Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia

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Para poder comprender el significado de Estado Democrático y Social de

Derecho y de Justicia primero debemos analizar cada uno de estos conceptos


por separado.

Estado Democrático
Según las clásicas clasificaciones de gobiernos encontramos que los
filósofos de la antigua Grecia (Platón primero y Aristóteles después) definían a
laMonarquía como el gobierno de uno; Aristocracia como el gobierno de pocos;
y por ultimo a la Democracia como el gobierno de la multitud (Platón) o "de los
más" (Aristóteles). [8]
Etimológicamente encontramos que la terminología proviene de la
antigua Grecia. La palabra democracia (δημοκρατία) fue aparece en Atenas en
el siglo V a. C. a partir de vocablos δημος («demos», que se traduce como
“pueblo”) y κρατία (“cracia”, que puede traducirse como “poder” o “gobierno”).
Encontramos en el diccionario de la real academia que la democracia es
una “doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.” [3]
El Estado Democrático esta definido como “el gobierno de las mayorías,
el gobierno del pueblo y para el pueblo”. Este sistema permite la participación
del pueblo en la esfera de gobierno, generalmente por medio del sufragio y del
control sobre la toma de decisiones de sus representantes. [1]
El estado democrático esta fundamentado por toda la organización
política de la nación en conjunto, y a su vez identifica como recurso
indispensable para el constitucionalismo a la representación del pueblo por
dirigentes políticos, mejor conocido como democracia indirecta o
representativa, y por elementos de organización popular mejor conocidos como
democracia directa o participativa. [2]
Encontramos que la democracia participativa es superior a la
representativa, debido a que en la democracia representativa es el pueblo
quien acompaña a su represéntate elegido, lo supervisa, lo apoya y lo sanciona
para que este cumpla los propósitos de su representación, sin menospreciar
sus aportes personales. [4]
Todo estado democrático debe respetar el principio de soberanía
popular, que contradice el establecimiento de monarcas o caudillos; y la regla
de la mayoría, que establece al sufragio como el método más efectivo para
resolver controversias.
En un estado democrático todos los representantes o partidos políticos
que participen en el sufragio, deben someterse al mismo reglamento y respetar
el resultado, ya que este representa la voluntad de las mayorías electorales.
Podemos entender que la democracia no se presenta como una
ideología especifica, sino a formas y mecanismos para regular, a través de
diferentes normativas, la representación y el ejercicio del poder político. [1]
No se puede hablar de democracia cuando el sistema no esta
fundamentado en los valores de igualdad, libertad y pluralidad.

Estado de Derecho
El Estado de Derecho es un concepto de teoría política, jurídica y moral
que sostiene que toda autoridad gubernamental solo podrá ser ejecutada
siguiendo leyes escritas, que deben haber sido adoptadas mediante un
procedimiento establecido.

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El Estado de Derecho esta sometido al imperio de la ley, lo que implica
que este esta sometido a controles judiciales independientes. Es decir, Estado
de Derecho es solo aquel cuyo poder esta limitado por el Derecho.
El Estado de Derecho implica la independencia de los poderes públicos
que garantizan los derechos humanos, mediante lo cual se logran buenas leyes
equilibradas y establecidas por un Poder Legislativo autónomo, la
administración de justicia ejercida por jueces imparciales e independientes y la
ejecución de las leyes efectuada por un Poder Ejecutivo eficiente, transparente
y moderno.
En todo estado de derecho se sustenta sobre el Principio de la Legalidad
que menciona que no hay “Pena sin Ley, no hay Pena sin Crimen”. Este limita
el ejercicio de la aplicación de castigos solo a aquellas acciones establecidas
como delitos. Este principio tiene como objetivo disipar los efectos de
intimidación, disuasión y prevención respecto a todas las conductas tipificadas
como actos contrarios a la ley. [1]
El principio de legalidad permite que los ciudadanos conozcan las
causas que pueden llevar a su debida detención legal y castigo penal. Por otra
parte protege los derechos individuales de cada ciudadano ya que establece
límites al poder disciplinario del estado, evitando que quienes tengan el poder
de administrar justicia, inventen penas y sancionen al ciudadano por algo que
no ha sido establecido con anterioridad en la Constitución o Ley Jurídica. En
pocas palabras son normas que brindan seguridad y protección a los derechos
ciudadanos de los destinatarios del ordenamiento jurídico. [1]
A pesar de este principio muchas acciones punitivas se siguen
realizando fuera del Derecho. Las como torturas, pena de muerte, ley de fuga y
desapariciones en actuaciones ilegales de la policía y cuerpos militares fueron
frecuentes en la Latino América del siglo XX. [1]

Estado Social
Un estado social es todo aquel que cuya prioridad sean sus obligaciones
sociales, de encaminar la justicia social. Deriva del valor fundamental de la
igualdad y no discriminación, y de la declaración del principio de la justicia
social como base del sistema económico.
Es un sistema que se dispone a fortalecer servicios y garantizar
derechos esenciales para mantener el nivel de vida digno para participar como
miembro pleno en la sociedad.
El estado se presenta como garante de asistencia sanitaria, salud,
educación pública, trabajo y vivienda digna, indemnización de desocupación,
subsidio familiar, acceso a los recursos culturales, asistencia del inválido y del
anciano, defensa ecológica.[7]
El estado debe garantizar los denominados derechos sociales mediante
su reconocimiento en la constitución.

Estado de Justicia
El Estado de Justicia se caracteriza por leyes justas, necesarias, bien
escritas, justamente aplicadas, eficaces, con sanciones proporcionadas al
hecho ilícito tipificado y que sean acatadas por la sociedad en su conjunto [5].
Eso quiere decir, que no sean extremadamente rigurosas ni débiles,
innecesarias, confusas, simbólicas o de imposible cumplimiento. En el Estado
de Justicia prohibida la justicia por mano propia o venganza [7].

2
Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia
La necesidad de adaptar las leyes de manera que los estados
garantizaran mejores condiciones de vida a sus ciudadanos y una aplicación
legal más justa llevaron a la creación del Estado Democrático y Social de
Derecho y de Justicia.
El bienestar social y la realización de justicia aparecen como funciones
prioritarias del estado, manteniendo el principio de legalidad establecido en el
estado de derecho.
Este nuevo sistema esta al servicio del hombre, y debe ser garante del
bien común, basado en los principios de justicia social y dignidad humana. [1]
El estado debe crear, conservar y comprometerse a materializar esos
derechos para satisfacer las necesidades de sus habitantes, logrando así un
bienestar general. Por ello la justicia, la educación, la salud, la seguridad social,
el desarrollo integral del individuo y de la sociedad y la protección de sus
derechos humanos, se transforman en funciones prioritarias del Estado. [5]
El estado social de derecho y de justicia persigue la armonía entre las
clases, evitando que la clase dominante abuse o subyugue a otra clase de
grupos sociales, impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza y a la
ignorancia; a la categoría de explotados y sin posibilidad de avance. [6]
En un Estado de Derecho la aplicación de la ley es imperante, en un
Social de Derecho y de Justicia el estado esta obligado a ayudar a aquellos
ciudadanos que se encuentren en minusvalía jurídica. El Estado Social de
Derecho y de Justicia protege a los asalariados ajenos al poder económico,
tutela la salud, la vivienda, la educación y las relaciones económicas. [1]
El estado es garante de satisfacer las necesidades vitales de todos los
ciudadanos, tales como la salud, la vivienda, la educación, etc.
En el caso del estado venezolano este estimula a sus conciudadanos a
fomentar el espíritu de solidaridad, responsabilidad y ponderación en sus
acciones ante los demás organismos que no se inscriben en la función social.
El estado se propone a obtener la procura existencial a través de la
“administración prestacional”, su principal ruta es lo social y sus objetivos
buscan el bien común y la participación justa en la riqueza social.
En este caso el intervencionismo es positivo. Independientemente de su
relación con la economía, es imprescindible salvaguardar el rol del estado
como ultima opción de garantía de la ejecución del a procura existencial,
gracias a la protección y el fomento de los derechos sociales y económicos.
El fortalecimiento del Estado Social de Derecho y de Justicia es
fundamental para la inserción de los países a la comunidad de naciones del
mundo, como para lograr la paz, proteger a la población, reforzar la legitimidad
de los estados, alcanzar un desarrollo humano sostenible y asegurar la eficacia
de las políticas públicas y desarrollo del pensamiento en pro a los derechos
humanos. En la actualidad, programas alternativos mejor conocidos como
Misiones, son un intento de solventar de forma masiva el problema de muchos
excluidos y que ahora son incorporados.[5]
El Estado Social de Derecho y de Justicia se soporta en los principios
de:
Equidad: constituye un componente del desarrollo humano donde la
igualdad en los bienes o servicios necesarios permite gozar de una adecuada
calidad de vida.

3
Solidaridad: Implica el reparto orgánico de la riqueza de un país, con la
intención de crear riqueza común en materia de infraestructura de bienes de
servicios considerados para el buen funcionamiento y desarrollo de la
solidaridad, pudiendo ser desde un punto de vista altruista o mutualista.
Bien común: obedece al conjunto de principios, reglas, instituciones y
medios q permiten promover y garantizar la existencia de todos los miembros
de luna comunidad humana en el plano inmaterial. Es decir, el reconocimiento,
el respeto y la tolerancia en las relaciones con el otro. Por otra parte, en el
plano material, el bien común representa la materialización de los bienes y
servicios como: Alimentación, vivienda digna, energía, educación, salud,
transporte, información, democracia y expresión artística.
Responsabilidad social: Se refiere generalmente al daño causado a la
sociedad por acciones de otro individuo o grupo. Es el compromiso de cada
persona con su sociedad.
Convivencia Social: desde un punto de vista abstracto son todos esos
aspectos formales como la ética, moral, sinergia y respeto al otro. En cambio,
desde un punto de vista concreto se refiere a la no discriminación, la
aceptación de la diversidad cultural, social e ideológica, es decir el respeto a
los derechos y a las diferencias de todos los valores que comprenden vivir en
sociedad.
Justicia Social: Se refiere a las nociones fundamentales de igualdad y
derechos humanos, a la inclusión social de manera que todos los ciudadanos
tengan las mismas oportunidades de un buen desarrollo integral, desarrollo
humano y la paz integral, y q a su vez pueda cumplir con sus deberes. No
puede considerarse justicia social si alguno de estos atributos es excluido.

Referencias
Bibliográficas

1. Estudio de Derecho, Democracia y Galantismo en Venezuela:


Algunas Reflexiones Criticas. Maria Fernández G., Jorge Morales
M., Jesús Párraga M, Pablo Han Chen.
2. Del estado Democrático al Estado Socialista. Allan Brewer Carias.
3. Diccionario de la Real Academia Española
4. El pensamiento Bolivariano: Visión Integradora y Reinvención del
Socialismo en Venezuela
5. La función social del Estado venezolano en tiempos de la
modernidad. Luz María Martínez de Correa.
6. Sala constitucional del tribunal supremo de justicia de Venezuela,
24/01/2002.
7. Fernando M. Fernández // Derecho y justicia

Referencias Informáticas

8. Bobbio, Norberto (1978). Democracia y dictadura, enciclopedia


Einaudi.
http://www.robertexto.com/archivo3/democr_dictadura.htm

4
ESTADO DEMOCRÁTICO Y SOCIAL, DE DERECHO Y
DE JUSTICIA
Hablar del término Estado nos induce a hacer referencia a la definición del
mismo; en tal sentido, etimológicamente deriva de la voz latina status, que significa
"condición", "poder" u "oficio", para referirse a las facultades del gobernante. De igual
forma, este vocablo nos invita a concebirlo como la organización política de una
Nación. En el Estado, el Gobierno lo conforman el conjunto de autoridades que tienen
funciones directas, representativas, encaminadas especialmente a la creación de aquellas
condiciones dentro de las cuales pueden desenvolverse los habitantes y obtener la
máxima satisfacción en sus aspiraciones.

En lo que respecta al país, la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela del año 1999, en el artículo 2, consagra que: "Venezuela se constituye en un
Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia,
la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la
preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político". Una
definición vasta y ambiciosa, que compromete a todos los ciudadanos desde los
distintos ámbitos de acción que cohabitan en el país.

Ahora bien, la Venezuela considerada como Estado Democrático y Social


compromete su existencia con el privilegio que se le asigna a los derechos humanos
como derechos fundamentales caracterizados por la universalidad de sus titulares. Su
finalidad radica en crear, conservar y comprometerse a materializar esos derechos para
satisfacer las demandas y necesidades de sus habitantes y lograr el tan anhelado
bienestar general. Para garantizar este gran fin,el Estado Democrático, sustentado en la
organización política de la Nación, debe estar basado en los principios fundamentales,
que se inician con el ejercicio de la Soberanía mediante el mecanismo de la democracia
directa y participativa, que garantice la verdadera participación de los ciudadanos en la
elección de las autoridades de los entes gubernamentales que van a resguardar tales
derechos.

Visto así, el Estado es el instrumento de transformación social por excelencia y


sus acciones deben proyectarse en lo posible a alcanzar el bien común, debido a que si
no lo hace, lo conduciría a la injusticia, a la inconstitucionalidad. Para lograr ese
cometido, el Estado Democrático y Social debe intervenir salvaguardando la salud, la
vivienda, la educación y las relaciones económicas. Esto implica, además, la búsqueda
de la armonía entre las clases, evitando que la clase dominante abuse u oprima a la otra
clase de grupos sociales, impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza; a la
categoría de explotados y sin posibilidad de avance; en suma, significa la lucha contra
las desigualdades sociales, políticas y económicas.

Del preámbulo constitucional se deduce que el Estado Democrático y Social está


destinado a fomentar la consolidación de la solidaridad social, la paz, el bien común, la
convivencia, el aseguramiento de la igualdad, sin discriminación ni subordinación. Por
tal motivo, además de establecer bases teóricas y leyes para el entendimiento y garantía
de estos derechos, debe ir más allá, hasta llegar a la función de educar, proteger, asistir y
colaborar con aquellos ciudadanos y ciudadanas a quienes les han sido vulnerados sus
derechos humanos.

5
En concordancia con este planteamiento, sufraga el Estado de Derecho y de
Justicia, que viene a constituirse como aquel que está encauzado por la legalidad, lo cual
se enlaza con el principio de supremacía constitucional del artículo 7, que establece: “La
Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico. Todas las
personas que ejercen el Poder Público están sujetos a esta Constitución”. Por ello, el
Estado de Derecho y de Justicia consiste en que el gobierno se ejerce a través de normas
jurídicas, por lo que la ley regula toda la actividad Estatal y en particular la de la
administración pública.

No obstante a ello, en el país, el Estado de Derecho y de Justicia apunta a


reforzar la protección constitucional de personas o grupos que se encuentren ante otras
fuerzas sociales o económicas en una posición de debilidad; y frente a los fuertes, tiene
el deber de vigilar que su libertad no sea perniciosa para otros. De allí que, el Estado
venezolano es un Estado regido por el derecho. Esta idea del derecho es una
representación que pretende que los principios de libertad e igualdad tengan una validez
y realización efectiva en la vida social.

Por lo que, el Estado de Derecho y de Justicia venezolano tiende a regular


expresamente el principio de la tutela judicial efectiva y el acceso a la justicia. Este
derecho está expresamente reconocido en nuestra Constitución, al consagrar en su
artículo 26: “Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de
justicia para hacer valer sus derechos e intereses, a la tutela efectiva de los mismos y a
obtener con prontitud la decisión correspondiente. El Estado garantizará una justicia
gratuita, accesible, imparcial, idónea, trasparente, autónoma, independiente,
responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o
reposiciones inútiles”. Igualmente, en la exposición de motivos proclama la garantía
procesal efectiva de los derechos humanos.

Ahora bien, los ciudadanos no solamente tienen derecho a tener el acceso a los
órganos de administración de justicia, sino que se les permita ejercer el contradictorio y
obtener una decisión dentro de los lapsos procesales establecidos, con las garantías
mínimas de un proceso, las cuales están contenidas en el artículo 49 de la Carta
Fundamental, donde se establece: “El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones
judiciales y administrativas…”; en este sentido, todas las personas llamadas a un
proceso, o que de alguna manera intervengan en el mismo, en la condición de partes,
gozan del derecho y garantía constitucional a la tutela jurisdiccional efectiva. Por lo
tanto, al encontrarnos en un Estado de Derecho y de Justicia, la interpretación de las
instituciones procesales debe ser amplia, tratando que si bien el proceso sea una garantía
para que las partes puedan ejercer su derecho de defensa, no por ello se convierta en una
traba que impida lograr las garantías que el artículo 26 constitucional instaura.

Bajo esta óptica de Estado, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de


Justicia, en Sentencia Nº 85, del 24 de enero de 2002, cuyo ponente fue el Magistrado
Jesús Eduardo Cabrera Romero, falla a favor de de la Asociación Civil Deudores
Hipotecarios de Vivienda Principal (ASODEVIPRILARA), así como los
ciudadanos Igor García y Juvenal Rodríguez Da Silva, por la violación de derechos y
garantías constitucionales que ha posibilitado que numerosísimos Bancos y Entidades
de Ahorro y Préstamo C.A., otorguen créditos hipotecarios y comerciales, con reserva
de dominio, denominados: Crédito Mexicano Indexado al Salario, con los cuales se
estipulan unilateralmente sus condiciones y limitan al 30% del Salario del Prestatario el

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monto destinado para el pago de las cuotas mensuales, y al no cubrirse el monto total de
la cuota, el remanente es refinanciado automáticamente y de inmediato pasa a engrosar
el capital debido (anatocismo), es decir: se capitalizan de inmediato los saldos de
intereses no pagados en la cuota mensual respectiva. A juicio de esta Sala, las personas
no pueden estar encaminadas a obtener ventajas usurarias, o a realizar contratos (así las
partes los acepten) donde una de ellas no corre riesgos y obtiene todas las ganancias,
mientras la otra está destinada a empobrecerse.

Por lo que, la Sala estimó que cualquier actividad sistemática pública o privada,
dirigida, en cualquier forma, a proveer de vivienda a quien carece de ella, permitiendo
que se cumpla el derecho que concede a toda persona el artículo 82 constitucional, y
debido a la obligación compartida que dicha norma establece entre los ciudadanos y
ciudadanas y el Estado, para que se satisfaga ese derecho social, convierte a los
préstamos para adquirir viviendas, seguras, cómodas, higiénicas, con los servicios
básicos esenciales, en materia de interés social, atinentes al desarrollo del Estado
Social, Democrático, de Derecho y de Justicia.

En concordancia con estos planteamientos, los profesionales del derecho


deben velar porque se cumpla y se respete la Constitución y las leyes, puesto que un
Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia, además de respetar la legalidad,
respeta y protege los derechos de los ciudadanos y, sobre este particular, debe existir
claridad en las actuaciones de todos los abogados. Por lo que, para demandar que
nuestros derechos establecidos en la Constitución se cumplan, debemos conocer el
ordenamiento jurídico y, a través de las mismas herramientas que nos da nuestra Carta
Magna, tales como la acción de tutela, el derecho de petición, el acceso a los órganos de
justicia, el debido proceso, entre otros; exigirle a nuestros gobernantes y entes
administradores de justicia, el respeto y la garantía de ese resguardo. Por tal razón, es
importante que sepamos que tenemos derechos y que estas acciones existen, para poder
exigir que esos derechos se nos sean respetados. En definitiva, se puede afirmar que el
bienestar social y la realización de justicia aparecen como funciones prioritarias del
Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia, el cual existe como garante del
bien común, manteniendo el principio de legalidad al servicio del hombre, basado en los
principios de justicia social, respeto a la dignidad y, fundamentalmente, a los derechos
humanos.

http://luminariasmn.blogspot.com/2014/04/estado-democratico-y-social-de-
derecho.html

7
El Estado social de derecho y de justicia nuevo paradigma del Estado
venezolano Comentarios a la Sentencia Nº 85, Expediente Nº 01-1274 de la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha
24/Enero/2002

Humberto Ocando Ocando y Thais Pirela Isarra

Escuela de Derecho. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad del Zulia.


Maracaibo – Venezuela [email protected] [email protected]

1. Introducción

La Sentencia No. 85 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia


(véase en http://www.tsj.gov.ve), se trata de una decisión que ha producido un
impacto en el orden jurídico y social del Estado venezolano, por cuanto dicha
sentencia constituye un nuevo paradigma de interpretación constitucional de los
efectos del Estado Social de Derecho sobre el imperio de la autonomía de la
voluntad de los particulares y el deber del Estado de proteger los intereses de los
llamados débiles jurídicos, mediante el establecimiento y reconocimiento de las
limitaciones a la voluntad contractual, lo que ciertamente, permitirá al poder
judicial cumplir con su función de tutelar al débil como valor jurídico, pues no puede
existir una protección constitucional a expensas de los derechos fundamentales de
otros.

Por otra parte, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela no


establece en su articulado una definición de lo que debe entenderse por Estado
Social de Derecho y de Justicia, es por ello que los autores pretenden con su
análisis presentar a los lectores el criterio de la Sala Constitucional, de lo que se
debe considerar como Estado Social de Derecho y de Justicia, cuyo fin es la
armonía de las clases, evitando que la clase dominante, por tener el poder
económico, político o cultural, abuse y subyugue a otras clases o grupos sociales,
impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza y a la ignorancia; a la
categoría de explotados naturales y sin posibilidad de redimir su situación y que a
través de una debida tutela judicial efectiva el Estado proporcionara Justicia, como
valor supremo de todos los hombres en sociedad y fin último que justifica la
existencia del Estado como modelo social democrático que garantiza la convivencia
pacífica y armónica de los pueblos.

2. Resumen de los hechos expuestos en la sentencia

Del estudio y análisis de la citada sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia (en adelante Sala Constitucional), se observa que en la misma
se dispuso un conjunto de regulaciones para los créditos hipotecarios destinados a
la adquisición de viviendas y para aquellos usuarios destinados a la adquisición de
aparatos y/o vehículos. En este sentido, se puede apreciar que tal sentencia fue
proferida con ocasión de la demanda de protección de derechos e intereses difusos
o colectivos interpuesta en fecha 21 de agosto de 2001, por ante la Sala
Constitucional, propuesta por la Asociación Civil Deudores Hipotecarios de Vivienda
Principal (ASODEVIPRILARA) en contra de la Superintendencia de Bancos y Otros
Instituciones Financieras, así como en contra del Consejo Directivo del Instituto
para la Defensa y Educación del Consumidor y el Usuario (INDECU), por falta de
cumplimiento de sus deberes inherentes a sus cargos, lo cual habría permitido que
numerosas entidades tanto bancarias como de ahorro y préstamo hayan otorgado
créditos hipotecarios y comerciales, con reserva de dominio o quirografarios,
denominados “créditos mejicanos indexados al salario”; materializándose así la

8
violación de derechos y garantías constitucionales de todos estos ciudadanos y
ciudadanas prestatarios de los prenombrados créditos.

Se aprecia, igualmente, que el fallo indicado fue dictado habida consideración de


que el denominado “crédito mejicano indexado al salario” se venía otorgando en
virtud de la aplicación de la Ley de Política Habitacional, sobre aquellos créditos
otorgados para adquirir vivienda, en los cuales el reintegro del préstamo se
efectuaba mediante cuotas comprensivas de abonos o pagos parciales al capital,
más los intereses compensatorios, siempre y cuando dichas cuotas no excedieran el
treinta por ciento (30%) del ingreso salarial del prestatario y, en los cuales
además, se preveía que si por efectos de la inflación, la alícuota por concepto de
intereses excedía la prefijada en el contrato, el exceso podía llevarse en cuenta de
crédito aparte abierta al prestatario en la cual se capitalizaban tales intereses; de
tal suerte que el “anatocismo” así creado redundaba en perjuicio del prestatario
que, acuciado por la necesidad de vivienda, accedía a suscribir tales contratos de
préstamo (contratos de adhesión), lo cual representaba, a la larga, un
empobrecimiento para el prestatario.

Ahora bien, analizados los hechos que dieron lugar a la presente demanda se puede
observar como, en primer lugar, la Sala Constitucional englobó su decisión y, por
ende, extendió los efectos del presente fallo bajo análisis y comentario, a aquellos
otros créditos que, sin estar comprendidos dentro de la legislación sobre política
habitacional, sin embargo están destinados a la adquisición de vivienda. Asimismo,
la Sala Constitucional acometió la tarea de establecer la regulación de los
préstamos hipotecarios para adquirir viviendas, aparatos y/o vehículos, en la
sentencia in comento, sobre la base de una interpretación constitucional de los
efectos del Estado Social de Derecho sobre el imperio de la autonomía de la
voluntad y el de la voluntad contractual del Estado y de los particulares.

Siguiendo este orden de ideas, se puede apreciar entonces que, indudablemente,


los contratos de préstamo que celebran las entidades bancarias y financieras con
los particulares, destinados a la adquisición de viviendas y garantizados con
hipoteca sobre el inmueble adquirido, constituyen materia de interés social. En este
sentido, es deber del Estado proteger los intereses de los llamados débiles
jurídicos, mediante el establecimiento y reconocimiento de las limitaciones a la
voluntad contractual, lo que ciertamente, permitirá al poder judicial cumplir con su
función tutelar del débil jurídico, que en el presente caso, vienen a ser aquellos
prestatarios, quienes tal y como cita la sentencia en estudio, acuciados por la
necesidad de obtener vivienda propia, contratan con entidades bancarias y
financieras, las cuales disponen de amplia capacidad no sólo económica, sino
también tecnológica, lo que evidentemente les coloca en una posición de primacía
sobre los prestatarios.

3. Resumen de la doctrina jurisprudencial contenida en la sentencia

Es interesante señalar que la precitada sentencia enriquece de manera muy amplia


las concepciones que hasta la fecha se venían manejando sobre las definiciones
doctrinarias de Estado de Derecho, Estado Social y de Justicia; asimismo, en ella se
plantea de manera magistral la debida interpretación constitucional de los efectos
del artículo 2º de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)
-en adelante Constitución de 1999-, según el cual el Estado venezolano adopta
como organización jurídico-política la figura de Estado Democrático y Social de
Derecho y de Justicia, garantizando así el bienestar de todos los venezolanos, sin
discriminación alguna; creando además las condiciones necesarias para el
desarrollo social y espiritual de todos sus habitantes; y, procurando la igualdad de
oportunidades para que todos los ciudadanos puedan desarrollar libremente su

9
personalidad, dirigir sus proyectos de vida, disfrutar los derechos humanos y, como
fin último, buscar su felicidad.

En este orden de ideas se debe señalar, en primer término, que por Estado de
Derecho deberá entenderse aquel poder que se ejerce únicamente a través de
normas jurídicas y como consecuencia directa de ello, toda la actividad del Estado y
de la Administración Pública en general, debe ser regulada por ley. Asimismo,
Carmona (2000) sostiene que la esencia de esta conceptualización del Estado de
Derecho esta centrada en el control judicial de la legalidad desde la norma
suprema, esto es, la Constitución como ley normativa suprema y garantizada por la
separación y autonomía de los poderes públicos que conforman el Estado. Cabe
destacar, que nuestra Constitución Bolivariana vigente recoge toda esta
concepción.

Ahora bien, a este concepto de Estado de Derecho, la Constitución de 1999 vigente


le agrega el aditivo de Estado Social. En este sentido, la jurisprudencia in comento
señala que el concepto de Estado Social surge ante la desigualdad real existente
entre las clases y grupos sociales, que atenta contra la igualdad jurídica reconocida
a los individuos por la propia Carta Fundamental en su artículo 21 ejusdem.
Igualmente, sostiene que es el Estado el instrumento de transformación social por
excelencia, a lo largo de la historia, y, por tanto, su función histórica es la de liberar
al ser humano de la miseria, la ignorancia y la impotencia a la que se ha visto
sometido desde el comienzo de la historia de la humanidad.

Se hace necesario pues, reconocer la evolución histórica que ha sufrido el Estado


como organización jurídico-política, para llegar a entender al Estado Social de
Derecho y de Justicia actual, acuñado por la vigente Constitución Bolivariana, y ese
es el criterio de la Sala Constitucional. Revisados dichos antecedentes se puede
entonces plantear un concepto actual de Estado Social de Derecho. En efecto, se
debe considerar que el Estado Social de Derecho lo que persigue (criterio de la
Sala) es la armonía de las clases, evitando que la clase dominante, por tener el
poder económico, político o cultural, abuse y subyugue a otras clases o grupos
sociales, impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza y a la ignorancia;
a la categoría de explotados naturales y sin posibilidad de redimir su situación.

De esta manera, esta forma de organización jurídico-política deberá tutelar a


personas o grupos que en relación con otros se encuentran en estado de debilidad o
minusvalía jurídica, a pesar del principio del Estado de Derecho Liberal de la
igualdad ante la ley, el cual en la práctica no resuelve nada, ya que situaciones
desiguales no pueden tratarse con soluciones iguales (cursiva nuestra). Así pues, el
Estado está obligado a proteger a los débiles, a tutelar sus intereses amparados por
la Constitución; como valor jurídico, no puede existir una protección constitucional
a expensas de los derechos fundamentales de otros.

Cabe señalar además, que este concepto no se limita solo a los derechos sociales
contenidos en la Constitución de 1999 vigente sino que abarca una amplitud de
derechos que van desde los derechos económicos, pasando por los derechos
culturales y ambientales. En este sentido, el Estado Social de Derecho debe buscar
alcanzar una mejor distribución de las riquezas producidas, un mayor acceso a la
cultura, un manejo lógico de los recursos naturales, y por tanto, el Estado a fin de
garantizar esta función social, deberá intervenir en la actividad económica,
reservarse rubros de estas actividades y vigilar, inspeccionar y fiscalizar la actividad
concedida en estas áreas a los particulares, por lo que la propia Constitución de
1999 vigente restringe la libertad de empresa consagrada en el artículo 112
(criterio de la Sala). También hace referencia esta jurisprudencia al derecho de
propiedad y el de libre empresa, al señalar que no quedan abolidos en un Estado

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Social, sino que quedan condicionados en muchas áreas, al interés social, y en este
sentido deben interpretarse las leyes.

Por otro lado, la Constitución Nacional de Venezuela de 1961, en principio no


recogía este concepto de Estado Social de Derecho, no obstante entre su normativa
se encontraban muchas disposiciones de contenido social; reconociendo en esas
normas caracteres propios de los Estados Sociales de Derecho. Asimismo, tomaba
en cuenta en varias de sus disposiciones, el valor de interés social, el cual es uno
de los signos distintivos del Estado Social de Derecho (criterio de la Sala).

Asimismo, recoge la jurisprudencia, que la Doctrina nacional ha reiterado grandes


diferencias entre el Estado tradicional y el Estado Social, en este sentido, Rondón
de Sansó (2000) señala que el Estado tradicional se sustentaba en la justicia
conmutativa, mientras que el Estado Social se sustenta en la justicia distributiva; el
Estado tradicional es el legislador, en cuanto que el Estado Social es
fundamentalmente un gestor al cual debe sujetarse la legislación (de allí el
predominio de los decretos leyes y de las leyes habilitantes); el Estado tradicional
se limita a asegurar la justicia legal formal, en cuanto que el Estado Social busca la
justicia legal material. El Estado tradicional profesó los derechos individuales como
tarea fundamental; en cuanto que el Estado Social entiende que la única forma de
asegurar la vigencia de los valores es su propia acción; entre muchas otras
características distintivas que recoge la Doctrina venezolana.

Este señalamiento nos demuestra que el tránsito hacia el Estado Social de Derecho
ya venía dado desde la Constitución de la República de Venezuela de 1961, como lo
reconoce la Doctrina, pero que se profundiza en nuestra Constitución de 19999
vigente desde su mismo Preámbulo. De esta forma, del Preámbulo Constitucional
se colige que el Estado Social está destinado a fomentar la consolidación de la
solidaridad social, la paz, el bien común, la convivencia, el aseguramiento de la
igualdad, sin discriminación ni subordinación; para luego anteponer la Constitución
de 1999 vigente el bien común (el interés general) al particular, y reconoce que ese
bien común se logra manteniendo la solidaridad social, la paz y la convivencia.

Por otra parte, la Constitución de 1999 actual no establece en su articulado una


definición de lo que debe entenderse por Estado Social de Derecho, no obstante,
ella permite ir delineando el alcance del concepto desde el punto de vista
normativo, en base a diferentes artículos, complementados con el Preámbulo
mismo y la Doctrina; lo cual sirve de referencia para establecer el concepto del
Estado Social de Derecho y sus alcances.

Inherente al Estado Social de Derecho es el concepto de interés social, entendido


como un valor que persigue equilibrar en sus relaciones a personas o grupos que
son, en alguna forma, reconocidos por la propia ley como débiles jurídicos o que se
encuentran en una situación de inferioridad frente a otros grupos o personas, que
por la naturaleza de sus relaciones, están en una posición dominante con relación a
ellas, por lo que si en esas relaciones se les permitiera contratar en condiciones de
igualdad formal, los poderosos obligarían a los débiles a asumir convenios o
cláusulas que los perjudicarían o que obrarían en demasía en beneficio de los
primeros, empobreciendo a los segundos. En este sentido, corresponde a la
Constitución y a las Leyes evitar este desequilibrio determinando las materias
objeto de interés social; se observa entonces como la precitada Carta Fundamental
recoge entre su articulado los llamados derechos sociales, como medio de
protección a los débiles, pues con ellos se puede formar un mapa de quiénes son
los sujetos protegidos por el Estado Social.

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Asimismo, debemos acuñar al concepto de Estado Social de Derecho, elementos
inherentes a este como son la solidaridad y la responsabilidad social, donde se
puede notar, en primer término, que las obligaciones y deberes creadas por el
Estado Social no son sólo para el Estado, sino también para los particulares. Al
hablar de solidaridad, establece la sentencia in comento, se debe establecer que
ella nace del deber de toda persona de contribuir a la paz social, de ayudar al
Estado, según su capacidad, en las obligaciones que a él corresponden en
cumplimiento de los fines del bienestar social general; y en el ámbito familiar, de
participar en los procesos establecidos constitucionalmente y, finalmente, la
obligación solidaria por el bienestar social general.

Por otro lado, la responsabilidad social comprende los aportes que los particulares
hacen al Estado para que éste cumpla con sus funciones de bienestar social; tales
obligaciones vienen dadas por la Constitución y las leyes. Se puede hablar aquí, de
obligaciones compartidas que coadyuvan en la satisfacción de los derechos básicos
y esenciales de toda la sociedad. Nace así la corresponsabilidad del Estado y los
particulares en satisfacer el mayor número de necesidades en cualquiera de los
ámbitos de la vida social.

Ahora bien, existen instituciones y concepciones jurídicas que se deben analizar e


interpretar a la luz de la concepción del Estado Social de Derecho; ellas son: el
imperio de la autonomía de la voluntad y el de la voluntad contractual del Estado y
de los particulares. De esta forma, ni la autonomía de la voluntad ni la libertad
contractual pueden lesionar los beneficios que produce el Estado Social, como
consecuencia de ello se puede observar como la Constitución Bolivariana limita, por
ejemplo, la actividad económica. Asimismo, es responsabilidad del Estado promover
la riqueza con la meta de garantizar la creación y justa distribución de la riqueza;
por tanto, el objetivo del Estado es el bien común, sin desigualdades ni
discriminaciones, sin abusos y, tanto en la leyes como en la interpretación
constitucional deberán propender a él, lo cual limita la autonomía de la voluntad
contractual y a la actividad económica irrestricta, que permite a las personas
realizar todo aquello que la ley no prohíba expresamente, así sea en perjuicio de la
población o de sus grupos.

No se trata entonces, que bajo la interpretación y análisis del Estado Social de


Derecho, se vaya a prohibir el lucro, la ganancia o la libertad negocial (criterio de la
Sala), lo que aquí sucede es que la creación de riqueza y su justa distribución no
pueden partir de una ilimitada y desorbitada explotación de los demás, y menos en
áreas que por mandato constitucional pertenecen al Estado, o donde éste otorga a
particulares concesiones; o los autoriza para que exploten dichas áreas o actúen en
ellas, por lo que los particulares pueden crear en estos espacios autorizados riqueza
propia, pero esta creación no puede ser en detrimento de quienes entran en
contacto con las actividades que se realizan en ellas, y que por ser atinente a todos
los venezolanos, mal pueden ser aprovechados por algunos en desmedido perjuicio
de los otros. Se trata pues, de otorgar la debida tutela judicial efectiva a los débiles
jurídicos en este tipo de relaciones desiguales.

Igualmente, señala la prenombrada sentencia, que los derechos individuales


pierden efectividad ante derechos colectivos; así, la plena autonomía de la voluntad
de las partes sólo es tolerada si con ella se persigue el bienestar social, lo que
significa que una parte no pretenda so pretexto de la autonomía, esquilmar a la
otra, como puede ocurrir en el Estado de Derecho Liberal. En este sentido, acota
esta sentencia que es totalmente falso que por el hecho de que una persona sea
capaz funciona a plenitud y validez el principio de la autonomía de la voluntad de
los contratos, pues el error y el dolo, son causas de nulidad de contratos efectuados
por personas capaces.

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Es necesario señalar la importancia del principio de conformidad de los contratos,
donde la buena fe y las buenas costumbres son los principios predominantes,
garantizando los beneficios esperados por las partes al tomar dichos contratos. De
esta forma, nuestra legislación vigente bien regula todos estos aspectos con sus
debidas garantías; en consecuencia la autonomía de la voluntad irrestricta, no
funciona en materias donde la propia ley prevé ciertas obligaciones a las partes, en
la búsqueda de la conformidad de las partes aliviando de esta manera su disímil
posición.

4. Comentarios y Conclusiones

Como concepto novedoso, el Estado Social de Derecho y de Justicia que contiene el


artículo 2º de la Constitución de 1999 y que debe ser entendido a la luz de la
sentencia de la Sala Constitucional in comento, establece la obligación para el
Estado venezolano de protección a los llamados “débiles jurídicos”, tutelando sus
intereses que se encuentra amparados por la citada Constitución; es necesario
señalar que toda la Doctrina constitucional magistralmente establecida en la citada
sentencia, puede resumirse en una sola frase que ella contiene y esta
es:<<situaciones desiguales no pueden tratarse con soluciones iguales>> (cursivas
nuestras), centro y norte de toda la doctrina anteriormente señalada. En efecto,
este artículo 2º ejusdem, viene a romper con todos los esquemas conocidos y más
aún con el anterior Estado Liberal de Derecho.

Antes bien, el Estado Social de Derecho y de Justicia se fundamenta, primero que


nada, en la separación de los poderes y el principio de legalidad pero siempre
unidos a las concepciones de interés social y de solidaridad y responsabilidad social,
a fin de alcanzar el tan deseado equilibrio social; no debemos olvidar que el Estado
Liberal de Derecho, basaba su operatividad apegado al estricto principio de
legalidad, como consecuencia de ello los particulares podían llevar a cabo cualquier
actividad que no estuviese expresamente prohibida por el legislador, aún cuando
esa actividad fuera en detrimento de otros particulares o grupos.

Por otro lado, el Estado Social de Derecho y de Justicia, debe ser entendido
como la regulación del Estado por el Derecho, quedando de esta forma subordinado
al orden jurídico preestablecido; sino que se debe garantizar que esa normatividad
jurídica cuide de realizar la justicia social, de hacer que los derechos sociales,
económicos y culturales no sean meros enunciados sino una realidad concreta; de
propender a una mejor distribución de la riqueza; de combatir a la miseria y la falta
de trabajo, vivienda, seguridad, salud, educación, entre otros servicios básicos
esenciales para el grupo social.

En tal sentido, Combellas (1992) afirma que el Estado Social de Derecho, es el


Estado en la procura existencial, es el garante de la satisfacción de las necesidades
básicas para una vida digna, independientemente de las formas y modos de su
relación con la economía, pero es imprescindible salvaguardar el rol del Estado
como última instancia de garantía de la ejecución de la procura existencial, gracias
a la protección y fomento de los derechos sociales y económicos.

En efecto, se puede definir al Estado Social de Derecho como un conjunto de reglas


y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre las personas
e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la
interacción de individuos e instituciones; siempre bajo la preeminencia del interés
social, los derechos humanos, la solidaridad y responsabilidad social, la justicia y la
equidad. Es así como, los derechos sociales han cobrado una gran importancia en la
organización social, política y jurídica actual, los cuales se han venido
conceptualizando como expectativas o pretensiones de recursos o bienes dirigidos a

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satisfacer necesidades básicas de las personas y cuya reivindicación debe interesar
no sólo a los miembros más vulnerables de la sociedad sino a todas las personas en
general.

Ahora bien, Molina (2006) señala que el Estado de Derecho es necesario para la
democracia y para el desarrollo económico, por cuanto el Estado garantiza los
derechos civiles y políticos de las personas; en el orden económico, el Estado ofrece
seguridad jurídica a los inversionistas, pero se olvida este autor de la preeminencia
del interés social, los derechos humanos, la responsabilidad social y la solidaridad
como vías de alcanzar la Justicia, es por ello que el rol del Estado como modelo
social no sólo debe fundamentarse en orden de la legalidad para regular la
conducta social, sino que debe buscar como fin la satisfacción de las necesidades
básicas de la población en la procura existencial de la calidad de vida que todos las
personas como seres humanos merecen, y todo ello se construye en un Estado
Social de Derecho, gracias a la protección y fomento de los derechos sociales y
económicos, como parte de todos los derechos humanos del hombre.

No se debe olvidar el que el modelo de estado denominado Estado Social de


Derecho, es el producto de múltiples luchas sociales que a lo largo de la historia se
han presentado; este modelo no representa un cambio total ni un modelo
totalmente nuevo sino se trata de una variante de los modelos que hasta ahora
venían siendo aplicados por los Estados modernos, donde se institucionaliza la
transferencia parcial de derechos a favor de las clases desprotegidas en la
búsqueda de revertir las desigualdades existentes entre unos grupos sociales y
otros, en aras de mantener un equilibrio y resguardo de los derechos humanos de
todos.

En este sentido, Nikken (2006) señala que en la fijación de las fronteras de los
deberes del Estado en materia de derechos humanos, pasaron por el
reconocimiento previo de los derechos como inherentes a la dignidad de la persona
humana, nunca habrían quedado establecidos sin las luchas sociales y las
conmociones históricas que le han venido devolviendo al ser humano el lugar que
nunca debió dejar de ocupar como sujeto axiológico ineludible frente al Estado.

Ahora bien, el Estado Social de Derecho tiene como valor fundamental la Justicia,
como presupuesto ético de la democracia que garantiza la convivencia pacífica y
armónica; en este sentido, el sistema judicial se encuentra en la obligación de
resolver los conflictos bajo el reconocimiento de los derechos humanos y
fundamentales que se derivan de la naturaleza de la persona humana y que son
inherentes a la dignidad de las mismas, necesarios para su pleno desenvolvimiento
moral y material, aunque estos no se encuentren taxativamente establecidos en la
ley.

En consecuencia, bajo la premisa del Estado Social de Derecho y de Justicia, un


Juez puede resolver en Justicia, pero no necesariamente tiene que ser en derecho.
Este señalamiento nos demuestra que la Justicia viene a ser la existencia de una
pluralidad de personas, de intereses, de situaciones jurídicas, cuyas relaciones
recíprocas importa poner en claro, comparar y conciliar; bajo este enfoque, la
Justicia, es pues, por esencia, la solución de conflictos.

Finalmente, se debe señalar que el fin último del Estado Social de Derecho y de
Justicia, tal y como lo señala la jurisprudencia analizada, es la construcción de un
Estado constitucional y democrático de derecho donde la Constitución como norma
fundamental sea el instrumento que sirva para frenar la acumulación de poderes y
propicie un régimen legal donde sean respetados y tutelados tanto los derechos
humanos y fundamentales como las libertades individuales y los derechos sociales;

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asimismo, se busque la transformación de la realidad social, generando en todos
sus habitantes sentido de solidaridad y responsabilidad social en donde actúen
activa y responsablemente no sólo los poderes públicos sino también los propios
actores sociales y la sociedad civil organizada como garantes y custodios del propio
régimen implantado para lograr el llamado Estado Social de Derecho y de Justicia.

Lista de referencias

1. ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (1999). Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No. 5.453 Extraordinario, de fecha 24 de Marzo de 2000. Caracas –
Venezuela. [ Links ]

2. CARMONA, Encarnación (2000). El Estado Social de Derecho en la


Constitución. Consejo Económico y Social. Madrid – España. [ Links ]

3. COMBELLAS, Ricardo (1992). El Estado Social de Derecho. La Constitución


de 1961 y la Reforma del Estado en Venezuela. COPRE. Caracas –
Venezuela. [ Links ]

4. MOLINA, Juan (2006). Reforma de los Sistemas Judiciales en América


Latina. Instituto Interamericano de Derechos Humanos – UCAB. Caracas –
Venezuela. [ Links ]

5. NIKKEN, Pedro (2006). La Garantía Internacional de los Derechos


Humanos. Colección de Estudios Jurídicos No. 78. Editorial Jurídica Venezolana.
Caracas – Venezuela. [ Links ]

6. RONDÓN de SANSÓ, Hildegard (2000). Análisis de la Constitución


Venezolana de 1999. Editorial Ex libris. Caracas – Venezuela. [ Links ]

7. TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA (2008). Sala Constitucional. Sentencia No.


85, de fecha 24 de Enero del 2002; Exp. No. 01-1274. Disponible
en: http://www.tsj.gov.ve [ Links ]

Instituto de Filosofía del Derecho "Dr. José M. Delgado Ocando" Avda. Guajira,
Ciudad Universitaria "Dr. Antonio Borjas Romero", Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas, Universidad del Zulia. Maracibo-Venezuela.

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