49 San Lucas
49 San Lucas
49 San Lucas
Evangelio
según San
Lucas
Versión de Mons. Juan Straubinger
Libro 49 de la Biblia
Catequesis del Papa sobre el Magníficat y el Benedictus
Evangelio según San Lucas 2
Evangelio según San Lucas 3
Nota introductoria
El autor del tercer Evangelio, “Lucas, el médico” (Colosenses 4, 14), era un
sirio nacido en Antioquía, de familia pagana. Tuvo la suerte de convertirse a la
fe de Jesucristo y encontrarse con San Pablo, cuyo fiel compañero y discípulo
fue por muchos años, compartiendo con él hasta la prisión en Roma.
Según su propio testimonio (1, 3) Lucas se informó “de todo exactamente,
desde su primer origen” y escribió para dejar grabada la tradición oral (1, 4).
No cabe duda de que una de sus principales fuentes, de información fue el
mismo Pablo, y es muy probable que recibiera informes también de la santísima
Madre de Jesús, especialmente sobre la infancia del Señor, que Lucas es el único
en referirnos con cierto detalle. Por sus noticias sobre el Niño y su Madre, se le
llamó el Evangelista de la Virgen. De ahí que la leyenda le atribuya el haber
pintado el primer retrato de María.
Lucas es llamado también el Evangelista de la misericordia, por ser el único
que nos trae las parábolas del Hijo Pródigo, de la Dracma Perdida, del Buen
Samaritano, etc.
Este tercer Evangelio fue escrito en Roma a fines de la primera cautividad de
San Pablo, o sea entre los años 62 y 63. Sus destinatarios son los cristianos de
las iglesias fundadas por el Apóstol de los Gentiles, así como Mateo se dedicó
más especialmente a mostrar a los judíos el cumplimiento de las profecías
realizadas en Cristo. Por eso el Evangelio de San Lucas contiene un relato de la
vida de Jesús que podemos considerar el más completo de todos y hecho a
propósito para nosotros los cristianos de la gentilidad.
Evangelio según San Lucas 4
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 5
Prólogo (1, 1 - 4)
Capítulo 1
Habiendo muchos tratado de componer una narración de las cosas
1
2. Desde el comienzo: Tal es la esencia de la tradición, y lo que hace su eficacia: no el que se
haya trasmitido por mucho o poco tiempo, sino el que arranque de la fuente originaria y conserve
sin ninguna variación el primitivo depósito. Cf. I Timoteo 6, 20.
3. Teófilo, a quien dedica el Evangelista su libro, es un noble amigo de San Lucas, convertido
al cristianismo, o un seudónimo que designa a todos los cristianos. Prefieren algunos exégetas esta
interpretación no sólo por ser desconocida dicha personalidad en la literatura evangélica, sino
también por el nombre que significa: “el que ama a Dios”.
5. De las 24 familias o grupos sacerdotales que se turnaban en el servicio del Templo, la familia
de “Abía” era la octava (I Paralipómenos 24, 10).
6. Mandamientos y justificaciones. No son dos términos sinónimos; de lo contrario, el
segundo sería redundante. La Palabra de Dios no contiene exclusivamente preceptos, como un
tratado de obligaciones, sino que está llena de revelaciones de amor y secretos de santidad, por lo
cual Jesús llama a su Evangelio la Buena Nueva. Sobre el sentido de esas “justificaciones” en el
Antiguo Testamento, puede verse especialmente el Salmo 118 y sus notas. En el Nuevo Testamento,
San Pablo enseña que nuestra justificación es la sangre de Cristo y la Resurrección del Redentor, el
cual nos dejó como fruto la gracia del Espíritu Santo que se nos da mediante la fe. Cf. Romanos 3,
24 s.; 4, 25; 5, 16 s.; 8, 10 s., etc.
7 s. No tener hijos se consideraba entre los judíos como un castigo de Dios. Por tanto, pedía
Zacarías que se quitase a él y a su mujer el oprobio de la esterilidad. Véase I Reyes 1, 11.
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 6
ofrecer el incienso. 10Y toda la multitud del pueblo estaba en oración afuera.
Era la hora del incienso. 11Se le apareció, entonces, un ángel del Señor, de pie,
a la derecha del altar de los perfumes. 12Al verle, Zacarías se turbó, y lo invadió
el temor. 13Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, pues tu súplica ha sido
escuchada: Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que pondrás por nombre Juan.
14Te traerá gozo y alegría y muchos se regocijarán con su nacimiento. 15Porque
será grande delante del Señor; nunca beberá vino ni bebida embriagante, y será
colmado del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre; 16y convertirá a
muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. 17Caminará delante de Él con el
espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los
hijos, y los rebeldes a la sabiduría de los justos, y preparar al Señor un pueblo
bien dispuesto.” 18Zacarías dijo al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy
viejo, y mi mujer ha pasado los días.” 19EI ángel le respondió: “Yo soy Gabriel,
el que asisto a la vista de Dios; y he sido enviado para hablarte y traerte esta
feliz nueva. 20He aquí que quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que
esto suceda, porque no creíste a mis palabras, que se cumplirán a su tiempo.”
21EI pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que tardase en
durante cinco meses, diciendo: 25“He ahí lo que el Señor ha hecho por mí, en
los días en que me ha mirado para quitar mi oprobio entre los hombres.”
El ángel Gabriel anuncia a María la Encarnación del Verbo
Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
26
17. Véase Malaquías 3, 1; 4, 6; Mateo II, 11 y nota. Juan tendrá que preparar el camino para
la primera venida de Cristo como Elías lo hará cuando se acerque la segunda (Mateo 17, 11 s. y
nota).
21. Después del sacrificio el sacerdote tenía que bendecir al pueblo con la fórmula de Números
6, 23 s.
27. De la casa de David: Aquí parece referirse más bien a José, que sin duda lo era (cf. Mateo
1, 6 y 16). Pero lo mismo se deduce de María en versículo 32 y 3, 23 siguientes (véase allí la nota).
La diferencia entre ambos esposos está en que María descendía de David por Natán (línea no real)
y José por la línea real de Salomón. Para que se cumpliese el anuncio del versículo 32, Jesús debía
reunir en Él la sangre de David, que recibió de su Madre, y el derecho a la corona, que recibió de
su padre adoptivo. Bien lo sabían los judíos, pues de lo contrario los enemigos de Cristo lo habrían
acusado de impostor cuando fue aclamado como “Hijo de David” (Mateo 21, 9-11).
28. He aquí la fórmula original del Ave María, que se completa con las palabras de Isabel en
el versículo 42. El ángel la saludó sin duda en lenguaje arameo (el hebreo de entonces, con
influencias de Siria y Caldea) con la fórmula “Shalom lak”, o sea literalmente: “Paz sobre ti” (10, 6;
Mateo 10, 12 y nota). La fórmula griega “jaire”, usada para ese saludo, significa literalmente
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 7
entrado donde ella estaba, le dijo: “Salve, llena de gracia; el Señor es contigo.”
29Al oír estas palabras, se turbó, y se preguntaba qué podría significar este
saludo. 30Mas el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia
cerca de Dios. 31He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y
le pondrás por nombre Jesús. 32El será grande y será llamado el Hijo del
Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, 33y reinará sobre
la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá fin.”
34Entonces María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”
35El ángel le respondió y dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del
Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.
36Y he aquí que tu parienta Isabel, en su vejez también ha concebido un hijo, y
está en su sexto mes la que era llamada estéril; 37porque no hay nada imposible
para Dios.” 38Entonces María dijo: “He aquí la esclava del Señor: Séame hecho
según tu palabra.” Y el ángel la dejó.
“alégrate” y ha sido traducida al latín por la fórmula equivalente de salutación “Ave”, las lenguas
modernas han conservado a veces la palabra latina, como hace también el español al designar la
oración Ave María, o la han traducido diciendo simplemente: “Yo te saludo”, o bien usando
expresiones semejantes, por ejemplo: “Salve”. La fórmula “Dios te salve”, que es sin duda la más
hermosa para saludar al común de los mortales, no puede evidentemente ser entendida en forma
literal, como si la Virgen aun tuviera que ser salvada. “Llena de gracia” (en griego kejaritomene) es
también sin duda la grecización de una expresión aramea que algunos traducen por: “objeto del
favor divino”, según lo que el ángel agrega en el versículo 30. De todas maneras, hay una admirable
lección de humildad en ese elogio que, sin perjuicio de establecer la más alta santidad en María
(habiéndose fundado principalmente en ello el dogma de la Inmaculada Concepción), no alaba en
la Virgen ninguna cualidad o virtud como propia de Ella, sino la obra de la divina predilección,
como Ella misma lo había de proclamar en el Magníficat (versículo 48 s.). Bendita tú entre las
mujeres: estas palabras faltan aquí en muchos códices. Son las que Isabel dijo a María en el versículo
42, donde se completa la primera parte del Ave María. La segunda parte fue añadida
posteriormente.
32 s. Véase 2, 50 y nota; Daniel 7, 14 y 27; Miqueas 4, 7; Mateo 1, 18 s.; Isaías 9, 7; 22, 22;
etc.
34. Véase Mateo 1, 19 y nota. De derecho María era esposa de San José. Así la sabiduría de
Dios lo había dispuesto para guardar la honestidad de la Virgen a los ojos de la gente. De las
palabras “No conozco varón” se deduce que María había hecho voto de guardar la virginidad. En
las pocas veces que habla María, su corazón exquisito nos enseña siempre no sólo la más perfecta
fidelidad sino también la más plena libertad de espíritu. No pregunta Ella cómo podrá ser esto,
sino: cómo será, es decir que desde el primer momento está bien segura de que el anuncio del
Mensajero se cumplirá, por asombroso que sea, y de que Ella lo aceptará íntegramente, cualesquiera
fuesen las condiciones. Pero no quiere quedarse con una duda de conciencia, por lo cual no vacila
en preguntar si su voto será o no un obstáculo al plan de Dios, y no tarda en recibir la respuesta
sobre el prodigio portentoso de su Maternidad virginal. La pregunta de María, sin disminuir en
nada su docilidad (versículo 38), la perfecciona, mostrándonos que nuestra obediencia no ha de
ser la de un autómata, sino dada con plena conciencia, es decir, de modo que la voluntad pueda
ser movida por el espíritu. De ahí que Cristo se presente como la luz, la cual no quiere que la
sigamos ciegamente. Véase Juan 12, 46; I Corintios 12, 2 y notas.
38. La respuesta de María manifiesta, más aún que su incomparable humildad y obediencia,
la grandeza de su fe que la hace entregarse enteramente a la acción divina, sin pretender penetrar
el misterio ni las consecuencias que para Ella pudiera tener.
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 8
Visita de María a Isabel. El Magníficat
39En aquellos días, María se levantó y fue apresuradamente a la montaña,
a una ciudad de Judá; 40y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41Y
sucedió cuando Isabel oyó el saludo de María, que el niño dio saltos en su seno
e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. 42Y exclamó en alta voz y dijo: “¡Bendita
tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! 43¿Y de dónde me viene, que
la madre de mi Señor venga a mí? 44Pues, desde el mismo instante en que tu
saludo sonó en mis oídos, el hijo saltó de gozo en mi seno. 45Y dichosa la que
creyó, porque tendrá cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor.”
46Y María dijo:
39. Una ciudad de Judá: Según unos Ain Karim, a una legua y media al oeste de Jerusalén;
según otros, una ciudad en la comarca de Hebrón, lo que es más probable.
46 s. Este himno, el Magníficat, está empapado de textos de la Sagrada Escritura,
especialmente del cántico de Ana (I Reyes 2, 1-10) y de los Salmos, lo que nos enseña hasta qué
punto la Virgen se había familiarizado con los Sagrados Libros que meditaba desde su infancia. El
Magníficat es el canto lírico por excelencia, y más que nada en su comienzo. Toda su segunda parte
lo es también, porque canta la alabanza del Dios asombrosamente paradojal que prefiere a los
pequeños y a los vacíos. De ahí que esa segunda parte esté llena de doctrina al mismo tiempo que
de poesía. Y otro tanto puede decirse de la tercera o final, donde “aquella niña hebrea” (como la
llama el Dante), que había empezado un cántico individual, lo extiende (como el Salmista en el
Salmo 101), a todo su pueblo, que Ella esperaba recibiría entonces las bendiciones prometidas por
los profetas, porque Ella ignoraba aún el misterio del rechazo de Cristo por Israel. Pero el lirismo
del Magníficat desborda sobre todo en sus primeras líneas, no solo porque empieza cantando y
alabando, que es lo propio de la lira y el arpa, como hizo el Rey David poeta y profeta, sino
también y esencialmente porque es Ella misma la que se pone en juego toda entera como heroína
del poema. Es decir que, además de expresar los sentimientos más íntimos de su ser, se apresura a
revelarnos, con el alborozo de la enamorada feliz de sentirse amada, que ese gran Dios puso los
ojos en Ella, y que, por esa grandeza que Él hizo en Ella, la felicitarán todas las generaciones. Una
mirada superficial podría sorprenderse de este “egoísmo” con que María, la incomparablemente
humilde y silenciosa, empieza así hablando de sí misma, cuando pareciera que pudo ser más
generoso y más perfecto hablar de los demás, o limitarse a glorificar al Padre como lo hace en la
segunda parte. Pero si lo miramos a la luz del amor, comprendemos que nada pudo ser más grato
al divino Amante, ni más comprensivo de parte de la que se sabe amada, que pregonar así el éxtasis
de la felicidad que siente al verse elegida, porque esa confesión ingenua de su gozo es lo que más
puede agradar y recompensar al magnánimo Corazón de Dios. A nadie se le ocurriría que una
novia, al recibir la declaración de amor, debiese pedir que esa elección no recayese en ella sino en
otra. Porque esto, so capa de humildad, le sabría muy mal al enamorado, y no podría concebirse
sinceramente sino como indiferencia por parte de ella. Porque el amor es un bien incomparable —
como que es Dios mismo (I Juan 4, 16)— y no podría, por tanto, concebirse ningún bien mayor
que justificase la renuncia al amor. De ahí que ese “egoísmo” lírico de María sea la lección más alta
que un alma puede recibir sobre el modo de corresponder al amor de Dios. Y no es otro el sentido
del Salmo que nos dice: “Deléitate en el Señor y te dará cuanto desee tu corazón” (Salmo 36, 4).
Ojalá tuviésemos un poco de este egoísmo que nos hiciese desear con gula el amor que Él nos
prodiga, en vez de volverle la espalda con indiferencia, como solemos hacer a fuerza de mirarlo,
con ojos carnales, como a un gendarme con el cual no es posible deleitarse en esta vida.
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 9
Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones;
49porque en mí obró grandezas el Poderoso.
Santo es su nombre,
50y su misericordia, para los que le temen va de generación en generación.
recordando la misericordia,
55conforme lo dijera a nuestros padres
49 s. Véase Salmo 110, 9; 102, 13 y 17; 88, 11; II Reyes 22, 28. A la confesión de la humildad,
sucede la grandiosa alabanza de Dios. Es muy de admirar, y de meditar, el hecho de que toda esta
serie de alabanzas, que podrían haber celebrado tantas otras de las divinas grandezas, se refieran
insistentemente a un solo punto: la exaltación de los pequeños y la confusión de los grandes, como
para mostrarnos que esta paradoja, sobre la cual tanto había de insistir el mismo Jesús, es el más
importante de los misterios que el plan divino presenta a nuestra consideración. En efecto, la síntesis
del espíritu evangélico se encuentra en esa pequeñez o infancia espiritual que es la gran
bienaventuranza de los pobres en espíritu, y según la cual los que se hacen como niños, no sólo
son los grandes en el Reino, sino también los únicos que entran en él (Mateo 3, 2 y nota).
51 s. Véase Salmo 146, 6; 33, 21; 106, 9; 97, 3; Job 12, 19.
53. Cf. Salmo 11, 6; 80, 11.
54. Acogió a Israel su siervo; otros traducen “su hijo”. El griego “paidós” y el latín “puerum”,
admiten ambas traducciones. ¿Alude aquí la Virgen al Mesías, Hijo de Dios, a quien le llegaban los
tiempos de su Encarnación, o al pueblo de Israel, a quien Dios acogía enviándole al Mesías
prometido? Fillion expone como evidente esta última solución, señalando además el sentido de
protección que tiene el término griego “antelábeto” (acogió). Algunos —como Zorell— se inclinan
a la primera solución, señalando como fuente de este texto el de Isaías 42, 1 s., en el cual se alude
indiscutiblemente al Mesías como lo atestigua San Mateo (12, 18 s.). Pero no parece ser ésa la
fuente; la Biblia de Gramática ni siquiera la cita entre los lugares paralelos de nuestro texto. En
realidad, caben ambas interpretaciones del nombre de Israel. Vemos, por ejemplo, que el texto de
Isaías 41, 8 se refiere evidentemente a Israel y no a Jesús, pues en el versículo 16 le anuncia que se
glorificará en el Santo de Israel o sea en el Mesías. En el mismo Isaías Dios vuelve a referirse a Israel
como siervo, llamándole sordo, con relación a su rechazo del Mesías (42, 19), y también en 44, 21
s., donde le dice que vuelva a Él porque ha borrado sus iniquidades. En cambio, en la gran profecía
del Redentor humillado y glorioso (Isaías 49, 3 s.), el Padre habla al “Siervo de Yahvé” y le llama
“Israel” (si no es interpolación) dirigiéndose claramente al Mesías, pues le dice que será su servidor
para conducir hacia Él las tribus de Jacob, y no sólo para esto, sino también para ser luz de las
naciones, tal como la profecía de Simeón llama a Cristo en Lucas 2, 32.
55. En favor de Abrahán, etc. Como se ve, este texto, no sólo en el griego sino también en la
Vulgata, según lo hace notar Fillion, no dice que Dios se acordó de su misericordia, como lo hubiese
anunciado a los patriarcas incluso Abrahán y su descendencia hasta ese momento, sino que Dios,
según lo había anunciado a los patriarcas, recordó la misericordia prometida a Abrahán, a quien
había dicho que su descendencia duraría para siempre. Lo cual concordaría también con el hecho
de que la Virgen ignoraba el misterio del rechazo del Mesías en su primera venida, por parte del
pueblo escogido, y creía, como los Reyes Magos (Mat, 2, 2-6), Zacarías (versículo 69 s.), Simeón
(2,32), los apóstoles (Hechos 1, 6) y todos los piadosos israelitas que aclamaron a Jesús el Domingo
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 10
a favor de Abrahán y su posteridad para siempre.”
de Ramos, que el Mesías-Rey sería reconocido por su pueblo, según la promesa que María había
recibido del ángel con respecto a su Hijo en el versículo 32: “el Señor Dios le dará el trono de
David su padre y reinará en la casa de Jacob, para siempre, y su reinado no tendrá fin”. Véase 2,
35; 2, 50; Miqueas 7, 20 y notas.
Catequesis del Papa Benedicto XVI sobre el Magnificat
Cántico de la Santísima Virgen
Vísperas
Queridos hermanos y hermanas:
1. Hemos llegado al final del largo itinerario comenzado precisamente hace cinco años por mi
querido predecesor, el inolvidable Papa Juan Pablo II. El gran Papa quiso recorrer en sus catequesis
toda la secuencia de los salmos y cánticos que constituyen el tejido de oración fundamental de la
Liturgia de las Horas y de las Vísperas. Al llegar al final de esta peregrinación a través de los textos,
como un viaje por el jardín florido de la alabanza, de la invocación, de la oración y de la
contemplación, dejamos ahora espacio a ese cántico que sella toda celebración de las Vísperas, el
«Magnificat» (Lucas 1, 46-55).
Es un canto que revela la espiritualidad de los «anawim» bíblicos, es decir, de aquellos fieles que
se reconocían «pobres» no sólo por el desapego a toda idolatría de la riqueza y del poder, sino
también por la humildad profunda del corazón, desnudo de la tentación del orgullo, abierto a la
gracia divina salvadora. Todo el «Magnificat», que acabamos de escuchar interpretado por el Coro
de la Capilla Sixtina, se caracteriza por esta «humildad», en griego «tapeinosis», que indica una
situación de concreta humildad y pobreza.
2. El primer movimiento del cántico mariano (Cf. Lucas 1, 46-50) es como una especie de solista
que eleva su voz al cielo hasta llegar al Señor. Cabe destacar, de hecho, cómo resuena
constantemente la utilización de la primera persona: «mi alma…, mi espíritu…, mi Salvador…, me
felicitarán…, ha hecho obras grandes por mí…». El alma de la oración es, por tanto, la celebración
de la gracia divina que ha entrado en el corazón y en la existencia de María, haciendo de ella la
Madre del Señor. Escuchamos precisamente la voz de la Virgen hablando así de su Salvador, que
ha hecho cosas grandes en su alma y en su cuerpo.
La íntima estructura de su canto de oración es la alabanza, la acción de gracias, la alegría
agradecida. Pero este testimonio personal no es solitario e intimista, meramente individualista, pues
la Virgen Madre es consciente de que tiene una misión que cumplir por la humanidad y de que su
vida se enmarca en la historia de la salvación. De este modo, puede decir: «su misericordia llega a
sus fieles de generación en generación» (versículo 50). Con esta alabanza al Señor, la virgen da voz
a todas las criaturas redimidas tras su «Fiat», que en la figura de Jesús, nacido de la Virgen,
encuentran la misericordia de Dios.
3. En este momento se desarrolla el segundo movimiento poético y espiritual del «Magnificat»
(Cf. versículos 51-55). Tiene un tono de coro, como si a la voz de María se le asociara la de toda
la comunidad de los fieles, que celebran las sorprendentes decisiones de Dios. En el original griego
del Evangelio de Lucas nos encontramos con siete verbos en aoristo, que indican otras tantas
acciones que realiza el Señor de manera permanente en la historia: «hace proezas…, dispersa a los
soberbios…, derriba del trono a los poderosos…, enaltece a los humildes…, a los hambrientos los
colma de bienes…, a los ricos los despide…, auxilia a Israel».
En estas siete obras divinas queda patente el «estilo» en el que el Señor de la historia inspira su
comportamiento: se pone de parte de los últimos. Con frecuencia, su proyecto queda escondido
bajo el terreno opaco de las vicisitudes humanas, en las que triunfan «los soberbios», «los poderosos»
y «los ricos». Sin embargo, al final, su fuerza secreta está destinada a manifestarse para mostrar
quiénes son los verdaderos predilectos de Dios: los «fieles» a su Palabra, «los humildes», «los
hambrientos», «Israel, su siervo», es decir, la comunidad del pueblo de Dios que, como María, está
constituida por quienes son «pobres», puros y sencillos de corazón. Es ese «pequeño rebaño» al que
Jesús invita a no tener miedo, pues el Padre ha querido darle su reino (Cf. Lucas 12, 32). De este
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 11
56
Y María se quedó con ella como tres meses, y después se volvió a su casa.
Nacimiento del Precursor. El Benedictus.
57Y a Isabel le llegó el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo. 58Al
oír los vecinos y los parientes la gran misericordia que con ella había usado el
Señor, se regocijaron con ella. 59Y, al octavo día vinieron para circuncidar al
niño, y querían darle el nombre de su padre: Zacarías. 60Entonces la madre
dijo: “No, su nombre ha de ser Juan.” 61Le dijeron: “Pero nadie hay en tu
parentela que lleve ese nombre.” 62Preguntaron, pues, por señas, al padre cómo
quería que se llamase. 63El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y
todos quedaron admirados. 64Y al punto le fue abierta la boca y lengua, y se
puso a hablar y a bendecir a Dios. 65Y sobrecogió el temor a todos sus vecinos,
y en toda la montaña de Judea se hablaba de todas estas cosas, 66y todos los
que las oían las grababan en sus corazones, diciendo: “¿Qué será este niño?”,
pues la mano del Señor estaba con él. 67Y Zacarías su padre fue colmado del
Espíritu Santo, y profetizó así:
68“Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
modo, este canto nos invita a asociarnos a este pequeño rebaño, a ser realmente miembros del
Pueblo de Dios en la pureza y en la sencillez del corazón, en el amor de Dios.
4. Acojamos, pues, la invitación que en su comentario al «Magnificat» nos dirige san Ambrosio.
El gran doctor de la Iglesia exhorta: «Que en cada quien el alma de María ensalce al Señor, que en
cada quien el espíritu de María exulte al Señor; si, según la carne, Cristo tiene una sola madre, según
la fe todas las almas engendran a Cristo; cada una, de hecho, acoge en sí al Verbo de Dios… El
alma de María ensalza al Señor y su espíritu exulta en Dios, pues, consagrada con el alma y con el
espíritu al Padre y al Hijo, adora con devoto afecto a un solo Dios, del que todo procede, y a un
solo Señor, en virtud de quien todas las cosas existen» («Comentario al Evangelio según san Lucas»
--«Esposizione del Vangelo secondo Luca»--, 2,26-27: SAEMO, XI, Milano-Roma 1978, p. 169).
En este maravilloso comentario del «Magnificat» de san Ambrosio siempre me impresiona esta
palabra sorprendente: «Si, según la carne, Cristo tiene una sola madre, según la fe todas las almas
engendran a Cristo; cada una, de hecho, acoge en sí al Verbo de Dios». De este modo, el santo
doctor, interpretando las palabras de la misma Virgen, nos invita a ofrecer al Señor una morada en
nuestra alma y nuestra vida. No sólo tenemos que llevarle en el corazón, sino que tenemos que
llevarle al mundo, para que también nosotros podamos engendrar a Cristo para nuestros tiempos.
Pidamos al Señor que nos ayude a ensalzarlo con el espíritu y el alma de María y a llevar de nuevo
a Cristo a nuestro mundo.
60. Juan significa “Dios es bondadoso”. Zacarías le da este nombre como se lo había ordenado
el ángel en el versículo 13.
67. El cántico de Zacarías es el Benedictus de la Liturgia. Así como el Magníficat, es rezado
cada día en el Oficio divino, y contiene también, en primer lugar, una acción de gracias al
Todopoderoso, y luego una grandiosa profecía de la Redención y del reino de Jesucristo, cuyo
precursor será el recién nacido Juan.
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 12
71
un Salvador para librarnos de nuestros enemigos,
y de las manos de todos los que nos aborrecen;
72usando de misericordia con nuestros padres,
de concedernos
74que librados de la mano de nuestros enemigos,
72 s. Véase Salmo 104, 8s.; 105, 45 s.; Génesis 17, 6s.; 22, 16-18; 26, 3.
78 s. El Oriente es Jesucristo, la verdadera luz (2, 32; Juan 1, 4; 3, 19; 8, 12; 12, 35; Apocalipsis
21, 23), que vino al mundo e ilumina a todo hombre (Juan 1, 9) como “Sol de justicia” (Malaquías
4, 2). Cf. Juan 9, 5; Isaías 60, 2 s.; Zacarías 3, 8.
Catequesis del Papa San Juan Pablo II sobre el Benedictus
Cántico de Zacarías
Laudes
1. Al concluir el largo camino a través de los Salmos y de los Cánticos de la Liturgia de Laudes,
queremos detenernos en esa oración que todas las mañanas salpica el momento de la alabanza. Se
trata del «Benedictus», el cántico entonado por el padre de Juan Bautista, Zacarías, cuando el
nacimiento de su hijo cambió su vida, cancelando la duda que le había dejado mudo, castigo por
su falta de fe.
Ahora, por el contrario, Zacarías puede ensalzar a Dios que salva con este himno, referido por
el evangelista Lucas de un modo que refleja su utilización en la liturgia dentro de la comunidad
cristiana de los orígenes (Cf. Lucas 1, 68-79).
El mismo evangelista lo define como un cántico profético, inspirado por el soplo del Espíritu
Santo (Cf. 1, 67). Nos encontramos, de hecho, ante una bendición que proclama las acciones
salvadoras y la liberación ofrecida por el Señor a su pueblo. Es, de hecho, una lectura «profética»
de la historia, es decir, el descubrimiento del sentido íntimo y profundo de todas las vicisitudes
humanas, guiadas por la mano escondida pero operante del Señor, que se entrecruza con la mano
débil e incierta del hombre.
2. El texto es solemne y, en el original griego, tan sólo se compone de dos frases (Cf. versículos
68-75; 76-79). Tras la introducción, caracterizada por la bendición de alabanza, podemos
identificar en el cuerpo del Cántico casi tres estrofas que exaltan otros tantos temas destinados a
marcar el ritmo de la historia de la salvación: la alianza de David (Cf. versículos 68-71), la alianza
de Abraham (Cf. versículos 72-75), el Bautista que nos introduce en la nueva alianza de Cristo (Cf.
versículos 76-79). Toda la oración tiende hacia la meta que indican David y Abraham con su
presencia.
Evangelio según San Lucas Capítulo 1 13
Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y habitó en los desiertos hasta el
80
El culmen se sintetiza en una frase conclusiva: «nos visitará el sol que nace de lo alto» (versículo
78). La expresión, que en un primer momento parece paradójica al unir «lo alto» con el
«nacimiento», es sumamente significativa.
3. De hecho, en el original griego, el «sol que nace» se dice con el término «anatolè», un vocablo
que significa tanto la luz que brilla sobre nuestro planeta como el brote que nace. En la tradición
bíblica, ambas imágenes tienen un significado mesiánico.
Por un lado, Isaías nos recuerda, hablando del Emanuel, que «el pueblo que andaba a oscuras
vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos» (9,1). Por otro
lado, refiriéndose también al rey Emanuel, lo representa como «un brote del tronco de Jesé», es
decir, de la dinastía de David, un vástago envuelto por el Espíritu de Dios (Cf. Isaías 11, 1-2).
Con Cristo, por tanto, aparece la luz que ilumina a toda criatura (Cf. Juan 1, 9) y florece la
vida, como dirá el evangelista Juan al unir precisamente estas dos realidades: «En Él estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres» (1, 4).
4. La humanidad «que vive en tiniebla y en sombra de muerte» es iluminada por este resplandor
de revelación (Cf. Lucas 1, 79). Como había anunciado el profeta Malaquías, «para vosotros, los
que teméis mi Nombre, brillará el sol de justicia con la salud en sus rayos» (3, 20). Este sol guiará
«nuestros pasos por el camino de la paz» (Lucas 1, 79).
Nos movemos, entonces, teniendo como punto de referencia esa luz; y nuestros pasos inciertos,
que durante el día se desvían con frecuencia por caminos oscuros y resbaladizos, son guiados por
el resplandor de la verdad que Cristo difunde en el mundo y en la historia.
Al llegar a este punto, quisiéramos dejar la palabra a un maestro de la Iglesia, a uno de sus
doctores, el británico Beda el Venerable (siglo VII-VIII), quien en su «Homilía por el nacimiento de
san Juan Bautista», comentaba de este modo el Cántico de Zacarías: «El Señor... nos ha visitado
como un médico visita a los enfermos, pues para sanar la inveterada enfermedad de nuestra
soberbia, nos ha ofrecido el nuevo ejemplo de su humildad; ha redimido a su pueblo, pues con el
precio de su sangre nos ha liberado a nosotros, que éramos siervos del pecado y esclavos del antiguo
enemigo... Cristo nos ha encontrado mientras yacíamos “en tiniebla y en sombra de muerte”, es
decir, oprimidos por la larga ceguera del pecado y de la ignorancia... Nos ha traído la auténtica luz
de su conocimiento y, removidas las tinieblas del error, nos ha mostrado el camino seguro hacia la
patria celestial. Ha dirigido los pasos de nuestras obras para hacernos caminar en el camino de la
verdad, que nos ha mostrado, y para hacernos entrar en la casa de la paz eterna, que nos ha
prometido».
5. Por último, citando otros textos bíblicos, el venerable Beda concluía así, dando gracias por
los bienes recibidos: «Dado que estamos en posesión de estos dones de la bondad eterna, queridos
hermanos..., bendigamos también nosotros al Señor en todo momento (Cf. Salmo 33, 2), pues “ha
visitado y redimido a su pueblo”. Que de nuestra boca salga siempre su alabanza, que conservemos
su recuerdo y proclamemos la virtud de Aquel “que os ha llamado de las tinieblas a su admirable
luz” (1 Pedro 2, 9). Pidamos continuamente su ayuda para que conserve en nosotros la luz del
conocimiento que nos ha ofrecido, y nos lleve hasta el día de la perfección» («Homilías sobre el
Evangelio», Roma 1990, páginas 464-465).
Evangelio según San Lucas Capítulo 2 14
Capítulo 2
Nace en Belén el Salvador del mundo
1En aquel tiempo, apareció un edicto del César Augusto, para que se hiciera
el censo de toda la tierra. 2Este primer censo, tuvo lugar cuando Quirino era
gobernador de Siria. 3Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad.
4Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad
mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento. 7Y dio a
luz a su hijo primogénito; y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en la hostería.
8Había en aquel contorno unos pastores acampados al raso, que pasaban la
noche custodiando su rebaño, y he aquí que un ángel del Señor se les apareció,
y la gloria del Señor los envolvió de luz, y los invadió un gran temor. 10El ángel
les dijo: “¡No temáis! porque os anuncio una gran alegría que será para todo el
pueblo: 11Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo
Señor. 12Y esto os servirá de señal: hallaréis un niño envuelto en pañales, y
acostado en un pesebre.” 13Y de repente vino a unirse al ángel una multitud del
ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo:
14 “Gloria a Dios en las alturas,
1. Véase Miqueas 5, 2. Sin saberlo, el emperador romano Augusto fue el instrumento por el
cual Dios dio cumplimiento a la profecía de Miqueas 5, 1, de que el Caudillo de Israel nacería en
Belén, aunque María y José vivían lejos de allí, en Nazaret, que dista más de cien kilómetros de la
ciudad de Belén.
6. El nacimiento se hizo en forma milagrosa, pues María, pudo atender personalmente al Niño
adorable para el cual “no hubo lugar en la hostería”. ¿No es ésta una figura del mundo y de cada
corazón, donde los otros “huéspedes” no dejan lugar para Él?
7. Primogénito es un término de la Ley mosaica. Así se llamaba al primero, aunque fuese hijo
único (Éxodo 13, 2). Cf. Mateo 1, 23 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 2 15
Circuncisión y Presentación en el Templo.
21Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por
nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel antes que fuese concebido
en el seno.
22Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley
según tu palabra,
30porque han visto mis ojos
tu salvación,
31que preparaste
Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: “Este es puesto para ruina y para
resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción —35y a
tu misma alma, una espada la traspasará—, a fin de que sean descubiertos los
pensamientos de muchos corazones.”
22 s. La Virgen purísima no tenía que “purificarse”: sin embargo, se sometió, como Jesucristo,
a la ley judía que prescribía la purificación de la madre en el plazo de 40 días. La ofrenda es la de
los pobres (Éxodo 13, 2; Levítico 12, 2-8).
29. La oración de Simeón es el “Nunc dimittis”, que se reza en el Oficio de Completas.
34. Contradicción: Es el gran misterio de todo el Evangelio. Véase cómo actúa este misterio,
en Mateo 13, 5-7. Cf. 7, 23 y nota.
35. Por la profecía de Simeón se despierta en el alma de María el presentimiento de un
misterio infinitamente doloroso en la vida de su Hijo. Hasta entonces Ella no había escuchado sino
las palabras de Gabriel que le anunciaba para Jesús el trono de su padre David (1, 32). Simeón las
confirma en el versículo 32, pero introduce una espada —el rechazo del Mesías por Israel (versículo
34) — cuya inmensa tragedia conocerá María al pie de la Cruz. Cf. Juan 19, 25 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 2 16
La profetisa Ana
36Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de
edad muy avanzada; había vivido con su marido siete años desde su virginidad;
37y en la viudez, había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se apartaba
del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38Se presentó
también en aquel mismo momento y se puso a alabar a Dios y a hablar de aquel
(niño) a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
39Y cuando hubieron cumplido todo lo que era exigido por la Ley del Señor,
43. María pudo creer que el Niño venía en el grupo de hombres.
49. La voluntad del Padre es todo para Jesús. ¿Cómo podría oponerse a ella el amor de la
familia?
50. No comprendieron: Sobre este misterio de la ignorancia de María véase versículo 35; 1,
55 y notas. María no obstante ser quien era, vivió de fe como Abrahán (Romanos 4, 18). De esa fe
que es la vida del justo (Romanos 1, 17); de esa fe que Isabel le elogió como su virtud por excelencia
(1, 45).
51. Conservaba todas estas palabras, “como rumiándolas y meditándolas diligentemente” (San
Beda). Véase versículo 19 y capítulo 11, 28. Por esta declaración del evangelista se cree que él
escuchó de labios de María muchas cosas, especialmente éstas relativas a la infancia de Jesús, que
San Lucas es el único en referir.
52. Crecía en sabiduría: No quiere decir que Jesús la tuviese menor en ningún momento, sino
que la iba manifestando, como convenía a cada edad de su vida santísima.
Evangelio según San Lucas Capítulo 3 17
Capítulo 3
Predicación de Juan Bautista
1El año decimoquinto del reinado de Tiberio César, siendo Poncio Pilato
vosotros: «Tenemos por padre a Abrahán». Porque os digo que de estas piedras
puede Dios hacer que nazcan hijos a Abrahán. 9Ya el hacha está puesta a la raíz
de los árboles; todo árbol que no produce buen fruto va a ser tronchado y
arrojado al fuego.”
10Las gentes le preguntaban: “¡Y bien! ¿Qué debemos hacer?” 11“Les
respondió y dijo: “Quien tiene dos túnicas, de una a quien no tiene; y quien
víveres, haga lo mismo” 12Vinieron también los publicanos a hacerse bautizar,
y le dijeron: “Maestro: ¿qué debemos hacer?” 13Les dijo: “No hagáis pagar nada
1. A pesar de las múltiples indicaciones no es posible fijar exactamente el año en que el Bautista
empezó a predicar y bautizar. Probablemente fue el año 28 de nuestra era.
2. No había más que un solo sumo sacerdote: Caifás. Anás, su suegro, que había sido sumo
sacerdote, se menciona aquí, así como en la pasión de Cristo, por el influjo que aún tenía.
4. Véase 1, 17 y nota; Isaías 40, 3-5; Mateo 3, 3; Marcos 1, 2-3; Juan 1, 23. Voz de uno que
clama: Juan era todo voz, dice San Ambrosio: la voz del Espíritu que anunciaba al Verbo.
5. El sentido profético-histórico de estas palabras de Isaías se refería a las naciones gentiles que
debían ser humilladas antes del triunfo mesiánico. Cf. Zacarías 1, 11; Malaquías 3, 1.
8. Aquí se condena la idolatría de la sangre. Dios no tiene en cuenta la raza o descendencia
natural, sino el arrepentimiento y la sinceridad de conciencia.
12. Los publicanos o recaudadores de impuestos, eran sumamente odiados por sus injustas
exacciones.
Evangelio según San Lucas Capítulo 3 18
más por encima de vuestro arancel.” 14A su vez unos soldados le preguntaron:
“Y nosotros, ¿qué debemos hacer?” Les dijo: “No hagáis extorsión a nadie, no
denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestra paga.”
15Como el pueblo estuviese en expectación, y cada uno se preguntase,
16. El bautismo de Juan era para dar el arrepentimiento en que Israel debía recibir al Mesías.
Véase Hechos 19, 4. Cf. Romanos 6, 1 s.
21. No puede sorprendernos la humildad de Juan (versículo 16) cuando vemos aquí al Verbo
encarnado sometiéndose, para dar ejemplo, al bautismo de la penitencia.
23. San Mateo (1, 1 s.) presenta a Jesús como hijo de Abrahán y de David, esto es; miembro
del pueblo de Israel y heredero de su cetro. Como esta herencia se transmitía por línea masculina,
Mateo expone, en forma descendente, la genealogía legal de Jesús, o sea la de San José, quien
aparecía legalmente como su padre. San Lucas, que acaba de mostrar aquí (versículo 22) a Jesús
como Hijo de Dios, nos da a continuación una genealogía ascendente que llega hasta Dios y cuyos
personajes son distintos de los presentados por Mateo, lo cual inclina a pensar desde luego que no
se refiere ya al mismo San José, y tanto más cuanto que, en Mateo, la dependencia de David es
por Salomón (línea real) y en Lucas por Natán. Dura cosa sería además aceptar la opinión de que
ambos evangelistas hubiesen omitido darnos la verdadera y única genealogía de Jesucristo, que es
la de “María su madre”. Una lectura atenta del texto griego muestra que la versión más probable
de este texto es la que toma “hos” en el sentido de “mientras”, como se hace en Gálatas 6, 10; Juan
12, 36, etc., y sobre todo como lo hace el mismo Lucas, v. gr. en 24, 32 donde lo usa por dos veces
diciendo: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo entre nosotros mientras nos hablaba
en el camino, mientras nos abría las Escrituras?” Resulta así que Jesús, en tanto que se le tenía por
hijo de José, lo era en realidad —por la Virgen— de Helí, abreviación de Eliaquim (que significa lo
mismo que Joaquín, según una tradición padre de María y abuelo del Señor) y, en consecuencia,
de todos los ascendientes de Helí hasta Adán, y también del mismo Dios. Creemos que las
opiniones, que se han apartado de esta interpretación literal, por lo demás ampliamente fundada
Evangelio según San Lucas Capítulo 4 19
de José, 25de Matatías, de Amós, de Naúm, de Eslí, de Naggaí, 26de Maat, de
Matatías, de Semeín, de Josech, de Jodá, 27de Joanán, de Resá, de Zorobabel,
de Salatiel, de Nerí, 28de Melquí, de Addí, de Kosam, de Elmadam, de Er, 29de
Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví, 30de Simeón, de Judá, de José;
de Jonam, de Eliaquim, 31de Meleá, de Menná, de Matatá, de Natán, de David,
32de Jessaí, de Jebed, de Booz, de Sala, de Naassón, 33de Aminadab, de Admín,
Capítulo 4
Tentación de Jesús
Jesús, lleno del Espíritu Santo, dejó el Jordán, y fue conducido por el
1
en la obra de Heer “El árbol genealógico de Jesús” (Friburgo 1910), partieron de los textos latinos
que usan —para indicar cada generación— la expresión “qui fuit”, introduciendo un elemento
nuevo ausente en el original griego, en el cual se lee simplemente “tu”, que se traduce por “de”,
esto es, “hijo de”. Véase 1, 27 y nota.
31. Natán era, como Salomón, hijo de David por Betsabee (I Paralipómenos 3, 5), la mujer
que éste quitó a Urías (II Reyes 11); por donde vemos la indecible humildad de Jesús que no desdeñó
llevar esa sangre. Véase la nota a I Timoteo 1, 4.
2. Véase Mateo 4, 11; Marcos 1, 12 s. El diablo intentó averiguar quién era Jesús, y por otra
parte quiso el Señor experimentar todas las debilidades de la naturaleza humana, aun las
tentaciones. El ejemplo de Jesucristo nos enseña así que el ser tentado no es señal de ser rechazado:
al contrario, las tentaciones son pruebas, y las pruebas conducen a la perfección (Romanos 5, 3 s.;
II Corintios 12, 9; Santiago 1, 2 siguientes y notas). “Jesucristo ha sido tentado para que el cristiano
no fuese vencido por el tentador, y vencedor Jesucristo, fuésemos nosotros también vencedores”
(San Agustín).
4. Jesús cita aquí (cf. Mateo 4, 4) el texto de Deuteronomio 8, 3 que recuerda a Israel, entre
los beneficios de Yahvé su Dios, el maná con que supo milagrosamente alimentarlo en pleno
desierto.
6. Podría decirse que Satanás “padre de la mentira” (Juan 8, 44) habla aquí como impostor
al atribuirse frente a Cristo un dominio que precisamente le está reservado a Jesús (Mateo 28, 18;
Salmo 2, 8; 71, 8 s.; Daniel 7, 14, etc.). Debe observarse sin embargo que aquí no se alude ni a ese
reino de Jesucristo, que no tendrá fin, ni tampoco al dominio actual sobre la naturaleza, que
evidentemente pertenece a Dios (c. Salmo 103 y notas) y del cual nos enseña Jeremías que ni los
mismos cielos pueden producir la lluvia sin una orden Suya (Jeremías 14, 22); sino que se trata más.
bien del imperio de la mundanidad, con “sus glorias y sus pompas” a las cuales renunciamos en el
Bautismo, es decir, al mundo actual con sus prestigios, cuyo príncipe es Satanás (Juan 12, 31; I Juan
Evangelio según San Lucas Capítulo 4 20
gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y la doy a quien quiero. 7Si
pues te prosternas delante de mí, Tú la tendrás toda entera.” 8Jesús le replicó
y dijo: “Escrito está: «Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás».” 9Lo
condujo entonces a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo, y le dijo:
“Si tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo, 10porque está escrito:
«Él mandará en tu favor a sus ángeles
que te guarden»;
11y «ellos te llevarán en palmas,
toda la región. 15Enseñaba en las sinagogas de ellos y era alabado por todos.
16Vino también a Nazaret, donde se había criado, y entró, como tenía
2, 15; 5, 19) mediante sus agentes (cf. 22, 53; Juan 18, 36). Tal es el mundo que odia necesariamente
a Cristo (Juan 7, 7; 15, 18 s.), aunque a veces haga profesión de estar con Él (véase Mateo 7, 21 s.;
II Corintios 11, 13 s. y nota). Sobre ese mundo adquirió Satanás, con la victoria sobre Adán, un
dominio verdadero (cf. Sabiduría 2, 24 y nota) del cual sólo se libran los que renacen de lo alto
(Juan 3, 3; Colosenses 1, 13), aplicándose la Redención de Cristo mediante la fe que obra por la
caridad (Gálatas 5, 6). A éstos llama Jesús, dirigiéndose al Padre, “los que Tú me diste” (Juan 17,
2) y dice que ellos están apartados del mundo (ibíd. 6), y declara expresamente que no ruega por
el mundo, sino sólo por aquellos (ibíd. 9) que no son del mundo, antes bien son odiados por el
mundo (ibíd. 14).
8. Véase Deuteronomio 6, 13; 10, 20; Mateo 4, 10 y nota.
10. Véase Salmo 90, 11; Mateo 4, 6. El diablo aplica esta promesa a Jesús, pero ella es para
todos nosotros porque muestra la asistencia, grandemente consoladora, de los Ángeles Custodios.
12. Véase Mateo 4, 7 y nota; Deuteronomio 6, 16.
18 s. Buena Nueva: en griego “euangelion” (Evangelio). Jesús cita aquí Isaías 61, 1 s. sólo en
la parte relativa a su primera venida. Véase allí la nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 4 21
Enrolló el libro, lo devolvió al ministro, y se sentó; y cuantos había en la
20
sinagoga, tenían los ojos fijos en Él. 21Entonces empezó a decirles: “Hoy esta
Escritura se ha cumplido delante de vosotros.” 22Y todos le daban testimonio,
y estaban maravillados de las palabras llenas de gracia, que salían de sus labios,
y decían: “¿No es Éste el hijo de José?” 23Y les dijo: “Sin duda me aplicaréis
aquel refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Lo que hemos oído que has hecho en
Cafarnaúm, hazlo aquí también, en tu pueblo.” 24Y dijo: “En verdad, os digo,
ningún profeta es acogido en su tierra. 25En verdad, os digo: había muchas
viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo quedó cerrado durante tres
años y seis meses, y hubo hambre grande en toda la tierra; 26mas a ninguna de
ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. 27Y
había muchos leprosos en Israel en tiempo del profeta Eliseo; más ninguno de
ellos fue curado, sino Naamán el sirio.” 28Al oír esto, se llenaron todos de cólera
allí en la sinagoga; 29se levantaron, y, echándolo fuera de la ciudad, lo llevaron
hasta la cima del monte, sobre la cual estaba edificada su ciudad, para
despeñarlo. 30Pero Él pasó por en medio de ellos y se fue.
Expulsa a un demonio
31
Y bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea. Y les enseñaba los días de sábado.
32Y estaban poseídos de admiración por su enseñanza, porque su palabra era
llena de autoridad. 33Había en la sinagoga un nombre que tenía el espíritu de
un demonio inmundo, y gritó con voz fuerte: 34“¡Ea! ¿Qué tenemos que ver
contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido para perdernos? Ya sé quién eres Tú: el
Santo de Dios.” 35Y Jesús le increpó diciendo: “¡Cállate y sal de él!” Y el
demonio, salió de él, derribándolo al suelo en medio de ellos, aunque sin
hacerle daño. 36Y todos se llenaron de estupor, y se decían unos a otros: “¿Qué
cosa es ésta que con imperio y fuerza manda a los espíritus inmundos, y salen?”
37Y su fama se extendió por todos los alrededores.
23 s. El gusto con que hasta ahora lo han escuchado va a tornarse en furia en cuanto Él, con
ejemplos del Antiguo Testamento (III Reyes 17, 9; IV Reyes 5, 14), les diga sin contemplaciones la
verdad que no agrada al amor propio localista. Ya Jeremías tuvo que padecer como mal patriota
por predicar de parte de Dios contra esa forma del orgullo colectivo. Cf. 6, 26; 16, 15.
31. Jesús emigra. La primera vez fue de Belén a Egipto, y ahora es de Nazaret a Cafarnaúm
(véase otra emigración en 8, 37). La Virgen lo acompañó, como sin duda lo hizo fidelísimamente
en todos los pasos de Él, de cerca o de lejos, si bien los evangelistas parecen tener consigna divina
de dejar en silencio cuanto se refiere a Ella. San José había muerto ya.
38 s. Véase Mateo 8, 14-16; Marcos 1, 29-34.
Evangelio según San Lucas Capítulo 5 22
40
A la puesta del sol, todos los que tenían enfermos, cualquiera que fuese su
mal, se los trajeron, y Él imponía las manos sobre cada uno de ellos, y los
sanaba. 41Salían también los demonios de muchos, gritando y diciendo: “¡Tú
eres el Hijo de Dios!” Y Él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían
que Él era el Cristo.
42Cuando se hizo de día, salió y se fue a un lugar desierto. Más las
Capítulo 5
La pesca milagrosa
1
Y sucedió que la muchedumbre se agolpaba sobre Él para oír la palabra de
Dios, estando Jesús de pie junto al lago de Genesaret. 2Y viendo dos barcas
amarradas a la orilla del lago, cuyos pescadores habían descendido y lavaban
sus redes, 3subió en una de aquéllas, la que era de Simón, y rogó a éste que la
apartara un poco de la tierra. Y sentado, enseñaba a la muchedumbre desde la
barca. 4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Guía adelante, hacia lo
profundo, y echad las redes para pescar.” 5Simón le respondió y dijo: “Maestro,
toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra,
echaré las redes.” 6Lo hicieron, y apresaron una gran cantidad de peces. Pero
sus redes se rompían. 7Entonces hicieron señas a los compañeros, de la otra
barca, para que viniesen a ayudarles. Vinieron, y se llenaron ambas barcas, a tal
punto que se hundían. 8Visto lo cual, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús,
y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque yo soy un pecador!” 9Es que el
estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la pesca que
41. Jesús no quiere apoyarse en el testimonio de los demonios, que sirven a la mentira, aunque
alguna vez digan la verdad. Él, que no recibió testimonio de los hombres y ni siquiera necesitaba
el de Juan Bautista porque tenía el de su divino Padre (véase Juan 5, 34-40 y notas), ¿cómo podía
aceptar por apóstoles a los espíritus del mal? Por ahí vemos el honor inmenso que Él nos hace al
enviarnos los apóstoles (Juan 17, 18-21 y notas; 20, 21; Lucas 24, 48). Es de notar que Satanás
mismo nunca expresó ese conocimiento que aquí manifiestan los demonios (versículo 34 s.).
1 s. Véase Mateo 4, 18 s.; Marcos 1, 16 s.
3. Simón es el nombre primitivo de Pedro antes de su vocación. Desde esta escena la barca
de Pedro es mirada como símbolo de la Iglesia.
6. Se rompían: Nótese el contraste con la segunda pesca milagrosa (Juan 21, 11), donde se
hace constar que las redes no se rompían; por donde parece encerrarse en esto un significado
simbólico, que ha sido interpretado de muy diversas maneras, pero que Jesús acentúa en el versículo
10. Cf. Mateo 13, 47 y nota.
8. Un día comprenderá Pedro que, precisamente porque somos pecadores, no podemos
decirle a Jesús que se aleje, sino que venga como médico. Véase versículo 32; Juan 13, 8 y notas.
Evangelio según San Lucas Capítulo 5 23
habían hecho juntos; 10y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que
eran socios de Pedro. Y Jesús dijo a Simón: “No temas; desde ahora pescarás
hombres.” 11Llevaron las barcas a tierra y, dejando todo, se fueron con Él.
Curación de un leproso
Encontrándose Él en cierta ciudad, se presentó un hombre cubierto de
12
lepra. Al ver a Jesús se postró rostro en tierra, y le hizo esta oración: “Señor, si
Tú lo quieres, puedes limpiarme.” 13Alargando la mano, lo tocó y dijo: “Quiero;
sé limpiado.” Y al punto se le fue la lepra. 14Y le encargó que no lo dijera a
nadie, sino (le dijo): “Muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo
que prescribió Moisés, para testimonio a ellos.” 15Y difundiéndose más y más la
fama de Él, las muchedumbres afluían en gran número para oírle y hacerse curar
de sus enfermedades; 16pero Él se retiraba a los lugares solitarios, para hacer
oración.
Curación de un paralítico
17
Un día estaba ocupado en enseñar, y unos fariseos y maestros de la Ley
estaban ahí sentados, habiendo venido de todas las aldeas de Galilea, y de
Judea, así como de Jerusalén, y el poder del Señor le impelía a sanar. 18Y sucedió
que unos hombres, que traían postrado sobre un lecho un paralítico, trataban
de ponerlo dentro y colocarlo delante de Él. 19Y como no lograban introducirlo
a causa de la apretura de gentes, subieron sobre el techo y por entre las tejas
bajaron al enfermo, con la camilla, en medio (de todos), frente a Jesús.
20Viendo la fe de ellos, dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados.”
21Comenzaron entonces los escribas y los fariseos a pensar: “¿Quién es Éste que
dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” 22Mas Jesús,
conociendo bien los pensamientos de ellos, les respondió diciendo: 23 “¿Qué
estáis pensando en vuestro corazón? ¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te
son perdonados», o decir: «Levántate y anda?» 24¡Y bien! para que sepáis que
el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados— dijo al
paralitico— «A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y ve a tu casa».” 25Al punto
se levantó, a la vista de ellos, tomó el lecho sobre el cual había estado acostado,
10. Pescarás hombres: ¡Maravillosa promesa de eficacia en nuestro apostolado! Así como antes
no conseguía ningún pez y ahora tiene tantos por haberse apoyado en la palabra de Jesús para
echar la red, así también, aun en medio de este mundo malo, podremos pescar hombres sin
número, si usamos para ello las palabras del Evangelio y no las nuestras. Cristo oró por nuestro
éxito (Juan 17, 20) y sigue orando hasta el fin (Hebreos 7, 25).
11. Pedro y sus compañeros tenían familia y hogar. En un instante lo dejaron todo para seguir
a Jesús, y eso que en aquel momento no creían todavía en su divinidad. Es decir que nadie podía
resistirse a la suavidad del trato con Jesús, a menos que tuviera doblez en la conciencia. Cf. Juan 3,
19.
14. Cf. Marcos 1, 44 y nota.
17 s. Véase Mateo 9, 1-8; Marcos 2, 1-12.
24. La primera vez que manifiesta Jesús su divinidad es para perdonar (versículo 21).
Evangelio según San Lucas Capítulo 5 24
y se fue a su casa glorificando a Dios. 26Y todos quedaron sobrecogidos de
asombro y glorificaban a Dios; y penetrados de temor decían: “Hemos visto
hoy cosas paradójicas.”
Vocación de Mateo
Después de esto se fue, y fijándose en un publicano llamado Leví, que
27
súplicas, e igualmente los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben.” 34Mas
Jesús les dijo: “¿Podéis hacer ayunar a los compañeros del esposo, mientras está
con ellos el esposo? 35Un tiempo vendrá, en que el esposo les será quitado;
entonces, en aquellos días ayunarán.” 36Y les dijo también una parábola:
“Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para ponerlo (de remiendo), a
un vestido viejo; pues si lo hace, no sólo romperá el nuevo, sino que el pedazo
28. Véase Mateo 9, 9 s.; Marcos 2, 13 s. Leví cambió no sólo su profesión, sino también su
nombre, llamándose en adelante Mateo. Llegó a ser un eminente apóstol y escribió el primer
Evangelio. La vocación de un publicano y pecador nos enseña que todos podemos ser escogidos
para el apostolado. Pero es Dios quien elige (Juan 15, 16; Romanos 8, 30; Gálatas 1, 16; Colosenses
1, 12 s.; II Tesalonicenses 2, 13 s.). Cf. Lucas 2, 14 y nota.
32. Hay aquí, junto a la manifestación del Corazón misericordioso del Redentor, que se inclina
sobre los necesitados de perdón, una honda ironía para los fariseos, es decir, para los que se creen
justos. Ellos no se dan por redimidos, pues no se sienten necesitados de redención. Y Jesús no los
llama a ellos porque sabe que no responderán. Terrible estado de espíritu que los hará morir en su
pecado (Juan 8, 21). Sobre la dialéctica de Jesús con los fariseos cf. Juan 9, 39-41. Sobre el privilegio
de los que mucho deben cf. 7, 41-49.
34. El “esposo” es Jesucristo, los “compañeros” son los apóstoles, elegidos por Él mismo; el
tiempo que Jesús pasa en la tierra es el anuncio de las Bodas eternas del Cordero que se realizarán
en su segunda venida (Apocalipsis 19, 6-9).
36. La doctrina del nuevo nacimiento que trae Jesús (Juan 3, 3 s.) es una renovación total del
hombre; no de a pedazos, como remiendo que sirve de pretexto para continuar en lo demás como
antes. Toda ella tiene la unidad de un solo diamante, aunque con innumerables facetas. Es para
tomarla tal como es, o dejarla. Veamos en 9, 57 s.; 14, 25 y nota, la forma asombrosa en que Él
reacciona porque no quiere mezclas (Mateo 6, 24; Apocalipsis 3, 15; cf. Deuteronomio 22, 11). Un
día oye de Natanael una burla, y lo elogia por su sinceridad (Juan 1, 46 s.). En cambio, oye de
otros alabanzas, y las desprecia porque son de los labios y no del corazón (Mateo 15, 8). Por eso
dice que se perdonará la blasfemia contra Él, pero no la que sea contra el Espíritu, el pecado contra
la luz (Mateo 12, 31-33).
Evangelio según San Lucas Capítulo 6 25
cortado al nuevo no andará bien con el viejo. 37Nadie, tampoco, echa vino
nuevo en cueros viejos; pues procediendo así, el vino nuevo hará reventar los
cueros, y se derramará, y los cueros se perderán. 38Sino que el vino nuevo ha
de echarse en cueros nuevos. 39Y nadie que bebe de lo viejo quiere luego de
lo nuevo, porque dice: «el viejo es excelente».”
Capítulo 6
Jesús, dueño del sábado
Un día sabático iba Él pasando a través de unos sembrados, y sus discípulos
1
hacer en sábado?” 3Jesús les respondió y dijo: “¿No habéis leído siquiera lo que
hizo David cuando tuvieron hambre, él y los que le acompañaban; 4cómo entró
en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que no pueden
comer sino los sacerdotes, comió y dio a sus compañeros?” 5Y les dijo: “El Hijo
del hombre es señor aun del sábado.”
El hombre de la mano seca
Otro día sabático entró en la sinagoga para enseñar. Y había allí un hombre
6
cuya mano derecha estaba seca. 7Los escribas y los fariseos lo acechaban, para
ver si sanaría en sábado, y hallar así acusación contra Él. 8Pero Él conocía los
pensamientos de ellos, y dijo al hombre, que tenía la mano seca: “¡Levántate y
37 s. Como el cuero viejo no es capaz de resistir la fuerza expansiva del vino nuevo, así las
almas apegadas a lo propio, sean intereses, tradiciones o rutinas, no soportan “las paradojas” de
Jesús (véase 7, 23 y nota) que son “un escándalo” para los que se creen santos, y “una locura” para
los que se creen sabios (I Corintios 1, 23; cf. Lucas 10, 21). Hay aquí una lección semejante a la de
Mateo 7, 6 sobre los “cerdos” para que no nos empeñemos indiscretamente en forzar la siembra
en una tierra que no quiere abrirse. Cf. Mateo 13, 1 s.
39. Esta alegoría plantea al vivo el problema del “no conformismo” cristiano. Cristo, “el
mayor revolucionario de la historia”, no es aceptado fácilmente por los satisfechos. Si no sentimos
en carne viva la miseria de lo que somos nosotros mismos en esta naturaleza caída (cf. Juan 2, 24
y nota) y de lo que es “este siglo malo” en que vivimos (Gálatas 1, 4), no sentiremos la necesidad
de un Libertador. Si no nos sentimos enfermos, no creeremos que necesitamos médico (versículo
31 s.), ni desearemos que Él venga (Apocalipsis 22, 20), y miraremos su doctrina como perturbadora
del plácido sueño de muerte en que nos tiene narcotizados Satanás “el príncipe de este mundo”
(Juan 14, 30). El que está satisfecho con el actual vino, que es el mundo, no querrá otro (cf. Mateo
6. 24 y nota) porque si uno es del mundo no puede tener el Espíritu Santo (Juan 14, 17), ni puede
tener amor (I Juan 2, 15). Entonces verá pasar la Luz, que es el bien infinito, y la dejará alejarse
porque amará más sus propias tinieblas (cf. 18, 22 y nota). Tal es precisamente el tremendo juicio
de discernimiento que Jesús vino a hacer (Juan 3, 19). Y tal es lo que obliga al amor paternal de
Dios a enviar pruebas severas a los que quiera salvar de la muerte.
2. Véase Mateo 12, 1 s.; Marcos 2, 23 s.; I Reyes 21, 6. El sábado es hoy el domingo, día en
que resucitó el Señor (cf. Hechos 20, 7; Colosenses 2, 16; I Corintios 16, 2). Los fariseos hacían de
él un día muerto. Hoy suele serlo de mundanidad.
Evangelio según San Lucas Capítulo 6 26
ponte de pie en medio!” Y éste se levantó y permaneció de pie. 9Entonces Jesús
les dijo: “Os pregunto: ¿Es lícito, en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar
una vida o dejarla perder?” 10Y habiéndolos mirado a todos en derredor, dijo
al hombre: “Extiende tu mano”, y él lo hizo y su mano fue restablecida. 11Pero
ellos se llenaron de furor y se pusieron a discutir unos con otros qué harían
contra Jesús.
Elección de los apóstoles
12Por aquellos días se salió a la montaña para orar, y pasó toda la noche en
oración con Dios. 13Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y de entre
ellos eligió a doce, a los que dio el nombre de apóstoles: 14a Simón, a quien
también llamó Pedro, y a Andrés el hermano de éste; a Santiago y Juan; a Felipe
y Bartolomé; 15a Mateo y Tomás; a Santiago (hijo) de Alfeo, y Simón llamado
el celoso; 16a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, el que llegó a ser el traidor.
17Con éstos descendió y se estuvo de pie en un lugar llano, donde había un
gran número de sus discípulos y una gran muchedumbre del pueblo de toda la
Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, 18los cuales habían venido
a oírlo y a que los sanara de sus enfermedades; y también los atormentados de
espíritus inmundos eran sanados. 19Y toda la gente quería tocarlo, porque de Él
salía virtud y sanaba a todos.
Las bienaventuranzas
20Entonces, alzando los ojos dijo, dirigiéndose a sus discípulos:
“Dichosos los que sois pobres, porque es vuestro el reino de Dios.
21Dichosos los que estáis hambrientos ahora, porque os hartaréis.
y proscribieren vuestro nombre, como pernicioso, por causa del Hijo del
hombre. 23Alegraos entonces y saltad de gozo, pues sabed que vuestra
recompensa es mucha en el cielo. Porque de la misma manera trataron sus
padres a los profetas.
24Mas, ¡ay de vosotros, ricos! porque ya recibisteis vuestro consuelo.
25¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos! porque padeceréis hambre.
12. Con su ejemplo enseña Jesús como con su palabra, a orar “en todo tiempo” (Lucas 21,
36), especialmente antes de emprender como aquí cosas de importancia. Sobre la elección de los
apóstoles véase Mateo 10, 1-4; Marcos 3, 13-19 y notas.
20. Los versículos que siguen son como un resumen del “Sermón de la Montaña” (Mateo
capítulos 5-7). Santo Tomás llama a éste el “Sermón del Llano”, haciendo notar que fue
pronunciado al bajar del monte, estando de pie y rodeado de gran multitud, en tanto que aquél
tuvo lugar sobre el monte y estando el Maestro sentado y rodeado de sus discípulos (Mateo 5, 1).
24. ¡Ya recibisteis! Véase sobre esta grave reflexión 16, 25 y nota; Santiago 5, 1.
Evangelio según San Lucas Capítulo 6 27
26
¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! porque lo mismo
hicieron sus padres con los falsos profetas.
Hay que amar a nuestros enemigos
27A vosotros, empero, los que me escucháis, os digo: Amad a vuestros
enemigos, haced bien a los que os odian; 28bendecid a los que os maldicen;
rogad por los que os calumnian. 29A quien te abofetee en la mejilla, preséntale
la otra; y al que te quite el manto, no le impidas tomar también la túnica. 30Da
a todo el que te pida; y a quien tome lo tuyo, no se lo reclames. 31Y según
queréis que hagan los hombres con vosotros, así haced vosotros con ellos. 32Si
amáis a los que os aman, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores
aman a los que los aman a ellos. 33Y si hacéis bien a quienes os lo hacen, ¿qué
favor merecéis con ello? También los pecadores hacen lo mismo. 34Y si prestáis
a aquellos de quienes esperáis restitución, ¿qué favor merecéis con ello? Los
pecadores también prestan a los pecadores, para recibir el equivalente.
35Vosotros, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar
nada en retorno, y vuestra recompensa será grande, y seréis los hijos del
Altísimo; de Él, que es bueno con los desagradecidos y malos.
26. ¡Y pensar que éste es tal vez el más acariciado deseo de los hombres en general, y que el
mundo considera muy legítima, y aun noble, esa sed de gloria! Vemos así cuan opuesto es el criterio
del mundo a la luz de Cristo. Véase 16, 15; Juan 5, 44; Salmo 149, 13; Zacarías 13, 2 s.; Filipenses
2, 7 y notas.
27. Véase Mateo 5, 44. Como se ve, el amor al enemigo no consiste en el simple hecho de
renunciar a la venganza, sino más bien en un acto positivo de perdón y benevolencia. Estas
disposiciones han de tenerse en el fondo del corazón e inspirar nuestras obras respecto del prójimo,
de modo que Dios vea nuestra intención, aunque el mismo prójimo no lo sepa.
29. Véase Miqueas 2, 8 siguientes y nota.
31. Véase Mateo 7, 12 y nota. Tobías 4, 16.
35. Estas terminantes expresiones de la voluntad divina muestran cuan por encima está la ley
cristiana, de la justicia o equilibrio simplemente jurídico tal como lo conciben los hombres (Mateo
7, 2 y nota). Es de señalar también la diferencia de matiz que existe entre este texto y su paralelo
de Mateo 5, 45; allí se muestra cómo la bondad del Padre celestial devuelve bien por mal en el
orden físico, dando su sol y su lluvia también a sus enemigos los pecadores. Aquí se alude al orden
espiritual mostrando cómo Él es bondadoso con los desagradecidos y los malos.
Evangelio según San Lucas Capítulo 6 28
Imitad la misericordia del Padre
36Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre. 37No juzguéis,
podrido que dé frutos sanos. 44Porque cada árbol se conoce por el fruto que
da. No se recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas. 45El
36. Otro paralelismo de gran importancia para el conocimiento de Dios, señalaremos entre
este texto y el correspondiente de Mateo 5, 48. Allí se nos manda ser perfectos y se nos da como
modelo la perfección del mismo Padre celestial, lo cual parecería desconcertante para nuestra
miseria. Aquí vemos que esa perfección de Dios consiste en la misericordia, y que Él mismo se digna
ofrecérsenos como ejemplo, empezando por practicar antes con nosotros mucho más de lo que
nos manda hacer con el prójimo, puesto que ha llegado a darnos su Hijo único, y su propio Espíritu,
el cual nos presta la fuerza necesaria para corresponder a su amor e imitar con los demás hombres
esas maravillas de misericordia que Él ha hecho con nosotros. Véase Mateo 18, 35 y nota.
37. Absolver es más amplio aun que perdonar los agravios. Es disculpar todas las faltas ajenas,
es no verlas, como dice el versículo 41. Hay aquí una gran luz, que nos libra de ese empeño por
corregir a otros (que no están bajo nuestro magisterio), so pretexto de enseñarles o aconsejarles sin
que lo pidan. Es un gran alivio sentirse liberado de ese celo indiscreto, de ese comedimiento que,
según nos muestra la experiencia, siempre sale mal.
38. Véase sobre este punto primordial Mateo 7, 2 y nota. ¡Medida rebosante! Nótese la
suavidad de Jesús que no nos habla de retribución sobreabundante para el mal que hicimos, pero
sí para el bien. Cf. Denzinger 1014.
41 s. Jesucristo nos muestra aquí que, en cuanto pretendemos juzgar a nuestro prójimo,
caemos, no sólo en la falta de caridad, sino también en la ceguera, porque una viga cubre entonces
nuestros ojos, impidiéndonos juzgar rectamente. “¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de
otro?” (Romanos 14, 4).
45. Es decir que, para hacer el mal, no necesitamos que otro nos lo indique; nos basta con
dar de lo propio. En cambio, nada podemos para el bien si no imploramos al Padre que nos dé de
su santo Espíritu. Cf. 11, 13; Juan 15, 5; Mateo 12, 34; Hechos 5, 42 y notas. “Cumplen su voluntad
y no la de Dios cuando hacen lo que a Dios desagrada. Más cuando hacen lo que quieren hacer
Evangelio según San Lucas Capítulo 7 29
hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; más el
hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla de lo que
rebosa el corazón.
46¿Por qué me llamáis: «Señor, Señor», si no hacéis lo que Yo digo? 47Yo os
mostraré a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las
pone en práctica. 48Se asemeja a un hombre que, para construir una casa, cavó
profundamente y puso los cimientos sobre la roca; cuando vino la creciente, el
rio dio con ímpetu contra aquella casa, mas no pudo moverla, porque estaba
bien edificada. 49Pero, el que (las) oye y no (las) pone por obra, es semejante a
un hombre que construyó su casa sobre el suelo mismo, sin cimientos; el rio se
precipitó sobre ella, y al punto se derrumbó, y fue grande la ruina de aquella
casa.”
Capítulo 7
La fe del centurión pagano
1Después que hubo acabado de decir al pueblo todas estas enseñanzas,
volvió a entrar en Cafarnaúm. 2Y sucedió que un centurión tenía un servidor
enfermo a punto de morir, y que le era de mucha estima. 3Habiendo oído
hablar de Jesús, envió a Él a algunos ancianos de los judíos, para rogarle que
viniese a sanar a su servidor. 4Ellos se presentaron a Jesús, y le rogaron con
insistencia, diciendo: “Merece que se lo concedas, 5porque quiere bien a nuestra
nación, y él fue quien nos edificó la sinagoga.” 6Y Jesús se fue con ellos. No
estaba ya lejos de la casa, cuando el centurión envió unos amigos para decirle:
“Señor, no te des esta molestia, porque yo no soy digno de que Tú entres bajo
mi techo; 7por eso no me atreví a ir a Ti en persona: más dilo con tu palabra,
y sea sano mi criado. 8Pues también yo, que soy un subordinado, tengo
para servir a la divina voluntad, aunque gustosos hagan lo que hacen, ello es siempre por el querer
de Aquél por quien es preparado y ordenado lo que ellos quieren” (Denzinger 196).
47 s. La fe firme que nunca vacila es la que se apoya sobre las palabras de Jesús como sobre
una roca que resiste a las tormentas de la duda (Juan 4, 4 s.), porque dice: “Sé a quién he creído”
(II Timoteo 1, 12). Los que escuchan la Palabra y no la guardan como un tesoro (2, 19 y 51; 11, 28),
demuestran no haberla comprendido, según Él enseña en Mateo 13, 19 y 23. Cf. Salmo 118, 11 y
nota.
6. Se fue con ellos: como el servidor (22, 27) siempre dispuesto. Cf. Fil. 2, 7 y nota. No soy
digno: Las palabras del centurión sirven para recordar antes de la Comunión, que no somos ni
seremos nunca, dignos de la unión con Jesús. Pero antes se dice, en el Agnus Dei, que Él es el
Cordero divino que lleva sobre Sí los pecados del mundo, como dijo Juan precisamente cuando
“lo vio venir hacia él” (Juan 1, 29). El mismo Jesús se encargó de enseñarnos que no vino a
encontrar justos sino pecadores, y que, como figura del Padre celestial, el padre del hijo pródigo
corrió al encuentro de éste para abrazarlo, vestirlo y darle un banquete; y que, si tenemos mucha
deuda para ser perdonada, amaremos más, pues “aquel a quien menos se le perdona, menos ama”
(Lucas 7, 47).
8. Cf. Mateo 8, 5 s. Además de la fe de este pagano (cf. Hechos capítulo 10) es de admirar su
caridad que le hace sentir la enfermedad de su criado como suya. Bella enseñanza para que amen
Evangelio según San Lucas Capítulo 7 30
soldados a mis órdenes, y digo a éste: «Anda», y va; y al otro: «Ven», y viene;
y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.” 9Jesús al oírlo se admiró de él; y
volviéndose, dijo a la gente que le seguía: “Os digo que en Israel no hallé fe
tan grande.” 10Y los enviados, de vuelta a la casa, hallaron sano al servidor.
Resurrección del joven de Naím
11
Después se encaminó a una ciudad llamada Naím; iban con Él sus
discípulos y una gran muchedumbre de pueblo. 12Al llegar a la puerta de la
ciudad, he ahí que era llevado fuera un difunto, hijo único de su madre, la cual
era viuda, y venía con ella mucha gente de la ciudad. 13Al verla, el Señor movido
de misericordia hacia ella, le dijo: “No llores.” 14Y se acercó y tocó el féretro, y
los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo: “Muchacho, Yo te digo:
¡Levántate!” 15Y el (que había estado) muerto se incorporó y se puso a hablar.
Y lo devolvió a la madre. 16Por lo cual todos quedaron poseídos de temor, y
glorificaron a Dios, diciendo: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros”,
y: “Dios ha visitado a su pueblo.” 17Esta fama referente a su persona se difundió
por toda la Judea y por toda la comarca circunvecina.
Jesús y el Bautista
Los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. Entonces, Juan
18
llamando a dos de sus discípulos, 19los envió a decir al Señor: “¿Eres Tú el que
ha de venir, o debemos esperar a otro?” 20Y llegados a Él estos hombres, le
dijeron: “Juan el Bautista nos envió a preguntarte: «¿Eres Tú el que ha de venir,
o debemos esperar a otro?»” 21En aquella hora sanó Jesús a muchos, de
enfermedades y plagas y de malos espíritus, y concedió la vista a muchos ciegos.
22Les respondió, entonces, y dijo: “Volved y anunciad a Juan lo que acabáis de
ver y oír: ciegos ven, cojos andan, leprosos son limpiados, sordos oyen,
muertos resucitan, a pobres se les anuncia la Buena Nueva. 23Y ¡bienaventurado
el que no se escandalizare de Mí!”
los patrones a sus servidores, y las dueñas de casa a sus sirvientes. Véase Efesios 6, 5 siguientes y
nota.
11. Naím, pequeña ciudad situada en la parte sur de Galilea.
19 s. Aun en la cárcel cumple el Bautista su misión de precursor del Mesías enviándole sus
propios discípulos, que tal vez vacilaban entre él y Jesús. Éste les responde mostrándoles sus obras,
que atestiguan su divinidad. Véase Mateo 11, 2 s.; Isaías 35, 5; 61, 1; Malaquías 3, 1. Cf. Juan 3, 30.
23. ¡Escandalizarse de Jesús! Parecería irónico decir esto de la santidad infinita. Pero es Él
mismo quien se anuncia como piedra de escándalo. Y es que Él, al revelar que el omnipotente
Creador es un padre lleno de sencillez y de bondad como Él mismo, dejaba, por ese solo hecho,
tremendamente condenada y confundida la soberbia de cuantos se creían sabios o virtuosos (Juan
7, 7). De ahí que fueran éstos, y no el común de los pecadores, quienes lo persiguieron hasta hacerlo
morir. Jesús es signo de contradicción (2, 34) y todo su Evangelio es una constante ostentación de
ella. En sólo San Lucas podremos recorrer las siguientes pruebas, con inmenso provecho de nuestra
alma: Capítulo 1, versículos 31, 36, 52, 53; capítulo 2, 7, 10, 12 y 49; capítulo 3, 23; capítulo 4, 24
y 41; capítulo 5, 32; capítulo 6, 20 y 29; capítulo 7, 9, 22, 28 y 47; capítulo 8, 18, 21, 32, 37;
capítulo 9, 3, 13, 22, 24, 48 y 58; capítulo 10, 4, 12, 15, 21, 24, 33 y 41; capítulo 11, 23 y 52;
Evangelio según San Lucas Capítulo 7 31
Cuando los enviados de Juan hubieron partido, se puso Él a decir a la
24
multitud acerca de Juan: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Acaso una caña
sacudida por el viento? 25Y si no ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre lujosamente
vestido? Los que llevan vestidos lujosos y viven en delicias están en los palacios.
26Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
27Este es aquel de quien está escrito: «Mira que Yo envío mi mensajero ante tu
a esos muchachos que, sentados en la plaza, cantan unos a otros aquello de:
«Os tocamos la flauta, y no danzasteis;
entonamos lamentaciones, y no llorasteis.»
33Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y vosotros
decís: «Está endemoniado»; 34ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe,
y decís: «Es un hombre glotón y borracho, amigo de publicanos y pecadores.»
35Más la sabiduría ha quedado justificada por todos sus hijos.”
capítulo 12, 11, 22, 31, 40 y 51; capítulo 13, 2, 19, 24 y 30; capítulo 14, 8, 13, 24 y 26; capítulo 15,
7 y 29; capítulo 16, 8, 15 y 22; capítulo 17, 6, 18 y 22; capítulo 18, 8, 14, 17, 27 y 34; capítulo 19,
5, 10, 17, 24 y 40; capítulo 20, 8, 17 y 46; capítulo 21, 3, 14, 16 y 33; capítulo 22, 21, 26 y 27;
capítulo 23, 9, 12, 18, 28, 38, 43 y 47; capítulo 24, 21 y 46.
28. Juan Bautista es el último y el más grande de los profetas de la Antigua Alianza. Los
verdaderos hijos de la Iglesia son superiores a él, siempre que tengan esa fe viva cuya falta tanto
reprochaba Jesús a los mismos apóstoles; pues siendo hijos de Dios (Juan 1, 12) forman el Cuerpo
de Cristo (Efesios 1, 22). Son la Esposa, que es “una” con Él como nueva Eva con el nuevo Adán —
en tanto que de Juan sólo se dice que es “amigo del Esposo” (Juan 3, 29) —; se alimentan con su
Carne y su Sangre redentora; reciben su Espíritu y esperan la vuelta del Esposo que los hará gloriosos
como Él (Filipenses 3, 20 s.). Justo es que a estos privilegios corresponda mayor responsabilidad.
Cf. Hebreos 6, 4 s.; 10, 26 s.; Romanos 11, 20-22.
32. Alusión a un juego de niños. Jesús desenmascara la mala fe de los fariseos que,
censurándolo a Él como falto de austeridad y amigo de pecadores, habían rechazado también al
Bautista que predicaba la penitencia. Cf. Mateo 21, 25 s.
33. Véase Mateo 3, 4; Marcos 1, 6.
35. Por todos sus hijos: La Sabiduría es el mismo Jesús (Sabiduría 7, 26; Proverbios 8, 22 y
notas). Los verdaderos hijos de la Sabiduría son movidos por el Espíritu de Dios (Romanos 8, 14) y
con su vida recta dan testimonio de ella. En Mateo 11, 19 dice: “por sus obras”. Véase allí la nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 7 32
La pecadora perdonada
36Uno de los fariseos le rogó que fuese a comer con él, y habiendo entrado
(Jesús) en la casa del fariseo, se puso a la mesa. 37Entonces una mujer de la
ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús se encontraba reclinado a la mesa
en casa del fariseo, tomó consigo un vaso de alabastro, con ungüento; 38y,
colocándose detrás de Él, a sus pies, y llorando con sus lágrimas bañaba sus pies
y los enjugaba con su cabellera; los llenaba de besos y los ungía con el ungüento.
39Viendo lo cual el fariseo que lo había convidado dijo para sus adentros:
“Si Éste fuera profeta, ya sabría quién y de qué clase es la mujer que lo está
tocando, que es una pecadora.” 40Entonces Jesús respondiendo (a sus
pensamientos) le dijo: “Simón, tengo algo que decirte.” Y él: “Dilo, Maestro.”
41Y dijo: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios,
el otro cincuenta. 42Como no tuviesen con qué pagar, les perdonó a los dos.
¿Cuál de ellos lo amará más?” 43Simón respondió diciendo: “Supongo que aquel
a quien más ha perdonado.” Él le dijo: “Bien juzgaste.” 44Y volviéndose hacia
la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Vine a tu casa, y tú no vertiste agua
sobre mis pies; mas ésta ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado
con sus cabellos. 45Tú no me diste el ósculo; más ella, desde que entró, no ha
cesado de besar mis pies. 46Tú no ungiste con óleo mi cabeza; ella ha ungido
mis pies con ungüento. 47Por lo cual, te digo, se le han perdonado sus pecados,
los muchos, puesto que ha amado mucho. A la inversa, aquel a quien se
perdone poco, ama poco.” 48Después dijo a ella: “Tus pecados se te han
perdonado.” 49Entonces, los que estaban con Él a la mesa se pusieron a decir
entre sí: “¿Quién es Éste, que también perdona pecados?” 50Y dijo a la mujer:
“Tu fe te ha salvado: ve hacia la paz.”
37 s. Tan grande como el arrepentimiento era el perdón, y el amor que de éste procedía
según el versículo 47. Como observa San Jerónimo y muchos otros intérpretes, esta cena no es la
de Betania (Mateo 26, 6 s.; Marcos 14, 3 s.; Juan 12, 1 s.).
46. Cuando se trata de honrar a Dios no debemos ser avaros, y sólo hemos de cuidar que sea
según Él quiere (cf. Isaías 1, 11 y nota), y que el amor sea el único móvil y no la vanidad o el amor
propio. Véase Juan 12, 1-8.
47. Ama poco: Esta conclusión del Señor muestra que si la pecadora amó mucho es porque
se le había perdonado mucho, y no a la inversa, como parecería deducirse de la primera parte del
versículo. La iniciativa no parte del hombre, sino de Dios que obra misericordia (Salmo 58, 11; 78,
8; Denzinger 187). San Agustín confirma esto diciendo que al fariseo no se le podía perdonar mucho
porque él, creyéndose justo, a la inversa de Magdalena, pensaba deber poco. Y entonces, claro está
que nunca podría llegar a amar mucho según lo enseñado por Jesús.
50. Véase 8, 48; 17, 19; 18, 42.
Evangelio según San Lucas Capítulo 8 33
Capítulo 8
Las santas mujeres
1En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas,
predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce,
2y también algunas mujeres, que habían sido sanadas de espíritus malignos y
“A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a
los demás (se les habla) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo,
no entiendan».
11La parábola es ésta: La simiente es la palabra de Dios. 12Los de junto al
camino, son los que han oído; más luego viene el diablo, y saca afuera del
corazón la palabra para que no crean y se salven. 13Los de sobre la piedra, son
aquellos que al oír la palabra la reciben con gozo, pero carecen de raíz: creen
por un tiempo, y a la hora de la prueba apostatan. 14Lo caído entre los abrojos,
son los que oyen, más siguiendo su camino son sofocados por los afanes de la
riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurar. 15Y lo caído en la buena
tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto y bien dispuesto y guardan
consigo la palabra y dan fruto en la perseverancia.
16Nadie que enciende luz, la cubre con una vasija ni la pone bajo la cama,
sino en el candelero, para que todos los que entren, vean la luz. 17Nada hay
oculto que no deba ser manifestado, ni nada secreto que no deba ser conocido
2. Sólo Lucas relata esos nombres de las mujeres que acompañaban a Jesús. Saludemos en ellas
a las primeras representantes del apostolado de la mujer en la Iglesia.
5 s. Véase Mateo 13, 1 siguientes, y el comentario que allí hacemos de esta importantísima
parábola; Marcos 4, 1 s.; Isaías 6, 9 s.; Juan 12, 40.
10. Véase Isaías 6, 9 s.; Juan 12, 40; Hechos 28, 26; Romanos 11, 8.
16. Mateo 5, 15. Vemos aquí cuan ociosa es la pregunta sobre si es necesario hacer alguna vez
actos de fe. Ella ha de ser la vida del justo, según enseña San Pablo (Romanos 1, 17; Gálatas 3, 11;
Hebreos 10, 38). Cf. Habacuc 2, 4.
Evangelio según San Lucas Capítulo 8 34
y sacado a luz. 18¡Cuidad de escuchar bien! Al que tiene, se le dará, y al que no
tiene, aun lo que cree tener le será quitado.”
Los parientes de Jesús
Luego su madre y sus hermanos se presentaron y no podían llegar hasta Él
19
por causa de la multitud. 20Le anunciaron: “Tu madre y tus hermanos están de
pie afuera y desean verte.” 21Les respondió y dijo: “Mi madre y mis hermanos
son éstos: los que oyen la palabra de Dios y la practican.”
La tempestad calmada
Por aquellos días subió con sus discípulos en una barca, y les dijo: “Pasemos
22
muchos los demonios que habían entrado en él. 31Y le suplicaron que no les
mandase ir al abismo.
32Ahora bien, había allí una piara de muchos puercos que pacían sobre la
21. María es precisamente la primera que escucha la palabra de Dios y la guarda en su corazón
(1, 45; 2, 19 y 51; 11, 28). Jesús muestra además que la vocación del apóstol está por encima de la
voz de la sangre. Cf. 2, 49; Mateo 12, 46 s.; Marcos 3, 31 s.
23. Véase Mateo 8, 23 s.; Marcos 4, 35 siguientes. Olvidado siempre de Sí mismo, el Verbo
hecho hombre cae rendido de cansancio en la barca (cf. Juan 4, 6). Con frecuencia pasaba la noche
en el mar o al raso, donde no podía reclinar su cabeza. Cf. 9, 58; Mateo 8, 20; Filipenses 2, 7.
26. Gergesa: en Mateo (8, 28): Gadara; en la Vulgata Gerasa, situada al Este del Mar de
Galilea.
32. He aquí un ruego de demonios. Y Jesús lo escuchó. Era sin duda menos perverso que el
que le hicieron los hombres en el versículo 37.
Evangelio según San Lucas Capítulo 8 35
33
Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los puercos, y la
piara se despeñó precipitadamente en el lago, y allí se ahogó. 34Los porqueros
que vieron lo ocurrido huyeron y dieron la noticia en la ciudad y por los
campos. 35Vinieron, entonces, las gentes a ver lo que había pasado, y al llegar
junto a Jesús, encontraron al hombre, del cual los demonios habían salido,
sentado a los pies de Jesús, vestido, en su sano juicio, y se llenaron de miedo.
36Los que lo habían visto les refirieron cómo había quedado libre el
esperándolo. 41He ahí que llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la
sinagoga. Se echó a los pies de Jesús y le suplicó que fuera a su casa; 42porque
su hija única, como de doce años de edad, se moría. Más yendo Él, la multitud
lo sofocaba. 43Y sucedió que una mujer que padecía de un flujo de sangre, desde
hacía doce años y que, después de haber gastado en médicos todo su sustento,
no había podido ser curada por ninguno, 44se acercó por detrás y tocó la franja
de su vestido, y al instante su flujo de sangre se paró. 45Jesús dijo: “¿Quién me
tocó?” Como todos negaban, Pedro le dijo: “Maestro, es la gente que te
estrecha y te aprieta.” 46Pero Jesús dijo: “Alguien me tocó, porque he sentido
salir virtud de Mí.” 47Entonces, la mujer, viéndose descubierta, vino toda
temblorosa a echarse a sus pies y declaró delante de todo el pueblo por qué
motivo lo había tocado, y cómo había quedado sana de repente. 48Y Él le dijo:
“Hija, tu fe te ha salvado, ve hacia la paz.”
49Cuando Él hablaba todavía, llegó uno de casa del jefe de la sinagoga a
33. El ahogarse la piara parece un castigo infligido a los propietarios de los cerdos, para
quienes los sucios animales valían más que la presencia del bienhechor que había curado al
endemoniado. Cf. Mateo 8, 28 s.; Marcos 5, 1 siguientes.
37. Es una oración que ruega a Jesús... ¡para que se vaya! Y es todo un pueblo el que así
ruega, con tal de no arriesgar sus puercos. Cf. versículo 32; 4, 31. Sobre el miedo que aleja de
Cristo, véase Juan 6, 21 y nota.
41. La fe del que era jefe de la sinagoga no es tan grande como la del centurión pagano. Éste
creyó que la presencia de Jesús no era necesaria para hacer un milagro, mientras que Jairo insiste
en que Jesús se presente personalmente. Cf. Mateo 9, 18 s.; Marcos 5, 22 siguientes. Jesús nos
muestra continuamente esas sorpresas para que no nos escandalicemos por nada. Cf. 10, 13-15 y
31-33; Mateo 15, 24-28; 21, 31; Juan 16, 1-4.
Evangelio según San Lucas Capítulo 9 36
dijo: “No temas; únicamente cree y sanará.” 51Llegado, después, a la casa, no
dejó entrar a nadie consigo, excepto a Pedro, Juan y Santiago, y también al
padre y a la madre de la niña. 52Todos lloraban y se lamentaban por ella. Más
Él dijo: “No lloréis; no ha muerto, sino que duerme.” 53Y se reían de Él,
sabiendo que ella había muerto. 54Mas Él, tomándola de la mano, clamó
diciendo: “Niña, despierta.” 55Y le volvió el espíritu, y al punto se levantó y
Jesús mandó que le diesen de comer. 56Sus padres quedaron fuera de sí; y Él les
encomendó que a nadie dijeran lo acontecido.
Capítulo 9
Misión de los apóstoles
1Habiendo llamado a los Doce, les dio poder y autoridad sobre todos los
demonios, y para curar enfermedades. 2Y los envió a pregonar el reino de Dios
y a sanar a los enfermos. 3Y les dijo: “No toméis nada para el camino, ni
bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas. 4En la casa en que
entrareis, quedaos, y de allí partid. 5Y dondequiera que no os recibieren, salid
de esa ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos.”
6Partieron y recorrieron las aldeas, predicando el Evangelio y sanando en todas
partes.
7Oyó Herodes, el tetrarca, todo lo que sucedía, y estaba perplejo, porque
unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, 8otros que Elías
había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas había resucitado. 9Y
decía Herodes: “A Juan, yo lo hice decapitar, ¿quién es éste de quien oigo decir
tales maravillas?” Y procuraba verlo.
Multiplicación de los panes
Vueltos los apóstoles le refirieron (a Jesús) todo lo que habían hecho.
10
51. Esta medida y la prohibición de hablar de lo sucedido (versículo 56) tienen por objeto
prevenir la indiscreción de la muchedumbre que habría estorbado la actividad apostólica del Señor
y contribuido a aumentar la envidia y provocar inútilmente la persecución antes del tiempo
señalado (cf. 4, 30; Juan 8, 59). Así también a sus discípulos “corderos entre lobos”, les enseña Él
la prudencia de la serpiente (Mateo 10, 16) que cuida de no exponer su cabeza a que la aplasten.
Recuérdese las catacumbas donde los cristianos, para hacer el bien, tenían que ocultarse como si
fuesen malhechores. Cf. 9, 21.
3. En 22, 35 Él les muestra cómo nada les faltó a pesar de esto. Los apóstoles y sus sucesores
deben dedicarse exclusivamente a la propagación del reino de Dios. Es la Providencia la que se
encarga de sustentarlos (Mateo 6, 23). Cf. Mateo 10, 9 s.; Marcos 6, 8 s.; II Timoteo 2, 4 y nota.
4. El sentido es el mismo de 10, 7.
11. Véase Mateo 14, 13-21; Marcos 6, 33-46; Juan 6, 1-13.
Evangelio según San Lucas Capítulo 9 37
declinar el día los Doce se acercaron a Él para decirle: “Despide a la multitud,
que vayan en busca de albergue y alimento a las aldeas y granjas de los
alrededores, porque aquí estamos en despoblado.” 13Les dijo: “Dadles vosotros
de comer.” Le contestaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a
menos que vayamos nosotros a comprar qué comer para todo este pueblo.”
14Porque eran como unos cinco mil hombres. Dijo entonces a sus discípulos:
16. La multiplicación de los panes, efecto de la oración y bendición del Señor, es una figura
del misterio eucarístico por el cual todos participamos de un mismo pan que es Cristo (I Corintios
10, 17), nuestro pan celestial (11, 3).
18 s. Véase Mateo 16, 13 s.; Marcos 8, 27 s. Estaba orando a solas: Basta saber que Jesús
cultivaba la soledad, para comprender que es bueno hacer lo mismo, y que en ello se encuentra un
tesoro. No solamente en su Cuaresma del desierto (Mateo 4, 1 s.; Lucas 4, 1 s.), ni solamente antes
de elegir sus discípulos, sino de un modo habitual buscaba la soledad del monte (Mateo 14, 23), o
de la noche (Lucas 6, 12; Juan 8, 1 s.), o de Getsemaní, para ponerse en oración; y así nos enseña
a que lo imitemos, exhortándonos a orar en la soledad, y en el secreto del aposento (Mateo 6, 5
s.). Todas las biografías de hombres de pensamiento nos muestran que amaron la soledad, el
silencio, el campo y que allí concibieron sus más grandes ideas. ¿Cuánto más será así cuando no se
trata de puros conceptos terrenales o ensueños de poetas, sino de la realidad toda interior que se
pasa entre el alma y Dios? Cuando vemos un paisaje, o sentimos una emoción, o se nos ocurre
alguna idea, quisiéramos compartirla con los amigos como un desahogo sentimental. El día que
nuestra fe llegue a ser bastante viva para recordar que Jesús, junto con el Padre (Juan 14, 23) y el
Espíritu Santo (Juan 14, 16), habita siempre en los corazones de los que creen (Efesios 3, 17) y que,
por tanto, siempre la soledad es estar con Él como Él estaba con el Padre (Juan 16, 32) pensando
con Él (Juan 8, 16) y viviendo de Él (Juan 6, 57); entonces amaremos ese trato con Él real y durable,
en conversación activísima y permanente; pues si se interrumpe puede reanudarse siempre al
instante. Es allí donde Él nos indica las cosas de caridad y apostolado que Él quiere realicemos, sea
por escrito o de obra o de palabra, cuando llegue el momento. “Nadie puede sin peligro aparecer,
dice el Kempis, sino aquel que prefiera estar escondido.” Cf. Cantar de los Cantares 1, 8 y nota.
20. Cf. Mateo 16, 13 siguientes y notas. El Ungido o Mesías. Así también Marcos 8, 29. En
Mateo 16, 16 se lee “el Hijo” de Dios, aunque algunos han leído como aquí ungido o “santo de
Dios”.
21. Cf. 8, 51 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 9 38
Negación del yo
23Y a todos les decía: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24Porque el que quiera salvar su vida,
la perderá; más el que pierda su vida a causa de Mí, la salvará. 25Pues ¿qué
provecho tiene el hombre que ha ganado el mundo entero, si a sí mismo se
pierde o se daña? 26Quien haya tenido vergüenza de Mí y de mis palabras, el
Hijo del hombre tendrá vergüenza de él, cuando venga en su gloria, y en la del
Padre y de los santos ángeles. 27Os digo, en verdad, algunos de los que están
aquí, no gustarán la muerte sin que hayan visto antes el reino de Dios.”
La gloriosa Transfiguración
28
Pasaron como ocho días después de estas palabras, y, tomando a Pedro,
Juan y Santiago, subió a la montaña para orar. 29Y mientras oraba, la figura de
su rostro se hizo otra y su vestido se puso de una claridad deslumbradora. 30Y
he aquí a dos hombres hablando con Él: eran Moisés y Elías, 31los cuales,
apareciendo en gloria, hablaban del éxodo suyo que Él iba a verificar en
Jerusalén. 32Pedro y sus compañeros estaban agobiados de sueño, más
habiéndose despertado, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban a su
lado. 33Y en el momento en que se separaban de Él, dijo Pedro a Jesús:
“Maestro, bueno es para nosotros estarnos aquí; hagamos tres pabellones, uno
para Ti, uno para Moisés, y uno para Elías”, sin saber lo que decía. 34Mientras
él decía esto, se hizo una nube que los envolvió en sombra. Y se asustaron al
entrar en la nube. 35Y desde la nube una voz se hizo oír: “Éste es mi Hijo el
23. Jesús no dice, como el oráculo griego: “conócete a ti mismo”, sino: “niégate a ti mismo”.
La explicación es muy clara. El pagano ignoraba el dogma de la caída original. Entonces decía
lógicamente: analízate, a ver qué hay en ti de bueno y qué hay de malo. Jesús nos enseña
simplemente a descalificarnos a priori, por lo cual ese juicio previo del autoanálisis resulta harto
inútil, dada la amplitud inmensa que tuvo y que conserva nuestra caída original. Ella nos corrompió
y depravó nuestros instintos de tal manera, que San Pablo nos pudo decir con el Salmista: “Todo
hombre es mentiroso” (Romanos 3, 4; Salmo 115, 2). Por lo cual el Profeta nos previene: “Perverso
es el corazón de todos e impenetrable: ¿Quién podrá conocerlo?” (Jeremías 17, 9). Y también:
“Maldito el hombre que confía en el hombre” (ibíd. 5). De Jesús sabemos que no se fiaba de los
hombres, “porque los conocía a todos” (Juan 2, 24; Marcos 8, 34 y nota).
24. Cf. Mateo 10, 39 y nota. Bien se explica, después del versículo 23, este fracaso del que
intenta lo que no es capaz de realizar. Véase 14, 33; Juan 15, 5 y notas. Su vida se traduce también:
su alma.
27. Véase San Mateo, 16, 28 y nota; San Marcos, 8, 39.
28 s. Véase Mateo 17, 1-8; Marcos 9, 2 s.
31. El éxodo: su muerte (cf. II Pedro 1, 15), como el nacimiento es llamado entrada en Hechos
13, 24 (cf. Sabiduría 3, 2; 7, 6). Jesús solía hablar de su partida y a veces los judíos pensaban que
se iría a los gentiles (Juan 7, 33-36; 8, 21 s.).
35. Escuchadle: Véase Mateo 17, 5; Marcos 9, 6 y nota. “Como si dijera: Yo no tengo más
verdades que revelar, ni más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiendo a Cristo;
mas ahora el que me preguntase y quisiese que yo algo le revelase, sería en alguna manera pedirme
otra vez a Cristo, y pedirme más verdades, que ya están dadas en Él” (San Juan de la Cruz).
Evangelio según San Lucas Capítulo 9 39
Elegido: escuchadle a Él.” 36Y al hacerse oír la voz, Jesús se encontraba solo.
Guardaron silencio; y a nadie dijeron, por entonces, cosa alguna de lo que
habían visto.
El niño epiléptico
37
Al día siguiente, al bajar de la montaña, una gran multitud de gente iba
al encuentro de Él. 38Y he ahí que de entre la muchedumbre, un varón gritó
diciendo: “Maestro, te ruego pongas tus ojos sobre mi hijo, porque es el único
que tengo. 39Se apodera de él un espíritu, y al instante se pone a gritar; y lo
retuerce en convulsiones hasta hacerle echar espumarajos, y a duras penas se
aparta de él, dejándolo muy maltratado. 40Rogué a tus discípulos que lo
echasen, y ellos no han podido.” 41Entonces Jesús respondió y dijo: “Oh,
generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo estaré con vosotros y tendré
que soportaros? Trae acá a tu hijo.” 42Aun no había llegado éste a Jesús, cuando
el demonio lo zamarreó y lo retorció en convulsiones. Más Jesús increpó al
espíritu impuro y sanó al niño, y lo devolvió a su padre. 43Y todos estaban
maravillados de la grandeza de Dios.
Predicción de la Pasión
Como se admirasen todos de cuanto Él hacía, dijo a sus discípulos:
“Vosotros, haced que penetren bien en vuestros oídos estas palabras: el Hijo
44
Jesús el pensamiento de sus corazones, tomó a un niño, lo puso junto a Sí, 48y
les dijo: “Quien recibe a este niño en mi nombre, a Mí me recibe; y quien me
recibe, recibe al que me envió; porque el que es el más pequeño entre todos
vosotros, ése es grande.” 49Entonces Juan le respondió diciendo: “Maestro,
vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo impedíamos,
porque no (te) sigue con nosotros.” 50Mas Jesús le dijo: “No impidáis, pues
quien no está contra vosotros, por vosotros está.”
37 s. Véase Mateo 18, 1-5; Marcos 9, 33 s.
41. Reprende a los discípulos por su falta de fe que les impidió hacer el milagro. Cf. Marcos
9, 29 y nota.
50. Véase Marcos 9, 39 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 10 40
vayas.” 58Jesús le dijo: “Las raposas tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos;
más el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.” 59Dijo a otro:
“Sígueme”. Este le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”.
60Le respondió: “Deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú, ve a anunciar
el reino de Dios”. 61Otro más le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme
primero decir adiós a los de mi casa”. 62Jesús le dijo: “Ninguno que pone mano
al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.
Capítulo 10
Misión de los setenta y dos discípulos
1Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió
de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir.
2Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad al Dueño de la
mies que envíe obreros a su mies. 3Id: os envío como corderos entre lobos.
4No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino.
5En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa.» 6Y si hay allí un
53. Los samaritanos y los judíos se odiaban mutuamente. Jesús, cuya mansedumbre contrasta
con la cólera de los discípulos, les muestra en 10, 25 s.; 17, 18 y Juan 4, 1 s. cómo hay muchos
samaritanos mejores que los judíos.
60. Los muertos que entierran a sus muertos son los que absortos en las preocupaciones
mundanas no tienen inteligencia del reino de Dios (cf. I Corintios 2, 14). Ni este aspirante, ni los
otros dos llegan a ser discípulos, porque les falta el espíritu de infancia y prefieren su propio criterio
al de Jesús. Véase II Corintios 10, 5.
3. Véase Mateo 10, 16 y nota.
4. Ni saludéis: Los orientales son muy ceremoniosos y para ellos saludar equivale a detenerse
y perder tiempo. Véase Mateo 10, 9 s. y nota.
5 s. Hijo de paz es aquel que está dispuesto a aceptar la palabra de Dios. Hermosa fórmula
de saludo (versículo 5), que debiéramos usar en la vida, como se la usa en la Liturgia. Cf. 1, 28;
Mateo 10, 12 y notas.
Evangelio según San Lucas Capítulo 10 41
hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros.
7Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el
sido hechos los milagros que se cumplieron entre vosotros, desde hace mucho
tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza. 14Mas para Tiro y para Sidón,
será más tolerable, en el juicio, que para vosotros.
15Y tú, Cafarnaúm, ¿serás acaso exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el abismo
descenderás!
16Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza,
a Mí me rechaza; ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me
envió.”
17Entretanto los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor,
hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre.” 18Les dijo: “Yo veía a Satanás
caer como un relámpago del cielo. 19Mirad que os he dado potestad de caminar
sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os
dañará. 20Sin embargo no habéis de gozaros en esto de que los demonios se os
sujetan, sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.”
Infancia espiritual
21
En aquella hora se estremeció de gozo, en el Espíritu Santo, y dijo: “Yo te
alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mantenido estas cosas
escondidas a los sabios y a los prudentes, y las has revelado a los pequeños. Sí,
12. El rechazo de los predicadores del Evangelio es para Jesús el peor de los agravios (Juan
12, 47 s.).
13. El ¡ay! del Señor se ha cumplido de modo espantoso. Las ruinas de esas ciudades lo
denuncian hasta hoy. Cf. ti, 21-23.
16. Véase Mateo 10, 40; Juan 13, 20.
18. Sobre esta visión profética de Jesús véase Apocalipsis 12, 9; Daniel 12, 1.
20. Están escritos en el cielo, “que, en buena teología, es como decir: Gozaos si están escritos
vuestros nombres en el libro de la vida. Donde se entiende que no se debe el hombre gozar sino
en ir camino de ella, que es hacer las obras en caridad; porque ¿qué aprovecha y qué vale delante
de Dios lo que no es amor de Dios?” (San Juan de la Cruz). Cf. Apocalipsis 20, 15; 22, 19.
21. He aquí el gran misterio de la infancia espiritual, que difícilmente aceptamos, porque
repugna, como incomprensible al orgullo de nuestra inteligencia. Por eso San Pablo dice que la
doctrina del Evangelio es escándalo y locura (I Corintios capítulos 1-3). Cf. 11, 34 siguientes y nota;
18, 17; Mateo 11, 25 y nota; 18, 3s.; 19, 17; I Corintios 14, 20; II Corintios 4, 3.
Evangelio según San Lucas Capítulo 10 42
Padre, porque así te plugo a Ti. 22Por mi Padre, me ha sido dado todo, y nadie
sabe quién es el Hijo, sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a
quien el Hijo quisiere revelarlo.” 23Y volviéndose hacia sus discípulos en
particular, dijo: “¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! 24Os aseguro:
muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír
lo que vosotros oís, y no lo oyeron.”
El buen samaritano
Se levantó entonces un doctor de la Ley y, para enredarlo le dijo:
25
María y Marta
38
Durante su viaje, entró en cierta aldea, y una mujer llamada Marta, lo
recibió en su casa. 39Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a
los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40Pero Marta, que andaba muy afanada
en los múltiples quehaceres del servicio, vino a decirle: “Señor, ¿no se te da
nada que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude.”
23 s. Véase Mateo 13, 16 s.
37. El doctor de la ley, orgulloso de su raza, que en el versículo 29 parecía dispuesto a no
reconocer como prójimos sino a sus compatriotas, se ve obligado a confesar aquí que aquel
despreciado samaritano era más prójimo del judío en desgracia que el sacerdote y el levita del
pueblo escogido. En ese judío herido se veía representado el doctor, y confesaba humillado que el
extranjero a quien él no aceptaba como prójimo le había dado pruebas de serlo al portarse como
tal, en contraste con la actitud de los otros dos judíos. Cf. Mateo 22, 34 s.; Marcos 12, 28 s.
Deuteronomio 6, 5; Levítico 19, 18.
38. La aldea es Betania, a tres Kilómetros de Jerusalén. Jesús solía hospedarse allí en casa de
estas hermanas de Lázaro.
Evangelio según San Lucas Capítulo 11 43
El Señor le respondió: “¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por muchas
41
cosas. 42Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será
quitada.”
Capítulo 11
La oración dominical
Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo
1
terminado, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan
lo enseñó a sus discípulos.” 2Les dijo: “Cuando oráis, decid:
Padre, que sea santificado tu nombre;
que llegue tu reino.
3Danos cada día nuestro pan supersubstancial;
42. Es éste otro de los puntos fundamentales de la Revelación cristiana, y harto difícil de
comprender para el que no se hace pequeño. Dios no necesita de nosotros ni de nuestras obras, y
éstas valen en proporción al amor que las inspira (I Corintios 13). Jesucristo es “el que habla” (Juan
4, 26; 9, 37), y el primer homenaje que le debemos es escucharlo (Mateo 17, 5; Juan 6. 29). Sólo
así podremos luego servirlo dignamente (II Timoteo 3, 16).
2 s. Compárese esta versión de la Oración dominical con la de San Mateo, 6, 9-13 y notas.
Santificado, etc.: Sobre el nombre de Dios, véase Éxodo 3, 14 y nota; Salmo 134, 13; Lucas 1, 49. El
P. Garrigou-Lagrange dice muy bien que toda la mística está en el Padrenuestro, por donde se ve
que hablar de mística no ha de ser cosa rara ni excepcional entre los cristianos, pues que todos
saben y rezan esa oración; a menos que la recitasen sólo con los labios y teniendo su corazón
distante. Tal es lo que Jesús imputa a sus peores enemigos, los fariseos (Mateo 15, 8). Cualquier
cristiano tiene así a su disposición toda la mística, pues lo más alto de esta vida consiste en ser,
respecto a nuestro Padre divino, “todo enseñable”, como los niños pequeños. Este Padrenuestro
breve que trae San Lucas, sintetiza en forma sumamente admirable esa actitud filial que, deseando
toda la gloria para su Padre (cf. Levítico 22, 32), ansía que llegue su reino (para que en toda la
tierra se haga su voluntad, como se dice en San Mateo), y entretanto le pide, para poder vivir en
este exilio, el don de Jesús que es la vida (I Juan 5, 11 s.), “el pan de Dios que desciende del cielo y
da la vida al mundo” (Juan 6, 33 y 48).
4. Job fue puesto a prueba por Satanás con permiso de Dios, y Él lo sostuvo para que fuese
fiel, con lo cual Job salió beneficiado de la prueba. Aquí, en cambio, la infinita delicadeza de Jesús
nos enseña a pedir al Padre que nos ahorre esa prueba, y que para ello (como añade en Mateo 6,
13) nos libre del Maligno, a la inversa del caso de Job. Admiremos el amor que Jesús, nuestro
Hermano Mayor, deja traslucir en esto, y recojamos la suavísima y enorme enseñanza sobre la
estimación que Dios hace de la humildad y pequeñez, al punto que, el pedirle nos libre de las
pruebas, confesando nuestra debilidad e incapacidad para sufrirlas, le agrada más que la presunción
de querer sufrir como Job. Porque si así no fuese, nos habría enseñado Jesús a pedir pruebas.
Compárese esto con el fracaso de Pedro cuando alardea de valiente (Juan 13, 37 y nota). Inmenso
y dichoso descubrimiento es éste de que Dios no se goza en vernos sufrir y de que prefiere vernos
pequeños como niños a vernos heroicos y soberbios. Toda la espiritualidad de Santa Teresa de
Lisieux está aquí.
Evangelio según San Lucas Capítulo 11 44
Parábola del amigo inoportuno
5Y les dijo: “Quien de vosotros, teniendo un amigo, si va (éste) a buscarlo
abrirá. 10Porque todo el que pide obtiene, el que busca halla, al que golpea se
le abre. 11¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿Si pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? 12¿O si pide un
huevo, le dará un escorpión? 13Si pues vosotros, aunque malos, sabéis dar
buenas cosas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre dará desde el cielo el Espíritu
Santo a quienes se lo pidan!”
Blasfemias de los fariseos
14Estaba Jesús echando un demonio, el cual era mudo. Cuando hubo salido
5. Hemos fijado el verdadero sentido de esta compleja construcción semítica: el amigo
importuno no es, en la parábola, uno de los oyentes de Jesús, que va a pedir a otro amigo, sino
que es este otro quien viene a importunarlo a él. Jesús usa muchas veces esa fórmula: ¿Quién de
vosotros no haría tal cosa?, lo cual es muy elocuente para que cada oyente se ponga en el caso y
se examine en su corazón.
9. Véase el envidiable ejemplo de la cananea (Marcos 7, 28) en su fe que cree aún contra
toda apariencia (Romanos 4, 18 s.).
13. Dará el Espíritu Santo: Admirable revelación, que contiene todo el secreto de la vida
espiritual. La diferencia entre nuestra actitud frente a Dios, y la que tenemos frente a todo legislador
y juez, consiste en que a este último, o le obedecemos directamente, o incurrimos en el castigo, el
cual no se perdona aunque nos arrepintamos. Con Dios, en cambio, no sólo sabemos que perdona
al que se arrepiente de corazón, sino que podemos también decirle esta cosa asombrosa: “Padre,
no soy capaz de cumplir tu Ley, porque soy malo, pero dame Tú mismo el buen espíritu, tu propio
Espíritu, que Jesús nos prometió en tu nombre, y entonces no sólo te obedeceré, sino que el hacerlo
me será fácil y alegre”. Tal oración, propia de la fe viva y de la infancia espiritual, es la que más
glorifica al divino Padre, porque le da ocasión de desplegar misericordia; y su eficacia es infalible,
pues que se funda en la promesa hecha aquí por Jesús.
19. Porque ellos también alardeaban de exorcizar y con tan poca suerte como se ve en Hechos
19, 13 s.
Evangelio según San Lucas Capítulo 11 45
quién los arrojan? Ellos mismos serán vuestros jueces. 20Mas si por el dedo de
Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios.
21Cuando el hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están
seguros. 22Pero si sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas
sus armas en que confiaba y reparte sus despojos.
23Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo,
desparrama.
Poder de Satanás
24Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, recorre los lugares áridos,
buscando donde posarse, y, no hallándolo, dice: «Me volveré a la casa mía, de
donde salí.» 25A su llegada, la encuentra barrida y adornada. 26Entonces se va a
tomar consigo otros siete espíritus aún más malos que él mismo; entrados, se
arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor que el principio.”
27Cuando Él hablaba así, una mujer levantando la voz de entre la multitud,
dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que Tú mamaste!” 28Y Él contestó:
“¡Felices más bien los que escuchan la palabra de Dios y la conservan!"
La señal de Jonás
29Como la muchedumbre se agolpaba, se puso a decir: “Perversa generación
es ésta, busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás. 30Porque
lo mismo que Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre será
una señal para la generación esta. 31La reina del Mediodía será despertada en
el juicio frente a los hombres de la generación esta y los condenará, porque
vino de las extremidades de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón; y
hay aquí más que Salomón. 32Los varones ninivitas actuarán en el juicio frente
a la generación esta y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la
predicación de Jonás; y hay aquí más que Jonás.
28. Jesús no repite los elogios tributados a María, pero los confirma, mostrándonos que la
grandeza de su madre viene ante todo de escuchar la Palabra de Dios y guardarla en su corazón
(2, 19 y SI). “Si María no hubiera escuchado y observado la Palabra de Dios, su maternidad corporal
no la habría hecho bienaventurada” (San Crisóstomo). Cf. Marcos 3, 34 y nota.
29 s. Véase Jonás 2.
31. Alude a la reina de Sabá (Arabia) que visitó a Salomón, para ver su sabiduría (III Reyes 10,
1; Mateo 12, 39-42; Marcos 8, 12). Estas referencias que hace Jesús a los que vanamente le piden
milagros (cf. Juan 6, 30; 12, 37), tienen por objeto mostrarles que su divina sabiduría basta y sobra
para conquistarle, sin necesidad de milagros, la adhesión de cuantos no sean de corazón doble
(Juan 7, 17 y nota). Esta sabiduría de Jesús es la lámpara de que habla en el versículo 33 siguientes,
y que no debe ser soterrada por los indiferentes, ni escondida por los maestros, porque todos
tenemos necesidad de ella para nosotros y para los demás.
Evangelio según San Lucas Capítulo 11 46
La lámpara de la sabiduría
33Nadie enciende una candela y la pone escondida en un sótano, ni bajo el
celemín, sino sobre el candelero, para alumbrar a los que entran. 34La lámpara
de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está claro, todo tu cuerpo goza de la luz,
pero si él está turbio, tu cuerpo está en tinieblas. 35Vigila, no suceda que la luz
que en ti hay, sea tiniebla. 36Si todo tu cuerpo está lleno de luz (interiormente),
no teniendo parte alguna tenebrosa, será todo él luminoso (exteriormente),
como cuando la lámpara te ilumina con su resplandor.”
Jesús nos denuncia el mal con apariencia de bien
37Mientras Él hablaba lo invitó un fariseo a comer con él; entró y se puso a
la mesa. 38El fariseo se extrañó al ver que no se había lavado antes de comer.
39Le dijo el Señor: “Vosotros, fariseos, estáis purificando lo exterior de la copa
y del plato, en tanto que por dentro estáis llenos de rapiña y de iniquidad.
40¡Insensatos! el que hizo lo exterior ¿no hizo también lo interior? 41Por eso,
dad de limosna el contenido, y todo para vosotros quedará puro. 42Pero, ¡ay
de vosotros, fariseos! ¡Porque dais el diezmo de la menta, de la ruda y de toda
legumbre, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios! Era menester practicar
esto, sin omitir aquello. 43¡Ay de vosotros, fariseos! porque amáis el primer sitial
en las sinagogas y ser saludados en las plazas públicas. 44¡Ay de vosotros! porque
sois como esos sepulcros, que no lo parecen y que van pisando las gentes, sin
saberlo.”
45Entonces un doctor de la Ley le dijo: “Maestro, hablando así, nos ultrajas
34 s. Nuestro ojo verá bien, y servirá para iluminar todo nuestro ser, esto es, para guiar toda
nuestra conducta, si él a su vez es iluminado por esa luz de la sabiduría divina, que no está hecha
para esconderse (versículo 33). Esa sabiduría es la que está contenida en la Palabra de Dios, a la
cual la misma Escritura llama antorcha para nuestros pies (Salmo 118, 105 y nota). Entonces, cuando
nuestro ojo iluminado ilumine nuestro cuerpo, él alumbrará a los demás (versículo 36). Así, el
candelero (versículo 33) somos nosotros los llamados al apostolado. El versículo 35 nos previene
que cuidemos no tomar por luz, guía o maestro lo que no sea verdad comprobada: es decir, no
entregarnos ciegamente al influjo ajeno. Cf. Mateo 7, 15; I Juan 1, 4 y notas.
39 s. Sobre la condenación del ritualismo farisaico y de su espíritu doble y falto de verdadera
fe, véase el terrible discurso del Templo en Mateo 23, 1-36. Cf. Marcos 12, 38 s.; Lucas 20, 46 s.
40. El contenido: esto es, como observa Pirot, lo que está dentro de las copas y platos. Es una
de las grandes luces que da Jesús sobre el valor de la limosna, concordando con 16, 9.
47 s. Pretenden no consentirlos (cf. Mateo 23, 29 s.), pero lo harán obrando como ellos,
según les anuncia en el versículo 49.
Evangelio según San Lucas Capítulo 12 47
49
Por eso también la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y
apóstoles; y de ellos matarán y perseguirán; 50para que se pida cuenta a esta
generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la
fundación del mundo, 51desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías,
que fue matado entre el altar y el santuario. Sí, os digo se pedirá cuenta a esta
generación. 52¡Ay de vosotros! hombres de la Ley, porque vosotros os habéis
apoderado de la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los
que iban a entrar, vosotros se lo habéis impedido.”
53Cuando hubo salido, los escribas y los fariseos se pusieron a acosarlo
Capítulo 12
Contra la hipocresía
1
Mientras tanto, habiéndose reunido miles y miles del pueblo, hasta el
punto que unos a otros se pisoteaban, se puso a decir, dirigiéndose
primeramente a sus discípulos: “Guardaos a vosotros mismos de la levadura —
es decir de la hipocresía— de los fariseos. 2Nada hay oculto que no haya de ser
descubierto, nada secreto que no haya de ser conocido. 3En consecuencia, lo
que hayáis dicho en las tinieblas, será oído en plena luz; y lo que hayáis dicho
al oído en los sótanos, será pregonado sobre los techos.
49. En Mateo 23, 34 se ve que Jesús habla de Él mismo, que es la Sabiduría de Dios, y les
vaticina lo que harán con sus discípulos.
51. Véase Mateo 23, 35; Génesis 4, 8; II Paralipómenos 24, 20-22.
52. La llave del conocimiento de Dios es la Sagrada Escritura (San Crisóstomo). Los escribas y
fariseos que la interpretaban falsamente, o la reservaban para sí mismos, son condenados como
seductores de las almas. El pueblo tiene derecho a que se le predique la Palabra de Dios. En cuanto
al conocimiento de la Sagrada Biblia por parte del pueblo, dice S. S. Pío XII en la reciente Encíclica
“Divino Afflante”: “Favorezcan (los Obispos) y presten su auxilio a todas aquellas pías asociaciones,
que tengan por fin editar, y difundir entre los fieles ejemplares impresos de las Sagradas Escrituras,
principalmente de los Evangelios, y procuren con todo empeño que en las familias cristianas se
tenga ordenada y santamente cotidiana lectura de ellas”.
1 s. Miles y miles del pueblo: Jesús no teme el escándalo saludable, y aprovecha esa enorme
concurrencia para aleccionar públicamente a sus discípulos contra la hipocresía de los doctores y
fariseos que acaba de enrostrar a estos mismos en pleno almuerzo (11, 37-54). Pero aquí hay un
sentido especial. Ya no se trata sólo de guardarse contra la doctrina de los fariseos (Mateo 16, 6-
12) y del daño que ellos les harán (Mateo 10, 17 s.), sino de guardarse de no caer ellos mismos en
la hipocresía, contaminados por la contagiosa levadura de los fariseos (cf. Gálatas 2, 13 siguientes
y notas). Es decir, que no sólo hemos de predicar y confesar la verdad en plena luz (8, 17), sino
también saber que, aunque pretendiésemos usar de hipocresía, todo será descubierto finalmente
(versículo 3). No hemos de temer el decir la verdad (versículo 4 s.) y el confesar a Cristo (versículo
8) con todas sus paradojas y humillaciones (cf. 7, 23 y nota), pero sí temblar antes de deformar la
doctrina por conveniencias mundanas, porque ésa es la blasfemia contra el Santo Espíritu, que no
será perdonada (versículo 10; Mateo 12, 32; Marcos 3, 28 s.). Nótese en cambio la asombrosa
blandura de Jesús para las ofensas contra Él (versículo 10). Véase Marcos 4, 22 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 12 48
Os lo digo a vosotros, amigos míos, no temáis a los que matan el cuerpo y
4
después de esto nada más pueden hacer. 5Voy a deciros a quién debéis temer:
temed a Aquel que, después de haber dado la muerte, tiene el poder de arrojar
en la gehenna. Sí, os lo digo, a Aquel temedle.
Solicitud del Padre Celestial
¿No se venden cinco pájaros por dos ases? Con todo, ni uno solo es
6
olvidado de Dios. 7Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.
No tenéis vosotros que temer: valéis más que muchos pájaros.
8Yo os lo digo: a quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del
decir.”
13Entonces uno del pueblo le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que parta
no consiste en la abundancia de lo que posee.” 16Y les dijo una parábola: “Había
un rico, cuyas tierras habían producido mucho. 17Y se hizo esta reflexión: «¿Qué
7. Nos parece éste uno de los pasajes en que más se descubre la ternura del corazón de Cristo
para con nosotros. No piensa Él por cierto muy bien de los hombres (cf. Juan 2, 24 y nota), pero
nos ama, y por eso es que valemos para Él y para el Padre más que muchos pajarillos, aunque no
lo merezcamos. Contar todos los cabellos de nuestra cabeza es un extremo de amoroso interés a
que no llegaría la más cariñosa madre. ¿Dudaremos de estas palabras de Jesús porque son
demasiado hermosas? ¿Qué dogma puede haber más digno de fe y más obligatorio que las propias
palabras de Jesucristo?
11. Cf. 21, 14 y nota.
14. El Señor no se entromete en cosas temporales. De acuerdo con esta directiva, la Iglesia
prohíbe que sus ministros se mezclen en tales asuntos (II Timoteo 2, 4 y I Timoteo 3, 8). “Con
razón rehúsa ajustar diferencias mundanas Él que había venido a revelar los secretos celestiales”
(San Ambrosio). Véase 20, 25 y nota; Juan 18, 30. En las palabras Quién me ha constituido hay
como un recuerdo irónico de lo que ocurrió a Moisés cuando se rechazó su autoridad (Éxodo 2,
14; Hechos 7, 27). Véase Hechos 3, 22 y nota. “¡Qué ocasión habría tenido aquí Jesús para
intervenir como se lo pedían, si hubiera querido ganar influencia e imponer su reino en este
mundo!” (cf. Juan, 6, 15; 18, 36; Mateo 11, 12).
Evangelio según San Lucas Capítulo 12 49
voy a hacer? porque no tengo dónde recoger mis cosechas.» 18Y dijo: «He aquí
lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré unos mayores; allí
amontonaré todo mi trigo y mis bienes. 19Y diré a mi alma: Alma mía, tienes
cuantiosos bienes en reserva para un gran número de años; reposa, come, bebe,
haz fiesta.» 20Mas Dios le dijo: «¡Insensato! esta misma noche te van a pedir el
alma, y lo que tú has allegado, ¿para quién será?» 21Así ocurre con todo aquel
que atesora para sí mismo, y no es rico ante Dios.”
Confianza en la divina providencia
22 Y dijo a sus discípulos: “Por eso, os digo, no andéis solícitos por vuestra
vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué lo vestiréis. 23Porque la vida
vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. 24Mirad los cuervos:
no siembran, ni siegan, ni tienen bodegas ni graneros, y sin embargo Dios los
alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! 25¿Quién de vosotros
podría, a fuerza de preocuparse, añadir un codo a su estatura? 26Si pues no
podéis ni aun lo mínimo ¿a qué os acongojáis por lo restante? 27Ved los lirios
cómo crecen: no trabajan, ni hilan. Sin embargo, Yo os digo que el mismo
Salomón, con toda su magnificencia, no estaba vestido como uno de ellos. 28Si
pues a la yerba que está en el campo y mañana será echada al horno, Dios viste
así ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29Tampoco andéis afanados
por lo que habéis de comer o beber, y no estéis ansiosos. 30Todas estas cosas,
los paganos del mundo las buscan afanosamente; pero vuestro Padre sabe que
tenéis necesidad de ellas. 31Buscad antes su reino, y todas las cosas os serán
puestas delante.
32No tengas temor, pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre
daros el Reino. 33Vended aquello que poseéis y dad limosna. Haceos bolsas
que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no
llega, y donde la polilla no destruye. 34Porque allí donde está vuestro tesoro,
allí también está vuestro corazón.
Parábola de los servidores vigilantes
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas. 36Y sed
35
21. Jesús condena el atesorar ambiciosamente (I Timoteo 6, 9); no la ordenada economía,
como en 9, 17.
33 s. Vended aquello que poseéis: no se trata aquí de la pobreza total, como en el caso del
joven rico (18, 22). Ello no obstante, vemos que Jesús está tallando a la pequeña grey de sus
predilectos que han de compartir su reino (22, 28-30). No es de extrañar que, sin perjuicio de
mantener la situación en que la providencia del Padre ha colocado a cada uno y a su familia, les
aconseje desprenderse de lo que pueda ser un tropiezo para la vida espiritual, para no poseer con
ahínco ningún bien en que hayamos puesto el corazón (versículo 34) y que sea entonces como un
pequeño ídolo, rival de Dios.
Evangelio según San Lucas Capítulo 12 50
de que, cuando Él llegue y golpee, le abran en seguida. 37¡Felices esos
servidores, que el amo, cuando llegue, hallará velando! En verdad, os lo digo,
él se ceñirá, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles. 38Y si llega a la
segunda vela, o a la tercera, y así los hallare, ¡felices de ellos! 39Sabedlo bien;
porque si el dueño de casa supiese a qué hora el ladrón ha de venir, no dejaría
horadar su casa. 40Vosotros también estad prontos, porque a la hora que no
pensáis es cuando vendrá el Hijo del hombre.”
Juicio de los servidores
Entonces, Pedro le dijo: “Señor, ¿dices por nosotros esta parábola o
41
también por todos?” 42Y el Señor dijo: “¿Quién es pues el mayordomo fiel y
prudente, que el amo pondrá a la cabeza de la servidumbre suya para dar a su
tiempo la ración de trigo? 43¡Feliz ese servidor a quien el amo, a su regreso,
hallará haciéndolo así! 44En verdad, os digo, lo colocará al frente de toda su
hacienda. 45Pero si ese servidor se dice a sí mismo: «Mi amo tarda en regresar»,
y se pone a maltratar a los servidores y a las sirvientas, a comer, a beber, y a
37. Se pondrá a servirles: Jesús tiene derecho a que le creamos esta promesa inaudita, porque
ya nos dijo que Él es nuestro sirviente (22, 27), y que no vino para ser servido, sino para servir
(Mateo 20, 28). Por eso nos dice que entre nosotros el primero servirá a los demás (Mateo 20, 26
s.; Lucas 22, 26). En esto estriba sin duda el gran misterio escondido en la Escritura que dice “el
mayor servirá al menor” (Génesis 25, 23; Romanos 9, 12). Jesús, aun después de resucitado, sirvió
de cocinero a sus discípulos (Juan 21, 9-12). Él, que desde Isaías se hizo anunciar como “el servidor
de Yahvé” (Isaías 42, 1 s.; cf. Ezequiel 45, 22), quiere también reservarse, como cosa excelente y
digna de Él, esa función de servidor nuestro. Y debemos creerle, porque hizo algo mucho más
humillante que el servirnos y lavarnos los pies: se dejó escupir por los criados, y colgar desnudo
entre criminales, “reputado como uno de ellos” (22, 37; Marcos 15, 28; Isaías 53, 12). Vemos, que
la inmensidad de las promesas de Cristo, más aún que en la opulencia de darnos su misma realeza
y ponernos a su mesa y sentarnos en tronos (Lucas 22, 29 s.), está en el amor con que quiere
ponerse Él mismo a servirnos. El que no ama no puede comprender semejantes cosas, según enseña
San Juan (I Juan 4, 8).
40. El ilustre Cardenal Newman comenta a este respecto: “Sí, el Cristo debe venir algún día
tarde o temprano. Los espíritus del mundo se burlan hoy de nuestra falta de discernimiento; mas
quien haya carecido de discernimiento triunfará entonces. ¿Y qué piensa el Cristo de la mofa de
estos hombres de hoy? Nos pone en guardia expresamente, por su Apóstol, contra los burlones que
dirán: «¿Dónde está la promesa de su venida?» (II Pedro 3, 4). Preferiría ser de aquellos que, por
amor a Cristo y faltos de ciencia, toman por señal de su venida algún espectáculo insólito en el
cielo, cometa o meteoro, más bien que el hombre que por abundancia de ciencia y falta de amor,
se ríe de este error”. Véase 24, 42-44; Marcos 12, 33 s.; I Tesalonicenses 5, 2; II Pedro 3, 10;
Apocalipsis 3, 3; 16, 15.
42 s. Véase Mateo 24, 45-51; 25, 21; I Corintios 4, 2; 1 Pedro 4, 10.
44. Lo colocará al frente de toda su hacienda. Compárese con el versículo 37. Allí habla en
plural y se dirige a todos. Aquí habla en singular como en Mateo 24, 47 y se dirige a Pedro, a quien
había prometido las llaves del Reino (Mateo 16, 19).
45. “Abusa de su autoridad tanto más fácilmente cuanto que el amo tarda en venir, demora
que él supone ha de prolongarse indefinidamente y que interpreta como una señal de que no
volverá nunca (cf. II Pedro 3, 3-5)” Pirot.
Evangelio según San Lucas Capítulo 12 51
embriagarse, 46el amo de este servidor vendrá en día que no espera y en hora
que no sabe, lo partirá por medio, y le asignará su suerte con los que no
creyeron. 47Pero aquel servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no se
preparó, ni obró conforme a la voluntad de éste, recibirá muchos azotes. 48En
cambio aquel que, no habiéndola conocido, haya hecho cosas dignas de azotes,
recibirá pocos. A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho le será
demandado; y más aún le exigirán a aquel a quien se le haya confiado mucho.
El fuego de Jesús
Fuego vine a echar sobre la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté encendido!
49
50Un bautismo tengo para bautizarme, ¡y cómo estoy en angustias hasta que sea
cumplido! 51¿Pensáis que vine aquí para poner paz en la tierra? No, os digo,
sino división. 52Porque desde ahora, cinco en una casa estarán divididos: tres
contra dos, y dos contra tres. 53Estarán divididos, el padre contra el hijo, y el
hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra
contra su nuera, y la nuera contra su suegra.”
Las señales de los tiempos
Dijo también a la muchedumbre: “Cuando veis una nube levantarse al
54
poniente, luego decís: «Va a llover.» Y eso sucede. 55Y cuando sopla el viento
del mediodía, decís: «Habrá calor». Y eso sucede. 56Hipócritas, sabéis conocer el
aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo?
57¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
camino librarte de él, no sea que te arrastre ante el juez, que el juez te entregue
al alguacil y que el alguacil te meta en la cárcel. 59Yo te lo declaro, no saldrás
de allí hasta que no hayas reintegrado el último lepte.”
46. “Sería inútil, dice Buzy, tratar de suavizar el castigo, entendiéndolo por ejemplo de una
manera metafórica. Se trata aquí de una pena capital.” Es de notar cómo este pasaje, que muestra
la tremenda responsabilidad de los que tienen cura de almas (versículo 48) prueba al mismo tiempo,
contra la opinión de ciertos disidentes, que el plan de Cristo comporta la existencia de pastores
hasta que Él vuelva. Cf. Hechos 20, 17 y 18; I Timoteo 4, 14; Prefacio de Apóstoles.
48. Al mayordomo (versículo 41 s.) encarece Él especialmente esa continua espera de su venida
(versículo 35 s.). Este recuerdo le librará de abusar como si él fuese el amo (versículo 45 s.). Cf. 11,
45 s.; I Pedro 5, 1-4
51 s. Cf. Mateo 10, 34 s. Ésta es la explicación y el consuelo para los que están en inevitable
conflicto con familia o amigos por causa del Evangelio. Es necesario, dice San Pablo, que la división
muestre quiénes son aprobados por Dios (I Corintios 11, 19). Cf. 14. 26.
59. Lepte: moneda inferior a un centavo.
Evangelio según San Lucas Capítulo 13 52
Capítulo 13
Todos necesitamos arrepentirnos
1
En aquel momento llegaron algunas personas a traerle la noticia de esos
galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. 2Y
respondiendo les dijo: “¿Pensáis que estos galileos fueron los más pecadores de
todos los galileos, porque han sufrido estas cosas? 3Os digo que de ninguna
manera, sino que todos pereceréis igualmente si no os arrepentís. 4O bien
aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis
que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5Os digo
que de ninguna manera, sino que todos pereceréis igualmente si no os
convertís.”
La higuera estéril
6
Y dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña.
Vino a buscar fruto de ella, y no lo halló. 7Entonces dijo al viñador: «Mira, tres
años hace que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. ¡Córtala!
¿Por qué ha de inutilizar la tierra?» 8Más él le respondió y dijo: «Señor, déjala
todavía este año, hasta que yo cave alrededor y eche abono. 9Quizá dé fruto
en lo futuro; sino, la cortarás».”
La mujer encorvada
Un día sabático enseñaba en una sinagoga. 11Había allí una mujer que tenía
10
1 s. Como los amigos de Job, tenemos tendencia a pensar que los que reciben a nuestra vista
grandes pruebas son los más culpables. Jesús rectifica esta presunción de penetrar los juicios divinos
y de ver la paja en el ojo ajeno, mostrando una vez más, como lo hizo desde el principio de su
predicación (Marcos 15, 1 y nota), que nadie puede creerse exento de pecado y por consiguiente
que a todos es indispensable el arrepentimiento y la actitud de un corazón contrito delante de Dios.
3. El griego metanoeite es algo más que arrepentirse: pensar de otro modo. Equivale al
“renunciarse”. Cf. 9, 23 y nota.
6. La higuera estéril es la Sinagoga. Jesús le consiguió del Padre, al cabo de tres años de
predicación desoída, el último plazo para arrepentirse (versículo 5), que puede identificarse con el
llamado tiempo de los Hechos de los Apóstoles, durante el cual, no obstante el deicidio, Dios le
renovó, por boca de Pedro y Pablo, todas las promesas antiguas. Desechada también esta
predicación apostólica, perdió Israel su elección definitivamente y San Pablo pudo revelar a los
gentiles, con las llamadas Epístolas de la cautividad, la plenitud del Misterio de la Iglesia (Hechos
28, 28 y 31 y notas; Efesios 1, 1 siguientes y notas). En sentido más amplio la higuera estéril es figura
de todos los hombres que no dan los frutos de la fe, como se ve también en la Parábola de los
talentos (Mateo 25, 14 s.).
Evangelio según San Lucas Capítulo 13 53
pueblo: “Hay seis días para trabajar; en esos días podéis venir para haceros
curar, y no el día de sábado.” 15Mas Jesús le replicó diciendo: “Hipócritas, ¿cada
uno de vosotros no desata su buey o su asno del pesebre, en día sabático, para
llevarlo al abrevadero? 16Y a ésta, que es una hija de Abrahán, que Satanás tenía
ligada hace ya dieciocho años, ¿no se la había de libertar de sus ataduras, en
día sabático?” 17A estas palabras, todos sus adversarios quedaron anonadados
de vergüenza, en tanto que la muchedumbre entera se gozaba de todas las cosas
gloriosas hechas por Él.
Parábola del grano de mostaza y de la levadura
18
Dijo entonces: “¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué podré
compararlo? 19Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y fue
a sembrar en su huerta; creció, vino a ser un árbol, y los pájaros del cielo
llegaron a anidar en sus ramas.”
20Dijo todavía: “¿Con qué podré comparar el reino de Dios? 21Es semejante
23Le dijo uno: “Señor, ¿los que se salvan serán pocos?” 24Les respondió: “Pelead
para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os lo declaro, tratarán de
entrar y no podrán. 25En seguida que el dueño de casa se haya despertado y
haya cerrado la puerta, vosotros, estando fuera, os pondréis a llamar a la puerta
diciendo: «¡Señor, ábrenos!» Más él respondiendo os dirá: «No os conozco (ni
sé) de dónde sois.» 26Entonces comenzaréis a decir: «Comimos y bebimos
18 s. Dijo entonces: Como observa Pirot, estas palabras (y las análogas del versículo 20)
vinculan lo que sigue con los versículos 15 y s., en que Jesús está reprochando a los fariseos su
hipocresía que en 12, 1 llamó levadura. De ahí que algunos refieren a ellos estas dos parábolas, que
Lucas trae aquí sueltas a diferencia de Mateo 13. El grano de mostaza (cf. Mateo 13, 318.; Marcos
4, 32) que puede también representar la técnica de la pequeñez, según la cual Dios bendice lo que
comienza humildemente como empezaron los apóstoles, se refiere a la planta trassica nigra que,
como la cizaña, es una plaga por su crecimiento excesivo. En tal caso los pájaros (versículo 19)
serían semejantes a los de Mateo 13, 4 y nota. Sobre la levadura cf. Mateo 13, 33 y nota.
24. Como observan algunos exegetas, estas palabras de Jesús no parecen las mismas de Mateo
7, 13, donde no se habla de esforzarse y se trata más bien de un pasaje que de una puerta. La
imagen es sumamente gráfica, pues hace comprender que, así como nos esforzamos por hacernos
pequeños para poder pasar por una portezuela en que no caben los grandes, así hemos de luchar
por hacernos pequeños para poder entrar en ese reino que está exclusivamente reservado a los que
se hacen niños según lo dice Jesús. Cf. 10, 21; Mateo 18, 1-4; Marcos 10, 15.
26. Enseñaste en nuestras plazas: En el versículo 27, Él insiste en decir que no los conoce.
Además, escrito está que “nadie oirá su voz en las plazas”, porque Él no será turbulento (cf. Mateo
12, 19 y nota). Si ellos escucharon, pues, fue a otros, como se lo anunció Jesús (Juan 5, 43 y nota);
a otros que no buscaban la gloria del que los envió, sino la propia gloria (Juan 7, 18 y nota), por
lo cual no podían tener fe (Juan 5, 44 y nota). Ésos no eran por tanto, los verdaderos discípulos a
Evangelio según San Lucas Capítulo 14 54
delante de ti, y enseñaste en nuestras plazas.» 27Pero él os dirá: «Os digo, no sé
de dónde sois. Alejaos de mí, obradores todos de iniquidad.» 28AlIí será el llanto
y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos
los profetas en el reino de Dios, y a vosotros arrojados fuera. 29Y del oriente y
del occidente, del norte y del mediodía vendrán a sentarse a la mesa en el reino
de Dios. 30Y así hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.”
El zorro Herodes
En ese momento se acercaron algunos fariseos, para decirle: “¡Sal, vete de
31
aquí, porque Herodes te quiere matar!” 32Y les dijo: “Id a decir a ese zorro: «He
aquí que echo demonios y obro curaciones hoy y mañana; el tercer día habré
terminado. 33Pero hoy, mañana y al otro día, es necesario que Yo ande, porque
no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén».
¡Ay de Jerusalén!
34
Jerusalén, Jerusalén, tú que matas a los profetas, y apedreas a los que te
son enviados, ¡cuántas veces quise Yo reunir a tus hijos, como la gallina reúne
su pollada debajo de sus alas, y vosotros no lo habéis querido! 35Ved que
vuestra casa os va a quedar desierta. Yo os lo digo, no me volveréis a ver, hasta
que llegue el tiempo en que digáis: «¡Bendito el que viene en nombre del
Señor!»”
Capítulo 14
Jesús sana a un hidrópico
Como Él hubiese ido a casa de un jefe de los fariseos, un día sabático a
1
quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha” (Lucas 10, 16), sino los falsos profetas
sobre los cuales tanto había prevenido Él. Cf. Mateo 7, 15 y nota.
27. Véase Mateo 15, 8, citando a Isaías 29, 13. Mateo 7, 23; 25, 41. Condena Jesús
anticipadamente a aquellos cristianos que se contentan con el solo nombre de tales y con la
vinculación exterior a la Iglesia.
33. Ni los fariseos, ni Herodes logran intimidarlo. Él va a morir libremente cuando haya
llegado su hora. Cuando ésta llega, lo vemos con sublime empeño “adelantarse” hacia Jerusalén,
sin que nada ni nadie pueda detenerlo. Véase 9, 51; 18, 31; 19, 28. San Pablo lo imitará. Cf. Hechos
21, 4.
34. Jesús está hablando en singular con Jerusalén. El plural que usa luego alude sin duda a los
jefes de la Sinagoga. Cf. Mateo 23, 37.
35. En Mateo 23, 39 el Señor pronuncia este mismo vaticinio del Salmo 117, 26, al terminar
su último gran discurso en el Templo. Véase allí la nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 14 55
pronto de allí, aun en día de sábado?” 6Y no fueron capaces de responder a
esto.
Parábola de los primeros puestos
7 Observando cómo elegían los primeros puestos en la mesa, dirigió una
parábola a los invitados, diciéndoles: 8“Cuando seas invitado a un convite de
bodas, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya allí otro convidado
objeto de mayor honra que tú 9y viniendo el que os convidó a ambos, te diga:
«Deja el sitio a éste», y pases entonces, con vergüenza, a ocupar el último lugar.
10
Por el contrario, cuando seas invitado, ve a ponerte en el último lugar, para
que, cuando entre el que te invitó, te diga: «Amigo, sube más arriba.» Y entonces
tendrás honor a los ojos de todos los convidados. 11Porque el que se levanta,
será abajado; y el que se abaja, será levantado.”
12También dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una
en el reino de Dios!” 16Mas Él le respondió: “Un hombre dio una gran cena a
la cual tenía invitada mucha gente. 17Y envió a su servidor, a la hora del festín,
a decir a los convidados: «Venid, porque ya todo está pronto». 18Y todos a una
comenzaron a excusarse. El primero le dijo: «He comprado un campo, y es
preciso que vaya a verlo; te ruego me des por excusado». 19Otro dijo: «He
comprado cinco yuntas de bueyes, y me voy a probarlas; te ruego me tengas
por excusado». 20Otro dijo: «Me he casado, y por tanto no puedo ir». 21El
7 s. El humilde huye de los primeros puestos como por instinto, porque sabe que esto agrada
al Padre Celestial. “El hombre según el Corazón de Dios, hace siempre lo que Él quiere; une su
corazón al Corazón de Dios; une su alma al Espíritu Santo; quiere lo que Dios quiere, y no quiere
lo que Él no quiere” (San Crisóstomo).
10. Véase Proverbios 25, 6 s.; Mateo 23, 12; Lucas 1, 52; 18, 14; I Pedro 5, 5.
14. La resurrección de los justos: Cf. 20, 35; Juan 5, 25 s.; 6, 39 s.; 11, 25 s.; Apocalipsis 20,
6; I Corintios 15, 22 s.; 15, 51 s. (texto griego); I Tesalonicenses 4, 16; Filipenses 3, 11; Hechos 4, 2;
24, 15.
16. En la presente parábola el que convida es el Padre Celestial, la cena es figura del reino de
Dios. Los primeros convidados son los hijos de Israel, que, por no aceptar la invitación, son
reemplazados por los pueblos paganos. Véase Mateo 22, 2-14.
17. Jesús, siervo de Yahvé (Isaías 42, 1 s.), se retrata aquí admirablemente como tal y muestra
que venía a la hora del festín, es decir, cuando todo estaba dispuesto para el cumplimiento de las
profecías (cf. Romanos 15, 8; Juan 18, 36 s.). Bien sabía Él que lo iban a rechazar y por eso anuncia
(versículo 23 s.) la entrada del nuevo pueblo de que habla Santiago en Hechos 15, 13 s. Cf. Isaías
35, 5 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 14 56
servidor se volvió a contar todo esto a su amo. Entonces, lleno de ira el dueño
de casa, dijo a su servidor: «Sal en seguida a las calles y callejuelas de la ciudad;
y tráeme acá los pobres, y lisiados, y ciegos y cojos». 22El servidor vino a decirle:
«Señor, se ha hecho lo que tú mandaste, y aún hay sitio». 23Y el amo dijo al
servidor: «Ve a lo largo de los caminos y de los cercados, y compele a entrar,
para que se llene mi casa. 24Porque yo os digo, ninguno de aquellos varones
que fueron convidados gozará de mi festín».”
El amor de preferencia
25
Como grandes muchedumbres le iban siguiendo por el camino, se volvió
y les dijo: 26“Si alguno viene a Mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer,
a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun también a su propia vida,
no puede ser discípulo mío. 27Todo aquel que no lleva su propia cruz y no
anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío.
28Porque, ¿quién de entre vosotros, queriendo edificar una torre, no se
sienta primero a calcular el gasto y a ver si tiene con qué acabarla? 29No sea
que, después de haber puesto el cimiento, encontrándose incapaz de acabar,
todos los que vean esto comiencen a menospreciarlo 30diciendo: «Este hombre
se puso a edificar, y ha sido incapaz de llegar a término». 31¿O qué rey,
marchando contra otro rey, no se pone primero a examinar si es capaz, con
diez mil hombres, de afrontar al que viene contra él con veinte mil? 32Y si no
lo es, mientras el otro está todavía lejos, le envía una embajada para pedirle la
paz. 33Así, pues, cualquiera que entre vosotros no renuncia a todo lo que
posee, no puede ser discípulo mío.
34La sal es buena, más si la sal pierde su fuerza, ¿con qué será sazonada? 35Ya
25. Los proselitistas humanos hallarían muy sorprendente esta política de Jesús: Cuando
inmensas multitudes lo siguen (cf. 12, 1) Él, en lugar de atraerlas con promesas, como suele hacerse,
pone en el más fuerte aprieto la sinceridad de su adhesión (véase 9, 57 s.). Con ello nos da una de
las grandes muestras de su divina verdad. Cf. 12, 22 y nota.
26. Quiere decir simplemente que en el orden de los valores Jesús ocupa el primer lugar, aun
frente a los padres. Nótese que, si bien el honrar padre y madre es un gran mandamiento del mismo
Dios, Jesús se declara Él mismo instrumento de discordia en las familias (véase 12, 51 y nota), y nos
previene que los enemigos estarán en la propia casa (Mateo 10, 34 s.), donde el ambiente mundano
o farisaico se burlará de los discípulos como lo hacían del Maestro sus propios parientes. Cf. Marcos
3, 21; Juan 7, 3-5 y notas.
27. Cf. 9, 23; Mateo 10, 38; 16, 24; Marcos 8, 34; Gálatas 6, 14.
33. Es notable que la conclusión de Jesús no nos habla de aumentar nuestros recursos propios,
como parecería deducirse de la parábola. Es para enseñarnos que Satanás será siempre más fuerte
que nosotros, si pretendemos combatirlo con las armas nuestras (cf. 9, 24 y nota) y sin el auxilio
que el mismo Dios nos da por la gracia (I Pedro 5, 8 s.). Cf. 9, 24; Mateo 10, 39; Juan 15, 5 y notas.
34 s. La sal, símbolo de la sabiduría sobrenatural, representa a los que han de difundirla en
nombre de Jesús. Si ellos pierden la buena doctrina, se hacen despreciables ante Dios como el
Evangelio según San Lucas Capítulo 15 57
Capítulo 15
Parábola de la oveja descarriada
1Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírlo. 2Mas los
fariseos y los escribas murmuraban y decían: “Este recibe a los pecadores y come
con ellos.” 3Entonces les dirigió esta parábola: 4“¿Qué hombre entre vosotros,
teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las otras noventa y
nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida, hasta que la halle? 5Y cuando
la hallare, la pone sobre sus hombros, muy gozoso, 6y vuelto a casa, convoca a
amigos y vecinos, y les dice: «Alegraos conmigo, porque hallé mi oveja, la que
andaba perdida». 7Así, os digo, habrá gozo en el cielo, más por un solo pecador
que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de
convertirse.
La dracma perdida
8
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si llega a perder una sola dracma,
no enciende un candil y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la halla?
9Y cuando la ha encontrado, convoca a las amigas y las vecinas, y les dice:
estiércol. La corrupción de la grey, dicen San Jerónimo y San Ambrosio, será siempre el síntoma de
que los ministros del Evangelio se han desvirtuado. Cf. 11, 52 y nota.
4. Empiezan aquí las tres parábolas llamadas de la misericordia, en que Jesús nos muestra,
como una característica del Corazón de su Padre, la predilección con que su amor se inclina hacia
los más necesitados, contrastando con la mezquindad humana, que busca siempre a los
triunfadores.
8. La dracma equivale a un peso argentino.
10. Si para nuestro corazón, tan pobre, es un gozo incomparable presenciar la conversión de
un amigo que había perdido la fe, ¿qué será esa alegría de los ángeles, que hallan corta la eternidad
para alabar y querer y bendecir y agradecer?
11. La parábola del hijo pródigo es sin duda una de las más bellas y trascendentales revelaciones
del Corazón misericordioso del Padre celestial. Todos somos hijos pródigos, pecadores. En la
primera parte describe Jesús la separación de Dios por parte del hombre; en la segunda, la vuelta
del pecador a Dios; en la tercera, el recibimiento del pecador por parte del Padre. Algunos
expositores antiguos y modernos refieren la parábola a la vocación de los gentiles, figurando el hijo
menor a éstos, y el mayor, a los judíos. Falta, empero, el elemento esencial, pues ni Israel pudo
llamarse fiel como el hijo mayor, ni puede decirse que hubiese en la gentilidad un alejamiento y
una vuelta al hogar, pues nunca había estado en él (Efesios 2, 12; cf. Isaías 54, 1 y nota). La
enseñanza de esta parábola es, pues, eminentemente íntima e individual como en 5, 32 y en la
perícopa de Juan 8, 1-11 (que según Joüon y otros corresponde también a Lucas. Cf. 21, 38 y nota).
Evangelio según San Lucas Capítulo 15 58
su haber. 13Pocos días después, el menor, juntando todo lo que tenía, partió
para un país lejano, y allí disipó todo su dinero, viviendo perdidamente.
14Cuando lo hubo gastado todo, sobrevino gran hambre en ese país, y comenzó
delante de ti. 19Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno
de tus jornaleros». 20Y levantándose se volvió hacia su padre.
Véase el comentario al versículo 28 y los versículos 1-3, que muestran claramente la ocasión en que
Jesús habló y lo que quiso enseñar. Darle un sentido histórico sería desviar la atención de su inmenso
significado espiritual, infalible para convertir a cualquier pecador que no esté perdido por la
soberbia. Cf. Juan 6, 37; Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5.
17. La vuelta del pecador a Dios comienza siempre con el serio entrar en sí mismo, porque sin
ello “la fascinación de la bagatela nos oculta los verdaderos bienes” (Sabiduría 4, 12). “La tierra está
llena de desolación, dice el profeta, porque no hay quien se concentre en su corazón” (Jeremías
12, 11). Para esto nos envía Dios la prueba saludable del dolor que los obliga a meditar, si es que
no queremos entregarnos a la desesperación. Entonces, la Palabra de Dios es el instrumento de la
sabiduría que transforma el corazón mediante la luz. Véase Proverbios 4, 23; 22, 17; Eclesiástico 1,
18; 24, 37; 37, 21; 39, 6; 51, 28; Salmo 1, 1 s.; 18, 8; Jeremías 24, 7; 30, 21; Baruc 2, 31; Ezequiel
36, 2í; Mateo 15, 19; Lucas 6, 45; Hebreos 13, 9, etc.
19. Hazme como uno de tus jornaleros: Notemos que esto se propone decirlo el hijo, y es
una prueba de la humildad necesaria en la conversión. Pero cuando está ante el padre, ya no
alcanza a decir esas palabras (versículo 21), porque éste se lo impide con el estallido de su amor
generoso (versículo 22). ¡Qué bien predica aquí el “misionero” Jesús, para hacernos comprender
lo que es el Corazón de “su Padre y nuestro Padre”! (Juan 20, 17). Él no impone su santo Espíritu;
pero, apenas lo deseamos, nos lo prodiga (Lucas 11, 13 y nota), junto con su perdón y sus favores,
como si el beneficiado fuera Él. Quien descubre así lo que es Dios —como lo habrá sentido Abrahán
cuando el ángel le detuvo el brazo en el sacrificio de Isaac— ¿qué podrá ya pedir o esperar del
mundo?
20. Cuando estaba todavía lejos: Jesús revela aquí los más íntimos sentimientos de su divino
Padre que, lejos de rechazarnos y mirarnos con rigor a causa de nuestras miserias y pecados, nos
sale a buscar cuando estamos todavía lejos. Notemos que si Adán se escondió después del pecado
(Génesis 3, 8 s.) fue porque no creyó que Dios fuese bastante bueno para perdonarlo. Es decir que
el disimulo y el miedo vienen de no confiar en Dios como Padre. Por donde vemos que la
desconfianza es mucho peor que el pecado mismo, pues a éste lo perdona Dios fácilmente, en tanto
que aquélla impide el perdón y, al quitarnos la esperanza de conseguirlo, nos aparta de la
contrición, arrastrándonos a nuevos pecados, hasta el sumo e irremediable pecado de la
desesperación, que es el característico de Caín (Génesis 4, 3), de Judas (Mateo 27, 3-5) y del mismo
Satanás. También la mentira viene de la desconfianza, pues si creyéramos en la bondad de Dios,
que nos perdona lisa y llanamente, total y gratuitamente, no recurriríamos a buscar excusas por
nuestros pecados, ni nos sería doloroso, sino al contrario, muy grato, declararnos culpables para
sentir la incomparable dulzura del perdón (véase Salmo 50, 10 y nota). El que duda de ser
perdonado por sus faltas, ofende a Dios mucho más que con esas faltas porque lo está tratando de
falso, ya que ese divino Padre ha prometido mil veces el perdón, haciéndonos saber que “Él es
bueno con los desagradecidos y malos” (6, 35). Hay en esto también una enseñanza definitiva dada
a los padres de familia, para que imiten más que nadie, en el trato con sus hijos, la misericordia del
Evangelio según San Lucas Capítulo 16 59
Y cuando estaba todavía lejos, su padre lo vio, y se le enternecieron las
entrañas, y corriendo a él, cayó sobre su cuello y lo cubrió de besos. 21Su hijo
le dijo: «Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado
hijo tuyo». 22Pero el padre dijo a sus servidores: «Pronto traed aquí la ropa, la
primera, y vestidlo con ella, traed un anillo para su mano, y calzado para sus
pies; 23y traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y hagamos fiesta:
24porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y
cerca de la casa, oyó música y coros. 26Llamó a uno de los criados y le averiguó
qué era aquello. 27Él le dijo: «Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha matado el
novillo cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. 28Entonces se indignó
y no quería entrar. Su padre salió y lo llamó. 29Pero él contestó a su padre: «He
aquí tantos años que te estoy sirviendo y jamás he transgredido mandato
alguno tuyo; y a mí nunca me diste un cabrito para hacer fiesta con mis amigos.
30Pero cuando tu hijo, éste que se ha comido toda su hacienda con meretrices,
ha vuelto, le has matado el novillo cebado». 31El padre le dijo: «Hijo mío, tú
siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32Pero estaba bien hacer fiesta y
regocijarse, porque este hermano tuyo había muerto, y ha revivido; se había
perdido, y ha sido hallado».”
Capítulo 16
Parábola del administrador infiel
Dijo también, dirigiéndose a sus discípulos: “Había un hombre rico, que
1
tenía un mayordomo. Este le fue denunciado como que dilapidaba sus bienes.
2Lo hizo venir y le dijo: «¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu
Padre Celestial (cf. 6, 36 y nota), y sepan que los inducen a la mentira, más que a la contrición, si
usan un rigor inexorable que les haga dudar de su perdón.
28. El hijo mayor, que no podía comprender la conducta del padre para con el menor, viene
a estar más lejos de Dios que su hermano arrepentido. Él es imagen de quienes, creyéndose
usufructuarios exclusivos del reino de Dios, se sienten ofendidos cuando Dios es más misericordioso
que ellos. Por eso el hijo “justo” recibe una reconvención, mientras su hermano pecador goza de
la dicha de ser acogido festivamente por su padre y, al sentirse perdonado, crece en el amor (véase
7, 47). Nótese que esta parábola fue dirigida a los fariseos, como se ve en los versículos 1-3.
6. El barril corresponde al bat hebreo = 36,4 litros.
Evangelio según San Lucas Capítulo 16 60
7
Luego dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?» Éste le dijo: «Cien medidas de trigo».
Le dijo: «Aquí tienes tu vale, escribe ochenta». 8Y alabó el señor al inicuo
mayordomo, porque había obrado sagazmente. Es que los hijos del siglo en sus
relaciones con los de su especie, son más listos que los hijos de la luz.
9Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la inicua riqueza
15 Entonces les dijo: “Vosotros sois los que os hacéis pasar por justos a los ojos
7. Cien medidas hebreas son 364 hectolitros.
8. Los hijos de la luz son los hijos del reino de Dios. Jesús no alaba las malas prácticas del
administrador, sino la habilidad en salvar su existencia. Como el administrador asegura su porvenir,
así nosotros podemos “atesorar riquezas en el cielo” (Mateo 6, 20) y no hemos de ser menos
previsores que él. Aun las “riquezas de iniquidad” han de ser utilizadas para tal fin. Es de notar que
no se trata de un simple individuo sino de un mayordomo y que las liberalidades con que se salvó
no fueron a costa de sus bienes propios sino a costa de su amo, que es rico y bueno. ¿No hay aquí
una enseñanza también para los pastores, de predicar la bondad y la misericordia de Dios, que
viene de su amor (Efesios 2, 4), guardándose de “colocar pesadas cargas sobre los hombros de los
demás?” (Mateo 23, 4). Cf. Jeremías 23, 33-40 y nota; Catecismo Romano III 2, 36; IV, 9, 7 s.
9. Enseñanza concordante con la de 11, 40.
10. En lo muy poco: He aquí una promesa, llena de indecible suavidad, porque todos nos
animamos a hacer lo muy poco, si es que queremos. Y Él promete que este poquísimo se convertirá
en mucho, como diciendo: No le importa a mi Padre la cantidad de lo que hacéis, sino el espíritu
con que obráis (cf. Proverbios 4, 23). Si sabéis ser niños, y os contentáis con ser pequeños (cf. Mateo
18, 1 s.), Él se encargará de haceros gigantes, puesto que la santidad es un don de su Espíritu (I
Tesalonicenses 4, 8 y nota). De aquí sacó Teresa de Lisieux su técnica de preferir y recomendar las
virtudes pequeñas más que las “grandes” en las cuales fácilmente se infiltra, o la falaz presunción,
como dice el Kempis, que luego falla como la de Pedro (Juan 13, 37 s.), o la satisfacción venosa del
amor propio, como en el fariseo que Jesús nos presenta (18, 9 s.), cuya soberbia, notémoslo bien,
no consistía en cosas temporales, riquezas o mando, sino en el orden espiritual, en pretender que
poseía virtudes.
12. Lo ajeno son los bienes temporales, pues pertenecen a Dios que los creó (Salmo 23, 1 s.;
49, 12), y los tenemos solamente en préstamo; porque Él, al dárnoslos, no se desprendió de su
dominio, y nos los dio para que con ellos nos ganásemos lo nuestro, es decir, los espirituales y
eternos (versículo 9), únicos que el Padre celestial nos entrega como propios. Para la adquisición
de esta fortuna nuestra, influye grandemente, como aquí enseña Jesús, el empleo que hacemos de
aquel préstamo ajeno.
15. Abominable. “Tumba del humanismo” ha sido llamada esta sentencia de irreparable
divorcio entre Cristo y los valores mundanos. Cf. I Corintios capítulos 1-3.
Evangelio según San Lucas Capítulo 16 61
de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones. Porque lo que entre los
hombres es altamente estimado, a los ojos de Dios es abominable.
16La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ese momento el reino de
tilde de la Ley.
18Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y
16. El Mesías-Rey vino a lo propio, “y los suyos no lo recibieron” (Juan 1, 11). Su realeza fue
apenas reconocida por un instante, el día de su entrada triunfal en Jerusalén (véanse las
aclamaciones del pueblo en 19, 38; Mateo 21, 9; Marcos 11, 10; Juan 12, 13). Algunos han
interpretado metafóricamente el pasaje paralelo de Mateo 11, 12, en el sentido de que, para
conquistar el Reino, hemos de hacer violencia a Dios con la confianza; y otros, que hemos de
violentar nuestras malas inclinaciones. El contexto de ambos Evangelios muestra que el Señor no
trata aquí de doctrina sino de profecía. Además, si este pasaje tuviera un sentido metafórico, nunca
habría dicho que todos hacían violencia para entrar al Reino de los cielos, ya que desgraciadamente
sucedía todo lo contrario con el rechazo de Cristo. Cf. 17, 20 s.; Mateo 17, 10 s.; Isaías 35, 5 y
notas.
18. El divorcio es contrario a la ley de Dios, aunque fuera aprobado en un país por la
unanimidad de los legisladores. Véase Mateo 5, 32; Marcos 10, 11 s., I Corintios 7, 10.
21. Después de rico la Vulgata añade: y nadie le daba. Es una inserción proveniente de 15, 16.
25. Recibiste tus bienes: es decir, el que sólo aspira a la felicidad temporal ya tuvo lo que
deseaba, como enseña Jesús (6, 24; 18, 22 y nota; Mateo 6, 2; 5, 16), y no puede pretender lo
eterno, pues no lo quiso. Véase también Mateo 10, 39; II Pedro 2, 13 y notas.
26. Cf. Marcos 9, 43; Isaías 66, 24.
Evangelio según San Lucas Capítulo 17 62
Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va junto a ellos, se arrepentirán».
31Él, empero, le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán
Capítulo 17
El escándalo
1
Dijo a sus discípulos: “Es inevitable que sobrevengan escándalos, pero, ¡ay
de aquel por quien vienen! 2Más le valdría que le suspendiesen una piedra de
molino alrededor del cuello, y lo echasen al mar, que escandalizar a uno de
estos pequeños. 3Mirad por vosotros.
Perdón ilimitado de las ofensas
Si uno de tus hermanos llega a pecar, repréndelo; y si se arrepiente,
perdónalo. 4Y si peca siete veces en un día contra ti, y siete veces vuelve a ti y
te dice: «Me arrepiento», tú le perdonarás.”
Poder de la fe
5Y los apóstoles dijeron al Señor: “Añádenos fe.” 6Y el Señor dijo: “Si
tuvierais alguna fe, aunque no fuera más grande que un grano de mostaza,
diríais a este sicómoro: «Desarráigate y plántate en el mar», y él os obedecería.
7 ¿Quién de vosotros, que tenga un servidor, labrador o pastor, le dirá
cuando éste vuelve del campo: «Pasa en seguida y ponte a la mesa?» 8¿No le
dirá más bien: «Prepárame de comer; y ceñido sírveme luego hasta que yo haya
comido y bebido, y después comerás y beberás tú?» 9¿Y acaso agradece al
servidor por haber hecho lo que le mandó? 10Así también vosotros, cuando
31. Solemos pensar que la vista de un milagro sería suficiente para producir una conversión
absoluta. Jesús muestra aquí que ésta es una ilusión (cf. Juan 23 s.) y que la conversión viene de la
Palabra de Dios escuchada con rectitud (Mateo 13, 1 s.). La fe, dice San Pablo, viene del oír
(Romanos 10, 17).
1. Véase Mateo 18, 7; Marcos 9, 41.
4. Siete veces en un día quiere decir: muchísimas veces, siempre. En Mateo (18, 22) dice el
Señor: setenta veces siete. Dios nos da el ejemplo en 6, 35 s. Cf. 15, 21; Juan 8, 1-11.
5 s. Los discípulos piden un aumento como quien ya tiene algo de fe. Jesús los desilusiona
sobre eso que creen tener. Véase Mateo 17, 20; 21, 21; Marcos 11, 23.
10. “Entregarse todo entero y considerarse siervo inútil es una cosa preciosa para el hombre
espiritual. Porque el que lo ha hecho es el que descubre fácilmente cuan mal sabe hacerlo. Y como
desea hacerlo cada vez más, pues ha encontrado en ello su reposo, vive pidiendo al Padre que le
enseñe a entregarse, comprendiendo que todo cuanto pueda hacer en ese sentido es también obra
de la gratuita misericordia de ese Dios cuyo Hijo vino a buscar pecadores y no justos, y sin el cual
nada podemos. De ahí que al hombre espiritual ni siquiera se le ocurre pensar —como lo hace el
hombre natural— que es dura e injusta esa palabra de Jesús al decir que nos llamemos siervos
inútiles, pues el espiritual se da cuenta de que ser así, inútil, no sólo es una enorme verdad que en
vano se pretendería negar, sino que es también lo que más le conviene para su ventaja, pues a los
hambrientos Dios lo llena de bienes, en tanto que si él fuera rico espiritualmente (o mejor: si
Evangelio según San Lucas Capítulo 17 63
hubiereis hecho todo lo que os, está mandado, decid: «Somos siervos inútiles,
lo que hicimos, estábamos obligados a hacerlo».”
Los diez leprosos
Siguiendo su camino hacia Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12Y al
11
entrar en una aldea, diez hombres leprosos vinieron a su encuentro, los cuales
se detuvieron a la distancia, 13y, levantando la voz, clamaron: “Maestro Jesús,
ten misericordia de nosotros.” 14Viéndolos, les dijo: “Id, mostraos a los
sacerdotes.” Y mientras iban, quedaron limpios. 15Uno de ellos, al ver que había
sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, 16y cayó sobre su rostro
a los pies de Jesús dándole gracias, y éste era samaritano. 17Entonces Jesús dijo:
“¿No fueron limpiados los diez? ¿Y los nueve dónde están? 18¿No hubo quien
volviese a dar gloria a Dios sino este extranjero?” 19Y le dijo: “Levántate y vete;
tu fe te ha salvado.”
Las dos venidas del Mesías
20
Interrogado por los fariseos acerca de cuándo vendrá el reino de Dios, les
respondió y dijo: “El reino de Dios no viene con advertencia, 21ni dirán: «¡Está
aquí!» o «¡Está allí!» porque ya está el reino de Dios en medio de vosotros.”
22Dijo después a sus discípulos: “Vendrán días en que desearéis ver uno solo
de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23Y cuando os digan: «¡Está allí!»
o «¡Está aquí!» no vayáis allí y no corráis tras de él. 24Porque, como el
relámpago, fulgurando desde una parte del cielo, resplandece hasta la otra, así
pretendiera serlo) sería despedido sin nada, como enseña María (Lucas 1, 53). Vemos que en esto
de ser siervo inútil está, no una censura o reproche de Jesús, sino todo lo contrario: nada menos
que la bienaventuranza de los pobres en el espíritu (Mateo 5, 3 y nota). Así es la suavidad inefable
del Corazón de Cristo: cuando parece exigirnos algo, en realidad nos está regalando. Y bien se
entiende esto, pues a Él ¿qué le importaría que hiciéramos tal cosa o tal otra, si no buscara nuestro
bien... hasta con su Sangre? De ahí que la característica del hombre espiritual sea ésta: se sabe amado
de Dios y por eso no se le ocurre suponerle intenciones crueles, aunque Él a veces disimule su
bondad bajo un tono que nos parece severo, como al niño cuando el padre lo manda a dormir la
siesta. Porque Él nos dice que no piensa en obligarnos sino en darnos paz (Jeremías 29, 11).” Sobre
la diferencia entre el hombre espiritual y el que no lo es, véase I Corintios 2, 10 y 14.
18. Gloria a Dios: Una vez más hace resaltar Jesús que la gloria de Dios consiste en el
reconocimiento de sus beneficios. La alabanza más repetida en toda la Escritura dice: “Alabad al
Señor porque es bueno, porque su misericordia permanece para siempre” (Salmo 135, 1 ss., etc.).
Sobre el “extranjero”, véase 9, 53 y nota.
20 s. Jesús se presentó en la humildad para probar la fe de Israel; pero las profecías, como
también los milagros, mostraban que era el Mesías. Cf. 16, 16 y nota. Como observan el P. de la
Brière y muchos otros, el sentido no puede ser que el reino está dentro de sus almas, pues Jesús
está hablando con los fariseos.
24. Ahora Jesús habla con los discípulos y alude a su segunda venida, que será bien notoria
como el relámpago (Mateo 24, 23; Marcos 13, 21; Apocalipsis 1, 7). Antes de este acontecimiento
se presentarán muchos falsos profetas y será general el descreimiento y la burla como en tiempos
de Noé y de Lot (Génesis 7, 7; 19, 25; II Pedro 3, 3 s.). No cabe duda de que nuestros tiempos se
parecen en muchos puntos a lo predicho por el Señor. Cf. 18, 8 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 18 64
será el Hijo del hombre, en su día. 25Mas primero es necesario que él sufra
mucho y que sea rechazado por la generación esta. 26Y como fue en los días
de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. 27Comían, bebían, se
casaban (los hombres), y eran dadas en matrimonio (las mujeres), hasta el día
en que Noé entró en el arca, y vino el cataclismo y los hizo perecer a todos.
28Asimismo, como fue en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían,
plantaban, edificaban; 29más el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo
una lluvia de fuego y de azufre, y los hizo perecer a todos. 30Conforme a estas
cosas será en el día en que el Hijo del hombre sea revelado. 31En aquel día,
quien se encuentre sobre la azotea, y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje
a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por
las que dejó atrás. 32Acordaos de la mujer de Lot. 33El que procurare conservar
su vida, la perderá; y el que la pierda, la hallará. 34Yo os digo que, en aquella
noche, dos hombres estarán reclinados a una misma mesa: el uno será tomado,
el otro dejado; 35dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, la
otra dejada. 36[Estarán dos en el campo; el uno será tomado, el otro dejado].”
37Entonces le preguntaron: “¿Dónde, Señor?” Les respondió: “Allí donde
Capítulo 18
El juez inicuo
Les propuso una parábola sobre la necesidad de que orasen siempre sin
1
26. Véase Génesis 7, 7; San Mateo 24, 37.
29. Véase Génesis 19, 15-24.
32. Estas palabras, nos muestran que si la mujer de Lot (Génesis 19, 26) se convirtió en estatua
(el hebreo dice columna) de sal, no fue por causa de curiosidad, sino de su apego a la ciudad
maldita. En vez de mirar contenta hacia el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba y
agradecer gozosa el privilegio de huir de Sodoma castigada por sus iniquidades, volvió a ella los
ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús. “Donde está tu tesoro, allí está tu
corazón” (Mateo 6, 21). La mujer deseaba a Sodoma, y Dios le dio lo que deseaba, convirtiéndola
en un pedazo de la misma ciudad que se había vuelto un mar de sal: el Mar Muerto. Con el mismo
criterio dice Jesús de los que buscan el aplauso: “Ya tuvieron su paga” (Mateo 6, 2, 5 y 16). Y al
rico epulón: “Ya tuviste tus bienes” (16, 25). Es decir, tuvieron lo que deseaban y no desearon otra
cosa; luego no tienen otra cosa que esperar, pues Dios da a los que desean, a los hambrientos,
según dice María, en tanto que a los hartos deja vacíos (1, 53; cf. Salmo 80, 11 y nota).
33 s. Véase 9, 24; Mateo 10, 39; Marcos 8. 35: Juan 12, 25; Mateo 24, 40 s.; I Tesalonicenses
4, 15.
36. Este versículo falta en los mejores códices.
37. Cuerpo y cadáver son dos voces parecidas en griego. Ambas se encuentran en las variantes.
Véase Mateo 24, 28, donde el Señor aplica esta expresión a la rapidez y al carácter visible de su
segunda venida. Cf. versículo 24 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 18 65
adversario». 4Y por algún tiempo no quiso; más después dijo para sí: «Aunque
no temo a Dios, ni respeto a hombre, 5sin embargo, porque esta viuda me
importuna, le haré justicia, no sea que al fin venga y me arañe la cara».” 6Y el
Señor agregó: “Habéis oído el lenguaje de aquel juez inicuo. 7¿Y Dios no habrá
de vengar a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y se mostraría tardío con
respecto a ellos? 8Yo os digo que ejercerá la venganza de ellos prontamente.
Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la
tierra?”
El fariseo y el publicano
9Para algunos, los que estaban persuadidos en sí mismos de su propia
justicia, y que tenían en nada a los demás, dijo también esta parábola: 10“Dos
hombres subieron al Templo a orar, el uno fariseo, el otro publicano. 11El
fariseo, erguido, oraba en su corazón de esta manera: «Oh Dios, te doy gracias
de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros,
ni como el publicano ése. 12Ayuno dos veces en la semana y doy el diezmo de
todo cuanto poseo». 13El publicano, por su parte, quedándose a la distancia, no
osaba ni aún levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
«Oh Dios, compadécete de mí, el pecador». 14Os digo: éste bajó a su casa
justificado, mas no el otro; porque el que se eleva, será abajado; y el que se
abaja, será elevado.”
Necesidad de la infancia espiritual
15
Y le traían también los niñitos, para que los tocase; viendo lo cual, los
discípulos los regañaban. 16Pero Jesús llamó a los niños, diciendo: “Dejad a los
pequeñuelos venir a Mí: no les impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
17En verdad os digo: quien no recibe el reino de Dios como un niñito, no
entrará en él.”
7. Cf. Salmo 93, 1 s.; Isaías 63, 4; Romanos 8, 33; II Tesalonicenses 1, 6; Apocalipsis 6, 10.
8. ¿Hallará la fe sobre la tierra? Véase 17, 23 s. y nota. Obliga a una detenida meditación este
impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta
la consumación del siglo. Es el gran misterio que San Pablo llama de iniquidad y de apostasía (II
Tesalonicenses 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso
escatológico. Cf. Mateo 13, 24, 33, 47 siguientes y notas.
9 s. Su propia justicia: Véase Mateo 6, 33 y nota. Para los oyentes el fariseo era modelo de
devoción; el publicano, de maldad. Dios mira si halla en el corazón la buena intención, la humildad,
el arrepentimiento. Por lo cual el publicano arrepentido fue perdonado, y el fariseo, en cambio,
agregó a sus pecados uno nuevo, el de la soberbia, que se atribuye a sí misma el mérito de las
buenas obras y se cree mejor que el prójimo. Cf. 17, 10.
14. Bajó justificado: Aquí como en 7, 47 y en 15, 20, enseña Jesús el inmenso valor de la
contrición perfecta, Cf. Salmo 50 y notas.
15. Nótese la elocuencia que tiene este pasaje en contraste con el de los fariseos (versículos 9
s.).
17. Véase Mateo 19, 14; Marcos 10, 15. Cf. 10, 21 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 18 66
Peligros de la riqueza
18Cierto dignatario le preguntó: “Maestro bueno, ¿que he de hacer para
poseer en herencia la vida eterna?” 19Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno?
Nadie es bueno, sino uno: Dios. 20Conoces los mandamientos: no cometerás
adulterio, no matarás, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre
y a tu madre.” 21El repuso: “Yo he cumplido todo esto desde mi juventud.” 22A
lo cual Jesús replicó: “Una cosa te queda todavía: todo cuanto tienes véndelo
y distribuye a pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; y ven y sígueme.” 23Al
oír estas palabras, se entristeció, porque era muy rico. 24Mirándolo, entonces,
Jesús dijo: “¡Cuán difícilmente, los que tienen los bienes entran en el reino de
Dios! 25Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico
entre en el reino de Dios.” 26Y los oyentes dijeron: “Entonces, ¿quién podrá
salvarse?” 27Respondió: “Las cosas imposibles para hombres, posibles para Dios
son.”
28Entonces Pedro le dijo: “Tú ves, nosotros hemos dejado las cosas propias
y te hemos seguido.” 29Les respondió: “En verdad, os digo, nadie dejará casa o
mujer o hermanos o padres o hijos a causa del reino de Dios, 30que no reciba
muchas veces otro tanto en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.”
Jesús predice nuevamente su Pasión
Tomando consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén,
31
y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo del
hombre. 32Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán,
22. Todo el que quiere seguir el camino del reino de Dios (versículo 25 y nota) ha de evitar
“los abrojos” que impiden aprovechar el mensaje salvador de Jesús (Mateo 13, 22), y, sin dejar, de
usar los bienes que el mismo Dios le promete por añadidura (12, 31) y abundantemente (I Timoteo
6, 17; Salmo 127), deberá huir del afán de enriquecimiento (I Timoteo 6, 9 s.), y no poner el
corazón en las riquezas (Salmo 61, 11 y nota) so pena de tener en eso “su” recompensa (16, 25 y
nota; 12, 15-34). Pero aquí se trata de un llamado particular a dejarlo todo y seguir con Él como
los apóstoles, aprovechando sus privilegiadas promesas (versículo 28 s.; 22, 28 s.; Filipenses 3, 7-
11; II Timoteo 2, 4). Es una primogenitura a la cual el dignatario prefirió las lentejas (Hebreos 12,
16). Véase 5, 39 y nota. Según Marcos 10, 21, “Jesús lo miró con amor”. Pero él, por mirarse a sí
mismo, no supo mirar a Jesús (Hebreos 12, 2). El juicio en cada caso se lo reserva Dios según el
versículo 27.
24 s. Jesús no quiere decir aquí que Dios no dejará al rico entrar en su Reino, sino que el
corazón del rico no se interesará por desearlo, pues estará ocupado por otro amor y entonces no
querrá tomar el camino que conduce al Reino. En Eclesiástico 31, 8 s., se dice que hizo una maravilla
el rico que, pudiendo pecar, no pecó.
27. Cf. versículo 22 y nota; Mateo 19, 16-29; Marcos 10, 17-30 y notas; Romanos 9, 15; 11,
6.
30. Muchas veces: San Mateo (19, 27 s.) y San Marcos (10, 30 s.) dicen el céntuplo. Cf. las
notas.
32. Será entregado: Este es, como dice Santo Tomás, el significado del Salmo pronunciado
por Jesús en la Cruz (cf. Salmo 21, 1 y nota), es decir, el abandono de Jesús en manos de sus
verdugos, y no significa que el Padre lo hubiese abandonado espiritualmente, puesto que Jesús nos
hizo saber que el Padre siempre está con Él (Juan 8, 29). Un ilustre predicador hace notar cómo
Evangelio según San Lucas Capítulo 19 67
escupirán sobre Él, 33y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día
resucitará.” 34Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto
estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba.
El ciego de Jericó
Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del
35
camino, y mendigaba. 36Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó qué era
eso. 37Le dijeron: “Jesús, el Nazareno pasa”. 38Y clamó diciendo: “¡Jesús, Hijo
de David, apiádate de mí!” 39Los que iban delante, lo reprendían para que se
callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate de mí!”
40Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le
preguntó: 41“¿Qué deseas que te haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!”
42Y Jesús le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado.” 43Y en seguida vio, y lo
Capítulo 19
Zaqueo el publicano
Entró en Jericó, e iba pasando. 2Y he aquí que un hombre rico llamado
1
Zaqueo, que era jefe de los publicanos, 3buscaba ver a Jesús para conocerlo,
pero no lo lograba a causa de la mucha gente, porque era pequeño de estatura.
4Entonces corrió hacia adelante, y subió sobre un sicómoro para verlo, porque
debía pasar por allí. 5Cuando Jesús llegó a este lugar, levantó los ojos y dijo:
Jesús recurría a los grandes milagros para confirmar sus palabras cada vez que anunciaba que según
las profecías había de morir. Cf. versículo 35 s.
34, No entendieron: Es que todo Israel esperaba al Mesías triunfante tan anunciado por los
Profetas, y el misterio de Cristo doliente estaba oculto aun a las almas escogidas (cf. 1, 55 y nota).
De ahí el gran escándalo de todos los discípulos ante la Cruz. Fue necesario que el mismo Jesús, ya
resucitado, les abriese el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, las cuales guardaban
escondido en “Moisés, los Profetas y los Salmos” (24, 44 s.) ese anuncio de que el Mesías Rey sería
rechazado por su pueblo antes de realizar los vaticinios gloriosos sobre su triunfo. Hoy, gracias a la
luz del Nuevo Testamento (cf. Hechos 3, 22 y notas), podemos ver con claridad ese doble misterio
de Cristo doloroso en su primera venida, triunfante en la segunda, y comprendemos también el
significado de las figuras dolorosas del Antiguo Testamento, la inmolación de Abel, de Isaac, del
Cordero pascual, cuyo significado permanece aún velado para los judíos (II Corintios 3, 14-16) hasta
el día de su conversión (Romanos 11, 25 s.).
38. Cf. Mateo 20, 29-34; Marcos 10, 46-52. Llamando a Jesús “Hijo de David” confiesa el
ciego que Jesús es el Mesías. De ahí la respuesta del Señor: “Tu fe te ha salvado” (versículo 42). El
ciego es una figura del pecador que se convierte pidiendo a Dios la luz de la gracia. “Quienquiera
llegue a conocer que le falta la luz de la eternidad, llame con todas sus voces diciendo: Jesús, hijo
de David, ten piedad de mí”. (San Gregorio). Cf. Santiago 1, 5 s.
3. Era pequeño: detalle que parece puesto como un símbolo de la humildad y confianza que
le valieron a este pecador tan dichosa suerte.
5. Todo el que tiene interés por descubrir la verdad, encuentra, como Zaqueo la higuera que
le haga ver a Jesús. Cf. Sabiduría 6, 14 s.; Juan 6, 37.
Evangelio según San Lucas Capítulo 19 68
“Zaqueo, desciende pronto, porque hoy es necesario que Yo me hospede en tu
casa.” 6Y éste descendió rápidamente, y lo recibió con alegría. 7Viendo lo cual,
todos murmuraban y decían: “Se ha ido a hospedar en casa de un varón
pecador.” 8Mas Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: “Señor, he aquí que doy
a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he perjudicado a alguno le
devuelvo el cuádruplo.” 9Jesús le dijo: “Hoy se obró salvación a esta casa,
porque también él es un hijo de Abrahán. 10Vino el Hijo del hombre a buscar y
a salvar lo perdido.”
Parábola de las minas
11
Oyendo ellos todavía estas cosas, agregó una parábola, porque se hallaba
próximo a Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios iba a ser manifestado
en seguida. 12Dijo pues: “Un hombre de noble linaje se fue a un país lejano a
tomar para sí posesión de un reino y volver. 13Llamó a diez de sus servidores y
les entregó diez minas, diciéndoles: «Negociad hasta que yo vuelva». 14Ahora
bien, sus conciudadanos lo odiaban, y enviaron una embajada detrás de él
diciendo: «No queremos que ése reine sobre nosotros». 15Al retornar él, después
de haber recibido el reinado, dijo que le llamasen a aquellos servidores a
quienes había entregado el dinero, a fin de saber lo que había negociado cada
uno. 16Se presentó el primero y dijo: «Señor, diez minas ha producido tu mina».
17Le dijo: «Enhorabuena, buen servidor, ya que has sido fiel en tan poca cosa,
recibe potestad sobre diez ciudades». 18Y vino el segundo y dijo: «Tu mina,
Señor, ha producido cinco minas». 19A él también le dijo: «Y tú sé gobernador
de cinco ciudades». 20Mas el otro vino diciendo: «Señor, aquí tienes tu mina,
que tuve escondida en un pañuelo. 21Pues te tenía miedo, porque tú eres un
hombre duro; sacas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste». 22Le
replicó: «Por tu propia boca te condeno, siervo malvado. ¿Pensabas que soy
hombre duro, que saco lo que no puse, y siego lo que no sembré? 23Y entonces
11. Manifestado en seguida: El evangelista anticipa esta observación, para señalar el carácter
escatológico de la parábola de las minas (“Parábola de las monedas de plata”). Cf. versículo 38;
18, 34 y nota.
13. Una mina, equivale a 750 gramos más o menos.
14. No queremos que ése reine sobre nosotros. Nótese la diferencia entre estas palabras y el
grito del Pretorio: “No tenemos otro rey que el César” (Juan 19, 15), con el cual suele confundirse.
Ese grito fue pronunciado por los Pontífices de Israel al rechazar a Cristo en su primera venida, en
tanto que esta parábola se refiere a la segunda venida de Cristo.
15. Se trata aquí de la segunda venida de Jesús para el juicio (versículo 12). Hay en esta
parábola un elemento nuevo, que no figura en la de los talentos (Mateo 25, 14 s.), si bien ambas
acentúan la responsabilidad por los dones naturales y sobrenaturales. El siervo que guardaba la
mina en un pañuelo, somos nosotros si no hacemos fructificar los dones de Dios.
21 s. Precisamente porque pensaba el siervo que el rey era severo, tenía que trabajar con su
don. Jesús recrimina aquí a los que piensan mal de Dios, mostrándonos que éstos nunca podrán
servirle, por falta de amor. Véase 17, 32 y nota; Juan 14, 23 s.
23. Es notable que Jesús no le dijese ¿por qué no lo trabajaste? —sino que le hablase de
desprenderse del capital para entregarlo al banco. Él sabe que sin amor y confianza no puede
Evangelio según San Lucas Capítulo 19 69
¿por qué no diste el dinero mío al banco? (Así al menos) a mi regreso lo hubiera
yo recobrado con réditos». 24Y dijo a los que estaban allí: «Quitadle la mina, y
dádsela al que tiene diez». 25Le dijeron: «Señor, tiene diez minas». 26«Os digo: a
todo el que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
27En cuanto a mis enemigos, los que no han querido que yo reinase sobre ellos,
en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está
escondido a tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, y tus enemigos te
circunvalarán con un vallado, y te cercarán en derredor y te estrecharán de
todas partes; 44derribarán por tierra a ti, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán
en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que has sido
visitada.”
Ira de Jesús ante el comercio en el Templo
45
Entró en el Templo y se puso a echar a los vendedores, 46y les dijo: “Está
escrito: «Mi casa será una casa de oración», y vosotros la habéis hecho una cueva
de ladrones.” 47Y día tras día enseñaba en el Templo. Más los sumos sacerdotes
y los escribas andaban buscando perderle, y también los jefes del pueblo; 48pero
no acertaban con lo que habían de hacer, porque el pueblo entero estaba en
suspenso, escuchándolo.
Capítulo 20
Una vez más confunde Jesús a sus enemigos
1
Un día en que Él enseñaba al pueblo en el Templo, anunciando el
Evangelio, se hicieron presentes los sumos sacerdotes y los escribas con los
ancianos, 2y le dijeron: “Dinos, ¿con qué autoridad haces esto, o quién es el que
te ha dado esa potestad?” 3Les respondió diciendo: “Yo quiero, a mi vez,
haceros una pregunta. Decidme: 4El bautismo de Juan ¿venía del cielo o de los
hombres?” 5Entonces ellos discurrieron así en sí mismos: “Si contestamos: «del
cielo», dirá: «¿Por qué no le creísteis?» 6Y si decimos: «de los hombres», el pueblo
todo entero nos apedreará, porque está convencido de que Juan era profeta.”
7Por lo cual respondieron no saber de dónde. 8Y Jesús les dijo: “Ni Yo tampoco
tantas otras veces al prohibir que se hablara de sus milagros. Ignoraban que ese triunfo, aunque tan
breve, del Rey de Israel anunciado por los profetas, estaba en el plan de Dios para dejar constancia
de su público reconocimiento por aquellos que a instancia de la Sinagoga habían de rechazarlo
luego. El humilde Jesús responde esta vez lleno de majestad. Algunos consideran que éste es el día
en que comenzó a cumplirse la profecía de Daniel (9, 23), porque señaló la grande y única
solemnidad en que fue públicamente recibido “el Cristo príncipe”. Cf. Mateo 21, 9 y 13; Marcos 11,
10; Juan 12, 13.
41. El Señor no tuvo reparo en llorar por el amor que tenía a la Ciudad Santa, y porque veía
en espíritu la terrible suerte que vendría sobre ella por obra de sus conductores. Véase 13, 34 s.;
23, 28-31.
44. Véase 21, 6; Mateo 24, 2; Marcos 13, 2.
45 s. Véase Mateo 21, 12-13; Marcos 11, 15-18; Juan 11, 14-16; Isaías 56, 7; Jeremías 7, 11.
1 s. Véase Mateo 21, 23-27 y nota; 11, 27-33.
Evangelio según San Lucas Capítulo 20 71
Los viñadores homicidas
9Y se puso a decir al pueblo esta parábola: “Un hombre plantó una viña, y
13Entonces, el dueño de la viña dijo: «¿Qué haré? Voy a enviarles a mi hijo muy
sobre quien ella cayere, lo hará polvo.” 19Entonces los escribas y los sumos
sacerdotes trataban de echarle mano en aquella misma hora, pero tuvieron
miedo del pueblo; porque habían comprendido bien, que para ellos había
dicho esta parábola.
20Mas no lo perdieron de vista y enviaron unos espías que simulasen ser
9 s. Véase Mateo 21, 34 siguientes y nota; Marcos 12, 1-12.
17 s. Esta palabra citada del Salmo 117, 22, quiere decir que Cristo, desechado por su pueblo,
se convertirá para él en piedra de tropiezo, según lo había anunciado Simeón (2, 34; Isaías 8, 14;
Romanos 9. 33; Hechos 4, 11; I Pedro 2, 7). Nótese que no se dice piedra “fundamental”, que es
cosa muy diferente. Cf. I Pedro 2, 6.
21. Hacían este elogio de Jesús para fingirse discípulos de Él, como se ve en el versículo 20.
Jesús, que los conoce bien (versículo 23) y los llamó hipócritas (Mateo 22, 18), evita
admirablemente el compromiso político en que querían ponerlo (aunque no pudo impedir la
calumnia de 23, 2), y lo aprovecha para dejarnos su doctrina al respecto: honradez en el pago de
impuestos y prescindencia de lo religioso en lo temporal y viceversa, cosas ambas que Pedro y
Pablo confirmaron de palabra y con su vida absolutamente ajena a lo político, no obstante haber
vivido bajo persecuciones del poder judío (Hechos 4, 1-3), de Herodes (Hechos 12, 1 s.) y de Roma,
hasta morir bajo el sanguinario Nerón. Pedro, a ejemplo del Maestro, muere como un ciudadano
cualquiera, sin resistir al mal (Mateo 5, 39), y Pablo sólo alude al César para someterse a su
Evangelio según San Lucas Capítulo 20 72
de Dios según la verdad. 22¿Nos es lícito pagar el tributo al César o no?” 23Pero
Él, conociendo su perfidia, les dijo: 24“Mostradme un denario. ¿De quién lleva
la figura y la leyenda?” 25Respondieron: “Del César.” Les dijo: “Así pues, pagad
al César lo que es del César, y lo que es de Dios, a Dios.” 26Y no lograron
sorprenderlo en sus palabras delante del pueblo; y maravillados de su respuesta
callaron.
Los saduceos y la resurrección
Acercáronse, entonces, algunos saduceos, los cuales niegan la resurrección,
27
quién vendrá a ser esposa? porque los siete la tuvieron por mujer.” 34Jesús les
dijo: “Los hijos de este siglo toman mujer, y las mujeres son dadas en
matrimonio; 35mas los que hayan sido juzgados dignos de alcanzar el siglo aquel
y la resurrección de entre los muertos, no tomarán mujer, y (las mujeres) no
serán dadas en matrimonio, 36porque no pueden ya morir, pues son iguales a
los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37En cuanto a
que los muertos resucitan, también Moisés lo dio a entender junto a la zarza,
al nombrar al «Señor Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob». 38Porque,
no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos para Él viven.” 39Sobre lo cual,
algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien.” 40Y no se atrevieron
a interrogarlo más.
Jesús demuestra su divinidad con los salmos
Pero Él les dijo: “¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
41 42 Porque
David mismo dice en el libro de los Salmos:
«El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
43hasta que Yo ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.»
autoridad (Hechos 25, 10) por mandato del ángel (Hechos 27, 24) y para referirse a los que él
convirtió a Cristo en la propia casa del César (Filipenses 4, 22).
25. Véase Mateo 22, 15-22; Marcos 12, 13-17 y notas.
28. Véase Deuteronomio 25, 5.
33. Esta pregunta capciosa es la última que intentaron los enemigos de Jesús. Agotados ya
todos los recursos de astucia y perfidia recurrirán a la violencia. Cf. Juan 9, 34 y nota.
37. Véase Éxodo 3, 6 y 15 s.
44. David (Salmo 109, 1) llama a Jesús “su Señor” en cuanto es Dios; pero, en cuanto Jesús es
hombre, desciende de David según la carne. Los enemigos ofuscados no podían contestar, porque
no reconocían la divinidad de Jesús. Esperaban que Dios había de enviar al Mesías como un gran
Profeta y Rey (Cf. Juan 1, 21; 6, 14 s. y notas; Ez- 37, 22-28), mas no imaginaban que la
Evangelio según San Lucas Capítulo 21 73
Advertencias sobre los escribas
45En presencia de todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46“Guardaos de los
Capítulo 21
La ofrenda de la viuda
Levantó los ojos y vio a los ricos que echaban sus dádivas en el arca de las
1
ofrendas. 2Y vio también a una viuda menesterosa, que echaba allí dos
moneditas de cobre, 3y dijo: “En verdad os digo, esta viuda, la pobre, ha
echado más que todos, 4pues todos éstos de su abundancia echaron para las
ofrendas de Dios, en tanto que ésta echó de su propia indigencia todo el
sustento que tenía.”
Vaticinio de la ruina del templo y del fin del mundo
5
Como algunos, hablando del Templo, dijesen que estaba adornado de
hermosas piedras y dones votivos, dijo: 6“Vendrán días en los cuales, de esto
que veis, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.” 7Le
preguntaron: “Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas, y cuál será la señal para
conocer que están a punto de suceder?” 8Y Él dijo: “Mirad que no os engañen;
porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: «Yo soy; ya llegó el tiempo.»
No les sigáis. 9Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os turbéis;
esto ha de suceder primero, pero no es en seguida el fin.”
10Entonces les dijo: “Pueblo se levantará contra pueblo, reino contra reino.
magnanimidad de Dios llegase hasta mandar a su propio Hijo, Dios como Él. Véase Mateo 22, 41-
45; Marcos 12, 35-37.
45. En presencia de todo el pueblo: los evangelistas hacen notar varias veces que el divino
Maestro, desafiando las iras de la Sinagoga, elegía las reuniones más numerosas para poner en
guardia al pueblo contra sus malos pastores (versículo 1 s.; 12, 1; Mateo 4, 25 y 7, 15; 23, 1).
46 s. Véase 11, 43; Mateo 23, 1-7; 23, 14; Marcos 12, 38-40.
4. Véase Marcos 12, 43 y nota. Cf. Santiago 2, 5.
5 s. Véase Mateo 24; Marcos 13 y notas. También aquí parecen enlazadas las profecías de la
ruina de Jerusalén y del fin del siglo, siendo aquélla la figura de ésta. Véase sin embargo versículo
32 y nota.
7. Véase Mateo 24, 3 y nota. Aquí la pregunta se ciñe más a la ruina de Jerusalén. Después
de anunciada ésta (versículos 20-24), Jesús entra a hablar más de propósito acerca de su venida
(versículos 25 s.).
Evangelio según San Lucas Capítulo 21 74
os llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre. 13Esto os servirá
para testimonio. 14Tened, pues, resuelto, en vuestros corazones no pensar antes
como habéis de hablar en vuestra defensa, 15porque Yo os daré boca y sabiduría
a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir. 16Seréis
entregados aún por padres y hermanos, y parientes y amigos; y harán morir a
algunos de entre vosotros, 17y seréis odiados de todos a causa de mi nombre.
18Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. 19En vuestra perseverancia
desolación está próxima. 21Entonces, los que estén en Judea, huyan a las
montañas; los que estén en medio de ella salgan fuera; y los que estén en los
campos, no vuelvan a entrar, 22porque días de venganza son estos, de
cumplimiento de todo lo que está escrito. 23¡Ay de las que estén encintas y de
las que críen en aquellos días! Porque habrá gran apretura sobre la tierra, y gran
cólera contra este pueblo. 24Y caerán a filo de espada, y serán deportados a
todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por gentiles hasta que el tiempo
de los gentiles sea cumplido.
25Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad
de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de
sus olas). 26Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de
lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán
conmovidas. 27Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una
nube con gran poder y grande gloria.
28Más cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza,
13. Nótese la diferencia con el texto semejante de Mateo 10, 18, que habla de que los
discípulos de Cristo perseguidos darán testimonio ante sus perseguidores (Salmo 118, 46). Aquí, en
cambio, se trata de que esa persecución será, para los mismos discípulos, un testimonio o prueba
de la verdad de estos anuncios del divino Maestro, y un sello confirmatorio de que son verdaderos
discípulos.
14. s. Cf. 12, 11; Mateo 10, 19. Promesa terrenal como las de Mateo 6, 25-33, pero ¿quién
puede hacerla si no es un Dios? Y si Él no fuera el Hijo ¿podría concebirse tanta falsía en prometer
y tanta maldad en Aquel que pasó haciendo el bien (Hechos 10, 31) y desafiando a que lo hallasen
en falsedad? (Juan 8, 46 s.). Esta consideración “ad absurdum” es tan impresionante, que ayuda
mucho a consolidar nuestra posición íntima frente a Cristo para creerle de veras todo cuanto Él
diga, aunque nos parezca muy paradójico. Cf. 7, 23 y nota.
20 s. Teniendo presente esta profecía, los cristianos de Jerusalén dejaron la ciudad Santa antes
de su ruina, retirándose a Pella al otro lado del Jordán. El tiempo de los gentiles (versículo 24) va
a cumplirse, esto es, va a terminar con la conversión de Israel (Romanos 11, 24), y el advenimiento
del supremo Juez. Cf. Ezequiel 30, 3; Daniel 2, 29-45; 7, 13 s.; I Corintios 11, 26; Juan 19, 37 y
notas.
28. Esta recomendación del divino Salvador, añadida a sus insistentes exhortaciones a la
vigilancia (cf. Marcos 13, 37), muestra que la prudencia cristiana no está en desentenderse de estos
grandes misterios (I Tesalonicenses 5, 20), sino en prestar la debida atención a las señales que Él
bondadosamente nos anticipa, tanto más cuanto que el supremo acontecimiento puede
sorprendernos en un instante, menos previsible que el momento de la muerte (versículo 34).
Evangelio según San Lucas Capítulo 21 75
La señal de la higuera
29Y les dijo una parábola: “Mirad la higuera y los árboles todos: 30cuando
veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano. 31Así
también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está
próximo. 32En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo
se haya verificado. 33El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de
glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta vida, y que ese día no caiga
sobre vosotros de improviso, 35como una red; porque vendrá sobre todos los
habitantes de la tierra entera. 36Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis
escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo
del hombre.”
“Vuestra redención”: así llama Jesús al ansiado día de la resurrección corporal, en que se consumará
la plenitud de nuestro destino. Cf. Mateo 25, 34; Filipenses 3, 20 s.; Apocalipsis 6, 10 s. San Pablo
la llama la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8, 23). Cf. II Corintios 5, 1 s.; Efesios 1, 10 y
notas.
29. Véase Mateo 24, 32. Cf. 13, 6 y nota.
32. La generación ésta: Véase Mateo 24, 34 y nota. Un notable estudio sobre este pasaje,
publicado en “Estudios Bíblicos”, de Madrid, ha observado que “el Discurso escatológico no tiene
sino un solo tema central: el Reino de Dios, o sea, la Parusía en sus relaciones con el Reino de Dios.
Que “la respuesta del Señor (Lucas 21, 8 s.; Marcos 13, 5 s.) como en Mateo (24, 4 s.) y el cotejo
de su demanda (de los apóstoles) con la del primer Evangelio, nos certifican que, efectivamente,
de sólo ella principalmente se trata” y que “la intención primaria de la pregunta era la Parusía
soñada”, por lo cual “que el tiempo se refiere directamente a la Parusía es por demás manifiesto”
y “en la parábola de la higuera se nos dice que cuando comience a cumplirse todo lo anterior a la
Parusía veamos en ello un signo infalible de la cercanía del Triunfo definitivo del Reino”; que la
expresión todo esto significa todo lo descrito antes de la Parusía; que el triunfo del Evangelio
encontrará “toda clase de obstáculos y persecuciones directas e indirectas” y que a su vez “la
generación esta” implica limitación, presencia actual, y “tiene siempre, en labios del Señor, sentido
formal calificativo peyorativo: los opuestos al Evangelio del Reino (como en el Antiguo Testamento
los opuestos a los planes de Yahvé)”. Cita al efecto los siguientes textos, en que Jesús se refiere a
escribas, fariseos y saduceos: Mateo 11, 16; Lucas 7, 11; 12, 39; 41, 42, 45; Marcos 8, 12; Lucas 11,
29; 30, 31, 32; Mateo 16, 4; 17, 17; Marcos 9, 19; Lucas 9, 41; 23, 36; Lucas 11, 50, 51; Marcos 8,
38; Lucas 16, 8; 17, 25. Y concluye: “De todo lo cual parece deducirse que la expresión la generación
esta es una apelación hecha para designar una colectividad enemiga, opuesta a los planes del
Espíritu de Dios, que inicia la guerra al Evangelio ya desde sus comienzos (Mateo 11, 12; Lucas 16,
16; Mateo 23, 13; Juan 9, 22, 34, 35 y en general a través de todo el Evangelio); el “semen diaboli”
(Génesis 3, 15; cf. Juan 8, 41, 44, 38, etc.), en su lucha con el “semen promissum” (Génesis 3, 15
comparado con Gálatas capítulo 3, especialmente 16 y 29)”.
34. Lo único que sabemos acerca de la fecha del “último día”, es que vendrá de improviso.
(Mateo 24, 39; I Tesalonicenses 5, 2 y 4; II Pedro 3, 10). Por lo cual los cálculos de la ciencia acerca
de la catástrofe universal valen tan poco como ciertas profecías particulares. Velad, pues, orando
en todo tiempo (versículo 36).
Evangelio según San Lucas Capítulo 22 76
Durante el día enseñaba en el Templo, pero iba a pasar la noche en el
37
monte llamado de los Olivos. 38Y todo el pueblo, muy de mañana acudía a Él
en el Templo para escucharlo.
Capítulo 22
Judas traiciona al Maestro
1
Se aproximaba la fiesta de los Ázimos, llamada la Pascua. 2Andaban los
sumos sacerdotes y los escribas buscando cómo conseguirían hacer morir a
Jesús, pues temían al pueblo. 3Entonces, entró Satanás en Judas por
sobrenombre Iscariote, que era del número de los Doce. 4Y se fue a tratar con
los sumos sacerdotes y los oficiales (de la guardia del Templo) de cómo lo
entregaría a ellos. 5Mucho se felicitaron, y convinieron con él en darle dinero.
6Y Judas empeñó su palabra, y buscaba una ocasión para entregárselo a espaldas
del pueblo.
La Última Cena
7Llegó el día de los Ázimos, en que se debía inmolar la pascua. 8Y envió
(Jesús) a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Id a prepararnos la Pascua, para que la
podamos comer.” 9Le preguntaron: “¿Dónde quieres que la preparemos?” 10Él
les respondió. “Cuando entréis en la ciudad, encontraréis a un hombre que lleva
un cántaro de agua; seguidlo hasta la casa en que entre. 11Y diréis al dueño de
casa: «El Maestro te manda decir: ¿Dónde está el aposento en que comeré la
pascua con mis discípulos?» 12Y él mismo os mostrará una sala del piso alto,
amplia y amueblada; disponed allí lo que es menester.” 13Partieron y
encontraron todo como Él les había dicho, y prepararon la pascua.
14Y cuando llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con Él. 15Entonces
les dijo: “De todo corazón he deseado comer esta pascua con vosotros antes
de sufrir. 16Porque os digo que Yo no la volveré a comer hasta que ella tenga
38. Algunos manuscritos (grupo Farrar) traen aquí la perícopa Juan 8, 1-11 (el perdón de la
adúltera) que, según observan algunos, por su estilo y por su asunto pertenecería más bien a este
Evangelio de la misericordia.
1. La Pascua se llamaba también “fiesta de los Ázimos” porque durante toda la octava se comía
panes sin levadura, los que en griego se llaman ázimos. Cf. 13, 21 y nota.
5. Véase Mateo 26, 14 s.; Marcos 14, 10 s. La suma convenida fue de treinta monedas de plata,
precio de un esclavo. El profeta lo llama “el lindo precio en que me estimaron” (Zacarías 11, 12 s.
y nota).
7. Véase Mateo 26, 17 s.; Marcos 14, 12 s.; Juan 13, 1 s.
8. Las palabras “para que la podamos comer” insinúan tal vez que, si ellos no la comen hoy,
mañana será demasiado tarde. Es natural que tenga Él mismo la iniciativa de los preparativos para
esa cena anticipada. Véase Mateo 26, 17; Juan 18, 28 y nota.
16. Cf. Juan 21, 19; Hechos 1, 3 y notas.
Evangelio según San Lucas Capítulo 22 77
su plena realización en el reino de Dios.” 17Y, habiendo recibido un cáliz dio
gracias y dijo: “Tomadlo y repartíoslo. 18Porque, os digo, desde ahora no bebo
del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.” 19Y habiendo tomado
pan y dado gracias, (lo) rompió, y les dio diciendo: “Este es el cuerpo mío, el
que se da para vosotros. Haced esto en memoria mía.” 20Y asimismo el cáliz,
después que hubieron cenado, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza en mi
sangre, que se derrama para vosotros. 21Sin embargo, ved: la mano del que me
entrega está conmigo a la mesa. 22Porque el Hijo del hombre se va, según lo
decretado, pero ¡ay del hombre por quien es entregado!” 23Y se pusieron a
preguntarse entre sí quién de entre ellos sería el que iba a hacer esto.
Disputa entre los apóstoles
24
Hubo también entre ellos una discusión sobre quién de ellos parecía ser
mayor. 25Pero Él les dijo: “Los reyes de las naciones les hacen sentir su
dominación, y los que ejercen sobre ellas el poder son llamados bienhechores.
26No así vosotros; sino que el mayor entre vosotros sea como el menor, y el
que manda, como quien sirve. 27Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a
la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo,
Yo estoy entre vosotros como el sirviente.
28Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas. 29Y Yo
17. Este cáliz que entrega antes de la Cena (dato exclusivo de Lucas) parece ser como un
brindis especial de despedida, pues consta por lo que sigue (versículo 20) y por Mateo 26, 27 y
Marcos 14, 23, que la consagración del vino se hizo después de la del pan y también después de
cenar. Cf. Salmo 115, 13 y nota.
19. Dio gracias: en griego eujaristesas, de donde el nombre de Eucaristía. “Dar gracias tiene
un sentido particular de bendición” (Pirot). Este es mi cuerpo. El griego dice: esto es mi cuerpo, y
así también Fillion, Buzy, Pirot, etc. Tuto es neutro y se traduce por esto, debiendo observarse sin
embargo que cuerpo en griego es también neutro (to soma). Que se da: otros: que es dado (cf.
versículo 22). “Su cuerpo es dado para ser inmolado, y esto en provecho de los discípulos” (Pirot).
Cf. 24, 7; Mateo 16, 21; 17, 12; Juan 10, 17 s.; Isaías 53, 7.
20. Tres son las instituciones de la doctrina católica que aquí se apoyan: 1°, el sacramento de
la Eucaristía; 2°, el sacrificio de la Misa; 3°, el sacerdocio. Véase Mateo 26, 26-29; Marcos 14, 22-
25 y nota; I Corintios 11, 23 s.; Hebreos capítulos 5-10 y 13, 10.
24 s. Véase Mateo 18, 1 s.; 20, 25 s.; Marcos 10, 42 s. ¡En el momento más sagrado, están
disputando los apóstoles sobre una prioridad tan vanidosa! Sólo con la venida del Espíritu Santo
en Pentecostés van a comprender el carácter de su misión en “este siglo malo” (Gálatas 1, 4), tan
distinta de los ministros de un rey actual (versículo 25). Cf. Juan 15, 18 s.
25. Bienhechores, en griego Evergetes, título de varios reyes de Egipto y Siria.
27. ¡Como el sirviente! No podemos pasar por alto esta palabra inefable del Hijo de Dios, sin
postrarnos con la frente pegada al polvo de la más profunda humillación y suplicarle que nos libre
de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores a nuestros hermanos, o de querer
tiranizarlos, abusando de la potestad que sobre ellos hemos recibido del divino Sirviente. Cf. Mateo
23, 11; Filipenses 2, 7s. y nota; I Pedro 5, 3; II Corintios 10, 8; III Juan 9 s.
29 s. Véase versículo 16 y 18; Mateo 26, 29; Apocalipsis 2, 27 s.; 3, 21; 20, 4.
Evangelio según San Lucas Capítulo 22 78
comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos, para juzgar a
las doce tribus de Israel.
Jesús predice la negación de Pedro
31Simón Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como
se hace con el trigo. 32Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no
desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos. 33Pedro le
respondió: “Señor, yo estoy pronto para ir contigo a la cárcel y a la muerte.”
34Mas Él le dijo: “Yo te digo, Pedro, el gallo no cantará hoy, hasta que tres
alguna cosa?” Respondieron: “Nada”. 36Y agregó: “Pues bien, ahora, el que
tiene una bolsa, tórnela consigo, e igualmente la alforja; y quien no tenga,
venda su manto y compre una espada. 37Porque Yo os digo, que esta palabra
de la Escritura debe todavía cumplirse en Mí: «Y ha sido contado entre los
malhechores.» Y así, lo que a Mí se refiere, toca a su fin.” 38Le dijeron: “Señor,
aquí hay dos espadas.” Les contestó: “Basta”.
Getsemaní
Salió y marchó, como de costumbre, al Monte de los Olivos, y sus
39
discípulos lo acompañaron. 40Cuando estuvo en ese lugar, les dijo: “Rogad que
no entréis en tentación.” 41Y se alejó de ellos a distancia como de un tiro de
32. Una Vez convertido: Enseñanza fundamental para todo apostolado: nadie convertirá a
otro si no es él mismo un “convertido”, pues nadie puede dar lo que no tiene. Véase las claras
palabras de Cristo a Nicodemo, según las cuales el ser Su discípulo implica nada menos que un
nuevo nacimiento. Cf Juan 3, 13 siguientes y nota.
33. Jesús acaba de decirle que aún precisa convertirse (cosa que sólo hará el Espíritu en
Pentecostés), pero él pretende saber más y se siente ya seguro de sí mismo. De ahí la tremenda
caída y humillación. Véase la inversa en Mateo 6, 13 y nota.
34. Véase Mateo 26, 33-35; Marcos 14, 29-31; Juan 13, 38.
36 s. Compre una espada: Jesús está hablando de las persecuciones (versículo 37). Ellos no las
tuvieron en vida de Él (versículo 35) porque Él los guardaba y no perdió ni uno (Juan 17, 12).
Ahora Él será tratado como criminal (versículo 37); lo mismo lo serán sus discípulos (Juan 15, 18 s.;
16, 1 s.) hasta que Él vuelva en su Reino glorioso (cf. 13, 35; 23, 42), por lo cual necesitan un arma.
¿Cuál es? Pedro tenía una espada y cuando la usó, Él se lo reprochó (versículo 51; Mateo 26, 52;
Juan 18, 11); luego no es ésa la buena espada, ni ella lo libró de abandonar a su Maestro en la
persecución (Mateo 26, 56 y nota; cf. Mateo 13, 21), y negarlo muchas veces (versículos 54 s.). San
Pablo nos explica que nuestra arma en tales casos es la espada del espíritu: la Palabra de Dios
(Efesios 6, 17), la que el mismo Jesús usó en las tentaciones (Mateo 4, 10 y nota). La enseñanza que
Él nos da aquí es la misma, como lo confirma en Mateo 26, 41 y Juan 6, 63. No es de acero la
espada que Él vino a traer según Mateo 10, 34. El basta (versículo 38) no se refiere, pues, a que
basten dos espadas. Es un basta ya, acompañado, dice San Cirilo de Alejandría, con una sonrisa
triste al ver que nunca le entendían sino carnalmente. Pirot, citando a Lagrange concordante con
esta opinión, agrega al respecto: “Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam interpretó las dos espadas
como de la autoridad espiritual y de la autoridad temporal (E. D. 469); es sabido que en las
definiciones los considerandos no están garantidos por la infabilidad.”
38. Sobre el ofrecimiento de espadas véase Mateo 26, 56 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 22 79
piedra, 42y, habiéndose arrodillado, oró así: “Padre, si quieres, aparta de Mí
este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” 43Y se le apareció del
cielo un ángel y lo confortaba. 44Y entrando en agonía, oraba sin cesar. Y su
sudor fue como gotas de sangre, que caían sobre la tierra. 45Cuando se levantó
de la oración, fue a sus discípulos, y los halló durmiendo, a causa de la tristeza.
46Y les dijo: “¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en
tentación.”
El beso de Judas
47
Estaba todavía hablando, cuando llegó una tropa, y el que se llamaba
Judas, uno de los Doce, iba a la cabeza de ellos, y se acercó a Jesús para besarlo.
48Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?” 49Los que
estaban con Él, viendo lo que iba a suceder, le dijeron: “Señor, ¿golpearemos
con la espada?” 50Y uno de ellos dio un golpe al siervo del sumo sacerdote, y
le separó la oreja derecha. 51Jesús, empero, respondió y dijo: “Sufrid aún esto”;
y tocando la oreja la sanó. 52Después Jesús dijo a los que habían venido contra
Él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo y ancianos: “¿Cómo contra un ladrón
salisteis con espadas y palos? 53Cada día estaba Yo con vosotros en el Templo,
y no habéis extendido las manos contra Mí. Pero ésta es la hora vuestra, y la
potestad de la tiniebla.”
La negación de Pedro
54Entonces lo prendieron, lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del Sumo
Sacerdote. Y Pedro seguía de lejos. 55Cuando encendieron fuego en medio del
patio, y se sentaron alrededor, vino Pedro a sentarse entre ellos. 56Mas una
sirvienta lo vio sentado junto al fuego y, fijando en él su mirada, dijo: “Este
también estaba con Él.” 57Él lo negó, diciendo: “Mujer, yo no lo conozco.” 58Un
poco después, otro lo vio y le dijo: “Tú también eres de ellos.” Pero Pedro dijo:
“Hombre, no lo soy.” 59Después de un intervalo como de una hora, otro afirmó
con fuerza: “Ciertamente, éste estaba con Él; porque es también un galileo.”
60Mas Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices.” Al punto, y cuando él hablaba
todavía, un gallo cantó. 61Y el Señor se volvió para mirar a Pedro, y Pedro se
acordó de la palabra del Señor, según lo había dicho: “Antes que el gallo cante
hoy, tú me negarás tres veces.” 62Y salió fuera y lloró amargamente.
44. Cf. Mateo 26, 36 s.; Marcos 14, 26 s. Fue, como dice San Bernardo, un llanto de lágrimas
y sangre, que brotaba no solamente de los ojos, sino también de todo el cuerpo del Redentor.
Nótese que el dato del sudor de sangre y del ángel es propio de Lucas. Proviene tal vez de una
revelación especial hecha a San Pablo. Puede verse una referencia en las lágrimas de Hebreos 5, 7.
47 s. Véase Mateo 26, 47-57; Marcos 14, 43-53; Juan 18, 2-13.
55 s. Véase Mateo 26, 69-75; Marcos 14, 66-72; Juan 18, 16-18 y 25-27.
62. Sobre la caída de Pedro, cf. versículo 33 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 23 80
Y los hombres que lo tenían (a Jesús), se burlaban de Él y lo golpeaban.
63
Capítulo 23
Jesús ante Pilato y Herodes
Entonces, levantándose toda la asamblea, lo llevaron a Pilato; 2y
1
66 s. Véase Mateo 26, 63-69; Marcos 14, 61-64; Juan 18, 19-21.
71. Los judíos consideraban la respuesta de Jesús como blasfemia, la que según la Ley de
Moisés acarreaba la pena capital.
2. Ahora le acusan de sedición, siendo que le habían condenado por blasfemia. A la malicia
se agrega la mentira.
4. No halla culpa, porque Jesús le ha dicho (en Juan 18, 36) que su reino no es de este mundo.
De lo contrario, al oírlo así proclamarse rey, Pilato lo habría considerado culpable como opositor
al César.
7. Así Pilato creía poder librarse del apuro. Por tener su domicilio en Cafarnaúm, Jesús era
súbdito de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, el cual estaba en Jerusalén para la fiesta de Pascua.
Éste era hijo de Herodes el Grande (Mateo 2, 3) y tío de Herodes Agripa I, que hizo matar a
Santiago el Mayor (Hechos 12, 1 s.), y cuyo hijo, el “rey Agripa” (II) escuchó a Pablo en Hechos 25,
13 s.
Evangelio según San Lucas Capítulo 23 81
Él, y esperaba verle hacer algún milagro. 9Lo interrogó con derroche de
palabras, pero Él no le respondió nada. 10Entretanto, los sumos sacerdotes y los
escribas estaban allí, acusándolo sin tregua. 11Herodes lo despreció, lo mismo
que sus soldados; burlándose de Él, le puso un vestido resplandeciente y lo
envió de nuevo a Pilato. 12Y he aquí que en aquel día se hicieron amigos
Herodes y Pilato, que antes eran enemigos.
Barrabás y Jesús
13Convocó, entonces, Pilato a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al
pueblo, 14y les dijo: “Habéis entregado a mi jurisdicción este hombre como que
andaba sublevando al pueblo. He efectuado el interrogatorio delante vosotros
y no he encontrado en Él nada de culpable, en las cosas de que lo acusáis. 15Ni
Herodes tampoco, puesto que nos lo ha devuelto; ya lo veis, no ha hecho nada
que merezca muerte. 16Por tanto, lo mandaré castigar y lo dejaré en libertad.
17[Ahora bien, debía él en cada fiesta ponerles a uno en libertad.] 18Y
ellos gritaron más fuerte, diciendo: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” 22Y por tercera
vez les dijo: “¿Pero qué mal ha hecho éste? Yo nada he encontrado en él que
merezca muerte. Lo pondré, pues, en liberad, después de castigarlo.” 23Pero
ellos insistían a grandes voces, exigiendo que Él fuera crucificado, y sus voces se
hacían cada vez más fuertes. 24Entonces Pilato decidió que se hiciese según su
petición. 25Y dejó libre al que ellos pedían, que había sido encarcelado por
sedición y homicidio, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
9. Jesús no responde palabra al rey adúltero y homicida, que sólo por curiosidad quiere ver
un milagro. Lo visten con una ropa resplandeciente para burlarse de Él; según San Buenaventura,
para calificarlo de loco o tonto.
16. Cf. versículo 22. Véase Juan 19, 1 y nota; Hechos 3, 13.
17. Este versículo es probablemente una glosa tomada de otro Evangelio. Véase Mateo 27, 15
s.; Marcos 15, 6 s.; Juan 18, 39 s.
18 s. Jesús quiso agotar la humillación hasta ser pospuesto a un asesino. Había tomado sobre
sí los delitos de todos los hombres (cf. Ezequiel 4. 4 y nota) y no le bastó ser contado entre los
malhechores (22, 37; Isaías 53, 12). Fue peor que ellos, “gusano y no hombre” (Salmo 21, 6). Cf.
Filipenses 2, 7 s. y nota. La idea de nuestra muerte se endulza así indeciblemente al pensar que
aceptando de buen grado, como merecido, ese transitorio envilecimiento de nuestro cuerpo
comido por los gusanos de la “corrupción” (Hechos 13, 36), podemos en espíritu “asimilarnos a la
muerte de Él” (Filipenses 3, 10), que si no vio corrupción en el sueño del sepulcro (Hechos 2, 3; 13,
37), la sufrió vivo en su cuerpo santísimo escupido, desangrado y expuesto desnudo, entre dos
patibularios, a la irrisión del público que al verlo “meneaba la cabeza” (Salmo 21, 8), no de
compasión, sino de asco.
Evangelio según San Lucas Capítulo 23 82
Via crucis
26Cuando lo llevaban, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que
lamentaban y lloraban sobre Él. 28Mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo:
“Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, sino llorad por vosotras mismas y por
vuestros hijos, 29porque vienen días, en que se dirá: «¡Felices las estériles y las
entrañas que no engendraron, y los pechos que no amamantaron!»
30Entonces se pondrán a decir a las montañas: «Caed sobre nosotros, y a las
colinas: ocultadnos.» 31Porque si esto hacen con el leño verde, ¿qué será del
seco?”
La crucifixión
32Conducían también a otros dos malhechores con Él para ser suspendidos.
33Cuando hubieron llegado al lugar llamado del Cráneo, allí crucificaron a
Él, y a los malhechores, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. 34Y Jesús
decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Entretanto, hacían porciones de sus ropas y echaron suertes. 35Y el pueblo
estaba en pie mirándolo, más los magistrados lo zaherían, diciendo: “A otros
salvó; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el predilecto.” 36También
se burlaron de Él los soldados, acercándose, ofreciéndole vinagre y diciendo:
37“Si Tú eres el rey de los judíos, sálvate a Ti mismo.” 38Había, empero, una
inscripción sobre Él, en caracteres griegos, romanos y hebreos: “El rey de los
judíos es Éste.”
El buen ladrón
Uno de los malhechores suspendidos, blasfemaba de Él, diciendo: “¿No
39
26. Del texto deducen algunos que la ayuda del Cireneo no hacía sino aumentar el peso de
la Cruz sobre el hombro del divino Cordero, al levantar detrás de Él la extremidad inferior. Véase
Marcos 15, 21 y nota.
28. ¡La última amonestación del Señor! Entre las mujeres que lloraban estaba quizá aquella
“Verónica” que, según una antigua tradición, alargó a Jesús un lienzo para limpiar su rostro. La
misma tradición narra que también María, la santísima madre de Jesús, acompañada de San Juan,
se encontró con su Hijo en la vía dolorosa.
31. El leño seco arde más (Juan 15, 6). Si tanto sufre el Inocente por rescatar la culpa de los
hombres, ¿qué no merecerán los culpables si desprecian esa Redención? Véase Hebreos 6, 4 s.; 10,
26 s.
33. Véase Mateo 27, 33; Marcos 15, 22; Juan 19, 17.
40 s. Milagro de la gracia, que aprovecha este “obrero de la última hora” (Mateo 20, 8 y 15)
pasando directamente de la cruz al Paraíso. Lo que valoriza inmensamente la fe del buen ladrón es
que su confesión se produce en el momento en que Jesús aparece vencido y deshonrado. Cf. 22,
38 y nota.
Evangelio según San Lucas Capítulo 23 83
Y nosotros, con justicia; porque recibimos lo merecido por lo que hemos
41
hecho; pero Éste no hizo nada malo.” 42Y dijo: “Jesús, acuérdate de mí, cuando
vengas en tu reino.” 43Le respondió: “En verdad, te digo, hoy estarás conmigo
en el Paraíso.”
Muerte de Jesús
Era ya alrededor de la hora sexta, cuando una tiniebla se hizo sobre toda
44
la tierra hasta la hora nona, 45eclipsándose el sol; y el velo del templo se rasgó
por el medio. 46Y Jesús clamó con gran voz: “Padre, en tus manos entrego mi
espíritu.” Y, dicho esto, expiró.
47El centurión, al ver lo ocurrido, dio gloria a Dios, diciendo:
“¡Verdaderamente, este hombre era un justo!” 48Y todas las turbas reunidas para
este espectáculo, habiendo contemplado las cosas que pasaban, se volvían
golpeándose los pechos.
49Mas todos sus conocidos estaban a lo lejos —y también las mujeres que
42. A esto observa Fillion: “El buen ladrón creía en la inmortalidad del alma y en la
resurrección, y reconocía a Jesús como el Mesías-Rey. Por eso le pedía encarecidamente un lugar
en su Reino.” Y añade: “El Paraíso representa aquí la parte de la morada de los muertos (los limbos)
donde habitaban las almas de los elegidos, antes de la Ascensión de Jesucristo.” Cf. I Pedro 3, 19;
4, 6; Colosenses 1, 20.
46. El Salmo 30, de donde Jesús toma estas palabras, resulta así la oración ideal para estar
preparado a bien morir.
47. Si la conversión del ladrón es el primer fruto de la muerte de Jesús, la del centurión
romano es el segundo; judío aquél, gentil éste.
49. ¡A distancia los amigos y conocidos! Véase esto anticipado en Salmo 87, 9.
50 s. Véase Mateo 27, 57 s.; Marcos 15, 42 s.; Juan 19, 38 s.
51 s. José de Arimatea fue miembro del Gran Consejo (Sanhedrín) que condenó a Jesús a la
muerte. En versículo 52 s. da otra prueba de su intrépida fe en Él. No teme ni el odio de sus colegas
ni el terrorismo de los fanáticos. Personalmente va a Pilato para pedir el cuerpo de Jesús;
personalmente lo descuelga de la cruz, envolviéndolo en una sábana; personalmente lo coloca en
su propio sepulcro, con la ayuda de Nicodemo (Juan 19, 39). El santo Sudario, que nos ha
conservado las facciones del divino Rostro, se venera en Turín. Cf. Juan 20, 7 y nota.
54. El evangelista quiere expresar que ya estaba por comenzar el sábado, el cual, como es
sabido, empezaba al caer la tarde, y no con el día natural (véase Génesis 1, 5, 8, etc.). El griego usa
un verbo semejante a alborear, pero cuyo sentido es simplemente comenzar.
Evangelio según San Lucas Capítulo 24 84
con Él de Galilea, acompañaron (a José) y observaron el sepulcro y la manera
cómo fue sepultado Su cuerpo. 56Y de vuelta, prepararon aromas y ungüento.
Durante el sábado se estuvieron en reposo, conforme al precepto.
Capítulo 24
La Resurrección
1Pero el primer día de la semana, muy de mañana, volvieron al sepulcro,
llevando los aromas que habían preparado. 2Y hallaron la piedra desarrimada
del sepulcro. 3Habiendo entrado, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.
4Mientras ellas estaban perplejas por esto, he ahí que dos varones de vestidura
1 s. Véase Mateo 28, 1 s.; Marcos 16, 1 s.; Juan 20, 1 y nota. Jesús estuvo en el sepulcro desde
la noche del viernes hasta la madrugada del domingo.
9. Los Once: faltaba Judas, que se había suicidado.
13. Ciento sesenta estadios: o sea unos 30 kilómetros, distancia que corresponde a la actual
Amwás. En algunos códices se lee “sesenta”, en vez de “ciento sesenta”, lo que dio lugar a buscar,
como posible escenario de este episodio, otros lugares en las proximidades de Jerusalén (El Kubeibe
y Kalonie).
Evangelio según San Lucas Capítulo 24 85
profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y de todo el pueblo, 20y
cómo lo entregaron nuestros sumos sacerdotes y nuestros magistrados para ser
condenado a muerte, y lo crucificaron. 21Nosotros, a la verdad, esperábamos
que fuera Él, aquel que habría de librar a Israel. Pero, con todo, ya es el tercer
día desde que sucedieron estas cosas. 22Y todavía más, algunas mujeres de los
nuestros, nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, 23y
no habiendo encontrado su cuerpo se volvieron, diciendo también que ellas
habían tenido una visión de ángeles, los que dicen que Él está vivo. 24Algunos
de los que están con nosotros han ido al sepulcro, y han encontrado las cosas
como las mujeres habían dicho; pero a Él no lo han visto.”
25Entonces les dijo: “¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para
creer todo lo que han dicho los profetas! 26¿No era necesario que el Cristo
sufriese así para entrar en su gloria?” 27Y comenzando por Moisés, y por todos
los profetas, les hizo hermenéutica de lo que en todas las Escrituras había acerca
de Él. 28Se aproximaron a la aldea a donde iban, y Él hizo ademán de ir más
lejos. 29Pero ellos le hicieron fuerza, diciendo: “Quédate con nosotros, porque
es tarde, y ya ha declinado el día.” Y entró para quedarse con ellos. 30Y estando
con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio. 31Entonces los
ojos de ellos fueron abiertos y lo reconocieron; más Él desapareció de su vista.
32Y se dijeron uno a otro: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo
dentro de nosotros, mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las
Escrituras?”
Jesús se aparece a los Once
33Y levantándose en aquella misma hora, se volvieron a Jerusalén y
encontraron reunidos a los Once y a los demás, 34los cuales dijeron: “Realmente
resucitó el Señor y se ha aparecido a Simón.” 35Y ellos contaron lo que les había
pasado en el camino, y cómo se hizo conocer de ellos en la fracción del pan.
36Aún estaban hablando de esto cuando Él mismo se puso en medio de ellos
23. Gran misterio es ver que Jesús resucitado, lejos de ser aún glorificado sobre la tierra (cf.
Hechos 1, 6), sigue luchando con la incredulidad de sus propios discípulos. Cf. Juan 21, 9 y nota.
26 s. Les mostró cómo las profecías y figuras se referían también a su primera venida doliente
(cf. Isaías 53; Salmos 21 y 68. etc.). porque ellos sólo pensaban en la venida del Mesías glorioso.
Cf. Hechos 3, 22 y nota.
30. Pirot hace notar que ha sido abandonada la opinión de que esta fracción del pan fuese la
Eucaristía.
32. Felicidad que hoy está a nuestro alcance (cf. versículo 45 y nota). “La inteligencia de las
Escrituras produce tal deleite que el alma se olvida no sólo del mundo, sino también de sí misma”
(Santa Ángela de Foligno).
36. Véase Marcos 16, 14; Juan 20, 19.
Evangelio según San Lucas Capítulo 24 86
tengo.” 40Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. 41Como aún
desconfiaran, de pura alegría, y se estuvieran asombrados, les dijo: “¿Tenéis por
ahí algo de comer?” 42Le dieron un trozo de pez asado. 43Lo tomó y se lo comió
a la vista de ellos.
Despedida y Ascensión
44Después les dijo: “Esto es aquello que Yo os decía, cuando estaba todavía
con vosotros, que es necesario que todo lo que está escrito acerca de Mí en la
Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos se cumpla.” 45Entonces les abrió
la inteligencia para que comprendiesen las Escrituras. 46Y les dijo: “Así estaba
escrito que el Cristo sufriese y resucitase de entre los muertos al tercer día, 47y
que se predicase, en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados
a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. 48Vosotros sois testigos de estas
cosas. 49Y he aquí que Yo envío sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Más
vosotros estaos quedos en la ciudad hasta que desde lo alto seáis investidos de
fuerza.
50Y los sacó fuera hasta frente a Betania y, alzando sus manos, los bendijo.
51Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue elevado hacia el cielo. 52Ellos
41. No lo dice por tener hambre, sino para convencerlos de que tenía un cuerpo real. Y lo
confirma comiendo ante sus ojos. Cf. Juan 21, 9 y nota.
45. Vemos aquí que la inteligencia de la Palabra de Dios es obra del Espíritu Santo en nosotros,
el cual la da a los humildes y no a los sabios (10, 31). Véase versículo 32; Salmo 118, 34 y nota.
46. Véase versículo 7; Mateo 26, 25; Isaías 35, 5 y notas.
47. Véase Mateo 10, 6 y nota.
49. Esa “Promesa” del Padre es el Espíritu Santo, según lo refiere el mismo Lucas en Hechos 1,
4. Véase 3, 16; Mateo 3, 11; Marcos 1, 8; Juan 1, 26; 14, 26.
50 s. Esta bendición de despedida de Jesús no es sino un “hasta luego” (Juan 16, 16 siguientes
y nota), porque Él mismo dijo que iba a prepararnos un lugar en la casa de su Padre, y volvería a
tomarnos para estar siempre juntos (Juan 14, 2 s.). San Lucas continúa este relato de la Ascensión
en los Hechos de los Apóstoles, para decirnos que, según anunciaron entonces los ángeles, Jesús
volverá de la misma manera que se fue, esto es, en las nubes (Hechos 1, 11 y nota). Entonces
terminarán de cumplirse todos esos anuncios de que habla Jesús en el versículo 44, para cuyo
entendimiento hemos de pedirle que nos abra la inteligencia como hizo aquí con los apóstoles
(versículo 45).
53. En el Templo: El mismo de Jerusalén (cf. Hechos 3, 1) cuyo culto continuó hasta su
destrucción por los romanos el año 70, después del anuncio hecho por San Pablo a Israel en Hechos
28, 25 s. Cf. Hebreos 8, 4 y nota.