La Salvación en El Cristianismo
La Salvación en El Cristianismo
La Salvación en El Cristianismo
Somos salvos por la bondad y la gracia de Dios, y no por la bondad y la justicia del hombre. Esto pone la
salvación al alcance de todo ser humano y nos impone una deuda eterna a causa de la dádiva preciosísima que
Dios nos da al nosotros cumplir las condiciones necesarias.
Si estudiáramos la salvación desde el punto de vista humano, comenzaríamos con la fe; pero como Dios llevó a
cabo nuestra redención aun desde la fundación del mundo entonces decidimos empezar con la obra de Dios en
la expiación. Sin embargo, el orden de estos temas es más o menos arbitrario, pues no hay orden cronológico
para su ubicación. Además, todos estos temas están tan estrechamente relacionados que ninguno de ellos
puede excluirse del plan perfecto de Dios para la salvación.
Para una mejor descripción de la salvación, volvamos a la Biblia:
“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias
y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se
manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito
3.3–7).
En los nueve capítulos siguientes presentamos esta doctrina más detalladamente como lo enseña la Biblia.
Capítulo 24
La expiación
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” Romanos 5.10–11
La expiación resumida
Una vez estuvimos muy lejos de Dios (Efesios 2.12–13). Cuando el hombre pecó, no solamente llegó a ser un ser
pecaminoso, sino que estaba también sin recurso o auxilio para volver a Dios. Del hombre caído está escrito:
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas” (Isaías 53.6). “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios” (Romanos 3.23). “La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5.12). Ningún
hombre pudo redimirse de su pecado al hacer las obras de la ley ni por su bondad humana (pues por naturaleza,
no existe), ni por sus riquezas, ni aun por la obediencia estricta de la ley. El hombre estaba perdido; esa palabra
resume toda la historia.
Pero Dios, quien creó al hombre a su propia semejanza, quiso que el hombre tuviera la oportunidad de
resplandecer a la imagen suya en la eternidad. Por eso Dios proveyó para la expiación del pecado al enviar al
mundo a su propio Hijo amado, Jesucristo. Jesús era el unigénito del Padre y como el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo murió en la cruz para quitar el pecado del mundo (Juan 1.29). “Por su llaga fuimos nosotros
curados” (Isaías 53.5). También dice: “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados” (Hebreos 10.14). Sólo por el poder de la sangre que derramó Jesucristo podemos tener vida
espiritual.
La expiación es lo que Dios provee para reparar el efecto (que es la muerte espiritual) de nuestro pecado.
Por medio de la misma él quita nuestra muerte y restaura su vida en nosotros.
El día de la expiación
Dios introdujo la expiación en el AT. Un estudio de la expiación en ambos pactos es necesario para darnos un
entendimiento amplio de esta doctrina.
1. El antiguo pacto
Los judíos celebraban un día de humillación nacional, guardando el décimo día del mes séptimo (Levítico 16;
23.26–27). En ese día confesaban sus pecados y ofrecían una ofrenda para la expiación de los mismos.
Preparaban dos machos cabríos; mataban uno y sobre la cabeza del otro el sacerdote ponía los pecados del
pueblo y lo enviaba al desierto. De esa manera los pecados de la gente les eran quitados. El cabrío llevó el
pecado para lejos y los pecadores podían regresar a sus casas libertados del pecado.
La obra de estos animales expiaba el pecado porque era una sombra de la obra de Cristo como el Cordero de
Dios. Su sufrimiento y muerte por el pecado del pueblo cumplieron todos los sacrificios judíos que jamás habían
sido ofrecidos. “La ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca
puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan”
(Hebreos 10:1). (Lea también Hebreos 9; 10.14).
2. El nuevo pacto
Como ya notamos, los sacrificios judíos sólo eran un símbolo del sacrificio perfecto, Jesucristo. El sacrificio
perfecto de Cristo cumplió el propósito de los sacrificios que se ofrecieron bajo la ley, pues todos estos se
cumplieron en él. Así la expiación del antiguo pacto introduce la del nuevo pacto, y la expiación del nuevo pacto
cumple el símbolo (o sea, la sombra) del antiguo.
Nosotros hoy podemos pensar en nuestro día de expiación en dos sentidos: (1) Podemos meditar en el día en
que Jesucristo estuvo colgado, ensangrentado en la cruz, donde “con una sola ofrenda hizo perfectos para
siempre a los santificados” (Hebreos 10.14). (2) Esta nueva época es un “día de expiación”, porque tenemos
acceso continuo al altar de Cristo, nuestro gran sumo sacerdote. En cualquier momento podemos tomar la
sangre de ese sacrificio para librarnos de nuestros pecados y volver a Dios regocijándonos, perdonados y sin
pecado. La muerte de Cristo es nuestra esperanza eterna.
La muerte de Cristo
1. Nuestra propiciación
Al Cristo morir llegó a ser “la propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 2.2). Es decir, la sangre de Jesucristo es
la vida que conquista nuestra muerte. Jesús es el que “Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre” (Romanos 3.25). Hemos sido reconciliados con Dios por la vida que hay en la sangre de Jesucristo. Por
él la ira de Dios ha sido calmada, y ahora podemos acercarnos a Dios confiando que la nueva vida que él nos dio
es suficiente para unirnos a Dios.
2. Nuestro Cordero
En el Antiguo Testamento Dios introdujo el principio que un inocente puede regalar su sangre a los culpables
para proveer vida para los mismos. La vida quitaría la muerte del pecador. Dios dio la expiación a los sacerdotes
para “llevar la iniquidad de la congregación, para que sean reconciliados delante de Jehová” (Levítico 10:17). En
el día de la expiación el sacerdote ponía los pecados de la gente sobre la cabeza de un macho cabrío que más
tarde era llevado al desierto (Levítico 16). Esto es una figura de las víctimas de los sacrificios que llevaban los
pecados ajenos.
De la misma manera, Cristo, el Cordero de Dios inocente, murió a fin de proveer nueva vida para los culpables.
Jesús puso “su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10). “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5.21).
3. Nuestro abogado
La vida de Jesucristo en la tierra hizo posible que él se convirtiera en nuestro abogado en el cielo (Hebreos 2.16–
18; 4.15). Luego de haber sido crucificado, él ascendió a la gloria y ahora está a la diestra del Padre como
nuestro representante, intercesor y abogado. Esteban vio a Jesús que estaba a la diestra de Dios (Hechos 7:55–
56). Cristo vive “siempre para interceder” (Hebreos 7:25) por todos los que por medio de él se acercan a Dios.
“Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).
Algunas opiniones erróneas
Existen numerosas teorías relacionadas con la muerte de Cristo que pueden parecer buenas, pero que en
realidad son contrarias a la doctrina de la expiación del pecado por medio de la sangre que derramó Jesucristo
en la cruz. Veamos algunas de ellas:
1. Que Cristo sólo padeció la muerte de un mártir
La Biblia no se refiere a la muerte de Cristo como a la de un mártir. Cristo dijo claramente que él no iba a morir a
la fuerza, sino que daría su vida voluntariamente (Juan 10:17–18). Y, además, él dijo por qué daría su vida “en
rescate para muchos” (Marcos 10:45). Pedro dice que Cristo fue “entregado por el determinado consejo y
anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2:23). Tal opinión de la muerte de Cristo puede producir mártires,
pero no puede salvar a los pecadores. La muerte de Cristo significa mucho más que la muerte de un mártir.
Significa la salvación de los pecados.
2. Que la muerte de Cristo sólo es un ejemplo de heroísmo
Si este hubiera sido el propósito de su muerte entonces, ciertamente, fue en vano. El valor de Cristo ha servido
de inspiración a muchos de sus seguidores; pero su muerte no fue más heroica que el resto de su vida. El
pecador necesita no sólo un ejemplo, sino la salvación. La gran obra de Cristo en la cruz fue la de la expiación,
no del ejemplo. Su vida entera nos muestra un ejemplo perfecto del valor.
3. Que la muerte de Cristo fue un hecho casual
Hace algunos años yo leí una carta que pretendía ser escrita por Poncio Pilato. En esa carta Pilato declaraba que
si hubiera tenido un día más para meditar en cuanto a su decisión él nunca hubiera permitido que Jesús fuera
crucificado. Algunas personas contienden que la muerte trágica de Cristo fue algo casual y que la misma resultó
por la combinación desafortunada de las circunstancias que trajeron el fin de su carrera. Si este hubiera sido el
caso, entonces la mayor parte de la Biblia hubiera tenido que ser escrita nuevamente y la declaración de Cristo
en cuanto a su poder (Mateo 26.53; 28.18) sería una mentira. Los muchos pasajes bíblicos que enseñan que su
muerte fue necesaria para redimir al hombre también sería mentira si sólo murió por pura casualidad. Cristo fue
“entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2.23).
4. Que Cristo sólo murió para mostrarle a la gente cuánto los amaba
Sin embargo, ya Dios había mostrado su amor hacia los hombres pecaminosos repetidas veces. Cada vez que la
Biblia menciona acerca del amor de Dios al enviar a su Hijo para morir en la cruz por nosotros, también menciona
acerca de la salvación: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3.16). “En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados” (1 Juan 4.10). Hay muchas maneras en que Dios manifiesta su amor hacia los hombres, pero
sólo hay una manera en que los redime de muerte espiritual: por medio de la sangre de Cristo.
5. Que en su muerte Cristo sufrió el castigo por nuestros pecados
Unos dicen que Jesús ocupó nuestro lugar voluntariamente como un pecador perdido y por eso recibió nuestro
castigo de la muerte y el infierno. Pero la Biblia no dice tal cosa. Es cierto que la muerte resultó del pecado y que
Cristo murió por el pecado. Pero él no tomó de las profundidades de la muerte, o sea, la muerte espiritual, sino él
gustó la muerte por todos (Hebreos 2.9). No murió espiritualmente en el infierno, sino murió físicamente en la
cruz, dando así su sangre para quitar el pecado de muchos.
Jesús no fue castigado como pecador, sino fue sacrificado como un cordero inocente. “Se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios” (Hebreos 9.14). Es erróneo creer que no queda castigo por nuestros pecados porque Cristo ya
sufrió por lo mismo. No es que el castigo ha sido agotado, sino que la libertad ha sido lograda. “Tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1.7).
Una prueba mediante la cual se debe probar cada teoría de la expiación es cuánta importancia atribuye esa
teoría a la sangre de la cual tenemos que tomar para tener nueva vide.
La naturaleza de la muerte de Cristo
1. Fue por decreto divino
Cristo fue “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2.23). Aquí se
demuestra que este era el plan de Dios para la redención de los hombres pecaminosos.
2. Fue voluntaria
Cristo fue crucificado porque él se entregó a sí mismo al decreto divino. No fue porque los judíos o los romanos
tenían más fuerza que él. (Lea Mateo 26:47–56; Juan 10:17–18; 18:4–11.) Los que ejecutaron a Jesús no se
dieron cuenta de que por medio de ellos Dios se glorificó (Salmo 76.10). De esta forma ellos únicamente estaban
cumpliendo el plan de Dios para que tanto ellos como muchos otros tuvieran acceso al poder limpiador de la
sangre del Cordero de Dios.
3. Fue expiatoria
“La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). En el manantial carmesí que fluyó de
Jesucristo hay un poder limpiador para lavar los pecados de todos los que vienen a él por medio de la fe. Mirando
hacia “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), oramos: “Lávame, y seré más blanco que
la nieve” (Salmo 51:7).
4. Fue por nosotros
Era el plan de Dios que padeciera “el justo por los injustos” (1 Pedro 3:18). De nada nos sirve la muerte de
Jesucristo en la cruz si no creemos que él se ofreció por nosotros. “Él se presentó una vez para siempre por el
sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:26). Cualquiera que cree en él encuentra el
perdón de sus pecados y es reconciliado con Dios.
5. Fue mediadora
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la
sangre de Cristo” (Efesios 2:13). Por su muerte, Jesús nos reconcilia con Dios. “Es mediador de un nuevo pacto,
para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados
reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9:15). (Lea también Efesios 2:12–19.)
6. Fue causa de padecimiento
“¿Quién ha creído a nuestro anunció? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual
renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin
atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado
en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó
él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su
boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió
su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de
los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los
ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento” (Isaías 53.1–10).
7. Fue gloriosa
Contemplemos al Hijo de Dios en la cruz. En medio de sus sufrimientos, él oró por sus enemigos. Jesús también
le habló palabras de paz y perdón al ladrón a su lado. El Señor hizo provisiones para su madre y encomendó
todo su ser al Padre. El poder maravilloso de Dios se manifestó al partirse las rocas, al temblar la tierra y al
rasgarse en dos el velo del templo. Aquellas últimas tres horas de la crucifixión del Señor Jesucristo fueron tan
maravillosas y extraordinarias que aun el centurión romano y sus compañeros exclamaron: “Verdaderamente
éste era Hijo de Dios” (Mateo 27.54). “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los
hombres” (Salmo 107.8).
¿Quién se beneficia?
1. Dios incluyó a todos en su plan de salvación
La invitación de Dios se extiende a “todos los términos de la tierra” (Isaías 45.22) y la salvación es gratuita a
“todo aquel que en él cree” (Juan 3.16). No es la voluntad de Dios que “ninguno perezca” (2 Pedro 3.9); pues
Cristo se entregó “en rescate por todos” (1 Timoteo 2.6). Dios en su plan de salvación proveyó para la redención
de todos los hombres en todo siglo, pues él “no hace acepción de personas” (Hechos 10.34). La comisión de
Cristo a sus discípulos fue de ir y hacer “discípulos a todas las naciones” (Mateo 28.19).
2. La expiación del pecado beneficia solamente a los que creen
Aunque la expiación del pecado es para todos, la misma está disponible solamente para los que tienen la
voluntad de aceptar las condiciones; porque la salvación no es obligatoria. La Biblia habla mucho acerca de que
solamente los creyentes penitentes que aceptan a Jesucristo como su Salvador y Señor pueden ser salvos.
Aclararemos este punto en los capítulos sobre La fe y El arrepentimiento.
Veamos este ejemplo: Un multimillonario hace un depósito enorme en un banco e invita a todos los endeudados
a sacar de este fondo hasta que todas sus deudas estén completamente pagadas. Aunque la oferta es para “todo
aquel que quiera” y todos tienen la oportunidad de salir de sus deudas, solamente los que se aprovechan de la
oportunidad participarán de los beneficios de la oferta generosa. Así es con la redención. Solamente los que se
aprovechan de la oportunidad llegarán a ser libertados de sus pecados.
La salvación es un tema que ha sido de mucha controversia a lo largo de los siglos, primordialmente cuando
comenzamos a hablar de cómo es ganada o de si es posible o no perder la salvación. Algo que tenemos que
recordar es que precisamente, la doctrina que dividió la iglesia católica de la iglesia protestante en su momento,
fue la doctrina de la salvación, porque Martín Lutero finalmente llegó a entender que la salvación es algo que
Dios da por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9); y que esa persona era justificada por su fe y no por las obras
de la ley. Gálatas 2:16 dice: “sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las
obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Este entendimiento causó una gran
división en el momento de la Reforma.
Por otro lado, dentro de la misma fe evangélica, ha ocurrido una división en ocasiones entre las iglesias que
creen que es Dios quien hace la elección del individuo y lo salva soberanamente; y otros que piensan que el
individuo tiene la habilidad todavía de escoger a Dios. Los primeros son llamados calvinistas y los segundos son
llamados armenianos, basados en la exposición que Arminio hizo de esta doctrina en el siglo XVII.
Para comenzar queremos decir que la palabra “salvación” viene de la raíz hebrea yãšâc. Esta raíz hebrea
significa “el ser espacioso”. De esa misma raíz hebrea, salen las palabras liberación, emancipación,
preservación, protección y seguridad. Según la obra “Understanding Christian Theology”, del autor EARL D.
RADMACHER. La palabra salvación hace referencia a la liberación de una persona o grupo de personas de una
situación de peligro y restrictiva, donde ellos no eran capaces de ayudarse a sí mismos. Note esta última frase de
esta cita que dice, que ellos no eran capaces de ayudarse a sí mismos. Esto es importante porque eso es
exactamente lo que ocurre con nuestra salvación; Dios nos ha dado salvación en un momento en que nosotros
no éramos capaces de liberarnos nosotros mismos.
La palabra salvación tiene un significado pasado, presente y futuro. En el pasado, yo fui liberado de la pena del
pecado, cuando Cristo fue a la cruz y murió por mis pecados; y ese es el acto de justificación. El significado
presente de la salvación es porque en este momento a través del proceso de santificación yo estoy siendo
liberado del poder del pecado; y el significado en tiempo futuro de mi salvación es que llegará un momento en
que yo seré liberado, no solamente de la pena y del poder del pecado, sino que yo seré liberado también de lo
que es la presencia de pecado; y eso será entonces durante la etapa de glorificación que tiene que ver con
nuestra entrada al reino de los cielos.
En la salvación toda la Trinidad está involucrada. La salvación es un proceso complejo que involucra la
conversión de mi estado de no creyente a mi estado de creyente. Esto es posible cuando yo llego a depositar mi
confianza en Cristo como Señor y Salvador. En la cruz Cristo murió en sustitución nuestra y esto hizo posible la
reconciliación entre Dios y el hombre que habrían estado enemistados. Y esta reconciliación fue hecha posible
porque Cristo al morir en la cruz aplacó la ira de Dios contra el pecado del hombre (propiciación). De esta manera
Cristo hizo posible y real nuestra redención, que implica el ser comprado, por precio en un mercado de esclavo,
como nosotros fuimos comprados por la sangre de Cristo en el mercado del pecado. Todo este proceso, conlleva
un proceso de regeneración de mi espíritu y esto pudo ser hecho posible porque mis pecados fueron imputados
(cargados a la cuenta de) Cristo en la cruz y desde la cruz entonces, cuando yo creo en Él como Señor y
Salvador, Él me imputa (carga a mi cuenta) su santidad. Cuando Cristo hace esto entonces Dios nos adopta
como hijos suyos; nos hace parte de su familia hasta el punto que en Efesios 1:5 nos llama hijos adoptados y una
vez hemos sido adoptados pues Dios comienza un proceso de santificación a través del cual Él nos va limpiando
de todos nuestros hábitos pecaminosos y nos preserva a través de ese proceso hasta que nosotros entremos en
gloria, que es lo que es conocido como glorificación.
Esa conversión se produce en nosotros a través de lo que es la predicación de la Palabra, por eso dice el Salmo
19:7 “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma” y así mismo dice Romanos 10: 9-13 “9que si confiesas
con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo;
10porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. 11Pues la Escritura dice:
TODO EL QUE CREE EN EL NO SERA AVERGONZADO. 12Porque no hay distinción entre judío y griego, pues
el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; 13porque: TODO
AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO”. Con esto entendemos que la predicación de
la Palabra es esencial para la conversión del individuo.
Cuando Cristo fue a la cruz, Él fue a morir en el lugar nuestro; por eso dice 1 Pedro 3:18 “Porque también Cristo
murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero
vivificado en el espíritu”.
Con relación al tema de si la salvación se puede perder o no, la Palabra es bien específica. Aquella persona que
ha recibido a Cristo genuinamente de corazón y ha sido convertida, transformada o regenerada, no puede perder
su salvación. Para comenzar recordemos las palabras del Señor Jesús en Juan 10:27-29 “Mis ovejas oyen mi
voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi
mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre”.
Notemos en primer lugar que el versículo 28 habla de que “yo les doy vida eterna”; si es vida eterna es una vida
que no puede perderse mañana, porque entonces no era eterna. Vida eterna implica una vida que comienza en
un momento dado, el día en que la recibí, y no va a terminar nunca. Si yo puedo recibir salvación hoy y la puedo
perder mañana, pues entonces no tengo vida eterna y Cristo dice que Él nos da vida eterna. Por otro lado, este
pasaje garantiza nuestra salvación, porque dice que nosotros estamos en las manos del Padre y que nadie nos
puede arrebatar de esas manos. Por tanto, es el Padre quien garantiza nuestra salvación.
Por otro lado, el apóstol Pablo hablaba a los Romanos en el capítulo 8, versículos 38-39 diciendo lo siguiente:
“Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir,
ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es
en Cristo Jesús Señor nuestro”. Notemos cómo Pablo dice que él está convencido, no es que él tiene una
opinión, un sentir, ni que él piensa, sino que él está convencido de que nadie nos podrá separa del amor de Dios
que está en Cristo Jesús. Y él hace referencia a cosas que pudieran separarnos como ángeles, principados,
porvenir, etc., y él termina diciendo que ninguna otra cosa creada nos podrá separa del amor de Dios, y como
nosotros somos una de esas cosas creadas, ni nosotros mismos podemos separarnos del amor de Dios que es
en Cristo Jesús.
Asimismo, Filipenses 1:6 dice lo siguiente con relación a la perseverancia nuestra: “estando convencido
precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo
Jesús”. Pablo una vez más habla de que él está convencido de que aquel que comenzó nuestra salvación, y esa
es la persona de Jesús, a través del Espíritu Santo, va a perseverar con nosotros hasta el último día o hasta el
día de Cristo Jesús.
Estos tres pasajes, y otros, nos hablan claramente de que nuestra salvación ha sido garantizada por Dios mismo.
No es nuestra fidelidad a Dios que nos hace perseverar sino la fidelidad de Dios para con nosotros que nos
preserva. Y este es un buen punto de enseñanza a tener pendiente.
ESTUDIO BIBLICO LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN I Y II PARTE
ESTUDIO BIBLICO: LA DOCTRINA DE LA SALVACION (SOTERIOLOGIA)
TEXTO: ROMANOS 1:16
INTRODUCCION
LA SALVACION ES EL PUNTO PRINCIPAL DE LA PREDICACION DEL EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO, PREDICAMOS EL EVANGELIO PARA QUE LAS PERSONAS PUEDAN SER SALVOS, NO
REUNIMOS EN LA IGLESIA A PREDICAR LA PALABRA DE DIOS NO SOLO PARA EL CRECIMIENTO
ESPIRITUAL DE LOS CREYENTES SINO TAMBIEN PARA QUE LOS INCONVERSOS PUEDAN SER SALVOS.
EL PODER DEL EVANGELIO ES PARA SALVACION, EL OBJETIVO PRINCIPAL DEL EVANGELIO ES QUE
LOS PECADORES PODAMOS SER SALVOS, QUE NO SEAMOS CONDENADOS EN EL INFIERNO.
ES POR ESO QUE ES IMPORTANTE QUE TODO CRISTIANO CONOZCA LA DOCTRINA DE LA SALVACION,
ES DECIR LAS ENSEÑANZAS O PRINCIPIOS BASICOS DE NUESTRA FE CRISTIANA, NO ES SOLAMENTE
DECIR SOY SALVO SINO SABER QUE SIGNIFICA VERDADERAMENTE EN QUE CONSISTE LA
SALVACION.
LA SALVACION LA PODEMOS ESTUDIAR POR MEDIO DE LOS ELEMENTOS QUE FORMAN PARTE EN EL
PROCESO ESPIRITUAL DE SALVACION, ESTOS ELEMENTOS SON: ARREPENTIMIENTO, FE,
JUSTIFICACION, ADOPCION, REDENCION, SANTIFICACION Y REGENERACION.
VEAMOS CADA UNO DE ESOS ELEMENTOS POR MEDIO DE LA PALABRA DE NUESTRO DIOS:
I) PRIMER ELEMENTO: ARREPENTIMIENTO (MATEO 3:1-2 / 4-17 Y HECHOS 20:21)
EL PRIMER ELEMENTO QUE INTERVIENE EN EL PROCESO DE SALVACION Y REDENCION DE UNA
PERSONA ES EL ARREPENTIMIENTO, ES DECIR RECONOCER SU CONDICION DE PECADO,
RECONOCER SU CONDICION DE CULPABILIDAD, RECONOCER SU CONDICION DE CONDENACION A
CAUSA DEL PECADO .
EL ESPIRITU SANTO ES QUIEN CONVENCE DE PECADO (JUAN 16:7-9) NO ES NUESTRA ELOCUENCIA O
NUESTRO GRAN CONOCIMIENTO BIBLICO, SINO LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO POR MEDIO DEL
PODER DEL EVANGELIO.
ARREPENTIMIENTO ES QUE LA PERSONA DECIDA HACER UN CAMBIO EN SU VIDA, Y ESE CAMBIO
SOLO PUEDE VENIR POR MEDIO DE JESUS.
NOTA: MUCHAS VECES ERRONEAMENTE PENSAMOS QUE UNA PERSONA HA RECIBIDO LA SALVACION
SOLAMENTE POR REPETIR UNA ORACION PERO EN SU CORAZON NO HAY EL MAS MINIMO SENTIDO
DE ARREPENTIMIENTO.
DIOS OBRA DE MUCHAS FORMAS EN EL SER HUMANO PARA LLEVARLO A LA CONDICION DE
ARREPENTIMIENTO EN EL CORAZON:
A) DIOS NOS LLAMA AL ARREPENTIMIENTO POR MEDIO DE SU AMOR Y SU BONDAD (ROMANOS 2:4) AL
RECONOCER SU CUIDADO Y PROTECCION SOBRE NUESTRA VIDA AUN SIN MERECERLO.
B) DIOS NOS LLAMA AL ARREPENTIMIENTO POR MEDIO DE LA PREDICACION DEL EVANGELIO
(HECHOS 2:36-38) EL EVANGELIO NOS HACE COMPRENDER NUESTRO ESTADO DE PECADO Y
CONDENACION Y ESO TRAE TRISTEZA EN EL CORAZON QUE NOS LLEVA AL ARREPENTIMIENTO.
C) DIOS NOS LLAMA AL ARREPENTIMIENTO POR MEDIO DEL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD (2
TIMOTEO 2:24-25) CUANDO UNA PERSONA RECONOCE EL ERROR EN QUE ESTABA ES LLEVADA AL
ARREPENTIMIENTO POR HABER SIDO ILUMINADA POR LA VERDAD DE DIOS Y SU PALABRA.
ESA TRISTEZA INTERIOR DEL CORAZON QUE PRODUCE EL ARREPENTIMIENTO NO PUEDE SER
QUITADA CON OTRA COSA QUE NO SEA EL REGALO DE SALVACION DE NUESTRO DIOS POR MEDIO DE
JESUS, NO SE QUITA CON PENITENCIAS.
II) SEGUNDO ELEMENTO: FE (MATEO 9:22 /ROMANOS 1:17 / ROMANOS 10:9-10 / EFESIOS 2:8-9)
DESPUES DEL ARREPENTIMIENTO TENEMOS QUE CREER, ES DECIR PONER NUESTRA FE EN JESUS,
EN SU SALVACION, CREER Y CONFIAR QUE SOLAMENTE EL PUEDE SALVARNOS DE LA CONDENACION
Y SOLAMENTE EL PUEDE DARNOS VIDA ETERNA.
LA SALVACION ES UN REGALO DE DIOS QUE SE RECIBE UNICA Y EXCLUSIVAMENTE POR LA FE
(EFESIOS 2:8-9) NO TIENEN QUE VER NUESTRAS BUENAS OBRAS O NUESTRAS MALAS OBRAS,
SOLAMENTE ES NECESARIO CREER QUE DIOS NOS SALVA POR MEDIO DE JESUS, POR SU MUERTE Y
SU RESURRECCION.
PERO TENEMOS QUE COMPRENDER CUALES SON LOS ELEMENTOS DE LA FE SALVADORA, ESA FE
QUE NOS CONDUCE A LA SALVACION QUE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO NOS OFRECE:
A) LA FE VIENE POR EL CONOCIMIENTO DEL PLAN REDENTOR DE CRISTO (ROMANOS 10:17) ES
NECESARIO QUE SE NOS EXPLIQUE EL PLAN DE DIOS PARA NUESRA VIDA, LA PALABRA DE DIOS
PRODUCE FE EN NUESTRO CORAZON.
B) EL CONOCIMIENTO PRODUCE CERTEZA EN NUESTRO CORAZON (HEBREOS 11:1) LA FE
SALVADORA VIENE DE LA CONVICCION DE QUE LA PALABRA DE DIOS ES VERDADERA Y QUE SUS
PROMESAS SON REALES PARA NUESTRA VIDA.
C) LA CERTEZA NOS LLEVA A CONFIAR EN CRISTO COMO NUESTRO UNICO SALVADOR Y SEÑOR
(ROMANOS 10:13) CUANDO INVOCAMOS A JESUS COMO SALVADOR TENEMOS LA CONFIANZA QUE EL
NOS HA SALVADO DE LA CONDENACION Y NOS HA DADO VIDA ETERNA.
D) LA CONFIANZA EN SU AMOR Y SU SALVACION NOS LLEVA A LA SEGURIDAD DE NUESTRA
SALVACION (JUAN 5:24 / JUAN 10:27-28)
III) TERCER ELEMENTO: JUSTIFICACION (ROMANOS 3:24 / ROMANOS 5:1 / 1 COR 6:11)
JUSTIFICACION SIGNIFICA SER DECLARADO JUSTO POR DIOS, ES DECIR QUE POR MEDIO DE LA FE
EN CRISTO JESUS UN PECADOR ES DECLARADO JUSTO POR LA GRACIA Y LA MISERICORDIA DE DIOS.
LA LEY NOS CONDENA COMO PECADORES Y CULPABLES (ROMANOS 3:20) LA LEY DE DIOS NOS
MUESTRA QUE SOMOS PECADORES Y ESE PECADO NOS LLEVA A LA CONDENACION.
EN UN JUZGADO TERRENAL EL JUEZ AUNQUE SEA PIADOSO Y MISERICORDIOSO NO PUEDE
DECLARAR INOCENTE A NADIE PUES TIENE QUE REGIRSE BAJO LA LEY, EN EL CASO DE DIOS, PUEDE
DECLARAR JUSTO AL PECADOR PUES EL ES SUPERIOR A LA LEY MISMA PUES EL LA HIZO (HEBREOS
3:3-4)
POR MEDIO DE LA JUSTIFICACION EL SEÑOR NO SOLO NOS DECLARA JUSTOS SINO QUE TAMBIEN
NOS QUITA LA PENA ETERNA DEL PECADO QUE ES LA MUERTE Y LA CONDENACION (COLOSENSES
2:13-14)
LA LEY NO PUDO JUSTIFICARNOS, CRISTO SI PUDO HACERLO (HECHOS 13:37-39)
SOMOS JUSTIFICADOS
A) POR GRACIA (TITO 3:7)
B) POR SU SANGRE (ROMANOS 5:9) SOMOS DECLARADOS JUSTOS PORQUE EL CARGO CON TODAS
NUESTRAS CULPAS Y PECADOS Y NOS LAVO CON SU SANGRE.