La Arquitectura de La Ciudad Global

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Zaida Muxí

La arquitectura de la
ciudad global
Zaida Muxí
La arquitectura de la ciudad global

nobuko
ÍNDICE

6 PRÓLOGO de Jordi Borja

12 INTRODUCCIÓN. Arquitectura y globalización

26 1. GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA Y CIUDAD


Ciudad dentro de la ciudad
La arquitectura como reclamo publicitario
La globalización instalada en Buenos Aires
Los nuevos monumentos
Los nuevos monumentos sobre Buenos Aires

60 2. VIVIR EN UNA ESCENOGRAFÍA


Nuevas formas residenciales
El new urbanism: unas nuevas (viejas) propuestas
DUALIZACIÓN RESIDENCIAL EN BUENOS AIRES
Del barrio a la ciudad cerrada
Genealogía del barrio cerrado
¿Cómo se venden los paraísos?
Una ciudad-pueblo
Instrucciones para una vida sedada
Las formas de la ciudad-pueblo

110 3. LAS FORMAS DEL PLACER


La ciudad del entretenimiento seguro las 24 horas
Escenografías urbanas
Buenos Aires: espejismos de recuperación urbana
La memoria del mercado
Mito antiurbano
158 4. LA CIUDAD CORPORATIVA
La importancia del lugar
Arquitectura y reivindicación simbólica
Recentralizar Buenos Aires
The gapped city

186 EPÍLOGO
Las huellas indelebles sobre la ciudad
Doble proceso urbano: “metápolis” y “cosmópolis”
Alternativas a la uniformidad: ciudades sostenibles
Conclusiones sobre Buenos Aires
Particularidades de la huella sobre Buenos Aires
Desafíos y oportunidades para Buenos Aires

203 BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO

La ciudad banalizada y la excepcionalidad porteña.


O sobre la banalidad de las tesis doctorales y la excepcionalidad
de la obra de la arquitecta Zaida Muxí.
Jordi Borja

Una tesis no es un ensayo, no es un texto digerible, no pretende ser una obra


innovadora o excitante. Una tesis no se publica como libro, por lo menos si se
pretende que los posibles compradores lo compren y los potenciales lectores
lo lean. Las tesis se hacen para cumplir un anacrónico requisito académico,
deben atenerse a los caprichos o intereses del director, no chocar con las
manías de los miembros del tribunal, no dejar de cumplir ninguna de las
ridículas normas tradicionales sobre marco teórico, estado de la cuestión,
metodología, hipótesis, investigación, verificación, conclusiones… El
resultado es patético: años de trabajo voluntarioso de los doctorandos
producen textos espeluznantes, cuya única utilidad es permitir que el
susodicho acceda, al cabo de un tiempo prudencial, al grado de funcionario
vitalicio que le permitirá aplicar el mismo método tortuoso a los candidatos
futuros, a integrarse en esta clase reproductiva del saber académico. En el
mejor de los casos, el inmovilismo funcionarial y las limitaciones
presupuestarias actuales impiden que se mantenga el flujo de la reproducción
ampliada.

Soy consciente de que no todas las tesis son intelectualmente innecesarias, ni


todos los directores unos burócratas del saber pasteurizado. Las hay
innovadoras, brillantes, que asumen como una carga superflua o sobreañadida al
formato “tesis” y que los autores convierten con cierta facilidad en algo
estimulante para que la gente normal e interesada pueda leerlo con provecho.
Hay directores que apoyan estos proyectos, y dan pistas, aunque raramente
cuestionan el absurdo artefacto formal que debe envolverlos. Pero también hay
tesis peores que las tesis, amasijos de lecturas mal entendidas, de datos
confusos, de redacciones que agreden el sentido común y de conclusiones
arbitrarias, precipitadas o simplemente obvias. Las tesis, en resumen,
si se me permite una afirmación general, injusta para unos cuantos pero, a pesar
de to-do, me temo que bastante cierta, son la banalización misma de la cultura
académica.

6 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


La autora de este libro, versión de su tesis de doctorado, me hizo la
irresponsable propuesta de escribirle un prólogo. Por el afecto que le tengo,
es buena gente y he trabajado con gusto y aprovechamiento con ella, mi
intención fue negarme en redondo. El texto quedó encima de la mesa, lo
miraba a una desconfiada distancia, de vez en cuando, y me cuidaba muy
mucho de leerlo, puesto que considero que no aburrirse forma parte de los
derechos humanos de cualquier persona que se respete. Un buen día, la
doctora Zaida Muxí me invitó a comer en su nueva casa, acepté
inmediatamente, había olvidado la tesis y deseaba compartir con ella y con
Josep Maria Montaner algunas ideas sobre otros proyectos. No me quedaba
otro remedio que escribir este prólogo, pues ella me lo recordó
inmediatamente, y tenía demasiada hambre para renunciar al plato que me
servía. Una vez comido, debía pagar con el prólogo. En fin, leer el texto y ahora
comentarlo para ustedes ha resultado más divertido de lo que suponía.

No es una tesis, o no lo parece. No es ilegible, a pesar de las múltiples citas,


ni innecesariamente sofisticado, como ocurre a veces con bastantes
arquitectos que escriben, que o tienen un empacho de filosofía mal digerida o
tomaron de Le Corbusier o de Rem Koolhaas lo que éstos no tienen: saber
escribir. No es un ensayo, sino dos; además, resultan interesantes y útiles.

Comprenderán que el hecho de que el texto que ahora se publica no sea una
tesis no me preocupe lo más mínimo. No hay una tesis única, hay ideas. No
hay investigación explícita, metodológicamente “correcta”, hay aquello que
interesa de la investigación, sus resultados, informaciones y argumentos
variados, poliédricos, que forman un excitante mosaico de reflexiones sobre la
ciudad actual, sus arquitecturas y sus formas, y sobre los procesos
económicos y culturales que están en su base. No hay una conclusión única,
autosatisfecha de un rigor formal que es el resultado de un estreñimiento
mental, sino conclusiones que abren caminos en vez de cerrarlos, caminos
para andar hacia horizontes abiertos.

No es un ensayo, son dos. El primero es una síntesis, con argumentos fuertes,


con citas inteligentes, con fórmulas originales. Se analizan los elementos que
son comunes a las ciudades actuales, de Europa y de América especialmente,
y los procesos de globalización. Se describe la banalización de la arquitectura,
su función mediática al servicio del voyeurismo de la arrogancia del poder, de
la publicidad de las grandes empresas y del narcisismo de los divos de la
firma. Se contrapone la “macdonaldización” y “disneylandización” de
proyectos urbanos ilusoriamente renovadores a la conveniencia de mantener y
desarrollar elementos de identidad, de que cada ciudad muestre su

Prólogo • 7
“diferencia” en aras de su capacidad de atractivo global y de marcar
emblemáticamente el territorio para estructurar y cohesionar, tanto de un
modo simbólico como físico la ciudad metropolitana.

Se establece una inteligente distinción entre la ciudad (real) metrópolis, con


un poder atractivo a escala mundial, y el concepto de ciudad (virtual) global,
que es una red de fragmentos de ciudades articulados en redes más o menos
mundializadas. Critica la tendencia a convertir la ciudad en un parque
temático y el urbanismo que produce “productos” determinados por el
mercado. Ironiza acerca de los nuevos monumentos de shoppings, centros de
ocio y gasolineras.

Esta ciudad escenográfica tiene otra cara: la de la exclusión social, la de la


pobreza excluida contigua a la riqueza excluyente. El ocio no es igual para
todos. Para unos es placer, diversión, aventura, para otros, desocupación y
marginación, sin otra aventura que la supervivencia cotidiana.

El segundo ensayo, centrado en la ciudad de Buenos Aires, es una aplicación


concreta de los análisis planteados en general; y algo más. A partir de las
mejores investigaciones recientes sobre la capital porteña, como las de
Adrián Gorelik y Graciela Silvestri y de Eduardo Reese y Andrea Catenazzi, se
expone una certera síntesis sobre la ciudad que posee la mejor trama urbana
de América Latina, donde el dominio depredador del capitalismo financiero no
ha conseguido matar su extraordinaria vitalidad ciudadana. Sin embargo, dos
procesos paralelos han herido profundamente a la reina del Río de la Plata.

Por una parte, la pobreza que antes estaba presente en el conurbano, ha


invadido ahora la ciudad. La debilidad de las políticas públicas no ha
garantizado siquiera el mantenimiento de la extraordinaria calidad de sus
espacios públicos y de la mayoría de sus equipamientos y edificios
emblemáticos. Los servicios públicos se han deteriorado, o privatizado, y
ahora sólo están disponibles para los sectores que pueden pagarlos. La
inseguridad ha aumentado en progresión geométrica, o logarítmica. La
progresiva “dolarización” de la economía ha vuelto inaccesibles los créditos
hipotecarios y la renovación del parque de viviendas, en tanto que la demanda
solvente se estrechaba. Sólo el milagro debido a una ciudadanía con un alto
grado de iniciativa social y cultural ha mantenido el tono vital de la ciudad.

El otro proceso, objeto de análisis detallados por parte de Muxí, se refiere a


los “Proyectos urbanos” de calidad ostentosa, los vinculados a la mímesis
globalizadora y que producen los inevitables efectos duales, siendo, en

8 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


cambio, muy discutibles sus efectos sobre la competitividad y la creación de
riqueza social. Se analizan las nuevas formas de crecimiento fragmentado de
las periferias mediante los countries y, más recientemente, los “barrios
cerrados”, guetos propios de los miedos y los afanes de distinción de la clase
alta y medio-alta, donde se rompe la continuidad ciudadana y se empobrece el
espacio público como unificador del conjunto de la ciudad. La ciudad del
miedo es la otra cara de la desigualdad social; el espacio público no se
identifica con la democracia ciudadana, como corresponde a la mejor tradición
urbanísitica, sino con el riesgo, el rechazo a los “otros”, a los pobres. Su
brillante análisis del marketing de estos productos urbanos haría reír si no
fuera socialmente escandaloso e intelectualmente miserable.

Asimismo, expone críticamente otros grandes proyectos, más específicos


pero muy significativos de los productos urbanos propios del capitalismo
financiero global.

La “nueva ciudad” del Tigre, Nordelta, proyecto ampuloso, al límite del


ridículo, que se viste de ropajes ecológicos para proponer un modelo
(horrible) de vida de balneario suizo para las clases acomodadas que quieran
desterritorializarse de la vida urbana. El fantástico delta de intenso uso
popular inicia, así, su camino privatizador.

La operación del Mercado Central, el histórico Abasto, es, en cambio, una


operación integrada en el tejido histórico del centro de la ciudad, el barrio de
Gardel, zona de alta animación comercial y de alta densidad residencial de
las clases populares y medias. La lógica urbana de la sociedad que preside el
financiero Soros, como demuestra la autora, no es muy distinta. El shopping
con centenares de tiendas y actividades de ocio es un enclave que utiliza la
escenografía física y simbólica como una incitación al consumo para
sectores de ingresos más altos que los del entorno social, cuya mirada sobre
el antiguo Abasto no debe ser muy distinta que la que dirigen los habitantes
pobres del conurbano sobre los barrios cerrados y chic.

El tren de la Costa es otra operación característica del urbanismo consumista


al servicio de los colectivos sociales solventes y de los intereses de los
promotores inmobiliarios. Una operación valorizadora y desarrolladora del
frente litoral del norte de la ciudad, de la zona cualificada que ya fue objeto de
la propuesta urbanística del “menemismo” y que con el tren se extiende por
los municipios residenciales adyacentes a la ciudad de nivel alto y medio.
Mientras esta iniciativa que en sí puede considerarse graciosa pero que tiene
un objetivo claramente especulativo y de escaso valor productivo, se

Prólogo • 9
consolida, el proyecto para el Sur, el gran desafío urbano que tiene la ciudad
en su frente sur y el Riachuelo, que ofrece, en teoría, una gran oportunidad
para el crecimiento económico y urbano y para la generación de riqueza y de
empleo, permanece estancado, no ofrece beneficios privados inmediatos y
exige una iniciativa pública potente.

No ocurre así en Puerto Madero, la operación de renovación urbana en el viejo


puerto, una extraordinaria oportunidad de generar un área de centralidad junto
al centro actual, 170 ha en una localización privilegiada, que permitían un
desarrollo integral de equipamientos, oficinas y comercios, pero también
viviendas con tipologías y poblaciones diversificadas. El primer plan, de
vocación pública y desarrollo progresivo y equilibrado, fue dejado de lado
mediante la gestión por proyectos, lo cual ha llevado a crear un nuevo enclave
para yuppies, oficinas, comercios y restaurantes para minorías selectas,
dejando a la mayoría de la ciudadanía reducida a meros voyeurs de un
urbanismo presuntuoso que utiliza, evidentemente, la magnífica calidad de los
viejos edificios portuarios y la belleza de unos espacios públicos que han
sido, hay que reconocerlo, rediseñados con esmero y con una inteligente
simplicidad. La arquitecta Muxí reconoce la ambigüedad del proyecto y califica
acertadamente de arquitectura “corporativa” esta tentativa de
“sobrecentralidad” por medio de la acumulación de edificios de oficinas de
empresas multinacionales principalmente, o del capitalismo monopolista de
Estado (la patria contratista), arquitecturas estruendosas formalmente, piezas
aisladas que no buscan integrarse en el tejido urbano definido que tienen al
lado, y que sólo se salvan por la calidad heredada del entorno del antiguo
puerto.

El trabajo de Zaida Muxí termina con una conclusión abierta, lo cual es de


agradecer si se tiene en cuenta el origen doctoral del mismo. Y no puede ser
de otra manera. El desafío al que se enfrenta hoy la cultura urbanística es
hacer ciudad en las periferias, en vez de multiplicar segmentos aislados y
especializados, solamente unidos por la red viaria. La autora critica
acertadamente las operaciones que expresan la sumisión de los poderes
públicos (y de los profesionales) a los intereses capitalistas más a corto
plazo, y las opone a la cualidad de la ciudad compacta y heterogénea
producida por la historia, esta historia que contiene el tiempo, incluso el de la
contemporaneidad. La cultura urbanística sabe hacer ciudad sobre la ciudad y,
por ello, Muxí puede hacer una crítica a los proyectos urbanos en el tejido
existente que contiene la alternativa. Pero lo que aún no sabemos cómo hacer
es la ciudad “metapolitana” y, en este caso, la autora no nos engaña, nos
ofrece un análisis crítico lúcido, nos muestra los efectos dualizadores de los

10 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


urbanismos dominantes y nos indica caminos para ir construyendo ideas
globales aplicables a estos nuevos territorios. Si plantear bien un problema es
ya proponer la mitad de su solución, hay que reconocer que, incluso en esta
dimensión, hasta ahora poco elaborada por la cultura urbanística, el trabajo de
la arquitecta Muxí es una aportación interesante. En fin, la autora queda
absuelta del pecado de haber utilizado una tesis para publicar un libro. Y si
pecado hubiera, el esfuerzo de haber convertido una tesis en un libro que se
hace leer, la libraría de toda culpa. Pues el libro es una buena obra, en todos
los sentidos.

Prólogo • 11
INTRODUCCIÓN
Arquitectura y globalización
Empecé este trabajo en 1998, cuando la palabra “globalización” comenzaba a
sonar en términos masivos, sin que tuviera una acepción clara. Fue a partir
de las protestas de Seattle contra la Organización del Comercio Mundial
(1999), cuando se hizo visible un malestar generalizado, que entiende que las
políticas económicas productivas propugnadas desde la liberalización del
comercio, la eliminación de fronteras productivas y comerciales —aunque no
para los seres humanos— y la eliminación de los controles estatales para la
regularización del trabajo provoca una desigualdad creciente. Las TIC
(Tecnologías de la Información y Comunicación) podrían resultar muy
beneficiosas para eliminar distancias y fronteras, pero aquellas protestas
pusieron de manifiesto que, en la mayoría de los casos, su aplicación sólo ha
servido al beneficio de unos pocos, que son cada vez menos, y a la exclusión
de muchos.

El tiempo transcurrido hasta hoy nos ha dejado ver que las denuncias contra
el sistema instaurado de exclusiones crecientes se han convertido en una
constante y en un frente ciudadano de lucha ante los grandes poderes
fácticos. El reflejo de la globalización en las diferencias e injusticias queda
expuesto claramente en las denuncias constantes de la esclavitud infantil, en
la supresión de derechos laborales, en la destrucción de bienes naturales y
culturales.

Este libro constituye una afirmación de que este modo de actuar va asociado a
una forma de apropiación del territorio, una forma de hacer ciudad y una
arquitectura propia. Es necesario revelar y conocer sus mecanismos para
entender cómo lo global hace desaparecer gradualmente lo local, en beneficio
de sus intereses y con propuestas clonadas que se esparcen por todo el
planeta.

El trabajo se realiza desde la convicción de que ni los hechos arquitectónicos,


ni menos aún los hechos urbanos, se producen aislados de una realidad
política, social, económica y tecnológica. Para ello me baso en las premisas
de la tradición marxista: el efecto de las infraestructuras productivas y
económicas sobre las formas de la ciudad y el territorio, tesis de Karl Marx y
Friedrich Engels, que se han ido actualizando hasta las teorías de, entre otros,
Aldo Rossi o David Harvey.

Al modelo racionalista generado en la primera mitad del siglo XX con relación


a la fase taylorista y fordista del capitalismo, le ha seguido el modelo de la
ciudad global, generado por la fase contemporánea del capitalismo
posindustrial o la globalización.

Introducción • 13
A partir de estas premisas los métodos de distintas disciplinas se cruzan en
el libro: la crítica de arquitectura, la teoría urbana y las ciencias sociales,
especialmente la sociología. Dicho punto de vista, en el que se anudan
arquitectura, urbanismo y sociología, comporta un análisis inédito de los
productos urbanos donde se prima el estudio de la arquitectura en serie, que,
si en la anterior fase del capitalismo fueron las Siedlungen o los polígonos,
ahora ha pasado a ser la arquitectura de los barrios cerrados y de los centros
comerciales. Todo ello conduce a una crítica neomarxista desde la que no se
juzga la arquitectura de autor, sino aquella que transforma cuantitativa y
cualitativamente el territorio y los modos de vida. Aquella que conforma el
hábitat urbano, que crea la ciudad futura y la conciencia de lo que la sociedad
desea, cómo quiere vivir y, por tanto, en su peso radica la importancia de su
estudio, de intentar desvelar su discurso y sus modelos.

El libro se estructura en una primera parte de aproximación a la globalización


en tanto que procesos económicos y sociales que afectaron la vida y la
definición espacial urbana a finales del siglo XX. Entendiendo la globalización
como proceso que se caracteriza por tres aspectos:

1. Dominio de la fuerza del mercado y las decisiones empresariales en un


mundo-red con nodos principales, generando áreas de privilegio
fragmentadas en todo el planeta.1
2. Descompromiso político con la realidad social, derivado de un
convencimiento de que la estrategia de mercado resuelve los problemas
urbanos, enmascarando las diferencias sociales y la lucha de clases.2
3. Cambio productivo que deriva en la primacía de la producción de servicios
terciarios como fuente primordial de recursos urbanos y en la
festivalización de la vida urbana.3

La segunda parte del libro se subdivide en otras tres que intentan determinar
las áreas funcionales globales dentro de la ciudad:

En las formas de habitar se demuestra que se ha provocado un quiebre en la


historia urbana con la aparición de ciudades fortificadas o cerradas, cuyos
resultados urbanos y sociales son ya visibles en la dualidad, segregación y
abandono de la que son víctimas numerosas áreas urbanas.

La recualificación urbana se produce a partir de espacios para el consumo,


propuestos de modo ambiguo y cada vez más predominantemente como
espacios para el tiempo libre, el ocio y el entretenimiento.

14 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Y la imagen más internacional y tecnológica de las ciudades es la
recualificación de grandes áreas de infraestructuras urbanas en desuso para
la instalación de los símbolos corporativos de la globalización.

He adoptado como posición la interpretación de la actualidad poniendo más


énfasis en la crítica a estos fenómenos actuales que en el análisis de sus
raíces históricas.

Más allá de cuestiones personales, aunque definitorias, la razón de la


elección de Buenos Aires como objeto de estudio reside en el interés que
tiene observar cómo afectan las dinámicas de la globalización a las ciudades
situadas en las periferias del sistema global. Los procesos de destrucción,
disgregación y pauperización de una parte de la ciudad y de sus habitantes
—que se produce simultáneamente a la opulencia, la regeneración y la riqueza
de otra parte de la ciudad y sus habitantes—, representa un caso claro de
estudio. En sociedades económica, social y políticamente frágiles, los efectos
negativos y perversos de la situación actual son más exagerados y, por tanto,
más nítidos. Una prueba obvia fue la que se puso de manifiesto en la crisis de
finales de 2001 en Argentina, que deshizo el espejismo de los números de la
macroeconomía.

Por ello, propongo al lector que trace un juego de símiles y paralelismos sobre
su propia realidad a partir de la que aquí se propone como ejemplo no
exclusivo: Buenos Aires.

Dentro de las semejanzas, la globalización y sus resultados arquitectónicos


no son iguales en todo el mundo. Se podrían considerar tres grandes grupos o
modos de adaptación: Estados Unidos como generador de los modelos;
Europa como lugar donde la implantación de estos modelos se matiza y
sosiega por la historia, la conciencia crítica de la sociedad y el peso de la
tradición, o la inercia de una sociedad tradicional; y, por último, Asia, África y
América, al sur del Río Grande, donde la réplica del modelo no encuentra
mayores trabas, se busca lo parecido y la identidad con imágenes de Primer
Mundo, en la creencia de que, así, se es parte del planeta privilegiado. No
identificar lo local y los hechos diferenciales, ni tampoco buscar sus propios
mecanismos de ingreso en las nuevas pautas económicopolíticas, ha
provocado un ahondamiento en la segregación y la desigualdad de todas las
sociedades, especialmente en las del Tercer Mundo.

La globalización o mundialización es fundamentalmente un proceso


económico, productivo y tecnológico que, como tal, influye en todos los

Introducción • 15
ámbitos de la acción humana, transforman los modos de producir y, con ello,
los valores éticos y morales; los cambios que genera no quedan circunscritos
a una esfera etérea y amorfa. Las formas siempre transmiten valores, y la
estética, por lo tanto, es también una ética. Los nuevos valores tienen diversas
representaciones formales e intervienen en la construcción de la ciudad. La
ciudad es el espejo material de las circunstancias sociales, políticas y
económicas. La arquitectura de la globalización tiene una identidad difusa, su
ubicuidad no la arraiga ni relaciona con ningún lugar. Una arquitectura con
una imagen tan limpia, esterilizada y transparente que no parece real, sino
ajena a este mundo. Una perfección de maqueta hiperreal que ayuda al
distanciamiento del lugar.

La globalización de la economía, la producción y la comunicación tiene claras


configuraciones urbanas, cuyas imágenes y funciones se imponen a realidades
y situaciones diversas. De esta forma de hacer podemos deducir que la
construcción de la ciudad se considera otro producto global, que ha dejado de
ser competencia de los gobiernos locales para ser pensada por grupos
empresariales a través de operaciones a gran escala. Consiste en una
arquitectura y una manera de hacer ciudad cuyo modelo es el que ha utilizado
la sociedad norteamericana para construir su identidad, su tradición y su
historia. El proceso no es automático, ni inicialmente literal, pero poco a poco
se toman los modelos de producción, de apropiación del territorio y de
creación basados en la pura imagen.

En Estados Unidos, la cultura de usar-y-tirar y del simulacro se encuentra


arraigada, le es propia y, por tanto, se la considera real. El simulacro en la
construcción de su historia y de su entorno es una constante: un edificio
puede ser “gótico” o “renacentista” simplemente por una cuestión de piel, de
imagen, independientemente que haya sido construido en el siglo XIX o XX, en
otra realidad y con otra tecnología. El tiempo y el lugar pierden sentido cuando
el mundo se resume en formas sin referente.

La escenificación de su propia historia se explica por la influencia del relato


cinematográfico en la construcción del imaginario colectivo. El cine ha
generado no sólo mitos, sino que ha significado la construcción de la
historia y de la identidad a través de un decorado. De esta manera se
conforma una sociedad de la imagen que necesita ver para creer que algo
ha ocurrido. Así, en la colonia Williamsburg se escenifica la vida diaria de
los habitantes en los años cercanos a la independencia (1776). La colonia
Williamsburg como icono histórico se remonta a la década de 1930, cuando
Rockefeller compró y restauró el pueblo. A partir de entonces, los

16 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Colonia Williamsburg.

Introducción • 17
trabajadores-habitantes de la colonia realizan sus actividades,
generalmente comerciales, vestidos como si vivieran en el siglo XVIII. Este
decorado simbólicamente histórico otorga autoridad moral al lugar así
representado, aunque para ello se haya recurrido a banalizar el original. En
Coral Gables, Miami, la piscina remedo del Ponte Rialto de Venecia y una
falsa Giralda de Sevilla asomando entre los árboles ofrecen el aval
“histórico” a un barrio de principios del siglo XX que, de ese modo, pasa a
ser valioso. Propuestas escenográficas de este tipo pretenden resumir el
ideal de conjugar ventajas de la modernidad sin renunciar a la historia. La
historia como simulación de ella misma se considera verdadera y, por tanto,
válida para semantizar el nuevo proyecto. La eliminación de una
concordancia de tiempo y lugar para la autenticidad o veracidad de las
formas construye un presente basado en la suma de fragmentos, cuya única
relación es la aleatoriedad y el azar escenográfico.

Si en su propuesta para Epcot Walt Disney pretendía imaginar y extender la


idea de la ciudad del futuro, en un simulacro de lo por venir, en la colonia
Williamsburg encontramos la historia representada. En ambos casos, pasado
y futuro pretenden transformarse en reales, existir como realidad, y formar,
así, memorias, conductas y deseos. La colonia Williamsburg es, por tanto, un
ejemplo que muestra que ya no es suficiente ver la historia a través de una
pantalla, sino que hay que vivirla y experimentarla.

“Las reconstrucciones ‘naturales’ e ‘históricas’ son cada vez más populares


entre el público que ya ha superado la etapa de los parques temáticos al estilo
Disneylandia. Williamsburg, en Virginia, es una elegante reproducción de un
pueblo sureño de los tiempos de la Revolución […]. Esta autenticidad
escenificada se está convirtiendo en norma en muchos lugares de Estados
Unidos”.4

La dominación de la naturaleza y de cualquier imprevisto, el “no riesgo”, y la


necesidad de sentirse contenidos por un espacio previsible y sin diferencias
son características sociales que también definen la arquitectura que se
produce y se propaga.

Si en Europa se pueden encontrar ejemplos donde no todo se mide de un


modo inmediato y monetario, es debido al peso específico de la sociedad,
más exigente y crítica, que logra resultados tanto arquitectónicos como
urbanos de más calidad. Sin embargo, sería ingenuo pretender que todo es
ejemplar. Sobran los casos negativos de “museificación” y “topificación”
turística de centros urbanos como Venecia y, más recientemente, Praga,

18 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Coral Gables, Miami.

Introducción • 19
como también el crecimiento de la ciudad dispersa y suburbial basada en
áreas funcionales segregadas y redes para el transporte privado. Entre los
casos más positivos cabe señalar la recuperación para uso comunitario de
áreas degradadas o de fábricas obsoletas, como es el ejemplo en la cuenca
del Ruhr de la IBA (Internationale Bauausstellung Emscher Park, 1989) que
demuestra que la única salida no es aquella que marca la relación
empresarial de coste-beneficio, sino que es posible responder al tiempo y a
la sociedad actual sin recurrir a la escenografía. El contenido no es el
simulacro de una historia deseada y supuesta, sino una propuesta que
concuerda con los tiempos y las necesidades reales de una región que se
encontraría en retroceso económico si no fuera por decisiones políticas a
partir de las cuales es posible transformar positivamente un proceso de
decadencia. Espacios que aúnan propuestas arquitectónicas y conciencia
ecológica.

En los núcleos de concentración de riquezas de Asia, África y América Latina y


considerando que cada país tiene sus peculiaridades y diferencias, se hacen
más manifiestas las nuevas maneras de representación de la dualidad social y
económica. Las fuerzas divergentes de las finanzas sobre la ciudad se muestran
más dañinas y exageradas.

En América Latina, la experimentación de cada nueva práctica urbana y


arquitectónica que aparece en el panorama occidental forma parte de su
historia; los restos inacabados del laboratorio americano 5 van quedando
como palimpsestos sobre la trama urbana. Contemporáneamente, se
convierte también en escenario de dos opuestos de difícil conciliación y

20 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Cuenca del Ruhr de la IBA (Internationale Bauausstellung Emscher Park, 1989)

Introducción • 21
de fuerzas desiguales. Por un lado, el interés común, el intento de
recuperar la ciudad, el tejido urbano, social y productivo; y, por el otro, los
sectores más mercantilistas de la sociedad del laissez faire, que toman
una actitud negativa, destructiva y “vampirizadora” frente a lo colectivo y
a la ciudad.

La aplicación de los modelos arquitectónicos se contamina de lo local de


diferentes modos: en las viviendas, en los centros comerciales o en los
edificios corporativos. Contaminaciones o injerencias que tienen que ver con
reutilizaciones de edificios existentes como referencias, y con las trabas
constructivas, tecnológicas, económicas o normativas que impiden o
dificultan la implantación exacta de productos acabados. De todas maneras,
en las ciudades del Tercer Mundo predominan cada vez más los proyectos
que se “fabrican” en estudios de arquitectura estadounidenses y que, al
llegar al país de implantación, sufren una suerte de “traducción”. Gracias a
dichas trabas, el papel que les queda a los profesionales locales en la
construcción de esta nueva forma urbana es el de traductores de planos y
normas.

Según este modelo de autentificación mediática, hemos llegado a la actual


evidencia de que, para que algo exista tenga que pasar por los medios de
comunicación de masas, preferentemente la televisión y el cine. Esta cultura
mediática ha encontrado en la nostalgia el elemento perfecto para su modelo
arquitectónico residencial, en correspondencia con la idea de que el pasado
siempre fue mejor.

La eterna desilusión por el paraíso perdido se transforma en la añoranza de


una idealizada ciudad del pasado, tranquila, humana y sin temores, que ha
llevado a que muchas pretendidas recuperaciones sean sólo una ficción de
cartón piedra. Un simulacro que se instala para convertirse en realidad; una
búsqueda de ciudades de iguales, de casas nostálgicas, de espacios
controlados que separan al extraño, al “otro”, que se convierte en elemento
peligroso. En el reconocimiento del “otro” puede haber diferentes y
ambiguas definiciones, desde cuestiones económicas, étnicas, culturales y
sociales. Lo que, sin embargo, es fundamental e inequívoco es que quien “ni
posee ni consume” es el “otro”, y es el peligroso.

La propuesta genérica es vivir en una burbuja que adquiere variadas formas


y usos pero que, básicamente, consiste en espacios simulados y protegidos.
La apariencia de lo que se quiere ser y la tecnología aplicada al control.

22 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Introducción • 23
NOTAS

1Sassen, Saskia, La ciudad global: Nueva York, Londres, Tokio, Eudeba, Buenos Aires, 1999.
Castells, Manuel, La ciudad informacional. Tecnologías de la información, reestructuración
económica y el proceso urbano regional, Alianza Editorial, 1995.
2 Navarro, Vicenç, Globalización económica, poder político y estado del bienestar, Ariel,

Barcelona, 2000.
3Hannigan, John, Fantasy City, Pleasure and Profit in the Postmodern Metropolis,
Routledge, Londres/Nueva York, 1998.
4Rifkin, Jeremy, La era del acceso. La revolución de la nueva economía, Paidós Ibérica,
Barcelona, 2000.
5 Fernández, Roberto, El laboratorio americano. Arquitectura, geocultura y regionalismo,

Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1998.

24 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


1. GLOBALIZACIÓN
ECONÓMICA Y CIUDAD
En la última década del siglo XX, la nueva situación tecnológica y económica
ha transformado la estructuración sociopolítica a escala mundial,
caracterizada por la disolución de las fronteras y los controles de los Estados,
a favor de la autonomía de las empresas multinacionales, cuyas estrategias
comerciales y económicas incidirán fuertemente en las realidades urbanas.
Esta situación ha conducido a pugnas entre las ciudades para conseguir
ocupar un lugar en las nuevas redes de producción y, en consecuencia, la
ciudad se presenta como si de un individuo aislado se tratara, contradiciendo,
por tanto, la idea de red como estructura de funcionamiento.

Las estructuras económicas dominantes desde la revolución industrial en


1750 hasta mediados del siglo XX, estaban determinadas por la capacidad de
producción de un país, de su producto elaborado. Una primera etapa de
globalización de los transportes permitió que los excedentes de producción
inundasen mercados no productivos. Posteriormente, ha permitido la
descentralización de la producción en función de los costes de la mano de
obra y de los impuestos. Si bien en un primer momento de este proceso
económico los principales países productores generaron leyes protectoras
para mantener la producción en su territorio, el tiempo y el desarrollo de las
comunicaciones informatizadas han demostrado que el poder está en la
conducción de los procesos de producción, con el mantenimiento de las
sedes emblemáticas de las empresas, y no en la producción. Desde el
centro de control se conceptualiza el producto, se crean las ideas y las
imágenes, que son lo que realmente se compra y se vende en la nueva
economía. La producción se segmenta por todo el planeta, allí donde las
condiciones laborales sean más propicias para obtener beneficios
industriales.

“Nike vende conceptos. La empresa establece contratos con fabricantes


anónimos del sureste asiático para que produzcan la forma física de sus
conceptos. Esta nueva forma de hacer los negocios en el estilo red,
destacando el hecho de que son los proveedores sin nombre quienes, de
hecho, producen los productos físicos, que, en determinadas ocasiones,
puede suponer la explotación de los trabajadores”.1

Según el discurso de la globalización, actualmente el poder económico de una


ciudad radica en la producción no tradicional de conceptos e ideas que se
reflejan en las tecnologías de la información y en los servicios que éstas
necesitan: finanzas, seguros, publicidad y marketing. Como resultado, el lugar
productivo de la ciudad es la terciarización de su economía que, en la mayoría
de los casos queda reducida a servicios de servidumbre y deja, de un modo

1. Globalización económica y ciudad • 27


Cartel en defensa de la
conservación de puestos de trabajo
en EEUU frente a la competencia
de China.

Nike vende conceptos

28 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


muy peligroso, la producción de bienes en manos de unos pocos productores
mundiales.

Los avances en el sistema productivo, facilitados por la mejora en los medios


de transporte, la informática y las telecomunicaciones, proveen los
mecanismos necesarios para cambiar la manera de producir objetos de
consumo: de una masificación indiferenciada de producción territorializada a
una masificación diferenciada de producción desterritorializada. La lejanía del
lugar de producción respecto al del consumo facilita la falta de conciencia
social, al tiempo que las campañas de publicidad se encargan de generar
necesidades globales. Este modelo de producción no tiene en cuenta el coste
de la sostenibilidad del planeta, y el expolio de bienes naturales y humanos se
produce en lugares tan alejados del consumidor final que éste no llega a tener
conciencia de la existencia de estos procesos destructivos.

Bajo la imagen de pluralidad en la oferta de bienes de consumo se esconde


una esquematización social a escala planetaria. La reducción de los
productores y la ampliación del mercado permite generar la ilusión de
pluralidad en la oferta. Grandes proyectos de marketing y propaganda dominan
la voluntad social a nivel mundial, sin que importe que se dirijan a sociedades
de orígenes y momentos culturales e históricos diversos y distintos.

La dispersión territorial que permiten los nuevos medios hace necesario que
existan lugares centrales y emblemáticos desde donde dirigir las operaciones.
En esto consiste el papel de las ciudades globales: intentar alcanzar el rango de
ciudad de “comando” ha significado la aparición de estrategias-espectáculo
para lograr su posicionamiento dentro de esta estructura económica global.

El desafío consiste en encontrar, potenciar y desarrollar el papel de cada


ciudad en el contexto de la globalización. Por ello, al tiempo que las ciudades
intentan mantener identidades locales como señas particulares, también
pugnan por atraer la atención de lo global. Cada ciudad busca su singularidad
diferencial, tratando de acaparar la mayor variedad de ofertas en negocio, ocio
y comercio, y así lograr una posición de supremacía. Paradójicamente, la
búsqueda de atractivos para conseguir las inversiones globales ha provocado
que, en muchos aspectos, las ciudades se asemejen cada vez más y pierdan
sus peculiaridades, poblándose de iconos de la modernidad global.

La ciudad conectada se convierte en emblema de su posicionamiento: está


presente en los medios de comunicación y tiene conexiones en la red de
flujos. Es aquí donde la ciudad vuelve a cumplir un papel fundamental en la

1. Globalización económica y ciudad • 29


organización espacial del mundo, frente a todos los discursos que
presagiaban el fin de la ciudad, vaciada de contenido y razón de ser como
resultado de la comunicación, el trabajo y el acceso al mundo a través de los
ordenadores y los sistemas informáticos que posibilitan y favorecen la
dispersión.2 El fin de la ciudad del encuentro real, en beneficio de su
homónima virtual, ha quedado para la ciencia ficción. Sin embargo, no son las
ciudades en su totalidad las que se integran en la megaestructura o tejido
planetario invisible, sino determinadas zonas de las mismas; es, en este
aspecto, que puede considerarse que se produce una desaparición de la
ciudad real en beneficio de la ciudad virtual conectada.

30 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Según Saskia Sassen,3 existen ciudades principales dentro de este nuevo
juego por el poder, ciudades que tienen en su territorio una mayor
concentración de empresas dedicadas a la información y a las finanzas, unido
a los servicios adyacentes a estas actividades principales, como son los
seguros, las empresas de comunicación y marketing. Por tanto, las ciudades
globales son lugares clave para el desarrollo de los servicios avanzados que
precisan de las telecomunicaciones para implementar y dirigir las operaciones
de una economía global. En ellas se concentran las sedes de las principales
empresas, y las de aquellas que generan los servicios imprescindibles para el
desarrollo de los sistemas operativos que permiten la existencia de un centro

1. Globalización económica y ciudad • 31


Singularidad diferencial: tratando de acaparar la mayor variedad de ofertas en negocio, ocio y
comercio, y así lograr una posición de supremacía.

32 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


de comando único. El crecimiento de los fondos de inversión internacional y
los movimientos de la bolsa ha comportado un aumento de recursos
financieros y servicios en las principales ciudades.

Se establece un nuevo marco de relación para las ciudades —la pertenencia o


no a la red global—, independientemente de su contexto territorial y nacional.
La red es una estructura cambiante de relaciones informatizadas que
permiten la determinación de la actividad desde la lejanía y la acción
simultánea de protagonistas alejados en el espacio, comunicados e
interactuando en tiempo real. Una estructura no visible que está formada,
principalmente, por las relaciones creadas entre las empresas.

Esta estructura en red, formada por las áreas globales interiores de las
ciudades se inserta, a su vez, en diferentes marcos de acción regionales, el
primer punto en donde las ciudades deben ganar supremacía para luego
acceder a una competencia global. Estos marcos regionales están
determinados por acuerdos económicos, comerciales y productivos que crean
nuevas uniones territoriales, como la Unión Europea, Mercosur, NAFTA.
Curiosamente, al tiempo que los estados-nación pierden peso, se consolidan
superestructuras que están basadas, principalmente, en acuerdos económicos
y comerciales. Este proceso modifica también las relaciones sociales en las
ciudades y provocan un mayor distanciamiento entre sectores dentro de las
propias ciudades: entre los conectados con la economía global y los que no lo
están. Los derechos civiles desaparecen y dejan paso a relaciones que están
marcadas por contratos mercantiles y a la aparición de espacios de la vida
urbana privatizados.

“Los valores de las esferas política y cultural se han ido mercantilizando


progresivamente, y han sido arrastrados hacia la esfera económica.

Los conceptos de participación democrática y derechos individuales se


trasladaron con éxito al mercado, donde renacieron en forma de soberanía y
derechos del consumidor. Para millones de estadounidenses, los derechos de
comprar y poseer se han convertido en expresiones de la libertad individual
mucho más significativas que acudir a las urnas a ejercer su derecho al
voto”.4

Las fuertes desigualdades territoriales y sociales que ha generado la impronta


de la globalización en la determinación formal de la ciudad, hacen que, aún
hoy, las palabras que escribiera Nicolás Maquiavelo en El Príncipe resulten
actuales:

1. Globalización económica y ciudad • 33


“El que se hace señor de una ciudad acostumbrada a vivir libre, y no
descompone su régimen, debe contar él mismo con ser derrocado por ella.
Para justificar semejante ciudad su rebelión, tendrá el nombre de la libertad, y
de sus antiguas leyes, cuyo hábito no podrán hacerle perder nunca el tiempo
ni los beneficios del conquistador. Por más que se haga […], si no se desunen
y dispersan sus habitantes no olvidará ella nunca aquel nombre de libertad ni
sus particulares estatutos […]. Pero cuando las ciudades o las provincias
están habituadas a vivir bajo la influencia de un príncipe, como están
habituadas por una parte a obedecer y por otra carecen de su antiguo señor;
no concuerdan los ciudadanos para elegir otro nuevo; y no sabiendo vivir
libres son más tardos en tomar las armas. Se puede conquistarlos
(especialmente cuando se dice que se traen la libertad y la igualdad al pueblo)
con más facilidad y asegurar la posesión suya”.5

CIUDAD DENTRO DE LA CIUDAD

La ciudad global no es única, ni tampoco un grupo de ciudades, sino que son


fragmentos interiores en diferentes ciudades especialmente bien
comunicados, tanto real como virtualmente, con las otras áreas globales. En
este sentido, la ciudad global es una ciudad virtual en tanto que se constituye
a partir de áreas separadas en el espacio físico pero unidas en el espacio de
la comunicación y los flujos.

En la década de 1970, la cultura arquitectónica europea planteó discursos de


recuperación de la ciudad como espacio público —lugar de encuentro y
creador de sentido—, frente a la ciudad dividida en áreas funcionales
promovida por el movimiento moderno. En la misma época, ciudades como
Baltimore o Boston afrontaron la recuperación de las áreas funcionalmente
obsoletas de sus puertos para convertirlas en espacios de entretenimiento,
esto es, de ocio y de consumo.

La crisis económica de principios de la década de 1980 hizo posible que las


ciudades se presentaran como tábulas rasas para la implantación de los
emblemas de nuevos flujos de capital. La decadencia funcional de las
infraestructuras de transporte y de producción situadas en áreas centrales,
con el consiguiente deterioro económico y social, fue el detonante de
importantes transformaciones urbanas: los centros que recuperan y
escenifican la historia de la ciudad, los suburbios utópicos y sedados, los
parques temáticos de ocio y consumo, los edificios corporativos y las redes de

34 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Parques temáticos de ocio y consumo

Suburbios utópicos y sedados

1. Globalización económica y ciudad • 35


comunicación, desde aeropuertos a autopistas, configuran una ciudad
segmentada, fragmentada y sin identidad propia.

En la mayoría de las intervenciones, el modelo que ha tenido mayor fortuna


ha sido el de la recuperación escenográfica y consumista, y ha sido aplicado
tanto a los puertos como a la interpretación de la ciudad como decorado
histórico para las industrias globales. Los emblemas urbanos para captar la
atención se programan de espaldas a la ciudad y a la ciudadanía, en un
nuevo ajuste de fuerzas donde los gobiernos de las ciudades han dejado que
otros las piensen por ellos. La ciudad se entiende, simplemente, como un
negocio o una mercancía, y no como un complejo producto social, político y
económico.

La ciudad es el lugar de la interacción de flujos y en la ciudad de la


globalización se exacerba la importancia de un tipo de corriente específica.
La mejora de las infraestructuras para los flujos de comunicación y de
información se realiza bajo la presión de un mayor flujo económico y laboral
allí donde confluyan las telecomunicaciones, las autopistas digitales y reales
y las estaciones multimodales. Las infraestructuras se piensan y se
entienden desde una macroescala que sólo considera la velocidad y la
rapidez como virtudes, pero que se alejan de la cotidianidad urbana. Las
cifras de previsión futura para el aprovechamiento de unas tecnologías que
rápidamente quedan obsoletas, el consumo irrecuperable de territorio y la
pérdida de la capacidad productiva en el ámbito local son números que no
intervienen en la ecuación de las grandes infraestructuras, gastos que se
presentan como imprescindibles de cara a la modernización de una ciudad
cuando benefician principalmente el rápido movimiento de los flujos de
capital. Las ganancias que estas inversiones revierten en la ciudad no están
realmente comprobadas, pues consisten en grandes inversiones públicas
que sirven para desarrollar intereses sectoriales, sin extrapolar
suficientemente la relación entre el gasto en infraestructuras y el resultado
económico real para la ciudad.

“La expansión planificada por Disneylandia para el próximo milenio agotará


millones de dólares de los fondos locales y del Estado para desarrollar
infraestructuras y autopistas que permitan que el parque sea más accesible
para los visitantes y, por consiguiente, más lucrativo para Disney. A raíz del
levantamiento de 1992, es difícil dejarse de preguntar qué hubiera sido el
South Central de Los Ángeles con un paquete de medidas financieras
comparablemente tan lujosas provenientes del Estado, la ciudad y el
condado”.6

36 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Tal como sostienen los defensores de un crecimiento sostenible, en la
ecuación de ganancias debe entrar el capital natural irrecuperable, que se
pierde en cada expansión sobre el territorio realizado sin una previsión real
del impacto natural, social y económico. Si se llevan a cabo las inversiones a
escala global de la ciudad, olvidando y relegando las inversiones públicas
para la sociedad local, peligrará la cohesión social con el consiguiente
aumento de la población excluida y el peligro de producir el efecto inverso del
que se desea: no resultar competitiva ni apetecible para las inversiones
globales de primera línea.

LA ARQUITECTURA COMO RECLAMO PUBLICITARIO

La ciudad ha sido y es un collage, una entidad que adquiere nuevo sentido


mediante la adición de cada época. La ciudad no es una unidad cerrada en sí
misma, ni tampoco un concatenado de fragmentos inconexos.

Sin embargo, la repercusión de estos nuevos intereses económicos y


emblemáticos sobre la estructura urbana provoca una ciudad formada por
fragmentos; no una ciudad collage que forma un todo, sino una ciudad creada
sobre la base de partes independientes regidas por los intereses del mercado.
La ciudad como superposición de fragmentos seleccionados por el mercado no
es más que una aglomeración de partes que se quieren diferentes y que no
buscan formar una entidad nueva, clara o reconocible. Las diferencias entre los
fragmentos son meras apariencias, ya que todos se han seleccionado a partir
de un mismo discurso y de una misma lógica: la vida es consumo y el ciudadano
ha cambiado su estatuto y derecho civil por uno comercial, el del consumidor.
Cada fragmento es autónomo y sin relación entre sí, como mónadas.

No hay una concepción de ciudad en conjunto, con todos sus problemas y


dificultades, sino que se segregan áreas a “resucitar”. Las pautas de los
nuevos centros neurálgicos no son exclusivamente geográficas o generales
respecto a la ciudad, sino que están marcadas por diferentes intereses y
valores que pertenecen a lo global:

ACCESIBILIDAD: permite incorporar zonas, no necesariamente urbanas, pero


sí especialmente cualificadas, al quedar en el radio de influencia del trazado de
una vía rápida de comunicación. Se trata de comunicaciones en sentido amplio,
de comunicación virtual y real, de cables y vías, de satélites y pistas, de
accesibilidad vial rápida, y de buenas conexiones con otros territorios (trenes

1. Globalización económica y ciudad • 37


Una ciudad formada por fragmentos: Valla publicitaria del proyecto de reforma de la Calle 42,
Nueva York, 2000

38 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


de alta velocidad, aeropuer-tos y puertos); todos ellos elementos de
cualificación. Estos espacios de hiperconectividad son las áreas globales de la
ciudad, nuevos centros parciales y monofuncionales, terminados de configurar
por la accesibilidad en vehículos individuales.

IMAGEN: tiene dos vertientes, la nostálgica y la tecnológica. La primera


consiste en la nostalgia histórica como valor de cambio, ya sea en la
reutilización y recuperación de áreas históricas para nuevos usos de ocio o
empresarial, de modo que lo preexistente se transforma en la imagen de las
nuevas relaciones y se mercantiliza la memoria; como ha sucedido con los
Docks de Londres, el barrio de Tribecca en Nueva York, Puerto Madero en
Buenos Aires. Un caso extremo es el centro his-tórico barroco de Praga,
convertida en una rémora artificial de sí misma llena de hoteles de cadenas
internacionales, restaurantes de comida rápida y tiendas de marcas de moda,
sólo franquicias mundiales que eliminan las rugosidades,7 las diferencias y, en
definitiva, la realidad. O a través de la creación escenográfica de espacios con
historia o tradicionales que se aplican generalmente al habitar segregado,
desde las “ciudades” propuestas por el new urbanism hasta los resorts, que
pretenden resumir la realidad del lugar en unos cuantos tópicos.

La otra vertiente es la imagen de la hipertecnología, la transparencia y los


edificios inteligentes, vinculada generalmente a las firmas del star system
arquitectónico, por tanto, validado por la crítica, es decir, más difícil de
desenmascarar.

EMBLEMA: elementos con el suficiente prestigio como para transformarse en


elementos dinamizadores del entorno, haciendo posible la aglutinación de una
serie de empresas a su alrededor, como puede ser la existencia de un centro
de investigación o una universidad; como en el caso de Sillicon Valley. Aunque
también en casos más banales, la aparición de un parque temático genera
toda una actividad urbanizadora —la verdadera fuente del negocio y el
atractivo para la inversión terciaria—, como el caso fundador y emblemático
de la instalación en Arnheim de Disneylandia en 1955.

Estos tres aspectos —accesibilidad, imagen y emblema— funcionan como


dinamizadores urbanos de mercado. Por lo tanto, la ciudad en su totalidad no
importa, sino que se escoge la parte que resulta rentable para los intereses
sectoriales.

Se valorizan y recuperan áreas urbanas de un modo sectario, tanto por la


localización como por el usuario, lo cual implica que las clases con menores

1. Globalización económica y ciudad • 39


recursos sean expulsadas hacia la periferia interior y exterior. Periferia en
tanto que espacio que carece de calidad urbana. Se fomentan así una serie de
relaciones urbanas de privilegio, donde determinados trabajos,
entretenimientos y residencias disfrutan y poseen el espacio urbano
recuperado en exclusiva.

La determinación del espacio público y de la forma urbana depende cada vez


más de la inversión privada, del movimiento del flujo del capital. La lógica del
beneficio del productor que genera consumo incesantemente y que lo
convierte todo en objeto de usar-y-tirar también ha llegado a la arquitectura y
la ciudad. Su carácter efímero es, tal vez, el común denominador de toda la
producción arquitectónica actual y, como todo objeto de consumo, lo
importante es el impacto que genera fundamentalmente como novedad. En el
libro Mutaciones, Rem Koolhaas describe el Delta del río Perlas (DRP) como
la encarnación de la ciudad futura, ya presente, marcado por el cambio
constante de las funciones de los edificios:

“Reconversión permanente. No hay un estado final, sólo una mutación de una


condición a otra. En Europa podría pasar lo mismo muy pronto, y la ilusión de
que una arquitectura alcanzará alguna vez su finalización, probablemente se
evaporará en los próximos veinte años […], misterioso, casi siniestro,
pronóstico […].

Los rótulos son la encarnación más tangible que estos proyectos podrán
alcanzar jamás”.8

El cambio constante como motor hace casi imposible la realización de planes


urbanos prolongados, pues el objetivo es realizar un esquema urbano y
arquitectónico lo suficientemente maleable o indefinido para que pueda
modificarse según las necesidades cambiantes del mercado.

La búsqueda de inversores se refleja en la pugna entre las ciudades y su


arquitectura, que juega un papel protagonista en tanto que representación del
poder local. El papel de los edificios como publicidad queda explicitado en la
irrupción, a lo largo de la última década del siglo XX, de una serie de
contenedores emblemáticos de esta nueva situación, cuya función es
convertirse en símbolo exterior y visible de la modernidad, vitalidad,
posibilidades y futuro de la ciudad. Una imagen plausible
de ser incorporada como un icono del marketing y la estrategia comercial para
la ciudad. Para asegurar su efecto, la elección del arquitecto también se realiza
en función de su impacto mediático. La mayor difusión la alcanzan las obras de

40 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


La homogeneidad urbana evidenciada en un anuncio publicitario

arquitectos foráneos, lo cual ha convertido a un elegido grupo de arquitectos


del star system en un grupo de viajantes de la globalización, que venden su
sello al mejor postor.

El impacto de la novedad como base para construir ciudades es muy débil.


Una vez pasada la fuerza del momento inicial, es necesaria una nueva
invención para que la ciudad siga estando viva según estos parámetros de
consumo.

Los métodos de la ciudad global para intervenir en la ciudad preexistente la


disuelven, la construyen como nodos de una red, conectados por cables
invisibles, aislados de su realidad próxima. Sus espacios son productos que
se exhiben de un modo disperso, sin necesidad del lugar; es más, el lugar es

1. Globalización económica y ciudad • 41


rechazado como diferenciador. Un barrio cerrado o fortificado tiene límites
infranqueables; el centro de ocio y consumo tiene accesos dificultosos para
el peatón; el edificio corporativo se eleva sobre sus vecinos. A todo esto se le
añade, como denominadores comunes, la vigilancia, el acceso en vehículo
privado, el conocimiento de códigos de conducta y apariencia. Aquello que
queda fuera de esta red invisible es la ciudad que se deteriora y se abandona,
dando la razón al discurso del peligro de la ciudad, del peligro del otro: la
ciudad es el lugar donde residen y sobreviven los no conectados.

“Las ciudades y regiones a finales del siglo XX […] son […] multiétnicas,
multirraciales, múltiples. La diversidad cultural que está emergiendo como una
característica distintiva de las nuevas ciudades globales produce también
aquello que denomino como un nuevo desorden mundial. La ciudad o región
multicultural es percibida por muchos como una amenaza más que como una
oportunidad. La amenaza es múltiple: psicológica, económica, religiosa y
cultural. Es una complicada experiencia del miedo al ‘otro’, el miedo a la
pérdida del trabajo, el miedo a que la manera de vivir sea erosionada, miedo al
cambio en sí mismo. Estos miedos producen grados crecientes de ansiedad y
de violencia sobre los que son diferentes […]. Creo que estos miedos
constituyen una amenaza tan importante para la futura estabilidad de nuestras
ciudades y regiones como la, mucho más discutida, de las fuerzas
económicas”.9

Este miedo se hace visible en las formas urbanas de la exclusión que se


niegan a enfrentar el conflicto, postergando el diálogo y la solución de los
problemas de la ciudad real. La ciudad generada sobre la base de
extirpaciones de partes sanas y enfermas mediante su segregación, no hace
sino aumentar los problemas y las dificultades. La ciudad de las áreas
globales es un futuro posible sólo para los incluidos.

LA GLOBALIZACIÓN INSTALADA EN BUENOS AIRES

A las circunstancias globales de crisis económica y de cambios productivos


de principios de la década de 1980, se agrega en Buenos Aires el final de los
períodos de dictadura que, de manera intermitente pero mayoritaria,
gobernaron el país durante cincuenta años (1932-1982). El difícil retorno a la
democracia; los graves problemas heredados, fundamentalmente en el campo
de los derechos humanos y de la economía; la necesidad propia y ajena de
renovar el marco legal y las atribuciones de los diferentes niveles de gobierno,

42 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


son características internas que se añaden a los de la globalización como
fenómeno mundial genérico.

Las fuertes disfunciones entre necesidad y oportunidad, entre medios legales


y económicos, entre políticas urbanas pensadas por y para el mercado, y no
por y para la ciudad, han provocado que el Buenos Aires del cambio de siglo
presente un panorama especialmente complejo. La segregación social, la
fragmentación urbana, la inmigración y la emigración, los territorios de
excluidos y los de incluidos, hacen fácilmente aplicables políticas urbanas
regidas por la inversión financiera inmobiliaria como ilusión de la
“regeneración” y del crecimiento urbano.

Características similares son compartidas con otras ciudades del Tercer Mundo,
o en vías de desarrollo, donde guerras y dictaduras abonaron el terreno a la
ciudad global, donde el mercado, el capital, puede desplegar todas sus
estrategias sin condicionantes; sociedades que ya son duales o están escindidas.

1. Globalización económica y ciudad • 43


La ciudad de Buenos Aires entró en la década de 1990 en las nuevas
coordenadas económico-espaciales definidas por la libre circulación de
productos, la producción desterritorializada y la fórmula del patchwork de la
ciudad de la especulación financiera, basada en el beneficio económico de la
desigualdad social.

Del crecimiento urbano que podríamos denominar más natural, que parte del
afianzamiento del área central para ir creciendo lentamente y con poca
densidad en los bordes, se ha llegado a un crecimiento espasmódico, que
responde a los intereses privados sectoriales que provocan que la ciudad
crezca por fragmentos y se acentúe la segregación social.

“En Buenos Aires, el ciclo expansivo estuvo marcado básicamente por el


trazado inclusivo de las infraestructuras públicas por parte del Estado desde
finales del siglo XIX y por la expansión, sobre el soporte público, de un
mercado habitacional privado diseminado ampliamente en la sociedad a
través de operaciones de pequeña escala. La sucesiva formación de suburbios
fue facilitada por una irradiación subsidiada del transporte público, y estuvo
caracterizada por la comunicación universal de la cuadrícula pública y la casa
unifamiliar propia como modelo de asentamiento […]. Y, al mismo tiempo que
la casa supuso un mecanismo eficaz para transportar a una sociedad desde la
heterogeneidad y la convulsión hacia el ideal de una comunidad de pequeños
propietarios, los barrios comunicados y homogeneizados por la cuadrícula
pública resultaron una efectiva puerta de ingreso a una ciudadanía activa, que
incluyó derechos civiles, políticos y sociales”.10

La ciudad espasmódica se apoyó en la reestructuración económica que partió


de la Ley de Reforma del Estado y de Emergencia Económica en 1989 y la Ley
de Convertibilidad en 1991, con un gran costo social pero muy útil para los
inversores financieros. A las condiciones locales hay que agregar las
modificaciones del panorama económico global, principalmente la
disminución de las tasas de interés a escala mundial, que hizo necesaria la
apertura a nuevas áreas de inversión que rentabilizaran las operaciones
financieras. La coincidencia del aumento de flujo de capital con el proceso de
privatización de empresas y suelo público generaron un auge de la
construcción e hicieron que Buenos Aires se convirtiera en la década
de 1990 en un perfecto espacio para un urbanismo del fragmento. Los
elementos urbanos se colocaron allí donde el capital los necesitaba, sin
planificación ni control social, recuperando áreas emblemáticas centrales e
inventando nuevas áreas de centralidad en relación con los sistemas de
autopistas.

44 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Imágenes de Buenos Aires del consumismo a la falta de urbanización.

1. Globalización económica y ciudad • 45


Barrio de Núñez, las vías del tren atraviesan la ciudad, en segundo plano los condominios cerrados
y vigilados de clase media.

Barrio de Belgrano esquina de Av. Cabildo y Juramento.

46 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Vista aérea de Buenos Aires

“Será en los años noventa cuando todas esas transformaciones fueron


reconocidas como una nueva configuración urbana, ya que el tipo de
apertura económica que se produjo supo encontrar, en el nuevo territorio
fragmentado de la ciudad, un campo de operaciones completamente
funcional para sus nuevas lógicas y, consecuentemente, el poder público que
promovió aquella apertura se dedicó a potenciar sus principales aspectos.
Lo que hasta entonces parecía meramente un paisaje urbano y social
transitorio, generado por la crisis económica, se mostró como el cimiento de
la salida modernizadora de los noventa, cuando un sistema urbano
completamente novedoso comenzó a delinearse, con la promoción de
enclaves urbanos privados frente a la tradicional inclusividad
homogeneizadora de la grilla pública; la generalización de sistemas de
dispersión territorial, que, por primera vez en la historia de Buenos Aires,
suponen una amenaza cierta para la pervivencia de las cualidades de su
centro; la multiplicación de la oferta de servicios privados para sectores de
renta media-alta frente a la notoria decadencia de las redes públicas
universales; y, más en general, la conversión del espacio público en objeto
de negocios privados, con la conversión del Estado en vanguardia de esos
negocios y de la sociedad urbana en una suma simple de intereses de
competencia”.11

1. Globalización económica y ciudad • 47


La ciudad de Buenos Aires constituyó su primer gobierno autónomo,
democráticamente elegido, en 1996. Como Capital Federal y sede de
organismos públicos nacionales continúa sujeta al orden jurídico nacional y a
las decisiones del Congreso Nacional, en cuanto a la propiedad y destino final
de las tierras ferroviarias, portuarias, militares y de empresas públicas.

Las dificultades en la gestión, en parte derivadas de las diferencias entre


gobierno local y gobierno nacional, de diferente signo político, entorpecieron
la realización de planes y proyectos en la ciudad, coincidiendo con la
aparición de grupos de inversores de capital financiero interesados en “hacer
ciudad”. Este hecho se vio reflejado en las decisiones políticas sobre la
ciudad que marcadas por el cambio constitucional de 1994 determinaron la
premura con que se decidieron grandes proyectos urbanos. Las acciones del
Gobierno Nacional estuvieron más orientadas a la actividad de vendedor que
a las de inversor y generador de la idea de ciudad deseada; el papel de gestor
quedó reducido a generar los cambios normativos necesarios, calificados
como “medidas estratégicas”, que favorecieran el modelo de ciudad que la
inversión de grandes capitales nacionales e internacionales deseaban.

Las intervenciones del mercado libre sobre la ciudad sólo fomentaron la


mejora y recuperación de zonas centrales rentables y la desaparición del
Estado inversor, garante del reequilibrio urbano, provocó un empobrecimiento
y empeoramiento de los servicios e infraestructuras públicas.

“El proceso de reestructuración de la economía que arranca a principios de


los años ochenta sigue una serie de pautas de ocupación del territorio […]
que, en la ciudad de Buenos Aires, se expresan con:

- La red de infraestructura industrial se transforma para ser utilizada para el


ocio y el consumo.
- Localización de empresas en dos polos: área central (representativa,
tradicional) o sobre vías rápidas de comunicación en zonas periféricas.
- Área central dedicada a la “globalidad”: edificios representativos, finanzas,
centros de convenciones, hoteles, vivienda de lujo”.12

Este proceso de reestructuración afectó a áreas centrales de infraestructura


portuaria y ferroviaria en desuso. Las principales áreas liberadas son: el
antiguo Puerto Madero (170 ha); la estación ferroviaria de Retiro (93 ha); y el
resto de las estaciones ferroviarias y sus playas de maniobra, que
comprenden alrededor de 500 ha en toda la ciudad de Buenos Aires.
Otro elemento importante que marca una pauta de la existencia de áreas

48 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


globales en el interior de Buenos Aires es su ingreso en el escenario mundial
del “mercado inmobiliario”, uno de los principales negocios en la
globalización.13

“Nuevos actores y nuevos propietarios urbanos aparecerán orientando el


proceso de urbanización metropolitano, bajo la promoción del Estado.

Entre ellos podemos mencionar a grupos económicos nacionales, a veces


asociados con inversores internacionales, quienes, a través de la rama
inmobiliaria de la empresa, participarán en el desarrollo de estos
emprendimientos […].

1. Globalización económica y ciudad • 49


Privatización del espacio público en La Recoleta, Buenos Aires.

En todos los casos, la estrategia es ‘comprar barato en lugares clave’ […], se


las desarrolla, alquila o vende a mayor precio, aprovechando los niveles de
rentabilidad inmobiliaria que oscila entre el 12-20% frente al 5-7% de países
como Estados Unidos o Inglaterra”.14

Nos encontramos, por lo tanto, ante una ciudad que posee áreas pujantes, que
exhiben gran desarrollo e inversión realizadas por inversores privados, en su
mayoría extranjeros, sin que se hubiera adoptado una política urbana para la
ciudad en su conjunto. En todo caso, si la ciudad pretende jugar en la liga de la
globalización, también ha de tener una estrategia. A la ciudad le hubiera
faltado definir previamente su ubicación y función en la red de ciudades, de
manera que le sirviera para el planeamiento de las políticas urbanas, en lugar
de dejarlas libradas a la decisión de la especulación urbana.

“Entre 1988-1998 […], tanto la inversión pública como privada se localiza


mayoritariamente en los corredores norte y oeste, con escasas intervenciones
en los espacios centrales y los bordes de la ciudad”,15 siendo estos corredores
las áreas de mayor renta de la ciudad.

La gestión de la ciudad se limita a actuar y proponer mejoras parciales sobre


las mismas zonas que propone la inversión privada. Como explica el

50 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


documento de trabajo para el Plan Urbano Ambiental redactado en octubre
de 1998:

“En tal sentido, las políticas urbanas deberán orientarse a impulsar la


consolidación de los papeles internacionales de Buenos Aires y al desarrollo
de los grandes equipamientos e infraestructuras que la ciudad necesita para
cumplir con ellos, apuntando a contar con redes y servicios del más alto nivel
y a una expansión de la oferta de ‘espacios internacionales’ que cuenten con
la necesaria calidad ambiental, paisajista, cultural, de seguridad y de
integración social como para otorgar ventajas comparativas que le permitan
competir eficazmente en el cada vez más competitivo escenario mundial”.16

De aquí se trasluce la adecuación de los intereses de la ciudad a los intereses


sectoriales del movimiento del capital global, que necesita “no lugares” allí
donde vaya.

“Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un


espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni como
relacional, ni como histórico, definirá un no lugar [...], se multiplican en
modalidades lujosas o infrahumanas, los puntos de tránsito y las ocupaciones
provisionales (las cadenas de hoteles y las habitaciones ocupadas
ilegalmente, clubes de vacaciones, campos de refugiados...) donde se
desarrolla una apretada red de medios de transporte, que son también
espacios habitados [...], un mundo así prometido a la individualidad solitaria, a
lo provisional a lo efímero, al pasaje”.17

La expresión edificada de esta búsqueda de espacios internacionales queda


reflejada en la construcción de hoteles cinco estrellas; edificios
representativos de la modernidad empresarial; viviendas en guetos de lujo;
centros comerciales y centros de convenciones que prevalecieron en la
década de 1990. Esta ciudad de ciencia ficción se ha ido construyendo
mientras la sociedad argentina caía en un proceso de empobrecimiento
imparable, que llegó a finales del 2001 con más de un tercio de la población
bajo la línea de la pobreza.

La arquitectura global en Buenos Aires, siguiendo las pautas de accesibilidad,


imagen y emblema, produjo diferentes recuperaciones sectoriales y
fragmentarias, que han significado oportunidades perdidas para la ciudad. Al
dejar la estructuración de las áreas vacantes en manos de inversores, lo que
constituye una oportunidad se ha convertido en un nuevo problema de
segregación y fragmentación.

1. Globalización económica y ciudad • 51


LOS NUEVOS MONUMENTOS

Para Aldo Rossi, los monumentos urbanos son las plazas, iglesias, escuelas,
teatros, museos, etc., espacios para el intercambio de experiencias y
significados, de interacción, de utilización y creación de memoria, espacios en
los que cada uno es, simultáneamente, aprendiz y constructor de la memoria
urbana. Son espacios que no pueden repetirse, explicarse ni crearse ex
profeso; sólo la lenta construcción de la ciudad y la experiencia directa y
personal los hará reales y concretos.

“Florencia es una ciudad concreta, pero la memoria de Florencia y su


imagen adquieren valores que valen y representan otras experiencias. Por
otra parte, esta universalidad de su experiencia, nunca podrá explicarnos
concretamente aquella forma precisa, aquel tipo de cosa que es
Florencia”.18

En las actuales condiciones los contenedores se transforman en hitos


urbanos, en nuevos monumentos que determinan y configuran la ciudad pero,
contrariamente a los monumentos reseñados por Aldo Rossi, se erigen
aislados de su entorno, sin tiempo y con valores predifundidos. El valor que
Rossi otorga al locus, como relación singular y a la vez universal entre el
hecho construido y el lugar, se menosprecia ahora en favor del hecho universal
simplificado en imágenes reduccionistas de la realidad. A las experiencias
concretas se les ha otorgado una forma simbólica simplificada, repetible por
doquier, que ofrece estos nuevos espacios como sucedáneos de la auténtica
experiencia urbana.

Sin embargo, podemos pensar los monumentos como tales, en tanto que
espacios para la celebración del mito a través de pautas o ritos, o sea, de
repeticiones de conductas preestablecidas a partir de las cuales se reafirman
y consolidan las referencias comunes, aunque no sean espacios simbólicos
de la experiencia creativa.

“Creo que la importancia del rito y su naturaleza colectiva, su carácter


esencial como elemento conservador del mito, constituyen una clave para la
comprensión del valor de los monumentos y […] de la trasmisión de las ideas
en la realidad urbana […].

Puesto que el rito es el elemento permanente y conservador del mito, lo es


también el monumento que, desde el momento mismo que atestigua el mito,
hace posible sus formas rituales”.19

52 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Si el monumento es la escenificación o representación del mito colectivo
validado por los ritos, los nuevos monumentos son aquellos que aglutinan los
valores correspondientes a la sociedad de consumo base de la ciudad global,
pues en su interior son posibles las nuevas formas rituales marcadas por la
preeminencia del consumo. Los nuevos monumentos permiten reconocer y
consolidar formas de vida en los espacios que nos proponen para vivir,
trabajar y entretener. Nuevos rituales que generan pautas de conducta que
incluye desde la vestimenta hasta los establecimientos a los que ir y donde,
gracias a la publicidad, nos reconocemos. Por lo tanto, los nuevos
monumentos reinventan el mito colectivo.

La experiencia del monumento como lugar de intercambio personal se somete


a la experiencia del consumo, al tiempo que las ciudades como redes
espaciales de experiencia personal y única, de descubrimiento y deriva,
quedan anuladas por las múltiples, pero pautadas, vías de comunicación para
recorrer en automóvil, sin más referencia que el punto de partida y el de
llegada.

Si hiciéramos un plano de la ciudad global con criterios similares al plano


tardo barroco de Roma realizado por Giovanni Battista Nolli, en que los
espacios públicos conforman un tejido de relación, la base sobre la que se
sustenta la ciudad y la vida urbana, veríamos cómo los actuales seudo
espacios públicos conforman áreas aisladas. Dichos espacios conforman
sólo los nodos de la red, desaparece la trama o queda reducida a un frágil y
excluyente tejido de las vías rápidas de comunicación y de las líneas
intangibles de las TIC. La urdimbre del tejido está formada por redes
invisibles e individuales. Los espacios introspectivos y cerrados se
relacionan entre sí mediante líneas de flujos, quedando la ciudad como un
magma de fondo.

La figura metafórica de la red y los nodos, que llena la literatura posterior a


la supuesta difusión de Internet, se hace realidad en la ciudad, donde
permanecen los puntos conectados y los desconectados en realidades
paralelas no relacionadas. Podríamos pensar en una especie de plano de la
experiencia personal, única e irrepetible, como los que plantearon los
situacionistas, a partir de la cual se podría construir un plano mental con
hitos y monumentos propios. O la ciudad según Kevin Lynch, donde lo
principal es el reconocimiento y la identificación. Sin embargo, el plano
basado en los nodos y líneas de flujos se halla predeterminado por la
colocación de los fragmentos que conforman la nueva ciudad con únicas
alternativas de conexión, creando recorridos individualistas preestablecidos

1. Globalización económica y ciudad • 53


que paradójicamente no radican en la experiencia individual. La deriva, por
lo tanto, ya no es posible en una ciudad de redes. La red tiene nodos por los
que invariablemente se ha de pasar, fluir y transitar, y agujeros negros que
deben evitarse. Si no podemos hacer un mapa, tampoco se puede transformar,
modificar o superar la realidad del espacio urbano. Aquello que no podemos
representar ni mapificar, tampoco podremos apropiárnoslo y, por consiguiente,
permanecerá imperturbable e inamovible.

Los nuevos monumentos no forman una estructura urbana, sino que escinden
la existente, se aislan de la realidad exterior y crean una realidad propia en su
interior. El nuevo monumento como elemento singular incorpora lo simbólico
reducido a lenguajes e iconos de puro consumo. La difusión de los medios de
comunicación de masas influyen en la determinación del arquitecto y en la
formalización del nuevo monumento. La arquitectura ya existe antes de
construirse y de ser tangible. La realidad virtual de los medios gráficos e
infográficos convierte en real aquello que muestra, determinando con
anterioridad, mediante el marketing y la publicidad la repercusión social del
proyecto, su éxito o su fracaso. Como lo que se busca es imagen y no
materialidad, la formalización de la piel de los contenedores se convierte en
el elemento fundamental para la cualificación
de esta arquitectura.

Los nuevos monumentos son clones, y las características diferenciales del


lugar quedan como residuos en la uniformidad que los caracteriza. Se pueden
definir las características formales de los nuevos monumentos en dos grandes
apartados.

El primero de ellos persigue una imagen de alta tecnología mediante el uso


del vidrio y los metales, mientras que el segundo utiliza formas históricas
ficticias, no-tectónicas y preferentemente dulcificadas por los colores en
tonos pastel. La utilización de uno u otro material situará al edificio en una
franja determinada de consumidores o en un rango de actividades.

Por un lado, un proyecto con “ambición cultural” será realizado por un


arquitecto de mayor prestigio crítico, quien optará por una imagen
tecnológica de vidrio, metal, pantallas catódicas o la fugacidad de los
efectos luminosos: Jean Nouvel en el centro Euralille o Rem Koolhaas en el
museo Guggenheim de Las Vegas, donde la combinación de tecnologías
punta se convierte en la imagen y justificación de la arquitectura. Estos
arquitectos, herederos de la modernidad, construyen su discurso con la
confianza ciega en que los avances tecnológicos determinan un camino

54 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


ineludible hacia el futuro. Dentro de este paradigma de modernidad que
constituyen los contenedores de alta tecnología, es importante la utilización
de la luz artificial como definidor del volumen: fachadas que se configuran
sobre la base de proyecciones cambiantes o anuncios luminosos. Este
exceso de confianza en la técnica la convierte en una arquitectura del
despilfarro, de la soberbia humana que cree dominar una naturaleza
inagotable.

Por otro lado, la arquitectura que quiere representar lo invariable, la esencia


tradicional de la vida en sociedad, un mundo bucólico cuyo repertorio de
imágenes proviene de las escenografías televisivas o de los parques
temáticos fundacionales de Walt Disney. Esta arquitectura se identifica con el
deseo de un medio impoluto, una ciudad y sociedad perfectas. La tecnología
se esconde detrás de fachadas de cartón piedra, de falsos referentes
históricos, negando la modernidad en una visión neorromántica del mundo.
Una arquitectura más parecida a un plató cinematográfico que a una realidad
material.

“Cuando lo real ya no es lo que era, la nostalgia cobra todo su sentido.


Pujanza de los mitos del origen y de los signos de la realidad [...]. Escalada de
lo verdadero, de lo vivido, de la resurrección de lo figurativo allí donde el
objeto y la sustancia han desaparecido”.20

Ambas variantes, la tecnológica y la nostálgica, son imágenes de espacios y


formas puras sin contaminar, ni del otro ni de lo que no es bello; sólo es feo
aquello que el consumo no ha convalidado. Ambas propuestas, aparentemente
distantes, responden a los mismos criterios de pureza, falta de contaminación
y autismo urbano, ya sean con piel de vidrio o historiada; una realidad única
sin la presencia facetada de la ciudad, que evita las referencias a la
complejidad y la relación y diálogo con el entorno. Son arquitecturas
ensimismadas.

“Otros tipos de espacios públicos han sido afectados por las cosas que más
caracterizan el mundo de Disney: espectáculo, vigilancia y control.”21

La ciudad de la globalización es la de la pobreza excluida y la riqueza


excluyente. Estas diferencias van en aumento, y el reflejo de esta realidad
económica y social se percibe en el modo cómo se desarrollan y construyen
las ciudades; una ciudad que no puede ser sino fragmentada, que sólo puede
reconstruirse, unirse, a través del montaje de los fragmentos obtenidos en el
continuo y veloz viaje entre las partes.

1. Globalización económica y ciudad • 55


En esta ciudad construida sobre la base de fragmentos autónomos, geometrías
y realidades yuxtapuestas, las autopistas son los elementos clave que han
contribuido a generar la rotura y el quiebro, convirtiéndose en piezas
fundamentales de este nuevo tipo de espacio cuyo desarrollo y uso se ha
potenciado en las ciudades desmembradas. Quien sobrevuela la ciudad desde
las autopistas obtiene una visión unitaria; la ciudad que se vive así no expresa
sus desavenencias. En este traslado continuo, la ciudad resulta un magma
donde resaltan algunos hitos. La idea de un collage aleatorio refuerza la
permanencia del caos, de la superposición de partes opuestas, enfrentadas,
que, fundamentalmente, se ignoran. La ciudad se constituye de flashes urbanos
que sólo se comunican y relacionan por nuestros recorridos encapsulados. La
conciencia urbana contemporánea se identifica con la imagen del caos y con la
velocidad como estética enmascaradora de la homogeneidad más absoluta; el
verdadero caos y el desastre queda para las periferias de las áreas globales.

El collage, no como mecanismo poético que busca nuevos discursos y


estructuras de un nuevo todo, sino como el resultado último del laissez faire
de la economía liberal y del libre mercado que redunda en todos los ámbitos
culturales y expresivos. Observamos que en otros ámbitos de creación
también aparece el collage como método o sistema compositivo, desde
películas de historias fragmentadas y veloces en su narrativa, hasta en la
moda urbana, donde también la adición caprichosa de elementos procedentes
de diferentes culturas o de texturas diferentes no son ya un acto de rebeldía
de ciertas tribus urbanas, sino una estética del maquillaje y del “todo vale”.

El modelo de la ciudad global se apoya esencialmente en habitar en casas en


barrios cerrados, trabajar en los centros terciarios y divertirse en los centros
de ocio y consumo. Cada parte es un producto fragmentario y autónomo. Pero,
para que estas nuevas piezas fragmentarias funcionen, es necesario que cada
estructura urbana y territorial concreta se vea transformada con la
potenciación de las nuevas infraestructuras reales y virtuales: autopistas
urbanas, grandes puentes, largos túneles, intercambiadores a distintos niveles
junto a aeropuertos, estaciones, etc. En este sentido, no es que la morfología
de las infraestructuras viarias y de transporte se haya transformado o se haya
integrado gracias al modelo de ciudad global, sino que, precisamente, es la
ciudad global la que ha otorgado a los barrios residencias, áreas terciarias y
centros comerciales la misma morfología de redes y de fragmentos autónomos
que ya poseían las autopistas.

La estructura territorial de este modelo es la vida en los suburbios, la


dispersión de las actividades, la no-urbanidad de las relaciones. Sus

56 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


paradigmas urbanos son el centro comercial que hace explotar sus límites
funcionales, aislado en un mar de coches y autopistas, los barrios cerrados de
viviendas y las escenografías metropolitanas de los barrios de negocios; la
cultura de lo masivo, controlado y segregado.

LOS “NUEVOS MONUMENTOS” SOBRE BUENOS AIRES

El tejido urbano de la ciudad de Buenos Aires se caracteriza por la


alineación a fachada de los edificios, la cuadrícula regular y ortogonal, con
alternancia medida de calles y avenidas que dan forma a un espacio público
de calidad. Esta red de espacios públicos formada por calles y avenidas
permite la inscripción de las variables máximas sobre una geometría rígida;
la red se completa con plazas verdes, parques y paseos cuyas lógicas están
menos determinadas. La riqueza de la ciudad es la red generada a partir de
la existencia de lugares de encuentro casual y aleatorio de personas
diferentes entre sí, a la vez que ha incorporado numerosos ensayos urbanos.
La máxima flexibilidad se basa en una rígida y eficiente estructura
geométrica de base.

Sin embargo, los “nuevos monumentos” destruyen toda la lógica preexistente,


son sordos y ciegos, imponen su propia geometría. No se fundan en una
lectura del territorio, sino en todo lo contrario; imponen un modelo sin
localismos, sin particularidades, que se coloca sobre lo previo rompiendo
trazas, historias y relaciones; una pisada aplastante sobre lo existente. La
nueva geometría adopta formas flexibles, de apariencia más maleable, pero
sólo responde a la creación de centros que ejerzan una atracción suficiente
para conectarse con otros, que aparecen y desaparecen fugazmente si no se
realizan inyecciones monetarias constantes. Esta geometría variable y débil
no aporta una ciudad para el siglo XXI, sino que sólo segmenta el territorio y la
ciudad en función de las diferentes capacidades de rentabilidad financiera de
las diferentes áreas.

La ciudad se transforma en un espacio amorfo en el que sobresalen


espacios de sobrecentralidad. Las torres de marfil flotan en mares de
coches o se insertan en jardines diseñados, que no contienen ni conforman
el espacio público, sino que lo niegan como residuo necesario del tránsito,
dando como resultado una calle inhóspita y olvidada. La aparición de los
“nuevos monumentos” daña la vida urbana y la secuestran en el interior
excluyente.

1. Globalización económica y ciudad • 57


Villa 31, en Retiro, recortada sobre torres de oficinas y viviendas de lujo.

NOTAS

1Rifkin, Jeremy, La era del acceso. La revolución de la nueva economía, Paidós, Barcelona,
2000.
2Mitchell, William J., E-topía, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2001; Mitchell, William J.,
City of Bits. Space, Place, and the Infobahn,The MIT Press, Cambridge (Mass.), 1995.
3 Sassen, Saskia, La ciudad global: Nueva York, Londres, Tokio, Eudeba, Buenos Aires, 1999;

Sassen, Saskia, Cities in a World Economy, Pine Forest Press, Thousdand Oaks (Cal.), 1994.
4 Rifkin, Jeremy, op. cit.
5Maquiavelo, Nicolás, El príncipe [1512] comentado por Napoleón Bonaparte, Espasa
Calpe, Madrid, 1990.
6 Ghirardo, Diane, Architecture after Modernism, Thames and Hudson, Londres/Nueva

York, 2000.
7 Montaner, Josep Maria, Las formas del siglo XX, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2002.
8Koolhaas, Rem, “Harvard Project on the City”, en Koolhaas, Rem, et al., Mutaciones,
Actar, Barcelona, 2000.
9Sandercock, Leonie, Towards Cosmopolis. Planning for Multicultural Cities, John Wiley &
Sons, Chichester, 1998.
10Silvestri, Graciela; Gorelik, Adrián, “Ciudad y cultura urbana, 1976-1999. El fin de la
expansión”, en Romero, J. L.; Romero L. A., Buenos Aires. Historia de cuatro siglos (Tomo 2:
Desde la ciudad burguesa hasta la ciudad de masas), Editorial Altamira, Buenos Aires, 20002.

58 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


11 Silvestri, Graciela; Gorelik, Adrián, op. cit.
12Mignaqui, Iliana, “Dinámica inmobiliaria y transformaciones metropolitanas. La
producción del espacio residencial en la Región Metropolitana de Buenos Aires en los
’90: una aproximación a la ‘geografía de la riqueza’ ”, Buenos Aires.
13 Sassen, Saskia, op. cit.
14 Mignaqui, Iliana, op. cit.
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Secretaría de Planeamiento y Medio
15

Ambiente, Plan Urbano Ambiental de la ciudad de Buenos Aires (documento de trabajo),


Buenos Aires, octubre de 1998.
16 Ibid.
Augé, Marc, Los “no lugares”. Espacio del anonimato. Una antropología de la
17

sobremodernidad, Gedisa, Barcelona, 19942.


18 Rossi, Aldo, La arquitectura de la ciudad [1971], Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 199910.
19 Ibid.
Baudrillard, Jean, “La precesión de los simulacros”, en Cultura y simulacro [1978],
20

Kairós, Barcelona, 19985.


21 Ghirardo, Diane, Architecture after Modernism, Thames and Hudson, Londres/Nueva

York, 2000.

1. Globalización económica y ciudad • 59


2. VIVIR EN UNA ESCENOGRAFÍA
DUALIZACIÓN RESIDENCIAL EN
BUENOS AIRES
VIVIR EN UNA ESCENOGRAFÍA

Las formas que la globalización aplica en las áreas residenciales son “islas”
no urbanas, con una configuración interior que utiliza el tópico de lo
tradicional. Se expanden por todo el mundo proponiendo una segregación
gradual que intenta legitimarse con fuertes campañas publicitarias cuyo
argumento es un falso discurso de relación con el lugar.

Es una perversa recuperación de la ciudad y de la urbanidad a partir de su


negación. La ciudad como espacio de convivencia es un lugar de conflictos y
diálogos permanentes que generan crisis y cambios. Pero la mecánica de
crisis-cambio no sirve a intereses considerados inmutables, que pretenden
que la vida sea un continuo sedado, dedicado al consumo inconsciente. Para
ello, la mejor propuesta es la fabricación de una ciudad simulada, controlada,
compuesta por iguales, puesto que la aparición del “otro” se convierte en un
peligro.

La segmentación social de la ciudad global se verifica, por una parte, en el


gueto del suburbio, un gueto que avanza sobre el territorio y que apuesta por
la nostalgia. Recluyen la vida urbana en un “pequeño pueblo mitificado”, o
una torre aislada, en fortificaciones interiores de las ciudades que niegan
formar parte de la realidad colindante. En ambos casos se basan en la
movilidad individual en automóvil y en la toma de áreas urbanas olvidadas y
segregadas por la falta de infraestructuras, servicios y equipamientos,
basados en la movilidad peatonal, de aquellos que han sido eliminados del
juego del consumo o, en el mejor de los casos, en la anomia del espacio
homogéneo y sin atributos de la ciudad genérica.1

La ciudad como espacio de encuentro, de paseo y de diversidad se borra en


las nuevas políticas de inversión inmobiliaria que se fundamentan en la
primacía de la seguridad individual y del negocio rápido.2 Estos guetos auto
segregados recrean en su interior la falsa utopía de la ciudad abierta, sin
distinciones, donde todos son iguales. Se trata de jugar-a-como-si no existiera
el otro. Este “jugar-a-como-si” acostumbra a vivir en la ficción, vivir en una
“situación ideal que no es la realidad, sino lo real, remodelado por la
inteligencia y la imaginación”.3

El peligro añadido que puede suponer esta segregación es una sociedad


futura gregaria y “adolescente”,4 incapaz de decidir sus propias pautas de
conducta, de relación con el “otro” y de reacción ante los imprevistos. Una
sociedad que sólo sabrá verse en sus iguales, que necesitará una

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 61


62 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí
reafirmación constante que proceda de un “igual” y donde la presencia de la
diversidad y de los imprevistos será motivo de intranquilidad y pondrá en
duda su identidad. Lo diferente se convierte rápidamente en señal de
peligro; se busca la homogeneidad más básica y, por ello, se recurre a la
falsedad de una sociedad igualitaria, sólo basada en la segregación del
distinto, del “otro”,5 generándose, así, una sociedad fácil de manipular y de
dirigir.

¿Qué es anterior, el discurso sobre la inseguridad o la inseguridad misma?


Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que en la última década del siglo XX el
proceso de formación de guetos urbanos ha ido en aumento. Las clases más
“saludables” se han enclaustrado en castillos de vidrio hipervigilados y los
“otros” lo han hecho en sus guetos suburbiales, también segregados y
vigilados.

“Planificación espacial individualizada […] en el crecimiento de supletorios


monofuncionales, generalmente enclaves cultural y socialmente
homogéneos: distritos residenciales, parques de oficinas, centros
comerciales y parques temáticos […]. Aún hay gente que opta por la

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 63


heterogeneidad y diversidad cultural de la ciudad. Pero, para mucha gente, el
declive en la calidad de los alrededores, la falta de seguridad y los
inconvenientes son suficientes para buscar la ciudad individual, construida,
en la medida de lo posible, a partir de una combinación de lugares
cuidadosamente seleccionados, seguros, socialmente homogéneos, a los que
se puede llegar de un modo fácil, seguro y, necesariamente, en coche. Gente
que en apariencia pueden ser aún urbanitas, pero que no residen
necesariamente en la ciudad”.6

La diferencia y la distancia provocan que convivan y coexistan diferentes


ciudades en un mismo espacio urbano.

64 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


La ciudad global dual se expresa en un espacio dividido y enfrentado que
toma como punto de partida dos modelos productivos que coexisten y que
resultan en dos pares socioeconómicos interdependientes e imprescindibles
el uno con el otro. En la definición territorial de esta doble polarización se
produce una dinámica simultánea y complementaria de centralización y
descentralización.

De modo que, dentro de la estructura urbana, coexisten dos estadios


diferentes de la evolución socioeconómica que, a su vez, están conformadas
por pares complementarios y generan formas particulares de segregación
espacial y social. Cada uno de estos pares complementarios tiene una manera
propia de ocupar el territorio. Las sociedades se segmentan verticalmente en
el ámbito local, al tiempo que los diferentes sectores se hacen homogéneos
en el global.

Cada par formado por sectores opuestos se necesitan invariablemente el


uno al otro; así, ambos se encuentran encerrados en la dinámica voraz del
consumo, pues esta estructura socioeconómica se fundamenta en el
ciudadano en tanto que consumidor y no productor. Uno de estos pares se
encuentra básicamente distanciado en el espacio geográfico y está formado
por una clase sumergida, casi esclavizada, que produce bienes de consumo
a bajos costes, y una clase media que consume en masa esos productos. El
modelo espacial que sigue esta clase media es la ocupación territorial
expansiva, indiscriminada y extensiva, donde son fundamentales las
comunicaciones por medio de autopistas y vehículo privado. El uso del
territorio es una muestra más del consumo excesivo e inconsciente de
bienes, de la soberbia del “tener” que conduce a negar la falta de
sostenibilidad del modelo. La distancia entre productor y consumidor
favorece la inconsciencia colectiva hacia los problemas derivados de la
producción: escaso control sobre los abusos laborales de las empresas,
agotamiento de las fuentes de recursos y sistemas naturales, deterioro y
contaminación ambiental, destrucción de tejidos sociales y culturales, etc...
son estampas de una época falsamente pretérita. El consumidor no es
consciente de esas condiciones de destrucción que trae aparejado su
consumo, ya que ocurren lejos de su entorno inmediato.

Es en las áreas centrales donde se conforma el otro par complementario


formado por dos estratos sociales claramente diferenciados pero plenamente
interdependientes. Una sociedad altamente cualificada, de altos ingresos
económicos y de empleo formal, se contrapone y complementa a una sociedad
informal, de trabajo precario y no cualificado, igualmente imprescindible, que

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 65


Trabajo temporal, precario y no cualificado: “paseaperros”

realiza trabajos “no productivos”, como de jardinero, canguro, paseaperros,


personal de limpieza, etc.

“Bajo el actual régimen económico y social, caracterizado por el dominio de


los productores de servicios y finanzas [...], se encuentra una parcela de
empleo informal y trabajo que no se considera en las estadísticas”.7

La recuperación sectaria de la ciudad, la expulsión de antiguos y pobres


habitantes, es el medio para devolver la nobleza y la calidad urbana a ciertas
áreas emblemáticas. Este proceso urbano de recuperación sectorial, clasista y
de expulsión del “otro” no es un hecho aislado, sino que se ha utilizado como
método en más de una ciudad para su “recuperación”. Mike Featherstone ha
denominado a este proceso gentrificación, un fenómeno que, no por
repetitivo, deja de ser menos grave ni preocupante. Así, los jóvenes
profesionales de la globalización, sin familia ni compromisos, son quienes
eligen mayoritariamente la vida en la ciudad recuperada, porque es el símbolo
de la “diversidad” y de la actividad constante que impide el aburrimiento; por

66 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


otro lado, las viviendas en lugares seguros y apartados se piensan en el
supuesto beneficio de los niños, de su crecimiento en un entorno “natural y
verde”.

Además, dicho proceso produce el efecto de “museificación” de la ciudad, que


se queda con una vida embalsamada y perfecta para ser fotografiada, pero
vacía del impulso vital de la sociedad y sus diferencias. Esta museificación está
enfocada primordialmente al mercado global, al turismo de masas que busca
los tópicos de la ciudad, una manera rápida de digerir diferencias mediante una
máscara o caricatura.

Los lugares para la vivienda se transforman en verdaderos “no lugares”,


donde el pasado constituye un decorado, un fondo que pierde su capacidad de
ser veraz; todo es simulacro, se ha borrado lo auténtico y se obvia cualquier
referencia real. El ascetismo de la seguridad y la igualdad coaccionada
transforman el espacio urbano, lo fragmentan y segregan en áreas de códigos
internacionales sin referencia a lo local, lo histórico o lo cultural.

NUEVAS FORMAS RESIDENCIALES

La tendencia a la segregación espacial en la vivienda se expresa


fundamentalmente de tres maneras:

La primera son las rehabilitaciones sectorizadas, donde ciertas zonas de la


ciudad renacen y recuperan su vida urbana, frente a otras que caen
inexorablemente. Esta recuperación incluye a veces edificios preexistentes,
antiguos espacios industriales, infraestructuras o depósitos comerciales,
portadores de un valor “histórico” añadido. Generalmente, estas promociones
suponen un cambio en los códigos de planeamiento determinado por la
presión de intereses privados, que obtienen grandes beneficios mediante la
recalificación urbana de sus propiedades inmobiliarias.

La segunda opción, también inserta en el tejido urbano existente, es la de


condominios de torres y servicios comunes, con sofisticados sistemas de
control y seguridad que, aunque se encuentren dentro de la ciudad
consolidada, la niegan; sus fachadas dan a jardines y parques que marcan la
distancia respecto a la vida en la calle. Ésta se convierte en el negativo de lo
construido, deja de ser una estructura sustentante para pasar a ser más una
jaula que un espacio de relación.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 67


Estas opciones buscan sus referencias formales pretendidamente
“modernas” en cierto vanguardismo tecnológico, recuperando un espacio
“histórico” pero poniendo de manifiesto la diferencia entre lo nuevo y lo
viejo. El modelo de recuperación se puede encontrar en diferentes ciudades,
especialmente en antiguas áreas industriales o de depósitos, como los
antiguos gasómetros de Viena reconvertidos por Jean Nouvel en oficinas,
viviendas y comercios de lujo; o en el barrio de Poble Nou en Barcelona
convertido en el distrito 22@. De los condominios aislados serían ejemplo
Battery Park City en Nueva York8 y Diagonal Mar en Barcelona.

Al quedar inscritas en la ciudad, estas dos primeras opciones mantienen


algún grado de convivencia urbana, a pesar de su negación explícita y de la
destrucción del tejido urbano.

La tercera opción consiste en la creación de nuevas áreas urbanas


residenciales aisladas y es la opción que mejor evidencia la dinámica global
sobre la ciudad, cuyo modelo es insostenible ecológica, social y
económicamente. Sin embargo, las superficies urbanizadas de esta manera
van en aumento y significan una extensión del territorio sin precedentes.

“La vivienda unifamiliar se presenta como única alternativa, aunque sin


considerar realmente los costes de infraestructuras y de gestión a largo plazo
de este tipo de urbanización. ‘Nouveaux villages’ y conjuntos residenciales se
organizan en calles sin salida, en ocasiones dentro de un recinto cerrado con
entrada controlada, lejos de los servicios y de los equipamientos públicos. No
se tiene en cuenta la trascendencia de la extensión de las redes, del aumento
de las distancias, de la dilapidación progresiva de los mejores terrenos
agrícolas próximos a las grandes ciudades, igual que se desprecian las
reflexiones sobre la vida urbana, la inserción de las actividades productivas en
el tejido residencial, las lógicas comerciales y la reducción de los
desplazamientos”.9

Estas nuevas áreas urbanas se fundamentan en la existencia de un mitificado


equilibrio entre ciudad y naturaleza en el pasado, basando sus referentes
iconográficos en una tradición imaginada, deseada o fabricada, más propia del
cine y de los dibujos animados que de una arquitectura histórica real. Se trata de
simular historia y naturaleza, de simular un “lugar” cargado de seudo significados.

Para autentificar estos enclaves como ciudad se recurre al nombre, repitiendo


nombres de la ciudad de referencia: el valor de la palabra dará validez a la
invención. Aunque resulte inverosímil, se propone confundir y asemejar estos

68 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Viviendas en falsos paraísos. Publicidad de promotora en la Costa del Sol.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 69


espacios con la ciudad real. Aún fuera del reino del turismo, basado cada vez
más en la construcción simulada de lugares, también las nuevas y lujosas
comunidades cerradas son esencialmente simuladas: comunidades
artificiales, árboles y arbustos importados, a veces inexistentes proyectos que
intentan ser atemporales y eternos remitiendo a otros tiempos, lugares y
culturas. Algunas también buscan una imagen o tema particular, tematizando10
la arquitectura, como en Lake Las Vegas resort, cuyo tema es el Mediterráneo,
ampliando la tematización al nombre de cada distrito, Marsella y Siena.11 Se
inventa un nuevo “ruralismo” con el objetivo de crear nuevas comunidades
que simulen aquellas que hipotéticamente existieron en otros tiempos. La
imagen rural deberá incluir casas con porches, plaza comunitaria, tiendas a
una distancia accesible a pie.

“La simulación define el pueblo Celebration, promovido por Walt Disney [...].
Los anuncios de la venta del pueblo dejan claro qué se busca simular en
Celebration:

Había una vez un lugar donde los vecinos se saludaban en los calmos
crepúsculos de verano [...], donde los niños cazaban luciérnagas. Y las hamacas
del porche proporcionan un agradable refugio a las ansiedades del día. Los
sábados, se proyectaban en el cine películas de dibujos animados. La frutería
tenía servicio a domicilio, y había un maestro que siempre sabía que tú tenías
algo especial. ¿Recuerdas ese lugar?”12

Las propuestas formales “tradicionales” y conocidas no implican nuevas


pautas, ni necesitan cambiarse, sino que proponen y permiten mantener una
estructura social conservadora. La resistencia al cambio de ciertos grupos
sociales encuentra en estas propuestas su perfecto espacio urbano.

El desarrollo o la creación de paraísos antiurbanos tiene una larga tradición


en Norteamérica, heredera de ideas desarrolladas anteriormente en Europa,
especialmente en Inglaterra.

El origen del modelo anglosajón antiurbano puede rastrearse hasta llegar a


los utopistas ingleses de mediados del siglo XIX y a los modelos desarrollados
por Raymond Unwin y Barry Parker, en especial la ciudad de Hampstead (1905-
1907), o a la transferencia de estas ideas a Estados Unidos en urbanizaciones
como Coral Glabes, o los desarrollos de Los Ángeles. Son parte de la
dialéctica sobre la ciudad, que está presente a lo largo de toda la historia
urbana norteamericana, donde el amor por el desarrollo y por los avances de la
técnica tiene dos caminos: uno que crea la gran metrópolis y otro que

70 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Celebration, promovido por Disney.

considera la metrópolis como esclava de las máquinas e insalubre y propugna


una idea de ciudad agraria y, fundamentalmente, individual.

La herencia o la tradición antiurbana norteamericana, rasteable desde Thomas


Jefferson hasta Frank Lloyd Wright,13 pasando por la de los americanos
“puros” —wasp: blancos, anglosajones y protestantes—, que rechazan las
ciudades del Este por cosmopolitas. Para ellos construyen la metrópolis
antiurbana de Los Ángeles, como oposición a todo lo negativo de la sociedad
que se condensa en la metropolización de la ciudad, símbolo del “capitalismo
exacerbado” y la inmigración de judíos y católicos. En contrapartida, estos
discursos en contra de la ciudad y el urbanismo de tradición europea
proponen una ciudad agraria e individualista, donde cada uno vive aislado en
su casa autosuficiente y se relaciona con otros en los centros culturales y
demás equipamientos que forman el centro o los centros de esta nueva
comunidad.14 A lo largo del tiempo se consolida el modelo de la segregación y
fragmentación espacial por usos, estatus económico y razas.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 71


Esta tendencia antiurbana se vio potenciada en la década de 1950 con el
regreso de los veteranos de la II Guerra Mundial deseosos de encontrar el
“hogar” y a quienes se les ofrecieron opciones de viviendas unifamiliares en
los suburbios con el ánimo de generar nuevas comunidades instantáneas:15
ciudades para iguales alejadas de los problemas de las ciudades abandonadas
en manos de las minorías raciales y pobres; ciudades dependientes y, a la vez,
nutridoras de la incipiente industria masiva del automóvil y de las autopistas.

Con el paso de los años y su creciente oferta funcional, la eclosión del


suburbio después de la II Guerra Mundial crearía las edge cities (ciudades
limítrofes), o conglomerados formados alrededor de autopistas, sin
planeamiento ni imagen previa, donde sólo la fuerza del mercado determina su
forma.

“Edge city representa la tercera ola de nuestras vidas hacia las nuevas
fronteras en esta mitad de siglo. Primero trasladamos nuestras viviendas a
las afueras, pasando de la tradicional idea de lo que constituye la ciudad. Fue
la suburbanización de Estados Unidos después de la II Guerra Mundial.
Más tarde, ante la imposibilidad de retornar al centro para las necesidades de
la vida diaria, sacamos los mercados afuera […]. Fue el malling de Estados
Unidos durante las décadas de 1960 y 1970.

Hoy hemos trasladado nuestros medios de crear bienestar, la esencia del


urbanismo —nuestro trabajo— fuera de donde la mayoría de nosotros hemos
vivido y comprado durante dos generaciones. Esto ha dado lugar al crecimiento
de las edge cities”.16

Como respuesta al anodino e impersonal resultado espacial y formal de estos


suburbios infinitos, se formó un grupo de defensores de la vuelta a la
arquitectura y la ciudad tradicional que fundarían el Congress for the New
Urbanism que se convertiría en los principales y más activos productores y
propagadores de la ciudad neotradicional y plurifuncional.

EL NEW URBANISM: UNAS NUEVAS (VIEJAS) PROPUESTAS

A finales de la década de 1980 surge en Estados Unidos un nuevo grupo,


autodenominado new urbanism, que defiende el acercamiento y la
revitalización de las comunidades, basándose en modelos de desarrollo
anteriores a la II Guerra Mundial; pretende integrar los componentes de la vida

72 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


moderna —vivir, trabajar, comprar y recreación— en vecindarios compactos,
polifuncionales y amables con el peatón, en relación con un marco regional
mayor. El new urbanism se presenta como alternativa a la suburbanización
desparramada interminablemente sobre el territorio, el suburban sprawl
(esparcimiento suburbano), una forma de desarrollo de baja densidad formada
por áreas monofuncionales que sólo son accesibles en automóvil.

Los líderes de este movimiento hacia un nuevo urbanismo neo tradicional se


reunieron en 1993 para formar el Congress for the New Urbanism (CNU), con
sede en San Francisco. Los fundadores fueron Andres Duany, Elizabeth
Plater-Zyberg, Peter Calthorpe, Daniel Salomon, Stefano Polyzoides y
Elizabeth Moule, y llegó a contar con 1.500 miembros en 1999.

“New urbanism tiene que probar, con el tiempo, que sus ideas son superiores
tanto para la revitalización de viejas ciudades y pueblos como para construir
nuevas comunidades. Si pueden realizar estos retos —y los primeros proyectos
así lo demuestran—, el new urbanism está destinado a ser el camino dominante
en las inversiones inmobiliarias y el planeamiento del próximo siglo”.17

Inicialmente denominado como “planeamiento neotradicional”, el new


urbanism ha sido reconocido a partir de proyectos como Seaside (Condado de
Walton, Florida, EE UU, 1981) y Kentlands (Gaithersburg, Maryland, EE UU,
1988) de Andres Duany y Elizabeth Plater-Zyberg; y Laguna West (Condado de
Sacramento, California, EE UU, 1990) de Calthorpe Associates. Los principios
definidos por el new urbanism no son sólo aplicables a nuevas ciudades, sino
que defienden su utilización en centros urbanos y afirman que debe darse
prioridad al desarrollo urbano en áreas interiores de las ciudades, realizando
preferentemente infills frente al esparcimiento de nuevos suburbios. Sus
teorías han sido probadas, en su mayoría, en nuevos barrios o comunidades
cerradas, aunque han realizado algunas intervenciones en el interior de las
ciudades. Sea cual sea el entorno donde trabajan, sus propuestas formales se
remiten a un tardío posmoderno neotradicionalista. Su discurso escrito y
gráfico es más apropiado y adaptable a una estrategia de marketing
inmobiliario dirigido a una clase media que tiene miedo de la verdadera ciudad
y sus diferencias, y más aplicable a la simulación de la realidad que a la
complejidad propia de la ciudad.

Las voces críticas dentro de los congresistas en el encuentro de 1998, cuyo


tema central de debate era la recuperación de centros urbanos, dejaron claro
que el verdadero reto para el new urbanism es su aplicación en los centros
urbanos.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 73


Duany, Plater-Zyberk and Company. Planeamiento de Kentlands, Maryland, EEUU, 1988

Sus raíces se remontan al urbanismo de principios del siglo XX,


principalmente a la teoría de Raymond Unwin expresada en su libro Town
Planning in Practice, para el que Andrés Duany realizó el prólogo de la
reedición en inglés de 1994, dejando clara la influencia de este pensamiento
sobre el new urbanism.

“Contiene lo que aún hoy son las más importantes y útiles instrucciones para
el diseño de barrios y nuevas ciudades. Tras dos generaciones de amnesia
profesional [...] se reedita […] como manual moderno de la técnica [...].

Las comunidades que aún se mantienen como el resultado de sus indicaciones,


todavía tienen éxito [...], como los casos de Letchworth, Hampstead y Welwyn
en Reino Unido, y Yorkship y Mariemont en Estados Unidos”.18

74 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Duany continúa alabando en el prólogo las virtudes y fortaleza del modelo
promovido por Raymond Unwin, “un modelo integrado e integrador”.
Fundamentalmente reseña las virtudes como manual del libro, la capacidad de
integrar cuestiones técnicas, sociales, económicas, estéticas y
medioambientales traducidas a prescripciones físicas y formales.
En este texto se entrevé su postura que se niega a aceptar los avances y
cambios tanto sociales como técnicos, siendo uno de sus puntos más
negativos. No se puede pensar el siglo XXI con modelos del siglo XIX. Defender
la construcción del presente como si del pasado se tratara es lo que Ada
Louise Huxtable denomina como el “Estados Unidos irreal”, la simulación o
repetición imposible de la historia para esconder el mayor negocio
inmobiliario de todos los tiempos.

“La revolución en la vida y la tecnología nunca es reversible. Cada arte está


profundamente arraigado en su propio presente […].

Actualmente, la herencia y la actitud de la tabula rasa continúa en los


desarrollos inmobiliarios que canibalizan mordiscos y pedazos de la historia, y
que en las comunidades proyectadas utilizan precedentes que rememoran
estilos vernáculos y viejos y amables tiempos. Nuevas ciudades como Seaside
(Florida) y Kentlands (Maryland), diseñadas por Andrés Duany y Elizabeth
Platter-Zyberk […], son los prototipos prácticos para producir desarrollos
residenciales neotradicionales, basados en un pasado de comunidad ideal que
han pasado a ser parte de la mitología del sueño americano. Las nuevas
ciudades de Duany y Platter-Zyberk demuestran lo bien que pueden recrearse
estos modelos idealizados por arquitectos capaces y confiados […]. Al reducir
la definición de comunidad a una estética social romántica, enfatizada por los
porches en fachada, estilos históricos y trayectos recorribles a pie a las tiendas
o a las escuelas como respuesta a la dispersión suburbana —el sueño
americano doméstico de posguerra que ha caído a medida que los problemas
suburbanos se multiplicaban—, se ha evitado la cuestión de la urbanización
para convertirse en parte del problema. Sólo ahora los que proponen el
regionalismo nostálgico están empezando a enfocar la revitalización de
antiguas comunidades de la ciudad interior”.19

Además de la referencia a Raymond Unwin, existe una tradición


norteamericana de planeamiento en este sentido y del que son herederos las
propuestas de urbanizaciones del equipo formado por Andrés Duany y
Elizabeth Plater-Zyberg:

“Duany y Plater-Zyberk ponen sus ojos en la realidad de las cosas tal como son;

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 75


es por eso que Seaside resulta tan impactante y atractivo […]. Sus proyectos se
fundan en la herencia y la enseñanza derivadas de Versalles, así como toda la
tradición francesa de planeamiento, de donde Washington, no menos que el
moderno París, tomaron su forma, pero también de la floreciente profesión de
urbanistas estadounidenses anterior a la llegada de Walter Gropius a Harvard
[…]. Todas las formas urbanas de Seaside se encuentran en el plan de Nolen
para Venice y Clewiston (Florida): la malla, el gran hemiciclo y las avenidas en
diagonal. Por supuesto, Nolen no es el único en su época. Urbanistas de las
décadas de 1910 y 1920, como Frederick Law Olmstead Jr., Frank Williams, Arthur
Shurtlief, Arthur Comey, George y James Ford […].

Lo que se denomina new urbanism es, en gran parte, la recuperación del


revival de la tradición urbanística clásica y vernácula anterior a la perversión
de sus métodos y objetivos llevada a cabo por el Estilo Internacional”.20

Si bien el new urbanism toma conceptos de proyecto de la historia, en ciertos


aspectos las casas y los vecindarios deben adecuarse a las exigencias
contemporáneas, y las tiendas y negocios tienen espacios para aparcamiento
de coches y “plantas modernas”. Otra diferencia entre el viejo y el nuevo
urbanismo es la malla de las calles, en la medida en que las ciudades
históricas en Estados Unidos se estructuran mayoritariamente en una trama de
dameros pensadas para la circulación. En cambio, el new urbanism utiliza
comúnmente una “malla modificada” con intersecciones en T y desvíos de
calles, para ralentizar el tráfico y aumentar el interés visual.21

Los miembros del new urbanism, como poseedores de una verdad absoluta,
han constituido sus principios básicos establecidos en la Charter of the New
Urbanism, aplicables en todos los lugares, un Estilo Internacional como el que
ellos denostan pero al revés, puro revisionismo y nostalgia. La Charter of the
New Urbanism se divide en tres escalas de aproximación: región-ciudad-
pueblo, barrio-distrito-corredor y bloque-calle-edificio. Nuevamente, las
intenciones de la carta son indiscutibles en la mayoría de los casos, si es que
no miramos los resultados obtenidos, que son sucedáneos de ciudad,
envoltorios vacíos de vida urbana.

Por su parte Andrés Duany y Elizabeth Plater-Zyberg han redactado en trece


puntos los principios para las comunidades-pueblo, destacando las
necesidades de la significación del lugar; de la distancia peatonal entre
viviendas y equipamientos; de la variedad de ofertas de tipos de vivienda, de
oficinas y comercio para las necesidades semanales; de las escuelas primarias
y los espacios de juego a corta distancia de los hogares; de las calles como

76 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Cooper Robertson.
Planeamiento de la nueva
ciudad de Liberty (primera
fase), 1998

redes que multiplican las conexiones entre diferentes áreas; de las calles
estrechas y arboladas; de ocultar aparcamientos, de los edificios cívicos —que
no públicos, un significativo y sutil cambio en la terminología—:

“12. Ciertos lugares importantes al final de las vistas de la calle o en el centro


comunitario se reservan para edificios cívicos. Dando lugar a espacios para la
reunión de la comunidad, actividades educacionales, religiosas o culturales.
13. La comunidad está organizada para autogobernarse. Una asociación debate
y decide sobre cuestiones de mantenimiento, seguridad y cambios físicos. Los
impuestos son responsabilidad de la comunidad mayor que los alberga”.22

Las propuestas del new urbanism hacen explícito el deseo de “reconstruir una
comunidad”, negando la “modernización” técnica y de los lenguajes
arquitectónicos y escondiendo la utilización de medios propios de la época

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 77


bajo una pátina de tradición e invariabilidad. Se busca detener el tiempo,
construir un decorado donde la vida transcurra sin alteraciones. El manifiesto
pone de manifiesto la dificultad de abordar las cuestiones complejas de la
ciudad contemporánea. Tomando sus medidas óptimas, sería necesario
atomizar la ciudad en pequeñas Arcadias independientes y autónomas.

Lo que hace diferente las propuestas del new urbanism de otras propuestas
inmobiliarias de imagen similar es su máscara intelectual y teórica. Pero si
nos limitamos a comparar los resultados difundidos hasta el momento, no
difieren de los pueblos escenográficos construidos por promotores privados
en cualquier área exterior a las ciudades.

DUALIZACIÓN RESIDENCIAL EN BUENOS AIRES

En las ciudades latinoamericanas, donde la inseguridad de toda índole —


económica, física, laboral y social— acampa por doquier, se impone el modelo
de la huida de la realidad y del aislamiento. Quien tiene dinero para ello,
abandona la ciudad para refugiarse en los lugares míticos.

El espacio urbano, como efecto del miedo y del abandono, se escinde en zonas
seguras, de “felicidad controlada”, y en zonas de alta peligrosidad, cada vez
más confundidas con el espacio de la ciudad real. A la sensación de que la
agresividad está en la ciudad como lugar del encuentro de los distintos, del
“otro”, se responde con la construcción de “símil-ciudades”, donde se
representan situaciones, símbolos lingüísticos o referenciales de algo que
puede imaginarse que fue, y que en la memoria colectiva se representa como
imágenes de la ciudad. Se construye una metaciudad utilizando las formas
vaciadas de su contenido original, cuyo nuevo significado está basado en
referencias a las imágenes que la publicidad invoca y valida para provocar que
nos sintamos en un lugar conocido y, por tanto, seguro. La seguridad se ve
reforzada por la existencia exasperante de controles: guardias privados de
seguridad, cámaras de circuito cerrado de televisión, rejas y barreras para
mantener la seudo vida urbana a salvo. El resultado es un zoológico humano
donde se intenta replicar los hitos, esquemas y modos de relación de la
ciudad, en un espacio artificialmente creado, controlado y mantenido.

Un escenario similar al que se presenta en la película El show de Truman


[1998], donde la vida plácida y segura del protagonista es un guión montado y
dirigido por otro; donde no hay vida verdadera y todo es una historia prevista y

78 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Paisaje de la ciudad: los rascacielos en condominio.

previsible, sin riesgo ni sorpresas; todo está donde debe estar y todos somos
iguales, todos somos yo. La autorreferencia proporciona seguridad:
reconocerse en el otro es reconocerse a uno mismo y no temer. El temor
creciente a vivir los espacios públicos es resultado del aumento de la
construcción de “no lugares”. La apariencia y la idealización de la vida urbana
se imponen sobre el trabajo que supone la convivencia y compartir el espacio
entre distintos.

Se impone una vida urbana basada en ir de un lugar a otro, de una burbuja a


otra buscando mónadas de bienestar y felicidad, sorteando los espacios de la
contaminación y las trincheras de la calle.

Ninguna ciudad escapa a la dualidad que fomenta la actual economía, un


proceso general de transformación urbana encaminado a la degradación y
fragmentación de la vida social, que pone de manifiesto dos “velocidades”
sociales. Una primera conectada por autopistas reales y virtuales, con un gran
consumo y amplio acceso a las ventajas de la globalización, y una segunda
dirigida a los no conectados, a aquellos que habitan en un medio degradado,
con trabajo precario (si es que lo tienen) y con posibilidades mínimas (cuando
no inexistentes) de acceso a la salud, la educación y la vivienda. Las barreras

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 79


de carácter cultural, económico y social entre ambos sectores se refuerzan
con la existencia de verdaderas barreras materiales entre unos y otros.
Si observamos la ciudad de Buenos Aires, el nuevo panorama social y
territorial choca con una de las características de su estructura espacial: la
heterogeneidad articulada y compacta de lo construido, asentado sobre el
trazado en damero.

La morfología básica de Buenos Aires parte del trazado original basado en las
Leyes de Indias. Al ser una población ribereña, la plaza no ocupa una posición
central, sino que se apoyó sobre el río, desarrollándose a la mitad del trazado.
La ciudad fue creciendo según estas coordenadas, aunque, en su camino, las
direcciones de las calles se han modificado debido a la conjugación necesaria
entre la pauta reguladora y el lugar. Un condicionante propio es la estructura
semirradial de caminos que provoca cambios en su encuentro con la trama
ortogonal, tales como diagonales, desvíos o corte de calles. Por otro lado, el
crecimiento histórico de la ciudad también fue amoldando y modificando la
trama. Históricamente, la ciudad ha servido de soporte a diversas
experiencias urbanas, que no siempre han coincidido con su trama,
configurando así una ciudad cuya aparentemente simple y obvia morfología no
lo es tanto. Sobre el damero se han solapado diferentes estructuras que son
el resultado de diferentes teorías y formas urbanas. Sobre la regularidad de su
traza se extiende un abanico de tipologías edificatorias.

La estructura semirradial de los primeros caminos, seguidos más tarde por el


trazado de las líneas férreas, ha estructurado la ciudad según cinco ejes
principales, remarcados sucesivamente con la superposición de los trazados
de las principales avenidas y el metro. Dicho trazado ha generado áreas de
gran densidad en sus alrededores para disminuir a medida que se alejan de
éstas. Se podría describir como un sistema de montañas y valles, cuyos picos
de mayor altura (o densidad) se sitúan sobre los trazados de las
infraestructuras.

Sin embargo, la nueva cultura urbana de la autosegregación, fragmentación


socioeconómica y zonificación funcional genera sobre la trama áreas
residenciales califi-cables como fortificaciones, pues a pesar de estar
insertadas en la trama urbana y circunscritas a los espacios configurados por
calles y avenidas, no “hacen” ciudad. La fachada como conformadora esencial
del espacio urbano de la calle se transforma en empalizada o reja,
perdiéndose así el espacio permeable de transición y relación entre lo público
y lo privado. En la actualidad, la fachada constituye un límite marcado por el
control del ojo invisible de la tecnología que vigila. El cambio de la fachada

80 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


osmótica y vividera por una empalizada de rejas y controles invisibles
destruye las vivencias en el espacio público, que pasa a ser un espacio de
nadie.

Estos cambios se han debido a la conjunción de diferentes factores. Por un


lado, en el ámbito nacional, el Plan de Convertibilidad (de mayo de 1991)
reactivó —aunque basándose en el aumento de la deuda pública— la industria
de la construcción y el mercado inmobiliario, que estaban casi estancados en
la década de 1980. Por otro, los créditos hipotecarios, con niveles altísimos de
rentabilidad para los bancos (tipos al 16-17%, y en dólares) que permitió el
endeudamiento de las familias para adquirir viviendas. Factores que, junto a la
caída de las tasas de interés y la incertidumbre bursátil internacional, hicieron
que el capital financiero buscara otros rubros de inversión de mayor
rentabilidad, como la producción de bienes de consumo, entre los que se
incluyen la vivienda y los productos urbanos.

La mentalidad de la inversión financiera global, que aplana las diferencias


entre lugares y realiza ficticias cuentas de beneficios, ha hecho aflorar un
exceso de viviendas-torres de marfil. En el mejor de los casos, estas viviendas
son reabsorbidas cuando se sitúan en áreas urbanas consolidadas que
disponen de una estructura social y económica estable. En este sentido, el
tejido heredado de la cuadrícula urbana actúa como soporte ante la invasión de
estos contenedores autónomos. Pero cuando se sitúan en áreas débiles, donde
sería más necesaria la recuperación y la sutura, su efecto es el contrario,
fragmentan aún más la ciudad y la sociedad y se convierten en espejismos de
una realidad lejana e inalcanzable. Para algunos urbanistas,23 la fuerte
estructura urbana y de lotes de la ciudad condiciona negativamente la
presencia de “grandes productos urbanos”, que son, según la lógica del gran
capital, los elementos imprescindibles para la recuperación de las ciudades
que dejan de lado al pequeño promotor o cooperativas. Aquello que representa
un problema para los inversores puede convertirse en el factor local que
permita la regeneración urbana con patrones a escala de la ciudad y de los
ciudadanos. La lógica de la arquitectura del espectáculo y la especulación
financiera se sustenta en la necesidad de grandes espacios para construir.

DEL BARRIO A LA CIUDAD CERRADA

El creciente discurso del peligro que acecha en las grandes ciudades provoca
la aparición de la necesidad de un nuevo entorno donde los iguales están

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 81


segregados en “guetos” deseados de felicidad, que hacen referencia a un
pasado mítico urbano como lugar de comunión con la naturaleza y con los
otros.

Se construyen enclaves como proyección proléptica24 de la ciudad, proyección


basada en la creencia de recordar y reconstruir un pasado que nunca existió
pero que se formula como real desde el discurso. Estas ciudades de iguales
que viven en armonía con la naturaleza en consonancia con el estado de
democracia e igualdad sublimes que ha alcanzado la sociedad, según los
profetas de la globalización y a través de los nuevos medios. Este fenómeno
llevaría a la disolución de la ciudad urbana para dejar paso a pequeñas
comunidades, tal como las encontramos en las definiciones de ciudad que
Frank Lloyd Wright explicaba en sus conferencias, y que actualmente se
defienden desde diferentes posiciones no solidarias:

“La necesidad construyó la ciudad cuando no teníamos medios rápidos y


universales de transporte, y no teníamos medios de comunicación excepto por
varios contactos personales directos. Entonces la ciudad se convirtió
naturalmente en el gran lugar de reunión, el gran centro, la fuente inmediata de
riqueza y poder en el desarrollo humano [...].

Lo que en un tiempo hizo que la ciudad tuviera un gran y poderoso interés


para el hombre […], llevará a la ciudad a otra parte, y la convertirá en otra cosa
[...].

La libertad del alcance y el movimiento humano, y por lo tanto el horizonte


humano como esfera de acción, se han ampliado inconmensurablemente en una
década, por obra del nuevo servicio prestado por la máquina. La horizontalidad
ha recibido un ímpetu que ensancha inconmensurablemente las actividades
humanas […], la necesidad de concentración que edificó originariamente la
ciudad, está llegando a su fin”.25

Según este razonamiento, desde la aparición del automóvil no habría


necesidad de vivir en la ciudad, ni de compartir experiencias de relación
directa entre las personas al azar. El individuo libre de ataduras puede vivir,
pues, aislado en su propio mundo. El fin de la ciudad como lugar
imprescindible de encuentro y relación ha vuelto a aparecer a finales del siglo
XX como idea original y novedosa gracias a las TIC. Han aparecido el ágora
electrónica y las relaciones personales26 de todo tipo a través de los medios
de comunicación como sustituto de la ciudad. Pero, ¿dónde se habita? A
pesar de los avances tecnológicos, nuestro “antiguo cuerpo” necesita un

82 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 83
espacio físico y tangible donde habitar; y es en estos enclaves residenciales
como paraísos artificiales hiperconectados donde es posible el fin de la
ciudad.

La idea de lograr un entorno ideal para vivir, una ciudad a escala humana,
recorrible a pie, donde sus habitantes sean iguales, ha llegado tan lejos como
para plan-tear “ciudades privadas”. Propuestas que, desde el propio término,
son incongruentes, puesto que una ciudad nunca puede ser privada; una
ciudad es, entre otras cosas, un lugar donde habita gente distinta, con
espacios públicos, con espacios de libertad y con movimientos sin control. En
las propuestas de exclusión no es precisamente donde podremos encontrar un
germen de ciudad.

La segregación a una ciudad ideal se materializa en los barrios cerrados,


donde el espacio seudo público y el privado se enlazan sin solución de
continuidad, donde los peligros de la ciudad se exorcizan gracias al control.
Los sistemas de seguridad pueden ser simplemente físicos —murallas,
cercas y rejas— o sofisticados controles tecnológicos y los
imprescindibles servicios privados de seguridad. La seguridad se paga con
una falta absoluta de intimidad y libertad de movimientos; todas las
entradas, salidas o desplazamientos internos en este recinto son vigilados
por miles de ojos. Asimismo, los vecinos se convierten en vigilantes de las
normas de conducta, no sólo en el espacio comunitario, sino de la
intimidad, puesto que en la mayor parte de estos barrios existen
normativas que prohíben obstruir las visuales de una casa a otra. La casa-
escaparate y la seguridad a cualquier precio conlleva una pérdida total de
intimidad y vida privada.

La instalación de los barrios cerrados trae consigo la aparición de otros


productos urbanos que se apropian y seccionan territorio para suplir otras
funciones. En los alrededores de los barrios cerrados aparecen centros
comerciales, hipermercados, complejos gastronómicos y deportivos —
especialmente golf, polo y rugby—, centros de convenciones, hoteles, viveros,
colegios y universidades privadas, e incluso la oferta se completa con
cementerios privados, tanto para seres humanos como para animales de
compañía.

Generalmente, una única empresa lleva a cabo este conjunto de actuaciones,


llamados megaproyectos y basados en un proyecto-ancla, que suele ser un
centro comercial o parque temático que da valor al entorno. El incremento del
valor del suelo, con operaciones de inversión relativamente baja, hace que

84 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Una Edge City en Buenos Aires, el kilómetro 50 de la autopista panaméricana

Barrio cerrado que construye el paisaje soñado alrededor de un lago.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 85


La foto aérea desvela la lógica de la especulación de la construcción de barrios cerrados. Burbujas
encerradas, relacionadas con el mundo exterior a través de las autopistas.

estas operaciones sean el ideal de la especulación financiera en un momento


de intereses bajos y riesgos bursátiles.

El crecimiento de los barrios cerrados es desmesurado en algunas ciudades


latinoamericanas y en la última década del siglo XX ha sido especialmente
espectacular en Buenos Aires.27 Hasta 1999, la superficie urbanizada por los
barrios cerrados ocupaba 178 km2, cuando la ciudad de Buenos Aires tenía un
total de 200 km2:

“El caso de la nueva suburbanización es el más novedoso y emblemático: en


apenas la segunda mitad de la década se ha completado más del 60% de los
300 km2 (una vez y media la superficie de la ciudad capital) […]. No se trata
simplemente de un proceso de descentralización urbana, sino de un cambio
radical en la sensibilidad social, que ha encontrado nuevos modelos urbanos-
territoriales […]. Esta articulación de ‘macroemprendimientos’ privados con
micropropuestas de la sociedad en el novedoso marco puesto por la fractura
social y urbana, no ha significado meras alteraciones de la ciudad existente,

86 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Alrededores de Nordelta.

sino la conformación de un sistema urbano completo y nuevo, y en ese


sentido, el efecto que se buscaba con los barrios cerrados es el mismo que el
de las torres-country que aíslan manzanas completas dentro de la trama
urbana […] y presuponen la decadencia de las redes públicas de la ciudad.
Son máquinas de dualizar, en una ciudad que se había resistido —y se resiste
todavía— a la simplificación dualista”.28

En las dos últimas décadas del siglo XX, la mejora en las autopistas, junto a la
cada vez mayor psicosis de inseguridad y al aumento de la escisión social
como resultado de las políticas económicas imperantes y al discurso seudo
ecologista de vuelta a la naturaleza, han hecho posible que en agosto de 1999
hubiera un total de 198 barrios cerrados, 117 clubes de campo, 14 countries
náuticos —que ofrecen la posibilidad de tener una casa sobre el río con
amarre propio, o bien, como complemento de uso comunitario, tienen un
pequeño puerto deportivo propio—, 17 chacras —toman el nombre de un tipo
de parcelación rural dedicada a la agricultura no extensiva, fundamentalmente
de hortalizas y frutales, por lo que las parcelas tienen entre 2 y 5 ha y se

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 87


encuentran a mayor distancia del centro urbano que los otros tipos, un pueblo
privado y una ciudad-pueblo. Comparando los datos del Instituto de
Capacitación de la Cámara Inmobiliaria Argentina, en 1996 había 85 barrios
privados y 90 countries. El crecimiento de la oferta ha sido del 245% en tres
años. Si pensamos que entre 1994 y 1996 la población que pasa a vivir de forma
permanente en las fortificaciones residenciales asciende de 1.450 familias a
4.000; la magnitud del cambio es preocupante, como también lo son los efectos
sobre la ciudad abandonada: la sensación de pérdida de quienes se quedan y
creen vivir en una ciudad asediada por pobres y violentos. Los sectores que
abandonan la ciudad son los más solventes y, por tanto, con ellos se van los
impuestos y la cadena de relaciones comerciales y laborales de la convivencia
urbana. La ciudad pierde activo, pero se le sigue exigiendo que preste los
mismos servicios. Y, a pesar de la oferta de espacios de consumo, que aparecen
como setas alrededor de las promociones de vivienda, la ciudad sigue siendo el
lugar obligado y necesario de encuentro, trabajo, salud, educación, etc.

La opción de vivir en estos falsos paraísos es una vida cara, aislada y en


soledad que dificulta el desarrollo real de las personas. Como estos enclaves
asumen su aislamiento con respecto al municipio donde se instalan, en un
principio no le demandan que supla sus carencias de infraestructura. Pero
cuando esto sucede, ya sea en América del Norte, América del Sur o Europa,
los municipios, que aceptaron gustosos el urbanismo disperso por
considerarlo una fuente de ingresos de la nueva construcción, y de sus nuevos
habitantes, se dan cuenta de que no pueden servir de equipamientos e
infraestructuras urbanas a áreas tan débilmente habitadas.

Los últimos emprendimientos del siglo XX mostraron un salto cuantitativo en


tamaño, pasando del barrio cerrado a la miniciudad, que se diferencia de los
anteriores por una oferta de servicios más compleja y por su mayor
envergadura. La promoción se fundamenta como una nueva manera de habitar:
“la ciudad se lleva al campo”. Entre estas ofertas se encuentran Estancias del
Pilar y Pilar del Este (550 ha) ambas en el municipio de Pilar, a 50 km al
noroeste de Buenos Aires, y Nordelta en el municipio de Tigre, a 30 km al norte
de Buenos Aires. Las tres promociones se apoyan en el trazado de la
autopista de conexión con Buenos Aires.

La condición de ciudad se ha reducido a ser un lugar de consumo, y la de


ciudadano a mero consumidor.

Una ausencia que denota la gran gravedad de estas propuestas es la falta de


espacios de representación civil y política. Es una sociedad que plantea su

88 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 89
90 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí
nexo de unión en términos contractuales entre propietarios, que se regirá
como una empresa, sin más compromiso que un interés económico, que se
supone igualitario, aunque momentáneo. Es una “ciudad” gestionada como
una comunidad de propietarios, y, por supuesto, constituye la antítesis de la
conformación social de la ciudad como asociación donde todos sus
componentes pertenecen a una misma clase social.

Otro elemento que destacan los promotores de las “futuras ciudades”,


especialmente en Pilar del Este, es que en su interior no habrá grandes
centros comerciales, sino que el espacio de compras es un “market place, al
estilo americano”. De nuevo, el simulacro, los market places se inspiran en
un collage fragmentario de los lugares de mercado de la ciudad europea, la
copia pierde el referente real y alude a la ficción como realidad. La vuelta a
la ciudad “humana” viene marcada por el hecho de disponer de lugares de
compra alrededor de una plaza, un lugar de mercado y de encuentro, una
vuelta a la tradición, pero no una tradición propia, sino la que viene avalada
por la sociedad y la cultura norteamericana. La oferta del market place
opuesta al centro comercial no deja de ser paradójica, ya que,
generalmente, ambos negocios inmobiliarios son promovidos por los
mismos inversores. Cuando la imagen es pura simulación, o sea, que ha
perdido sus referencias y su origen, no es nada. Todo ello viene enfatizado
en este caso por la utilización del significado de la palabra —fundamental
en este tipo de propuestas—, lleno de códigos dirigidos a la clase media
porteña. Dentro de estos códigos de la apariencia, la elección del nombre
de Pilar del Este no es gratuita, ya que evoca inevitablemente al paraíso
veraniego soñado por la clase media y alta que es la ciudad de Punta del
Este, en Uruguay.

La ciudad es superior a la suma de sus partes. El derecho de acceso al


espacio público, la mezcla social y la interdependencia de los diferentes
sectores son valores fundamentales que no pueden limitarse a la invención de
un sistema de reclusión-exclusión. La ciudad debería poseer diferentes
mecanismos que intenten eliminar la desigualdad socioespacial y, en este
sentido, constituye un sistema de espacios públicos como lugar de expresión
de la fiesta, pero también de la protesta y de la mezcla social, hacia adonde
deben apuntarse los esfuerzos por hacer ciudad.

¿Cuáles son las imágenes a las que se remiten las viviendas de los barrios
cerrados suburbanos, de los barrios cerrados en altura, y el de la recuperación
de los edificios históricos? Poseen una manera común de hacer y con una
imagen clónica en todo el planeta.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 91


Si tomamos como cierta la hipótesis de que es en “el consumo donde se
construye parte de la racionalidad integradora y común de una sociedad”,29
nos podríamos preguntar por el tipo de sociedad que genera este consumo de
modos de vida a través de los barrios cerrados y si éste puede ser el germen
de una nueva sociedad urbana. Una sociedad urbana marcada por la
segregación y la separación, finalmente no es sino un espejismo más de la
sociedad de consumo que constantemente nos encanta con sus propuestas
para, acto seguido, decepcionarnos y seguir el camino frustrante e
inalcanzable de la felicidad propuesta, buscando siempre ese modelo
inalcanzable.

Por lo tanto, tampoco se concreta ni se alcanza la felicidad que estos enclaves


proponen. Tras dos años de haber vivido en los barrios cerrados, la gente
empieza a dudar de tan fabulosa decisión. Las razones que cuestionan la vida
en estos enclaves son: el encarecimiento excesivo de los gastos de movilidad
diaria, el aislamiento en el que, pasada la primera época de novedad, se acaba
viviendo, pues las visitas de los amigos “urbanitas” se hacen cada vez más
esporádicas; las dificultades a las que se enfrentan las familias con hijos
adolescentes para que puedan tener una vida acorde con su edad, es decir, una
vida con libertad de movimientos y relaciones sociales. Pero no sólo se trata del
aburrimiento o las dificultades de comunicación y movilidad, sino que la misma
violencia social de la que se había huido continúa en los paraísos protegidos, al
descubrir que el enemigo puede ser uno mismo y no el “otro”.

La violencia y la inseguridad en el interior de estos barrios comienza a


denunciarse poco a poco, aunque pasa casi desapercibida. Los problemas de
inseguridad están provocados en su mayor parte por los propios habitantes
del barrio, ya que el ingreso es prácticamente imposible para un extraño. Las
denuncias incluyen pintadas de corte xenófobo y antisemita, y destrozos y
ataques a la propiedad privada, como, por ejemplo, rotura de vidrios. Sin
embargo, los habitantes apenas denuncian hechos delictivos, porque, por un
lado, conllevaría una pérdida del valor de sus inmuebles y, por otro, las pocas
denuncias existentes tampoco repercuten en los medios de comunicación de
masas, tal vez porque los intereses de quienes promueven estos barrios y de
quienes manejan los medios de comunicación acaban convergiendo. La
ciudad real continúa siendo estigmatizada y denunciada por su altísima
peligrosidad.

Cuando somos consumidores o clientes, nuestra fidelidad es proporcional al


precio que hemos pagado. De igual modo, las escuelas y universidades
privadas están exentas de toda crítica. ¿Quién criticaría por aquello que ha

92 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


pagado tanto? ¿Quién pondría en peligro su inversión? El negocio de la
globalización sobre la ciudad y sobre la vida esclaviza a sus propios adeptos.

Es imposible crear mundos cerrados, ya que también allí se reproducen las


conductas incívicas y los desajustes. La quiebra del paraíso puede hacerlos
aún más inquietantes y siniestros que en la ciudad. Las burbujas de
seguridad tampoco son inexpugnables; los secuestros, los asesinatos y los
robos también ingresan en la vida modélica.

GENEALOGÍA DEL BARRIO CERRADO

La Ley de Ordenamiento Territorial (Ley 8.912-1977) intentó detener el proceso


incontrolado de expansión y suburbanización espontáneo, estableciendo que
para la concesión de licencias de obra se debería realizar las obras de servicios
urbanos (agua, alcantarillado, electricidad) y estableció también dimensiones
mínimas para las parcelas. Además tipificaba las condiciones para constituir un
club de campo o country:

“Artículo 64: […] se entiende por club de campo o complejo recreativo


residencial un área territorial de extensión limitada que no conforma núcleo
urbano y reúna las siguientes características: que esté localizada en área no
urbana, que una parte de la misma se encuentre equipada para la práctica de
actividades deportivas, sociales o culturales en pleno contacto con la
naturaleza, que la parte restante se encuentre acondicionada para la
construcción de viviendas de uso transitorio, que el área común de
esparcimiento y el área de viviendas guarden una mutua e indisoluble relación
funcional y jurídica”.

De todos modos, la historia de los countries se remonta a principios de la


década de 1930 con la realización del Tortugas Country Club, el segundo fue
Hindú Club, en Don Torcuato, a finales de la misma década, a los que
siguieron Highland Park en Ingeniero Maschwitz en la década de 1940, y Olivos
Golf Club en la de 1950, aunque su gran expansión será a partir de la década
de 1970, la del terror de la última dictadura, en que el mercado comprador se
amplió a capas medias de la sociedad. Los countries tienen como finalidad
principal la segunda residencia vinculada a la práctica deportiva; fueron
desarrollados a partir de diferentes agrupaciones civiles, siendo las más
importantes los clubes deportivos. El desarrollo de los countries creció hasta
los años 1981-1982; a partir de entonces se produjo un fuerte estancamiento

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 93


del mercado inmobiliario, como consecuencia de la recesión económica que
siguió a las sucesivas devaluaciones del final de la dictadura militar y que se
prolongaron durante el primer gobierno democrático de 1983-1989. Este
estancamiento tuvo su momento de inflexión a comienzos de la siguiente
década, cuando se inició el desarrollo de los barrios cerrados que, a diferencia
de los countries, se destinaron a primera vivienda. Los primeros en
desarrollarse fueron los más cercanos a la Capital Federal, y estaban dirigidos
a segmentos con un alto poder adquisitivo. A diferencia de las inversiones
precursoras en los countries, las promociones de la década de 1990 fueron
gestionadas por grandes grupos inmobiliarios, con dinero proveniente en su
mayor parte de fondos de inversión de planes de jubilación. Esta
simultaneidad global entre el anuncio del fin de la jubilación pública y la
garantía de los planes privados que inundó la publicidad a comienzos de la
década, pone en evidencia el proceso de “hacer” ciudad como inversión y
negocio para el capital financiero.

Se pueden establecer algunas sutiles distinciones entre los countries y los


barrios cerrados, a pesar de que ambos nacen a partir de procesos de
urbanización de tierras rurales. Por definición jurídica, los countries deben
tener un mínimo del 30% de su superficie dedicada a espacios libres para el
esparcimiento y la práctica deportiva; normalmente disponen de campos de
golf y otras instalaciones deportivas. Estos equipamientos provocan que los
country tengan unos gastos de mantenimiento que, como mínimo, suponen el
doble que el necesario en los barrios cerrados, donde sólo se comparte el
sistema viario y el de seguridad.

Existen dos proyectos de barrios cerrados que pueden considerarse como


precursores. Están ubicados en San Isidro, un municipio situado en la
barranca del río de La Plata, a menos de 20 km al norte de la ciudad.
Históricamente, en este municipio se han asentado las clases que han venido
detentando el poder desde la época de la colonia. Su importancia histórica
proviene de su ubicación sobre el camino de paso del comercio y la riqueza
que conectaba, durante la colonia, con el Alto Perú. Ya en los primeros años
de la república, a partir de la Revolución de Mayo de 1810, se convirtió en un
lugar emblemático de la naciente historia argentina. Estos dos primeros
barrios cerrados son hoy en día los más exclusivos y caros del Gran Buenos
Aires: Boating Club, comenzado en 1969, y San Isidro Chico, realizado por
Antonio Mieres y Jorge Born en 1976. El modelo para las 22 ha de San Isidro
Chico, según explica Antonio Mieres, “fue tomado de los barrios cerrados de
Miami”. Sobre una zona desdeñada por ser anegadiza, estos promotores
rellenaron las tierras y realizaron sus propias casas para atraer y dar

94 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


confianza en el proyecto. Desde el comienzo de estas urbanizaciones, queda
claro que el modelo a seguir es el angloamericano, tanto en el urbanismo
como en las viviendas, y, según Antonio Mieres su casa es “de estilo granero
inglés, con aljibe incluido y techo de ladrillo”.30

Una característica recurrente en los barrios privados es la generación de una


topografía y una naturaleza nuevas, inventadas y diseñadas, pero, sin
embargo, que se venden como auténticas. La región de la pampa húmeda
argentina, donde se ubica Buenos Aires, se caracteriza por la infinitud de la
llanura, fácilmente anegadiza en las proximidades de los ríos. La vegetación
principal es resistente a las inundaciones periódicas: bosque de ribera,
arbustos y árboles bajos y, más alejado de los ríos, el solitario ombú. Pero la
imagen de naturaleza a la que se recurre cuando se promociona un barrio
privado es el bosque otoñal centroeuropeo, el bosque de New Hampshire o
los jardines franceses. Una naturaleza inventada para convalidar la simulada
“tradición” y como marco ideal para el desarrollo de la vida social. Frente a lo
sublime de los parajes inabarcables de la pampa y a lo imprevisible de la
naturaleza se recurre a la suavidad y benignidad bajo control de los paisajes
pintorescos.

¿CÓMO SE VENDEN LOS PARAÍSOS?

La publicidad que se utiliza para vender los espacios mitificados de los


barrios cerrados y convertirlos en los sueños de la clase media y alta es más
que elocuente. Como toda publicidad, inventa mundos inexistentes,
felicidades de cuentos de hadas en reductos de sosiego y “familia”. La ciudad
desaparece de los planos, las autopistas se hacen omnipresentes y se borra
sistemáticamente cualquier referencia real con el lugar. Si los bosques de las
publicidades son inventados, no lo son menos los entornos urbanos que
enseñan.

Contrariamente a la realidad en un mundo de cambios, de nuevas y variables


agrupaciones familiares, la publicidad presenta familias inmutables y
“tradicionales”, conformadas por padre, madre y dos hijos. Por descontado,
estas familias siempre son blancas, preferentemente rubias y de ojos claros,
obviando las diversidades raciales.

Un caso aberrante en Buenos Aires es el conjunto de torres-country con


cientos de viviendas, espacios comunes de juego y deporte, vigilancia y rejas,

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 95


que se sitúa según el prospecto de venta frente a un idílico campo de golf que
lo separa del río, a unos pasos de la gran autopista. El folleto de venta olvida
que el conjunto está inscrito en una trama urbana en medio de un barrio, con
sus calles y avenidas. Pero la eliminación más imperdonable para la historia y
la memoria de la ciudad es que el campo de golf se ubica en el lugar de la
Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros de detención
clandestina más sangrientos de la dictadura de la década de 1970, donde
desaparecieron miles de hombres, mujeres y niños, que sigue en pie Los
procesos de falsificación del entorno construyen una ciudad que nunca había
sido, pero que terminará siéndolo merced a propaganda y olvido, segregación
y fragmentación.

Los barrios cerrados producen el efecto de pisadas sobre el territorio, a las


que no les importa las relaciones que quedarán rotas por su presencia. Este
desprecio por el entorno, por la vecindad, por lo próximo y por los otros,
también se expresa en las propagandas de promoción. No existe nada
alrededor de estas burbujas a excepción de las vías rápidas de circulación,
que se presentan como islas en un mar azul. Además de la negación y
falsificación de la realidad, otro rasgo característico es la presencia
evocativa del azul celeste del agua que, junto a los bosques y la familia feliz,
conforman el trípode sobre el que se basa esta propuesta de vida artificial y
engañosa.

Para vender mejor se invierte el plano. Lo que estaba al sur —La Deseada— se ubica al norte, que
vende mejor; el norte es rico y el sur pobre.

96 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Folleto de venta: el golf entre el edificio en venta y la autopista está ocupado en realidad por el
tristemente célebre ESMA.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 97


UNA CIUDAD-PUEBLO

El caso más extremo de disolución de la ciudad consolidada es el proyecto de


la ciudad-pueblo de Nordelta. Según el proyecto, cuando se termine en
aproximadamente veinte años, alcanzará una población de entre 100.000 y
120.000 habitantes, y ocupará una superficie de 1.600 ha en Tigre, comunicado
con Buenos Aires a través del ramal Tigre de la autopista Panamericana.

Nordelta da un paso más en la segregación y fragmentación de los barrios


cerrados. Se presenta como una ciudad pueblo porque, según su publicidad,
propone funciones agregadas a la residencial que estarán integradas “como
en toda ciudad”: colegios y universidades, centro asistencial, cuartel de
policía y bomberos privados, formando el denominado “centro cívico”,
establecimientos de comida rápida, mercado, centro comercial, estación de
servicio y campo de golf, como si una ciudad fuera simplemente la sumatoria
de unas funciones.

Ser ciudad-pueblo quiere decir recuperar valores prolépticos del pasado, de la


vivencia en pequeñas comunidades regidas por intereses comunes, con
objetivos y valores iguales, una utopía del pasado, el tiempo en que la ciudad
era de los verdaderos ciudadanos y no estaba contaminada ni por el “otro” ni
por la política. Esta propuesta urbana niega la componente de polis de la
ciudad, puesto que el encuentro entre ciudadanos sólo tiene como objetivo el
consumo, la diversión y el deporte en una vida de placeres sin problemas ni
compromisos.

Como en otros casos, el proyecto se implanta sobre un terreno comprado a un


precio barato, con lo que resulta una forma sin lógica. Se promociona como
“ciudad privada”, negando y vaciando la ciudad existente, eliminando el
espacio de una comunidad libre y diversa, transformando a la sociedad en una
estructura totalmente guetizada. La propuesta es totalmente distinta a las
utopías de la nueva ciudad como una posibilidad que permitiría reequilibrar el
territorio nacional, que tienen en Brasilia su gran paradigma —fallido— de la
modernidad, y que en Argentina tuvo su proyecto —aún más fallido— durante
el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), cuando intentó trasladar la Capital
Federal a Viedma, al noreste de la Patagonia. Estas propuestas políticas tenían
como finalidad descentralizar el poder nacional y posibilitar un mayor
equilibrio entre regiones, al tiempo que se pensaba generar un movimiento
demográfico que también fuera equilibrador. Nordelta es también totalmente
diferente a los proyectos de las nuevas ciudades europeas de la posguerra, que
constituyen complejas apuestas de proyecto abarcador y no segregador.

98 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 99
Nordelta se denomina a sí misma “ciudad” porque considera que su tamaño
es suficiente para serlo, olvidando la complejidad que implica la ciudad. Una
oferta variada de terrenos permite —siempre según los promotores— que
pueda vivir allí quien lo desee, con “alternativas para todos los bolsillos”. La
oferta abarca desde áreas muy exclusivas formadas por solares de 0,5 ha,
ubicados en una isla “falsa”, en la que el promotor construirá su tercera
residencia, hasta casas pareadas de 80 m2. El relato que hace el promotor de
esta construcción y su futuro se asemeja al del señor feudal que construye su
castillo en la zona más inexpugnable de la ciudad y que, a cambio de
seguridad, cobra sus impuestos al otorgar la concesión de la “ciudadanía”:

100 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 101
“Hay que pensar que en Nordelta convivirán diferentes barrios, cada uno con
sus características, su estilo; cada uno tendrá un club house y su
individualidad, sin perder de vista la integración global dentro del predio, con
un sentido estético. Esta armonización de los aspectos que conforman las
1.600 ha resulta indispensable para que en el quehacer cotidiano no haya
obstáculos y agrade a quienes tomaron la decisión de mudarse”.31

El promotor se convierte en el hacedor de ciudades, en el salvador de la


sociedad, quien, con la ayuda del urbanista adecuado, proyecta un espacio
urbano como debería haber sido.

La armonía se entiende sólo como sinónimo de igualdad, de no diferencia; la


uniformidad y la homogeneidad es más fácil de dominar y controlar. Basta
pensar en las primeras acciones que llevan a cabo gobiernos dictatoriales,
dirigidas a supri-mir las más mínimas libertades de expresión e identificación
social o de grupo mediante la creación de pautas de conducta, la imposición
de idiomas, símbolos, horarios y vestimentas a toda la población; así, el
diferente pasa a ser automáticamente un sospechoso muy fácil de identificar.

Dentro de las actividades encerradas en el recinto que sirven para convertir un


enclave hiperprotegido y segregado en ciudad se encuentran dos
universidades, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires y la Lynn University
estadounidense que también contará con educación primaria y secundaria. La
inversión de 500 millones de dólares por parte de los promotores incluye un
acceso directo desde la autopista, hecho fundamental para el éxito de la
promoción, pues los alrededores de Nordelta no son barrios satisfactorios
dentro de esta lógica monetarista y simplista, pues tienen visibles cruces a
nivel con semáforos, siendo una referencia molesta de la realidad de los
“otros”. También incluye una avenida de circunvalación interior —camino de
la muralla, doble seguridad al cerco que recluye al barrio— y 8 km de caminos
interiores hasta el Delta. Para proveer de servicios de transporte colectivo se
han establecido contactos con la empresa Trenes de Buenos Aires para que
preste servicio desde esta “ciudad” al centro de la ciudad real, aunque
resulta difícil imaginar que quien se recluye de esta manera opte por el
transporte público. En todo caso, será una opción para el ejército de
trabajadores de baja cualificación que se deberá trasladar allí, o para las
mujeres que no conduzcan.

Sin embargo, esta ciudad de iguales está llena de normas que controlen y
garanticen esta falsa igualdad. La vida en estas burbujas de vidrio está
pautada por un guión preescrito que hay que suscribir y obedecer.

102 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


INSTRUCCIONES PARA UNA VIDA SEDADA

Simulacro y control son dos cualidades imprescindibles en la creación de esta


ciudad de ficción y delirio del empresario y su equipo. No puede permitirse
que sean los otros, aunque iguales a uno, quienes decidan cómo vivir, ya que
repetirían los desastres ya conocidos. Por ello, para formar parte de este
grupo elegido es necesario firmar una serie de contratos de adhesión, formar
parte de dos sociedades anónimas y aceptar un Reglamento de Edificación,
Parquización y Modificación de Parcela. Esta enumeración muestra los
primeros indicios del coste en libertades personales que se pierden al elegir
la vida en un gueto. Las relaciones entre las partes quedan perfectamente
establecidas en los diferentes contratos, en relaciones principalmente de
carácter comercial y obligatorio.

Cada propietario queda incluido en dos sociedades anónimas, una general del
núcleo urbano de Nordelta y otra del barrio al que pertenece. En ambos casos
los directorios de cada sociedad establecen las contribuciones periódicas.

En los estatutos que regulan la convivencia entre socios se establece la


existencia de una comisión o Tribunal de Disciplina, formado por tres socios
titulares y tres suplentes por mandatos bianuales, que será el encargado de
velar por el cumplimiento de las normas establecidas por el Directorio de la
Sociedad.

“La resolución […] inapelable y las sanciones pueden ser: apercibimiento por
falta leve con el fin de evitar su repetición; suspensión por tiempo
determinado o mientras subsista la infracción, no pudiendo hacer uso de las
instalaciones comunes del complejo, aunque se está obligado a continuar al
día con el pago de las cuotas de mantenimiento de dichas instalaciones; y la
expulsión que importa la pérdida de su calidad de socio […], la sanción de
multa se aplica independientemente o simultáneamente con las demás”.32

Elegir vivir en Nordelta significa, según el contrato de compra-venta, pasar a


formar parte de la Asociación Vecinal Nordelta, SA, cuyo convenio tiene una
duración de 99 años. La sociedad tiene por objeto la organización,
administración, control y fomento de actividades sociales, culturales y
deportivas dentro de su núcleo urbano. En la descripción de las actividades
sociales que figuran en el contrato, se establece la realización y propiciación
de reuniones sociales para el conocimiento mutuo y esparcimiento de los
residentes en el núcleo urbano, “preservar el medio ambiente, evitar la
contaminación y fomentar el contacto con la naturaleza”. Sin embargo, todas

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 103


estas buenas intenciones no son más que falacias; ¿cómo puede preservarse
aquello que ya se ha destruido?, ¿cómo puede evitarse la contaminación
cuando el vehículo individual es imprescindible? Y, ¿cómo puede fomentarse el
contacto con la naturaleza cuando el uso de cualquier espacio interior,
supuestamente natural, tiene horarios de funcionamiento al tratarse de
espacios privados?

“1.26. Uso y cuidado del lago: se encuentra terminantemente prohibido


bañarse en el lago […]. Los propietarios del complejo residencial […],
responsables de las violaciones a esta disposición que cometan tanto ellos
mismos como sus dependientes, familiares y visitas […]. Se establecen como
horarios de uso permitido del lago los siguientes:
Horario de verano: de 9.00 a 13.00 h y de 17.00 a 20.30 h.
Horario de invierno: de 9:00 a 12:00 h y de 17:00 a 19:00 h”.33

La sociedad anónima funciona como un padre protector que inventa y fomenta


los encuentros entre vecinos, pues el encuentro casual se hace casi imposible
en un lugar donde los desplazamientos se realizan en automóvil, donde no se
prevé la construcción de aceras para caminar, excepto en la zona comercial.

104 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


La sociedad tiene también funciones reglamentarias: “Dictar reglamentos y
disposiciones de carácter general con el objeto de preservar la integridad del
núcleo urbano”. Se reduce la complejidad del gobierno ciudadano a simples
normas de conducta o reglamentos. Cada unidad residencial tendrá un
representante —generalmente el padre; mujeres, hijos u otros habitantes de
las viviendas no cuentan— para cambiar los reglamentos o elegir a la
dirección. Se establecen derechos discriminatorios, el derecho a voto en la
asamblea está ligado a la posesión de una acción escritural que equivale a un
voto por acción: un gobierno participativo en función del título de propiedad.
No se puede dejar de ser accionista de la sociedad si se es propietario de un
terreno, ya que ambas conforman un todo irrescindible.

La administración de la sociedad está regida por un mínimo de tres directores,


reelegibles indefinidamente cada tres años; la posibilidad de abuso de poder
es más que evidente. Este Directorio de la Sociedad está facultado para hacer
efectivos todos los derechos de la sociedad y modificar los reglamentos
cuando lo crea necesario.

No existe ningún impedimento para vender una parcela a otro socio accionista,
pero para poder vender a un tercero es necesaria la aprobación previa del
directorio y comunicar cualquier cambio en los residentes habituales:

“1.21. […] Todo socio que haya vendido, alquilado u otorgado el uso de su
propiedad debe notificar de inmediato este hecho al Directorio de la Sociedad,
a fin de facilitar el conocimiento de los residentes temporarios de las viviendas
existentes en su ejido, por estrictas razones de seguridad y de control de
acceso de personas”.34

En éste, como en otros fragmentos del contrato de la sociedad, queda claro el


dominio de la vigilancia sobre la vida privada, todos los movimientos interiores
de personas quedan controlados, denegándose el derecho a la libre
circulación de las personas en un Estado democrático.

LAS FORMAS DE LA CIUDAD-PUEBLO

Para que el proyecto de Nordelta fuera considerado como serio y generara


confianza era preciso algo más que una buena promoción publicitaria. Era
necesario lograr la convalidación de los profesionales y de la crítica. Para ello
se contó con la labor de profesionales del área de la arquitectura, el

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 105


urbanismo y la ecología. Se encargó la redacción del Plan Director al equipo
de la Fundación CEPA, dirigido por el arquitecto y urbanista Rubén Pesci,
quien explica su teoría sobre la ciudad y justifica sus proyectos en La ciudad
de la urbanidad;35 entre ellos se encuentra esta ciudad-pueblo.

El diseño urbano de Nordelta responde superficialmente a las características


básicas de una ciudad-jardín, con calles curvas que crean perspectivas
paisajistas en su recorrido. Es la reducción simplista del diseño de ciudad-
jardín a una fórmula especulativa: las calles sin salida permiten una
ocupación máxima, con la mínima superficie viaria y sin aceras; un trazado
que, además, dificultaría el posible maclaje con el entorno, aunque fuera en un
futuro lejano.

Si observamos el Plan Director de la ciudad nueva aprobado en 1992, notamos


importantes cambios entre el trazado inicial y el que finalmente se construye.
El Plan Director recogía la trama tradicional en cuadrícula y proponía límites
solubles, así como un eje de relación que partía de una estación de trasbordo
y articulaba el conjunto. También proponía una edificación contemporánea de

106 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


bloques y edificios de diferentes características formales, con áreas de
densidades diferentes.

Sin embargo, la propuesta que se está construyendo ha simplificado los


planteamientos para que resulten más rentables para el promotor, es decir, ha
aumentado la superficie de espacio privado respecto al público. Es una
sumatoria de barrios conectados a una ronda interior para el tráfico rodado y
ha desaparecido el eje cívico de conexión.

El conjunto se estructura alrededor de un gran lago que no se nutre del agua


del río, sino de la del subsuelo, un hecho que se ha justificado por la pureza y
la no-contaminación del agua subterránea, pero que en realidad esconde la
verdadera razón: elevar la cota de los terrenos para evitar las inundaciones
por las crecidas periódicas de los ríos cercanos y secar las capas freáticas, de
modo que puedan realizarse los cimientos sin necesidad de pilotaje. Un
retorno a la naturaleza que debe quedar congelada para constituir una bella
escenografía sin sobresaltos. Alrededor del lago se construye un paisaje
artificial de islas y futuros bosques.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 107


Nordelta no es una unidad, sino que está formada por diferentes barrios según
la capacidad económica de sus habitantes, donde permanecen encerrados y
controlados. Cada barrio se conforma de manera similar, un recorrido a modo
de ronda o eje rodado urbano del que arrancan calles sinuosas sin salida. La
morfología urbana propuesta permite un crecimiento infinito, ya que es una
sumatoria de unidades conectadas a una red de caminos.

La ciudad tiene proyectados cuatro accesos rodados con vigilancia, una estación
fluvial y dos estaciones de tren, una para el área educativa y otra para la “ciudad”.
El acceso principal al suroeste permite el ingreso a la zona de equipamiento
“público” de entrada libre controlada que se propone como una escenografía de
espacios portuarios recuperados como nuevos espacios urbanos.

Una ciudad de promotor inmobiliario nunca será una ciudad; podrá ser
Disneylandia o una escenografía, pero no una ciudad. Sus valores, sus
significados y sus relaciones no pueden simularse en un escenario de eterna,
impoluta e inmóvil felicidad.

NOTAS

1 Koolhaas, Rem, “La città generica”, en Domus, 791, marzo de 1997.


2Huxtable, Ada Louise, The Unreal America. Architectures and Illusion, The New Press,
Nueva York, 1997.
3 Augé, Marc, El viaje imposible. El turismo y sus imágenes, Gedisa, Barcelona, 1998.
4Sennett, Richard, Vida urbana e identidad personal. Los usos del desorden [1970],
Península, Barcelona, 2001.
5 Davis, Mike, Ciudad de cuarzo. Excavando el futuro en Los Ángeles, Lengua de Trapo,

Madrid, 2003.
6 Hajer, Maarten; Reijndorp, Arnold, In Search of New Public Domain, NAi Publisher,

Rotterdam, 2001.
7 Sassen, Saskia, La ciudad global: Nueva York, Londres, Tokio, Eudeba, Buenos Aires, 1999.
8Boyer, Marie Christine, The City of Collective Memory. Its Historical Imagery and
Architectural Entertainments,The MIT Press, Cambridge (Mass.), 1994.
9 Panerai, Philippe; Mangin, David, Proyectar la ciudad, Celeste, Madrid, 2002.
10 Hajer, Maarten; Reijndorp, Arnold, op. cit.
Davies, Paul, “Private Housing. Lake Las Vegas Resort. Just Add Waters”, en Moore,
11

Rowan (ed.), Vertigo. The Strange New World of the Contemporary City, Laurence King,
Londres, 1999.
Ritzer, George, El encanto del mundo desencantado. Revolución en los medios de
12

consumo, Ariel, Barcelona, 2000.

108 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Ciucci, Giorgio, “La ciudad en la ideología agraria y Frank Lloyd Wright. Orígenes y
13

desarrollo de Broadacre”, en Ciucci, G.; Dal Co, F.; Manieri Elia, A.; Tafuri, M., La ciudad
americana, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1975.
De Long, David G., Frank Lloyd Wright y la ciudad viviente,Vitra Design Museum, Weil am
14

Rhein, 2000.
15 Cuff, Dana, The Provisional City. Los Angeles Stories of Architecture and Urbanism, The

MIT Press, Cambridge (Mass.), 2000.


16 Garreau, Joel, Edge City. Life on the Urban Frontier, Doubleday, Nueva York, 1991.
17 CNU (Congress for the New Urbanism), “New Urbanism Basics”. www.cnu.org.
18Duany, Andres, prólogo a Unwin, Raymon, Town Planning in Practice: an Introduction to
the Art of Designing Cities and Suburbs, Princeton University Press, Nueva York, 1994; (este
prólogo no está incluido en la versión castellana: La práctica del urbanismo. Una
introducción al arte de proyectar ciudades y barrios, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1984).
19 Huxtable, Ada Louise, op. cit.
Scully, Vincent, “The Architecture of Community”, en The New Urbanism, McGraw-Hill,
20

Nueva York, 1994.


Steutevill, Robert, “The New Urbanism: an Alternative to Modern, Automobile-Oriented
21

Planning and Development”, en The Urban News (www.newurbannews.com).


22 Steutevill, Robert, op. cit.
Pesci, Rubén, La ciudad de la urbanidad, Kliczkowski Publisher/ASPPAN/CP 67, Buenos
23

Aires, 1999.
24 Vidler, Anthony, The Architectural Uncanny (en especial: “III Spaces. Posurbanism”), The

MIT Press, Cambridge (Mass.), 1996.


25 Wright, Frank Lloyd, “La ciudad” (conferencia de Princeton University, 1930), en El futuro

de la arquitectura, Poseidón, Barcelona, 1978.


Echeverría, Javier, Telépolis, Destino, Barcelona, 20002; Mitchell, William J., City of Bits.
26

Space, Place, and the Infobahn,The MIT Press, Cambridge (Mass.), 1995.
27Aydet (Análisis y desarrollo económico territorial), “Localización y características de la
residencia de alto y medio-alto estándar en diez ciudades argentinas”, Buenos Aires, 1999.
28 Silvestri, Graciela; Gorelik, Adrián, “Ciudad y cultura urbana, 1976-1999. El fin de la

expansión”, en Romero, J. L.; Romero, L. A., Buenos Aires. Historia de cuatro siglos (tomo 2:
Desde la ciudad burguesa hasta la ciudad de masas), Editorial Altamira, Buenos Aires, 20002.
29Mignaqui, Iliana, “Dinámica inmobiliaria y transformaciones metropolitanas. La
producción del espacio residencial en la Región Metropolitana de Buenos Aires en los ’90:
una aproximación a la ‘geografía de la riqueza’”.
Constantini, Eduardo (empresario y promotor), entrevista en el diario Clarín, 9 de febrero
30

de 1999.
31 Ibid.
32 Contrato de adhesión para la compra-venta de terrenos en Nordelta, folio 28.
33 Ibid., folios 51 y 52.
34 Ibid.
Pesci, Rubén, La ciudad de la urbanidad, Kliczkowski Publisher/ASPPAN/CP67,
35

Buenos Aires, 1999.

2. Vivir en una escenografía Dualización residencial en Buenos Aires • 109


3. LAS FORMAS DEL PLACER
“En la industria del ocio, los ‘lugares’ se crean en una línea de montaje”.1

El ocio asociado al no trabajo, a la estancia pasiva y a la contemplación ha


tenido un significado negativo para la cultura occidental de herencia
judeocristiana y su sociedad productivista. El estado de pasividad e
inactividad asociado al ocio se ha visto como una transgresión social, ya que
el tiempo tiene que ocuparse de un modo productivo.

Por lo tanto, la industria del ocio transforma lo que otrora fuera vicio en
virtud, convirtiendo el tiempo vacante en una nueva actividad productiva. A lo
largo del siglo XX, el progreso tecnológico ha ayudado a que se generara un
tiempo sobrante o excedente, libre de las tareas productivas en su sentido
tradicional. Este tiempo ganado al trabajo, a la producción reglada, ha
acabado por ser valorado en un nuevo sentido, esto es, como un tiempo
potencialmente productivo: producir consumo mediante la creación de la
llamada industria cultural, tal como la definían Theodor W. Adorno y Max
Horkheimer desde su exilio en Los Ángeles en 1944. La cultura deja de ser un
complejo resultado social, espacial e histórico, para convertirse en un
producto seriable, una suma de entretenimiento, pasatiempo y consumo,
aderezado con elementos de la cultura y generador de pautas de conducta y
mágicas ilusiones de vida.

“Para el consumidor, no queda nada por clasificar que no haya sido ya


anticipado por el esquematismo de la producción […]. La diversión es la
prolongación del trabajo en la época del tardocapitalismo […]. La
mecanización ha adquirido un poder tan grande sobre el hombre, utilizando su
tiempo libre, y sobre su felicidad, determinando de manera tan integral la
fabricación de productos de diversión, que ya no es capaz de aprender y
experimentar sino es a través de las copias y las reproducciones […]. El
pretendido contenido es sólo un débil pretexto […]; la industria cultural
defrauda ininterrumpidamente a sus consumidores sobre lo que promete
ininterrumpidamente”.2

La industria cultural ha logrado maximizar el rendimiento económico del


tiempo, ya no hay tiempo libre o excedente, ni pasividad o inactividad, sino
cada vez más propuestas urbanas activas para el tiempo libre, divertimentos
que implican una acción recíproca, del visitante y el receptor, que desemboca
ineludiblemente en el consumo de bienes o servicios.

Como la inactividad sigue teniendo connotaciones pecaminosas, los centros


dedicados al tiempo libre no se denominan a sí mismos centros de ocio,

3. Las formas del placer • 111


Luces y colores en el conector del aeropuerto de Chicago: no hay tiempo aburrido.

112 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


sino centros de entretenimiento. El ocio es una condición estática y, de
manera contraria, el entretenimiento es activo para quien sirve y para quien
recibe.

Cada vez más, el tiempo libre es un elemento que crea riqueza, y muchas
ciudades que pretenden que su base productiva sea terciaria se apoyan en
la utilización de este tiempo como fuente de recursos. Por tanto, en las
ciudades la difusión de las economías terciarias como actividad productiva
se basa en el aprovechamiento de este excedente. Dentro de la producción
terciaria o de servicios, el turismo es uno de los que más se ha desarrollado
y se ha convertido en una industria de primera magnitud para muchos
países, y es de prever que irá en aumento durante la primera mitad del
siglo XXI.

“De acuerdo con el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (CMVT), esta


industria representa más del 11% del PIB mundial y se prevé que lo duplique
hacia el 2008 […]. Se estima que un 7,5% de las inversiones de capital que
se hacen en el mundo se destinan al turismo, y es el primer producto
comercial de muchos países”.3 El turismo se reinventa constantemente para
otorgar nuevos encantos a sus propuestas. La oferta turística gana en
diversidad y especificidad, respondiendo a una de las características de la
producción posfordista: la personalización, frente a la seriación de los
productos. Pero como otros productos a escala global, el turismo también
tiene una oferta homogénea y homóloga que borra elementos diferenciales
que podrían resultar inquietantes. Aquello que el consumidor-turista
encuentra tiene que coincidir con la fotografía de la publicidad. La
expectativa del viajero del siglo XXI, convertido en turista, se reduce a
confirmar lo que ya sabe y a repetir experiencias sin descubrimientos,
sorpresas ni contratiempos.

La industria cultural, clara descendiente del sistema de producción industrial,


no considera los bienes materiales preexistentes y agotables en su ecuación:
consume y devora lo que constituye su sustento. La razón de ser de la
atracción de un lugar para poder convertirse en atractivo turístico —su
historia, su particularidad, su localismo, su geografía, su arquitectura, su
urbanismo— se banaliza y anula por una industria cultural que se reproduce
en franquicias.

Las ciudades son espacio para el puro consumo, “las ciudades mundiales […],
son centros de notable consumo, tanto de artículos de lujo para las minorías
como de productos de producción masiva para la mayoría”.4

3. Las formas del placer • 113


El consumo no se limita a la compra de bienes, sino que la actividad cotidiana
se transforma en consumo de actividades y apariencias de formas de vida. La
implosión5 o pérdida de límites claros de los espacios y significados ha
llevado a que toda actividad —cultura, educación, alimentación, etc.— se
equipare y relacione indefectiblemente con el consumo, de modo que los
límites y diferencias entre sí se confunden y desaparecen. El ciudadano, que
ha pasado a ser mero consumidor, se agrupa en una nueva lógica que defiende
sus derechos como consumidor en vez de como ciudadano.

Las decisiones urbanas se toman cada vez con mayor frecuencia con una
calculadora en mano, es decir, en función de los intereses de los inversores.

“Cada vez más, los científicos sociales hablan de urbanización como un


fenómeno global, esto es, un proceso que debe entenderse en referencia a sus
causas sistémicas más amplias. Aún así, el discurso dominante de

114 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


planificación urbana para las ciudades está marcado por dos proposiciones
contradictorias. Por un lado, se nos invita a creer en la autarquía de las
ciudades como corporaciones competitivas —un concepto que, tal vez, sea
paralelo al de la “soberanía” de los consumidores—, y, por otro, se nos dice que
las relaciones del mercado global son los principales determinantes para la
fortuna de la ciudad y que las ciudades-corporaciones deben ahora ajustarse o
sucumbir”.6

El urbanismo de mercado actúa sobre enclaves seguros de la ciudad que


puedan reconvertirse generando nuevas identidades, supuestamente urbanas,
que enmascaran el negocio inmobiliario real. Los discursos de recuperación del
patrimonio, de la arquitectura y, finalmente, de la ciudad se esgrimen como
elementos incuestionables. Ejemplos no faltan, como la modernización de
Potsdamer Platz en Berlín, donde hacer ciudad a partir de la “reinterpretación”
historicista de su tejido urbano esconde su fin último: la generación de

3. Las formas del placer • 115


espacios de consumo detrás del discurso y de la tradición europea del espacio
público. Esta propuesta urbana, avalada por los arquitectos del star system con
discursos políticamente correctos de espacio público y sostenibilidad,
enmascara la segregación y fragmentación urbana de la ciudad de las
empresas. Al entrar en la plaza Sony —un espacio privado, aunque se le llame
público—, los límites quedan claramente definidos cuando nos encontramos
con el decálogo de normas a cumplir si no queremos ser expulsados de allí. Al
igual que en los barrios cerrados, estos espacios públicos nos privan de
derechos a cambio de seguridad y de escenografía. O como la escenificación de
la recuperación de la vida urbana, entendida como perfecto escenario para el
paseo familiar entre escaparates, del corazón de Nueva York en Times Square
capitaneada por la compañía Disney, inequívoca marca del entretenimiento
como consumo y generadora de estilos de vida.

Para garantizar el éxito de cualquier actividad debe pensarse, expresarse y


“venderse” inmersa en la lógica del entretenimiento, de modo que la compra,
la comida, el entretenimiento, el ocio y la educación utilizan los mismos
códigos de imagen y responden a las mismas características de velocidad,
fugacidad y reinvención: shopertainment, eatertainment, edutainment 7 son los
nuevos nombres que se les da a las actividades así concebidas. Por lo tanto,
no es de extrañar que las ciudades también utilicen los mismos códigos para
reformar áreas degradadas y convertirlas en apetecibles para el consumo
turístico. La ciudad que se transforma en espacio para el ocio, entendido
como puro entretenimiento y consumo, añadiría a la lista anterior el
urbantertainment.

Finalmente, estos simulacros han logrado la concreción de los cuentos de


hadas en la realidad, “fueron felices y…”

LA CIUDAD DEL ENTRETENIMIENTO SEGURO ABIERTA 24 H

La ciudad urbantertainment debe funcionar 24 h sin pausas y ofrecer cuantas


más actividades mejor. Un supermercado de ofertas urbanas que impide ver la
homogenización de la que han sido objeto las ciudades. Las propuestas son
las mismas para todas las ciudades: los mismos arquitectos, los mismos
festivales y las mismas hamburguesas.

“La fantasy city está limitada y definida por […] seis aspectos principales.
Primero, el tema o centro […], que es especialmente ciego a su entorno,

116 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


particularmente en su relación con los barrios colindantes. Mientras los
promotores hacen esfuerzos por conectar los diferentes elementos de sus
proyectos bajo el paraguas de un motivo como el de la “ciudad antigua” o “el
borde del mar”, de hecho, cada restaurante, teatro o tienda está internamente
tematizada según una fórmula estándar distribuida por todo el planeta”.8

El germen de este tipo de actuación aplicado a toda la ciudad se encuentra en


los parques temáticos y en los centros de entretenimiento. El paraíso existe
aquí y ahora en estos ambientes artificiales y controlados que se consolidan
como representación del paraíso deseado.

“Walt Disney no quería cambiar la vida de la gente […], sólo el medio en el


que viven. De hecho, intentando lo segundo consiguió lo primero […]. El éxito
dentro de los límites de Disneylandia incitó la imitación fuera de ellos”.9

Estos enclaves aislados pretenden cambiar los parámetros y modelos de


relación, información y conocimiento que las sociedades urbanas establecen.
La ficción es la realidad, o a la inversa, ya no se sabe quien copia ni quién imita
a quién.

“La vieja experiencia del espectador cinematográfico que, al salir a la calle,


tiene la impresión de encontrarse frente a la continuación del espectáculo que
apenas ha dejado, ya que éste quiere precisamente reproducir, lo más
rigurosamente posible, el mundo perceptivo de la vida cotidiana, y surgido a
criterio de la producción. Cuanto más gruesa e integral es la duplicación de
los objetos empíricos por parte de la técnica, tanto más fácil es tener éxito
actualmente haciendo creer que el mundo exterior no es más que la
prolongación de lo que se conoce a través del cine […]. La vida —al menos
como tendencia— no deberá distinguirse del cine sonoro”.10

La realidad de la ciudad no parece suficiente para satisfacer las expectativas


que se hace sobre la sociedad, por ello, y cada vez más, la ciudad global copia
su propio paradigma, su propio tópico, lo que se espera que sea, no lo que es.
Aparecen, así, nuevas y fascinantes estructuras arquitectónicas fruto de las
novedades tecnológicas; se renuevan los envoltorios pero las razones no
cambian: mantenernos asombrados ante la novedad de cada nueva piel que
nos lleva a disfrutar y pasear por espacios donde sólo es posible consumir. La
novedad realimenta constantemente el deseo de consumo.

La creación de nuevos medios de consumo es cada vez más veloz; se


necesitan más medios para impactar, aunque cuentan con la ventaja de la

3. Las formas del placer • 117


debilidad de la memoria de la sociedad anestesiada por el consumo. Lo que ha
pasado hace más de diez años puede presentarse como inédito con alguna
pequeña variación. Las universidades, los museos, los lugares de comida se
tematizan cada vez más, se inventan constantemente novedades para atraer al
consumidor.11 Lo importante no es tener algo de interés para contar, enseñar u
ofrecer, sino cómo se representa este capital para ser comprado. Todo —
cultura, comida, comercio— se convierte en puro entretenimiento. En la
realidad enmascarada, la compra es la única actividad posible.

“Knott’s Berry Farm de Buena Park: […] Es el parque de diversiones temático


más antiguo que recrea los idealizados y simples Estados Unidos […]; para
Eco […] ‘un supermercado disfrazado, donde se compra obsesivamente, y se
cree que aún se está jugando’ ”.12

Los espacios de consumo invaden con su control el espacio público; las


calles pertenecen a las tiendas y a los centros comerciales y no a la ciudad ni
al ciudadano. La aparición de servicios paralelos de control —guardias
privados de seguridad y televigilancia— extiende la propiedad privada más
allá de sus dominios, considerando que la calle y la acera son propiedad de
quienes lindan con ella. La libertad de circular, de tomar los espacios
públicos, de expresar libremente las diferencias y opciones individuales, se ve
condicionada, cuando no coartada, por la vigilancia que estos espacios
ejercen sobre el área de ciudad que los circunda. El espacio público se
controla desde los interiores, al tiempo que aparecen sucedáneos de espacio
público encapsulados en interiores de fantasía. Se propone un seudo espacio
público donde la realidad no ingresa y, sin ella, la pobreza tampoco es visible,
ni las alteraciones climáticas, ni el paso del tiempo. Aunque se acepte como
alternativa, como si fueran verdaderos espacios públicos, sólo son espacios
controlados, segregados y privatizados que implican la renuncia a los
derechos civiles de expresión individual, de diferencia y de agrupación,
conseguidos trabajosamente en la vida urbana.

Dos procesos que provienen del mundo empresarial marcan las pautas para
conformar espacios urbanos basados en el entretenimiento, espacios
pensados para el puro placer individual de un consumo constantemente
decepcionado e insatisfecho.

Uno de estos procesos es la “McDonaldización”,13 se fundamenta en la


unificación de los requerimientos productivos, la absoluta previsión de todo lo
que ocurre y la certeza de que es más importante cómo se ofrece el producto
que el producto en sí. Todo debe ser diversión: gráficas estridentes con

118 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


profusión de colorido, imágenes del mundo feliz, donde todo está previsto y es
previsible; una felicidad encapsulada, segura y esterilizada.

El segundo proceso, la “disneylandificación”14 de la ciudad, se refiere a


convertir la ciudad real en un parque de atracciones, o un parque temático, y a
crear lugares para vivir más cercanos a un decorado de película bucólica y
feliz que a la verdadera diversidad urbana. Nuevamente está presente el
control, la falsa diversidad y un fin que es el puro consumo-entretenimiento,
que tiene como resultado una sociedad con dos carencias: no es dueña de la
organización de su tiempo y está inevitablemente insatisfecha.

Ambos procesos aprovechan las sinergias que producen sus propuestas de


ocio para complementarlas con la venta de productos de “marca”.

“El principal ingreso de los restaurantes temáticos y las atracciones no son


las entradas, las bebidas o las comidas, sino el que lo genera el merchandising
de su marca en los diferentes souvenirs, que actúan como sello del pasaporte
que confirma que el turista ha estado en un lugar concreto”.15

Las ciudades también adoptan estos mecanismos, incluyendo el de la


“marca”, y cada vez son más los elementos de merchandising que se
identifican con la ciudad. Cuanto más elementos emblemáticos haya —
plausibles de ser convertidos en camisetas, pins, etc.—, más presente estará
la ciudad en todos los ámbitos y más apetecible resultará para las nuevas
inversiones.

Paradójicamente, las ciudades que tienen éxito en estos cometidos se


convierten en rehenes de la voracidad del turismo, que la considera su
propiedad y la convierten en el lugar para la expresión de una infancia
perdida indisciplinada, ejercida por un turista aturdido y mediatizado. La
ciudad es capturada por autobuses turísticos que, a paso lento, la observan
desde un monitor-ventana; por bandadas de turistas en bicicletas-carro
bulliciosos; o por turistas montados en trenecitos de feria de atracciones,
transformando la ciudad real en una disneylandia. La ciudad que olvida su
diversidad, sus habitantes cotidianos, que se pone al servicio de esta
voracidad, terminará fagocitando su propio atractivo. Las exigencias de la
industria turística son insaciables. No basta con dominar y cambiar lógicas y
estructuras de usos y funciones de las ciudades para supeditarlas a sus
caprichos, sino que “obligan” a las ciudades a generar nuevos lugares para
volver a dar encanto a la oferta. Estos nuevos lugares, como los museos, se
ubican con relación a la accesibilidad de los grandes autobuses, para poder

3. Las formas del placer • 119


Centurión romano atendiendo
a un turista

ingerir fácilmente el lugar a partir de un rápido recorrido mecanizado, obtener


una panorámica sobre la ciudad y comprar souvenirs culturales a la salida. La
mayoría de las veces, estos nuevos equipamientos exceden las necesidades y
posibilidades locales, generando un peligroso “elefante blanco”.

En la ciudad se generan “no lugares”,16 que ya no son sólo las grandes


superficies impersonales diseminadas por todo el planeta, sino también las
áreas escenográficas de la ciudad, que ofrecen espacios controlados y
medidos, pensados para el consumo. En estos espacios urbanos,
determinados por la proliferación de las ofertas de ocio internacional, donde
todo está al servicio de un sistema de comunicación basado en los símbolos
mediatizados, la realidad local da paso a una realidad global que es
reconocible y repetible en cualquier otra ciudad.

“También los parques temáticos y las rutas reales y virtuales del turismo
generan redes y focos de no lugares en medio de lugares auténticos... Según
Marc Augé, la idea de la sociedad localizada está siendo puesta en crisis por
la proliferación de esos no lugares basados en la individualidad solitaria, en el
pasaje y el presente sin historia. De hecho, el espacio del viajero es el

120 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


arquetipo del no lugar. El espacio del no lugar no crea ni identidad ni relación,
sólo soledad y similitud”.17

La nueva realidad urbana se define como “posurbana”,18 una nueva etapa del
urbanismo en la que hemos pasado del espacio público generado y creado por
y para la sociedad, a la ciudad cuyo espacio público está hecho para “un
público” y por lo “privado”, para el espectáculo.

“El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone y manifiesta en


su plenitud la esencia de todo sistema ideológico: el empobrecimiento,
sometimiento y negación de la vida real. El espectáculo es materialmente ‘la
expresión de la separación y del alejamiento entre el hombre y el hombre’
[…]. Es el estadio supremo de una expansión que ha enfrentado la necesidad
con la vida”.19

Los espacios para el ocio y el consumo niegan la construcción temporal de la


ciudad y la convivencia con el “otro”, la aparición de lo distinto y de la
singularidad. Al negar la temporalidad, se niega la historia y el paso del
tiempo. Del mismo modo que los seres humanos buscan la eterna juventud,
las ciudades se obligan a una constante cirugía estética para parecer tan
auténticas como una escenografía recién pintada. Desaparecen los distintos
tiempos, distintas realidades, distintos componentes sociales, y con esta
amnesia intencionada se busca una ciudad igual a sí misma, repetida y
repetible, conformada por iguales. Así, mediante la repetición de lo ya
conocido, se encontrará la tranquilidad.

Si visitar otras ciudades u otros parajes supuso en otro momento una


aventura real y un aprendizaje, actualmente el viaje se reduce a constatar lo
conocido. Las mismas ofertas de ocio y consumo esparcidas por doquier
permiten verificar la ubicuidad de patrones ya conocidos y comprobar, así, que
sólo es necesario conocer los “intangibles”; los logos y las marcas conforman
la lengua franca del consumo y protagonizan la construcción y satisfacción
del deseo. El lugar real sólo puede de ser igual a su imagen fotográfica
divulgada por los folletos turísticos.

Los medios de comunicación nos invitan al placer de la adrenalina: todo está


a nuestro alcance, pero sólo como apariencia de una sociedad liberada al
disfrute, a las sensaciones placenteras y al hedonismo. Se trata de ofrecer un
riskless risk (riesgo sin riesgo), como lo define Russell Nye,20 proponiendo
espacios controlados donde sea posible vivir esas nuevas sensaciones de
riesgo, peligro o terror aparentes, pero que, en realidad, no son más que

3. Las formas del placer • 121


situaciones donde todo está previsto y calculado. Se forma parte de un guión
previamente escrito, donde los movimientos en el escenario de la realidad
vienen pautados por el director de escena.

Las campañas publicitarias nos presentan estos lugares como “un mundo de
sensaciones”, “siempre más, mucho más diversión”, y un sin número de
argumentos que contienen la idea del placer, el riesgo y el descubrimiento
ilimitado; cuando en realidad, todo sucede en meros escenarios.

Las mismas voces que proponen el riesgo y la aventura son las que hablan de
la vida en la ciudad como riesgo permanente; por ello, la ciudad debe
abandonarse. El verdadero peligro proviene de la fuerte desigualdad social,
cada vez más pronunciada, ineludible e inevitable en la sociedad dual de la
globalización mercantil y financiera. La globalización se beneficia de las
injustas condiciones de distribución de riqueza en el mundo, donde un 20% de
la población posee el 80% de los recursos totales, por tanto ¿por qué no han
de resultar las ciudades con el mismo patrón distributivo?
En este mundo no tienen cabida los problemas reales. Parte de la ciudad real
se convierte ella misma en escenificación, ocio y entretenimiento: Roma

122 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


recibe a los turistas con guías disfrazados de soldados del Imperio Romano y
Madrid se autoproclama como sinónimo de ocio. Como parodiaba Josep Maria
Montaner 21 en su artículo titulado “Barcelona 2040”, por entonces la ciudad
pagará a algunos ciudadanos para que se representen a sí mismos como
habitantes de la ciudad.

ESCENOGRAFÍAS URBANAS

La recreación de situaciones naturales y urbanas es cada vez más recurrente


en los centros comerciales: desde la réplica de calles históricas utilizado
especialmente en los outlets situados en periferias urbanas —en La Roca
(Barcelona) y en Viena—, al simulacro de una calle comercial moderna sin
referencias históricas, sino sólo a fantasías derivadas del mundo filmado que
nos conduce al parque temático de los estudios cinematográficos —Universal
Walk, Los Ángeles—, o la simulación en áreas urbanas de una calle europea
para dar prestigio a los comercios allí instalados —Rodeo Drive, Beverly Hills,
Los Ángeles—. El camuflaje del espacio para la compra como paseo y
experiencia urbana se sitúa lejos de los primeros centros comerciales
suburbanos cerrados, donde desaparecían las nociones de día y noche en una
arquitectura que buscaba la más estricta funcionalidad sin escenografías.
Actualmente esto ya no se hace necesario, pues la población está educada,
habituada a pasar días en los centros comerciales sin sentir la necesidad del
exterior, del sol o de otras actividades: todo se encuentra en estos interiores
superpoblados de estímulos y el exterior es hostil.

El aumento de la capacidad de ocio de la sociedad finisecular y el continuo


deseo de consumo de novedades que provocan los medios de comunicación,
han conducido a recreaciones de la naturaleza con un alto grado de
sofisticación y artificio, para posibilitar la ubicuidad y la convivencia de
mundos diversos. Así, se reproducen lugares “exóticos”, paraísos lejanos
como propuestas de parques acuáticos o de aves tropicales en regiones con
climas inadecuados para ello. La simulación ya no se circunscribe a la
representación de una naturaleza paradisíaca, sino que también se simulan
historias. Dentro de las ofertas de este tipo de espacios, los campos de golf
son emblemáticos, pues suelen aparecer incluso en lugares con carencia del
agua necesaria para su cuidado. Parece que la sociedad “saludable”, con
tiempo y dinero para el ocio productivo, se hubiera transformado en una
sociedad de niños caprichosos que no aceptan una negativa como respuesta,
que no entienden razones y que todo lo quieren ya, aunque sea un sin sentido.

3. Las formas del placer • 123


Rodeo Drive en Los Angeles, quiere ser una calle “europea”: escenografías de edificios históricos y
prioridad peatonal.

124 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Los campos de golf son señal de la doble entrada de un modelo negativo de
nuevos modos de vida, la segregación y la fragmentación provocadas por los
barrios cerrados de los que son la avanzadilla y la imposición de modelos no
sostenibles del uso de los recursos naturales y del territorio.

Dentro de estos paraísos artificiales de los parques temáticos se ofrece la


“jibarización” del otro, de manera que se puedan consumir rápidamente, sin
esfuerzos de comprensión, adaptación o entendimiento, convirtiendo en
tópicos las singularidades de cada lugar. Convertir en tópicos significa reducir
al mínimo los rasgos singulares, hacer que las diferencias y características
especificas se vuelvan caricaturas. Los tópicos se plasman fácilmente y de un
modo seguro en los parques temáticos, donde se simula una realidad ajena,
exótica y atemporal; una realidad que sólo es extraña superficialmente, como
maquillaje, pues bajo el decorado simplificado de otra realidad, prevalece un
sistema de códigos comerciales internacionalizados y de comprensión básica.
La historia se reduce a un cuento y las distancias geográficas desaparecen; es
igual realizar una reproducción azteca con trazas incas, que combinar China y
Japón. Desde los miopes ojos del modelo de dominio actual y el marketing,
todo lo ajeno es igualable en su particular incomprensión.

“Las ciudades occidentales pueden ahora ofrecer a sus ciudadanos (al menos
a quienes pueden pagárselo) nuevos modelos de consumo derivados de
cualquier contexto geográfico y cultural imaginable”.22

Los espacios de ocio y consumo oscilan entre lo igual y la sorpresa previsible.


La novedad es una cualidad imprescindible para los centros de consumo y
ocio. Una novedad que sigue las pautas fundacionales de Walt Disney,23 que
sea lo suficientemente diferente para ser novedad, pero sin ser tan inusual
como para que se aleje de lo cotidiano. Además, cada nueva visita debe tener
algo que no hubiéramos visto en la anterior. Pero para asegurar que lo nuevo
no resulte extraño, debe difundirse previamente en los medios de
comunicación para que entre en nuestra memoria sin que nos demos cuenta.

Como en el caso de la vivienda, nostalgia y tecnología son las componentes


esenciales de los espacios para el entretenimiento: nostalgia en la elección
de las imágenes del decorado de un tiempo inmutable y plácido donde todo
es igual que ayer, y tecnología que permita vivir en una burbuja con controles
telemáticos y climáticos como defensa al entorno, bien sea humano o
geográfico, consiguiendo un espacio ideal donde todo es previsible y ya está
previsto. Para que surta el efecto de seguridad, es imprescindible la excesiva
limpieza: el espacio debe ser aséptico.

3. Las formas del placer • 125


Las propuestas tienen fecha de caducidad. No hay lugar para la fantasía creativa
e individual, ni para la casualidad ni la deriva. Parte del espejismo se logra con el
exceso de estímulos: visuales, sonoros y olfativos, que no deben diferenciarse ni
singularizarse: la cantidad es la máxima cualidad de estos espacios.

“Inventos clave que prepararon y modificaron metódicamente el entorno


construido para recibir e inducir a las actividades de consumo: el aire
acondicionado […] y la escalera mecánica […]. Incluso la naturaleza ha sido
reinventada sintéticamente para sobrevivir […]; artificialidad de los nuevos
interiores infinitos”.24

La creación de paraísos artificiales es característica de la condición


metropolitana y está marcada por la conciencia de la separación del paraíso
terrenal, de que la ciudad y el campo ya no forman un par equivalente y en
armonía. La herencia de los parques pintoresquistas privados ingleses del
siglo XVIII, el crecimiento de las ciudades y la formación de las metrópolis en
el siglo XIX, crearon la necesidad de adaptar la naturaleza en el interior de las
ciudades: un espacio para el puro placer y la diversión en contacto con una
naturaleza dominada. Esta naturaleza es el lugar donde la burguesía urbana ha

126 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


expresado su deseo de libertad, de nuevas relaciones corporales y de relación
con los otros. La naturaleza miniaturizada se convierte en un lugar de
encuentro, de esparcimiento y de nuevos ritos sociales, como también
constituye la huida posible de la ciudad y sus obligaciones. Sin embargo, la idea
de parque como lugar donde no hacer nada en términos de consumo o como
lugar de “no producción” pierde actualmente presencia: todo tiene que ser
económicamente rentable de inmediato y la rentabilidad social cuenta poco.

La arquitectura de las propuestas para ocio y consumo utiliza indistintamente


fragmentos y referentes. Sus construcciones son contenedores vacíos definidos
por las pieles que los envuelven, a los que se sobreponen imágenes que cambian
y mutan continuamente. Los códigos internacionalmente reconocidos y las
marcas son de una variabilidad imperceptible y funcionan como sustento del
discurso. El diseño de un centro comercial puede ser o no diferente de una ciudad
a otra, pero lo que será inevitablemente similar son las tiendas de franquicias que
lo conforman. El resultado es una creciente homogeneización de los bienes y
servicios que se ofrecen y que se pueden comprar. El consumo a la “americana”
se caracteriza simultáneamente por la diversidad y la homogeneidad; esto es, la
“homogeneización diversificada” o la falsa diversidad.25

BUENOS AIRES: ESPEJISMOS DE RECUPERACIÓN URBANA

Los espacios para el entretenimiento, una de cuyas características


imprescindibles es estar cerrados respecto al entorno, no son exclusivios de
áreas suburbanas no cualificadas, sino que su lógica se ha implantado
también en medio de la ciudad. La aparición de contenedores urbanos, ya sean
de nueva construcción o aprovechando una estructura preexistente en desuso,
vuelven a confirmar el modo segmentado de hacer la ciudad global. Cuando el
nuevo edificio comercial reutiliza una estructura arquitectónica previa y
valorada por la ciudad, obtiene una ventaja añadida: la posibilidad de utilizar
el discurso de la recuperación y la memoria urbana, ganando así carta de
ciudadanía, validez y respeto. Los objetos y servicios ofrecidos en un contexto
histórico también se valorizan y cualifican.

“Crawford ha señalado los aspectos negativos del uso de la autenticidad como


herramienta de venta. Una apropiación de valores tiene lugar cuando las
mercancías adquieren un aura de calidad y autenticidad que proviene de la
fuente o el emplazamiento. Un proceso denominado […] ‘mercantilización’ de la
cultura estadounidense”.26

3. Las formas del placer • 127


Del entorno se aprovecha su potencial capacidad para evocar el imaginario
colectivo; la identidad y la historia del lugar se manipulan y convierten en un
relato interesado que eliminará a parte de los protagonistas y resaltará
epopeyas falsas y edulcoradas.

Los centros comerciales o de ocio no pretenden potenciar la ciudad y, de


manera casi programática, no se relacionan con el entorno. Son una burbuja
más que completa el mapa de relaciones encapsuladas y seguras que se
proponen desde la lógica reduccionista de una ciudad de “iguales”. Trasladarse
en vehículo privado, entrar con él en los edificios burbuja y salir a caminar en
esta atmósfera de pureza y seguridad. Olores e iluminación confieren un aire
de máxima asepsia a dichos espacios, apoyados por ejércitos de personal de
limpieza que son visibles constantemente. La artificialidad de los espacios no
les permite envejecer, ni tan siquiera tener vida; por ello, cualquier seña de
abandono, de paso del tiempo o de ocupación previa por otros se borra para no
generar aprensión o se pueda pensar que el “otro” ha estado allí.

Los proyectos comerciales más emblemáticos de Buenos Aires podrían hacer


pensar que la aparición de estos contenedores ha sido beneficiosa, que han
sido los gérmenes para la reactivación de determinadas áreas, pero ha
sucedido lo contrario. Podrían haber sido nuevas centralidades urbanas,
nodos generadores de sinergias creativas y productivas, pero ni su
concepción empresarial ni su diseño arquitectónico conducen a una
interactividad e interrelación con la ciudad que no sea la mirada desde la
aislada seguridad y paraíso inaccesible para los que se quedan fuera.

La instalación de un contenedor comercial en un área consolidada no aporta


ningún beneficio; lo que hace es apropiarse de la energía del lugar y construir
un mundo interior que niega y segrega el exterior. Sus fachadas sólo son
frontera, ya sean escaparates, superficies decoradas como pantallas de
televisión o neones. Cuando se sitúan en un medio urbano degradado, las
mismas características del nuevo edificio enfatizan el contraste acentuando la
degradación circundante y el efecto negativo.

LA MEMORIA DEL MERCADO

En noviembre de 1996 se anunciaba el Programa de Desarrollo Urbano de la


avenida Corrientes, con la intención de recuperar, por medio de diversas
operaciones públicas y privadas, áreas urbanas degradadas o deprimidas. Se

128 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


3. Las formas del placer • 129
pretendían generar proyectos que, dentro del marco del programa, reforzaran
el eje de la avenida Corrientes a su paso por diferentes barrios, con
actuaciones a diferentes escalas. Cada zona se configuraría según los
diferentes actores y situaciones con las que se encontrara.

La zona del antiguo Mercado de Abasto se encontraba dentro del ámbito del
Programa, como la pieza fundamental de un proceso de reestructuración y
revitalización urbana marcada por la segregación y la segmentación. El
mercado se sitúa sobre la avenida Corrientes, a 3 km de Puerto Madero,
emblema global por antonomasia de Buenos Aires.

El Mercado de Abasto de Buenos Aires fue construido en 1934 por los


arquitectos Victorio Sulcic y Raúl Bes, en colaboración con el ingeniero José
Luis Delpini. Su estructura de cinco naves abovedadas de hormigón armado
confirió al mercado una imagen singular y de gran calidad arquitectónica.
Primer edificio de la ciudad en utilizar el hormigón visto en fachadas e
interiores, obtuvo el Premio Municipal de Fachadas en 1937; con una
estructura original que resalta la cubierta en doble bóveda con
incrustaciones de placas de vidrio armado que aligeran la estructura e
iluminan el interior.

A mediados de la década de 1970 se decidió trasladar el mercado y fue


finalmente abandonado al inaugurarse el nuevo Mercado Central de Abasto en
1983. Su desaparición detuvo el motor económico del área, y los edificios
aledaños, utilizados como extensiones informales del mercado, fueron
abandonados, lo que favoreció su ocupación por parte de una población
marginal, atraída por la posición central del área que permite mejorar su
capacidad de acceso al trabajo, a los servicios públicos y a las
infraestructuras.

“Pobreza de la ciudad. Por la irracionalidad urbana que supone la existencia


de un parque físico desocupado de 150.000 viviendas —según el censo de 1991
del INDEC—, el deterioro físico ambiental en las áreas donde prima el aban-
dono (muchas veces vinculado con estrategias de especulación inmobiliaria)
[…], muchas de las cuales son ocupadas”.27

En 1983 se llevó a cabo una primera propuesta para convertir el edificio en


centro comercial y cultural. Desde entonces han sido varias las ideas para
recuperar el edificio; desde un centro de “artes vivas” propuesto por el pintor
Antonio Berni, hasta el traslado de la Secretaría de Cultura de la Nación o el
Archivo General de la Nación. En 1984 el edificio fue adquirido por la Sociedad

130 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Cooperativa El Hogar Obrero, que propuso construir un supermercado y un
pasaje comercial con un centro cultural, pero la quiebra de la cooperativa
imposibilitó el proyecto.

Finalmente, el mercado fue adquirido en 1994 por el grupo IRSA, dirigido por
el inversor global Görg Soros, quien reconvirtió el antiguo Mercado de Abasto
en un gran centro comercial y de ocio, con cines, parques de diversiones,
tiendas, restaurantes y espacios de reunión.

Este edificio es la cara visible de un proyecto de transformación urbana de


características inéditas en la ciudad y en el país. La peculiaridad del proceso
de transformación radica en que se trata de un proyecto urbano de un sector
de la ciudad que no ha sido realizada por la Comisión de Planeamiento
Urbano o por ningún Ente Autárquico —sociedad formada por
representaciones de diferentes órganos estatales, como Puerto Madero—,
sino por un grupo inversor privado (IRSA), propietario-accionista mayoritario
de Alto Palermo, SA como de todos los centros comerciales de Buenos Aires.
Si bien las intervenciones se ceñían a la normativa del código de
planeamiento urbano de la ciudad, la dimensión de la propuesta y el impacto
sobre la zona hubiera hecho deseable una discusión abierta sobre su futuro y
la participación activa de los ciudadanos a través de los representantes del
gobierno y, también, de la consulta o participación directa.

3. Las formas del placer • 131


La estrategia de aumentar el valor del suelo en una determinada zona a partir
de un equipamiento de ocio responde a la lógica de las inversiones realizadas
mediante la arquitectura global. Terrenos sin valor sitos en periferias interiores
o exteriores, adquiridos a un precio muy bajo, se valorizan con una operación
bandera que generan una ganancia de la inversión en progresión geométrica, a
partir de la consecuente especulación urbana que se produce en los terrenos
adyacentes, guiados por la promesa de la reconversión. IRSA compró el
antiguo mercado y también algunas manzanas de los alrededores. Tras la
rehabilitación del mercado, algunos de esos terrenos habían aumentado su
valor de venta hasta en un 1.000%.28

La regeneración urbana que sigue estas reglas del juego se apoya en una
geografía formada por islas dispersas en un mar de pobreza y degradación, en
zonas casi inexpugnables para peatones. Estas islas forman la huella en
Buenos Aires de una economía segregadora y de una comprensión parcial de
la realidad.

132 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Edificios vecinos al Abasto que muestran su deterioro (estado en el año 2000)

3. Las formas del placer • 133


El centro comercial Abasto se inauguró el 30 de octubre de 1998 en la calle
Corrientes, una calle cantada en los tangos, “la calle que nunca duerme”,
otrora famosa por sus cafés, teatros y librerías abiertas hasta altas horas de
la noche, en cuyo cruce con la avenida 9 de Julio se levanta el Obelisco de
Buenos Aires. Durante el último cuarto del siglo XX, desde el inicio de la
dictadura en 1976, esta zona ha visto decaer poco a poco su hiperactividad
como centro urbano, en beneficio de áreas más seguras, mejor conectadas y
con nuevos atractivos.

Aunque el Abasto esté dentro de la ciudad, es un “producto urbano” que


no asume las características del lugar ni se suma a la realidad, sino que se
sustrae e intenta capitalizar en su beneficio el mito de la avenida
Corrientes.

La llegada a pie a Abasto no es fácil; es una relación posible pero que el


proyecto no potencia. De las cuatro fachadas del edificio, una se considera
de servicios y da la espalda negando cualquier relación con ella. De las otras
tres, dos potencian el acceso rodado, bien señalizado, a nivel de la calle,
mientras que el acceso peatonal se resuelve con unas grandes e imponentes
escaleras que no invitan a entrar. La fachada principal sobre la avenida
Corrientes presenta un único acceso peatonal central que no coincide con
los niveles de uso del centro comercial. El acceso se realiza a través de una
plataforma vigilada por guardias de seguridad privados que cohíben a
quienes no estén seguros de aprobar el examen de apariencia que requieren
estos espacios de consumo. El exterior y el interior no fluyen ni se
concatenan uno en el otro. El seudoespacio público interior es antiurbano,
segregador y excluyente.

La mecánica que se ha seguido para el desarrollo del proyecto del centro


comercial Abasto reafirma la suposición de que consiste en un elemento
arquitectónico extraño a la ciudad real y que, en cambio, tiene que ver con los
nuevos mecanismos de la arquitectura de la ciudad global. Los proyectos
proceden de estudios de arquitectura, generalmente de Estados Unidos, que
dejan a los equipos locales la “traducción” a medios y sistemas tecnológicos
del lugar. Si se hace imprescindible la demostración de alta tecnología, se
importan componentes y se ensamblan in situ. Esta manera de hacer confirma
la idea de que la producción de conocimientos e intangibles es la diferencia
para el siglo XXI entre dominar y ser dominado, entre una ciudad global y la que
no lo es.

134 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Fachada posterior ciega.

El proyecto fue realizado por el estudio BTA (Benjamin Thompson &


Associates Inc.) de Boston, Estados Unidos, y los equipos locales encargados
de “traducir “ el proyecto estuvieron formados por los arquitectos Manteola,
Sánchez Gómez, Santos, Solsona y Sallaberry —uno de los estudios de
arquitectura con más obra construida y mayor trayectoria profesional de
Buenos Aires—, y por Pfeifer y Zurdo —estudio con amplia experiencia en
centros comerciales y supermercados—. En el mobiliario urbano y el ambiente
interior trabajaron la arquitecta Diana Cabeza y la paisajista Cristina Le
Mehauté.

El nuevo centro comercial es el más grande construido hasta ese momento en


Buenos Aires, con 120.000 m2 destinados a comercio y entretenimiento,
distribuido en cinco niveles, con 230 locales comerciales, 12 salas de cine, un
patio de comidas con capacidad para 1.700 plazas y 1.300 plazas de
aparcamiento en dos plantas, un museo para niños de 4.000 m2 y un parque de
atracciones. Las premisas del proyecto consistieron en preservar la
estructura abovedada del edificio original que daba a la avenida Corrientes y
construir un nuevo volumen sobre la calle Lavalle para albergar los cines
donde se encontraban las primitivas naves del mercado de 1893, de las que se
han conservado sólo las fachadas que, además, se han cegado.

3. Las formas del placer • 135


Como nexo entre la estructura de hormigón recuperada y los cines se ha
realizado una “plaza” con cubierta de vidrio que hace a la vez de fuelle y de
gran foyer. Desde la “plaza”, de aproximadamente 3.600 m2 y 15 m de altura se
observa la sección de las bóvedas del antiguo mercado transformadas en
fachada interior. La calidad del mobiliario interior diseñado por Diana
Cabezas contrasta con lo inhóspito del paisaje urbano “real” circundante.
Según la memoria entregada a los medios de comunicación:

“En la plaza se ubicarán también, reproduciendo situaciones tradicionalmente


urbanas, árboles, mesas y sillas que incitarán a un intenso y continuo uso de
ese espacio semipúblico”.29

Las situaciones urbanas reproducidas se reducen a una escenografía, pues


con un interior monofuncional y monosocial no pueden generarse ni la
casualidad ni la heterogeneidad urbana. La propia memoria del proyecto
muestra esta intención de reducir toda realidad a un simulacro de sí misma, a
un espacio pensado por y para el fin único del consumo como experiencia
vital; el Abasto nos ofrece la “experiencia urbana y ciudadana”.
“En la creciente economía de la experiencia, las empresas deben tener en
cuenta que fabrican memoria, no bienes. Así, por ejemplo, sugieren a los
fabricantes que inyecten experiencia en sus productos. Los fabricantes de
automóviles, arguyen, deberían concentrarse en mejorar ‘la experiencia de
conducir’ ”.30

La ubicación de la plaza, el corazón del proyecto, en la mitad posterior del


edificio se justifica por la intención de respetar la estructura abovedada del
mercado, aunque reafirma el funcionamiento de un edificio proyectado para
acceder en vehículo privado. Las soluciones podrían haber sido múltiples; por
ejemplo, la opción tomada en la recuperación del Covent Garden, el antiguo
mercado londinense, mantuvo la estructura de mercado abierta para
comunicar sin restricciones el interior con el exterior. Las calles penetran en
la estructura interior del mercado y generan un espacio fluido y continuo. La
permeabilidad de los límites es máxima, de este modo se consigue una
sinergia entre espacio público y espacio privado que resulta beneficiosa para
ambos, lo contrario a lo que ocurre en Buenos Aires, donde la plaza se ha
ubicado a una cota de 4,5 m sobre la calle, dando preferencia al acceso rodado
frente al peatonal, se ha impedido que entre el espacio público urbano y el
seudoespacio público proyectado se establezca una relación sinérgica. El
acceso a pie desde las calles laterales del edificio sólo es posible tras haber
salvado inmensas escaleras. En cambio, el acceso hasta la plaza es fácil y
directo mediante las escaleras mecánicas que suben desde el aparcamiento.

136 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Aunque la premisa del proyecto era conservar la estructura abovedada para
que fuera visible desde diferentes espacios, la espacialidad de la bóveda se ve
interrumpida por la presencia de una gigantesca noria que invade otras áreas
con usos del parque de entretenimiento. La saturación de estímulos es una
mecánica que acompaña al intento de proponer constantes novedades y
nuevas atracciones. El resultado de estas dinámicas voraces es la saturación
y el exceso con el único fin de conseguir la experiencia de la abundancia.

Al exceso de mensajes y su confusión se le suma, como característica del


espacio contemporáneo de consumo, la implosión de espacios claramente
exhibida en la planta superior del centro, donde las zonas de comidas, juegos y
escenarios se abren como plateas sobre espacios inferiores y difumina los
límites espaciales y funcionales.

También le ha llegado el momento al museo, como esencia del espacio de la


cultura, de implosionar y confundirse en el consumo. En la cuarta planta se
ofrece, además de un parque de diversiones, una nueva experiencia para los
niños, Urbania, Museo de los Niños, que se presenta como el primer “museo
interactivo temático”.

Urbania es una ciudad en miniatura que está representada por los trabajos
que en ella se realizan. La propuesta excede su propósito de diversión y
formación e incluye mensajes de propaganda. Los iconos del restaurante de
comida rápida McDonald’s se graban en la memoria de los niños antes de ser
conscientes o de poder experimentarlo, pasando a formar parte de un
incuestionable imaginario urbano y de pautas de conducta futuras. El museo
cuenta, entre otras actividades, con estudios de grabación de televisión y de
radio, autobuses y obras en construcción, en un espacio que ofrece a los
niños la “experiencia de la diversidad urbana”, experiencia que, posiblemente,
muchos de ellos ya no conocerán en su vida cotidiana encapsulada.

“Los centros comerciales son complicados mecanismos de comunicación,


pensados para reproducir partes de una cultura en formas comerciales
simuladas […], la actividad cultural que se desarrolla en ellos nunca es un fin
en sí mismo, sino que es instrumental respecto a su principal objetivo: la
mercantilización de experiencias de vida a través de la compra de bienes y
entretenimiento”.31

El resto de componentes de la operación del área del Abasto son: un hotel de


cuatro estrellas de la cadena Hollyday Inn, el pasaje peatonal Carlos Gardel,
un recinto cerrado con tres torres, dos para viviendas y una para oficinas, y un

3. Las formas del placer • 137


138 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí
3. Las formas del placer • 139
gran supermercado. Todos se inscriben en la misma lógica de revitalización
basada en el consumo y en la expulsión-exclusión, siendo extraños al entorno
urbano, como búnkers contra la realidad circundante de la ciudad.

El pasaje Carlos Gardel es un remedo del pasaje Caminito en La Boca, la


postal más buscada en Buenos Aires. Este nuevo pasaje también enmascara
una realidad de marginalidad y pobreza. Esta escenografía, junto al hotel,
hacen que la zona tenga capacidad de situarse, no sólo en el lugar privilegiado
del consumo local, sino en un lugar destacado de la geografía turística de la
ciudad.

La transformación parcial de un área degradada en lugar turístico sólo puede


lograrse si se la segrega, se la aísla de su entorno y se la hipervigila. Una
cápsula sin visiones hacia el mundo real que la envuelve, al que se ha llegado
con anteojeras que impiden distraerse del foco al que hay que dirigirse, sin
preguntas ni alteraciones en el cometido. La moda reciente en Estados Unidos
de realizar paseos en un falso rikshaw (calesa oriental de dos ruedas tirada
por un hombre), es un ejemplo de la banalización y estetización de todo. En la
sociedad de consumo norteamericana, donde todo se vacía de contenido y se
presenta aislado de la realidad, no es extraño encontrar la pobreza misma
convertida en espectáculo, como una sofisticación más. En agosto de 2000, en
las calles de Coconut Grove, Miami, jóvenes apuestos y bien alimentados
ofrecen el servicio de rikshaw como si fuera una diversión más. Se simula un
medio de transporte que en algunos países asiáticos es utilizado por
verdaderos desheredados como recurso infrahumano de supervivencia: se
ofrecen como animales de carga. La falta de noción de la realidad y de los
“otros” convierte la desgracia en un festín.

Lo que se presentaba como una oportunidad para la ciudad, no ha quedado


más que en un proceso de especulación urbana. Terminado el año 2002, no se
han realizado más proyectos fuera de los citados dentro de la gran
“operación de recuperación del Abasto”. Solamente se han creado
productos urbanos que no fomentan el diálogo ni la relación con la ciudad y,
ni siquiera, entre ellos mismos. Cerrados en sus fortalezas de vidrio,
hipervigiladas y controladas, observan desde el lujo, la fantasía y los fastos
del consumo trepidante cómo se descompone la ciudad real, a la espera de
una mejor oportunidad para los especuladores, para quienes el futuro del
área consistirá en completar el proceso de gentrificación, expulsando a los
residentes que resisten y sobreviven, a medida que aparezcan operaciones
inmobiliarias de nuevos productos urbanos. En situaciones de colapso o
crisis económica, los espacios aislados y soberbios que han negado las

140 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Zona de Abasto: hotel Hollyday Inn
al fondo.

Zona de Abasto: torres vigiladas.

3. Las formas del placer • 141


relaciones de proximidad tienen mayores posibilidades de sucumbir y
convertirse en huellas indelebles, con serias dificultades para su
reabsorción progresiva.

MITO ANTIURBANO

En 1989, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires lanza un plan de diez


grandes proyectos para crear y recuperar espacios públicos, entre los que se
encontraba el borde del río de la Plata y de las vías del ramal del tren Mitre,
una línea abandonada en 1961 debido a su escasa rentabilidad.

La idea de dotar a Buenos Aires y su área metropolitana de un paseo lineal


sobre la costa, considerando la dificultad de encontrar grandes zonas
vacantes en el área urbana, ya estaba en la mente de quienes presentaron en
1914 el “Plano y memoria descriptiva de las obras de embellecimiento de la
costa”. La ambición del proyecto era generar una gran avenida ajardinada
que, desde Capital Federal hasta Tigre, recorriera los parajes más
pintorescos de la zona. El compromiso para la construcción de este proyecto
fue avalado por los representantes de los partidos de la zona norte. A su vez,
la ciudad de Buenos Aires debía construir una avenida ribereña desde
Puerto Nuevo hasta el parque suburbano, propuesta que se unía a otras
formuladas entre el siglo XIX y el siglo XX y que atribuían al parque público la
capacidad de regenerar el medio ambiente, controlar el crecimiento urbano y
constituir un espacio de uso imprescindible para el embellecimiento de la
ciudad, la convivencia y el aprendizaje social. 32

La recuperación del trazado del tren Mitre tenía la intención de ser un


espacio público lineal que favoreciera el contacto con el río. Sin embargo, su
concreción ha quedado lejos de estas intenciones: el Tren de la Costa es
fundamentalmente un paseo comercial en forma de trazado ferroviario que
comienza en Vicente López, lindero a la ciudad capital, y termina en Tigre, en
el delta del río Paraná, en el Parque de la Costa.

El área por la que discurre el trazado del ferrocarril pertenece a municipios


colindantes a Buenos Aires, con la que conforman una unidad espacial sin
solución de continuidad, con el mismo patrón de crecimiento y densidad
decreciente a medida que su distancia es mayor al centro de Buenos Aires, y
con centros urbanos más densos en los alrededores de las estaciones de
ferrocarril. Aún así, tanto la composición de la trama urbana como del tejido

142 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


social no presenta exactamente las mismas características a lo largo de
todo el recorrido.

“En Vicente López, el primer municipio que atraviesa según se aleja de


Buenos Aires, el tejido urbano se halla consolidado, es de buena calidad
arquitectónica y de alta densidad, con una manifiesta carencia de espacios
verdes públicos […]; el ramal abandonado se convierte en tajo que lastima la
trama existente.

En el partido de San Isidro, el ramal se vuelca hacia la costa, transformándose


en borde del sector de barrancas […] en dos situaciones: una en que el uso de

3. Las formas del placer • 143


suelo residencial es de baja densidad y de alto valor económico, y otra […], el
sector de alto valor patrimonial necesario establecer mecanismos de
preservación […].

En San Fernando […] se presenta una de las mayores fracciones colaterales


vacantes, se complementa con la presencia del antiguo edificio de la
estación y el asentamiento de viviendas precarias de aproximadamente 400
familias […] siendo uno de los mayores desafíos de integración con la trama
existente”.33

El tramo que atraviesa las localidades de San Isidro y San Fernando es un


área socialmente dual, donde el trazado del tren en desuso actúa como límite.

Por un lado, sobre las barrancas y a resguardo de las inundaciones,


encontramos viviendas acomodadas, verdaderas mansiones, algunas de las
cuales llegan a superar los 3.000 m2 de superficie, que observan desde las
alturas la belleza del paisaje del río, sin tener ninguna relación visual ni
espacial con la miseria que se vive más allá de las vías y los árboles. Las
calles de acceso a estas casas se cortaban en las vías; por tanto, el corte
provocado por el tren era visual, espacial y vital. Los habitantes de la ribera
sufrían las periódicas inundaciones y las carencias de servicios de
infraestructuras domésticas mínimas agua corriente, saneamiento y
electricidad, así como la falta de transporte público.

El proceso de recuperación del trazado ferroviario como paseo comercial ha


conllevado la eliminación de la mayor parte de los habitantes de la ribera. Poco
a poco se han ido consolidando a lo largo de la costa barrios cerrados, náuticos,
clubes o recintos recreativos privados, y, en zonas más urbanas como San
Isidro, los terrenos marginales fueron comprados por profesionales de clase
media, que llegaron a convivir en la precariedad de los marginales, pero que,
poco a poco, han acabado expulsando y erradicando al “otro”, provocando un
claro proceso de gentrificación.

Si bien la primera propuesta de proyecto contemplaba la reconversión de la


zona como espacio público —zonas de recreo verde, de esparcimiento familiar y
deportivo—, al final la lógica empresarial ha dominado en la realización del
proyecto. Entre la estación Libertador y San Isidro, equivalente a un tercio del
recorrido, se ha realizado al oeste de la vía un carril peatonal y para bicicletas y,
del otro lado, a la altura de la estación Anchorena, un parque ribereño con áreas
deportivas y de descanso que son los únicos espacios de dominio público de
todo el recorrido.

144 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Mansiones hipervigiladas, vivienda precaria.

3. Las formas del placer • 145


Parque y antigua estación transformada en anticuario.

146 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Estación Borges y delta del río Paraná

3. Las formas del placer • 147


En la recuperación y en las nuevas estaciones se ha buscado una arquitectura
tradicional con claras referencias a la arquitectura industrial inglesa de las
infraestructuras ferroviarias de finales del siglo XIX. Este referente se ha
utilizado en las propuestas de los barrios cerrados y en el recorrido comercial
del tren, que tienen su base formal y constructiva en una arquitectura liviana
de madera y chapa ondulada en los tejados y muros de ladrillo visto.

La localidad de Tigre siempre ha sido para el bonaerense el referente de


naturaleza y placer, el lugar para la huida de lo urbano y el contacto con lo
orgánico. La infinidad de islas que forman el delta ofrecen un sinnúmero de
posibilidades para casi todas las clases sociales, clubes y asociaciones
deportivas y recreativas privadas o públicas, instaladas en diferentes islas,
viviendas permanentes o de vacaciones e islas aún vírgenes y desiertas de
naturaleza exuberante; un espacio paradisíaco sin normas ni reglas, un
escape para la rígida moral o formalidad urbana.

“A finales de siglo XIX, dentro de los pueblos veraniegos, Tigre constituyó el


lugar de mayor sofisticación, ya que a las viviendas se agregaban clubes
deportivos, gran cantidad de recreos y el Tigre Hotel, cuyo casino constituía
un lugar nada desdeñable […]. En términos más amplios, Tigre ofrecía
posibilidades de distracción y sociabilidad en contacto con la naturaleza, pero
próxima a la ciudad, notablemente más complejas y variadas que otros
pueblos veraniegos, acordes con la sofisticación que las costumbres de los
sectores altos iban adquiriendo.

Dos procesos apoyaban creaciones como las de Tigre: por un lado, el auge de
los deportes, y con ellos la proliferación de clubes; por otro, la creciente
tendencia a realizar fuera de la casa una serie de actividades sociales,
trasladándose a los nuevos ámbitos de sociabilidad que incesantemente se
creaban: hoteles, hipódromos, casino, clubes, casas de té. Ambas
transformaciones se ligaban estrechamente y se consideraba la introducción
de ‘costumbres anglosajonas’ interpretadas como elementos modernizadores
de la vida social de la elite local [...], insistiendo en los beneficios que
acarrearía al país la importación de costumbres del pueblo que había llegado a
ser el ‘dueño del mundo’; en realidad los sectores altos argentinos seguían
buscando en Francia un árbitro de la vida mundana, porque en tal sede se
habían adoptado ya buena parte de las costumbres anglosajones que
fascinaban a los argentinos en el fin de siglo”.34

El recorrido del Tren de la Costa finaliza en este entorno real e imaginario. En


la confluencia de los ríos Tigre y Luján, se instala el Parque de la Costa en un

148 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Entrada al parque de la Costa.

terreno de 15 ha: un clásico parque de atracciones y diversiones, con juegos


mecánicos basadas en el vértigo y la velocidad y un pequeño, pero elocuente,
guiño temático.

No es de extrañar que este lugar sea el escogido para colocar el parque de


diversiones que implica el lugar de la exuberancia del gesto, del exceso de
pasión y de la adrenalina.

En el cambio de siglo y en las primeras décadas del siglo XX, los sucesivos
parques de diversiones de Coney Island,35 cerca de Nueva York, y sus
simulaciones de la ciudad en llamas, significaron para los habitantes del
campo o de pequeñas ciudades americanas la verdadera imagen de la
metrópolis y no su representación. Los miedos y el futuro sobre la gran ciudad
se plasmaban en la simulación de Luna Park o de Dreamland. Así, Conney
Island será la prefiguración de un Manhattan fatal al que Walt Disney
contrapuso Disneylandia. El Parque de la Costa es ambas cosas a la vez: por
un lado se convertirá en la prefiguración de la Buenos Aires fatal, de lo peor
que está por venir, y, por otro, es el antídoto, con su oferta de paraísos
controlados, asociado formalmente a los barrios cerrados.

“Ogilvey […] reconoce que habrá quien se oponga a la mercantilización de la


pasión, defiende que ‘la pasión es más segura’ cuando se recluye en el

3. Las formas del placer • 149


mercado que ‘cuando se sublima con la religión o la política y entra en
erupción’ ”.36

Al igual que Conney Island respecto a Nueva York, Tigre respecto a Buenos
Aires es la zona de naturaleza más cercana que puede contrarrestar las
presiones urbanas. La naturaleza del delta desaparece o ve peligrar su futuro
a lo largo del siglo XX, llegando en su último cuarto a ser tan urbana que, para
seguir ofreciendo su atractivo diferencial con la ciudad, se convierte en un
espacio de diversión artificial.

Encontramos la representación de la ciudad del peligro en un pequeño


espacio escénico, con capacidad para 2.000 espectadores, donde se presenta
Buenos Aires en el futuro; una ciudad colapsada, destruida y que es invadida
por extraterrestres.

“Un espectáculo sin precedentes en el país, ‘Buenos Aires 2067, Cuartel de


Captación’ es un show de riesgo, con impresionantes explosiones, puestas de
luces, sonidos, efectos especiales y participación de público […]. Es un día
gris y lluvioso de algún mes perdido de 2067. Buenos Aires fue elegida como
ciudad piloto para establecer un nuevo orden en la tierra. Los captores toman
como rehenes a los terrícolas para concretar la misión de lavarles el
cerebro”.37

Más allá del argumento, lo más importante es la idea de la destrucción y de la


peligrosidad que significa vivir en la ciudad que, tal como transmite la
escenografía, es fácil de identificar con la arquitectura ecléctica de Buenos
Aires a principios del siglo XX y que se diferencia claramente de la utilizada en
los barrios cerrados. La idea del peligro penetra en los subconscientes y sirve
a las estrategias del grupo inversor, que también construye barrios cerrados y
centros comerciales, espacios pensados para huir de la ciudad del “miedo”
que coincide con la ciudad real. Esta estrategia de convencimiento de la
peligrosidad que significa vivir en la ciudad, y de la salvación que comporta
vivir en los enclaves, se refuerza mediante el lenguaje arquitectónico utilizado
tanto en el parque como en los barrios cerrados. La arquitectura de los barrios
cerrados y del parque de ocio es la misma: atemporal y tradicional.

Los posibles peligros del parque se exorcizan en carteles que


constantemente advierten a aquellas personas sensibles que, si bien todo es
un juego, su extremo realismo puede afectar y que, por tanto, se abstengan
de disfrutarlos. El riesgo sólo puede ser el que está totalmente controlado,
contemplado y medido, contrariamente a lo que sucede en la vida real, donde

150 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Parque de la Costa visto desde el río.

Parque visto desde la noria, en primer


plano el espectáculo “Buenos Aires
2067”.

3. Las formas del placer • 151


la decisión de cada uno tiene que ver con la acumulación de experiencias
propias, sin carteles de advertencia. La ciudad real pide a quienes la habitan
un grado de conciencia y responsabilidad que es innecesaria en esta nueva
sociedad de la experiencia encapsulada; se participa como observador de la
propia vida, pues siempre habrá otro que corra con la responsabilidad de las
decisiones.

“Un hombre reificado ostenta públicamente la prueba de su intimidad con la


mercancía. Como en los éxtasis de los convulsionarios o los hechizados del
viejo fetichismo religioso, el fetichismo de la mercancía alcanza momentos de
excitación ferviente. También aquí se expresa un solo uso: el uso fundamental
de la sumisión”.38

A menos de una década tras su inauguración, la continuidad de los proyectos


del Tren de la Costa y del Parque de la Costa es una incógnita. El parque, en el
que se inauguró un casino en el año 2000, se encontraba casi en quiebra a
principios del año 2001; el abandono es visible en partes del complejo,
mientras que las ruedas de la fortuna y los trenes siguen funcionando. La
arquitectura de cartón piedra sólo se mantiene con el cuidado constante; la
vejez de los edificios debe estar controlada y camuflada; su deterioro es la
visión de un maquillaje ajado luego de una noche de fiesta o, peor aún, de una
cirugía estética mal hecha.

152 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Similitud entre arquitecturas: edificio en el Parque de la Costa (arriba) y acceso a
Pilar del Este (abajo)

3. Las formas del placer • 153


Escenografía de “Buenos Aires 2067”, Cuartel de Capacitación.

Las transformaciones urbanas entendidas como inversión inmobiliaria


adquieren unas dimensiones insospechadas que generan una huella sobre el
tejido difícil de difuminar e integrar. Si la decadencia de una casa, una
infraestructura o un edificio genera graves disfunciones a su alrededor, ¿qué
les ocurre a estos productos urbanos de duración limitada, de fuegos fatuos,
cuyos desechos nos quedan como herencia?

Como conclusión, el negocio de los espacios de ocio, aun en aquellos donde


participan entes públicos, se fundamenta en fagocitar las energías existentes,
tomadas sin ningún compromiso social ni urbano. El negocio financiero
inmobiliario se salda con grandes beneficios en un plazo máximo de cinco
años, tras los cuales, los buitres dejan el lugar en busca de nueva carroña. La
revivificación que supuestamente efectuaron sobre las áreas intervenidas se
desvanece como un espejismo y, en su lugar, dejan estructuras muertas y sin
valor arquitectónico, cultural ni simbólico.

154 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


NOTAS

1Hajer, Maarten; Reijndorp, Arnold, In Search of New Public Domain, NAi Publisher,
Rotterdam, 2001.
2 Horkheimer, Max; Adorno, Theodor W., Dialéctica de la Ilustración [1944], Círculo de

lectores, Barcelona, 1999.


3Rifkin, Jeremy, La era del acceso. La revolución de la nueva economía, Paidós, Barcelona,
2000.
4 Elgendy, Hany, “Global Trends: Megacities”.
http://www.isl.unikarlsruhe.de/vrl/ResEng/2000/global_trends/megacities/index.htm
5Baudrillard, Jean, “La precesión de los simulacros”, en Cultura y simulacro [1978],
Kairós, Barcelona, 19985.
6Gleeson, Brendan; Low, Nicholas, “Cities as Consumers of the World’s Environment”,
en Low, Nicholas et al., Consuming cities. The Urban Environment in the Global Economy
after the Rio Declaration, Routledge, Londres, 2000.
7Hannigan, John, Fantasy City, Pleasure and Profit in the Postmodern Metropolis,
Routledge, Londres/Nueva York, 1998.
8 Ibid.
9Findlay, John M., Magic Lands. Western Citiscapes and American Culture after 1940,
University of California Press, Berkeley/Los Ángeles/Oxford, 1992.
10 Horkheimer, Max; Adorno, Theodor W., op. cit.
Ritzer, George, El encanto del mundo desencantado. Revolución en los medios de
11

consumo, Ariel, Barcelona, 2000.


12Eco, Umberto, Travels in Hyperreality, Hardcourt, San Diego, 1988 (citado en Soja,
Edward W., “En el interior de Exópolis: escenas de Orange County”, en Sorkin, Michael
(ed.), Variaciones sobre un parque temático, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2004).
Ritzer, George, La McDonaldización de la sociedad. Un análisis de la racionalización,
13

Ariel, Barcelona, 1996.


14 Hannigan, John, op. cit.
15 Ibid.
Augé, Marc, Los “no lugares”. Espacio del anonimato. Una antropología de la
16

sobremodernidad, Gedisa, Barcelona, 19942.


17 Montaner, Josep Maria, La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del

siglo XX, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 20024.


18 Fernández, Roberto, “Escenarios posurbanos”, en Astrágalo, cultura de la arquitectura y

la ciudad (El efecto de la globalización), 10, diciembre de 1998.


19 Debord, Guy, La sociedad del espectáculo [1967], Pre-Textos, Valencia, 2002.
Nye, Russell B., “Eight Ways of Looking at an Amusements Park”, en Journal of Popular
20

Culture, 15, 1981.


21 Montaner, Josep Maria, Repensar Barcelona, Edicions UPC, Barcelona, 2003.
22 Gleeson, Brendan; Low, Nicholas, op. cit.
23 Findlay, John M., op. cit.

3. Las formas del placer • 155


24 Koolhaas, Rem et al., Mutaciones, Actar, Barcelona, 2000.
25 Ritzer, George, op. cit.
26 Huxtable, Ada Louise, The Unreal America. Architectures and Illusion, The New Press,

Nueva York, 1997.


27 Rodríguez, María Carla, “Organización de ocupantes de edificios en la Capital Federal:

la trama poco visible de la ciudad negada”, en Herzer, Hilda (ed.), Postales urbanas del
final del milenio. Una construcción de muchos,Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires, 1997.
28 Meninato, Pablo, “Las leyes del viejo mercado”, en Summa+, 35, febrero-marzo de 1999.
29 “Los cinco niveles”, en La Nación, Buenos Aires, 5 de agosto de 1998.
30 Rifkin, Jeremy, op. cit.
31 Rifkin, Jeremy, op. cit.
32 Tella, Guillermo, “Benito Carrasco en el camino de la costa”, en Summa+, 20, 1996.
33Gobierno del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Obras y Servicios
Públicos, Dirección de Relaciones Públicas, Prensa y Difusión, Memoria del Proyecto de
Rehabilitación y Recuperación del Ramal Norte (Borges-Delta), acción comprendida en
el programa 10 (Grandes Emprendimientos Urbanos) a cargo de la Dirección de
Ordenamiento Urbano de la Provincia de Buenos Aires, en Boletín Informativo del MOSP,
20, 2 de marzo de 1989.
34Ballent, Anahi, “Country Life: los nuevos paraísos, su historia, sus profetas”, en Block,
2, mayo de 1998.
35 Koolhaas, Rem, Delirio de New York, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2004.
36 Ibid.
37 www.parquedelacosta.com.ar (19 de septiembre de 2000)
38 Debord, Guy, op. cit.

156 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


4. LA CIUDAD CORPORATIVA
Una polarización más se cierne sobre las ciudades, y es la representada por
áreas interiores de sobrecentralidad que se caracterizan por estar comunicadas
con autopistas tanto reales como virtuales, y por tener conexión directa con
aeropuertos y terrenos libres para construir edificios-símbolo de altísima
tecnología. La facilidad de acceso por medio de vías de comunicación rápidas
permiten acceder a la isla laboral desde las islas residenciales. Del mismo
modo que sucede con el aeropuerto, las conexiones deben ser inmediatas, sin
que su recorrido se vea obstaculizado por la ciudad real, la no emblematizada.
Por otro lado, ni la tecnología ni la modernidad son suficientes, sino que deben
poder concentrar significaciones históricas del lugar. Los centros históricos
tienen este potencial de referencia, pero las ventajas de su gran carga
simbólica se contrarrestan con el celo patrimonialista sobre los edificios que
los conforman. Por ello, la situación ideal para estas áreas de sobrecentralidad
es estar cerca del centro referencia de la ciudad, pero no en el centro mismo,
para no tener que soportar pesos muertos que impidan la completa
modernización de las infraestructuras, los servicios y los edificios.
Equipamientos industriales, ferroviarios o portuarios en desuso se convierten
en el lugar idóneo, pues se pueden cargar de valor añadido con un discurso
patrimonial e histórico, de memoria y tradición, pero con un valor simbólico no
lo suficientemente fuerte como para que resulten intocables. Para la
apropiación de la memoria colectiva, dulcificada y manipulada, se creará un
discurso mediático imprescindible para que los intereses que rigen tan sólo a
las corporaciones se vuelvan colectivos, como observa Noam Chomsky: “Se
espera que los media eduquen al público según los intereses de quienes
determinan las políticas en cada momento, y han de hacerlo con entusiasmo y
optimismo sobre las diferentes causas […]. Si una de estas causas es la
concentración del poder privado en concomitancia con la fabricación de
consenso hacia sus prioridades y privilegios, con el fin de actuar como
guardianes que protegen el privilegio frente a la amenaza de la comprensión y
participación pública, los media pueden acudir a una ‘ilusión necesaria’
seleccionando cuidadosamente el marco en el que se discutirán los tópicos y
dejando sin mencionar el aumento de beneficios y ciertas premisas”.1

También, como ventaja añadida, la separación con la ciudad, a pesar de su


colindancia, hace posible la creación de un conjunto segregado. Esto explica
por qué en la sociedad de redes la dispersión y la multicentralidad sólo sean
una parte del reajuste geométrico de las ciudades, y se mantengan
centralidades de valor estratégico y simbólico que son aprovechadas por las
corporaciones. La fuerza simbólica de la nueva economía se hace visible a
través de sus sedes-emblemas sobre la ciudad existente según dos premisas
básicas: la centralidad y la conectividad.

4. La ciudad corporativa • 159


“Sin embargo, la descentralización, mejor expresada en el proceso
extrarradial de oficinas y servicios, está teniendo lugar simultáneamente con
el refuerzo de la centralización de la toma de decisiones en los núcleos
empresariales de los mayores distritos financieros centrales y dentro del
marco del dominio metropolitano, reforzado por la nueva infraestructura de
telecomunicaciones. Es la dialéctica entre estos dos procesos de
centralización y descentralización la que fundamentalmente caracteriza la
nueva lógica espacial resultante de las transformaciones de actividades de
oficina por el uso de nuevas tecnologías de la información”.2

Las infraestructuras de comunicación son imprescindibles; como lo


demuestra la renovación y ampliación de la que han sido objeto numerosos
aeropuertos, de Hong Kong a Buenos Aires, o de Bilbao a Dubai, y las nuevas
redes de trenes de alta velocidad. La ampliación de un aeropuerto es el icono
de la modernización, un emblema necesario, una puerta al nuevo paraíso
urbano. Los aeropuertos son nuevos centros a escala planetaria que se basa
en dos características contrapuestas: son no lugares donde se despliegan una
serie de códigos de fácil comprensión, generalmente iconográficos y de
marcas; y, a la vez, como contrapunto esquizofrénico, intentan, cada vez con
mayor frecuencia, representar la ciudad a la que pertenecen, mostrar hechos
diferenciales, lo local.

“Con ‘no lugar’ designamos dos realidades complementarias pero distintas:


los espacios constituidos con relación a ciertos fines (transporte, ocio,
comercio), y la relación que los individuos mantienen con esos espacios […],
los ‘no lugares’ mediatizan un todo, un conjunto de relaciones consigo mismo
y con los otros, que no apuntan sino indirectamente a sus fines: como los
lugares antropológicos crean lo social orgánico, los no lugares crean la
contractualidad solitaria”.3

Los aeropuertos como puertas de entrada a la ciudad nos reciben con los
anuncios del paraíso urbano prometido: conexiones a Internet, buena
comida, paseos, compras y mujeres. El presupuesto machista —el ejecutivo
o viajero será indefectiblemente de sexo masculino— se anuncia, por
ejemplo, con oferta de palacios y chicas en el aeropuerto de Viena: lo local
se reduce a producto de consumo.

A las infraestructuras se les supone la capacidad de mejorar per se las


posibilidades de la sociedad donde se insertan. Podríamos mirarlo de otro
modo y encontraríamos que, generalmente, se las sobredimensiona,
convirtiendo la inversión pública local en un subsidio encubierto para los

160 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


4. La ciudad corporativa • 161
agentes globales, que obtienen los mayores beneficios de estas actuaciones.
Para los productores locales es muy difícil acceder a estos beneficios de la
velocidad y la comunicación.

LA IMPORTANCIA DEL LUGAR

Los edificios emblemas urbanos ya no son aquellos que representaban la


modernidad —espacios para la educación, la justicia, la sanidad, el deporte y
la representación democrática del pueblo soberano; en definitiva: la
representación de los ideales de la sociedad moderna por la igualdad, la
justicia y la fraternidad—, sino que han pasado a ser las representaciones del
comercio global.

La construcción de la imagen emblemática de la ciudad corporativa se basa en


acciones o intereses individuales, pero deben mostrarse como colectivos, crear
consenso y servir de referencia. Para lograr estos objetivos se crea o se utiliza
un imaginario colectivo manipulado. La ciudad diversa es una de las premisas,
aunque no sea más que una diversidad escenográfica. Si los barrios cerrados
son la escenificación de la Arcadia de una sociedad mitificada, de la igualdad
en áreas de baja densidad, de imágenes bucólicas y tradicionales, tanto
familiares como formales, la ciudad corporativa es la de la alta tecnología, de
lo “moderno”, de jóvenes apuestos y solos, con tiempo para reuniones con
finales “abiertos”, de lo imprevisto y la novedad.

La ciudad emblemática pretende ser una ciudad densa y compleja que propone
una mezcla de usos y funciones, que servirán para fomentar los encuentros
fortuitos. Nuevamente se recrea una falsa diversidad social que ha quedado
anulada en coexistencia y en visibilidad: unos trabajan en el escaparate del
futuro y otros se encargan de arreglar el escenario en horarios que no coinciden
con los de los primeros. La ciudad de 24 h es uno de los lemas de la modernidad
del siglo XXI; las tecnologías de la información y la comunicación permiten la
libertad horaria y de usos, aunque el logro momentáneo es una división social de
las horas del día. Como bien muestra la película Pan y rosas (Ken Loach, 2000),
aquellos que limpian de madrugada los edificios emblemáticos del centro de Los
Ángeles no pueden ni tan siquiera acercarse al supuesto espacio público que
rodea dichos edificios fuera de su horario laboral.

Si bien las áreas urbanas de torres que conforman las áreas financieras —
cities o downtowns— no son una característica exclusiva de este período de

162 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


economía globalizada, sí lo es la aparición de áreas emblemáticas —no
suburbiales— de la ciudad, que se conforman con una forzada variación
funcional y con una profusión de arquitecturas realizadas por arquitectos de
prestigio. Estas áreas necesitan servicios de variadas funciones:
restaurantes, hoteles, centros de convenciones, viviendas de alquiler de alto
estatus, discotecas y universidades privadas, que, al igual que en los
anteriores elementos de la ciudad global, se basan en la segregación social y
económica.

Los nuevos espacios para negocios pretenden crear un tejido no homogéneo, y


el planteamiento de nuevas áreas urbanas de la década de 1990 propone una
mezcla de usos, espacios y funciones heterogéneas. Una heterogeneidad que
se dirige de un modo excluyente a una determinada franja de la sociedad, que
conforma una faceta más de la homogeneidad social extrema. Tampoco la
forma urbana que adoptan los nuevos centros neurálgicos corresponde a una
organización de torres aisladas dedicadas a los negocios, como ocurrió con el
formato que se difundió en la consolidación de los centros financieros
emblemáticos hasta la década de 1980. Si bien los edificios deben
caracterizarse por las tecnologías más avanzadas en la construcción —
resumidas en el uso del muro cortina—, hay una intención de diversidad formal
en los edificios, basado simplemente en el impacto de la diferencia y la
novedad epitelial. La necesaria revitalización de las áreas financieras viene
acompañada de una búsqueda de valores inherentes a la ciudad —calles,
plazas y galerías—, aunque sean simples decorados. El espacio público se
convierte en la coartada que, junto a la validación patrimonial e histórica del
proyecto, lo harán indiscutible.

En este sentido, uno de los ejemplos emblemáticos ha sido el proyecto de


Battery Park City en Nueva York, resultado de diversas circunstancias como la
necesidad de ampliar Wall Street como área de negocios, comercio y
residencias de renta alta, coincide con la desaparición de políticas públicas
que velaban por una cierta redistribución social que quedaba reflejada en la
construcción urbana. Battery Park City se convirtió en la imagen de la ciudad
deseada.

“En las décadas de 1950 y 1960, los programas diseñados para ayudar a los
pobres, fueron desmantelados y sustituidos por políticas urbanas que se
dirigieron de manera creciente al mercado, transfiriendo recursos a sectores
privilegiados y privados […]. Así, esta nueva área de la ciudad se conforma
como un collage de los lugares más emblemáticos de la urbe, una escenografía
dispuesta para la nueva clase dirigente de la sociedad en red. Convertir el

4. La ciudad corporativa • 163


nuevo espacio en emblema, en un referente urbano, es tarea de la publicidad
que, con campañas de gran envergadura, logra comunicar un nuevo orgullo
cívico seleccionando la herencia que, supuestamente, ha conformado la
identidad colectiva de la ciudad”.4

La capacidad de la ubicuidad favorecida por las tecnologías de la


comunicación y la información, otorgan aún más importancia a la ubicación
real de las empresas. La elección del lugar se relacionará tanto con elementos
de infraestructura como con los de calidad urbana. La calidad urbana es un
elemento difícil de medir, pero el traslado de personal de empresas de una
ciudad a otra, o la elección de la ciudad idónea para la implantación de
nuevas oficinas representativas, se hace buscando aquellas ciudades que
ofrezcan más cantidad de elementos imprescindibles para el personal
cualificado de dichas empresas: espacios públicos agradables y seguros,
exentos de contaminación, tiendas de marcas globalizadas, buenas
conexiones virtuales y reales, una calidad arquitectónica medida en función
de la capacidad de aparición en los medios de determinados elementos,
buenos servicios públicos privatizados, posibilidad de vivir aislados y sin
interferencias respecto a la ciudad…

“Los productos no son las únicas cosas que se desmaterializan en el nuevo


mundo ingrávido del comercio electrónico. También se reduce la propiedad
inmobiliaria […]. En las oficinas van desapareciendo los espacios privados
[…]. Muchas empresas han diseñado el nuevo espacio de sus oficinas para
fomentar el trabajo en red dentro de la empresa […], despachos abiertos, a
veces denominados ‘puertos’ […]. Desarrollo reticular de espacios abiertos
que probablemente producirá un incremento de la productividad del 20 al 30%
[…]. A los trabajadores se les dota de teléfonos móviles y ordenadores
portátiles y se les anima a usar el tiempo de manera más eficiente trabajando
en casa o en las oficinas de sus clientes […]. Introduciendo un sistema de
funcionamiento […] que utilizan oficinas compartidas mediante este sistema
de hostelería”.5

La pérdida de la intimidad, escondida tras la aparente libertad que son


capaces de otorgar las TIC y que terminan favoreciendo una transformación
del tiempo personal en tiempo controlado, ya sea dedicado al trabajo o al
consumo dirigido.

Los edificios y sus arquitectos son la garantía de la visualización mediática de


la empresa y de la ciudad. La reducción de la superficie de las grandes
empresas se contrarresta o compensa con la calidad de la imagen del edificio.

164 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Los arquitectos elegidos para los proyectos emblemáticos —arquitectos en
tránsito constante de un punto a otro del planeta— definen su actuación
mediante una imagen de firma y por su capacidad de ubicuidad. Su acción se
limita a la “idea de marca”, a un sello, desarrollado por alguna de sus
múltiples factorías. Se puede establecer una comparación entre este método
de producción de arquitectura con el de una gran fábrica posfordista de
bienes de consumo y de moda, donde la diversidad y la diferencia no son más
que una apariencia enmascarada que se apoya en la capacidad de distribución
planetaria. El espacio del consumo, que antes ocupaba lo local con sus
particularidades y sus diferencias, se suplanta ahora por esta diferencia
prediseñada “de fábrica”; una lógica que sirve tanto para la sede central de
una empresa como para un museo, un aeropuerto o un intercambiador de
transporte rodeado de equipamiento de servicios que servirán de iconos para
la atracción del capital global.

ARQUITECTURA Y REIVINDICACIÓN SIMBÓLICA

La definición de estas áreas emblemáticas se apoyará en la pugna por la


supremacía de una ciudad sobre las otras; la arquitectura como
representación juega un papel primordial. La arquitectura representativa que
sea capaz de atraer inversiones debe ofrecer confianza y una imagen de
ciudad pujante.

Se forman zoológicos de iconos arquitectónicos de probada fuerza mediática


que servirán de imagen pública para la ciudad, ayudando a su
posicionamiento en las redes de ciudades de servicios y turismo.

La elección del arquitecto de estos nuevos emblemas es significativa. Desde


el momento en que se decide la construcción de un nuevo edificio, complejo
o modificación de la ciudad, cada paso se convierte en un espectáculo que
empieza por la decisión del lugar hasta la elección de los posibles
arquitectos y el desarrollo del proyecto. El futuro edificio es real tanto en la
virtualidad de los medios de comunicación especializados como en los de
comunicación de masas. Se consume la arquitectura antes que exista el
edificio matérico.

“En el universo cambiante de las tendencias estéticas […], los ciclos de


vigencia se acortan con la misma rapidez que se eleva el umbral de la novedad
[…]. La arquitectura finge producir el mundo que la consume”.6

4. La ciudad corporativa • 165


Los proyectos hablan de si mismos y no del lugar, render del proyecto de Abandoibarra en Bilbao.

El acortamiento de los períodos de vigencia de una determinada estética está


invariablemente supeditado a su ingreso en el complejo sistema de la novedad,
de la noticia de última hora; nada que no sea extraño como novedad será
reseñado por los grandes medios de comunicación. Se trata de un doble juego
extremadamente peligroso; aquello que aparentemente hace que a una
arquitectura y una ciudad existan —su difusión y su reconocimiento— es lo que
también puede hacer que sucumba o desaparezca como un fuego de artificio.

La búsqueda del icono o emblema no es un hecho exclusivo de la iniciativa


privada. Los museos son el caso más emblemático del cambio de política
respecto a la ciudad. Un equipamiento urbano ya no se piensa para ser usado
por la ciudad, sino como un elemento diferencial en las tablas de la
calificación empresarial urbana y en el potencial turístico de la ciudad. Para la
existencia de un museo, sea público o privado, se necesita la fuerza mediática
que los convierta en focos de peregrinación. Poco importa qué se expondrá y
cómo, pues el envoltorio vacío parece sufi-ciente en la lógica de usar-y-tirar.
Para que la cultura sea rentable como un parque temático debe atraer a las
masas por su grandilocuencia, como si se tratara de las catedrales del nuevo
milenio. Las ciudades-museos que hacen su aparición en la escena urbana
como verdaderas fortalezas —el Getty Museum en Los Ángeles de Richard

166 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia, utilizada como escenario para publicidad.

Meier, o la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia, de Santiago


Calatrava—, son otro elemento segregado y potenciador de la especulación
urbana en su entorno inmediato.

En los últimos años se han propagado los grandes edificios emblemáticos,


construidos por arquitectos de prestigio, que no limitan su actuación a una
ciudad o un país, sino que proyectan para todo el mundo, con la única
singularidad del propio bagaje de imágenes acuñadas por el arquitecto y, por
tanto, reconocibles.

A diferencia de los centros de ocio y consumo, donde la imagen está más


estereo-tipada y tipificada y la firma es importante como marca de empresa y
no como obra de arquitecto con prestigio “crítico”, pues se siguen pautas de
manual, que dependen más de la eficacia del marketing y de la capacidad de
sorprender y entretener dentro de códigos reconocidos de estrategias ya
probadas, más que de constituir una verdadera propuesta arquitectónica. Los
emblemas urbanos necesitan del nombre del arquitecto reconocido
mediáticamente, pues se constituyen en noticias culturales por medio de su
nombre, otorgando otro tipo de impacto social a la noticia y avalando la
operación. Por ello, parte de la efectividad de la inversión y de la

4. La ciudad corporativa • 167


convalidación del proyecto reside en la elección del arquitecto. La elección de
un arquitecto de reconocido prestigio (y extranjero) aumenta la atracción de
los media por el nuevo proyecto, edificio o inversión.

“La transformación de las empresas con la intromisión masiva de los medios


de comunicación de masas ha producido el advenimiento de la ciudad de
consumo, de la ciudad electrónica y telemática, etc. […], y con ello se cumple,
definitivamente, la desaparición de sus funciones tradicionales”.7

Por ello, la ciudad pasa a ser emblema, pero no de sí misma o del poder político
y público, sino de las empresas que la moldean: desde la silueta de la ciudad
hasta el cambio de normativas de usos y superficies según conveniencia del
inversor y promotor privado. La primacía de lo privado sobre lo público
tergiversa y pervierte las relaciones sociales del uso del espacio urbano.

La arquitectura propuesta como emblema se convierte en un icono y, por


tanto, en objeto; se banaliza también como complejidad constructiva y
funcional expresada en la casi ineludible elección de los muros cortina.

“Transformar el edificio en objeto es banalizar la esencia misma del concepto


de construcción. Desaparecida la construcción, también desaparece la
arquitectura y, de más está decirlo, puede desaparecer también el arquitecto”.8

La incapacidad de relacionarse con el lugar y de enraizar con lógicas de


entretejido urbano convierte a estos centros en una sumatoria de objetos que,
independientemente de su posible calidad arquitectónica aislada, generan un
área urbana de fácil degradación, al imposibilitar su apropiación cotidiana y
doméstica. Sin esta apropiación no hay ciudad, sino mera escenografía vacua.

RECENTRALIZAR BUENOS AIRES

Simultáneamente al abandono urbano y al discurso de la ciudad muerta y


peligrosa, a finales de la década de 1980 comienza un proceso de
revalorización y recuperación de algunas áreas centrales degradadas y con
potencial simbólico de la ciudad. El proyecto puntero, la imagen del espejismo
de un país que ha llegado al Primer Mundo según el discurso difundido por el
Gobierno, será la recuperación del antiguo Puerto Madero. Construido entre
1889 y 1897, quedó obsoleto en 1910 y, finalmente, cayó en desuso cuando se
inauguró Puerto Nuevo en 1926.

168 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Puerto Madero, considerado como un vacío construido de 170 ha, posee un
gran valor simbólico, tanto por su arquitectura como por su ubicación: la
arquitectura inglesa y el río son elementos de marcada significación simbólica
en la ciudad. El Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires aprobó en
1991 una norma de protección patrimonial que dictaba las pautas para la
preservación del ámbito de los 16 edificios de la zona, protegiendo el conjunto
de las dársenas, los depósitos y su entorno. Esta necesaria defensa del
patrimonio histórico actúa como acicate emblemático y confiere el sello de
memoria auténtica al lugar.

Con la recuperación del antiguo puerto, Buenos Aires consigue aunar


diferentes tipos de intereses —mercantil y simbólico— de la ampliación de la
ciudad terciaria sobre el espejo de agua del río de la Plata —como ya había
propuesto Le Corbusier en 1936— y la reivindicación ciudadana de “dejar de
dar la espalda al río”, recuperándolo como espacio público. Dicha
recuperación, que tuvo especial resonancia tras los oscuros años de la
dictadura militar y el estado de sitio, incluía espacios públicos que eran
tierras de nadie y lugares prohibidos. Desgraciadamente, el resultado final es
un proceso de gentrificación.

A comienzos de la década de 1980, la recuperación de la democracia hizo


crecer una serie de expectativas sobre la capacidad de cambio del proyecto
urbano, floreciendo concursos y debates sobre los desafíos y las áreas
potenciales de desarrollo de la ciudad, que quedó reflejado en el concurso
de 20 Ideas Para la Ciudad de Buenos Aires, que tuvo una participación
masiva y generó un amplio debate. El concurso señalaba áreas de posible
desarrollo urbano futuro. De sus propuestas arrancaron los inicios de la
recuperación emblemática y discutible de Puerto Madero, donde se
aplicaron estrategias utilizadas en otras realidades, sin haberlos puesto en
crisis o en duda.

Con la operación de Puerto Madero, Buenos Aires ha demostrado que sigue


siendo una ciudad dispuesta a servir como probeta de ensayos de urbanismo,
con más empuje que crítica. La situación de Buenos Aires como lugar de
oportunidades y espejismo de las ciudades del norte no ha cambiado. Prueba
de ello es este modelo de búsqueda de un espacio de sobrecentralidad que
responda a las necesidades y presiones de las empresas: “La plaza se
perfilaba como espectacular buque insignia de la operación Berlín-2000 y no se
trataba de ensoñaciones de políticos megalómanos o de nostálgicos
ultrametropolitanos de la ciudad, puesto que el capital privado era el primer
interesado en contar con un ‘espacio de sobrecentralidad’ ”.9

4. La ciudad corporativa • 169


Las empresas públicas recientemente privatizadas necesitaban una nueva
escenificación, construir los nuevos emblemas de una sociedad moderna
liberada del paternalismo y de la ineficacia del Estado. No en vano, las
primeras dos torres erigidas en Puerto Madero pertenecen a sendas
compañías telefónicas —Telecom y Telefónica— que se dividieron el
monopolio de la antigua empresa estatal.

La ciudad se piensa desde las corporaciones. La ejecución de una


escenografía urbana de espacios públicos es la propuesta del urbanismo de
empresas que necesita lo simbólico para entroncarse superficialmente con la
realidad local.

Tal como explica Marie Christine Boyer en el caso de Nueva York, la operación
final concretada para el frente fluvial de la emblemática Battery Park City ha
resultado ser “un proceso de colonización que se ha apropiado de la imagen y
de la representación de la ciudad para intereses privados”.10

170 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Como generalmente sucede en este tipo de casos, la operación viene
preconizada por un proceso más largo que se hace visible en un determinado
momento. El proceso de apropiación de los símbolos colectivos vino apoyado
en Buenos Aires, y en todo el país, por las dictaduras militares, especialmente
la de 1976-1983. Los símbolos nacionales, aquellos elementos distintivos —
bandera, himno y fiestas relacionadas con la independencia— que, por su
historia, amalgaman una sociedad de orígenes diversos, fueron
patrimonializados por la dictadura generando una gran ambigüedad en el
sentimiento de pertenencia. La ciudad no permaneció ajena a esta
apropiación: la desaparición de áreas de tejido urbano para el trazado de las
futuras autopistas —algunas nunca construidas— produjeron cicatrices
incurables; la desaparición de la industria y la obsolescencia de los servicios
públicos con el consiguiente deterioro social y económico; y la eliminación
sistemática, mediante el uso de la fuerza, de las áreas de viviendas
marginales. Estas políticas urbanas reflejaban un problema de mayor
envergadura que asolaba el país y dejaban una ciudad con grandes claros de
amnesia y de ausencias, facilitando así la recuperación de una memoria
imaginaria y escenográfica.

El 13 de junio de 1977, una ordenanza municipal del intendente de la ciudad de


Buenos Aires, brigadier Osvaldo Cacciatore, sancionó que la Comisión
Municipal de la Vivienda quedaba a cargo del Plan Integral de Erradicación, es
decir, pretendía eliminar y hacer desaparecer las villas-miseria de la ciudad.
Tres años más tarde, el titular de dicho organismo sintetizó el espíritu de su
trabajo: “vivir en Buenos Aires no es para cualquiera, sino para quien lo
merezca”.

Partiendo de este escenario de abandono y de cicatrices provocado, se inició un


proceso de recuperación bajo el emblema de la revitalización tardocapitalista
de la ciudad, basada en el interés de unos pocos. La ciudad saludable, limpia,
feliz y superflua, que interesa a la economía global, la ciudad espejismo, igual a
sí misma y que se reproduce como setas en áreas de muchas ciudades del
planeta y cuya implantación sólo es posible si se han implantado habiendo
borrado previamente las huellas de la historia. Las calles o conexiones entre
estas nuevas áreas urbanas se viven sólo desde el automóvil como
microentorno seguro. La ciudad se convierte simplemente en escenografía y
fondo de la cotidianeidad aislada que se mira a través del parabrisas.

Como en otras ciudades del mundo, revertir la decadencia de las


infraestructuras portuarias se convierte en un desafío urbano: se subliman las
zonas acuáticas como paraíso urbano en contacto con la naturaleza.

4. La ciudad corporativa • 171


Para la creación de estos espacios segregados se incorporan en el discurso
dos conceptos fundamentales y convertidos en banales: la necesidad de la
conservación y recuperación histórica y la recuperación del contacto de la
ciudad con la naturaleza. La historia y la ecología en tanto que elementos de
marketing, de diferenciación y de valorización mercantil. Si la historia y la
memoria se utilizan de un modo selectivo y edulcorado, y se omiten de un
modo interesado algunas de sus partes, la ecología se sintetiza en un
elemento vegetal; no se habla de desafíos reales, como la contaminación
generada por los automóviles personales, sino que, al contrario, el coche pasa
a ser el protagonista de la ciudad.

El proyecto urbano base fue realizado por un equipo que aglutinaba las tres
propuestas que ganaron un concurso nacional; estaba formado por los
arquitectos Juan Manuel Borthagaray, Cristián Carnicer, Pablo Doval,
Enrique García Espil, Mariana Leidenman, Carlos Marré, Rómulo Pérez,
Antonio Tufaro y Eugenio Xaus. El proyecto se basaba en la división del área
en cuatro zonas de oeste a este: galpones, diques, una nueva franja
edificable y el mantenimiento y ampliación de la franja verde ribereña. Se
proponía la reutilización y conservación variable de los antiguos almacenes
según su estado de deterioro. El proyecto enfatiza las calles de conexión
con la ciudad con edificios altos, a modo de pórticos, en las esquinas del
extremo más cercano al río. En el proyecto se planteaba una ocupación
moderada del suelo, cuya propiedad estuviera muy repartida o fragmentada,
especialmente en el borde este de los diques. La propuesta partía de la idea
de ocupación progresiva por parte de pequeños inversores o profesionales y
artesanos liberales que fueran colonizando los frentes de agua. Las
emblemáticas torres-faro aglutinarían la oferta de superficies de oficinas. El
resultado muestra una inversión de los usos propuestos ya que en las torres
se han construido viviendas y los bordes de los diques se han colonizado
mayoritariamente con usos terciarios. Además, la propiedad se ha
aglutinado en muy pocas manos, generando un espacio sin rugosidades ni
diferencias.

“Nosotros imaginamos que sobre el borde del agua se formaría una


comunidad de profesionales y artistas que compartirían espacio de trabajo
con vivienda, otorgándole a la recuperación un carácter muy diferente del
logrado […], jamás imaginamos que una única empresa asumiera la reforma
de un edificio y menos la reforma o construcción de dos o más edificios. Se
genera un espacio lleno de clones, y éstos nunca resultan buenos”.11

La recuperación de Puerto Madero se ha llevado a cabo por fases. La primera

172 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


etapa de reconversión inició simultáneamente el desarrollo del plan de
urbanización del margen este de los diques, con fondos obtenidos con las
primeras ventas, y la refuncionalización de los antiguos depósitos del puerto
al oeste de los diques. La reconversión de los diques ha partido,
principalmente, de elaborar una oferta dirigida a un público de clase media
alta y alta: viviendas, oficinas, restaurantes y universidades privadas. Es una
recuperación que segrega la ciudad y de la que sólo unos pocos pueden
disfrutar plenamente.

El proceso de recuperación de los depósitos se inició en el dique 4, situado al


norte del área, en la zona de más fácil vinculación con la ciudad. Los
depósitos repiten un esquema funcional similar respecto a los accesos y los
usos, volcando la mayor parte de las actividades al espacio público interior y
dejando a la calle de la ciudad los accesos menores y los servicios de apoyo.
Este modo de intervención refuerza la situación de burbuja urbana cuya
relación con el entorno es difícil.

4. La ciudad corporativa • 173


Una vez iniciada la recuperación de los antiguos depósitos, el proceso de
formalización del nuevo perfil urbano de los diques continuó con la
construcción de edificios de nueva planta. Los extremos de los diques
significaban dos oportunidades con fuerte significación debido a su singular
localización, que marcaba los límites norte y sur del puerto. En el extremo
norte se ubicó la torre Telecom, el primer edificio en altura de la zona con un
valor singular que, según los arquitectos asociados, “en cuanto a lo
corporativo, es la primera torre emblemática de última generación concebida,
desde la primera intención programática de la empresa, como un edificio y
sitio a medida de sus necesidades. En cuanto a lo tecnológico, la decisión de
su construcción con estructura metálica, despiezada en el exterior y
ensamblada en obra”.12

Con una dependencia tecnológica y proyectual en los edificios emblemáticos,


los arquitectos locales se ven desplazados en la fabricación de los nuevos
símbolos urbanos. En el caso de la torre Telecom, la propuesta se eligió tras un
concurso llave en mano que incluía proyecto, coste y solar. Una vez decidido el
cliente, se constituye el equipo que realizó el proyecto y construcción: un
equipo internacional que llevará a cabo el proyecto arquitectónico global (KPF-
Kohn Pedersen Fox) y el despacho de los arquitectos Hampton-Rivoira y
Asociados como alter ego local o, en sus propias palabras, como “orientadores
de contexto y adecuación local, seguimiento de obra del proyecto y
responsables directos del interior de las oficinas”.13

El edificio-torre se desmarca de la geografía y del perfil del dique como


elemento singular y representativo. El acceso queda oculto desde la calle por
el basamento de hormigón hacia la calle Córdoba, como límite noroeste del
solar, configurado por una pantalla ciega que niega la relación con la ciudad.
La planta baja se abre hacia el espacio público exclusivista de Puerto Madero
y refuerza la idea de límite entre la ciudad y el “nuevo barrio”. El límite ya está
constituido por el espacio, aún sin resolver, que contendrá la autopista, un
corte que refuerza cada proyecto construido hasta ahora y que consolidará la
situación de enclave protegido. Tal como explica Richard Sennett en una
introducción sobre Beirut, “las autopistas pueden convertirse en las murallas
interiores de una ciudad, estratégicamente situadas, el flujo del movimiento
rápido puede aislar comunidades conflictivas de manera más eficiente que lo
haría una patrulla de policía”.14

A su escala, la reconversión de Puerto Madero cuenta con la presencia de


arquitectos estrellas del panorama internacional, una garantía de presencia
mediática.

174 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Al inicio del dique 4 se ha construido el Museo para la Colección de Arte
Fortabat, proyectado por Rafael Viñoly, que propone un espacio intermedio,
una plaza cubierta que atraviesa el edificio. Este espacio puede convertirse en
un verdadero espacio público, un espacio de confluencia e intercambio lleno
de vitalidad si se utiliza como ha pensado el arquitecto, lo cual dependerá de
la gestión del espacio público por parte de la entidad privada.

La presencia de un hotel internacional era necesaria para completar de Puerto


Madero, y en el dique 3 se ha construido un hotel Hilton de cinco estrellas,
junto a un complejo previsto por la cadena hotelera, que incluirá un centro de
convenciones y oficinas. Frente al Hilton se ha construido el emblema obvio y
previsible de toda ciudad reconquistada y rediseñada del fin del milenio: una
pasarela peatonal inaugurada a finales de octubre de 2001.

“El gestor del emprendimiento —Hilton Buenos Aires Residences— subraya


las obras más destacables del entorno […]; también estamos construyendo un

4. La ciudad corporativa • 175


puente peatonal, rotatorio y de paso libre entre las márgenes este y oeste del
dique 3, que va a ser la estrella de la ciudad de Buenos Aires. Está diseñado
por el ingeniero y arquitecto Santiago Calatrava. Es su primer puente en
América Latina. Esta singular pieza de ingeniería se ha declarado de Interés
Turístico Nacional”.15

No es el uso, la historia, la tradición ni la cultura lo que determina la importancia


de una obra cultural, sino la capacidad del marketing que nos convence de que
algo es importante, primordial e imprescindible para poder ser considerado de
interés nacional.

Todo este proceso de recuperación y de reinserción del espacio ocupado por


el antiguo Puerto Madero en el imaginario urbano de los habitantes de
Buenos Aires estuvo jalonado por una serie de eventos festivos y “lujosos”
que colocaron Puerto Madero en el “mapa” de parte de la sociedad local. La
banalidad y artificialidad de la festivalización urbana conduce a la necesidad
de la invención permanente de fiestas simuladas que teatralicen la
experiencia sinérgica de la ciudad.

“Desde un principio, la Corporación acompaña a los inversores con una serie


de actividades tendientes a promocionar el área […] y en noviembre 1991 se
inaugura la Nueva Bienal de Arte Joven, que convoca a cientos de miles de
personas. Al año siguiente, se monta una feria internacional sobre 30 ha del
antiguo puerto, llamada América’92 […] que de octubre a diciembre recibe a
más de un millón de visitantes […]. Casa FOA’93 […] recibe 120.000 personas
[…]; los efectos son inmediatos […]. ‘A partir de casa FOA, hubo una puja
entre los que descubrieron que esto estaba a dos cuadras de la calle 25 de
Mayo, de la bolsa de comercio, y todo el dique 4 se vendió en seis meses’ ”.16

La inversión de los fondos públicos obtenidos a partir de las ventas de las


propiedades del antiguo puerto redundó en beneficio de los inversores, que
mejoraban su rendimiento económico cada vez que la ciudad y el país, a través
de la corporación, invertía en la propaganda y difusión de la nueva
urbanización. La cantidad de visitantes que respondían a las propuestas e
invitaciones confirman el público al que estaba dirigida la operación: el 10%, o
menos, de la población del área metropolitana de Buenos Aires.

Algunos de los acontecimientos que se celebraron para promocionar Puerto


Madero se retiraron de los espacios públicos de la ciudad, vaciándolos de
interés y limitando sus posibilidades, tal como ocurrió con la Bienal de Arte
Joven, realizada por primera vez en 1989. Como en toda la arquitectura huella

176 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


de la globalización, la capacidad sinérgica de estos espacios urbanos es nula;
sólo saben fagocitar la energía del entorno y la cultura preexistente. Si el
desarrollo industrial de la era de la máquina se realizó a base de esquilmar la
naturaleza y poner en peligro el equilibrio ecológico natural, la era de la
revolución de las TIC ponen en peligro las diferencias y las particularidades y
devora la cultura urbana.

Puerto Madero, orgullosamente mostrado como un nuevo barrio porteño, no


cuenta con ningún equipamiento cultural, sanitario, institucional ni educativo,
a excepción de una iglesia. La ilusión del barrio se desvanece fácilmente si
comparamos la complejidad de la ciudad real con este espacio que selecciona
las funciones que le resultan rentables para formar su escenografía urbana.

Puerto Madero fue proyectado sobre una trama de espacios públicos que
deben enlazar la nueva zona a la ciudad y permitir el uso continuado y diverso
del barrio. Pero no es suficiente realizar un paseo de diseño cuidado para

4. La ciudad corporativa • 177


lograr un espacio público integrado a la ciudad; las conexiones con el entorno
se niegan o sencillamente se dificultan haciendo que la sutura entre
márgenes sea muy difícil, sino imposible. En 2001, la realidad muestra
claramente los límites entre el espacio público de Puerto Madero y el de la
ciudad; la crisis campa por doquier en la ciudad, especialmente en terrenos
que no disponen de jurisprudencia clara frente al preciosismo del espacio
público que pertenece al puerto. Esta diferenciación desmiente la
consideración del área como un nuevo barrio, ya que entre barrios de la ciudad
no debería existir una línea clara de límite o frontera como existe aquí.

Como ya quedaba explicitado en la memoria del proyecto para Puerto Madero,


para configurar el espacio público en los márgenes de los diques se utiliza
material proveniente del antiguo puerto, como los adoquines recolocados
según un despiece rediseñado combinado con nuevos materiales para
enfatizar diferentes áreas en los recorridos; o como las grúas en desuso como
parte de la “ornamentación” urbana,17 grandes dinosaurios que puntúan y dan
escala al recorrido.

Otro de los elementos portuarios reutilizados son los norays de amarre de los
buques, pero en este caso con una concepción ejemplar. El proyecto de todo el
mobiliario urbano del espacio público ha sido realizado por el estudio de
Diana Cabeza, que partiendo de estas piezas de hierro, diseñaron unos
bancos semicirculares. En este caso, no consiste en una rememoración, sino
en el diseño de un elemento totalmente nuevo, acorde a estéticas de
vanguardia y no de falsa memoria. Todo el diseño del espacio público del área,
descontando los parques, ha sido realizado por los arquitectos de Buenos
Aires, Hampton-Rivoira y Asociados.

Las calles de la ciudad que se conectan a través de los puentes con el área
Este se transforman en los grandes bulevares de acceso a la zona nueva. A
diferencia del frente Oeste, el frente este no mantiene una misma alineación,
sino que se forman espacios a modo de plazas que dan acceso a diferentes
edificios. El límite Este del área edificada hacia el río se desdibuja, el sistema
de parques penetra de modo seudoorganicista sobre la rígida trama ortogonal
de lo construido, diferenciándose, a su vez, del parque lineal recuperado de la
Costanera Sur. La urbanización de los espacios públicos como parques y
bulevares han sido realizados por la Corporación Antiguo Puerto Madero y
se han financiado con la venta de los terrenos.

En todo el proyecto ha habido una intencionada búsqueda un tanto artificiosa


de ser políticamente correcto. Este enmascaramiento políticamente correcto

178 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


El espacio público abandonado
de la ciudad real marca el
límite de área de Puerto
Madero.

4. La ciudad corporativa • 179


Vías de ferrocarril y avenidas fronterizas entre la ciudad y el puerto.

hace imposible una discusión de fondo sobre el área. A la utilización de los


nombres femeninos en las calles hay que añadir la gran superficie y calidad de
espacio público, así como la autofinanciación de la que hace gala la
Corporación del Antiguo Puerto Madero. Estos argumentos convierten el
proyecto en incuestionable, aun cuando la diversidad del área no sea más que
pura escenografía y haga que resulte inevitable preguntarse acerca de otros
grupos sociales, de la introducción de inversiones menores, de la autogestión
de cooperativas de viviendas o viviendas para diferentes grupos sociales,
además de la insuficiencia de equipamientos. El espacio público se utiliza
como escudo ante cualquier cuestionamiento de los fines y estrategias que
encubren esta recuperación. Se ha camuflado embelleciendo la memoria
obrera de trabajadores e inmigrantes, para generar una empatía social con la
zona que incite a pensar que diferentes grupos sociales pueden acudir y
disfrutar de ese espacio democrático. En un espacio público monofuncional,
espacio exclusivo de recreo puntual, no hay convivencia diaria ni multiplicidad
de usos; es un espacio público que se comporta como no lugar, pues sólo
puede acudirse a él en ocasiones especiales y con un programa previo, nunca
de manera casual o cotidiana.

180 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


THE GAPPED CITY

Puerto Madero se constituye en un espacio que reúne las características


imprescindibles para ser el símbolo de la nueva ciudad de las corporaciones,
porque alberga sus sedes centrales y se erige como modelo de lo que el
urbanismo de “empresa” puede llegar a hacer. Su situación urbana central, al
tiempo que aislada, autónoma y con difíciles relaciones con su entorno
inmediato, lo convierten en una operación ideal para configurar una burbuja
de bienestar.

Pensar la ciudad emblemática capaz de generar símbolos colectivos de


autorreferencia y de integración es una tarea que ha pasado a manos de los
gerentes de marketing de las corporaciones. Como ya se ha explicado
anteriormente, los nuevos monumentos así generados constituyen las
catedrales del consumo, los escaparates del modelo de vida de referencia, del
mito perseguido y concretado a través del rito del consumo.

El urbanismo de empresas recoge el mensaje crítico que se efectuó al


urbanismo funcionalista, a su planteamiento de torres aisladas en un mar de
coches y de flujos viarios, por lo que reivindicará la calle y la plaza, la
densidad y la variedad, en una relectura manipulada y cínica de la crítica, que
convertirá los espacios recuperados en nombre de la ciudad y de lo urbano en
un simulacro, en una escenografía que intentará reunir diferentes iconos,
tanto de la ciudad histórica como de la moderna. En su estrategia, el espacio
público se conforma como elemento de venta, un espacio cuyas principales
características son el control, la segregación y los límites, convirtiéndolo
definitivamente en otro simulacro. La variedad del espacio es escenográfica,
ya que se fomenta la gapped city, la ciudad de abismos infranqueables, que
asume como irremediable la fragmentación, la distancia entre los admitidos y
los excluidos en una ciudad desgarrada.

Las privatizaciones de las empresas públicas han incidido fuertemente en los


nuevos procesos de urbanización de Buenos Aires, proponiendo usos privados
para los antiguos espacios dedicados a infraestructuras de titularidad pública.
La obsolescencia y el cambio de los sistemas productivos y logísticos han
generado vacíos en lugares estratégicos dentro de la ciudad. Como ya se ha
señalado, los espacios vacíos de la franja central y lindera al río han sido objeto
de diversos concursos de ideas desde inicios de la década de 1980, y podemos
constatar que sus bases han ido cambiando de enfoque, desde un urbanismo
integrador que se basa en el espacio público y en la intervención de la ciudad o
el Estado como regulador, a concursos donde lo que prima es la rentabilidad del

4. La ciudad corporativa • 181


negocio y donde los espacios públicos son excedentes sobre terrenos
sobrantes. Este discurso se acepta bajo la razonable excusa de que el Estado
deficitario no puede invertir si antes no vende. La autofinanciación del proyecto
urbano, aun a costa de perder capacidad de decisión e intervención, es la
piedra de toque del urbanismo emblemático de la década de 1990.

“Se privatizaron todos los servicios del Estado municipal […] y los propios
sistemas de control de cumplimiento y la planificación de esos servicios, con
lo que el poder público se despojó de los instrumentos de aplicación de
políticas […]. Las transformaciones que se produjeron en la ciudad y en la
gestión de lo público metropolitano […] demostraron tener una mayor
duración que la del propio gobierno que la posibilitó y moldeó, ya que han
seguido caracterizando la nueva configuración urbana […].

Una de las principales transformaciones que se llevaron a cabo fue la


aplicación de la política del fragmento urbano, que ya no se contempla bajo
una concepción urbanística renovadora desde la perspectiva del espacio
público, sino como recurso para poner en el mercado aquellos sectores de la
ciudad que suponen ventajas diferenciales para el desarrollo de negocios
privados. La inauguración emblemática de esta política fue la recuperación
del antiguo Puerto Madero […], que rápidamente se convirtió en la principal
postal de la modernización de Buenos Aires”.18

Puerto Madero pretende ser la personificación de un Buenos Aires que


unifique pasado y presente, que enlace con la herencia de los ciudadanos, con
orígenes que se entrelazan con el recuerdo de la llegada a la ciudad por el río.
Vincular las empresas allí instaladas con la memoria del habitante de la
ciudad constituye un mecanismo de apropiación de los valores y la memoria
colectiva para el beneficio de las empresas.

“Yuxtaposición de imágenes dispares […], supone la evocación de


asociaciones analógicas que vinculen lo nuevo a lo viejo, el fragmento al todo,
el pasado al presente”.19

Puerto Madero, por su inmejorable situación —centralidad, conexiones, gran


extensión de terrenos vacantes y fuerza simbólica—, se transforma en la
imagen de una ciudad y, por tanto, de un país que quiere verse pujante. El
discurso de la década de 1990 fomentará la ilusión de un país que pertenece al
Primer Mundo, y Puerto Madero será el lugar para estar y ser visto en el
mundo empresarial, en el mundo de los triunfadores.
Pasados más de trece años desde la creación de la corporación Puerto

182 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


En julio del 2007 se pone en funcionamiento un tranvía que sirve, de momento, como conexión interna
entre los cuatro diques y genera un nuevo límite con la ciudad.

Madero, lo que era una reivindicación ciudadana —recuperar el río para la


ciudad— sigue viéndose, como dice el tango, “de chiquilín te miraba de afuera,
la ñata contra el vidrio”. El río sigue siendo el vecino invisible de la ciudad. Y
el centro no ha visto cómo mejora su situación por la presencia de tan
fabuloso vecino. La city porteña continúa congestionada, con problemas de
transporte, sigue siendo un área monofuncional con actividades diurnas que
pasan a ser tierra de nadie en horario nocturno. La actuación de Puerto
Madero no se ha realizado con una visión de ciudad total ni con una estrategia
de collage, sino de fragmento.

El collage es la configuración de un nuevo todo, con nuevas relaciones y


nuevas estrategias que dan un sentido diferente a las partes que lo componen
respecto de su estado original. Contrariamente, el fragmento o la estrategia
del fragmento observa la realidad con un zoom —cortando, aislando y
resolviendo un retazo—, sin buscar conexiones, enlaces y suturas, siguiendo
la lógica de parte por parte.

La ciudad real, la ciudad múltiple, necesita una densidad crítica mínima para
funcionar sin respiración artificial, como sucede en las propuestas de vida de
Puerto Madero y de los barrios cerrados, que esconden tras su diversidad

4. La ciudad corporativa • 183


escenográfica un exceso de homogenización y una baja densidad que dificulta
la espontaneidad y no generan suficientes ocasiones de encuentros,
actividades y sinergias.

Por tanto, ni en Puerto Madero ni en ninguna propuesta fundada en la imagen


vacua, la artificialidad y segregación pueden constituir ciudad, y sólo
constituirán escenografías para un guión preescrito. La simplificación de las
propuestas urbanas a soluciones autistas de un área, ya sea con centros
pretendidamente multifuncionales, como Puerto Madero, o con barrios
cerrados suburbanos, es una reducción de la cuestión urbana a la
formalización de calles y edificios, olvidando toda la complejidad de la
realidad urbana. Formar parte de una ciudad, ser otro barrio de la misma, en
ambos casos implica una serie de relaciones inexistentes o vedadas: desde la
mezcla social y de usos reales, a la posibilidad del libre acceso en transporte
público o a pie desde otras áreas urbanas, cuestiones que van más allá de
cuatro intervenciones emblemáticas.

Por tanto, del mismo modo que un barrio cerrado no es un barrio, tampoco
Puerto Madero es ciudad, aunque su disfraz sea mucho más eficiente y difícil
de develar que la obviedad de los límites y controles de las comunidades
autosegregadas.

NOTAS
1Chomsky, Noam, Ilusiones necesarias. Control del pensamiento en las sociedades
democráticas, Ediciones Libertarias, Madrid, 1992.
2Castells, Manuel, La ciudad informacional. Tecnologías de la información,
reestructuración económica y el proceso urbano regional, Alianza Editorial, Madrid, 1995.
3Augé, Marc, Los “no lugares”. Espacio del anonimato. Una antropología de la
sobremodernidad, Gedisa, Barcelona, 19942.
5Rifkin, Jeremy, La era del acceso. La revolución de la nueva economía, Paidós, Barcelona,
2000.
6Fernández-Galiano, Luis, “Obras de consumo”, en Arquitectura Viva, 74, septiembre-
octubre de 2000.
7Barcellona, Pietro, Postmodernidad y comunidad. El regreso de la vinculación social
[1990], Trotta, Madrid, 19962.
8Diez, Fernando, “Oficinas en enclave: la identidad en la piel”, en Summa+, 23, febrero-
marzo de 1997.
9García Vázquez, Carlos, Berlín–Potsdamer Platz. Metrópoli y arquitectura en transición,
Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona, 2000.

184 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


10 Boyer, Marie Christine, op. cit.
Borthagaray, Juan Manuel, entrevista inédita realizada por Zaida Muxí, Buenos Aires, 5
11

de octubre de 2001.
12 Hampton; Rivoira, “La primera torre”, en Summa+, 32, agosto-septiembre de 1998.
13 Ibid.
14Sennett, Richard, introducción al libro: Khalaf, Samir; Khoury, Philip S. (eds.),
Recovering Beirut. Urban Design and Post-war Reconstruction, Brill, Nueva York/Leiden,
1993.
16 Ibid.
Larivière, Felisa, Puerto Madero, Corporación Antiguo Puerto Madero/Ediciones
17

Larivière, Buenos Aires, 1999.


18Silvestri, Graciela; Gorelik, Adrián, “Ciudad y cultura urbana, 1976-1999. El fin de la
expansión”, en Romero, J. L.; Romero L. A., Buenos Aires. Historia de cuatro siglos (Tomo
2: Desde la ciudad burguesa hasta la ciudad de masas), Editorial Altamira, Buenos Aires,
20002.
19 Boyer, Marie Christine, op. cit.

4. La ciudad corporativa • 185


EPÍLOGO
Como aclaración a este epílogo, debo decir que no hay soluciones ni recetas
categóricas. Si hubiera alguna conclusión genérica en este trabajo es que las
soluciones, como las ciudades, son múltiples, variadas, y diferentes; la
realidad es poliédrica, al igual que las ciudades. Una solución urbana debe
abarcar diferentes aspectos simultáneamente y debe ser única e irrepetible en
su definición.

LAS HUELLAS INDELEBLES SOBRE LA CIUDAD

La ciudad global está compuesta por fragmentos urbanos, huellas


superpuestas a la realidad preexistente y, por tanto, no hay ciudades globales,
sino sectores de ciudades y territorios que responden a lógicas de la
economía global. Por su potencial económico, productivo y situación
geográfica, ciertas ciudades tienen una mayor proporción de sectores
globales.

Las áreas globales dentro de la ciudad son huellas sin relación con su
entorno. Al constituirse como una pisada que aplasta lo que tiene debajo,
marcan y delimitan un área urbana que, como resultado, se segrega. Estos
espacios quedan rápidamente obsoletos, ya sea porque su vida útil está
marcada por la moda, y como tal es efímera, o porque son modelos que se
copian y se implantan sobre diferentes realidades, o porque son operaciones
que están marcadas por las leyes de la rentabilidad financiera rápida. No
siempre una prótesis es aceptada satisfactoriamente por el cuerpo que la
recibe. La persistencia de estas huellas depende de su continua
modificación y alimentación artificial, el reencantamiento constante del
espacio y de la vida.1

Temporalmente, la ciudad global es la última etapa de un desarrollo urbano


enmarcado en el proyecto de la modernidad. El proyecto moderno se
entiende adscrito a una posición de la ciencia positivista que confía en el
desarrollo de las capacidades evolutivas y productivas, siempre en positivo y
en continua expansión, y a un pensamiento idealista en tanto que proyecto
histórico y social, en la búsqueda de un ideal único y universal de vida; en
este modelo, el hombre es un mecanismo imprescindible para la producción.
En la globalización, etapa posindustrial o de la automatización de la
producción, el ser humano que cuenta no es el productor, sino el consumidor,
y quedan excluidos de manera generalizada quienes no tienen poder
adquisitivo.

Epílogo • 187
La ciudad tardomoderna de finales del siglo XX continúa, en cierta manera, con
la división funcional del territorio que propusieron los CIAM, pero sin la
concepción social de la ciudad, dividida ahora funcionalmente y manipulada
de un modo interesado para beneficio de unos pocos. Como resultado, se
genera una ciudad dividida, segregada social y funcionalmente, que exacerba
su control y acelera su conversión en mercancía.

Si a la lógica que podríamos denominar puramente moderna, confiada en el


desarrollo más equitativo de la sociedad y beneficiada por los avances
científicos, le correspondía un papel importante a los Estados como reguladores
del bienestar en la búsqueda de un cuerpo social sano y productivo, de manera
opuesta, la lógica actual acepta el dominio de los intereses privados y se basa
en las exclusiones.

Este proyecto de la modernidad consumidora que propugna el desarrollo


productivo sin límites y la división territorial y social de funciones y usos, ha
determinado una forma urbana que se caracteriza por la expansión sin límites
sobre el territorio por medio de autopistas y medios individuales de movilidad.
Este modelo de crecimiento ha provocado que en las últimas dos décadas del
siglo XX muchas regiones urbanas hayan aumentado la superficie urbanizada
sin que su población haya crecido en la misma proporción o, incluso, haya
disminuido. La difusión urbana en áreas no densas genera gastos de
mantenimiento, servicios y energía insostenibles.

La aparición de las TIC y las facilidades para acceder a mayor cantidad de


bienes de consumo en el último cuarto de siglo han favorecido la máxima
explotación de la separación funcional y la difusión urbana. La inclusión o
exclusión viene marcada por las posibilidades de acceso a la red,
infraestructuras imprescindibles que no son de dominio público, sino privadas
y que, en la búsqueda del mayor beneficio, dejan amplias zonas de agujeros
negros al margen de la conexión. Una nueva centralidad invisible dominada
por los POPs:

“Espinas dorsales de telecomunicaciones digitales. Las centrales de


conmutación se conocen normalmente como POPs —puntos de presencia—
[…] centrales erigidas alrededor de las centrales terrestres de enlace
satélite […].

Será vital económicamente tener cerca un POP eficiente en la espina dorsal


de alta velocidad; será una ventaja competitiva cada vez más importante si
tenemos uno y los competidores no lo tienen […].

188 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Este modelo es más claro en países en desarrollo, donde la introducción de un
POP en una región con pocos servicios hasta el momento pueden suponer
una repentina y vívida diferencia”.2

La lógica de ocupación del territorio favorecida por las TIC conforma un


espacio urbano a modo de un patchwork, elementos uno junto a otro, cada uno
de los cuales tiene límites claramente definidos. Ya no se hace posible una
transmisión osmótica, pues el tejido epitelial de cada área es infranqueable
sino se poseen las claves de acceso para traspasar los diferentes sistemas de
control.

Este trabajo se ha fundamentado en la crítica a una realidad que no es la


única, pero sí la más presente en los medios de comunicación de masas; su
forma y su desarrollo son el modelo que se presenta como ineludible y
deseable, internalizada inconsciente e inequívocamente por los ciudadanos. Es
la realidad defendida desde la visión del discurso único, de la muerte de las
ideologías y del fin de la historia. La ciudad como lugar del encuentro, de las
mezclas, de aprendizaje y de aventura, se presenta como peligrosa e
indeseable, como un fenómeno a superar. En esta manera de entender el
mundo, la ciudad es un sistema que ya no se considera útil socialmente debido
a la total prioridad que se otorga a la seguridad, y tampoco resulta funcional
desde el punto de vista tecnológico, para poder aprovechar al máximo las
posibilidades de las tecnologías de la información y la comunicación.

Igualar el interés público-urbano con los intereses particulares de grandes


empresas genera una peligrosa yuxtaposición de imágenes inconexas sin
sentido. Unidos, lo peor y lo mejor del mundo se transforman en el discurso
del todo-vale, con implicaciones sobre la ciudad que van más allá del hecho
urbano construido. En una sociedad cada vez más urbanizada se pierde la
conciencia de la dependencia real e ineludible con la naturaleza —el soporte
donde nos movemos y de donde venimos—, que se erosiona constante e
impunemente.

Pero no sólo la naturaleza está en peligro de ser consumida, desbastada y


simplificada, sino que, precisamente este modelo de consumo incesante
también se apropia de la diversidad cultural y de la ciudad como construcción
constante y colectiva, pasando a ser consumida como cualquier otro producto
material. Se construye un mundo urbano que se basa en la simulación, ya no
de culturas lejanas, de otredades, sino de nosotros mismos convertidos en
simulacros de ciudadanos. Lógicas que, partiendo de una realidad
unidireccional, de un modo de ver y concebir el mundo que elude la diversidad,

Epílogo • 189
determinan espacial y formalmente a las ciudades que expulsan al “otro”.
Constituyendo una manera de hacer que, en su afán mercantilista, consumista
y soberbio, se exculpa de toda responsabilidad con respecto a los otros y a la
suerte del planeta.

Afortunadamente, ésta no es la única cara de la realidad y, a pesar de la


fuerza de penetración de esta visión del mundo, existen otros discursos, otras
maneras de hacer ciudad que entienden la complejidad y la diversidad del
mundo sin pretender reducirlo a una ecuación financiera, sino buscando los
modos de construir en la diferencia. Un punto de partida es la búsqueda de
una ciudad sostenible, utilizando el término en su sentido más amplio, es
decir, no sólo una relación con la naturaleza equilibrada y respetuosa, sino
aplicando estos criterios en el interior de las ciudades: defender la diversidad
de las ciudades y su composición social y construir nuevas culturas de las
diferencias. En definitiva, intentar garantizar a las generaciones futuras el uso
y disfrute de la naturaleza y las ciudades.

Pero para poder hablar de la ciudad sostenible habría que plantear primero
una sociedad sostenible. Una sociedad sostenible no puede basarse en la
visión única, en el consumo, en el individualismo y egoísmo sin límite. Para
pensar una ciudad y una sociedad sostenibles en el futuro es necesario
consumir menos y distribuir con mayor equidad los recursos. No se trata de
equiparar el “consumo” hacia arriba, pues no hay sistema —ecológico ni
económico— que pueda aguantar esa presión, sino de recuperar la cultura
como construcción de muchos y no como espectáculo mediático; una
construcción en la que seamos partícipes y no consumidores.

La ciudad global pertenece a los intereses egoístas de unos pocos, a


empresas sin escrúpulos, a la lógica del mercado que coexiste difícilmente
con la otra ciudad real —la de los ciudadanos y sus gobernantes
democráticamente elegidos—, ciudades con nombres propios y caras; una
ciudad con conflictos, crisis y problemas, pero también con convivencia,
diálogos y soluciones; una ciudad con desafíos reales que atañen a todos. La
construcción de esta ciudad es compleja y no se basa en certezas de caminos
únicos. Es necesario buscar, inventar y crear alternativas para cada caso, que
no pueden sustentarse en un modelo económico de previsión asegurada y
ganancia inmediata y siempre in crescendo. La ciudad sostenible es,
precisamente, aquella que necesariamente se construye a largo plazo.

El planeamiento urbano propugnado por la ciudad global ha primado sus


funciones de control y dominio sobre diferentes sociedades, a las que iguala

190 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


mediante una serie de necesidades preestablecidas y aplicables en todo el
planeta. Uno de los peores síntomas es la privatización y el control del espacio
público a partir de la construcción de espacios seudopúblicos, con una falsa
diversidad y resguardado del espacio público real, que es donde pueden
emerger las diferencias y donde la ciudadanía se expresa. La privatización del
espacio público que proponen tanto los barrios cerrados como los centros
comerciales “multipropósito” significa el control sobre la vida personal. La
expresión de la individualidad y la diferenciación por raza, género, opción
sexual, edad o cualquier otra queda coaccionada por el control abusivo y los
decálogos de conducta que nos advierten al entrar, y en lugar poco visible,
acerca del comportamiento adecuado que nos permitirá permanecer allí.

DOBLE PROCESO URBANO: “METÁPOLIS” Y “COSMÓPOLIS”

La ciudad compacta es un modelo urbano deseable que llena discursos


optimistas, pero en cierta manera reduccionistas e irreales, si no se buscan
los modos de compaginarla con las gigantescas metrópolis donde vive y vivirá
gran parte de la humanidad.

“La viabilidad o sotenibilidad medioambiental de las ciudades puede


aumentarse en la medida en que su metabolismo y […] su huella ecológica se
reduzcan. Ello exige que el uso de los recursos sea menos caprichoso y
despilfarrador, más eficiente y, en la medida de lo posible, más circular. No
depende sólo de la disminución de sus requerimientos materiales, sino
también de la capacidad para mantener su complejidad en tanto que sistemas
culturales […]. La ciudad moderna no ha encontrado otra fórmula salvo la
segregación para mantener la diversidad, no ha sabido cómo facilitar el
acceso a los destinos cotidianos sin aumentar el consumo de combustibles,
no ha imaginado mitigar de la pobreza sin la contrapartida de un crecimiento
ilimitado. En las lógicas urbanísticas del siglo XX, complejidad cultural y
moderación ecológica han resultado ser incompatibles […]. Otra de las
aportaciones fundamentales del nuevo urbanismo ecológicamente consciente
[es considerar que] las causas de la degradación ambiental y de la
degeneración cultural de las ciudades son las mismas (y pueden y deben
combatirse al mismo tiempo)”.3

Aunar compacidad y grandes metrópolis es el reto para las grandes regiones


urbanas. Asumir y desarrollar la composición poliédrica de las áreas urbanas,
fomentando simultáneamente la individualidad de las partes en su

Epílogo • 191
autosuficiencia funcional, formal y simbólica. Entender la región urbana o la
metrópolis como una gran constelación de ciudades compactas, relacionadas,
intercomunicadas e identificables, y dar solución a la continuidad infinita a la
que estamos acostumbrados gracias al predominio de los sistemas de
transporte individual y a las autopistas.

La readaptación de la ciudad difusa, segmentada, segregada y monofuncional


en una “metápolis” 4 es primordial, si se la entiende como un área urbana
policéntrica formada por distintas calidades y tipos de asentamientos
humanos, que incluyen áreas rurales que funcionan a la vez de manera
autónoma y relacionada. Ello debería implicar, junto a otras medidas, un
cambio en la manera de hacer ciudad, desde el proyecto y desde la gestión.
Cada componente de la metápolis debe asumir un papel diferenciado y no
competitivo, sino cooperativo y complementario, con el resto de los nodos; y a
su vez, la descentralización de las funciones en el área central debe permitir
que cada nodo sea una ciudad y no un suburbio dependiente. La capacidad
que tiene Internet de transmitir ciertos contenidos, conectar ciudadanos,
entidades y representantes públicos, y la posibilidad de reuniones de trabajo
on-line son aspectos que se hallan hoy a nuestro alcance y que deberán ser
utilizados cada vez más para reducir los traslados reales y corpóreos que
significan pérdida de tiempo y de energía, consumo innecesario de bienes
escasos. La ciudad-red no es una entelequia, sino un nuevo modo de
socialización y relación que se incorpora a la ciudad y que permitirá ahorrar
ocupación innecesaria de la ciudad construida, favoreciendo su perdurabilidad
y su uso, contrariamente a las tesis que defienden que la ciudad matérica se
volatilizaría en el éter de las redes.5

Por otra parte, la ciudad emergente está formada por individuos difícilmente
sintetizables en un ser ideal, pues la composición social, cultural y étnica es
cada vez más diversa. El planeamiento futuro debe afrontar esta diversidad,
aceptarla como reto y como beneficio. Se trata, también, de construir la
“cosmópolis”:

“El miedo al ‘otro’ se expresa no sólo en el comportamiento individual, sino en


las políticas urbanas y en las respuestas de los planificadores […]. La discusión
se moverá entre lo que debía haber sido, desde la metrópolis moderna que trató
de erradicar la diferencia hasta esta utopía posmoderna que he llamado
cosmópolis, un lugar de construcción mental, una ciudad-región donde las
genuinas conexiones, el respeto y el espacio para la ‘otra’ cultura, y la
posibilidad de trabajar juntos en cuestiones de destino común, la posibilidad de
la ‘cercanía y unión en la diferencia’ […]. El antiguo modelo sirvió a las ciudades

192 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


modernas en proyectos dedicados parcialmente a erradicar la diferencia […]. El
planeamiento emergente […] se dedica a proyectos sociales en los que las
diferencias puedan florecer. La imagen metafórica de cosmópolis intenta
sugerir esta diversidad. Para asegurar la continuación de la relevancia del
planeamiento como un proyecto significativo de justicia social y
medioambiental, contribuyendo a la creación de cosmópolis […], podrá
realizarse desarrollando tres nociones: la importancia de un lenguaje ampliado
para el planeamiento (involucrando una nueva conexión con las profesiones del
proyecto); una epistemología de la multiplicidad, y una transformación de las
políticas de las diferencias […] que abarque aspectos para la justicia social y
medioambiental, para la comunidad humana, la diversidad cultural y el espíritu.
En la prisa en pos de las positivistas ciencias sociales, la planificación de
posguerra perdió algunas de sus capacidades para dirigir estos aspectos
porque dio la espalda a cuestiones de valores, de significados y de las artes
(más que de las ciencias) en la construcción de la ciudad“.6

Por lo tanto, el reto de las ciudades es aceptar, valorar y promover la diversidad


en hechos diferenciales respecto a otras ciudades, y adoptar respuestas
singulares a los problemas que le son propios y, por tanto, diversos. Las
ciudades y las sociedades no son homogéneas, por lo que habrá que utilizar una
heterogeneidad de soluciones para que las ciudades se mantengan singulares y
sostenibles. La heterogeneidad no significa desigualdad, sino convivencia en
diferencia. El sistema aplicado por la globalización o por el capital global rasura
las superficies dejándolas lisas, sin matices y sin capacidad para atender las
particularidades a la hora de implantar sus productos urbanos. Consiste en un
sistema productivista cuyas particularidades sólo pueden ser cosméticas.

La ciudad tomada a retazos, a fragmentos, no puede comprenderse ni


mejorarse. Las soluciones deben tender a la totalidad, de un modo progresivo
pero integral, y no podrán llegar de la mano de la extirpación y el aislamiento
de partes sanas.

La ciudad es un sistema intrincado e interconectado, y su fragmentación está


lejos de ser una solución, sólo exacerba las disfunciones sistémicas.

ALTERNATIVAS A LA UNIFORMIDAD: CIUDADES SOSTENIBLES

Contrariamente al modelo extendido y dominante, no existe una única


alternativa para la ciudad, sino que son posibles muchas y diversas. La ciudad

Epílogo • 193
sostenible será múltiple y diversa en sí misma, y respecto al resto de las
ciudades.

Las ciudades que siguen modelos únicos y transplantados de diferentes


realidades corren el peligro de generar una estructura tecnológica, económica
y productiva de dependencia. Se mitifica el cambio de modelo económico
productivo de las ciudades, donde su papel consiste casi exclusivamente en
generar conocimiento olvidando su aplicación productiva. Entre otras cosas,
el resultado práctico del conocimiento es la producción de bienes necesarios
para la construcción de la ciudad. Si el modelo perseguido responde a
patrones establecidos por los intereses de las empresas productoras, las
ciudades generadas a partir de estos modelos serán clones unas de otras,
perdiendo atractivo, individualidad, peculiaridad y diversidad; a su vez
dependerán de tecnologías, productos y conocimientos que no le son propios.
Las ciudades pueden convertirse entonces en eternas deudoras externas, lo
que repercutiría indefectiblemente en una desigualdad y deuda interna aún
mayor. El modelo único es incapaz de responder a las realidades locales y a
sus patrones de igualdad, tanto en método como en forma, y no pueden
aplicarse sin deteriorar el delicado equilibrio del planeta. Cada ciudad debe
encontrar sus mecanismos, soluciones y formas urbanas. En la diversidad se
encuentra la riqueza del planeta, y su futuro depende de que siga existiendo;
las ciudades no pueden ser ajenas a este mecanismo. En la naturaleza sobran
ejemplos sobre los peligros que entraña la eliminación de la diversidad: desde
la desaparición de especies animales y vegetales, la desertización de tierras
fértiles por deforestación o por cultivos intensivos no rotativos, hasta la
manipulación genética de semillas que destierra la histórica relación de los
agricultores y su trabajo y hace desaparecer los ciclos biológicos vitales.

“Al patentar los recursos de semillas del planeta, las empresas de


biotecnología consiguen un control efectivo sobre buena parte de la
producción agrícola mundial. Ellas son las proveedoras y todos los
agricultores del mundo se convierten en usuarios que compran el acceso a las
semillas para cada período de cosechas”.7

Este modus operandi no hará más que provocar todavía más zonas excluidas
de las que existen en la actualidad; la manipulación genética o el
conocimiento en manos del mercado sólo son magnificadores de las brechas
de desigualdad existente.

Las ciudades que, junto a ciudadanos y países, sigan un patrón único, corren
el riesgo de ser dependientes y quedar incapacitadas para ser libres, para ser

194 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


partícipes de un diálogo entre iguales en lugar de fieles seguidoras de la
zanahoria que atrae al burro sin que nunca la llegue a alcanzar.

Si hasta ahora las ciudades han sido pensadas por y para el hombre ideal, se
hace imperativo un nuevo pensamiento que derive de la integración plena de
las mujeres en las decisiones sobre la ciudad, incorporando su visión como
profesional y como usuaria. Las aportaciones de las mujeres debido a su
experiencia derivada del rol del género femenino significan un conocimiento
de la ciudad más complejo, e inclusivo, en el que se incorporan las propias
experiencias y las de muchos otros y otras que no son el ser ideal del
urbanismo tradicional. Por ello un urbanismo participativo incluirá sin duda
las voces diversas de las experiencias, miradas y necesidades. 8, 9, 10 Un
urbanismo de la multiplicidad significa un urbanismo de la diferencia, que no
de la desigualdad, que permita desvelar y expresar las diferentes cualidades
que nos constituyen como seres humanos únicos, no neutrales ni abstractos.
Cualidades que tienen que ver con opciones y oportunidades de diferente
carácter, económicas, sociales, culturales, de raza, de opción sexual o de
otras clases.

Las ciudades deben ser sostenibles, entendiendo sostenibilidad en su amplio


espectro que conjuga lo social y lo natural.

“Seguramente, cualquier planeamiento futuro que busque compatibilizar la


justicia y la sostenibilidad tendrá que descansar sobre una nueva cultura
verde que supere esta desconexión radical entre nuestra devoradora fiesta
urbana y las crisis socioecológicas que hoy envenenan no sólo el aire, los
suelos y los recursos vitales de la Tierra, sino que constituyen una amenaza
creciente para la vida y el bienes-tar de las gentes cercanas y lejanas del
planeta […]. La omnipresente obsesión por el crecimiento y la competitividad
económica eclipsa constantemente el debate en torno a los fines sociales y
ambientales implicados en los proyectos públicos y privados de desarrollo
urbano y en las decisiones ciudadanas en general”.11

Las ciudades deben encontrar soluciones para detener el desgaste de la tierra y


garantizar la continuidad del planeta y los recursos para las generaciones
venideras. Las ciudades son las mayores consumidoras del planeta.
Considerando que casi dos tercios de población del planeta es urbana, se hace
imprescindible un giro, un cambio en la manera de hacer las ciudades.

“La naturaleza no se verá más como un recurso que da soporte a la población


mundial, ni como un idealizado ‘otro’-otros, no urbanos. Lo urbano y el medio

Epílogo • 195
ambiente natural vistos como una matriz indivisible donde los humanos y los
procesos naturales interactúan”.12

El deber, por parte de las ciudades, de garantizar las diferencias, que no las
desigualdades, está incorporado en el concepto de sostenibilidad como parte
de la preservación del futuro. En las condiciones actuales, la vida urbana no
siempre es así, pues la falta de referentes y de significados compartidos que
cohesionen a los ciudadanos convierten lo urbanizado en áreas especializadas.
Por tanto, la construcción de ciudades sostenibles pasa también por que sean
capaces de regenerar formas urbanas con significado y crer nuevos
paradigmas según las diferentes realidades. Debe ser sostenible como espacio
de significación, de expresión de la multiplicidad social; un planeta urbano-
ciudadano necesita encontrar los discursos y las formas mediante las cuales
los ciudadanos se sientan interpretados y representados.

Asistimos a la exacerbación del urbanismo funcionalista y productivista que


segrega funciones y clases sociales y promueve un espacio público que pasa
a ser mero espacio de tránsito desde donde observar los anuncios
publicitarios que prometen paraísos edulcorados que se desarrollan en el más
cínico simulacro de los paseos seudourbanos del interior de los barrios
cerrados, los centros comerciales o las áreas de negocios.

En el recorrido hacia la uniformidad que la globalización pretende, se ha


debilitado el espacio público como estructurador urbano, como espacio
simbólico, como lugar de la expresión, del encuentro y del azar, y se ha olvidado
que es el elemento del tejido urbano que tiene mayor capacidad para unir y dar
coherencia a una serie de intervenciones arquitectónicas. La mayoría de los
ejemplos de edificios emblemáticos construidos en la década de 1990 carece de
capacidad para ofrecer un diálogo con la ciudad. Ante la dificultad o la
complejidad de las situaciones urbanas, los edificios optan por el hermetismo y
la negación o, en las nuevas áreas, que siguen un patrón ideal, como Potsdamer
Platz o Puerto Madero, el espacio público pasa a ser una escenografía perfecta
e idealizada que mantiene alejada a la realidad.

CONCLUSIONES SOBRE BUENOS AIRES

A mediados de la década de 1990, Argentina (y por tanto Buenos Aires),


aparecía ante los ojos miopes de la realidad globalizada como un paraíso
posible gracias a las priva-tizaciones y a la desaparición del Estado regulador y

196 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


gubernativo. Sin embargo, ha sido suficiente poco más de un lustro para
desvelar una de las peores crisis que el país atraviesa en toda su historia:
una deuda externa impagable, una sociedad civil desencantada y al borde de
la quiebra, una clase política sin rumbo. Un país que ha llegado a los
máximos nunca antes alcanzados por ningún otro país del llamado
“riesgopaís” (clasificación realizada por J. P. Morgan acerca de los países
más seguros para las inversiones privadas). Por tanto, en el mundo de las
finanzas globales, o en el mundo manejado desde las finanzas globalizadas,
los países se miden de acuerdo con el riesgo para la inversión financiera. El
valor máximo para el riesgo-país a partir del cual un país se considera
colapsado, quebrado y prácticamente inexistente era de 1.800, según J. P.
Morgan. Tras los disturbios de diciembre de 2001, este valor alcanzó en
Argentina la cifra de 5.000.

En resumen, Argentina pasa a ser un país al que le cuesta ver y encontrar su


futuro, donde los castillos de naipes empiezan a derrumbarse y los espejismos
a desaparecer, pero permanecen sus huellas.

PARTICULARIDADES DE LA HUELLA SOBRE BUENOS AIRES

La cuadrícula sobre la que se basa la trama urbana de Buenos Aires ha


asumido durante décadas las diferentes experiencias arquitectónicas y
urbanas como si se tratara de un laboratorio urbano. Por tanto, y como ya se
ha indicado, el hecho formal diferencial de Buenos Aires ha sido precisamente
su trama urbana, que ha permitido un crecimiento a la vez espontáneo y
reglado, con incorporaciones constantes de nuevas tipologías urbanas y
arquitectónicas, y también la incorporación progresiva de nuevos grupos de
inmigrantes en la sociedad.

Uno de los elementos característicos de la cuadrícula sobre una geografía


plana como la de Buenos Aires es su capacidad de conectividad. Las calles
forman una malla que hace del conjunto una red de conexiones con múltiples
combinatorias: la aparente rigidez constituye su mayor potencial de
flexibilidad, los sistemas de transporte y comunicación son fáciles de ubicar y
las variaciones dentro de una megaestructura son posibles.

A lo largo del siglo xx fueron muchas las nuevas formas urbanas que se
probaron sobre Buenos Aires. ¿Qué es entonces lo que hace diferente al
urbanismo global de las anteriores pruebas?

Epílogo • 197
La arquitectura que ha dejado su huella sobre Buenos Aires en la última década
del siglo xx niega, en primer lugar, lo colindante; no se establecen diálogos ni
con el entorno construido ni con el natural. El tamaño de las promociones
inmobiliarias excluye a un promotor local medio o pequeño, e imposibilitan la
inserción de grupos con menores recursos. Por ello, se generan áreas de alto
interés económico, al tiempo que otras áreas dejan de existir. La excesiva
homogeneidad de las propuestas arquitectónicas que se han realizado,
auténticos productos urbanos prefabricados, impide una disolución en lo
existente que, a su vez, las señala como diferentes.

Las huellas de la arquitectura de la globalización en Buenos Aires se


convierten en elefantes blancos, en monstruos que la ciudad no puede
asimilar y a los que no puede dar vida porque dependen fundamentalmente de
pulmones artificiales, de procesos continuos de encantamiento y novedad.
Las viviendas en guetos, los centros comerciales y de ocio y la ciudad
inventada para los negocios fagocitan la energía del resto de la ciudad y no
generan sinergias con ella. Son áreas de gran superficie, sin relación con el
entorno que caen rápidamente en desuso y resultan obsoletas debido no sólo
a lo efímero de las modas, sino al acotado sector de la sociedad al que van
dirigidas, de manera que la aparición de una nueva huella significa la muerte
o decadencia de la anterior. El canibalismo del modelo no se dirige sólo
contra la ciudad que lo acoge, sino que se autoconsume a una velocidad
imposible, y deja un reguero de huellas, de espacios sin memoria debido a su
juventud y sin calidad, ya que su finalidad es la pura rentabilidad financiera.

La vastedad del territorio juega en contra de la reabsorción sistemática de los


antiguos espacios infraestructurales e industriales —terrains vagues1 y brown
fields—, ya que, en apariencia, siempre se puede ir más lejos, dar la espalda a
los espacios y contenedores abandonados y seguir ocupando territorio,
dejando la contaminación y la degradación donde otrora hubo producción, vida
e intercambio. El cambio de mentalidad para abordar la ciudad tendrá que
repensar y proponer nuevos usos urbanos para suelos ya urbanos, pensar la
ciudad de un modo calidoscópico e inventar y reinventar los usos. A las
políticas de colmatamiento urbano o de relleno se pueden añadir las
experiencias llevadas a cabo en numerosas ciudades —Berlín, Nueva York o
Shangai—, que han consistido en recuperar este tipo de suelo urbano para la
agricultura de proximidad, en un camino posible, rentable, sostenible y
socialmente comprometido.

“La provisión de tierra para la agricultura urbana es, ciertamente, una política
de planificación alternativa. En ciudades estadounidenses como Nueva York y

198 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Detroit, miles de hectáreas de terreno han sido concedidas a los
desempleados para que cultiven alimentos. En el Reino Unido, los proyectos
de granjas urbanas se han establecido en terrenos abandonados en unas
veinte ciudades. En Alemania se ha destinado tierra para los proyectos de
agricultura urbana en las antiguas ciudades mineras del carbón como Essen
[…].

Hoy nos enfrentamos a una nueva clase de crisis: la globalización económica.


El desempleo está en nuestras ciudades para quedarse, y fuerza a muchas
personas a adoptar nuevas estrategias de supervivencia, incluso pasar parte
de su tiempo cultivando alimentos. En las ciudades que han experimentado el
declive industrial, la tierra abandonada debería estar disponible para el cultivo
de alimentos […].

El cultivo de alimentos debería considerarse como un componente importante


de la futura vida urbana”.2

DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES PARA BUENOS AIRES

Como ya ha quedado explícito, Buenos Aires no se acaba en los límites


políticos administrativos de una ciudad con 200 km2. Por tanto, el primer
desafío es formar la conciencia de unidad urbana del área metropolitana y
actuar en consecuencia.

Más allá de las presiones y realidades globales, hay acciones a adoptar desde
lo local. Las diferentes leyes que permitieron la expansión indiscriminada del
suelo urbano deben volver a entenderse, en conjunto, como una herramienta
válida para toda el área metropolitana. Esto requiere que previamente se forme
un consejo de gobierno que posibilite políticas de suelo comunes, con
prestaciones equivalentes para aquellos municipios que, por el bien del
conjunto, deban limitar las superficies destinadas a sus suelos urbanizables o
productivos. Las áreas urbanizables no pueden crecer según la presión del
mercado: baja densidad, servicios inevitablemente deficientes o inviables
económicamente con el consiguiente aumento de la presión sobre el medio
ambiente natural y social.

Dos espacios naturales en el límite urbano muestran las paradojas y


contradicciones que acompañan al urbanismo global tardorracionalista en
Buenos Aires: el delta del río Paraná y la Reserva Ecológica. El delta del río

Epílogo • 199
Paraná en Tigre es un espacio de naturaleza excepcional, al que se deja
degradar y se consume construyendo barrios cerrados, como Nordelta, con
espacios de costa y río apropiados y privatizados, y espacios recreativos,
como el Parque de la Costa que impide, en ambos casos, el libre acceso a los
ríos. Al mismo tiempo, se intenta detener este proceso elevando una petición
a la Unesco, encabezada por el municipio de San Fernando y apoyada por
biólogos investigadores de la Universidad de Buenos Aires, para que en 2000
se declare a la zona como Reserva de la Biosfera.

Mientras tanto, en la zona costera más céntrica de Buenos Aires, frente a


Puerto Madero, se consolida un área natural justo en el límite entre la ciudad
densa y el río. Llamada Reserva Ecológica, se convierte en una metáfora y una
advertencia: de la mayor degradación y abandono, la naturaleza nos regala su
mayor biodiversidad. En este espacio, las actuaciones urbanas quedan
paralizadas.

Es un lugar cargado de significados para la ciudad y su relación con el río, allí


se ubica la Costanera Sur3 que, a principios del siglo xx, fue el paseo y
balneario popular por excelencia. No por casualidad, y en plena época de la
dictadura militar de 1976-1983, se decidió que los escombros de las cicatrices
de las autopistas fueran a parar allí. El vertedero que transformó la costa y
vació de sentido la Costanera, paradójicamente, hoy se ha convertido en un
espacio natural. Poco importa si este paraje, donde la ciudad es más
rabiosamente ciudad, es natural o artificial, poco importa pues su origen es
menos relevante que su futuro. A Buenos Aires, ciudad que ha olvidado la
relación con su entorno, se le presenta la oportunidad de recuperar este
espacio de límite para el futuro, pues es precisamente en este tipo de
vecindades entre lo artificial y lo natural, en los límites de lo urbano, donde la
variedad de la naturaleza es más amplia.

Este regalo no sólo es la reconstrucción casual de una naturaleza original,


sino que ofrece un espacio sin uso previsto de consumo, un espacio público
en contacto con la naturaleza desde donde poder observar la ciudad, un
espacio natural que debe integrarse en lo urbano. Sin embargo, su
mitificación como espacio alejado del hombre puede llevarlo a polarizar su
futuro, ya sea porque la ciudad lo consuma como tierra urbana privilegiada,
o bien porque el exceso de celo lo convierta en un reducto inaccesible.
Sin embargo, la realidad se empeña en dar opciones extremas:
urbanización total o Reserva Ecológica como ecosistema congelado, algo
que es su propia definición lo imposibilita, pues un ecosistema no sobrevive
aislado, sino que constituye un eslabón en una cadena compleja. Del mismo

200 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Buenos Aires desde la reserva ecológica.

modo que sucede en la ciudad, la museificación mata la complejidad


sistémica.

Contemplando Buenos Aires desde la Reserva Ecológica, la imagen


lecorbusierana de la pampa y los rascacielos se presenta ante nuestros ojos
lejana y cargada de símbolos reconocibles, y su murmullo inagotable y
constante nos acerca su presencia.

Los desafíos y oportunidades para Buenos Aires están, como en toda ciudad,
en sí misma, en entender su particularidad, su lugar, su geografía, su historia,
su cultura y su sociedad. Más allá del simple modelo de la ciudad global, se
debe defender el valor diferencial de los lugares y de las soluciones.

NOTAS
1Ritzer, George, El encanto del mundo desencantado. Revolución en los medios de
consumo, Ariel, Barcelona, 2000.
2 Mitchell, William J., E-topía, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2001.
3García, Ernest, Introducción al libro: Girardet, Hebert, Creando ciudades sostenibles,
Tilde, Valencia, 2001.

Epílogo • 201
4 Ascher, François, La Métapolis. Ou l’avenir des villes, Éditions Odile Jacobs, París, 1995.
5Mitchell, William J., City of Bits. Space, Place, and the Infobahn,The MIT Press,
Cambridge (Mass.), 1995.
6 Sandercock, Leonie. Towards Cosmopolis, John Wiley & Sons, Chichester, 2000.
11Hammerstein, David, “De la naturaleza como el Otro de la ecología urbana”
(presentación a la edición española), en Girardet, Herbert, op. cit.
12Law, Nicholas, et al. (eds), Consuming Cities. The Urban Environment in the Global
Economy after the Rio Declaration, Nueva York/Londres, 2000.

202 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí


Bibliografía

Ascher, François, La Métapolis. Ou l’avenir des villes, Éditions Odile Jacobs, París, 1995.
Augé, Marc, El viaje imposible. El turismo y sus imágenes, Gedisa, Barcelona, 1998.
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206 La arquitectura de la ciudad global • Zaida Muxí

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