A. Derecho de La Propiedad Intelectual

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ANTOLOGÍA

Material Compilado sin fines de lucro, en beneficio de la


educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.
CONTENIDO DE LA ASIGNATURA

1. Propiedad intelectual

1.1 Antecedentes
1.2 Derechos obtentor
1.3 Derechos de autor patrimoniales
1.4 Derechos de autor personales

2. Objeto de la propiedad industrial

2.1 Patente
2.2 Marca
2.3 Nombres comerciales
2.4 Secreto industrial y comercial

3. Procedimientos de propiedad

3.1 Derechos y obligaciones del titular de la patente


3.2 Principios
3.3 Temporalidad
3.4 Franquicia

4. Otros derechos de propiedad

4.1 La denominación de origen


4.2 Propiedad industrial y competencia desleal
4.4 Otros

1
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educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.
INTRODUCCIÓN

Fragmento tomado de: Montalvo, M. T. (s.f.). El marco jurídico de la propiedad


intelectual en México (documento electrónico). México: Universidad
Veracruzana. Recuperado de
http://www.letrasjuridicas.com/Volumenes/15/tmontalvo15.pdf

1. Propiedad intelectual.

Mucho se ha escrito sobre algunos temas económicos como el federalismo fiscal,


la reforma del Estado, la inversión extranjera, entre otros, que han sido punta de
lanza y motor principal de las políticas públicas de los últimos sexenios. Sin
embargo, existen otros sobre los cuales debemos poner atención y que son factores
generadores de problemáticas jurídico-económicas actuales, uno de ellos es la
propiedad intelectual. En el contexto global en el cual nos desarrollamos esta figura
ha cobrado importancia, ejemplo de lo anterior son los tratados internacionales ya
que en casi todos ellos existe un capítulo dedicado a su regulación. Estos derechos
ya existían mucho antes que se comenzara a dar la apertura de fronteras, sin
embargo es con ésta con la que se comienza a evidenciar la necesidad de su exacta
y eficiente regulación, ya que a través de las relaciones internacionales entre los
Estados, éstos y los particulares se ven en la necesidad de proteger sus creaciones
e invenciones para su mejor desarrollo económico y social.

Por propiedad intelectual debemos entender:

El conjunto de disposiciones jurídicas que regulan las prerrogativas


otorgadas por el Estado a las personas sobre las creaciones de su mente. O
bien, es el conjunto de disposiciones jurídicas establecidas en la carta
magna, tratados internacionales, leyes, reglamentos y demás ordenamientos
sobre los que se fundamenta el Estado para otorgar a individuos, empresas
o instituciones, el reconocimiento, el derecho y la protección al uso exclusivo
de obras literarias, artísticas, científicas, industriales y comerciales.1

La propiedad intelectual se divide en dos grandes áreas: los derechos de autor y la


propiedad industrial, la cual consiste en:

Un conjunto de ordenamientos legales compuesto por leyes, tratados


internacionales y reglamentos, sobre los cuales se basa el Estado para
otorgar a individuos, empresas o instituciones el reconocimiento, el derecho
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y la protección al uso exclusivo de invenciones e innovaciones o signos
distintivos utilizados en los procesos productivos y en los productos o
servicios que son el resultado final de dichos procesos productivos.2

Y se entiende por Derechos de Autor:

Acto volitivo de creación del intelecto, que es intangible. Protege al autor y lo


faculta para divulgar y reproducir las obras expresión del ingenio humano,
garantizando la integridad y el respeto de éstas. El autor está legitimado para
crear su propio derecho. El autor tiene la titularidad de sus ideas-cosas
inmateriales que al corporificarse en forma original crea algo nuevo, obras
intelectuales que pueden ser de diversa índole.3

1.1 Antecedentes

En nuestro país, tanto los Derechos de Autor como la Propiedad Industrial tienen
actualmente su propia legislación, haremos un breve recorrido por los conceptos
más importantes de cada uno de estos ordenamientos. La Ley Federal de Derechos
de Autor, regula el primer aspecto de la propiedad intelectual, y en su artículo
primero establece:

La presente Ley, reglamentaria del artículo 28 constitucional, tiene por objeto


la salvaguarda y promoción del acervo cultural de la Nación; protección de
los derechos de los autores, de los artistas intérpretes o ejecutantes, así
como de los editores, de los productores y de los organismos de
radiodifusión, en relación con sus obras literarias o artísticas en todas sus
manifestaciones, sus interpretaciones o ejecuciones, sus ediciones, sus
fonogramas o videogramas, sus emisiones, así como de los otros derechos
de propiedad intelectual.

Los Derechos de Autor dentro del Territorio Mexicano protegen las siguientes obras,
establecidas en el artículo 4° de la Ley Federal de Derechos de Autor:

Artículo 4. Las obras objeto de protección pueden ser: A. Según su autor: I.


Conocido: Contienen la mención del nombre, signo o firma con que se identifica
a su autor; II. Anónimas: Sin mención del nombre, signo o firma que identifica al
autor, bien por voluntad del mismo, bien por no ser posible tal identificación y; III.
Seudónimas: Las divulgadas con un nombre, signo o firma que no revele la
identidad del autor. B. Según su comunicación: I. Divulgadas: Las que han sido
hechas del conocimiento público por primera vez en cualquier forma o medio,
bien en su totalidad, bien en parte, bien en lo esencial de su contenido o, incluso,
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mediante una descripción de la misma; II. Inéditas: Las no divulgadas y; III
Publicadas: a) Las que han sido editadas, cualquiera que sea el modo de
reproducción de los ejemplares, siempre que la cantidad de estos, puestos a
disposición del público, satisfaga razonablemente las necesidades de su
explotación, estimadas de acuerdo con la naturaleza de la obra, y b) Las que han
sido puestas a disposición del público mediante su almacenamiento por medios
electrónicos que permitan al público obtener ejemplares tangibles de la misma,
cualquiera que sea la índole de estos ejemplares; C. Según su origen: I.
Primigenias: Las que han sido creadas de origen sin estar basadas en otra
preexistente, o que estando basadas en otra, sus características permitan afirmar
su originalidad, y II. Derivadas: Aquellas que resulten de la adaptación, traducción
u otra transformación de una obra primigenia; D. Según los creadores que
intervienen: I. Individuales: Las que han sido creadas por una sola persona; II. De
colaboración: Las que han sido creadas por varios autores, y III. Colectivas: Las
creadas por la iniciativa de una persona física o moral que las publica y divulga
bajo su dirección y su nombre y en las cuales la contribución personal de los
diversos autores que han participado en su elaboración se funde en el conjunto
con vistas al cual ha sido concebida, sin que sea posible atribuir a cada uno de
ellos un derecho distinto e indiviso sobre el conjunto realizado.

Este ordenamiento otorga dos tipos de derechos a aquellos que han creado una
obra literaria o artística: los derechos morales y los derechos patrimoniales, en los
derechos morales:

El autor es el único, primigenio y perpetuo titular en relación con las obras de


su creación, y se consideran inalienables, imprescriptibles, irrenunciables e
inembargables, pudiendo ejercerlos él mismo o sus herederos, o bien, el
Estado en caso de ausencia de aquéllos o de obras del dominio público,
siempre que se trate de obras de interés para el patrimonio cultural nacional;
la Ley asimismo, precisa el alcance del ejercicio de los derechos morales por
parte del autor, herederos, Estado, coautores, director o realizador y
productor de la obra, así como en el caso de utilización de la obra en anuncios
publicitarios o de propaganda.4

En cuanto a los Derechos patrimoniales, la Ley en comento establece en su artículo


24°: “Corresponde al autor el derecho de explotar de manera exclusiva sus obras,
o de autorizar a otros su explotación, en cualquier forma, dentro de los límites que
establece la presente Ley y sin menoscabo de la titularidad de los derechos morales
a que se refiere el artículo 21 de la misma”. Los autores pueden transferir onerosa
y temporalmente estos derechos para que se realicen comunicaciones o transmisión
pública de las obras del autor, estos derechos patrimoniales no pueden ser
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embargables ni pignorables. Estos derechos estarán vigentes durante la vida del
autor y cien años más después de su muerte. En la misma Ley se crea el Registro
Público del Derecho de Autor, el cual tiene por objeto según lo señala el artículo
162°: “Garantizar la seguridad jurídica de los autores, de los titulares de los
derechos conexos y de los titulares de los derechos patrimoniales respectivos y sus
causahabientes, así como dar una adecuada publicidad a las obras, actos y
documentos a través de su inscripción”.

Por cuanto hace a la propiedad industrial ésta se encuentra regulada por la Ley de
Propiedad Industrial, y tiene por objeto: Artículo 25. Esta ley tiene por objeto:

I.- Establecer las bases para que, en las actividades industriales y comerciales
del país, tenga lugar un sistema permanente de perfeccionamiento de sus
procesos y productos; II.- Promover y fomentar la actividad inventiva de
aplicación industrial, las mejoras técnicas y la difusión de conocimientos
tecnológicos dentro de los sectores productivos; III.- Propiciar e impulsar el
mejoramiento de la calidad de los bienes y servicios en la industria y en el
comercio, conforme a los intereses de los consumidores; IV.- Favorecer la
creatividad para el diseño y la presentación de productos nuevos y útiles; V.-
Proteger la propiedad industrial mediante la regulación y otorgamiento de
patentes de invención; registros de modelos de utilidad, diseños industriales,
marcas, y avisos comerciales; publicación de nombres comerciales; declaración
de protección de denominaciones de origen, y regulación de secretos
industriales; VI. Prevenir los actos que atenten contra la propiedad industrial o
que constituyan competencia desleal relacionada con la misma y establecer las
sanciones y penas respecto de ellos; y VII. Establecer condiciones de seguridad
jurídica entre las partes en la operación de franquicias, así como garantizar un
trato no discriminatorio para todos los franquiciatarios del mismo franquiciante.

1.2 Derechos obtentor

El sistema de Protección de las Obtenciones Vegetales, también llamado


Derechos del Obtentor, es una forma de derechos de la propiedad intelectual,
que contribuye a propiciar un beneficio en la inversión al obtentor de una
nueva variedad vegetal, mientras, al mismo tiempo, hace que las variedades
protegidas estén disponibles para propósitos de reproducción.

Los derechos de obtentor son los beneficios que obtiene quien descubre o
genera una nueva variedad vegetal y legalmente puede adquirirlos.

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Un obtentor, de acuerdo a la Ley Federal de Variedades Vegetales, es una
persona física o moral que mediante un proceso de mejoramiento obtenga y
desarrolle una variedad vegetal de cualquier género y especie.

El certificado que se emite como reconocimiento de dicho derecho, se conoce


como Título de Obtentor, el objetivo de su protección, es evidente pues se
alienta y promueve la investigación, innovación y generación de nuevos
materiales que beneficiarán directamente a la sociedad en la adopción,
práctica y consumo.

1.3 Derechos de autor patrimoniales

El derecho patrimonial es aquel derecho que el autor tiene para explotar de manera
exclusiva su obra o de autorizar a otros su explotación, en cualquier forma. Estos
derechos pueden ser transmitidos o ser objeto de licencias de uso, exclusivas o no
exclusivas.

1.4 Derechos de autor personales

Es una moderna disciplina jurídica que regula la particular relación del autor con su
creación intelectual y de ésta con la sociedad

2. Objeto de la propiedad industrial.

Algunas de las figuras que protege esta legislación son las siguientes: Patentes6,
Marcas7, Secreto Industrial8, modelos de utilidad9, avisos comerciales10, entre otras,
en todas estas figuras la Ley les otorga a sus inventores o a las personas que
realizan una invención, el derecho exclusivo para su explotación en su provecho.
Para el registro y protección de todos los derechos anteriores se crea el Instituto
Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), autoridad administrativa, misma que
está organizado como un organismo descentralizado y que tiene entre sus
funciones, favorecer la participación del sector industrial en el desarrollo y aplicación
de tecnologías que incrementen la calidad, competitividad y productividad del
mismo; tramitar y otorgar patentes de invención, y registros de modelos de utilidad,
diseños industriales, marcas, y avisos comerciales; sustanciar los procedimientos
de nulidad, caducidad y cancelación de los derechos de propiedad industrial;
realizar las investigaciones de presuntas infracciones administrativas; actuar como
árbitro en la resolución de controversias relacionadas con el pago de los daños y
perjuicios derivados de la violación a los derechos de propiedad industrial, entre
otras.
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2.1 Patente

Las patentes son el conjunto de derechos concedidos a un inventor, ya sea una


persona física o jurídica, de un nuevo producto o tecnología durante un tiempo
determinado a cambio de la divulgación del invento. El registro de las patentes se
engloba dentro de la propiedad industrial de un Estado y el uso del invento tan solo
recae sobre su poseedor. Sin embargo, si una tercera persona quisiera utilizar el
invento, debería obtener el consentimiento y responder ante una serie de
obligaciones para su explotación legal.

El derecho de explotación de las patentes impide a terceros fabricar, usar, vender o


importar el producto patentado sin el consentimiento del titular de la patente, como
tampoco usar el proceso patentado. Asimismo, el titular puede ceder los derechos
de la patente a terceros mediante un pago fijo, o bien, permitir su explotación a una
persona o una empresa, otorgando una licencia y recibiendo un determinado pago
o regalía.

2.2 Marca

La marca es un signo distintivo que indica que ciertos bienes o servicios han sido
producidos o proporcionados por una persona o empresa determinada. Su origen
se remonta a la antigüedad, cuando los artesanos reproducían sus firmas o
“marcas” en los productos de uso corriente o artístico. A lo largo de los años, las
marcas han evolucionado hasta configurar el actual sistema de registro y protección
de marcas. Gracias a ese sistema, los consumidores, pueden identificar y comprar
un producto o servicio que, por su carácter y calidad, indicados por su marca
exclusiva se adapta a sus necesidades particulares.

La marca ofrece a su titular la garantía de un derecho de uso exclusivo para


identificar los bienes o servicios que ofrece. Este derecho lo puede ceder o vender
a un tercero, total o parcialmente.

El periodo de protección de una marca es variable, pero la marca puede renovarse


indefinidamente.

Las marcas promueven la iniciativa y el espíritu empresarial en todo el mundo,


recompensando a los titulares de marcas con reconocimiento y beneficios
financieros.

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2.3 Nombres comerciales

El nombre comercial es el signo o denominación que identifica a una empresa en el


tráfico mercantil y que sirve para identificarla, individualizarla y distinguirla de las
demás empresas que desarrollan actividades idénticas o similares.

2.4 Secreto industrial y comercial

Se considera secreto industrial a toda información de aplicación industrial o


comercial que guarde una persona física o moral con carácter confidencial, que le
signifique obtener o mantener una ventaja competitiva o económica frente a terceros
en la realización de actividades económicas y respecto de la cual haya adoptado
los medios o sistemas suficientes para preservar su confidencialidad y el acceso
restringido a la misma.

La información de un secreto industrial necesariamente deberá estar referida a la


naturaleza, características o finalidades de los productos; a los métodos o procesos
de producción; o a los medios o formas de distribución o comercialización de
productos o prestación de servicios.

No se considerará secreto industrial aquella información que sea del dominio


público, la que resulte evidente para un técnico en la materia, con base en
información previamente disponible o la que deba ser divulgada por disposición
legal o por orden judicial. No se considerará que entra al dominio público o que es
divulgada por disposición legal aquella información que sea proporcionada a
cualquier autoridad por una persona que la posea como secreto industrial, cuando
la proporcione para el efecto de obtener licencias, permisos, autorizaciones,
registros, o cualesquiera otros actos de autoridad.

El marco jurídico internacional de la Propiedad Intelectual

En el ámbito internacional existen una serie de documentos y organismos que


regulan la propiedad intelectual, a continuación haremos alusión algunos de ellos,
comenzando por la Organización Mundial de la Propiedad intelectual11 (OMPI), la
cual es un organismo especializado del sistema de organizaciones de las Naciones
Unidas. La OMPI, se estableció en 1967, tiene como objetivo desarrollar un sistema
de propiedad intelectual internacional que sea equilibrado y accesible y recompense
la creatividad, estimule la innovación y contribuya al desarrollo económico,
salvaguardando a la vez el interés público. Actualmente la OMPI maneja cinco
objetivos estratégicos12 definidos en el presupuesto por programas para el bienio
2006-2007:
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1.- Fomento de una cultura de propiedad intelectual;

2.- Integración de la propiedad intelectual en las políticas y programas de desarrollo


nacionales;

3.- Desarrollo de leyes y normas internacionales sobre la propiedad intelectual;

4.- Prestación de servicios de calidad mediante los sistemas de protección de la


propiedad intelectual; y

5.- Aumento de la eficacia de los procesos de gestión y apoyo de la Organización


mundial de la Propiedad Intelectual.

Pasando a los documentos internacionales de los que México es signatario,


estudiaremos en esta ocasión solamente dos, por considerarlos los que mayor
injerencia tienen en nuestra desarrollo jurídico-económico en materia de propiedad
intelectual, el Acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual
relacionados con el comercio y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN).

El Acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual


relacionados con el comercio14 es un documento derivado de la Organización
Mundial del Comercio (OMC) y está integrado por siete partes:

I.- Disposiciones generales y principios básicos II.-Normas relativas a la existencia,


alcance y ejercicio de los derechos de propiedad intelectual III.- Observancia de los
derechos de propiedad intelectual IV.-Adquisición y mantenimiento de los derechos
de propiedad intelectual y procedimientos contradictorios relacionados V.-
Prevención y solución de diferencias VI.- Disposiciones transitorias VII.-
Disposiciones Institucionales; Disposiciones Finales.

De manera general el acuerdo establece dos principios como rectores: a) Trato


nacional y b) trato de nación más favorecida. El principio de Trato nacional,
establece la obligación de otorgar a los nacionales de los demás partes un trato no
menos favorable que el otorgado a los propios nacionales de una parte, mientras
que el principio de trato de nación más favorecida, que se aplica en materia de
propiedad intelectual igual que en otras áreas, establece que toda ventaja que una
parte conceda a los nacionales de otro país debe aplicarse a los nacionales de todas
las demás naciones.

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En cuanto a los derechos de autor, se basa primordialmente en el Convenio de
Berna para la protección de las obras literarias y Artísticas de París de 1971,
además se abordan en el acuerdo aspectos de la propiedad intelectual que
actualmente en nuestro país ya tenemos regulados, como son las marcas, las
indicaciones geográficas, dibujos y modelos industriales y por supuesto las patentes
en la cuales es necesario cumplir y respetar las disposiciones sustantivas del
convenio de París de 1967.

Por otro lado, el acuerdo también establece que la solución de controversias se


llevará a cabo mediante el procedimiento integrado de solución de controversias de
la OMC, como uno de los elementos prioritarios dentro del orden comercial
multilateral. Por su parte, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), en su sexta parte, capítulo XVII, aborda el tema de la Propiedad
Intelectual, y en el cual se señala en el artículo 1721 que los “derechos de propiedad
intelectual se refiere a derechos de autor y derechos conexos, derechos de marcas,
derechos de patente, derechos de esquema de trazado de circuitos integrados,
derechos de secretos industriales o de negocios, derechos de los obtentores de
vegetales, derechos de las indicaciones Geográficas y derechos de diseños
industriales”. A lo largo del capítulo XVII, se establecen cuáles son las normas que
además de este apartado del TLCAN deben aplicarse en materia de propiedad
intelectual, dentro de las relaciones comerciales de bienes y servicios entre México,
Estados Unidos y Canadá, y así se estipula en el artículo 1701 que:

Con el objeto de otorgar protección y defensa adecuada y eficaz a los derechos


de propiedad intelectual, cada una de las Partes aplicará, cuando menos, este
capítulo y las disposiciones sustantivas de: a)El Convenio de Ginebra para la
Protección de los Productores de Fonogramas Contra la Reproducción no
Autorizada de sus Fonogramas, 1971 (Convenio de Ginebra); b)El Convenio de
Berna para la protección de Obras Literarias y Artísticas, 1971 (Convenio de
Berna); c)El Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial,
1967 (Convenio de París); y d) El Convenio Internacional para la Protección de
las Obtenciones Vegetales, 1978 (Convenio UPOV), o la Convención
Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de Plantas, 1991
(Convenio UPOV). Por lo que se refiere a los Estados Unidos, se establece que,
a pesar de lo previsto en el artículo 1701 (2), que enumera los tratados cuyas
disposiciones sustantivas deben cumplir, el TLCAN no confiere derechos ni
impone obligaciones respecto al artículo 6 bis del Convenio de Berna, lo cual se
debe a que el artículo 6 bis mencionado establece los llamados derechos morales
del autor, mismos que no son reconocidos en los Estados Unidos.15

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Con el objeto de otorgar protección y defensa adecuada y eficaz a los derechos de
propiedad intelectual, cada una de las Partes aplicará, cuando menos, este capítulo
y las disposiciones sustantivas de: a)El Convenio de Ginebra para la Protección de
los Productores de Fonogramas Contra la Reproducción no Autorizada de sus
Fonogramas, 1971 (Convenio de Ginebra); b)El Convenio de Berna para la
protección de Obras Literarias y Artísticas, 1971 (Convenio de Berna); c)El
Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial, 1967 (Convenio de
París); y d) El Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones
Vegetales, 1978 (Convenio UPOV), o la Convención Internacional para la
Protección de Nuevas Variedades de Plantas, 1991 (Convenio UPOV). Por lo que
se refiere a los Estados Unidos, se establece que, a pesar de lo previsto en el
artículo 1701 (2), que enumera los tratados cuyas disposiciones sustantivas deben
cumplir, el TLCAN no confiere derechos ni impone obligaciones respecto al artículo
6 bis del Convenio de Berna, lo cual se debe a que el artículo 6 bis mencionado
establece los llamados derechos morales del autor, mismos que no son reconocidos
en los Estados Unidos.15

Consideraciones Finales

Como hemos podido ver, el marco jurídico de la propiedad intelectual es extenso en


nuestro país, sin embargo, todavía se hace necesario una revisión de la eficacia y
eficiencia de éste, ya que en el mundo global en el cual nos desarrollamos
actualmente y con las relaciones comerciales establecidas con naciones altamente
desarrolladas, se hace primordial contar con un marco jurídico que permita competir
en un plano de igualdad y protección a nuestros productos y servicios y que se
ponga atención en establecer mecanismos que nos permita negociar bajo un
estudio técnico de las ventajas y desventajas que se obtendrán mediante los
instrumentos jurídicos internacionales, donde México sea signatario, y que se
estudien entre otros los casos de las importaciones paralelas, la introducción de los
productos genéricos y las licencias obligatorias en el caso de los medicamentos.

Fragmento tomado de: Organización Mundial de la Propiedad Intelectual


[OMPI] (s.f.). Principios básicos del derecho de autor y los derechos conexos.
Estados Unidos: Autor.
http://www.wipo.int/edocs/pubdocs/es/intproperty/909/wipo_pub_909.pdf

11
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3. Procedimiento de propiedad.

La legislación de derecho de autor forma parte del cuerpo más amplio del Derecho
conocido con el nombre de Derecho de la propiedad intelectual. Por “propiedad
intelectual” se entiende, en términos generales, toda creación del intelecto humano.
Los derechos de propiedad intelectual protegen los intereses de los creadores al
ofrecerles prerrogativas en relación con sus creaciones.

En el Convenio que establece la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual


(1967) consta una lista de objetos que se prestan a la protección por conducto de
los derechos de propiedad intelectual, a saber: las obras literarias artísticas y
científicas; las interpretaciones de los artistas intérpretes y las ejecuciones de los
artistas ejecutantes, los fonogramas y las emisiones de radiodifusión; las
invenciones en todos los campos de la actividad humana; los descubrimientos
científicos; los diseños industriales; las marcas de fábrica, de comercio y de servicio
y los nombres y denominaciones comerciales; la protección contra la competencia
desleal; y “todos los demás derechos relativos a la actividad intelectual en los
terrenos industrial, científico, literario y artístico”.

La propiedad intelectual tiene que ver con la información o los conocimientos que
pueden incorporarse en objetos tangibles de los que se puede hacer un número
ilimitado de ejemplares y en todos los lugares del mundo. La propiedad no reside
en dichos ejemplares, antes bien, en la información y conocimientos reflejados en
los mismos. Los derechos de propiedad intelectual son también a veces objeto de
determinadas limitaciones, como en el caso del derecho de autor y las patentes,
que son vigentes durante un plazo determinado.

De la importancia que reviste proteger la propiedad intelectual se deja por primera


vez constancia en el Convenio de París para la Protección de la Propiedad
Industrial, de 1883, y en el Convenio de Berna para la Protección de las Obras
Literarias y Artísticas, de 1886. De la administración de uno y otro tratado se
encarga la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Dos razones
fundamentales pueden aducirse en general para explicar la necesidad de que los
países promulguen leyes de protección de la propiedad intelectual. En primer lugar,
a fin de amparar en las leyes los derechos morales y patrimoniales de los creadores
respecto de sus creaciones y los derechos del público para tener acceso a las
mismas. En segundo lugar, con miras a promover la creatividad y a los fines de la
difusión y la aplicación de los resultados de la misma, así como para fomentar
prácticas comerciales leales que contribuyan a su vez al desarrollo económico y
social.

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Las dos ramas de la propiedad intelectual: propiedad industrial y derecho de
autor

La propiedad intelectual se divide esencialmente en dos ramas, a saber: la


propiedad industrial que, por decirlo en pocas palabras, se refiere a las invenciones,
y el derecho de autor, que se aplica a las obras literarias y artísticas.

La propiedad industrial adopta toda una serie de formas, a saber: las patentes,
que sirven para proteger las invenciones, y los diseños industriales, que son
creaciones estéticas que determinan el aspecto de los productos industriales. La
propiedad industrial abarca también las marcas de comercio, las marcas de servicio,
los esquemas de trazado de circuitos integrados, los nombres y designaciones
comerciales y las indicaciones geográficas, a lo que viene a añadirse la protección
contra la competencia desleal.

El derecho de autor se aplica a las creaciones artísticas como los libros, las obras
musicales, las pinturas, las esculturas, las películas y las obras realizadas por
medios tecnológicos como los programas informáticos y las bases de datos
electrónicas. En inglés, a diferencia de los demás idiomas europeos, el derecho de
autor se conoce con el nombre de “copyright”. El término copyright tiene que ver con
actos fundamentales que, en lo que respecta a creaciones literarias y artísticas, sólo
pueden ser efectuados por el autor o con su autorización. Se trata, concretamente,
de la realización de copias de las obras. La expresión derecho de autor nos remite
a la persona creadora de la obra artística, a su autor, subrayando así el hecho que
se reconoce en la mayor parte de las leyes, en el sentido de que el autor goza de
derechos específicos en relación con su creación como el derecho a impedir la
reproducción deformada de la misma, prerrogativa que sólo a él le pertenece,
mientras que existen otros derechos, como el derecho a efectuar copias, del que
pueden gozar terceros, por ejemplo, todo editor que haya obtenido una licencia del
autor con ese fin.

Aunque no sean las únicas formas de propiedad intelectual, convendría empezar


por estudiar la diferencia esencial que existe entre las invenciones y las obras
literarias y artísticas. Desde un punto de vista no jurídico, cabe definir una invención
por toda nueva solución a un problema técnico. Esas nuevas soluciones son ideas,
y como tales pueden ser objeto de protección; en la protección de las invenciones
que se contempla en la normativa de patentes no se exige que la invención quede
representada de forma física. Por consiguiente, la protección que se concede a los
inventores viene a ser una protección contra toda utilización de la invención sin la
debida autorización de su propietario. Llegado incluso el caso de que un tercero
conciba la misma invención por sus propios medios, sin haberla copiado o incluso
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sin ser consciente del trabajo ya realizado por el primer inventor, es menester
obtener autorización antes de poder explotarla.

3.1 Derechos y obligaciones del titular de la patente

A diferencia de la protección de las invenciones, en la normativa de derecho de


autor se protege exclusivamente la forma de expresión de las ideas, y no las ideas
propiamente dichas. Por creatividad, en el sentido contemplado en la normativa de
derecho de autor, se entiende creatividad en la elección y la disposición de palabras,
notas musicales, colores y formas. Por consiguiente, en la legislación de derecho
de autor se protege al titular de derechos de propiedad contra todo tercero que copie
o se procure y utilice la forma en la que haya sido expresada la obra original. De
esa diferencia básica entre las invenciones y las obras literarias y artísticas deriva
la diferencia que existe en cuanto a su protección legal. Habida cuenta de que la
protección de las invenciones equivale a un derecho de monopolio para explotar
una idea, la vigencia de la protección es corta, por lo general, de 20 años. Además,
el hecho de que una invención goce de protección debe ser puesto en conocimiento
del público, a saber, se debe proceder a una notificación oficial en el sentido de que
una invención específica pertenece a un propietario concreto durante un número
dado de años; dicho de otro modo, la invención protegida, descrita con todo detalle,
debe ser objeto de divulgación pública en un Registro oficial.

Dado que, a diferencia de lo que antecede, por protección jurídica de las obras
literarias y artísticas mediante el derecho de autor se entiende exclusivamente la
prohibición de utilizar sin la debida autorización la expresión de las ideas, la duración
de dicha protección puede llegar a ser mucho más larga que en el caso de la
protección de las ideas propiamente dichas, sin que ello vaya en detrimento del
interés público. Además, la legislación puede ser, y en la mayor parte de los países
lo es, sencillamente declarativa, es decir, que en ella se estipule que el autor de una
obra original tiene derecho a impedir que terceros copien o utilicen de otra forma su
obra. Por consiguiente, se parte de que toda obra creada goza de protección en
cuanto empieza a existir y no se considera necesario mantener un Registro público
de obras protegidas por derecho de autor.

Obras protegidas por derecho de autor

Desde el punto de vista de la protección del derecho de autor, se entiende por “obras
literarias y artísticas” toda obra original, independientemente de lo que valga desde
el punto de vista literario o artístico. Las ideas plasmadas en la obra no
necesariamente deben ser originales, lo que debe ser creación original del autor es
la forma de expresión de las mismas. En el artículo 2 del Convenio de Berna para
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la Protección de las Obras Literarias y Artísticas se estipula lo siguiente: “Los
términos 'obras literarias y artísticas' comprenden todas las producciones en el
campo literario, científico y artístico, cualquiera que sea el modo o forma de
expresión”. A continuación de esa definición, en el Convenio se enumeran los
siguientes ejemplos de obras de esa índole:

libros, folletos y otros escritos; conferencias, alocuciones, sermones; obras


dramáticas o dramático-musicales; obras coreográficas y pantomimas;
composiciones musicales con o sin letra; obras cinematográficas, a las
cuales se asimilan las obras expresadas por procedimiento análogo a la
cinematografía; obras de dibujo, pintura, arquitectura, escultura, grabado,
litografía; obras fotográficas, a las cuales se asimilan las expresadas por
procedimiento análogo a la fotografía; obras de artes aplicadas; ilustraciones,
mapas, planos, croquis y obras tridimensionales relativas a la geografía, a la
topografía, la arquitectura o a las ciencias; traducciones, adaptaciones,
arreglos musicales y demás transformaciones de una obra literaria o artística,
que están protegidas como obras originales, sin perjuicio de los derechos del
autor de la obra original; colecciones de obras literarias o artísticas tales
como las enciclopedias y antologías que, por la selección y la disposición de
las materias, constituyan creaciones intelectuales, que quedarán protegidas
como tales, sin perjuicio de los derechos de los autores sobre cada una de
las obras que formen parte de esas colecciones.

3.2 Principios

Legalidad: Lay define a todos los aspectos del procedimiento y la autoridad registral
debe ceñirse estricta y escrupulosamente a las disposiciones legales vigentes.

Publicidad: Desde el punto de vista formal es la posibilidad de examinar libros y


folios, así como de obtener constancias y certificaciones, aunque no se tenga interés
jurídico. En su sentido material implica los derechos derivados de la inscripción, esto
es, la presunción de su existencia jurídica y su oponibilidad frente a terceros.

Legitimación: Exactitud de lo inscrito hasta en tanto no se pruebe su inexactitud


frente a lo real, en virtud de que se presume su total conformidad a lo real y a lo
legal.

Rogación: La inscripción se realiza a instancia de parte y nunca de oficio.

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Consentimiento: Para el cambio o modificación de los asientos registrales es
necesaria la voluntad del titular registral o de quien lo sustituya.

Prelación o Prioridad: El primero en tiempo, es decir, el primero en registrarse es


el primero en el Derecho correspondiente.

Calificación: Estudio integral por el registrador del documento a registrar para


determinar la procedencia de su registro.

Inscripción: Materialización del registro del acto jurídico consignado en el


documento respectivo, en los libros o folios correspondientes.

Especialización: Determinación precisa de los bienes objeto de inscripción, de sus


titulares y del alcance o contenido de los derechos de éstos.

Tracto sucesivo: Todas las inscripciones relativas a una propiedad inmueble se


realizan de manera ininterrumpida, a efecto de dar cabal cuenta de su historia
registral.
La fe pública registral: Médula del registro público, principio coactivo que impone
reconocer como verdaderos determinados actos jurídicos, es decir, presupone la
existencia y validez de los actos jurídicos registrados.

Tercero registral: Un acto no tendrá perjuicio a quienes adquiriendo la propiedad


o derecho real sobre el mismo bien, inscribiesen el acto.

3.3 Temporalidad

Es el tiempo estipulado durante el cual se puede explotar comercialmente lo


protegido.

3.4 Franquicia

Se dice que una franquicia existe cuando la licencia de uso de una marca es
utilizada para transmitir conocimientos técnicos o proporcionar asistencia técnica,
con el fin de que la persona a quien se le conceda pueda producir, vender bienes
o prestar servicios de manera uniforme y con los métodos operativos, comerciales
y administrativos establecidos por el titular de la marca tendientes a mantener la
calidad, prestigio o imagen de los productos o servicios a los que ésta distingue.

A la persona que adquiere, vía contrato, el derecho de comercializar un bien o


servicio, dentro de un mercado exclusivo, utilizando los beneficios que le ofrece
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una marca y el apoyo que recibe en la capacitación y el manejo del negocio se le
llama franquicitario, el cual se obliga a:

• Pagar al franquiciante casi siempre un pago inicial (cuota inicial de


franquicia), además de regalías periódicas y otros pagos.
• Ser el responsable de la instalación, operación y administración de la
franquicia de acuerdo con las normas dictadas por el franquiciante.
• Paga todos los costos de la instalación y gastos de operación y
administración de la franquicia, además de ser el responsable para la
contratación y administración de los recursos humanos necesarios.

Por su parte el franquiciante es aquél que posee una determinada marca y


tecnología (knowhow) de comercialización de un bien o servicio, cediendo, vía un
contrato, los derechos de transferencias o uso de las marcas y la tecnología
aportando a su vez, de asistencia técnica, organizativa, gerencial y administrativa
al negocio del franquicitario. El franquiciante se obliga a:

• Desarrollar y probar en la práctica el concepto de negocio y la tecnología


que envuelve y concede a la franquicia, autorizando al franquicitario para
hacer uso de esta tecnología, al igual que la implantación, administración y
operación de un negocio que funcionará conforme a su concepto.
• Establecer los métodos y procedimientos que dirigirán el funcionamiento de
la franquicia.
• Reclutar, seleccionar y entrenar al franquicitario respecto a la mejor técnica
y rigor.
• Mantener un equipo dedicado al constante desarrollo y perfeccionamiento
del producto, servicio y técnica de actuación y gestión que permita a los
franquicitarios elevar el nivel de desempeño de las respectivas franquicias.
• Supervisar constantemente la red constituida por sus franquicias, para
prevenir que cualquier actitud u omisión que afecte la imagen de la marca y
perjudique con seriedad a cualquiera de los integrantes de la red.

En el caso mexicano, existe la Asociación Mexicana de Franquicias (AMF), en la


que para ser socio es necesario llenar y entregar la solicitud de afiliación con todos
sus datos.

Una vez sometida a la consideración del comité de afiliación y previa investigación


de campo, de ser aprobada la solicitud de inscripción, se comunicará en cinco días
hábiles, con el objeto de que oportunamente se cubra la membresía anual (12
meses) correspondiente.

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Papelería complementaria a la solicitud:

1. Breve curriculum de la empresa que otorga franquicias o empresa dueña de


la marca.
2. Breve curriculum del gerente o director de franquicias.
3. Copia del contrato de franquicia.
4. Directorios de franquicitarios incluyendo dirección, teléfonos y nombre.
5. Acta constitutiva de la empresa que otorga franquicias.
6. Indices de los manuales que sustentan su tecnología (knowhow) o del
programa de capacitación.
7. Código de ética debidamente firmado y fechado.
8. En caso de que el registro de marcas o el contrato de franquicia ante la
Secretaría de Economía esté en trámite deberán presentar la solicitud de
registro debidamente sellada.
9. Circular de oferta de franquicia (COF)

4. Otros derechos de propiedad

Los programas informáticos constituyen un buen ejemplo de categoría de obra


que no figura en la lista del Convenio de Berna pero que entra sin duda dentro de
lo que se entiende por producción en los campos literario, científico y artístico en el
sentido de lo estipulado en el artículo 2. Cabe señalar que los programas
informáticos gozan de protección con arreglo a la normativa de derecho de autor de
varios países así como en virtud del Tratado de la OMPI sobre Derecho de Autor
(WCT, 1996). Los programas informáticos son conjuntos de instrucciones que
controlan el funcionamiento de una computadora a los fines de que pueda realizar
una tarea específica, como el almacenamiento y la consulta de información. De la
elaboración del programa se encargan uno o más autores, pero su “modo o forma
de expresión” final sólo puede ser entendido directamente por una máquina (la
computadora) y no por el ser humano. Las producciones multimedios constituyen
otro ejemplo de tipos de obras que no figuran en la lista del Convenio de Berna pero
que claramente entran dentro de lo que se entiende por creaciones en los campos
literario, científico y artístico. Aunque sigue faltando una definición jurídica aceptable
a ese respecto, existe consenso en el sentido de que la combinación de sonido,
texto e imágenes en formato digital, accesible mediante un programa informático,
constituye una expresión original cuya paternidad puede ser atribuida a un autor y
que justifica la protección de las producciones multimedios con arreglo a la
normativa de derecho de autor.

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4.1 La denominación de origen

Es un tipo de indicación de procedencia, aplicada a un producto alimenticio


(generalmente de origen agrícola), cuya calidad y características se deben,
fundamental y exclusivamente al medio geográfico en el que se produce,
transforma, elabora y/o envasa. Lo distingue y protege de aquellos productos
alimenticios similares, que se producen en otras regiones, y que reemplazan
algunas etapas del proceso de elaboración original, por técnicas de
industrialización, para su consumo en forma masiva, o cambian una de las materias
primas por otra de similares características.

Los productores que se acogen a la denominación de origen, se comprometen a


mantener la calidad del producto elaborado, lo más alta posible y algunas técnicas
básicas de elaboración tradicionales; por ejemplo, en el caso del vino, en ciertas
zonas se exige utilizar la uva tradicional de la zona. El queso roquefort debe ser
elaborado con leche cuajada de oveja, etc. Asimismo, existen organismos públicos
reguladores de la denominación de origen, que avalan y autorizan a exhibir esa
calificación, a los productores de la región que cumplen con esas reglas
establecidas.

4.2 Propiedad industrial y competencia desleal

La competencia desleal es generalmente entendida como cualquier acto de


competencia que es contrario a las prácticas honestas en materias industriales o
comerciales.

Una práctica deshonesta no es algo que pueda ser definido con precisión. El
estándar de justicia u honestidad puede variar de un país a otro, así como
evolucionar con el tiempo. Es, por tanto, difícil intentar abarcar todos los actos
existentes de competencia desleal en una definición. Por otro lado, el Convenio de
París para la Protección de Propiedad Industrial especifica que los siguientes actos
y prácticas son incompatibles con la noción de justicia en la competencia:

- Actos que puedan crear confusión por cualquier medio con el establecimiento,
los bienes o las actividades comerciales o industriales de un competidor (ej. Usar
una marca idéntica o similar a otra con respecto a los bienes de la misma categoría)

- Actos que constituyen falsas alegaciones de tal naturaleza como desacreditar


o menospreciar el establecimiento, los bienes, o las actividades comerciales o
industriales, de un competidor (ej. Una empresa ataca a un competidor a través de

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declaraciones que son falsas e inciertas con relación a los últimos bienes o
servicios)

- Indicaciones o alegaciones que puedan despistar al público como a la


naturaleza, el proceso de elaboración, las características, la idoneidad de su
propósito, o la calidad de los bienes (ej. Una compañía que publica comunicados
inciertos o falsos sobre la calidad o seguridad de sus propios productos en conexión
con la promoción o anuncios de ventas);

La competencia desleal no puede estar limitada tan sólo a las tres categorías
descritas arriba. Existe un amplio acuerdo en que este concepto debería también
aplicarse a los siguientes:

Actos consistentes en la revelación o uso por otros del secreto de información


confidencial sin el consentimiento apropiado del legítimo titular de la información, de
modo contrario a las prácticas comerciales honestas (ej. Actos tendentes a
apropiarse de la información secreta de otros, tales como un método de fabricar un
producto, a través del espionaje industrial o comercial)

Actos o prácticas que, en el curso de actividades comerciales o industriales, dañan


la buena voluntad o reputación de una empresa ajena, a pesar del hecho de si tales
actos causan confusión o no (ej. El hecho de utilizar una marca muy conocida,
digamos Cadillac, por otro que no es el propietario, para productos totalmente
diferentes, como relojes. Esto puede dar como resultado la disolución de la marca
bien conocida, que es la disminución de su carácter distintivo o de su valor
publicitario. Además, en este caso, el usuario obtiene una ventaja injusta sobre sus
competidores, quienes no poseen la marca bien conocida, lo cual es probable que
favorezca la venta de su propio producto)

4.3 Otros

Derechos protegidos

En todo tipo de propiedad, la característica principal es que el titular de la misma


puede utilizarla de forma exclusiva, es decir, de la manera en que desee, y que
nadie más puede utilizarla sin obtener la debida autorización. Es evidente que eso
no quiere decir que el propietario pueda utilizarla sin tener en cuenta otros derechos
reconocidos en la Ley e intereses de los demás miembros de la sociedad.
Análogamente, el titular del derecho de autor de una obra protegida puede utilizar
su obra de la manera en que decida, y puede oponerse a que terceros la utilicen sin
su consentimiento. Por lo general, por derechos concedidos a los titulares de obras
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protegidas por derecho de autor en las leyes nacionales se entienden derechos
exclusivos a autorizar que terceros utilicen la obra, con sujeción a los derechos
amparados en la Ley e intereses de los demás. En el derecho de autor están
comprendidos dos tipos de derechos. En primer lugar, los derechos patrimoniales,
que son los que permiten que el titular obtenga retribución financiera por el uso de
su obra por terceros. Y por otro lado, los derechos morales, que permiten que el
autor pueda tomar determinadas medidas para preservar los vínculos personales
que le unen a su obra. En la mayor parte de las legislaciones de derecho de autor
se estipula que el autor o el titular de los derechos de una obra tienen derecho a
autorizar o impedir determinados actos en relación con su obra. El titular de los
derechos sobre una obra tiene la facultad de prohibir o autorizar:

La reproducción de la obra de varias formas, como las publicaciones


impresas y las grabaciones sonoras; la distribución de ejemplares; la
interpretación o ejecución públicas de su obra; la radiodifusión o
comunicación por otros medios al público; la traducción de su obra a otros
idiomas; la adaptación de la obra, como en el caso de una novela adaptada
para un guión.

En los párrafos que siguen se explican con más detalle esos derechos.

El derecho que tiene el titular a impedir que terceros hagan copias de su obra sin
su autorización es el derecho fundamental amparado en la legislación de derecho
de autor. A su vez, el derecho a controlar el acto de reproducción, se trate de la
reproducción de libros por un editor o la fabricación por casas discográficas de
discos compactos de interpretaciones y ejecuciones grabadas de obras musicales,
constituye la base jurídica de muchas formas de explotación de las obras
protegidas.

En las legislaciones nacionales se contemplan otros derechos a los fines de velar


por el respeto del derecho básico de control de la reproducción. En un gran número
de ellas se contempla específicamente el derecho a autorizar la distribución de
ejemplares de obras. Como es lógico, poco valor económico revestiría el derecho
de reproducción si el titular del derecho de autor no tuviera la facultad de autorizar
la distribución de los ejemplares realizados con su consentimiento. Por lo general,
el derecho de distribución expira con la primera venta o cesión de la titularidad de
un ejemplar específico. Eso significa, por ejemplo, que si el titular del derecho de
autor de un libro vende o cede por otros medios la titularidad de un ejemplar del
libro, el propietario de dicho ejemplar podrá regalar dicho libro o incluso revenderlo
sin precisar nuevamente autorización del titular del derecho de autor.

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Otro derecho objeto de creciente reconocimiento, y que se contempla en el Tratado
de la OMPI sobre Derecho de Autor, es el derecho a autorizar el alquiler de
ejemplares de determinadas categorías de obras, como las obras musicales de
grabaciones sonoras, obras audiovisuales y programas informáticos. Ese derecho
pasó a ser necesario a los fines de impedir abusos del derecho de reproducción de
que goza el titular de derecho de autor, pues, con los progresos tecnológicos, los
clientes de tiendas de alquiler lo tienen fácil para copiar dichas obras.

Por último, en algunas legislaciones de derecho de autor se contempla el derecho


a controlar la importación de copias como medio de impedir que ello vaya en
detrimento del principio de territorialidad del derecho de autor, es decir, que los
intereses patrimoniales legítimos del titular del derecho de autor se verían
amenazados en la medida en que no pudiera ejercer los derechos de reproducción
y distribución a nivel territorial.

Existen formas de reproducción de obras que constituyen excepciones por cuanto


no exigen la autorización del titular de los derechos. Esas excepciones se conocen
con el nombre de limitaciones sobre los derechos. Sobre el tapete de los debates
en esa esfera está hoy el alcance de una limitación concreta que suele estar
contemplada en las legislaciones de derecho de autor y en cuya virtud se permite
que los particulares puedan realizar una reproducción única de obras con fines
privados, personales y no comerciales. La justificación de esa limitación respecto
del derecho de reproducción es hoy objeto de cuestionamiento en la medida en que,
con la tecnología digital, hoy pueden elaborarse sin previa autorización, copias de
alta calidad de obras, siendo prácticamente imposible diferenciarlas del original, lo
que, por consiguiente, constituye una alternativa ideal a la compra de ejemplares
autorizados.

Derechos de interpretación y ejecución publica, radiodifusión y comunicación al


público, y de puesta a disposición del público

En un gran número de legislaciones nacionales se entiende por interpretación o


ejecución públicas toda interpretación o ejecución de una obra en un lugar en el que
el público esté o pueda estar presente, o en un lugar no abierto al público pero en
el que se encuentre presente un número considerable de personas al margen del
círculo familiar normal y gente allegada a la familia. Con el derecho de interpretación
o ejecución públicas se faculta al autor o al titular del derecho de autor a autorizar
la interpretación o ejecución en directo de una obra, como puede ser una obra teatral
en un teatro, o un concierto sinfónico en una sala de conciertos. Por interpretación
o ejecución públicas se entiende también la interpretación o ejecución mediante la
grabación. Por consiguiente, se entiende por interpretación o ejecución públicas de
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una obra musical el hecho de que la grabación sonora de dicha obra o el fonograma
de la misma pueda escucharse gracias a un equipo de amplificación, por ejemplo,
en discotecas, aviones, centros comerciales, etc.

Por derecho de radiodifusión se entiende la transmisión, a los fines de su recepción


por el público, de sonidos, o de imágenes y sonidos, por medios inalámbricos, ya
sea por radio, televisión o satélite. La comunicación al público de una obra significa
la distribución de una señal por medios alámbricos o inalámbricos, que pueda ser
recibida exclusivamente por personas que dispongan del equipo necesario para
descodificar la señal. La transmisión por cable constituye un ejemplo de lo que se
entiende por comunicación al público.

Con arreglo al Convenio de Berna, los autores gozan del derecho exclusivo a
autorizar la interpretación o ejecución públicas, la radiodifusión y la comunicación
de sus obras al público. En virtud de ciertas leyes nacionales, el derecho exclusivo
de que goza el autor o titular de los derechos a autorizar la radiodifusión se ve
sustituido en determinadas circunstancias por un derecho a remuneración
equitativa, aunque ese tipo de limitación en relación con el derecho de radiodifusión
es cada vez menos común.

En los últimos años, los derechos de radiodifusión, interpretación y ejecución pública


y comunicación al público han sido objeto de numerosos debates. Hoy se plantean
nuevos problemas a raíz de los últimos avances tecnológicos, en particular, la
tecnología digital, gracias a la cual hoy existen las comunicaciones interactivas, que
permiten que el usuario seleccione las obras que desea descargar en su
computadora. Existen divergencias de opinión en cuanto al derecho que debe
aplicarse a esa actividad. En el artículo 8 del Tratado de la OMPI sobre Derecho de
Autor (WCT) se aclara que esta actividad debería quedar amparada mediante un
derecho exclusivo, descrito en el Tratado en tanto que derecho del autor a autorizar
la puesta a disposición del público de sus obras, “de tal forma que los miembros del
público puedan acceder a estas obras desde el lugar y en el momento en que cada
uno de ellos elija”. En la mayor parte de las legislaciones nacionales se recoge ese
derecho como parte del derecho de comunicación al público, y en otras se entiende
que forma parte del derecho de distribución.

Derechos de traducción y adaptación

El acto de traducir o adaptar una obra protegida por derecho de autor está también
supeditado a la autorización del titular de los derechos sobre la obra en cuestión.
Por traducción se entiende la expresión de una obra en otro idioma que el de la
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versión original. Por adaptación se entiende, por lo general, la modificación de una
obra a los fines de crear otra, por ejemplo, la adaptación cinematográfica de una
novela, o la modificación de una obra a los fines de utilizarla con otros fines, por
ejemplo, la adaptación de un libro de texto originalmente escrito para estudiantes
universitarios para que pueda ser utilizado por estudiantes de menor grado.

De por sí, las traducciones y adaptaciones constituyen ya obras protegidas por


derecho de autor. De ahí que, a los fines de publicar la traducción o adaptación de
una obra se deba obtener autorización tanto del titular y del derecho de autor sobre
la obra original como del titular del derecho de autor sobre la traducción o la
adaptación de la misma.

Objeto de considerable debate en los últimos años ha sido el alcance del derecho
de adaptación, habida cuenta de las posibilidades hoy sumamente mayores de
adaptar y transformar obras incorporadas en formatos digitales. Con la tecnología
digital se ha vuelto rápido y fácil manipular textos, sonido e imágenes. Los debates
en cuestión se han centrado en la necesidad de un equilibrio adecuado entre los
derechos del autor a controlar la integridad de la obra, y a autorizar modificaciones,
y los derechos de los usuarios a efectuar cambios en la medida en que formen parte
de lo que se entiende por utilización normal de las obras en formato digital.

Derechos morales

En el artículo 6 bis del Convenio de Berna se estipula la obligación que tienen los
Estados contratantes de conceder a los autores: i) el derecho a reivindicar la
paternidad de la obra (derecho de paternidad); y ii) el derecho a oponerse a
cualquier deformación u otra modificación de la obra o cualquier atentado a la misma
que cause perjuicio a su honor o a su reputación (derecho de integridad). Por lo
general, esos derechos se conocen con el nombre de derechos morales de los
autores. En el Convenio se estipula que dichos derechos son independientes de los
derechos patrimoniales de que goce el autor y que serán conservados por el autor
incluso en los casos en los que haya cedido sus derechos patrimoniales. Conviene
subrayar que los derechos morales se conceden exclusivamente a autores
individuales. De ahí que incluso en los casos en los que, por ejemplo, un productor
cinematográfico o un editor sea el titular de los derechos patrimoniales sobre una
obra, los intereses morales sobre la misma se atribuyen exclusivamente al creador
individual.

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Limitaciones sobre los derechos

La primera limitación es la exclusión de determinadas categorías de obras como


obras susceptibles de protección por derecho de autor. En algunos países, las obras
no gozan de protección si no están fijadas en un formato tangible. Por ejemplo, una
obra coreográfica sólo quedaría protegida una vez se hayan registrado los
movimientos, ya sea mediante una notación de los mismos o mediante una
grabación en cinta. En otros países no son susceptibles de protección por derecho
de autor los textos de ley y las decisiones administrativas.

El segundo tipo de limitaciones tiene que ver con ciertos actos de explotación que
por lo general exigen la autorización del titular de los derechos y que, en las
circunstancias que se contemplen en la Ley, pueden realizarse sin dicha
autorización. Existen dos tipos básicos dentro de esa categoría: a) la libre utilización,
es decir, la no obligación de compensar al titular de los derechos por la utilización
de su obra sin haber pedido autorización; y b) las licencias no voluntarias, que sí
exigen compensación al titular de los derechos por la explotación no autorizada.

Entre los ejemplos de libre utilización, cabe destacar: las citas extraídas de obras
protegidas, a condición de que la fuente de la cita y el nombre del autor sean
mencionados y que esa utilización se ajuste a las prácticas honestas; la utilización
de obras con fines docentes, y la utilización de obras a los fines de la información
periodística.

En lo que respecta a la libre utilización con fines de reproducción, en el Convenio


de Berna se estipula una norma general y no una limitación explícita. En el artículo
9.2 se estipula la facultad de que gozan los Estados miembros de permitir la
reproducción en determinados casos especiales, y en la medida en que esa
reproducción no vaya en detrimento de la explotación normal de la obra ni cause un
perjuicio injustificado a los intereses legítimos del autor. Como ya se ha
mencionado, en un gran número de leyes se estipula la facultad de que gozan las
personas a título particular para reproducir una obra exclusivamente para su
utilización personal, privada y no comercial. Ahora bien, dada la facilidad para copiar
y la calidad de los ejemplares obtenidos gracias a los progresos tecnológicos, en
algunos países se ha limitado el alcance de esas disposiciones, en particular, por
conducto de sistemas que permiten la copia hasta cierto punto pero cuentan con un
mecanismo de pago a los titulares de derechos por los perjuicios de que sean objeto
sus intereses económicos debido a los actos de copia.

A las categorías específicas de libre utilización que se estipulan en unas y otras


leyes nacionales vienen a añadirse las disposiciones que se contemplan en las
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leyes de algunos países, en las que se consagra el concepto conocido con el
nombre de uso o acto leales. Es decir, el hecho de poder utilizar obras sin obtener
autorización del titular de los derechos, partiendo de factores como la naturaleza y
la finalidad de la utilización, en particular, si la misma tiene fines comerciales; la
cantidad de la parte utilizada en relación con todo el conjunto de la obra; y las
repercusiones de la utilización en el valor comercial potencial de la obra.

Con las llamadas licencias no voluntarias, las obras pueden ser utilizadas en
determinadas circunstancias sin precisarse autorización del titular de los derechos
aunque se debe proceder a la compensación respecto de dicha utilización. Esas
licencias se llaman “no voluntarias” en la medida en que están contempladas en la
Ley y no derivan del ejercicio de la prerrogativa exclusiva de que goza el titular del
derecho de autor para autorizar determinados actos. Las licencias no voluntarias
suelen aplicarse en los casos en los que surgen nuevas tecnologías para la difusión
de obras al público por lo que los legisladores nacionales temen que los titulares de
derechos podrían impedir el desarrollo de esa nueva tecnología al denegar la
autorización para la utilización de las obras. Ese fue el caso en lo que respecta a
dos licencias no voluntarias que se contemplan en el Convenio de Berna, y que
permiten la reproducción mecánica de obras musicales y la radiodifusión. No
obstante, cada vez se cuestiona más en qué medida se justifican esas licencias no
voluntarias puesto que existen hoy opciones eficaces para la puesta a disposición
del público de las obras sobre la base de una autorización otorgada por los titulares
de los derechos, en particular, la gestión colectiva de los derechos.

Vigencia del derecho de autor

El derecho de autor no tiene una vigencia indefinida. En la Ley se estipula un plazo


de vigencia de los derechos del titular, plazo que se inicia con la creación de la obra
o, como se contempla en algunas leyes nacionales, en cuanto quede plasmada en
formato tangible. Por lo general, el derecho de autor sigue surtiendo efecto durante
cierto tiempo una vez fallecido el autor. La finalidad de esa disposición es velar por
que los herederos del autor puedan beneficiarse económicamente de la explotación
de la obra incluso después de la muerte de este último. En los Estados parte en el
Convenio de Berna y en muchos otros países, el plazo de protección se extiende,
por lo general, durante la vida del autor y durante un mínimo de 50 años contados
a partir de su muerte. En el Convenio de Berna se estipulan también plazos de
protección en lo que respecta a obras como las obras anónimas, póstumas y
cinematográficas, respecto de las cuales no es posible fijar la vigencia en función
de la vida de un autor individual. En varios países, se observa hoy una tendencia a
alargar la vigencia del derecho de autor, por ejemplo, en la Unión Europea, los
Estados Unidos de América y otros países se ha ampliado el plazo del derecho de
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autor, que ha pasado a tener una vigencia de 70 años contados a partir de la fecha
de fallecimiento del autor.

Propiedad, ejercicio y cesión del derecho de autor

Por lo general se entiende que el titular del derecho de autor sobre una obra es, por
lo menos en los primeros tiempos, la persona creadora de la obra, es decir, el autor
de la obra. Pero ese no es siempre el caso. En el artículo 14 bis del Convenio de
Berna se estipulan normas para la determinación de la propiedad inicial de los
derechos sobre las obras cinematográficas. En las leyes de ciertos países se
estipula también que si una obra ha sido creada por un autor empleado a los fines
de crear dicha obra, será el empleador, y no el autor, el titular del derecho sobre la
misma. No obstante, como ya se ha observado, los derechos morales siempre se
atribuyen al autor individual de la obra, sea quien sea el titular de los derechos
patrimoniales sobre la misma. En la ley de un gran número de países se estipula
también que el titular inicial de los derechos sobre una obra puede ceder todos los
derechos patrimoniales de la misma a terceros. (Ahora bien, cabe reiterar que los
derechos morales son una prerrogativa personal del autor y no pueden ser objeto
de cesión alguna). Los autores pueden vender los derechos sobre sus obras a
individuos o empresas que tengan mayores posibilidades de comercializar las obras
y ello, a cambio de la debida retribución. Esos pagos, que por lo general dependen
de la utilización real que se haga de la obra, se denominan regalías. En cuanto a
las cesiones del derecho de autor, pueden adoptar una de las dos formas siguientes:
cesiones y licencias.

En virtud de una cesión, el titular de los derechos cede el derecho a autorizar o


prohibir determinados actos contemplados por uno, varios o todos los derechos que
le hayan sido atribuidos en virtud de su titularidad del derecho de autor. Viene a ser
una cesión de un derecho de propiedad. Así pues, si se ceden todos los derechos,
la persona a la que hayan sido atribuidos pasa a ser el nuevo titular del derecho de
autor. En algunos países no se considera legal la cesión del derecho de autor y sólo
se permiten las licencias. Por concesión de licencias se entiende que el titular del
derecho de autor conserva la propiedad pero autoriza a un tercero a realizar
determinados actos protegidos en virtud de sus derechos patrimoniales, por lo
general, durante un plazo específico y con una finalidad concreta. Por ejemplo, el
autor de una novela puede conceder una licencia a un editor para realizar y distribuir
ejemplares de su obra. Además, puede conceder una licencia a un productor
cinematográfico a fin de realizar una película basada en su novela. Las licencias
pueden ser exclusivas, en el sentido de que el titular del derecho de autor conviene
en que no otorgará autorización a tercero alguno para realizar los actos objeto de
licencia; o no exclusivas, lo que significa que el titular del derecho de autor puede
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autorizar a otros a realizar los mismos actos. A diferencia de la cesión, la licencia
no atribuye por lo general el derecho a autorizar a terceros a realizar actos
amparados mediante derechos patrimoniales.

La concesión de licencias también puede adoptar la forma de gestión colectiva de


los derechos. Con arreglo a dicha gestión, los autores y otros titulares de derechos
conceden licencias exclusivas a una entidad única, que actúa en su nombre, para
conceder autorizaciones, recaudar y distribuir la debida remuneración, impedir y
detectar infracciones de derechos y solicitar medidas de compensación en los casos
de infracción. La ventaja que para los autores supone la gestión colectiva reside en
el hecho de que, habida cuenta de las múltiples opciones que ofrecen las nuevas
tecnologías en lo que respecta a la utilización no autorizada de obras, un único
organismo puede velar por que dicha utilización se realice sobre la base de
autorizaciones fáciles de obtener desde una fuente central.

Además, el titular de derechos puede optar por renunciar al ejercicio de los


derechos, ya sea total o parcialmente. Por ejemplo, puede proceder a publicar
material protegido por derecho de autor en Internet y ponerlo a disposición de todo
el que desee utilizarlo o puede restringir esa renuncia a utilizaciones con fines no
comerciales. Existen a ese respecto importantes proyectos de cooperación
organizados sobre la base de un modelo en el que los contribuidores renuncian a
ciertos derechos en la forma estipulada en las condiciones de concesión de licencias
aprobadas para el proyecto, como el proyecto General Public License (GPL). Por
consiguiente, ofrecen la facultad a terceros para utilizar su contribución y adaptarla,
a condición de que los usuarios ulteriores también se adhieran a las condiciones de
la licencia. Esos proyectos, como el open source movement (movimiento en favor
del libre acceso al código fuente), centrados en la creación de programas
informáticos, también funcionan sobre la base del derecho de autor. De otra manera,
no podrían imponer obligación alguna a los usuarios ulteriores.

Observancia de los derechos

En el Convenio de Berna constan muy pocas disposiciones en relación con la


observancia de los derechos y sin embargo, en los últimos años ha sido
extraordinaria la proliferación de normas nacionales e internacionales en esa esfera,
debido principalmente a dos factores. En primer lugar, los progresos tecnológicos
para la elaboración y utilización (tanto autorizada como no autorizada) de material
protegido. En particular, la tecnología digital facilita la transmisión y la posibilidad de
copiar perfectamente toda información que exista en formato digital, incluidas las
obras protegidas por derecho de autor. En segundo lugar, la creciente importancia
económica que ha adquirido en el comercio internacional la circulación de productos
28
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educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.
y servicios protegidos por derechos de propiedad intelectual. Por decirlo
llanamente, el comercio de productos objeto de derechos de propiedad intelectual
ha pasado a ser un negocio floreciente en todo el mundo. Se justifica así la adopción
del Tratado de la OMPI sobre Derecho de Autor (WCT), en el que se estipula la
obligación de las Partes Contratantes de velar por que en las respectivas leyes se
contemplen procedimientos de observancia de modo que puedan tomarse medidas
reales contra toda infracción de los derechos que se contemplen en el Tratado,
incluidas medidas de subsanación para impedir o disuadir nuevas infracciones.

El Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual


relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC), en el que figuran
disposiciones más detalladas sobre la observancia de los derechos, es una prueba
concreta de ese nuevo vínculo que se ha establecido entre la propiedad intelectual
y el comercio. En los siguientes párrafos se resumen varias disposiciones en
materia de observancia que se contemplan en recientes normativas nacionales en
esa esfera y que cabe dividir en las siguientes categorías: medidas conservativas o
provisionales, medidas civiles de subsanación; sanciones penales; medidas en
frontera; y medidas de subsanación y sanciones contra los abusos respecto de
dispositivos técnicos.

Las medidas conservativas o provisionales tienen dos finalidades: en primer lugar,


impedir infracciones, en particular, impedir la entrada de productos infractores en
los canales comerciales, en particular, la entrada de productos de importación una
vez cumplidos los trámites aduaneros; y en segundo lugar, conservar pruebas
pertinentes respecto de toda supuesta infracción. Las autoridades judiciales pueden
así ordenar que se pronuncien medidas provisionales sin tener que avisar con
antelación al supuesto infractor. De esa manera, el supuesto infractor no podrá
reubicar los productos a los fines de evitar que sean detectados. La medida
provisional más común es el registro de los locales del supuesto infractor y el
embargo de los productos de la supuesta infracción, el equipo utilizado para su
fabricación y todo documento y prueba de las supuestas actividades infractoras.

En lo civil, las medidas de subsanación tienen por finalidad compensar al titular de


los derechos por los perjuicios económicos que haya sufrido a raíz de la infracción,
lo que por lo general se concretiza en una indemnización por daños y perjuicios y
son un factor disuasivo de futuras infracciones. A ello viene a añadirse por lo general
una orden judicial para destruir los productos causantes de la infracción y el principal
material utilizado para su producción. En la medida en que el tribunal considere que
existe peligro de que continúen los actos causantes de infracción, también puede
pronunciar requerimientos judiciales contra dichos actos, cuyo incumplimiento se
traduciría en la imposición de una multa al infractor.
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En lo penal, las sanciones tienen por finalidad penalizar a los que, con
conocimiento de causa, comenten actos de piratería a escala comercial y, al igual
que en lo civil, disuadir nuevas infracciones. La penalización se concreta en multas
considerables, y sentencias de cárcel en sintonía con las penas que se aplican a
delitos del mismo nivel de gravedad, en particular, los delitos recurrentes. La
disuasión se lleva a cabo mediante órdenes de embargo y destrucción de los
productos causantes de la infracción y del material y del equipo principal utilizado
para cometer el delito.

En cuanto a las medidas en frontera, difieren de las medidas de observancia


anteriormente descritas en la medida en que implican la intervención de las
autoridades aduaneras y no de las autoridades judiciales. En virtud de esas
medidas, el titular de los derechos tiene la facultad de pedir que las autoridades
aduaneras impongan la interrupción de la circulación de productos supuestamente
infractores del derecho de autor. El titular de los derechos dispone así de un plazo
razonable para incoar un procedimiento judicial contra el supuesto infractor,
evitando el riesgo de que los productos supuestamente infractores empiecen a
distribuirse una vez finalizados los trámites de aduana. Pero para ello, el titular de
los derechos debe a) convencer a las autoridades aduaneras de que existen
pruebas prima facie en el sentido de que se ha producido una infracción; b)
suministrar una descripción detallada de los productos, a los fines de su
identificación; y c) aportar una caución de indemnización al importador, el propietario
de los productos y las autoridades aduaneras en caso de que se llegue a la
conclusión de que los productos no han causado infracción alguna.

En la última categoría de disposiciones en materia de observancia, que han


adquirido mayor importancia desde el auge de la tecnología digital, están medidas,
recursos de subsanación y sanciones contra el abuso respecto de medios técnicos.
En determinados casos, el único medio práctico de impedir la copia de obras es
recurrir a sistemas de protección o de gestión, concretamente, la utilización de
dispositivos técnicos que impiden por completo la copia o se las arreglan para que
la calidad de los ejemplares sea tan mala que no puedan ser utilizados. Se recurre
también a medios técnicos para impedir la recepción de programas de televisión
comerciales codificados para los que se precisa la utilización de mecanismos de
descodificación. Ahora bien, desde el punto de vista técnico, es posible fabricar
dispositivos que permitan eludir los sistemas de protección y codificación. Con las
disposiciones en materia de observancia que recaen en esta categoría, la finalidad
es impedir la fabricación, la importación y la distribución de dichos dispositivos. En
el WCT constan disposiciones con ese fin así como otras disposiciones con las que
se aspira a impedir la supresión o alteración no autorizadas de información sobre
gestión electrónica de derechos y la difusión de copias de obras en las que se haya
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autorización de los autores.
suprimido ese tipo de información. Mediante esa información se identifica al autor
o el titular de los derechos y se determinan las condiciones para la utilización de la
obra, por lo que su supresión puede traducirse en la distorsión de sistemas
informatizados de gestión de derechos y distribución de tasas.

Derechos conexos

La finalidad de los derechos conexos es proteger los intereses legales de


determinadas personas y entidades jurídicas que contribuyen a la puesta a
disposición del público de obras o que hayan producido objetos que, aunque no se
consideren obras en virtud de los sistemas de derecho de autor de todos los países,
contengan suficiente creatividad y dimensión técnica y de disposición para merecer
la concesión de un derecho de propiedad que se asimile al derecho de autor. En la
normativa de derechos conexos se parte de que las obras resultantes de las
actividades de esas personas y entidades merecen ser objeto de protección por sí
mismas por cuanto guardan relación con la protección de obras protegidas por
derecho de autor. Ahora bien, en algunas leyes se deja claro que el ejercicio de los
derechos conexos no debe afectar en modo alguno a la protección del derecho de
autor.

Hasta la fecha se han venido otorgando derechos conexos a tres categorías de


beneficiarios: artistas intérpretes y ejecutantes; productores de fonogramas; y
organismos de radiodifusión. El reconocimiento de los derechos de los artistas
intérpretes y ejecutantes se justifica en la medida en que se considera necesaria su
intervención creativa, por ejemplo, a los fines de la realización de obras
cinematográficas y obras musicales, dramáticas y coreográficas; también son
justificables los intereses que tienen en la protección legal de sus interpretaciones
individuales. El reconocimiento de los derechos de productores de fonogramas se
justifica en la medida en que sus recursos creativos, financieros y de organización
son necesarios a los fines de poner a disposición del público grabaciones sonoras
en forma de fonogramas comerciales y por cuanto tienen intereses legítimos en
contar con los recursos jurídicos necesarios para tomar medidas contra toda
utilización no autorizada, ya sea la elaboración y distribución no autorizadas de
ejemplares (piratería) o la radiodifusión y comunicación no autorizadas al público de
sus fonogramas. Análogamente, los derechos de los organismos de radiodifusión
se justifican habida cuenta de la función que desempeñan en la puesta a disposición
del público de las obras y de sus intereses legítimos en el control de la transmisión
y retransmisión de sus emisiones.

Tratados. La primera respuesta internacional organizada frente a la necesidad de


protección jurídica de las tres categorías de beneficiarios de derechos conexos fue
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la adopción, en 1961, de la Convención Internacional sobre la protección de los
artistas intérpretes o ejecutantes, los productores de fonogramas y los organismos
de radiodifusión (Convención de Roma). A diferencia de la mayoría de los convenios
internacionales, que reflejan la legislación de unos y otros países y tienen por
finalidad sintetizar la normativa existente en ese campo, la Convención de Roma
fue una iniciativa encaminada a establecer normas internacionales en un ámbito en
el que existían pocas leyes nacionales en esa fecha. En aquel momento, eso supuso
que la mayor parte de los Estados tuvieran que elaborar y promulgar leyes antes de
adherirse a la Convención.

Hoy prácticamente todo el mundo conviene en que la Convención de Roma ha


quedado desfasada y debe ser objeto de revisión o de sustitución por un nuevo
conjunto de normas en la esfera de los derechos conexos, aun cuando fuera el
punto de partida para la inclusión en el Acuerdo sobre los ADPIC de disposiciones
sobre los derechos de los artistas intérpretes y ejecutantes, los productores de
fonogramas y los organismos de radiodifusión (aunque existen diferencias en
cuanto al nivel de protección de los mismos). Para dos de las categorías de
beneficiarios se cuenta hoy con protección actualizada, a saber, el Tratado de la
OMPI sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas (WPPT), adoptado en 1996
junto con el WCT. En la OMPI está hoy, además, sobre el tapete, la adopción de un
nuevo tratado sobre los derechos de los organismos de radiodifusión.

En las leyes nacionales se contemplan los siguientes derechos para las tres
categorías de beneficiarios de derechos conexos (aunque no todos los derechos se
estipulen en la misma ley):

• En lo que respecta a los artistas intérpretes y ejecutantes, se estipulan sus


derechos a impedir la fijación (grabación), la radiodifusión y comunicación al
público sin su consentimiento de sus interpretaciones o ejecuciones en
directo así como el derecho a impedir la reproducción de fijaciones de sus
interpretaciones o ejecuciones en determinadas circunstancias. En cuanto a
la radiodifusión y la comunicación al público, puede estipularse la obligación
de una remuneración equitativa en vez de un derecho a impedir esos actos.
Habida cuenta de la naturaleza personal de ese tipo de creaciones, en
algunas leyes nacionales se conceden también derechos morales a los
artistas intérpretes y ejecutantes, a los fines de impedir la utilización no
autorizada de su nombre e imagen o la modificación de sus interpretaciones
o ejecuciones en la medida en que vayan en detrimento de su reputación.
• Los productores de fonogramas gozan del derecho a autorizar o prohibir la
reproducción, importación y distribución de sus fonogramas y copias

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autorización de los autores.
derivadas de los mismos y del derecho a una remuneración equitativa por la
radiodifusión y comunicación al público de sus fonogramas.
• Los organismos de radiodifusión gozan del derecho a autorizar o prohibir la
retransmisión, la fijación y la reproducción de sus emisiones.

En algunas leyes se contemplan derechos adicionales. Por ejemplo, cada vez son
más los países en los que se concede a los productores de fonogramas y a los
artistas intérpretes y ejecutantes el derecho de alquiler respecto de los fonogramas
(y respecto de obras audiovisuales para los artistas intérpretes y ejecutantes), y en
otros países se conceden derechos específicos en relación con la transmisión por
cable. Análogamente, en el WPPT se estipula el derecho de alquiler del que gozan
los productores de fonogramas (así como todo titular de derechos sobre fonogramas
en virtud de la ley del país de que se trate).

Como en el caso del derecho de autor, en la Convención de Roma y en las leyes de


unos y otros países se contemplan limitaciones sobre los derechos. Esas
limitaciones permiten la utilización de interpretaciones y ejecuciones, fonogramas y
emisiones protegidos, por ejemplo, con fines de enseñanza, investigación científica
y utilización privada y la utilización de pequeños extractos a los fines de informar
sobre temas de actualidad. En algunos países se contemplan las mismas
limitaciones respecto de los derechos conexos que las que se contemplan en
relación con el derecho de autor, incluida la posibilidad de conceder licencias no
voluntarias. No obstante, en el WPPT se estipula que esas limitaciones y
excepciones deben limitarse a determinados casos especiales que no sean
incompatibles con la utilización normal de las interpretaciones y ejecuciones de
fonogramas y que no causen un perjuicio injustificado a los intereses legítimos de
los artistas intérpretes y ejecutantes ni a los de los productores de fonogramas. En
la Convención de Roma se contempla un plazo de protección de los derechos
conexos de 20 años contados a partir del final del año en que a) se haya realizado
la grabación, en el caso de los fonogramas y las interpretaciones y ejecuciones
incluidas en los fonogramas; y b) se haya realizado la interpretación o ejecución, en
el caso de interpretaciones y ejecuciones no incorporadas en fonogramas; y c) se
haya realizado la emisión. Ahora bien, en el Acuerdo sobre los ADPIC y en el WPPT
se estipula que los derechos de los artistas intérpretes y ejecutantes y los
productores de fonogramas gozarán de un plazo de protección de 50 años contados
a partir de la fecha de fijación de la interpretación o ejecución. En el Acuerdo sobre
los ADPIC se estipula que los derechos de los organismos de radiodifusión
quedarán protegidos durante 20 años contados a partir de la fecha en que se haya
realizado la emisión. Por consiguiente, en un gran número de leyes nacionales de
protección de los derechos conexos se otorga un plazo más largo de protección que
el plazo mínimo estipulado en la Convención de Roma.
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autorización de los autores.
En lo que respecta a la observancia, por lo general, las medidas de subsanación en
caso de infracción o violación de los derechos conexos se asemejan a aquellas a
las que pueden acogerse los titulares del derecho de autor, a saber, medidas
conservativas o provisionales; medidas civiles de subsanación; sanciones penales;
medidas en frontera; y medidas y sanciones contra el abuso respecto de dispositivos
técnicos e información en materia de gestión de derechos. Por último, cabe hablar
de la relación que existe entre la protección de los derechos conexos y los intereses
de los países en desarrollo. Las expresiones culturales de un gran número de esos
países, por lo general conocidas como expresiones del folclore o expresiones
culturales tradicionales, de las que en la mayor parte de los casos no hay constancia
por escrito o no están catalogadas, pueden ser objeto de protección y de derechos
conexos en tanto que interpretaciones o ejecuciones, habida cuenta de que, por lo
general, llegan al público por conducto de artistas intérpretes o ejecutantes.

Al concederse a ese respecto derechos conexos, los países en desarrollo velan así
por proteger grandes y añejas expresiones culturales de valor incalculable y que
constituyen la idiosincrasia que distingue a unos países de otros. Análogamente, la
protección de los productores de fonogramas y los organismos de radiodifusión
contribuye a sentar los cimientos de industrias nacionales que difunden las
expresiones culturales nacionales en el país y, lo que quizá sea más importante, en
otros países. La actual popularidad de que goza la llamada “música mundial” pone
en evidencia el potencial de exportación de esas expresiones. No obstante, los
beneficios económicos derivados de la difusión de esas expresiones no siempre
recaen en el país en el que dichas expresiones fueron originadas.

En resumen, la protección de los derechos conexos tiene una doble finalidad: por
un lado, preservar la cultura nacional y, por otro, ser un medio para la explotación
comercial en el mercado internacional. Pero el interés de los países en desarrollo
por la protección de los derechos conexos va más allá de la protección de las
expresiones culturales tradicionales: de lo que se trata es del comercio y el
desarrollo internacionales. En la actualidad, el grado de protección que otorgue un
país a los derechos de propiedad intelectual va a la par del potencial que puede
tener dicho país de beneficiarse del comercio internacional, en rápida expansión, de
productos y servicios protegidos por esos derechos. Por ejemplo, el auge paralelo
de infraestructuras informáticas y de telecomunicaciones inducirá nuevas
inversiones internacionales en un gran número de sectores de las economías de los
países en desarrollo, entre otros, el de la propiedad intelectual y los países que
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autorización de los autores.
carezcan de la voluntad política necesaria para la protección de los derechos de
propiedad intelectual quedarán relegados. Por consiguiente, la protección de los
derechos conexos ha pasado a formar parte de una finalidad mucho más importante
y constituye un requisito ineludible para la participación en el nuevo sistema de
comercio e inversiones internacionales que caracterizará el siglo XXI.

Función de la OMPI

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) es una organización


internacional cuya finalidad es velar por la protección de los derechos de los
creadores y propietarios de activos de propiedad intelectual en todo el mundo y por
qué los inventores y autores sean objeto del debido reconocimiento y retribución por
su ingenio y creatividad. En su calidad de organismo especializado de las Naciones
Unidas, la OMPI viene a ser un foro para sus Estados miembros de modo que
puedan crear y armonizar normas y prácticas de protección de los derechos de
propiedad intelectual.

En la mayoría de los países industrializados existen sistemas de protección ya


centenarios. A esos países vienen hoy a sumarse un gran número de países, entre
otros, los países en desarrollo, que están estableciendo sus propias normativas y
sus propios sistemas de patentes, marcas y derecho de autor.

Ante la rápida mundialización del comercio en el último decenio, la OMPI


desempeña un papel fundamental en la consolidación de esos nuevos sistemas por
conducto de la negociación de tratados, la asistencia jurídica y técnica y la formación
por variosmedios, en particular, en la esfera de la observancia de los derechos de
propiedad intelectual.

El sector del derecho de autor y los derechos conexos ha sido objeto de un auge
extraordinario en los últimos tiempos, a la par de los avances tecnológicos, que han
aportado nuevos métodos para la difusión de creaciones en todo el mundo por
conducto de medios de comunicación como la radiodifusión por satélite, los discos
compactos, los DVD e Internet.

La OMPI participa muy activamente en el debate internacional en curso encaminado


a establecer nuevas normas de protección del derecho de autor en el ciberespacio.

Incumbe a la OMPI la administración de los siguientes tratados internacionales en


materia de derecho de autor y derechos conexos:

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autorización de los autores.
• Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas
• Convenio de Bruselas sobre la distribución de señales portadoras de
programas transmitidas por satélite
• Convenio para la protección de los productores de fonogramas contra la
reproducción no autorizada de sus fonogramas
• Convención de Roma sobre la protección de los artistas intérpretes o
ejecutantes, los productores de fonogramas y los organismos de
radiodifusión
• Tratado de la OMPI sobre Derecho de Autor (WCT)
• Tratado de la OMPI sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas (WPPT)

La OMPI dispone además de un Centro de Arbitraje y Mediación, a quien incumbe


la solución de controversias de propiedad intelectual entre partes privadas de
distintos países. Se trata tanto de controversias contractuales (como las licencias
de patentes y de programas informáticos, acuerdos en materia de compatibilidad de
marcas y acuerdos de investigación y desarrollo) y de controversias no
contractuales (como las infracciones de patentes). El Centro es hoy un líder en
servicios de solución de controversias derivadas del registro y uso abusivos de
nombres de dominio de Internet.

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educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.
Mesografía (para consulta complementaria)

NOTA IMPORTANTE: Recuerda que si alguno de los siguientes enlaces está roto o bien ha sido
retirado de Internet, siempre puedes hacer una investigación complementaria para localizar
los documentos sugeridos en otra parte.

• Álvarez, J. (s.f.). La competencia desleal en el derecho de la propiedad industrial


(documento electrónico). México: UNAM.
• http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1368/11.pdf

• González de Cossío, F. (s.f.). Comentario sobre la competencia desleal en México


(documento electrónico). México: Autor.
• http://www.gdca.com.mx/PDF/varios/COMPETENCIA%20DESLEAL%20EN%20MEXI
CO.pdf

• H. Congreso de la Unión (2012). Ley de la Propiedad Intelectual (última reforma


publicada DOF 09-04-2012). México.
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/50.pdf

• H. Congreso de la Unión (2012). Ley de la propiedad industrial (última reforma


publicada DOF 09-04-2012). México.
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/50.pdf

• H. Congreso de la Unión (2012). Ley Federal del Derecho de Autor (última reforma
publicada DOF 17-03-2015). México.
• http://www.indautor.gob.mx/documentos_normas/leyfederal.pdf

• Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial [IMPI]. (2013). Capítulos 1-5 (pp. 3-22)
[documento electrónico]. Guía del usuario de patentes y modelos de
utilidad. México: Secretaría de Economía.
• http://www.conacyt.gob.mx/siicyt/images/pdfs/empresarios/03PATENTES.pdf

• Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial [IMPI]. (2013). Las denominaciones de


origen (pp. 21-37) [documento electrónico]. Las marcas colectivas y las
denominaciones de origen México: Secretaría de Economía.

37
Material Compilado sin fines de lucro, en beneficio de la
educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.
• http://www.wipo.int/edocs/mdocs/geoind/es/wipo_geo_lim_11/wipo_geo_lim_1
1_6.pdf

• Molina, E. (s.f.). Derechos de Obtentor de Variedades Vegetales (documento


electrónico). México: Sagarpa.
• http://programasimr.sre.gob.mx/moodleimr/mat-
cur/cvc000/docs/impidoc/MODULO_X_DERECHOS_DE_OBTENTOR_DE_VARIEDAD
ES_VEGETALES.pdf

• Narváez, M. (2007). Capítulo 1. Antecedentes; Capítulo 2. Origen y evolución de la


regulación de la propiedad industrial (pp. 17-31) [documento electrónico]. En El
sistema mexicano de la propiedad industrial. México: Autor.
• http://brd.unid.edu.mx/recursos/Derechos%20de%20Autor/Bloque2/El%20sistem
a%20mexicano%20de%20la%20propiedad%20industrial.pdf

• Tanus, J. (2004). Franquicias (pp. 1-37) [documento electrónico]. En Prácticas


monopólicas en los contratos de franquicias en México (tesis de grado de la
UDLAP). http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/ledi/tanus_n_j/capitu
lo3.pdf

38
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educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.
39
Material Compilado sin fines de lucro, en beneficio de la
educación. Prohibida su reproducción o distribución sin
autorización de los autores.

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