Guía de Lectura CANADÁ

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COAR LAMBAYEQUE

Historia NS
Tema: Gobierno de Mulroney (1984 – 1993), Colapso del Partido Conservador Progresista y Chrétien (1993 – 2003)
Bimestre/Unidad: III - V Año: Quinto
Estudiante: __________________________________________________________________

Política Interna Canadiense


1. El sistema político canadiense:
El sistema político canadiense Instituciones políticas Canadá es una monarquía constitucional, parlamentaria y federal.
La Cámara de los Comunes (cámara baja del Parlamento) y el gobierno que de ella emana son las instituciones efectivas
del sistema político. Existen además instituciones honoríficas, sin poder efectivo: la Corona (depositada en el/la monarca
de Gran Bretaña), que ejerce simbólicamente la jefatura del Estado; el gobernador general (representante de la Corona
en Canadá); y el Senado, o cámara alta del Parlamento. La Cámara de los Comunes es el único órgano del gobierno
federal canadiense elegido directamente por el pueblo, mediante fórmula mayoritaria en distritos electorales uninominales:
el candidato que obtiene más votos en cada distrito accede al Parlamento. El líder del partido (o coalición) que haya
obtenido la mayoría de los escaños es designado primer ministro y forma el gobierno; tanto el primer ministro como los
ministros que integran su gabinete deben ser miembros del Parlamento, preferentemente de la Cámara de los Comunes.
La Cámara dura un máximo de cinco años, al cabo de los cuales es obligatorio convocar a elecciones generales. El primer
ministro tiene la facultad de disolver la Cámara y convocar a elecciones, así como la Cámara puede forzar la dimisión del
primer ministro y su gabinete. Es habitual la disolución anticipada de la Cámara, por lo general con un elemento de cálculo
político por parte del primer ministro, que procura llamar a comicios en un momento que considere favorable a su partido.
En cambio, es más raro que la Cámara fuerce la dimisión del primer ministro y su gabinete, ya que éstos suelen tener
respaldo mayoritario en la misma.

2. Principales Partidos Políticos en Canadá:


- El Partido Liberal (PL): Se constituyó en el periodo de la Confederación; inspirado en los principios del
liberalismo británico, se opuso a los privilegios sociales, impulsó el sufragio universal, abogó por los derechos
provinciales frente al gobierno federal, propuso una política de continentalización (o sea, de vinculación con
Estados Unidos), una mayor autonomía respecto de Gran Bretaña, y un entendimiento entre la minoría
francófona y la mayoría anglófona de Canadá. Habiendo ocupado el gobierno federal durante 70 años del siglo
XX, se lo sindica como el “partido de gobierno”, constructor de la amplia red de seguridad social que caracteriza
a Canadá,
lo que le ha dado también la imagen de ser un partido que prefiere un gobierno fuerte y un amplio gasto público
identificado con un liberalismo de bienestar. En términos sociodemográficos, encuentra su principal electorado
entre católicos, habitantes urbanos, inmigrantes y minorías étnicas, clases medias, profesionales y francófonos
que viven como comunidades minoritarias fuera de Quebec; en cambio, entre los francófonos quebequenses, su
apoyo se limita a aquellos que no comparten el afán soberanista provincial. Su financiamiento reposa fuertemente
en empresarios y personas acaudaladas de Toronto y Montreal, las capitales económico-financieras de Canadá.
Además del gobierno federal, a inicios de 2004 detentaba los gobiernos provinciales de Columbia Británica y
Ontario; adicionalmente, su aliado en Quebec, el Partido Liberal de Quebec (PLQ) gobernaba dicha provincia.

- El Partido Conservador Progresista (PCP): Dominó la política federal durante el siglo XIX. Por ello, puede
decirse que fue el que modeló a Canadá como entidad política inmediatamente después de la Confederación.
Siguiendo en forma moderada y pragmática los postulados ideológicos del conservadurismo británico, incorpora
–como éste– una buena dosis de liberalismo económico. El PCP abogó durante la mayor parte de su historia por
un gobierno federal fuerte, defendió la unidad nacional contra las aspiraciones soberanistas quebequenses,
promovió una vinculación atlántica (con Gran Bretaña) más que continental (con Estados Unidos), e impulsó una
política proteccionista en favor del desarrollo industrial canadiense. En los años de la década de 1980 sus
posiciones dieron un giro favorable al libre comercio y a la cercanía con Estados Unidos, y se hicieron más
receptivas a las demandas de la provincia de Quebec. El PCP obtiene su mayor apoyo electoral entre habitantes
rurales y de ciudades pequeñas, ciudadanos de origen británico, de religión protestante y pequeños empresarios.
Su financiamiento, como el del PL, proviene de sectores acomodados y empresarios de Montreal y Toronto.
Aunque notoriamente debilitado a nivel federal, a inicios de 2004 gobernaba las provincias de Terranova, Isla
Príncipe Eduardo, Nueva Escocia, Nueva Brunswick y Alberta.
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3. Martin Brian Mulroney: 1er. Ministro Canadiense (1984 – 1993)
Cualquiera que sea el juicio acerca de Mulroney, no cabe duda de que alteró el panorama político de Canadá a lo largo
de una década turbulenta. Durante su gestión promovió un cambio tan drástico que el país se parece poco al que empezó
a gobernar el 17 de septiembre de 1984. A diferencia de la mayoría de sus predecesores que gozaron de un electorado
más o menos predecible, creyente en la evolución gradual, Mulroney trató de gobernar a Canadá en medio de una
profunda revolución social y cerca del colapso económico. Al parecer los canadienses rechazaron el orden de cosas
establecido, rasgo que tantas veces han hecho notar estudiosos como Symour Martin Lipset. La autoridad política ya no
es más el guardián de "la paz, el orden y el buen gobierno", sino una fuerza que se debe desafiar y vencer. Durante su
gobierno Mulroney cosechó más hostilidad y controversia que cualquier otro primer ministro canadiense en el siglo.

Una opinión justa sobre el gobierno de Brian Mulroney debe considerar los grandes cambios que han ocurrido en la
economía internacional y en la canadiense a partir de los setenta, un nuevo entorno sobre el que este primer ministro se
movió e intentó influir. Podríamos decir que durante el gobierno de Mulroney se transitó de una etapa económica a otra
en la que el modelo económico canadiense se vio profundamente afectado. Desde el siglo pasado este país fue proveedor
generoso de recursos naturales, sobre todo de maderas, pieles, cereales, electricidad, minerales diversos y petróleo; un
país que nació con una decidida vocación exportadora de recursos naturales, primero al Reino Unido y luego a Estados
Unidos. Los ingresos resultantes beneficiaban a una población pequeña en forma directa, y también indirectamente por
medio de una importante intervención estatal que procuraba con ahínco el bienestar social. En virtud de esta larga
bonanza, Canadá alcanzó una posición envidiable aun dentro del mundo industrializado. Al parecer había encontrado la
fórmula para mantener la estabilidad económica sin los altos costos que pagaba Estados Unidos en términos de violencia
social y deterioro ambiental. Pero los ochenta marcaron el fin de una época; la potencia al sur, con mucho la mayor
compradora de bienes primarios canadienses, demandó cada vez menos productos de poco valor agregado, sobre todo
de minerales. Además, las principales exportaciones de Canadá a otros países se vieron afectadas por fluctuaciones
diversas, una caída tendencial de sus precios y el surgimiento de economías dinámicas en Asia.

También es importante destacar el proceso de "regionalización internacional" que está forjando el nuevo perfil
geoeconómico de Canadá; los dramáticos cambios producidos por el ALC apuntan en esta dirección. Durante más de un
siglo, Canadá atrincheró su identidad nacional detrás de las barreras arancelarias, llamadas a desaparecer bajo los
términos del ALC y el TLC. La economía nacional se reorienta con rapidez a las líneas nortesur en lugar de las históricas
este-oeste, de Columbia Británica a Terranova. El resultado es una red abigarrada de lazos de negocios y
gubernamentales entre partes separadas de Canadá y sus regiones vecinas de Estados Unidos, un proceso que concluirá
-si no ha sucedido ya- en la conformación de complejas regiones trasnacionalizadas.
La "regionalización internacional" es signo de la época, una realidad inevitable que las políticas nacionalistas buscaron
evitar en el pasado. Las provincias atlánticas que en el pasado dependieron de Ontario y de Quebec para la adquisición
de bienes manufacturados, ahora han abierto sus puertas de par en par a las regiones del noroeste de Estados Unidos.
Quebec y Nueva York también han desarro11ado lazos similares, mientras que en el Occidente, el comercio de Columbia
Británica con Washington y Oregon se ha expandido a un ritmo mayor que con el resto de Canadá. Ontario, la base
industrial de Canadá, sigue las mismas tendencias y su relación con Michigan es particularmente intensa. Para Ontario,
como lo afirmaría su premier Bob Rae, el comercio con la región de los Grandes Lagos es "su base económica y geográfica
natural", por lo que los intercambios se han convertido en "inevitables".

A pesar de que Ottawa ha reducido los tradicionales subsidios destinados a las provincias más atrasadas, algunas han
compensado esta merma con los beneficios del comercio con su vecino del sur. Uno de sus mejores ejemplos, Nueva
Brunswick, registró en 1991 un crecimiento de 3%, mayor que el del resto de las provincias.
A lo largo de su período, Mulroney intentó complacer a un exigente electorado; sin embargo, el descenso en los ingresos
gubernamentales le impidió ofrecer iniciativas como las que utilizó Trudeau para mantenerse en el poder durante 15 años.
Desilusionados, los canadienses respondieron a partir de sus propios intereses y prioridades, actitud favorecida por la
Carta de Derechos y Libertades. Así, la agenda política nacional se vio influida por grupos de intereses dedicados a
modelar el país a su propia imagen. Y fue su presión la que derrotó el acuerdo constitucional de Charlottetown en el
referéndum del 26 de octubre.

Tras el retiro de Mulroney la relación con Estados Unidos plantea interrogantes. Para la mayoría de los canadienses la
economía del TLC es incierta. Los aspectos políticos y psicológicos de una relación más estrecha con su vecino del sur
penetran en lo más profundo del alma canadiense. De en tracia, el acercamiento con Estados Unidos despertó inquietudes
en una población dispuesta a preservar su sistema de seguridad social, en particular el gratuito de salud. Los canadienses
se ven con horror en el espejo imaginario del crimen en Estados Unidos y desean mantener lo que elIos juzgan, con razón,
una sociedad más amable y gentil. Como resultado, Canadá exhibe una suerte de esquizofrenia nacional cada vez que
se alude a una relación más estrecha con Estados Unidos.
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Frente a este panorama, los nuevos actores en el poder deberán estar conscientes de que gobernar Canadá no es una
tarea fácil. En especial, tendrán que lidiar con una situación todavía controlada, pero que es una amenaza permanente a
la unidad del país, tanto en términos económicos como políticos y geográficos.

4. Joseph Jacques Jean Chrétien: 1er. Ministro Canadiense (1993 – 2003)

Chrétien gobernó diez años ininterrumpidos, de manera esencialmente unipersonal y con apoyo de una mayoría
parlamentaria dócil, como denunciaron las oposiciones. Aunque ése es el espíritu de los sistemas parlamentarios, en los
cuales cuando el partido oficialista tiene una firme mayoría en la Cámara las políticas del primer ministro en turno se
imponen con facilidad, Martin parece dispuesto a ejercer el gobierno en la forma abierta y dialoguista que la sociedad y
las oposiciones reclaman. Parece ser que Martin seguirá en gran parte el camino marcado por Chrétien; los principales
cambios radicarán en su estilo de gobernar, que promete compartir las decisiones y favorecer un mayor control por parte
del Parlamento, a la vez que ser más escrupuloso en materias de ética y corrupción pública.

El gobierno de Chrétien dejó una huella indeleble en Canadá. No porque haya lanzado grandes proyectos o ideas en
busca de cambios radicales en la sociedad o las instituciones políticas canadienses, sino por todo lo contrario: por aplicar
una política pragmática, poco ideologizada y gradualista, que facilita lograr consensos y avances sobre asuntos concretos,
y que barre debajo de la alfombra los asuntos más espinosos, como el de la soberanía de Quebec. En suma, si Canadá
se ha distinguido siempre por una “política de compromisos” o brokerage politics (Blais, 1990: 65), Chrétien supo llevarla
a su máxima expresión. La política de déficit cero con reducción del gasto y la deuda pública y recorte de impuestos fue
propuesta en primer lugar por el PR/AC. Pragmáticamente, tomando el pulso a la opinión pública mayoritaria, el PL la
adoptó e hizo suya. Pero, con inteligencia, no convirtió a tal política en un dogma y, una vez logrado el objetivo de equilibrar
las finanzas públicas, comenzó a otorgar mayores recursos a los programas sociales y a mejorar, aunque fuese
marginalmente, los salarios de los empleados públicos. De esta manera se situó en una sólida posición intermedia entre
los sectores de derecha, favorables a los recortes sin más, y los de izquierda, partidarios de mayor activismo
gubernamental. El de Chrétien supo ser el gobierno de la austeridad, cuando se requería, tanto como el gobierno del
gasto público, cuando le fue posible. El libre comercio, criticado por vastos sectores de opinión e incluso por el PL en
1993, goza hoy de un mucho más alto grado de aceptación. Se ha visto que el libre comercio con Estados Unidos resultó
favorable a la economía canadiense; aunque también existe la certeza de que la excesiva dependencia de Estados Unidos
hace que cuando este último país estornuda, a Canadá le da gripe. Sin embargo, las relaciones comerciales y de inversión
entre los dos países han llegado a tener una intensidad tal que todo apunta en el sentido de una mayor integración en el
futuro.

Todos los sectores políticos parecen aceptar esto como un hecho inexorable, salvo el NPD. El énfasis puesto en la nueva
economía altamente tecnologizada tal vez dé a Canadá nuevas ventajas competitivas, y contribuya así a aliviar la fuerte
dependencia de su vecino del sur. Chrétien mostró en la práctica que es posible lograr la convivencia –difícil a veces– en
un país multicultural que reconoce derechos específicos y autogobierno a sus grupos indígenas. Sus continuas
apelaciones a la vía canadiense y al sentimiento de ciudadanía canadiense, son expresión de lo que en otras latitudes se
ha llamado patriotismo constitucional: el sentimiento de pertenencia a una comunidad política no necesariamente basada
en un origen, un idioma, una religión o una cultura comunes, sino caracterizada esencialmente por un conjunto de
derechos y responsabilidades compartidas, así como por la creación de un espacio común de libertad y solidaridad

* PS: En las elecciones federales de 2004, el PL logró 135 de 308 escaños, por lo que formó un gobierno de minoría. Su principal
oponente fue el nuevo PCC, que obtuvo 99 escaños. Se formó, efectivamente, una coalición para desalojar al PL, que ha logrado
mantenerse en el gobierno con el apoyo del NPD.

5. Québec y el Separatismo:
a. Cuatro razones por las que el independentismo en Quebec está perdiendo fuerza
https://www.elespanol.com/mundo/20181008/razones-independentismo-quebec-perdiendo-fuerza/342966136_0.html
b. Derrota histórica del partido que intentó que Quebec se independizara de Canadá
https://www.abc.es/internacional/abci-derrota-historica-partido-intento-quebec-independizara-canada-
201810020923_noticia.html

Referencias:
Emmerich, Gustavo Ernesto, La política en Canadá durante el gobierno de Chrétien y después (1993-2004). Polis:
Investigación y Análisis Sociopolítico y Psicosocial [en línea] 2005, 1 (primer semestre): [Fecha de consulta: 21 de
agosto de 2019] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72610106> ISSN 1870-2333
Blais, André 1990 “Les études sur la politique canadienne: une contribution modeste mais ‘distincte’”, en International
Journal of Canadian Studies, 1/2

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