La Autonomia Privada
La Autonomia Privada
La Autonomia Privada
Etimológicamente
“La expresión autonomía privada, como destaca Federico de Castro Bravo, se
forma etimológicamente por las palabras “nomos”, es decir, ley y “autos”, que
significa propio o mismo. En este sentido, la autonomía privada sería la facultad
de dictar leyes propias o de sujetarse uno mismo a un estatuto vinculante. Pero
el origen etimológico de este principio da una idea incorrecta de su actual
alcance. Así, para una parte importante de la doctrina, lo que realmente define
a este principio es “un poder individual de autodeterminación”
Definición
Para Luis Diez-Picazo y Antonio Gullón “existe autonomía cuando el individuo
no sólo es libre, sino que es además soberano para dictar su ley en su esfera
jurídica. La libertad encierra un poder hacer (ámbito de lo lícito), pero sin que el
derecho reconozca por ello valor jurídico a tales actos. En la autonomía hay
además un poder de gobierno sobre la esfera jurídica. Es decir, el acto además
de libre es eficaz, vinculante y preceptivo”
Autonomía Privada es el poder de autodeterminación de la persona; es «aquel
poder complejo reconocido a la persona para el ejercicio de sus facultades, sea
dentro del ámbito de libertad que le pertenece como sujeto de derechos, sea
para crear reglas de conducta para sí y en relación con los demás, con la
consiguiente responsabilidad en cuanto actuación en la vida social»; y que del
principio de personalidad que el Derecho Civil contempla . derivan: el derecho
subjetivo (V). y la autonomía privada.
Dentro de la autonomía privada así entendida se pueden distinguir dos
aspectos o sentidos:
1.º El poder atribuido a la voluntad respecto a la creación, modificación y
extinción de relaciones jurídicas, o autonomía privada en sentido estricto,
(autonomía de la voluntad), referida al ámbito del negocio jurídico.
2.º El de poderes, facultades y derechos subjetivos, esto es, concretada en la
autonomía dominical o ámbito del ejercicio de los derechos subjetivos.
DESDE OTRA PERSPECTIVA, también, se puede observar que el principio de
la autonomía privada posee un aspecto “formal”, que dice relación con la
libertad para manifestar la voluntad como se estime pertinente y otro de
“fondo”, consistente en la libertad para establecer el contenido de los actos
jurídicos.
En cuanto a las expresiones “autonomía de la voluntad” y “autonomía privada”,
hay muchos autores que las utilizan indistintamente; sin embargo, según
Rodrigo Barcia Lehmann, en el Derecho
Comparado prevalece la expresión autonomía privada producto del “influjo de
la teoría alemana del negocio jurídico” (concepto de negocio jurídico como haz
normativo).
Se sostiene que es un concepto más comprensivo. Además, se hace notar que
cuando se habla de autonomía de la voluntad no deja de incurrirse en un
equívoco, ya que “el sujeto de la autonomía no es la voluntad, sino la persona
como realidad unitaria. La autonomía no se ejercita queriendo – función de la
voluntad – sino estableciendo, disponiendo, gobernando. La voluntad o el
querer es un requisito indudable del acto de autonomía (que ha de ser siempre
libre y voluntario), pero para ejercitar la autonomía es necesario el despliegue
de las demás potencias del individuo
Evolución del dogma de la autonomía de la voluntad
El concepto, principio o dogma de la autonomía de la voluntad ha atravesado
por distintas etapas en su desarrollo desde su nacimiento, consolidación,
cuestionamiento, crítica, exacerbación y reformulación
Período de suceso y de consagración: desde el origen del principio, hasta su
consagración donde al amparo del individualismo jurídico dominante en el siglo
XIX, alcanza su etapa de hegemonía y esplendor. Logra un dominio total y no
reconoce limitaciones legales que la condicionen, limiten o acoten su alcance
en interés del bien común ya que el interés general es concebido como la suma
de los intereses particulares. Fundamentalmente, el liberalismo económico se
sustenta en la creencia de que persiguiendo ventajas personales y si tienen
libertad para hacerlo a voluntad, los hombres sirven al mismo tiempo y como
inconscientemente a la sociedad.
Dentro de este cuadro, la autonomía permite a los particulares:
Celebrar contratos o no celebrarlos, en principio en virtud del solo
consentimiento, y, por tanto, sin formalidades, pues estas reducen el
ejercicio de la voluntad;
Determinar con amplia libertad el contenido de sus obligaciones y de los
derechos correlativos, con el límite del orden público, entendido de
manera general como la seguridad, la salubridad y la moralidad públicas,
y de las buenas costumbres; iii) crear relaciones obligatorias entre sí, las
cuales en principio no producen efectos jurídicos respecto de otras
personas, que no son partes del contrato, por no haber prestado su
consentimiento, lo cual corresponde al llamado efecto relativo de aquel.
Etapa de crisis: Comienza siendo combatido por Von Bar y Brocher,
quienes lo critican en nombre de las leyes imperativas y facultativas, hasta
autores que plantean su negación o inexistencia, como Pillet y Niboyet.
En este sentido, comienza afirmándose que la autonomía de la voluntad
tendría su ámbito de actuación solo en la parte del Derecho que se encuentra
regulada por normas facultativas, pero nunca podría desplazar a las normas
imperativas del orden jurídico. Otros autores sostienen que, si es el orden
jurídico el que determina la imperatividad o disponibilidad de la norma jurídica,
el ámbito de aplicación de la autonomía de la de voluntad dependería siempre
del sistema jurídico que lo reconozca ya que el derecho no abdica jamás.
Entonces, si la posibilidad de su aplicación depende de su reconocimiento y
regulación por el régimen jurídico, la autonomía no puede ser vista ni
considerada como “fuente generadora de Derecho” y en consecuencia, no
existiría como dogma jurídico.
o Período de reformulación: etapa de equilibrio y de vigencia acotada,
donde se reconoce su existencia pero en forma acotada y dentro del margen
determinado por la ley, bajo los límites impuestos por el Derecho.
Doumoulin (escuela estatutaria francesa siglo XVI) trata el problema de la ley
competente en dos momentos, haciendo circular el concepto de manera
intuitiva, son sus sucesores quienes retoman la idea y la transforman en
sistema: En el Consilium LIII: en el que analiza el célebre caso Gannay
ocupándose de la cuestión de la comunidad conyugal. Se trataba de un
matrimonio celebrado y con domicilio conyugal en París que poseía bienes
inmuebles dentro y fuera de esa ciudad.
Los cónyuges no habían celebrado convención nupcial y se trataba de saber la
ley que gobernaba la sociedad conyugal. Doumoulin sostuvo que el régimen
patrimonial matrimonial aplicable era el del domicilio conyugal, ya que esa
fijación implicaba el ejercicio de la autonomía tácita de la voluntad.
Sostiene que el Derecho local aplicable a cada relación jurídica se vincula con
la influencia de la voluntad libre de las personas que se someten al imperio de
un derecho determinado. La competencia local reposa en la sumisión
voluntaria aunque en la mayoría de los casos no es expresada formalmente, y
ante la ausencia de una declaración expresa recurre a la “interpretación de una
voluntad pasiva”, pero la voluntad expresa puede evidentemente excluir una
sumisión tácita.
En cuanto al Derecho local que rige las obligaciones, hay que seguir los
mismos principios que para determinar la jurisdicción especial de la obligación;
y así la sumisión presunta del deudor que determina a la vez el asiento de la
obligación y de la jurisdicción especial debe determinar igualmente el Derecho
local aplicable por la íntima relación que existe entre este y la jurisdicción,
siempre subordinada a la persona del deudor.
Aquel asiento coincide con el lugar de cumplimiento de la obligación, ya sea
señalado expresamente por la voluntad de las partes, ya sea por su
consentimiento tácito, pero siempre teniendo por fundamento la sumisión
voluntaria, rechaza el vocabulario en vigor, se alza contra la locución
recientemente introducida en la materia, y cita lo que este afirma, cuando
expresa que los autores modernos tienen la costumbre de apelar a la
autonomía que en el Derecho germánico se refiere al privilegio de la nobleza y
a algunas corporaciones de reglar ellas mismas sus relaciones particulares por
una especie de legislación doméstica... El prefiere hablar de ‘sumisión
voluntaria’ como sujeción a un Derecho local determinado...”.
Para Mancini, en la parte voluntaria del Derecho (comprende a las obligaciones
y la formación de los contratos), la ley de la nacionalidad es facultativa y el
principio rector es el de la libertad, el de la autonomía de la voluntad.
Significación.
A. Perspectiva institucional.
El principio de autonomía privada es un principio general del derecho: es un
principio tradicional, que contribuyó a la desaparición del formalismo,
considerándose por la jurisprudencia como el principio clásico de nuestra
ordenación; como principio de derecho natural, y también es principio político,
pues, al menos en cierto sentido
B. Trascendencia práctica.
Como principio general de Derecho que es fuente supletoria aplicable en
defecto de la ley y costumbre y principio informador de nuestro ordenamiento
jurídico manifestación de ello es la importancia práctica de la autonomía en la
interpretación de los negocios jurídicos, así como la presunción favorable al
carácter dispositivo y no imperativo de las normas civiles).
Manifestaciones: La autonomía privada es fuente del Derecho en sentido
material, mas no en sentido formal; pero su mayor o menor amplitud tiene
relación con el reconocimiento, mayor o menor, del principio de libertad civil,
que tiene múltiples manifestaciones en el C.C.; por ejemplo:
Libertad de contraer matrimonio
Libertad de configuración de derechos reales
Libertad de testar
Libertad de pactos
Libertad de forma
Libertad de otorgar capitulaciones matrimoniales
Límites.: La autonomía en modo alguno puede tener carácter absoluto, no
sólo por la limitación inherente a la persona, sino porque de ser así
desembocaría en anarquía ha de moverse dentro de una marco general,
constituido por:
a) Las leyes imperativas. El carácter imperativo de la ley resulta de la «ratio
legis»«los actos contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas son
nulos de plenos derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto distinto
para el caso de contravención»
b) La moral. El contrato será ineficaz cuando su causa se oponga a la moral.
Se reconoce la libertad de pactos no contrarios a la moral también se establece
este límite («buenas costumbres») respecto de la libertad de testar
(condiciones en las disposiciones testamentarias ,las inmorales se tendrán por
no puestas-) y la libertad de capitular (nulidad -parcial de la estipulación
contraria a las buenas costumbres , se controla la moralidad del objeto del
contrato .
c) El orden público. En el sentido no de ley imperativa (concepción legalista),
sino en el de conjunto de principios que constituyen el núcleo fundamental de
criterios informadores del ordenamiento jurídico. Este límite aparece igualmente
fijado en las normas ya expresadas.
Las características de los actos jurídicos son:
1. Ser hechos humanos, o sea realizados por persona. Los hechos naturales
no son fuente de actos jurídicos.
2. Ser voluntarios: deben ser ejecutados con discernimiento (saber lo que se
está haciendo, ejemplo no lo tendrían los menores) intención (dirigirse a ese fin
premeditadamente y no por error) y libertad (sin coacción). Los vicios en la
voluntad invalidan el acto jurídico, haciéndolo nulo (sin efecto desde sus inicios)
o anulable (quitándole efectos desde la declaración de nulidad). La
manifestación de esa voluntad debe provenir de dos personas capaces de
obligarse, si el acto jurídico es bilateral (por ejemplo un contrato) o de una, si se
trata de un acto jurídico unilateral (por ejemplo, un testamento).
3. Ser lícitos, posibles y estar en el comercio: Su objeto no debe estar prohibido
por el ordenamiento jurídico, ya que en este caso serían actos humanos, pero
ilícitos, a los que se les otorga el nombre de delitos. No deben ser ilusorios por
estar indeterminado absolutamente su objeto, o ser inexistente, o prohibido su
tráfico comercial.
4. Tienen consecuencias en el ámbito jurídico: crean, modifican o extinguen
derechos.
5. Pueden ser positivos o negativos, ya se trate de un hacer o de un no hacer,
para que la relación jurídica se establezca.
6. Pueden ser establecidos entre personas vivas (inter vivos) o comenzar sus
efectos a la muerte de una de ellas (mortis causa) como ocurre con el
testamento.
7. Algunos son formales (si la ley prescribe la observancia de ciertas
exteriorización de un hecho psíquico interno, que consciente y voluntariamente
trasciende del individuo y surte efectos ante terceros con valor expositivo,
aunque estuviera lejos del ánimo del agente el querer producir tales efectos"
(LOHMANN LUCADE TENA ) ] ;el negocio, atreves de la declaración de la
voluntad entendida como “aquel actor responsable que exteriorizando la
coordinación jerárquico de nuestros deseos, tiene como propósito producir
efectos jurídicos mediante la comunicación de la voluntad contenida en la
expresión"
Nótese que la relación entre manifestación y declaración de voluntad es de
género a especie. Sin embargo, en ambos supuestos, las consecuencias
jurídicas ya se encuentran predeterminadas por el ordenamiento jurídico.-
Dentro de esta concepción es también acto jurídico el hecho humano voluntario
ilícito. La licitud (o ilicitud) de un hecho humano voluntario no puede desvirtuar
su naturaleza de acto. Para un sector de la doctrina, el negocio jurídico solo
puede ser licito , por cuanto el ordenamiento jurídico faculta a las partes para
autorregularse en virtud del principio de la autonomía privada teniéndose esta
como limite su fin licito (STOLFI).
Sin embargo, para otro sector de la doctrina (MESSINEO), en opinión que
comparto, también podría configurarse un negocio jurídico-ilícito.
a) ) Para LARENZ:
La declaración de voluntad viene a ser a la vez la manifestación de la voluntad
y actuación de la voluntad dirigida a producir un efecto jurídico, conformándose
así el negocio jurídico, que es diferente al acto jurídico. el negocio jurídico los
efectos están previstos en la declaración de la voluntad.
b) Para MESSINEO:
Parte del hecho jurídico humano, es decir, del que se genera con la voluntad
del hombre que puede ser lícito o ilícito que no es otra cosa que el acto jurídico.
Sostiene que el negocio jurídico es una especie de acto jurídico, que consiste
en una declaración de voluntad o varias, dirigidas a la producción de
determinados efectos jurídicos y, que el ordenamiento jurídico reconoce y
garantiza, siempre que se trate de efectos lícitos.
c) Según ANIBAL TORRES VASQUEZ
La teoría es el resultado de un detenido proceso de síntesis, abstracción y
generalización que ha permitido sacar de diversos actos particulares, por
ejemplo, de los contratos, testamentos, ciertos elementos comunes esenciales
y constantes a todos ellos y así surgió una teoría genera del acto jurídico. La
categoría más importante de los actos jurídicos lícitos está dada por los
negocios jurídicos o simplemente declaraciones de voluntad.
Ámbito de la autonomía.
b) Intervención del Estado, iniciativa del ministerio fiscal y prudente arbitrio del
juez en la vida de la familia.
Derecho de sucesiones.
En este ámbito la autonomía privada tiene gran fuerza, sobre todo en las
Compilaciones Forales.
Cada una de las figuras que tienen nombre y disciplina en la ley (tipicidad
legal), por ese solo hecho ha de ser considerada con una función digna de
apoyo de parte del ordenamiento, o, si se quiere, reconocida como
socialmente útil, con la sola salvedad de que la ley resulte inexequible a
causa de su contrariedad con los dictados fundamentales de la organización
política en vigor: contraria a la orientación constitucional imperante para
cuando se expidió o reñida con los principios expresados en una enmienda
constitucional posterior, anulada en uno u otro caso dentro de un afán de
homogeneidad doctrinaria y de legitimidad normativa.
Mal pudiera imaginarse, por tanto, la posibilidad de que una figura negocial
legalmente disciplinada pudiera juzgarse desprovista de función social
relevante o sin correspondencia con el "Principio Social" o la utilidad pública,
por lo mismo que en tal supuesto la presencia de una función económico-
social o práctico-social merecedora de tutela por parte del ordenamiento se
encuentra de por sí asegurada por el hecho de su consideración anterior por
el ordenamiento.
Cuestión diferente es la que ocurre cuando el o los particulares acuden para
la disposición de sus intereses a figuras por fuera del catálogo legal. En
principio tienen libertad para ello: pueden echar mano de figuras que no
siendo legalmente típicas tengan tipicidad social o que, cuando menos,
muestren un valor que impela al ordenamiento a adoptar una actitud de
apoyo, en lugar de la simple indiferencia.
Pero, mientras que la inclusión de la figura en la ley es garantía preventiva de
legitimidad, en el evento de simple tipicidad social y, mucho más, en el caso
de novedad (¿hibridación?) no existe esa seguridad, ni siquiera una
presunción de merecimiento de la tutela, y la jurisdicción habrá de adoptar y
mantener una postura de indiferencia mientras no se demuestre la utilidad
social de la disposición.
El péndulo nos sitúa hoy en una posición de más sensibilidad de la sociedad y
del ordenamiento por los intereses de los sectores, clases, comunidades
deprimidos, tomados en colectivo y en unidad singular, y de mayores decisión
y exigencia en la tutela de tales intereses, sin que ello, por lo demás,
signifique la eliminación de la autonomía privada o la conservación de la
figura del negocio jurídico -y del contrato- apenas por simple hábito, porque
aun dentro de limitaciones más vastas y hondas en algunos casos (p. ej.,
contratos para la explotación de tierras rurales, arrendamiento de inmuebles,
suministro de bienes y servicios, para no hablar del contrato de trabajo), esas
figuras conservan su ser y su mérito insustituible de estímulo a la iniciativa
particular y su condición de instrumentos del tráfico jurídico: intercambio de
bienes y servicios y aglutinación de unos u otros o ambos por iniciativa
particular de los respectivos titulares.
Y sin que la circunstancia de que en varios casos (de que son muestra los
contratos más usuales y más intervenidos estatalmente, en especial, por el
Gobierno, y particularmente en cuanto al contenido, y que, por ende, sus
efectos estén predispuestos imperativamente en mayor o menor medida)
pueda implicar la desaparición de la autonomía, sustituida por la imposición
oficial, conforme se puntualizará más adelante
Bibliografía
DOC. Emilio Balarezo: Autonomía Privada o Autonomía de la voluntad
DOC. Rodrigo Barcia Lehmann: La autonomía privada como principio
sustentador de la teoría del contrato
DOC. José Leyva Saavedra: Autonomía privada y contrato
Glosario
1. Numerus apertus
Numerus apertus es una locución latina que puede traducirse como lista
abierta. Se emplea cuando se pretende expresar, con finalidad o valor jurídico,
que una determinada relación no se agota en su propia expresión sino que se
halla abierta y admite la acumulación o inclusión de nuevas unidades o
individualidades.
La locución contraria sería numerus clausus.
2. Cautela Socini
Prevención que se establece en el llamado testamento conocido enderecho
común como del “uno para el otro”.
La cautela socini se da cuando el testador ofrece en su testamento una
condición a los herederos forzosos para poder obtener una porción de la
herencia superior a la que les corresponde por ley.