TEMAS Retiro de Confirmacion
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El proceso de prescindir de
Dios en la vida personal, social y global, suele ser casi siempre idéntico y
repetitivo, hasta desembocar en el agnosticismo y ateísmo.
Se duda, luego, de su
existencia. Más tarde, se llega al convencimiento de que si existiese, será
igualmente imposible el conocerle, hasta desembocar, al fin, en el ateísmo
práctico.
Se vive y se obra,
“como si no existiese”, reduciéndole al ámbito individual, a mera
caricatura, fetiche o estorbo. Más tarde se le arrincona como algo innecesario,
obsoleto y hasta molesto. No faltan quienes le presentan como enemigo de la
verdadera libertad humana, confinando su persona al baúl de los recuerdos. Si
alguien se atreve públicamente a profesar su fe en Él, a este tal se le
ridiculiza, se le margina y se le combate por todos los medios. Así se llega,
sin darse casi cuenta, al ateísmo beligerante. A ese fantasma, fruto de la
creación, fantasía y miedos humanos, se le ataca como enemigo y rival del
hombre.
Muchos de
nosotros nos hemos quedado quizá solo con algunos rezos mal aprendidos, sin
casi nada de doctrina, viviendo una vida de fe de niños, siendo ya
adultos…Hay muchas rezones de sobra para que los invitemos a tener una
preparación cristiana en la celebración de los sacramentos de sus hijos.
Urge hoy
tener un encuentro vivo personal con Jesús, que nos lleve a ser hombre o
mujeres comprometidos personalmente con Dios, capaces de participación y
comunión en el seno de la Iglesia y entregados al servicio de la salvación de
las almas. (DP 997.998.1000). ¡Hoy o se vive con devoción profética, con
energía, con alegría, la propia fe, o se pierde! (Papa Paulo VI).
2. Uno de
los grandes enemigos en la familia la ignorancia religiosa
CONCLUSIÓN
Dios no es
extraño a quien, no se extraña de Él; ¿cómo dicen que te ausentas Tú?
Quien anda
en tinieblas y vacío de pobreza espiritual, piensa que todos le faltan,
incluso, le parece que le falta Dios. Pero no le falta nada. Dios vive en
cualquier alma, aunque sea la del mayor pecador del mundo, mora y asiste
sustancialmente.
Ni la alta
comunicación, ni la presencia sensible, es cierto testimonio de su graciosa
presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma, lo es de su
ausencia en ella.
Grande
contento es para el alma entender que nunca Dios falta al alma, aunque esté en
pecado mortal, cuánto menos de la que está en gracia.
¿Qué más
quieres, ¡ Oh alma!, y que más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus
riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu
Amado, a quien desea y busca tu alma?
“Es de saber
que Dios en todas las almas mora secreto y encubierto en la sustancia de ellas,
porque, si esto no fuera así, no podrían ellas durar. En una mora agradado, y
en otra mora desagradado. En unas mora como en su casa, mandándolo y rigiéndolo
todo, y en otras mora como extraño en casa ajena, donde no le dejan mandar nada
ni hacer nada”[2].
“Si el Señor
no construye la casa, en vano se afanan los constructores; si Dios no guarda la
ciudad, en vano vigilan los centinelas” (Sal 127, 1-2). “Pues yo decía: por poco
me he fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. De veras que Dios se
ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo” (Is 49, 4). En realidad, cuando la
mente y el corazón del hombre se olvidan que Dios Espíritu Santo es la fuente
de la fecundidad, la luz que ilumina la mente y el corazón, que Él es el
artífice y arquitecto, el dulce Huésped del alma, se avanza poco o nada, y la
fatiga demasiada; se pierde la paz, se puede llega a la desesperación. Por
tanto, el mejor camino es poner todo el esfuerzo humano, sin olvidarse de que
todo depende de Dios; pues, no hay parte alguna en el
hombre, que este desnuda del Espíritu Santo[3].
Padre de los
pobres, enséñanos a abandonarnos en ti, a confiar siempre en ti, dejarnos
conducir por ti, y saber que tu eres la suma fecundidad. Divino Espíritu, tu no
sólo bajas al hombre, sino que estás en el él; en efecto, tu inmensidad baja a
la pequeñez, Tú, el eterno a lo limitado; Tú, la misma santidad al pecado, la
belleza a lo que no lo es; Tú, Dios mío, te unes con la criatura miserable
hasta acercarla a ti mismo para que participe de tus perfecciones[4].
El hombre
pobre y limitado no puede nada por sí mismo, sólo Dios es el origen y el fin de
todo éxito. Todo depende de Él, y de mi respuesta con mi pobre esfuerzo. Solo
me corresponde aportar mis cinco panes, y mis dos peces, Él pone lo demás. En
realidad, “Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó,
«alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con
dulzura» (Sb 8, 1). Porque «todo está desnudo y patente a sus ojos» (Hb 4, 13),
incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá”[5].
Así, el Espíritu Santo habita en nuestra alma, nos santifica, y nos conduce a
las buenas obras.
http://santamariareyna.org/2011/06/29/preparacion-para-papas-y-padrinos-a-la-
confirmacion-y-primmera-comunion/