Liliana Porter
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Ciafardo, Mariel
Arte y opinión: entrevista a Liliana Porter / Mariel Ciafardo; Liliana
Porter; dirigido por Daniel Belinche. - 1a ed . - La Plata: Universidad
Nacional de La Plata. Facultad de Bellas Artes, 2015.
36 p. ; 20 x 14 cm.
Director de la Colección
Dr. Daniel Belinche
Edición y corrección
Lic. Florencia Mendoza
Corrección de Pruebas
Lic. Adela Ruiz
ISBN 978-950-34-1285-5
Primera edición: abril de 2016
Cantidad de ejemplares: 500
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
Presidente
Lic. Raúl Aníbal Perdomo
Vicepresidente Área Institucional
Dr. Fernando Alfredo Tauber
Vicepresidenta Área Académica
Prof. Ana María Barletta
Secretario de Arte y Cultura
Dr. Daniel Horacio Belinche
Decana
Prof. Mariel Ciafardo
Vicedecana Secretaria de Extensión
Lic. Cristina Terzaghi Prof. María Victoria Mc Coubrey
Secretaria de Decanato Secretario de Relaciones
Prof. Paula Sigismondo Institucionales
DI Eduardo Pascal
Secretario de Asuntos Académicos
Prof. Santiago Romé Secretario de Cultura
Lic. Carlos Coppa
Secretario de Planificación,
Infraestructura y Finanzas Secretario de Producción
DCV Juan Pablo Fernández y Comunicación
Prof. Martín Barrios
Secretaria de Ciencia y Técnica
Lic. Silvia García Secretario de Asuntos Estudiantiles
Prof. Esteban Conde Ferreira
Secretaria
de Publicaciones y Posgrado Secretario de Programas Externos
Prof. María Elena Larrègle DCV Fermín Gonzalez Laría
Entrevista a
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Entrevista a Liliana Porter
Mariel Ciafardo (MC): Buenas tardes, gracias por estar acá. Liliana
Porter no necesita muchas presentaciones. Todos la conocemos, la
admiramos y recorremos su obra. No sé si estás al tanto de que los
profesores de la Facultad usamos mucho tus imágenes cuando da-
mos clases; las mostramos y las analizamos permanentemente. De
modo que docentes y estudiantes seguimos desde hace años tu pro-
ducción. Bienvenida a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad
Nacional de La Plata y muchas gracias por haber aceptado la invita-
ción. Estamos todos esperando, ansiosamente, poder escucharte, ver
algunas de tus obras y después dialogar con vos.
LP: Y bueno, no tuvimos tiempo de ensayar nada. Pero yo, por las
dudas, traje algunas imágenes y un video para mostrarles. Uno
siempre se imagina que nadie sabe lo que uno hace. Espero compartir
con ustedes algunas imágenes que no conozcan. Para empezar les voy
a contar, brevemente, mi biografía. Estudié Bellas Artes en Buenos
Aires, viví tres años en México donde estudié en la Universidad
Iberoamericana; después me fui a Nueva York, en 1964. Allí vivo
desde entonces. Sin embargo, me propuse mantener como punto de
referencia mi propia cultura, que no es algo que a uno simplemente
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le ocurre, sino que, más bien, es algo que en realidad se decide. Para
mí es muy importante seguir pensando en español. Y aunque siento,
por supuesto, que moverme en diferentes contextos y vivir todos
estos años en Nueva York me enseñaron varias cosas y otro idioma –y
esto enriquece–, me pareció fundamental seguir viniendo a Buenos
Aires, exponer y mantener relación con mi propio contexto. Es verdad
que una cosa que sucede cuando se vive en Nueva York es que el
contexto se agranda. En vez de sentir que la Argentina es el territorio
propio, Latinoamérica pasa a ser ese territorio, porque enseguida te
identificás con las personas que hablan el propio idioma, con quienes,
a la vez y de alguna manera, tenemos un montón de cosas en común.
Bueno, ya hablé demasiado, voy a mostrar algunas imágenes.
Siempre elijo imágenes distintas para ser más espontánea; a esta
edad uno hizo tanta obra que es difícil elegir.
Empecemos con esta obra, del año 2011, que es una foto, Ellos
con Nazi [Figura 1]. Creo que todo artista tiene un solo tema, que
aparece quiera o no. Y que cualquier obra que elija, en definitiva,
está hablando de lo mismo. Por ejemplo, en esta fotografía,
trabajo la idea de poner juntos personajes disímiles. Disímiles en el
tiempo, en lo que son, en el tamaño, en todo. De alguna manera
también se relaciona con los temas que me interesan: el tema de
la representación y el tema del tiempo. El tiempo como algo que
se percibe como no lineal, en el sentido que existen las cosas, la
memoria de las cosas, lo que distorsionamos, nuestra relación con
las cosas. Todo eso va fragmentando cualquier noción de linealidad.
La idea de poner simultáneos estos personajes, sin juicio de valor,
es algo que me gusta. Hacer simultáneos tiempos aparentemente
contradictorios.
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esplendorosa, casi lo opuesto al tema. Cuando me preguntan:
«¿Y eso qué es?», pienso otra vez que es una metáfora del tiempo, de
las cosas que van pasando, pero que, en simultáneo, están ahí, en la
memoria, en una imagen o en un libro.
Esta era la instalación general [Figura 3]. Empezaba por una punta y
terminaba en el piano dado vuelta. Incluía otros temas que ya venía
usando, que son los trabajos forzados, esas tareas que hace la gente,
que la supera, que tiene que desenredar el hilo o tejer algo enorme.
Otra vez es el mismo tema: frente a la realidad, lo que tratamos de
entender es siempre algo mayor a nuestras posibilidades.
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Figura 4a. El parecido (2007).
Acrílico y ensamblaje sobre tela
Figura 4b. Detalle de la obra El parecido (2007). Acrílico y ensamblaje sobre tela
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Con la obra Línea [Figura 7a] volvemos al pasado remoto, es de 1973.
Dibujé esa línea en el dedo y en la superficie donde tenía apoyada
la mano y saqué esta foto. Pero, después le puse el passepartout y
la enmarqué y, en la siguiente, la línea continúa en la pared [Figura
7b]. Lo que interesa es cómo continúa.
Figura 8. Cuarenta años IIIB (mano sobre línea horizontal, 1973) (2013).
Impresión cromogénica
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Las obras siguientes son exposiciones por correo, de 1969, impresas
y enviadas desde el Instituto Di Tella [Figura 9]. En ese momento, nos
habían invitado a exponer y era una época en la que teníamos la idea
de la desmaterialización del arte. Queríamos salirnos del objeto, hacer
cosas que no fueran vendibles, olvidarnos de la galería y hacer obras,
digamos, transitorias. Hice una serie de exposiciones que consistía en
mandar sombras por correo. La que sigue se llamó Sombra para dos
aceitunas. El que la recibía, si quería, le ponía las aceitunas encima.
Me gusta la idea de invertir el tiempo: primero la sombra y después
las aceitunas. Era una idea medio poética, aparte de lo ideológico
de la obra, porque, además, el offset es una técnica de producción
masiva, comercial, poco ostentosa.
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tóxicos. Lo que les cuento es medio aburrido porque es siempre lo
mismo. La cabeza del perro está pegada a la foto, es tridimensional,
mientras que la niña está dentro de la foto, en el espacio virtual de la
foto y, no obstante, está viendo la cabeza [Figura 11]. Me gusta esa
imposibilidad, es decir, ilustrar una imposibilidad.
La obra Elvis es una litografía de 2011 [Figura 12]. Acá agregué sonido.
Me interesa dislocar el sonido y la imagen. El público se ponía los
auriculares y escuchaba una música increíble, rayada, de un disco
antiguo de Elvis cantando. Y es lo más triste del mundo, uno lo mira
al tipo que, además, es una foto de una especie de escultura de yeso
–hecha por un niño tal vez– que encontré en un mercado de pulgas, y
que por casualidad nos damos cuenta de que es Elvis. Toda esa cosa de
la imagen de Elvis y de la música grabada y de que sea un grabado...
Bueno, no sé, crea algo particular.
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El año pasado presenté una obra de teatro en Buenos Aires que se
llama Entreactos: situaciones breves y que está dividida en dieciséis
escenas precedidas siempre por su título. El fragmento que se ve se
llama «Violinista» [Figura 13]. Entra una chica con el violín y se pone
en posición, pero no lo toca, sino que se escucha la música de un
violín y, entonces, la miramos e imaginamos. Tal vez, es algo parecido
a lo que ocurre con la obra de Elvis.
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La obra siguiente es de 2007 y pertenece a una serie compuesta
por, aproximadamente, veinte fotos con objetos [Figura 15]. Son
reconstrucciones. En esta, la idea es que uno mira y ve una foto de
ese pingüino todo destrozado, en la que hay un estante y sobre él
está el pingüino perfecto. Las posibilidades son: que soy capaz de
dar vuelta el tiempo o que soy capaz de reconstruir el pingüino, así...
Sensacional. Trabajar con esas posibilidades también me interesa.
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El trabajo 8 correcciones está expuesto en la Galería Ruth Benzacar
de Buenos Aires [Figura 17a]. Son otras correcciones, pero esta vez no
son dibujos sino garabatos hechos con acrílico [Figura 17b].
Figura 17a. 8 correcciones (2015). Pintura acrílica y lápiz rojo sobre hojas de papel
La obra que está en pantalla es del año 2000 [Figura 18]. Se ve otro
de los temas que vienen y siguen, que vuelvo a hacer. En este caso,
el caminante. Es el caminante que para llegar a la casa tiene que ser
capaz de entrar al espacio virtual del jarrón. Siempre me sedujo la
relación entre lo real y lo virtual. Es interesante, porque mucha gente
dice que el hombrecito no va a llegar nunca a la casa y a otros les
parece normal.
Figura 18. Para regresar (2000). Jarrón chino, estatuilla de metal y dibujo
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El trabajo que sigue es una litografía de 2004 y se llama Diálogo con
eso [Figura 19]. Aquí aparece, otra vez, la idea de dos seres o de
cosas disímiles que dialogan.
Figura 19. Diálogo con eso (2004). Litografía sobre cartón y cabeza de jabalí
de resina
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Faltan dos obras. Una es El anarquista IV (hombre con sombrero
negro), que es un señor que está sentado [Figuras 21a y 21b]. En el
detalle se puede ver todo el lío que generan los diferentes puntos.
Figura 21b. Detalle de la obra El anarquista IV (hombre con sombrero negro) (2013).
Estante de madera, estatuilla e hilos, instalación en la pared
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La otra, que es muy nueva, se llama El intento II (Triángulo) y
pertenece a una serie en la que esos personajes chiquitos tratan de
dibujar las figuras arquetípicas y de completarlas [Figura 22].
MC: Es muy buena esta selección de obras que hiciste Liliana, a pesar
de que me sacó unas cuantas preguntas que te iba a hacer. Cuando
pensaba sobre qué íbamos a conversar, decidí buscar las recurrencias,
porque en una trayectoria tan extensa como la tuya, desde fines de los
sesenta hasta ahora, el orden cronológico no nos iba a ayudar mucho,
ni hubiera tenido sentido. Entonces, dije: «Busquemos cuáles son las
recurrencias en las obras de Liliana Porter». Y me parece que la selec-
ción que hiciste de tus imágenes obedeció también a esas recurrencias.
Una de ellas es que buena parte de tus obras son situaciones –creo
que vos las definís con esa palabra– que parecen presentar esce-
nas propias de la condición humana: personajes pequeños que se
enfrentan a desafíos aparentemente inconmensurables y que están
completamente por fuera de las posibilidades que uno piensa que
tiene como ser humano; encuentros entre diferentes personajes; ac-
ciones imposibles, como la del jardinero que riega flores estampa-
das en un plato roto; esas roturas... Pianos rotos, distintos objetos ro-
tos. Sin embargo, cuando como público percibimos esas escenas nos
queda la idea de producción, de construcción, de reparación. Quería
preguntarte si esto es tu intención: mostrar lo roto en su voluntad
de reconstruirse de alguna manera. ¿Cómo surgen estas situaciones?
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lo veo. Me da la impresión de que es así, de que la explicación está y
que uno no la ve. Es distinto pensar que está a pensar que no está, es
más fácil volverse loco si uno piensa que no está. Creo que lo que me
ayuda es la parte esperanzadora de mi obra: saber que aunque uno
no entienda nada, existe una explicación. Y ayuda también mucho
el humor.
LP: Me parece que todos tenemos algo así como un lente para ver
las cosas y eso hace que cuando voy a un mercado de pulgas sepa
o, mejor dicho, encuentre los objetos que me interesan. Los veo;
más que buscarlos, vienen. Tengo una visión de las cosas y no sé
en qué momento empieza la obra. En general, cuando pienso una
obra escribo ideas; no parto de lo formal o de lo visual, sino de ideas
que podrían haber sido pensadas por un escritor. Después busco la
solución formal que me parezca que es la que más potencia la idea.
Figura 23. Arruga (1968). Serie de 10 fotograbados de 34,5 x 42 centímetros cada uno
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MC: También aparece ese vacío, esa no necesidad de llenarlo todo.
LP: Sí. Por ejemplo, la exposición que está ahora en Buenos Aires se
llama Reparar el piano y otros compromisos. Usé el piano que estuvo
en el malba dado vuelta. Lo guardamos pensando que podía usarse en
otra cosa y ésta es la otra cosa, donde el piano aparece en la exposición
arriba de una tarima, vertical esta vez. Está roto, destrozado realmente,
y hay un montón de personajes que lo arreglan. Uno lo ve al hombre
tratando de arreglar un desastre horrible y piensa que ni siquiera es
capaz, como es tan chiquito, de percibir lo enorme que es el piano
porque si lo percibiera se iría a dormir sin hacer nada. En fin, otra vez,
es increíble darse cuenta de que uno, de alguna manera, hace una sola
obra toda su vida. Los temas que me cautivan vuelven siempre.
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En general, tratamos de aplicar las leyes de la realidad a ese espacio
virtual. Por ejemplo, si en la realidad se quiere poner la manzana
en el aire, se cae, pero en el espacio virtual no, no se cae. Se puede
dibujar la manzana en el aire, se pueden hacer un montón de cosas.
Cuando nos damos cuenta de que son otras las leyes y de que hay
otro tipo de libertad, a partir de ahí, ya vamos adelante, podemos
avanzar. También trabajaba, por supuesto, con la cuestión simbólica,
con la metáfora, con todo ese mundo que es otro. Estudié Bellas
Artes en Buenos Aires, empecé a los doce años, o sea, hace tres mil
años. La educación era muy formal, se usaban modelos... Igualmente,
siento que no hay nada que haya aprendido que no me sirva. De todas
maneras, si volviera a estudiar, si ahora empezara en una universidad
o en una escuela de arte, imagino que sería muy distinto. Hoy está
todo muy diversificado. Antes se reducía al dibujo, a la pintura, al
grabado y no mucho más. Todo muy técnico. Ahora hay miles de otras
posibilidades, hasta las que brinda lo electrónico. Sería interminable
ir de la técnica a la idea, además de ser absurdo. Entonces, pienso
que lo más importante es aprender a pensar, poner el acento en el
concepto, porque después uno elige, aprende o usa la técnica que
necesita, incluso, quizás, no existe la técnica para la idea que uno
tenga, se la inventa para el propósito que intuye. En lo que sí se tarda
mucho, al principio, es en entender cuál es el tema, quién es uno. Me
parece que, en general, todos empezamos por puntos de referencia,
copiamos a alguien o algo por el estilo, pero de todas maneras, cada
uno se copia de alguien distinto. Sin embargo, cuando analizamos
quién nos gusta, comenzamos a darnos cuenta de quiénes somos.
El asunto sería cómo conocerse un poco más, porque ahí se puede
manipular al objeto, a la cosa.
LP: Todas las soluciones que me han salido tienen un poco de humor,
porque son correcciones que en realidad no corrigen nada. Y uno se da
cuenta de que da lo mismo o de que es un error sobre otro error. Bueno,
creo que es una metáfora de todas las soluciones que creemos que
hemos encontrado en la vida. Al mismo tiempo, es como la necesidad
de seguir buscando para ver si uno, por casualidad, le emboca.
LP: Por ejemplo, cuando hago los videos, desde un punto de vista
objetivo, cualquier título o cosa que escriba siempre aparece en los
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dos idiomas. Cuando supe que la obra de teatro la iba a hacer en
Buenos Aires era como si la mitad de la obra estuviera hecha. Cuando
uno sabe a quién le está hablando, porque somos parecidos o porque
nos reímos de lo mismo, es más fácil la comunicación. Aunque no
sé cómo se refleja en mi obra, porque uno está hecho por todas las
vivencias que tuvo. Me doy cuenta, especialmente cuando muestro
los videos en diferentes contextos, de que la reacción es muy distinta.
Se ríen en otro momento, de acuerdo a la memoria que se tenga,
de acuerdo a quien los mira. Por ejemplo, la obra de teatro empieza
con unas personas sentadas en el escenario que están mirando un
noticiero, Sucesos argentinos, de 1950, que es una cosa nostalgiosa
totalmente, y cuando el público lo mira aparece la diferencia como
tema. ¡Qué distinto es el mundo más todas la implicancias! Si hiciera
esa obra en Nueva York, quizás me gustaría que el noticiero provocara
también nostalgia. Igual, imagino que cuando uno era chico bailaba,
qué sé yo, Frank Sinatra y quizás no sabía inglés. No importa, uno se
lo imaginaba; uno recrea le pongan lo que le pongan delante. Pero
es muy difícil saber qué es lo argentino de la propia obra. Uno va
a reflejar lo que es, quiera o no, aunque se ponga una máscara, la
máscara es una elección, la máscara también te describe.
MC: Vamos a ver la película El zorro en el espejo, del año 2007 [Figura
23], y después, si alguien quiere hacer una pregunta, Liliana está
dispuesta a contestar.
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LP: Tengo una especie de script con ideas, en cierto orden. Nunca
queda en el orden en que lo hago, porque, además, filmo muchas
cosas y la mitad no entra: al principio dura dos horas y termina en
veinte minutos. Pero, en realidad, la estructura vino después, porque
la primera idea era un concierto en el sentido figurado y en el real,
es decir, un concierto de música, pero significando cosas que suceden
al mismo tiempo. Sin embargo, había un montón de imágenes que
después no tenían nada que ver con un concierto. Por eso aparece
«Preliminares», «Ensayo» y después «Intermedio». Esa parte no iba a
llamarse «Intermedio», iba a llamarse «Accidente», o algo así, porque
pensaba en un accidente. Pero escuchen lo que pasó.
Estaba filmando la escena que transcurría sobre una mesa hecha con
una puerta hueca. Sobre la mesa estaba el papel y venía el martillazo,
y en lugar de que se rompiera la figura, se hizo un agujero en la
mesa. Le dije: «Seguí filmando». Me pareció genial la introducción de
la tenaza porque no tenía nada que ver, era algo muy realista.