Encuentros

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e d i t o r i a l

Veinte años
de Encuentros
V
einte años de Encuentros me llevaron a ver y releer uno a uno los números
publicados y a descubrir que dan testimonio del camino andado.
¡Sorpresa! ¿Tantas cosas olvidamos? Cambios, cosas realizadas, proyectos puestos
en acto, algunos exitosos, otros fracasados. Huellas que tal vez se perderían sin ese reco-
rrido revisitando lo que ha quedado escrito.
Y se me ocurrió que podíamos jugar un poco...
Jugar en este número a dos puntas. De principio a fin.
Jugar con los textos que en homenaje a estos veinte años han sido producidos por colegas
y colaboradores, anudados a los veinticinco años de la Ley 10306.
Jugar con algunas Editoriales que fueron publicadas a lo largo de estos años.
Jugar a que puedan descubrirlas, en su inserción particular, a lo largo de toda la Revista,
en esas idas y vueltas de la lectura.
Jugar, tomando las obras de arte que fueron tapa de los treinta y un números publicados
y que ilustran éste.
Jugar en nuestra tapa con alguna de las versiones posibles del mismo tema, “La Primavera”
de Botticelli, que ilumina y alegra.
Jugar y también agradecer.
Lic. Tatiana Reitman
Directora

Barcas en Saintes-Maries, Vincent Van Gogh. Tapa Encuentros Nº 3


ENCUENTROS—1—
C olegio de Psicólogos
d e l a p rov i n c i a d e b u e n o s a i r e s
D i s t r i to X V • editorial
1 Veinte años de Encuentros
Consejo Directivo
• jornadas de nuestro distrito
Presidente v encuentro de psicoanálisis con niños
Lic. María de las Nieves Ruiz 4 De la transmisión y sus destinos – Lic. Lala Altschuler
Vicepresidente 10 Presencia de los padres en la experiencia psicoanalítica
Lic. Liliana Macrina con niños y adolescentes – Lic. Elisa Marino
Secretaria General 14 Padres en el análisis con niños – Lic. Clara Salz
Lic. Marisa Narciso
xviii jornadas psicoanalíticas
Tesorero
Lic. Jorge Alejandro Erramuspe 18 Angustia y subjetividad, hoy – Ricardo Díaz Romero
Secretaria de Actas 24 Angustia y pasaje al acto – Lic. Carlos Horacio Bembibre
Lic. Olga Elena Hryb 30 Angustia y subjetividad hoy – Lic. Ricardo Mauro
Prosecretaria xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas
Lic. Laura Edith Hernández 36 Un amor real – Lic. Viviana Cammilli
Consejeros Titulares 39 Tramas – Lic Jorge Koenig
Lic. Liliana Ciocca 42 El dolor sin texto: “Cuando la demanda de amor
Lic. Mónica Dolores Alonso
no se articula en significantes.” – Lic. Romina Vila
Consejeros Suplentes
Lic. Verónica Jacqueline Danniaux 49 La pasión escópica de Lol V. Stein: el arrebato pasional
Lic. Perla Beatriz Córdoba que no puede ser demanda de amor – Lic. María Teresa Ferrari
Lic. Juan Pablo Basañez 53 Un niño con diagnóstico de autismo – Lic. Graciela Bosio
Lic. Silvia Mónica Coppolillo
Lic. Evangelina Irrazábal
• clínica y teoría
Lic. Jorge Martín Nouche psicoanalítica

Lic. Sandra Mabel Leal 57 Sujetos trasgresores: la escucha


• y la incidencia de la cultura – Lic. Alejandra Gibilisco
64 Sentar cabeza – Lic. Lisandro Isasa
Año X X - Nº 32 - Noviembre de 2011 67 A veinte años, Luz: La apropiación de identidad y su restitución.
Dirección y Coordinación Editorial Perspectiva psicoanalítica – Lic. María Victoria Mora
Lic. Tatiana Inés Reitman 71 El fundamento ético de la regla de abstinencia
[email protected] y el deseo del analista – Lic. Evangelina Irrazábal
Comité de Lectura 77 Enlazando mordidas – Lic. Jesica B. González
Lics. Isabel Baccino y 81 La invención lacaniana del objeto “a”: consecuencias que para
María de las Nieves Ruiz el campo del goce implica esta invención respecto
Redacción y Administración
de la clínica freudiana – Lic. Patricia Mabel Paluch
Rivadavia 154 - 3er Piso –1642– San Isidro sistémica
Telefax 4732-2050 - [email protected] 85 La supervisión sistémica: Incluyendo en la misma
• la persona del terapeuta – Lic. Mónica Graciela Lajous Cabrera
Diseño, diagramación y fotocromos cognitiva conductual
Josefa La Porta 88 Efectos adversos en psicoterapia – Lics. C. Barilá, E. Bunge, R. Rodríguez Biglieri
Telefax 4664-1788 - 15-6003-4821
[email protected] • actualidad
• notas por los 20 años de encuentros
Impresión y encuadernación Pág. 17: Lic. María de las Nieves Ruiz (Presidenta del Consejo Directivo,
Mariano Mas Distrito XV); Pág. 23: Dr. Néstor Braunstein; Pág. 29: Lic. Isabel
Perú 555 - Capital - Telefax 4331-5762/4 Baccino (Comité de lectura); Pág. 33: Osvaldo M. Couso; Pág. 56: Lic.
[email protected]
Leticia Gianolini; Lic. Ricardo Mauro; Pág. 70: Dr. Osvaldo Pozzio (Asesor

R e g i st ro d e l a P ro pi e da d I n te le c t ua l
legal del Consejo Superior); Pág. 93: Lic. María Teresa E. Fornillo; Pág.
D i r e cc i ó n N ac i o n a l d e l D e r e c h o d e A u to r 94: Lic. Liliana Bernachea, (Presidente del Consejo Superior); Pág. 96:
E x p te . Nº 879261 d e l 5 d e o c t u b r e d e 2010 Josefa La Porta (Edición y diagramación Revista Encuentros).
P ro pi e ta r i o : C o le g i o d e P s i c ó lo g o s d e editoriales números anteriores
l a P c i a . d e B u e no s A i r e s - D i st r i to XV Págs. 3, 80 y retiración de contratapa

En­cuen­tros ofre­ce a los psi­có­lo­gos y otros pro­fe­sio­na­les re­la­cio­na­dos con el mun­do de la cul­tu­
ra un es­pa­cio pa­ra la ex­po­si­ción del tra­ba­jo y la pro­duc­ción, que su­po­nen un apor­te va­lio­so pa­ra
nues­tra ta­rea y la po­si­bi­li­dad de man­te­ner abier­to un de­ba­te en­ri­que­ce­dor en­tre las dis­tin­tas co­
rrien­tes. En con­se­cuen­cia, las no­tas fir­ma­das no ne­ce­sa­ria­men­te re­pre­sen­tan la opi­nión de la di­
rec­ción de la re­vis­ta, ni de las au­to­ri­da­des de la Ins­ti­tu­ción. Se au­to­ri­za la re­pro­duc­ción to­tal o par­
cial del ma­te­rial que se pu­bli­ca, con la con­di­ción de que se men­cio­ne cla­ra­men­te su pro­ce­den­cia.

—2—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros

Sumario
Editorial Encuentros N° 5,
noviembre de 1993

Maternidad, Vincent Van Gogh. Tapa Encuentros Nº 4


E sta revista pretende ser
un sumario de las acti-
vidades que día a día, mes a
mes y en las diversas áreas
realiza el Distrito XV del Cole-
gio de Psicólogos.
Sumario. Dice el diccionario:
“resumen. Reducido a com-
pendio breve”. Su sinónimo
es suma; “agregado de muchas cosas. Acción y resultado de sumar lo más
importante de una cosa.” Su contrario, resta: “quitar parte de un todo y
hallar el residuo que queda”.
Cada título que aparece en el sumario de la Revista Encuentros, es un modo
de quitar parte de un todo y hallar el residuo que queda “escrito”. De modo
tal, el sumario es una resta a las que hay que agregar lo que no está. Pero
se hizo. ¿Me explico?

L i c . T at i a n a R e i t m a n
D i re c t o ra

ENCUENTROS—3—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

De la transmisión
y sus destinos
Lic. L a l a Al t s c h u l e r

I
ntegrar un panel invita a dicho deseo, y no hay sujeto que preexiste
la difícil tarea de intentar al orden del deseo, del deseo inconsciente.
El presente trabajo de una transmisión, aquella No hay un sujeto que le preexista a dicho
la Lic. Lala Altschuler que se va precipitando en rela- deseo. Y si se trata de una conversión ética
ción a una práctica. Agradez- radical, es porque el psicoanalista se hace
y los dos que siguen co a Marite Ferrari, a los dife- responsable de la operación por la cual el
de las Lics. Elsa rentes integrantes de la escue- inconsciente deviene discurso, más allá de
Marino y Clara Sastz, la de Postgrado del Colegio la la psicopatología de la vida cotidiana.
oportunidad de hacerlo. Tan- Responsable del encuentro radical con el
fueron presentados to docentes como alumnos. Si “no lo sabía, según su deseo”. Del encuen-
en el V Encuentro de de transmisión se trata somos tro con el saber no sabido. ¿Qué implica al
responsables de hacer pasar la ciframiento de goce y al desciframiento al
Psicoanálisis con Niños marca, intentar hacer con ella y que dará lugar? Que es también el encuen-
organizado por nuestro de ella transmisión. Los analis- tro con la verdad en su medio decir, no to-
Colegio y realizado el 25 tas somos producto de ésta, de da, con el no todo puede ser dicho, y que
intentar hacer pasar una marca ésta, su verdad, requirió de la estructura de
de junio de 2011. con lo real e imposible que ésta ficción para alojarse en la dicha-mansión.
conlleva. Dicha mansión la oferta el analista desde
Lacan en la apertura de la sec- su función.
ción clínica en Vincennes (1976) propone: el inconsciente como
Pero ¿por qué se haría necesaria la inclu-
esas primeras palabras oídas y luego agrega “propongo que [...] la
sión de los padres para producir, en el caso
clínica psicoanalítica sea una manera de interrogar al psicoanalis-
de la clínica que nos convoca, ésta conver-
ta, de apremiarlo para que declare sus razones”. Ubica así, creo yo
sión ética radical, que es introducir el suje-
la transmisión en el corazón de nuestra práctica.
to en el orden del deseo?
Este quinto encuentro tiene como epígrafe “ser psicoanalista es
De transmisión se trata cuando hablamos
una posición responsable, la más responsable de todas, puesto que
de la presencia de los padres. Pero, ¿a qué
éste es aquel a quien se le confía la operación de una conversión
presencia me refiero? Me refiero al modo
ética radical, aquella que introduce al sujeto en el orden del deseo
en que ellos se hacen transmisores de su
[...]”(Lacan, Seminario 12, Problemas cruciales).
posición en relación a la ley y al deseo. Del
Parece ser que en la versión francesa (yo no he tenido acceso a modo en que se harán donadores o no de
ella) no se trata de introducir AL sujeto en el orden del deseo, la materialidad lenguajera que en el tiem-
sino introducir EL sujeto en el orden del deseo, y destaco lo de po de la infancia se hará escritura de la es-
EL sujeto, que es una observación interesante que realiza Norberto tructura. Posiciones en relación al deseo y
Ferreyra, dado que si decimos introducir al sujeto en el orden del a la ley quiere decir, el modo en que sos-
deseo pareciera ser que se le supone un sujeto que le antecede a tienen las operaciones de interdicción de
—4—ENCUENTROS
Día de las flores, Diego Rivera. Tapa Encuentros Nº 5

ENCUENTROS—5—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

goce, del goce incestuoso, que le permiti- la castración. Entonces la presencia de los padres en su clínica no
rá a cada cual inscribirse en el discurso: es sería lógicamente necesaria. Habría que diferenciarlo del modo
decir en el deseo inconsciente, en el lazo que se introdujo la obra de Melanie Klein en la argentina, donde
social y en el pavoneo que le corresponda Arminda Aberastury introduce el trabajo con padres de manera
a cada cual según la diferencia sexual. Del absolutamente novedosa. De Arminda Aberastury y mi encuen-
modo en que es dicha transmisión y gra- tro con ella, me considero particularmente deudora. No fue mi
cias a ella el niño devendrá el portador de analista, pero recibí de ella una interpretación cuya marca aún
la marca viviente y ficcionalizada de esa in- me toca.
terdicción, de ese NO al goce incestuoso, y
La práctica psicoanalítica es una práctica de discurso. Más allá
con ése trabajo se inscribirá en el orden del
de la especificidad del dispositivo que sostienen dicha práctica.
deseo. Lo que la clínica enseña es el valor
Y esto tiene sus problemas. Cómo pensar una práctica de discurso
del decir de los padres.
en la que damos cabida, por el modo como pensamos la constitu-
La presencia de los padres en la experien- ción del sujeto en los tiempos fundantes, sea niños o adolescente,
cia psicoanalítica se vuelve necesaria tanto en la que damos cabida al Otro del niño, y a su decir, y para qué lo
en Freud como en Lacan, aunque con ar- hacemos si nuestra práctica, como práctica de discurso no remite a
gumentaciones diferentes. Archiconocida la ninguna intersubjetividad? Y sin embargo la presencia del Otro la
posición de Freud respecto al pequeño Hans requerimos. El inconsciente tanto freudiano como lacaniano, “es
“sólo la reunión en una misma persona...” para cada cual, no se sabe porque vía, de esas PRIMERAS PALA-
No así para Melanie Klein. El dispositivo BRAS OÍDAS viene caminando algo que hace que cada cual tenga
clínico, lo que llamamos técnica, es una su inconsciente”(Se corresponde a la cita anteriormente anunciada)
respuesta en acto a cómo se piensa y se Subrayo esto de primeras palabras oídas, palabras dichas. Y subrayo
formaliza la dirección de la cura. Melanie el valor de las primeras palabras oídas en tanto dichas.
Klein no requería la presencia de los pa-
dres, para ella el niño enfermaba de su pro-
¿Cómo dar razones de un dispositivo que es una práctica de dis-
pia pulsionalidad, entendida ésta por fuera
curso, que no la pensamos en el terreno de la intersubjetividad?
de los avatares del encuentro del niño con
Nuestro sujeto es el niño. Y sin embargo invitamos a los distintos
el deseo del Otro. Pulsionalidad inscripta
personajes del drama, a la manera de Pirandello, que vengan a su-
en el inconsciente, transcripciones del ello,
birse a la escena y a decir allí su discurso. Y no es porque busque-
sin medias tintas ni opacidades. Avatares
mos al autor. Buscar al Otro del Otro es una aspiración neurótica.
de una pulsionalidad inmanente al su-
Construimos la filiación en la transmisión. Trabajo de construc-
jeto, no requeriría por tanto la presencia
ción bajo transferencia. Buscamos la marca, las marcas desde las
del Otro en su clínica, ya que la pulsiona-
cuales el niño es hablado por los padres y el modo en que éstas
lidad que enferma con su quantum inso-
han puesto en causa la repetición. La repetición bajo transferencia
portable, en su transcripción directa a las
hace posible su lectura.
fantasías inconscientes a que da origen, se
inscribe en todo caso en relación al cuida-
do materno, o falta de cuidados maternos
(caso Dick por ejemplo) pero no en tanto
eco en el cuerpo de un decir del Otro. El
analista kleiniano hace una traducción de
aquello que fue transcripto. El sujeto Klei-
niano se instituye en última instancia en
un determinismo a-histórico. En el mar-
co del Edipo si. Pero un Edipo que parece
no sostenerse en la transmisión del deseo
del Otro, ni de su posición en relación a

—6—ENCUENTROS
Cito a los padres: les digo que son ellos los
padres de P, azoro y perplejidad “¿le vamos
a mentir?” “No”, digo, “¡le van a decir la
verdad!”, respondo mediante un equívo-
co, un equívoco lógico. La mamá de P un
tanto obsesiva “no sabía” que iba, de este
modo, a decir la verdad.
Lo que la clínica con niños nos enseña es el
efecto traumatizante que tiene para nuestro
sujeto el encuentro traumático con el de-
seo del Otro. Deseo que podemos leer en
Ese lugar importa a nuestra escucha, pues es el lugar desde la cual la respuesta de P: “mejor no saber quién se
DEVENDRÁ NIÑO. ¿Por qué digo devendrá niño? Digo de- es”. Es esta respuesta la que orienta nuestra
vendrá niño en el tiempo de la construcción de la neurosis en escucha, ya que es ella la que dice del valor
la infancia, en el tiempo lógico de la infancia, anterior a la pu- traumático que tuvo dicho encuentro para
bertad. Entonces introducir el sujeto en el orden del deseo en el nuestro sujeto. Es a su vez desde la respuesta
tiempo lógico que corresponda: producir el niño en el orden del del niño que leemos la posición del Otro en
deseo: Wo es war soll ich werden, “ich” en el orden del deseo. En relación a la castración. El modo singular en
los tiempos de la infancia. Cómo ich devendré, pero no sin lo que el niño se ha posicionado en relación
que se traduce aquí como lo fundante de “pegan a un niño”: ein a ella. La leemos no como verdad históri-
kind wird geshlagen, podemos ubicar el verbo “werden” del “ich ca, sino que como respuesta del niño éste
werden” en relación al “wird”, del “ein kind wird geschlagen”, “un se hace responsable de la singularidad de su
niño es pegado”, en ambos casos se trata del devenir, devendré, respuesta.
lo que ha de advenir de imposible traducción al castellano. Pero La intervención con los padres intenta la
podemos decir y en relación a la transmisión: Wo es (ello) war, soll movilización de ciertas marcas en el traba-
Ich, ein kind, werden, si la marca lo ha marcado como látigo en su jo con ellos, cuando ello es posible, y eso
cuerpo, haciendo con ella transmisión. Entonces “Ein kin wird” tiene sus consecuencias en la dirección de
(también podríamos decir se constituye) en tanto que “geschlagen” la cura con un niño. Marcas que, como en
por el Otro, escrito por el Otro, entonces el niño deviene niño, éste caso, comportan una fijeza que ignora
su existencia importa, al Otro, al padre, en tanto que el látigo que todo equívoco: “naciste de la panza de otra
lo marca es el testimonio vital del amor de éste. Con su marca y mujer” y no dan lugar por tanto a ninguna
gracias a ella “ex-siste”. Entonces devendrá niño, cómo tiempo equivocación de goce. No hay nada malen-
lógico, anterior a la pubertad. Efecto de transmisión, anudado al tendido en relación a una filiación que de
fantasma que funda su “ex-sistencia”... en tanto niño. éste modo lo desnombra. Y lo desnombra
P tiene 5 años en el momento de la consulta, terminado su prees- porque la transmisión de un nombre la rea-
colar. Desde la escuela le comunican a los padres que no está en liza un decir que se sostiene en la falta de
condiciones pedagógicas de comenzar un primer grado, salvo que aquel que enuncia dicho decir. Y es en el ni-
comience un tratamiento... psicopedagógico. No acordando los ño en quien leemos el modo en que fue alo-
padres con esta indicación me llaman. A P nunca le han oculta- jado o no por los dichos que lo precedieron.
do nada, siempre, siempre, le han dicho la verdad, “el nació de la “Sabemos muy bien en el análisis la impor-
panza de otra mujer”. Pido verlo. P entra corriendo, se arremolina tancia que tuvo para un sujeto, vale decir,
detrás de una cortina, y de allí escucho salir una voz, ¿doliente? aquello que en ese entonces no era absolu-
“mejor no saber quién se es” presencia de un real que me con- tamente nada, LA MANERA en que fue
mueve. Me pregunto: ¿mejor no saber quién se es si se nació de la deseado. Hay gente que vive bajo el efecto,
panza de otra mujer? que durará largo tiempo en sus vidas, ba-
jo el efecto del hecho de que uno de los
ENCUENTROS—7—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

dos padres, no preciso cuál de ellos no lo


deseo. Este es verdaderamente el texto de
nuestra experiencia cotidiana... la manera
en que le ha sido instalado un modo de ha-
blar, no puede sino llevar la MARCA DEL
MODO bajo el cual lo aceptaron los pa-
dres”. Cita de la conferencia de Ginebra...
En este caso, delegando la maternidad en la medida que, para esa marca, no hay ningún deseo de interrogar
una supuesta madre biológica. ningún saber. No porta el equívoco necesario que cause un deseo
Cuestiones de transmisión y de sus avata- interrogante. Y son más bien indicativas del efecto devastador de
res. Modo particular que se dice mediante ciertos significantes que parecieran condensar una única significa-
el “naciste de la panza de otra mujer”. Na- ción. Tal como muchas veces lo observamos en la clínica.
ciste de la panza de otra mujer, lo vamos Su movilización implicó introducir en el discurso lo que había
a ver a la luz del desarrollo del análisis del quedado fuera de discurso en los padres. Introducirlo implica el
niño. Preocupada siempre de asegurarle trabajo bajo transferencia. Introducir la equivocidad a lo que se
“la verdad”, la madre, niega que ésta solo presenta como unívoco. En el caso, luego de mi intervención los
pueda decirse a medias y le aseguraba a P padres podrán contar las frecuentes otitis de P y de lo exigente que
que ya iba a conocer, a su madre biológica, es éste en cuanto a que se le compren juguetes, ropa y zapatillas de
en la adolescencia. Apelando a una filia- marca. Nada le es negado.
ción biológica, los padres ignoran que toda
En las primeras entrevistas: P, de manera imperativa y sin esperar
filiación es simbólica, y que implica una
respuesta: ¿Tenés play station? ¿Tenés pileta?... ¿Tenés... esto otro?
apuesta: la de apropiarse del hijo declarán-
Me demoro, me doy mi tiempo, asiento con la cabeza, saco una ho-
dose sus padres. Lo que éstos no podían
ja... Y dibujo una pileta... vuelve a reclamar, inquieto, vuelvo a di-
decir. Por ej. cuando el padre dice te lo di-
bujar. Introduzco y le ofrezco en los dibujos que le entrego: el equí-
go yo, porque soy tu padre.
voco en la demanda: sorpresa. Desconcierto. P comienza a dibujar.
En el análisis se movilizan ciertas marcas. Dibujos en los que se leen los primeros movimientos de inclusión
Operación de alojamiento de su decir, bajo en el campo del Otro, trazando sus bordes, dibujando una figura
transferencia. femenina con un vientre enorme. Le digo: ¡es tu mamá y vos estás
Podríamos decir que estas marcas pueden ahí! Por primera vez se le dibuja una sonrisa. El Otro al cual parece
tener un efecto más o menos devastador en estar alienado, el Otro del superyó, Otro del Imperativo, el Otro
frente al cual no hay tiempo para organizar las respuestas, que pare-
ce corresponder a ésta significación única del “mejor no saber quién
se es” sufre un embate, se conmociona y su efecto es la sonrisa.

Un día viene a sesión con otitis, en la puerta del consultorio se


muestra acurrucado en la mamá, la mamá me dice que está con
otitis pero que quiso venir. Entra. Dice que le duele mucho to-
cándose la oreja: le digo que esto que le duele está en relación a la
mamá. P responde: “lo que duele es el amor de mamá”. Vemos así
que lo que está fuera de discurso toma el cuerpo, otitis, e ingresa
en el discurso vía transferencia. ¡Y nada menos que la oreja! Nada
menos que: lo oído en el amor de mamá.
El campo de la equivocidad que introduce el malentendido, escri-
be la castración del Otro y con ella la dimensión del amor.
Ni rastros de dificultades escolares, de dificultades con el saber.
—8—ENCUENTROS
del uso antiguo, el sujeto que lleva bajo
su cabellera su codicilo que le condena a
muerte no sabe ni su sentido ni su texto,
ni en que lengua está escrito, ni siquiera
que lo han tatuado en su cuero cabelludo
rasurado mientras dormía.” Y agrega: “para
el psicoanálisis se trata de una heráldica de
Un tiempo después comienzan una serie de robos, mayormen- un blasón del cuerpo. Como se confirma
te en el colegio. Recordemos de lo que los padres decían: ¡nada por el uso que se hace de ella para leer los
podían negarle a P en su apetencia de objetos de marca! No sor- dibujos infantiles”.
prenden entonces las dificultades de P en relación a constituirse Acuñamiento de la transmisión de las mar-
como sujeto en el orden del deseo. No es lo mismo los objetos que cas con su valor testamentario, su linaje y su
ofrece el mercado que el “a” en tanto causa de deseo. Y que éste escudo. Nombre en relación a la filiación.
permita sostener un deseo interrogante. Del sin nombre que somos, los destinos de
La estructura de la demanda Lacan la formaliza: te pido que re- la transmisión y de su donación hará que
chaces lo que te ofrezco porque no es eso. Y el no es eso, al equi- alguna sutura advenga en el nombre.
vocar el pedir y al equivocar el ofrecer, cava el no es eso “a “causa Lo que P vino a decir en relación al dolor
de deseo. A falta de este equivoco P roba. Así P roba la falta de de existir: “mejor no saber quién se es”, se
aquello que le faltó como don: de la falta del Otro, y para que el ordena en el sentido de la filiación, lo que
pudiera tener su propia falta. Y esto nos recuerda la paciente de el vino a decir en el sentido de la filiación,
Margaret Little, citada por Lacan. Si ellos nada le niegan, no do- de cómo esto se encarna en la singularidad
nan su falta y no le permiten... tener la suya la propia. de una adopción en el mejor sentido de
la palabra adopción, como aquello que se
adopta y podrá devenir linaje. Y volvemos
Acerca de la importancia del decir, me acordaba del pequeño al corazón del problema que quería plan-
Hans. Insisto: ¿acaso el pequeño Hans no fue portador de la mar- tear en relación a la transmisión. Muestra
ca de una transmisión que se actualizó durante su cura, que le como un niño puede recolocarse en una
lleva a su padre a confesarle a Freud, luego de la famosa entrevista cadena con el padre, en una heráldica, da-
que ambos mantienen con éste, que Hans y Hana llevan en su da por el rasgo o por el síntoma. En este
nombre una hache nada muda, que vocifera, la hache del nombre caso pide cambiar de colegio e ir uno que
de la mujer amada por el padre? ¿Y que éste haya pensado que remitía al origen del padre.
el día que devenga padre va a llamar a sus hijos con la letra de
la mujer amada por la belleza de su tipografía? ¿Transmisión de
un deseo o un amor imposibles? Que esto sea dicho, en la escena
analítica, no es una cuestión menor. Que esto sea escuchable, más
allá de que le sea enunciado al niño no es poca cosa. La impor-
tancia de un decir no está en su valor comunicacional, sino que
trastoca, en el decir mismo la posición del padre en relación a la
castración, cuando confiesa que ha amado a otra mujer. Y por ello
se hace transmisión. El retorno de este decir no es verificable en
Hans, pero si en P, en su dolor y en su síntoma, que se ordena en
relación al robo.
Acerca del valor de la transmisión, Lacan lo dice muy bellamente a
propósito de la Subversión del sujeto: “[...] pero de lo que se trata
en Freud es de otra cosa, que es ciertamente un saber, pero un sa-
ber que no comporta el menor conocimiento, en cuanto que está
inscripto en un discurso del cual, a la manera el esclavo-mensajero
ENCUENTROS—9—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

Presencia de los padres


en la experiencia
psicoanalítica con niños
y adolescentes
Lic. E l i s a M a r i n o

E
l modo de nombrar la actividad
que hoy nos reúne “Presencia de los
padres en la experiencia analítica
con niños y adolescentes”, articula términos,
“Presencia” / “padres” / “experiencia analíti-
ca” / “niños” / “adolescentes”, que han dado
y darán que hablar a los analistas interesados
en esta práctica. Cada uno de esos térmi-
nos podemos afectarlos por la interrogación
¿Qué implica “Presencia”? ¿Qué entendemos
por “padres”? ¿Cómo se piensa la “experien-
cia analítica”? Y, quizás lo más complejo,
¿qué “es” un “niño”? ¿Qué un “adolescente”?
Las notas que siguen sólo intentarán dar
cuenta de parte de estas cuestiones. Anti-
cipo que mi experiencia es con analizan-
tes jóvenes que plantean algunas cuestio-
nes menos que el análisis con niños. Da-
do que “los jóvenes hablan”, mi práctica
en lo que se suele llamar aspectos técnicos,
Trois monde, M.C Escher. Tapa Encuentros Nº6

no es esencialmente diferente del trabajo


con pacientes adultos. Sí comparte, con el
análisis con niños, la injerencia de terce-
ros, habitualmente los padres. La agudeza
freudiana dio cuenta de esta cuestión en
las Lecciones Introductorias que publicó en
1916, me refiero al número XXVIII.
Argumentando algunas razones, en los co-
mienzos del psicoanálisis, de los fracasos
de ciertos tratamientos e indicando que,
hasta ese momento, se había ocupado,
—10—ENCUENTROS
fundamentalmente, de las “resistencias inter-
nas”, aquellas que irrumpen en la experiencia
del lazo transferencial, quiere en esta ocasión
enfatizar lo que llama “obstáculos externos” a
la cura derivados del ambiente en el que vi-
ve el paciente, creados por los que lo rodean.
Freud enfatiza que estos obstáculos externos
“tienen escaso interés teórico pero la máxima
importancia práctica”. Los invito a detenerse
en esta afirmación a partir de la cual Freud
no duda en afirmar que la intervención de
los familiares constituye una amenaza al tra- 3) La paternidad no existe sino en el instante que se transmite la
tamiento contra la que carecemos de defensa. metáfora paterna.
Los “obstáculos externos” que, en la con- Pasajes de articulación en la doctrina desde el padre seductor de
vocatoria de hoy, localizo en “Presencia de la histeria, al padre de la horda primitiva, al padre fantasmático
los padres” conlleva, en principio, la pre- de Pegan a un niño, como también al modo en que Lacan reto-
gunta: ¿qué “padres” interesan en la expe- ma la cuestión y la interroga para avanzar hacia lo que escribió
riencia analítica? Hablar de padres en plu- de modo diverso en distintos momentos de su enseñanza como
ral puede merecer una primera objeción Nombre-del-padre. La dificultad al poner a trabajar la pregunta
desde el psicoanálisis porque implica el “¿qué es el padre?” radica en que del padre no se puede hablar en
riesgo a deslizar la suposición de una posi- un solo nivel, por eso es que Freud abordó esa dificultad a nivel
ción parental común, una comunidad en- del mito, localizando la función del padre por fuera del alcance de
tre maternidad y paternidad. Por el contra- las preguntas por sus propiedades, lo cual ubica al mito en tanto
rio, la experiencia nos muestra que entre enunciado de lo imposible.
los estatutos de padre y madre no sólo hay Lo que antecede intenta dar fundamento a lo que Freud nombra
una diferencia anclada en lo biológico de “falta de interés teórico” en la presencia de terceros, para reafirmar
la diferencia sexual sino una divergencia de que padre o madre importa en la clínica en su estatuto de cons-
valor, así el vínculo de la madre con el hijo trucción del que habla en un análisis a alguien a quien le supone
es primero en tanto el lazo del padre con alguna respuesta a su demanda.
el niño, para existir debe ser propuesto,
introducido y sostenido imaginariamente Conviene a la nombrada “resistencia interna y a la de los terceros”
por la madre pero también es cierto que sumar la que desde Lacan nombramos “resistencia del analista”,
el joven evoca a los padres como un todo. que en las cuestiones que hoy nos interesan pasa por dar consis-
tencia imaginaria a las funciones materna y materna.
La pregunta “¿qué es el padre?” fue, desde
siempre, planteada en el centro de la ex- También es cierto que, la mayoría de las veces, los jóvenes llegan a
periencia analítica. Si Freud pone el mito la consulta traídos por sus padres, dependen en lo real de ellos, lo
del padre en el centro de su doctrina es en cual puede ponerse a cuenta de lo que Freud plantea como “im-
razón de la inevitabilidad de su pregunta. portancia práctica”.
La respuesta a esta pregunta debe resguar- Permítanme citar a Freud: “Aquellos que saben qué discordias
dársela de cualquier predicación positiva, desgarran con frecuencia a una familia no se asombrarán de com-
de cualquier caracterología. probar en la práctica del psicoanálisis que los allegados del enfer-
Recorté algunas de las respuestas posibles: mo se hallan, muchas veces, más interesados que el paciente siga
como hasta ahora y no que sane. En los casos, muy frecuentes, en
1) Momento silencioso de la ley que entro- que la neurosis se halla relacionada con disensiones surgidas entre
niza el deseo. miembros de una misma familia, aquellos que gozan de buena
2) Diferencia introducida por un deseo de salud no vacilan ni un solo momento cuando se trata de escoger
madre que no se agota en un deseo de hijo. entre su propio interés y la curación del enfermo”.
ENCUENTROS—11—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

Frase que si la contextuamos en 1916 cobra particular fuerza ya que Pensar la pubertad como un tiempo lógico
señala dramáticamente las consecuencias que lee Freud de las satis- (no hormonal: eso pasa en otro lado) para
facciones pulsionales en juego en el seno de una familia que pueden preguntarnos por criterios estructurales, no
constituirse en obstáculo irreductible para el trabajo en una cura. empíricos, implica relativizar la adolescen-
cia como fase evolutiva para proponerla en
Narra no sin dolor un ejemplo:“Hace algunos años emprendí el tra-
tanto momento de redefinición de estructu-
tamiento psicoanalítico de una joven atacada de una angustia tal que
ra en razón de otra vuelta de presión de lo
no podía ni salir a la calle ni quedarse sola en su casa. Poco a poco, la
real pulsional. No es fácil sostener la tensión
enferma acabó por confesarme que su imaginación había quedado
ente lo que podemos nombrar como “ado-
terriblemente impresionada por el descubrimiento de las relaciones
lescencia” en análisis y su localización en la
amorosas de su madre con un rico amigo de la casa. Más por torpeza
estructura. En este punto conviene no con-
o por un cruel refinamiento reveló a su madre lo que sucedía en las
fundir estructura con tiempos de subjetiva-
sesiones de psicoanálisis: cambiando de actitud con respecto a su
ción de la misma. Así, la posición de Otro
madre, obligándola, como único medio de evitar una crisis de an-
no barrado es sólo efecto de subjetivación,
gustia, a permanecer constantemente a su lado y oponiéndose a que
ya que la estructura está fallada en el origen,
saliera nunca de la casa. Ante esta conducta de su hija, comprendió
es su fundamento. El pasaje “De la prohibi-
la madre que la angustia que a la paciente aquejaba se había conver-
ción del incesto al no hay relación sexual”
tido en un medio de tenerla a ella prisionera e impedirle entrevistarse
permite localizar las operaciones necesarias
con su amante. Alegando el éxito de un tratamiento hidroterápico al
de los tiempos instituyentes en la estructura
que ella se había sometido en una anterior enfermedad nerviosa, im-
que suponen niñez/pubertad/adolescencia.
puso la interrupción de la cura psicoanalítica y recluyó a la joven en
La prohibición se despliega en el campo de
un sanatorio de enfermos nerviosos, en el que durante muchos años
la sexualidad entre padres e hijos y, como tal,
se la presentó como «una pobre víctima del psicoanálisis»”.
no está en el mismo plano que lo imposible
de la Relación Sexual dado que antes de la
pubertad el niño no sólo está exceptuado del
la reproducción sino también de un saber,
del saber relativo a la imposibilidad de la Re-
lación Sexual entendida aquí como imposi-
bilidad de saber sobre el sexo, saber imposi-
ble que suplen las teorías sexuales infantiles.
Adolescencia supone tiempos, ocasiones,
contingencias del encuentro con el goce en
Lo expuesto hasta aquí precipita que la presencia de los padres en
su disyunción: posible/imposible, con la so-
la experiencia analítica tiene una subrayable dimensión de obstá-
ledad del sujeto frente a las circunstancias
culo, pero, asimismo, es también oportunidad para que un joven
del cuerpo propio y del partenaire, con la
encuentre la ocasión de hacer algo con el sufrimiento que lo habita.
necesaria sustracción de la mirada y de la
Nombramos resistencia del analista al desvío por dar consistencia a voz del Otro primordial en tanto tiempo
la función paterna y materna en tanto este efecto imaginario derra- lógico posterior al estadio del espejo. Del
pa a modalidades moralizantes e impedimento a la discursividad. derrotero de estos encuentros podrá ocurrir
Les propongo ahora algunas consideraciones con relación a la que del síntoma que era para el Otro, en
adolescencia para, luego, compartir un relato de mi experiencia la niñez, haya ocasión de apropiarse e im-
que intentará enlazar lo planteado en esta primera parte con lo plicarse en tanto sujeto con la consecuen-
que avanzaré ahora. cia del pasaje de deseado a deseante en una
operación de corte que nunca es definitiva.
Parto del título que, con una analista amiga, presentamos hace años
un seminario: “De la Prohibición del Incesto a la Imposibilidad de Para ir concluyendo, un relato de mi expe-
la Relación Sexual”. riencia: en esta ocasión puntuaré algunas

—12—ENCUENTROS
cuestiones que considero relevantes con “Me ocupan al pedo”, “Me inventan trabajos”, “¿Para qué me
relación al síntoma por el que fui consul- quieren, para ponerme en la mesita de luz?”, son algunos dichos
tada, pero me interesa, por la convocatoria recortados por la operación de lectura en transferencia, que po-
de hoy, ofrecer algunos dichos de la joven sibilitan conjeturar la tenacidad de satisfacciones pulsionales que
en contrapunto con otros de sus padres. alcanzan realización en los lazos con los padres. Indico como con-
trapunto dichos recortados de las entrevistas con ellos: Dice la
Cuando llegan, madre e hija, a la primera madre: “No nos va a dar el gusto de comer”; dice el padre: “No
entrevista es imposible soslayar el contras- duermo hasta que llega”, “Quiero que trabaje para mí”.
te en la modalidad de mascarada. Ambas
bonitas, pero la madre, a través del maqui- Avanzar en la lectura de la especificidad de la demanda de la joven
llaje, ropa ajustada, tacos, convoca un ha- no es sin toparse con la posibilidad de no concordancia con la
cerse mirar que opaca el lugar de la hija. A demanda de los padres. La hija con sus “problemas” perforaba in-
la preocupación por los vómitos de la jo- cansable y vengativamente el ideal, fundamentalmente, materno,
ven se suman quejas por el aislamiento con de “familia para mostrar”.
respecto a su familia y al lugar preferencial
que da al novio y a los amigos.
A poco andar los encuentros con la joven
surge –aunque para ella carece de toda im-
portancia– la coincidencia entre iniciación
sexual (“dicen que te cambia la vida pero es
algo natural”) y el comienzo de lo vómitos.
Naturalización del encuentro sexual con el
otro sexo que conlleva la ilusión de dispo-
Si en lo desarrollado hasta aquí enfatizo la dimensión de obstácu-
ner de un saber sobre el sexo. Sabemos de
lo de la presencia de los padres en la experiencia analítica, más aún
la impotencia del pensamiento para dar ra-
si condenso lo que Freud nombra “resistencia interna” y “obstá-
zón de sexo y muerte en tanto irrepresen-
culos externos” en la resistencia del analista, lo hago en la convic-
tables. Por ello, en el campo del psicoaná-
ción de que la resistencia en su misma dimensión de obstáculo es
lisis, el acto sexual no es un verdadero acto
también guía en la dirección de una cura.
dado que nadie sale de él iniciado, dispo-
niendo de alguna representación segura de Para terminar, deseo compartir unas frases de Claude Rabant que
su ser hombre o mujer. iba a usar de epígrafe, pero por la contundencia que ahí escucho
elegí ubicarlas al momento de cierre.
Tiempo después en un clima transferencial
de dificultades para hablar, escepticismo e ¿A dónde iríamos si los padres oyeran las injurias y los anhelos de
indiferencia, dice: “Mañana es el día del muerte de sus hijos?
perdón, yo nunca ayuné, pero este año voy ¿Pero a dónde iríamos si no quisieran oír nada, si no las tomaran
a hacerlo porque cuando empecé a tener re- como pelota al vuelo y, en pocas palabras, darles su acentuación,
laciones hice la promesa que si no quedaba su temperamento?
embarazada, ayunaba. La relación que pu-
do leerse por la coincidencia temporal entre Interrogaciones en las que se hace escuchar las vicisitudes, en la
iniciación sexual y vómitos parecía alcanzar dimensión del ser hablante, donde el amor y el odio constituyen el
verificación. En meses posteriores, sumó el modo al que se aferra todo sujeto para no toparse con lo que no anda.
ayuno a los vómitos, con lo cual la pérdida Tras recorrer algunos obstáculos que hacen a la práctica, vale decir
de peso se instaló sin prisa y sin pausa. El que si alcanzamos contingentemente la posición de analista no es
rechazo a los efectos de la menstruación en sino en función de un discurso que sitúa el lugar de nuestra acción
su cuerpo se escuchaba en dichos tales co- y que este discurso no está ahí sino que se efectúa en el tiempo de
mo: “parezco embarazada”, “tengo pancita”. una enunciación.

ENCUENTROS—13—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

Padres en el análisis
con niños
Lic. C l a ra S a l z

M
e interesa ubicar algunos términos en esa “constela-
ción familiar” como lo nombra Lacan en El mito in-
dividual del neurótico, cadenas significantes, que se
fueron desplegando a lo largo del tratamiento de un niño que
al momento de la consulta tenía 6 años y con un diagnóstico de
Trastorno Generalizado del Desarrollo. Específicamente me refe-
riré a algunas entrevistas con sus padres. Ya habían consultado an-
teriormente a varios especialistas: Neurólogos, Psicólogos etc. En
la primer entrevista se mostraron preocupados ya que el niño: “no
escucha cuando le hablan”, “no responde a las consignas” “está en
su mundo”, “grita y ríe sin sentido”, “en la escuela deambula solo”
–lo encontraron varias veces caminando por una cornisa– y “no
responde frente a los límites”. Estos eran los significantes que lo
representaban en el discurso de sus padres. Durante esta primera
entrevista la madre refiriéndose a su familia tiene un fallido, quie-
re decir “dejar pasar” y dice “saltear”, y se sorprende. El Padre dice
que de su hijo le fascina “su bondad y su quietud” y que “nunca se
enoja”. Los convoco a otra entrevista y pregunto acerca del fallido.
La madre se molesta y enojada dice que como él no contesta, ya
ni lo incluyen ni siquiera para las tareas hogareñas donde los dos
hijos menores colaboran.
En esa “constelación familiar”, formada por relatos, historias
con diferentes versiones, refiriéndose a su hermano la madre
Charles Chaplin. Tapa Encuentros Nº7 lo nombra como “pollerudo”, “pegado” a su propia madre, y
en relación a la familia paterna, el padre la describe como muy
“unida”, cuatro hermanos “nacidos juntitos”. Comienza el trata-
miento del niño. Al poco tiempo sucede un hecho significativo:
al finalizar la sesión la analista olvida de formular al niño un
cambio de horario, ya en la sala de espera y frente a su madre,
dirigiéndose al niño, lo comunica. En esa semana la madre soli-
cita una entrevista. En ella dice que “no puede sacar esa imagen
de su cabeza: la analista hablándole a su hijo”, y pregunta: “¿por
qué yo no puedo”? En sus relatos aparece el niño pegado a su
abuela materna, durmiendo con ella, “así quedó establecido”.
En otra entrevista dirá que lo “entregó” a su madre ya que al ter-
cer mes del nacimiento del niño se entera de su nuevo embarazo
y cae en una depresión. La historia no es el pasado, la historia
—14—ENCUENTROS
es el pasado historizado en el presente porque ha sido vivido en
el pasado” (Lacan, Seminario 1). Hay una historia que lo pre-
existe... A unos años de su tratamiento el niño trae a sesión un
álbum de fotos, de “sus fotos”. Primera hoja: una foto del padre
con su hermano y una poesía que comienza: “tu dicha es mi di-
cha [...] tu alegría es la mía, etc. (poesía escrita por el hermano
al Padre del niño, cuando éste nació) Segunda hoja, “Mi primer
cumpleaños”: una foto del niño con su madre embarazada. Ter-
cera hoja, “Mi segundo cumpleaños”: una foto del bebé (her-
manito)… ¿y el niño? ¿Salteado? En las hojas siguientes, “Mis
Cumpleaños”. Entrecruzamientos significantes que van tejiendo
una trama, el niño “salteado” no sólo de las tareas hogareñas.
En La Familia (1938) Lacan dice: “La familia establece entre
las generaciones (al menos tres), una continuidad psíquica cuya
causalidad es de orden mental” y luego agrega: “La constelación
familiar está formada por el relato de cierto número de rasgos
que especifican la unión de los padres”.

¿Qué busca el analista con estas entrevistas?


Indicios sobre la posición que ocupa el niño en la estructura fa- Las respuestas posibles a este enigma y a
miliar, signos que permitan una aproximación a la ubicación del esta articulación aparecen en su enseñanza
síntoma. Va también al encuentro de una demanda de análisis como ubicaciones del niño, identificacio-
sostenida por los padres y a veces, también por el niño. nes: al falo, al síntoma o al objeto a. Posi-
ciones que engendran consecuencias a ni-
Hay un discurso que preexiste al sujeto: su nombre, lo que an- vel de la estructura: perversión, neurosis o
helan de él, ideales, designios. Esto trae consecuencias. El Otro psicosis. En Dos notas sobre el niño Lacan
marca el cuerpo del niño con su deseo y en ese encuentro-desen- dirá que el síntoma del niño se encuentra
cuentro se van armando los enigmas de lo que desean de él. Cómo en posición de responder a lo que hay de
satisfacer la demanda, será desde entonces la respuesta a buscar, sintomático en la estructura familiar.
respuesta que lleva a evitar la angustia y el desamparo, ¿Qué quie- Si el síntoma es respuesta que puede ser
ren de mí – qué yo quiero? Estas preguntas estructurales se reac- equivalente a la verdad de la pareja fami-
tualizan a lo largo del desarrollo. liar, es necesario que la metáfora pater-
En De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psi- na haya operado, cuando ésta no opera,
cosis Lacan formula lo que denomina metáfora paterna. Incluye “cuando la distancia entre la identifica-
la dimensión enigmática del deseo de la madre con el significante ción con el Ideal del Yo y la parte que
nombre del padre. toma en el deseo de la madre no tiene

ENCUENTROS—15—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
v encuentro de psicoanálisis con niños

mediación (la que asegura la función del separación del decir del niño del decir de cada uno de los padres,
padre) el niño queda expuesto a todas las esto tiene puntos en común y puntos de convergencia, hace al
capturas fantasmáticas. Se convierte en síntoma, a la repetición que es repetición significante (no de
el objeto de su madre y su única función conductas ni de roles), es siempre equívoco. Si hay un texto se
es entonces revelar la verdad de ese obje- tratará que se hagan textos diferentes. No es sin consecuencias.
to, ser algo para alguien. La biografía de Cualquier modificación en relación con la posición del niño du-
un niño lejos está de ser considerada por rante el análisis pone a los padres, a veces, en situación de pre-
su anamnesis sino como se ha presenta- guntarse acerca de su implicancia, otras de querer ser escuchados
do el deseo hacia él de cada uno de sus demandar para ellos un análisis y otras resistir a que continúe.
padres y como dirá Freud en Esquemas Sea como fuere en el momento adecuado un analista no vacila
del Psicoanálisis, no se trata de los padres en interpretar, sugerir, prohibir, lo que crea conveniente para el
reales, sino de lo que los ha marcado a caso y la cura. Dependerá del caso por caso.
ellos, es decir de la propia historia edípi-
ca. Considero entonces que es un hecho Hablamos de funciones, no de personas. Es decir, hablamos de
de estructura, precisar, ubicar el lugar lugares que tienen leyes, combinaciones restricciones y las per-
del niño en el fantasma de cada uno de sonas, las instituciones que aparecen a lo largo del tiempo van
ellos. Y es necesario, además situar como encarnando, representando esas funciones de legalidad. Habla-
el niño responde. Esto implica escuchar mos de deseos: ese es el camino por el cual intentamos escuchar,
a los padres. armar, anudar y desanudar discursos.
¿Cómo? En el recorte clínico que presenté por los significantes “pegado”
Se trata de un discurso, se trata de la unido” ”salteado”, el análisis posibilitó al niño otra versión.

—16—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros

Encuentro,“Encuentros”

H ace muchos años, estando en una institución hospitalaria encontré “Encuentros” en


la sala de reunión de los psicólogos. Poco tiempo después y a raíz de las actividades
en ese lugar, quise empezar a formarme en la temática de “familia” y una colega que es-
taba terminando de cursar en la Escuela Sistémica me habló de la formación que se daba
en el Colegio. Así, encontré el Colegio como un lugar lleno de afiches promocionando
cursos, jornadas, seminarios...
Con el tiempo el encuentro fue más que un encuentro... fue empezar a incursionar en la
vida institucional del colegio, invitada a colaborar y a participar. De esos momentos ini-
ciales viene a mi memoria una reunión del Consejo Directivo, donde el tema era que la
revista “Encuentros” tenía su N° en el Registro de Propiedad Intelectual.
Logro en ese momento: ya tenía un nombre propio inscripto.
Tenía un nombre y tenía un lema: “Se hace camino al andar”.
Es difícil no ser redundante con una producción conocida por todos nosotros, que nos
llega año a año con el trabajo de los colegas, los que exponen en las jornadas del Cole-
gio, los jóvenes que elaboran sus primeros trabajos, los que la eligen para difundir sus
actividades y experiencias.
El colegio y su revista han hecho camino al andar, creciendo, creando cosas nuevas sin
romper precedentes, renovándose, ampliándose, multiplicándose, en fin, prodigando los
verbos de la vida.
Han cambiado muchas cosas en veinte años.
La conexión reemplaza a la comunicación, la imagen es sobrevalorada al igual que los
atajos del camino. Son momentos de cambios vertiginosos. Hace 20 años deletreábamos
por teléfono el apellido de un panelista, ahora “corto y pego” es más fácil y con menos
posibilidad de error. No es una añoranza, no es saludable resistir el cambio, quedarse en
el pasado conocido. Sólo pienso en las cosas que deberían perdurar. ¿Cuáles? el registro
y la transmisión, para que el camino de los nuevos sea profundizar, ampliar, corregir y
renovar los caminos ya transitados y sembrados. Entre los caminos está “Encuentros”.
Algo del orden de nuestra identidad como psicólogos, algo del eje que desde nuestros ini-
cios marcó nuestro rumbo profesional: el conocimiento, la búsqueda constante de saber,
conocer, preguntar, interrogar y transmitir... debería quedar registrado. Porque tenemos el
deber de transmitir el conocimiento para que el camino continúe, en el encuentro vigente
de hoy como ayer, abriendo sendas, dejando huellas... y con suerte... estelas en la mar.

Lic. María de las Nieves Ruiz


Presidenta d e l C o n s e j o D i re c t i vo - D i s t r i t o X V

ENCUENTROS—17—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

Angustia y
Subjetividad, hoy
R i c a rd o Díaz Romero

El presente trabajo de Ricardo


Díaz Romero y los dos que siguen
de Carlos Horacio Bembibre y
Ricardo Mauro, son las ponencias
del Panel Central de las XVIII “Il est assez frappant qu´une dimension qui se fait sentir comme celle
Jornadas Psicoanalíticas de d´Autre-chose dans tant d´ expériences que les hommes vivent [...]:
le désir, l´ennui, la claustration, la révolte, la prière, la veille..., la
Presentaciones Clínicas “Angustia panique en fin sont là pour nous témoigner de la dimension de cet
y Subjetividad Hoy” realizadas el Ailleurs,...”
25 de septimbre de 2010. J. Lacan1

1. Mi propósito, en este trabajo con us- Para estos fines voy a introducir tres términos: hoy, angustia y
tedes, es el de plantearnos si esta frase del subjetividad. E intentaremos abrirlos uno a uno, para dar un con-
epígrafe tiene vigencia hoy o no. texto a las propuestas mencionadas.
2. En segundo lugar contarles cómo es que
encuentro –en mi práctica– el modo
Comienzo por “hoy”. Un “hoy” en sus resonancias en un con-
bajo el que se hace presente HOY ese
sultorio de psicoanálisis.
AILLEURS –ese OTRO LUGAR men-
cionado por Lacan, o esa OTRA ESCE- Y sobre este “hoy” propongo considerar dos vertientes:
NA, como le llamara Freud–, y cuáles se- 1. La primera vertiente es aquella de la cual se habla bastante más
rían los recursos de los que nos valemos a menudo, y que sería subsidiaria de un planteo basado en la co-
para escuchar esos modos. nocida frase de Nietzsche : “Dios ha muerto”, pero, en una versión
3. Y en tercer lugar, plantearnos la pregun- aggiornata que habla de “una declinación de la función paterna”,
ta acerca de la posibilidad de hacer, con los lo que equivaldría a decir que habría muerto una función que, en
recursos de la actualidad, un discurso pasi- la fenomenología, se presentaría como: fuente de significancia, de
ble de ser puesto a trabajar en el dispositi- respuestas, fuente y garantía de sentido, de valores, creada por el
vo del método freudiano. hombre, es decir Dios, eso habría muerto.
El Jardín de las delicias, Jheronimus Bosch (El Bosco). Tapa Encuentros Nº 8

—18—ENCUENTROS
ENCUENTROS—19—
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xviii jornadas psicoanalíticas

b. angustia: como eso que sitúa el instante subjetivo como un


efecto ante algo –como escribe la ecuación freudiana: Angts vor
Etwas: angustia ante algo.
Entonces el Hombre habría creado a Dios del mismo modo que
el fóbico crea constantemente ese variado batiburrillo de sus ob-
jetos para situar ante ese Ailleurs. Pero por supuesto que con otros
efectos que los una fobia, ya que entre otras cosas lo creó con se-
mejanza y atributos.
2. Pero está, también, una segunda vertiente menos atendida, y
que es a ella a la que quisiera referirme para definir este “HOY”,
y en relación con la angustia y con las problemáticas de la subje-
tividad. Insistiendo siempre en subrayar que esto es en el marco
de una instancia que agrupa a quienes se ocupan de formalizar lo
que escuchan en sus consultorios.
Pues bien: Esa otra vertiente del “hoy” podría ser lo que resulte de
la frase siguiente: “El Hombre ha muerto”.
Con esta frase propongo decir que, en eso que fuera creado, no ya
para dar un “soporte” –soporte en el sentido de las artes visuales–
al Quantum, al Ailleurs, sino, que en este caso sería un intento
de contar con una referencia estable para sí, una “metáfora per-
manente”2 –como la llamara Lacan– ante la evanescente fuga-
cidad de ese efecto que se hace presente en los avatares de un
El hombre que, desamparado, apelara en psicoanálisis, y que llamamos sujeto y subjetividad.
su momento a la creación de Dios, no Pues bien, en eso creado para contar con una referencia de sí, en
cree ya en eso que habría creado procu- eso ya no se cree más.
rando –si puedo decirlo así– que Etwas
Reitero que esta vertiente de “HOY” se caracterizaría como un
fuera un Ser.
tiempo en el cual ese infatigable creador sin domingos, ya no cree
Cuando digo Etwas, que es lo que en en su creación: el Hombre.
nuestra lengua traducimos como “algo”,
Como consecuencia, eso que hemos aprendido a formalizar como
me estoy refiriendo a eso que, como nos
lo Real –es decir: “lo que no cesa de no inscribirse”, “lo que siem-
instruyen los diccionarios, tiene: la pre-
pre retorna”, “lo que nunca anda bien”– eso viene a hacerse pre-
sencia suficiente como para angustiarnos,
sente en su insistencia, sin inscripción, sin predicados, en el lugar
pero no tiene imagen, forma ni predicacio-
donde reinaba la creación llamada “Hombre”…y que continuaba
nes: es “algo”.
reinando incluso aún cuando, allí, hubiese dejado de creer en esa
El hombre, su creador, no cree ya en eso otra creación que era Dios.
que habría creado para que Etwas sea un
Ha dejado de creer en su Hombre creado.
Ser a su imagen y semejanza, y que además
sabría, dirigiría, juzgaría, metería miedo… a. Ya sea cuando a ese lugar de su creación vino el novedoso verdugo
pero que no angustia; al menos si habla- de la Shoa. [La frase siguiente solo consta para recordarla y retomar-
mos en los términos de la diferencia que la en otra ocasión de estas búsquedas. Tiene demasiada actualidad
propuso Freud entre: aún: o vino el de la horrible domesticidad de la frase “hagan tan ho-
rrible como para que no se pueda creer”, del Proceso, en Argentina.]
a. miedo: como la palabra que nombra
al temor ante un objeto determinado con b. O cuando en el lugar de su creación se hicieran presente los
forma o imagen o atributos ; y residuos industrializados de las víctimas, o la licuefacción atómica
—20—ENCUENTROS
de Hiroshima [Idem: o el limbo actual que ha logrado crear la
palabra “Desaparecidos”].
c. O cuando al lugar de su creación vino el vano intento de inscri-
bir un algo de eso Real con frases como: “Segunda Guerra Mun-
dial”, o “50 millones de muertos”, que como se darán cuenta, no
acceden a significar ese Real.

¿Puede, entonces, causarnos sorpresa que en este “HOY” la


estructura necesite valerse de la vertiente de los recursos ima-
ginarios y de los recursos del campo escópico, otorgándoles la
prioridad que caracteriza a la actualidad?
Una notoria prioridad a la imagen, a la pantalla en toda la gama
de sus variedades: Una imaginaria posesión de “chiches”, el cine,
el video, la vorágine del video clip, los jueguitos, los mensajitos
y agreguen a la lista todo aquello que intenta consistir “barroca-
mente”, si me permiten decirlo así.
Una notoria prioridad de los recursos imaginarios y de la frecuen-
tación del circuito pulsional escópico ante la falla, la grieta, la
ineficacia mostrada por lo simbólico ante un Quantum que arra-
sara las construcciones que referenciaban y daban “soporte” a un
supuesto de subjetividad estable. “Pensaba en esa maquinaria
y en las víctimas de ese gigantesco infierno y me decía que todo
Digo esto por haber encontrado que muy a
el sentido del mundo se había hecho humo con ellos”3, escribía
menudo –en nombre del psicoanálisis– se
Boualem Samsal aludiendo a los hornos.
utiliza “sujeto” y “subjetividad” en el sen-
¿Puede extrañarnos que se haya apelado, regresivamente, a las tido de “La teoría del sujeto” de Alain Ba-
imágenes en tanto lo único que se daba a ver en los silencios diou4, a pesar de que ese mismo autor ha
–el peor silencio, el silencio obligado, aquel de cuando no es dicho literalmente, que “es preciso mante-
el silencio aquél de lo que se calla, sino el silencio aquel de ner separados psicoanálisis y política”5, ca-
cuando no hay palabras, aquel de los paseos de la filmadora da uno con su teoría del sujeto.
de Hiroshima mon amour, único recurso ante lo que nos deja- Y eso es lógicamente cierto ya que el suje-
ra– como en esa temporalidad supuesta por Lacan en el recién to del psicoanálisis, el de Lacan –a partir
nacido : inefables y estúpidos, es decir: sin las palabras y solo del Seminario de La Identificación–, es lo
con el estupor? que designa:
Es cierto que los calendarios dirían que eso no es hoy, que eso fue a. a ese evanescente efecto que un signifi-
ayer, hace más de medio siglo ; pero si somos fieles a la letra de Freud, cante representa para otro significante.
esto es hoy en la extraña temporalidad del inconciente. El trueno
b. o ese evanescente efecto del corte que
y el rayo necesitan un tiempo para llegar a nosotros, decía Nietzsche,
produce al objeto6.
y Einstein nos sorprendió al decirnos que el momento en el que ve-
mos amanecer eso ya ha acontecido hace rato. c. o al evanescente efecto de Angs vor Etwas,
ya mencionado.
Algunas palabras también en relación al término SUBJETIVI-
DAD. Es preciso que nos detengamos para preguntarnos cuál es d. Ese evanescente efecto que habría hecho
nuestra posición –en nuestra práctica– respecto a la subjetividad preciso crear al Hombre, ese Hombre en el
y su temporalidad. que no se cree más.

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j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

Encuentro que habría una lógica que puede ¿Sabremos, los psicoanalistas, estar a la altura de la tarea de escuchar
explicar esa frecuente apelación a otra teoría cada especie de “nombre-del-padre” –por extraño o impensable que
del sujeto: y es que fuera de la transferencia él fuera– creado por el trabajo del inconciente, en cada análisis y
sería muy difícil soportar la extraña evanes- que soporte una creencia en él por parte de quien lo creó? ¿Podre-
cencia, y La teoría del sujeto de Badiou ofrece mos sancionar como existente a ese efecto sujeto de la evanescencia
una estabilidad y una referencia. de un brillo o de una voz? ¿Podremos transmitirlo al hacer una
clínica de nuestra práctica? O al menos, ¿sabremos sancionar co-
Este “hoy” sería, en esta perspectiva:
mo un intento, a cada uno de esos fracasos de los que, a veces,
a. el desesperado intento de crear un soporte somos testigos?
estructural para que ese Real –que no cesa de
En este sentido, la angustia HOY, como en otros
no inscribirse– encuentre un circuito donde
momentos, está allí, y no miente, indi-
hacerse presente una y otra vez.
cando y sosteniendo el instante de
b. Y en ese intento se transita ese modo en el que el efecto su-
por una pregnancia y un pre- jeto se realiza, tan inaprehen-
dominio de lo imaginario sible y opresivo como sea.
del cuerpo, de la super-
Sin embargo encuen-
ficie del cuerpo, de la
tro una diferencia da-
apariencia, del privile-
da por el hecho de
gio de la imagen y de
que HOY sabemos
las imágenes, como
que participan, y
en el bombardeo de
no imaginariamen-
los videoclips, con el
te (aunque no lejos
“soporte” de las pan-
de esa esfera), como
tallas, con las “redes
“Objecto quase” , co-
sociales” o,
mo objeto ´a´, la voz y
c. con los “quitapenas” la mirada, permitiéndo-
(para citar nuevamente a nos – a veces - leer de otro
Freud) o, modo una ecuación que ya
d. escandalizando a padres y no sería siempre: Angs vor Et-
maestros con decires y escrituras he- was, sino también goce ante ‘a’,
chos con las hilachas del lenguaje –en un por extraño que sea.
extremo al que no lograron llegar los surrea- Está por saberse si estaremos a la altura, es decir si podremos se-
listas, los dada y otros que en ningún mo- guir a nuestros analizantes en estas extrañas creaciones… dentro
mento dejaron de apelar a lo simbólico, de del método freudiano.
esperar de lo simbólico.
Al menos, esto es a lo que apuesto.-
Ahora bien, lo más interesante es que hoy
podamos interrogarnos para saber si, en
nuestros consultorios, sería posible hacer n o ta s
1. “Es sorprendente que una dimensión que se hace sentir como la de Otra-cosa en tan-
con esto, que es lo que hay y de lo que so- tas experiencias que viven los hombres: [...] el deseo, el hastío, el enclaustramiento, la
mos privilegiados testigos; si sería posible rebeldía, la oración, la vigilia..., el pánico, en fin, están ahí para darnos testimonio de la
hacer con esto algo así como un “discurso” dimensión de ese Otro lugar,...”
LACAN, Jacques: “Du traitement possible de la psychose - Écrits”. Seuil, Paris, 1966. p. 547.
tal, que fuera pasible de ser puesto a traba- 2. LACAN, Jacques: Seminario IX, La identificación. 15/11/1961.
jar en el dispositivo que se constituye con el 3. SANSAL, Boualem: “Le village de l’allemand ou le Journal des frères Schiller – Ga-
método freudiano. Porque es con esto que llimard”. Paris, 2008. p. 156.
4. BADIOU, Alain: “Teoría del sujeto”. Ed. Prometeo.
tenemos que trabajar; esto es lo que hay... 5. BADIOU, Alain: Entrevista de Página 12 en su visita a Argentina.
más allá de lo que nos gustaría que haya. 6. LACAN, Jacques: Seminario “Problemas cruciales para el psicoanálisis”.

—22—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros

Veinte años de Encuentros.


Se hace camino al andar

R eviso mi colección de Encuentros cuando la infa-


El ramo perfecto, René Magritte. Tapa Encuentros Nº 10

tigable Tatiana Reitman me pide que escriba una


página para conmemorar los veinte años de la revista.
¿Qué es para mí ENCUENTROS? Desde México veo que
es “su” revista pero que también es “nuestra” revista,
la de todos los que nos colocamos bajo la invocación
del psicoanálisis como proyecto de la cultura para en-
tender y así llegar a soportar en la medida de lo posi-
ble nuestro propio malestar en ella.
Cada una de las entregas es un despliegue insólito de
cuidado e inspiración, de atención a los mínimos deta-
lles, de recolección de valiosos textos, de redacción de
notas editoriales de presentación, de búsqueda de las
imágenes más adecuadas para cada edición, todo ello
para comunicarse con los colegas de San Isidro, de la
provincia de Buenos Aires, de la Argentina y de la comunidad de analistas en la diáspora.
Sé de las dificultades que ella ha tenido que enfrentar y de los retos que superó. Pienso
en lo que significó mantener los ENCUENTROS después de las diferentes crisis econó-
micas, políticas y sociales del país y sé que lo hizo insistiendo con su deseo, allegando
voluntades solidarias y superando a veces murallas de indiferencia y desidia.
Tatiana ha encontrado su vocación por el camino de Freud y, por otra parte, ha desple-
gado el mismo talento que asoma en sus viñetas clínicas para producir y propagar con
imaginación desbordante la ligazón de los textos psicoanalíticos con los literarios y con
las más bellas imágenes de la pintura occidental.
En mi biblioteca encuentro el número más antiguo que poseo, uno del cuarto año de la
publicación, es decir, de 1995. En él redescubro la asombrosa portada con la litografía de
Magritte en la que un señor de saco y bombín visto de espaldas, el de siempre, lleva cua-
jada a la primavera de Botticelli en el dorso.
Se me ocurre entonces que el ramillete de mis números de ENCUENTROS es, justamente,
un BOUQUET TOUT FAIT como el inventado por Magritte y que soy yo quien camina por
el bosque del inconsciente animado por la imagen de la jardinera primaveral. Camino, sí,
pero no invento la senda, voy por el camino que Tatiana Reitman ha hecho al andar. Me
congratulo por haber contribuido en mínima parte a su obra y me comprometo a seguir
apoyando este esfuerzo ejemplar.

D r . N é sto r B r au n ste i n

ENCUENTROS—23—
—24—ENCUENTROS
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

Angustia
y pasaje al acto
Lic. Carlos Horacio Bembibre

E
l 9 de enero de 1963 devino en ese enigmático objeto allí donde la falta viene a faltar, expande la
una fecha clave de la historia del noción y el alcance de la angustia, más allá del campo de las neu-
psicoanálisis. En esa fecha y en el rosis al que nos tenía acostumbrados el post-freudismo.
marco de su Seminario, Lacan hizo público
La angustia también tiene su alcance a partir de allí, en el origen
formalmente lo que más tarde y en reitera-
de experiencias periféricas, como clínicamente se constata en el
das ocasiones llamaría “mi único invento”.
terreno de las perversiones y aún de las psicosis.
Luego de realizar un corte no trivial sobre la
De esa traducción subjetiva del objeto a que se verifica en los
inmersión en el espacio tridimensional del
tiempos de angustia, me interesa detenerme en uno de los posibles
Plano Proyectivo que había dado por resul-
efectos que desencadena la angustia en su intento de resolución.
tado la esfera provista de cross-cap, hizo cir-
cular entre el auditorio, el disco que el corte El Seminario X al que me refiero, se inaugura con un desbarata-
produjo, dejando por otro lado una Banda miento de la tríada freudiana de Inhibición, Síntoma y Angustia
de Moebius, efecto también de ese corte. presentada en su origen como una serie de conceptos homogéneos.
La circulación de ese objeto no se limitó só- Al no permitir más que funcionen en el mismo nivel, Lacan los
lo a un puro movimiento mostrativo, sino presenta en una suerte de configuración matricial de 3x3 dimen-
que acompañó ese gesto de ofrecimiento, siones, en principio como un cuadro de doble entrada determi-
diciendo: “He aquí esta parte residual. La nado por los ejes de Dificultad y Movimiento, lo que implica no
he construido para ustedes; la hago circu- sólo la puesta en evidencia de la diferente estructura de esos tres
lar. Tiene su pequeño interés porque, per- términos freudianos, sino también la explicitación de la diferencia
mítanme que se los diga, esto es el a. Se los contextual que el entorno precipita en cada uno de ellos.
doy como una hostia porque luego se servi- De esta manera, la angustia como elemento [3,3] de la matriz,
rán de él. El a minúscula está hecho así” 1. o sea en la tercera fila y tercera columna, ubicada en el campo
Que la presentación de su invento se ha- del máximo embarazo y la máxima turbación, queda enmarcada,
ya producido en el contexto del seminario acorralada por tres conceptos que entiendo como vías posibles de
dedicado a la angustia, no es algo fortuito; su resolución.
obedeció a una rigurosa lógica, en tanto el Tal como nos enseñó Freud (y vale la pena recordar al pequeño
objeto a, por su estatuto, función y alcan- Hans y sus peripecias ante la potencia fobígena del caballo) el sín-
ce, no es ni transliterable ni transcribible, toma se revela como el operador resolutivo princeps de la angus-
sino sólo traducible. Y precisamente, la an- tia; el síntoma como salvador de la angustia.
gustia es su única traducción subjetiva.
Pero otras dos vías resolutivas quedan habilitadas a partir de la
Pero ese Seminario que dará un giro impor- puesta en juego del emplazamiento matricial de la angustia que
tante a la práctica analítica, al mismo tiem- Lacan presenta: el acting-out y el pasaje al acto. Dos vías resoluti-
po en que sitúa la angustia como afecto que vas del apremio de la angustia en tanto traducción subjetiva del
se desencadena ante la presentificación de objeto a.
Yo y la aldea, Marc Chagall. Tapa Encuentros Nº 9 ENCUENTROS—25—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

Me interesa detenerme hoy en la lógica del pasaje al acto, que casi


inercialmente evoca en nosotros el conocido y ambiguo pasaje al
acto de la llamada “joven homosexual” o el caso extremo del pa-
saje al acto logrado que constituye el suicidio. Evocaciones que no
siempre nos ayudan a delimitar y precisar esa lógica dentro de sus
manifestaciones clínicas.
Situemos, entonces, como primer acercamiento al problema del
pasaje al acto, sus coordenadas específicas, las que le confieren un
entorno diferencial con el síntoma y el acting-out, insisto en esto,
en tanto vías posibles donde la angustia puede dirimirse.
Como elemento [2,3] (segunda fila, tercera columna) de la suerte
de matriz que Lacan nos presenta, está determinado por los com-
ponentes de la mayor dificultad concerniente al embarazo con el
añadido de la emoción. En esa conjunción, un dejarse caer de la
escena marca la identificación con el objeto en cuestión. Estos
elementos, pero sobre todo la acentuación de caída de escena, lo
separa del acting-out y lo opone a él.
Ahora bien; las formulaciones de Lacan sobre el estatuto y valor del
acto, fundamentalmente a partir de su Seminario XV “El acto psi-
coanalítico”, acarrean consecuencias que afectan la noción misma
de pasaje al acto, tal como la había presentado cinco años antes.
En primer lugar, la puesta en evidencia del correlato significante
del acto, se hace extensiva a la lógica del pasaje al acto. Él porta con el valor propio de un acto, no alcanza
un mensaje cifrado, una cara significante insoslayable que ya ha- por oposición a plantear la diferencia con
bía sido advertida por Freud en la nota al pie donde da cuenta del el pasaje al acto, que clínicamente conoce-
niederkommen, (caer = parir) de su joven paciente en su intento mos, en términos de negación del atributo.
de suicidio. No se trata de pasaje al acto en tanto no
También, al igual que el acto, implica un acontecimiento que aca- advertido, sino en tanto advertidor. Hay
rrea consecuencias a la par de que en su tiempo de realización, en una direccionalidad en la advertencia que
su puesta en ejecución, registra la ausencia del sujeto. pulsa a un hacer saber algo a alguien.

Esta extensión de las características del acto al campo del pasaje al Muy tempranamente Lacan señaló este ca-
acto, no borra el matiz diferencial que mantiene con el síntoma, rácter advertidor del pasaje al acto, cuando
aún cuando un factor en común los propicie, como es la angustia; en su tesis de 1932, en referencia al aten-
no lo engloba ni lo homologa al síntoma. tado perpetrado con aquella que llamó Ai-
mée, es decir Marguerite Anzieu, hacia la
No se trata de un texto opaco que se ofrece al desciframiento del actriz Huguette ex-Duflos acentuó el ma-
analista y que se amasa con un saber no sabido. El pasaje al acto, a tiz de “valor demostrativo”, el “valor de ad-
diferencia del síntoma, no entraña una pregunta, sino que plantea vertencia” que el atentado conllevaba.
una respuesta plena a una pregunta desconocida e informulada.
En ese sentido, no se trata de un saber que no se sabe como motor Tenemos entonces un pasaje al acto que bo-
de una pregunta que busca responderse, sino de un hacer saber rra al sujeto y lo deja caer de la escena, más
algo a alguien, manteniendo el valor de ese alguien, como una un texto que cifrado conlleva una adverten-
incógnita a despejar en la singularidad del caso. cia que pulsa hacer saber algo a alguien.

En ese sentido, cuando Lacan plantea en el Seminario XV el pasaje Pero si el acto está en la lectura del acto,
de analizante a analista en términos de un pasaje al acto advertido, si el acto no es sin inscripción, ¿quién lee,

—26—ENCUENTROS
quién acoge e inscribe ese texto que el su- Discordancia entre lo leído y la producción de lo legible.
jeto no reconoce como propio?
Lo digo de otro modo y recurriendo a un pasaje al acto mucho más
No puedo dejar de evocar, en este punto cercano a nosotros.
y para acercarme a estas preguntas sin dar
¿El niederkommen que leyó Freud, acaso tuvo algún alcance subje-
un salto al vacío, como apoyatura posible,
tivo en su joven paciente? Que lo haya aceptado con los signos de
el pasaje al acto producido por Christine y
interés con los que una señora de sociedad mira piezas de museo,
Léa Papin el 2 de febrero de 1932 en Les
como el mismo Freud nos señala acerca de las repercusiones de
Mans, con el doble asesinato de sus patro-
sus intervenciones ante la joven, no da cuenta de que una verdad
nas. Un pasaje al acto silente, un pasaje al
la alcanzó.
acto que subsumió toda la locura, hasta ese
momento insinuada, perfilada pero desoí- Es que el correlato significante del pasaje al acto más que un decir,
da por las que habrían de ser sus víctimas. es un hacer decir y a otros. En ese sentido, todo pasaje al acto tiene
un público a quien a medias se dirige; llámese la cocotte o el padre
Al parco “¡Buena la hicimos!” formulado
en la joven homosexual, toda una ciudad francesa enardecida co-
por Christine y que coronó el tiempo de
mo en el caso Papin, o el cholulaje francés admirador de Huguette
perplejidad ante la carnicería perpetrada
ex-Duflos, actriz mimada del momento. El pasaje al acto da
de las jóvenes, un tendal de textos plagados
que hablar, ¿pero a quién?
de los adjetivos calificativos más elocuen-
tes, surgió en la primera versión del caso: Si validamos la estrecha articulación entre pasaje al acto
la versión periodística. Versión que exacer- y público, vale la pena precisar la función del público
bó al público que pedía la pena capital, que en el pasaje al acto, porque al igual que la función
hasta produjo canciones populares en torno del público en el chiste, el público en el pasaje al
a las muchachas, que consternó a todo pa- acto forma parte de su realización acabada en el
trón que tuviera a cargo servicio doméstico, tiempo de la lectura del pasaje al acto mismo.
que incidió en el establecimiento de nuevas Digo, entonces, que si el pasaje al acto conmina
leyes en torno a las empleadas domésticas, a un público, si la función del público es in-
que impactó en el surrealismo y hasta la herente a él, conviene despejar su estatuto.
dramaturgia, de la mano de Jean Genet. Es hora entonces de que nos dirijamos a
La construcción de la figura de dos mons- ese alguien al que algo se hace saber y
truosas asesinas, se apoyó en una lectura de que llamé inicialmente incógnita a
algo que ofrecido como texto, constituyó despejar.
el correlato significante del acto: la emas- El término latino “publicus”, que
culación de las órbitas oculares de las víc- da en nuestra lengua una única
timas, leído como “arrancar los ojos”, dio posibilidad de derivación
pie a lo que Lacan llamó “la metáfora más en tanto “público”, re-
sobada del odio”. conoce en la lengua
Esa lectura precipitó toda una serie de ad- alemana dos varian-
moniciones, de afán de castigo ejemplar, tes posibles que ha
como también de paradigma de la lucha puesto en jaque
de clases. a los traducto-
res de Freud:
Una y otra vez fiscales, jueces de instruc-
“Publikum” y
ción y comisarios intervinientes luchaban
“Öffentlichkeit”.
para que confesaran su odio, cosa que no
El “Publikum”
encontró respuesta en las jóvenes, quienes
es el público
alegaban con convicción que jamás habían
convocado o
odiado a sus patronas.

ENCUENTROS—27—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

autoconvocado, el público escogido. El “Öffentlichkeit” es el gran


público, el público anónimo, general.
Toda referencia al público en la correspondencia de Freud a Fliess,
aparece en términos de Publikum. Así lo nombra Freud a su amigo,
“mi único Publikum”, “esperemos [...] que me dejes continuar a
considerarte como Publikum benévolo”, “Sin Publikum del todo,
no puedo escribir”.
Toda su producción, todos sus escritos que toman a Fliess como
confidente y destinatario, ubican con precisión esa función que
Fliess no siempre pudo sostener. Al punto en que cuando el vín-
culo se quiebra, Freud retira de la imprenta el texto que luego co-
noceríamos como “Análisis fragmentario de una histeria”.
En ese sentido, uno podría decir que no sólo la producción freu-
diana inicial no fue sin Fliess en su soporte de la función Pu-
blikum, sino también que no habría sido si no hubiera habido un
Fliess en posición de Publikum, término con el que Freud llama
también a la tercera persona del chiste verde, con lo cual, vale la
pena recordar que la sanción de esa persona forma parte del mis-
mo chiste, sin la cual no podría haberse realizado como tal.
¿Por qué ante el alejamiento de Fliess, retira de la imprenta su
texto? En principio, un texto impreso sin Publikum, vira al gran
público, un público anónimo, al Öffentlichkeit y sin Fliess como
apoyatura, Freud no se anima a dar, a franquear ese salto. Sólo un feroz hermetismo que culmina con la
sorteará y pondrá fin a sus vacilaciones con un acto, el acto de pu- imputación del trágico episodio a la acción
blicar aún cuando ese acto deje como resto caído a Fliess. de los vecinos, configurandos en un claro
objeto perseguidor.
Recuerdo estos avatares entre los públicos que la lengua alemana
permite distinguir, porque creo que su especificidad es importan- Creo entender entonces, que el pasaje al
te a la hora de despejar el estatuto del público en lo que del pasaje público, a ese público masivo, anónimo,
al acto se hace público. general, viene al lugar de un Publikum que
no fue, de un público que no pudo hacer-
Si tomamos el discutible pasaje al acto de la “joven homosexual”, se. Advierte con la ferocidad de un rugido,
el de las hermanas Papin o incluso el de Marguerite Anzieu, es fá- lo que no habrá sido una palabra formula-
cil constatar que el que lee ese pasaje al acto, el que lo acoge como ble. La caída de la escena y el remolino en-
tal y lo sanciona es el público en tanto Öffentlichkeit. sordecedor que lo acompaña alcanza, toca,
Y sin embargo, si sostenemos el valor advertidor del pasaje al acto, hiende atrozmente en el Otro la barradura
no es a ese público al que se dirige. que no fue.
A partir del intento de suicidio, la dama empieza a tomar en serio
el amor de la joven y el padre intenta hacer algo más que lanzar
miradas furiosas: la lleva a la consulta de Freud.
A partir de la encarcelación de Christine y Léa, Clémence, la ma-
dre eclosiona en su delirio centrado en el robo de hijos por parte
de los católicos.
n o ta s
A partir de la toma de conocimiento del intento de Marguerite, 1. LACAN, Jacques: Seminario X “La Angustia”. Sesión
cuando se hizo público, Jeanne Pantaine, su madre en encierra en del 9de enero de 1963.

—28—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros

Encuentros cumple 20 años.


Un acontecimiento
digno de festejo

S í, se trata de un festejo, ya que la concreción de esta publicación, sos-


tenida en forma ininterrumpida a lo largo de 20 años, más allá de los
avatares institucionales, da cuenta de una apuesta decidida de todos los
que de un modo u otro, hemos contribuido ya sea con aportes o con el
trabajo de dirección y de edición .
Siguiendo el lema de nuestra revista “Se hace camino al andar…”, Encuen-
tros fue haciendo marca en la historia de nuestro Colegio, cuya caracte-
rística fue el pluralismo, dando lugar a la publicación de trabajos desde
diferentes posiciones y corrientes teóricas que dan cuenta de nuestro que-
hacer, alcanzando un nivel y una difusión sorprendente.
Recuerdo sus inicios con la publicación de su primer número en setiembre
de l992, a escasos cinco años de la creación del Colegio y en plena etapa
fundacional. Es allí que “Encuentros” se constituye como un espacio que
se ofrece no solo como medio informativo sino también como una invi-
tación a los colegas a participar de ésta con sus escritos, haciendo posi-
ble la anhelada publicación que hoy hemos logrado en que colaborado-
res desde diferentes ámbitos y a través de diferentes temas que hacen al
malestar en la cultura entre otros, hicieron y hacen del contenido de esta
revista, la transmisión de una praxis desde la singularidad de cada autor.
Celebremos entonces este logro, como tantos otros que hacen a nuestra
historia a partir de la Ley 10.306 y que hoy se plasma a través de sus trein-
ta y dos ediciones, parte de un acontecer institucional que da testimonio
de un camino recorrido a través de los escritos que dan a leer sus páginas.

Lic. Isabel Baccino


Comité de lectura

ENCUENTROS—29—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

Angustia y
subjetividad hoy
Lic. R i c a rd o M a u ro

L
a temporalidad que el título propone se torna inquietan- corre el riesgo de su aplastamiento y deja
te por la interrogación que deja trascender. No es posible al sujeto bajo la servidumbre de la cien-
hacer equivaler lo actual y lo contemporáneo con el “hoy” cia. En la vecindad extraterritorial con el
aunque no dejan de incluirse, intersectarse o excluirse. Nos encon- discurso avanzado de la psiquiatría, en los
tramos en la encrucijada de lo que retorna bajo el asombro y el en- espacios públicos, el analista no debiera,
tusiasmo de la tecnología que recubre la falta imaginaria, de modo aunque la expresión suene un poco moral,
que la angustia se encuentra amenazada de perder su lugar, es decir, retroceder ante el terreno indiscriminado
cuando prolifera el dispositivo por el cual cede su potencial en tan- que los efectos del contexto social anidan
to experiencia del deseo. La curiosidad es que la reivindicación del en el sujeto. Contexto entendido aquí co-
pragmatismo se pone al servicio de sellar con respuestas que no solo mo una de las cifras de la enunciación.
promueven su rápida caducidad sino que, al mismo tiempo, exclu- Si no estamos al corriente de ello, no se-
yen toda reflexión, es decir, un tiempo de espera. remos más que cómplices de quienes su-
Al abrir el Seminario sobre La Angustia, Lacan formulaba una ponen una vida sin angustia. Nada más
interpelación a los analistas en la ficción de la voz del filósofo “¿es- horroroso que el ofrecimiento de una exis-
tarán los analistas a la altura de lo que hacemos con la angustia?” tencia sin malestar.
De este modo situaba la dimensión ética de la responsabilidad Esto no es un problema ajeno, no es la
que le cabe al analista en cuanto a su acción. Una de las líneas de ciencia, y podríamos agregar la filosofía
elaboración teórica que adquiere el tránsito por el seminario, es el y la religión, es un problema propio. ¿Es
intento de dar respuesta a ese interrogante. Por lo tanto, no está preciso un saber hacer con la angustia si
comprometida la ética solamente, sino que se trata de una posi- lo ubicamos al inicio, para que en su de-
ción política. La angustia, como experiencia de ese vacío que el venir alcance un saber hacer con el sínto-
objeto levanta en el campo del Otro, nos recuerda que, en tanto ma? ¿Sabemos los psicoanalistas qué hacer
causa, el deseo del analista es el operador por el cual sitúa que el con la angustia cuando para las múltiples
analista está implicado menos como sujeto que como agente. formas de su presentación, hay prolifera-
ción de remedios? La desimplicación, la
Por eso, estimo que, el interrogante que en esta ocasión nos sale
insatisfacción y sus derivaciones congela-
al encuentro, pretende ubicar cuál es la vigencia de la angustia en
das, el aburrimiento y el tedio, el cuerpo
el horizonte social de una época cuyo imperativo de goce ya no
desanudado, el goce de lo oral, en todas
se liga a la deuda y a la culpa. El sueño de la civilización propulsa
sus modalidades, ¿están a la altura de ser
su supresión o su negación, y sus alfiles iluministas ponen el goce
interrogadas en su dimensión de verdad?
químico al servicio del sujeto. La indistinción entre lo grave y lo
urgente empuja el muro, del lenguaje, promoviendo que lo que En 1974, en vísperas de presentar el texto
no engaña nos engañe. La angustia, en el lugar del significante La tercera, Lacan ofrecía una conferencia
—30—ENCUENTROS
Composición con foto de Sofía Loviscek y Natascha Gelman, de D. Rivera. Tapa Encuentros Nº 31 ENCUENTROS—31—
j o rn a da s d e n u e st ro d i st r i to
xviii jornadas psicoanalíticas

de prensa en la que vaticinaba, este término implica subrayar su se exime de la dimensión del tiempo, en la
valor de actualidad, que de aquello de lo que se ocupan los analis- lógica de sus instancias.
tas es la inmundicia del mundo, de lo que no anda, de lo real a so-
La causa de los argumentos es, precisa-
portar. Pero a condición de que “para ello, es necesario que estén
mente, su vacío original. Si la angustia es
terriblemente acorazados contra la angustia”. No apunta hacia la
el motor también debemos conocer qué lo
interpelación política del triunfo de la religión, sino de la posición
hace funcionar y cuando, quien y dónde
del psicoanálisis ante lo que retorna de la historia.
se enciende.
Se redobla la interrogación que abre el Seminario sobre La An-
Personalmente, quiero decir, en primera
gustia, es decir, estar a la altura no es sin estar terriblemente aco-
persona, me preocupan menos aquellos
razados. No se trata de otra cosa que de indicar que el camino del
que intentan deslegitimar, hasta la firma
encuentro con lo real es, precisamente la angustia.
de su defunción, al psicoa-
Esta rara heterogeneidad que nálisis, de lo que los analis-
llamamos psicoanalistas no tas hacemos o colaboramos,
puede, por lo mismo, dejar de “inadvertidamente” para su
interrogar permanentemente extinción.
las distintas inmundicias que
Este afecto singular que
hoy se llaman fundamentalis-
constituye la angustia, pro-
mos. Pero el problema no está
clama con su nobleza, la vía
en el neoliberalismo, el mer-
para interrogar los efectos
cado y el consumo, o la época
devastadores del rechazo del
de las tecnociencias. Quizás
inconsciente.
no nos guste, pero si no echa-
mos más miradas hacia nues- En este sentido, la angustia
tro campo que no es sino el es motor para que el lazo so-
del lenguaje, nos convertire- cial entre analistas promueva
mos en excelentes y eruditos el encuentro con lo real de su
críticos de la época, que para razón de existencia, diríamos
eso sobreabundan los campos con el saber en el lugar de la
de otros saberes, y no sosten- verdad.
dremos las preguntas funda- Creo que no es necesaria una
mentales que implican la sub- defensa gremial de los psi-
versión del sujeto. coanalistas, lejos estamos de
Flaco favor se le hace al psi- ello, sino que los psicoanalis-
coanálisis si adolecemos de la ecolalia erudita que se funda en las tas adviertan que es el discurso del psicoa-
citas de los autores, bajo cuya autoridad nos autorizamos para ad- nálisis aquello que hará posible interrogar
quirir vaya a saberse que certificado de inmunidad, si no le damos una praxis. La angustia, desde esta pers-
el valor que la lógica de la argumentación sostiene lo que nos atreve- pectiva, disculpen la osadía, es el operador
mos a decir. La fuerza del conservadurismo acecha cuando se con- que preserva al psicoanálisis en el mundo,
funde el problema con el dogma. Creo que la función “Escuela”, no al revés, y esto es de nuestra exclusiva
lleve el nombre que lleve, no puede perder de vista, quiero decir, incumbencia.
desorientarse u orientarse mal, y no concebir la angustia como so- Quizás estas líneas sean, al fin de cuentas,
porte estructural del deseo. Esto de ninguna manera es una afirma- casi irrelevantes, pero no dejan de estar
ción o un concepto, es el problema mismo con el que la experiencia causadas, sinceramente, por la angustia.
del psicoanálisis nos confronta cada vez, en el análisis que continúa,
como en el que se detiene, o el que se interrumpe, y porque es la Es lo poco que puedo decir de angustia y
dignidad de la existencia encontrarse con el vacío. La angustia no subjetividad... hoy.
—32—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros

El deseo de escribir
O s va l d o M . C o u s o

“Beso que rueda en la sombra:


beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros”.
Miguel Hernández

C ierta vez un poeta imaginó un rabino que, en Praga, alcanzó algo que está vedado
a los humanos: el terrible Nombre que cifra la esencia de Dios y confiere su poder.
Metáfora del poder de la palabra, porque es capaz de
dar vida y de dar muerte, y de endiosar a los hombres
(a cualquier hombre) haciéndoles creer que pueden
adueñarse de ese poder que ella implica.
Así sucedió con el rabino de Praga quien, creyéndose
un poco Dios, creó una nueva vida.
Inspirado tal vez en la idea de Goethe según la cual
los padres han de dar a sus hijos raíces y alas... el rabí
soñaba guiar en el mundo, instruir en todas las dis-
ciplinas posibles a la criatura que había engendrado.
Pero el producto no respondía a sus expectativas y
deseos: pronto comprendió que había dado vida a un
torpe muñeco, más animalito que humano, más simu-
lacro que hombre. Hasta el gato del rabí huía despavo-
rido al paso del desdichado, cuando éste barría (más
mal que bien) la sinagoga... prácticamente única tarea
que podía realizar, ya que ni pudo aprender a hablar.
“¿Cómo pude engendrar este penoso hijo?...” se pre-
guntaba el rabí, contemplando su obra con ternura,
pero también con horror. “¿Por qué di en agregar a la
infinita serie un símbolo más?”1
Tal vez el propio Dios, nos dice el poeta, se pregunta lo
mismo cuando contempla los hombres que ha puesto
sobre el mundo...
Porque puede crear, un hombre puede creer, por un
instante, que participa de una esencia divina.
En poco tiempo la imperfección de su obra le enseñará la soberbia que encierra su pretensión.

El chinaco y la china, José Agustín Arrieta. Tapa Encuentros Nº 11

ENCUENTROS—33—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s

El rabino de Praga es la metáfora de ese hombre en su faz creadora, de todo aquel que ha
im-plantado en el mundo los libros-hijos-árboles y que, en poco tiempo, comprobará que
éstos no sólo no vendrán a confirmarle sus supuestos poderes, sino que le recordarán sus
limitaciones y su destino mortal.
Y entonces, otra vez: ¿cómo surge el deseo de agregar un símbolo más a la infinita serie?
Pero no es sólo por las fallas de lo producido por lo que se mantienen abiertas las angus-
tiosas preguntas del rabí.
Es sabido que como una lluvia incansable de gotas corrosivas, un inflexible olvido car-
come todo lo humano. Vidas, nombres, obras... nada resiste a su viento implacable que
todo devora para siempre en su abismal
torbellino.
Una vez más: ¿Por qué atarearse entonces,
inventando nuevos símbolos que inexora-
blemente ha de borrar el olvido? ¿Por qué,
pese a todo, persiste el deseo de escribir?
¿Por qué la insistencia en crear?
Hay quien dice2 que es sólo por vanidad,
por la humana soberbia de imaginarse
dioses por el breve instante en que una
chispa creadora alumbra la aparición de
algo nuevo sobre el mundo.
Menos piadosos aún, otros postulan que
es para mal-utilizar el poder de las pala-
bras, proponiéndose como quien puede
tranquilizar, aliviar, adormecer, hipnotizar,
armar refugios ilusorios para poder go-
zar de un dominio (en verdad inexistente)
tanto sobre el lenguaje como sobre los
más propensos a deslumbrarse y a dejar-
se (o a hacerse) conducir.
Pero en la lengua hay una dimensión que
va más allá de las estafas y las máscaras,
más allá de la banalidad y el engaño: en
su centro mismo hay un agujero, un espacio vacío, un ombligo, la imposibilidad de captu-
rar el mundo, la vigencia de un imposible de decir... que habita todo decir.
Por eso es que hay para quienes vale la pena la búsqueda incansable de esa palabra que
no se conforma con las frases hechas, las consignas vanas, la estandarización de la vida,
el ruido y la uniformidad.
Que vale la pena la desigual lucha con la lengua para acercarse todo cuanto sea posible a
su agujero radical. Para inventar una letra capaz de dibujar alguna forma para “esa nada
que no es una simple ausencia, sino la presencia de aquello que no puede ser dicho [...]
que sólo puede hacer [...] evidencia de la ausencia.”3. Alguna forma para el silencio, el
dolor de existir, el desgarro que como hablantes, nos habita.

—34—ENCUENTROS
La “lógica implacable del habla y del lenguaje, que nos retira lo real del ser en el momento
mismo en que nos lo da, constituye la prisión cuyos muros pretende atravesar la escritura.” 4
Por ese intento de atravesamiento se acerca la escritura a cumplir la que considero su
función principal: despertar. Despertar a quien la encuentra: tanto al que escribe como al
que lee, tanto al solitario que la hace posible, como al que la recibe.
Entonces por un instante, sólo por un instante relampagueante (antes de volver a las
sombras), una palabra nos permite olvidarnos... del olvido.
Tal vez ella es como ese beso del que el poeta nos habla en el epígrafe, ese beso que
atraviesa los tiempos, logrando que la muerte quede “reducida a besos, // a sed de morir
despacio.”5
La muerte se hace ansias de vivir, deseo
de permanecer y transmitir la vida a los
que vendrán.
¿Serán vanas esperanzas, simples ilu-
siones destinadas a calmar la angustia,
a desmentir lo efímero que condiciona
todo lo humano?... tal vez, pero prefiero
asumir ese riesgo, apostar a esa letra que
rueda entre sombras, combatiendo inter-
minablemente con la muerte y el olvido.
La batalla está perdida de antemano, pero
no se trata de triunfos o derrotas, por eso
apuesto al deseo empecinado que la es-
cribe, pese a todo. Y a la sensibilidad del
corazón herido que en algún tiempo o en
algún lugar la recibirá, atesorándola como
el eco de un silencio que dará lugar, a su
vez, al propio silencio y, quizás, a nuevos
(y diferentes) ecos...
Por esa apuesta una letra es, antes que na-
da, ocasión de celebración. Celebremos los
20 años de la Revista Encuentros del Cole-
gio. Subrayemos también su rasgo princi-
pal: la diversidad. La diversidad es la apertura que no se deja sofocar por el estruendo, el
parloteo y los llamados al discurso único.
Celebremos los 20 años de sostener el intento de escribir lo que aún no ha sido escrito,
de dar cuerpo y vida a aquello que la palabra no alcanza.

n o ta s
1. BORGES, Jorge Luis: “El Golem”, en “Nueva antología personal”, Ed. Bruguera, Barcelona, 1980. pp. 33-36.
2. “Eclesiastés”, en Santa Biblia, Ed. Sociedades Bíblicas Unidas, México, 1992.
3. André, Serge: “Flac”, Siglo Veintiuno editores, México, 2000. p. 189.
4. Ibid. p. 201.
5. Hernández, Miguel: “La boca”, en “Últimos poemas”, Ed. Losada, Buenos Aires, 1975. p. 130.

ENCUENTROS—35—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

Un amor real
Lic. Vi v i a n a C a m m i l l i

Los siguientes cinco trabajos corresponden a mesas


libres de las XVIII Jornadas Psicoanalíticas de
Presentaciones Clínicas, Angustia y Subjetividad
Hoy, realizadas en nuestro Colegio el 25 de
septiembre de 2010

“Es preciso que el psicoanálisis sepa que si es un


medio, es en el lugar del amor que se sostiene” 1
Lacan, J.

M,
es una mujer de 32 años, ca-
sada, 3 hijos, me es derivada
como un caso sumamente
grave, ya que ha tenido varios intentos de
suicidio. Dice haber tenido depresión y
seis internaciones en los últimos años. Ha
pasado por innumerables profesionales,
psicólogos y psiquiatras.
Está medicada con dos anticonvulsivos y
antiepilépticos, un antidepresivo, un an-
siolítico y un antipsicótico. Los intentos
de suicidio fueron ingiriendo pastillas y al-
cohol. Dice, “el problema mío es que hoy
por hoy estoy flotando, tengo crisis y me
quiero matar, siento una angustia que no
quiero vivir”. “La primera depresión a los
20 años fue porque mi esposo forzó una
relación, porque fui violada de chica”. Fue
violada de los 5 años hasta los 14 por un
vecino y a los 15 por otro al que le cuidaba
el hijo en una sola oportunidad. En el caso
del primero, no lo cuenta porque la ame-
nazaba. A partir de los 12 años fue con pe-
Proverbios Flamencos (detalle), Pieter Brueghel. Tapa Encuentros Nº 12 netración. Recién a los 14 años se lo cuenta
—36—ENCUENTROS
“Quiero aliviar lo que siento, el pecho se me cierra, los ganglios se
me revientan, siento la garganta hinchada”. Sugiero una interna-
ción y ella acepta. La visito con regularidad y podemos hablar sin
la presión del pasaje al acto inminente.
Le sorprende que la visite. Dice “con vos siento que puedo hablar
y llorar, cuando me angustio empiezo a las patadas y a las piñas”
Está un poco más animada y aparece en ella un aspecto risueño y
juguetón. Me recibe con mucha alegría. Puede hablar del extremo
de angustia que fue pensar en matar a sus hijos y retomamos la
idea de articular su angustia a una causa. “Quiero aferrarme a los
profesionales, ahora te tengo a vos, antes iba a las guardias, me
internaban y ya está”.
“Papá cuando tenía 4 años nos despertaba a la noche diciendo que
mamá no lo quería y que se iba a matar.” ¿Será por eso? Afirmo
su interpretación y me alegro de ese primer intento de encontrar
una causa a lo que le sucede. “Yo no amenazo, yo lo hago, las pri-
meras avisaba, las últimas ya no, una vez justo llegó mi cuñada y
me hicieron un lavaje de estómago”. Equivoca el día que le digo
a una amiga de la madre quien le advierte que voy a ir a verla y se desborda pensando que no había concu-
de las consecuencias y la impulsa a que le rrido. “Quiero una persona que me escuche no que me entienda,
diga que no. Dice, “con mi madre no po- alguien con quien contar”.
día contar, la sexualidad para ella era tabú”.
La violación de los 15 años fue violenta y Verifico que me encuentro con un sujeto que va del acting al pa-
puede contarlo, pero los padres no hacen saje al acto y le pido el alta. Las manifestaciones de afecto y agra-
la denuncia que ella hubiera esperado por decimiento son constantes a través de cartas, pequeños regalos y
el temor de la madre a los desbordes del mensajes con el celular.
padre. En las internaciones les reprocha la Comienza a hablar de su soledad, que la madre nunca le habló de
falta de cuidados. No deja de llorar mien- nada. De la violación dice que era como un acostumbramiento.
tras cuenta lo sucedido con gran dificultad. “Ni sé cómo empezó, o lo vivís mal o bien, sin términos medios.
“Mi padre era borracho y me agredía, sien- Quise romper la relación pero me amenazaba. Luego él quería po-
to un rencor que no le perdono”. nernos de novios, tampoco yo quería tener relaciones y ser novia
Duerme mucho y no aguanta las peleas de a la vez. ¿Por qué me cuesta hablar? De los 5 a los 9 fue manoseo,
sus hijos, “un fuego me ciega y no reaccio- abuso. Esto nunca lo hablé, nunca le dije a nadie lo que quería.
no y al menor de los varones casi lo mato”.
“Soy una madre de mierda”. “El mayor su-
fre de verme así y vive preguntándome si
me voy a morir. Me da miedo dejarlos, pe-
ro los iba a matar a los hijos de su madre.
Me tomé las pastillas y el alcohol porque
con esta angustia no quiero vivir, me voy
de rosca, grito pero no me alivia. No tengo
la chispa de vivir”. Se golpea el pecho y me
dice que no soporta tanto dolor. Me mues-
tra una carta de despedida que le ha escrito
al hijo mayor. En la siguiente entrevista me
dice que está decidida a matarse, piensa en
tirarse debajo de un tren o ingerir raticida.
ENCUENTROS—37—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

Lo viví mal, luego me gustó y lo quería, pero sentía bronca. “De


chica no me dejaban salir, no tenía amigas, era machona”. “Ana-
lizando lo que hablamos noté algo particular cuando me dijiste
“pará y escuchá”, eso me hizo bajar”. “El vacío sigue estando y no
me explico el dolor en el pecho”.
Le digo que ese vacío, ese dolor es una herida abierta por la vio-
lación y por su silencio, que
sus ganas de matarse tiene que
ver con eso, que fue un agujero
de muchos años. La confronto
con su posición silenciosa ¿Por-
qué se sometió y no habló?
A la sesión siguiente trae un
sueño “soñé con el tipo que me
violó, lo veía en el colectivo, me
saluda y le empiezo a pegar y
saltó otra imagen mas espanto-
sa, yo en un sillón cama y el que
abusó de mi de vuelta. Fue una
pesadilla, me desperté mal”.
Frente a su desconcierto me
alegro por lo que llamo una
respuesta de su inconsciente.
Me dice “tus palabras me reso-
naron, –ni los chicos ni B son
violadores para que los trates
así–, tenés razón, de vez en
cuando me descontrolo”.
Comienza a responsabilizarse
de una posición compulsiva,
de excesos y violencia que se
sintomatiza, dejando sus frases
autorreferenciales de libro de
autoayuda.
“A que tengo esos sueños por-
que vivo pensando en el sexo”.
Le sorprende advertir los efec-
tos del amor de transferencia, el dolor en el pecho se vuelve una
emoción cuando viene a su sesión. De a poco me va dejando
en el consultorio las cajas de sus remedios.“Ya no siento odio
y angustia como antes, lo que pasó, pasó, tengo ganas de mirar
para adelante. Tengo que poner orden en mi desorden”. “Me di
cuenta de una cosa, no es que no quería vivir, es que no quería n o ta s
sentir más esa angustia. Fue un problema, pero no tan grave. Yo 1. Lacan, Jacques: cita del Seminario 21 “Les noms du
lo sentí así”. pere” o “Los no incautos yerran”.

—38—ENCUENTROS
Tramas
Lic. Jorge Koenig

E
l presente trabajo se propone co-
mo un acercamiento a la com-
prensión de las relaciones entre al-
gunas expresiones de la cultura, la angustia
en derredor y el rasgo subjetivo devenido.
Ya no sorprende el modo en que cierta ter-
minología es incorporada en el vocabulario
cotidiano generando, era inevitable, un ver-
dadero discurso babélico donde todas las
palabras parecen haber mutado en sinóni-
mos cuando de adjetivar las más disímiles
manifestaciones de lo individual o grupal
se trata. En particular si el episodio exhi-
be un componente genital, se utilizan tér-
minos que hacen referencia a lo instintual,
psicopatológico, psiquiátrico, fenoménico,
filosófico, religioso, político, sociológico,
antropológico, medico, Una síntesis de pa-
labras licuadas por exceso de significación.
Así se conforma una descripción del sujeto
que supera en profundidad el vacío repre-
sentacional del positivismo mas arcaico;
efectivamente, el dispositivo lombrosiano,
aunque cuestionable por su reductiva en
el enfoque del tratamiento de los proce-
sos mentales evitaba las mixturas dialécti-
cas que hoy parecen ser las letras fecundas
que mejor prescriben; “todo es lo mismo”.
Eventualmente, frente a un caso de inces- Retrato de Freud, Salvador Dalí. Tapa Encuentros Nº 13
to, las titulaciones pueden llegar a formu-
larse en los siguientes estilos: Incesto refiere la acción transgresora de una ley –no escrita– que
lo prohíbe. Sin embargo esta acción en nuestro código penal no
“Bestia humana abusa de su hija”, “Presa
esta tipificada como delito. Así la expresión jurídica que de algún
de la locura sometió a su hijo”, “Indigen-
modo reflejaría lo que la ley sanciona es “abuso sexual” que en
te viola y mata su hija”, “Diabólico sujeto
caso de ser cometido por un familiar va seguido de “agravado por
abusaba de sus hijos”, “Científicos evalúan
el vínculo”.
la castración química para violadores”. Lo
frecuente, en estos casos –y en espejo inver- En la filmografía argentina reciente, se destaca una realización
tido social– la palabra muda es “incesto”. que en alguna medida tensiona lo expuesto. En “El secreto de
ENCUENTROS—39—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

al asesino son; su mirada “lasciva” y que mira –tetas–. Pareciera


que la teoría del degenerado regresa para darnos ¿seguridad? Se
hace un poco difícil imaginar la posibilidad de que un sujeto,
sospechado de los crímenes que se le imputan al personaje, sea
llevado a exhibir sus genitales como muestra de su potencia viril
frente a la funcionaria judicial que lo acicatea con el propósito de
inculparlo. Sabemos que lo fuerte en lo perverso no es el consu-
mo, su especialidad es la producción de viejas sorpresas como si
fueran nuevas. La otra escena, la de lo siniestro familiar que lo liga
a su madre, –recordemos el contenido de las cartas– mantienen
vigente el presupuesto maternal vinculado con la psicosis. Alfred
Hitchcock también añora el regreso. Como suele suceder, fuegos
de artificio, efectos especiales, lecturas vulgarizadas de conflictos
de base en la mayoría de los contenidos mediáticos de alcance
masivo, obstaculizan la visibilización de la existencia de un horror
sus ojos”, aparece un sujeto que, luego de que gana cuerpo y forma a fuerza de premios y castigos según el
violar, asesina a su ex-novia. El apasionado posicionamiento que cada cual asume frente a la vertiginosa pro-
se inmola en el ardor que el Otro –dife- puesta del mercado, donde el turismo sexual infantil esta de oferta
rencia– le provoca. La figura apasionada se o de liquidación según los mismos ordenadores que rigen el con-
emparenta con la del héroe mítico, quien sumo de cualquier producto. La pasión no sería una manifesta-
muere por el otro y mata en el fervor que ción del fanatismo porque al contrario que este, la pasión no hace
lo aviva. Pura incandescencia, desfallece al ni es una posición de culto. El ámbito donde la pasión se reconoce
sostener la esperanza y mata con pena por- como tal es la vida provisoria. El apasionado se une, paradoja, al
que de ese modo asume su condena. Po- vínculo libertario, colocándose en el opuesto epistemológico del
dríamos pensar que el sacrificio es su sig- fanático, que al hacer suyo el discurso del Otro se convierte en
nificante primordial. El sujeto apasionado su vasallo. Idealización mediante donde sucumbe su aparato del
es más un actor público, que privado. Lo pensar, el fanático muere sin saber por una causa que no le perte-
privado, en este sentido, es interpretado nece. Si el apasionado es muerto por la vida, el fanático está preso
como asfixiante, hedonista, vicio peque- de la ley del templo que debe custodiar, mientras, el apasionado
ño burgués, o con desdén, un rasgo ava- convierte al templo en una idea a confrontar. Es clave para el fa-
ro. El sujeto apasionado no es un perverso nático la inmanencia del orden que le asegura la certeza, lo cual
estructural, porque no es del orden de las lo emparenta al núcleo de las estructuras de poder totalitario. El
diferencias sexuales lo que lo perturba sino apasionado es un excéntrico de la voluntad organizada ya que la
su entrega por la diferencia. Para retratar cristalización de su deseo es la utopía, que lo ubica en el centro
un perfil de la personalidad del asesino, se mismo del ideal revolucionario o creador como alternativas fác-
recurre en el film referido a la figura de la ticas. Destacadas expresiones de Eros. Si en el fanatismo no se
pasión. Se escucha esto o algo semejante; necesita construir un discurso, porque de eso ya se ocupo el amo,
“Es un hombre apasionado y lo que nunca la pasión teje la urdimbre de su relato romántico con los hilos
cambia es la pasión [...]”. El objeto de la nativos de una historia siempre en llamas. Cabe destacar que los
pasión en este caso es un club de fútbol, no homicidios producto de estallidos pasionales, racionalmente cal-
una mujer o una ideología. Cabe interro- culados o al voleo, según las circunstancias, no son los que lideran
garse en este punto qué o cuáles pudieron las tablas estadísticas. En Argentina los homicidios en su mayoría
haber sido los motivos para atribuir ese no contienen ribetes descollantes. Fallecen unas veinte personas
rasgo –la pasión– y no el fanatismo, ya que por día en accidentes de tránsito. Hace alrededor de cincuenta
no son lo mismo, siendo que este último años, Marie Langer1 en su interpretación del mito del “Niño asa-
parece adaptarse mejor a los fines propues- do”, planteaba que el análisis de los contenidos latentes de lo que
tos por la obra. Los indicios que delatan se podría llamar “mito moderno”, tomando esta expresión de M

—40—ENCUENTROS
B, demostraba que sirven para elaborar de en forma disfrazada si-
tuaciones de angustia colectiva y los conflictos subyacentes, en la
misma forma en que lo hacían los mitos en el pasado. El relato –
rumor persistente– hacia 1949 en Buenos Aires refería el hecho de
que un niño había sido asado por la sirvienta a cuyo cuidado ha-
bía quedado al ausentarse sus jóvenes padres. Al regreso de estos,
la mujer como cena les presenta en una fuente el niño en cuestión.
Al cabo de una semana existían nueve versiones sobre lo supues-
tamente ocurrido. La lectura de Langer sugería que la figura de
la sirvienta, encarnaba las proyecciones terroríficas que sobre Eva
Duarte guardaba la mentalidad en lo general, de las clases acomo-
dadas de entonces. “No sabemos lo que puede el cuerpo”, sostenía
Spinoza en el siglo XVII, y de hecho, habrá de plasmarse el odio
emergente, letra en el muro a la hora de la muerte de Eva, como
“Viva el cáncer”. Según La Ética de Spinoza, cuando dos cuerpos
se encuentran puede que se compongan o que uno de ellos des- Pobreza de la experiencia, según Benja-
componga al otro y destruya la cohesión entre sus partes. Freud2 min, precariedades en la transmisión de
planteaba que la obsesión de la repetición se relaciona con los la memoria, sostiene Hassoun5, memorias
contenidos reprimidos del pasado, que vuelve sobre todo cuando desmemoriadas a fuerza de evitar el mal
no ha podido ser comprendido, es entonces cuando reaparece en gusto de lo traumático, derroteros hacia
su insistencia. Se podría pensar sobre la angustia derivada en un ninguna parte como los personajes que
país y en una cultura que con sus desaparecidos anda a cuestas. En tan bien describiera Osvaldo Soriano. Me-
dicha cultura, de la que somos hacedores, el desaparecido aparece táforas de un cuerpo social que se desvive
como un inocente ser de humo que aún deambula sin lograr ca- literal en la reformulación arquitectónica
var su propio espacio, en el aire, diría Celan2. Un adolescente en sin fin, en pos de la vuelta de un pasado
análisis refiere; “Ya no compro humo”. Esta es la expresión elegi- –joven y próspero-, habitado por los dio-
da para señalar su posición rebelde frente a la arenga publicitaria ses del Olimpo, repartiendo desde el vergel
que, abolición del registro crítico mediante, conmina al consumo del sur el maná inagotable de su virtuosa
inmediato del todo de la nada, que convoca a la obediencia debi- ciencia y su goce infinito.
da del consumidor ganador a la asistencia permanente en eventos
promotores de absolutos, que al despuntar el alba, deja entre las
manos la neblinosa consistencia del vacío, entonces otra vuelta de
muda muerta moda montando en escena la hipnótica propuesta
de presentar lo viejo como nuevo... ya que la felicidad, continúa
tenaz tenaza la arenga. Será directamente proporcional al monto
del consumo, lo que sienta no solo los fundamentos de una cul-
tura adicta, sino deprivada de intriga y sin novedades del futuro.
Walter Benjamin, en tiempo de entreguerras, señalaba la presen-
cia de lo que llamará “cultura del vidrio”, superficie sobre la que n o ta s
1. LANGER, Marie: “Fantasías eternas a la luz del psi-
es difícil dejar huellas cuando vivir, significa dejar huellas. Además coanálisis”. Ed. Horme.
de no tener “Aura”, continua Benjamin, el vidrio es el enemigo 2. FREUD, Sigmiund: “Más allá del principio del pla-
numero uno del misterio2. cer”. Vol. XVIII, Amorrortu Ed.
3: CELAN, Paul: “Obras Completas”, Poema Todesfu-
El ocaso del relato pareciera haber alcanzado incluso al acto foto- gue. Ed. Península.
4: BENJAMIN, Walter: “Experiencia y pobreza. Discur-
gráfico, si lo entendemos por su significación en cuanto a “escribir sos Interrumpidos II”. Taurus Ed.
con luz”, reemplazado por los pequeños dispositivos captadores 5: HASSOUN, Jacques: “Los Contrabandistas de la Me-
de imagen. moria”. Ed. Paidós.

ENCUENTROS—41—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

El dolor sin texto:


“Cuando la demanda
de amor no se articula
en significantes.”
Lic. Ro m i n a Vi l a

“El poeta es un fingidor.


Finge tan profundamente,
que hasta finge que es dolor,
el dolor que de veras siente.”

Fernando Pessoa.
Autopsicografia, abril 1931

E
l interés de la presente elaboración se funda particular- Refiere ser violenta con su pareja, Aldo, a
mente en la posibilidad de poder situar los momentos quien conoce hace dos años y con quien
previos a una posible entrada en análisis, esto es, en el convive hace siete meses, y que esto que
tiempo de la admisión. Algo de lo que sucede, antes de este tiem- le sucede, ahora lo ve como un problema,
po del SsS ya operando. debido a que Aldo, le ha planteado firme-
mente un “hasta aquí” que daría cuenta
Guiará este recorrido una lógica que les propongo, pudiéndonos
de la finalización de la relación, en la me-
interrogar acerca de: ¿Qué sucede cuando nada de esto todavía es-
dida que esto vuelva a ocurrir una vez más.
ta en escena? Y la apuesta se redobla más aún: cuando en la parti-
cularidad del caso, la angustia no funciona como señal, cuando no Dice, haber sido violenta con sus hi-
se comporta como aquella que estaría en la antesala de la forma- jas, cuando eran niñas, “era frecuente el
ción de síntomas, pensándolos como formación del inconciente. chirlo”. Recuerda situaciones en las que
llegaba cansada de trabajar y no las to-
leraba ya que, “se peleaban, gritaban y
Tomo la palabra para poder compartir el siguiente recorte clínico hacían ruido”.
que corresponde a una admisión del Área de Adultos, que funcio- Frente a tal desborde, comenta que a su hi-
na en el Hospital “General de Agudos Manuel Belgrano.” ja mayor, le revoleó un cuchillo cortándole
S. es una mujer de 45 años que llega a la institución porque el brazo y a su hija menor le pegó con un
dice, hace un mes atrás, haber padecido, lo que ella denomina, patín en la cabeza. Esto dice haberla asus-
“una crisis de nervios”, situación que culminó en la guardia de tado en su momento, pero a pesar de ello,
un hospital. las situaciones se reiteraban.

—42—ENCUENTROS
La caída de los ángeles rebeldes (detalle), Pieter Brueghel. Tapa Encuentros Nº 14

Continúa en el relato, hablando de su pa- Es justo en ese momento, donde ella marca dos situaciones, que
dre, a quien define como un “padre gol- de algún modo precipitaron la consulta.
peador”, alguien que le pegaba a la madre
En un primer tiempo relata que Aldo convivía con su ex mujer
y sometía a situaciones violentas a ella y a
bajo el mismo techo, “pero no pasaba nada”, “mientras él seguía
sus cuatro hermanos. S. aclara: “tengo mu-
casado, nosotros estábamos en pareja”.
cho dolor por esta situación”.
En medio de una discusión, Aldo le confiesa que tuvo relaciones
Seguidamente, habla de su ex marido,
sexuales con su ex mujer. Situación en la que S., como ella bien se
Hugo, con quien se caso a los 16 años
encarga de aclarar, se desborda completamente, y cuenta enérgi-
y menciona haber tenido con él, tres hi-
camente: “le di una soberana paliza” “una trompeadura mal”, “le
jos. Hugo, a quien ella define como “la
deje todos los ojos negros”. “Aunque luego me arrepentí”.
bestia”, era alguien que la maltrataba.
Dice: “le tengo miedo a ese señor”, pero En un segundo momento, trae una discusión, donde ella queda
define que el maltrato era más bien psi- absorta y donde parece que todo se detiene en la frase: “ay... po-
cológico, que nunca pasaba de un em- brecita” que logra pronunciarle Aldo, antes que ella le revolee un
pujón o una cachetada. plato y logre cortarlo.

Continúa hablando de Aldo, a quien de- Frente a esto dice: “ese día toque fondo, me asusté, tenía miedo
fine como un hombre “casi perfecto”, “ex- que me deje”.
cepto que mira mujeres”, situación que Termina en el hospital, después de este episodio, dice no haberse
ella aclara enérgicamente: “el sabe que tie- vuelto a violentar y que la asusta demasiado la idea de que la rela-
ne que cambiar”. ción se termine. Seguidamente manifiesta: “Aldo es el amor de mi

ENCUENTROS—43—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

se fuera a vivir a otro lado y así perder contacto con el niño.


Como un acuerdo, ella cede a este pedido del ex marido, pero en
la medida que el niño siguiera viviendo con ella.
Finalmente, sin quedar muy claro, la realidad de la situación es
que este niño termina viviendo con su padre, en la costa atlántica,
y ella lo visita cada mes y medio.
Dice sentirse culpable, porque todos piensan que ella “ha regalado
a su hijo”.
Hablando del niño aclara: “el quiere que yo me reciba pronto, para
estar conmigo” “yo quiero que el viva conmigo, pero tiene que saber
que en casa hay reglas que tendrá que respetar”, también dice: “que
le gustaría seguir estudiando un año mas para hacer la licenciatura”.
Finalizando la admisión, comenta que soñaba con su padre gol-
peando, y que estos sueños desaparecen cuando nace su hijo varón.
Que ella viene a erradicar el tema de la violencia. Frente a esto
aclara: “enseguida tiro el golpe” “soy una bestia”, “una persona
normal no se dejaría pegar... pero es lo que uno aprendió”.
Refiere que le quedaron muchas cosas para decir, pero que no
había venido antes porque no quiere estar para siempre en trata-
miento psicológico o vivir empastillada”.
Aparecen ciertas cuestiones que atañen a lo familiar, en relación
a ese padre golpeador, “es un rencor y un dolor que viene conmi-
go a todos lados”, pero puede ubicar, que este rencor se termina
cuando nace su hijo varón.
vida, pero cuando mira a una mujer es una Cuenta tener pesadillas donde ve a su madre llorando y escapando.
situación que no la tolero, no la admito, no Despertaba y pensaba que le gustaría que su padre se quedara “para-
la comparto, es una falta de respeto”, sigue lítico” para ella poder pegarle. Dice: “yo necesito una devolución”.
en su discurso: “yo le hago todo, si me deja Con respecto a su madre, refiere: “sus hijos éramos su vía de descar-
que lo bañe, yo lo baño, le preparo comi- ga”, “es una mujer que no sabe ser feliz”. En la actualidad, dice estar
ditas, le compro el vinito que a él le gusta”, alejada de su madre, que también empezó terapia hace un mes.
“yo le doy todo como mujer, la otra no le va
a dar nada”, “el es mi objeto de amor”. Concluye diciendo que necesita “vaciar la mochila” y “ponerle
límite a su madre”.
Continúa en el relato diciendo que hay al-
go de lo que la avergüenza hablar.
Situación que relata de manera confusa, en Se me ocurre comenzar, por un juego: “el Senku”. Los que lo
la que dice tener un tercer hijo varón de 10 conocemos, sabemos que sólo podemos jugar, en la medida que
años de edad, quien en la actualidad con- haya un agujero, una pérdida inicial, para a partir de allí, poder
vive con su padre, debido a que éste en un realizar los movimientos posteriores.
momento le solicita la tenencia del menor, Concierne a una pérdida que debemos “poder entregar para jugar
porque según sus dichos, él tenía miedo al juego”, juego que no es otro que el mismo “juego de la vida”.
que cuando ella se recibiera de enfermera Entonces sostener el propio deseo, aquello que a cada uno lo cau-
profesional, carrera que está por finalizar, sa, implica poder dar, poder perder algo.

—44—ENCUENTROS
Podemos pensar que esto es justamente lo que precipita la consul- Este: “necesitar vaciar la mochila”, noso-
ta en S. Es que aquí y en este “hasta aquí”, se juega la posibilidad tros podemos entenderlo, como la forma
de una pérdida, que ese todo que hace presencia en sus dichos: en que el objeto a muestra su cara de goce,
“yo le doy todo como mujer, “yo le hago todo”, “él es mi objeto no logrando ser vaciado aún, esto es fun-
de amor”, se torne en la posibilidad de que no-todo sea posible. cionar como a causa de deseo. Cada vez
que esto fracasa parcialmente, en lo ligado
Situación que también queda denunciada en este “mirar otras
a poder subjetivar algo del deseo, se regis-
mujeres”, donde ella quedaría ubicada en el no-todo de Aldo.
tra una vuelta al goce pulsional desanuda-
Se traduce en este querer decir todo del primer encuentro, en este do y lo ubicamos, en este “ay pobrecita...
vivir empastillada, o en la fantasía de tratamiento eterno. enseguida tiro el golpe”.
También podemos articularlo con esta situación que ella despliega Hay demanda legitima de alivio, pero no hay
de manera confusa, en la que parece haber cedido de “manera inge- pregunta subjetiva respecto de su padecer.
nua” la tenencia de su hijo y como se retrasaría la vuelta de este niño
Ella viene “a erradicar este tema de la violen-
al hogar, en tanto ella estudiara un año más y que además, según
cia”. Como una ajenidad que hay que sacar.
sus dichos, la permanencia del mismo, dependerá de que se pueda
“adaptar a las normas de la casa”. Aquí también podemos dar cuen- Siguiendo, S. da cuenta de ello, sin saber-
ta, como esa posible terceridad, se torna amenazante en la medida, lo, cuando comenta que llegaba cansada
que otra vez, ni ella podrá ser todo para Aldo, ni Aldo todo para ella. de trabajar y sus hijas molestaban, grita-
ban, situación que la desbordaba comple-
Retomo, entonces, como este “poder dar”, que es distinto del “po-
tamente, al igual que la mirada de Aldo,
der dar... golpes”, implica poner en juego su propio deseo, del que
nada sabemos, porque en la medida que no haya algo del orden de
la posibilidad de una pérdida, el deseo no podrá hacerse presente,
pero en su lugar si podemos dar cuenta de la pulsión que hace
presencia en todo su esplendor.
En el Seminario de 1954, Lacan sitúa la pulsión de muerte del
lado de lo simbólico y sostiene que: “[...] es simplemente la ten-
dencia fundamental del orden simbólico a producir repetición”.
En el caso, damos cuenta de ello, a partir de lo que S. manifies-
ta, las situaciones de violencia que aparecen una y otra vez, por
ejemplo hacia sus hijas, en las que se encuentra “como de golpe
metida”, y otro momento en que no sabe cómo llegó a eso. A par-
tir de esto, podemos decir que toda pulsión envuelve al sujeto en
la repetición y que es un intento de ir más allá del principio de
placer, hasta el reino del goce excesivo, en el que es experimentado
como sufrimiento.
Aquí abrimos la dimensión del goce y del deseo, pero no se recu-
bren, son cuestiones de distinto orden. Justamente es la repetición
la que confronta a Freud con un “más allá del principio de placer”.
Entonces repetición, no de sucesos placenteros, sino penosos, que
como venimos sosteniendo, podemos pensarlo desde “las sobera-
nas palizas, las trompeaduras, los chirlos”, como modo de expre-
sión de lo pulsional, que insiste y no cesa de hacerlo. Como un
circuito, mas bien “corto-circuito” que bordea ese agujero, en el
que debería emerger el a como causa, quedando taponado por la
emergencia del golpe.
ENCUENTROS—45—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

donde nada del orden de la palabra podía Lo que ella afirma “sus hijos éramos su vía de descarga”, nosotros
llegar a mediar. lo interrogamos: “¿me quiere en tanto su objeto de descarga?” Ella
refiere: “que necesita ponerle límite a su madre”. Parece que, en
En 1938 Lacan, da cuenta de la pulsión un punto, S. intenta descontarse de ese sentido letal, aplastante,
de muerte: “como una nostalgia, por la saliendo de la pasividad de recibir los golpes y maltratos de su ex
armonía perdida, un deseo de volver a la pareja. También lo intenta cuando aduce: “una persona normal
función pre-edípica con el pecho materno, no se dejaría pegar... pero es lo que uno aprendió”. ¿Aparecerá este
cuya pérdida queda marcada en la psique intento nuevamente, podemos decir fallido, en este “ay... pobreci-
por el complejo de destete”.1 ta” donde ella parece ser reenviada al lugar materno, lugar del que
En este tiempo, podemos ubicar estas mis-
mas cuestiones, en otro orden también, el
orden de lo imaginario. Es aquí donde hace
presencia el amor, y donde el lazo de amor
“lo entendemos” como sutura, como aque-
llo que viene a recubrir, vía imaginaria, esta
hiancia estructural, esta pérdida del objeto
mítico donde se juega el circuito de la pul-
sión. Es interesante como S. lo relata, en tér-
minos que la asusta demasiado la idea que
la relación se termine. Dice: “ese día toque
fondo, me asuste, tenia miedo que me de-
je”. Si bien ella cuenta haber pasado en varias
oportunidades por estas situaciones en la que
se pone violenta, es aquí donde ubicamos la
efectivización de la inminente pérdida, y lo
que conmoviendo mueve a la consulta: “la
pérdida de cómo bien nombra: su objeto de
amor”. Entonces, es por esta vía que enten-
demos al amor como efecto de la falta, que el
sujeto intenta recuperar la totalidad perdida.
Esto nos remite, nuevamente, a cuestiones
del orden simbólico, en las operaciones de
alienación-separación, que Lacan trabaja
en el Seminario XI.
En este momento constitutivo de subje-
tividad, parecería que S., hubiese queda-
do atrapada en este ser objeto del goce del
Otro Materno, y que solo encuentra co-
mo intento de separación, en esta vuelta,
en este pasaje de poder “alejarse” de ese
Otro materno, que recibe golpes, pero que
a la vez asfixia, y donde podemos pensar la
importancia de la función de la pregunta:
¿qué me quiere? Pregunta que tendrá que
ver con la separación en tanto posibilidad
de interrogar la demanda del Otro.
—46—ENCUENTROS
la inscripción de la castración vía Nombre-
del-Padre: ¿Pero que sucede con este padre
que ofrece de algún modo esta forma de go-
ce? Podemos pensar en lo fallido de dicha
función, estructural, en tanto deficitaria de
la inscripción de la castración, que en este
caso, se traduce en esta falla de la función
paterna como regulatoria del goce.
Entonces, S. logra separarse de ese Otro
materno, en la medida de un único camino
posible aún, que es “tomando” lo que esta
posición paterna ofrece y que exige de al-
gún modo esta forma de goce desbordado.
En este caso singular, se ve lo fallido de la
función paterna en su padre en lo Real, “su
padre golpeador que sometía a situaciones
de violencia a todos”, como no pudo ejer-
cer normativamente la castración.
Déficit que en algún punto, determinó fan-
tasmáticamente, que S. quede atrapada co-
mo objeto de este deseo materno, aplastante.
Pasa de ser, este objeto de descarga, que
conlleva un goce sufriente, a recuperar
otro goce, todavía no anudado a su deseo.
Será camino a recorrer, posibilidad de ci-
frar ese goce pulsional mudo, cuya presen-
tación no es sintomática, no es una articu-
lación significante y por lo tanto no desliza
como discurso.

Abrimos la posibilidad de poder hablar


también, sobre el tiempo, como algo que
esta más allá de nosotros, un inasible.
Si bien podemos pensar, que en este pri-
mer momento, “el tope” a S., le viene des-
intenta parirse? Podemos decir otra vez, “fallido”, en tanto que la de afuera, representado en el “hasta aquí”
posibilidad de restarse es sólo a través propinar un golpe. de Aldo, también podemos apostar a una
implicancia, donde algo de la función de
Aquí, nada aparece de la posibilidad de “jugar con ese objeto que un detenerse pueda tener lugar, digo “des-
es el a”, digo jugar, en el sentido “de ese carretel que se resta al de otro lugar”. Detenerse, que tiene que
Otro”, donde se logra efectivizar la operatoria de resta del Gran ver con una función de límite... límite a
Otro y cuya traducción, la podemos pensar como un acto: el de la veces mal-entendido, pensado como la
emergencia del sujeto deseante. imposibilidad de un movimiento, más que
Ahora bien, esto es posible en la medida en que se haya efectivizado con la creación de otro paso, y más que de
ENCUENTROS—47—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

otro paso, digo, de otro espacio, que tiene


que ver con ese otro que nos habita, donde
S. es “rescatada por su inconciente” en este
sueño- pesadilla, donde, “le gustaría, que
su padre quede paralítico, así ella le podría
pegar”, ¿“necesita una devolución” siendo
golpeada o golpeando? Sueño donde algo
del orden del deseo pueda asomar y pesa-
dilla que remite al goce, aquel que es nece-
sario que no exista... atisbo de posibilidad
de oponer a ese goce el agujereamiento
que conlleva el significante de la falta en el
Otro. Momento inaugural en que trae “es-
te sueño a escena” es que quizás funcione
como inicio, a que su vida deje de ser una
“pesadilla”.
Eso quizás sea en otro tiempo, tiempo en
que la angustia tenga lugar y tiempo que
subvierta esto de lo doloroso de no poder
hablar de algo, a hablar de algo doloroso.
Que pueda haber letra para el sufrimiento.
Queda claro como su presentación no se
da por la vía de un texto sobre su sufri-
miento, sino a través del relato de escenas,
que van desde situaciones importantes de
violencia hacia sus hijas, a esta, inclusión
“a las pasadas” de este hijo varón, al cual
“cede ingenuamente”. Por ahora son es-
cenas que se muestran “en crudo” como
siendo ajenas a ella. Que este real que la
Tal vez, esto sea para ella, en algún otro tiempo, tiempo donde se
invade, que no la deja ver ni pensar, pueda
ponga en juego la transferencia, donde el sujeto podrá saber algo
ser puesto en palabras.
de la verdad que comporta su deseo y del goce que lo detiene.
Al devolverle la palabra a S., se le hace la
Aquí finaliza este trabajo... quizás donde el de S. comience.
apuesta de iniciar este camino, que va des-
de esto, que no puede dejar de hacer, que
se juega en sus dichos como “enseguida Quisiera manifestar un especial agradecimiento a la Lic. Isabel
tiro el golpe”, a un apaciguamiento, a un Bacchino, y al Lic. Osvaldo Álvarez, quienes tienen ese don de
tiempo de espera, de demora, lo que mas compartir y transmitir su propio recorrido sintiéndome cada vez
bien podríamos llamar un tiempo de com- un poco mas causada por el propio.
prender, que le permita empezar a decir,
justificar su existencia, preguntarse por es-
to que le sucede.
Y quizás, cuando se produzca este alivio del, n o ta s
digo ahora, sufrimiento, S. se cuestione el 1. Dylan, Evans: “Diccionario introductorio de Psicoanálisis Lacaniano”. Editorial
deseo de ir mas allá... Pero desde otro lugar. Paidós. p. 160

—48—ENCUENTROS
La pasión escópica
de Lol V. Stein: el arrebato
pasional que no puede ser
demanda de amor
Lic. María Teresa Ferrari

E
n la última clase de su Semina-
rio “Problemas cruciales para el
psicoanálisis”, Lacan propone re-
visar los temas del seminario en la novela
de Margueritte Duras El arrebato de Lol V.
Stein, publicado ese mismo año.
El relato está escrito en tercera persona.
La identidad del que relata se revelará en
el reencuentro de Lol con Tatiana, su me-
jor amiga, testigo de los hechos del Casi-
no de T. Beach. La reencuentra siguiendo
a Jacques, su amante, con quien tenía una
cita en un Hotel...
Sin Jacques Hold, angustiado por la “per-
turbadora presencia de la mirada de Lol, es-
piando la intimidad de la pareja enmarcada
en la ventana del hotel,”1 es probable que
nada pudiéramos conjeturar de esa pasión
muda que sostiene la existencia de Lol.
Según Tatiana Karl –en diálogo imagina-
rio con Jacques– la enfermedad de Lol se
remonta a tiempos bastante anteriores al
episodio del baile... “En el colegio –yo no
era la única en pensarlo– a Lol le faltaba
ya algo para estar ahí... Daba la impresión
de soportar con un sosegado fastidio a una
persona a quien debía parecerse, pero de la
que se olvidaba a la menor ocasión–. Au-
reola de dulzura, se descubrió muy pronto
que también de indiferencia, nunca pare-
ció sufrir ni sentirse apenada, nunca se le
La pequeña vendedora de fruta, Bartolomé Murillo. Tapa Encuentros Nº 15 ENCUENTROS—49—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

vio una lágrima de muchacha... era diverti- Algo ocurre en la escena de un baile que tenía lugar en el casino
da aunque una parte de sí mima estuviera de T. Beach. Irrumpe una bella mujer que captura la mirada del
siempre ida lejos de ti y del momento pre- novio de Lol, Michael Richardson, hasta perturbarlo. Lol lo mira
sente... ¿Dónde? ¿En los sueños adolescen- y se da cuenta de que ha quedado fascinado por esa mujer y “que
tes? No”, responde Tatiana, No,...en nada... la nueva historia de Michael empezaba a nacer... Pero esta visión
¿Era el corazón el que no estaba allí? Tatiana y esta certidumbre no parecían ir acompañadas de un sufrimien-
tiende a creer que quizás sí...”2 Una nada, en to...” 3 A medida que avanzaba la noche y la pareja de baile de
la que Lol se ausentaba. ¿Se ausentaba por- Anne Marie y Michael se mostraba inseparable, “parecía que el su-
que no lograba suturar ese vacío con nin- frimiento no había encontrado en ella dónde deslizarse, que había
gún semblante femenino, para demandar olvidado el viejo álgebra de las penas de amor” 4 ¿Olvido o igno-
algo desde el llanto, el dolor, algo que con- rancia? ¿Estaba perdiendo un amor?, ¿era posible para Lol duelar
vocara a la ternura, al amor? Eso que le fal- esta pérdida amorosa, reconocer lo que se perdía con la pérdida
taba para estar ahí, ¿sería un tropiezo en la de este novio, hipnotizado por la belleza de la otra mujer? En la
escena del baile Lol no se angustia, no explota de furia, no sufre
penas de amor, no escapa turbada de esta escena que la humilla...
Permanece indiferente, capturada ella también por la escena de
los amantes, de la que pareciera no poder sustraerse... ¿Qué –en lo
que ve– la captura?...
De repente aparece la luz del día, la orquesta deja de tocar. Ingresa
abruptamente la madre de Lol, indignada por lo que le habían
hecho a su hija –la angustia queda de su lado. Entonces Lol gri-
tó, gritó que no era tarde, que la hora de la tarde engañaba... los
amantes se fueron, Lol no podía resistir perderlos de vista 5. Cuan-
do deja de divisarlos, se desvanece... La desesperación no tiene
que ver con la pérdida del amor, se le pierde la pareja, esa que en
el abrazo hace un Uno fusionado, al que se fusiona, como mirada.
Viene un tiempo de reclusión en su habitación donde Lol sólo
decía que la hora del verano engañaba, que no era tarde... Pronun-
construcción de su objetalidad, tropiezo en ciaba su nombre con ira: Lol V. Stein... En esta nueva nominación
la caída del objeto a –como menos Fi– que se había perdido la letra a de su nombre femenino, pasando a ser
le permitiera poner en causa su deseo, ar- un nombre neutro, ¿asexuado?, que no la nombra como mujer:
mar su fantasma con los falsos a del fantas- Lola, sino como desecho que queda fuera de una escena erótica.
ma-objetos parciales supletorios del primer Si en el abrazo del baile nada falta –porque ella se excluye–, ¿hay
“a” primitivamente desprendido? En lugar encuentro, hay encaje, hay relación sexual?
de haber perdido ese objeto primordial, que ¿Qué se le arrebata a Lol? Porque no hay pérdida, sino arrebato.
moldeara con su falta los bordes pulsionales Un arrebato pasional se le despierta a Lol: el de retener en el tiem-
–produciendo entonces pluses de goce– la po esta escena donde dos, un hombre y una mujer, gozan a la vista
que se había perdido deambulando en una de todos. Lo que se le arrebata es el disfraz –semblante de novia
existencia opaca, automática, era ella, Lol, que se había construido. La verdad de su goce quedará cifrada en
Yo sobre el que había caído esta sombra de el encuentro con esta escena de fascinación escópica donde nada
un objeto “positivizado”–goce en exceso falta, donde hay relación... El melancólico se apasiona con cierto
que le impediría disfrutar de la vida... Que Ideal que a él le quedaría vedado, pero que existe, que otros tie-
le impediría amar, en tanto este “corazón” nen. Lol descubre el goce que le produce mirar a la pareja fusiona-
que faltaba ya en la adolescencia, dice del da en el abrazo del baile. Quiere retener este tiempo de goce para
rechazo de Lol por la condición castratoria siempre, sin síncopas, ni pulsaciones, idéntico a sí mismo, puro,
del amor... perfecto, Ideal. Si fuera Dios quizá podría... Pero es nada...
—50—ENCUENTROS
“Así, Lol se casó sin haberlo deseado, del modo que le convenía, y para su cuerpo, su dolor más grande y
sin pasar por el horror de una elección, sin tener que plagiar el su más grande alegría confundidos hasta
crimen que hubiera supuesto, ante algunos, la sustitución de un en su definición, única pero innombrable
ser único que partió de T. Beach y sobre todo –he aquí la clave de a falta de una palabra... Me gusta creer,
su posición de goce, más allá de la traducción que los neuróticos como creo, que si Lol es silenciosa en la
hacían de su postración– sin haber traicionado el abandono ejem- vida es porque ha creído, durante la breve-
plar en el que la habían dejado” 6. No parecía dispuesta a renun- dad de un relámpago, que esa palabra po-
ciar nada, aferrada no al amado, sino a ese Uno de la escena. Diez día existir. Carente de su existencia, calla.
años después, ya muerta la madre, vuelve a instalarse en su ciudad Sería una palabra –ausencia, una palabra
natal, allí donde todos conocían su historia, para reencontrar en agujero, con un agujero clavado en su cen-
Tatiana y Jacques Hold, a la pareja de amantes que se encuentran tro, ese agujero donde se enterrarían todas
en un cuarto de hotel, mostrando a través de una ventana los tra- las demás palabras. No se habría podido
zos de una escena que Lol está obligada a espiar, para sostener su pronunciarla, pero se habría podido hacer-
pasión melancólica.
Lacan señala en su comentario en el Seminario, una frase, donde
se aclara esta posición refractaria al deslizamiento significante en
este sujeto que es Lol Stein. Sujeto que no puede armar síntoma
y división subjetiva, en el encuentro con lo real del sexo. La posi-
ción de goce de Lol V Stein, como mirada que queda atrapada en
la fijeza de una escena, está al servicio de dar consistencia a este
goce que debe haber –el de Hay relación sexual.
“Ella sabe, ellos todavía no... Es impotente para impedirles saberlo.
Por lo indecible de este saber-goce que la habita, que la vuelve muda.
En ese preciso instante, algo, pero ¿qué? Debió de haberse inten-
tado, pero no se intentó. En ese preciso instante Lol aparece des-
garrada, sin voz para pedir ayuda, sin argumento, sin la prueba de
la inimportancia del día frente a esta noche, arrancada y arrastrada
de la aurora a su pareja en un enloquecimiento regular y vano de
todo su ser. Ella no es Dios, no es nadie” 7... Pretende hacerse Dios la resonar. Inmensa, sin fin, un gong vacío,
cuando se trata de ser tan sólo una mujer, ni desecho ni falo, sólo habría retenido a los que querían partir, les
semblante de falo, objeto causa de deseo en el hombre-eso parece habría convencido de lo imposible, les ha-
ser lo imposible de escriturarse en la construcción de su femineidad. bría hecho sordos a cualquier otro vocablo
distinto, de una sola vez los hubiera nom-
“Y vuelve a empezar: las ventanas cerradas, selladas, el baile amu- brado a ellos, al futuro, al instante. Faltando
rallado en su luz nocturna los habría contenido a los tres y sólo a esta palabra, estropea a todas las demás por
ellos. Lol está segura: juntos se habrían salvado de la llegada de un el hecho de faltar, las contamina, es también
nuevo día, de uno, al menos...” 8 Tiene la certeza de lograr lo im- el perro muerto en la playa en pleno me-
posible, de torcer el curso de lo real, de anular el paso del tiempo, diodía, ese agujero de carne...” 9 ¿Qué sería
la diferencia sexual... esa palabra –agujero? sino una palabra que
pudiera nombrar la Cosa –es decir decirlo
todo–, significándose a sí misma, sin apelar
“¿Qué habría sucedido? Lol no se aventura lejos en el desconoci-
a otro significante para producir significa-
miento al que se abre en ese instante. No dispone de ningún re-
ción, y con esto significarlo todo... Sien-
cuerdo, ni siquiera imaginario, de ese desconocimiento, no tiene
do ella agujero, no podría entonces hacer
noción alguna. Pero cree que debería penetrar en él, que era lo que
agujero, o suturarlo. Porque toda nomina-
tenía que hacer, que hubiera resultado definitivo para su cabeza
ción recubre, sutura una falta-agujero que

ENCUENTROS—51—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

se sustrae, que sostiene en esa sustracción


la deriva metonímica, que nos hace seguir
diciendo, por eso nos hace falta hablar y
nos falta la palabra... Esta pretensión de re-
tener la Cosa con la palabra, es esa locura
pulsional que vuelve muda y neutra a Lol,
más allá del bien y del mal, más allá de
la sexuación. Goce que se vuelve podrido,
perro muerto en la playa... Identificación
melancólica a ese objeto que no se termina
de desprender del todo y que astilla, en-
senos, blancos, bajo el vestido negro, no pasa de ahí, embelesado,
sombreciéndolo al Yo...
un Dios agotado por este desnudamiento, su única tarea, y Lol
“Esa palabra que no existe, está ahí sin em- espera en vano que vuelva a cogerla, desde el cuerpo enfermo de la
bargo: os espera a la vuelta del lenguaje, otra grita, espera en vano, grita en vano...” 11
os desafía, indómita, a levantarla, a hacerla
Dimensión pasional del grito que desnuda la impotencia de Lol
surgir fuera de su reino horadado por to-
para demandar... Puede gritar, en este primer tiempo necesario
das partes a través del cual fluye el mar, la
para la construcción del objeto voz, cuando el grito vuelve exterior
arena, la eternidad del baile en el cine de
una interioridad que podría ser desprendible. Pero sólo advendrá
Lol V. Stein...” 10
separable como objeto en la medida en que haya un pasaje del
“Hubiera sido necesario amurallar el baile, grito a la demanda, no sin la introducción del deseo del Otro y su
construyendo este navío de luz en el que función nominante, que haga nudo entre la cuerda simbólica del
Lol se embarca todas las tardes, pero que fort/da y la construcción del circuito pulsional. Hay impulsión,
permanece ahí, en este puerto imposible, pero no montaje... Lol recorre innumerables calles todos los días,
amarrado para siempre y puesto a abando- pretendiendo reencontrar esa escena que la sigue fascinando, que
nar, con sus tres pasajeros, este futuro en el es intemporal, idéntica a sí misma... Hasta que la encuentra... El
que Lol se halla ahora...” grito resuena en un vacío, sin lograr hacerse voz erótica que arti-
cule demanda de amor...
¿Por qué este personaje de ficción construido por Margueritte Duras
nos sigue dando tanto trabajo? Porque presenta en un despliegue
ficcional –en un personaje angustiante más que angustiado– face-
tas de las dimensiones intratables del goce.

Esta adherencia al nombre, a esa nueva nominación donde cae la


letra a, que la feminiza, se pasa a lo neutro, Lol-nombre que dice
de lo desexualizado, des-erotizado, mortífero de todo goce fusio-
nal. No puede semblantear como mujer, aquello por lo que valdría
la pena vivir... No hay pena en Lol, tampoco nada que lo valga...
Lol V. Ve un punto, una escena coagulada en el tiempo, eterna...
Lo dice con ira Lol punto V. Stein. Adherencia a una nominación
que impide el trabajo del inconciente, el trabajo de velamiento,
“El hombre de T. Beach sólo tiene una de envolturas para lo obsceno de dar a ver: esta posición pasional
función que cumplir, siempre la misma en muda en la que se desliza, opaca, su vida...
el universo de Lol: Michael Richardson,
cada tarde, empieza a desnudar una mu- n o ta s
jer que no es Lol, y cuando aparecen otros 1 a 11. DURAS, Margeritte: “El arrebato de Lol V. Stein”. Ediciones Tusquets.

—52—ENCUENTROS
Un niño
con diagnóstico
de autismo
Lic. Graciela Bosio

otra vez el eco se la devuelve. Realiza esa


acción varias veces.
Me sorprende y conmueve la escena.
No esperaba algo así de un niño con ese
diagnóstico.
¿Qué lo atrajo tan claramente? ¿Lo negro
de ese vacío que se forma en el centro del
caño que le hace borde? Ahí, en esa especie
de nada, él grita, se hace presencia con su
voz, que luego de un instante reaparece en
el eco. Puede relacionar que es por su gri-
to que se escucha el otro grito y lo reitera.
Espera la devolución para luego de un mo-
mento hacer sentir otra vez su voz. Pero el
otro grito es el mismo.
Recuerdo el juego del fort-da, en este caso
no hay carrete sólo su voz, que aparece y des-
aparece en alternancia con un instante de si-
lencio y el eco que la devuelve. Sin embar-
go, no hay diferencia, solo es “¡Ohhh!” En

L
lega al jardín de infantes. Tiene 3 años. Al salir al parque el fort- da dos términos y un espacio entre
de juegos con los compañeros se encuentra con toboga- ellos, arman el juego, primera diferencia que
nes, hamacas, trepadoras, arenero, escaleras que llevan a representa la presencia-ausencia materna.
puentes sostenidos por sogas. En esa diversidad lo observo ir di-
Esta repetición que él produce, de un solo
rectamente hacia los dos caños de cemento ensamblados, de los
término podría indicar que aún no ha po-
que se usan para los desagües, que pintados y decorados funcio-
dido realizar la inscripción simbólica de la
nan como otro elemento de juego para los chicos. No duda, no
ausencia de su madre.
mira los demás juegos, camina hacia ese largo caño, se sujeta del
borde, mete la cabeza en la oscuridad central y hace resonar su Dice Lacan: “[...] pues el juego del carrete
voz: “¡Ooooh...!” “¡Ooooh...!”, le responde el eco. Su cara expresa es la respuesta del sujeto, a lo que la ausen-
alegría, júbilo y vuelve a hacer oír su voz en el centro del caño, cia de la madre vino a crear en el lindero
ENCUENTROS—53—
jornadas de nuestro distrito
xviii jornadas psicoanalíticas de presentaciones clínicas

de su dominio, en el borde de su cuna, a


saber, un foso, a cuyo alrededor sólo tie-
ne que ponerse a jugar al juego del salto
[...]”(Seminario 11, 1964)
El júbilo que le produce su eco sería un júbi-
lo especular, semejante al del estadio del es-
pejo, anterior a la entrada en el simbolismo.
El niño grita, y por su grito se entera de
que algo en ese vacío se produce. El gri-
to, elemento primordial de la relación con
el Otro, mediante el cual aprendió a satis-
facer sus necesidades primarias. Ese Otro
que lo incluirá en el mundo del lenguaje,
y con el que seguramente habrá realizado
algún eco: má-má... pá-pá... solicitud de
recortes de palabras y sonidos reiterando
vocalizaciones. Se va apropiando así de su
voz y de las palabras para hacerse escuchar.
Mi conmoción hizo que dudara del diag-
nóstico y con el Equipo de Orientación Es-
colar sugerimos a los padres esperar y dejar
que el niño se incluyera con los demás en
las actividades cotidianas de su sala.
Estos padres junto con el diagnóstico traían
la indicación de integrar al niño con la es-
cuela especial. Con mucha angustia, no
cuestionaban, obedecían la autoridad de
los profesionales que habían dado la indi-
cación, a quienes ellos habían consultado.
En la sala el niño no se relacionaba con los
otros niños, deambulaba, utilizaba algunas
palabras que no pronunciaba completas...
esbozos de palabras.
Lacan en “Dos Notas Sobre el Niño” ubica
la posición del niño representando la ver-
dad de la pareja de sus padres o revelando
la verdad del objeto del fantasma materno.
La madre de este niño era profesora de en- Dice Lilian Kaufman: “Tanto padres como hijos mejoran cuando
señanza especial y trabajaba en una escuela la modalidad clínica con la que interviene el terapeuta está orien-
especial de mentales. tada a que el niño encuentre en el tratamiento contextos donde
Pensarlo como tropiezos en la estructura- desplegar sus atributos como niño; cuando ya no es visto como
ción subjetiva permitiría otro tipo de abor- un síndrome.” ¿Qué efectos podría haber producido en este ni-
daje al menos en el jardín. ño y en sus padres este diagnóstico cerrado que impedía pensar

—54—ENCUENTROS
la mejor atención a su hijo sin lograr ima-
ginarlo con deseos o necesidades propias.
Tratamientos de tipo conductual que lo
confirmaban en la repetición. En los últi-
mos encuentros que tuvimos pudieron es-
cucharse el agotamiento que los afectaba,
el niño se dormía en el jardín y su padre
en las salas de espera. Quería dejar ya todo
y llevarlo a jugar al fútbol. ¿Por qué no?
fue la pregunta. Su padre decidió recortar
los tratamientos, en costoso acuerdo con la
madre a quien le había otorgado el saber
sobre el tema por su profesión y trabajo.
En el último encuentro el padre nos relata-
ba sorprendido las preguntas que le hacía
el niño, qué cosas le gustaban... Se pudo
encontrar con él de una manera diferen-
te. Pudo pensarlo como niño, un sujeto,
no un síndrome. El representarlo por su
diagnóstico impedía la vinculación con ese
niño singular. El cambio en la representa-
ción de su hijo, al menos en el padre, posi-
bilitará la salida del aislamiento y generará
formas de instalar lazos sociales en el niño.
El guitarrista, José Ferraz de Almeida Junior. Tapa Encuentros Nº 16 Un padre despierta...

otras posibilidades? Uno cierto era que consultaban a muchos


profesionales y el niño concurría a varios tratamientos: cognitivo- bibliografía
Lacan, Jacques: “Seminario 11”
conductuales, neuroligüísticos, controles y estudios neurológicos, Lacan, Jacques: “Intervenciones y Textos 2”. Ed. Ma-
que lo dejaban agotado a él y a sus padres. Se producía un entra- nantial, Bs. As., 1988.
mado de derivaciones que obedientemente realizaban sin poder Freud, Sigmund: “Más Allá del Principio del Placer”
Kaufman, Liliana: “Soledades. Raíces intersubjetivas
dejar nada afuera, tratando de abarcarlo todo para garantizarle del autismo”. Ed. Paidós.

ENCUENTROS—55—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s

Hacia los 20 años


de la Revista Encuentros

R evista en la que se conjugan ética y estética. Nacida para iluminar con la palabra los
caminos que va dibujando, realizando, produciendo y transitando el Colegio de Psi-
cólogos de la Pcia. de Bs As. Distrito XV.
Veinte años de trabajo ininterrumpido en la tarea de dar difusión a las actividades de dis-
tintos ámbitos de formación existentes en el Colegio. Esta actividad, transversal a todas
las áreas de la Institución, se refleja en las distintas secciones de la Revista.
Letra escrita, posible de ser leída por cada generación. Letra escrita, que pone en juego el
deseo de escribir, abre el camino a las lecturas. Distintas lecturas a través de los tiempos
tendrán la posibilidad de ir produciendo un desplazamiento de fuerzas en el territorio de
las argumentaciones.
La Revista Encuentros nació, anda por el mundo del distrito, de la provincia de Bs As,
del país, del exterior, va “haciendo mundo” y llegan algunos retornos. Sostiene un rit-
mo de publicación que va delineando en los lectores el tiempo de la espera de cada
número y dando lugar a ese momento único de la llegada de cada número.
La Revista Encuentros ha recorrido un largo camino. Darle continuidad a su objetivo es
una responsabilidad y también un privilegio que deseo se renueve con las sucesivas ge-
neraciones de profesionales del Colegio tal como viene ocurriendo en estos veinte años
de edición.

Lic. Leticia Gianolini

Vigencia de un Encuentro
L a letra es el punto de entrecruzamiento en el que se anuda clínica y política. Si la
letra es lo que se lee, implica la marca inexorable de lo que de la enunciación cae
en la interpretación.
Efecto de un acto que hace texto para que soporte la vigencia de un tiempo para com-
prender. Este aniversario cumple con un “ya para siempre” que, como deseaba Diderot,
y deseamos, “dure mucho tiempo”. Vaya nuestra celebración y reconocimiento a quienes
han hecho posible, de esta revista, el sostén de una tradición. Un caluroso abrazo.

Ric ardo Mauro

—56—ENCUENTROS
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

Sujetos trasgresores:
la escucha y la incidencia
de la cultura
Lic. Alejandra Gibilisco

T
rabajo desde hace 16 años en
Unidades Carcelarias de hom-
bres de máxima seguridad, y en
función de ello, es que me interesaba com-
partir algunas cuestiones del orden de la
práctica y la reflexión ante la problemática
de los sujetos en conflicto con la ley penal
y la cultura.
Si bien hay diversas áreas de inserción pro-
fesional, dentro del ámbito carcelario, to-
maré solamente lo que hace a la labor den-
tro del llamado Centro de Observación.
Nuestra tarea allí, consiste en evaluar al
sujeto dentro de los primeros 30 días, de
ser condenado y que se corresponden con
lo que se llama Período de Observación,
en términos de las fases de la progresivi-
dad de la ejecución de la pena que señala la
Ley 24.660. Posteriormente transitará, en
función del cumplimiento de los objetivos
propuestos, por diversas fases, siendo la úl-
tima de ellas el Período de Prueba, ocasión
en la cual se podrá obtener el beneficio de
las salidas transitorias.
En el Centro de Observación el equipo es
interdisciplinario, participando abogados,
psicólogos y médicos psiquiatras, sumán-
dose a su vez un Informe Social. Destaco
lo de equipo interdisciplinario porque es
en el único momento de la ejecución de
la pena, que el sujeto va a ser evaluado
y escuchado por diversas disciplinas. Si
bien la ley conceptualiza ese espacio como El cartero Joseph Roulin, Vincent Van Gogh. Tapa Encuentros Nº 17

ENCUENTROS—57—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

“equipo”, sabemos que tendrá relación con nuestra responsabilidad La posición ética y sólo ella es la que nos
y modalidad de quehacer profesional, que el grupo de trabajo se servirá de brújula para retomar el rumbo y
constituya como equipo interdisciplinario o bien sean simplemen- correr, tamizar, desplazar estas cuestiones,
te, meros profesionales de distintas disciplinas que allí trabajan. que aquí no deben intervenir.
Es esta una ocasión privilegiada, ya que el sujeto será escuchado Esta posición ética está comandada ade-
desde diversos discursos para la confección de su Historia Crimi- más por nuestra formación teórica básica-
nológica. Será evaluado por un médico psiquiatra a los fines de mente por el deseo que rige la práctica de
realizar un Informe Somatopsíquico, los abogados harán un rele- cada uno. En esta práctica en concreto, lo
vamiento de sus antecedentes criminológicos y del delito actual y diría de esta manera: debiera ser el deseo
los psicólogos realizaremos una evaluación psicodiagnóstica. Fi- de escuchar allí a un sujeto y no a un preso,
nalmente se hará un informe final, llamado génesis delictiva, en el o mejor dicho, de escuchar al sujeto que
cual como producto de la lectura de los informes vertidos por los pueda de alguna forma emerger de ese ro-
profesionales intervinientes, se intentará construir una hipótesis paje de preso. Esta es la posición que nos
de la causalidad de esa trasgresión, del porqué del accionar delic- permitirá despejar cuestiones que no ha-
tivo, indicando principalmente los factores de riesgo y cual sería cen a la técnica. Escucharemos así un decir
el tratamiento aconsejado y el pronóstico futuro. diverso si convocamos al preso o si logra-
Esta labor se constituye en sí misma en una interrogación a los mos escuchar al sujeto.
profesionales que allí intervienen en relación a su posición ética
y a su deseo. El trabajo en equipo colabora para soste-
ner esta posición y ayuda a sortear estas di-
¿Por qué me parece que va directamente a ese lugar? ficultades. El intercambio con otros pares
Porque la escucha de estas problemáticas convoca fácilmente la es un espacio que puede hacer visibles es-
emergencia de fuertes pasiones, prejuicios, preconceptos, ideolo- tos puntos oscuros, ciegos; y no silenciar-
gía que uno ha ido conformando y obviamente de alguna manera los o lamentablemente hacerlos hablar en
porta sobre sí, pero que necesariamente es preciso correr, no sin muchas ocasiones en los informes escritos.
trabajo, de la posibilidad de escucha. Decía cuando mencionaba la confección
—58—ENCUENTROS
de la génesis delictiva, que se “leen” los in- Con el correr de los años institucionales y la experiencia que ello
formes realizados por los distintos profe- implica, podemos ver como en este afán de posibilitar la palabra
sionales, o bien, podríamos pensar ahora, y advertidos que el refrán dice “que el infierno está plagado de
que si hay equipo constituido y un deseo buenas intenciones”, no resulta un buen lugar intentar abrir este
que sostenga allí nuestra práctica, habrá espacio de escucha ubicándonos en un lugar simétrico, casi iden-
reuniones, debates, intercambios, que nos tificado al interno. Allí escuchamos preguntas del orden:”¿cuándo
permitirá la reflexión para articular las di- empezaste con el choreo? ¿Qué onda con la guita después? ¿La
versas escuchas y también escucharnos no- merca la conseguías por ahí? Y ¿cómo hacían con la yuta?
sotros, en nuestra palabra.
Este lugar puramente imaginario, lo que produce como efec-
Nuestra función es por estructura incómo- to es confirmar al sujeto en su lugar de “preso”, pero además
da, y me refiero tanto a la escucha analíti- el “preso” habla... el que está enmudecido allí es el sujeto. Es
ca como al lugar dentro de la institución al preso finalmente al que se entrevista con esta modalidad,
penitenciaria. ¿Qué quiero decir con esto? quien ofrece allí palabra vacía, nada de lo que uno necesita
Si entramos y salimos de las entrevistas y como indicador clínico, es una entrevista más al estilo de las
de la cárcel sin dificultades, sin preguntas, televisivas que hoy abundan sobre individuos que trasgreden
sin inquietudes... algo no está funcionan- la ley. No es esa nuestra función.
do bien en nosotros. Porque aún tamizan-
También está la otra posición, la superyoica, la del profesional que
do y despejando las cuestiones pasionales
se ubica en un lugar asimétrico para retar al preso. Allí aparecen
y de prejuicios que portamos, nos encon-
preguntas del orden de: pero ¿Ud. no pensó en la víctima? ¿Por
tramos con sujetos en los cuales la palabra
qué supuso que si la víctima salía del banco con plata, es porque
no se halla constituida en un vehículo para
no la necesita y se la puede sacar? Y si aparecen modismos car-
transmitir lo que les pasa sino que se hallan
celarios la respuesta es: ¡Hábleme como corresponde, no soy un
mas del lado de las actuaciones e impulsio-
compañero suyo!
nes, unido además a que no han demanda-
do ser entrevistados, y fundamentalmente Esta es otra posición que si bien es descriptivamente contraria a la
que se hallan privados de la libertad. primera, tiene el mismo efecto: se entrevista al preso.

ENCUENTROS—59—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

Con estos ejemplos, trato de decir que el lugar ético a ocupar –


no sin dificultades– es el de entrevistar al sujeto que está allí con
el ropaje de preso. Hoy no tiene uniforme a rayas como antes,
pero uno podría seguir en busca de esas rayas o bien intentar
ubicar y escuchar a quien se oculta, se opaca, se esconde, detrás
de esos ropajes.
Sostengo que frente a la jerga o modismos propios del ámbito
carcelario, uno debe interrogar: ¿qué quiere decir con eso? ¿Qué
quiere decir cuando dice “escruche” “ortiva” “no voy a trabajar
para la poli”? Un intento de no coagular el sentido allí, y que el
sujeto trastabille al dar cuenta de eso. Posición que sólo se sostie-
ne desde el lugar de ignorancia imprescindible para escuchar a ese
sujeto en particular.
En esta oportunidad el sujeto se halla en un momento cronológi-
co sumamente particular y privilegiado.
Se trata de un sujeto que será entrevistado a los a los 30 días de ser
condenado. Anteriormente se hallaba procesado, lo cual propicia
poder apelar al pensamiento mágico de no ser sancionado penal-
riesgosos debemos conducirnos hacia la po-
mente. Al ser condenado, algo de ello cae, se desvanece.
sibilidad de que ello mute en un síntoma
Para el discurso jurídico, el individuo ha sido declarado culpable, subjetivo, aunque más no sea como apuesta
es decir, se ha investigado un hecho, se han aportado pruebas para de intervención en nuestra escucha. No va-
constatar el acto delictivo y sobre su culpabilidad, que transita por mos a convalidar su lugar de preso, ni va-
la aptitud de discernir, de dirigir sus acciones, en síntesis fue im- mos a reivindicar a las víctimas, ni vamos
putable. Para el psicoanálisis la culpabilidad es otra cosa, como lo a dar una sentencia, que ya fue dada por el
plantea Gerez Ambertín, es una actitud, es la posibilidad de ubi- juez, se trata justamente de otra cosa, de es-
carse el sujeto en una posición en la cual pueda emerger la culpa. cuchar los engranajes por los cuales el suje-
Cuestión fundamental para nosotros y bien diferente. to ha quedado finalmente preso... preso de
En ese momento, se presentan con mayor claridad el entrecru- eso, que aún no sabemos qué es.
zamiento de los dos discursos en el sujeto. Si bien todos estamos Decía que en ese momento el sujeto dejó
atravesados por lo jurídico, este es un momento especial. de presumirse inocente para la ley jurídica.
Aquello que puso en juego el engranaje judicial en cuanto la in- Ahora, en el discurso jurídico la culpa y la
vestigación del hecho, del acto delictivo y no del autor. En este responsabilidad tienen como una especie
momento, posterior a la condena, será preciso introducir una di- de ligazón directa, de correlato: fue culpa-
ferencia, un discurso distinto, desde el cual se interroga ya no al ble en cuanto fue probado que es respon-
individuo en tanto “uno” como autor del hecho, sino al sujeto y sable en tanto imputable. Para el psicoaná-
en tanto tal dividido y singular. lisis, este correlato no es automático y de
esto dan cuenta los sujetos al ser entrevis-
Hasta ahora se vino escuchando el acto delictivo, y ahora es pre-
tados. Por eso me parece que en este punto
ciso correrlo de allí para escuchar al autor, al sujeto, que allí está
en el cual la ley se expidió sobre el sujeto,
enredado. Esta tarea no resulta sencilla, porque el sujeto intenta
lo condenó y lo sancionó a “x” años, en ese
persistir en el lugar dado por lo jurídico y en continuar detallando
punto se pueda ofrecer la escucha de qué
los avatares del juicio, y no de hablar acerca de qué le sucede a él
es lo que el sujeto considera de ello, qué es
frente a eso.
lo que tiene que decir y también nosotros:
Si bien somos convocados a intervenir en sujetos portadores de qué es lo que estamos dispuestos a escu-
síntomas sociales, que los señalan como peligrosos, alarmantes, char y a quién.
—60—ENCUENTROS
Hace unos años estaba interesada acerca de qué cosas pasaban
en la vida de un sujeto, para que después se presentaran con-
ductas trasgresoras de la ley, que finalizaban en una detención
y muchas veces en toda una habitualidad de delitos y privación
de la libertad.
Causada en parte por eso, había escrito un artículo en el cual in-
tentaba señalar esos acontecimientos y esas modalidades familia-
res que con frecuencia escuchábamos en las entrevistas clínicas a
los sujetos condenados.
En esta oportunidad me referiré sólo a lo que atañe a la figura pa-
terna, y lo que allí frecuentemente se presenta.
Durante el proceso adolescente la figura materna resulta idealiza-
da y sobrevalorizada, es “intocable” e “intachable”.
La ubican en un lugar de víctima de todas las situaciones y de to-
dos los vínculos, las desresponsabilizan en todas las experiencias,
como mujer y especialmente como madres.
No han fallado, no pueden hablar de una falta ahí.
Es un momento privilegiado para la escu-
cha del sujeto y para poder determinar su Al mismo tiempo, esta relación madre-hijo se empieza a enlazar a
posición subjetiva. Esa mirada particular un vínculo de tipo simbiótico, que se inaugura en esta etapa. Para
que tiene un sujeto al interpretar su pro- ello, es preciso y necesario borrar a quien pueda regular ese vín-
pia realidad y lo que la circunda, ese pris- culo: el padre. En el inicio de la adolescencia, la madre parecería
ma, que aunque puede ser compartido por ubicarse en un lugar de necesidad. El canal de circulación entre
otros individuos, lleva siempre la marca ellos comienza a ser la necesidad, pero no es la del adolescente,
de la singularidad de cada cual. Ese cristal sino la de la madre. La madre muestra y demuestra que necesita a
desde el que mira sus actos, sus decisiones, su hijo para “tener” lo que requiere para vivir. Es imprescindible
su acontecer y desde donde interpreta su para sostenerse en ese lugar, mostrarse sola o bien con un hombre
realidad. Por ello siempre es en términos impotente para satisfacerla. Es en este punto donde barra, donde
de realidad psíquica. La realidad psíquica impotentiza al padre y al hombre, único personaje que podría
del otro se escucha, uno se detiene a re- acotar el vínculo incestuoso armado.
flexionar o intervenir allí, o preguntar, pe- Cómo lo hace? En los relatos aparecen distintas vías frecuentes.
ro no es del orden de la crítica o el cuestio- Una de ellas es desde la trasgresión y complicidad con el hijo,
namiento moral. subvirtiendo las órdenes paternas, si las hubiera.
Lo que uno escucha es la posición del suje- Otra vía probable es la desautorización y subestimación del padre.
to frente a la ley.
Por ejemplo, la madre de un detenido decía a la asistente social:
La ley, en tanto tal, tiene la función de re- “no vale la pena que venga el padre, qué puede decirle él, la madre
gular, imprimirá restricciones pero que no soy yo, y soy la que estoy siempre. Además, él no sabe hablar, no
lo asociaría de manera unívoca con el con- se expresa bien”.
cepto de represión, aunque de hecho tiene
su relación, sino que inhibirá para posibi- Generalmente los padres resultan débiles y frágiles por cuestiones
litar otra cosa. propias de su personalidad. A veces se agrega cierto lugar degra-
dado por cuestiones prolongadas de desempleo o consumo de al-
Ahora bien, todos en tanto sujetos de un cohol o por escenas de violencia que protagonizan. Por lo cual las
orden y un tejido social estamos sujetados madres no hacen más que reforzar estos aspectos en su discurso y
a la ley. sus actitudes.
ENCUENTROS—61—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

En otros casos, los padres se vinculan con sus hijos desde un lugar no se perdía el respeto por ellos a partir
de “par”, “amigo”. Dejando igualmente vacante el lugar de auto- de esto básicamente porque las esposas, la
ridad y límite que se les imposibilita ejercer. madre del interno, transmitían ese respeto
por él, a veces difícil de entender.
Como podemos ver la figura paterna en parte por características
propias y en parte por el discurso materno, aparece degradado, sin Eran padres que en general no asistían a
poder ubicarse en un lugar de ley, de corte, límite, regulación en sus hijos intramuros, sólo hasta que se les
tanto figura que detenta la ley. pasara el enojo. Es decir mostraban que al-
go les pasaba frente a ello, daban cuenta
Ahora bien, considero que la problemática de los sujetos en conflic-
de su rechazo y conmoción ante las actua-
to con la ley penal lleva siempre la marca de la cultura lugar, de los
ciones. Los sujetos decían que se cansaron
tiempos que corren y también de las crisis de las sociedades actuales.
de ver laburar al viejo y que no progresara.
Frente a este tratamiento de la figura paterna, uno no puede de- Eran trasgresores que no entregaban te-
jar tampoco de preguntarse, hasta qué punto incide la cultura de levisores para el living de la casilla de los
desvalorización y devaluación general de la figura del padre. Me padres sino que compraban ladrillos y les
refiero al padre, no en tanto género sino al padre en función. construían una casa a los viejos.
Aquí es donde quería compartir algo de nuestra “sordera” que se Si bien en muchas ocasiones los “presos
empieza a hacer visible. La presentación clínica del trasgresor ac- viejos” eran consumidores de tóxicos, po-
tual es bien distinta a la de años atrás y debo decir que quienes nos cas veces lo hacían para delinquir ni delin-
empezaron a advertir de ello fueron los mismos sujetos detenidos quían para sostener el consumo.
que no pudimos escuchar
Antes decía que hay una jerga carcelaria, la que usa el interno, pero
también hay una jerga profesional para quienes trabajamos en el ám-
bito y aquí voy a presentar un vocablo de ello y es el de “preso viejo”.
¿Cómo era el preso viejo? El preso viejo era un sujeto que general-
mente asistía a la entrevista cuando era convocado, que tenía un
trato correcto con los profesionales, que se ubicaba en un lugar en
el cual respetaba y se hacía respetar, que era caballero especialmen-
te teniendo en cuenta que era entrevistado por una profesional
mujer, que tenía cierta reflexión sobre sus elecciones, pero que
también daba cuenta de una manera cristalizada de “porque era
delincuente”, es decir se sentía implicado en este “ser delincuen-
te”, y daba cuenta de eso. Relataba su historia, pero era precavido
de no ubicarse como víctima, como si eso no fuera de hombre, no
fuera digno, sobrevalorizaba las figuras parentales y si la historia
no se lo permitía salvaguardaba al padre con un “hizo lo que po-
día” y una madre idealizada como “la vieja” casi del tango.
Porque la madre que describían eran más parecida a la vieja sufri-
da, trabajadora, que cuidaba el peso, que hacía todo lo que podía
para que sus hijos tuvieran un plato de comida.
Los padres de ese “preso viejo” en general eran laburantes, por ahí
ausentes en su función paterna por dedicarse a jornadas laborales
extensas y una delegación de la crianza en la madre, pero eran
padres dedicados al trabajo con remuneraciones no acordes a su
esfuerzo. Difícilmente se presentaban padres trasgresores o adictos
si bien algo recurrente podía ser el consumo de alcohol. En parte
—62—ENCUENTROS
Valorizaban como virtud un delito que si igual! Encierro para ellos, no tienen remedio, no tienen cura. Las
bien era amedrentador no implicaba un ex- leyes los protegen a ellos y no a nosotros.”
ceso de violencia, más que el necesario, si es
Nosotros qué decimos de ellos: sujeto impulsivo, sin diques re-
que esto podría decirse de esta manera.
presivos, sin posibilidad de reflexión, sin interés en el lazo social,
En los primeros tiempos en los cuales em- no le interesa qué piensa, qué dice, qué le pasa al otro. La madre
piezan a ingresar otro tipo de sujetos tras- permanece idealizada, no se vislumbra ninguna actitud de lími-
gresores –y estoy hablando de hace un poco te frente a la trasgresión y el padre pasa de ser algo “fallido” por
más de 10 años–, el “preso viejo” se mos- laburante en el preso viejo a inexistente en el trasgresor actual.
traba molesto con los que llamaba “estos
pendejitos” que salen falopeados y hacen Así es como al delincuente desenfrenado, dicen, hay que encerrarlo.
cualquier cosa. Decían: “no tienen código”. Me parece que este tipo de delincuencia actual es el producto de
El “preso viejo” lo señala casi como un des- una historia personal y es un emergente de la cultura de estos tiem-
prestigio del trasgresor y en las dificulta- pos, de esa cultura que entre todos construimos y sostenemos y de
des serias que él encuentra para convivir en la cual somos partícipes y que eclosiona de esta manera en el tejido
el ámbito carcelario con ellos. No lo tolera social, razón por la cual necesitamos ponerla detrás del muro.
conviviendo, ¿por qué? Porque resulta im- Sabemos igual que el delito no es sólo un acto individual sino que
previsible y no respeta normas ni jerarquías. pone en jaque a todo un sistema de legalidad social y sin embargo
Frente a ello la sociedad dice: “¡Salen a ma- allí lo que se presenta es algo del orden de la contradicción. La so-
tar, te matan por $2, le das todo y te matan ciedad, por ahí tomada por el rechazo y las pasiones que despierta
la alarma social, en tanto víctimas de este “sin código” que seña-
laba el preso viejo, en vez de que esto interrogue a la cultura, lo
que hace es pedir castigo y nosotros como agentes de salud,dentro
del ámbito carcelario, debemos diferenciar castigo de sanción –en
tanto responsable– y creo que debiéramos reflexionar sobre estas
contradicciones que nos entrampan, en el núcleo de la degrada-
ción de la función paterna, de la ley.
Pareciera que poner detrás del muro estas trasgresiones satisfacen
la necesidad de castigo y nos ahorra los interrogantes sobre estas
cuestiones jugadas en el malestar en la cultura y en un mas acá de
la ley.
El sujeto hace síntoma en relación a su historia pero también nos
interroga en tanto tejido social.
Por eso me parece que esta caracterización del trasgresor actual,
no es ajena a estos lentos cambios culturales que se van consoli-
dando y parecemos no estar advertidos... como cuando hace 10
años ya nos lo indicaba el preso viejo. ¿Otra vez sordos?

bibliografía
Gerez Ambertín, Marta: “Culpa, responsabilidad y castigo en el discurso jurídico
y psicoanalítico”. Vol III, Ed. Letra Viva.
Gerez Ambertín, Marta: “Culpa, responsabilidad y castigo en el discurso jurídico
y psicoanalítico”. Vol II, Ed. Letra Viva
Camargo, Luis: “Encrucijadas del campo psi-jurídico”. Ed. Letra Viva
Gibilisco, Alejandra, Lic: Artículo “Pulsión de muerte: un goteo incesante?”. Revista
de Estudios Criminológicos y Penitenciarios, Nº 5, Ministerio de Justicia, Chile.

ENCUENTROS—63—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

Sentar cabeza
Lic. L i s a n d ro I s a s a

“Freud explicaba que el inconsciente no es tanto profundo


sino más bien que es inaccesible a la profundización consciente.”
Jacques Lacan, 1974

como lo imposible de soportar2. Emilio


Vascheto propone redefinir al sintagma
“Urgencias Subjetivas” como “urgencias
en la producción de un sujeto posible”3. Al
no articularse la cadena, el sujeto, lo que
un significante representa para otro signi-
ficante, no se articula.

De la urgencia subjetiva
a la producción de un sujeto
Juan consulta espontáneamente a la guar-
dia. Es derivado por un clínico como “un
paciente con alucinaciones.”
Juan explica que decidió consultar a la guar-
dia porque desde hace 2 días padece de una
fuerte cefalea, lo que le ha impedido conci-
liar el sueño la noche anterior a la consulta.
Padece, además, de vértigo y mareos.
Manifiesta sentirse profundamente pertur-
bado mientras viaja en tren, rodeado de los
otros pasajeros. A todo esto se suman las

E
“alucinaciones”, de las que dice que es co-
ste informe es un corte temporal, una instantánea,
mo si “la pared se da vuelta”, “la pared se
en el devenir de la pregunta por mi quehacer como
me viene encima”. Asimismo, dice sentir
analista de orientación lacaniana en el dispositivo de
como si le pegaran “un palazo en la nuca”.
guardia de un hospital general de agudos; pregunta que anima
Se ha golpeado intencionalmente la cabeza
ese quehacer.
contra la pared y ha pensado, con evidente
Voy a presentar un recorte clínico de dicha práctica, tomando horror, en ahorcarse.
en cuenta dos referencias: por una parte, las conceptualizaciones
La presencia del objeto a –resto aborreci-
acerca de la urgencia subjetiva; por otra, el status ético del incon-
do del Otro4– que la certeza de la angus-
ciente, tal como lo aborda Lacan en su seminario “Los Cuatro
tia señala, interrumpe la articulación de
conceptos fundamentales del psicoanálisis”.
la cadena significante y deja al sentido en
Ubico a la urgencia subjetiva como una “ruptura aguda”1 de la suspenso. Apunto, en primera instancia, al
cadena significante, irrupción de un real, que define a la urgencia relanzamiento de la cadena.
—64—ENCUENTROS
Intento cernir las coordenadas en que
emerge el malestar: hace tres días su hijo
de 6 años y él fueron invitados a una cena
en la que la pasaron muy bien, jugaron a
la Play Station y él tomó un poco de cer-
veza lo que, según manifiesta, no le hace
bien. Al día siguiente despertó con dolor
de cabeza y ahí se inició el derrotero que lo
conduciría finalmente a la consulta.
Nos encontramos con la insistencia de un
significante: “Mi nene me dice «Papá» y no
sé lo que estoy haciendo”.

Historizando
Originario de Salta, vivió los últimos 14
años en Bs As. Me entero que tiene otra
hija de 10 años a la que “no puede ver” y
que vive a sólo dos cuadras de su actual
lugar de residencia. Al respecto habla de
una mala relación con la mamá de su hija,
la que atribuye al enojo de esta mujer por
Jour et nuit, M. C. Escher. Tapa Encuentros Nº 18
no haber querido él “juntarse” con ella.
Al pasar menciona que ahora él ha “sen- bien por qué decidió venir a Bs As. Sus padres dicen de él que es
tado cabeza”. “un loco de mierda”.
Hace 15 días fue echado de su trabajo. El Transcurrido un largo tiempo de entrevista, Juan dice encontrarse
dueño del lugar en que trabajaba le dijo más tranquilo. Decido introducir una pausa temporal, luego de la
que él no le servía porque iba dormido y cual –le informo– tendremos otra entrevista.
no cumplía con las tareas. Por su parte,
Juan refiere que, enojado por el mal trato
de parte de su jefe, empezó a trabajar a des- Aquí mismo podría ubicar un cierre para la intervención. Hay ya
gano meses antes. un alivio, producto de la puesta en palabras del malestar. Los dichos
Dice que está pensando visitar por primera van re-anudando, re-constituyendo la cadena significante rota.
vez a su familia de Salta junto con su hijo. En muchos casos que atiendo por guardia, la intervención termina
Al parecer su familia nunca entendió muy con esta disminución del malestar, no siendo posible o deseable ir
ENCUENTROS—65—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

más allá. El límite a la intervención por guardia estará dado por el respecto a lo que esperaba, lo que encuen-
punto hasta dónde el sujeto consienta ir. tra es invalorable”.8
Más allá de los dichos apuntamos al decir del sujeto, a la enun- Queda planteada la pregunta por si el suje-
ciación. “Toda enunciación habla del deseo y es animada por él”6. to consentirá en proseguir, en otro espacio,
la interrogación que despierta la interpre-
tación que viene del inconciente.
En el segundo encuentro, preguntado por el “sentar cabeza”, dice
En el seminario de los “Cuatro concep-
que ahora es distinto porque su hijo está más grande y él puede
tos...” Lacan ubica al status ético del in-
ayudarlo en las tareas escolares, enseñarle. “Antes a mí no me im-
conciente, vinculado a “la manera de
portaba nada. Salía, iba al gimnasio. Sólo me preocupaba por mí”.
proceder de su descubridor”9. Es el deseo
Mi insistencia por aislar en sus dichos algo de la relación con su del analista el que hace lugar a que lo que
padre, culmina en la referencia al maltrato del que era objeto sien- aparece como inconciente (para volver in-
do niño y adolescente por parte de su padre ebrio. Visiblemente mediatamente a desaparecer) se erija en
angustiado dice: “Lo veo a mi nene que me abraza y me dice algo, interpretación.
y yo pienso: «¿Cómo mi viejo me pegaba?», no lo entiendo”.
n o ta s
El sujeto es lo que representa un significante para otro signifi- 1. Laurent, Eric, con el Grupo de Investigación sobre
cante; circula en el entre-dicho. “[...] el inconciente se manifiesta las urgencias. En AAVV “La Urgencia. El psicoanalista
siempre como lo que vacila en un corte del sujeto –de donde vuel- en la Práctica Hospitalaria”. Ed. Ricardo Vergara. p. 20.
2. Lacan, Jaqcues: referencia citada por François Le-
ve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo [...]”7 guil en “Reflexiones sobre la urgencia”. En AAVV “La
Urgencia. El psicoanalista en la Práctica Hospitalaria”.
Ed Ricardo Vergara. p. 26.
De la localización del sujeto a su implicación. 3. VASCHETTO, Emilio: “Preguntas y respuestas a la
urgencia subjetiva”; en “Perspectivas de la clínica de la
Juan dice que actualmente tiene muchos proyectos y agrega: urgencia”. Ed Grama. p. 139.
4. LACAN, Jacques: Seminario “La angustia”. Ed. Pai-
“Ahora quiero, ¿no?, seguir adelante”. dós. p. 133.
Intervengo para señalar lo problemático de que quiera no seguir 5. MILLER, Jacques Alain: “Introducción al método psi-
coanalítico”. Ed. Paidós. c. 2-3
adelante. 6. LACAN, Jacques; Seminario “Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis”. Ed. Paidós. p. 147.
Con la sonrisa que despierta a su rostro por primera vez, doy por 7. —p. 35.
terminada, ahora sí, la intervención. Este hallazgo que sorprende 8. —p. 33.
9. —p. 41.
al sujeto es “[...] más y menos de lo que esperaba: en todo caso,

—66—ENCUENTROS
A veinte años, Luz:
La apropiación de identidad
y su restitución.
Perspectiva psicoanalítica
Lic. M a r í a Vi c t o r i a M o ra

A partir de la novela familiar que la obra literaria A veinte años, Luz de Elsa Osorio relata,
este trabajo indaga sobre las particularidades de un caso de apropiación ilegal y de la
incansable búsqueda de identidad –con la reconstrucción subjetiva que conlleva– de Luz,
su personaje principal. Se trata de un posible recorrido psicoanalítico de distintas aristas
que esta historia presenta
Guernica (detalle), Pablo Picasso. Tapa Encuentros Nº 21

ENCUENTROS—67—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

“El tratamiento simbólico de la tragedia es un indicador


de la capacidad de los pueblos para elaborar su historia.”
J. J. Michel Fariña

L
a primera pregunta que podemos formular a partir de la
apropiación de un niño es si ese grupo puede ser llamado
familia. Si un hombre y una mujer, que roban o consien-
ten en aceptar un niño robado, rebajándolo al estatuto de objeto,
puede ser llamado familia.
Una respuesta posible es que no habría familia allí. Lo que se
constituye es de otro orden. Es más bien del orden de la farsa.
Toda familia, a través de sus múltiples discursos y voces, ayuda a
construir para los hijos una ficción que opera de modo eficaz des-
de el punto de vista simbólico, permitiendo a todo niño construir
un relato sobre su novela familiar.
Cuando se niegan el origen y la identidad y se inventa una filia-
ción que no es, lo que se constituye en ese movimiento es una
farsa y no una ficción.
Lo que aparece entonces no son las funciones materna y pater-
na, tal como se establecen frente al nacimiento de un hijo o una
adopción legal. Nos encontramos con personas sosteniendo un
engaño, manipulando a un niño con los efectos devastadores para
la subjetividad que esto implica.
“La mentira que engaña efectivamente se consuma a través del por su absoluto deseo de conocer su iden-
montaje de un teatro fraudulento donde es la mala fe quien cons- tidad. Ahí se encuentra el punto de viraje
truye la puesta en escena. En cambio, el carácter verdadero de una donde ella decide ubicarse en el camino del
ficción reside en la eficacia simbólica que de ella emana y que opera deseo tomando distancia de la posición de
sobre todos aquellos que se encuentran tomados por la misma.”1 goce en la que se encontraba, esta posición
A 20 años Luz, novela de Elsa Osorio, cuenta la historia de una fa- particular en la que se sospecha pero no se
milia atravesada por la apropiación ilegal de un niño en la última pregunta, se viven ciertas experiencias que
dictadura cívico militar argentina. Aunque se trata de una ficción, presentan un enigma pero no se indagan.
bien podría tratarse de una de las historias de los 500 niños apro- Este camino termina con la posibilidad de
piados en el contexto socio político de la última dictadura que reconstruir su vida desde su nacimiento en
ha sufrido la argentina. En ese sentido se trata entonces de una cautiverio. Dice Samuel Basz: “se trata de
ficción sobre lo real. encontrar los medios de enfrentarlos a una
elección entre la comodidad de una igno-
Esta es la historia de una joven de 20 años quien tras encontrarse
rancia que infecta inevitablemente su des-
encarnando su función materna, termina por reconocer que hay
tino como sujeto por un lado o bien pagar
un secreto familiar que la acompaña. El contacto de su boca con
el precio del trabajo que conlleva encon-
la tetina de la mamadera de su hijo, hace que su cuerpo recuerde
trarse con sus marcas de nobleza para pro-
por ella, aquello que ha vivido. La goma de la tetina la invade de
ducir un saber liberador sobre su verdad
angustia, es el cuerpo quien recuerda por el sujeto.
subjetiva”2. Luz deja allí definitivamente
Así Luz resignifica cierta angustia congénita que la ha acompaña- su ignorancia y cierta comodidad, porque
do toda la vida. Comienza entonces para ella un camino empujada lo cierto es que ella siempre se ha sentido
—68—ENCUENTROS
incómoda con esa historia impuesta. Aho- su hija el nacimiento de un hijo muerto. Se ubica una clara posi-
ra toma la decisión de pagar el precio que ción gozosa en torno al poder sobre la vida y la muerte, gozan de
haga falta por encontrar sus verdaderas manipular el destino ajeno, dueños de la vida y la muerte: si un
marcas constitutivas. niño muere es fácilmente reemplazable para evitar la frustración
de su hija, taponando la pérdida. Secreto que lo es también para
Luz es apropiada por decisión de quie-
los padres que se harán cargo de ella. Esta es la contrapartida de
nes luego serían sus abuelos maternos: su
la posición gozosa de los abuelos en torno al poder y el secreto.
abuelo un alto mando militar, frente a la
Eduardo y Mariana, padres apropiadores de Luz, aún no sabiendo
contingencia de haber nacido un nieto
su origen, son responsables subjetivamente de aceptar una niña
muerto, decide en el mismo movimiento
que saben no es propia. Ambos terminan consintiendo a sostener
reemplazarlo por una nieta apropiada del
el secreto que los une, terminan siendo subjetivamente respon-
centro clandestino de detención que co-
sables del secreto y la familia que este abuelo apropiador arma y
manda. Esto inscribe a Luz en una trama
sostiene a cualquier precio.
generacional y simbólica que no es la pro-
pia, interrumpiendo, ya desde el secuestro Luz se encuentra, así a los 20 años y después de dar a luz, realizan-
de su madre, el deseo que la esperaba, su do una búsqueda subjetiva de la identidad que se anuda también
lugar en el campo significante del Otro al encuentro con ese hombre que sería luego el padre de su hijo,
que habría tenido que alojarla. Se recorta quien a su vez es portador de la trágica historia de este país: él es
un primer momento en que aparecen goce hijo de desaparecidos.
y secreto, momento fundante de esta farsa:
A partir de dar a luz, definitivamente decide alejarse de la oscu-
un padre y una madre (abuelos apropiado-
ridad, y empezar a construir su nueva subjetividad. Su historia
res de la niña) quienes deciden ocultar a
auténtica, la ficción que debería haber sido su lugar de nacimien-
to subjetivo, alejándose para siempre de la farsa que quisieron
imponerle.
Este es el inicio de un camino nuevo, como se escucha en el testi-
monio de los nietos recuperados, es un volver a nacer. Es construir
una nueva subjetividad, con los relatos de la verdadera familia.
Podría ser pensado como un nacimiento subjetivo, si pensamos la
identidad como construcción en permanente devenir, incluyendo
irremediablemente la libertad, la libertad de enfrentarse con la
verdad de la propia historia alguna vez denegada.

n o ta s
1. Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos (Comps.): “La encrucijada de la filia-
ción”. p. 18
2. Basz, Samuel: “Las marcas de la nobleza”, del libro “Identidad construcción social y
subjetiva”. Primer Coloquio Interdisciplinario de Abuelas de Plaza de Mayo.

bibliografía
Osorio, Elsa: “A veinte años, Luz”. Ed. Grijalbo Mondadori, Buenos Aires, 1999.
Miller, Jacques-Alain: “Cosas de familia en el inconsciente”. Revista Mediodicho
N°32, Córdoba, Agosto de 2007
Kletnicki, Armando: “Niños desaparecidos: la construcción de una memoria”. En
Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos (Comps), “La encrucijada de la filiación”,
Buenos Aires, Ed. Lumen Humanitas, 2001
Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos: “Introducción: apropiación-restitución
de niños y tecnologías reproductivas”. En Fariña, Juan Jorge y Gutiérrez, Carlos
(Comps), “La encrucijada de la filiación”, Buenos Aires, Ed. Lumen Humanitas, 2001
Abuelas de Plaza de Mayo: “Restitución de niños”, Eudeba, Buenos Aires, 1997.
Abuelas de Plaza de Mayo: “Identidad construcción social y subjetiva” Primer
Coloquio Interdisciplinario, 2004.

ENCUENTROS—69—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s

Identidad, Ley, Responsabilidad


M ás allá de los avatares cotidianos, con sus situaciones acuciantes que nos sacuden
a diario, es necesario en todos los órdenes de la vida hacer un alto, y reflexionar:
de dónde venimos, dónde estamos y a dónde vamos.
El profesional psicólogo no debería ser una excepción, y por ende, decidir en un momento
dado detenerse, y hacer un análisis reflexivo sobre la disciplina que ha abrazado.
Hace a su identidad conocer la historia de la psicología en los últimos 35 a 40 años en el
país, que le permita tener clara conciencia del rol social que la disciplina y el profesional
psicólogo tienen.
La Psicología, que durante muchos años fue considerada como furgón de cola de la medi-
cina, auxiliar del arte de curar, rechazada o mirada con indiferencia por la sociedad, sospe-
chada desde lo ideológico como subversiva por el poder –lo que motivó la supresión de la
carrera durante la última dictadura militar en la U.N.L.P.– fue creciendo, pese a ello, cuanti-
tativa y cualitativamente. Desde el renacer democrático de 1983 se produce un incesante
desarrollo de la misma, se vuelve a dictar la carrera. Se produce una revalorización social de
la disciplina, y habida cuenta la complejidad de las relaciones sociales, con el consecuente
aumento de la demanda de servicios profesionales en salud mental, se concreta su justo y
merecido reconocimiento, con la regulación legal del ejercicio, y el control de la matrícula de
su creciente universo profesional, a través de la sanción en agosto de 1985 de la ley 10.306.
Se torna necesario entonces, mas allá de que es parte de una “buena práctica profesio-
nal” conocer la ley que regula su ejercicio, hacer un repaso de su génesis y contenido, y
actuar conforme sus dictados.
Se cumplieron ya más de 25 años de la sanción de la ley 10.306, instrumento que entre
otros permitió el desarrollo de la disciplina, seguramente su texto deberá ser mejorado
y adecuado a los tiempos, sin olvidar que sus imperfecciones fueron producto de un mo-
mento histórico, que habida cuenta la inestabilidad política que había sacudido al país,
hizo necesario obtener su sanción como reconocimiento y su importante universo profe-
sional, sin detenerse en precisiones de contenido y técnica legislativa.
Hoy los títulos de Psicólogo y Licenciado en psicología han sido declarados de interés
público (Res. 136/04 y 343/09) por la trascendencia social del ejercicio profesional, y se
ha iniciado el proceso de acreditación de las distintas carreras que ofrecen las Universi-
dades lo que redundará en beneficio de la disciplina.
Dado entonces ese recorrido de la disciplina psicológica, es importante hacia el futuro,
que desde el ámbito universitario se apunte a plasmar el avance cualitativo de la misma,
desde el ámbito colegial a consolidar el funcionamiento institucional, y desde los profe-
sionales psicólogos a través de la formación permanente y un accionar diligente, actuar
conforme una buena práctica, que incluye el conocimiento y respeto de la ley 10.306, no
solo por la obligación de afianzar el prestigio de la psicología, sino como homenaje tam-
bién a todos aquellos que bregaron en momentos difíciles para el logro del reconocimien-
to legal del ejercicio profesional.

D r . O s va l d o P o z z i o
A s e s o r Legal del Consejo S uperior

—70—ENCUENTROS
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

El fundamento ético
de la regla de abstinencia
y el deseo del analista
Lic. Evangelina Irrazábal

El Jardín de las delicias (detalle), Jheronimus Bosch


Introducción (El Bosco).Tapa Encuentros Nº 22

E
n el presente artículo se propone ubicar la conceptuali-
zación de la regla de abstinencia freudiana y el deseo del
analista en Lacan, situando el fundamento ético de am-
bos conceptos. Se definirá el concepto freudiano de regla de abs-
tinencia, concibiendo que se refiera a la regla dirigida al analista,
donde este debe abstenerse de satisfacer la demanda del paciente,
abstenerse de sugestionar, de dar sentido.
Asimismo, se puntualizará y articulará el concepto lacaniano de
“deseo del analista”. Entendiendo que en un análisis al no res-
ponder a la demanda del paciente permite reconducir a esta a la
pulsión. Operando en última instancia en un análisis el deseo del
analista, modo freudiano de nombrar la abstinencia a la sugestión.

Una posición: “Ética”


En términos freudianos el concepto de abstinencia, reside en ne-
gar al paciente lo que este demanda. Freud sugiere que el analista
no mantenga una actitud íntima con el paciente, ya que el vínculo
entre analista y paciente no es homólogo, es decir, no es una rela-
ción de yo a yo.
Freud sienta las bases sobre la tarea del analítico dejando en cla-
ro que se opone a la fijación mecánica de una regla. Es decir, no
se trata de hacer de las reglas técnicas un ritual. Múltiples refe-
rencias dan cuenta de la posición ética de Freud, “Tan pronto
como uno tensa adrede su atención hasta cierto nivel, empieza
también a escoger entre el material ofrecido; uno fija un frag-
mento con particular relieve, elimina en cambio otro y en esa se-
lección obedece a sus propias expectativas o inclinaciones. Pero
eso, justamente, es ilícito; si en la selección uno sigue sus expec-
tativas, corre el riesgo de no hallar nunca más de lo que ya sabe;
y si se entrega a sus inclinaciones, con toda seguridad falseará la
percepción posible”1.

ENCUENTROS—71—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

En el mismo texto, prosigue hablando con de la noción de comprensión, concepto que posteriormente será
sus colegas, y les indica que en el tratamien- retomado y trabajado en profundidad por Lacan. “(Psicológi-
to psicoanalítico tomen como modelo al ci- camente más correcta es, empero esta descripción: Sin una re-
rujano quien deja por fuera todos sus afec- flexión especial, atribuimos a todos cuantos están fuera de no-
tos y compasión humana, y concentra sus sotros nuestra misma constitución y por tanto también nues-
fuerzas espirituales en una meta única: “rea- tra conciencia; y esta identificación es en verdad la premisa de
lizar una operación lo más acorde posible a nuestra comprensión.)”2. Aquí Freud, nos está diciendo que no
las reglas del arte”. En la relación analista- hay que comprender, el hacerlo implica identificarse, y de esta
paciente, no ubicamos dos sujetos en jue- manera el analista estaría poniéndose en el lugar del paciente
go, sino un sujeto que habla, el analizante, adjudicándole sus propios pensamientos, creencias o sentimien-
y otro, el analista que escucha e interviene, tos. Tratando de imaginar que es lo que le causa sufrimiento a
sin ocupar el lugar de sujeto. Es decir, el ese sujeto, sin darle la posibilidad de que despliegue sus asocia-
analista opera sin poner en juego sus sen- ciones. Porque si uno comprende, entonces ya no escucha las
timientos, sus ideales, ni sus deseos subjeti- otras ocurrencias del paciente, remite todo a lo mismo. De ahí
vos. Este es uno de los rasgos que caracteriza la importancia de limitarse en comprender, cuando se lo hace,
la operatoria de la regla de abstinencia. se alcanza un único significado y se detiene en él. Si el analista
sabe qué quiere decir cuando el paciente dice lo que dice, uno lo
Para Freud el concepto de fijación da cuen-
comprendió pero no lo escucha. Comprender es incluir, dando
ta de un obstáculo mayor que lo nombra
un sentido y el sentido tapona. Cualquier intervención sugestiva
como resistencia del analista. Los propios
dualiza el análisis volviéndolo especular. Al decir de Lacan “se
complejos del analista operan dando lugar
pueden galopar leguas y leguas de comprensión sin que resulte
a la caída de la regla de abstinencia. Por lo
de ello el menor pensamiento”3.
tanto, observamos que es la posición que
adopte el analista la que favorece, o no,
Por el contrario, si el analista no comprende, ni se sitúa en el lu-
que se produzca el acontecimiento inespe-
gar de saber es posible que aquel sujeto parlante, pueda decir algo
rado como emergencia del inconsciente.
acerca de su malestar o sufrimiento. De esta forma el análisis se
constituye en causa del decir, dando lugar a que pueda producirse
El beneficio de la no comprensión algo favorable para la experiencia analítica. Vemos que es necesario
En el texto Lo inconsciente (1915) se ocupa poder soportar esta dimensión del equívoco y del malentendido.
—72—ENCUENTROS
Continuando con el desarrollo freudiano, Lacan, en su semi- por dejar por fuera el ser del analista cuan-
nario “Las Psicosis” (1955-56), se ocupa y critica las relaciones do este va a poder accionar sin ocuparse
de comprensión planteadas por el psiquiatra alemán, K. Jaspers, tanto de su persona.
considerando que el error de éste fue profesar que hay cosas
que son obvias, creer que lo que se comprende es del orden del
Abstinencia a la sugestión:
sentido común. Aquí Lacan está planteando la abstención del
deseo del analista
analista de posicionarse en el lugar de aquel que comprende,
tanto en la neurosis como en la psicosis. Ya que comprender al Volviendo a Freud, en Nuevos caminos de
paciente y crear empatía con él, son los caminos que nos alejan la terapia psicoanalítica (1919): “la técni-
del psicoanálisis y nos ubican en el piso imaginario del grafo ca analítica impone al médico el manda-
del deseo, el de la sugestión. Es por esto que decimos que la miento de denegar a la paciente menes-
ética del psicoanálisis está muy alejada de la comprensión y del terosa de amor la satisfacción apetecida.
sentido, Como lo señala Lacan, comprender a los enfermos es La cura tiene que ser realizada en la abs-
un “puro espejismo”4. tinencia [...] hay que dejar subsistir en
el enfermo necesidad y añoranza como
Es decir, el psicoanálisis permite ir más allá de esa relación de
unas fuerzas pulsionantes del trabajo y
comprensión. Ya que todo discurso tiene un efecto de sugestión,
la alteración, y guardarse de apaciguarlas
es hipnótico. “Un discurso es siempre adormecedor, salvo cuando
mediante subrogados”7. Freud agrega que
uno no lo comprende — entonces despierta”5.
cumplir los deseos de los pacientes, a ni-
Es también Lacan, en su escrito “La dirección de la cura y los vel de la satisfacción tierna y sensual, no
principios de su poder” (1958)6, quien nos dice que a menudo solo que es inmoral, sino que resulta por
vale más no comprender; y allí retoma el antecedente de la regla completo insuficiente como medio técni-
de abstinencia freudiana y nos habla de la metáfora del muerto en co para el logro del propósito analítico.
el juego del bridge, “Pero lo que es seguro es que los sentimientos Este planteo, establece que al no respon-
del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muer- der a la demanda permite reconducir a es-
to; y que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién ta a la pulsión. Operando en última ins-
lo conduce”. Aquí destaca la importancia de dejar por fuera del tancia en un análisis el deseo del analista,
dispositivo analítico los sentimientos del analista. Nos dirá que un modo freudiano de nombrar la abstinen-
analista no hablará de sus dolores, ni de sus pasiones, sino que es cia a la sugestión.

ENCUENTROS—73—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

Freud en Análisis terminable e interminable (1937)9 dirá: “Si un con-


flicto pulsional no es actual, no se exterioriza, es imposible influir
sobre él mediante el análisis [...] Reflexionemos sobre los medios que
poseemos para volver actual un conflicto pulsional latente por el mo-
mento [...] sólo dos cosas podemos hacer: producir situaciones donde
devenga actual, o conformarse con hablar de él en el análisis, señalar
su posibilidad. El primer propósito puede ser alcanzado por dos di-
versos caminos: primero, dentro de la realidad objetiva, y segundo,
dentro de la transferencia, exponiendo al paciente en ambos casos a
cierta medida de padecer objetivo mediante frustración y éxtasis libi-
dinal. Ahora bien, es cierto que ya en el ejercicio corriente del análisis
nos servimos de una técnica así. Si no, ¿cuál sería el sentido del pre-
cepto según el cual el análisis tiene que ejecutarse «en la frustración»?”
En la medida que el analista no proporciona objetos sustitutos al ob-
jeto de satisfacción pulsional, opera desde la abstinencia. La privación
es ubicada por Freud como parte del Psicoanálisis activo. Abstinencia,
en este sentido no es rechazo, no es adoptar una actitud pasiva frente
a los requerimientos del paciente. No se trata de rechazar la transfe-
rencia de amor sino de recibirla y con igual firmeza abstenerse de co-
rresponderla. Cuando el analista no satisface, el paciente habla, des-
pliega ese amor hasta los fundamentos infantiles de amor. Saber sobre
los fundamentos infantiles del amor es saber sobre las condiciones de
En este punto, la dimensión ética de goce. Abstinencia no es, entonces, privación de cualquier necesidad,
la regla de abstinencia la ubicamos en sino privación de goce, pérdida de satisfacción pulsional. Utilizando
no responder a los subrogados del ena- esa energía en un entramado simbólico que produce un saber capaz
moramiento, ya que conducir un trata- de cambio de posición subjetiva del analizante.
miento desde los propios puntos de fija-
ción, es una práctica sugestionadora que
satisface los subrogados que demandan
los analizantes.
Delgado, O. en Subversión freudiana y
sus consecuencias (2005)8: “la regla de
abstinencia estructuralmente se refiere
a –es una regla dirigida al analista– que
el analista debe abstenerse de satisfacer-
se subjetivamente, debe abstenerse de la
satisfacción de sugestionar. Pero la abs-
tinencia central del analista, el impera-
tivo ético al cual debe someterse y sobre
el cual debe sostener una abstinencia ab-
soluta, es de dar sentido. El analista de-
be ser el garante de la caída del sentido;
debe ser un operador del sin sentido. Su
decir interpretativo debe ser enigmático
para que el analizante pueda preguntar-
se «¿qué me quiso decir con eso que dijo
el analista?»”

—74—ENCUENTROS
Hacer a un lado el ideal del analista
y el fin educativo.
En cuanto a los ideales del analista, Freud nos orienta en que éstos
no deberían imponerse. Podría decirse que, sería más correcto es-
tablecer hacer a un lado los ideales de los analistas. Es decir, operar
en función de los ideales del médico implica operar en el sentido
inverso del análisis. Se trata de negarse a hacer del paciente un pa-
trimonio personal, a plasmar por él su destino y a imponerle los
ideales del analista.
En el texto Esquema del psicoanálisis (1940) habla del analista
como nuevo superyó, pero nos advierte que no debemos abu-
sar de esto, ya que el analista debe respetar la singularidad de
cada paciente, para no convertirlo a imagen y semejanza del
analista. Podemos decir que todo fin educativo implica pensar
que existen ciertos valores e ideas dignas de ser transmitidas. El
psicoanálisis no tiene una finalidad educativa, en el momento
en que un paciente entra en transferencia, inviste a la figura del
médico de un supuesto saber, es en ese punto en que el analis-
ta, renuncia al adoctrinamiento. El análisis es una hipnosis a
la inversa, porque la posición del analista invierte aquello que
es llamado a encarnar por el sujeto, el ideal. Si el analista res-
ponde a la demanda se instala la sugestión. En cambio, si en Lacan en su texto Dirección del cura y los
lugar de encarnar al ideal, el análisis evoca el punto de falta de principios de su poder (1958) nos dice: “Por-
representación, pone a trabajar al sujeto y algo se constituye en que él (Freud) reconoció enseguida que ése
causa del decir. era el principio de su poder, en lo cual no se
distinguía de la sugestión, pero también que
ese poder no le daba la salida del problema
sino a condición de no utilizarlo, pues era
entonces cuando tomaba todo su desarrollo
de transferencia”10. En este escrito ubica al
analista en el banquillo de los acusados. Es-
to lo hace dirigiéndose a sus interlocutores
de la ego-psychology, quienes habían teñido
las curas de standards. Ejerciendo el poder
de dirigir la cura de sus pacientes de acuer-
do a su yo. Aquí Lacan marca que existe una
diferencia entre psicoanálisis y psicoterapia,
y justamente se ubica en este punto.
Quien ocupa el lugar de analista no puede
dejarse encantar por los poderes de la suges-
tión. No se trata de sugestionar, ni de acon-
sejar, ni de educar. Se trata de abstenerse de
sugestionar y dejar de lado los ideales. “El
psicoanálisis dirige la cura pero no dirige al
paciente”11. Se trata de escuchar a cada pa-
ciente como si fuera la primera vez.

ENCUENTROS—75—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

bibliografía
Bibliografía
Aramburu, J: “El deseo del analista”. Editorial Tres haches, Buenos Aires, 2000.
Cottet, Serge: “Freud y el deseo del psicoanalista”. Navarín Editeur, París, 1984.
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Buenos Aires, 2005.
— “El lugar del analista”. JVE ediciones, Buenos Aires, 2005.
— “La experiencia ética del psicoanálisis y la producción de los conceptos: El padre, lo
femenino y el obstáculo en la elaboración freudiana”. Inédito, 2006.
Delgado, Osvaldo y Goldemberg, Mario: “Abstinencia a la sugestión”. En “La
transferencia en la clínica psicoanalítica”. Buenos Aires, 1994.
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tores, Buenos Aires, 1905.
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XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1912.
—“Sobre la iniciación al tratamiento. (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis
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—“Recordar, repetir, reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis II)”.
En “Obras completas”, T. XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1912.
— “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (Nuevos consejos sobre la técnica
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res, 1912.
— “Lo inconsciente”. En “Obras completas”, T. XIV. Amorrortu Editores, Buenos Ai-
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rrortu Editores, Buenos Aires, 1919..
— “Dos artículos de enciclopedia: «Psicoanálisis» y «Teoría de la libido». En Obras com-
pletas, T. XVIII. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1923.
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2. Freud, Sigmund: “Lo inconsciente”, T XIV. Amo- — “Esquema del psicoanálisis”. En “Obras completas”, T. XXIII. Amorrortu Editores,
rrortu Editores, Bs. As, 1915. p. 165. Buenos Aires, 1940.
3. Lacan, Jacques: “La dirección de la cura y los princi- — “Análisis terminable e interminable”. En “Obras completas”, T. XXIII. Amorrortu
pios de su poder”. En Escritos II. Siglo XXI editores, Bs. Editores, Buenos Aires, 1937.
As, 1958. p. 595. Lacan, Jacques: “La dirección de la cura y los principios de su poder”. En “Escritos I.”.
4. Lacan, Jacques: “El Seminario: las psicosis”. En Li- Siglo XXI editores, México D. F. 1958.
bro 3. Ed. Paidós, Bs. As, 1955-1956. p. 15. — “El seminario, libro III Las Psicosis”. Paidós, Buenos Aires, 1955-1956.
5. Lacan, Jacques: “L’insu que sait de l´une- bevue — “El seminario, libro V Las formaciones del inconsciente”. Paidós, Buenos Aires,
s’aile a mourre” . En libro 24. Inédito, 1976- 1977. p. 65. 1957-1958.
6. Lacan, Jacques: “La dirección de la cura y los princi- — “El seminario, libro VII La ética del psicoanálisis”. Paidós, Buenos Aires, 1959-1960.
pios de su poder”. En Escritos II. Siglo XXI editores, Bs. — “El seminario, libro XI Los cuatro conceptos fundamentales de psicoanálisis”. Pai-
As, 1958. p. 569. dós, Buenos Aires, 1964.
7. Freud, Sigmund: “Nuevos caminos de la terapia psi- — “El seminario, El objeto del psicoanálisis”. Inédito. 1965-1966.
coanalítica”, T XVII. Amorrortu Editores, Bs. As,1919.
p. 159.
8. Delgado, Osvaldo: “La subversión freudiana y sus
consecuencias. Abstinencia a la sugestión”. JVE edicio-
nes, Buenos. Aires, 2005. p. 72.
9. Freud, Sigmund: “Análisis terminable e intermina-
ble”, T XXIII. Amorrotu Editores, Bs. As, 1937. p. 159.
10. Lacan, Jacques: “La dirección de la cura y los prin-
cipios de su poder”. En Escritos II. Siglo XXI editores,
Bs. As, 1958. p. 577.
11. Idem.

—76—ENCUENTROS
Enlazando mordidas
Lic. J e s i c a B . G o n z á l e z

Entonces, ¿De qué goce nos está hablando?


Teniendo en cuenta la versagung original,
la que le permite al sujeto, por la emer-
gencia del significante, rehusarse, “[...] ya
que es el sujeto mismo el que se produce
como efecto de la sustracción de goce por
la vía del significante.”3 Podemos decir que
el deseo de analista opera, en tanto haya
versagung del goce del analista, puesto en
juego en la transferencia.
Lacan, planteaba en el año 1969, que el
saber del analista sería el saber estar allí,
soportando ese lugar, para que eso hable.

Retomando la pregunta sobre el goce, ¿có-


mo podría, el analista, advertirse de ese go-
ce que lo ha tomado en la escena transfe-
rencial? ¿Qué le podría indicar que su fun-
ción de semblant está interrumpida, soste-
niendo una relación intersubjetiva?
Podríamos pensar que la angustia señala
Criada con jarra de leche, Jan Vermeer. Tapa Encuentros Nº 23
el goce donde el analista ha quedado im-
plicado con su fantasma, sosteniendo una

F
rente a la pregunta sobre la transferencia, Lacan respondía relación intersubjetiva.
“... la transferencia es el amor”1, respuesta que nos permite
pensar en la eficacia de la función del deseo de analista. “Entre otras, el acting-out y la irrupción
del pasaje al acto denunciarían, como res-
Alejandra Rodrigo, sostiene que dicha función abre la posibilidad de puestas transferenciales, tal estado de si-
una brecha que señale la distancia que el sujeto sostiene con su ser, tuación”4. Es decir, que acting-out y pasaje
reducido a lo que el objeto “a” representa como inadecuación esencial al acto son modos de hacerse presente el
con el saber2. Saber supuesto que será depuesto al final de un análisis. objeto en la transferencia.
Es por esa inadecuación del inicio que el amor tiende a velar, y el Por el contrario, si el lugar de “a” está pre-
inconsciente va dejando un resto, cuyo pasaje sólo es posible si el servado en la transferencia, se abrirá del la-
analista se deja tomar allí, no obturando ese lugar. do del analizante, la dimensión temporal
El deseo de analista, producto de su propio análisis, se hallará siempre de la angustia, de lo que advendrá ese resto
en una tensión constante con el goce. que cause la división del sujeto.

ENCUENTROS—77—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

Alma concurre al jardín, no logrando establecer un vínculo con


sus compañeros. “se aísla y no juega con nadie”.
En la primera entrevista, Alma se muestra muy callada, evitando
el encuentro de miradas y casi sin poder jugar. Le propongo dibu-
jar. Frente a las preguntas sobre lo que realizó se queda callada y
con la mirada gacha.
En las siguientes entrevistas, dibujamos con lápices, luego con fi-
bras y finalmente, agregamos témperas. En esta oportunidad le
propongo que realicemos un dibujo juntas e intentemos pintarlo.
Es después de algunos encuentros cuando Alma ensucia sus manos
para pintar los dibujos, momento en que mancha mi ropa con tém-
peras y me muerde. Algo nuevo se avecina. Ahora no hay sesión en
la que no salga con una mordida en el cuerpo o con la ropa man-
chada de colores. Cuando finalizan las sesiones Alma me abraza y
dice: “sos mi única amiga”, “te quiero mucho”, “no te vayas”.
Luego de un tiempo comenzamos a pensar en lo que haremos la
próxima semana, marcando una continuidad, momento en que

Sin embargo, ampliaría los interrogantes,


en el caso que el analista se quede en el
lugar del goce, ¿el acting-out y el pasaje al
acto quedarían de su lado interrumpiendo
la posibilidad de un análisis y expulsando
al analizante del tratamiento? Más precisa-
mente, de ser así, donde el analista respon-
de desde un lugar de goce, ¿podemos decir
que hay analista?

Tratando de responder a estos interrogan-


tes es que les voy a contar de Alma.
Alma, es una niña que llega a la consul-
ta a los 5 años de edad. Quien solicita la
entrevista es Blanca, la señora que cuida
de Alma desde que su madre biológica se
la entregó al nacer. La Sra. Blanca, cuen-
ta que trabajando en una iglesia, la madre
biológica de Alma se la entregó pues “no
podía hacerse cargo de ella”. Es a partir de
ese momento que Blanca se ocupó de criar
a Alma, “dándole todo lo que necesitaba”.
Al momento de la entrevista, Blanca comen-
ta que nunca realizó los papeles de adopción
de Alma, “por miedo a que se la quiten”.

—78—ENCUENTROS
Alma pasa a tomar juegos reglados. La particularidad de los mis-
mos, es que son juegos donde hay que comer fichas. Ella siempre
“come” mis fichas agregando los siguientes frases: “son muy sabro-
sas”, “son un placer” o “Como lo disfruté”.
Una tarde llega con una bolsa de juguetes y dice: “hoy vamos a
cocinar”. Las siguientes sesiones circulan en realizar diferentes co-
midas. Este juego se modifica cuando propone preparar comida
para los cumpleaños de cada una. En dichas oportunidades, el
juego consistía en que vendrían muchas amigas a traernos regalos.
Conjuntamente con estos cambios en el juego de la comida Alma
me cuenta que tiene dos amigas en la escuela con las que juega
durante el recreo y comparten galletitas.
Me pregunto ¿qué habría sucedido si la analista no hubiera podido
soportar tantas mordidas?, ¿hubiera sido como expulsar a Alma?,
¿habría obturado la posibilidad de que algo nueva surgiera? ¿se trata
de un goce masoquista que queda del lado de la analista?
Es decir, se puede decir que hubo analis-
En su texto “la formación del analista”, Oscar González se plantea ta después de los efectos, siempre es aprés
si el analista encarna una posición masoquista ya que “es él quien coup. En el caso de Alma, podríamos con-
recibe la lacra, la basura que genera el discurso del analizante, y cluir, logró lazos a través de sus mordidas.
como si fuera poco, es golpeado sistemáticamente por la palabras
del analizante”, pero agrega: “El analista más que sostener sem-
blantes se deja tomar por los que el discurso del analizante le va n o ta s
imponiendo, luego si la cosa marcha se revelarán. Si el analista no 1. Lacan, Jacques: Seminario VIII “ La transferencia”
los recibe, entonces rechaza transferencias, resiste”.5 2. Rodrigo, Alejandra: “Acerca del lugar del analista,
el semblant, la angustia”. IV Congreso Internacional de
Es decir que el analista paga con su persona, la presta como sopor- Convergencia.
te de la transferencia. Esto implica que, como sujeto, suspende sus 3. Idem.
4. Idem.
goces para que emerja su deseo de analista. 5. González, Oscar A.: “La formación del analista”.
Jornadas de Cuestiones Clínicas, 2007.
Me parece importante resaltar, que no es lo mismo quedarse ubi-
cado en el lugar de goce masoquista que dejarse tomar en la trans-
ferencia para que algo nuevo surja del lado del paciente.
bibliografía
Lacan, Jacques: Seminario XVIII “De un discurso que
no fuera del semblante”.
Volviendo al caso clínico, creo que la posibilidad de sostener un ­— Seminario VIII “Transferencia”.
lugar, el de semblant, en este caso, el semblant del objeto “a” oral, — Seminario X “La angustia”.
Reportaje a Lacan, 1972.
es el que permitió a Alma lograr hacer lazo con otros. Es a partir Rodrigo, Alejandra: “Acerca del analista, el semblant
de las mordidas y la posibilidad de soportarlas, no desde un lugar y la angustia”. Texto presentado en el IV Congreso Inter-
nacional de Convergencia. 2009.
de goce, sino de semblant, lo que en el transcurso del tratamiento González, Oscar: “La formación del analista”. Texto
permite a la paciente lograr armar lazo con el otro. El significante presentado en las jornadas de Cuestiones Clínicas. 2003.
mordida, que comienza en lo real del cuerpo logra deslizarse, en
principio a jugar a comer fichas para finalizar en preparar comida
para compartir con otros.
Es ahora que podemos observar que Alma se agarra del otro, ob-
tiene un lugar en el otro a través de la “mordida”.

ENCUENTROS—79—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s

1976-1996
Veinte años no es nada
Editorial Encuentros N° 14,
noviembre de 1996

V einte años de ese momento que, fechado para hacer un anclaje en la me-
moria, instituye una marca que resiste al olvido. Pero también al recuerdo.
Veinte años no es nada en la dimensión de la historia. Es casi ayer. Más todavía
si tenemos en cuenta que casi la mitad de ese tiempo estuvo signado por el si-
lencio, la censura y también la autocensura, el ocultamiento, el temor, las prohi-
biciones no prohibidas.
Tiempo en que fuimos siendo testigos de cómo se iba desmoronando, bajo nues-
tros pies, todo lo que había sido nuestro mundo: canciones y cantantes, libros y
autores, discos, pensamientos que no se podían pensar. Miradas errantes en la
sombra, escudriñando quiénes eran aquellos en quienes podíamos confiar, hasta
quedar con la sensación de que lo único que teníamos para hacer era mirar dónde
apoyar el pié, para no caer también, aunque trastabilláramos.
En el comienzo de la otra mitad, casi como un volcán en erupción, o al modo
de un dique que rompe las defensas, se empezó a desparramar, inundando y
colándose por todos los rincones de nuestro ser, esa verdad caliente que ya sa-
bíamos sin saberla. Verdad que hizo que el libro “Nunca Más” “se cayera de las
manos”. Verdad horrorosa, inimaginable, intragable, que genera “incredulidad
y asco”, y que de alguna manera cierra nuevamente el círculo del no querer sa-
ber y apartar la mirada. Verdad descarnada del ser humano. El hombre siendo
el lobo del hombre.
Aunque veinte años no es nada, pusieron en movimiento innumerables recorda-
torios, intentos de sostener la memoria, de descubrir las marcas, de poder, poco
a poco, cercar esa realidad para hacerla más soportable. Y poder nombrarla

L i c . T at i a n a R e i t m a n
Directora

—80—ENCUENTROS
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

La invención lacaniana
del objeto “a”: consecuencias
que para el campo del goce
implica esta invención
respecto de la clínica freudiana
Lic. Patricia Mariel Paluch

C
ausada por la invitación a pen-
sar el lugar del objeto “a” y
sus implicancias en la clínica,
y luego de un año de trabajo, lecturas
y conversaciones compartidas, presento
algunas consideraciones y puntuaciones
de textos, a partir de las cuales renovar la
investigación.
En la propuesta de situar el lugar del obje-
to en el psicoanálisis, es tal la singularidad
de este concepto que se torna difícil defi-
nirlo, ya que se trata de un objeto que se
hace presente, pero que por definición es
un objeto ausente, una falta.1
En relación a la angustia, la figura retó-
rica del “no... sin” a la que recurre Lacan
en diversos tramos de su enseñanza, da
cuenta en relación al concepto de objeto,
de su condición paradojal en tanto pre-
sentificación de una ausencia. Ya en el
Seminario IV, Lacan afirma que el con-
cepto de objeto se caracteriza por la falta
de objeto. Falta que se enlaza al objeto
perdido freudiano.2
Y si bien Lacan intenta retornar a una clí-
nica freudiana, no deja de ir más allá. En la
búsqueda de un estatuto científico para el
psicoanálisis, se encuentra con “su inven-
ción” y lo que él mismo consideró su apor-
te fundamental al psicoanálisis: el concep-
to de objeto “a”. El torero alucinógeno, Salvador Dalí. Tapa Encuentros Nº 24

ENCUENTROS—81—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

Si respecto al concepto de inconsciente, y la emergencia del sujeto allí donde el deseo toma causa de una
en relación a Freud, podemos preguntar- ausencia.4
nos si constituye un descubrimiento o una
Desde la lógica, las matemáticas, pasando por la topología, para
creación, respecto del objeto “a”, Lacan es
llegar a los nudos, Lacan realiza diversas operaciones siempre con
categórico al proclamarse como su creador,
cierto estilo “lúdico”, para dar cuenta del objeto para el psicoaná-
y en ello va su intención de innovar, de
lisis, ya no desde una certeza científica, sino como un intento de
despertar a los psicoanalistas, tras un pe-
inscribir lo que no puede ser escrito, de que lo imposible de ser
ríodo post-freudiano que consideraba de
escrito se haga legible.
“adormecimiento”.
El objeto “a” no sería “un objeto puesto en el museo”, es decir,
Sobre el objeto “a” podemos ubicar a través
como objeto resto de algo vivido que testimonia el pasado, con el
de las enseñanzas de Lacan diversas refe-
estatismo que ello implica. La condición de museo a la que alude
rencias: objeto plus de gozar, objeto resto,
Lacan tiene la connotación de algo caduco. Por el contrario, al
objeto causa, objeto producto.
objeto “a” habría que producirlo, re-crearlo cada vez, ponerlo en
Destaco la condición de producción del causa en cada experiencia analítica, lo que alude a la implicación
objeto “a”, producto de operaciones lógi- subjetiva en ello en el presente.
co-matemáticas que implican al sujeto. Es
Es de ese modo como lo pensaba Freud, quien plantea acerca
en el Seminario X donde Lacan termina
del objeto psíquico, haciendo una analogía con el trabajo del
de formalizar al objeto a como producto
arqueólogo, que el analista trabaja en condiciones más favora-
de la operación de constitución del sujeto,
bles, ya que dispone de un material que se presentifica a través
como aquello real residual que no puede
de la transferencia.5
ser simbolizado y que queda en el campo
del Otro.3 Según Lacan: “Se trata de lo que yo llamé el objeto “a”... por ser
el efecto del discurso del psicoanalizante... Implicado por toda
Y tomando como ejemplo el objeto crea-
la operación, con lo que debe ser saldo...” “El análisis articula el
do por el niño para su juego, afirma que
objeto “a” como lo que es, causa de deseo, es decir, de la división
es el objeto resto de una operación: la de

—82—ENCUENTROS
del sujeto, de lo que introduce en el sujeto lo que el cógito enmas-
cara, a saber, que al lado de este ser que él cree asegurarse, el “a” es
esencial y de origen, falta”.6
Entonces Lacan va articulando la relación sujeto-objeto, que no es
de complementariedad ni de correspondencia, dado que no hay
recubrimiento posible de la carencia estructural, condición insal-
vable del sujeto en su barradura para el psicoanálisis.
El posicionamiento del sujeto como deseante está en relación a
esa falta estructural, de modo tal que la subjetivación depende de
la experiencia de esa falta, del vacío que el objeto “a” nombra, que
no es el vacío de la ausencia pura, sino de la falta que promueve
un movimiento a su alrededor y su bordeamiento.
Tratamiento de la falta que sería semejante a la del arte, a diferen-
cia de otros modos de sublimación, como la ciencia o de la reli-
gión, que operarían recubriendo lo real, ya sea como soldadura o
evitación respectivamente.
El recorrido de Lacan lo conducirá finalmente del “matema” co-
mo posibilidad de transmisibilidad científica del psicoanálisis, al
“poema” y a pensar al psicoanálisis como praxis, es decir, como
tratamiento dado a lo real por lo simbólico, y como “poiesis”, es
decir, como producción creadora a nivel del alfarero.
Lacan avanza en este sentido al afirmar que “todo lenguaje analítico
debe ser poético, en el sentido del poeta chino, es decir, de cómo
ha hecho jugar el vacío central en la escritura misma del lenguaje.7
Asimismo, Francoise Cheng cuenta acerca de una carta de Lacan
en la que le escribe que “la interpretación, es decir lo que debe
hacer el analista, debe ser poética”.8
Existe cierto paralelismo entre estética y ética en la obra de Lacan.
Podemos leer desde el Seminario VII cómo Lacan va pensando la
sublimación en relación a lo real, pasando del sujeto del incons-
ciente al sujeto del goce, del Otro a la Cosa.9
En este sentido, Lacan sigue siendo fiel a su “retorno a Freud”, ya
no por la vía de lo simbólico como en los principios de su enseñan-
za, sino en relación al más allá del principio de placer, retornando a
lo que en el movimiento analítico se intentara dejar de lado.
Me interesó la articulación del objeto “a” con el objeto artístico,
también a producir, producto singular. Objeto que se coloca, se-
gún Lacan, por la vía de la elevación simbólica, en el lugar vacío
de lo real de la Cosa.

En la primera de sus observaciones sobre la creación, J. A. Miller no


inscribe el arte a título de lo inconsciente. Plantea que el arte es del

ENCUENTROS—83—
clínic a y teoría
p s i c o a n á l í t i c a

orden de lo ininterpretable porque sería


ya una interpretación. Por el contrario,
piensa que es el objeto de arte el que in-
terpreta al espectador al funcionar como
objeto que causa su deseo, “por lo menos
en el hecho de que lo hace hablar”.10
Por lo tanto, considerar el arte como
“producción del inconsciente” y no co-
mo “formación del inconsciente”, impli-
ca que se lo ponga en el registro de la fun-
ción del objeto, el cual no es del orden de
lo descifrable.
En este sentido, en su homenaje a Mar-
garite Duras, afirma Lacan que “sería in-
capaz de estorbarla con la consciencia de
ser en un objeto, puesto que ese objeto,
ya M. D. lo recuperó con su arte”11
En una época en donde la clínica nos
muestra en ocasiones que el inconsciente
no se presenta como “formación” al estilo
de los tiempos freudianos, donde la cien-
cia da respuesta con “objetos de saber”
como las medicaciones, ¿qué es lo que el
arte nos enseña a los psicoanalistas y nos
abre como camino en relación a nuestra
clínica en la actualidad?

n o ta s
1. Lacan, Jacques: “Seminario 10. La Angustia”.
2. — “Seminario 4. La Relación de Objeto”.
3. — “Seminario 10. La Angustia”
4. — “Seminario 11. Los Cuatro Conceptos Fundamen-
tales del Psicoanálisis”.
5. Freud, Sigmund: “Construcciones en Psicoanálisis”.
En “Obras Completas”.
6. Lacan, Jacques: “Seminario 16. De otro al otro”.
7. Idem
8. Cheng, Francois: “Lacan y el pensamiento chino”.
9. Lacan, Jacques: “Seminario 7. La Ética del
Psicoanálisis”.
10. Miller, Jacques Alain: “Siete observaciones sobre
la creación”.
11. Lacan, Jacques: “Homenaje a Marguerite Duras”.
En “Del Rapto de Lol V Stein. Intervenciones y Textos 2”.

—84—ENCUENTROS
clínic a y teoría
s i s t é m i c a

La supervisión Sistémica:
Incluyendo en la misma
la persona del terapeuta
Lic. M ó n i c a G ra c i e l a L a j o u s C abrera

L
a supervisión terapéutica ha evo-
lucionado en los últimos años,
hoy en día es considerada funda-
mental por casi todas las diferentes pro-
puestas teóricas en psicoterapia, exigiendo
que los terapeutas en formación se involu-
cren en un modelo de supervisión, como
el medio más adecuado para lograr un tra-
bajo óptimo en su práctica clínica.1
Ante esta situación actual surge la pregunta
¿Para qué uno supervisa lo que supervisa?
Como cataratas surgieron mil respuestas...
Estoy estancada en el mismo tema y no
puedo salir de ese círculo con el paciente,
no veo avances en el paciente, cuando llega
la hora deseo que no venga, me irrita, me
faltan herramientas para abordar la proble-
mática que trae.
En algo estábamos de acuerdo: que es un
hecho más de la formación del profesional
y que sin supervisión el hecho de la prác-
tica sería como un queso gruyere que ten-
dría muchos agujeros.
La práctica y la teoría se va amalgamando El sembrador, Vincent Van Gogh. Tapa Encuentros Nº 25
e influyendo mutua y circularmente, como
dice Claudio Des Champs (en la Revista de dificultades que ineludiblemente se le irán planteando en la prác-
Perspectiva sistémica).2 tica clínica, y contar con el apoyo de uno o varios supervisores que
le guíen en su proceso de reciclaje y actualización.
Hoy en día es difícil imaginar la práctica
de la psicoterapia sin una adecuada super- Con la supervisión que me siento más identificada es con la que
visión, tanto para terapeutas experimenta- toma a la persona del terapeuta como herramienta fundamental.
dos como para aquellos que tras su forma- Se sustenta en nuestra teoría sistémica:
ción se inician en las labores clínicas. Es De Gregory Bateson tomamos uno de los conceptos fundamen-
fundamental poder comentar y resolver las tales de su producción que es: “la pauta que conecta”. Cuál es
ENCUENTROS—85—
clínic a y teoría
s i s t é m i c a

hablamos del lenguaje tenemos que pensar en Bertalanffy que in-


tenta desacralizar los postulados absolutos de la física y nos dice:
“la relación entre lenguaje y visión del mundo no es unidireccio-
nal sino recíproca [...] La estructura del lenguaje parece deter-
minar que rasgos de la realidad serán abstraídos, y con ello que
forma adoptaran las categorías del pensamiento. Por otro lado,
el cómo sea visto el mundo determina y forma el lenguaje”4. Sin
olvidarnos de la teoría de la comunicación de Shannon y Weaver
(1949) lo más importante es que a partir de los 5 elementos que
tiene toda comunicación él se percato de los ruidos de la misma y
eso es lo que tenemos que estar atentos nosotros como terapeutas.
Fundamental también para nuestra práctica los axiomas de la co-
municación de Watzlawick P., Beavin J. y Jackson S. 1981.5
El gran aporte de la cibernética para nuestra práctica con mucha
naturalidad pudo expresar con precisión Margaret Mead en 1972
un discurso titulado “Cibernética de la cibernética” y el Prof. Heinz
von Foerster sugiere cambiar el nombre por “cibernética de segun-
do orden” o “cibernética de los sistemas observados”. La cibernética
de segundo orden es la que nos permite el cambio donde al observa-
dor se mete en el sistema, el acto de observar influye sobre el objeto
observado al punto de anular toda expectativa de predicción de la
parte del observador o sea, que la incertidumbre, la indetermina-
ción, se transforma en absoluta según plantea Heisenberg 6. Aquí
nos damos cuenta que los terapeutas dejamos de ser objetivos dado
que estamos dentro del sistema y pasamos a ser subjetivos.
la pauta que conecta, cuáles son las con- Por lo dado anteriormente es que se hace tan importante la utili-
figuraciones, las formas y las relaciones zación de la persona del terapeuta como herramienta. Donde se
que pueden ser observadas en todos los trabaja con el terapeuta en un proceso de sensibilización, regis-
fenómenos...3 trando emociones, sensaciones, pensamientos, etc. Esto le per-
Para ver a las familias o los sujetos que vie- mite, comprender mejor al paciente, encontrar mayor variedad
nen a consulta debemos tener en cuenta de alternativas, enriquecer al terapeuta, y nos lleva a encontrar
“Que el mapa no es el territorio “concepto puntos de resonancia en los genograma tanto del paciente como
acuñado por Korzybsi, ¿qué nos quiere de- del terapeuta.7
cir con esto? lo que nuestros pacientes nos Como podemos observar es muy importante la supervisión en
traen es el mapa pero no nos podemos ol- la terapia sistémica, para una labor responsable y eficiente, como
vidar del contexto en el cual están vivien- dice Maturana: “la noción de acoplamiento estructural es fun-
do, llámese creencias, mitos, cultura, etc. damental, pues se refiere a la dinámica que hace posible que ser
Sin dejar de lado la teoría de los sistemas, vivo y medio, aunque sistemas determinados en su estructuras de
en el cual se mueven nuestros pacientes y manera coherente, de modo que el ser vivo, mientras vive, genera
los subsistemas que también abarcan, y el conductas concordantes con el medio.” “[...] Uno existe como ser
sistema que se forma cuando vienen a te- vivo en un espacio de coherencia operacional con su circunstan-
rapia, donde nosotros como terapeutas es- cia, en acoplamiento estructural. Por lo tanto no pasa cualquier
tamos insertos. cosa, solo pasa lo que puede pasar de acuerdo a la dinámica es-
También tenemos que tener en cuenta el tructural del sistema y de la circunstancia”8
lenguaje que decimos y cómo lo decimos Nos falta para terminar esta noción de importancia de la
y sobre todo para qué lo decimos. Cuando
—86—ENCUENTROS
supervisión la característica fundamental del constructivismo que Sólo en este clima es que se puede mirar
es el remplazo de la noción de descubrimiento por el de construc- con valentía cómo nuestras historias de vi-
ción. La epistemología tradicional cuyo objetivo es “que es lo que da y de vínculos tempranos requieren de
conocemos”. En cambio el constructivismo se basa en una episte- nuestra consideración permanente y están
mología del observador, en el sentido de que, el conocimiento es presentes al momento de “acompañar” y
un conocimiento del propio conocimiento. de “acompañar a acompañar” a otros; sólo
de esta manera se hace posible abrir el al-
Entonces la epistemología no es por lo tanto ni un mapa, descrip-
ma para estar conscientes de nuestras reso-
ción, teoría, modelo, paradigma, ni paradigma de paradigmas.
nancias, nudos ciegos, empatías o quiebres
Es un proceso del conocer, construir y mantener un mundo de
de ésta.11
experiencias.9
Por ello decimos quienes supervisamos co-
La decisión de pensar y actuar desde esta epistemología tiene con-
mo forma de trabajo incluyendo la perso-
secuencias: fundamenta la pérdida de la certidumbre y la consi-
na del terapeuta, que el crecimiento infini-
guiente apertura a un modo participatorio y responsable en un
to también es del terapeuta.12
universo de infinitas posibilidades.

n o ta s
1. Universidad Pontificia de Salamanca ,Programa de Su-
pervisión Sistémica.
2. Revista Perspectivas Sistémicas.
3. Jutorán, Sara: “El proceso de las ideas sistémico-
cibernéticas”. En “Sistemas Familiares”, abril de 1994
4. Bertalanffy, Ludwig von. “Teoría general de los
sistemas” Fondo de la cultura económica, México, 1976.
pp. 9, 32, 33, 41 y 250.
5. Watzlawick Paul, Beavin, Janet Helmicky J
y Jackson, Donald: “Teoría de la comunicación Hu-
mana”. 1981.
6. Von Foerster, Heinz: “Sistemi che osservano”.
Astrolabio, Roma, 1987. pp. 152, 29, 30,28 y 25.
7 y 12. Conformación Arco Argentina.
8. Maturana, Humberto: “Conversaciones con
Humberto Maturana”. Seminario organizado por el ins-
tituto de Terapia Sistémica, Buenos Aires, 1990.
9. “What is epistemology of Family Therapy?”, Family
Process, vol.21, N°2. 1982. p. 165.
10. Sluzki, Carlos: “Cibernética y terapia familiar. Un
mapa mínimo”. Sistemas Familiares, Vol.3 N°2, 1987.
11. Aspillaga Vergara, Alejandra (Terapeuta Fa-
miliar y de Pareja). “Entrenamiento en Supervisión Sis-
témica”. En página web del Instituto Chileno de Terapia
Familiar. 29 de noviembre de 2010.

ENCUENTROS—87—
clínic a y teoría
c o g n i t i v a c o n d u c t u a l

Efectos adversos
en psicoterapia
Lics . C . B a r i l á , E . B u n g e , R . Rodríguez Biglieri

¿L a psicoterapia puede dañar? En el área médica y farma-


cológica existe una fuerte tradición acerca de la evalua-
ción e información sobre los efectos adversos que pue-
para confirmar si una intervención presen-
ta dichos efectos negativos.
Estos datos generales muestran como la
den devenir luego de un tratamiento; en el ámbito de la psico-
terapia, en cambio, no sucede lo mismo. Para los psicólogos en posibilidad de que la psicoterapia conlle-
general no suele ser frecuente la reflexión sobre los potenciales ve un perjuicio para los pacientes tiende
efectos secundarios, iatrogénicos o adversos de nuestra praxis, es a ser ignorada por los profesionales, o
más, es posible que la inmensa mayoría considere que la psicote- bien que incluso los intentos realizados
rapia puede ayudar o no, pero rara vez perjudicar. por contemplarla cuentan con marcadas
limitaciones.
Como profesionales de la salud nuestro deber primordial consiste
en “Primum Non Nocere”, “Primero, no dañar”. Es decir, ante to- En el ámbito médico los resultados se
do, preservar la integridad y seguridad del paciente, no aplicando miden principalmente en relación a la
intervenciones que puedan ser dañinas. La Asociación Psicológica ecuación riesgo-beneficio de los fárma-
Americana (APA), dentro de sus Principios Éticos de Psicólogos y cos aplicados. Incluso se estudian y cono-
Código de Conducta indica que “los psicólogos se esfuerzan para cen los efectos adversos de medicamentos
beneficiar a aquellos con quienes trabajan y cuidan de no hacerles ampliamente divulgados tales como la as-
daño” (APA, 2010, Principio A: beneficencia y no maleficencia). pirina y se cuenta con entes reguladores
En Argentina, en cambio, dicho principio no suele ser menciona- que aprueban o no el uso de los mismos,
do ni estudiado. Por ejemplo, ni la nueva Ley Nacional de Salud basándose en investigaciones que indican
Mental (26.657), ni el Código de Ética del Colegio de Psicólogos los efectos esperados y los que pueden
de la provincia Buenos Aires, el de la Federación de Psicólogos ocurrir secundariamente.
de la República Argentina, o el de la Asociación de Psicólogos de
Por el contrario, en el área psicológica no
Buenos Aires aluden al tema. Sí suelen mencionar en el capítulo
se cuenta con normativas claras ni organis-
sobre “Responsabilidad en la práctica profesional” que el profe-
mos que actúen regulando las diferentes
sional no debe ejercer actos intencionados de daño que atenten
practicas clínicas. La marcada diferencia
contra los derechos humanos, como por ejemplo torturas, pero
entre un ámbito y el otro puede deberse
no realizan ninguna mención sobre la realización de acciones tera-
a que frecuentemente se ha tomado como
péuticas que puedan generar daño; y también indican que dentro
cierto que “hacer algo es siempre mejor que
del contexto de investigación se prohíben los actos que pudieran
no hacer nada” y que la psicoterapia, en
causar daño, pero dejan de lado la posibilidad de que el perjuicio
el peor de los casos, es inocua (Lilienfeld,
podría causarse en el contexto clínico.
Lynn, & Lohr, 2003). Esta noción refleja
Por otro lado, si bien la APA (2002) cuenta con ciertos la existencia de una “doble vara” para pen-
criterios de evaluación de las guías de práctica clínica, donde es- sar los efectos de nuestra praxis. Si bien to-
tablece que se debe informar sobre los beneficios y también sobre dos solemos suscribir la hipótesis respecto
los posibles efectos iatrogénicos o secundarios del tratamiento. del “poder” de la palabra como agente de
Sin embargo, no especifica qué tipo de evidencia sería la adecuada cambio (incluso a nivel neurofisiológico),
—88—ENCUENTROS
Homenaje a Baigorri, Juan Battle Planas. Tapa Encuentros Nº 26

ENCUENTROS—89—
clínic a y teoría
c o g n i t i v a c o n d u c t u a l

esta visión coexiste con la creencia de que las intervenciones psi- Smith, Glass y Miller (1980) llevaron a cabo
cológicas, al ser mediatizadas por la palabra, no podrían generar un metaanálisis de 475 estudios hallando que
efectos secundarios o nocivos en los pacientes. Esta visón simultá- un 80 % de los sujetos que recibieron terapia
nea de la palabra como “promotora de cambio” e “inocua” es por habían logrado una mejoría en comparación
lo menos naif, ya que plantea una lógica en la que sólo pueden con aquellos no tratados (Corbella y Botella,
esperarse resultados neutros o positivos en la aplicación de la psi- 2004), mientras que un 9% obtuvieron re-
coterapia, inmunizándola frente a toda posible crítica respecto de sultados negativos (Lilienfeld, 2007). En la
sus consecuencias negativas. misma dirección, otro metaanálisis encontró
entre un 10% a un 15% de efectos negati-
Sin embargo, vale la pena mencionar algunos estudios de resulta- vos luego del tratamiento por abuso de sus-
dos que pueden arrojar un manto de luz respecto de la evaluación tancias (Moos, 2005). En lo que refiere a los
de los riesgos y beneficios de realizar psicoterapia, los cuales cita- efectos adversos de patologías específicas, en
mos a continuación. adolescentes con trastorno de conducta, por
citar un ejemplo, se reportaron resultados so-
Investigación sobre resultados en psicoterapia bre un 29% de efectos perjudiciales (Lipsey,
1992; Mc Cord, 2003, y Rhule, 2005).
Una de las primeras investigaciones sobre resultados en psicotera-
pia estuvo a cargo de Eysenck (1952), quien en su famosa publica- Ahora bien, ¿cuál sería la utilidad de co-
ción cuestionó la utilidad de los tratamientos psicológicos. Dicho nocer los efectos adversos de las psicote-
autor, al evaluar los efectos de la psicoterapia en pacientes con rapias? Simple: prevenirse de ellos. ¿Y por
neurosis, halló que los resultados en el grupo de sujetos en trata- dónde deberíamos comenzar los profesio-
miento se asemejaban a los que no habían recibido tratamiento, nales? Más simple aún: conocerlos.
concluyendo que no contaba con evidencia suficiente para afir-
mar que la psicoterapia sea un tratamiento clínico adecuado, es Tratamientos potencialmente
decir, la psicoterapia no producía beneficios. Esta postura recibió dañinos
duras críticas por parte de los colegas de su época en relación a la
metodología utilizada, pero abrió el camino a nuevas investigacio- Lilienfeld (2007) ha puesto especial én-
nes que buscarían replicar o cuestionar sus hallazgos. fasis en la divulgación de los efectos ad-
versos que se puedan presentar por la psi-
Es así que, años más tarde, Bergin (1966), en respuesta a la publi- coterapia, para lo cual elaboró una lista
cación de Eysenck, realiza una investigación en donde señala que provisoria de terapias potencialmente
la psicoterapia puede producir una mejoría o un empeoramiento, perjudiciales, de acuerdo al grado de evi-
pero que comparado con quién no recibe tratamiento, los sujetos dencia empírica. Para dicho autor los tra-
en tratamiento obtienen efectos positivos moderados, resultado tamientos potencialmente perjudiciales
que se replicó luego en otros siete estudios. son aquellos que han demostrado generar
Con respecto a dichos estudios, Gordon Paul en 1967 (citado en efectos perjudiciales físicos o psicológicos
Barlow, 2010) sugirió que el problema que presentan estos plan- en los pacientes u otras personas relacio-
teos es que se realizan una pregunta demasiado general (i.e.: ¿la nadas (por ejemplo, familiares), que du-
psicoterapia sirve para los pacientes?) y que los investigadores de- ran en el tiempo, sin limitarse a exacer-
bían preguntarse ¿qué tratamiento específico es efectivo, para qué bar los síntomas por un corto período de
tipo de paciente y bajo qué circunstancias? tiempo durante el tratamiento, y que han
sido replicados por equipos de investiga-
Vale la pena destacar que ya desde sus inicios a mediados del siglo dores independientes. El autor distingue
XX la investigación sobre resultados en psicoterapia señaló la exis- dos niveles de tipo de daño: nivel 1 o de
tencia intervenciones psicoterapéuticas potencialmente nocivas para daño probable (ver tabla 1) cuya eviden-
algunos pacientes (Barlow, 2010). De hecho, para la década del ‘70, cia está basada en pruebas provenientes de
unos 23 estudios controlados mostraron que luego de un tratamiento estudios controlados aleatorizados y me-
podría devenir algún tipo de deterioro en los sujetos (Barlow, 2010). taanálisis; y nivel 2 o de daño posible (ver
—90—ENCUENTROS
tabla 2), con evidencia basada en estudios toma en cuenta la validez interna de los estudios, la replicación
cuasi-experimentales, con al menos una de sus resultados por investigadores independientes y la apari-
investigación independiente o diseño de ción de nuevos síntomas poco después de la introducción de la
caso. Asimismo, en sus consideraciones psicoterapia (Lilienfeld, 2007).

Tabla 1. Listado provisorio de terapias potencialmente dañinas (Lilienfeld, 2007, pág.. 58)
Intervención Daño Potencial Evidencia

Nivel I: Daño Probable

Psicoterapia para duelo normal Aumento de Síntomas depresivos Meta-análisis

Campamento de reclutas -Trast. de Conducta Exacerbación de problemas de conducta Meta-análisis

T. expresiva-experiencial Exacerbación de emociones dolorosas ECR

Programa DARE (preventivo) Incrementa la ingesta de alcohol ECR


y otras sustancias (ej. Cigarrillos)

“Debriefing” Mayor riesgo de síntomas postraumáticos ECR

Directo al miedo Exacerba la conducta problema ECR

Terapia de apego (ej. Renacimiento) Muerte y daños severos Reportes de caso

Técnicas de recuperación de recuerdos Producción de falsas memorias del trauma Reportes de caso

Psicoterapia Orientada para el Trastorno Inducción de personalidades “alternas” Reportes de caso


de identidad disociativo

Tabla 2. Listado provisorio de terapias potencialmente dañinas (Lilienfeld, 2007, pág.. 58)
Intervención Daño Potencial Evidencia

Nivel II: Daño Posible

Intervenciones grupales Exacerbación de problemas de conducta Estudios


en problemas de conducta cuasi-experimentales

Relajación en pacientes propensos al pánico Inducción de ataques de pánico Replicado en diseños


de caso único

Cabe aclarar que dichos tratamien- Si bien actualmente se cuenta con muy poca información sobre el
tos han sido clasificados por Lilienfeld uso de tratamientos potencialmente dañinos, hay amplias razones
(2007) como “potencialmente” dañinos para considerar que algunos son comúnmente utilizados, inclu-
por dos razones: (a) La evidencia de los so por terapeutas con niveles avanzados de educación y forma-
efectos adversos es sugerente pero no ción. Por ejemplo, encuestas realizadas en los ´90 indicaron que
definitiva; (b) Es poco probable que un 25% de terapeutas, incluyendo terapeutas con nivel doctoral,
cualquiera de los tratamientos sean da- utilizaban técnicas de recuperación de recuerdos (identificadas
ñinos para todos los individuos expues- hoy como potencialmente dañinas, ya que pueden producir falsos
tos a ellos. recuerdos) en el tratamiento de abuso sexual infantil en pacientes
ENCUENTROS—91—
clínic a y teoría
c o g n i t i v a c o n d u c t u a l

femeninos (Polusny y Folette, 1996; Poole, Lindsay, Memon, y


n o ta s
Bull, 1995). American Psychological Association:
“Criteria for Evaluating Treatment Guidelines”, American
Si se cuenta con evidencia que sostiene la posibilidad de daño de Psychologist, 57 (12), 1052–1059. doi: 10.1037//0003-
ciertas prácticas y de que los profesionales de todos modos las rea- 066X.57.12.1052. 2002.
lizan, cabe preguntarnos qué medidas tomar para la prevención de American Psychological Association:
“Ethical Principles of Psychologists and Code of Con-
las mismas y para intentar disminuir el riesgo para los pacientes. duct”. Washington, DC: Author. Disponible en Http://
www.apa.org/ethics/code/index.aspx. 2010.
Barlow, David H.: “Negative Effects From Psycholo-
Medidas posibles gical Treatments: A Perspective”. American Psychologist,
65(1),13-20. 2010.
Lilienfeld, (2007) invita a la comunidad terapéutica a efectuar Bergin, Allen E: “Some implications of psychotherapy
procedimientos para diferenciar entre aquellos tratamientos que research for therapeutic practice”. Journal of Abnormal
Psychology, 71(4), 235-246. doi: 10.1037/h0023577.
pueden originar tanto efectos positivos como negativos y señala Corbella, Sergi. y Botella, Luis: Investigación
que la identificación de los tratamientos potencialmente dañinos en Psicoterapia: Proceso, Resultado y Factores Comunes.
sería un paso previo necesario a la detección de los tratamientos Vision Net, Madrid. 1966. 2004.
Dimidjian, Sona, & Hollon, Steven D.: “How
empíricamente validados. Expone dos condiciones como antído- would you know if psychotherapy was harmful?”. Ameri-
to del tratamiento potencialmente dañino. En primer lugar, reali- can Psychologist, 65, 21-33. 2010.
Eysenck, Hans: “The effects of psychotherapy: An
zar en cada sesión un seguimiento de los resultados por medio de Evaluation”. Journal of Consulting Psychology, 16, 319-
cuestionarios. En segundo término, mantener un feedback con el 324. 1952.
profesional, comunicando las fallas en el tratamiento. Lilienfeld, Scott O.: “Psychological treatments that
cause harm”. Association for Psychological Science, 2(1),
De igual manera Barlow (2010) hizo notar que el daño puede 53-70. 2007.
Lilienfeld, Scott O., & Lynn, Steven J.: “Disso-
ocasionarse por cuestiones técnicas, variables del terapeuta, del ciative identity disorder: Multiple personalities, multiple
paciente o de la terapia, sugiriendo que así como se han investi- controversies”. En Scott O. Lilienfeld, Steven J. Lynn, &
gado los aspectos positivos de la terapia, se han dejado de lado los J.M. Lohr (Eds.), Science and pseudoscience in clinical
psychology. New York: Guilford. 2003
negativos. El autor, por lo tanto, propone también la inclusión de Lipsey, Mark W.: “The effect of treatment on juvenile
mecanismos para detectar los efectos adversos. delinquents: Results from meta-analysis”. En F. Loesel,
D. Bender, & T. Bliesener (Eds.), Psychology and law:
Al respecto, Dimidjian y Hollon (2010) proponen la implemen- International perspectives. Berlin, NY: Walter de Gru-
yter. 1992.
tación de una serie de medidas, tales como sistemas de monitoreo McCord, Joan: “Cures that harm: Unanticipated
de efectos adversos similares a los implementados en el ámbito outcomes of crime prevention programs”. Annals of the
médico, la inclusión y discusión de estudios de casos descriptivos, American Academy of Political and Social Science, 587,
16–30. 2003.
mayor investigación cualitativa, la evaluación de un amplio rango Moos, Rudolf: “Iatrogenic effects of psychosocial in-
de resultados en los estudios controlados aleatorizados y no solo terventions for substance use disorders: Prevalence, pre-
la evaluación de la reducción sintomatológica, la evaluación y de- dictors, prevention”. Addiction, 100, 595–604. 2005.
Polusny, Melissa A., & Folette, V. M.: “Remem-
tección de componentes y mecanismos que pueden ocasionar un bering childhood sexual abuse: A national survey of psy-
daño y el alcance del mismo. chologists’ clinical practices, beliefs, and personal expe-
riences”. Professional Psychology: Research and Practice,
27, 41–52. 1996.
Poole, D. A., Lindsay, D. S., Memon, A., &
En síntesis, existe evidencia que confirma que la psicoterapia fun- Bull, R.: “Psychotherapists’opinions, practices, and ex-
ciona y tiene en general un impacto positivo, pero también puede periences with memories of incestuous abuse”. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 68, 426–437. 1995.
producir efectos adversos. Se precisa un mayor número de inves- Rhule, D.M.: “Take care to do no harm: Harmful in-
tigaciones, trabajando integradamente entre terapeutas e investi- terventions for youth problem behavior”. Professional Ps-
ychology: Research and Practice, 36, 618–625.
gadores, como así también una mayor difusión sobre los resulta- Smith, M. L., Glass, G. V., & Miller, T. I. (1980).
dos en la formación profesional y en la práctica clínica en aras de “The benefits of psychotherapy”. Johns Hopkins Univer-
abordar este tema, vital para el desarrollo de nuestra disciplina. sity Press. Baltimore, 2005.

—92—ENCUENTROS
actualidad
20 años de encuentros

“20º Aniversario de Encuentros”


25 de junio de 2011

L a vida que vivimos presenta ENCUENTROS - DES-ENCUENTROS Y RE-ENCUENTROS...


pero avanza, continua, y generalmente permite el crecimiento justamente con los
obstáculos que presenta. Así la Revista “ENCUENTROS” ha transcurrido, caminado dife-
rentes avatares desde su origen/nacimiento, hasta cumplir ahora 20 años.
Podemos decir que al igual que la vida en general crece justamente porque enfrenta los
obstáculos como un desafío.
Al caminar 20 años acompañando a los profesionales del COLEGIO DE PSICÓLOGOS DEL
DISTRITO XV en especial, como a todos los que tienen la oportunidad de tenerla en sus
manos, podemos decir que sigue brindando un espacio de expresión y de reflexión, de
“ENCUENTROS” entre diferentes escuelas, diferencias profesionales tanto en creencias,
intereses y/o nivel de formación; permitiendo el RE-ENCUENTRO, el acercamiento, la
aceptación de las diferencias, la discrepancia y la estética a través de diferentes jornadas,
trabajos clínicos, conferencias y modo de elaboración/presentación. FELIZ CUMPLEAÑOS
Y A SEGUIR CAMINANDO... siendo el lugar de ENCUENTRO Y REENCUENTRO entre los
matriculados y otros que tengan la oportunidad de leerla.

L i c . M a r í a T e r e s a E. F o r n i l l o

Afiche, Beatriz Aurora. Tapa Encuentros Nº 29-30

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actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s

25 años de la Ley,
20 años de Encuentros

A gradezco al Distrito XV este espacio para hacer algunos comentarios sobre lo que
significa para mí los 25 años del Colegio. Quiero felicitar a las colegas que han con-
ducido la Revista del Colegio de Psicólogos de San Isidro durante tantos años. Creo que
las empresas importantes se aprecian por su poder de institucionalización, así como por
el transcender los momentos y las circunstancias, haciendo marca y huella en el registro
que hace Cultura.
Debo admitir que mi perfil profesional siempre estuvo unido a las instituciones de los
Psicólogos: desde mi graduación como Licenciada en Psicología: la Asociación de Psicó-
logos de Buenos Aires (APBA), la Asociación de Psicólogos de Lomas de Zamora y el Co-
legio de Psicólogos de la Provincia de Bs. As. fueron las instituciones en las que transito
y transité, en algunas de ellas debo admitir que colaboré en su construcción. Por lo que
tengo como integrante-dirigente de estas, los años de mi graduación: 31 años.
Respecto al Colegio de Psicólogos de la Provincia de Bs. As. me cabe la particular expe-
riencia de ser primero dirigente, antes que matriculada, por haber iniciado en 1987 la
primera conducción, desde su Distrito XIII, como consejera distrital.
El Distrito al que pertenezco y el Consejo Superior me vieron sostener posiciones, tra-
bajar en sus comisiones, delegaciones y en distintos cargos; en la Mesa Ejecutiva del
Consejo Superior ocupé, a lo largo de estos años, todas las funciones previstas por ley.
Muchas veces con errores, pocas con aciertos, pero siempre con la mayor honestidad
intelectual posible.

Casi 25 años de ese inicio es buen momento para analizar más profundamente lo andado
y acompañar a los que me sucederán. ¿Qué cosas mantuvieron tantos años mi deseo, de
pertenecer a esta institución y colaborar a conformarla?, entiendo que algo de la cons-
trucción fraterna estuvo en juego, el sostener la conflictividad y la honda productividad
de la relación de par, el/la que comparte el “collegum”.
Siempre entendí que la institución Colegial es una estructura fuerte, pública y que a los/
las psicólogos/as no nos fue fácil metabolizar, la aceptación de una ley que nos atraviesa
a todos que no es tarea simple en nuestro colectivo profesional. Siempre aparecen los
“singularismos” que aspiran a las excepciones no subjetivantes, sino desconocedoras de
un grupo de iguales. Es conocido que los sujetos intenten discriminarse del grupo para
“ser”, pero de eso no hablo aquí, me refiero a la particular experiencia de poder compartir
el reconocimiento de un sujeto frente a otro sujeto. Esta es la tarea de fondo de nuestra
institución, a mi entender, la larga y continua labor de consensuar modelos de operación
en una organización que es de Derecho Público y por delegación del Estado, que no nos
fue dada sino que hemos luchado por obtener.

—94—ENCUENTROS
Ser una profesión colegiada o no: hace diferencia, las jóvenes generaciones de matricu-
lados han encontrado hecho algo, que como decía Freud “no cayó del cielo ni brotó de la
piedra” sino que fue fruto de una labor ardua, con aciertos y errores, que tuvo como meta
convertir al psicólogo en interlocutor social, sostener una práctica profesional digna para
la comunidad y posibilitar al interior de la profesión objetivos gremiales- que como justas
reivindicaciones– estuvieron en la agenda de los dirigentes desde los años 70.
El Colegio Profesional plantea una tensión constante y necesaria entre las necesidades
de la comunidad a una prestación profesional adecuada y los intereses de los profesiona-
les colegiados; mediar en esta tensión y administrar los fondos honestamente constituye
la base ética para todo dirigente.
¿Qué otras cosas me fueron atrayentes?: Primero la posibilidad de co-construir los pa-
rámetros profesionales, desde nuestra disciplina y nuestro quehacer, también evaluar
nuestra tarea profesional a la luz de las prácticas de otros colegas, conformando un
“magma” de saberes y de nuevos interrogantes.
Igualmente me ha interesado la posibilidad de pertenecer a una institución que de lo
democrático ha hecho su principio orientador, en una provincia con profunda vocación
colegialista – como lo es la Provincia de Buenos Aires-.
Por último y no menos importante el posibilitar y aprovechar el encuentro con otras pro-
fesiones, otras realidades y otros discursos. En este sentido nuestro Colegio siempre ha
bregado por la labor interdisciplinaria, no menos importante a un año de aprobación de
la Ley de Salud Mental Nacional, abierta hacia otro paradigma superador de los Modelos
de Salud. Esta Ley, como asimismo la aplicación en el Pregrado Universitario de la Reso-
lución 343/09 del Ministerio de Educación de la Nación, las Especialidades aprobadas a
nivel nacional, etc. dará inicio a un perfil “enriquecido” de Psicólogo.
Comprendí que ser dirigente de nuestras organizaciones es entender el valor de las Políti-
cas Públicas en el entramado con nuestra tarea profesional y tratar de generar un espacio
para las mismas en la agenda política pública.
Nunca pensé ser dirigente “como una carrera” sino, quizás desde criterios muy de los ´70,
como un servicio: la vida personal, la vida profesional, la formación constante y el análi-
sis debieron competir horas con el hecho de ser dirigente, para lo cual a veces no existen
sábados ni domingos, porque la realidad nos va mostrando sus premuras, a las que debe-
mos dar respuestas. Pero la conducción en el Colegio es una tarea compartida con otros/
as consejeros, el aprender a tomar y defender decisiones consensuadas ha sido quizás
uno de los aprendizajes más valiosos.

25 años permitieron echar las bases para los cimientos institucionales del Colegio de
Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires. Serán los próximos 25 años los que, con los
cambios profundos de nuestra sociedad, la vean florecer...

Liliana Bernachea
Pre sidenta del Consejo S uperior

ENCUENTROS—95—
actualidad
20 a ñ o s d e e n c u e n t r o s

Veinte años de Encuentros


y comunicación

L a editora y la diagramadora que se dan la mano sobre este teclado observan con cu-
riosidad a esta otra que no es sino la suma de ambas y algunas más que aceptan el
papel de cortejo con tal de no perderse la posibilidad de aprender.
¿Qué irá a decir ella sobre una función que excede lo laboral por-
que se resiste a sustraerse del compromiso profundo con lo
que sale de sus manos?
Sabe que no puede sustraerse de aquello que la ali-
menta, la enriquece del lado de adentro, le abre
horizontes de aprendizaje y le confirma cada vez
que la ignorancia es un territorio en perpetuo
crecimiento para quien aspira a comprender qué
parte del caldo de la vida es el más sustancioso.
Y éste ha sido el modo en que Encuentros ha pa-
sado por su orilla, la orilla para mostrar-exhibir-
difundir, ésa desde la que fieles y profanos se
asoman para ver pasar algunos, o se acercan
para sumergirse otros en la corriente siempre
cambiante del conocimiento y experiencias de
la Psicología. Aquella corriente cuyas aguas as-
piran a revelar y comprender los mecanismos
más complejos que hacen de cada persona un
universo.
La ley básica de mi oficio-función es la transparen-
cia, con intervenciones mínimas allí donde se hace
necesario corregir distorsiones, una transparencia que
se vuelve subjetividad compartida con la directora cuando de
ilustrar el mensaje con la expresión artística elegida se trata.
Si tuviera que resumir en una expresión las vivencias de es-
tos veinte años ayudando a parir Encuentros, indudablemen-
te sería aprendizaje mutuo.
Desde mi lugar es lo que se ve. Y lo celebro.

J o s e fa L a P o r ta
E d i c i ó n y D i a g ra m a c i ó n
Re v i s t a E n c u e n t ro s

El Kokena, Haro Galli. Tapa Encuentros Nº 29-30

—96—ENCUENTROS
ENCUENTROS—3—

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