El Teletrabajo
El Teletrabajo
El Teletrabajo
1. Introducción:
De la misma manera en que hay que calificar a los trabajadores hay que ayudarlos para que
constituyan una competencia sobre los problemas de organización, de tecnología etcétera. Para
decirlo en pocas palabras, no puede existir verdadera modernización sin modernización social.
El Derecho del Trabajo, se basa en un conjunto de principios rectores y normas positivas que
buscan proteger a una de las partes de la relación laboral, el trabajador, para alcanzar una
igualdad sustantiva con su empleador. De los referidos principios podemos resaltar al Principio
Protector, que en palabras “se refiere al criterio fundamental que orienta el derecho del trabajo,
ya que este, en lugar de inspirarse en un propósito de igualdad, responde al objetivo de
establecer un amparo preferente a una de las partes: el trabajador”.
Para que la prestación personal remunerada se sitúe bajo la égida del Derecho del Trabajo es
necesario que dicha prestación sea de tipo laboral, es decir que se encuentre presente el
elemento de la subordinación.
Anteriormente, era relativamente sencillo identificar cuándo nos encontrábamos frente a una
relación de trabajo, aplicando los criterios de subordinación jurídica, económica y técnica. En
cambio, en la actualidad, con el advenimiento de innovaciones tecnológicas y el trastocamiento
de los paradigmas clásicos de empresa industrial con trabajadores que operaban en una planta
bajo el control directo y permanente del empleador, dicha labor diferenciadora, esencial, para
determinar la aplicación de las normas protectoras, se ha hecho más difícil.
Para algunos autores, la irrupción de los fenómenos descentralistas basados en las nuevas
tecnologías de la información, marcaría el declive de la concepción tradicional de la figura de la
subordinación o dependencia, la misma que se relaciona íntimamente con nociones de
uniformidad y continuidad en el empleo de la fuerza de trabajo y la autocracia y jerarquía en el
ejercicio de los poderes del empresario. Nos encontramos ante una prestación de servicios
flexible que escapa a los rígidos modelos del pasado.
Asimismo, las nuevas formas de empleo, entre ellas el teletrabajo, cuestionan la aptitud de
algunos indicios frecuentemente empleados para determinar la presencia de la subordinación
(como el cumplimiento de un horario de trabajo, la asistencia a un centro de trabajo de acuerdo
a lo determinado por el empleador, la dirección y control constantes, entre otros) y no la
capacidad de los referidos indicios para operar como calificadores de la naturaleza, en este caso,
de la relación de teletrabajo.
En todo caso, se deberá recurrir a una aplicación flexible y no reduccionista de aquellos indicios
o rasgos sintomáticos de la presencia de una relación de trabajo a fin de hacerlos extensivos al
también flexible fenómeno del teletrabajo. En otras palabras, el reto que plantea el teletrabajo,
como nueva forma de empleo es el de llevar a cabo una adecuada recomposición del sistema
indiciario basada en una atenta observación de la manera como comparece en la realidad.
Entonces, aplicando de manera flexible y realista los indicios de laboralidad propios del Derecho
del Trabajo, es factible hacer extensiva su protección al fenómeno del teletrabajo,
seguidamente, mediante la aplicación de los referidos indicios:
a) Criterio locativo. Dentro de este criterio podemos encontrar los siguientes tipos de
teletrabajo:
- Teletrabajo a domicilio : Se refiere a aquel ejecutado en el propio domicilio del
teletrabajador
- Teletrabajo en centros de teletrabajo o telecentros: Se trata de centros que ponen
a disposición de los usuarios, los medios e infraestructuras necesarios para el
teletrabajo, tales como equipos informáticos, teléfonos, fax, etc.
- Teletrabajo móvil, itinerante o nómada : Esta modalidad se presenta cuando el
puesto de trabajo no se sitúa en un lugar determinado, sino que el teletrabajador
dispone de un equipo telemático portátil que le brinda la posibilidad de desempeñar
su actividad
b) Criterio comunicativo. Dentro de este criterio encontramos los siguientes tipos de
teletrabajo:
- Teletrabajo off line o desconectado. Este tipo de teletrabajo se da cuando no existe
conexión telemática entre el teletrabajador y la empresa, es decir, “el
teletrabajador, tras recibir unas instrucciones iniciales, desarrolla su actividad sin
enlace informático directo con la computadora de la empresa, a la que solo después
hace llegar los datos
- Teletrabajo on line o conectado. El trabajo se lleva a cabo mediante conexión
telemática, las ordenes, el desarrollo y el producto final se reciben a través de las
redes de telecomunicaciones.
- Criterio organizativo. De acuerdo a la forma de organización del trabajo, la cual es
determinada por la situación, la dedicación y la relación contractual del trabajador.
- Autonomía funcional y carencia de controles: Esto permite al teletrabajador adaptar sus horas
de trabajo a necesidades personales y familiares.
- Posibilidad de integrarse de mayor manera con su núcleo familiar: esta ventaja se aprecia más
en los teletrabajadores a domicilio, pues permanecen en su hogar sin estar desplazándose a la
oficina central de la empresa.
- Pérdida de espíritu en equipo y problemas de lealtad hacia la empresa: respecto a la cual afirma
que puede presentarse un problema de reserva y confidencialidad de los datos que se posean
en la empresa.
No compartimos esta opinión de la autora, ya que es posible el control por parte del empleador
tanto cuando el teletrabajador se encuentra conectado como desconectado.
En efecto, el empleador puede implementar toda una serie de instrumentos técnicos de control
a distancia. “En el teletrabajo interactivo, el trabajador se encuentra expuesto en tiempo real a
la vigilancia directa del empresario mientras que en aquellos otros supuestos sin conexión
telemática este control es también posible, aunque diferido mediante la utilización de
determinados programas (in accounting)”.
Capitulo II
3. Breve panorama de los derechos colectivos de los teletrabajadores.
Luego de haber enumerado y ensayado definiciones acerca del teletrabajo, así como enumerado
sus rasgos característicos, ventajas y desventajas, en este punto analizaremos la posibilidad de
los teletrabajadores de ejercer los derechos colectivos. Para tal efecto abordaremos la
problemática de los derechos colectivos de los teletrabajadores desde el derecho de sindicación,
la negociación colectiva para finalmente analizar la institución de la huelga.
“Los trabajadores y los empleadores sin ninguna distinción y sin autorización previa, tienen el
derecho de constituir las organizaciones que estimen convenientes, así como el de afiliarse a
estas organizaciones con la sola obligación de observar los estatutos de las mismas”.
Esta disposición de la OIT recoge lo que en doctrina se conoce como el doble aspecto de la
libertad sindical, es decir, por un lado, el referido a la facultad de toda persona de constituir
organizaciones con el propósito de defender sus intereses gremiales y por otro lado la facultad
de las personas de afiliarse a este tipo de organizaciones.
A nivel internacional, no podemos dejar de mencionar al Convenio No. 98(62) de la OIT, relativo
a la aplicación de los principios del derecho de sindicación y la negociación colectiva, el cual
señala una serie de garantías que deben brindarse a los trabajadores para que ejerzan sin
coacción alguna su libertad de afiliación. Por ejemplo, el artículo 1 del citado Convenio estipula
que:
“los trabajadores deberán gozar de adecuada protección contra todo acto de discriminación
tendiente a menoscabar la libertad sindical en relación con su empleo (...)”.
Una primera dificultad que encontramos al ejercicio del derecho de sindicación por parte de los
teletrabajadores, es la referida a la adscripción de los mismos a un centro de trabajo para fijar
el número de miembros de los sindicatos, y concretar en qué centros podrán ejercer sus
derechos de participación política sindical, es decir, a elegir y ser elegidos.
Recordemos que en el capítulo anterior señalamos que uno de los rasgos característicos del
teletrabajo era el referido a la localización, el cual implica que la actividad laboral es desarrollada
en un espacio físico distante a la empresa, pudiendo prestarse a domicilio (“electronic home
work”), en telecentros o de manera itinerante o nómada.
En dichos casos resultaría complicado que los teletrabajadores estén en capacidad de conocer
quiénes están postulando para ocupar las plazas de dirigentes sindicales o el efectivizar su
postulación si es que el sindicato en funciones emplea mecanismos tradicionales de
comunicación con sus miembros, como el clásico pizarrón o el reparto de volantes.
Este inconveniente puede solucionarse mediante el uso de medios informáticos por parte de los
sindicatos, como por ejemplo el correo electrónico, lo cual permitiría informar a los
teletrabajadores de las actividades sindicales a realizarse. Inclusive los sindicatos podrían
negociar con el empleador la facilitación de sus tecnologías de la información para el ejercicio
de los derechos sindicales de los teletrabajadores, de esta manera, será más sencillo que un
teletrabajador esté al tanto de los acuerdos tomados por el sindicato, de las elecciones, las
asambleas y demás, con lo cual pueda ejercer sus derechos colectivos eficazmente.
Un tema que merece ser comentado es la denominada “empresa virtual”, es decir, un supuesto
de organización empresarial en el cual no existe siquiera un centro de trabajo en el sentido
tradicional del término y la unidad productiva se identifica con el conjunto de los servicios que
realizan los teletrabajadores desde sus domicilios.
Los Convenios Colectivos son básicamente acuerdos celebrados entre empresarios (uno o
varios) y trabajadores (una o varias agrupaciones de trabajadores) para fijar normas (aspecto
normativo) que regularán las condiciones de trabajo en un ámbito laboral determinado y los
derechos y obligaciones de las propias partes contratantes (aspecto obligacional)”.
Debemos precisar que los teletrabajadores, en cuanto trabajadores, gozan del derecho a la
negociación colectiva con sus tele empleadores a fin de regular su relación de teletrabajo.
Según entiende la doctrina, los niveles de negociación posibles son múltiples: la empresa, una
sección o establecimiento de ella, la rama o sector de actividad, el país entero, varios países (si
hablamos de un negociación colectiva multinacional), una o varios oficios, profesiones etcétera.
En este caso, tratándose de una comisión negociadora conformada por teletrabajadores, será
necesario el empleo de videocámaras o algún instrumento tecnológico que permita a los
dirigentes que sean teletrabajadores nómades por ejemplo, a participar directamente de las
negociaciones a efectos de resguardar los intereses de la clase trabajadora. Aquí nos
encontramos ya ante el supuesto de las “telenegociaciones colectivas”.
En favor del ámbito negocial supra empresarial, este ámbito equilibra la situación de desventaja,
punto de partida de los teletrabajadores que “integran poblaciones marginales en una
coyuntura de paro importante”.
La negociación es importante precisar que los teletrabajadores pueden también optar por
negociar en más de un nivel, mediante lo que se conoce como la “negociación articulada”, es
decir, combinar varios niveles de negociación(85). Pudiendo a nivel de rama de actividad
negociar aspectos de la prestación, como quién facilita los instrumentos de trabajo, los gastos
de conexión, el ejercicio de los derechos colectivos, sistemas de control, seguros sobre equipos,
etcétera; mientras que a niveles inferiores, en casos en que la planilla se compone total o
mayoritariamente de teletrabajadores, pueden tratarse temas de flexibilidad del teletrabajo,
como el salario y la jornada laboral(86).
En este punto nos parece importante determinar si las remuneraciones, condiciones de trabajo
y demás materias que puedan tratarse en un convenio colectivo respecto a la prestación de los
teletrabajadores debe regularse en un pacto específico o pueden incluirse en las negociaciones
colectivas comunes de los demás trabajadores.
en:
“un instituto típico del derecho colectivo que procura efectivizar, precisamente, la autotutela
laboral y la libertad sindical (...) la huelga es pues, en cuanto recusa colectiva del trabajo con la
finalidad de reclamo o protesta en protección de intereses o derechos de los trabajadores es un
instituto de autotutela colectiva, y un instrumento de la libertad sindical (...)”
Ni el Derecho del Trabajo ni el Derecho en general, amparan el ejercicio abusivo del derecho de
huelga por lo que manifestaciones en dicho sentido del mismo no son contenidas en nuestra
definición. Entendemos como ejercicio abusivo de dicho derecho por ejemplo las paralizaciones
de personal médico que pongan en peligro la vida de los pacientes, o las interrupciones
/excesivamente prolongadas que tengan por objeto el arriesgar la viabilidad económica de la
empresa y no el concretizar las aspiraciones laborales de los trabajadores.
Según entiende Thibault, los distintos estadios de la huelga pueden ser realizados por vía
telemática, iniciándose la misma con la convocatoria, la administración y luego la adhesión de
los teletrabajadores interrumpiendo su prestación mediante el apagado del videoterminal(95).
De lo anterior se colige que los teletrabajadores tendrían más facilidad a efectos de tomar
conocimiento de la huelga y coordinar las medidas de fuerza a realizar para que sus demandas
sean acogidas por el empleador. Asimismo, ejemplos de la interrupción del normal desempeño
de sus labores serían apagar el videoterminal, filtrar los mensajes electrónicos provenientes del
empleador, no contestar el teléfono, etcétera.
No debemos dejar de mencionar, siguiendo lo opinado por Thibault(96) que en el ejercicio del
derecho
ores pueden presentarse formas anómalas o abusivas, las cuales no deben ser amparadas por el
ordenamiento, “como la neurálgica cuando se ha limitado torciteramente o con fines
estratégicos a esta franja de trabajadores, y, señaladamente la articulada o rotatoria que, por la
propia estructura del teletrabajo, en red, podría encontrar un terreno abonado mediante el
apagado alterno de los distintos terminales”. Cabe señalar que ante un supuesto de irregularidad
el empresario podrá ejercer el cierre patronal, que “no debe interpretarse ya en el sentido
tradicional de clausura temporal (...), sino como suspensión de la conexión telemática que
posibilita la prestación”(97).
Cabe señalar que la categoría de ocupación ilegal del centro de trabajo o de sus dependencias
no puede extenderse al domicilio del teletrabajador. Por similar razón, debido a la dispersión de
fuerza laboral e inexistencia de un centro de trabajo para usar como rasgos característicos del
teletrabajo, el riesgo de una ocupación ilegal solo podrá alegarse cuando los teletrabajadores
ocupen las instalaciones del centro principal pese a no trabajar allí.
Finalmente, es necesario precisar que al ser la huelga un ejemplo típico de un conflicto colectivo
de trabajo, no significa que sea el único en el que pudieran verse involucrados los
teletrabajadores, ya que podrían participar en conflictos colectivos intersindicales o en el
denominado lock out o paro patronal(98).
Cabanellas(99), explica los conflictos colectivos intersindicales, señalando que en ellos, cada
organización sindical se halla en desacuerdo con el empleador sino con otra organización de
igual naturaleza. El autor añade que, “estas contiendas se dirigen a veces contra el empleador o
empresario, pero no es en este caso el factor directo del conflicto, sino que se encuentra
planteado entre dos asociaciones profesionales de igual o de distinto grado”. Nos
El supuesto del lock out o cierre patronal, consiste en “un medio de presión laboral ejercitado
por uno o varios empresarios a través del cese en la actividad y el cierre de sus establecimientos,
y la consiguiente interrupción del pago de los salarios con el fin de imponer a sus trabajadores
determinadas condiciones laborales, o con el de responder a una huelga o acto de presión de
los trabajadores”(100). Un cierre patronal respecto a los teletrabajadores podría materializarse
por ejemplo en la desconexión de la transmisión electrónica que sirve de soporte a los
teletrabajadores, o en el cierre del telecentro donde los teletrabajadores prestan sus servicios.
Montoya Melgar(101) nos presenta formas de presión colectiva, las cuales pueden hacerse
extensivas a los teletrabajadores:
Sin entrar al análisis de legalidad de estas medidas, es factible que los teletrabajadores
participen en esta forma de presión colectiva empleando los medios informáticos que tienen a
su disposición.
b) Los piquetes. Son una técnica de presión laboral complementaria a la huelga, mediante
la cual los trabajadores buscan ganarse el favor de la opinión pública anunciando a través de
carteles, o medios análogos la existencia de la huelga.
Los teletrabajadores pueden participar en los piquetes enviando correos electrónicos para
publicitar sus medidas de fuerza, inclusive empleando una página web.
(97) Para un mayor abundamiento en el tema de los conflictos colectivos de trabajo véase:
CABANELLAS, Guillermo y Mozart Víctor RUSSOMANO. Los conflictos colectivos de trabajo y su
solución. Buenos Aires: Heliastra, 1979.
(98) Ibid.; p. 21
(99) En: MONTOYA MELGAR, Alfredo. Derecho del Trabajo. Madrid: Tecnos, 1995. p. 723.
(100) Ibid.; pp.726-728.
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En este último supuesto nada obsta a que los teletrabajadores se vean perjudicados por dichas
medidas de presión que adopten los empleadores.
3.4. Facilidades telemáticas a otorgarse para una adecuado ejercicio de los derechos
En este punto daremos algunos alcances al rol que debe cumplir el “tele empleador” frente a
sus teletrabajadores, en tanto facilitador del ejercicio de los derechos colectivos de los mismos.
En otras palabras, si bien carece de constatación fáctica que sea el propio empleador quien
promueva los comportamientos sindicales por parte de su personal, consideramos que en lo que
a teletrabajo en específico se refiere, existen ciertas facilidades mínimas que el empleador
deberá conceder a sus teletrabajadores para que éstos puedan ejercer sus derechos colectivos.
En este punto es ilustrativo citar la regulación del boletín informático sindical contenida en el
acuerdo italiano sobre teletrabajo de IBM Semea(104), en el cual a efectos de facilitar el ejercicio
de las funciones del sindicato, se reconoce a la representación gremial el derecho a un sistema
de comunicaciones que posee iguales características técnicas que aquél utilizado para las
comunicaciones al interior de la empresa. Según el acuerdo, el boletín informático puede
emplearse para la transmisión de información respecto a la actuación de las organizaciones
sindicales, bajo la condición que tales comunicados no superen el promedio de cuatro al mes.
Asimismo se podrá informar sobre la estructura del sindicato, la lista de representantes,
convocatorias a asambleas, etcétera. Adicionalmente, el acuerdo prevé que el derecho al tablón
para los anuncios se ejerza por el órgano sindical, el cual, como responsable de lo que se
comunique en el boletín informático, debe entregar los documentos donde consten estos
comunicados a las personas que están encargadas en la empresa para introducir datos.
“(...) las elecciones sindicales, en todas sus fases, desde la promoción hasta la comunicación de
resultados, pasando por la publicación de las listas de electores, la fecha de votación, la
propaganda electoral o la recepción y proclamación de candidaturas podrán realizarse por vía
telemática”.
Sin embargo, si bien es importante que las organizaciones sindicales tengan acceso a medios
telemáticos que les proporcione la empresa, debemos tener en consideración que muchas veces
el uso de medios telemáticos, es fuente de conflictos.
(102) GALLLARDO MOYA, R. El viejo y el nuevo trabajo a domicilio: el teletrabajo. En: GAETA,
L. y A. LOFFREDO. I nuovi scenario della prestazione di lavoro. Edizione Scientifiche Italiane,
1999, citado por THIBAULT. Op. cit.; p. 246.
(105) Ejemplo tomado de: MERCADER UGUINA, Jesús. Derechos fundamentales de los
trabajadores y nuevas tecnologías:
¿hacia una empresa panóptica? En: Relaciones Laborales. Año XVII. Número 10. Madrid: La Ley,
mayo 2001. p. 30. (106) Ibid.
Respecto al derecho de huelga, Mercader(107) afirma que “el derecho fundamental a la huelga
también queda sujeto a restricciones tecnológicas”. Compartimos su opinión, en el sentido que
existen limitaciones telemáticas que pueden trabar el ejercicio del derecho a la huelga, las cuales
pueden provenir por causas endógenas al sistema informático que se utilice como por causas
exógenas al mismo. En este segundo nivel se encontrarían las trabas que provendrían de los
empleadores, quienes emplearían los referidos medios para evitar la medida de conflicto por
parte de sus teletrabajadores.
En fin, es evidente que la implementación del teletrabajo demandará que el empleador otorgue
facilidades informáticas a sus teletrabajadores para que éstos puedan ejercer sus derechos
eficazmente, y en lo que atañe a este ensayo, para un adecuado ejercicio de sus derechos
colectivos. Para tal efecto, creemos que como contrapartida al deber de conceder facilidades
mínimas a su personal, éstos por su parte deberán emplear dichas herramientas con mesura, de
manera razonable.
3.5. A manera de conclusión: necesidad de una legislación mínima para viabilizar el ejercicio
de los derechos colectivos por parte de los teletrabajadores
Si bien dicho proyecto, cuya parte de derecho colectivo ha sido aprobada mayoritariamente por
consenso, lo cual le otorga una legitimidad mayor a nuestra normatividad vigente(110), contiene
un sustento técnico muy bien definido, llegando a configurarse como una propuesta de
regulación bastante oitiana(111), consideramos que debieron incluirse disposiciones especificas
relativas a las nuevas formas organizativas de empleo, en particular al teletrabajo, y en lo que
ocupa al presente ensayo, algunas pautas respecto al ejercicio de los derechos colectivos de los
teletrabajadores.
No debemos soslayar que resulta apropiado que el anteproyecto de Ley General de Trabajo
contenga una definición de teletrabajo, el mismo que ha sido aprobado por consenso de los
representantes de los trabajadores y empleadores en el seno del Consejo Nacional de Trabajo
en su sesión No. 106 del 23 de
(108) El referido proyecto fue elaborado por una comisión de expertos conformada por
especialistas en Derecho Laboral de distintas tendencias ideológicas, posteriormente fue puesto
a consideración del Consejo Nacional de Trabajo, del Ministerio de Trabajo y Promoción del
Empleo, ente tripartito que agrupa a representantes de trabajadores, empleadores y al Estado.
(109) Recordemos que la actual Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo fue aprobada en un
gobierno de facto.
(110) Villavicencio define así a la parte relativa a las relaciones colectivas del Anteproyecto de
Ley General de Trabajo por cuanto el mismo muestra un respeto muy grande a las normas
internacionales y su desarrollo e interpretación a través de los pronunciamientos del Comité de
Libertad
setiembre de 2003. Cabe señalar que dicha definición recoge los criterios esenciales del
teletrabajo al que hemos hecho referencia en el numeral 2.2.1 del presente ensayo, a saber: i)
la localización; (ii) La utilización de tecnologías de la información y (iii) La organización del
trabajo.
En efecto, el referido artículo establece que: “Sub-capítulo III: Del Contrato de Trabajo a
Distancia
Este intento de definición del teletrabajo nos demuestra que la referida norma además de las
virtudes expuestas en los párrafos anteriores posee una vocación de modernidad y de
permanencia en el tiempo.
Sin embargo, en lo que atañe a la regulación de facilidades mínimas que debe proporcionar el
empleador a sus teletrabajadores, para el adecuado ejercicio de sus derechos colectivos, tema
tratado en el punto 3.4 del presente ensayo, no encontramos propuesta normativa alguna,
quizás porque las partes, dentro del marco de fomento de la autonomía colectiva en el que
circunscribe el proyecto, han preferido dejar su regulación a los sujetos colectivos.
Creemos que, atendiendo a las dificultades en que podría verse inmerso el tratamiento de este
tema en el ámbito de una negociación colectiva, el cual probablemente desemboque en la
presencia de un tercero ajeno a las partes que dirima el diferendo, se debió regular el tema que
ocupa a este punto de nuestro ensayo mediante normas de derecho necesario relativo(114), es
decir, fijar ciertas facilidades mínimas que el empleador debiera proporcionar a sus
teletrabajadores, así como ciertas reglas mínimas en el uso de dichas facilidades, a efectos de
evitar abusos por parte de alguna de las partes involucradas, pudiendo la autonomía colectiva,
fomentada por el Estado, regular de manera suplementaria(115) elevando los pisos fijados por
la normatividad.
Una muestra de una regulación como la que proponemos es lo que en Italia se conoce como el
“Garantismo Colectivo” lo cual consiste en que se fijan normas que establecen derechos
mínimos y son los sujetos colectivos los que mejoran las normas adaptándolas a sus condiciones
particulares, debiendo el Estado cumplir un rol de garantizar el diálogo acercando a las partes y
hacer cumplir los acuerdos que tomen los sujetos
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(112) Al hacer referencia a los rasgos sintomáticos del carácter laboral del teletrabajo que
recoge el Anteproyecto de Ley General de Trabajo, no debemos olvidar a la “presunción
laboral” establecida en el Artículo V del Título Preliminar del referido anteproyecto. Dicho
artículo V señala que: “Se presume que toda prestación personal y remunerada de servicios es
subordinada. Asimismo, se presume la existencia de un vínculo laboral entre quien presta un
servicio al interior de un centro de trabajo y quien lo aprovecha. La carga de la prueba en ambos
supuestos corresponde al empleador”.
(113) Son normas de derecho necesario relativo aquellas que fijan pisos a la autonomía
privada, debajo de los cuales se encuentra vedada su actuación.
(114) Toda vez que una norma se configura como mínima y otra la mejora, tenemos entre ellas
una relación de suplementariedad. Para una mayor explicación sobre el tema véase NEVES
MUJICA, Javier. Introducción al Derecho Laboral. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
Colección Textos Universitarios, 2000. pp. 142 y ss.