Teotihuacan B
Teotihuacan B
Teotihuacan B
INTRODUCCIÓN
Serán los años sesenta los que marcaran un hito en el desarrollo de las
investigaciones de este siglo y sentaran las bases que han seguido
generaciones de arqueólogos hasta la actualidad. En esta década se aplicaron
tres programas de investigación que cambiarán no tan sólo la faz de la zona
central de la ciudad antigua, sino se proporcionarán las evidencias de la
magnitud de esta cultura más allá del valle de Teotihuacan. Entre 1962 y 1964
el INAH bajo la dirección de Ignacio Bernal, abrió 11 zonas de excavación que
se aglutinaron bajo el nombre de Proyecto Teotihuacan 62-64. Este Proyecto
modificó la fisonomía exterior de la ciudad en gran parte de su centro
ceremonial al realizar una gran obra de excavación, limpieza y remoción de las
principales estructuras de la Plaza de la pirámide de la Luna y la Calzada de
los Muertos. Se llevó a cabo la excavación y posterior restauración del Palacio
del Quetzalpápalotl y del lado oeste de la plaza de la pirámide de la Luna
(Acosta 1964). (En ese proyecto participaron unos jóvenes profesionistas
Rubén Cabrera, Eduardo Matos, Guadalupe Mastache, entre otros). También
se exploró el Templo de los Caracoles Emplumados, así como el denominado
de Los Jaguares en esta misma área. Paralelamente se siguieron las
exploraciones destinadas a descubrir más aspectos de la vida de parte de la
sociedad teotihuacana al excavar las unidades habitacionales de la Ventilla y
Tetitla por parte de los arqueólogos Juan Vidarte y Laurette Séjourné (Séjourné
1956-57, 1959,1966 a, 1966b; Vidarte 1964). Por su parte un equipo liderado
por René Millon de la Universidad de Rochester, inició por esas mismas fechas
un ambicioso plan de estudio de toda la ciudad con base a un exhaustivo
registro de la superficie del terreno. La finalidad del Teotihuacan Mapping
Project era definir los limites espaciales y la estructura de la ciudad antigua y la
de situar las diferentes etapas de la ciudad, estableciendo sus áreas de
extensión y contracción territorial y definir las diferentes etapas cronológicas
que conformaron el desarrollo de la ciudad. Todo ello con la ayuda de la
fotografía aérea topografía, fotogrametría, la recolección de materiales de
superficie y la realización de pozos de sondeo en áreas previamente
establecidas. El resultado fue la confección de un detallado mapa de la ciudad,
que en su momento fue el mapa mejor logrado de un asentamiento
arqueológico, y que ha sido desde entonces una herramienta de trabajo
indispensable: “el Millon” (Millon 1973, Millon Drewitt y Cowgill 1973). William T.
Sanders, Jeffrey Parsons y Robert Santley iniciaron el estudio del área rural del
Valle de Teotihuacan que desde perspectivas metodológicas procedentes de la
ecología cultural, realizaron un exhaustivo recorrido de superficie para
determinar la densidad de población en el valle a lo largo de toda su historia.
En el Teotihuacan Valley Project, el estudio del desarrollo de los patrones de
asentamiento, la explotación de los recursos y la modificación que hace el
hombre, resultan básicos para comprender la evolución e interrelación de la
población con el medio en que vive (Sanders 1964:1-2). Se localizaron cerca
de 600 sitios arqueológicos de los cuales se excavaron cerca de una veintena
con la finalidad de resolver algunos de los problemas específicos surgidos en la
prospección del territorio. Las conclusiones de cinco años de recorrido de
campo (1960-1965) se concretaron en la publicación de diversas memorias y
en el conocido The Basin of Mexico: The Cultural Ecology of a Civillization
(Sanders,Parsons y Santley 1979).
Es por ello que las líneas de investigación se dirimen actualmente entre dos
grandes propuestas: una, la que basándose en las ofrendas del Templo de
Quetzalcóatl que sugerían un entierro central y por lo tanto un personaje
principal al cual fue dedicado el evento de sacrificios y otra postura que
basándose en representaciones de los sacerdotes teotihuacanos muestran un
tipo de gobierno corporativo. Mientras que para Saburo Sugiyama las
posteriores investigaciones en la Pirámide de la Luna sostienen el carácter
militarista de las elites teotihuacanas, para Linda Manzanilla el poder
teotihuacano debe de verse con base a un ejercicio del poder de un grupo
reducido de familias. Las investigaciones que lleva a cabo en el sitio de Xalla
implicarían la identificación del edificio de gobierno inicial de la ciudad dentro
del espacio urbanístico religioso, político administrativo al centro de la urbe.
El estudio del patrón urbano son un buen punto de análisis para sugerir una
estrecha relación entre la compartimentalización y el incremento de las
tensiones internas en la sociedad teotihuacana (Millon 1976:224; Haas
1982:110). Para Hass hay un problema en identificar el impacto arqueológico
del cambio cultural, sobre todo en el caso de que los acontecimientos políticos
sucedieran de manera tan rápida que no implicaran un cambio inmediato en el
sistema social y económico. Pero si fuera el caso de que la revuelta comporte
la disolución del sistema social, en este caso, el registro arqueológico debería
mostrar cuando menos, cambios importantes en el registro arqueológico por los
nuevos elementos aportados por los extranjeros. De esta manera si una
revuelta interna se uniera a una invasión extranjera, el impacto arqueológico de
la primera quedaría enmascarada por la segunda (Hass 1982: 111-112).
Las diferentes teorías que se han detallado anteriormente nos muestran una
gran diversidad de teorías que comparten la tipificación de los mismos factores
pero no la misma causa de origen. Identificamos los elementos que
caracterizan el colapso teotihuacano aunque no podemos establecer en que
relación se determinan y qué influencia tienen. El colapso teotihuacano es una
percepción arqueológica de un cambio radical en la cultura material y en la
población. El colapso se define también por otro elemento clave en
Teotihuacan y es que no se repite otro Teotihuacan en otra área. A nivel
teórico, las diversas propuestas no ofrecen una explicación satisfactoria ya que
a partir de un elemento, casi siempre único, se desarrollan una serie de
concatenaciones que conllevan al temido colapso. Es posible que tengamos
que hacer un análisis diferente de las causas que llevaron al colapso
teotihuacano ya que es muy diferente el impacto que pudiera tener en las
diferentes clases sociales que componían la sociedad teotihuacana. Una
reciente propuesta incide no tanto en la causa de la caída de Teotihuacan sino
en la revisión del proceso por el cual se determina dicho colapso analizando la
fase Metepec y contextualizando la ciudad dentro de un marco general. La
propuesta incide en la excepcionalidad de la ciudad de Teotihuacan que debe
su sentido y creación dentro del marco exacto donde se encuentra situada. Es
por ello que tras el colapso de la ciudad, las elites no pueden repetir el mismo
modelo cosmogónico/cultural en otra área geográfica ya que carece del sentido
primigenio en que se basó su fundación (Moragas 2003).
Figura 14. Imagen de Teotihuacan tomada desde el Templo de la Serpiente
Emplumada.
Conclusiones.
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