Cuentos Autoestima
Cuentos Autoestima
Cuentos Autoestima
Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando
cuántas cosas bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto vio una
rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.
-¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se
fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue
recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida
vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!!
Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan
ciega?
La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin
mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad.
Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tú alrededor y
mira siempre en tu corazón.
Preguntas
2.- Alguna vez has hecho sentir mal a un compañero/a. ¿Cómo crees que se sintió?
Anónimo
Cuenta una historia de que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se
reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serian impartidas durante el curso.
El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también
incluida en el currículo. La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles
era fundamental. El conejo quería, de todas formas, que la carrera fuera también incluida en el
programa de disciplinas de la escuela. Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían
un gran error.
Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales
practicasen todas las disciplinas. Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de
estudios.
Al principio, el conejo se salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad
como él. Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a
aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara. El
conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No aprendió a
volar, y además no pudo seguir corriendo como antes.
Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero
claro, no lo consiguió. Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus
alas, quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo. La
misma situación fue vivida por un pez, por una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo
todos heridos.
Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas. ¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a
la conclusión de que todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus
debilidades. Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a
que los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que queremos conseguir
con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y por no
hacer lo que realmente les gusta. Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus
capacidades y limitaciones. Si alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni
peor que nosotros o nosotros mejor o peor que él.
Preguntas
2.- Alguna vez has hecho sentir mal a un compañero/a por no ser igual a ti o tener tus mismas
cualidades o capacidades ¿Cómo crees que se sintió?
3.- ¿Seria agradable para ti ser tratado mal por alguien, por no tener sus mismas cualidades o
capacidades?