Utopias Artic
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Partamos de la idea de que una utopía es un lugar que sólo días del anarquismo, 1968, los días en que cayó el muro
existe en los libros: La ciudad de Dios, Un mundo feliz, de Berlín… Todos estos acontecimientos y lugares lle-
Liliput, El país de las maravillas, La ciudad de Cristal. van la marca de la posibilidad de una bifurcación del
El ruso, lingüista y teórico de la literatura, Mijail Baj- tiempo histórico.
tin los llamaría c ro n o t o p o s: “Llamaremos —afirma La novela utópica, por su carácter social, ubicada en
Bajtin— cronotopo a las interconexiones sustanciales contextos y realidades alternos, permite pensar siempre
de las relaciones temporales y espaciales de las cuales la que existen otras formas posibles de sociedad. Es tam-
literatura se apropia artísticamente”. Es un punto donde bién uno de los géneros más frecuentados por la litera-
el tiempo y el espacio se entrecruzan. Un lugar: ahí tura del siglo XX. El género hunde sus raíces en la his-
domina el futuro, o el pasado, o ciudades deseperadas, toria, aunque de manera fundamental, en la alegoría
o ciudades muertas. A menudo se trata de Ciudades- medieval y en la utopía barroca del siglo XVII, con los tex-
Estado o pequeños universos regidos por leyes autóno- tos clásicos de Moro, Vico y Campanella. Desde hace
mas. Los personajes viven de otra forma, sus relaciones mucho tiempo la utopía dejó de ser sinónimo de un
sociales son distintas. Utopía: no hay tal lugar es la tra- mundo mejor o de una ciudad domeñada por potencias
ducción que debemos a Francisco de Quevedo, pero ha divinas. Casi siempre se trata de adve rtencias y no pocas
habitado la imaginación humana desde Sodoma, Troya, veces de profecías.
La Atlántida o Babel. En el siglo XVIII, con la aparición de Las aventuras del
Hay acontecimientos históricos que por su carga barón Munchhausen, Los viajes de Gulliver, los textos
están marcados por el signo de la utopía: la vida en Ate- utópicos accedieron a un doble nivel de complejidad, ya
nas, la Biblioteca de Alejandría, las sociedades gnósti- que al abandonar la descripción de sociedades perf e c t a s ,
cas, los cátaros, la Comuna de París, Ba rcelona en los sirvieron para interrogar a los sistemas sociales de los que
surgieron. De manera paradójica, la novela utópica había Es sin embargo en el siglo XX donde la novela utó-
descendido, por medio de la más alta fabulación, al pica alcanza su máxima potencia con obras fundamen-
cuestionamiento de la realidad más inmediata. Las cos- tales como El proceso y El castillo de Franz Kafka, Noso-
tumbres, las creencias, los sistemas religiosos, las formas tros del escritor soviético Eugeni Zamiatin, 1984 de
de organización social mismas se habían vuelto relativas. George Orwell, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o Un
El Siglo de las Luces, con la aparición del Leviatán de mundo feliz de Aldous Huxley. Todas ellas parten de un
Thomas Hobbes, La fábula de las abejas de Mandeville y conflicto fundamental: la lucha entre el Estado y la
el pensamiento filosófico de la Enciclopedia, enriqueció sociedad, y cada vez de una manera más precisa, el con-
los elementos necesarios para este tipo de relativización flicto entre el entorno social y el individuo.
y cuestionamiento del orden social. La aparición de estas novelas en el contexto del siglo
Paradójicamente, el siglo XIX cuenta con pocas nove- XX, y su derivación hacia el cine desde sus primeras épo-
las de este tipo, aunque desde un punto de vista filosófi- cas, no es casual. El siglo XX es la era de la rebelión de las
co e histórico demarca la época del positivismo: de los masas, el siglo de las re voluciones y de las grandes gue-
utopistas ingleses, franceses y norteamericanos. La teoría rras; la era del exterminio de grupos de individuos por
de los cuatro movimientos de Charles Fourier, el Erewhon razones étnicas, económicas, nacionales: el tiempo del
de Butler, El manifiesto comunista de Karl Ma rx, o Wal- totalitarismo y la conversión del individuo en cifra. Es a
den de Thoreau, para sólo mencionar unos cuantos auto- p a rtir de este entorno sociohistórico donde hay que re v i-
res, participan de una visión del mundo común y part e n sar la aparición de estas novelas, que se encuentran entre
de la idea de mejorar a las sociedades, de cambiarlas de las más atroces pesadillas imaginadas por el hombre.
acuerdo a un tipo de organización social más benéfica El proceso de Franz Kafka forma parte inicial de este
para la mayoría. La sombra de un Estado benefactor y ciclo. Escrita en el segundo decenio del siglo XX, la nove-
cada vez más fuerte, erigido a partir del surgimiento de la la describe un infierno burocrático, donde se emiten
democracia, dio como resultado grandes avances mate- leyes que no se comprenden, se condena a las personas
riales, pero también grandes desigualdades. El nacimien- sin causa alguna y se siguen penosos trámites y papeleos
to del anarquismo, que buscaba la desaparición del Esta- que culminan en la muerte. Ninguna novela ha descrito
do, es probablemente la más radical e imaginativa de de manera más eficaz la maquinaria abstracta del Estado.
estas propuestas de organización alternativa, el equivalen- El proceso no ocurre en un futuro lejano o en una socie-
te del dadaísmo en las revoluciones estéticas del siglo XX. dad imaginaria: ocurre aquí y ahora. Kafka parte de su
cotidianidad más inmediata como agente de seguros XX: Un mundo feliz de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 de
para trabajadores y sólo cambia algunos aspectos de la Ray Br a d b u ry, y 1984 de George Orwell, quien fue el
sociedad en la que vive. El proceso es tan cercana a la re a- único en reconocer la influencia de Zamiatin.
lidad que incluso hoy nos parece una novela realista, Nosotros narra la vida en la Ciudad de Cristal del Esta-
pese a su trasfondo alegórico y religioso. Kafka describe do Único, presidida por el Benefactor y sus guardianes.
un mundo donde nada está donde debe estar. Como en Se trata de una utopía donde la felicidad es obligatoria y
Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll —un donde los sueños y las fantasías son considerados como
verdadero precursor del género— donde la reina pide residuos de la barbarie del pasado. El individuo no exis-
p r i m e rola ejecución y después el juicio de sus súbditos, te, sólo existe el nosotros, de ahí el título de la novela.
en El proceso Josef K. es condenado sin un previo juicio, El retrato de estos hombres-hormigas, despojados
y los pasos que se le obliga a dar en un esfuerzo desespe- de todo rasgo irracional resulta patético. La novela está
rado por comprender su situación, sólo serán los movi- escrita en una prosa despojada de metáforas, a base de
mientos necesarios para la ejecución de una sentencia de frases cortas, aunque plena de imágenes que recuerdan
muerte dictada de antemano. La angustia ante el absur- el filme Metrópolis de Fritz Lang. Los nombres de los
do de una sociedad ciega y sorda, la imposibilidad de sal- personajes son letras y números (el héroe-narrador se
vación, la soledad del individuo impregnan esta novela llama D-503, la heroína se llama I-330), la vida está
como una infección perturbadora. regida por horarios y actividades fijas, la sexualidad
La Revolución de octubre de 1917 y el descubrimien- sólo puede practicarse por medio de peticiones, permi-
to de la Relatividad tienen acaso más puntos en común sos y cupones otorgados por el Estado.
de lo que parece. Einstein descubrió la existencia de un La anécdota de la novela es simple: en la Ciudad de
tiempo relativo y abrió con esta sola afirmación una serie Cristal se prepara el despegue de una nave espacial que
de caminos que se dividen. La Revolución Rusa, por su habrá de llevar a otros planetas la felicidad de la que apa-
p a rte, demostró que podían darse formas de organiza- rentemente gozan los súbditos del Estado Único. Sin
ción social alternativas al capitalismo de aquellos años. embargo, más allá de sus muros, habitan los hombres
La historia había dejado de ser lineal para volverse relativa salvajes, los nómadas libertarios, que se preparan para
y parecía bifurcarse en múltiples caminos que se abrían el asalto definitivo de la ciudad. Al mismo tiempo, el
frente a ella. héroe-narrador se enamora de la líder de la rebelión, con
Apenas unos años después de la Revolución Rusa quien sostiene una intensa relación erótica no despojada
aparece la novela Nosotros, del escritor soviético Eugeni de ironía y amargura: sus encuentros se realizan en un
Zamiatin. Mi e m b ro del partido comunista, bolchevi- museo donde se muestran los vestigios del pasado y
que activo, Zamiatin imaginó una poderosa utopía que tanto D-503 como I-330 se disfrazan, deliciosamente
a d ve rtía sobre los abusos del poder, la desaparición de fetichistas, con las ropas de la prehistoria (es decir, al esti-
los individuos y los peligros de la colectivización. lo de los años veinte) para sus encuentros eróticos.
Eugeni Zamiatin pertenece a una de las más brillan- Uno de los momentos más re l e vantes del libro ocu-
tes generaciones de escritores rusos, entre los que se cuen- r re durante las elecciones. Toda la población debe elegir
tan autores como Isaak Babel, Mijail Bulgakov y Andrei al unísono por el sí para reconfirmar al Benefactor en su
Biely. Nosotros, su novela más conocida, se anticipa con puesto. Sin embargo, en el momento de votar, la pobla-
ventaja a todas las novelas futuristas y utópicas del siglo ción entera elige el no, rechazando de esta forma al dic-
tador. La confusión es tal que se toma esta elección a fines de los años veinte. Dicha novela sirvió como base
como un lapsus c o l e c t i voy el sufragio se repite. Esta vez para que el director alemán Fritz Lang creara el filme clá-
la población da el sí re f rendando de esta forma el poder sico y grandioso que lleva el mismo título. Ubicada en
del Benefactor. una Ciudad-Estado que serviría como base para todos los
Zamiatin tuvo grandes problemas en la Rusia bolc h e- filmes futuristas siguientes, la novela plantea el conflicto
vique, a pesar de que se había adherido plenamente a la entre los habitantes del submundo, obreros, empleados,
re volución. En 1929 renunció a la Unión de Escritores, burócratas, y los habitantes de la cima de la ciudad: una
negándose a pertenecer a una asociación que colaboraba clase dominante decadente e indolente. Un robot de si-
con la persecución de sus propios miembros. Más tard e nuosas formas femeninas, que sirve como espectáculo
h i zo una petición directa a Stalin para que se le permi- para las clases altas, será modificado por su creador para
tiera salir de la Unión Soviética. La carta de Zamiatin a dirigir una rebelión entre las castas inferiores. Pese su final
Stalin resulta impresionante por su valentía y franquez a : completamente conciliador, la novela presenta a una
masa oprimida y anticipa de una manera visionaria el
Sé que la vida en el extranjero será extremadamente difícil ascenso del fascismo. Thea von Harbou, con la llegada
para mí, porque no puedo integrarme al campo reaccio- del partido nazi al poder, se alió al fascismo y el director
nario... Me encasillan en el ala derecha por mi costumbre Fritz Lang tuvo que salir huyendo de Alemania para re-
de escribir de acuerdo a mi conciencia. fugiarse en los Estados Unidos, ante la cacería inmiseri-
corde de artistas rebeldes, comunistas y judíos.
La novela echa mano a las técnicas de la primera va n- No es casual que tanto Nosotros de Zamiatin y Metró-
guardia (por ejemplo el futurismo ruso e italiano). A pesar polis de Thea von Harbou hayan aparecido en la Unión
de que contiene un mensaje político evidente (en la no- Soviética y en Alemania: ambas obras ponen de mani-
vela queda implícita la idea trotskista de la revolución fiesto el ascenso de las dos variantes al mismo tiempo
permanente), la trama sumerge al lector en un juego de antagónicas y profundamente hermanadas de los socia-
falsas pistas y vueltas de tuerca, además de enfrentarnos lismos de su tiempo. Ambas novelas advierten sobre lo
a un desenlace sorpresivo digno de un relato policial. que ocurriría con los procesos de colectivizacion stalinis-
Eugeni Zamiatin murió exiliado en París en 1937, a ta y los campos de concentración de la Alemania nazi.
la edad de cuarenta y nueve años. Valdría la pena recor- 1984 del escritor británico George Orwell culmina-
dar una de sus afirmaciones más perturbadoras: “La ría de manera magistral esta evolución de la novela utó-
auténtica literatura puede ser creada sólo por locos, pica de ese tiempo. Orwell, con su novela escrita en
ermitaños, herejes, soñadores, rebeldes y escépticos, no 1948 —de ahí el título de 1 9 8 4— plantearía de forma
por funcionarios diligentes y confiables”. muy precisa el profundo parentesco entre el stalinismo y
La escritora alemana Thea von Harbou, esposa del el fascismo. En 1984 encontramos casi todos los elemen-
cineasta Fritz Lang escribió su novela titulada Metrópolis tos comunes a ambas formas perversas de socialismo: el
patía que siente hacia sus personajes, aun por los más
atroces. A Jünger le interesan los procesos, los indivi-
duos atrapados en las estructuras; a Nabokov en cambio
le interesan los personajes enfrentados a los procesos y las
estructuras. A la despojada frialdad de Jünger, Nabokov
enfrenta una rabiosa defensa por el individuo, una mi-
nuciosa, a veces irónica, pero siempre compasiva atrac-
ción por los instintos y las pasiones, aun las más secre t a s
y prohibidas. Sólo por esta rabiosa defensa podemos
entender esa genial galería de locos, perversos, asesi-
nos, misóginos, incestuosos y criminales que pueblan
sus novelas y cuyos destinos resultan agridulces e inclu-
so heroicos al lector.
La convergencia entre la técnica y el dominio del
individuo tuvo su mejor manifestación en otro clásico
del siglo XX: Un mundo feliz de Aldous Huxley, cuyo
título real sería Valiente mundo nuevo (Brave New World).
En esta novela, ubicada en un futuro en apariencia dis-
tante pero cada vez más evidentemente nuestro, la sexua- Palestrina, Paysage réel et paysage rêvé
lidad, y con ella la pulsión de muerte y los instintos de
agresión y de territorialidad, han desaparecido, de modo
que los individuos, conve rtidos en hormigas, se dedican
a la construcción de un mundo en apariencia feliz y invisibles de Italo Calvino, una bre ve colección de uto-
pleno de utilidad. Es evidente que la mayor crítica de esta pías minimalistas; la utopía celta poblada de elfos y gno-
novela se dirige no a los Estados totalitarios, como en los mos en El señor de los anillos de Tolkien; El palacio de los
ejemplos anteriores, sino a la ética pro t e st a nte de la vida sueños del autor albanés Ismail Kadaré; Cristóbal Nonato
como utilidad y como acumulación. Se trata sin duda de Carlos Fuentes, una pesadilla funambulesca y quizá
de la vuelta de tuerca necesaria para presentarnos un visionaria del futuro político de México; El pasadizo del
mundo regido por la lógica del capitalismo, que es la escritor postsoviético Vladimir Makanin, una siniestra
lógica protestante. indagación sobre el movimiento de las masas; o Es p e-
El género continúa hasta nuestros días. En muchos rando a los bárbaros de Coetzee, el gran autor sudafrica-
casos la utopía se ha refugiado en el cómic, el cine o la no, que entabla un juego simbólico donde el cuerpo de
ciencia ficción. La ciudad metida en un frasco que una esclava se convierte en una utopía. No hay tal lugar,
Superman atesoraba en su fortaleza de la Antártida, o y sin embargo existe. Todas ellas son adve rtencias y al
Ciudad Gótica de Batman, o Los Ángeles en 2017 en mismo tiempo deseos: adve rtencias de habitar mundos
el filme Blade Runner, o Alphaville, la ciudad inventa- cerrados donde lo Ot ro es impensable, y donde al
da por Jean-Luc Godard. La literatura de ciencia fic- mismo tiempo el individuo ha desaparecido, regidos por
ción que ha sentado los cánones ha hecho suya la uto- potencias mágicas o Estados totalitarios. Deseo de que la
pía en autores como G.W. Ballard, Stanislav Lem, Ray realidad sea de otro modo, acaso más atroz, pero tam-
Bradbury, Philip K. Dick, William Gibson, Ursula K. bién más intensa, o más milagrosa y menos aburrida.
Le Guin… la lista sería innumerable. Ernst Bloch, uno de los maestros de la utopía filosófica,
Los ejemplos en la literatura contemporánea son nos recuerda que la utopía abre la puerta a la esperanza.
múltiples, basta con citar unos cuantos: Eumeswill y La novela utópica nos re c u e rda la existencia de una re a-
Heliópolis de Ernst Jünger, verdaderas pesadillas fascistas lidad distinta, nos permite atisbar lo Ot ro en su enigmá-
sometidas a las leyes del dominio político; Las ciudades tica, milagrosa, terrible plenitud.