Cultura Aguada

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s hombres de la Cultura de la Aguada, produjeron el máximo desarrollo de las culturas

agroalfareras en el noroeste argentino.

A partir de las Ciénaga y Condorhuasi con las que se la agrupa como "Culturas de los Barreales"
(se asentaban en territorios inundables) y de su interrelación con otras sociedades del
altiplano argentino-chileno-boliviano surgió hacia el año 650 d. C. Para el 900 desaparece
como entidad cultural, aunque una parte de su legado puede reconocerse en culturas más
tardías como las de Belén y Santa María.

Disco de Lafone Quevedo

El "Disco de Lafone Quevedo" es una de las piezas más famosas de la arqueología argentina,
llamada así en honor al arqueólogo uruguayo, fue hallada en Chaquiago, cerca de Andalgalá,
Catamarca y datada entre los años 500 y 800 d. C. Es una placa de bronce realizada con la
técnica de la "cera perdida" de 16 cm. de alto, 10,7 cm. de diámetro y 3 mm. de grosor,
representando a un personaje central flanqueado por dos felinos. En la actualidad se expone
en el Museo de La Plata, Argentina.

linkPlacas de la Aguada

El Sacrificador

En la iconografía de la cultura de la Aguada, se destaca el personaje del "sacrificador" que


aparece portando hachas y cabezas colgando; es la representación de los oficiantes del rito
sangriento.

Su epicentro era Catamarca con expansión en La Rioja y San Juan. En sus diversos territorios
hay distintos patrones de asentamiento y en casi todos ellos no resulta fácil distinguir entre los
sitios habitacionales y los ceremoniales. Se caracterizaban por tener recintos de acabada
construcción en piedra, donde vivía la élite, mientras los demás ocupaban casas de paja y
barro.

Generalmente se ubicaban cerca de los ríos para sustentar sus sistemas de riego que les
permitían un intensivo desarrollo agrícola con andenes y campos de cultivo. Producían frijoles,
calabazas, maní y maíz, también recolectaban frutos del chañar y el algarrobo.
Los excedentes los comerciaban transportándolos con llamas, tenían intenso intercambio con
los pueblos de San Pedro de Atacama (Chile). Los camélidos que domesticaron, les proveían de
la materia prima para su industria textil, y de alimento.

Sus expresiones artísticas se despliegan a través de múltiples materiales: fina alfarería pintada,
pulida y grabada, metalurgía del oro y el bronce, la escultura en piedra y el arte rupestre con
grandes imágenes pintadas en abrigos y cuevas rocosas.

Incluían obsesivamente las imágenes de felinos, costumbre compartida con las culturas San
Agustín, Chavín y Tiwanakota. Las figuras humanas las representaban muy ataviadas, con
tocados o máscaras; motivos antropomorfos, ofidios, felinos, aves y batracios a veces
adquieren características míticas a través de la combinación de sus atributos.

El desarrollo de sus trabajos en metal merecen una mención especial, con un grado de
perfección notable, es probable que la aleación del bronce se introdujera en la región con el
florecimiento de la cultura de la Aguada, con la técnica de la "cera perdida" elaboraron bellos
objetos como frontales, narigueras y pendientes.

Con esta cultura aparece el culto del cráneo-trofeo, lo cual parece sugerir la práctica de
sacrificios humanos. Las ceremonias incorporaban el uso de alucinógenos y la cosmovisión
contemplaba entidades como el felino y el "sacrificador". Los muertos eran enterrados en
posición fetal con la cabeza dirigida hacia arriba.

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