Paco Yunque

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PLAN LECTOR

Nombre: _____________________________ ___________ Fecha: ________

Criterio: Comprensión Lectora


Paco Yunque

Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la puerta del colegio, los niños
estaban jugando en el patio. La madre lo dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue
adelantándose al centro del patio, con su libro, su cuaderno y su lápiz. Paco tenía
miedo porque era la primera vez que iba a un colegio y nunca había visto a tantos
niños juntos.
También estaba atolondrado porque en el campo nunca oyó sonar tantas voces de
personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después otro y después
otro.
Eso ya no era voz de personas, sino ruido. Y ahora sí que esto del colegio era una
bulla fuerte, de muchos. Se sentía asordado. En ese momento, sonó la campana y
todos entraron a los salones de clase.
Paco, sin soltar sus cosas, se había quedado parado en medio del salón, entre las
primeras carpetas de los alumnos y el pupitre del profesor. Ahí solo, parado,
quería llorar. El profesor lo llevó a una de las carpetas delanteras junto a un niño
de su mismo tamaño y le preguntó: — ¿Cómo se llama usted? —Paco —
respondió bajito, con voz temblorosa. — ¿Y su apellido? Diga usted su nombre
completo. —Paco Yunque—Muy bien.
Su compañero de carpeta le dijo:
—Pon tus cosas, como yo, en la carpeta. Paco Yunque seguía muy aturdido y no
le hizo caso. Su compañero le quitó entonces sus libros y los puso en la carpeta.
Después, le dijo alegremente:
—Yo también me llamo Paco. Paco Fariña. No tengas pena. Vamos a jugar con mi
tablero. Tiene torres negras. Me lo ha comprado mi tía Susana. ¿Dónde está tu
familia? Paco Yunque no respondió nada. Este otro Paco le molestaba. Como este
eran seguramente todos los demás niños: habladores, contentos y no les daba
miedo el colegio. ¿Por qué eran así? Y él, Paco Yunque, ¿por qué tenía tanto
miedo? Miraba a hurtadillas al profesor, al pupitre, al muro que había detrás del
profesor y al techo.
¡Qué cosa extraña era estar en el colegio! Paco Yunque empezaba a volver un
poco de su aturdimiento. Pensó en su casa y en su mamá.
Le preguntó a Paco Fariña: — ¿A qué hora nos iremos a nuestras casas?
—A las once. ¿Dónde está tu casa?
—Por allá.
— ¿Está lejos? Paco Yunque no sabía en qué calle estaba su casa, porque
acababan de traerlo del campo y no conocía la ciudad. Sonaron unos pasos de
carrera en el patio; apareció en la puerta del salón Humberto, el hijo del señor
Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque, gerente de los ferrocarriles, de la
“Peruvian Corporation” y alcalde del pueblo.
Precisamente a Paco le habían hecho venir del campo para que acompañase al
colegio a Humberto y para que jugara con él, pues ambos tenían la misma edad.
El profesor al ver a Humberto Grieve le dijo:
— ¿Otra vez tarde?
Humberto, con gran desenfado, respondió:
—Me he quedado dormido.
—Que sea la última vez. Pase a sentarse.
Humberto Grieve buscó con la mirada dónde estaba Paco Yunque. Al dar con él,
se le acercó y le dijo imperiosamente:
—Ven a mi carpeta conmigo.
Paco Fariña le dijo a Humberto Grieve:
—No. El profesor lo ha puesto aquí.
— ¿Y a ti qué te importa? —le respondió Grieve, violentamente, arrastrando a
Yunque por un brazo hasta su carpeta.
— ¡Señor! —Gritó Fariña—, Grieve se está llevando a Paco Yunque a su carpeta.
El profesor cesó de escribir y preguntó con voz enérgica:
— ¡Silencio! ¿Qué pasa ahí?
Fariña volvió a decir:
—Grieve se ha llevado a su carpeta a Paco Yunque.
Humberto Grieve, instalado ya en su carpeta con Paco Yunque, le dijo al profesor:
—Sí, señor. Porque Paco Yunque es mi muchacho. Por eso.
El profesor sabía esto perfectamente y le dijo a Humberto Grieve:
—Muy bien. Pero yo lo he colocado con Paco Fariña, para que atienda mejor a las
explicaciones. Déjelo que vuelva a su sitio. Todos los alumnos miraban en silencio
al profesor, a Humberto Grieve y a Paco Yunque: Fariña fue y tomó a Paco
Yunque por la mano y quiso volverlo a traer a su carpeta, pero Grieve tomó a Paco
Yunque por el otro brazo y no lo dejó moverse.
El profesor le dijo otra vez a Grieve:
— ¡Grieve! ¿Qué es esto?
Humberto Grieve, colorado de cólera, dijo:
—No, señor. Yo quiero que Yunque se quede conmigo.
—Déjelo, le he dicho.
—No, señor.
El profesor estaba indignado y repetía amenazador:
— ¡Grieve! ¡Grieve!
Humberto Grieve sujetaba fuertemente por el brazo a Paco Yunque, el cual estaba
aturdido y se dejaba jalar como un trapo por Fariña y por Grieve. Paco Yunque
tenía ahora más miedo a Humberto Grieve que al profesor, que a todos los demás
niños y que al colegio entero. El profesor se acercó a Paco Yunque y, tomándolo
por el brazo, lo condujo a la carpeta de Fariña. Grieve se puso a llorar, pataleando
furiosamente en su banco.

César Vallejo, “Paco Yunque” (adaptación)

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