Catalina Laboure PDF
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LIMA – PERÚ
1
SANTA CATALINA LABOURÉ Y LA MEDALLA MILAGROSA
Nihil Obstat
Padre Ricardo Rebolleda
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto
Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)
LIMA – PERÚ
2
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN
Catalina y su familia.
PRIMERA PARTE: LAS APARICIONES
Aparición de San Vicente.
Aparición de Jesús sacramentado.
Primera aparición.
Mensaje de María.
Revolución de 1830.
Segunda aparición.
Tercera aparición.
La medalla milagrosa.
Noticia histórica.
Comisión investigadora.
Hospicio de Enghien.
SEGUNDA PARTE: LOS ÚLTIMOS AÑOS
La guerra.
La Comuna.
El último año de vida.
TERCERA PARTE: LOS CARISMAS Y SU MUERTE
Dones sobrenaturales: a) Profecía.
b) Cosas extraordinarias. c) ¿Bilocación?
Anécdotas.
Así era ella.
Su muerte.
Milagros después de su muerte
CUARTA PARTE: LAS MARAVILLAS DE DIOS
Conversión de Alfonso de Ratisbona.
Un milagro de María.
Los santos y la medalla.
El poder de Dios y la medalla:
a) Padre Giovanni Salerno. b) San Maximiliano Kolbe.
c) Santa Teresa de Calcuta
El sillón de la Virgen.
Cuerpo incorrupto.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
3
INTRODUCCIÓN
Toda su vida vivió oculta, ya que nadie sabía que a ella se le había
aparecido la Virgen María. Solamente se lo contó a su director espiritual, el padre
Aladel, haciéndole prometer que no manifestaría a nadie su identidad. Así pasó
desapercibida de todos. Parecía una religiosa normal, pero su amor a Jesús
sacramentado era inmenso y, cuando estaba en oración, miraba continua y
fijamente la imagen de la Virgen. Se distinguía de todas cuando rezaban el
rosario en común. Su devoción y fervor eran únicos; y lo mismo su atención a los
pobres, enfermos y ancianos.
Nota.- Proceso se refiere el libro publicado por el padre René Laurentin titulado
Procès de Catherine, Ed. Lienhart, París, 1979. En este libro se encuentran los mejores
testimonios del Proceso de canonización.
Los textos de las apariciones de la Virgen están tomados del libro del padre
Edmundo Crapez, La venerable Catalina Labouré, Barcelona, 1911.
4
CATALINA Y SU FAMILIA
Otra razón para llamarlas era que la hija mayor, María Luisa, quería entrar
al convento de Langres como religiosa. Lo que hizo en efecto el 22 de julio de
1818, en el noviciado de las hijas de la Caridad de París, después de haber estado
tres meses de postulante en Langres.
5
Un sacerdote, que conoció a Catalina de niña, escribió sobre ella en enero
de 1896: Recuerdo a las compañeras de su edad con las que se divertía, cuando
sus padres la llevaban a la fiesta de Cormarin, a casa de sus primos y primas.
Ella no era hermosa, pero era buena y siempre amable y dulce con sus
compañeras y con los niños que molestaban, buscando poner paz. Si había algún
pobre, ella le daba las golosinas que tenía. En la misa patronal, Catalina rezaba
como un ángel y no volvía la cabeza a derecha e izquierda, como hacen otros
niños, sino que estaba seria y recogida. En una palabra, era un niña santa que la
Virgen preparaba para llenarla de favores y darnos a nosotros la medalla
milagrosa 1.
Una vez que se fue al convento su hermana María Luisa, Catalina, con 12
años, se hizo cargo de las labores de la casa. Al principio tenía la ayuda de una
criada, pero a sus 14 años se quedó sola con su hermana Tonina y las cosas
fueron mejor que antes. Cuidaba a su hermanito Augusto como una madre,
llevaba la comida a los segadores de su padre, que eran doce o catorce, cocinaba,
lavaba, sacaba leche a las vacas, recogía los huevos del gallinero, echaba comida
a los cerdos, distribuía el forraje al rebaño y lo llevaba al abrevadero, sacaba agua
del pozo, hacía el pan en el horno de casa y los jueves iba al mercado de
Montbard a unos l5 kilómetros a comprar las cosas necesarias. Cuando llegaba el
invierno, mataba uno o dos cerdos y había que preparar el tocino, las morcillas, el
jamón, etc. Además cuidaba el palomar donde había setecientas u ochocientas
palomas, que, al verla, volaban a su alrededor y algunas se posaban mansamente
sobre sus hombros. Según Tonina, era un espectáculo hermoso ver cómo las
atraía 2.
Un obrero que trabajó en su casa, manifestó que un día la vio subida a una
mesa, abrazando una imagen de la Virgen 3. Hizo su primera comunión con doce
años y comenzó a ayunar los viernes y sábados. Tonina se lo dijo a su padre y
éste se lo prohibió.
1
Proceso pp. 231-232.
2
Proceso p. 74.
3
Proceso p. 268.
6
Un día tuvo un sueño. Le pareció estar en la iglesia, en la capilla
consagrada a las almas del purgatorio. Un sacerdote muy anciano, de figura
respetada, se presentó en la capilla y se revistió de los ornamentos para celebrar
la santa misa. Ella asistió, impresionada por la presencia de este sacerdote
desconocido. Después de la misa, el sacerdote le hizo una señal para que se
acercara, pero ella, temerosa, se retiró hacia atrás sin quitarle la vista. Saliendo de
la iglesia, entró en una casa de la aldea para visitar a un enfermo. Allí encontró al
anciano sacerdote que le dijo: Hija mía, está bien cuidar enfermos. Ahora huyes
de mí, pero un día serás feliz de venir a mí. Dios tiene sus designios sobre ti, no
lo olvides.
Ella, sorprendida, se alejó y, saliendo de esa casa, le pareció que sus pies
no tocaban tierra y, al momento en que entraba en su casa, se despertó,
convencida de que todo no era más que un sueño. Ella tenía entonces 18 años.
Sabía leer un poco, pero menos escribir. Le pidió a su padre ir a casa de su
cuñada, que tenía un colegio en Chatillon, para recibir lecciones y así aprender a
leer y escribir bien. Su padre no quería desprenderse de ella y, a duras penas, se
lo permitió.
7
que te eduques e instruyas, cosa que a veces hace suma falta. Cuida de aprender
el francés algo mejor de lo que se habla en nuestro pueblo. Y aplícate a escribir,
a hacer cuentas y, sobre todo, a la piedad, al fervor y al amor de los pobres.
Catalina tenía 23 años.
8
PRIMERA PARTE
LAS APARICIONES
APARICIÓN DE SAN VICENTE
9
Uno de los días oí una voz interior que me dijo: “El corazón de san
Vicente está profundamente afligido por los grandes males que vendrán sobre
Francia”. El último día de la octava vi el mismo corazón de san Vicente y la voz
interior me dijo: “El corazón de san Vicente está un poco consolado, porque ha
obtenido de Dios por intercesión de la Virgen María que sus dos familias no
perezcan en medio de los males y que Dios se servirá de ellas para reanimar la
fe 4.
Nos dice: También fui favorecida con otra gran merced: Ver a nuestro
Señor en el Santísimo Sacramento como lo vi durante todo el tiempo del
noviciado, excepto cuando tenía duda, que entonces, a la vez siguiente, ya no
veía nada, porque yo quería profundizar y dudaba del misterio y creía
engañarme.
PRIMERA APARICIÓN
Vino luego la fiesta de san Vicente donde, la víspera, nos hizo nuestra
buena Madre Marta una plática sobre la devoción de los santos, en particular
sobre la devoción a la santísima Virgen, lo que me dio (tan gran) deseo de ver a
la santísima Virgen, que me acosté con el pensamiento de que aquella misma
noche vería a mi buena Madre. ¡Hacía tanto tiempo que deseaba verla!... Al
cabo me dormí. Como se nos había dado un trozo de tela de un roquete de san
4
Proceso pp. 77-78.
10
Vicente, yo corté la mitad, me la tragué y me dormí, pensando que san Vicente
me obtendría la gracia de ver a la santísima Virgen.
Por fin, a las once y media de la noche (del 18 de julio de 1830) oí que me
llamaban por mi nombre: “¡Hermana mía, hermana mía, hermana mía!”.
Despertándome, miré hacia el lado en que oía la voz, que era el lado del pasillo.
Descorro la cortina y veo un niño, vestido de blanco, como de cuatro a cinco
años, que me dice: “Ven a la capilla, la santísima Virgen te espera”. En seguida
me asaltó la idea: “¡Pero me van a oír!” El niño me responde: “No te preocupes
son las once y media, todo el mundo duerme bien; ven, yo te espero”.
Llegó, al fin, la hora. El niño me avisó. Me dijo: “He aquí la Virgen. Aquí
está”. Oí como un rumor, como el roce de un vestido de seda, que venía del lado
de la tribuna del lado del cuadro de san José, y venía a colocarse (la Virgen)
sobre las gradas del altar del lado del Evangelio en un sillón parecido al de
santa Ana; sólo que la Virgen no tenía la misma cara que santa Ana. (Alude al
cuadro de santa Ana que se ve aún encima de la puerta de la sacristía).
Yo dudaba que fuese la santa Virgen, pero el niño, que estaba allí, me
dijo: “Mira la Virgen”. Me sería imposible decir lo que experimenté en aquel
instante, lo que pasó dentro de mí, me parecía que no veía a la santa Virgen.
Entonces el niño me habló, no como niño, sino como hombre, el más enérgico, y
palabras las más enérgicas. Entonces, mirando a la Virgen, me puse de un salto
a su lado, de rodillas sobre las gradas del altar, con las manos apoyadas en las
rodillas de la santísima Virgen.
Allí pasé unos momentos los más dulces de mi vida. Me sería imposible
decir lo que sentí. Ella me dijo cómo debía portarme con mi director, y otras
cosas que no debo decir; la manera de portarme en mis penas, y acudir
11
(mostrándome con la mano izquierda el sagrario) a arrojarme al pie del altar y
desahogar allí mi corazón, y allí recibiría todos los consuelos de que tuviese
necesidad... Le pregunté por lo que significaban todas las cosas que yo había
visto, y ella me lo explicó todo...
Estuve allí no sé cuánto tiempo. Lo único que sé, cuando ella se marchó,
que sólo vi algo que se extinguía; en fin, sólo una sombra que se dirigía al lado
de la tribuna por el mismo camino por donde había venido.
MENSAJES DE MARÍA
Ella escribió que le dijo la Virgen María: Hija mía, Dios quiere confiarte
una misión; te costará trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la
gloria de Dios. Tú conocerás cuán bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que
se lo digas a tu director. No te faltarán contradicciones, pero te asistirá la
gracia; no temas. Háblale con confianza y sencillez, ten confianza, no temas.
Verás ciertas cosas, díselas. Recibirás inspiraciones en la oración.
Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover males sobre Francia,
será volcado el trono, el mundo entero será afligido por desdichas de todas
clases (la santísima Virgen estaba muy triste al decir esto), pero ven a los pies de
este altar, donde se prodigarán gracias a todos los que las pidan con confianza y
fervor, a todos, grandes y pequeños.
12
Cuando vuelva a ser puesta en vigor la Regla, habrá una Comunidad que
vendrá a unirse a la vuestra. Esto no es costumbre, pero yo lo deseo... di que se
la reciba. Dios la bendecirá y ellas gozarán aquí de una grande paz 5. La
Comunidad se hará grande.
5
Esto sucedió en 1850, cuando se realizó esta predicción; entraron dos comunidades en la familia de san
Vicente; la de las hermanas de la Caridad, fundada por Elisabeth-Ann Seton (que llegará a ser la
primera santa canonizada de los Estados Unidos) y la de las hermanas de la Caridad de Austria, fundada
por Leopoldo de Brandis.
13
REVOLUCIÓN DE 1830
Uno de los días la sierva de Dios fue con una compañera al cementerio
del padre Lachaise, que domina París, y se sintió asustada por el pensamiento de
los incendios que consumirían una parte de la capital (como así sucedió) 6.
El buen padre Salhorgne, Superior general, que había ido a recibirlos, sin
disfraz alguno, con su sotana, de que jamás se había desprendido, habló con el
muchacho, diciéndole que aquello era falso, pues en la casa no había entrado
arma alguna. No logrando hacerle callar, le preguntó: “Bueno, hijo mío:
¿quieres ver mis armas?”. “Sí, señor, muéstrelas”. Y el padre entonces le
presentó su breviario, que llevaba consigo. Lo miró el muchacho, y agregó el
padre: “¿Quieres ver las balas que uso?”. Y abriendo el breviario le enseñó las
estampas que servían de registros. “¡Oh, señor cura, estampas”, exclamó el
6
Proceso p. 220.
7
Proceso p. 221.
14
pobre chico lleno de alegría. “¿Quieres una?”. “Sí, señor”, contestó él. Y
cogiéndola se fue con aire de triunfo, seguido de toda la pandilla 8.
Según testimonio del mismo padre Esteban: “La joven hermana del
noviciado (sor Catalina) lo había predicho a su confesor”. Sor Catalina había
dicho también al padre Aladel “que un obispo iría a San Lázaro a pedir refugio,
que se le podía recibir sin temor y que allí estaría seguro”. En efecto, el padre
Aladel, que no hacía gran caso de las revelaciones de Catalina, regresaba triste
un día de la calle du Bac a la de Sèvres, cuando he aquí que al llegar a San
Lázaro le dijo el padre Salhorgne que “Monseñor Frayssinous, obispo de
Hermopolis y ministro de cultos de Carlos X, acababa de suplicarle que le diera
asilo”. Temiendo el padre que allí no habría seguridad, puso algunos reparos a
la demanda de Monseñor Frayssinous, y éste se había retirado a Saint Germain
en Laye. Como observa sor Pineau, a quien debemos esta noticia, la revelación
en cuestión tenía un sello de verdad que difícilmente dejaría de reconocerse 10.
SEGUNDA APARICIÓN
8
Proceso p. 56.
9
Ibídem.
10
Proceso pp. 212-213.
15
Y luego, de pronto advertí en sus dedos, anillos cubiertos de piedras
preciosas, unas más bellas que otras, unas más grandes y otras más chicas, que
lanzaban rayos de luz, unos más bellos que otros; estos rayos salían de las
piedras; las más grandes (despedían) los rayos más grandes que se alargaban
sin cesar, y las más pequeñas, los más pequeños, y alargándose sin cesar hacia
abajo llenaban todo lo bajo y yo no veía sus pies...
Sor Catalina aclaró algunos detalles: Los anillos de las manos eran en
número de tres en cada dedo; el más grueso junto a la mano; uno de tamaño
mediano en el medio y uno más pequeño en la extremidad. Cada anillo estaba
cubierto de piedras preciosas de tamaño proporcionado. La jaculatoria: “Oh
María, sin pecado concebida” formaba un semicírculo, comenzando a la altura
de la mano derecha, pasando por encima de la cabeza de la Virgen y terminando
a la altura de la mano izquierda. Por último, en el reverso del cuadro vio
Catalina el monograma de la Virgen formado por una M coronada de una cruz y
con una barra en la base, y debajo de dicha letra M, los dos Corazones de Jesús
y de María, que ella distinguió, porque uno estaba rodeado de una corona de
espinas y el otro traspasado por un puñal. Por lo que hace a las doce estrellas,
16
que han figurado siempre en el reverso de la medalla milagrosa, esta
particularidad fue dada de viva voz por la hermana después de las apariciones.
TERCERA APARICIÓN
Las piedras preciosas de las que no sale nada, son las gracias que se
olvidan de pedirme. ¡Oh! qué hermoso será oír decir: “María es la Reina del
Universo, particularmente de Francia”; y los niños exclamarán: “y de cada
persona en particular”, con alegría y exaltación. Será ese tiempo de paz, de
gozo y de ventura que será largo. Ella será llevada triunfalmente y dará la vuelta
al mundo.
17
Observemos algunos detalles: La Virgen era de mediana estatura, el velo
de color blanco aurora le cubría la cabeza y bajaba por ambos lados hasta los
pies; en los cabellos tenía una especie de cofia que terminaba en un encaje como
de dos dedos de ancho. Tenía bajo sus pies una esfera blanca; los ojos unas veces
miraban al cielo y otras los tenía bajos; la voz de la Virgen se hacía oír en el
fondo del corazón. También había una serpiente a sus pies de color verdoso con
pintas amarillas. Las manos estaban a cierta altura, sosteniendo el globo de la
tierra, pero en un momento desapareció y sus brazos quedaron extendidos en la
forma de la medalla milagrosa. Los anillos luminosos de las manos eran tres en
cada dedo y cada anillo estaba cubierto de piedras preciosas. La jaculatoria: Oh
María, sin pecado concebida, formaba un semicírculo comenzando a la altura de
la mano derecha, pasando por encima de la cabeza de la Virgen y terminando a la
altura de la mano izquierda.
La Virgen se quejó del poco fervor con que se rezaba el rosario. En 1856
el padre Aladel le mandó que escribiera los acontecimientos sobrenaturales que
había tenido en 1830. Ella obedeció con repugnancia y comenzó refiriendo la
visión del corazón de san Vicente y después las apariciones de la Virgen. En l876
escribió de nuevo por obediencia una relación de las apariciones. Otra copia fue
encontrada después de su muerte entre sus papeles. Estos tres escritos
concuerdan perfectamente y sólo difieren en algunos detalles, lo que indica que
no se copian unos a otros.
18
Retiróse ella sin volver a ocuparse de lo que había visto. Seis meses después,
tuvo idéntica visión y, habiéndomela referido, yo opiné como la primera vez y la
traté a ella del mismo modo. En fin, después de otro intervalo igual, de seis
meses, vio y oyó por tercera vez las mismas cosas, pero entonces le dijo además
la voz que la santísima Virgen no estaba contenta de que se descuidara así la
acuñación de la medalla. En esta ocasión no dejé de dar importancia al asunto,
aunque no lo manifesté así, y me entró cierto temor de disgustar a la que con
justo título llama la Iglesia: “Refugio de los pecadores”.
LA MEDALLA MILAGROSA
19
En 1839 la medalla había sido distribuida en el mundo entero y se
contaban milagros desde China a Abisinia, Rusia, Estados Unidos, etc. Para 1842
ya se habían distribuido más de 68 millones de medallas. Eran varios los orfebres
que las fabricaban, porque el primer fabricante, el señor Vachette, no se daba
abasto para atender las solicitudes de Francia y del mundo entero.
NOTICIA HISTÓRICA
20
fuente, y cúmpleme, por lo demás, dar aquí testimonio de mi profundo
reconocimiento a tan digno eclesiástico que con no menor prontitud que
benevolencia me ha comunicado todo lo que, según sus propias palabras, creía
él que podía redundar en honra de la santísima Virgen.
COMISIÓN INVESTIGADORA
11
Proceso p. 202.
21
parece como que el cielo ha querido confirmar la realidad de la visión y la
verdad de la relación que de ella se ha hecho, aprobando así la acuñación y la
propagación de la susodicha medalla 12.
HOSPICIO DE ENGHIEN
También a veces, cuidaba a los niños del orfanato. Se hizo querer de ellos,
que la rodeaban, y ella los acariciaba con la más dulce y hermosa de sus sonrisas.
12
Encuesta canónica, Informe del promotor, p. 30, 1836.
22
Aquí se observa el cuarto voto que hacen las hijas de la Caridad: Servir
corporal y espiritualmente a los pobres. Catalina se sentía feliz de oír los
milagros realizados por medio de la medalla. Solamente, de vez en cuando, le
mandaba avisos al padre Aladel para que erigiera un altar conmemorativo de las
apariciones, diciéndole que muchas gracias e indulgencias serían concedidas y
que todo ello sería en beneficio suyo y de la Comunidad. Él, por su parte, como
simple capellán, callaba y esperaba tiempos más propicios.
Por otra parte, la Congregación de las hermanas aumentaba más cada día
por las abundantes vocaciones. La capilla quedaba pequeña. Para agrandarla, el
arquitecto tuvo que respetar el lugar de la aparición en su integridad primitiva.
Por otra parte, sor Catalina le manifestó al padre Aladel que la Virgen María
deseaba que él fundara una Congregación de hijas de María, de la que él sería el
Superior. La Virgen concedería muchas gracias a través de esta Congregación
(no de religiosas, sino de mujeres laicas). El padre Aladel publicó un Manual de
las hijas de María en 1848. En 10 años publicó 25.000 ejemplares.
23
SEGUNDA PARTE
LOS ÚLTIMOS AÑOS
LA GUERRA
Esos días ordenaron a todos los heridos recuperados del hospicio que
tomaran las armas para defender París. Sor Catalina estaba conmovida y les daba
a los soldados una medalla milagrosa, asegurándoles que rezaría por ellos. ¡Qué
desgarrador para ella verlos partir sin volverlos a ver! Ella insistió a alguna
hermana: Los prusianos entrarán en París, pero no tengan miedo, la Virgen nos
protegerá. Y se puso a sollozar. Otras también lloraron juntas. Después, con
algunas hermanas, fueron a la ventana para ver desfilar a los soldados, que
parecían tristes. Catalina anotó: Habrá víctimas entre ellos, no todos regresarán.
Vamos a rezar por ellos 13.
24
que era un pueblo infiel, y que miraran a Jesucristo, en quien estaba su salvación.
La Virgen les pidió a los niños rezar. Según el testimonio del niño José
Barbedette, que después fue sacerdote y religioso, las manos de la Virgen estaban
tendidas hacia abajo como en la medalla milagrosa. En otro momento
desapareció el crucifijo ensangrentado y las manos de la Virgen, que tenía
elevadas, volvieron a caer y tomar su posición primera, abriéndose como en la
medalla milagrosa. Y el 28 de enero se firmó el armisticio de paz.
LA COMUNA
Después del armisticio con los prusianos, sor Catalina, ante una prevista
guerra civil para tomar el poder, anunció: Tendremos guerra con muchos
muertos. ¡Cuánta sangre, cuántas madres llorarán a sus hijos! ¡Los hijos
lucharán contra sus padres! ¡Cuántas lágrimas, cuánta sangre! Alguien le
preguntó: “¿Cómo lo sabes?”. “Yo lo sé”, respondió, sin querer responder más.
Y se puso a sollozar 15.
14
Proceso pp. 149-150,
15
Proceso p. 151.
25
Alguien le dijo a uno de ellos: “Pero tú no crees, ¿para qué quieres una
medalla, si no crees ni en Dios, ni en el diablo, ni en el cielo, ni en el infierno?”.
“Sí, es cierto, pero mañana vamos a luchar y la medalla nos protegerá”.
Una tarde dos rebeldes de la Comuna preguntaron por sor Catalina. Uno
de ellos como amenazando, puso su revólver bajo la garganta de una hermana.
Otra le dijo: “Meta su revólver, yo se la voy a traer, si me asegura que no le van
a hacer ningún daño”.
Sor Catalina los siguió sin dificultad, asegurando que no le pasaría nada
y encomendándonos que rezáramos. Las hermanas se pusieron de rodillas y
rezaron, temiendo que en cualquier momento se oyera un disparo. Después de
dos horas, ella regresó acompañada de los dos comuneros, que la cuidaron
durante el trayecto 16.
El domingo hacia las 6 p.m., salieron a Saint Denis todas las hermanas de
la Casa. Al día siguiente cada una se fue por su cuenta. Sólo quedó en Casa sor
Catalina y su compañera, pero también tuvieron que ir a Ballainvilliers. En la
Casa no quedó ninguna religiosa. Era ya el mes de mayo, mes de María. El 24 de
mayo asesinaron al arzobispo de París, Monseñor Darboy, en la prisión de la
Roquette. Esta noticia se conoció en París el 28 de mayo.
Algunas hermanas temían que les hicieran algo y que incendiaran su Casa
como habían incendiado otras casas religiosas e iglesias, pero Catalina les
aseguraba que la Virgen había prometido que protegería sus Casas y a las
hermanas.
16
Proceso pp. 152-153.
17
Proceso pp. 153-156.
26
jardín tenía una tela roja y estaba maltratada, quizás la hicieron caer. La Virgen
había cumplido su palabra. Catalina se lo había manifestado a la Superiora sor
Dufès: La Virgen le había dicho: Yo guardaré la casa. Volveréis antes de que
acabe el mes de María. Ambas familias vicentinas, de hombres y mujeres, habían
sido increíblemente protegidas y, al regresar sanos y salvos, cantaban mil
historias por las que estaban agradecidos.
A las 7 a.m. vinieron unos coches y se los llevaron a Versalles. Todos fueron
ejecutados. Eran los vencidos de la revuelta. El ejército versallés había perdido
877 hombres y fusiló a 20.000 por las calles durante una semana sangrienta (21-
28 de mayo de 1871). La vida se normalizó y Catalina volvió a cuidar de sus
ancianos 18.
18
Laurentin René, La vida de Catalina Labouré, Ed. Ceme, Salamanca, 1984, pp. 184-186.
19
Ib. p. 192.
27
parecía que todo iba bien su vida. Había sido incluso Superiora con 33 años y
manifestaba a Catalina que era feliz, sobre todo cuando Catalina quiso ingresar.
Su salida se debió a una calumnia y por ello la habían depuesto de Superiora en
1829. Se colocó de institutriz en París.
28
escrita la palabra “Francia”. La santísima Virgen tenía las manos abiertas.
“Pero —repuse yo— va usted a causar perjuicio a la medalla si habla de la
esfera”. “No, no, que no se toque a la medalla; que se haga una imagen con la
esfera y que se levante un altar en el mismo sitio en que se apareció la santísima
Virgen. Esa imagen ha sido el tormento de toda mi vida, y no quisiera
presentarme a la santísima Virgen antes de que haya sido hecha”. Y sor
Catalina citó los nombres de dos hijas de la Caridad, de las más recomendables
por sus virtudes y por sus directas relaciones con el padre Aladel, que podrían,
decía, confirmar la veracidad de sus palabras, a saber: “Sor Pineau, primera
hermana encargada de la sacristía de la Casa de la calle de Bac, y sor María
Grand de Boulogne, antigua secretaria de la Casa-noviciado en tiempos del
mismo padre Aladel.
Lo primero que hizo sor Dufès fue ponerse en relación con las dos
hermanas designadas por sor Catalina, y al efecto escribió, aunque muy
perpleja, a sor Grand, que era entonces Superiora del hospital de Riom. La
contestación de ésta, que tiene fecha de 24 de junio de 1876, decía así: Sí, mi
buena sor Dufès, nuestra dulce Reina se ha aparecido teniendo el orbe terráqueo
en sus benditas y virginales manos, caldeándolo con su amor, oprimiéndolo
contra su corazón misericordioso y mirándolo con inefable ternura. Todavía
tengo yo el dibujo, o más bien, el esbozo de un prospecto que se hizo hace mucho
tiempo representándola así. No sé si podré encontrarlo entre nuestros libros y
papeles, porque es, repito, de fecha remota. Tal vez a petición de la hermana, el
digno y venerado padre Aladel pensaba conservar este memorable recuerdo
para hacer una nueva imagen representando esta (primera fase de la) aparición;
pero todo quedó así. Esta segunda (parte de la) visión no contradice en nada a
la primera, porque la santísima Virgen se mostró, creo, con los brazos tendidos y
con los haces de rayos de luz cayendo sobre el mundo, inundándolo con su
misericordia y cubriéndolo especialmente a Francia, con sus benditos dones.
Parece que mientras la augusta Madre oprimía al mundo contra su corazón
virginal, resplandecían en sus manos maternales diamantes y piedras preciosas,
cuyas irradiaciones envolvían a nuestra miserable tierra, enriqueciéndola con
sus misericordias y liberalidades. Lo mismo acontecía cuando se abrían sus
manos esparciendo sobre el mundo oleadas de bendición y de amor. ¡Cuánto, mi
buena Sor Dufès, me complazco en recordar estas cosas!
La Madre Dufès tomó las cosas en serio y mandó hacer una imagen de la
Virgen con el globo de la tierra en las manos tal como Catalina la había visto en
la visión y con la serpiente a sus pies. Ella pidió que sobre el globo de la tierra se
colocará una cruz, que el rostro de la Virgen no fuera, ni demasiado joven ni
demasiado sonriente, sino de gravedad mezclada de tristeza, que desaparecía
cuando el rostro de María se iluminaba con claridades radiantes de amor; sobre
todo, en el momento de la oración.
29
La imagen fue realizada por el escultor Robert Froc. Catalina al verla
exclamó: La Virgen era mucho más hermosa. La colocaron en la capilla de
Reuilly en 1876. Otra semejante la colocaron en la Casa Madre de París en 1880.
Catalina le recalcó a la Superiora que ella sólo había sido un instrumento de la
Virgen, porque no sabía ni siquiera leer, ni escribir bien y menos hablar
correctamente el francés.
TERCERA PARTE
LOS CARISMAS Y SU MUERTE
DONES SOBRENATURALES
a) PROFECÍA
Sor Cosnard nos dice: El año 1873 fue construida una iglesia en las
cercanías de la casa de Enghien. Sor Catalina quería que se llamase de la
Inmaculada Concepción, pero se llamó de Santa Radegunda. Ella sintió pena
por ello, pero me manifestó: “A pesar de todo, se llamará Inmaculada
Concepción. Y eso me lo remitió varias veces y creo que eso se lo dijo también a
otras personas. De hecho, el 28 de marzo de 1877, por orden del cardenal
20
Proceso p. 332.
21
Proceso p. 298.
30
Guibert, arzobispo de París, se le llamó de la Inmaculada, cuando el mismo
cardenal había puesto el nombre de santa Radegunda.
Sor Tanguy afirma: Hace dos años yo le manifesté a sor Cosnard mi pena
por el traslado que se iba a hacer de los restos de Catalina al castillo de
Amboise. Ella me respondió: “¿Cómo te extrañas?”. Catalina me dijo un día:
“Yo veo a los ancianos en un castillo y en la entrada de ese castillo un letrero
que dice: “Hospicio de Enghien”. Otro caso de profecía: Después de la
revolución de julio de 1830 el padre Piau, capellán del castillo de las Tuileries,
durante el reinado de Carlos X, estaba sin oficio y la sierva de Dios le aconsejó
ir a Suiza, porque allí tenía una misión que cumplir. Él fue a Monthey y encontró
una casa de señoras del Sagrado Corazón de Jesús, donde fue acogido y donde
prestó sus servicios (cumpliéndose así la profecía de sor Catalina) 23.
22
Proceso pp. 266-267.
23
Proceso p. 240.
24
Proceso pp. 246-247.
31
Su entierro tuvo lugar el 3 de enero, fiesta de santa Genoveva, a quien san
Vicente les dio como modelo a seguir. Ella había dicho que no haría falta féretro
ni cintas en él; y la colocarían en la capilla de Reuilly. Ella fue llevada por una
legión de hijas de María. Así se cumplía la profecía que le había hecho al padre
Aladel de que la santísima Virgen quería que él fundara una Congregación o
Confraternidad de hijas de María 25. Y también que no haría falta féretro ni
cintas.
Sor Cosnard refiere: La sierva de Dios, durante los años que hemos estado
juntas, muchas veces me dijo que habría reliquias bajo la capilla de Reuilly y
que habría una capilla subterránea. No daba más explicaciones y lo decía en un
tono misterioso sin referirse a ella misma. En cuanto a la construcción de esta
capilla subterránea, esto se realizó en 1896 con las contribuciones de un buen
sacerdote de Barcelona, José Dadorda, devoto de la sierva de Dios, que pagó los
3.000 francos para la obra 26.
b) COSAS EXTRAORDINARIAS
Anota una de sus antiguas compañeras: Una tarde yo había cerrado todas
las puertas del jardín y de la casa con cerrojo y pestillo y llevé las llaves a la
Superiora. Sor Catalina había subido a su dormitorio, yo la había visto. A la
mañana siguiente, después de vestirme, bajé a abrir las puertas y me aseguré
que todas las hermanas estaban en el dormitorio. Cuál no fue mi sorpresa al ver
la cama de Catalina en orden y vacía. Yo fui a la Superiora y le dije: “Es algo
muy raro, yo no he abierto aún las puertas y sor Catalina no está en el
25
Proceso pp. 262-263.
26
Proceso p. 261,
27
Proceso p. 249.
32
dormitorio. ¿Por dónde ha ido?”. “Búsquela”, me dijo la Superiora. Yo la
busqué por todas partes, en el granero, en la bodega… y nada. Fui a la capilla,
la llamé y nada. Fui al jardín, las puertas estaban cerradas y yo era la única de
la casa que tenía las llaves. Fui al medio del jardín y la veo de pie delante de la
imagen de la Virgen con las manos juntas y los ojos fijos en María. La llamo y
nada. Una vez, dos, tres veces y no me respondía. Fui a la Superiora y le cuento
todo. Ella sonríe y me dice: “Déjela tranquila”. Yo fui a la capilla y a las cuatro
y media se abre la puerta y Catalina se coloca en su lugar 28.
c) ¿BILOCACIÓN?
ANÉCDOTAS
28
Proceso p. 146.
29
Proceso p. 265.
33
fiesta, tomando juntas el café le preguntó esta hermanita a sor Catalina:
“¿Usted estaba en el postulantado en 1830?”.
- Sí.
- ¿Usted ha conocido a la hermana de la medalla?
- ¡Cómo quiere que la conozca en tan gran número de hermanas!
- La hermana de la medalla y la del escapulario deben ser superiores
(especiales). Puede ser que ya estén muertas y se las debería conocer.
- Quién sabe, sólo Dios sabe.
Sor Catalina no dijo más y la hermana guardó silencio, pero sor Catalina
se ponía muy seria, cuando se tocaba este asunto tan delicado para ella 30.
Sor Sidonia Amelia nos dice: Un día estábamos todas en la sala de recreo
y una hermana dijo: “La hermana que dice que vio a la Virgen, sin duda vio un
cuadro”. Y sor Catalina, que normalmente hablaba poco, respondió con firmeza:
“Mi querida, la hermana que vio a la Virgen la vio en carne y hueso como tú y
yo”. Después se puso a trabajar y se cambió la conversación 32.
30
Proceso pp. 142-143.
31
Proceso p. 45.
32
Proceso p. 227.
34
qué le había pasado y ella respondió: Es un ramo de flores, todos los años la
Virgen me envía uno.
Otro caso. A fines de junio de 187l el doctor Marjolin, médico del hospital
San Eugenio, hoy hospital Trousseau, vino a proponer a la Madre Dufès que
recogiera a unos treinta huerfanitos, que estaban en convalecencia. La Madre
aceptó y se encargó de llevarlos al asilo donde estarían al abrigo de todo peligro
de la guerra. Estoy convencida de que fue debido a la protección de la Virgen, a
lo que Catalina no fue extraña. Todo pasó en paz 34.
Sor Clavel dice: Unos días antes de morir sor Catalina, estando acostada,
pidió que le dieran una manzana cocida. Y como tardaban en dársela, mostró un
poco de impaciencia. Sor Angélica se escandalizó y dijo a Monseñor Chinchón,
nuestro confesor, que estaba allí, que estaba asombrada de cómo una persona
que había visto a la Virgen, manifestaba ese deseo y tenía poca paciencia.
Monseñor reprendió a sor Angélica y le recordó de un santo que en la hora de su
muerte había pedido un dulce 36.
35
dulce melodía. Jamás sor Catalina le parecía más hermosa que en ese momento.
Sus ojos luminosos se elevaban al cielo, hacia la Virgen, sus manos estaban
piadosamente juntas y el timbre de su voz llegaba al corazón. Era un minuto de
cielo sobre la tierra. Y, cuando añadía tres veces: “Oh María, sin pecado
concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”, su voz temblaba de
emoción.
38
Proceso pp. 144-145.
39
Citado por De Fiores Stefano, Los caminos del espíritu con María, Ed. San Pablo, Madrid, 1997.
36
ASÍ ERA ELLA
Ella era buena y amable con todos, pero también tenía sus preferidos,
aunque no lo daba a conocer, ya que era tan sencilla como prudente. Su silencio
era casi continuo. En todo buscaba la mirada de Dios. Era humilde servidora de
María Inmaculada y no se preocupaba del qué dirán. El Señor y su madre eran el
amor de su corazón 40.
40
Proceso pp. 140-141.
37
Según testimonio de una de sus antiguas compañeras: Su exterior era la
imagen de su bondad de su alma cándida y pura. Su estatura era un poco más de
la media, su físico bastante fuerte. Caminaba derecha sin afectación y con una
dignidad natural. Su caminar era grave y lleno de modestia. Su frente elevada
reflejaba su inocencia y sus ojos limpios, como los cielos en un hermoso día,
reflejaban la pureza angelical de su alma. Sus ojos, de un azul celeste, lanzaban
rayos luminosos. Su boca era fina y sonriente; aunque su fisonomía era seria, su
sonrisa le daba un encanto divino 41.
SU MUERTE
El padre Carlos Chevalier nos dice: Unos días antes de morir, ella le pidió
a la Superiora que reuniera junto a su cama a 63 jovencitas del orfelinato para
rezar las letanías de la Inmaculada, añadiendo la invocación: “Oh María, sin
pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Ella pedía estas
63 invocaciones por los 63 años que se considera que vivió la Virgen María y
por el rosario de santa Brígida que rezan las hijas de la Caridad 43.
Sor Cabanes nos dice: Estuve presente cuando recibió los últimos
sacramentos, lo que hizo con grandes sentimientos de piedad. Ella pidió perdón
a todas las hermanas como se acostumbraba entre nosotras y renovó sus votos,
según está establecido en nuestra Regla. Su celo por la difusión de la medalla la
acompañó hasta el último día y, unas horas antes de morir, yo la vi preparando
41
Proceso p. 140.
42
Laurentin René, o.c., pp. 224-225.
43
Proceso p. 208.
44
Proceso p. 174.
38
algunos paquetitos con medallas, que ella enviaba como recuerdos a nuestras
hermanas 45.
Murió de problemas del corazón a las 7 p.m. sin dar señales de sufrimiento
y como durmiendo en el Señor.
Sor Dufès anota: El día que murió, yo manifesté a los Superiores el deseo
de que sus restos quedaran en la misma Casa donde murió, pero eso era
contrario a las costumbres y reglamentos de la policía. Me dirigí a la señora
Maréchale de Mac-Mahon, esposa del presidente de la República, para pedir la
autorización. Y ella misma consiguió el permiso y vino a casa a rezar ante el
cuerpo de la sierva de Dios. Yo estaba preocupada por el lugar donde debía
enterrarse y el día 1 de enero por la mañana, al despertar, oí como una voz
interior o exterior que me dijo claramente: “La bóveda que está debajo de la
capilla de Reuilly”.
Fui a visitar la bóveda, donde nadie había sido enterrado y que había
servido durante el asedio de París para conservar el vino destinado a los
soldados de la enfermería. Hice venir al comisario de policía para verlo y le
pareció apropiada y él mismo nos obtuvo el permiso del prefecto ese mismo día.
45
Proceso p. 272.
46
Proceso p. 217.
47
Proceso pp. 187-188.
39
Hubo una enorme afluencia de gente y durante dos días puse religiosas
junto a su cuerpo, una a la cabecera y otra a sus pies, para hacer tocar objetos
religiosos que la gente presentaba. Yo vi muchos señores que hacían tocar el
cuerpo con sus relojes. Muchas personas, incluso religiosas, recalcaron que su
frente tenía una blancura y un resplandor extraordinario. Quizás fuera porque
durante la aparición de 1830, su frente tocó las rodillas de la santísima Virgen.
Sor Tanguy refiere: Una joven religiosa de Amiens estaba muy enferma y
nos escribió a la casa de Enghien, pidiendo alguna cosa que hubiera pertenecido
a sor Catalina para conseguir por su intercesión la salud o, al menos, la
resignación para cumplir la voluntad de Dios. Yo le envié un pedacito de tela
que había usado la sierva de Dios. Se la aplicó a la parte enferma y, por la
noche, vio a sor Catalina que le dijo: “¿Por qué no quieres morir? Estarás
mucho mejor con el buen Dios”. A partir de ese momento ella tuvo resignación y
tuvo una buena muerte 50.
Sor Henriot declaró: Una de mis hermanas, de 40 años, con muchos hijos,
estaba gravemente enferma de tristeza y me mandó aviso de que fuera a verla
pronto. Era la víspera del día en que iban a llevar al panteón el cuerpo de sor
Catalina. Pedí permiso a la Superiora para estar toda la noche junto a su cuerpo
con otra compañera y repetimos centenares de veces: “Oh María, sin pecado
concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. A partir de ese momento
mi hermana fue mejorando hasta curarse totalmente. Ella vive aún y ha tenido
48
Proceso p. 247.
49
Proceso p. 239.
50
Proceso pp. 239-240.
40
varios hijos. También recuerdo el caso de una de nuestras hermanas, ciega, que
fue curada por intercesión de sor Catalina hacia 1880 51.
Y sigue diciendo: He sabido que muchas gracias han sido concedidas por
su intercesión. Y muchos ex-votos han sido colocados de año en año después de
su muerte en la capilla donde está enterrada. Yo he recibido cartas que testifican
gracias recibidas de la Inmaculada por intercesión de sor Catalina, gracias de
curaciones, consideradas milagrosas. Sor Caron me escribió el 14 de enero de
1880 que ella había sido curada de un eczema, que no se curaba con ningún
remedio, después de dos novenas hechas a la Virgen por intercesión de sor
Catalina. Lo mismo sucedió a sor Josefina que me escribió en enero de 1880,
curada de las consecuencias de una pleuresía 55.
51
Proceso p. 331.
52
Proceso p. 275
53
Proceso pp. 217-218.
54
Proceso p. 190.
55
Proceso p. 190.
41
CUARTA PARTE
LAS MARAVILLAS DE DIOS
42
preparó el camino para sucederle. Yo podría contar sus dádivas: caballos,
carruajes, viajes..., él no me rehusaba ningún capricho… Sólo me hacía un
reproche: mis continuos viajes a París. Tenía razón. Yo sólo amaba los placeres,
los negocios me impacientaban, el aire de las oficinas me ahogaba. Pensaba que
estaba en el mundo para disfrutar… Pero había un vacío en mi corazón y no era
feliz en medio de tanta abundancia de cosas materiales.
Tenía una sobrina (Flora) hija de mi hermano mayor (Adolfo) que desde
que éramos niños me la habían designado para ser mi esposa. Ella se
desarrollaba con gracia a mis ojos y en ella veía todo mi porvenir y toda la
esperanza de felicidad… Será muy difícil imaginar una jovencita más dulce, más
amable, más graciosa que ella. Era para mí una creación muy particular, que
parecía haber sido creada para completar mi existencia. Y, cuando las familias
fijaron el día del matrimonio, tanto tiempo deseado, yo creí que ya no me
faltaría nada a mi felicidad. Después de la celebración de la pedida de mano, yo
veía a toda mi familia llena de felicidad. Mis hermanas sólo me hacían un
reproche: amar demasiado a mi novia, porque ellas estaban celosas. El único
miembro de mi familia que me era odioso era mi hermano Teodoro (el
sacerdote)... Y (por él) tomé odio a los sacerdotes, a las iglesias, a los conventos,
y, sobre todo, a los jesuitas, cuyo solo nombre me provocaba furor.
Uno de los días, fui a visitar al señor Teodoro de Bussières (el convertido
católico). Él me habló de las grandezas del catolicismo y yo le respondí con
algunas ironías e imputaciones que había leído u oído. No hice más por respeto
a la señora y a los niños, que jugaban junto a nosotros. Al fin me dijo:
43
- Será llevar un objeto que te voy a dar, una medalla de la Virgen. ¿Te
parecerá ridículo verdad? Pero yo le doy un gran valor a esta medalla.
44
En la noche del día 19 al 20 me desperté sobresaltado y vi delante de mí
una gran cruz negra de una forma particular, pero sin Cristo. Yo hice esfuerzos
para quitármela de la vista, sin embargo, no podía evitarla, aunque volviera la
vista a otra parte. No sé cuánto tiempo duró esto. Al fin me dormí y, al despertar,
ya no pensé más en ello. Ese día 20 escribí a la hermana menor de mi novia y le
decía: “Que Dios te guarde”. Ese mismo día recibí carta de mi novia y, al final,
me escribía: “Que Dios te guarde”. Parecía que ese día estaba bajo el cuidado
de Dios.
45
verdad. Yo estaba prosternado, bañado en lágrimas, cuando el señor Bussières
me llamó a la vida. No podía responder a las preguntas que me hacía. Yo
agarraba la medalla que llevaba el cuello y besaba con emoción la imagen de la
Virgen. ¡Era ella!
Lo cierto es que el mundo no valía nada para mí: las prevenciones contra
el cristianismo, ya no existían; de los prejuicios de mi infancia, no había la
menor huella. El amor de Dios había tomado posesión en lugar de cualquier
otro amor. El amor a mi novia lo veía bajo un nuevo punto de vista. Yo la amaba
como se ama a un objeto que Dios tiene entre sus manos, como un precioso
regalo que hace amar mucho más al donante.
46
Sin embargo, mis Superiores eclesiásticos me dijeron que las injurias y
los falsos juicios eran parte del cáliz de un verdadero cristiano. Yo estaba
dispuesto a todo y pedía insistentemente el bautismo. Querían postergarlo y yo
gritaba: ¡Los judíos que oyeron la predicación de los apóstoles, fueron
bautizados de inmediato; y ustedes quieren retardar el bautismo a quien ha
oído a la reina de los apóstoles!
56
Conversion de Marie Alphonse Ratisbonne, racontée par lui-même, París, 1842.
47
Le pregunto que me diga lo que ha pasado. Él saca de su pecho la
medalla milagrosa y la llena de besos y lágrimas. Él sólo responde con
exclamaciones entrecortadas: “Soy feliz. Dios es bueno. Qué plenitud de gracias
y cuánta bondad”. Después, pensando en los herejes e incrédulos, llora y me
pregunta si está loco, pero él mismo responde: “No, yo estoy cuerdo, no estoy
loco”.
57
Conversion de Marie Alphonse Ratisbonne, escrita por Teodoro de Bussièrs, París, 1859, pp. 27-29.
58
Ib. p. 34.
59
Ib. pp. 30-31.
48
derramando abundantes lágrimas de emoción. El nuevo convertido recibió la
bendición del Papa en una audiencia especial, en la que el Papa le regaló un
crucifijo, que conservó toda su vida, y le bendijo muchas medallas milagrosas
para que propagara su devoción.
49
con el permiso del Papa, salió de los jesuitas para unirse a la nueva Congregación
y trabajar junto con su hermano Teodoro. A los diez años de la fundación, ya
había hecho 200 bautismos y 22 abjuraciones del protestantismo.
UN MILAGRO DE MARÍA
El señor Patrick Neger, su esposa Elisabeth y sus dos hijos, Pathy de tres
años y Ludovic de veintitrés meses, visitaron el santuario de la Virgen de la
medalla milagrosa en la calle du Bac de París, donde compraron unas medallas
milagrosas, que se pusieron al cuello. Allí mismo encomendaron a Dios y a
María su viaje a España, que realizarían al día siguiente, 26 de noviembre de
1983, en la aerolínea colombiana Avianca.
50
LOS SANTOS Y LA MEDALLA
51
santísima concede a los que con mucha fe llevan consigo su medalla milagrosa.
Viendo la viva fe de los dos, puse la medalla milagrosa al cuello del enfermo y,
junto con su esposa, recitamos tres avemarías.
Otro caso, referido por el padre Kolbe: Hace unos días vino una señora
para pedirme que fuera a un enfermo que no quería confesarse. Había ido ya el
60
Salerno Giovanni, Misión andina con Dios, Ed. Edibesa, Madrid, 2002, pp. 47-48.
61
Summarium super dubio del Proceso de canonización, p. 123.
52
sacerdote don H., el cual me había enviado a aquella señora, ya que sus
tentativas habían fracasado.
62
Carta de agosto de1924, publicada en la revista Rycerz Niepokalanej, pp. 148-150.
53
Veía que no quería instruirse y despreciaba las buenas lecturas. Entonces,
¿qué podía hacer? Encomendé todo el asunto a la Inmaculada, por intercesión
de la virgen de Lucca, Gema Galgani, fallecida hace poco en olor de santidad y
ya conocida en todo el mundo.
63
Artículo publicado en la revista Rycerz de enero de 1924, pp. 3-4.
54
La Reina del género humano hizo su obra y el enfermo pidió el bautismo.
El ministro quiso adoptar el nombre de Francisco. De las manos del Nuncio bajó
el agua santa sobre su cabeza y las palabras: “Francisco, yo te bautizo en el
Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”...
- Cuando fue a Nicaragua para pedir el permiso para fundar una casa, el
gobernante sandinista Daniel Ortega la recibió en una sala grande de
conferencias. La Madre Teresa iba acompañada de otra hermana y del padre
64
Artículo escrito por el padre Kolbe en la revista Mugenzi no Seibo del Japón en diciembre de 1933, pp.
351-363.
65
Arribas Pedro, Mi comunidad son los pobres, Ed. Trípode, Caracas, 1990, p. 87.
55
Leo Maasburg. El gobernante empezó a hablar durante casi media hora sobre la
legitimidad de la guerrilla, etc. Al terminar, la Madre se levantó y le preguntó:
- ¿Tiene hijos?
- Sí, siete.
- ¿Tiene esposa?
- Sí.
66
Maasburg Leo, Madre Teresa, Ed. San Paolo, 2010, pp. 76-77.
67
Ib. p. 82.
68
Ib. p. 169.
56
entonces todo será más fácil”. Por la mañana lo hizo así. Al mediodía aquel
señor vino a verme y me dijo: “Quiero vender mi casa y quiero además que sean
ustedes las que la compren”. El precio era exacto al nuestro. Vean, ésta es obra
de la Virgen 69.
EL SILLÓN DE LA VIRGEN
57
con ocasión de celebrar los 50 años de la aparición, se cambió por segunda vez
la tela y se colocó el sillón en 1a capilla y muchas personas que se han sentado
en este sillón, han sido curadas de diversas enfermedades 73.
CUERPO INCORRUPTO
73
Proceso, p. 166.
74
Proceso pp. 189-190.
58
Apareció su rostro acentuadamente moreno, mostrando las señales de la
muerte, pero de ningún modo repulsivo; las manos blancas, en las que tenía el
rosario, cubiertas aún de carne, excepto dos dedos algo ennegrecidos; hábito
gris, el collete, el delantal y las medias, intactos, como si se los acabaran de
poner.
Extraídas por los cirujanos las partes destinadas para reliquias, fue
retirado el corazón que apareció íntegro, para la Casa de Reuilly, en la que la
bienaventurada permaneció muchos años de su vida religiosa, y, mientras se
cantaba el “Magnificat”, los médicos envolvieron el cuerpo en un lienzo de
seda, colocándolo en un ataúd tapizado de blanco.
59
CONCLUSIÓN
Alegres por estas maravillas que Dios sigue obrando en nuestros días,
pidamos al Señor que aumente nuestra fe para no decir que la medalla o el
escapulario de la Virgen del Carmen son supersticiones, sino objetos de fe a
través de los cuales manifestamos nuestro amor a Dios y a nuestra Madre, al
igual que los esposos llevan su anillo como recuerdo de su matrimonio y
manifestación de su mutuo amor.
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BIBLIOGRAFÍA
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