | 11:31 AM

https://www.latercera.com/noticia/confirman-que-cerebro-libera-una-sustancia-
quimica-al-escuchar-musica/

Aunque algunos estudios ya habían sugerido que la dopamina desempeñaba un


papel en ello, la nueva investigación demostró que esto ocurría de manera directa.

Así se trate de una melodía de los Beatles o una sinfonía de Beethoven, a la gente
le gusta la música por la misma razón que le gusta comer o tener relaciones
sexuales: hace que el cerebro libere una sustancia química que da placer, afirmó
un nuevo estudio.

Esa sustancia cerebral está implicada tanto en anticipar un momento musical


particularmente emocionante y en sentirse bien al escucharlo, según descubrieron
los investigadores.

Algunos estudios anteriores ya habían sugerido que la dopamina -una sustancia


que las células del cerebro liberan para comunicarse entre sí- desempeñaba un
papel en ello. Sin embargo, la nueva investigación, en la que se hizo una tomografía
del cerebro de las personas mientras escuchaban música, demostró que esto
ocurría de manera directa.

Aunque la dopamina normalmente nos ayuda a sentir el placer de comer o tener


relaciones sexuales, también ayuda a experimentar la euforia que se produce al
consumir drogas ilegales. Es una sustancia activa en algunos circuitos del cerebro.

MÚSICA INSTRUMENTAL
El vínculo con la dopamina ayuda a explicar por qué la música es tan popular en las
diversas culturas, escribieron los investigadores Robert Zatorre y Valorie Salimpoor
de la Universidad McGill de Montreal en un artículo publicado en internet por la
revista Nature Neuroscience.

El estudio utilizó únicamente música instrumental, lo cual indica que las voces no
son necesarias para producir una respuesta de dopamina, afirmó Salimpoor. Se
necesitará una investigación más amplia para estudiar cómo pueden contribuir las
voces al sentido del placer, agregó.

Los expertos señalaron que se hicieron experimentos de tomografía cerebral con


ocho voluntarios que fueron escogidos debido a que realmente sentían escalofríos
al escuchar ciertos fragmentos de algunas piezas musicales favoritas. Esa
característica llevó a los investigadores a estudiar la manera cómo el cerebro
maneja la anticipación y la llegada de un momento musical en particular.
Los resultados sugirieron que las personas que disfrutan de la música pero que no
sienten escalofríos también están experimentando los efectos de la dopamina,
agregó Zatorre.

Las tomografías mostraron que los cerebros de los participantes bombeaban más
dopamina en una región cerebral llamada cuerpo estriado al escuchar piezas
favoritas de música que al escuchar otras melodías. Estudios de resonancia
magnética funcional mostraron por su parte, en qué partes y en qué momentos
ocurrieron esas liberaciones de dopamina.

La dopamina aumentó en un sector del cuerpo estriado durante los 15 segundos


previos a un momento emocionante, y en una parte diferente cuando finalmente
llegó ese instante musical.

Los voluntarios del estudio eligieron una amplia gama de música, desde clásica y
jazz hasta punk, tango e incluso gaitas. Entre las melodías estuvieron el “Adagio
para cuerdas” de Barber, el segundo movimiento de la “Novena sinfonía” de
Beethoven y el “Claro de Luna” de Debussy.
UNA BUENA DOSIS DE MOTIVACIÓN
Los efectos de la música en el cuerpo también son cuestión de química y tienen
nombre propio: ¡dopamina! Es habitual que, cuando escuchamos una canción, los
estímulos neurológicos que acabamos de mencionar generan respuestas
fisiológicas como la liberación de esta hormona, conocida como ‘la hormona del
placer’, que tiene múltiples beneficios: regula el sueño, el humor, la memoria, la
atención… Sin duda, su nombre es bien merecido: ¡es el centro del placer y la
motivación!

Además, dependiendo del tipo de música que estemos escuchando, el cerebro


también puede liberar otros neurotransmisores. Por ejemplo, la música clásica que,
según algunos estudios, provoca la generación de serotonina, una sustancia
química que provoca relajación y calma los niveles de estrés y ansiedad.

https://www.musicnexo.com/blog/es/efectos-de-la-musica-cuerpo/

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La fórmula química de cupido.
”http://www.revista.unam.mx/vol.9/num11/art90/int90.htm

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