Analisis Sentencia CC VF PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

ANÁLISIS SOBRE LA SENTENCIA DE APELACIÓN DE AMPARO DE LA

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

-EXPEDIENTES ACUMULADOS 1523-2013 y 1543-2013-

La Fundación Myrna Mack sigue con interés y preocupación los acontecimientos acaecidos
alrededor del fallo emitido el veintidós de octubre de dos mil trece por la Corte de
Constitucionalidad de Guatemala. De nueva cuenta el más importante tribunal privativo
constitucional profiere una resolución que merece ser objeto de análisis y respecto de la que
se vierten las consideraciones que adelante se señalan.

1. Antecedentes.

El 15 de junio de dos mil doce José Efraín Ríos Montt presentó un recurso de apelación
ante la Sala Primera de la Corte de Apelaciones derivado de la negativa del Juzgado
Primero B de Mayor Riesgo de resolver con lugar la excepción de extinción de la
persecución penal planteada, la cual se fundamentaba en el Decreto Ley 8-86, sobre
amnistía. La Sala confirmó la resolución emitida en primer grado.

Ante la negativa de la resolución emitida por la Sala Primera de la Corte de Apelaciones, la


defensa de José Efraín Ríos Montt presentó Acción Constitucional de Amparo el 10 de
agosto de dos mil doce. El amparista denunció como violados el derecho de defensa, así
como el principio jurídico del debido proceso. Al darle trámite a esta acción constitucional,
no se otorgó el amparo provisional, sin embargo la sentencia de amparo proferida, por la
Corte Suprema de Justicia, resolvió a favor de José Efraín Ríos Montt dejando en suspenso
la resolución impugnada.

La referida sentencia de amparo fue objeto de recursos de apelación presentados por la


Asociación para la Justicia y la Reconciliación –CALDH-; y el Ministerio Público –MP- a
través de la fiscalía de Asuntos Constitucionales, Amparos y Exhibición Personal. A raíz
de esta apelación, la Corte de Constitucionalidad emitió la resolución de fecha 22 de
octubre de dos mil trece.
2. Sobre la sentencia de apelación de amparo.

La Corte de Constitucionalidad analizó todo lo expuesto por las partes y terceros


interesados en cuatro considerandos, respecto de los cuales se hacen las siguientes
acotaciones.

El considerando I constituye una breve inducción a la acción constitucional de amparo,


describiendo su objeto y ámbito de aplicación (primer párrafo). Seguidamente se manifiesta
sobre la importancia de la fundamentación de las resoluciones judiciales (párrafos segundo
y tercero).

En el considerando II la CC establece quien es el juez de primera instancia que conoció del


proceso contra José Efraín Ríos Montt –postulante- y otras personas, por los delitos de
genocidio y delitos contra los deberes de humanidad; que se interpuso excepción de
extinción de la persecución penal por amnistía, misma que fue declarada sin lugar por el
juez de instancia referido; que dicha resolución fue apelada, bajo el argumento de que la
amnistía invocada es aquella sustentada en el decreto ley 8-86 y no respecto del decreto
legislativo 145-96; que el sindicado argumentó que se omitió hacer un análisis sobre los
derechos adquiridos y a la posición jurídica del amnistiado que le corresponde por
ministerio de la ley y que por el contrario se resolvió la cuestión sometida a conocimiento
del juzgador, confundiendo las instituciones de prescripción y amnistía e invocando
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que no es aplicable; que la
Sala Primera de la Corte de Apelaciones del ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el
Ambiente -autoridad impugnada- declaró improcedente el recurso de apelación
interpuesto, ratificando lo resuelto por el juez de primera instancia.

En el considerando III la CC se limita a citar normativa constitucional, normativa adjetiva


ordinaria, jurisprudencia constitucional, doctrina de los juristas, doctrina internacional en
materia de derechos humanos (todo lo cual abarca los folios de la sentencia del doce al
diecinueve inclusive), ello para justificar (motivar) el imperativo legal de que los fallos
emitidos por los órganos jurisdiccionales deben ostentar una apropiada fundamentación.
Lo manifestado se desprende de la siguiente transcripción de la sentencia en comento:

“(…) Como síntesis de las citas de doctrina y de jurisprudencia anteriores, resulta que la
motivación implica una obligación del juzgador, no solo como una simple cortesía
profesional, sino por su deber de lealtad para con los litigantes que se han tenido que
someter a su poder. Se constituye por medio del análisis crítico de las cuestiones
controvertidas, un sistema de control contra la arbitrariedad y el discrecionismo. De esta
manera también se vincula claramente al juez a la ley, produciendo certeza de la técnica
jurídica en la adjudicación del derecho. En lo práctico, se hace efectivo el principio de
inmediación, dado que revela que el juzgador se ha impuesto conscientemente de los autos;
a la vez, permite al inconforme cuestionar con argumentos la juridicidad del fallo. (…)”

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 2


Finalmente es en el considerando IV que la CC “establece” que la autoridad impugnada al
emitir el acto reclamado, conculcó los derechos del postulante, pues, sostiene el relacionado
tribunal constitucional, las conclusiones a que arribó la autoridad impugnada, carecen de
una motivación fáctica y jurídica, pues señala que solo se transcribió el artículo 8 de la Ley
de Reconciliación Nacional y a indicar que al procesado se le instruye proceso por los
delitos de genocidio y delitos contra los deberes de humanidad, cuando lo sometido a su
conocimiento en apelación es la aplicación del decreto ley 8-86 que a juicio del sindicado le
confirió ciertos derechos con los que extingue la persecución penal.

Según el parecer de la mayoría de magistrados de la CC, “(…)la obligación de la autoridad


impugnada era analizar cada uno de los argumentos sobre los cuales se apoyo el recurso
de apelación, encaminado a evidenciar la aplicabilidad del Decreto Ley citado al tenor de
las reglas para resolver los conflictos de ley en el tiempo y su relación con los delitos
políticos y comunes conexos a estos, en función de los delitos por los que al amparista se le
instruye proceso penal; por lo que al no razonar fundadamente la decisión para desestimar
el recurso interpuesto, tal como lo dispone el artículo 409 del Código Procesal Penal, en
cuanto a que establece que el tribunal de alzada al conocer en apelación asume la
jurisdicción del inferior al revisar lo resuelto, teniendo la facultad de confirmar, revocar,
reformar o adicionar la decisión de su a quo, dentro de los límites que señala la norma
ibídem, provocó las violaciones denunciadas”.

A partir de estas consideraciones concluye la CC que es “procedente” declarar sin lugar los
recursos de apelación interpuestos (por los querellantes y MP), confirmando la sentencia de
primer grado emitida por la CSJ, CAA.

3. Sobre los votos razonados disidentes.

Como se indicó en el apartado anterior, el fallo de la CC no fue unánime. Dos magistrados


manifestaron su voto disidente, siendo estos el magistrado Mauro Roderico Chacón Corado
y la Magistrada Gloria Patricia Porras Escobar.

3.1 Voto razonado disidente del magistrado Mauro Roderico Chacón Corado.

Disiente en cuanto que el amparo y su argumentación emitido por la Sala primer de la Corte
de apelaciones que la sentencia contiene argumento reiterativo e inapropiado al caso que se
resuelve.

Que es inapropiada la fundamentación para otorgar la protección constitucional al


postulante.

El otorgamiento del amparo se apoya en la fundamentación del auto dictado al confirmar la


desestimación de la excepción de la extinción de la persecución penal por amnistía,

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 3


promovida por los delitos de Genocidio y Delitos contra los deberes de humanidad no por
la aplicación del decreto ley 8-86 como se reitera en la vista celebrada.

La CC se ha pronunciado en cuanto a la decisión de satisfacer la fundamentación.

No existe conflicto de leyes en el tiempo esto implica que es notoriamente improcedente.

Que la incoación del proceso penal en contra del postulante no implica condena anticipada
en su contra porque ese es un trámite de la causa en el debate para hacer valer los medios
de prueba y el derecho de defensa.

El magistrado además manifestó que el amparo otorgado al general retirado “omite por
completo cualquier referencia al Derecho Internacional”.

3.2 Voto razonado disidente de la magistrada Gloria Patricia Porras Escobar.

El quid del asunto es resolver si el decreto ley 8-86 se aplica o no. Ella cita jurisprudencia
aplicable a Guatemala relacionada con la Corte Interamericana de DDHH. Decreto ley 704
en el cual Guatemala se compromete a reprimir y erradicar el delito de genocidio.

Cita de la Corte Interamericana de DDHH jurisprudencia el caso Barrios vs. Perú y otro
caso de Chile, relacionados con genocidio. Cita un precedente judicial colombiano.

El decreto ley 8-86 para la magistrada disidente fue vigente más no positivo, por la
existencia de la Convención para la prevención de Genocidio, la cual desde 1949 viene a
formar parte del bloque constitucional que integra el derecho interno, por lo que considera
que la sala cuestionada no puede resolver diferente en cuanto a esta decisión en cuanto al
tenor de la convención citada que confirma la decisión.

Una sentencia de ese tribunal que conceda el amparo se considera obstáculo a la


investigación de los delitos que constituyen graves violaciones a los DDHH. Considera
improcedente que por vía de amparo se examine el decreto 8-86 que es inaplicable porque
nunca tuvo eficacia jurídica por cuanto la convención prevalece sobre sus disposiciones.

Al otorgarse el amparo este se desnaturaliza porque no existe la situación jurídica afectada.

4. Sobre la amnistía.

De los argumentos expuestos por el amparista se desprende que su interés radica en la


aplicación del decreto ley 8-86 en cuyo artículo 1 se concede amnistía a toda persona
responsable o sindicada de haber cometido delitos políticos y comunes conexos, durante el
período comprendido del 23 de marzo de 1982 al 14 de enero de 1986. El relacionado
decreto entró en vigencia el 14 de enero de 1986.

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 4


En relación al decreto ley objeto de análisis es pertinente afirmar que el mismo señala
taxativamente que clase de delitos son los amnistiados. Así el artículo 1 indica que se trata
de delitos políticos y comunes conexos.

Los delitos políticos son aquellos que se dirigen exclusivamente contra el Estado o la
organización política sin ocasionar perjuicio a propiedades o intereses de personas privadas.
Así las cosas los delitos políticos están íntimamente relacionados con la naturaleza de los
actos que atentan contra el orden político constitucional.

Entiende Ihering por delito político “todo acto que pueda constituir una amenaza contra las
condiciones de vida “del Estado”; “el carácter del delito político –dice–es atacar las
condiciones de vida del Estado”1.

Dicha postura se enmarca dentro de las denominadas teorías objetivas seguidas, entre
otros, por Lombroso y Laschi, en Italia y por Binding y von Liszt en Alemania, las cuales
encontraron una genérica formulación doctrinal en la tesis que considera delitos políticos
aquellos que atentan contra la organización política o constitucional del Estado y sus
funciones, así como contra los derechos que de ella se derivan para el ciudadano2.

Cuello Calón concibió los delitos políticos como aquellos que atentan “contra el orden
político del Estado, contra su orden externo (independencia de la nación, integridad del
territorio, etc.) o contra el interno (delitos contra el jefe del Estado, contra la forma de
gobierno, etc.)”. Y en lo que respecta a los delitos comunes conexos con los delitos
políticos asevera que son aquellos, incluso los de derecho común, que fueren cometidos por
móviles políticos”.

La CC determinó que los delitos políticos son “los que atentan contra el Estado, su
seguridad externa e interna, los poderes y autoridades del mismo, contra la Constitución o
derechos políticos de los ciudadanos o principios del régimen imperante”. Entendiendo la
CC el elemento subjetivo como “el móvil de lograr, por medios inadmisibles para el orden
legal establecido, el quebrantamiento del orden jurídico y social, variar la forma de
gobierno existente o el régimen económico o político de la sociedad.”3

A partir de lo expuesto puede inferirse que el delito de genocidio y los delitos contra los
deberes de humanidad, incoados a Ríos Montt, no pueden considerarse como ilícitos
efectuados en contra del orden político del Estado de Guatemala. Tampoco puede afirmarse
que se trate de delitos conexos, entendidos como ejecutados por móviles políticos.
Entonces en cuanto a los delitos comunes, solo se podrá extinguir la responsabilidad si
existe una relación directa, objetiva, intencional y causal con un delito político.

1
Citado por Montoro Ballesteros, Alberto. En torno a la idea de delito político. Disponible en
revistas.um.es/analesderecho/article/view/57601/55481, consultado el 24 de octubre de 2013.
2
Loc.cit.
3
Corte de Constitucionalidad expedientes acumulados 8-97 y 20-97, sentencia de fecha 7 de octubre de
1997.

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 5


Tómese en cuenta, además, que los delitos de lesa humanidad quedan excluidos de
amnistía, según la ley interna e internacional. En el ámbito nacional es imprescindible tener
presente el Acuerdo Global sobre Derechos Humanos de 1994, entre el gobierno de la
República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, que expresa
un compromiso firme en contra de la impunidad de las violaciones a los derechos humanos,
así como la voluntad de tipificar, investigar y sancionar.

Sigue la tesis excluyente el voto razonado del magistrado Chacón quien indicó que los
delitos imputados a Ríos Montt, genocidio y delitos contra los deberes de humanidad,
“desde cualquier punto de vista, no pueden catalogarse como delitos políticos o conexos
con estos”. Se suma a esta postura el Procurador de Derechos Humanos, Jorge De León,
quien ha manifestado que "Si vemos la normativa nacional e internacional, y la
jurisprudencia, el genocidio, delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, tajantemente
no caben en la amnistía"4.

También resulta importante reflexionar en torno a que el Estado guatemalteco ya ha sido


condenado a nivel internacional por no investigar, juzgar y sancionar a las personas que
hubieren cometido actos de tortura, ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada,
violación sexual y otras graves violaciones al derecho internacional humanitario y de los
derechos humanos5.

El genocidio es definido por Lemkin como el homicidio encaminado a la supresión de


grupos humanos. Beltrán sobre este delito dice que es el conjunto de actos consistentes en
la privación de cualquiera de los derechos elementales de la persona humana, realizado con
el propósito de destruir total o parcialmente una población o sector de una población, en
razón a sus vínculos étnicos, nacionales o religiosos. En cuanto a las conductas típicas,
aunque recaen sobre personas concretas, objeto material del delito, el propósito que las
inspira es el de destruir total o parcialmente el grupo, que aparece como el destinatario real
de los comportamientos castigados, que tienen así una función instrumental6.

Entonces el elemento material de este tipo de ilícito es llevar a cabo cualquiera de los
siguientes hechos: dar muerte a los miembros de un grupo, lesionar a los miembros de un
grupo, someterlo, el desplazamiento forzado de niños o adultos del grupo a otro grupo,
esterilizar a los miembros del grupo o de cualquier otra manera impedir su reproducción,
con miras a la destrucción total o parcial de un grupo nacional, étnico o religioso.

El elemento interno está constituido por la voluntad de destruir total o parcialmente a un


grupo nacional, étnico o religioso. Se trata de un delito doloso.

4
Con información disponible en http://www.s21.com.gt/nacionales/2012/11/21/amnistia-no-ampara-casos-
genocidio-afirma-pdh; consultado el 24 de octubre de 2013.
5
Con información disponible en http://www.plazapublica.com.gt/sites/default/files/ comunicado_por_
resolución_cc_de_caldh.pdf, consultado el 24 de octubre de 2013.
6
Citados por Escobar Cárdenas, Fredy Enrique. Compilaciones de Derecho Penal, parte especial. Magna
Terra Editores, 4ª edición, pág. 357.

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 6


El bien jurídico tutelado es la vida, la integridad física y mental del grupo nacional, étnico o
religioso.

Como se observa de lo manifestado en relación a esta figura, no confluye tan siquiera la


posibilidad que se pueda enmarcar dentro del desarrollo conceptual denominado delito
político. De ahí que se pueda sostener que la responsabilidad penal derivada de la comisión
de este tipo de ilícito no puede extinguirse a través de la amnistía. Esta entraña la exclusión
de ciertas conductas del agente, entre las que figura por su propia naturaleza el genocidio.

En cuanto a los delitos contra los deberes de humanidad, contemplados en el artículo 378
del Código Penal, consisten en un abandono de un deber hacer humanitario, que las normas
tanto jurídicas como morales, consideran indispensable realizar, con atención a los
prisioneros y rehenes de guerra, los heridos, y demás seres humanos que se encuentran en
un estado de indefensión, dada su situación precaria. Los deberes humanitarios se
identifican con el respeto a la dignidad y condición como ser humano de todos los
individuos, independientemente de que sean prisioneros de guerra, heridos o pertenezcan a
grupos minoritarios susceptibles de persecución y aún de exterminio7.

El elemento material en este ilícito es violar o infringir deberes humanitarios, leyes o


convenios con respecto a prisioneros o rehenes de guerra, heridos durante acción bélica, o
cometer cualquier acto inhumano contra población civil o contra hospitales o lugares
destinados a heridos. El elemento interno está dado por la voluntad de infringir deberes
humanitarios, leyes o convenios con respecto a prisioneros, rehenes de guerra etc. Es un
delito doloso.

De nuevo ocurre que no es posible encuadrar este tipo de conducta ilícita en la premisa que
constituyen los llamados delitos políticos y los delitos conexos con ellos, pues lo que
acontece es que se obvia, se elude el acatar deberes que incluso trascienden lo meramente
normativo, que encuentran su asidero en aspiraciones metajurídicas que no deben ser
pasadas por alto por parte del sujeto activo.

En consecuencia en ninguno de los casos anteriormente comentados es aplicable la amnistía


contemplada en el decreto ley 8-86 a sujetos que puedan ser perpetradores de graves
violaciones a derechos humanos, como resulta en el caso de imputaciones por genocidio y
por delitos en contra de los deberes de humanidad.

Conclusiones.

1. La resolución de la Corte de Constitucionalidad no impone la aplicación del decreto ley


8-86 del jefe de Estado, antes bien, exige que alrededor de tal aplicación se hagan las
consideraciones, debidamente motivadas, en cuanto a un supuesto conflicto de leyes en
el tiempo y sobre si es dable que se aplique a los delitos de genocidio y delitos contra los
deberes de humanidad.
2. Que la resolución proferida constituye el más reciente eslabón en la cadena de abuso del
derecho, especialmente en cuanto a la acción constitucional de amparo, la cual es

7
Escobar Cárdenas, Fredy Enrique, op.cit., pág. 359.

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 7


utilizada por los litigantes de manera indiscriminada, sin atender a su naturaleza
excepcional de garante de los derechos humanos.
3. El uso exacerbado de la acción constitucional de amparo a contribuido a que el tribunal
privativo en materia constitucional haya mutado su naturaleza hasta prácticamente
transformarse en un ente de aparente supralegalidad que fiscaliza el trabajo de la
jurisdicción ordinaria, con lo que se pre configura injerencia en la esfera de las
potestades que la propia Constitución ha otorgado al Organismo Judicial.
4. Subyace en la acción constitucional cuya resolución ha sido objeto de estudio, la errónea
noción de que es dable surta plenos efectos jurídicos lo dispuesto en el decreto ley 8-86
del jefe de Estado, en relación a los delitos contemplados en los artículos 376 y 378
ambos del Código Penal.
5. Que el Estado de Guatemala es parte de la Convención para la Prevención y Sanción del
Delito de Genocidio, ratificada el 13 de enero de 1950, misma que tiene por finalidad
condenar y no dejar en la impunidad el delito de Genocidio.
6. Que de conformidad con el artículo 46 de la Constitución Política de la República, los
tratados y convenios en materia de derechos humanos, aceptados y ratificados por
Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho interno. De ahí que al haber sido
aceptada y ratificada desde 1950 la Convención para la Prevención y Sanción del Delito
de Genocidio, esta forma parte desde su ratificación del catálogo normativo interno
estatal.
7. Que al prevalecer el relacionado convenio internacional sobre el resto de normativa
ordinaria, y resultando que el decreto ley 8-86 constituye un ejemplo de esta, el mismo
está por debajo de la normativa convencional sobre el genocidio y, consecuentemente, se
debe someter a ésta, con miras a evitar cualquier obstaculización a la persecución penal
del genocidio.

Guatemala, octubre de 2013

Fundación Myrna Mack. Guatemala, octubre de 2013 Página 8

También podría gustarte