Encuentros
Encuentros
Encuentros
Veinte años
de Encuentros
V
einte años de Encuentros me llevaron a ver y releer uno a uno los números
publicados y a descubrir que dan testimonio del camino andado.
¡Sorpresa! ¿Tantas cosas olvidamos? Cambios, cosas realizadas, proyectos puestos
en acto, algunos exitosos, otros fracasados. Huellas que tal vez se perderían sin ese reco-
rrido revisitando lo que ha quedado escrito.
Y se me ocurrió que podíamos jugar un poco...
Jugar en este número a dos puntas. De principio a fin.
Jugar con los textos que en homenaje a estos veinte años han sido producidos por colegas
y colaboradores, anudados a los veinticinco años de la Ley 10306.
Jugar con algunas Editoriales que fueron publicadas a lo largo de estos años.
Jugar a que puedan descubrirlas, en su inserción particular, a lo largo de toda la Revista,
en esas idas y vueltas de la lectura.
Jugar, tomando las obras de arte que fueron tapa de los treinta y un números publicados
y que ilustran éste.
Jugar en nuestra tapa con alguna de las versiones posibles del mismo tema, “La Primavera”
de Botticelli, que ilumina y alegra.
Jugar y también agradecer.
Lic. Tatiana Reitman
Directora
Encuentros ofrece a los psicólogos y otros profesionales relacionados con el mundo de la cultu
ra un espacio para la exposición del trabajo y la producción, que suponen un aporte valioso para
nuestra tarea y la posibilidad de mantener abierto un debate enriquecedor entre las distintas co
rrientes. En consecuencia, las notas firmadas no necesariamente representan la opinión de la di
rección de la revista, ni de las autoridades de la Institución. Se autoriza la reproducción total o par
cial del material que se publica, con la condición de que se mencione claramente su procedencia.
—2—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros
Sumario
Editorial Encuentros N° 5,
noviembre de 1993
L i c . T at i a n a R e i t m a n
D i re c t o ra
ENCUENTROS—3—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños
De la transmisión
y sus destinos
Lic. L a l a Al t s c h u l e r
I
ntegrar un panel invita a dicho deseo, y no hay sujeto que preexiste
la difícil tarea de intentar al orden del deseo, del deseo inconsciente.
El presente trabajo de una transmisión, aquella No hay un sujeto que le preexista a dicho
la Lic. Lala Altschuler que se va precipitando en rela- deseo. Y si se trata de una conversión ética
ción a una práctica. Agradez- radical, es porque el psicoanalista se hace
y los dos que siguen co a Marite Ferrari, a los dife- responsable de la operación por la cual el
de las Lics. Elsa rentes integrantes de la escue- inconsciente deviene discurso, más allá de
Marino y Clara Sastz, la de Postgrado del Colegio la la psicopatología de la vida cotidiana.
oportunidad de hacerlo. Tan- Responsable del encuentro radical con el
fueron presentados to docentes como alumnos. Si “no lo sabía, según su deseo”. Del encuen-
en el V Encuentro de de transmisión se trata somos tro con el saber no sabido. ¿Qué implica al
responsables de hacer pasar la ciframiento de goce y al desciframiento al
Psicoanálisis con Niños marca, intentar hacer con ella y que dará lugar? Que es también el encuen-
organizado por nuestro de ella transmisión. Los analis- tro con la verdad en su medio decir, no to-
Colegio y realizado el 25 tas somos producto de ésta, de da, con el no todo puede ser dicho, y que
intentar hacer pasar una marca ésta, su verdad, requirió de la estructura de
de junio de 2011. con lo real e imposible que ésta ficción para alojarse en la dicha-mansión.
conlleva. Dicha mansión la oferta el analista desde
Lacan en la apertura de la sec- su función.
ción clínica en Vincennes (1976) propone: el inconsciente como
Pero ¿por qué se haría necesaria la inclu-
esas primeras palabras oídas y luego agrega “propongo que [...] la
sión de los padres para producir, en el caso
clínica psicoanalítica sea una manera de interrogar al psicoanalis-
de la clínica que nos convoca, ésta conver-
ta, de apremiarlo para que declare sus razones”. Ubica así, creo yo
sión ética radical, que es introducir el suje-
la transmisión en el corazón de nuestra práctica.
to en el orden del deseo?
Este quinto encuentro tiene como epígrafe “ser psicoanalista es
De transmisión se trata cuando hablamos
una posición responsable, la más responsable de todas, puesto que
de la presencia de los padres. Pero, ¿a qué
éste es aquel a quien se le confía la operación de una conversión
presencia me refiero? Me refiero al modo
ética radical, aquella que introduce al sujeto en el orden del deseo
en que ellos se hacen transmisores de su
[...]”(Lacan, Seminario 12, Problemas cruciales).
posición en relación a la ley y al deseo. Del
Parece ser que en la versión francesa (yo no he tenido acceso a modo en que se harán donadores o no de
ella) no se trata de introducir AL sujeto en el orden del deseo, la materialidad lenguajera que en el tiem-
sino introducir EL sujeto en el orden del deseo, y destaco lo de po de la infancia se hará escritura de la es-
EL sujeto, que es una observación interesante que realiza Norberto tructura. Posiciones en relación al deseo y
Ferreyra, dado que si decimos introducir al sujeto en el orden del a la ley quiere decir, el modo en que sos-
deseo pareciera ser que se le supone un sujeto que le antecede a tienen las operaciones de interdicción de
—4—ENCUENTROS
Día de las flores, Diego Rivera. Tapa Encuentros Nº 5
ENCUENTROS—5—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños
goce, del goce incestuoso, que le permiti- la castración. Entonces la presencia de los padres en su clínica no
rá a cada cual inscribirse en el discurso: es sería lógicamente necesaria. Habría que diferenciarlo del modo
decir en el deseo inconsciente, en el lazo que se introdujo la obra de Melanie Klein en la argentina, donde
social y en el pavoneo que le corresponda Arminda Aberastury introduce el trabajo con padres de manera
a cada cual según la diferencia sexual. Del absolutamente novedosa. De Arminda Aberastury y mi encuen-
modo en que es dicha transmisión y gra- tro con ella, me considero particularmente deudora. No fue mi
cias a ella el niño devendrá el portador de analista, pero recibí de ella una interpretación cuya marca aún
la marca viviente y ficcionalizada de esa in- me toca.
terdicción, de ese NO al goce incestuoso, y
La práctica psicoanalítica es una práctica de discurso. Más allá
con ése trabajo se inscribirá en el orden del
de la especificidad del dispositivo que sostienen dicha práctica.
deseo. Lo que la clínica enseña es el valor
Y esto tiene sus problemas. Cómo pensar una práctica de discurso
del decir de los padres.
en la que damos cabida, por el modo como pensamos la constitu-
La presencia de los padres en la experien- ción del sujeto en los tiempos fundantes, sea niños o adolescente,
cia psicoanalítica se vuelve necesaria tanto en la que damos cabida al Otro del niño, y a su decir, y para qué lo
en Freud como en Lacan, aunque con ar- hacemos si nuestra práctica, como práctica de discurso no remite a
gumentaciones diferentes. Archiconocida la ninguna intersubjetividad? Y sin embargo la presencia del Otro la
posición de Freud respecto al pequeño Hans requerimos. El inconsciente tanto freudiano como lacaniano, “es
“sólo la reunión en una misma persona...” para cada cual, no se sabe porque vía, de esas PRIMERAS PALA-
No así para Melanie Klein. El dispositivo BRAS OÍDAS viene caminando algo que hace que cada cual tenga
clínico, lo que llamamos técnica, es una su inconsciente”(Se corresponde a la cita anteriormente anunciada)
respuesta en acto a cómo se piensa y se Subrayo esto de primeras palabras oídas, palabras dichas. Y subrayo
formaliza la dirección de la cura. Melanie el valor de las primeras palabras oídas en tanto dichas.
Klein no requería la presencia de los pa-
dres, para ella el niño enfermaba de su pro-
¿Cómo dar razones de un dispositivo que es una práctica de dis-
pia pulsionalidad, entendida ésta por fuera
curso, que no la pensamos en el terreno de la intersubjetividad?
de los avatares del encuentro del niño con
Nuestro sujeto es el niño. Y sin embargo invitamos a los distintos
el deseo del Otro. Pulsionalidad inscripta
personajes del drama, a la manera de Pirandello, que vengan a su-
en el inconsciente, transcripciones del ello,
birse a la escena y a decir allí su discurso. Y no es porque busque-
sin medias tintas ni opacidades. Avatares
mos al autor. Buscar al Otro del Otro es una aspiración neurótica.
de una pulsionalidad inmanente al su-
Construimos la filiación en la transmisión. Trabajo de construc-
jeto, no requeriría por tanto la presencia
ción bajo transferencia. Buscamos la marca, las marcas desde las
del Otro en su clínica, ya que la pulsiona-
cuales el niño es hablado por los padres y el modo en que éstas
lidad que enferma con su quantum inso-
han puesto en causa la repetición. La repetición bajo transferencia
portable, en su transcripción directa a las
hace posible su lectura.
fantasías inconscientes a que da origen, se
inscribe en todo caso en relación al cuida-
do materno, o falta de cuidados maternos
(caso Dick por ejemplo) pero no en tanto
eco en el cuerpo de un decir del Otro. El
analista kleiniano hace una traducción de
aquello que fue transcripto. El sujeto Klei-
niano se instituye en última instancia en
un determinismo a-histórico. En el mar-
co del Edipo si. Pero un Edipo que parece
no sostenerse en la transmisión del deseo
del Otro, ni de su posición en relación a
—6—ENCUENTROS
Cito a los padres: les digo que son ellos los
padres de P, azoro y perplejidad “¿le vamos
a mentir?” “No”, digo, “¡le van a decir la
verdad!”, respondo mediante un equívo-
co, un equívoco lógico. La mamá de P un
tanto obsesiva “no sabía” que iba, de este
modo, a decir la verdad.
Lo que la clínica con niños nos enseña es el
efecto traumatizante que tiene para nuestro
sujeto el encuentro traumático con el de-
seo del Otro. Deseo que podemos leer en
Ese lugar importa a nuestra escucha, pues es el lugar desde la cual la respuesta de P: “mejor no saber quién se
DEVENDRÁ NIÑO. ¿Por qué digo devendrá niño? Digo de- es”. Es esta respuesta la que orienta nuestra
vendrá niño en el tiempo de la construcción de la neurosis en escucha, ya que es ella la que dice del valor
la infancia, en el tiempo lógico de la infancia, anterior a la pu- traumático que tuvo dicho encuentro para
bertad. Entonces introducir el sujeto en el orden del deseo en el nuestro sujeto. Es a su vez desde la respuesta
tiempo lógico que corresponda: producir el niño en el orden del del niño que leemos la posición del Otro en
deseo: Wo es war soll ich werden, “ich” en el orden del deseo. En relación a la castración. El modo singular en
los tiempos de la infancia. Cómo ich devendré, pero no sin lo que el niño se ha posicionado en relación
que se traduce aquí como lo fundante de “pegan a un niño”: ein a ella. La leemos no como verdad históri-
kind wird geshlagen, podemos ubicar el verbo “werden” del “ich ca, sino que como respuesta del niño éste
werden” en relación al “wird”, del “ein kind wird geschlagen”, “un se hace responsable de la singularidad de su
niño es pegado”, en ambos casos se trata del devenir, devendré, respuesta.
lo que ha de advenir de imposible traducción al castellano. Pero La intervención con los padres intenta la
podemos decir y en relación a la transmisión: Wo es (ello) war, soll movilización de ciertas marcas en el traba-
Ich, ein kind, werden, si la marca lo ha marcado como látigo en su jo con ellos, cuando ello es posible, y eso
cuerpo, haciendo con ella transmisión. Entonces “Ein kin wird” tiene sus consecuencias en la dirección de
(también podríamos decir se constituye) en tanto que “geschlagen” la cura con un niño. Marcas que, como en
por el Otro, escrito por el Otro, entonces el niño deviene niño, éste caso, comportan una fijeza que ignora
su existencia importa, al Otro, al padre, en tanto que el látigo que todo equívoco: “naciste de la panza de otra
lo marca es el testimonio vital del amor de éste. Con su marca y mujer” y no dan lugar por tanto a ninguna
gracias a ella “ex-siste”. Entonces devendrá niño, cómo tiempo equivocación de goce. No hay nada malen-
lógico, anterior a la pubertad. Efecto de transmisión, anudado al tendido en relación a una filiación que de
fantasma que funda su “ex-sistencia”... en tanto niño. éste modo lo desnombra. Y lo desnombra
P tiene 5 años en el momento de la consulta, terminado su prees- porque la transmisión de un nombre la rea-
colar. Desde la escuela le comunican a los padres que no está en liza un decir que se sostiene en la falta de
condiciones pedagógicas de comenzar un primer grado, salvo que aquel que enuncia dicho decir. Y es en el ni-
comience un tratamiento... psicopedagógico. No acordando los ño en quien leemos el modo en que fue alo-
padres con esta indicación me llaman. A P nunca le han oculta- jado o no por los dichos que lo precedieron.
do nada, siempre, siempre, le han dicho la verdad, “el nació de la “Sabemos muy bien en el análisis la impor-
panza de otra mujer”. Pido verlo. P entra corriendo, se arremolina tancia que tuvo para un sujeto, vale decir,
detrás de una cortina, y de allí escucho salir una voz, ¿doliente? aquello que en ese entonces no era absolu-
“mejor no saber quién se es” presencia de un real que me con- tamente nada, LA MANERA en que fue
mueve. Me pregunto: ¿mejor no saber quién se es si se nació de la deseado. Hay gente que vive bajo el efecto,
panza de otra mujer? que durará largo tiempo en sus vidas, ba-
jo el efecto del hecho de que uno de los
ENCUENTROS—7—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños
E
l modo de nombrar la actividad
que hoy nos reúne “Presencia de los
padres en la experiencia analítica
con niños y adolescentes”, articula términos,
“Presencia” / “padres” / “experiencia analíti-
ca” / “niños” / “adolescentes”, que han dado
y darán que hablar a los analistas interesados
en esta práctica. Cada uno de esos térmi-
nos podemos afectarlos por la interrogación
¿Qué implica “Presencia”? ¿Qué entendemos
por “padres”? ¿Cómo se piensa la “experien-
cia analítica”? Y, quizás lo más complejo,
¿qué “es” un “niño”? ¿Qué un “adolescente”?
Las notas que siguen sólo intentarán dar
cuenta de parte de estas cuestiones. Anti-
cipo que mi experiencia es con analizan-
tes jóvenes que plantean algunas cuestio-
nes menos que el análisis con niños. Da-
do que “los jóvenes hablan”, mi práctica
en lo que se suele llamar aspectos técnicos,
Trois monde, M.C Escher. Tapa Encuentros Nº6
Frase que si la contextuamos en 1916 cobra particular fuerza ya que Pensar la pubertad como un tiempo lógico
señala dramáticamente las consecuencias que lee Freud de las satis- (no hormonal: eso pasa en otro lado) para
facciones pulsionales en juego en el seno de una familia que pueden preguntarnos por criterios estructurales, no
constituirse en obstáculo irreductible para el trabajo en una cura. empíricos, implica relativizar la adolescen-
cia como fase evolutiva para proponerla en
Narra no sin dolor un ejemplo:“Hace algunos años emprendí el tra-
tanto momento de redefinición de estructu-
tamiento psicoanalítico de una joven atacada de una angustia tal que
ra en razón de otra vuelta de presión de lo
no podía ni salir a la calle ni quedarse sola en su casa. Poco a poco, la
real pulsional. No es fácil sostener la tensión
enferma acabó por confesarme que su imaginación había quedado
ente lo que podemos nombrar como “ado-
terriblemente impresionada por el descubrimiento de las relaciones
lescencia” en análisis y su localización en la
amorosas de su madre con un rico amigo de la casa. Más por torpeza
estructura. En este punto conviene no con-
o por un cruel refinamiento reveló a su madre lo que sucedía en las
fundir estructura con tiempos de subjetiva-
sesiones de psicoanálisis: cambiando de actitud con respecto a su
ción de la misma. Así, la posición de Otro
madre, obligándola, como único medio de evitar una crisis de an-
no barrado es sólo efecto de subjetivación,
gustia, a permanecer constantemente a su lado y oponiéndose a que
ya que la estructura está fallada en el origen,
saliera nunca de la casa. Ante esta conducta de su hija, comprendió
es su fundamento. El pasaje “De la prohibi-
la madre que la angustia que a la paciente aquejaba se había conver-
ción del incesto al no hay relación sexual”
tido en un medio de tenerla a ella prisionera e impedirle entrevistarse
permite localizar las operaciones necesarias
con su amante. Alegando el éxito de un tratamiento hidroterápico al
de los tiempos instituyentes en la estructura
que ella se había sometido en una anterior enfermedad nerviosa, im-
que suponen niñez/pubertad/adolescencia.
puso la interrupción de la cura psicoanalítica y recluyó a la joven en
La prohibición se despliega en el campo de
un sanatorio de enfermos nerviosos, en el que durante muchos años
la sexualidad entre padres e hijos y, como tal,
se la presentó como «una pobre víctima del psicoanálisis»”.
no está en el mismo plano que lo imposible
de la Relación Sexual dado que antes de la
pubertad el niño no sólo está exceptuado del
la reproducción sino también de un saber,
del saber relativo a la imposibilidad de la Re-
lación Sexual entendida aquí como imposi-
bilidad de saber sobre el sexo, saber imposi-
ble que suplen las teorías sexuales infantiles.
Adolescencia supone tiempos, ocasiones,
contingencias del encuentro con el goce en
Lo expuesto hasta aquí precipita que la presencia de los padres en
su disyunción: posible/imposible, con la so-
la experiencia analítica tiene una subrayable dimensión de obstá-
ledad del sujeto frente a las circunstancias
culo, pero, asimismo, es también oportunidad para que un joven
del cuerpo propio y del partenaire, con la
encuentre la ocasión de hacer algo con el sufrimiento que lo habita.
necesaria sustracción de la mirada y de la
Nombramos resistencia del analista al desvío por dar consistencia a voz del Otro primordial en tanto tiempo
la función paterna y materna en tanto este efecto imaginario derra- lógico posterior al estadio del espejo. Del
pa a modalidades moralizantes e impedimento a la discursividad. derrotero de estos encuentros podrá ocurrir
Les propongo ahora algunas consideraciones con relación a la que del síntoma que era para el Otro, en
adolescencia para, luego, compartir un relato de mi experiencia la niñez, haya ocasión de apropiarse e im-
que intentará enlazar lo planteado en esta primera parte con lo plicarse en tanto sujeto con la consecuen-
que avanzaré ahora. cia del pasaje de deseado a deseante en una
operación de corte que nunca es definitiva.
Parto del título que, con una analista amiga, presentamos hace años
un seminario: “De la Prohibición del Incesto a la Imposibilidad de Para ir concluyendo, un relato de mi expe-
la Relación Sexual”. riencia: en esta ocasión puntuaré algunas
—12—ENCUENTROS
cuestiones que considero relevantes con “Me ocupan al pedo”, “Me inventan trabajos”, “¿Para qué me
relación al síntoma por el que fui consul- quieren, para ponerme en la mesita de luz?”, son algunos dichos
tada, pero me interesa, por la convocatoria recortados por la operación de lectura en transferencia, que po-
de hoy, ofrecer algunos dichos de la joven sibilitan conjeturar la tenacidad de satisfacciones pulsionales que
en contrapunto con otros de sus padres. alcanzan realización en los lazos con los padres. Indico como con-
trapunto dichos recortados de las entrevistas con ellos: Dice la
Cuando llegan, madre e hija, a la primera madre: “No nos va a dar el gusto de comer”; dice el padre: “No
entrevista es imposible soslayar el contras- duermo hasta que llega”, “Quiero que trabaje para mí”.
te en la modalidad de mascarada. Ambas
bonitas, pero la madre, a través del maqui- Avanzar en la lectura de la especificidad de la demanda de la joven
llaje, ropa ajustada, tacos, convoca un ha- no es sin toparse con la posibilidad de no concordancia con la
cerse mirar que opaca el lugar de la hija. A demanda de los padres. La hija con sus “problemas” perforaba in-
la preocupación por los vómitos de la jo- cansable y vengativamente el ideal, fundamentalmente, materno,
ven se suman quejas por el aislamiento con de “familia para mostrar”.
respecto a su familia y al lugar preferencial
que da al novio y a los amigos.
A poco andar los encuentros con la joven
surge –aunque para ella carece de toda im-
portancia– la coincidencia entre iniciación
sexual (“dicen que te cambia la vida pero es
algo natural”) y el comienzo de lo vómitos.
Naturalización del encuentro sexual con el
otro sexo que conlleva la ilusión de dispo-
Si en lo desarrollado hasta aquí enfatizo la dimensión de obstácu-
ner de un saber sobre el sexo. Sabemos de
lo de la presencia de los padres en la experiencia analítica, más aún
la impotencia del pensamiento para dar ra-
si condenso lo que Freud nombra “resistencia interna” y “obstá-
zón de sexo y muerte en tanto irrepresen-
culos externos” en la resistencia del analista, lo hago en la convic-
tables. Por ello, en el campo del psicoaná-
ción de que la resistencia en su misma dimensión de obstáculo es
lisis, el acto sexual no es un verdadero acto
también guía en la dirección de una cura.
dado que nadie sale de él iniciado, dispo-
niendo de alguna representación segura de Para terminar, deseo compartir unas frases de Claude Rabant que
su ser hombre o mujer. iba a usar de epígrafe, pero por la contundencia que ahí escucho
elegí ubicarlas al momento de cierre.
Tiempo después en un clima transferencial
de dificultades para hablar, escepticismo e ¿A dónde iríamos si los padres oyeran las injurias y los anhelos de
indiferencia, dice: “Mañana es el día del muerte de sus hijos?
perdón, yo nunca ayuné, pero este año voy ¿Pero a dónde iríamos si no quisieran oír nada, si no las tomaran
a hacerlo porque cuando empecé a tener re- como pelota al vuelo y, en pocas palabras, darles su acentuación,
laciones hice la promesa que si no quedaba su temperamento?
embarazada, ayunaba. La relación que pu-
do leerse por la coincidencia temporal entre Interrogaciones en las que se hace escuchar las vicisitudes, en la
iniciación sexual y vómitos parecía alcanzar dimensión del ser hablante, donde el amor y el odio constituyen el
verificación. En meses posteriores, sumó el modo al que se aferra todo sujeto para no toparse con lo que no anda.
ayuno a los vómitos, con lo cual la pérdida Tras recorrer algunos obstáculos que hacen a la práctica, vale decir
de peso se instaló sin prisa y sin pausa. El que si alcanzamos contingentemente la posición de analista no es
rechazo a los efectos de la menstruación en sino en función de un discurso que sitúa el lugar de nuestra acción
su cuerpo se escuchaba en dichos tales co- y que este discurso no está ahí sino que se efectúa en el tiempo de
mo: “parezco embarazada”, “tengo pancita”. una enunciación.
ENCUENTROS—13—
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v encuentro de psicoanálisis con niños
Padres en el análisis
con niños
Lic. C l a ra S a l z
M
e interesa ubicar algunos términos en esa “constela-
ción familiar” como lo nombra Lacan en El mito in-
dividual del neurótico, cadenas significantes, que se
fueron desplegando a lo largo del tratamiento de un niño que
al momento de la consulta tenía 6 años y con un diagnóstico de
Trastorno Generalizado del Desarrollo. Específicamente me refe-
riré a algunas entrevistas con sus padres. Ya habían consultado an-
teriormente a varios especialistas: Neurólogos, Psicólogos etc. En
la primer entrevista se mostraron preocupados ya que el niño: “no
escucha cuando le hablan”, “no responde a las consignas” “está en
su mundo”, “grita y ríe sin sentido”, “en la escuela deambula solo”
–lo encontraron varias veces caminando por una cornisa– y “no
responde frente a los límites”. Estos eran los significantes que lo
representaban en el discurso de sus padres. Durante esta primera
entrevista la madre refiriéndose a su familia tiene un fallido, quie-
re decir “dejar pasar” y dice “saltear”, y se sorprende. El Padre dice
que de su hijo le fascina “su bondad y su quietud” y que “nunca se
enoja”. Los convoco a otra entrevista y pregunto acerca del fallido.
La madre se molesta y enojada dice que como él no contesta, ya
ni lo incluyen ni siquiera para las tareas hogareñas donde los dos
hijos menores colaboran.
En esa “constelación familiar”, formada por relatos, historias
con diferentes versiones, refiriéndose a su hermano la madre
Charles Chaplin. Tapa Encuentros Nº7 lo nombra como “pollerudo”, “pegado” a su propia madre, y
en relación a la familia paterna, el padre la describe como muy
“unida”, cuatro hermanos “nacidos juntitos”. Comienza el trata-
miento del niño. Al poco tiempo sucede un hecho significativo:
al finalizar la sesión la analista olvida de formular al niño un
cambio de horario, ya en la sala de espera y frente a su madre,
dirigiéndose al niño, lo comunica. En esa semana la madre soli-
cita una entrevista. En ella dice que “no puede sacar esa imagen
de su cabeza: la analista hablándole a su hijo”, y pregunta: “¿por
qué yo no puedo”? En sus relatos aparece el niño pegado a su
abuela materna, durmiendo con ella, “así quedó establecido”.
En otra entrevista dirá que lo “entregó” a su madre ya que al ter-
cer mes del nacimiento del niño se entera de su nuevo embarazo
y cae en una depresión. La historia no es el pasado, la historia
—14—ENCUENTROS
es el pasado historizado en el presente porque ha sido vivido en
el pasado” (Lacan, Seminario 1). Hay una historia que lo pre-
existe... A unos años de su tratamiento el niño trae a sesión un
álbum de fotos, de “sus fotos”. Primera hoja: una foto del padre
con su hermano y una poesía que comienza: “tu dicha es mi di-
cha [...] tu alegría es la mía, etc. (poesía escrita por el hermano
al Padre del niño, cuando éste nació) Segunda hoja, “Mi primer
cumpleaños”: una foto del niño con su madre embarazada. Ter-
cera hoja, “Mi segundo cumpleaños”: una foto del bebé (her-
manito)… ¿y el niño? ¿Salteado? En las hojas siguientes, “Mis
Cumpleaños”. Entrecruzamientos significantes que van tejiendo
una trama, el niño “salteado” no sólo de las tareas hogareñas.
En La Familia (1938) Lacan dice: “La familia establece entre
las generaciones (al menos tres), una continuidad psíquica cuya
causalidad es de orden mental” y luego agrega: “La constelación
familiar está formada por el relato de cierto número de rasgos
que especifican la unión de los padres”.
ENCUENTROS—15—
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v encuentro de psicoanálisis con niños
mediación (la que asegura la función del separación del decir del niño del decir de cada uno de los padres,
padre) el niño queda expuesto a todas las esto tiene puntos en común y puntos de convergencia, hace al
capturas fantasmáticas. Se convierte en síntoma, a la repetición que es repetición significante (no de
el objeto de su madre y su única función conductas ni de roles), es siempre equívoco. Si hay un texto se
es entonces revelar la verdad de ese obje- tratará que se hagan textos diferentes. No es sin consecuencias.
to, ser algo para alguien. La biografía de Cualquier modificación en relación con la posición del niño du-
un niño lejos está de ser considerada por rante el análisis pone a los padres, a veces, en situación de pre-
su anamnesis sino como se ha presenta- guntarse acerca de su implicancia, otras de querer ser escuchados
do el deseo hacia él de cada uno de sus demandar para ellos un análisis y otras resistir a que continúe.
padres y como dirá Freud en Esquemas Sea como fuere en el momento adecuado un analista no vacila
del Psicoanálisis, no se trata de los padres en interpretar, sugerir, prohibir, lo que crea conveniente para el
reales, sino de lo que los ha marcado a caso y la cura. Dependerá del caso por caso.
ellos, es decir de la propia historia edípi-
ca. Considero entonces que es un hecho Hablamos de funciones, no de personas. Es decir, hablamos de
de estructura, precisar, ubicar el lugar lugares que tienen leyes, combinaciones restricciones y las per-
del niño en el fantasma de cada uno de sonas, las instituciones que aparecen a lo largo del tiempo van
ellos. Y es necesario, además situar como encarnando, representando esas funciones de legalidad. Habla-
el niño responde. Esto implica escuchar mos de deseos: ese es el camino por el cual intentamos escuchar,
a los padres. armar, anudar y desanudar discursos.
¿Cómo? En el recorte clínico que presenté por los significantes “pegado”
Se trata de un discurso, se trata de la unido” ”salteado”, el análisis posibilitó al niño otra versión.
—16—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros
Encuentro,“Encuentros”
ENCUENTROS—17—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas
Angustia y
Subjetividad, hoy
R i c a rd o Díaz Romero
1. Mi propósito, en este trabajo con us- Para estos fines voy a introducir tres términos: hoy, angustia y
tedes, es el de plantearnos si esta frase del subjetividad. E intentaremos abrirlos uno a uno, para dar un con-
epígrafe tiene vigencia hoy o no. texto a las propuestas mencionadas.
2. En segundo lugar contarles cómo es que
encuentro –en mi práctica– el modo
Comienzo por “hoy”. Un “hoy” en sus resonancias en un con-
bajo el que se hace presente HOY ese
sultorio de psicoanálisis.
AILLEURS –ese OTRO LUGAR men-
cionado por Lacan, o esa OTRA ESCE- Y sobre este “hoy” propongo considerar dos vertientes:
NA, como le llamara Freud–, y cuáles se- 1. La primera vertiente es aquella de la cual se habla bastante más
rían los recursos de los que nos valemos a menudo, y que sería subsidiaria de un planteo basado en la co-
para escuchar esos modos. nocida frase de Nietzsche : “Dios ha muerto”, pero, en una versión
3. Y en tercer lugar, plantearnos la pregun- aggiornata que habla de “una declinación de la función paterna”,
ta acerca de la posibilidad de hacer, con los lo que equivaldría a decir que habría muerto una función que, en
recursos de la actualidad, un discurso pasi- la fenomenología, se presentaría como: fuente de significancia, de
ble de ser puesto a trabajar en el dispositi- respuestas, fuente y garantía de sentido, de valores, creada por el
vo del método freudiano. hombre, es decir Dios, eso habría muerto.
El Jardín de las delicias, Jheronimus Bosch (El Bosco). Tapa Encuentros Nº 8
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xviii jornadas psicoanalíticas
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xviii jornadas psicoanalíticas
Encuentro que habría una lógica que puede ¿Sabremos, los psicoanalistas, estar a la altura de la tarea de escuchar
explicar esa frecuente apelación a otra teoría cada especie de “nombre-del-padre” –por extraño o impensable que
del sujeto: y es que fuera de la transferencia él fuera– creado por el trabajo del inconciente, en cada análisis y
sería muy difícil soportar la extraña evanes- que soporte una creencia en él por parte de quien lo creó? ¿Podre-
cencia, y La teoría del sujeto de Badiou ofrece mos sancionar como existente a ese efecto sujeto de la evanescencia
una estabilidad y una referencia. de un brillo o de una voz? ¿Podremos transmitirlo al hacer una
clínica de nuestra práctica? O al menos, ¿sabremos sancionar co-
Este “hoy” sería, en esta perspectiva:
mo un intento, a cada uno de esos fracasos de los que, a veces,
a. el desesperado intento de crear un soporte somos testigos?
estructural para que ese Real –que no cesa de
En este sentido, la angustia HOY, como en otros
no inscribirse– encuentre un circuito donde
momentos, está allí, y no miente, indi-
hacerse presente una y otra vez.
cando y sosteniendo el instante de
b. Y en ese intento se transita ese modo en el que el efecto su-
por una pregnancia y un pre- jeto se realiza, tan inaprehen-
dominio de lo imaginario sible y opresivo como sea.
del cuerpo, de la super-
Sin embargo encuen-
ficie del cuerpo, de la
tro una diferencia da-
apariencia, del privile-
da por el hecho de
gio de la imagen y de
que HOY sabemos
las imágenes, como
que participan, y
en el bombardeo de
no imaginariamen-
los videoclips, con el
te (aunque no lejos
“soporte” de las pan-
de esa esfera), como
tallas, con las “redes
“Objecto quase” , co-
sociales” o,
mo objeto ´a´, la voz y
c. con los “quitapenas” la mirada, permitiéndo-
(para citar nuevamente a nos – a veces - leer de otro
Freud) o, modo una ecuación que ya
d. escandalizando a padres y no sería siempre: Angs vor Et-
maestros con decires y escrituras he- was, sino también goce ante ‘a’,
chos con las hilachas del lenguaje –en un por extraño que sea.
extremo al que no lograron llegar los surrea- Está por saberse si estaremos a la altura, es decir si podremos se-
listas, los dada y otros que en ningún mo- guir a nuestros analizantes en estas extrañas creaciones… dentro
mento dejaron de apelar a lo simbólico, de del método freudiano.
esperar de lo simbólico.
Al menos, esto es a lo que apuesto.-
Ahora bien, lo más interesante es que hoy
podamos interrogarnos para saber si, en
nuestros consultorios, sería posible hacer n o ta s
1. “Es sorprendente que una dimensión que se hace sentir como la de Otra-cosa en tan-
con esto, que es lo que hay y de lo que so- tas experiencias que viven los hombres: [...] el deseo, el hastío, el enclaustramiento, la
mos privilegiados testigos; si sería posible rebeldía, la oración, la vigilia..., el pánico, en fin, están ahí para darnos testimonio de la
hacer con esto algo así como un “discurso” dimensión de ese Otro lugar,...”
LACAN, Jacques: “Du traitement possible de la psychose - Écrits”. Seuil, Paris, 1966. p. 547.
tal, que fuera pasible de ser puesto a traba- 2. LACAN, Jacques: Seminario IX, La identificación. 15/11/1961.
jar en el dispositivo que se constituye con el 3. SANSAL, Boualem: “Le village de l’allemand ou le Journal des frères Schiller – Ga-
método freudiano. Porque es con esto que llimard”. Paris, 2008. p. 156.
4. BADIOU, Alain: “Teoría del sujeto”. Ed. Prometeo.
tenemos que trabajar; esto es lo que hay... 5. BADIOU, Alain: Entrevista de Página 12 en su visita a Argentina.
más allá de lo que nos gustaría que haya. 6. LACAN, Jacques: Seminario “Problemas cruciales para el psicoanálisis”.
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actualidad
20 años de encuentros
D r . N é sto r B r au n ste i n
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xviii jornadas psicoanalíticas
Angustia
y pasaje al acto
Lic. Carlos Horacio Bembibre
E
l 9 de enero de 1963 devino en ese enigmático objeto allí donde la falta viene a faltar, expande la
una fecha clave de la historia del noción y el alcance de la angustia, más allá del campo de las neu-
psicoanálisis. En esa fecha y en el rosis al que nos tenía acostumbrados el post-freudismo.
marco de su Seminario, Lacan hizo público
La angustia también tiene su alcance a partir de allí, en el origen
formalmente lo que más tarde y en reitera-
de experiencias periféricas, como clínicamente se constata en el
das ocasiones llamaría “mi único invento”.
terreno de las perversiones y aún de las psicosis.
Luego de realizar un corte no trivial sobre la
De esa traducción subjetiva del objeto a que se verifica en los
inmersión en el espacio tridimensional del
tiempos de angustia, me interesa detenerme en uno de los posibles
Plano Proyectivo que había dado por resul-
efectos que desencadena la angustia en su intento de resolución.
tado la esfera provista de cross-cap, hizo cir-
cular entre el auditorio, el disco que el corte El Seminario X al que me refiero, se inaugura con un desbarata-
produjo, dejando por otro lado una Banda miento de la tríada freudiana de Inhibición, Síntoma y Angustia
de Moebius, efecto también de ese corte. presentada en su origen como una serie de conceptos homogéneos.
La circulación de ese objeto no se limitó só- Al no permitir más que funcionen en el mismo nivel, Lacan los
lo a un puro movimiento mostrativo, sino presenta en una suerte de configuración matricial de 3x3 dimen-
que acompañó ese gesto de ofrecimiento, siones, en principio como un cuadro de doble entrada determi-
diciendo: “He aquí esta parte residual. La nado por los ejes de Dificultad y Movimiento, lo que implica no
he construido para ustedes; la hago circu- sólo la puesta en evidencia de la diferente estructura de esos tres
lar. Tiene su pequeño interés porque, per- términos freudianos, sino también la explicitación de la diferencia
mítanme que se los diga, esto es el a. Se los contextual que el entorno precipita en cada uno de ellos.
doy como una hostia porque luego se servi- De esta manera, la angustia como elemento [3,3] de la matriz,
rán de él. El a minúscula está hecho así” 1. o sea en la tercera fila y tercera columna, ubicada en el campo
Que la presentación de su invento se ha- del máximo embarazo y la máxima turbación, queda enmarcada,
ya producido en el contexto del seminario acorralada por tres conceptos que entiendo como vías posibles de
dedicado a la angustia, no es algo fortuito; su resolución.
obedeció a una rigurosa lógica, en tanto el Tal como nos enseñó Freud (y vale la pena recordar al pequeño
objeto a, por su estatuto, función y alcan- Hans y sus peripecias ante la potencia fobígena del caballo) el sín-
ce, no es ni transliterable ni transcribible, toma se revela como el operador resolutivo princeps de la angus-
sino sólo traducible. Y precisamente, la an- tia; el síntoma como salvador de la angustia.
gustia es su única traducción subjetiva.
Pero otras dos vías resolutivas quedan habilitadas a partir de la
Pero ese Seminario que dará un giro impor- puesta en juego del emplazamiento matricial de la angustia que
tante a la práctica analítica, al mismo tiem- Lacan presenta: el acting-out y el pasaje al acto. Dos vías resoluti-
po en que sitúa la angustia como afecto que vas del apremio de la angustia en tanto traducción subjetiva del
se desencadena ante la presentificación de objeto a.
Yo y la aldea, Marc Chagall. Tapa Encuentros Nº 9 ENCUENTROS—25—
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xviii jornadas psicoanalíticas
Esta extensión de las características del acto al campo del pasaje al Muy tempranamente Lacan señaló este ca-
acto, no borra el matiz diferencial que mantiene con el síntoma, rácter advertidor del pasaje al acto, cuando
aún cuando un factor en común los propicie, como es la angustia; en su tesis de 1932, en referencia al aten-
no lo engloba ni lo homologa al síntoma. tado perpetrado con aquella que llamó Ai-
mée, es decir Marguerite Anzieu, hacia la
No se trata de un texto opaco que se ofrece al desciframiento del actriz Huguette ex-Duflos acentuó el ma-
analista y que se amasa con un saber no sabido. El pasaje al acto, a tiz de “valor demostrativo”, el “valor de ad-
diferencia del síntoma, no entraña una pregunta, sino que plantea vertencia” que el atentado conllevaba.
una respuesta plena a una pregunta desconocida e informulada.
En ese sentido, no se trata de un saber que no se sabe como motor Tenemos entonces un pasaje al acto que bo-
de una pregunta que busca responderse, sino de un hacer saber rra al sujeto y lo deja caer de la escena, más
algo a alguien, manteniendo el valor de ese alguien, como una un texto que cifrado conlleva una adverten-
incógnita a despejar en la singularidad del caso. cia que pulsa hacer saber algo a alguien.
En ese sentido, cuando Lacan plantea en el Seminario XV el pasaje Pero si el acto está en la lectura del acto,
de analizante a analista en términos de un pasaje al acto advertido, si el acto no es sin inscripción, ¿quién lee,
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quién acoge e inscribe ese texto que el su- Discordancia entre lo leído y la producción de lo legible.
jeto no reconoce como propio?
Lo digo de otro modo y recurriendo a un pasaje al acto mucho más
No puedo dejar de evocar, en este punto cercano a nosotros.
y para acercarme a estas preguntas sin dar
¿El niederkommen que leyó Freud, acaso tuvo algún alcance subje-
un salto al vacío, como apoyatura posible,
tivo en su joven paciente? Que lo haya aceptado con los signos de
el pasaje al acto producido por Christine y
interés con los que una señora de sociedad mira piezas de museo,
Léa Papin el 2 de febrero de 1932 en Les
como el mismo Freud nos señala acerca de las repercusiones de
Mans, con el doble asesinato de sus patro-
sus intervenciones ante la joven, no da cuenta de que una verdad
nas. Un pasaje al acto silente, un pasaje al
la alcanzó.
acto que subsumió toda la locura, hasta ese
momento insinuada, perfilada pero desoí- Es que el correlato significante del pasaje al acto más que un decir,
da por las que habrían de ser sus víctimas. es un hacer decir y a otros. En ese sentido, todo pasaje al acto tiene
un público a quien a medias se dirige; llámese la cocotte o el padre
Al parco “¡Buena la hicimos!” formulado
en la joven homosexual, toda una ciudad francesa enardecida co-
por Christine y que coronó el tiempo de
mo en el caso Papin, o el cholulaje francés admirador de Huguette
perplejidad ante la carnicería perpetrada
ex-Duflos, actriz mimada del momento. El pasaje al acto da
de las jóvenes, un tendal de textos plagados
que hablar, ¿pero a quién?
de los adjetivos calificativos más elocuen-
tes, surgió en la primera versión del caso: Si validamos la estrecha articulación entre pasaje al acto
la versión periodística. Versión que exacer- y público, vale la pena precisar la función del público
bó al público que pedía la pena capital, que en el pasaje al acto, porque al igual que la función
hasta produjo canciones populares en torno del público en el chiste, el público en el pasaje al
a las muchachas, que consternó a todo pa- acto forma parte de su realización acabada en el
trón que tuviera a cargo servicio doméstico, tiempo de la lectura del pasaje al acto mismo.
que incidió en el establecimiento de nuevas Digo, entonces, que si el pasaje al acto conmina
leyes en torno a las empleadas domésticas, a un público, si la función del público es in-
que impactó en el surrealismo y hasta la herente a él, conviene despejar su estatuto.
dramaturgia, de la mano de Jean Genet. Es hora entonces de que nos dirijamos a
La construcción de la figura de dos mons- ese alguien al que algo se hace saber y
truosas asesinas, se apoyó en una lectura de que llamé inicialmente incógnita a
algo que ofrecido como texto, constituyó despejar.
el correlato significante del acto: la emas- El término latino “publicus”, que
culación de las órbitas oculares de las víc- da en nuestra lengua una única
timas, leído como “arrancar los ojos”, dio posibilidad de derivación
pie a lo que Lacan llamó “la metáfora más en tanto “público”, re-
sobada del odio”. conoce en la lengua
Esa lectura precipitó toda una serie de ad- alemana dos varian-
moniciones, de afán de castigo ejemplar, tes posibles que ha
como también de paradigma de la lucha puesto en jaque
de clases. a los traducto-
res de Freud:
Una y otra vez fiscales, jueces de instruc-
“Publikum” y
ción y comisarios intervinientes luchaban
“Öffentlichkeit”.
para que confesaran su odio, cosa que no
El “Publikum”
encontró respuesta en las jóvenes, quienes
es el público
alegaban con convicción que jamás habían
convocado o
odiado a sus patronas.
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actualidad
20 años de encuentros
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xviii jornadas psicoanalíticas
Angustia y
subjetividad hoy
Lic. R i c a rd o M a u ro
L
a temporalidad que el título propone se torna inquietan- corre el riesgo de su aplastamiento y deja
te por la interrogación que deja trascender. No es posible al sujeto bajo la servidumbre de la cien-
hacer equivaler lo actual y lo contemporáneo con el “hoy” cia. En la vecindad extraterritorial con el
aunque no dejan de incluirse, intersectarse o excluirse. Nos encon- discurso avanzado de la psiquiatría, en los
tramos en la encrucijada de lo que retorna bajo el asombro y el en- espacios públicos, el analista no debiera,
tusiasmo de la tecnología que recubre la falta imaginaria, de modo aunque la expresión suene un poco moral,
que la angustia se encuentra amenazada de perder su lugar, es decir, retroceder ante el terreno indiscriminado
cuando prolifera el dispositivo por el cual cede su potencial en tan- que los efectos del contexto social anidan
to experiencia del deseo. La curiosidad es que la reivindicación del en el sujeto. Contexto entendido aquí co-
pragmatismo se pone al servicio de sellar con respuestas que no solo mo una de las cifras de la enunciación.
promueven su rápida caducidad sino que, al mismo tiempo, exclu- Si no estamos al corriente de ello, no se-
yen toda reflexión, es decir, un tiempo de espera. remos más que cómplices de quienes su-
Al abrir el Seminario sobre La Angustia, Lacan formulaba una ponen una vida sin angustia. Nada más
interpelación a los analistas en la ficción de la voz del filósofo “¿es- horroroso que el ofrecimiento de una exis-
tarán los analistas a la altura de lo que hacemos con la angustia?” tencia sin malestar.
De este modo situaba la dimensión ética de la responsabilidad Esto no es un problema ajeno, no es la
que le cabe al analista en cuanto a su acción. Una de las líneas de ciencia, y podríamos agregar la filosofía
elaboración teórica que adquiere el tránsito por el seminario, es el y la religión, es un problema propio. ¿Es
intento de dar respuesta a ese interrogante. Por lo tanto, no está preciso un saber hacer con la angustia si
comprometida la ética solamente, sino que se trata de una posi- lo ubicamos al inicio, para que en su de-
ción política. La angustia, como experiencia de ese vacío que el venir alcance un saber hacer con el sínto-
objeto levanta en el campo del Otro, nos recuerda que, en tanto ma? ¿Sabemos los psicoanalistas qué hacer
causa, el deseo del analista es el operador por el cual sitúa que el con la angustia cuando para las múltiples
analista está implicado menos como sujeto que como agente. formas de su presentación, hay prolifera-
ción de remedios? La desimplicación, la
Por eso, estimo que, el interrogante que en esta ocasión nos sale
insatisfacción y sus derivaciones congela-
al encuentro, pretende ubicar cuál es la vigencia de la angustia en
das, el aburrimiento y el tedio, el cuerpo
el horizonte social de una época cuyo imperativo de goce ya no
desanudado, el goce de lo oral, en todas
se liga a la deuda y a la culpa. El sueño de la civilización propulsa
sus modalidades, ¿están a la altura de ser
su supresión o su negación, y sus alfiles iluministas ponen el goce
interrogadas en su dimensión de verdad?
químico al servicio del sujeto. La indistinción entre lo grave y lo
urgente empuja el muro, del lenguaje, promoviendo que lo que En 1974, en vísperas de presentar el texto
no engaña nos engañe. La angustia, en el lugar del significante La tercera, Lacan ofrecía una conferencia
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Composición con foto de Sofía Loviscek y Natascha Gelman, de D. Rivera. Tapa Encuentros Nº 31 ENCUENTROS—31—
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xviii jornadas psicoanalíticas
de prensa en la que vaticinaba, este término implica subrayar su se exime de la dimensión del tiempo, en la
valor de actualidad, que de aquello de lo que se ocupan los analis- lógica de sus instancias.
tas es la inmundicia del mundo, de lo que no anda, de lo real a so-
La causa de los argumentos es, precisa-
portar. Pero a condición de que “para ello, es necesario que estén
mente, su vacío original. Si la angustia es
terriblemente acorazados contra la angustia”. No apunta hacia la
el motor también debemos conocer qué lo
interpelación política del triunfo de la religión, sino de la posición
hace funcionar y cuando, quien y dónde
del psicoanálisis ante lo que retorna de la historia.
se enciende.
Se redobla la interrogación que abre el Seminario sobre La An-
Personalmente, quiero decir, en primera
gustia, es decir, estar a la altura no es sin estar terriblemente aco-
persona, me preocupan menos aquellos
razados. No se trata de otra cosa que de indicar que el camino del
que intentan deslegitimar, hasta la firma
encuentro con lo real es, precisamente la angustia.
de su defunción, al psicoa-
Esta rara heterogeneidad que nálisis, de lo que los analis-
llamamos psicoanalistas no tas hacemos o colaboramos,
puede, por lo mismo, dejar de “inadvertidamente” para su
interrogar permanentemente extinción.
las distintas inmundicias que
Este afecto singular que
hoy se llaman fundamentalis-
constituye la angustia, pro-
mos. Pero el problema no está
clama con su nobleza, la vía
en el neoliberalismo, el mer-
para interrogar los efectos
cado y el consumo, o la época
devastadores del rechazo del
de las tecnociencias. Quizás
inconsciente.
no nos guste, pero si no echa-
mos más miradas hacia nues- En este sentido, la angustia
tro campo que no es sino el es motor para que el lazo so-
del lenguaje, nos convertire- cial entre analistas promueva
mos en excelentes y eruditos el encuentro con lo real de su
críticos de la época, que para razón de existencia, diríamos
eso sobreabundan los campos con el saber en el lugar de la
de otros saberes, y no sosten- verdad.
dremos las preguntas funda- Creo que no es necesaria una
mentales que implican la sub- defensa gremial de los psi-
versión del sujeto. coanalistas, lejos estamos de
Flaco favor se le hace al psi- ello, sino que los psicoanalis-
coanálisis si adolecemos de la ecolalia erudita que se funda en las tas adviertan que es el discurso del psicoa-
citas de los autores, bajo cuya autoridad nos autorizamos para ad- nálisis aquello que hará posible interrogar
quirir vaya a saberse que certificado de inmunidad, si no le damos una praxis. La angustia, desde esta pers-
el valor que la lógica de la argumentación sostiene lo que nos atreve- pectiva, disculpen la osadía, es el operador
mos a decir. La fuerza del conservadurismo acecha cuando se con- que preserva al psicoanálisis en el mundo,
funde el problema con el dogma. Creo que la función “Escuela”, no al revés, y esto es de nuestra exclusiva
lleve el nombre que lleve, no puede perder de vista, quiero decir, incumbencia.
desorientarse u orientarse mal, y no concebir la angustia como so- Quizás estas líneas sean, al fin de cuentas,
porte estructural del deseo. Esto de ninguna manera es una afirma- casi irrelevantes, pero no dejan de estar
ción o un concepto, es el problema mismo con el que la experiencia causadas, sinceramente, por la angustia.
del psicoanálisis nos confronta cada vez, en el análisis que continúa,
como en el que se detiene, o el que se interrumpe, y porque es la Es lo poco que puedo decir de angustia y
dignidad de la existencia encontrarse con el vacío. La angustia no subjetividad... hoy.
—32—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros
El deseo de escribir
O s va l d o M . C o u s o
C ierta vez un poeta imaginó un rabino que, en Praga, alcanzó algo que está vedado
a los humanos: el terrible Nombre que cifra la esencia de Dios y confiere su poder.
Metáfora del poder de la palabra, porque es capaz de
dar vida y de dar muerte, y de endiosar a los hombres
(a cualquier hombre) haciéndoles creer que pueden
adueñarse de ese poder que ella implica.
Así sucedió con el rabino de Praga quien, creyéndose
un poco Dios, creó una nueva vida.
Inspirado tal vez en la idea de Goethe según la cual
los padres han de dar a sus hijos raíces y alas... el rabí
soñaba guiar en el mundo, instruir en todas las dis-
ciplinas posibles a la criatura que había engendrado.
Pero el producto no respondía a sus expectativas y
deseos: pronto comprendió que había dado vida a un
torpe muñeco, más animalito que humano, más simu-
lacro que hombre. Hasta el gato del rabí huía despavo-
rido al paso del desdichado, cuando éste barría (más
mal que bien) la sinagoga... prácticamente única tarea
que podía realizar, ya que ni pudo aprender a hablar.
“¿Cómo pude engendrar este penoso hijo?...” se pre-
guntaba el rabí, contemplando su obra con ternura,
pero también con horror. “¿Por qué di en agregar a la
infinita serie un símbolo más?”1
Tal vez el propio Dios, nos dice el poeta, se pregunta lo
mismo cuando contempla los hombres que ha puesto
sobre el mundo...
Porque puede crear, un hombre puede creer, por un
instante, que participa de una esencia divina.
En poco tiempo la imperfección de su obra le enseñará la soberbia que encierra su pretensión.
ENCUENTROS—33—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s
El rabino de Praga es la metáfora de ese hombre en su faz creadora, de todo aquel que ha
im-plantado en el mundo los libros-hijos-árboles y que, en poco tiempo, comprobará que
éstos no sólo no vendrán a confirmarle sus supuestos poderes, sino que le recordarán sus
limitaciones y su destino mortal.
Y entonces, otra vez: ¿cómo surge el deseo de agregar un símbolo más a la infinita serie?
Pero no es sólo por las fallas de lo producido por lo que se mantienen abiertas las angus-
tiosas preguntas del rabí.
Es sabido que como una lluvia incansable de gotas corrosivas, un inflexible olvido car-
come todo lo humano. Vidas, nombres, obras... nada resiste a su viento implacable que
todo devora para siempre en su abismal
torbellino.
Una vez más: ¿Por qué atarearse entonces,
inventando nuevos símbolos que inexora-
blemente ha de borrar el olvido? ¿Por qué,
pese a todo, persiste el deseo de escribir?
¿Por qué la insistencia en crear?
Hay quien dice2 que es sólo por vanidad,
por la humana soberbia de imaginarse
dioses por el breve instante en que una
chispa creadora alumbra la aparición de
algo nuevo sobre el mundo.
Menos piadosos aún, otros postulan que
es para mal-utilizar el poder de las pala-
bras, proponiéndose como quien puede
tranquilizar, aliviar, adormecer, hipnotizar,
armar refugios ilusorios para poder go-
zar de un dominio (en verdad inexistente)
tanto sobre el lenguaje como sobre los
más propensos a deslumbrarse y a dejar-
se (o a hacerse) conducir.
Pero en la lengua hay una dimensión que
va más allá de las estafas y las máscaras,
más allá de la banalidad y el engaño: en
su centro mismo hay un agujero, un espacio vacío, un ombligo, la imposibilidad de captu-
rar el mundo, la vigencia de un imposible de decir... que habita todo decir.
Por eso es que hay para quienes vale la pena la búsqueda incansable de esa palabra que
no se conforma con las frases hechas, las consignas vanas, la estandarización de la vida,
el ruido y la uniformidad.
Que vale la pena la desigual lucha con la lengua para acercarse todo cuanto sea posible a
su agujero radical. Para inventar una letra capaz de dibujar alguna forma para “esa nada
que no es una simple ausencia, sino la presencia de aquello que no puede ser dicho [...]
que sólo puede hacer [...] evidencia de la ausencia.”3. Alguna forma para el silencio, el
dolor de existir, el desgarro que como hablantes, nos habita.
—34—ENCUENTROS
La “lógica implacable del habla y del lenguaje, que nos retira lo real del ser en el momento
mismo en que nos lo da, constituye la prisión cuyos muros pretende atravesar la escritura.” 4
Por ese intento de atravesamiento se acerca la escritura a cumplir la que considero su
función principal: despertar. Despertar a quien la encuentra: tanto al que escribe como al
que lee, tanto al solitario que la hace posible, como al que la recibe.
Entonces por un instante, sólo por un instante relampagueante (antes de volver a las
sombras), una palabra nos permite olvidarnos... del olvido.
Tal vez ella es como ese beso del que el poeta nos habla en el epígrafe, ese beso que
atraviesa los tiempos, logrando que la muerte quede “reducida a besos, // a sed de morir
despacio.”5
La muerte se hace ansias de vivir, deseo
de permanecer y transmitir la vida a los
que vendrán.
¿Serán vanas esperanzas, simples ilu-
siones destinadas a calmar la angustia,
a desmentir lo efímero que condiciona
todo lo humano?... tal vez, pero prefiero
asumir ese riesgo, apostar a esa letra que
rueda entre sombras, combatiendo inter-
minablemente con la muerte y el olvido.
La batalla está perdida de antemano, pero
no se trata de triunfos o derrotas, por eso
apuesto al deseo empecinado que la es-
cribe, pese a todo. Y a la sensibilidad del
corazón herido que en algún tiempo o en
algún lugar la recibirá, atesorándola como
el eco de un silencio que dará lugar, a su
vez, al propio silencio y, quizás, a nuevos
(y diferentes) ecos...
Por esa apuesta una letra es, antes que na-
da, ocasión de celebración. Celebremos los
20 años de la Revista Encuentros del Cole-
gio. Subrayemos también su rasgo princi-
pal: la diversidad. La diversidad es la apertura que no se deja sofocar por el estruendo, el
parloteo y los llamados al discurso único.
Celebremos los 20 años de sostener el intento de escribir lo que aún no ha sido escrito,
de dar cuerpo y vida a aquello que la palabra no alcanza.
n o ta s
1. BORGES, Jorge Luis: “El Golem”, en “Nueva antología personal”, Ed. Bruguera, Barcelona, 1980. pp. 33-36.
2. “Eclesiastés”, en Santa Biblia, Ed. Sociedades Bíblicas Unidas, México, 1992.
3. André, Serge: “Flac”, Siglo Veintiuno editores, México, 2000. p. 189.
4. Ibid. p. 201.
5. Hernández, Miguel: “La boca”, en “Últimos poemas”, Ed. Losada, Buenos Aires, 1975. p. 130.
ENCUENTROS—35—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
Un amor real
Lic. Vi v i a n a C a m m i l l i
M,
es una mujer de 32 años, ca-
sada, 3 hijos, me es derivada
como un caso sumamente
grave, ya que ha tenido varios intentos de
suicidio. Dice haber tenido depresión y
seis internaciones en los últimos años. Ha
pasado por innumerables profesionales,
psicólogos y psiquiatras.
Está medicada con dos anticonvulsivos y
antiepilépticos, un antidepresivo, un an-
siolítico y un antipsicótico. Los intentos
de suicidio fueron ingiriendo pastillas y al-
cohol. Dice, “el problema mío es que hoy
por hoy estoy flotando, tengo crisis y me
quiero matar, siento una angustia que no
quiero vivir”. “La primera depresión a los
20 años fue porque mi esposo forzó una
relación, porque fui violada de chica”. Fue
violada de los 5 años hasta los 14 por un
vecino y a los 15 por otro al que le cuidaba
el hijo en una sola oportunidad. En el caso
del primero, no lo cuenta porque la ame-
nazaba. A partir de los 12 años fue con pe-
Proverbios Flamencos (detalle), Pieter Brueghel. Tapa Encuentros Nº 12 netración. Recién a los 14 años se lo cuenta
—36—ENCUENTROS
“Quiero aliviar lo que siento, el pecho se me cierra, los ganglios se
me revientan, siento la garganta hinchada”. Sugiero una interna-
ción y ella acepta. La visito con regularidad y podemos hablar sin
la presión del pasaje al acto inminente.
Le sorprende que la visite. Dice “con vos siento que puedo hablar
y llorar, cuando me angustio empiezo a las patadas y a las piñas”
Está un poco más animada y aparece en ella un aspecto risueño y
juguetón. Me recibe con mucha alegría. Puede hablar del extremo
de angustia que fue pensar en matar a sus hijos y retomamos la
idea de articular su angustia a una causa. “Quiero aferrarme a los
profesionales, ahora te tengo a vos, antes iba a las guardias, me
internaban y ya está”.
“Papá cuando tenía 4 años nos despertaba a la noche diciendo que
mamá no lo quería y que se iba a matar.” ¿Será por eso? Afirmo
su interpretación y me alegro de ese primer intento de encontrar
una causa a lo que le sucede. “Yo no amenazo, yo lo hago, las pri-
meras avisaba, las últimas ya no, una vez justo llegó mi cuñada y
me hicieron un lavaje de estómago”. Equivoca el día que le digo
a una amiga de la madre quien le advierte que voy a ir a verla y se desborda pensando que no había concu-
de las consecuencias y la impulsa a que le rrido. “Quiero una persona que me escuche no que me entienda,
diga que no. Dice, “con mi madre no po- alguien con quien contar”.
día contar, la sexualidad para ella era tabú”.
La violación de los 15 años fue violenta y Verifico que me encuentro con un sujeto que va del acting al pa-
puede contarlo, pero los padres no hacen saje al acto y le pido el alta. Las manifestaciones de afecto y agra-
la denuncia que ella hubiera esperado por decimiento son constantes a través de cartas, pequeños regalos y
el temor de la madre a los desbordes del mensajes con el celular.
padre. En las internaciones les reprocha la Comienza a hablar de su soledad, que la madre nunca le habló de
falta de cuidados. No deja de llorar mien- nada. De la violación dice que era como un acostumbramiento.
tras cuenta lo sucedido con gran dificultad. “Ni sé cómo empezó, o lo vivís mal o bien, sin términos medios.
“Mi padre era borracho y me agredía, sien- Quise romper la relación pero me amenazaba. Luego él quería po-
to un rencor que no le perdono”. nernos de novios, tampoco yo quería tener relaciones y ser novia
Duerme mucho y no aguanta las peleas de a la vez. ¿Por qué me cuesta hablar? De los 5 a los 9 fue manoseo,
sus hijos, “un fuego me ciega y no reaccio- abuso. Esto nunca lo hablé, nunca le dije a nadie lo que quería.
no y al menor de los varones casi lo mato”.
“Soy una madre de mierda”. “El mayor su-
fre de verme así y vive preguntándome si
me voy a morir. Me da miedo dejarlos, pe-
ro los iba a matar a los hijos de su madre.
Me tomé las pastillas y el alcohol porque
con esta angustia no quiero vivir, me voy
de rosca, grito pero no me alivia. No tengo
la chispa de vivir”. Se golpea el pecho y me
dice que no soporta tanto dolor. Me mues-
tra una carta de despedida que le ha escrito
al hijo mayor. En la siguiente entrevista me
dice que está decidida a matarse, piensa en
tirarse debajo de un tren o ingerir raticida.
ENCUENTROS—37—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
—38—ENCUENTROS
Tramas
Lic. Jorge Koenig
E
l presente trabajo se propone co-
mo un acercamiento a la com-
prensión de las relaciones entre al-
gunas expresiones de la cultura, la angustia
en derredor y el rasgo subjetivo devenido.
Ya no sorprende el modo en que cierta ter-
minología es incorporada en el vocabulario
cotidiano generando, era inevitable, un ver-
dadero discurso babélico donde todas las
palabras parecen haber mutado en sinóni-
mos cuando de adjetivar las más disímiles
manifestaciones de lo individual o grupal
se trata. En particular si el episodio exhi-
be un componente genital, se utilizan tér-
minos que hacen referencia a lo instintual,
psicopatológico, psiquiátrico, fenoménico,
filosófico, religioso, político, sociológico,
antropológico, medico, Una síntesis de pa-
labras licuadas por exceso de significación.
Así se conforma una descripción del sujeto
que supera en profundidad el vacío repre-
sentacional del positivismo mas arcaico;
efectivamente, el dispositivo lombrosiano,
aunque cuestionable por su reductiva en
el enfoque del tratamiento de los proce-
sos mentales evitaba las mixturas dialécti-
cas que hoy parecen ser las letras fecundas
que mejor prescriben; “todo es lo mismo”.
Eventualmente, frente a un caso de inces- Retrato de Freud, Salvador Dalí. Tapa Encuentros Nº 13
to, las titulaciones pueden llegar a formu-
larse en los siguientes estilos: Incesto refiere la acción transgresora de una ley –no escrita– que
lo prohíbe. Sin embargo esta acción en nuestro código penal no
“Bestia humana abusa de su hija”, “Presa
esta tipificada como delito. Así la expresión jurídica que de algún
de la locura sometió a su hijo”, “Indigen-
modo reflejaría lo que la ley sanciona es “abuso sexual” que en
te viola y mata su hija”, “Diabólico sujeto
caso de ser cometido por un familiar va seguido de “agravado por
abusaba de sus hijos”, “Científicos evalúan
el vínculo”.
la castración química para violadores”. Lo
frecuente, en estos casos –y en espejo inver- En la filmografía argentina reciente, se destaca una realización
tido social– la palabra muda es “incesto”. que en alguna medida tensiona lo expuesto. En “El secreto de
ENCUENTROS—39—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
—40—ENCUENTROS
B, demostraba que sirven para elaborar de en forma disfrazada si-
tuaciones de angustia colectiva y los conflictos subyacentes, en la
misma forma en que lo hacían los mitos en el pasado. El relato –
rumor persistente– hacia 1949 en Buenos Aires refería el hecho de
que un niño había sido asado por la sirvienta a cuyo cuidado ha-
bía quedado al ausentarse sus jóvenes padres. Al regreso de estos,
la mujer como cena les presenta en una fuente el niño en cuestión.
Al cabo de una semana existían nueve versiones sobre lo supues-
tamente ocurrido. La lectura de Langer sugería que la figura de
la sirvienta, encarnaba las proyecciones terroríficas que sobre Eva
Duarte guardaba la mentalidad en lo general, de las clases acomo-
dadas de entonces. “No sabemos lo que puede el cuerpo”, sostenía
Spinoza en el siglo XVII, y de hecho, habrá de plasmarse el odio
emergente, letra en el muro a la hora de la muerte de Eva, como
“Viva el cáncer”. Según La Ética de Spinoza, cuando dos cuerpos
se encuentran puede que se compongan o que uno de ellos des- Pobreza de la experiencia, según Benja-
componga al otro y destruya la cohesión entre sus partes. Freud2 min, precariedades en la transmisión de
planteaba que la obsesión de la repetición se relaciona con los la memoria, sostiene Hassoun5, memorias
contenidos reprimidos del pasado, que vuelve sobre todo cuando desmemoriadas a fuerza de evitar el mal
no ha podido ser comprendido, es entonces cuando reaparece en gusto de lo traumático, derroteros hacia
su insistencia. Se podría pensar sobre la angustia derivada en un ninguna parte como los personajes que
país y en una cultura que con sus desaparecidos anda a cuestas. En tan bien describiera Osvaldo Soriano. Me-
dicha cultura, de la que somos hacedores, el desaparecido aparece táforas de un cuerpo social que se desvive
como un inocente ser de humo que aún deambula sin lograr ca- literal en la reformulación arquitectónica
var su propio espacio, en el aire, diría Celan2. Un adolescente en sin fin, en pos de la vuelta de un pasado
análisis refiere; “Ya no compro humo”. Esta es la expresión elegi- –joven y próspero-, habitado por los dio-
da para señalar su posición rebelde frente a la arenga publicitaria ses del Olimpo, repartiendo desde el vergel
que, abolición del registro crítico mediante, conmina al consumo del sur el maná inagotable de su virtuosa
inmediato del todo de la nada, que convoca a la obediencia debi- ciencia y su goce infinito.
da del consumidor ganador a la asistencia permanente en eventos
promotores de absolutos, que al despuntar el alba, deja entre las
manos la neblinosa consistencia del vacío, entonces otra vuelta de
muda muerta moda montando en escena la hipnótica propuesta
de presentar lo viejo como nuevo... ya que la felicidad, continúa
tenaz tenaza la arenga. Será directamente proporcional al monto
del consumo, lo que sienta no solo los fundamentos de una cul-
tura adicta, sino deprivada de intriga y sin novedades del futuro.
Walter Benjamin, en tiempo de entreguerras, señalaba la presen-
cia de lo que llamará “cultura del vidrio”, superficie sobre la que n o ta s
1. LANGER, Marie: “Fantasías eternas a la luz del psi-
es difícil dejar huellas cuando vivir, significa dejar huellas. Además coanálisis”. Ed. Horme.
de no tener “Aura”, continua Benjamin, el vidrio es el enemigo 2. FREUD, Sigmiund: “Más allá del principio del pla-
numero uno del misterio2. cer”. Vol. XVIII, Amorrortu Ed.
3: CELAN, Paul: “Obras Completas”, Poema Todesfu-
El ocaso del relato pareciera haber alcanzado incluso al acto foto- gue. Ed. Península.
4: BENJAMIN, Walter: “Experiencia y pobreza. Discur-
gráfico, si lo entendemos por su significación en cuanto a “escribir sos Interrumpidos II”. Taurus Ed.
con luz”, reemplazado por los pequeños dispositivos captadores 5: HASSOUN, Jacques: “Los Contrabandistas de la Me-
de imagen. moria”. Ed. Paidós.
ENCUENTROS—41—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
Fernando Pessoa.
Autopsicografia, abril 1931
E
l interés de la presente elaboración se funda particular- Refiere ser violenta con su pareja, Aldo, a
mente en la posibilidad de poder situar los momentos quien conoce hace dos años y con quien
previos a una posible entrada en análisis, esto es, en el convive hace siete meses, y que esto que
tiempo de la admisión. Algo de lo que sucede, antes de este tiem- le sucede, ahora lo ve como un problema,
po del SsS ya operando. debido a que Aldo, le ha planteado firme-
mente un “hasta aquí” que daría cuenta
Guiará este recorrido una lógica que les propongo, pudiéndonos
de la finalización de la relación, en la me-
interrogar acerca de: ¿Qué sucede cuando nada de esto todavía es-
dida que esto vuelva a ocurrir una vez más.
ta en escena? Y la apuesta se redobla más aún: cuando en la parti-
cularidad del caso, la angustia no funciona como señal, cuando no Dice, haber sido violenta con sus hi-
se comporta como aquella que estaría en la antesala de la forma- jas, cuando eran niñas, “era frecuente el
ción de síntomas, pensándolos como formación del inconciente. chirlo”. Recuerda situaciones en las que
llegaba cansada de trabajar y no las to-
leraba ya que, “se peleaban, gritaban y
Tomo la palabra para poder compartir el siguiente recorte clínico hacían ruido”.
que corresponde a una admisión del Área de Adultos, que funcio- Frente a tal desborde, comenta que a su hi-
na en el Hospital “General de Agudos Manuel Belgrano.” ja mayor, le revoleó un cuchillo cortándole
S. es una mujer de 45 años que llega a la institución porque el brazo y a su hija menor le pegó con un
dice, hace un mes atrás, haber padecido, lo que ella denomina, patín en la cabeza. Esto dice haberla asus-
“una crisis de nervios”, situación que culminó en la guardia de tado en su momento, pero a pesar de ello,
un hospital. las situaciones se reiteraban.
—42—ENCUENTROS
La caída de los ángeles rebeldes (detalle), Pieter Brueghel. Tapa Encuentros Nº 14
Continúa en el relato, hablando de su pa- Es justo en ese momento, donde ella marca dos situaciones, que
dre, a quien define como un “padre gol- de algún modo precipitaron la consulta.
peador”, alguien que le pegaba a la madre
En un primer tiempo relata que Aldo convivía con su ex mujer
y sometía a situaciones violentas a ella y a
bajo el mismo techo, “pero no pasaba nada”, “mientras él seguía
sus cuatro hermanos. S. aclara: “tengo mu-
casado, nosotros estábamos en pareja”.
cho dolor por esta situación”.
En medio de una discusión, Aldo le confiesa que tuvo relaciones
Seguidamente, habla de su ex marido,
sexuales con su ex mujer. Situación en la que S., como ella bien se
Hugo, con quien se caso a los 16 años
encarga de aclarar, se desborda completamente, y cuenta enérgi-
y menciona haber tenido con él, tres hi-
camente: “le di una soberana paliza” “una trompeadura mal”, “le
jos. Hugo, a quien ella define como “la
deje todos los ojos negros”. “Aunque luego me arrepentí”.
bestia”, era alguien que la maltrataba.
Dice: “le tengo miedo a ese señor”, pero En un segundo momento, trae una discusión, donde ella queda
define que el maltrato era más bien psi- absorta y donde parece que todo se detiene en la frase: “ay... po-
cológico, que nunca pasaba de un em- brecita” que logra pronunciarle Aldo, antes que ella le revolee un
pujón o una cachetada. plato y logre cortarlo.
Continúa hablando de Aldo, a quien de- Frente a esto dice: “ese día toque fondo, me asusté, tenía miedo
fine como un hombre “casi perfecto”, “ex- que me deje”.
cepto que mira mujeres”, situación que Termina en el hospital, después de este episodio, dice no haberse
ella aclara enérgicamente: “el sabe que tie- vuelto a violentar y que la asusta demasiado la idea de que la rela-
ne que cambiar”. ción se termine. Seguidamente manifiesta: “Aldo es el amor de mi
ENCUENTROS—43—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
—44—ENCUENTROS
Podemos pensar que esto es justamente lo que precipita la consul- Este: “necesitar vaciar la mochila”, noso-
ta en S. Es que aquí y en este “hasta aquí”, se juega la posibilidad tros podemos entenderlo, como la forma
de una pérdida, que ese todo que hace presencia en sus dichos: en que el objeto a muestra su cara de goce,
“yo le doy todo como mujer, “yo le hago todo”, “él es mi objeto no logrando ser vaciado aún, esto es fun-
de amor”, se torne en la posibilidad de que no-todo sea posible. cionar como a causa de deseo. Cada vez
que esto fracasa parcialmente, en lo ligado
Situación que también queda denunciada en este “mirar otras
a poder subjetivar algo del deseo, se regis-
mujeres”, donde ella quedaría ubicada en el no-todo de Aldo.
tra una vuelta al goce pulsional desanuda-
Se traduce en este querer decir todo del primer encuentro, en este do y lo ubicamos, en este “ay pobrecita...
vivir empastillada, o en la fantasía de tratamiento eterno. enseguida tiro el golpe”.
También podemos articularlo con esta situación que ella despliega Hay demanda legitima de alivio, pero no hay
de manera confusa, en la que parece haber cedido de “manera inge- pregunta subjetiva respecto de su padecer.
nua” la tenencia de su hijo y como se retrasaría la vuelta de este niño
Ella viene “a erradicar este tema de la violen-
al hogar, en tanto ella estudiara un año más y que además, según
cia”. Como una ajenidad que hay que sacar.
sus dichos, la permanencia del mismo, dependerá de que se pueda
“adaptar a las normas de la casa”. Aquí también podemos dar cuen- Siguiendo, S. da cuenta de ello, sin saber-
ta, como esa posible terceridad, se torna amenazante en la medida, lo, cuando comenta que llegaba cansada
que otra vez, ni ella podrá ser todo para Aldo, ni Aldo todo para ella. de trabajar y sus hijas molestaban, grita-
ban, situación que la desbordaba comple-
Retomo, entonces, como este “poder dar”, que es distinto del “po-
tamente, al igual que la mirada de Aldo,
der dar... golpes”, implica poner en juego su propio deseo, del que
nada sabemos, porque en la medida que no haya algo del orden de
la posibilidad de una pérdida, el deseo no podrá hacerse presente,
pero en su lugar si podemos dar cuenta de la pulsión que hace
presencia en todo su esplendor.
En el Seminario de 1954, Lacan sitúa la pulsión de muerte del
lado de lo simbólico y sostiene que: “[...] es simplemente la ten-
dencia fundamental del orden simbólico a producir repetición”.
En el caso, damos cuenta de ello, a partir de lo que S. manifies-
ta, las situaciones de violencia que aparecen una y otra vez, por
ejemplo hacia sus hijas, en las que se encuentra “como de golpe
metida”, y otro momento en que no sabe cómo llegó a eso. A par-
tir de esto, podemos decir que toda pulsión envuelve al sujeto en
la repetición y que es un intento de ir más allá del principio de
placer, hasta el reino del goce excesivo, en el que es experimentado
como sufrimiento.
Aquí abrimos la dimensión del goce y del deseo, pero no se recu-
bren, son cuestiones de distinto orden. Justamente es la repetición
la que confronta a Freud con un “más allá del principio de placer”.
Entonces repetición, no de sucesos placenteros, sino penosos, que
como venimos sosteniendo, podemos pensarlo desde “las sobera-
nas palizas, las trompeaduras, los chirlos”, como modo de expre-
sión de lo pulsional, que insiste y no cesa de hacerlo. Como un
circuito, mas bien “corto-circuito” que bordea ese agujero, en el
que debería emerger el a como causa, quedando taponado por la
emergencia del golpe.
ENCUENTROS—45—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
donde nada del orden de la palabra podía Lo que ella afirma “sus hijos éramos su vía de descarga”, nosotros
llegar a mediar. lo interrogamos: “¿me quiere en tanto su objeto de descarga?” Ella
refiere: “que necesita ponerle límite a su madre”. Parece que, en
En 1938 Lacan, da cuenta de la pulsión un punto, S. intenta descontarse de ese sentido letal, aplastante,
de muerte: “como una nostalgia, por la saliendo de la pasividad de recibir los golpes y maltratos de su ex
armonía perdida, un deseo de volver a la pareja. También lo intenta cuando aduce: “una persona normal
función pre-edípica con el pecho materno, no se dejaría pegar... pero es lo que uno aprendió”. ¿Aparecerá este
cuya pérdida queda marcada en la psique intento nuevamente, podemos decir fallido, en este “ay... pobreci-
por el complejo de destete”.1 ta” donde ella parece ser reenviada al lugar materno, lugar del que
En este tiempo, podemos ubicar estas mis-
mas cuestiones, en otro orden también, el
orden de lo imaginario. Es aquí donde hace
presencia el amor, y donde el lazo de amor
“lo entendemos” como sutura, como aque-
llo que viene a recubrir, vía imaginaria, esta
hiancia estructural, esta pérdida del objeto
mítico donde se juega el circuito de la pul-
sión. Es interesante como S. lo relata, en tér-
minos que la asusta demasiado la idea que
la relación se termine. Dice: “ese día toque
fondo, me asuste, tenia miedo que me de-
je”. Si bien ella cuenta haber pasado en varias
oportunidades por estas situaciones en la que
se pone violenta, es aquí donde ubicamos la
efectivización de la inminente pérdida, y lo
que conmoviendo mueve a la consulta: “la
pérdida de cómo bien nombra: su objeto de
amor”. Entonces, es por esta vía que enten-
demos al amor como efecto de la falta, que el
sujeto intenta recuperar la totalidad perdida.
Esto nos remite, nuevamente, a cuestiones
del orden simbólico, en las operaciones de
alienación-separación, que Lacan trabaja
en el Seminario XI.
En este momento constitutivo de subje-
tividad, parecería que S., hubiese queda-
do atrapada en este ser objeto del goce del
Otro Materno, y que solo encuentra co-
mo intento de separación, en esta vuelta,
en este pasaje de poder “alejarse” de ese
Otro materno, que recibe golpes, pero que
a la vez asfixia, y donde podemos pensar la
importancia de la función de la pregunta:
¿qué me quiere? Pregunta que tendrá que
ver con la separación en tanto posibilidad
de interrogar la demanda del Otro.
—46—ENCUENTROS
la inscripción de la castración vía Nombre-
del-Padre: ¿Pero que sucede con este padre
que ofrece de algún modo esta forma de go-
ce? Podemos pensar en lo fallido de dicha
función, estructural, en tanto deficitaria de
la inscripción de la castración, que en este
caso, se traduce en esta falla de la función
paterna como regulatoria del goce.
Entonces, S. logra separarse de ese Otro
materno, en la medida de un único camino
posible aún, que es “tomando” lo que esta
posición paterna ofrece y que exige de al-
gún modo esta forma de goce desbordado.
En este caso singular, se ve lo fallido de la
función paterna en su padre en lo Real, “su
padre golpeador que sometía a situaciones
de violencia a todos”, como no pudo ejer-
cer normativamente la castración.
Déficit que en algún punto, determinó fan-
tasmáticamente, que S. quede atrapada co-
mo objeto de este deseo materno, aplastante.
Pasa de ser, este objeto de descarga, que
conlleva un goce sufriente, a recuperar
otro goce, todavía no anudado a su deseo.
Será camino a recorrer, posibilidad de ci-
frar ese goce pulsional mudo, cuya presen-
tación no es sintomática, no es una articu-
lación significante y por lo tanto no desliza
como discurso.
—48—ENCUENTROS
La pasión escópica
de Lol V. Stein: el arrebato
pasional que no puede ser
demanda de amor
Lic. María Teresa Ferrari
E
n la última clase de su Semina-
rio “Problemas cruciales para el
psicoanálisis”, Lacan propone re-
visar los temas del seminario en la novela
de Margueritte Duras El arrebato de Lol V.
Stein, publicado ese mismo año.
El relato está escrito en tercera persona.
La identidad del que relata se revelará en
el reencuentro de Lol con Tatiana, su me-
jor amiga, testigo de los hechos del Casi-
no de T. Beach. La reencuentra siguiendo
a Jacques, su amante, con quien tenía una
cita en un Hotel...
Sin Jacques Hold, angustiado por la “per-
turbadora presencia de la mirada de Lol, es-
piando la intimidad de la pareja enmarcada
en la ventana del hotel,”1 es probable que
nada pudiéramos conjeturar de esa pasión
muda que sostiene la existencia de Lol.
Según Tatiana Karl –en diálogo imagina-
rio con Jacques– la enfermedad de Lol se
remonta a tiempos bastante anteriores al
episodio del baile... “En el colegio –yo no
era la única en pensarlo– a Lol le faltaba
ya algo para estar ahí... Daba la impresión
de soportar con un sosegado fastidio a una
persona a quien debía parecerse, pero de la
que se olvidaba a la menor ocasión–. Au-
reola de dulzura, se descubrió muy pronto
que también de indiferencia, nunca pare-
ció sufrir ni sentirse apenada, nunca se le
La pequeña vendedora de fruta, Bartolomé Murillo. Tapa Encuentros Nº 15 ENCUENTROS—49—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
vio una lágrima de muchacha... era diverti- Algo ocurre en la escena de un baile que tenía lugar en el casino
da aunque una parte de sí mima estuviera de T. Beach. Irrumpe una bella mujer que captura la mirada del
siempre ida lejos de ti y del momento pre- novio de Lol, Michael Richardson, hasta perturbarlo. Lol lo mira
sente... ¿Dónde? ¿En los sueños adolescen- y se da cuenta de que ha quedado fascinado por esa mujer y “que
tes? No”, responde Tatiana, No,...en nada... la nueva historia de Michael empezaba a nacer... Pero esta visión
¿Era el corazón el que no estaba allí? Tatiana y esta certidumbre no parecían ir acompañadas de un sufrimien-
tiende a creer que quizás sí...”2 Una nada, en to...” 3 A medida que avanzaba la noche y la pareja de baile de
la que Lol se ausentaba. ¿Se ausentaba por- Anne Marie y Michael se mostraba inseparable, “parecía que el su-
que no lograba suturar ese vacío con nin- frimiento no había encontrado en ella dónde deslizarse, que había
gún semblante femenino, para demandar olvidado el viejo álgebra de las penas de amor” 4 ¿Olvido o igno-
algo desde el llanto, el dolor, algo que con- rancia? ¿Estaba perdiendo un amor?, ¿era posible para Lol duelar
vocara a la ternura, al amor? Eso que le fal- esta pérdida amorosa, reconocer lo que se perdía con la pérdida
taba para estar ahí, ¿sería un tropiezo en la de este novio, hipnotizado por la belleza de la otra mujer? En la
escena del baile Lol no se angustia, no explota de furia, no sufre
penas de amor, no escapa turbada de esta escena que la humilla...
Permanece indiferente, capturada ella también por la escena de
los amantes, de la que pareciera no poder sustraerse... ¿Qué –en lo
que ve– la captura?...
De repente aparece la luz del día, la orquesta deja de tocar. Ingresa
abruptamente la madre de Lol, indignada por lo que le habían
hecho a su hija –la angustia queda de su lado. Entonces Lol gri-
tó, gritó que no era tarde, que la hora de la tarde engañaba... los
amantes se fueron, Lol no podía resistir perderlos de vista 5. Cuan-
do deja de divisarlos, se desvanece... La desesperación no tiene
que ver con la pérdida del amor, se le pierde la pareja, esa que en
el abrazo hace un Uno fusionado, al que se fusiona, como mirada.
Viene un tiempo de reclusión en su habitación donde Lol sólo
decía que la hora del verano engañaba, que no era tarde... Pronun-
construcción de su objetalidad, tropiezo en ciaba su nombre con ira: Lol V. Stein... En esta nueva nominación
la caída del objeto a –como menos Fi– que se había perdido la letra a de su nombre femenino, pasando a ser
le permitiera poner en causa su deseo, ar- un nombre neutro, ¿asexuado?, que no la nombra como mujer:
mar su fantasma con los falsos a del fantas- Lola, sino como desecho que queda fuera de una escena erótica.
ma-objetos parciales supletorios del primer Si en el abrazo del baile nada falta –porque ella se excluye–, ¿hay
“a” primitivamente desprendido? En lugar encuentro, hay encaje, hay relación sexual?
de haber perdido ese objeto primordial, que ¿Qué se le arrebata a Lol? Porque no hay pérdida, sino arrebato.
moldeara con su falta los bordes pulsionales Un arrebato pasional se le despierta a Lol: el de retener en el tiem-
–produciendo entonces pluses de goce– la po esta escena donde dos, un hombre y una mujer, gozan a la vista
que se había perdido deambulando en una de todos. Lo que se le arrebata es el disfraz –semblante de novia
existencia opaca, automática, era ella, Lol, que se había construido. La verdad de su goce quedará cifrada en
Yo sobre el que había caído esta sombra de el encuentro con esta escena de fascinación escópica donde nada
un objeto “positivizado”–goce en exceso falta, donde hay relación... El melancólico se apasiona con cierto
que le impediría disfrutar de la vida... Que Ideal que a él le quedaría vedado, pero que existe, que otros tie-
le impediría amar, en tanto este “corazón” nen. Lol descubre el goce que le produce mirar a la pareja fusiona-
que faltaba ya en la adolescencia, dice del da en el abrazo del baile. Quiere retener este tiempo de goce para
rechazo de Lol por la condición castratoria siempre, sin síncopas, ni pulsaciones, idéntico a sí mismo, puro,
del amor... perfecto, Ideal. Si fuera Dios quizá podría... Pero es nada...
—50—ENCUENTROS
“Así, Lol se casó sin haberlo deseado, del modo que le convenía, y para su cuerpo, su dolor más grande y
sin pasar por el horror de una elección, sin tener que plagiar el su más grande alegría confundidos hasta
crimen que hubiera supuesto, ante algunos, la sustitución de un en su definición, única pero innombrable
ser único que partió de T. Beach y sobre todo –he aquí la clave de a falta de una palabra... Me gusta creer,
su posición de goce, más allá de la traducción que los neuróticos como creo, que si Lol es silenciosa en la
hacían de su postración– sin haber traicionado el abandono ejem- vida es porque ha creído, durante la breve-
plar en el que la habían dejado” 6. No parecía dispuesta a renun- dad de un relámpago, que esa palabra po-
ciar nada, aferrada no al amado, sino a ese Uno de la escena. Diez día existir. Carente de su existencia, calla.
años después, ya muerta la madre, vuelve a instalarse en su ciudad Sería una palabra –ausencia, una palabra
natal, allí donde todos conocían su historia, para reencontrar en agujero, con un agujero clavado en su cen-
Tatiana y Jacques Hold, a la pareja de amantes que se encuentran tro, ese agujero donde se enterrarían todas
en un cuarto de hotel, mostrando a través de una ventana los tra- las demás palabras. No se habría podido
zos de una escena que Lol está obligada a espiar, para sostener su pronunciarla, pero se habría podido hacer-
pasión melancólica.
Lacan señala en su comentario en el Seminario, una frase, donde
se aclara esta posición refractaria al deslizamiento significante en
este sujeto que es Lol Stein. Sujeto que no puede armar síntoma
y división subjetiva, en el encuentro con lo real del sexo. La posi-
ción de goce de Lol V Stein, como mirada que queda atrapada en
la fijeza de una escena, está al servicio de dar consistencia a este
goce que debe haber –el de Hay relación sexual.
“Ella sabe, ellos todavía no... Es impotente para impedirles saberlo.
Por lo indecible de este saber-goce que la habita, que la vuelve muda.
En ese preciso instante, algo, pero ¿qué? Debió de haberse inten-
tado, pero no se intentó. En ese preciso instante Lol aparece des-
garrada, sin voz para pedir ayuda, sin argumento, sin la prueba de
la inimportancia del día frente a esta noche, arrancada y arrastrada
de la aurora a su pareja en un enloquecimiento regular y vano de
todo su ser. Ella no es Dios, no es nadie” 7... Pretende hacerse Dios la resonar. Inmensa, sin fin, un gong vacío,
cuando se trata de ser tan sólo una mujer, ni desecho ni falo, sólo habría retenido a los que querían partir, les
semblante de falo, objeto causa de deseo en el hombre-eso parece habría convencido de lo imposible, les ha-
ser lo imposible de escriturarse en la construcción de su femineidad. bría hecho sordos a cualquier otro vocablo
distinto, de una sola vez los hubiera nom-
“Y vuelve a empezar: las ventanas cerradas, selladas, el baile amu- brado a ellos, al futuro, al instante. Faltando
rallado en su luz nocturna los habría contenido a los tres y sólo a esta palabra, estropea a todas las demás por
ellos. Lol está segura: juntos se habrían salvado de la llegada de un el hecho de faltar, las contamina, es también
nuevo día, de uno, al menos...” 8 Tiene la certeza de lograr lo im- el perro muerto en la playa en pleno me-
posible, de torcer el curso de lo real, de anular el paso del tiempo, diodía, ese agujero de carne...” 9 ¿Qué sería
la diferencia sexual... esa palabra –agujero? sino una palabra que
pudiera nombrar la Cosa –es decir decirlo
todo–, significándose a sí misma, sin apelar
“¿Qué habría sucedido? Lol no se aventura lejos en el desconoci-
a otro significante para producir significa-
miento al que se abre en ese instante. No dispone de ningún re-
ción, y con esto significarlo todo... Sien-
cuerdo, ni siquiera imaginario, de ese desconocimiento, no tiene
do ella agujero, no podría entonces hacer
noción alguna. Pero cree que debería penetrar en él, que era lo que
agujero, o suturarlo. Porque toda nomina-
tenía que hacer, que hubiera resultado definitivo para su cabeza
ción recubre, sutura una falta-agujero que
ENCUENTROS—51—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
—52—ENCUENTROS
Un niño
con diagnóstico
de autismo
Lic. Graciela Bosio
L
lega al jardín de infantes. Tiene 3 años. Al salir al parque el fort- da dos términos y un espacio entre
de juegos con los compañeros se encuentra con toboga- ellos, arman el juego, primera diferencia que
nes, hamacas, trepadoras, arenero, escaleras que llevan a representa la presencia-ausencia materna.
puentes sostenidos por sogas. En esa diversidad lo observo ir di-
Esta repetición que él produce, de un solo
rectamente hacia los dos caños de cemento ensamblados, de los
término podría indicar que aún no ha po-
que se usan para los desagües, que pintados y decorados funcio-
dido realizar la inscripción simbólica de la
nan como otro elemento de juego para los chicos. No duda, no
ausencia de su madre.
mira los demás juegos, camina hacia ese largo caño, se sujeta del
borde, mete la cabeza en la oscuridad central y hace resonar su Dice Lacan: “[...] pues el juego del carrete
voz: “¡Ooooh...!” “¡Ooooh...!”, le responde el eco. Su cara expresa es la respuesta del sujeto, a lo que la ausen-
alegría, júbilo y vuelve a hacer oír su voz en el centro del caño, cia de la madre vino a crear en el lindero
ENCUENTROS—53—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
—54—ENCUENTROS
la mejor atención a su hijo sin lograr ima-
ginarlo con deseos o necesidades propias.
Tratamientos de tipo conductual que lo
confirmaban en la repetición. En los últi-
mos encuentros que tuvimos pudieron es-
cucharse el agotamiento que los afectaba,
el niño se dormía en el jardín y su padre
en las salas de espera. Quería dejar ya todo
y llevarlo a jugar al fútbol. ¿Por qué no?
fue la pregunta. Su padre decidió recortar
los tratamientos, en costoso acuerdo con la
madre a quien le había otorgado el saber
sobre el tema por su profesión y trabajo.
En el último encuentro el padre nos relata-
ba sorprendido las preguntas que le hacía
el niño, qué cosas le gustaban... Se pudo
encontrar con él de una manera diferen-
te. Pudo pensarlo como niño, un sujeto,
no un síndrome. El representarlo por su
diagnóstico impedía la vinculación con ese
niño singular. El cambio en la representa-
ción de su hijo, al menos en el padre, posi-
bilitará la salida del aislamiento y generará
formas de instalar lazos sociales en el niño.
El guitarrista, José Ferraz de Almeida Junior. Tapa Encuentros Nº 16 Un padre despierta...
ENCUENTROS—55—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s
R evista en la que se conjugan ética y estética. Nacida para iluminar con la palabra los
caminos que va dibujando, realizando, produciendo y transitando el Colegio de Psi-
cólogos de la Pcia. de Bs As. Distrito XV.
Veinte años de trabajo ininterrumpido en la tarea de dar difusión a las actividades de dis-
tintos ámbitos de formación existentes en el Colegio. Esta actividad, transversal a todas
las áreas de la Institución, se refleja en las distintas secciones de la Revista.
Letra escrita, posible de ser leída por cada generación. Letra escrita, que pone en juego el
deseo de escribir, abre el camino a las lecturas. Distintas lecturas a través de los tiempos
tendrán la posibilidad de ir produciendo un desplazamiento de fuerzas en el territorio de
las argumentaciones.
La Revista Encuentros nació, anda por el mundo del distrito, de la provincia de Bs As,
del país, del exterior, va “haciendo mundo” y llegan algunos retornos. Sostiene un rit-
mo de publicación que va delineando en los lectores el tiempo de la espera de cada
número y dando lugar a ese momento único de la llegada de cada número.
La Revista Encuentros ha recorrido un largo camino. Darle continuidad a su objetivo es
una responsabilidad y también un privilegio que deseo se renueve con las sucesivas ge-
neraciones de profesionales del Colegio tal como viene ocurriendo en estos veinte años
de edición.
Vigencia de un Encuentro
L a letra es el punto de entrecruzamiento en el que se anuda clínica y política. Si la
letra es lo que se lee, implica la marca inexorable de lo que de la enunciación cae
en la interpretación.
Efecto de un acto que hace texto para que soporte la vigencia de un tiempo para com-
prender. Este aniversario cumple con un “ya para siempre” que, como deseaba Diderot,
y deseamos, “dure mucho tiempo”. Vaya nuestra celebración y reconocimiento a quienes
han hecho posible, de esta revista, el sostén de una tradición. Un caluroso abrazo.
—56—ENCUENTROS
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
Sujetos trasgresores:
la escucha y la incidencia
de la cultura
Lic. Alejandra Gibilisco
T
rabajo desde hace 16 años en
Unidades Carcelarias de hom-
bres de máxima seguridad, y en
función de ello, es que me interesaba com-
partir algunas cuestiones del orden de la
práctica y la reflexión ante la problemática
de los sujetos en conflicto con la ley penal
y la cultura.
Si bien hay diversas áreas de inserción pro-
fesional, dentro del ámbito carcelario, to-
maré solamente lo que hace a la labor den-
tro del llamado Centro de Observación.
Nuestra tarea allí, consiste en evaluar al
sujeto dentro de los primeros 30 días, de
ser condenado y que se corresponden con
lo que se llama Período de Observación,
en términos de las fases de la progresivi-
dad de la ejecución de la pena que señala la
Ley 24.660. Posteriormente transitará, en
función del cumplimiento de los objetivos
propuestos, por diversas fases, siendo la úl-
tima de ellas el Período de Prueba, ocasión
en la cual se podrá obtener el beneficio de
las salidas transitorias.
En el Centro de Observación el equipo es
interdisciplinario, participando abogados,
psicólogos y médicos psiquiatras, sumán-
dose a su vez un Informe Social. Destaco
lo de equipo interdisciplinario porque es
en el único momento de la ejecución de
la pena, que el sujeto va a ser evaluado
y escuchado por diversas disciplinas. Si
bien la ley conceptualiza ese espacio como El cartero Joseph Roulin, Vincent Van Gogh. Tapa Encuentros Nº 17
ENCUENTROS—57—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
“equipo”, sabemos que tendrá relación con nuestra responsabilidad La posición ética y sólo ella es la que nos
y modalidad de quehacer profesional, que el grupo de trabajo se servirá de brújula para retomar el rumbo y
constituya como equipo interdisciplinario o bien sean simplemen- correr, tamizar, desplazar estas cuestiones,
te, meros profesionales de distintas disciplinas que allí trabajan. que aquí no deben intervenir.
Es esta una ocasión privilegiada, ya que el sujeto será escuchado Esta posición ética está comandada ade-
desde diversos discursos para la confección de su Historia Crimi- más por nuestra formación teórica básica-
nológica. Será evaluado por un médico psiquiatra a los fines de mente por el deseo que rige la práctica de
realizar un Informe Somatopsíquico, los abogados harán un rele- cada uno. En esta práctica en concreto, lo
vamiento de sus antecedentes criminológicos y del delito actual y diría de esta manera: debiera ser el deseo
los psicólogos realizaremos una evaluación psicodiagnóstica. Fi- de escuchar allí a un sujeto y no a un preso,
nalmente se hará un informe final, llamado génesis delictiva, en el o mejor dicho, de escuchar al sujeto que
cual como producto de la lectura de los informes vertidos por los pueda de alguna forma emerger de ese ro-
profesionales intervinientes, se intentará construir una hipótesis paje de preso. Esta es la posición que nos
de la causalidad de esa trasgresión, del porqué del accionar delic- permitirá despejar cuestiones que no ha-
tivo, indicando principalmente los factores de riesgo y cual sería cen a la técnica. Escucharemos así un decir
el tratamiento aconsejado y el pronóstico futuro. diverso si convocamos al preso o si logra-
Esta labor se constituye en sí misma en una interrogación a los mos escuchar al sujeto.
profesionales que allí intervienen en relación a su posición ética
y a su deseo. El trabajo en equipo colabora para soste-
ner esta posición y ayuda a sortear estas di-
¿Por qué me parece que va directamente a ese lugar? ficultades. El intercambio con otros pares
Porque la escucha de estas problemáticas convoca fácilmente la es un espacio que puede hacer visibles es-
emergencia de fuertes pasiones, prejuicios, preconceptos, ideolo- tos puntos oscuros, ciegos; y no silenciar-
gía que uno ha ido conformando y obviamente de alguna manera los o lamentablemente hacerlos hablar en
porta sobre sí, pero que necesariamente es preciso correr, no sin muchas ocasiones en los informes escritos.
trabajo, de la posibilidad de escucha. Decía cuando mencionaba la confección
—58—ENCUENTROS
de la génesis delictiva, que se “leen” los in- Con el correr de los años institucionales y la experiencia que ello
formes realizados por los distintos profe- implica, podemos ver como en este afán de posibilitar la palabra
sionales, o bien, podríamos pensar ahora, y advertidos que el refrán dice “que el infierno está plagado de
que si hay equipo constituido y un deseo buenas intenciones”, no resulta un buen lugar intentar abrir este
que sostenga allí nuestra práctica, habrá espacio de escucha ubicándonos en un lugar simétrico, casi iden-
reuniones, debates, intercambios, que nos tificado al interno. Allí escuchamos preguntas del orden:”¿cuándo
permitirá la reflexión para articular las di- empezaste con el choreo? ¿Qué onda con la guita después? ¿La
versas escuchas y también escucharnos no- merca la conseguías por ahí? Y ¿cómo hacían con la yuta?
sotros, en nuestra palabra.
Este lugar puramente imaginario, lo que produce como efec-
Nuestra función es por estructura incómo- to es confirmar al sujeto en su lugar de “preso”, pero además
da, y me refiero tanto a la escucha analíti- el “preso” habla... el que está enmudecido allí es el sujeto. Es
ca como al lugar dentro de la institución al preso finalmente al que se entrevista con esta modalidad,
penitenciaria. ¿Qué quiero decir con esto? quien ofrece allí palabra vacía, nada de lo que uno necesita
Si entramos y salimos de las entrevistas y como indicador clínico, es una entrevista más al estilo de las
de la cárcel sin dificultades, sin preguntas, televisivas que hoy abundan sobre individuos que trasgreden
sin inquietudes... algo no está funcionan- la ley. No es esa nuestra función.
do bien en nosotros. Porque aún tamizan-
También está la otra posición, la superyoica, la del profesional que
do y despejando las cuestiones pasionales
se ubica en un lugar asimétrico para retar al preso. Allí aparecen
y de prejuicios que portamos, nos encon-
preguntas del orden de: pero ¿Ud. no pensó en la víctima? ¿Por
tramos con sujetos en los cuales la palabra
qué supuso que si la víctima salía del banco con plata, es porque
no se halla constituida en un vehículo para
no la necesita y se la puede sacar? Y si aparecen modismos car-
transmitir lo que les pasa sino que se hallan
celarios la respuesta es: ¡Hábleme como corresponde, no soy un
mas del lado de las actuaciones e impulsio-
compañero suyo!
nes, unido además a que no han demanda-
do ser entrevistados, y fundamentalmente Esta es otra posición que si bien es descriptivamente contraria a la
que se hallan privados de la libertad. primera, tiene el mismo efecto: se entrevista al preso.
ENCUENTROS—59—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
En otros casos, los padres se vinculan con sus hijos desde un lugar no se perdía el respeto por ellos a partir
de “par”, “amigo”. Dejando igualmente vacante el lugar de auto- de esto básicamente porque las esposas, la
ridad y límite que se les imposibilita ejercer. madre del interno, transmitían ese respeto
por él, a veces difícil de entender.
Como podemos ver la figura paterna en parte por características
propias y en parte por el discurso materno, aparece degradado, sin Eran padres que en general no asistían a
poder ubicarse en un lugar de ley, de corte, límite, regulación en sus hijos intramuros, sólo hasta que se les
tanto figura que detenta la ley. pasara el enojo. Es decir mostraban que al-
go les pasaba frente a ello, daban cuenta
Ahora bien, considero que la problemática de los sujetos en conflic-
de su rechazo y conmoción ante las actua-
to con la ley penal lleva siempre la marca de la cultura lugar, de los
ciones. Los sujetos decían que se cansaron
tiempos que corren y también de las crisis de las sociedades actuales.
de ver laburar al viejo y que no progresara.
Frente a este tratamiento de la figura paterna, uno no puede de- Eran trasgresores que no entregaban te-
jar tampoco de preguntarse, hasta qué punto incide la cultura de levisores para el living de la casilla de los
desvalorización y devaluación general de la figura del padre. Me padres sino que compraban ladrillos y les
refiero al padre, no en tanto género sino al padre en función. construían una casa a los viejos.
Aquí es donde quería compartir algo de nuestra “sordera” que se Si bien en muchas ocasiones los “presos
empieza a hacer visible. La presentación clínica del trasgresor ac- viejos” eran consumidores de tóxicos, po-
tual es bien distinta a la de años atrás y debo decir que quienes nos cas veces lo hacían para delinquir ni delin-
empezaron a advertir de ello fueron los mismos sujetos detenidos quían para sostener el consumo.
que no pudimos escuchar
Antes decía que hay una jerga carcelaria, la que usa el interno, pero
también hay una jerga profesional para quienes trabajamos en el ám-
bito y aquí voy a presentar un vocablo de ello y es el de “preso viejo”.
¿Cómo era el preso viejo? El preso viejo era un sujeto que general-
mente asistía a la entrevista cuando era convocado, que tenía un
trato correcto con los profesionales, que se ubicaba en un lugar en
el cual respetaba y se hacía respetar, que era caballero especialmen-
te teniendo en cuenta que era entrevistado por una profesional
mujer, que tenía cierta reflexión sobre sus elecciones, pero que
también daba cuenta de una manera cristalizada de “porque era
delincuente”, es decir se sentía implicado en este “ser delincuen-
te”, y daba cuenta de eso. Relataba su historia, pero era precavido
de no ubicarse como víctima, como si eso no fuera de hombre, no
fuera digno, sobrevalorizaba las figuras parentales y si la historia
no se lo permitía salvaguardaba al padre con un “hizo lo que po-
día” y una madre idealizada como “la vieja” casi del tango.
Porque la madre que describían eran más parecida a la vieja sufri-
da, trabajadora, que cuidaba el peso, que hacía todo lo que podía
para que sus hijos tuvieran un plato de comida.
Los padres de ese “preso viejo” en general eran laburantes, por ahí
ausentes en su función paterna por dedicarse a jornadas laborales
extensas y una delegación de la crianza en la madre, pero eran
padres dedicados al trabajo con remuneraciones no acordes a su
esfuerzo. Difícilmente se presentaban padres trasgresores o adictos
si bien algo recurrente podía ser el consumo de alcohol. En parte
—62—ENCUENTROS
Valorizaban como virtud un delito que si igual! Encierro para ellos, no tienen remedio, no tienen cura. Las
bien era amedrentador no implicaba un ex- leyes los protegen a ellos y no a nosotros.”
ceso de violencia, más que el necesario, si es
Nosotros qué decimos de ellos: sujeto impulsivo, sin diques re-
que esto podría decirse de esta manera.
presivos, sin posibilidad de reflexión, sin interés en el lazo social,
En los primeros tiempos en los cuales em- no le interesa qué piensa, qué dice, qué le pasa al otro. La madre
piezan a ingresar otro tipo de sujetos tras- permanece idealizada, no se vislumbra ninguna actitud de lími-
gresores –y estoy hablando de hace un poco te frente a la trasgresión y el padre pasa de ser algo “fallido” por
más de 10 años–, el “preso viejo” se mos- laburante en el preso viejo a inexistente en el trasgresor actual.
traba molesto con los que llamaba “estos
pendejitos” que salen falopeados y hacen Así es como al delincuente desenfrenado, dicen, hay que encerrarlo.
cualquier cosa. Decían: “no tienen código”. Me parece que este tipo de delincuencia actual es el producto de
El “preso viejo” lo señala casi como un des- una historia personal y es un emergente de la cultura de estos tiem-
prestigio del trasgresor y en las dificulta- pos, de esa cultura que entre todos construimos y sostenemos y de
des serias que él encuentra para convivir en la cual somos partícipes y que eclosiona de esta manera en el tejido
el ámbito carcelario con ellos. No lo tolera social, razón por la cual necesitamos ponerla detrás del muro.
conviviendo, ¿por qué? Porque resulta im- Sabemos igual que el delito no es sólo un acto individual sino que
previsible y no respeta normas ni jerarquías. pone en jaque a todo un sistema de legalidad social y sin embargo
Frente a ello la sociedad dice: “¡Salen a ma- allí lo que se presenta es algo del orden de la contradicción. La so-
tar, te matan por $2, le das todo y te matan ciedad, por ahí tomada por el rechazo y las pasiones que despierta
la alarma social, en tanto víctimas de este “sin código” que seña-
laba el preso viejo, en vez de que esto interrogue a la cultura, lo
que hace es pedir castigo y nosotros como agentes de salud,dentro
del ámbito carcelario, debemos diferenciar castigo de sanción –en
tanto responsable– y creo que debiéramos reflexionar sobre estas
contradicciones que nos entrampan, en el núcleo de la degrada-
ción de la función paterna, de la ley.
Pareciera que poner detrás del muro estas trasgresiones satisfacen
la necesidad de castigo y nos ahorra los interrogantes sobre estas
cuestiones jugadas en el malestar en la cultura y en un mas acá de
la ley.
El sujeto hace síntoma en relación a su historia pero también nos
interroga en tanto tejido social.
Por eso me parece que esta caracterización del trasgresor actual,
no es ajena a estos lentos cambios culturales que se van consoli-
dando y parecemos no estar advertidos... como cuando hace 10
años ya nos lo indicaba el preso viejo. ¿Otra vez sordos?
bibliografía
Gerez Ambertín, Marta: “Culpa, responsabilidad y castigo en el discurso jurídico
y psicoanalítico”. Vol III, Ed. Letra Viva.
Gerez Ambertín, Marta: “Culpa, responsabilidad y castigo en el discurso jurídico
y psicoanalítico”. Vol II, Ed. Letra Viva
Camargo, Luis: “Encrucijadas del campo psi-jurídico”. Ed. Letra Viva
Gibilisco, Alejandra, Lic: Artículo “Pulsión de muerte: un goteo incesante?”. Revista
de Estudios Criminológicos y Penitenciarios, Nº 5, Ministerio de Justicia, Chile.
ENCUENTROS—63—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
Sentar cabeza
Lic. L i s a n d ro I s a s a
De la urgencia subjetiva
a la producción de un sujeto
Juan consulta espontáneamente a la guar-
dia. Es derivado por un clínico como “un
paciente con alucinaciones.”
Juan explica que decidió consultar a la guar-
dia porque desde hace 2 días padece de una
fuerte cefalea, lo que le ha impedido conci-
liar el sueño la noche anterior a la consulta.
Padece, además, de vértigo y mareos.
Manifiesta sentirse profundamente pertur-
bado mientras viaja en tren, rodeado de los
otros pasajeros. A todo esto se suman las
E
“alucinaciones”, de las que dice que es co-
ste informe es un corte temporal, una instantánea,
mo si “la pared se da vuelta”, “la pared se
en el devenir de la pregunta por mi quehacer como
me viene encima”. Asimismo, dice sentir
analista de orientación lacaniana en el dispositivo de
como si le pegaran “un palazo en la nuca”.
guardia de un hospital general de agudos; pregunta que anima
Se ha golpeado intencionalmente la cabeza
ese quehacer.
contra la pared y ha pensado, con evidente
Voy a presentar un recorte clínico de dicha práctica, tomando horror, en ahorcarse.
en cuenta dos referencias: por una parte, las conceptualizaciones
La presencia del objeto a –resto aborreci-
acerca de la urgencia subjetiva; por otra, el status ético del incon-
do del Otro4– que la certeza de la angus-
ciente, tal como lo aborda Lacan en su seminario “Los Cuatro
tia señala, interrumpe la articulación de
conceptos fundamentales del psicoanálisis”.
la cadena significante y deja al sentido en
Ubico a la urgencia subjetiva como una “ruptura aguda”1 de la suspenso. Apunto, en primera instancia, al
cadena significante, irrupción de un real, que define a la urgencia relanzamiento de la cadena.
—64—ENCUENTROS
Intento cernir las coordenadas en que
emerge el malestar: hace tres días su hijo
de 6 años y él fueron invitados a una cena
en la que la pasaron muy bien, jugaron a
la Play Station y él tomó un poco de cer-
veza lo que, según manifiesta, no le hace
bien. Al día siguiente despertó con dolor
de cabeza y ahí se inició el derrotero que lo
conduciría finalmente a la consulta.
Nos encontramos con la insistencia de un
significante: “Mi nene me dice «Papá» y no
sé lo que estoy haciendo”.
Historizando
Originario de Salta, vivió los últimos 14
años en Bs As. Me entero que tiene otra
hija de 10 años a la que “no puede ver” y
que vive a sólo dos cuadras de su actual
lugar de residencia. Al respecto habla de
una mala relación con la mamá de su hija,
la que atribuye al enojo de esta mujer por
Jour et nuit, M. C. Escher. Tapa Encuentros Nº 18
no haber querido él “juntarse” con ella.
Al pasar menciona que ahora él ha “sen- bien por qué decidió venir a Bs As. Sus padres dicen de él que es
tado cabeza”. “un loco de mierda”.
Hace 15 días fue echado de su trabajo. El Transcurrido un largo tiempo de entrevista, Juan dice encontrarse
dueño del lugar en que trabajaba le dijo más tranquilo. Decido introducir una pausa temporal, luego de la
que él no le servía porque iba dormido y cual –le informo– tendremos otra entrevista.
no cumplía con las tareas. Por su parte,
Juan refiere que, enojado por el mal trato
de parte de su jefe, empezó a trabajar a des- Aquí mismo podría ubicar un cierre para la intervención. Hay ya
gano meses antes. un alivio, producto de la puesta en palabras del malestar. Los dichos
Dice que está pensando visitar por primera van re-anudando, re-constituyendo la cadena significante rota.
vez a su familia de Salta junto con su hijo. En muchos casos que atiendo por guardia, la intervención termina
Al parecer su familia nunca entendió muy con esta disminución del malestar, no siendo posible o deseable ir
ENCUENTROS—65—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
más allá. El límite a la intervención por guardia estará dado por el respecto a lo que esperaba, lo que encuen-
punto hasta dónde el sujeto consienta ir. tra es invalorable”.8
Más allá de los dichos apuntamos al decir del sujeto, a la enun- Queda planteada la pregunta por si el suje-
ciación. “Toda enunciación habla del deseo y es animada por él”6. to consentirá en proseguir, en otro espacio,
la interrogación que despierta la interpre-
tación que viene del inconciente.
En el segundo encuentro, preguntado por el “sentar cabeza”, dice
En el seminario de los “Cuatro concep-
que ahora es distinto porque su hijo está más grande y él puede
tos...” Lacan ubica al status ético del in-
ayudarlo en las tareas escolares, enseñarle. “Antes a mí no me im-
conciente, vinculado a “la manera de
portaba nada. Salía, iba al gimnasio. Sólo me preocupaba por mí”.
proceder de su descubridor”9. Es el deseo
Mi insistencia por aislar en sus dichos algo de la relación con su del analista el que hace lugar a que lo que
padre, culmina en la referencia al maltrato del que era objeto sien- aparece como inconciente (para volver in-
do niño y adolescente por parte de su padre ebrio. Visiblemente mediatamente a desaparecer) se erija en
angustiado dice: “Lo veo a mi nene que me abraza y me dice algo, interpretación.
y yo pienso: «¿Cómo mi viejo me pegaba?», no lo entiendo”.
n o ta s
El sujeto es lo que representa un significante para otro signifi- 1. Laurent, Eric, con el Grupo de Investigación sobre
cante; circula en el entre-dicho. “[...] el inconciente se manifiesta las urgencias. En AAVV “La Urgencia. El psicoanalista
siempre como lo que vacila en un corte del sujeto –de donde vuel- en la Práctica Hospitalaria”. Ed. Ricardo Vergara. p. 20.
2. Lacan, Jaqcues: referencia citada por François Le-
ve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo [...]”7 guil en “Reflexiones sobre la urgencia”. En AAVV “La
Urgencia. El psicoanalista en la Práctica Hospitalaria”.
Ed Ricardo Vergara. p. 26.
De la localización del sujeto a su implicación. 3. VASCHETTO, Emilio: “Preguntas y respuestas a la
urgencia subjetiva”; en “Perspectivas de la clínica de la
Juan dice que actualmente tiene muchos proyectos y agrega: urgencia”. Ed Grama. p. 139.
4. LACAN, Jacques: Seminario “La angustia”. Ed. Pai-
“Ahora quiero, ¿no?, seguir adelante”. dós. p. 133.
Intervengo para señalar lo problemático de que quiera no seguir 5. MILLER, Jacques Alain: “Introducción al método psi-
coanalítico”. Ed. Paidós. c. 2-3
adelante. 6. LACAN, Jacques; Seminario “Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis”. Ed. Paidós. p. 147.
Con la sonrisa que despierta a su rostro por primera vez, doy por 7. —p. 35.
terminada, ahora sí, la intervención. Este hallazgo que sorprende 8. —p. 33.
9. —p. 41.
al sujeto es “[...] más y menos de lo que esperaba: en todo caso,
—66—ENCUENTROS
A veinte años, Luz:
La apropiación de identidad
y su restitución.
Perspectiva psicoanalítica
Lic. M a r í a Vi c t o r i a M o ra
A partir de la novela familiar que la obra literaria A veinte años, Luz de Elsa Osorio relata,
este trabajo indaga sobre las particularidades de un caso de apropiación ilegal y de la
incansable búsqueda de identidad –con la reconstrucción subjetiva que conlleva– de Luz,
su personaje principal. Se trata de un posible recorrido psicoanalítico de distintas aristas
que esta historia presenta
Guernica (detalle), Pablo Picasso. Tapa Encuentros Nº 21
ENCUENTROS—67—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
L
a primera pregunta que podemos formular a partir de la
apropiación de un niño es si ese grupo puede ser llamado
familia. Si un hombre y una mujer, que roban o consien-
ten en aceptar un niño robado, rebajándolo al estatuto de objeto,
puede ser llamado familia.
Una respuesta posible es que no habría familia allí. Lo que se
constituye es de otro orden. Es más bien del orden de la farsa.
Toda familia, a través de sus múltiples discursos y voces, ayuda a
construir para los hijos una ficción que opera de modo eficaz des-
de el punto de vista simbólico, permitiendo a todo niño construir
un relato sobre su novela familiar.
Cuando se niegan el origen y la identidad y se inventa una filia-
ción que no es, lo que se constituye en ese movimiento es una
farsa y no una ficción.
Lo que aparece entonces no son las funciones materna y pater-
na, tal como se establecen frente al nacimiento de un hijo o una
adopción legal. Nos encontramos con personas sosteniendo un
engaño, manipulando a un niño con los efectos devastadores para
la subjetividad que esto implica.
“La mentira que engaña efectivamente se consuma a través del por su absoluto deseo de conocer su iden-
montaje de un teatro fraudulento donde es la mala fe quien cons- tidad. Ahí se encuentra el punto de viraje
truye la puesta en escena. En cambio, el carácter verdadero de una donde ella decide ubicarse en el camino del
ficción reside en la eficacia simbólica que de ella emana y que opera deseo tomando distancia de la posición de
sobre todos aquellos que se encuentran tomados por la misma.”1 goce en la que se encontraba, esta posición
A 20 años Luz, novela de Elsa Osorio, cuenta la historia de una fa- particular en la que se sospecha pero no se
milia atravesada por la apropiación ilegal de un niño en la última pregunta, se viven ciertas experiencias que
dictadura cívico militar argentina. Aunque se trata de una ficción, presentan un enigma pero no se indagan.
bien podría tratarse de una de las historias de los 500 niños apro- Este camino termina con la posibilidad de
piados en el contexto socio político de la última dictadura que reconstruir su vida desde su nacimiento en
ha sufrido la argentina. En ese sentido se trata entonces de una cautiverio. Dice Samuel Basz: “se trata de
ficción sobre lo real. encontrar los medios de enfrentarlos a una
elección entre la comodidad de una igno-
Esta es la historia de una joven de 20 años quien tras encontrarse
rancia que infecta inevitablemente su des-
encarnando su función materna, termina por reconocer que hay
tino como sujeto por un lado o bien pagar
un secreto familiar que la acompaña. El contacto de su boca con
el precio del trabajo que conlleva encon-
la tetina de la mamadera de su hijo, hace que su cuerpo recuerde
trarse con sus marcas de nobleza para pro-
por ella, aquello que ha vivido. La goma de la tetina la invade de
ducir un saber liberador sobre su verdad
angustia, es el cuerpo quien recuerda por el sujeto.
subjetiva”2. Luz deja allí definitivamente
Así Luz resignifica cierta angustia congénita que la ha acompaña- su ignorancia y cierta comodidad, porque
do toda la vida. Comienza entonces para ella un camino empujada lo cierto es que ella siempre se ha sentido
—68—ENCUENTROS
incómoda con esa historia impuesta. Aho- su hija el nacimiento de un hijo muerto. Se ubica una clara posi-
ra toma la decisión de pagar el precio que ción gozosa en torno al poder sobre la vida y la muerte, gozan de
haga falta por encontrar sus verdaderas manipular el destino ajeno, dueños de la vida y la muerte: si un
marcas constitutivas. niño muere es fácilmente reemplazable para evitar la frustración
de su hija, taponando la pérdida. Secreto que lo es también para
Luz es apropiada por decisión de quie-
los padres que se harán cargo de ella. Esta es la contrapartida de
nes luego serían sus abuelos maternos: su
la posición gozosa de los abuelos en torno al poder y el secreto.
abuelo un alto mando militar, frente a la
Eduardo y Mariana, padres apropiadores de Luz, aún no sabiendo
contingencia de haber nacido un nieto
su origen, son responsables subjetivamente de aceptar una niña
muerto, decide en el mismo movimiento
que saben no es propia. Ambos terminan consintiendo a sostener
reemplazarlo por una nieta apropiada del
el secreto que los une, terminan siendo subjetivamente respon-
centro clandestino de detención que co-
sables del secreto y la familia que este abuelo apropiador arma y
manda. Esto inscribe a Luz en una trama
sostiene a cualquier precio.
generacional y simbólica que no es la pro-
pia, interrumpiendo, ya desde el secuestro Luz se encuentra, así a los 20 años y después de dar a luz, realizan-
de su madre, el deseo que la esperaba, su do una búsqueda subjetiva de la identidad que se anuda también
lugar en el campo significante del Otro al encuentro con ese hombre que sería luego el padre de su hijo,
que habría tenido que alojarla. Se recorta quien a su vez es portador de la trágica historia de este país: él es
un primer momento en que aparecen goce hijo de desaparecidos.
y secreto, momento fundante de esta farsa:
A partir de dar a luz, definitivamente decide alejarse de la oscu-
un padre y una madre (abuelos apropiado-
ridad, y empezar a construir su nueva subjetividad. Su historia
res de la niña) quienes deciden ocultar a
auténtica, la ficción que debería haber sido su lugar de nacimien-
to subjetivo, alejándose para siempre de la farsa que quisieron
imponerle.
Este es el inicio de un camino nuevo, como se escucha en el testi-
monio de los nietos recuperados, es un volver a nacer. Es construir
una nueva subjetividad, con los relatos de la verdadera familia.
Podría ser pensado como un nacimiento subjetivo, si pensamos la
identidad como construcción en permanente devenir, incluyendo
irremediablemente la libertad, la libertad de enfrentarse con la
verdad de la propia historia alguna vez denegada.
n o ta s
1. Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos (Comps.): “La encrucijada de la filia-
ción”. p. 18
2. Basz, Samuel: “Las marcas de la nobleza”, del libro “Identidad construcción social y
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bibliografía
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Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos (Comps), “La encrucijada de la filiación”,
Buenos Aires, Ed. Lumen Humanitas, 2001
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de niños y tecnologías reproductivas”. En Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos
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Abuelas de Plaza de Mayo: “Restitución de niños”, Eudeba, Buenos Aires, 1997.
Abuelas de Plaza de Mayo: “Identidad construcción social y subjetiva” Primer
Coloquio Interdisciplinario, 2004.
ENCUENTROS—69—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s
D r . O s va l d o P o z z i o
A s e s o r Legal del Consejo S uperior
—70—ENCUENTROS
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
El fundamento ético
de la regla de abstinencia
y el deseo del analista
Lic. Evangelina Irrazábal
E
n el presente artículo se propone ubicar la conceptuali-
zación de la regla de abstinencia freudiana y el deseo del
analista en Lacan, situando el fundamento ético de am-
bos conceptos. Se definirá el concepto freudiano de regla de abs-
tinencia, concibiendo que se refiera a la regla dirigida al analista,
donde este debe abstenerse de satisfacer la demanda del paciente,
abstenerse de sugestionar, de dar sentido.
Asimismo, se puntualizará y articulará el concepto lacaniano de
“deseo del analista”. Entendiendo que en un análisis al no res-
ponder a la demanda del paciente permite reconducir a esta a la
pulsión. Operando en última instancia en un análisis el deseo del
analista, modo freudiano de nombrar la abstinencia a la sugestión.
ENCUENTROS—71—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
En el mismo texto, prosigue hablando con de la noción de comprensión, concepto que posteriormente será
sus colegas, y les indica que en el tratamien- retomado y trabajado en profundidad por Lacan. “(Psicológi-
to psicoanalítico tomen como modelo al ci- camente más correcta es, empero esta descripción: Sin una re-
rujano quien deja por fuera todos sus afec- flexión especial, atribuimos a todos cuantos están fuera de no-
tos y compasión humana, y concentra sus sotros nuestra misma constitución y por tanto también nues-
fuerzas espirituales en una meta única: “rea- tra conciencia; y esta identificación es en verdad la premisa de
lizar una operación lo más acorde posible a nuestra comprensión.)”2. Aquí Freud, nos está diciendo que no
las reglas del arte”. En la relación analista- hay que comprender, el hacerlo implica identificarse, y de esta
paciente, no ubicamos dos sujetos en jue- manera el analista estaría poniéndose en el lugar del paciente
go, sino un sujeto que habla, el analizante, adjudicándole sus propios pensamientos, creencias o sentimien-
y otro, el analista que escucha e interviene, tos. Tratando de imaginar que es lo que le causa sufrimiento a
sin ocupar el lugar de sujeto. Es decir, el ese sujeto, sin darle la posibilidad de que despliegue sus asocia-
analista opera sin poner en juego sus sen- ciones. Porque si uno comprende, entonces ya no escucha las
timientos, sus ideales, ni sus deseos subjeti- otras ocurrencias del paciente, remite todo a lo mismo. De ahí
vos. Este es uno de los rasgos que caracteriza la importancia de limitarse en comprender, cuando se lo hace,
la operatoria de la regla de abstinencia. se alcanza un único significado y se detiene en él. Si el analista
sabe qué quiere decir cuando el paciente dice lo que dice, uno lo
Para Freud el concepto de fijación da cuen-
comprendió pero no lo escucha. Comprender es incluir, dando
ta de un obstáculo mayor que lo nombra
un sentido y el sentido tapona. Cualquier intervención sugestiva
como resistencia del analista. Los propios
dualiza el análisis volviéndolo especular. Al decir de Lacan “se
complejos del analista operan dando lugar
pueden galopar leguas y leguas de comprensión sin que resulte
a la caída de la regla de abstinencia. Por lo
de ello el menor pensamiento”3.
tanto, observamos que es la posición que
adopte el analista la que favorece, o no,
Por el contrario, si el analista no comprende, ni se sitúa en el lu-
que se produzca el acontecimiento inespe-
gar de saber es posible que aquel sujeto parlante, pueda decir algo
rado como emergencia del inconsciente.
acerca de su malestar o sufrimiento. De esta forma el análisis se
constituye en causa del decir, dando lugar a que pueda producirse
El beneficio de la no comprensión algo favorable para la experiencia analítica. Vemos que es necesario
En el texto Lo inconsciente (1915) se ocupa poder soportar esta dimensión del equívoco y del malentendido.
—72—ENCUENTROS
Continuando con el desarrollo freudiano, Lacan, en su semi- por dejar por fuera el ser del analista cuan-
nario “Las Psicosis” (1955-56), se ocupa y critica las relaciones do este va a poder accionar sin ocuparse
de comprensión planteadas por el psiquiatra alemán, K. Jaspers, tanto de su persona.
considerando que el error de éste fue profesar que hay cosas
que son obvias, creer que lo que se comprende es del orden del
Abstinencia a la sugestión:
sentido común. Aquí Lacan está planteando la abstención del
deseo del analista
analista de posicionarse en el lugar de aquel que comprende,
tanto en la neurosis como en la psicosis. Ya que comprender al Volviendo a Freud, en Nuevos caminos de
paciente y crear empatía con él, son los caminos que nos alejan la terapia psicoanalítica (1919): “la técni-
del psicoanálisis y nos ubican en el piso imaginario del grafo ca analítica impone al médico el manda-
del deseo, el de la sugestión. Es por esto que decimos que la miento de denegar a la paciente menes-
ética del psicoanálisis está muy alejada de la comprensión y del terosa de amor la satisfacción apetecida.
sentido, Como lo señala Lacan, comprender a los enfermos es La cura tiene que ser realizada en la abs-
un “puro espejismo”4. tinencia [...] hay que dejar subsistir en
el enfermo necesidad y añoranza como
Es decir, el psicoanálisis permite ir más allá de esa relación de
unas fuerzas pulsionantes del trabajo y
comprensión. Ya que todo discurso tiene un efecto de sugestión,
la alteración, y guardarse de apaciguarlas
es hipnótico. “Un discurso es siempre adormecedor, salvo cuando
mediante subrogados”7. Freud agrega que
uno no lo comprende — entonces despierta”5.
cumplir los deseos de los pacientes, a ni-
Es también Lacan, en su escrito “La dirección de la cura y los vel de la satisfacción tierna y sensual, no
principios de su poder” (1958)6, quien nos dice que a menudo solo que es inmoral, sino que resulta por
vale más no comprender; y allí retoma el antecedente de la regla completo insuficiente como medio técni-
de abstinencia freudiana y nos habla de la metáfora del muerto en co para el logro del propósito analítico.
el juego del bridge, “Pero lo que es seguro es que los sentimientos Este planteo, establece que al no respon-
del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muer- der a la demanda permite reconducir a es-
to; y que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién ta a la pulsión. Operando en última ins-
lo conduce”. Aquí destaca la importancia de dejar por fuera del tancia en un análisis el deseo del analista,
dispositivo analítico los sentimientos del analista. Nos dirá que un modo freudiano de nombrar la abstinen-
analista no hablará de sus dolores, ni de sus pasiones, sino que es cia a la sugestión.
ENCUENTROS—73—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
—74—ENCUENTROS
Hacer a un lado el ideal del analista
y el fin educativo.
En cuanto a los ideales del analista, Freud nos orienta en que éstos
no deberían imponerse. Podría decirse que, sería más correcto es-
tablecer hacer a un lado los ideales de los analistas. Es decir, operar
en función de los ideales del médico implica operar en el sentido
inverso del análisis. Se trata de negarse a hacer del paciente un pa-
trimonio personal, a plasmar por él su destino y a imponerle los
ideales del analista.
En el texto Esquema del psicoanálisis (1940) habla del analista
como nuevo superyó, pero nos advierte que no debemos abu-
sar de esto, ya que el analista debe respetar la singularidad de
cada paciente, para no convertirlo a imagen y semejanza del
analista. Podemos decir que todo fin educativo implica pensar
que existen ciertos valores e ideas dignas de ser transmitidas. El
psicoanálisis no tiene una finalidad educativa, en el momento
en que un paciente entra en transferencia, inviste a la figura del
médico de un supuesto saber, es en ese punto en que el analis-
ta, renuncia al adoctrinamiento. El análisis es una hipnosis a
la inversa, porque la posición del analista invierte aquello que
es llamado a encarnar por el sujeto, el ideal. Si el analista res-
ponde a la demanda se instala la sugestión. En cambio, si en Lacan en su texto Dirección del cura y los
lugar de encarnar al ideal, el análisis evoca el punto de falta de principios de su poder (1958) nos dice: “Por-
representación, pone a trabajar al sujeto y algo se constituye en que él (Freud) reconoció enseguida que ése
causa del decir. era el principio de su poder, en lo cual no se
distinguía de la sugestión, pero también que
ese poder no le daba la salida del problema
sino a condición de no utilizarlo, pues era
entonces cuando tomaba todo su desarrollo
de transferencia”10. En este escrito ubica al
analista en el banquillo de los acusados. Es-
to lo hace dirigiéndose a sus interlocutores
de la ego-psychology, quienes habían teñido
las curas de standards. Ejerciendo el poder
de dirigir la cura de sus pacientes de acuer-
do a su yo. Aquí Lacan marca que existe una
diferencia entre psicoanálisis y psicoterapia,
y justamente se ubica en este punto.
Quien ocupa el lugar de analista no puede
dejarse encantar por los poderes de la suges-
tión. No se trata de sugestionar, ni de acon-
sejar, ni de educar. Se trata de abstenerse de
sugestionar y dejar de lado los ideales. “El
psicoanálisis dirige la cura pero no dirige al
paciente”11. Se trata de escuchar a cada pa-
ciente como si fuera la primera vez.
ENCUENTROS—75—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
bibliografía
Bibliografía
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Editores, Buenos Aires, 1912.
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—“Sobre la iniciación al tratamiento. (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis
I)”. En “Obras completas”, T. XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1913.
—“Recordar, repetir, reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis II)”.
En “Obras completas”, T. XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1912.
— “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos consejos sobre la técnica
del psicoanálisis III)”. En “Obras completas”, T. XII. Amorrortu Editores, Buenos Ai-
res, 1912.
— “Lo inconsciente”. En “Obras completas”, T. XIV. Amorrortu Editores, Buenos Ai-
res, 1915.
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2. Freud, Sigmund: “Lo inconsciente”, T XIV. Amo- — “Esquema del psicoanálisis”. En “Obras completas”, T. XXIII. Amorrortu Editores,
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bro 3. Ed. Paidós, Bs. As, 1955-1956. p. 15. — “El seminario, libro III Las Psicosis”. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956.
5. Lacan, Jacques: “L’insu que sait de l´une- bevue — “El seminario, libro V Las formaciones del inconsciente”. Paidós, Buenos Aires,
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As, 1958. p. 569. dós, Buenos Aires, 1964.
7. Freud, Sigmund: “Nuevos caminos de la terapia psi- — “El seminario, El objeto del psicoanálisis”. Inédito. 1965-1966.
coanalítica”, T XVII. Amorrortu Editores, Bs. As,1919.
p. 159.
8. Delgado, Osvaldo: “La subversión freudiana y sus
consecuencias. Abstinencia a la sugestión”. JVE edicio-
nes, Buenos. Aires, 2005. p. 72.
9. Freud, Sigmund: “Análisis terminable e intermina-
ble”, T XXIII. Amorrotu Editores, Bs. As, 1937. p. 159.
10. Lacan, Jacques: “La dirección de la cura y los prin-
cipios de su poder”. En Escritos II. Siglo XXI editores,
Bs. As, 1958. p. 577.
11. Idem.
—76—ENCUENTROS
Enlazando mordidas
Lic. J e s i c a B . G o n z á l e z
F
rente a la pregunta sobre la transferencia, Lacan respondía relación intersubjetiva.
“... la transferencia es el amor”1, respuesta que nos permite
pensar en la eficacia de la función del deseo de analista. “Entre otras, el acting-out y la irrupción
del pasaje al acto denunciarían, como res-
Alejandra Rodrigo, sostiene que dicha función abre la posibilidad de puestas transferenciales, tal estado de si-
una brecha que señale la distancia que el sujeto sostiene con su ser, tuación”4. Es decir, que acting-out y pasaje
reducido a lo que el objeto “a” representa como inadecuación esencial al acto son modos de hacerse presente el
con el saber2. Saber supuesto que será depuesto al final de un análisis. objeto en la transferencia.
Es por esa inadecuación del inicio que el amor tiende a velar, y el Por el contrario, si el lugar de “a” está pre-
inconsciente va dejando un resto, cuyo pasaje sólo es posible si el servado en la transferencia, se abrirá del la-
analista se deja tomar allí, no obturando ese lugar. do del analizante, la dimensión temporal
El deseo de analista, producto de su propio análisis, se hallará siempre de la angustia, de lo que advendrá ese resto
en una tensión constante con el goce. que cause la división del sujeto.
ENCUENTROS—77—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
—78—ENCUENTROS
Alma pasa a tomar juegos reglados. La particularidad de los mis-
mos, es que son juegos donde hay que comer fichas. Ella siempre
“come” mis fichas agregando los siguientes frases: “son muy sabro-
sas”, “son un placer” o “Como lo disfruté”.
Una tarde llega con una bolsa de juguetes y dice: “hoy vamos a
cocinar”. Las siguientes sesiones circulan en realizar diferentes co-
midas. Este juego se modifica cuando propone preparar comida
para los cumpleaños de cada una. En dichas oportunidades, el
juego consistía en que vendrían muchas amigas a traernos regalos.
Conjuntamente con estos cambios en el juego de la comida Alma
me cuenta que tiene dos amigas en la escuela con las que juega
durante el recreo y comparten galletitas.
Me pregunto ¿qué habría sucedido si la analista no hubiera podido
soportar tantas mordidas?, ¿hubiera sido como expulsar a Alma?,
¿habría obturado la posibilidad de que algo nueva surgiera? ¿se trata
de un goce masoquista que queda del lado de la analista?
Es decir, se puede decir que hubo analis-
En su texto “la formación del analista”, Oscar González se plantea ta después de los efectos, siempre es aprés
si el analista encarna una posición masoquista ya que “es él quien coup. En el caso de Alma, podríamos con-
recibe la lacra, la basura que genera el discurso del analizante, y cluir, logró lazos a través de sus mordidas.
como si fuera poco, es golpeado sistemáticamente por la palabras
del analizante”, pero agrega: “El analista más que sostener sem-
blantes se deja tomar por los que el discurso del analizante le va n o ta s
imponiendo, luego si la cosa marcha se revelarán. Si el analista no 1. Lacan, Jacques: Seminario VIII “ La transferencia”
los recibe, entonces rechaza transferencias, resiste”.5 2. Rodrigo, Alejandra: “Acerca del lugar del analista,
el semblant, la angustia”. IV Congreso Internacional de
Es decir que el analista paga con su persona, la presta como sopor- Convergencia.
te de la transferencia. Esto implica que, como sujeto, suspende sus 3. Idem.
4. Idem.
goces para que emerja su deseo de analista. 5. González, Oscar A.: “La formación del analista”.
Jornadas de Cuestiones Clínicas, 2007.
Me parece importante resaltar, que no es lo mismo quedarse ubi-
cado en el lugar de goce masoquista que dejarse tomar en la trans-
ferencia para que algo nuevo surja del lado del paciente.
bibliografía
Lacan, Jacques: Seminario XVIII “De un discurso que
no fuera del semblante”.
Volviendo al caso clínico, creo que la posibilidad de sostener un — Seminario VIII “Transferencia”.
lugar, el de semblant, en este caso, el semblant del objeto “a” oral, — Seminario X “La angustia”.
Reportaje a Lacan, 1972.
es el que permitió a Alma lograr hacer lazo con otros. Es a partir Rodrigo, Alejandra: “Acerca del analista, el semblant
de las mordidas y la posibilidad de soportarlas, no desde un lugar y la angustia”. Texto presentado en el IV Congreso Inter-
nacional de Convergencia. 2009.
de goce, sino de semblant, lo que en el transcurso del tratamiento González, Oscar: “La formación del analista”. Texto
permite a la paciente lograr armar lazo con el otro. El significante presentado en las jornadas de Cuestiones Clínicas. 2003.
mordida, que comienza en lo real del cuerpo logra deslizarse, en
principio a jugar a comer fichas para finalizar en preparar comida
para compartir con otros.
Es ahora que podemos observar que Alma se agarra del otro, ob-
tiene un lugar en el otro a través de la “mordida”.
ENCUENTROS—79—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s
1976-1996
Veinte años no es nada
Editorial Encuentros N° 14,
noviembre de 1996
V einte años de ese momento que, fechado para hacer un anclaje en la me-
moria, instituye una marca que resiste al olvido. Pero también al recuerdo.
Veinte años no es nada en la dimensión de la historia. Es casi ayer. Más todavía
si tenemos en cuenta que casi la mitad de ese tiempo estuvo signado por el si-
lencio, la censura y también la autocensura, el ocultamiento, el temor, las prohi-
biciones no prohibidas.
Tiempo en que fuimos siendo testigos de cómo se iba desmoronando, bajo nues-
tros pies, todo lo que había sido nuestro mundo: canciones y cantantes, libros y
autores, discos, pensamientos que no se podían pensar. Miradas errantes en la
sombra, escudriñando quiénes eran aquellos en quienes podíamos confiar, hasta
quedar con la sensación de que lo único que teníamos para hacer era mirar dónde
apoyar el pié, para no caer también, aunque trastabilláramos.
En el comienzo de la otra mitad, casi como un volcán en erupción, o al modo
de un dique que rompe las defensas, se empezó a desparramar, inundando y
colándose por todos los rincones de nuestro ser, esa verdad caliente que ya sa-
bíamos sin saberla. Verdad que hizo que el libro “Nunca Más” “se cayera de las
manos”. Verdad horrorosa, inimaginable, intragable, que genera “incredulidad
y asco”, y que de alguna manera cierra nuevamente el círculo del no querer sa-
ber y apartar la mirada. Verdad descarnada del ser humano. El hombre siendo
el lobo del hombre.
Aunque veinte años no es nada, pusieron en movimiento innumerables recorda-
torios, intentos de sostener la memoria, de descubrir las marcas, de poder, poco
a poco, cercar esa realidad para hacerla más soportable. Y poder nombrarla
L i c . T at i a n a R e i t m a n
Directora
—80—ENCUENTROS
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
La invención lacaniana
del objeto “a”: consecuencias
que para el campo del goce
implica esta invención
respecto de la clínica freudiana
Lic. Patricia Mariel Paluch
C
ausada por la invitación a pen-
sar el lugar del objeto “a” y
sus implicancias en la clínica,
y luego de un año de trabajo, lecturas
y conversaciones compartidas, presento
algunas consideraciones y puntuaciones
de textos, a partir de las cuales renovar la
investigación.
En la propuesta de situar el lugar del obje-
to en el psicoanálisis, es tal la singularidad
de este concepto que se torna difícil defi-
nirlo, ya que se trata de un objeto que se
hace presente, pero que por definición es
un objeto ausente, una falta.1
En relación a la angustia, la figura retó-
rica del “no... sin” a la que recurre Lacan
en diversos tramos de su enseñanza, da
cuenta en relación al concepto de objeto,
de su condición paradojal en tanto pre-
sentificación de una ausencia. Ya en el
Seminario IV, Lacan afirma que el con-
cepto de objeto se caracteriza por la falta
de objeto. Falta que se enlaza al objeto
perdido freudiano.2
Y si bien Lacan intenta retornar a una clí-
nica freudiana, no deja de ir más allá. En la
búsqueda de un estatuto científico para el
psicoanálisis, se encuentra con “su inven-
ción” y lo que él mismo consideró su apor-
te fundamental al psicoanálisis: el concep-
to de objeto “a”. El torero alucinógeno, Salvador Dalí. Tapa Encuentros Nº 24
ENCUENTROS—81—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
Si respecto al concepto de inconsciente, y la emergencia del sujeto allí donde el deseo toma causa de una
en relación a Freud, podemos preguntar- ausencia.4
nos si constituye un descubrimiento o una
Desde la lógica, las matemáticas, pasando por la topología, para
creación, respecto del objeto “a”, Lacan es
llegar a los nudos, Lacan realiza diversas operaciones siempre con
categórico al proclamarse como su creador,
cierto estilo “lúdico”, para dar cuenta del objeto para el psicoaná-
y en ello va su intención de innovar, de
lisis, ya no desde una certeza científica, sino como un intento de
despertar a los psicoanalistas, tras un pe-
inscribir lo que no puede ser escrito, de que lo imposible de ser
ríodo post-freudiano que consideraba de
escrito se haga legible.
“adormecimiento”.
El objeto “a” no sería “un objeto puesto en el museo”, es decir,
Sobre el objeto “a” podemos ubicar a través
como objeto resto de algo vivido que testimonia el pasado, con el
de las enseñanzas de Lacan diversas refe-
estatismo que ello implica. La condición de museo a la que alude
rencias: objeto plus de gozar, objeto resto,
Lacan tiene la connotación de algo caduco. Por el contrario, al
objeto causa, objeto producto.
objeto “a” habría que producirlo, re-crearlo cada vez, ponerlo en
Destaco la condición de producción del causa en cada experiencia analítica, lo que alude a la implicación
objeto “a”, producto de operaciones lógi- subjetiva en ello en el presente.
co-matemáticas que implican al sujeto. Es
Es de ese modo como lo pensaba Freud, quien plantea acerca
en el Seminario X donde Lacan termina
del objeto psíquico, haciendo una analogía con el trabajo del
de formalizar al objeto a como producto
arqueólogo, que el analista trabaja en condiciones más favora-
de la operación de constitución del sujeto,
bles, ya que dispone de un material que se presentifica a través
como aquello real residual que no puede
de la transferencia.5
ser simbolizado y que queda en el campo
del Otro.3 Según Lacan: “Se trata de lo que yo llamé el objeto “a”... por ser
el efecto del discurso del psicoanalizante... Implicado por toda
Y tomando como ejemplo el objeto crea-
la operación, con lo que debe ser saldo...” “El análisis articula el
do por el niño para su juego, afirma que
objeto “a” como lo que es, causa de deseo, es decir, de la división
es el objeto resto de una operación: la de
—82—ENCUENTROS
del sujeto, de lo que introduce en el sujeto lo que el cógito enmas-
cara, a saber, que al lado de este ser que él cree asegurarse, el “a” es
esencial y de origen, falta”.6
Entonces Lacan va articulando la relación sujeto-objeto, que no es
de complementariedad ni de correspondencia, dado que no hay
recubrimiento posible de la carencia estructural, condición insal-
vable del sujeto en su barradura para el psicoanálisis.
El posicionamiento del sujeto como deseante está en relación a
esa falta estructural, de modo tal que la subjetivación depende de
la experiencia de esa falta, del vacío que el objeto “a” nombra, que
no es el vacío de la ausencia pura, sino de la falta que promueve
un movimiento a su alrededor y su bordeamiento.
Tratamiento de la falta que sería semejante a la del arte, a diferen-
cia de otros modos de sublimación, como la ciencia o de la reli-
gión, que operarían recubriendo lo real, ya sea como soldadura o
evitación respectivamente.
El recorrido de Lacan lo conducirá finalmente del “matema” co-
mo posibilidad de transmisibilidad científica del psicoanálisis, al
“poema” y a pensar al psicoanálisis como praxis, es decir, como
tratamiento dado a lo real por lo simbólico, y como “poiesis”, es
decir, como producción creadora a nivel del alfarero.
Lacan avanza en este sentido al afirmar que “todo lenguaje analítico
debe ser poético, en el sentido del poeta chino, es decir, de cómo
ha hecho jugar el vacío central en la escritura misma del lenguaje.7
Asimismo, Francoise Cheng cuenta acerca de una carta de Lacan
en la que le escribe que “la interpretación, es decir lo que debe
hacer el analista, debe ser poética”.8
Existe cierto paralelismo entre estética y ética en la obra de Lacan.
Podemos leer desde el Seminario VII cómo Lacan va pensando la
sublimación en relación a lo real, pasando del sujeto del incons-
ciente al sujeto del goce, del Otro a la Cosa.9
En este sentido, Lacan sigue siendo fiel a su “retorno a Freud”, ya
no por la vía de lo simbólico como en los principios de su enseñan-
za, sino en relación al más allá del principio de placer, retornando a
lo que en el movimiento analítico se intentara dejar de lado.
Me interesó la articulación del objeto “a” con el objeto artístico,
también a producir, producto singular. Objeto que se coloca, se-
gún Lacan, por la vía de la elevación simbólica, en el lugar vacío
de lo real de la Cosa.
ENCUENTROS—83—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a
n o ta s
1. Lacan, Jacques: “Seminario 10. La Angustia”.
2. — “Seminario 4. La Relación de Objeto”.
3. — “Seminario 10. La Angustia”
4. — “Seminario 11. Los Cuatro Conceptos Fundamen-
tales del Psicoanálisis”.
5. Freud, Sigmund: “Construcciones en Psicoanálisis”.
En “Obras Completas”.
6. Lacan, Jacques: “Seminario 16. De otro al otro”.
7. Idem
8. Cheng, Francois: “Lacan y el pensamiento chino”.
9. Lacan, Jacques: “Seminario 7. La Ética del
Psicoanálisis”.
10. Miller, Jacques Alain: “Siete observaciones sobre
la creación”.
11. Lacan, Jacques: “Homenaje a Marguerite Duras”.
En “Del Rapto de Lol V Stein. Intervenciones y Textos 2”.
—84—ENCUENTROS
clínic a y teoría
s i s t é m i c a
La supervisión Sistémica:
Incluyendo en la misma
la persona del terapeuta
Lic. M ó n i c a G ra c i e l a L a j o u s C abrera
L
a supervisión terapéutica ha evo-
lucionado en los últimos años,
hoy en día es considerada funda-
mental por casi todas las diferentes pro-
puestas teóricas en psicoterapia, exigiendo
que los terapeutas en formación se involu-
cren en un modelo de supervisión, como
el medio más adecuado para lograr un tra-
bajo óptimo en su práctica clínica.1
Ante esta situación actual surge la pregunta
¿Para qué uno supervisa lo que supervisa?
Como cataratas surgieron mil respuestas...
Estoy estancada en el mismo tema y no
puedo salir de ese círculo con el paciente,
no veo avances en el paciente, cuando llega
la hora deseo que no venga, me irrita, me
faltan herramientas para abordar la proble-
mática que trae.
En algo estábamos de acuerdo: que es un
hecho más de la formación del profesional
y que sin supervisión el hecho de la prác-
tica sería como un queso gruyere que ten-
dría muchos agujeros.
La práctica y la teoría se va amalgamando El sembrador, Vincent Van Gogh. Tapa Encuentros Nº 25
e influyendo mutua y circularmente, como
dice Claudio Des Champs (en la Revista de dificultades que ineludiblemente se le irán planteando en la prác-
Perspectiva sistémica).2 tica clínica, y contar con el apoyo de uno o varios supervisores que
le guíen en su proceso de reciclaje y actualización.
Hoy en día es difícil imaginar la práctica
de la psicoterapia sin una adecuada super- Con la supervisión que me siento más identificada es con la que
visión, tanto para terapeutas experimenta- toma a la persona del terapeuta como herramienta fundamental.
dos como para aquellos que tras su forma- Se sustenta en nuestra teoría sistémica:
ción se inician en las labores clínicas. Es De Gregory Bateson tomamos uno de los conceptos fundamen-
fundamental poder comentar y resolver las tales de su producción que es: “la pauta que conecta”. Cuál es
ENCUENTROS—85—
clínic a y teoría
s i s t é m i c a
n o ta s
1. Universidad Pontificia de Salamanca ,Programa de Su-
pervisión Sistémica.
2. Revista Perspectivas Sistémicas.
3. Jutorán, Sara: “El proceso de las ideas sistémico-
cibernéticas”. En “Sistemas Familiares”, abril de 1994
4. Bertalanffy, Ludwig von. “Teoría general de los
sistemas” Fondo de la cultura económica, México, 1976.
pp. 9, 32, 33, 41 y 250.
5. Watzlawick Paul, Beavin, Janet Helmicky J
y Jackson, Donald: “Teoría de la comunicación Hu-
mana”. 1981.
6. Von Foerster, Heinz: “Sistemi che osservano”.
Astrolabio, Roma, 1987. pp. 152, 29, 30,28 y 25.
7 y 12. Conformación Arco Argentina.
8. Maturana, Humberto: “Conversaciones con
Humberto Maturana”. Seminario organizado por el ins-
tituto de Terapia Sistémica, Buenos Aires, 1990.
9. “What is epistemology of Family Therapy?”, Family
Process, vol.21, N°2. 1982. p. 165.
10. Sluzki, Carlos: “Cibernética y terapia familiar. Un
mapa mínimo”. Sistemas Familiares, Vol.3 N°2, 1987.
11. Aspillaga Vergara, Alejandra (Terapeuta Fa-
miliar y de Pareja). “Entrenamiento en Supervisión Sis-
témica”. En página web del Instituto Chileno de Terapia
Familiar. 29 de noviembre de 2010.
ENCUENTROS—87—
clínic a y teoría
c o g n i t i v a c o n d u c t u a l
Efectos adversos
en psicoterapia
Lics . C . B a r i l á , E . B u n g e , R . Rodríguez Biglieri
ENCUENTROS—89—
clínic a y teoría
c o g n i t i v a c o n d u c t u a l
esta visión coexiste con la creencia de que las intervenciones psi- Smith, Glass y Miller (1980) llevaron a cabo
cológicas, al ser mediatizadas por la palabra, no podrían generar un metaanálisis de 475 estudios hallando que
efectos secundarios o nocivos en los pacientes. Esta visón simultá- un 80 % de los sujetos que recibieron terapia
nea de la palabra como “promotora de cambio” e “inocua” es por habían logrado una mejoría en comparación
lo menos naif, ya que plantea una lógica en la que sólo pueden con aquellos no tratados (Corbella y Botella,
esperarse resultados neutros o positivos en la aplicación de la psi- 2004), mientras que un 9% obtuvieron re-
coterapia, inmunizándola frente a toda posible crítica respecto de sultados negativos (Lilienfeld, 2007). En la
sus consecuencias negativas. misma dirección, otro metaanálisis encontró
entre un 10% a un 15% de efectos negati-
Sin embargo, vale la pena mencionar algunos estudios de resulta- vos luego del tratamiento por abuso de sus-
dos que pueden arrojar un manto de luz respecto de la evaluación tancias (Moos, 2005). En lo que refiere a los
de los riesgos y beneficios de realizar psicoterapia, los cuales cita- efectos adversos de patologías específicas, en
mos a continuación. adolescentes con trastorno de conducta, por
citar un ejemplo, se reportaron resultados so-
Investigación sobre resultados en psicoterapia bre un 29% de efectos perjudiciales (Lipsey,
1992; Mc Cord, 2003, y Rhule, 2005).
Una de las primeras investigaciones sobre resultados en psicotera-
pia estuvo a cargo de Eysenck (1952), quien en su famosa publica- Ahora bien, ¿cuál sería la utilidad de co-
ción cuestionó la utilidad de los tratamientos psicológicos. Dicho nocer los efectos adversos de las psicote-
autor, al evaluar los efectos de la psicoterapia en pacientes con rapias? Simple: prevenirse de ellos. ¿Y por
neurosis, halló que los resultados en el grupo de sujetos en trata- dónde deberíamos comenzar los profesio-
miento se asemejaban a los que no habían recibido tratamiento, nales? Más simple aún: conocerlos.
concluyendo que no contaba con evidencia suficiente para afir-
mar que la psicoterapia sea un tratamiento clínico adecuado, es Tratamientos potencialmente
decir, la psicoterapia no producía beneficios. Esta postura recibió dañinos
duras críticas por parte de los colegas de su época en relación a la
metodología utilizada, pero abrió el camino a nuevas investigacio- Lilienfeld (2007) ha puesto especial én-
nes que buscarían replicar o cuestionar sus hallazgos. fasis en la divulgación de los efectos ad-
versos que se puedan presentar por la psi-
Es así que, años más tarde, Bergin (1966), en respuesta a la publi- coterapia, para lo cual elaboró una lista
cación de Eysenck, realiza una investigación en donde señala que provisoria de terapias potencialmente
la psicoterapia puede producir una mejoría o un empeoramiento, perjudiciales, de acuerdo al grado de evi-
pero que comparado con quién no recibe tratamiento, los sujetos dencia empírica. Para dicho autor los tra-
en tratamiento obtienen efectos positivos moderados, resultado tamientos potencialmente perjudiciales
que se replicó luego en otros siete estudios. son aquellos que han demostrado generar
Con respecto a dichos estudios, Gordon Paul en 1967 (citado en efectos perjudiciales físicos o psicológicos
Barlow, 2010) sugirió que el problema que presentan estos plan- en los pacientes u otras personas relacio-
teos es que se realizan una pregunta demasiado general (i.e.: ¿la nadas (por ejemplo, familiares), que du-
psicoterapia sirve para los pacientes?) y que los investigadores de- ran en el tiempo, sin limitarse a exacer-
bían preguntarse ¿qué tratamiento específico es efectivo, para qué bar los síntomas por un corto período de
tipo de paciente y bajo qué circunstancias? tiempo durante el tratamiento, y que han
sido replicados por equipos de investiga-
Vale la pena destacar que ya desde sus inicios a mediados del siglo dores independientes. El autor distingue
XX la investigación sobre resultados en psicoterapia señaló la exis- dos niveles de tipo de daño: nivel 1 o de
tencia intervenciones psicoterapéuticas potencialmente nocivas para daño probable (ver tabla 1) cuya eviden-
algunos pacientes (Barlow, 2010). De hecho, para la década del ‘70, cia está basada en pruebas provenientes de
unos 23 estudios controlados mostraron que luego de un tratamiento estudios controlados aleatorizados y me-
podría devenir algún tipo de deterioro en los sujetos (Barlow, 2010). taanálisis; y nivel 2 o de daño posible (ver
—90—ENCUENTROS
tabla 2), con evidencia basada en estudios toma en cuenta la validez interna de los estudios, la replicación
cuasi-experimentales, con al menos una de sus resultados por investigadores independientes y la apari-
investigación independiente o diseño de ción de nuevos síntomas poco después de la introducción de la
caso. Asimismo, en sus consideraciones psicoterapia (Lilienfeld, 2007).
Tabla 1. Listado provisorio de terapias potencialmente dañinas (Lilienfeld, 2007, pág.. 58)
Intervención Daño Potencial Evidencia
Técnicas de recuperación de recuerdos Producción de falsas memorias del trauma Reportes de caso
Tabla 2. Listado provisorio de terapias potencialmente dañinas (Lilienfeld, 2007, pág.. 58)
Intervención Daño Potencial Evidencia
Cabe aclarar que dichos tratamien- Si bien actualmente se cuenta con muy poca información sobre el
tos han sido clasificados por Lilienfeld uso de tratamientos potencialmente dañinos, hay amplias razones
(2007) como “potencialmente” dañinos para considerar que algunos son comúnmente utilizados, inclu-
por dos razones: (a) La evidencia de los so por terapeutas con niveles avanzados de educación y forma-
efectos adversos es sugerente pero no ción. Por ejemplo, encuestas realizadas en los ´90 indicaron que
definitiva; (b) Es poco probable que un 25% de terapeutas, incluyendo terapeutas con nivel doctoral,
cualquiera de los tratamientos sean da- utilizaban técnicas de recuperación de recuerdos (identificadas
ñinos para todos los individuos expues- hoy como potencialmente dañinas, ya que pueden producir falsos
tos a ellos. recuerdos) en el tratamiento de abuso sexual infantil en pacientes
ENCUENTROS—91—
clínic a y teoría
c o g n i t i v a c o n d u c t u a l
—92—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros
L i c . M a r í a T e r e s a E. F o r n i l l o
ENCUENTROS—93—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s
25 años de la Ley,
20 años de Encuentros
A gradezco al Distrito XV este espacio para hacer algunos comentarios sobre lo que
significa para mí los 25 años del Colegio. Quiero felicitar a las colegas que han con-
ducido la Revista del Colegio de Psicólogos de San Isidro durante tantos años. Creo que
las empresas importantes se aprecian por su poder de institucionalización, así como por
el transcender los momentos y las circunstancias, haciendo marca y huella en el registro
que hace Cultura.
Debo admitir que mi perfil profesional siempre estuvo unido a las instituciones de los
Psicólogos: desde mi graduación como Licenciada en Psicología: la Asociación de Psicó-
logos de Buenos Aires (APBA), la Asociación de Psicólogos de Lomas de Zamora y el Co-
legio de Psicólogos de la Provincia de Bs. As. fueron las instituciones en las que transito
y transité, en algunas de ellas debo admitir que colaboré en su construcción. Por lo que
tengo como integrante-dirigente de estas, los años de mi graduación: 31 años.
Respecto al Colegio de Psicólogos de la Provincia de Bs. As. me cabe la particular expe-
riencia de ser primero dirigente, antes que matriculada, por haber iniciado en 1987 la
primera conducción, desde su Distrito XIII, como consejera distrital.
El Distrito al que pertenezco y el Consejo Superior me vieron sostener posiciones, tra-
bajar en sus comisiones, delegaciones y en distintos cargos; en la Mesa Ejecutiva del
Consejo Superior ocupé, a lo largo de estos años, todas las funciones previstas por ley.
Muchas veces con errores, pocas con aciertos, pero siempre con la mayor honestidad
intelectual posible.
Casi 25 años de ese inicio es buen momento para analizar más profundamente lo andado
y acompañar a los que me sucederán. ¿Qué cosas mantuvieron tantos años mi deseo, de
pertenecer a esta institución y colaborar a conformarla?, entiendo que algo de la cons-
trucción fraterna estuvo en juego, el sostener la conflictividad y la honda productividad
de la relación de par, el/la que comparte el “collegum”.
Siempre entendí que la institución Colegial es una estructura fuerte, pública y que a los/
las psicólogos/as no nos fue fácil metabolizar, la aceptación de una ley que nos atraviesa
a todos que no es tarea simple en nuestro colectivo profesional. Siempre aparecen los
“singularismos” que aspiran a las excepciones no subjetivantes, sino desconocedoras de
un grupo de iguales. Es conocido que los sujetos intenten discriminarse del grupo para
“ser”, pero de eso no hablo aquí, me refiero a la particular experiencia de poder compartir
el reconocimiento de un sujeto frente a otro sujeto. Esta es la tarea de fondo de nuestra
institución, a mi entender, la larga y continua labor de consensuar modelos de operación
en una organización que es de Derecho Público y por delegación del Estado, que no nos
fue dada sino que hemos luchado por obtener.
—94—ENCUENTROS
Ser una profesión colegiada o no: hace diferencia, las jóvenes generaciones de matricu-
lados han encontrado hecho algo, que como decía Freud “no cayó del cielo ni brotó de la
piedra” sino que fue fruto de una labor ardua, con aciertos y errores, que tuvo como meta
convertir al psicólogo en interlocutor social, sostener una práctica profesional digna para
la comunidad y posibilitar al interior de la profesión objetivos gremiales- que como justas
reivindicaciones– estuvieron en la agenda de los dirigentes desde los años 70.
El Colegio Profesional plantea una tensión constante y necesaria entre las necesidades
de la comunidad a una prestación profesional adecuada y los intereses de los profesiona-
les colegiados; mediar en esta tensión y administrar los fondos honestamente constituye
la base ética para todo dirigente.
¿Qué otras cosas me fueron atrayentes?: Primero la posibilidad de co-construir los pa-
rámetros profesionales, desde nuestra disciplina y nuestro quehacer, también evaluar
nuestra tarea profesional a la luz de las prácticas de otros colegas, conformando un
“magma” de saberes y de nuevos interrogantes.
Igualmente me ha interesado la posibilidad de pertenecer a una institución que de lo
democrático ha hecho su principio orientador, en una provincia con profunda vocación
colegialista – como lo es la Provincia de Buenos Aires-.
Por último y no menos importante el posibilitar y aprovechar el encuentro con otras pro-
fesiones, otras realidades y otros discursos. En este sentido nuestro Colegio siempre ha
bregado por la labor interdisciplinaria, no menos importante a un año de aprobación de
la Ley de Salud Mental Nacional, abierta hacia otro paradigma superador de los Modelos
de Salud. Esta Ley, como asimismo la aplicación en el Pregrado Universitario de la Reso-
lución 343/09 del Ministerio de Educación de la Nación, las Especialidades aprobadas a
nivel nacional, etc. dará inicio a un perfil “enriquecido” de Psicólogo.
Comprendí que ser dirigente de nuestras organizaciones es entender el valor de las Políti-
cas Públicas en el entramado con nuestra tarea profesional y tratar de generar un espacio
para las mismas en la agenda política pública.
Nunca pensé ser dirigente “como una carrera” sino, quizás desde criterios muy de los ´70,
como un servicio: la vida personal, la vida profesional, la formación constante y el análi-
sis debieron competir horas con el hecho de ser dirigente, para lo cual a veces no existen
sábados ni domingos, porque la realidad nos va mostrando sus premuras, a las que debe-
mos dar respuestas. Pero la conducción en el Colegio es una tarea compartida con otros/
as consejeros, el aprender a tomar y defender decisiones consensuadas ha sido quizás
uno de los aprendizajes más valiosos.
25 años permitieron echar las bases para los cimientos institucionales del Colegio de
Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires. Serán los próximos 25 años los que, con los
cambios profundos de nuestra sociedad, la vean florecer...
Liliana Bernachea
Pre sidenta del Consejo S uperior
ENCUENTROS—95—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s
L a editora y la diagramadora que se dan la mano sobre este teclado observan con cu-
riosidad a esta otra que no es sino la suma de ambas y algunas más que aceptan el
papel de cortejo con tal de no perderse la posibilidad de aprender.
¿Qué irá a decir ella sobre una función que excede lo laboral por-
que se resiste a sustraerse del compromiso profundo con lo
que sale de sus manos?
Sabe que no puede sustraerse de aquello que la ali-
menta, la enriquece del lado de adentro, le abre
horizontes de aprendizaje y le confirma cada vez
que la ignorancia es un territorio en perpetuo
crecimiento para quien aspira a comprender qué
parte del caldo de la vida es el más sustancioso.
Y éste ha sido el modo en que Encuentros ha pa-
sado por su orilla, la orilla para mostrar-exhibir-
difundir, ésa desde la que fieles y profanos se
asoman para ver pasar algunos, o se acercan
para sumergirse otros en la corriente siempre
cambiante del conocimiento y experiencias de
la Psicología. Aquella corriente cuyas aguas as-
piran a revelar y comprender los mecanismos
más complejos que hacen de cada persona un
universo.
La ley básica de mi oficio-función es la transparen-
cia, con intervenciones mínimas allí donde se hace
necesario corregir distorsiones, una transparencia que
se vuelve subjetividad compartida con la directora cuando de
ilustrar el mensaje con la expresión artística elegida se trata.
Si tuviera que resumir en una expresión las vivencias de es-
tos veinte años ayudando a parir Encuentros, indudablemen-
te sería aprendizaje mutuo.
Desde mi lugar es lo que se ve. Y lo celebro.
J o s e fa L a P o r ta
E d i c i ó n y D i a g ra m a c i ó n
Re v i s t a E n c u e n t ro s
—96—ENCUENTROS
ENCUENTROS—3—