Bioética
Bioética
Bioética
BOGOTÁ D.C.
2019
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Contenido
Introducción 3
Conclusiones 11
Lista de Referencias 14
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Introducción
Existen diferentes formas de realizar aborto provocado como: el uso de la píldora del día
después PDD, esta píldora está aprobada por la FDA desde 1999, en su defecto contrarresta el
embarazo las primeras 24 horas con eficacia del 95%, progresivamente disminuye la eficacia en
un 58% si se toma después de 72 horas. Este método evita la implantación adecuada del
embrión, impidiendo la anidación y por ende la continuidad de la gestación del embrión.
Otra forma de imposibilitar la continuidad del embarazo, son las agresiones al nasciturus o lesiones
al feto.
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Mario Sebastiani, Medico de la división de Tocología y miembro del Comité de Bioética del
instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires Argentina, Expone en su artículo el
aborto como un bien social lo que implica las diferentes posiciones que tiene los actores
relacionados con el aborto en nuestra sociedad e identificó los rasgos de tres diferentes grupos:
están los que se encuentran en contra del aborto velando por la santidad de la vida, el segundo
grupo, son quienes están a favor de la despenalización del aborto encontrando su fundamento en
el hecho de que el aborto es un problema de salud pública que afecta la dignidad de la mujer, y el
tercer grupo son las posiciones intermedias, no están a favor ni en absolutamente en contra del
aborto.
No está de acuerdo con el primer grupo diciendo que están en estado de confort política “Es
preciso resaltar las consecuencias de su propia posición, y responsabilizarlos de las
consecuencias que implica la penalización del aborto: si el objetivo de someter al aborto a la
ilegalidad es defender la vida de los embriones, la penalización del aborto no cumple su objetivo.
Argentina, como ejemplo de un país latinoamericano, muestra que la cantidad de abortos
estimados supera de 3 a 5 veces la incidencia de los países en los que la interrupción es legal. Por
año se internan en los hospitales, mayormente del sector público, aproximadamente 60 mil
mujeres por complicaciones del aborto y un colectivo estimado entre 100 y 150 mujeres mueren
por año por estas complicaciones”
El segundo grupo, desde el punto de vista práctico, la posición pro vida es contradictoria.
Invierten una enorme cantidad de poder y dinero en demonizar al aborto y a las mujeres que
recurren a la interrupción del embarazo y prácticamente no hacen nada o muy poco para prevenir
el embarazo no deseado. Así, lejos de contribuir a proteger la vida embrionaria disminuyendo la
cantidad de abortos, contribuyen a su alta incidencia.
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El tercer grupo, en cambio cavila en su postura continuamente. Cree que el aborto debe ser legal,
pero desaconsejado, o legal, pero con plazos estrictos, transigiendo en las 12 o 14 semanas de
embarazo como una concesión políticamente correcta que limita lo políticamente incorrecto del
aborto. O bien piensan que son los médicos los que deben decidir si el aborto encuadra o no bajo
una lista limitada ―una "tablita"― de causales de admisibilidad, convirtiendo a la profesión
médica, ya de por sí muy paternalista, en guardabarreras de las decisiones reproductivas de las
mujeres.
El aborto no debe ser visto como una lucha entre religiosos y ateos sino como una necesidad que
impone el estado laico en cuestiones de salud pública y de dignidad de las personas. El segundo
grupo pro vida justifica su postura en la intención de disminuir o evitar la muerte de los
embriones: la bibliografía ha demostrado con creces la ineficacia de esta actitud y de esta
posición. El tercer grupo que también demoniza el aborto o lo considera una tragedia, no sólo es
incorrecto desde la experiencia de la mayoría de las mujeres, sino que es una verdadera estafa
moral por parte de un grupo radicalizado que no acepta las decisiones libres, individuales y
morales de las mujeres. Este grupo, pro vida, se ha ocupado sistemáticamente de mostrar a las
mujeres como egoístas y hedonistas, que sólo piensan en sí mismas. Sin embargo, la decisión del
aborto es una decisión, la mayoría de las veces, que muestra un gran componente de
responsabilidad.
La mirada sobre lo malo del aborto debe quedar atrás dando paso a una mirada relacionada con
lo razonable y lo aceptable. Es por ello que el acceso al aborto legal, seguro y gratuito es un bien
social necesario para el desarrollo y el desempeño de la mujer en la sociedad. Aborto es libertad
reproductiva, responsabilidad, tolerancia y autonomía personal. Así es como propongo que entre
todos saquemos al aborto de su lugar sórdido y escondido de la sociedad, para considerarlo en
cambio como un evento propio del comportamiento sexual y reproductivo. Si hay derecho a
tener hijos debe existir sin falta el mismo derecho para no tener hijos. Se debe buscar la
armonización moral entre los conceptos de tener y no tener hijos y no privilegiar a uno sobre el
otro. Sobre todo, teniendo en cuenta que tener es un aborto es menos peligroso que tener un hijo,
salvo cuando el aborto es ilegal
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Beneficencia En El Aborto: Este principio denota el actuar en pro del mayor número de
dinámicas, siendo éstas el individuo, la familia, la sociedad, la nación, el planeta y el
universo.
Muchas personas critican diciendo que el tiempo y energía que se gasta tratando de despenalizar
el aborto debería usarse en la prevención de embarazos no deseados. Otros argumentan que antes
de despenalizar el aborto habría que pensar en castigar a los violadores. En materia de derechos
sexuales y reproductivos no es lo uno o lo otro, sino lo uno y lo otro. ¿Quién dijo que teníamos
que escoger entre castigar a un violador y ofrecerle a la víctima la posibilidad de interrumpir ese
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embarazo? Se debe apuntar a una sociedad con total cubrimiento de educación sexual de calidad,
total acceso a anticonceptivos 100% eficaces y niveles nulos de violencia sexual. Esta sociedad
es una utopía que ni siquiera los países más desarrollados y con una mayor equidad de género
han alcanzado; sin embargo, es el ideal y en eso estamos todos de acuerdo. Pero incluso en esa
sociedad ideal, sigue siendo necesario el aborto legal para casos que no pueden prevenirse con
educación o anticonceptivos como los que le pedimos a la Corte que liberalice: peligro para la
vida o salud de la mujer, graves malformaciones fetales que hagan imposible la vida por fuera
del útero materno y embarazo por causa de violación. La despenalización parcial del aborto no
busca alcahuetear ni mucho menos promover la irresponsabilidad sexual, sólo ofrecerles
opciones a mujeres en circunstancias extremas.
de la ilegalidad del aborto son las mujeres de escasos recursos, las más vulnerables, las que viven
en zonas rurales, las que tienen menos acceso a la información, las más jóvenes. Estoy segura, y
así lo he dicho ante varios auditorios, de que, si las esposas de presidentes, ministros y
congresistas tuvieran que sufrir el trauma de un aborto clandestino y peligroso, la legislación
penal colombiana sobre el aborto habría cambiado hace tiempo. Peor aún, es también a las
mujeres que viven en la pobreza a quienes les diagnostican más frecuentemente enfermedades
que junto con el embarazo ponen en peligro sus vidas o gravísimas malformaciones fetales,
resultado de una mala nutrición o de vivir en ambientes malsanos. Las adolescentes embarazadas
son las que presentan más complicaciones mortales al momento del parto, por no tener un cuerpo
lo suficientemente desarrollado para la maternidad. En cualquier caso, no podemos negar que la
penalización del aborto tiene efectos mucho más graves para ciertos grupos de mujeres que para
otros. Esta es una de las razones que exigen que los servicios de aborto en los casos
despenalizados por la Corte sean prestados por los servicios públicos de salud a todas las mujeres
que lo requieran.
Dicho esto, al enfrentarnos al tema del aborto nos encontramos en la situación de un binomio,
madre-hijo, que se ve forzado a ser separado para el escrutinio de los 4 principios mencionados.
Sin embargo, el tema del aborto ha sido abordado desde el punto enteramente materno, por lo
que los defensores del mismo determinan como punto cardinal la voluntad y beneficio de la
madre sin tomar en cuenta que se ejerce ineludiblemente una acción de derecho sobre un tercero.
Este tercero en discordia, el producto de la concepción se ve sin ningún tipo de consideración en
la mayoría de los casos y su carácter legal se ve por demás empañado y a veces literalmente
hecho a un lado. Siendo elevado el principio de autonomía materno sobre el de autonomía fetal,
el cual no puede ser ejercido. Desde el punto de vista obstétrico, entendemos al producto de la
concepción como un ser único desde el momento de su detección por cualquier método de
diagnóstico, lo que hace que la conducta terapéutica vaya encaminada al bienestar o beneficencia
del binomio, sin embargo, en situaciones de gran gravedad para la madre el producto siempre
ocupa un lugar secundario. Para el auxilio de la obstetricia, el desarrollo del embarazo se ha
dividido en semanas de gestación, y respecto a éstas, cualquier patología lleva una conducta y
terapéutica establecida. Ahora, al momento de perderse la viabilidad del embarazo o más
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determinaciones legales, puesto que al no tener bien establecido el concepto de individuo, los
conceptos de derechos se ven en un nebuloso territorio de discusión infructuosa, aún más ante
una determinación de legalidad en la interrupción de un embarazo. Sin ser lo anterior ajeno a los
encargados de la impartición de justicia y de la legislación permiten la entrada de una figura
mediadora ante únicamente la aplicación de la ley, mas no ante la determinación de las
implicaciones bioéticas: El Objetor de Conciencia. Este objetor de conciencia es una figura un
tanto oscura y mal determinada, puesto que se exenta de la aplicación de la ley por una
determinación exclusivamente de su voluntad determinada por sus creencias, cualesquiera que
éstas sean, además de otorgarle un poder de acción o no acción, por ser éste el que en un
momento dado será el último ejecutor. Sin embargo, es esta figura del objetor de conciencia la
que marca el alcance de una ley enfocada al respeto del ejercicio de los derechos de la mujer
embarazada, al mismo tiempo que se encuentra como equilibrio entre ésta y el estado. Por lo
tanto, la interrogante que queda es hasta dónde el objetor de conciencia es el auténtico personaje
que incluye el concepto de justicia en la interrupción del embarazo y hasta dónde el derecho de
una mujer sobre su cuerpo es mayor que aquél del ser que lleva en su vientre. En todo caso un
tercero queda a merced de la voluntad del exterior que lo rodea sin contar con una identidad bien
definida y con derechos cambiantes según el juez que tenga que enfrentar.
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Conclusiones
A menudo se enfoca la cuestión del aborto como si fuese sólo una cuestión relativa a los
derechos del feto; y a menudo como si fuera sólo cuestión de los derechos de la mujer.
¿Amenaza los derechos fundamentales de la mujer la extensión de un mismo status moral a los
fetos? A diferencia de los fetos, las mujeres son ya personas; ¿deberían ser tratadas como algo
embarazos no deseados? ¿Tiene el Estado derecho o quizá se debería por razones éticas a
prohibir el aborto intencionado? ¿Deberían permitirse algunos abortos y otros no? ¿El status
legal correcto del aborto el resultado directo de su status moral? ¿Debería ser legal abortar
Estas preguntas han desatado un intenso debate en las dos últimas décadas.
Curiosamente el aborto no era delito criminal en la mayor parte del mundo industrializado hasta
que durante la segunda mitad del Siglo XIX se promulgasen una serie de leyes antiaborto.
Hay casos en que los derechos morales de diferentes individuos humanos entran en aparente
conflicto.
Por regla general, estos conflictos no pueden resolverse justamente denegando un status moral
igual a una de las partes. Pero el embarazo es un caso especial porque en razón de la singular
relación biológica entre la mujer y el feto, la extensión de un mismo status moral y legal a los
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fetos tiene una consecuencia para los derechos básicos de la mujer, como el caso de riesgo de
Así la extensión de los derechos morales básicos plenos e iguales al feto pone en peligro los
Algunos datos de otros países que tienen legislación con despenalización sobre el aborto como
España, permite hacer otro tipo de análisis que tiene que ver con lo que en bioética se llama la
Según datos oficiales, desde 1.985 hasta 2.004 se han sobrepasado los 900.000 abortos
En 1.985 la práctica del aborto se despenalizó en los supuestos de malformaciones del feto, grave
violación.
El abuso legal llega al extremo que en la mayor parte de los casos son los propios
autoridad judicial.
La masiva destrucción de vidas humanas embrionarias y fetales es una conducta que no puede
Sería interesante convocar a la clase médica como al conjunto de la ciudadanía junto con los
profesionales de la salud, y sólo desde allí se propone esta reflexión para que se tomen medidas
que democráticamente protejan la vida humana, en especial la de los más débiles e indefensos de
la raza humana.
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Lista de Referencias
Góngora LCM, Pichardo UAC, 2011. Consideraciones bioéticas sobre el aborto, Revista acta
médica grupo Ángeles tomo No 1, pp 43-44, recuperado en
https://www.medigraphic.com/pdfs/actmed/am-2011/am111j.pdf
Lamus, F., Posada, N., & Restrepo, M. H. (2006). Ética y científicamente, despenalizar el
aborto es un desacierto. persona y bioética, vol. 10, no.1, 2006, pp.104-122. Retrieved from
https://ebookcentral.proquest.com