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MODOS DE SEDUCCIÓN EN CUENTOS DE EVA LUNA

DE ISABEL ALLENDE

Cătălina CONSTANTINESCU
Universidad de Piteşti

Resumen: En “Cuentos de Eva Luna”, Isabel Allende incluye varias historias cuya
narradora es una Sheherezade moderna que intenta un discurso seductor dirigido a un narratario
que impone, desde el principio, la idea de la unicidad de estos cuentos. Ellas deben ser nunca
más contados. La mayoría de estos cuentos sugieren modos de seducción por medio de
personajes seductores o seducidos que se sitúan, muchas veces, en el reálismo mágico, que
parece nacer de la pobreza y vive por medio del poder de la palabra difundida a través de la
gente de los pueblos viejos con historia tumultuosa, cruel e increíble.

Palabras clave: seducción, cuento, Sheherezade, narratario

Si, en sentido general, en términos de Roberto de Vries, por ejemplo, la


seducción se puede entender como la capacidad que tiene una persona para llamar la
atención, hacerse desear y, más aún, para convertirse en necesario para otro u otras
personas podemos aceptar que muchas modalidades de seducción se encuentran
envueltas en el poder mistificador de las palabras, en las obras literarias.
El narrador es un tipo de seductor, el lector se deja seducido, o no, conforme a
un pacto de seducción adoptado conciente o inconcientemente en dos momentos
esenciales: el momento en el cual el primero (el narrador) empieza a hablar (escribir) y
en el momento en el cual el segundo (receptor, lector) abre el libro y acepta todas las
convenciones narrativas, rindiéndose a las trampas de las apariencias, la ilusión, la
ficción que sustituye la realidad.
En esta línea, de las definiciones de la seducción nos están más a gusto las de
Rafael Seco (seducir= “ejercer (alguien o algo) un gran atractivo (sobre alguien”) y de
María Moliner (seducir= “hacerse una persona admirar/querer o particularmente amar
intensamente por otra”). Aceptamos, igualmente que el latino seducere significa llevar
aparte, desviar de su vía, es decir produce un desplazamiento en la mente del sujeto
seducido.“ La ley de la seducción es, ante todo, la de un intercambio ritual
ininterumpido la de un envite donde la suerte nunca está echada, la del que seduce y la
del que es seducido, en razón de que la línea divisoria que definiría la victoria de uno, la
derrota del otro, es ilegible, y de que este desafío al otro a ser aún más seducido, o amar
más de lo que yo amo no tiene otro límite que el de la muerte.” (BAUDRILLARD,
1981:36)
En Cuentos de Eva Luna, Isabel Allende nos envía hacia uno de los más
antiguos tipos de seducción, los cuentos de Sheherezade, seducción verbal, es decir
seducción narrativa. En el caso del célébre personaje, la alternativa es seducir (contar) o
morir. Pero ¿ cuál sería la diferencia? Cada narrador sabe que si su cuento no seduce al
lector, su cuento muere.
La hija del visir de Las mil y una noches “era muy elocuente y daba gusto al
oírla”, como volvemos a leer en el epígrafe del libro de Isabel Allende, que contiene
veintitrés historias de vidas contadas por Eva Luna a su amante, a condición de que sean

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únicas y nunca más relatadas, según este requiere: “Cuéntame un cuento que no lo
hayas contado a nadie” (ALLENDE, 2008:21)
Es decir, un discurso seductor cuyo pacto inicial establece una regla de
exclusividad entre el narrador (Eva Luna) y el primer receptor, el narratario (Rolf Carlé,
el amante) y una primera prueba de seducción para los posibles lectores de los cuentos a
quienes se les anuncia un gran privilegio, el de la unicidad. “En realidad, se trata de que
tanto la literatura como el amor surgen de un mismo hontanar y obedecen a un mismo
impulso de la psique humana, un impulso regido por los principios de seducción. En
definitiva, amor y literatura, mecanismos en cierta medida opuestos, responden a una
esquema común: el de la salida de la propia individualidad y la reflexión en el espejo
que encontramos en la otredad, salida que viene de la mano de la seducción y que en los
mejores casos puede resolverse en diálogo creado”. (RUIZ PÉREZ, MATAS
CABALLERO)
En muchos de los cuentos narrados por Eva Luna para encender la fantasía de
su amante hay personajes que utilizan varios modos de seducir a los demás utilizando
palabras, juegos, objetos, en una dialéctica persuasiva que algunas veces llega a la
despersonalización del sujeto seducido u, otras veces, al descubrimiento en este de una
personalidad escondida, oculta o rechazada.
Belisa Crepusculario (Dos palabras) es vendedora de palabras. Recorre el país,
todos la conocen porque les vende, a precio justo, versos de memoria, cartas para los
enamorados, insultos para los enemigos, cuentos que no eran productos de su fantasía
sino historias verdaderas que llevaba de un pueblo a otro completándolas con lo que la
gente pedía que ella añadiera. A quien pagaba cincuenta centavos le regalaba “una
palabra secreta para espantar la melancolía”. (ALLENDE, op. cit. :21)
Empezó este negocio un día en que, descubriendo una hoja de un periódico se
dio cuenta de que “las palabras andan sueltas, sin dueño y cualquiera con un poco de
maña puede apoderárselas para convencer con ellas.”. (ibidem) En aquel entonces no
sabía leer ni escribir pero un cura le enseñó y además revisó un diccionario que luego lo
lanzó al mar “porque no era su intención estafar a los clientes con palabras envasadas.”
(ibidem)
Un día, un Coronel, harto de guerras y terror con los cuales había invadido el
país, decide que quiere ser presidente pero renuncia a la posibilidad de tomar a fuerza el
poder y quiere comprar de Belisa un discurso con el cual convencería al pueblo que
merece ser elegido. Belisa escribe el discurso, pero, porque el Coronel no sabe leer, se
lo lee ella muchas veces para que el Canditato lo aprenda de memoria. Era un discurso
donde Belisa “descartó las palabras ásperas y secas, las demasiado floridas, las que
estaban desteñidas por el abuso, las que ofrecían promesas improbables, las carentes de
verdad y las confusas, para quedarse sólo con aquellas capaces de tocar con certeza el
pensamiento de los hombres y la intuición de las mujeres.”(ibidem: 18) Un discurso
argumentativo perfecto pero también emocional, ya que su autora empieza a enamorarse
de su destinatario.
Belisa pide al Coronel un centavo y le susurra en la oreja dos palabras secretas,
el regalo al cual tenía derecho, transmitiéndole al mismo tiempo el olor y poder de su
cuerpo de mujer enamorada. El coronel llega a ser Presidente, debido exclusivamente al
discurso que cambia no sólo la percepción de la gente sino lo cambia también a él, que
se transforma según las palabras del discurso, cumplindo con las promesas recitadas.
Además está obsesionado con las dos palabras de manera que “andaba alelado” ya que
“lo que no habían logrado tantos años de batallas lo había conseguido un
encantantamiento susurrado al oído.” (ALLENDE, op. cit. :20) Manda buscar a Belisa

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para que le devuelve la “hombría perdida”, pero el hechizo de las palabras se había ya
convertido en el hechizo del amor correspondido.
Belisa no es una manipuladora, su comercio con palabras es un tipo de
seducción atencional (VRIES) que se convierte en seducción para el deseo. En este trato
no hay víctimas, pues la seductora y los seducidos dan y reciben a la vez, en una
complicidad que ofrece a todos recursos para superar el destino.
En “Si me tocaras el corazón”, la seducción se realiza por medio de un salterio.
Amadeo Peralta, un matón criado en la pandilla de su padre y que tenía el hábito de
seducir a las muchachas para luego abandonarlas, decide obedecer a su padre y casarse
con la hija de un hacendado para subir la escalera social de la riqueza y poder. Antes de
casarse, al pasar por una calle, oye un “sonido cristalino como de agua deslizándose
entre piedras” (ALLENDE, op. cit. :68) que venía de un salterio sostenido por las
rodillas de una muchacha. Peralta le recita todo su repertorio de galán y la chica, sin
comprender el sentido de las palabras, se deja seducida sólo por el tono de la voz del
hombre. Hortensia se enamora de este seductor que la mantiene sepultada cuarenta y
siete años en un sótano, mientras él se convierte en el cacique más poderoso de la zona.
Los primeros días después de encarcelarla seguía visitándola “no siempre para hacer el
amor, a veces sólo para verla tocar alguna melodía antigua en el salterio, le gustaba
verla inclinada sobre el instrumento pulsando las cuerdas.” (ibidem: 71)
Hay oscuros resortes íntimos e inconcientes que mueven a Peralta a no poder
descartar del todo de Hortensia que “se le quedó pegada en la conciencia como una
pesadilla” aunque tenía “el corazón definitivamente mutilado para el amor” (ibidem:
69), en una vida en la que tuvo gran número de bastardos sin guardar recuerdo de
ninguna mujer.
Resulta que, a veces, el sujeto seductor (en este caso no Hortensia sino la
música de su salterio) es algo cuyo poder inexplicabile reside en los rincones
escondidos y desconocidos del psíquico de la persona seducida y que, tal como en este
cuento, acciona totalmente en contradicción con el comportamiento de esta persona. En
lo que concierne a Hortensia, ella es el caso típico de despersonalización del objeto
seducido, de fidelidad absoluta e incondicional, ya que, a pesar de la extrema
destrucción física, su amor queda el mismo.
Otro tipo de seducción, también trágica y relacionada con la música, hallamos
en el cuento Tosca. Maurizia Rugieri acaricia, desde niña, sueños de gran actriz, pero
fracasa en un casamiento mantenido solamente por el amor idolatra de su esposo que
hubiera dado la vida para que ella respondiera a sus sentimientos con igual intensidad.
Después de haber nacido su hijo, Maurizia encuentra, en un tranvía, a un joven
estudiante que leía la partitura de “Tosca” silbando un aria del último acto. Los viejos
sueños de ser cantante renacen, de manera que “Ella sintió que todo el sol de mediodía
se le eterniza en las mejillas y un sudor de anticipación le empapaba el corpiño. Sin
poder evitarlo, tarareó las palabras del infortunado Mario saludando al amanecer, antes
de que el pelotón del fusilamiento acabara con sus días.” (ibidem: 91)
Entre las líneas de la partitura, comienza el romance de los dos, ambos
seducidos por el entusiasmo común para el bel canto. Durante los meses siguientes,
Maurizia sueña, una por una, con todas las tragedias de la ópera y algunas de la
literatura universal, y cada personaje en que vive tiene como objeto de la pasión a
Leonardo Gómez hasta renunciar a su marido y a su hijo y vivir lejos del mundo
civilizado con su “Mario”, en realidad un médico débil y mediocre que nunca pudo
estar a la altura de sus ilusiones bováricas.

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Ella hizo grandes esfuerzos para “mantener vivo un personaje inventado para
representarse a sí misma” (ALLENDE, op. cit. :97). Su modo de vivir envuelta en las
ilusiones de la música hubieran logrado seducir sin ningún esfuerzo a su marido, que
nada conocía de este mundo imaginario, pero parece que cansó desesperadamente
durante treinta y dos años al amor de su vida.
En Boca de sapo, Hermelinda seduce utilizando las dos grandes
preocupaciones de los hombres, el sexo y el juego, combinándolas. En un lugar con
naturaleza áspera y hombres rudos, Hermelinda se gana la vida con juegos de fantasía
amorosa, aprovechando la gran penuria de amor de los peones que trabajaban por una
familia inglesa de la gran casa de la Compañía Ganadera. “Ella había descubierto la
manera de obtener beneficios sin hacer trampas. Aparte de los naipes y los dados. Los
hombres disponían de varios juegos y siempre el premio único era su persona.” (ibidem:
49)
“La gallina ciega”, “El Columpio”, “El sapo” eran juegos en los cuales los
hombres luchaban de manera divertida, pero competitiva para ganar algunos minutos el
amor de la mujer que participaba siempre como recompensa erótica. El más interesante
de estos juegos era, sin duda, “El Sapo”. Hermelinda se sentaba en medio de un círculo
dibujado con tiza y quien pudiera lanzar una moneda en el centro oscuro de su cuerpo
(la boca de sapo), mientras ella se movía para que la moneda pierda su rumbo, ganaba
“el tesoro del sultán, horas detrás de la cortina a solas con ella, en completo recocijo,
para buscar consuelo por todas las penurias pasadas y soñar con los placeres del paraíso.
Decían, quienes habían vivido estas dos horas preciosas, que Hermelinda conocía
antiguos secretos amorosos y era capaz de seducir a un hombre hasta los umbrales de su
propia muerte y traerlo de vuelta convertido en sabio.” (ibidem: 50) Estos juegos
terminan un día, cuando un forastero, Pablo el asturiano, gana las dos horas después de
haber decidido, observando a Hermelinda, “que no vale la pena seguir viviendo sin
ella”. Los dos pasan mucho más tiempo juntos y al mediodía la seductora seducida y su
seductor suben a los caballos y se van para siempre del pueblo sin mirar hacia atrás.
Otro personaje con la historia del cual Eva Luna quiere mantener la atención
de su amante ofreciéndole cuentos increíbles (un modo de seducirle para mantener vivo
su interés y entusiasmo) es Horacio Fortunato (Regalo para una novia). Este hereda de
su padre y su abuelo un gran circo internacional que logra ampliarlo y, al mismo
tiempo, extender otros negocios. Es muy rico, independiente, libre, y sus experiencias
de niñó abandonado tanto por su madre como por su madrastra que se fueron al mundo
olvidándolo, le transformaron en un soltero convencido que disfrutaba de rubias de
alquiler, convencido que nunca se va a casar.
Pero, un día de marzo, se enamora a primera vista de la mujer de un joyero
judío, una “aristrócrata cuarentona y altanera” que lo seduce de una manera fotográfica,
por los diamantes refulgientes de su cuello y también por ser totalmente diferente de las
mujeres que él prefería.
Horacio Fortunato empieza un asedio seductivo que la señóra Zimmerman
rechaza sin ninguna vacilación: “ramas exóticas de orquideas”, “una caja de cristal con
una rasa perfecta”, “claveles blancos en copa de plata”, “tulipanes negros importados de
Holandia y otras variedades imposibles de encontrar en esta tierra caliente”
(ALLENDE, op. cit. :81). Todo va a la basura. Siguen llamadas telefónicas, cartas e
incluso un gran collar de esmeraldas. La dueña de su alma se mantiene totalmente
insensible y nerviosa. El hombre se siente “ridículo por primera vez en su vida de
saltimbanquí, sufre, sus negocios sufren también. Decide pedir el consejo de su abuelo,
que, después de escuchar las quejas de su nieto, le sugiere regalar a la mujer amada algo

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que ella no tenga, y explica: “un buen motivo para reír”,convencido que “eso nunca
falla con las mujeres”.
Por consiguiente, Horacio viene a casa de su amada con todo el circo,
realizando delante de sus ojos un espectáculo extraordinario que abarca el cielo y la
tierra con los más resplandecientes colores y atrevidos números peligrosos, con todos
los personajes y animales que se pueden encontrar en los grandes circos del mundo. Al
final, “sobre este estrado de emperador de utilería iba Horacio Fortunato con su melena
aplastada con brillantina, su irrevocable sonrisa de galán, orondo bajo su pórtico
triunfal, rodeado por su circo inaudito, aclamado por las trompetas y las platillas de su
propia orquesta, el hombre más soberbio, más enamorado y más divertido del mundo.
Patricia lanzó una carcajada y le salió al encuentro.” (ibidem: 87)
El abuelo de Horacio tenía razón. En el pacto de seducción hay que saber que
el seductor debe buscar utilizar y ofrecer lo que el sujeto de su seducción nunca había
conocido o tenido.
En otro cuento (La mujer del juez) la narradora incluye, en el momento del
desenlace de la historia, un momento de seducción recíproca al borde de la muerte. El
bandolero Nicolás Vidal, a quien se le había predicho desde su nacimiente que perdería
su vida por una mujer, decide matar al juez que le había perseguido desde siempre y
había causada la muerte de su madre.
Pero, el juez muere antes de la llegada de Nicolás en donde la mujer del juez,
después de esconder a sus hijos en una gruta, tiene que ganar tiempo hasta que lleguen
las tropas para salvarla. Al encontrarse, ambos se dan cuenta que se enfrentan con un
adversario formidable, el bandito deja la pistola y Casilda sonríe y así empieza un juego
erótico que es al mismo tiempo lucha a muerte en el cual “Casilda se ganó cada instante
de las horas siguientes. Empleó todos los recursos de seducción registrados desde los
albores del conocimiento humano y otros inspirados por la necesidad, para brindar a
aquel hombre el mayor deleite. Ambos entendieron que se jugaban la vida y eso daba a
su encuentro una terrible intensidad.” (ibidem: 147)
Los dos viven momentos en los cuales aprenden y sienten lo que significa los
verdaderos placeres del amor, nunca probados hasta entonces, de manera que, cuando se
acerca la tropa para salvar a Casilda y llevar a Nicolás Vidal frente al pelotón del
fusilamiento, la mujer le rogó que huyera pero el hombre prefirió envolverla en sus
brazos para besarla por última vez, cumpliendo así la profecía de su destino.
Todos los cuentos mencionados sugieren, entre otras, la idea de que la
seducción es un juego, a veces peligroso, con el destino, en el cual la subconsciencia
desempeña un papel decisivo.

BIBLIOGRAFÍA
Allende, I., Cuentos de Eva Luna, Ed. Planeta De Agostini, Barcelona, 2008
Baudrillard, J., De la seducción, Ediciones Cátedra S. A. , Madrid, 1981
www.robertodevries.com
www.revistacontextos.es

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