Definiendo Que Odre Eres

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Definiendo Qué Odre Eres

Posted on January 01,1970 by Néstor Martínez

(Jeremías 48: 11) =Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado
de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado.
(12) Por eso vienen días, ha dicho Jehová, en que yo le enviaré trasvasadores que le trasvasarán; y vaciarán sus vasijas,
y romperán sus odres. ¡Qué pasaje más raro! ¿Verdad? Quiero volverme un poco en la historia. Moab era una persona
antes de ser un pueblo. Moab nace en circunstancias muy poco agradables. ¿Se acuerdan de Lot, no es cierto? Bueno;
de todos los ayudantes que tú podrías tener para lo que fuera, el peor es Lot. Lot era sobrino de un hombre llamado
Abraham. Un día Dios le habla, al padre de Abraham, que se llamaba Taré, para salir de su casa. Y él sale de su casa, y
Abraham está en medio del grupo. Y él se lleva al hijo de su hermano. A Lot. La palabra Lot, en el original hebreo,
significa “velo”. Cuando tú lees la historia de Abraham y de Lot, es una tragicomedia, porque de a ratos te hace reír y de a
ratos te hace llorar. Abraham se lo llevó como para que sea una ayuda, para poder caminar con él y apoyarse en él, esa
era su idea. Pero en el fondo del asunto, Lot sólo le trajo problemas durante toda su vida. Lot era una persona muy
especial, tenía un velo; ese es el problema. No era malo ni era bueno, sólo tenía un velo. Tú no le vas a dar un golpe a un
ciego porque te enoja que sea ciego. ¡Es ciego! ¿Qué vas a hacer? ¡Es ciego! Y Lot se metió en muchos problemas
porque era ciego, espiritualmente ciego. Claro, mientras estuvo bajo la protección de Abraham, Abraham lo defendió y lo
cuidó siempre. ¿Recuerdas cuando Abraham tuvo que ir a la guerra contra los reyes cananeos por causa de su sobrinito?
¿Por qué? Porque Lot era un pendenciero y buscapleitos, y se quiso agarrar a golpes con los pastores de Canaán, y toda
una historia se armó en ese proceso, y lamentablemente, Abraham tiene que salir urgente a rescatarlo. Debo explicar
algo. Abraham tenía una unción preciosa para multiplicar las cosas. ¿Cuántas bendiciones le había dado Dios a
Abraham? Lo hemos visto, lo hemos estudiado. Cuatro bendiciones. Y dentro de una de ellas está, específicamente, la
capacidad de ser fértil. ¿Y sabes qué? Mientras Lot está junto a Abraham, también es fértil. Sus ovejas se multiplican de
tal modo que parecen clonadas. A tal punto que los pastores de Abraham se meten en problemas con los pastores de Lot
y dicen: miren, la tierra es grande y espaciosa; marquemos una raya y ustedes por allá y nosotros por acá, ¿Okey? Y Lot
decide hacer algo muy particular: elige la mejor tierra. Entre comillas, porque elige la mejor tierra a sus ojos, pero la peor
a la luz del Espíritu. Se va a vivir a las afueras de Sodoma y Gomorra, la metrópoli más importante de ese momento, y
claro; ahí tenías acceso a todo. Pero ahora lo diré desde la perspectiva de Dios: todo tenía acceso a Lot. Y allí se quedó
por espacio de unos cuantos años. Y aunque él quería vivir en las afueras, cerca, terminó viviendo dentro y siendo uno de
los hombres más respetados e importantes de Sodoma. El asunto es que, por esas cosas del Señor, Abraham se ve en
una disyuntiva un día, porque tiene que ir a sacarlo a su sobrinito. Su sobrinito, no eran tan sobrinito, era un fulano que
había llegado a los cincuenta años y jamás había sido capaz de tomar decisiones. Era medio enclenque. Era como uno
de esos hermanos que parecen tener una adolescencia eterna. La cosa es que él sale y en el proceso de salir, pierde a
su esposa. De todos modos, ya la había perdido hace rato. Sólo que él no se había dado cuenta. Y él pensaba, entre
otras cosas, que sus hijas eran castas y vírgenes y una maravilla de chicas, pero ya la mitad de la ciudad las conocía, en
todo el sentido de la palabra. Y eso te das cuenta cuando en el asunto con los ángeles, él va y les ofrece a sus hijas
diciendo: miren, tengo dos hijas que no han conocido varón. Todos los hombres se le ríen en la cara. Padre ingenuo. Él
sale, pierde a su esposa en el camino, pero se queda con sal para varios años. El punto es que ellos van a vivir a un
lugar donde, aparentemente, no había mucha gente, y estas jovencitas deciden que les ha llegado el tiempo de tener
bebés, pero se encuentran con un dilema: que el único varón disponible, era el viejo Lot. Peor es nada, se dijeron ente
ellas. Así que un día lo embriagaron y hasta allí llegaron. O, mejor dicho, se llegaron a Lot. Él en el mejor de los mundos,
con la borrachera que tenía ni cuenta se dio. Al tiempo nacieron unos hijitos. Y uno de esos hijos, recibió por nombre
Moab. Moab, te recuerdo, es el padre de una nación llamada moabitas. Y los dos versos que acabo de leer en el libro de
Jeremías, habla acerca de una palabra de maldición a ellos. Como para que lo notes. La palabra Moab tiene un
significado muy especial. Significa más o menos esto: “la semilla del padre”. Moab significa, la semilla del padre. ¡Qué
significado tan especial! ¿No crees? Si hubiera que decirlo en términos argentinos, diríamos que de tal palo tal astilla. Ese
es el nombre. La semilla del padre, tal como el papá. Pero es interesante que Lot, aunque era familiar de Abraham, era
muy diferente a Abraham. Y que conste que Abraham no era una joya, precisamente. Porque Abraham se metió en
regios problemas y tiene una cadena de lazos que va rompiendo en el tiempo. Pero tiene una característica que no tiene
Lot, y va de acuerdo con la palabra que está escrita en Jeremías contra él. En este caso puntual, contra sus
descendientes, contra Moab. Voy a volver al versículo que leímos, el versículo 11. Dice: Quiero estuvo Moab, ¿Desde
cuándo? Desde su juventud y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca
estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado. (12) Por eso vienen días, ha dicho
Jehová, en que yo le enviaré trasvasadores que le trasvasarán; y vaciarán sus vasijas, y romperán sus odres. ¿Ustedes
sabían que David también tenía sangre moabita? Te lo dejo para que hagas tu propio estudio, búscalo, escudriña. Tiene
sangre moabita. El punto es este. Dios juzga a Moab por este hecho: nunca has querido moverte. Nunca has querido
cambiar. Nunca has querido derramarte sobre otros. Te has quedado estático en el mismo lugar, desde tu juventud. Por
lo tanto, yo enviaré a uno que te vaciará a la fuerza. Y romperá tu vasija. Mirémoslo desde otro lugar. Cuando Dios crea a
Adán, lo crea para ser un vaso. El vaso tenía que ser Adán, y Dios tenía que ser el contenido de ese vaso. El primer
mandamiento está en Génesis 1:26 o 27 para adelante. Enseñoréate, sojuzga, todo está a tus pies. Cuando Dios le habla
a Adán, lo pone dentro de un diseño genético: tú estás hecho para multiplicarte. Estás hecho para dar, para ser
manantial, para ser fuente de aguas. Estás hecho para ir más allá de lo que tú eres en este momento. Entones Adán,
desde el primer día, no se echó a dormir a pata suelta, él trabajó. Él les puso el nombre a todos los animales, un nombre
que todavía hoy existe. Adán tenía a su cargo muchas cosas. Luego él pecó y conocemos la historia. Cuando Dios llama
a Abraham; la última de las cuatro promesas, fue: benditas serán en ti todas las naciones. O sea: tú serás un vaso que
dará a otro de lo que tiene. Imagínate que hay una jarra y varios vasos. El hecho de que haya una jarra, significa que esa
jarra puede contener más que un vaso. Pero el asunto no es que todos bebamos de la jarra, sino que esa jarra se
derrame y se vacíe en los vasos. El primer milagro que Jesús hace en la tierra es muy interesante, porque está ligado
precisamente a vasijas. Y está ligado a vasijas que están vacías. Y Dios decide allí hacer un milagro, pero por una razón.
No quería simplemente llenar la bodega de vino de un judío. Él quería que la gente que estaba en esa boda, se termine el
vino. No quería fabricar vino añejo. Es más; el vino que hace el Señor se añeja al momento, y tiene un tinte y un sabor
exquisitos. Entonces, él toma vasijas. ¿Cuántas vasijas? Seis. El seis es el número de la imperfección. El número tres es
número divino, el número cuatro, es número de hombre. El siete, que es el número perfecto, es la suma de cuatro más
tres, la unión de Dios y el hombre. El número seis, es lo casi perfecto. Ahí pueden entender el porqué del 666, ¿No es
cierto? Casi perfecto. No perfecto; Casi. Eran seis tinajas de barro, y Él las hace llenar de agua. La alabanza es agua.
Las hace llenar de agua. Y luego, después de orar por ellas, esa agua se convierte en vino. De hecho, nadie va a una
boda a tomar agua, salvo que se tengan problemas de salud. Empieza a salir el vino de las tinajas. Todos beben vino. Y
dicen: ¿Dónde tenías guardado este vino? Cualquier bue anfitrión da primeramente su mejor vino, y ya cuando todos han
bebido demasiado como para darse cuenta de calidades, recién allí saca el otro de menor calidad. ¿Notas lo que está
diciendo? El diseño de Dios para tu vida es muy simple: que lo que tú tienes, lo des a otros. Y no estoy hablando de
dinero, aunque en muchos casos lo incluya; estoy hablando de todo aquello que has recibido de gracia. ¿Hay algo más
insólito que ponerle un precio a algo que te han regalado sin merecerlo? Hay gente que tiene el sello de Moab. ¿Y cuál es
la gente que tiene el sello de Moab? Hay gente que, lamentablemente, no desciende de Abraham, desciende de Moab.
¿Y cómo son los de Moab? Vamos a ir a ese verso. Esta es una gente a la cual solamente le interesa vivir pacíficamente.
No quieren molestar ni que les molesten. Suena como muy sabio, ¿No es cierto? ¡Qué gente más inteligente! Ahora
pregúntate esto: ¿Qué hubiera pasado si Jesús pensaba así? “Mira diablo; ni te molesto, ni me molestas. El mundo es
bastante grande para compartirlo”. ¿Sabes qué? No hay guerra fría en el Reino. El problema de Moab era que había
estado allí, muy quieto, reposando sobre su sedimento. ¿Cuándo se forma un sedimento? Quieto, solidificándose. Y
empezando a decantarse y a irse cada vez más cerca del fondo. Pruébalo en lo literal. ¿Has visto que en la costa de un
río las aguas parecen ser límpidas y transparentes, pero ni bien le pones un pie todo se vuelve turbio y oscuro? ¿Y qué
hiciste? Sólo remover las aguas. Cuando tú remueves las aguas, la gente es sanada. Cuando tú remueves las aguas, el
primero que se arroja a la piscina, es sanado. Nadie se sana en aguas calmas, las aguas tienen que estar removidas.
“¡Es que yo adoro así, quietecito!”. Está bien, hermano; pero en algún momento tendrá que descender un ángel y meter
algo dentro tuyo y removerlo, ¿Sabes para qué? ¡Para que comience a salir agua de sanidad! Hay épocas para estar de
luto, en quietud, en un rincón, llorando, tirado en el piso. Pero en el momento en que te dice “alégrate, oh moradora de
Sion porque he aquí ha llegado tu día. He ordenado que se te vista con óleo de alegría, manto de alegría, no más espíritu
angustiado, no más manto de tristeza, es porque Dios quiere empezar a hacer cosas grandes. Muchos como yo, nos
hemos petrificado en iglesias donde no se permitía el movimiento. Y si no remueves las aguas, no hay sanidad. Agua
estancada produce bichos. ¿Cuántos saben que la misma agua que da vida, si se la deja contaminar, puede producir
muerte? Dios no te ha puesto aquí para que hagas la paz, te ha puesto para hacer guerra. He venido a traer espada, dice
el Señor. Tómalo como mejor te agrade, pero tengo que contarte que en esto no hay Mahatma Gandhi. Lo respetamos y
lo recordamos como hombre de paz, pero esto es guerra, te guste o no, lo sepas o no, lo enseñes o no. “Es que yo,
hermano, soy partidario de la no violencia, ¿entiende?” Entiendo, pero ¿Sabes? Cuando entras al Reino, el primer
nombre que el Señor te dice, es: Boanerges. ¿Qué significa? Hijos del trueno. ¿Sabes algo más? A los moabitas, les
gusta tener todo bajo control. Son aquellos que si bien creen y enseñan respecto a que el Espíritu Santo es nuestra única
guía a toda verdad, cuando el Espíritu da señales de querer manifestarse en sus lugares, optan por detenerlo, frenarlo y
acotarlo con sus estatutos denominacionales internos. No hagas, no digas, no sientas. Definitivamente y en tremenda
mayoría, nos gusta tener todo bajo control. ¿Por qué crees que nos pone patas para arriba la llegada de un niño a la
familia? Porque perdemos el control en determinadas cuestiones que ahora pasan a depender del bebé. ¿Por qué mucha
gente desprecia trabajos mejor remunerados para quedarse en el que ya tienen aunque gane mucho menos? Porque en
el fondo, a la gente le cuesta horrores arriesgarse. Y eso es sinónimo de tener todo bajo control. En este punto del tema
quiero decirte algo para que lo escribas con letra bien visible en un papel y luego te lo pegues en algún lugar bien visible:
“En el Reino de Dios, es imposible tener todo bajo control.” Los que son nacidos del Espíritu, son como el viento. No
saben de dónde vienen ni a dónde van. Sólo sabemos dónde estamos ahora, y a duras penas lo entendemos. Por eso los
cristianos tenemos que pensar y orar mucho antes de firmar, por ejemplo, un compromiso laboral o empresarial a largo
plazo. ¡Si ningún hijo de Dios sabe dónde lo llevará su Padre mañana! Es como si el tal Moab se hubiera escondido
dentro de cada uno de nosotros, no nos gusta que se nos muevan las cosas. No nos gusta perder el control, ese es el
punto. Los que son como los moabitas, tratan de controlar lo interno a través de lo externo. Te doy un ejemplo: Miras a tu
hijo con ferocidad y le dices: ¡Te me quedas quieto sentadito acá! Y luego miras a tu vecino que te estaba observando,
sonríes con toda la bondad del mundo, y le dices: ¿vio que obediente es mi hijo? El vecino sabe que escondiste el garrote
tras la espalda. Eso es procurar controlar lo interno con lo externo. Un día los discípulos de Jesús le dijeron: “Señor, hay
unos por allá que están predicando igual que nosotros, pero no son de nuestro equipo. ¿Por qué no mandas que
descienda fuego del cielo y los achicharre, así sentamos un precedente claro?”. ¿Te cabe alguna duda que eso es un
espíritu de control liso y llano? Los que son como los moabitas, son muy desconfiados y sospechan de todos los demás.
Te hago una pregunta: ¿Jesús era confiado o desconfiado? Él vivió confiado, siempre. Nota esto; una de las cosas más
interesantes que hace el Señor cuando nos introduce en el Reino, es quitarnos todas las bases de nuestra confianza.
Mucha gente se queja cuando le pasa algo así, pero no entiende que Dios le está haciendo un enorme favor al sacarle
sus bases propias de confianza para que se acostumbre a confiar solamente en Él. Fíjate, si Lot no salía, Abraham se
hubiera evitado problemas. Y te doy un ejemplo que seguramente es afín a muchos de los que han accedido a este
trabajo. Cuando recibiste a Jesús, en tu casa, ¿Te recibieron con saludos, besos y felicitaciones? Además, el moabita no
tiene sentido de propósito. Ellos se miran a ellos mismos. Este verso dice: Quedó su sabor en él, y su olor no ha
cambiado. Yo no sé si tú comprarías un perfume sin olerlo primero. ¿Qué es lo que haces con un perfume? ¡Lo hueles!
Porque es lógico, quieres saber cómo se siente y luego sí, si te agrada, te lo compras. Tú eres un perfume de Dios, ¿Lo
sabías? ¿Han visto que hermosos y originales son los frascos de los perfumes? A veces, son más lindos que la fragancia
misma. Y aunque sean de menor calidad esas fragancias, si el frasco es bueno, todo parece ser una belleza. Así son los
creyentes. Muchos se ven muy lindos, lindando con lo hermoso, te diría; pero que huelan bien ya es otra cosa. Y no hablo
de falta de ducha, obvio. Sin embargo, en fe sí huele bien. La idea es que tú eres un perfume que está diseñado para
cambiar el aroma del ambiente en el que te encuentras. Cada mañana, cuando tú te levantas y te vas a tu trabajo, por
ejemplo, tú te crees que caminas hacia allá, pero en realidad es Dios quien te está llevando, tal como una señora lleva un
buen perfume en su cartera. Y cuando llegas a tu trabajo, ese lugar huele bien feo. Pero llegas tú y el aroma cambia de
inmediato. ¿Te das cuenta para qué nos ha diseñado así nuestro Padre celestial? ¿Y quiénes son los que se fastidian
grandemente y quieren huir de allí? ¡Los malos olores! Tú eres como una flor, no puedes evitar emitir la fragancia con la
que estás creado y construido. ¿Quién puede impedir que una flor emita su fragancia? ¡Sólo matándola! ¡Pero no,
hermano! ¡Yo he visto flores que no huelen a nada! – Sí, te creo; yo también las he visto, pero ¿Sabes qué? Esas son
flores de plástico, no vienen de la tierra. Pero tú no eres ninguna flor de plástico, tú has nacido de la tierra divina y
contienes todos los elementos para oler bien. Ahora bien; ¿Qué sucede cuando tienes ese buen perfume, pero no se
puede percibir porque tiene un sello, una especie de precinto que no se lo permite? ¿De qué te sirve tener un buen
perfume, frasco hermoso, sobre una repisa si jamás nunca nadie lo ha usado? Es un verdadero misterio, un decidido
enigma. ¿Cómo se supone que olerá? No se sabe, dicen que esa marca es muy buena, pero así cerrado. ¡Es que me lo
regalaron! ¿Y entonces por qué no lo abres? Imagínate ahora la tremenda frustración que tiene ese perfume. Dice la
escritura que Moab conservó su olor sólo en él. Fíjate como dice: Quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado. Es
como el vino tinto. En Argentina se bebe mucho vino, en algunos casos, demasiado. Y mayoritariamente, se bebe vino
tino, negro, oscuro. Una de las particularidades que los técnicos han determinado en el vino tinto, es que se oxigena
rápido. Dicen los que conocen del tema que cuando destapas una botella, veinte minutos después, ese vino está más
sabroso, pero es treinta minutos después que está en su punto exacto. El aire, el oxígeno ha hecho todo un proceso en
él. Ahora claro, si tú compras una botella de buen vino y luego no la quieres abrir porque estimas que no es la ocasión
adecuada o porque amerita una comida mejor, entonces lo más probable es que el vino se te pase y el día que lo abras
ya esté picado y no pueda beberse. ¿Qué quiero decir con esto que parece tan alejado y hasta opuesto a nuestro
mensaje? Que el buen vino, como el buen perfume, ha sido hecho para ser utilizados. El vino, para alegrar el paladar de
alguien, el perfume para darle aroma adecuado a un sitio. Nunca las botellas o frescos cerrados darán buen fruto. ¿Se
entiende? Tú has sido creado por Dios para poder dar tu esencia, para poder alegrar al espíritu de alguien. Eso es lo que
se llama unción. No me la confundas con manipulaciones humanas. Y si no lo haces, hay una maldición para ti. La misma
que tuvo Moab. “Yo te he creado para eso; si no lo haces, yo enviará a alguno que te abrirá el frasco a la fuerza. Si tú no
aprendes a alabarme en tiempos de paz, me alabarás en tiempos de lágrimas. Si tú no aprendes a buscarme cuando
todo te va bien, aprenderás a buscarme cuando andes arañando la tierra. Pero una cosa he establecido: o me buscas, o
me buscas. Porque te he creado con un propósito, y te voy a llevar allá por las buenas o por las malas” ¡Qué duro! Desde
eso hasta la mujer quebrando el vaso de alabastro a los pies de Jesús, mira; ¿Notas lo que hizo esta mujer? Ella estaba
haciendo algo que los fariseos no hicieron. Cuando Jesús aparece, el mensaje de Jesús era demasiado fuerte, Era
demasiado polémico. Él estaba diciendo cosas que la gente no las entendía, y si las entendía, les daba un ataque. Él se
había levantado casi como un hereje. Él decía cosas tan raras…Decía que deberíamos beber su sangre, cuando la ley
decía que no se podía hacer. Decía cosas que la gente no entendía. Y los fariseos no se atrevieron a moverse, no se
atrevieron a destaparse, no se atrevieron a probarlo. ¿Será que hay algo de verdad en este hombre? Unos pocos lo
hicieron. Y tú conoces el nombre de uno de ellos, Nicodemo. Gracias a él tenemos Juan 3. Juan 3 relata un incidente a
escondidas de este hombre diciendo: Sabemos que vienes de Dios, porque nadie puede hacer las cosas que tú haces.
Nadie puede hacerlas, si Dios no está con él. Sabemos que vienes de Dios. ¿Y por qué no están aquí? Porque somos
moabitas. Porque no nos gusta cambiar, porque no nos gusta movernos. Ellos preferían estar en paz con todos. Ese
pasaje donde lo discípulos están con Jesús y aparece un hombre, un publicano, y le dice: Maestro, Rabí, ¿Debemos
pagar impuestos? Y hay allí gente romana escuchando. Hay algunos romanos que estaban pasando y lo están oyendo.
Están los judíos. Jesús está en problemas. Si dice que deben pagar, los judíos lo van a mirar con desprecio. ¿Cómo un
judío puede decir que paguemos? Si dice que no, los romanos van a decir que está llamando a la sedición. Así que, el
dilema. ¿Y qué es lo que Jesús dice? Denme una moneda. (¿Se nota que él no tenía una moneda, no es así? ¿Y para
qué? Para eso están los Judas, ellos llevan el dinero). Y mira la moneda y dice: ¿De quién es esta imagen? Del César.
Denle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. ¿Los romanos entendieron? ¡No! ¡Los romanos no
entendieron nada! Pero los judíos sí que entendieron. ¿Sabes qué está diciendo Jesús? No paguen impuestos. ¿Por
qué? ¿Qué es del César? El judío sabía que decía: De Jehová es la tierra y su plenitud. Los moradores, y todo lo que en
ella hay. Los judíos sabían eso. Les está diciendo: ¿Ven esta moneda? – Sí – Denle al César lo que es de él. ¿Y qué es
del César? ¿Acaso el oro y la plata? ¡No! Fíjense que esa fue la causa de acusación cuando lo apresan, Decían que Él
les estaba enseñando a la gente a no paga r impuestos. ¿Quiénes eran los que decían esto? Los mismos del Sanedrín.
¿Eran judíos? Sí. ¿Habían entendido lo que Jesús dijo? Exacto. ¿Ellos estaban mintiendo? ¡No mentían! Jesús dijo,
realmente que no pagaran. ¿Eso quiere decir que hoy mismo tampoco nosotros deberíamos pagar los impuestos? ¡No!
¡Ni se te ocurra! ¡Ni lo intentes! No quiero entrar en mayores detalles para que entiendas eso porque no es el punto. Lo
que estoy queriendo decir es que Jesús marcó la diferencia. Cada lugar en donde Él puso sus pies, quedó marcado para
la eternidad. Mira; si vas un día a Jerusalén, te van a decir: aquí Jesús predicó, aquí Jesús se sentó, aquí Él dio el
Sermón de la Montaña, aquí el nació, aquí el murió. ¡Y no interesa si son o no los lugares exactos, porque hay mucho
fraude en esos paseos, lo que importa es que la vida de Jesús, cada uno de esos incidentes de su vida, marcó una señal
en los tiempos, en la historia, en su generación, en la cultura. Hasta el día de hoy te van a decir: aquí Jesús hizo esto y
esto, aquí se sentaba, esta es la casa de Lázaro, aquí vivía marta de Betania, aquí está su sepulcro. No importa si no es
así, de cualquiera manera, Jesús marcó la diferencia. Hasta el día de hoy, más de dos mil años después, se habla de
lugares donde Él caminó, ¿Te das cuenta lo que digo? Aunque su paso ya fue en esta tierra, realmente su fragancia
todavía permanece. Él no ha cambiado. Él es el mismo hoy y por los siglos de los siglos. Sigue haciendo milagros, sigue
destapando tumbas, sigue sanando enfermos, sigue cambiando a los menesterosos, sigue ocupándose de las viudas y
los huérfanos, ¡Él no ha cambiado! Yo nací en una iglesia fría, tiesa, carente de vida y de manifestaciones del poder de
Dios. Abundante en Teología abstracta, pero carente de palabra genuina. Y mira donde me trajo el Señor a regar con su
savia nutritiva lo que antes seguramente era campo árido, como mi propia vida pasada. He sido llamado hebreo, y no
voy a ser Moab, a eso te lo puedo asegurar. Hebreos, te explico, significa “El que cruza ríos”. Y vamos a cruzar todos los
ríos que sean necesarios. No puedes decirle al Señor que no quieres cruzar ese río, ¿Sabes por qué? Porque el Señor te
va a decir que está bien, que si no quieres cruzar te quedas allí, no hay problemas. Pero debo decirte que eres igual que
tu padre, el que me provocó a ira en el desierto. Los moabitas culpan a otras personas de su situación. ¡Es que si no
fuera por ese hermano que! Dios controla todas las cosas, no nosotros. ¿Quién te ha hecho pensar que tú puedes
manejar la vida de otros? ¡Ni siquiera tu propia vida puedes manejar! El Señor maneja nuestras vidas. Es presuntuoso
decir que haremos, diremos o decidiremos. Jesús dice: ¿Quién es ese hombre? Come y bebe, tienes bienes para
muchos días. ¡Necio! Esta noche vienen a pedirte tu alma. ¿Recuerdas eso, verdad? Los moabitas son de pensamientos
rígidos. Son los que llamamos señores almidón. Lo que no entiendo, no lo acepto. Punto. ¿Sabes qué es bueno para el
almidón? El agua. Ora para que el agua se lleve el almidón. Será bueno para mantener algunas cosas más rectas, pero
en exceso es terrible. Si se te va la mano en el almidonado de un cuello, a la media hora gritas de dolor. ¡Te lastima!
¿Sabes por qué? Porque tú no estás hecho para tener nada artificial rígido. Tu piel es elástica, crece. Así estás creado.
Eres un ser dinámico. Eres una vasija extraña. Mientras que todas las vasijas son rígidas y no cambian, tú eres una vasija
que va moviéndose, mutando, transicionando, creciendo. Tu espíritu crece y tu vasija crece. Eso es real. Hay personas
que ponen sus pies en un lugar, y de inmediato tú percibes un ambiente diferente. La pregunta lógica, sería: ¿Qué
tamaño tendrá el Espíritu de Jesús, que lo llena todo en todos? Los moabitas son los señores de la negatividad. ¡Es que
somos prudentes! No, son negativos. Además, los que son como los moabitas, no permiten ser ayudados. ¿Por qué?
Porque se sienten presionados. Pierden el balance y el sentido de la orientación. Hay épocas en la historia de los
moabitas, que apoyaron a Israel, por ejemplo, en tiempos de David. Pero hay tiempos en que los moabitas la engañan a
Israel. Se alían con sus enemigos para destruirla. Entonces nadie podía decirte con certeza si se podía confiar en un
moabita o no. Tú no estás llamado a ser moabita. Tienes que tener balance y equilibrio entre lo natural y lo espiritual. No
puedes andar viendo demonios por todas partes, sé sobrio. Pero tampoco mires sólo sillas, mira los ángeles que se
mueven detrás de las sillas. Somos criaturas hechas por Dios para tener una visión bi-dimensional. Hemos sido creados
para ver lo natural y para ver lo espiritual. ¿Cuántos de ustedes creen que las manifestaciones angelicales no estaban
guardadas sólo para el Antiguo Testamento? En los Hechos de los Apóstoles se pueden ver a los ángeles designados
para misiones especiales. ¿Y ustedes creen que todo eso se terminó? Los ángeles siguen trabajando, siguen afectando,
siguen ministrándonos. ¿Y entonces por qué no los vemos? Tal vez porque tú te has dispuesto solamente a ver sillas,
butacas, bancos. Por eso es tan preciso ese canto que dice: Abre los ojos de mi corazón/ yo quiero verte. Necesitamos
abrir nuestros ojos espirituales al Señor. Equilibrio. Ser llenos de la palabra, pero también ser llenos de poder. Esa es la
gente que Dios está levantando en este tiempo. No es gente que usa un pizarrón todo el tiempo. Es gente que escribe en
el pizarrón de las almas, escribe dentro de la gente. Se mueve en dos planos. ¿Por qué te gustan las figuras planas? Tú
ves en tres dimensiones. Has sido hecho para ver en tres dimensiones. ¿Y qué pasa cuando no tienes balance? Si te
pasas diez o quince minutos con un ojo tapado, lo más probable es que te duela la cabeza. Te vas a chocar con las
cosas. Porque cuando tienes un solo ojo, pierdes la relación de la distancia. Pierdes la ubicación espacial. Te extravías.
Ni qué decir de un ciego. ¿Sabes algo? Un ciego, a veces es más efectivo que un miope. ¿Por qué? Porque el ciego
sabe que es ciego, entonces usa otros recursos para ver. Pero el que cree que ve y ve distorsionado, no usa nada.
Balance. Esta es una palabra que está escrita en el Reino. Permíteme que te dé dos elementos más. Los moabitas son
gente que opera bajo presión. O sea: tú tienes que presionarlo y presionarlo para obtener un fruto. Dios no te creó para
ser un Moab, te creó para ser un Abraham. Abraham fue dócil al Señor. ¿Se equivocó? Sí, pero obedeció. En medio de
todas sus incapacidades, Abraham obedeció. Y Dios lo premió. Ese hombre fue dócil. ¿Qué pasó? El frasco se rompió.
La bendición de prosperidad de Abraham, sigue a los judíos hasta el día de hoy. La bendición de fertilidad sigue a los
judíos hasta el día de hoy. Se mataron seis millones en la Segunda Guerra Mundial, y otros tantos en los veinte siglos
pasados, pero hasta hoy día los judíos siguen siendo impacto y presencia. Porque no hay poder en el infierno que pueda
raer a la simiente de Abraham, no lo hay. Matas uno y aparecen dos. Qué tremendo cómo se multiplican. ¿Por qué?
Porque el brazo de Dios está sobre ellos. Y no sólo eso, hay más de ciento veintiocho premios Nobel en la historia, y
todos ellos son judíos. Ese es un discurso judío permanente en sus diferencias con los árabes y palestinos: quien aportó
más a la cultura. ¿Pero eso, es de ellos? No, es de la simiente de Abraham. ¿Sabes algo? Esa simiente está en ti hoy
día. Tú eres una vasija que contiene el depósito de Dios. No he sido hecho para estar estático. No he sido hecho para no
moverme. He sido creado para derramarme, para multiplicarme. He sido creado para cambiar el aroma del medio
ambiente. He sido creado para cambiar las circunstancias. Esa es tu realidad, lo sepas o no, lo creas o no, lo aceptes o
no, no le hace: eres. Claro está que, mientras tú insistas en ser un moabita, vas a tener problemas. Porque, ¿Qué pasa
cuando un moabita se acerca a Dios y le dice: Señor, cámbiame? El señor pasa al versículo 12. ¡Trasvasadores!
¡Cáiganle! No para dañarte, sino para ayudarte a que lo hagas rápido y no te arrepientas. Si tú te guardas lo que Dios te
ha dado, Dios te lo va a sacar a la fuerza. Dios te puso para que derrames en otros el contenido que se te ha dado. Te ha
puesto para bendecir. Tú no puedes callarte. No se le puede pedir al perfume que deje de perfumar. Dice aquí: Quieto
estuvo Moab desde su juventud. ¡No estés quieto, es tiempo de moverte! Muévete en las cosas del Señor. Aprende
cosas, métete en las aguas abundantes. Cuando escuchas alabar a otros, te preguntas: ¿Por qué estos alabarán así?
¡Quiero aprender! Señor, enséñame eso. Dice acá: Estuvo quieto desde su juventud, sobre su sedimento ha estado
reposado. Nadie le movió las aguas. Todo bajo control, puedo ver perfectamente. Ni un miserable pescadito pasa por allí.
Escucha: No fue vaciado de vasija en vasija. ¿Y cómo puedo crecer, hermano? Muy fácil, vacíate por completo. El Señor
va a tener que llenarte de nuevo. Pero como la ley del Reino es que te va a dar el doble de lo que has dado, entonces
tiene que hacerte crecer en tamaño. Mira lo que dice aquí: no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en
cautiverio. ¡Claro! ¿Cómo va a estar en cautiverio si jamás se metió en problema alguno? Por tanto, quedó su sabor en
él, y su olor no se ha cambiado. Por eso vienen días, ha dicho Jehová, en que yo le enviaré trasvasadores que lo
trasvasarán, y vaciarán sus vasijas y romperán sus odres. Pregunta: ¿Quieres romper tú mismo tu odre, o prefieres que
venga otro y te lo rompa? Concluyo con esto: Primero: tú eres un odre, que puedes escoger ser de Abraham o de Moab.
Una iglesia puede ser moabita o abrahámica. El día que nos cerremos a lo que Dios quiere darnos porque nos sentimos
seguros controlándolo todo, bienvenido a la tribu de Moab. ¿Sabes por qué? Porque el último que tiene la palabra en el
Reino, es Él.

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