Mitologia - El Origen Del Mundo - Cosmogonia Del Pueblo Inuit
Mitologia - El Origen Del Mundo - Cosmogonia Del Pueblo Inuit
Mitologia - El Origen Del Mundo - Cosmogonia Del Pueblo Inuit
Por ello la palabra «esquimal», tiene un sentido peyorativo y despectivo para estas
poblaciones árticas que se llaman a sí mismos «inuit»(en su lengua significa «la
gente»), o «yupik».
Desde el punto de vista geográfico, debemos de tener presente que las poblaciones
inuit se extienden a lo largo de unos 5.150 kilómetros y dentro de esta vasta extensión
podemos agruparlas en ocho divisiones geográficas, aproximadamente. De este a
oeste, encontramos los siguientes grupos:
1. Los inuit de Groenlandia, que viven en las costas orientales y occidentales del
sur de Groenlandia, han adoptado muchos hábitos europeos y se conocen como
groenlandeses o kalaallitt (kalâtdlit);
2. Los inuit de Labrador, que ocupan la costa desde la otra punta de Terranova
hasta la altura de la bahía de Hudson, con algunos asentamientos en el sur de
la Isla de Baffin;
3. Los inuit centrales, que incluyen a su vez varios grupos: los del extremo norte
de Groenlandia, los de Canadá, Isla de Baffin y los del oeste de la bahía de
Hudson; uno de estos grupos son los inuit iglulik formados a su vez por cuatro
sociedades: los tununirusirmiut (del norte de la isla Baffin), los tununirmuit (del
norte de la Isla Baffin), los iglulingmiut (del norte de la cuenca Foxe) y los
aivilingmiut (de la costa noroeste de la bahía del Hudson).
4. Los inuit de la Isla de Banks, incluyen los habitantes de dicha isla, los de la isla
de Victoria y demás grandes islas frente a la costa ártica central;
5. Los inuit árticos occidentales o inuvialuit, que se encuentran a lo largo de la
costa ártica occidental de Canadá;
6. Los inuit de Alaska;
7. Los yuit de Alaska; y
8. Los yuit de Siberia.
Una última cuestión que debemos de abordar en esta breve aproximación a las
poblaciones árticas, y en concreto a los inuit, es el contacto con los europeos y la
situación actual. El asentamiento de europeos en territorios árticos, principalmente
movidos por intereses económicos (comercio con pieles de foca y zorro, o caza de
ballenas), no cambió profundamente la economía y el modo de vida inuit, pero sí que
introdujo algunas novedades de forma gradual. Hombres inuit empezaron a ser
contratados por compañías extranjeras, a comerciar con los europeos para conseguir
objetos de los que antes no disponían y misioneros cristianos intentaron, sin mucho
éxito, sustituir la espiritualidad inuit por la fe cristiana. Sin embargo, es necesario
matizar estas afirmaciones, ya que estos cambios no se produjeron ni en el mismo
grado ni a la misma velocidad en todas las poblaciones. Así, los yupik fueron
enormemente influenciados por los comerciantes rusos, tanto es así que muchos de
ellos se integraron en la Iglesia Ortodoxa.
Como hemos apuntado en el apartado anterior de este trabajo, para la gente inuit,
la cultura, la sabiduría y la vida están interrelacionadas, de modo que la espiritualidad
impregna cualquier aspecto de sus vivencias. Para poder sobrevivir en este medio tan
hostil, han tenido que desarrollar toda una serie de estrategias de supervivencia y
normas de convivencia, entre ellas el mantenimiento del equilibrio y el respeto hacia el
mundo natural y el mundo espiritual. Si esto no fuera así, posiblemente no podrían
sobrevivir. Para ayudarlos a alcanzar este equilibrio, estos pueblos han desarrollado
una visión metafísica de la naturaleza, donde la armonía con el espacio es un elemento
fundamental para sobrevivir.
Estos sabios chamanes tenían experiencias con espíritus a los que sólo ellos podían
ver y, a veces, estos espíritus bondadosos, que viven en otro mundo y que son
llamados «mishtapeuat», ayudaban a los chamanes a comunicarse con el mundo
sobrenatural. El chamán solía ser un curandero que trataba los síntomas físicos,
psicológicos y espirituales de sus pacientes, ya que con sus cualidades especiales podía
adivinar la causa de la falta de salud o la poca suerte en la caza. Según el sistema de
creencias inuit, cuando las ofensas de las personas desequilibraban el Universo, el
chamán podía volar al mundo de los espíritus y servir de mediador con ellos, con el fin
de restablecer la armonía. Los chamanes y los ancianos eran los encargados del ciclo
ceremonial. Además, existían cuatro fiestas al año: la fiesta de las Preguntas
( Petugtaq), la de los Difuntos (MeFF'aq), la de la Vejiga (Nakaduq) y la de la
Invitación (Kelek-lka'aF).
Respecto a la obtención de información sobre el mundo de los
espíritus y de los animales, la adivinación es una de las vías
utilizadas por los inuit para realizar sus averiguaciones. En
cualquier caso, el ritual que se seguía tradicionalmente debía de
desarrollarse en secreto, participando solamente los miembros de
la comunidad aborigen. Otro método empleado, era la inducción de
un estado de trance mediante el cual los cazadores podían
conseguir alguna información. Por otro lado, para los inuit, los
sueños eran y son una fuente vital de información más o menos
veraz sobre el futuro. Las comunicaciones del mundo espiritual
también vienen, aunque de una forma algo embrollada, de una
figura llamada «Matshishkapeu», que intenta comunicarse con los inuit, aunque no
hable muy bien la lengua inuit. Sin embargo, no debemos olvidar que, si bien es cierto
que todos los cazadores tienen algún poder espiritual, los chamanes tienen más poder
porque ellos tienen el acceso directo al mundo sobrenatural.
Este tiempo mitológico constituía, gracias a esta fácil comunicación, un marco ideal
para conocer y estudiar a los animales. Sin embargo, hay un elemento que desde los
tiempos ancestrales ha diferenciado al ser humanos de los animales, y es la conciencia
de la muerte; mientras que los animales carecen de esta conciencia, el hombre posee
este conocimiento fatal. Sin embargo, para la gente inuit la muerte no es el final, sino
más bien una terminación de un ciclo al cual sigue otro. De hecho, la mayoría no teme
a la muerte.
El Mundo de los Espíritus está poblado, además de por los espíritus maestros de los
animales, por un buen número de seres sobrenaturales, entre ellos destacan los siguientes:
Mishtapeu
Una clase de gigantes, benévolos, a los que se designa
respetuosamente como «abuelo» o «abuela». Normalmente, estos
gigantes amables residen en otro mundo llamado
Tshishtashkamuku, y sólo visitan el mundo de los inuit en
momentos de necesidad;
Matshishkapeu
Espíritu poderoso para los inuit y la fuente de gran entretenimiento
en las ocasiones frecuentes en que se comunica con el inuit;
Tshiuetinush
Espíritu meteorológico, el espíritu del viento del norte;
Meminiteu
Clase de monstruos caníbales de dimensiones humanas que
aparecen con frecuencia en el registro mitológico y que
normalmente residen en Tshishtashkamuku donde emprenden la
guerra constante con el Mishtapeuat;
Atshen
Clase de seres gigantescos que una vez fueron humanos, pero que
fueron transformados en caníbales sin labios y sin pelo después de
que consumieran la carne humana;
Katshimetsheshuat
Seres espirituales a los que se ha visto o escuchado en la oscuridad
o la niebla, y que arrojan piedras a las tiendas y roban las
pertenencias de los poblados, y en otros tiempos, robaron también
a las mujeres;
Tshishikunapeu
«El observador meteorológico»;
Memekueshu
Seres espirituales que habitan en cuevas;
Utshakanue
Maestro de la cola de los caribús;
Muchos de los espíritus mencionados están todavía presentes en las vidas diarias
de muchos inuit. Por ejemplo, se piensa que Katshimetsheshuat es responsable de los
ruidos en la oscuridad, se dice que lanza piedras a las tiendas, y roba utensilios de los
poblados. A veces, se advierte a los niños que no se aparten demasiado del
campamento o del poblado por miedo a estos espíritus. Tshiuetinush también disfruta
de una existencia contemporánea. Otros espíritus como Atshen y Memekueshu, no
parecen tener una existencia contemporánea a la de los inuit, sino que más bien
aparecen en mitos y relatos legendarios. Sin embargo, como veremos a continuación
son los Mishtapeu quienes juegan un papel realmente importante en la vida espiritual
de los inuit.
Los Mishtapeu y el Tshishtashkamuku
El pueblo inuit cree que los Mishtapeu habitan otro mundo llamado
Tshishtashkamuku que se parece al nuestro; este mundo también tiene lagos, bahías,
montañas y la misma vegetación. Sin embargo, está poblado por una fauna gigantesca
y seres inhumanos, y además es considerado un mundo peligroso donde los seres
humanos no pueden vivir. En algunos relatos inuit se cuenta que los seres humanos
una vez habitaron el Tshishtashkamuku, pero fueron exterminados por seres hostiles.
Es en este Tshishtashkamuku donde tienen lugar los acontecimientos relatados en los
atanukana.
Son interesantes las múltiples versiones del mito Kuekuatsheu, porque el perro de
las praderas es una criatura inteligente pero al mismo tiempo representa la figura
absurda del embustero, es el carácter paradójico por excelencia. La forma general de
estos mitos responde estrechamente al conjunto de mitos sobre personajes
embusteros o engañosos, que se desarrollan entre muchos otros pueblos nativos
americanos como puedan ser la tribu de los Cree, la de los Ojibway, los Assiniboine,
los Winnebago, o la tribu de los Tlingit. La figura del embustero, presenta a un
personaje que es al mismo tiempo el creador y el destructor, el que da y el que quita,
el que engaña a otros y el que siempre es engañado. Este ser, a lo largo de su vida, se
siente impulsado a actuar, bajo estímulos que no controla, y, por lo tanto, no actúa
deliberada y conscientemente. Este ser no es enteramente responsable de sus actos.
No distingue el bien del mal, a pesar de que él es autor de ambas cosas. Además, no
posee ningún tipo de valores morales o sociales y está a merced de sus pasiones y
apetitos, que le obligan a actuar. Esta leyenda intenta comprender la complejidad de la
naturaleza, que crea y destruye, que da y que quita, a través de un ser paradójico y
contradictorio que refleja el carácter ambivalente de ciertos elementos del Universo.
De este modo, este mito, igual que muchos otros buscan el sentido a lo inexplicable,
busca la comprensión del Mundo.
Entre los mitos más conocidos por los inuit está el de Kanipinikassikueu, el
«Hombre Caribú». Este mito es un ejemplo típico de atanukan que habla de ese tiempo
mítico en el que seres legendarios sufrieron la transformación hasta convertirse en
seres humanos o en animales. Existen extensos relatos sobre episodios múltiples de
las vidas de ambos caracteres.
Este relato mítico, ambientado en ese «Tiempo Distante», nos habla de dos
hermanos que vivían con su madre y padre. Eran dos muchachos jóvenes que siempre
vagaban juntos de un sitio a otro. Un día los muchachos andaban entre los árboles
cuando descubrieron un nido de pájaros conocidos como «ladrones de campo». El
muchacho más joven dijo a su hermano que esos pájaros siempre robaban cosas de
los poblados y que con un palo afilado iba a matar a los polluelos. Así lo hizo.
Subiendose al árbol y, aprovechando que los plluelos tenían los picos abiertos, empujó
el afilado palo hasta el fondo de sus gargantas, y los mató. Finalmente, quedó sólo un
pajarito y el hermano mayor obligó al muchacho más joven a dejarlo con vida,
salvando un pájaro.
Para los inuit de Groenlandia, una diosa, Malina, es la representante del Sol y su
hermano, Anningan, es el Dios de la Luna. De algún modo, se aproxima a la mitología
de los aborígenes australianos donde la luna era identificada con una figura masculina,
mientras que el sol era considerado una figura femenina, justo al revés que en la
cultura clásica. Igual que sucede con los pueblos nativos australianos, esto puede
deberse a la importancia que los inuit otorgan a la figura femenina, sin la cual no era
posible la vida. Del mismo modo, la vida en la Tierra no es posible sin el sol, con lo
cual pudo establecerse una relación entre la feminidad y el astro rey, a lo que debemos
sumar la trascendencia que puede tener el Sol en la zona circumpolar, donde se da
una estación de noche-invierno que llega a durar cinco meses.
Según cuenta la leyenda, Malina y Anningan solían vivir y jugar juntos desde
niños. Pero una vez adultos, las cosas cambiaron. Una noche, mientras jugaban en la
oscuridad, tal y como solían hacer de pequeños, Anningan violó a su hermana. Malina
forcejeó y durante la lucha, una lámpara de aceite de foca volcó, ensuciando las manos
de Malina con la espesa grasa negra. Cuando la diosa intentó en vano apartar a
Anningan de su lado, ennegreció la cara de su hermano con sus manos sucias y
grasientas. Malina siguió huyendo y corrió tanto como pudo hacia el cielo, donde se
convirtió en el Sol. Anningan, no mostrando ningún remordimiento por su crimen,
continuó persiguiéndola hasta el cielo, donde se transformó en la Luna. Esta
persecución eterna entre los dos hermanos explica que cada día, el Sol sea substituido
por la Luna en el firmamento. Pero de vez en cuando, el dios de la Luna alcanza a la
diosa del Sol y la viola otra vez, causando un eclipse solar.
Con este mito, la gente inuit encuentra una explicación para varios
fenómenos celestes, desde las fases de la Luna, hasta los eclipses,
pasando por la aparición del Sol y de la Luna cada día en el cielo.
Además, esta leyenda establece que, del mismo modo que el Sol y la
Luna, se odian, los sexos opuestos deben odiarse y debido a esto,
durante un eclipse solar, los hombres no deben salir de sus casas si no
quieren enfermar. Por otro lado, las mujeres no deben abandonar sus
casas durante un eclipse lunar. Los inuit creen que las enfermedades
son enviadas por Malina y Anningan sobre aquellos que les ofenden.
Según la cosmogonía inuit, al principio de la existencia del Mundo todos los seres,
tanto los animales, como los humanos o los espíritus, podían hablar el mismo idioma y
también podían transformarse unos en otros fácilmente. Así, según describe esta
leyenda, los humanos adoptaban la forma de animales, y a su vez los animales, podían
adoptar la forma humana. Los relatos que siguen cuentan el origen de algunos
elementos del Mundo. Dentro de la cultura inuit se reconoce la importancia de la
llamada «Ellam Yua» o Fuerza Creativa y, a menudo, se le dan muestras de gratitud.
Los inuit dicen que la Fuerza Creativa lo sabe y lo puede ver todo.
Cuando el inuit siguió por vez primera al caribú hacia una tierra nueva, después de
muchas estaciones, encontraron la tierra habitada. En esta tierra vivían dos tipos de
gente; por un lado, la gente pequeña, que era alegre y que al cogerles podían cantar.
Eran tan pequeños que cabían en la palma de la mano.
Por otro lado, estaban los temibles Tuniqs, que, a veces llegaban a tener 4 y 5
veces el tamaño de un inuit. A este grupo de gigantes les gustaba la guerra y trataban
de capturar a los inuit, para cocinarlos y comerlos. Sin embargo, los inuit eran más
listos y podían emplear su cerebro para hacerles frente.
Un día un cazador volvía a su poblado de una caza fructífera cuando fue visto por
un gigante. El inuit sabía que si era atrapado por el gigante, se convertiría en su
comida. El esquimal dejó caer su caribú y escapó hacia el sur, tan rápido como pudo.
El tuniq le vió y corrió tras él.
El inuit más listo que los tuniqs se mostró sorprendido y contestó: «Soy sólo un
esquimal endeble con poca carne y ustedes son dos enormes Tuniqs; sólo puedo servir
de alimento a uno, ¿quien de los dos me comerá?».
Esto dejó perplejo a los Tuniqs, cada uno se autoproclamaba como vencedor, cada
uno se atribuía el mérito de haber visto primero al inuit y se consideraba con derecho a
comérselo. Finalmente, el inteligente inuit propuso una solución: «Como ambos me
vieron, y sólo puedo alimentar a uno de ustedes, deben luchar entre los dos y yo
mismo saltaré dentro de la cazuela del vencedor».
Entonces tuvo lugar una de las peleas más impresionantes y más conocidas de la
historia; los gigantes empezaron a luchar, lucharon durante varios días y varias
noches, arrojándose de golpe al suelo, ya que ellos tenían la fuerza poderosa. Con
cada golpe, la tierra se moldeaba, inclinándose y levantándose; así aparecieron valles
y colinas. Pero los gigantes lucharon y lucharon, hasta que quedaron agotados y
cesaron en su pelea.
Entonces el inteligente inuit, disparó a los exhaustos gigantes con sus pequeñas
flechas, volvió a recuperar su caribú y regresó con su familia para darles de comer.
Detrás de él quedaron los grandes montones de tierra, huella de la encarnizada lucha
de los dos gigantes.
El origen de la niebla
Cuando la tierra era joven, los tuniqs y los inuits vivían en la Tierra, pero eran
enemigos. Un día, un cazador fue a pescar para calmar el hambre de su familia; pero
no consiguió nada en todo el día. El cazador miró en todas direcciones, pero no vió
ninguna presa.
Afanosa, la mujer del gigante comenzó a beber y beber más agua. Cuanto más
bebía, más se hinchaba y más crecía, pero ella seguía bebiendo agua, porque el río no
se agotaba. Bebió y bebió hasta que explotó con todo el agua dentro. Con el viento las
gotitas de agua fueron esparcidas por el aire y así es cómo se formó la niebla. El inuit
esperó a que se disipase aquella niebla recién originada y finalmente pudo escapar del
lugar y regresar con su familia sano y salvo.
¿Por qué no hay árboles?
En la mitología inuit ningún chamán es tan conocido como Kiviok, que ofrecía a los
espíritus su luz y calor, por lo cual fue dotado con poderes especiales. Con estos dones
se convirtió en el chamán más poderoso y vivió muchas aventuras a medida que
viajaba por la Tierra.
Cierto día, en uno de sus viajes, Kiviok encontró un lago por casualidad y como la
noche se acercaba, decidió levantar su campamento. Viendo como el hielo se formaría
sobre el agua, Kiviok decidió hacer un gran fuego, para lo cual sacó su gran hacha y
comenzó a cortar árboles como combustible.
Mientras Kiviok cortaba árbol tras árbol, una viruta de madera cayó al agua y un
pez nació. El pescado mirando Kiviok, se burló de él, pero Kiviok no le prestaba mucha
atención.
Kiviok intentaba no hacer caso al pez, pero a medida que las virutas de madera
caían en el agua, éstas se convertían en pescados, y más y más peces se burlaban de
él.
Finalmente, los peces acabaron con la paciencia de Kiviok y este poderoso chamán
enfureció y comenzó a cortar todo. Tal cantidad de virutas y trozos saltaban por los
aires que parecía de noche, aún siendo de día de; cada viruta que caía en el lago, se
convertía en un pez. Cada árbol diferente, cortado por Kiviok, produjo un tipo de pez
diferente, desde la trucha al salmón. Kiviok siguió cortando y cortando, hasta que
finalmente disminuyó su rabia, y alzó la vista. Al mirar a su alrededor, Kiviok se dió
cuenta de que ya no quedaba ningún árbol. En contra partida, los lagos y los mares
estaban repletos de peces.
El origen de la perdiz blanca
Hace mucho tiempo, cuando la tierra era joven y los seres podían cambiar de
forma, había una vieja mujer que era conocida como una gran bromista. En cualquier
ocasión, en cuanto tenía oportunidad, la anciana gastaba bromas a todo el mundo,
más para el pesar de la gente que para su entretenimiento.
Un día, la anciana mujer decidió gastar una broma a un pequeño grupo de niños
que se divertían, ensimismados en sus juegos. La bromista se arrastró silenciosamente
hasta colocarse detrás de los niños y de repente aplaudió tan fuerte como pudo. Los
niños se asustaron más allá de lo que la bromista esperaba. Inmediatamente, los niños
se convirtieron en perdices blancas y echaron a volar. Como eran sólo niños, no sabían
la manera de volver atrás la transformación y recuperar su forma humana; y así es
cómo surgió la raza de la perdiz blanca.
Érase una vez, un poblado inuit que tuvo que pasar tiempos difíciles. Debido a
esas duras circunstancias, no conocían ningún juego, ni tenían peces para pescar, ni
focas para cazar. Lentamente la gente iba desapareciendo, sólo quedaban dos mujeres
mayores.
Estas ancianas habían podido sobrevivir, comiendo los piojos que encontraban la
una en la otra. Cuando eventualmente, un grupo nuevo de inuits llegó al poblado,
encontraron todo muerto y abandonado, excepto las dos mujeres viejas.
Tiempo atrás, cuando los animales y hombres podían cambiar de forma y todos
hablaban una lengua, un espíritu vino y tomó a una mujer humana como esposa. El
espíritu vivió entre la gente, pero no cazaba para alimentarse, ya que él no necesita
ningún alimento.
Otros cazadores trabajan muy duro con tal de conseguir los materiales necesarios
para que sus familias pudiesen sobrevivir y poco a poco empezaron a enfadase con
aquel, que viviendo entre ellos, no cazaba ni salía en busca de sustento. Los cazadores
airados se dirigieron al nuevo vecino y le dijeron que si no buscaba víveres, sería
expulsado del poblado. Con ira, el espíritu abandonó el poblado y después de caminar
varias millas, perforó un agujero en la tierra, dentro del cual cayó un caribú.
Rápidamente, el espíritu mató al animal atrapado, tras lo cual tapó aquel agujero y
regresó al campamento.
Cuando llegó al poblado dijo a los cazadores: «¡He aquí este animal!, que sirve de
alimento y, por lo tanto yo también soy un cazador».
Al día siguiente el espíritu salió nuevamente a cazar, pero esta vez otro cazador del
poblado le siguió a escondidas. Cuando el espíritu se alejó lo bastante del poblado,
volvió a cavar un agujero en el suelo, y, otra vez, un caribú saltó dentro de la trampa.
De nuevo, el espíritu lo mató y cubrió el agujero. Sin embargo, el espíritu no sabía que
alguien le observaba.
El espíritu al verlos, corrió hacia los animales que huían y les dió patadas en la
cabeza, aplanando sus frentes y dijo al caribú: «De ahora en adelante, vosotros
siempre deberéis vagar por la tierra y siempre temeréis al ser humano».
Esta leyenda explica porqué el caribú es como es; por qué tiene la cabeza plana,
por qué su color es el de la tierra y porqué se asusta del hombre, ya que este animal
siempre recuerda a un hombre que un día les dio patadas.
El Mundo de Maestros Animales
Para aquellos inuit que mantienen sus creencias tradicionales los animales son un
elemento muy importante en el equilibrio con la naturaleza, ya que son fuente de
alimento, materia prima para la elaboración de sus tiendas, de su ropa y otros
utensilios, así como fuente de inspiración de creencias espirituales y valores sociales.
El mundo animal, según la tradición inuit, se divide en dos grupos: uno, el europeo, o,
dicho de otro modo, el conjunto de animales domesticados, y, otro, el inuit, es decir, el
grupo de animales salvajes. A su vez, los animales salvajes se agrupan en cinco
categorías tradicionales, definidas como cinco reinos animales, llamados
«tipentamun»; estos reinos son: animales cuadrúpedos, aves acuáticas, pájaros, peces
e insectos. En esta división en «tipentamun», cada reino animal es gobernado por un
espíritu animal, conocido como «utshimau» que es el jefe, como «aueshish-utshimau»
el maestro de los animales o como «katipenitak», que significaría el regulador. Por otro
lado, se puede apreciar una jerarquía en las relaciones entre los distintos maestros.
Así, por ejemplo, el caribú y las aves acuáticas suelen ser considerados como los más
poderosos para muchos inuit de región de La Romaine.
A medida que nos trasladamos de una comunidad inuit a otra encontramos pequeñas
variaciones en la idea que tienen sobre estos maestros de los animales. También podemos
encontrar variaciones entre los miembros de una misma comunidad. A modo de ejemplo,
señalaremos el caso de la comunidad inuit de La Romaine, que considera que cada especie
animal tiene a su propio maestro animal, entre ellos:
Al mismo tiempo, suele ocurrir que ciertas especies están representadas por un
mismo maestro, atendiendo a semejanzas físicas o rasgos compartidos por ambas
especies. Por ejemplo, Missinaku es el maestro de pescado y muchas criaturas
acuáticas, mientras que Anikapeu es el maestro de ranas y sapos.
Missinaku
maestro de las especies acuáticas que incluye a los peces, castor,
nutria, almizclera, sellos, sapos, ranas, y aves acuáticas
migratorias, etc.
Mashku
maestro de oso, marmota, mofeta, etc.
Uhuapeu
maestro de puerco espín, liebre, urogallo, cuervo, etc.
Memekueshishkueu
maestro de zorro, martín, el visón, lobos, caracayús, la ardilla, la
comadreja, el lince, etc.
Kanipinikassikueu
maestro del caribú, a pesar de ser considerado el más importante
de todos los maestros, sólo controla al caribú.
Como conclusión final indicaremos que la riqueza y la diversidad de los mitos inuit
hace prácticamente imposible recogerlos todos en este modesto trabajo. Por otro lado,
no todos los grupos ni todos los miembros de una comunidad inuit conservan sus
tradiciones con la misma intensidad, y, por lo tanto, no todos los relatos son bien
conocidos. La visión práctica que los inuit tienden de la naturaleza, hace que, en cierto
modo, su cosmogonía se centre en un sentido útil, que les permita comprender la
realidad que viven.