Zamudio y Atorresi - La Explicación
Zamudio y Atorresi - La Explicación
Zamudio y Atorresi - La Explicación
(2000)
La explicación
Enciclopedia Semiológica
ISBN: 9789502310480
mar, sep 5, 2017,1
INTRODUCCIÓN .....................................................................
BIBLIOGRAFÍA..........................................................
mar, sep 5, 2017,3
INTRODUCCIÓN
Sustituir por sinónimos cada uno de los usos anteriores produciría las si-
guientes correspondencias: "enseñar" en 1,"informar" en 2, "justificar" en 3,
"dar instrucciones" en 4, "dar causas o razones" en 5, “fundamentar” en 6,
“comprender” o “interpretar” en 7 y “describir”, “caracterizar” o “definir” en 8.
Los ejemplos dados, entonces, muestran que "explicar" es un término po-
lisémico que sirve para plasmar diferentes sentidos en el discurso. 1 El Dic-
cionario de la Lengua Española de la R. A. E. registra, en parte, esta pluralidad
de significados: "explicar. Del lat. explicare. 1. tr. Declarar, manifestar, dar a
conocer lo que uno piensa. Ú. t. c. prnl. 2. Declarar o exponer cualquier ma-
teria, doctrina o texto difícil, con palabras muy claras para hacerlos más per-
ceptibles. 3. Enseñar en la cátedra. 4. Justificar, exculpar palabras o acciones,
declarando que no hubo en ellas intención de agravio. 5. Dar a conocer la
causa o motivo de alguna cosa. 6. prnl. Llegar a comprender la razón de
alguna cosa; darse cuenta de ella.”
1
Se denomina polisemia a la propiedad que tiene un lexema de comportar múltiples signifi-
cados. La polisemia se diferencia de la homonimia por el hecho de que el lexema en cuestión
presenta un mismo origen histórico —en el caso de explicar, el infinitivo latino explicare
cubre los significados de “desdoblar”, “desarrollar”, “extender”, “desplegar”, “exponer”,
“interpretar”— y porque todos los significados presentan al menos un sema o unidad de
significado común —en el caso que nos interesa, “hacer saber”.
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Desde el punto de vista del análisis del discurso —dominio en el que nos
centraremos—, las cosas no son menos complejas, ya que aquí hay que tener
en cuenta no sólo el sentido 2 y la referencia 3 de los enunciados, sino también
las particularidades de su uso en contextos lingüísticos, enunciativos, comu-
nicativos, cognitivos e ideológicos.
A esto se agrega el hecho de que el discurso explicativo será estudiado de
diferente manera según la escuela que lo analice. De este modo, la etnome-
todología lingüística, disciplina proveniente de la microsocociología, que es-
tudia las prácticas sociales en la vida cotidiana, pondrá el acento en las in-
teracciones socio-culturales que se realizan en el curso de las explicaciones;
el cognitivismo lingüístico, cuyo objeto son las relaciones entre realidad, co-
nocimiento y lenguaje, se centrará en destacar las representaciones y con-
ceptualizaciones que operan en el desarrollo de las explicaciones, y las
2
Sentido es un término de usos múltiples, según los diferentes marcos teóricos. En este
texto empleamos el concepto para hacer referencia al significado de una palabra o ex-
presión en un contexto específico, en una situación concreta de discurso.
3
La referencia de una expresión es la parte de su significado que varía y depende del
enunciado; se trata de la relación establecida entre los hablantes y aquello de lo que
hablan en cada caso. Por ejemplo, los sintagmas “el perro”, “mi perro” o “el perro que
me mordió cuando era chica” se referirán a miembros diferentes de la clase de objetos
“perro” en ocasiones de enunciados diferentes.
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1. TIPOS DE EXPLICACIÓN
Puede afirmarse en general que toda explicación pone en juego dos segmentos
de base: un objeto por explicar al que se denominará explicando y otro segmento,
el explicante, que modifica al objeto para hacerlo más inteligible. Las relaciones
entre ambos son básicamente de dos tipos: a) causales (como veremos más
adelante, marcadas por los operadores “por qué” o “cómo“ y “porque”) y b)
ecuativas (marcadas por paráfrasis, sustituciones sinonímicas, ejemplificaciones
y traducciones). Es importante tener presente esta distinción en el momento de
caracterizar explicaciones, pues suele aparecer asociada a géneros discursivos
determinados. Así, mientras que las explicaciones históricas parecen preferir la
causalidad, los textos de divulgación científica, para poder reformular el discurso
experto con miras a hacerlo más inteligible, utilizan con mayor frecuencia pará-
frasis, sinónimos y ejemplos, procedimientos usuales en las explicaciones por
equivalencia.
Más adelante insistiremos en estas características que aquí nos limitamos a
mencionar. El objetivo de este apartado es, simplemente, presentar algunos tipos
comunes y generales de explicaciones que responden a las matrices descritas.
Gauch-o, a. m. y f.
ETIM.— Del quichua cauchu-k, hechicero, el que deshoja, brujo; derivado
del verbo cauchu, hechizar, brujear, y éste de caucha, deshojar, coger las hojas de
un árbol. El significado primitivo de cauchu-k es el de deshojador de una rama de
árbol con el propósito de conocer la buenaventura, la suerte, la dicha de alguno por
el número de hojas, etc.; de donde el de hechicero, brujo. Y como estos adivinos
eran vagabundos, desocupados, que recorrían largas distancias por sitios desiertos,
se llamó cauchu-k = GAUCHO al habitante de la campaña desierta sin ocupación
determinada, que no trabajaba. Cauchu-k es participio activo de cauchu, formado
por medio del sufijo k. Comparar con cauchu-cu, caucha-cu, deshojarse el árbol, con
caucha-y, cauchu-y, deshojadura y con caucha-chi, permitir, hacer que otro deshoje,
etc. Este origen humilde, nacido de una especie de superstición religiosa, fué
dignificado por el GAUCHO, al incorporarse á la vida social activa, contribuyendo con
sus esfuerzos á la independencia de la patria.
Para von Wright (1979), el objetivo de las ciencias naturales consiste en ex-
plicar a partir de leyes generales, mientras que el propósito de la historia es,
en cambio, comprender los fenómenos que ocurren en su campo. Este autor
señala, sin embargo, que el uso ordinario no hace una distinción entre explicar
y comprender, porque, en los hechos, cualquier explicación proporciona una
comprensión. Este aspecto resulta relevante en relación con el rasgo psi-
cológico que supone la acción de comprender y con el hecho de que la com-
prensión se encuentra vinculada, además, con la intencionalidad (se com-
prenden los propósitos de un sujeto, el significado de un signo según la cul-
tura, el sentido de un enunciado, etcétera).
Cuando se trata de comprender a nivel científico (por ejemplo, de comprender
una cultura a través de examinar sus signos), lo que se hace es interpretar a
partir de una determinada metodología. La ciencia de la interpretación se
denomina hermenéutica, del griego, hermeneia, “expresión de un pensa-
miento” y, de ahí, “explicación e interpretación del mismo”.
El sentido que tiene el vocablo actualmente se aproxima al original, y procede
en gran parte, del uso de hermeneia para designar el arte o la ciencia de la
interpretación de las Sagradas Escrituras. Según Ferrater Mora (1994) “Este
arte o esta ciencia puede ser 1) interpretación literal o averiguación del sentido
de las expresiones empleadas por medio de un análisis de las significaciones
lingüísticas; o 2) interpretación doctrinal, en la cual lo importante no es la
expresión verbal sino el pensamiento.” A veces se llama “hermeneútica” a la
interpretación de lo que está expresado simbólicamente. Esta última signifi-
cación está estrechamente relacionada con la anterior, en tanto las expre-
siones que hay que interpretar son consideradas como expresiones simbólicas
de una realidad que es menester “penetrar” por medio de la exégesis.
En general, quienes adhieren a la ciencia hermenéutica defienden la inter-
pretación y explicación de los fenómenos sociales por métodos radicalmente
diferentes de los empleados en las ciencias naturales. Otro de los aspectos
distintivos de la hermenéutica es, como se habrá observado, el lugar central
que reserva a la idea de lenguaje, lo que se expresa en nociones de orienta-
ción lingüística tales como “significado”, “intencionalidad”, “interpretación” y
“comprensión”. Así, por ejemplo, Paul Ricoeur (Ferrater mora: 1994) afirma
que la comprensión del mundo tiene lugar por la mediación de una interpre-
tación: “[la fenomenología hermeútica] sustituye el mundo natural del cuerpo
y la cosa por el mundo cultural del símbolo y del sujeto, por un mundo del
lenguaje... El mundo del lenguaje es el mundo de la vida cultural.”
También se habla de hermeútica como explicación e interpretación en el
dominio del análisis del discurso, particularmente, del discurso literario. A este
uso nos referimos en el siguiente apartado.
En los últimos años han surgido teorías que proponen que la explicación del
sentido de un texto queda en manos de un lector-intérprete que, en última
instancia, es capaz de producir un flujo ilimitado e incomprobable de lecturas 4.
Estas teorías se basan, entre otros, en el concepto de semiosis ilimitada
elaborado por Charles S. Peirce (1974): “[signo es] cualquier cosa que motiva
a otra cosa (su interpretante) a referirse a un objeto al cual ella también se
refiere (su objeto) de la misma manera, deviniendo el interpretante a su vez en
un signo, y así sucesivamente ad infinitum”. Es decir, como toda representa-
ción genera en la “mente del intérprete un nuevo signo” —el “interpretante”—,
la condición fundamental de la semiosis consiste, para Peirce, en una regre-
sión infinita. Umberto Eco (1981) señala al respecto que “para determinar lo
que es el interpretante de un signo, hay que denominarlo con otro signo, el
cual, a su vez, tiene un interpretante denominable por otro signo. Así se
produciría un proceso de semiosis ilimitada [...] el lenguaje sería un sistema que
se aclara por sí mismo, por series sucesivas de sistemas de convenciones que se
van explicando”.
Ha sido el propio Eco quien en trabajos recientes ha señalado la apropiación
indebida de la idea de semiosis ilimitada, llamando la atención sobre las te-
4
Veáse, por ejemplo, J. Culler (1984).
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5
Se refiere a John L. Austin (1982) y a su teoría de los actos de habla, formulada en Cómo
hacer cosas con palabras.
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Hasta ahora nos hemos referido básicamente a dos grandes grupos de ex-
plicaciones: explicaciones de hechos —por leyes, probabilidades, funciones,
genéticas— y explicaciones de textos. Profundizaremos en esta distinción,
desde otra perspectiva, en el apartado siguiente.
se verá que todos ellos transmiten, en principio, la misma información (en otros
términos: tienen el mismo dictum): la ausencia de una determinada persona se
debe al hecho de que está enferma; es decir, las razones que se invocan para
explicar ese fracaso son idénticas. Sin embargo, las explicaciones proceden
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Puso una barra de cobre en el fuego y la barra se dilató, porque todos los
metales se dilatan con el calor.
6
Seguimos aquí a O. Ducrot (1994), quien afirma: “[...] es preciso mostrar que un enunciado
puede dar a su enunciación un responsable (locutor) diferente de los responsables [enuncia-
dores] que él confiere a algunos de los actos efectuados en esta enunciación ”.
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Las explicaciones de dicto interesan a los analistas del discurso por su natu-
raleza metalingüística y por estar estrechamente ligadas a la interpretación y
al comentario de textos. Un caso particular dentro del último grupo lo consti-
tuyen las metaexplicaciones o explicaciones sobre explicaciones, como la que
se transcribe a continuación:
[1]“El análisis nos demuestra que también estos sueños displacenteros son
realizaciones de deseos. Un deseo inconsciente y reprimido, cuya satis-
facción habría de ser sentida con displacer por el yo del soñador, ha
aprovechado la ocasión que le es ofrecida por la conservación de la carga
psíquica de los restos diurnos penosos y le ha prestado su apoyo,
haciéndolos susceptibles de provocar un sueño.”
Freud, S. (1976), Interpretación de los sueños, Buenos Aires, Círculo de
Lectores.
Demostrar es, en general, dar pruebas de algo. Por ejemplo, en un juicio, el reo
puede demostrar que a la hora del robo, él se encontraba en un bar con su
novia. En este caso, la prueba es comprobable y las declaraciones de los
testigos pueden resultar un elemento válido. En otros dominios, como el de la
matemática o el de la lógica, demostrar es seguir un razonamiento que con-
duce a poner en evidencia la certeza de una afirmación, considerada como un
axioma, o deducida de éste, o de enunciados precedentemente demostrados
a partir de reglas establecidas. En suma: cualquiera sea el campo en que se
sitúe, la demostración siempre busca probar algo que se tiene por verdadero.
Dos géneros bastan para ejemplificar lo que acabamos de decir: el teorema y
el silogismo. En el teorema todo el contenido del razonamiento está expresado
en un enunciado inicial y el resto es su demostración. Un teorema es una
unidad demostrativa que consta de: a) un enunciado inicial categórico y uni-
versal; b) la demostración propiamente dicha; y c) una tesis o conclusión, que
retoma, ahora con valor de verdad, lo afirmado en el enunciado inicial. En otros
términos, un teorema se deduce a partir axiomas o elementos que se tienen
por verdaderos. Por ejemplo:
Teorema del resto: “El resto de la división de un polinomio P(x) por otro de la
forma (x+ a) es igual al valor del polinomio P(x) especializado en x= -a, o sea
, P(-a).”
[GRÁFICA: CON FLECHITA QUE ABARCA PÁRRAFO ANTERIOR INDICAR:
ENUNCIADO DEL TEOREMA]
En efecto:
(x+ a)
P(x) /--------
R C(x)
Si María viene, Pedro se va. María viene, por lo tanto Pedro se va.
P entonces Q,
P
--------------------
entonces Q
amistad fuera una buena cosa. Pero si los chicos quieren actuar por sí mismos,
espontáneamente, como ellos lo desean, es necesario que sepan reflexionar”.
Viena
9-4-1935
“Querida señora:
Nótese la fuerza argumentativa que ha logrado este texto con una gran eco-
nomía de elementos organizadores del discurso argumentativo. En efecto, los
ejemplos, las relaciones lógicas y funcionales que organizan la carta son
reconocibles sin recurrir a la sobreabundancia de conectores y organizadores
argumentativos. La validez de esta argumentación estriba en cómo se van
construyendo los objetos referenciales que adquieren sentido en el contexto
y en la orientación de los argumentos con miras a sostener un doble punto de
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Chico: Tengo que recortar una pelota y otras cuatro cosas, porque tengo que
recortar cinco sustantivos.
Madre: Los sustantivos son palabras, no dibujos.
Chico: La maestra dijo que son cosas. Por eso tengo que recortar cosas.
7
Como lo expresa el término, los actos de habla son realmente acciones: los hablantes
producen una serie de sonidos o signos ortográficos que, como enunciados de una
determinada lengua, tienen una forma convencional reconocible que expresa un de-
terminado significado y, además, ejecutan este hacer con una cierta intención. La
organización del acto de habla se expresa en diferentes niveles. Mediante la producción
de sonidos, por ejemplo, se realizan simultáneamente acciones fonológicas, morfoló-
gicas y sintácticas que sirven para hacer referencia a un objeto concreto, es decir, que
se manifiestan en el nivel semántico. El objetivo del acto de habla, desde el dominio de
la pragmática, instala la pregunta acerca de la posibilidad de provocar modificaciones
en otras personas: cuando un explicador explica, pretende que su explicación sea
entendida como tal por el explicatario. (Austin: 1982; Searle: 1980).
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Madre: Son nombres de cosas, no cosas. Igual que los dibujos son dibujos de
cosas, no cosas.
Chico: Es lo mismo.
Madre: No es lo mismo. Si no, tendrías que llevar a la escuela cosas de
verdad. Todo el tiempo tendrías que mostrar cosas de verdad, y no
podrías decir nada, hablar de ningún objeto, sin mostrarlo.
Chico: Entonces recorto cualquier palabra.
Madre: ¿Cualquier palabra se refiere a una cosa? ¿La palabra “”feo”, o
“bueno”, nombra una cosa?
Chico: Está bien, busco “pelota”.
Si se trata, tal como nos hemos propuesto en este capítulo, de establecer los
límites de lo que puede considerarse explicación, conviene hacer referencia a
lo que algunos autores denominan “discurso expositivo-explicativo” y consi-
deran capaz de englobar a la demostración, la argumentación y la explicación.
Por nuestra parte, no compartimos ese criterio. La razón es la siguiente: el
discurso expositivo no forma sistema con la demostración, la argumentación
y la explicación.
En primer lugar, la exposición no se organiza en torno a razonamientos como
sucede con la demostración, la explicación y la argumentación. Hay en ella,
como en todo discurso, una lógica discursiva, pero no presenta relaciones
causales, inferenciales, implicacionales, como rasgos definitorios en su ca-
tegoría.
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En segundo lugar, evaluamos poco coherente una serie como “dar pruebas
(demostración), dar causas, motivos, razones o intenciones (explicación), dar
fundamentos (argumentación), dar información (exposición) puesto que la
última incluiría por lo menos a las dos anteriores.
En tercer término, hay cierto formato prototípico en la demostración, la ar-
gumentación y la explicación (nos detendremos en este último en el capítulo
siguiente) a partir del cual se pueden producir desviaciones, pero no se ve con
tanta claridad el formato expositivo. Alguien podría proponer la secuencia:
introducción-desarrollo-conclusión, pero ésta es habitual también en la ex-
plicación y la argumentación, y aun en las narraciones.
Pensamos que el discurso expositivo expresa un acto de habla superior a los
anteriores: más general y, por consiguiente, menos específico.
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Hasta aquí, desde el punto de vista lingüístico, nos hemos centrado prefe-
rentemente en consideraciones acerca de la explicación en general y del
discurso explicativo en particular, sin hacer referencia a los aspectos estruc-
turales de la secuencia explicativa. Este tema será abordado en el presente
capítulo. Trataremos de relacionar puntos de vista afines y de justificarlos a
partir de las disciplinas o subdisciplinas en las que se inscriben sus autores.
Como se verá, tanto la cantidad como la denominación de los segmentos
considerados explicativos dependerá de la metodología utilizada por cada una
de las disciplinas, así como del objeto de estudio que se plantea 8.
3.1. La etnometodología
8
En el marco de este trabajo nos limitaremos a introducir las consideraciones acerca de la explicación de
sólo algunas de las ramas de los estudios del discurso que evaluamos de más importancia para un lector
interesado en el tema.
9
Como se habrá observado, existe una estrecha relación entre la etnometodología y la lingüística pragmática
o comunicativa. Para ampliar el enfoque etnometodológico, véase A. Coulon (1988).
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ciertas paráfrasis discursivas, y los que operan por variación 10. Véanse, por
ejemplo, los siguientes casos de reformulación; el primero puede considerarse
una variación; el segundo, una expansión:
B: Nunca hay que hacer un solo trasplante, siempre hay que hacer, al menos, una
decena, por las dudas.
A: Sí.
B: Porque hay siempre algunos que no prenden.
Según J. B. Grize (1990), es a través del discurso como se puede tener acceso
a ciertos fenómenos del pensamiento. Grize parte del estudio de la “lógica na-
tural”, entendida como una teoría general de las operaciones lógico-discursivas
que engendran esquematizaciones discursivas. El concepto de esquematización
define el microuniverso construido por todo discurso, el producto material de las
operaciones cognitivas que resultan de las representaciones que se hacen los
sujetos en comunicación acerca de sí mismos y de la circunstancia.
Desde este punto de vista, no interesa, por ejemplo, lo que distingue una expli-
cación popular de una explicación científica y, por lo tanto, no hay buenas o malas
explicaciones. Interesa sí estudiar la lógica de la explicación tal como ésta se
manifiesta en el discurso. Esta tarea presupone descubrir la estructuración de la
secuencia explicativa.
Grize comienza por despojar al término "explicar" de su polisemia que, como se
ha señalado en la introducción de este libro, incluye como parasinónimos a
"comunicar", "desarrollar", "enseñar", "interpretar", “dar motivos”, "dar cuenta de".
Para delimitar su significado con rigor, el autor utiliza como operación de reco-
nocimiento la paráfrasis encabezada por el interrogativo "por qué". De este modo,
quedan seleccionados únicamente los significados de "dar motivos" y "dar cuenta
de". Como por ejemplo en:
10
Reformulación es, en general, todo acto que implique una nueva formulación de un discurso o de una
secuencia discursiva anterior. Sin embargo, cuando se trata de clasificar los diversos tipos de reformulación,
no hay acuerdo entre las diferentes líneas que se ocupan del tema.
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El rol del operador “por qué” es siempre el de introducir una suerte de ruptura en
la esquematización, el de designar una falta de coherencia; y la función del
“porque” consiste en llenar la laguna introduciendo un aspecto nuevo.
Hasta aquí, la estructuración de la secuencia explicativa realizada por Grize. Es
importante destacar las diferencias entre ésta y la de los etnometodólogos: en el
caso de estos últimos, el esquema no es a priori sino que surge de las regulari-
dades que se producen en el discurso, mientras que en Grize el procedimiento es
inverso, ya que parte de operaciones cognitivas previas que configuran un es-
quema y luego trata de verificarlo empíricamente.
Preocupado por sentar las bases de una clasificación de los tipos de textos,
J.M.Adam (1992) parte de la distinción parte de la distinción entre enunciado,
género discursivo y texto. Para dicho lingüista, el enunciado es el objeto
empírico que emerge de las interacciones que ocurren en contextos socio-
culturales determinados; el enunciado se produce en una situación comuni-
cativa específica, bajo el efecto de una compleja red de determinaciones
extralingüísticas. Por ello es un evento único e irrepetible 11. Un enunciado es,
por ejemplo, la clase que determinado docente da a sus alumnos en un mo-
mento y un tiempo específicos.
El género discursivo, por su parte, es una forma estereotipada; está deter-
minado por las prácticas discursivas, sociales y culturales, asociadas a ca-
racterísticas internas de tipo lingüístico; la sociedad establece el repertorio
genérico a lo largo de la historia, y los hablantes reconocen los géneros gra-
cias a su formato externo y a los parámetros situacionales en que se originan;
los géneros constituyen una lista abierta 12. La clase magistral, la clase dia-
logada, el examen, así como la carta íntima o la carta formal son algunos de los
tantísimos ejemplos de géneros discursos.
El texto, según Adam, es el objeto abstracto que sirve de base estructural al
género discursivo y al enunciado; forma también estereotipada, se diferencia
del género discursivo por estar definido sólo por características lingüísticas
internas y no también, como el género, por determinaciones socioculturales;
11
Esta concepción del enunciado se corresponde con la denominación de discurso adoptada por otros
autores.
12
Adam considera los géneros discursivos sobre la base de la teoría elaborada por el lingüista ruso M. Bajtin
(1982). Para Bajtin, los géneros discursivos son conjuntos más o menos estables de enunciados, tipos
temáticos, composicionales y estilísticos, determinados por las prácticas socioculturales; los hablantes
aprenden el uso de los géneros.
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0. Macro-proposición Esquematización
explicativa 0: inicial
3. Macro-proposición Conclusión
explicativa 3: (evaluación)
[...]
[§ 1] Cuando alguien cierra los ojos, deja de ver. Si se tapa los oídos, deja de oír.
Una persona se defiende del mal olor orientando la nariz hacia otro lado. Nadie,
en cambio, es capaz de desconectar otro sentido fundamental para el hombre: el
equilibrio.
[§ 2] ¿Por qué es diferente el equilibrio? [§ 3] Porque al contrario de lo que sucede
con la vista, el oído, el olfato, el equilibrio informa al cerebro sin interrupción, tanto
si estamos dormidos como despiertos, si se está corriendo o sentado. El equilibrio
señala la situación del cuerpo en el espacio, y la impresión de peso y tamaño del
propio cuerpo sin que se tenga consciencia de su actividad. [§ 4] Es, en realidad,
nuestro “sexto sentido”. [...]
13
Pocos son los conectores específicamente explicativos. La mayoría de ellos aparecen en otros tipos
textuales; en especial, en la argumentación. Tienen función generalmente explicativa las frases de
forma oracional lo que pasa es que, lo que sucede es que; los conectores parafrásticos como es decir,
vale decir, en otras palabras, o sea; los conectores de ejemplificación como por ejemplo; los
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conectores pragmáticos que marcan una orientación de la enunciación en conflicto con la orientación
del enunciado, como en realidad, en verdad. Estos conectores pueden relacionar segmentos locales
en el interior del enunciado o segmentos globales entre enunciados.
mar, sep 5, 2017,36
-----------------------------------------------
| | | |
| | | |
MP. expl.0 MP.expl.1 MP. expl.2 MP. expl.3
[1] a [4] [5] sec. expl.[6] [0]
|
---------------------------------------------------
| | | |
MP.expl.0 MP.expl.1 MP.expl.2 MP.expl.3
[7 a 9] [10] [11] [12 a 15]
En síntesis, desde esta perspectiva, sólo a través del análisis de las cogniciones
sociales puede asociarse un discurso concreto con la estructura social y la cul-
tura, sólo por medio de las representaciones de las que disponen los usuarios del
lenguaje y las estructuras sociales, y no de modo directo, considerando que la
vinculación entre texto y contexto es inmediata:
cognición social
Ahora bien: si, como hemos señalado, en este modelo representacional los es-
quemas, marcos conceptuales y modelos cognitivos constituyen el punto de
partida del proceso de producción (e interpretación) del mensaje, es necesario
diferenciar la argumentación de la explicación, ya que poseen esquemas dife-
rentes. Apoyándose en S. Toulmin (1958), quien sentó un modelo de esquema de
argumentación que ha tenido gran resonancia en diversos autores interesados en
el estudio de este tipo textual y entre ellos, en los adherentes al cognitivismo
social, Shi- Xu conceptualiza la estructura argumentativa en la siguiente se-
cuencia:
(1) Punto de vista sobre un hecho (futuro); (2) Dato consistente en una proposi-
ción que expresa evidencia, acuerdo, u otro tipo de soporte con respecto a 1;
(3) Garantía constituida por proposiciones que expresan una suerte de prin-
cipios de acción para la defensa de 2.
(1) Hecho formado por proposiciones que expresan algún hecho pasado o pre-
sente; (2) antecedente formado por proposiciones que expresan alguna condi-
ción hipotética de 1; (3) Lemma o conjunto de proposiciones que expresan algún
sentido común, ley o axioma.
HECHO: Los alemanes son muy frontales en sus rechazos, al punto de hacerlo
sentir a uno incómodo, probablemente porque
ANTECEDENTE: el contexto social crea esa clase de comportamiento; o la
barrera del lenguaje los hace aparecer así;
LEMMA: un contexto social modela el comportamiento grupal de una manera
particular; o la incompetencia comunicativa torna la comunicación imposible.
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Causa ------------------------------>Efecto
Justificación
Como se ve, para estos autores pertenecientes al cognitivismo social, los es-
quemas estructurales propuestos para la explicación están basados en una
tríada básica formada por dos elementos causalmente conectados y un soporte
o garantía o justificación que sirve para legitimar la conexión propuesta. Otra
característica de esta línea de investigación es que, a diferencia de la etnome-
todología, que rechaza modelos a priori, y como Grize y en función de la pers-
pectiva cognitivista en la que se basa, parte de constructos ideales.
T1 R1
14
Una diferencia en el tratamiento de la distribución de la información que nos interesa mencionar aquí
como marco es la que surge de la consideración de la extensión de las unidades lingüísticas. En efecto,
si bien la mayoría de los estudiosos se mantiene dentro de los límites oracionales, otros, como Danes,
hacen trascender su análisis a las dimensiones del discurso mediante la creación de un modelo que
permite abordar la progresión temática en los textos.
mar, sep 5, 2017,41
T2 (=R1) R2
T3 (=R2) R3
T1 R1
T1 R2
T1 R3
Los métodos anticonceptivos para la mujer son las píldoras, el implante Nor-
plant, el diafragma, el capuchón cervical, el DIU y el Depo-Provera. Las
píldoras anticonceptivas contienen hormonas artificiales que evitan que los
ovarios liberen óvulos. En implante Norplant es un dispositivo anticonceptivo
que el médico introduce en la parte superior del brazo de la mujer, debajo de
la piel ; tiene seis tubos que liberan una hormona artificial que evita que los
ovarios liberen óvulos y que los espermatozoides atraviesen el cuello del
útero. El Depo-Provera es un medicamento anticonceptivo que se inyecta
generalmente cada tres meses en los glúteos o en la parte superior del brazo,
y que evita que los ovarios liberen óvulos. [...]
Harris, R. (1996) Sexo... ¿Qué es? Barcelona, Serres.
T1 R1 (= R’ 1 + R’’1)
15
Los cognitivistas consideran que el sustantivo y las construcciones sustantivas (construcciones nominales,
suboraciones, nominalizaciones) cumplen el papel de expresar conceptos; de ahí, suponemos, proviene el
interés de Chafe en la consideración del sustantivo.
mar, sep 5, 2017,43
aquí, la tilde marca el tono más alto del enunciado. Lo que transmite este
enunciado es el conocimiento del hablante acerca de que Saussure, en con-
traste con otros candidatos posibles que el oyente podría haber tenido en
cuenta, es la selección correcta.
Los tres factores que, según Chafe, determinan lo contrastivo son:
1) el conocimiento de trasfondo; en este caso, el convencimiento del hablante,
supuestamente compartido por el oyente, respecto de que hubo, al menos, dos
fundadores de la semiología; el conocimiento de trasfondo debe ser dado o
cuasi-dado; en este último caso, el hablante pretende que lo dado acuda por
recuperabilidad a la mente del oyente;
2) el conjunto de las posibilidades; en el ejemplo, se supone que existe una
serie limitada de candidatos posibles para cumplir el rol de fundadores de la
semiología y que esa serie está disponible en la mente del oyente; si el número
de posibilidades es ilimitado la oración fracasa como contrastiva;
3) la aserción que indica cuál de las posibilidades es la correcta; ésta es la
verdadera función contrastiva. A la alternativa afirmada (en nuestro ejemplo,
“Saussure”) Chafe la llama foco de contraste. Para determinar empíricamente
si una oración es contrastiva, puede probarse la adecuación de la inserción del
giro “en lugar de” (O “en vez de”, “y no”) después del foco de contraste:
16
Chafe se limita a tomar en consideración situaciones de conversación; de allí que utilice las categorías de
hablante, oyente, emisión, tono, etcétera. Creemos, sin embargo, aunque en la conversación el estatus de los
sustantivos se manifieste más evidentemente, que es posible extender muchas de estas observaciones a los
textos escritos.
mar, sep 5, 2017,44
En relación con el último de los estatus de los que nos ocuparemos, el sus-
tantivo como punto de vista, Chafe llama la atención acerca del hecho de que
el hablante, al decir
4.1.1. La paráfrasis
Pablo es decidido
Pablo no es indeciso
Llegó la cana
Llegó la policía.
Encontró un caniche
Encontró un perro.
y otras semejantes.
La paráfrasis textual
Como se ha mencionado anteriormente, la gramática textual se ocupa de esta-
blecer reglas de buena formación más allá de los límites oracionales y de estudiar
un objeto abstracto, el texto, conformado por las estructuras que subyacen a la
actividad concreta de la producción o interpretación del discurso. Tales estruc-
turas son objetos dependientes de esquemas conceptuales producidos como
resultado de representaciones acerca del mundo.
A este dominio de estudios corresponden los fenómenos de carácter más o
menos superficial que reflejan la existencia de una coherencia o propiedad fun-
damental del texto, es decir, de la adecuación de un texto a una intención co-
municativa, a un plan global según factores situacionales, a las operaciones
verbales necesarias para llevar a cabo ese plan de modo que, a través de es-
tructuras superficiales, pueda reconstruirse o identificarse la intencionalidad
inicial.
Dentro de las operaciones verbales que se expresan en la superficie textual
pueden diferenciarse las que operan por repetición y por esto constituyen el
espacio propicio para el anclaje sinonímico y, por otra parte, las reglas de pro-
gresión textual que aportan los elementos nuevos y hacen avanzar la información
del texto.
Así, el primer tipo de paráfrasis textual que mencionaremos siguiendo a Denis
Slakta (1985) es el que se produce cuando se establece la dialéctica comunica-
tiva consistente en la alternancia constante entre lo dado y lo nuevo, tal como se
expuso en el apartado “La distribución de la información”. Es decir, la información
que ha sido inicialmente introducida como nueva se transforma en conocida al
atravesar el pasaje proporcionado por la paráfrasis, sosteniendo de esta forma el
equilibrio comunicativo del texto.
En el siguiente texto hemos destacado algunos de los segmentos parafrásticos
que posibilitan el pasaje de la información nueva a la información dada.
Superando los límites de lo macabro, los investigadores han creado mos-
cas con ojos en cualquier parte del cuerpo. En las alas o en las patas. Los
nuevos monstruos se reproducen en los laboratorios de Walter Gerhing,
en la universidad de Basilea, al calor de la modernas técnicas de la inge-
niería genética. Con herramientas muy precisas, los biólogos —verdaderos
ingenieros de la herencia— crean moscas distintas de la original cortando y
pegando genes. Al cambiar de lugar un gen en la larva, los suizos han hecho
un descubrimiento asombroso. Según el trabajo publicado en "Science",
habrían encontrado nada menos que el gen encargado de iniciar la forma-
ción del ojo, una de las estructuras más complejas de la naturaleza.
Clarín, 1° de agosto de 1995.
mar, sep 5, 2017,52
En síntesis, este tipo de paráfrasis textual opera a un nivel cognitivo, como re-
sultado del "empaquetamiento" al que el hablante somete los conceptos que
introduce, con el fin de esquematizar previamente su discurso y distribuir apro-
piadamente la información textual a partir de las hipótesis de capacidad de es-
fuerzo cognitivo que presupone en el intérprete.
Además, a nivel de la concreción del plan global del texto y de la información que
el emisor pretende transmitir al receptor, se ubica otro tipo de paráfrasis: la
existente entre el tema del texto y su desarrollo. En efecto, tal como señala
Bernárdez (1982), “al igual que un plan global puede manifestarse en diferentes
textos superficiales, un mismo tema puede representarse en textos diversos”.
Aquí, entonces, es necesario distinguir entre dos textos que son paráfrasis “to-
tales” uno de otro, es decir, que contienen la totalidad de la información y varían
en las formas de representación superficial, el orden, etcétera, y textos que son
paráfrasis en cuanto al tema central, en cuanto al núcleo mínimo de información.
En este caso, los textos con el mismo tema pueden contener informaciones
adicionales diferentes y ser paráfrasis sólo en el sentido de que el mensaje
fundamental es el mismo. Los siguientes fragmentos constituyen paráfrasis en
este sentido:
Cuando se trata de descripciones, el gráfico más adecuado es la red o mapa
conceptual, porque a partir de un concepto principal podés ir anotando sus ca-
racterísticas. Un modo de hacerlo podría ser éste, por ejemplo:
Concepto central
TEMA
Subtema Subtema
Subsubtema Subsubtema
Dos textos con un plan global similar deben tener una estructuración general
bastante similar, pero dos textos con idéntico tema pueden ser totalmente dis-
tintos, tanto en su estructuración general como en su manifestación superficial;
esto debido a que el concepto de tema —“información que deberá ser captada
mar, sep 5, 2017,53
por el receptor para que el emisor considere que su texto ha tenido éxito”
(Bernárdez: 1982)— es mucho más restringido que el de plan global —la inten-
ción por parte del emisor de que se cumpla su intención comunicativa—.
Como se habrá observado, estas diferencias en los tipos de paráfrasis textuales
o de “sinonimia textual” tienen importancia directa para campos de la lingüística
aplicada, como la elaboración de resúmenes, y para la transferencia didáctica o
la divulgación científica, tema en el que nos detendremos más adelante.
Imagináte que subís a un botecito con carga que navega por la sangre
del cuerpo de una persona. De esta forma, vas a conocer el recorrido de
la sangre.
En el viaje, el botecito sale del corazón con mucho oxígeno y lo lleva a las
células de la piel, del aparato digestivo o del cerebro. Allí les deja el
mar, sep 5, 2017,54
4.1.2. La definición
el término español definición deriva del latín, definitio: de, separación y finio,
limitar, poner límites
o término que define (Riegel: 1990). Ambos términos mantienen entre sí una
relación ecuativa.
1. Por hiperonimia
callar: no hablar.
2. Por metonimia
3. Por derivación
mar, sep 5, 2017,57
4. Por aproximación
Este tipo de definición está introducida por medio de indicadores del tipo "clase
de", "tipo de", "especie de", etcétera. Por ejemplo:
mate: suerte de vasija donde se sirve una infusión hecha con yerba.
5. Por sinonimia
Las definiciones por sinonimia pueden reducirse a un solo vocablo sinónimo (c)
o a una frase sinónima (d) o antónima (e):
(h) Los juicios de valor son subjetivos en el sentido de que pueden co-
municarse indirecta pero no directamente. Cuando están de moda o gozan de
general aceptación parecen objetivos, pero nada más. El juicio demostrable es
la cuadratura del círculo de la crítica literaria y de toda nueva moda en la crítica;
como la moda actual de elaborado análisis retórico, se ha visto acompañado por
una creencia en que la crítica ha descubierto finalmente una técnica definitiva
para separar lo excelente de lo menos excelente. Pero esto resulta siempre una
ilusión de la historia del gusto.
mar, sep 5, 2017,58
(i) Hay dos tipos de juicios de valor, los comparativos y los positivos. La
crítica que se fundamenta en los valores comparativos se divide en dos sectores
principales, según se considere la obra de arte como producto o como posesión.
El primero elabora la crítica biográfica, la cual relaciona primordialmente la obra
de arte con el hombre que la escribió. Podemos llamar al segundo crítica tro-
pológica y se ocupa primordialmente del lector contemporáneo.
1. Definiciones convencionales
(modelo cultural y espiritual). De ahí la alta exigencia que se pone aquí para la
formación del docente; pues la opción es clara: o nos atenemos a esa ardua
exigencia, o es mejor que renunciemos a hablar de "formación".
2. Definiciones naturales
Sin embargo, definiciones del tipo anterior no permiten una representación sufi-
ciente del objeto. Esto sólo es posible si se agregan a los rasgos distintivos,
rasgos descriptivos, no discriminatorios, como en:
Este tipo de definiciones contrasta con otras muy rigurosamente formuladas por
expresar componentes fundamentales del cuerpo de una teoría. Sirva de ejemplo
el siguiente fragmento textual:
Relevancia
Un supuesto es relevante en un contexto si y sólo si tiene algún efecto contextual
en dicho contexto.
Esta definición capta la intuición de que para ser relevante en un contexto un
supuesto tiene que guardar de alguna manera conexión con ese contexto. [...]
4.1.3. El ejemplo
mar, sep 5, 2017,61
[...] Y por el otro [lado] está la cuestión de para qué sirven las reglas, y el
porqué de la necesidad de conocerlas y respetarlas. No voy a defender las
haches por capricho ni por un espíritu reglamentario que no tengo, pero para
mí seguirá habiendo diferencias entre “lo hecho” y “lo echo”; y sobre todo
entre “hojear” y “ojear” un libro.
Tampoco me parece que sea un “fierro normativo” la diferencia entre la be
de burro y la ve de vaca. Ni mucho menos me parece poco razonable la
legislación sobre acentos agudos y graves, ni sobre las esdrújulas, ni sobre
las diferencias entre ene-ve y eme-be [...].
Las reglas siempre están para algo. Tienen un sentido y ese sentido suele
ser histórico, filosófico, cultural. La falta de reglas y el desconocimiento de
ellas es el caos, la disgregación cultural. Y eso puede ser gravísimo para
nosotros, sobre todo en estos tiempos en que la sabiduría imperial se ha
vuelto tan sutil y astuta. Las propuestas ligeras y efectistas de eliminación de
reglas son, por los menos, peligrosas. Precisamente porque vivimos en
sociedades donde las pocas reglas que había se dejaron de cumplir o se
cumplen cada vez menos, y hoy se aplauden estúpidamente las
transgresiones. Es así como se facilitan las impunidades. Y así nos va, al
menos en la Argentina.
[...]
Página 12, 11 de abril de 1997
En los textos explicativos, por su parte, el ejemplo suele relacionarse con el grado
de teoricidad discursiva, en un movimiento que va desde lo teórico a lo concreto
representado por el ejemplo. Desempeña de este modo la función de un facili-
tador de la comprensión del enunciado.
Cuando el explicador desea que su discurso, que considera demasiado abs-
tracto, alcance algún punto de anclaje en lo perceptible o representable para el
receptor-explicatario, puede recurrir al empleo de gráficas o esquemas de diverso
tipo (recordemos las ilustraciones del circuito del habla o la representación del
signo lingüístico en la teoría de De Saussure) o puede también ilustrar por medio
del lenguaje mediante un ejemplo. De todos modos, por lo general, el ejemplo en
los textos explicativos, en la medida en que no es un objeto de evaluación como
en ciertas argumentaciones, puede ser eliminado sin pérdida de la información
que se trasmite. El siguiente ejemplo extraído de un escrito de Piaget ilustra lo
que acabamos de comentar:
Hemos mostrado, entonces, que, ya sea que preceda al concepto o el hecho que
se pretende explicar para favorecer la construcción de un conocimiento a partir
de lo concreto, o bien que lo suceda con el fin de ilustrarlo, el ejemplo cumple la
función de establecer una relación entre dos niveles de conocimiento: uno, con-
siderado más abstracto y difícil de elaborar; el otro, más específico y claro.
4.1.4. La analogía
mente lo que ha sido dicho en otro momento y de otro modo. La analogía esta-
blece una similitud de estructuras cuya fórmula más general es A es a B como C
es a D. Uno de los aspectos fundamentales de esta estructura es, tal como lo
señala Grize (1990) “poner en relación una situación problemática con otra mejor
conocida [...], asimilar un objeto problemático a propósito del cual el sujeto locutor
pretende construir un cierto saber o una cierta representación, con un objeto
familiar para el interlocutor”.
Esta idea de lo “más familiar o mejor conocido” tiene relación, como se habrá
observado, con uno de los roles que juega el ejemplo. En efecto, estos dos
procedimientos parecen pertenecer a un mismo movimiento de pensamiento:
hacer comprender alguna cosa al destinatario. Obsérvese el siguiente caso,
citado por el mismo Grize; el ejemplo se encuentra en negrita y subrayada, la
analogía:
Toda solución de un sistema dinámico se comporta como una partícula (como por
ejemplo, un corcho) desplazándose en la corriente de un fluido en movimiento
constante a lo largo de una trayectoria. Por cada punto del plano pasa una tra-
yectoria y sólo una. Pero los trazos de la computadora han revelado que las
trayectorias tienden a concentrarse en “ríos”, como si fueran a confundirse.
tema foro
Los ojos del murciélago son a la luminosidad del día lo que la inteligencia de
nuestra alma es a las cosas más naturalmente evidentes
(Aristóteles, Metafísica)
implica
Por otra parte, pueden tomarse en cuenta las relaciones entre los términos del
tema y los del foro. En el caso de la proporción matemática, un cálculo como
1 /2 como 3 /6
presenta las mismas relaciones entre los términos: “la mitad de” o “el doble de”.
Pero en el ejemplo de Aristóteles, que constituye una analogía propiamente
dicha, la evidencia ilumina la inteligencia de un modo diferente del que la lumi-
nosidad lo hace con los ojos de los murciélagos. Si, entonces, se vuelve a partir
de la fórmula canónica “A/C como C/D”, se llega a distinguir dos relaciones de la
misma naturaleza aunque distintas: la relación entre los términos del tema, por un
lado y la relación entre los términos del foro, por el otro; la primera se establece
en el seno del registro del tema, y la segunda, en el seno del registro del foro los
cuales, como hemos dicho, son diferentes. En términos de Perelman, Ch. y
Olbrecht Tyteca, L. (1958): “Para que la analogía cumpla su rol, que es aclarar
el tema mediante el foro, es necesario que sus dominios no sean homogéneos
como en una proporción matemática”.
Desde el punto de vista discursivo, el tema y el foro constituyen dos discursos
conceptualmente paralelos que pueden estar discursivamente entramados; sin
embargo, el foro no sirve más que para aclarar el tema, al punto que la informa-
ción transmitida sería prácticamente la misma si se lo suprimiera. En el siguiente
ejemplo, tomado del Curso de Lingüística General, puede observarse cómo el
tema y el foro podrían ser considerados separadamente sin que, en ni uno ni otro,
se pierda información alguna: se trata de un caso de aclaración llevada al ex-
tremo de otorgar independencia discursiva a los dos términos de la analogía.
Nótese además que, aunque el procedimiento es el mismo en el tema y el foro, la
función de éste no es otra que la de facilitar el acceso a la comprensión del tema
mediante la apelación a algo que se supone conocido:
[...] Primeramente, un estado del juego [de ajedrez] corresponde bien a un estado
de lengua. El valor respectivo de las piezas depende de su posición en el tablero,
lo mismo que en la lengua cada término tiene su valor por oposición con todos los
otros términos. En segundo lugar, el sistema es siempre sólo momentáneo: el
valor varía de una posición a otra. Es verdad que los valores dependen también,
y sobre todo, de una convención inmutable: la regla del juego que existe antes del
comienzo de la partida y que persiste luego de cada movida. Esta regla admitida
alguna vez por todos existe también en materia de la lengua: son los principios
constantes de la semiología. Finalmente, para pasar de un equilibrio al otro, el
desplazamiento de una pieza basta [...]
De Saussure, F. (1979) Curso de Lingüística General. Buenos Aires, Losada.
tema foro
• Estado de lengua • Estado del juego
• Cada término tiene su • El valor respectivo de las
valor por oposición con piezas depende de su posi-
todos los otros términos ción en el tablero
• Principios constantes de la • Una regla convencional
mar, sep 5, 2017,66
semiología inmutable
• [Pasar de una sincronía a • Para pasar de un equi-
otra] librio al otro...
En el libro del Génesis hallamos una insólita explicación del nexo entre la evolu-
ción de la inteligencia y los dolores de parto. Como castigo por comer la fruta del
árbol del conocimiento, Dios dice a Eva: “Parirás con dolor” (Génesis 3,6).
Inf.— Bueno... mire... las estancias... eh... siempre... eh... si ustedes hubieran ido
al campo... hubieran oído decir... que... a las estancias... la gente de campo le
llama “las casas”. No le dice “la casa”, le dice “las casas”.
Enc.— ¿Por qué es eso?
Inf.— Porque nunca es una casa sola. Por ejemplo, está... eh... nosotros tenemos
la casa principal... que en el campo le llaman el chalet... la gente de campo,
aunque no sea un chalet, como lo nuestro no es un chalet. Es una casa de... así...
de estilo... no diríamos de estilo español [...] Frente a eso hay... lo que se llama...
un galpón... que está construido con una división... eh... Le llaman galpón grande,
galpón chico, y arriba un altillo... y todo eso con corredores.
a) proposiciones:
(1) Julia no fue al trabajo porque está enferma.
b) actos de habla:
(2) ¿Me prestás diez pesos? Porque me robaron la billetera.
c) actos enunciativos:
(3) Yo soy un aburrido, ¿no? Por eso no te llevo a pasear a ningún lado
La pragmática conversacional, por su parte (Roulet et al.: 1985), si bien sigue los
lineamientos de la teoría de Anscombre y Ducrot, se centra en la articulación del
discurso interactivo dentro del cual se distinguen constituyentes principales y
subordinados, correspondientes a las siguientes categorías discursivas: acto,
unidad mínima no dialogal; intervención, unidad máxima no dialogal; intercambio,
unidad mínima dialogal y secuencia, unidad máxima dialogal. Los conectores
tienen dos funciones asignadas: a) marcar uno de los constituyentes recién
mencionados como principal o subordinado y b) marcar la función reactiva o
interactiva de tales constituyentes. Los conectores explicativos son introductores
de segmentos textuales subordinados puesto que la explicación depende lógi-
camente del "explicando".
El siguiente diálogo entre un encuestador y un informante muestra dos instancias
del conector porque: la primera está indicando la función reactiva del segmento
que consiste en una explicación que sigue a un pedido, mientras que en el interior
de la explicación aparece el segundo porque, que funciona localmente y por
consiguiente no contribuye a la macroestructura del texto:
En este lugar nos ocuparemos de diversas unidades del sistema lingüístico que
otorgan al enunciado en que aparecen una función explicativa.
Muy estudiadas por las gramáticas generativas, este tipo de oraciones a las que
nos hemos referido en el apartado “Dado-nuevo, contrastivo, defini-
do-indefinido, sujeto, tópico y punto de vista” presenta la particularidad de dividir
informativamente la oración en dos constituyentes de los cuales uno constituye
el tópico o zona que establece con el resto de la oración un foco de contraste. La
estructura de este tipo de oraciones presenta la forma:
Por ejemplo, en
Aquí el coordinante “pero” funciona como un conector pragmático que sirve para
comunicar que:
Margarita no sale con cualquiera sino que sale con sus amigos
Aquí también el enunciado implícito tiene, como en los casos anteriores, un valor
explicativo.
Cuando una proposición de este tipo aparece con verbos o construcciones ver-
bales metalingüísticos como “significar”, “implicar”, “querer decir”, el enunciado
tiene un valor explicativo, como en:
El hecho de que haya luz en la ventana no significa que los dueños estén pre-
sentes
Los signos de puntuación con función explicativa son los dos puntos, y los
paréntesis y las rayas.
Una de las funciones de los dos puntos es la introducir segmentos explicativos,
ya se trate de ejemplos, definiciones o paráfrasis. Su ocurrencia es frecuente
cuando, de los dos segmentos relacionados, el primero es genérico y el segundo
específico como en:
Cuando las monedas de cobre circulaban legalmente y para comprar (no solo
para completar vueltos y burlar a las máquinas) la vida era más sencilla, las cosas
valían menos y los hombres más.
Martínez Estrada, E. (1968), La cabeza de Goliat, Buenos Aires, Centro Editor.
[...] Ahora bien, un filósofo no debería comprar a ciegas el paquete íntegro que
ofrece Chomsky, porque contiene no sólo novedades técnicas en lingüística
—novedades que el filósofo puede no ser capaz de evaluar correctamente—,
sino también un sinnúmero de tesis filosóficas sobre la lingüística y la psicología,
así como diversas máximas metodológicas concernientes a la manera de inves-
tigar en lingüística. Puesto que todas ellas son debatibles, debería cumplir con su
deber profesional, que es examinarlas críticamente.
Bunge, M. (1983), Lingüística y Filosofía, Barcelona, Ariel.
Una gramática genera un conjunto de acoplamientos (s, I), donde s es una re-
presentación fonética e I su interpretación semántica asociada. De una manera
parecida se puede pensar en un modelo de la ejecución que relacione de una
manera específica sonido y significado. Un modelo perceptivo (MP, por ejemplo)
puede describirse como un recurso constituido por una señal como “entrada”
(juntamente con muchas otras cosas) y varias representaciones gramaticales
como “salida”. [...]
Un problema importante para la psicología es el descubrimiento de las carac-
terísticas de un sistema MP. Evidentemente, al entender una señal, un oyente
aplica la información que tiene de su lengua. En otras palabras: el modelo MP
incorpora la gramática G de una lengua. El estudio de la comprensión de las
oraciones, el problema general de la percepción del discurso, debe permanecer
dentro de límites muy estrechos a no ser que utilice esta propiedad básica de un
modelo perceptivo.
Chomsky, N. (1992) El lenguaje y el entendimiento, Buenos Aires, Planeta.
El léxico
Otro aspecto distintivo del discurso teórico es el léxico. En efecto, este género
discursivo se vale del uso de dos tipos de términos: a) términos compartidos por
varias teorías y que, por esto, si bien no ofrecen gran dificultad de comprensión
para quienes se hayan iniciado en el estudio de esas teorías, suponen cierto
conocimiento específico (por ejemplo, "estructura", "valor" "sistema", “signo” en el
campo de los estudios del lenguaje) y b) términos que forman parte de una ter-
minología cerrada y adquieren su validez dentro de una teoría determinada (por
ejemplo, "rol temático", "forma lógica" en la teoría chomskiana o "clasema",
"núcleo sémico", "cuadrado semiótico” en la teoría greimasiana; estos últimos
casos demandan una competencia léxica más refinada y muy específica, cuyo
dominio convierte a los lectores en expertos o semiexpertos. Un caso extremo lo
constituye la terminología lacaniana:
mar, sep 5, 2017,76
Ante la falta de respuesta del Otro, implícita en S(A), la pregunta del sujeto lleva
a la actualización de las demandas que han fracasado en su significación. Resulta
entonces la línea que va de S (A) a S D, como la línea de la insistencia signi-
ficante que es ocultada en el piso inferior por la línea s (A) A. El efecto de la
insistencia de estas demandas es la pulsión. En este piso también se produce una
vía de retorno, un poner antes el deseo con relación al fantasma, ante la falta de
respuesta.
D’Angelo, R.; Carbajal, E.; Marchilli, A. (1984) Una introducción a Lacan, Buenos
Aires, Lugar.
Las características relevantes del discurso teórico que acabamos de tratar apa-
recen con distinto grado de densidad y con distinta modalidad. Esto significa que
el discurso teórico, ya se trate del discurso científico, o del discurso especulativo
de la teología y la filosofía, puede ser más o menos teórico, según la apelación a
las marcas expuestas o a procedimientos facilitadores como los ejemplos, las
imágenes, los diagramas, las paráfrasis. De esto se desprende que existe una
correlación entre densidad teórica y comprensión de un texto (no cabe duda de
que una de las mayores dificultades que encuentran los estudiantes al comenzar
sus estudios universitarios reside en el problema del acceso al discurso teórico).
A continuación presentaremos tres ejemplos de diferentes modalidades del dis-
curso teórico. Lo haremos sin desviarnos de nuestro núcleo de interés, que es la
explicación. Se trata de fragmentos de textos que abordan un tema común con
diferente grado de teoricidad discursiva.
Mostraremos en primer término la relación entre dos discursos de los cuales uno
es el texto fuente y el otro su explicación. El tema que se aborda es el compor-
tamiento de los signos icónicos y, dentro de ellos, de la metáfora; el núcleo ex-
plicativo común ha sido recuadrado.
Primeridad solamente puede tener un Objeto similar. Así, un Signo por Contraste
denota a su Objeto en virtud de un Contraste o Segundidad entre dos cualidades.
Un Signo por Primeridad es una imagen de su objeto y, para expresarlo más
estrictamente, sólo puede ser una idea, porque debe producir una idea Interpre-
tante; y un objeto externo provoca una idea mediante una reacción sobre el ce-
rebro. Para decirlo con mayor rigor, es imposible que aun una idea sea un Ícono,
excepto en el sentido de una posibilidad, o Primeridad. Una posibilidad singular es
un Ícono únicamente en virtud de su cualidad, y su objeto solamente puede ser
una Primeridad. Pero un signo puede ser icónico, es decir, puede representar a su
objeto predominantemente por su similaridad, con prescindencia de su modo de
ser. Si fuera necesario designarlo con un sustantivo, podría llamarse Hipoícono.
Cualquier imagen material, tal como un cuadro de un pintor, es ampliamente
convencional en su modo de representación; pero considerada en sí misma, sin
necesidad de etiqueta o designación alguna, podría ser denominada un Hipo-
ícono.
277. Los Hipoíconos pueden ser clasificados a grandes rasgos por el modo de
Primeridad que comparten. Aquellos que comparten cualidades simples o Pri-
meras Primeridades, son imágenes; los que representan las relaciones, primor-
dialmente diádicas o consideradas como tales, de las partes de algo por medio de
relaciones análogas entre sus propias partes, son diagramas; aquellos que re-
presentan el carácter representativo de un Representamen representando un
paralelismo en alguna otra cosa, son metáforas.
Peirce, Ch. (1978) La ciencia de la semiótica, Buenos Aires, Nueva Visión.
El texto que presentamos ahora interpreta (y, por consiguiente, explica) al texto
anterior; se trata, entonces, de un metadiscurso que, a su vez, constituye una
metaexplicación del primero; las notas al pie fueron colocadas por el autor:
El análisis triádico del signo como reenvío a un objeto a través de otro signo
denominado interpretante representa sin duda una de las primeras tentativas
modernas de articulación de las nociones de sentido (interpretante) y referencia
(objeto). Si se agrega a esto el hecho de que por medio de las distinciones in-
troducidas a nivel del objeto 17, Peirce busca elaborar una teoría de la verdad,
resulta evidente que la semiótica peirceana se presenta, en la segunda mitad del
siglo XIX , como uno de los primeros intentos de puesta en escena de los con-
ceptos esenciales de una filosofía del lenguaje (sentido, referencia, verdad). [...]
1. Iconicidad y metáfora
17
Corresponde a la distinción entre el "objeto inmediato" u objeto tal como es conocido en
el signo y "objeto dinámico", fuente y fin de la semiosis.
mar, sep 5, 2017,79
La densidad teórica de este segundo texto es menor que la del anterior, en primer
término, por la inclusión de las notas al pie que contienen información que en el
caso del texto fuente el lector debía buscar en otros lugares de la propia obra; la
misma función cumplen ciertas relaciones entre conceptos que se establecen en
el cuerpo del texto (“Esta clasificación [índice, ícono, símbolo] se refiere menos a
clases de signos que a clases de aspectos del signo. Peirce consideraba todo
signo auténtico como un ejemplo de los tres tipos a la vez”); además, por la cita
del texto fuente, que marca un recorrido de lectura sobre la obra original y cons-
tituye el núcleo explicativo a partir del cual Tibaud elabora su interpretación.
18
[...]las categorías peirceanas son tres: la primeridad como "modo de ser de aquello que
es lo que es positivamente y sin referencia a cualquier otra cosa, la segundidadcomo modo
de ser lo que es por relación a un segundo y la terceridad como modo de ser loque es en
relación recíproca con un segundo y un tercero”.
mar, sep 5, 2017,80
Se piensa comúnmente que el lenguaje poético está más allá del lenguaje ordi-
nario, que es algo esencialmente diferente, especial, más elevado, con herra-
mientas y técnicas extraordinarias, como la metáfora y la metonimia, instrumentos
que están más allá del hablar cotidiano. Pero grandes poetas [...] usan básica-
mente las mismas herramientas que nosotros. Lo que los hace diferentes es su
habilidad para usarlas [...]
La metáfora es una herramienta tan común, que la usamos de manera incons-
ciente y automática, con tan poco esfuerzo, que apenas lo notamos [...] la metá-
fora es una parte integral de nuestro pensamiento y lenguaje cotidianos. Y es
irremplazable: nos permite comprendernos a nosotros mismos y al mundo de una
manera que ninguna otra forma de pensamiento podría lograr.
Lejos de ser un asunto de palabras, la metáfora es un asunto de pensamiento —
todo tipo de pensamiento: pensamiento acerca de la emoción, acerca de la so-
ciedad, acerca de la naturaleza humana, acerca del lenguaje, y acerca de la vida
y de la muerte. Es indispensable no sólo para nuestra emoción sino también para
nuestra razón.
Los grandes poetas pueden hablarnos porque usan los mismos modos de pen-
samiento que nosotros poseemos. Al usar las capacidades que todos comparti-
mos, iluminan nuestra experiencia, exploran las consecuencias de nuestras
creencias, desafían nuestro modo de pensar y critican nuestras ideologías. Para
entender la naturaleza y el valor de la creatividad poética, debemos entender
nuestra común manera de pensar.
Puesto que la metáfora es primordialmente una herramienta para comprender el
mundo y a nosotros mismos, adentrarse en un compromiso con las poderosas
metáforas poéticas, es captar una importante manera de entender el significado
de la existencia humana.
[...]
Hemos tratado de escribir este libro en un estilo accesible para no graduados que
están aprendiendo a leer poesía en profundidad. Esperamos que los ayude a
comprender cómo actúan las metáforas poéticas".
Lakoff, G. y Turner, M. (1989) More than Cool Reason. A field Guide to Poetic
Methafor, The University of Chicago Press.
Hasta aquí hemos caracterizado el discurso teórico. Ahora bien, ¿qué se hace
cuando se desea que teorías demasiado abstractas alcancen algún punto de
anclaje en lo perceptible o representable para el receptor-explicatario? Permitir
el acceso al discurso teórico mediante ejemplos, paráfrasis, definiciones,
ilustraciones y cierta banalización del lenguaje utilizado es, en lo esencial, el
objetivo de la divulgación científica.
mar, sep 5, 2017,81
A primera vista impresiona: sus dos cañones —de bocas enormes, larguísi-
mas— parecen estar a punto de disparar bombas mortales. Están montados
sobre una oruga mecánica que se desplaza pesadamente. Los dos hombres que
lo manejan calzan trajes antiflama, tienen la cabeza cubierta con un casco fa-
bricado con un material resistente al calor y una especie de barbijo que evita
que la piel se chamusque. Están frente al infierno, el mismo que desde que
terminó la Guerra del Golfo arde sin parar. Son más de 300 los pozos de petróleo
que siguen ardiendo en Kuwait. [...] El Big Wind, la máquina infernal, promete
resolver el gravísimo problema en contadas semanas.
Conozca más, Buenos Aires, 1, 38, 1991.
El discurso referido
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Sin embargo, es posible señalar una diferencia fundamental entre estos géneros: a
diferencia del discurso didáctico, frecuentemente, el texto científico toma como refe-
rente otro discurso (científico) con el cual puede coincidir (en este caso será usado
como ejemplo) o disentir (en este caso llenará la función de contra-argumento o con-
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También producen “efecto de espectáculo” los titulares, las bajadas y los ante-
títulos que remiten al “reciente coloquio”, al “último descubrimiento”, etcétera;
además, dan la idea de que los artículos son un momento de un desarrollo con-
tinuo. Por ejemplo:
Hace muy poco se filtró entre los medios periodísticos aeronáuticos una sor-
prendente noticia: Estados Unidos producía, en el mayor de los secretos, el pri-
mer avión totalmente invisible al radar.
Muy interesante, Buenos Aires, 5, 1986.
traexplicación).
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Así como las sociedades humanas están organizadas sobre la base de un ritmo
diario de 24 horas, un ritmo mensual de 30 días y uno anual de 365, las fun-
ciones fisiológicas presentan un ‘reloj’ de alrededor de 24 horas y calendarios
de duración mensual y anual. Tales ciclos son llamados generalmente “circa-
dianos” (del latín circa: alrededor del día). El hecho de que estos relojes circa-
dianos expresen el tiempo a pesar de estar expuestos a un medio ambiente
constante es conocido desde hace más de 250 años.
Conocer y saber, Nº 31, Buenos Aires, 1991
Los navegantes de la Edad Media empleaban la brújula; los de hoy cuentan con
el más avanzado de los sistemas de navegación aérea y marítima, que permite
conocer con total exactitud la posición de la nave: el giroláser.
Muy interesante, Buenos Aires, 5, 1986.
Tal como señala A. M. Loffler Laurian, "al dar una definición se establece una
identidad entre el definido y el definiente. La diferencia entre los dos términos está
en la imagen que el autor se hace del lector. Lo que es necesario definir no es claro
o conocido para este último. Éste necesita una definición para conceptualizar lo
que se define. De otro modo, se encontrará con una palabra vacía. La definición
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Esa suave y fina piel que rodea a nuestro planeta y que vista desde el espacio
parece tan vulnerable hace posible que nosotros podamos respirar, que existan
diferentes climas y se manifiesten los fenómenos meteorológicos. De un modo
más tajante y más claro, podría afirmarse que, sin atmósfera, no habría vida en
la Tierra. [...]
Muy interesante, Buenos Aires, 19, mayo de 1995
Otras veces, la metáfora trasmite una conceptualización animista del objeto, como
en este ejemplo que hace referencia al sistema inmunitario:
Las comillas
de los especialistas sabiendo que no son propias del lector —y se las encomilla—
y se habla con las palabras de todos los días sabiendo que no son las de la ciencia
—y se las encomilla—. Pero una vez denominadas, esas entidades —las del
espacio del científico y las de la vida cotidiana— dejan de nombrarse entre co-
millas, es decir, son retomadas sin marca de distanciamiento, como significando
que el lector se ha apropiado ya de la palabra científica y como sellando el pacto
entre divulgador y lector. Obsérvese, por ejemplo, el siguiente caso:
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