Liturgia 4to y 1ro Secund
Liturgia 4to y 1ro Secund
Liturgia 4to y 1ro Secund
Es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica.
Es el modo como la Iglesia en su cabeza y en su cuerpo místico o miembros puede ponerse en contacto y comunicación con Dios,
a través de gestos, palabras, ritos, acciones y así poder participar de la maravillosa gracia de Dios, santificarnos y entrar en esa
vida íntima de Dios.
Liturgia es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica. Todas las acciones litúrgicas:
oración, sacramentos están dirigidas, por tanto, a dar culto a Dios Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo, y a la
santificación de cada uno de los fieles que forman esta Iglesia de Cristo.
En palabras del papa Pío XII en su encíclica “Mediator Dei”: “La liturgia no es solamente la parte exterior y sensible del culto, ni
mucho menos el aparato de ceremonias o conjunto de leyes y reglas..., es el ejercicio del oficio sacerdotal de Cristo”.
En la Constitución Sacrosanctum Concilium, número 7, encontramos esta definición concisa: “ Es el ejercicio del oficio sacerdotal
de Cristo, por medio de signos sensibles, que realizan de una manera propia la santificación del hombre”.
La liturgia es, pues, el servicio que el hombre da a Dios, porque Él se lo merece. Y trae aparejada nuestra propia santificación, es
decir, gracias a la liturgia nosotros nos vamos santificando, purificando, pues quien entra en contacto con Dios, recibe ese fuego
divino que calienta, purifica y perfecciona.
En cada acción litúrgica que realizamos (participación en una misa, en cualquier sacramento, en la Liturgia de las Horas) Dios nos
hace participes de su salvación.
Una bella definición nos la ha dado Juan Pablo II en la carta apostólica con motivo del cuadragésimo aniversario de la
“Sacrosanctum Concilium”: “¿Qué es la liturgia sino la voz unísona del Espíritu Santo y la Esposa, la santa Iglesia, que claman al
Señor Jesús: `Ven’? ¿Qué es la liturgia sino la fuente pura y perenne de ‘agua viva’ a la que todos los que tienen sed pueden
acudir para recibir gratis el don de Dios? (cf. Jn 4, 10)”(Vicesimus Quintus Annus, n. 1)...”La liturgia es el lugar principal del
encuentro entre Dios y los hombres, de Cristo con su Iglesia” (n. 7).
El Catecismo de la Iglesia Católica ha explicado también que la misma palabra liturgia significa, en la tradición cristiana, que el
pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. En la liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, hace presente en su
Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra Redención (n. 1069).
Sacristía: lugar sagrado para guardar los ornamentos y vestiduras sagradas, cálices, y objetos del culto. Con frecuencia
se encuentra dentro de la sacristía el relicario, o capilla donde se custodia y expone el tesoro de las reliquias de santos y
vasos de orfebrería.
Torres y campanarios: que indican la presencia de Dios en ese lugar. Las flechas de los campanarios rematan, las más
de las veces, con una cruz, una veleta o un gallo. La cruz proclama el signo de Cristo; la veleta recuerda los vaivenes de
la fama y lo efímero de la vida; y el gallo es símbolo de la vigilancia.
La cripta: los primeros cristianos la usaban como sepulcro para sus santos mártires y para sitio de reunión en el día del
aniversario de su martirio. Con el tiempo, cada cripta sepulcral se convirtió en una pequeña capilla sobre la que se
erigieron luego otras iglesias superiores, haciendo coincidir los altares de ambas.
Ahora veamos el mobiliario litúrgico del templo es decir, el conjunto de muebles que adornan o completan el templo.
Pila de agua bendita: lo primero que se encuentra, al entrar en una iglesia, es una o dos pilas de agua bendita. Es un
símbolo: purificarnos antes de comenzar una acción litúrgica en el templo sagrado. Esta agua bendita es un sacramental,
que debemos aprovechar con devoción, fe y reverencia.
Pila bautismal: los antiguos bautisterios han quedado hoy reducidos a una pila de piedra o de mármol, más o menos
grande y artística. Se la coloca en un ángulo de la Iglesia contigua al cancel, también en una capilla separada por una
verja. Hoy se tiende a emplazarlas en el presbiterio. A todo buen cristiano debe inspirar agradecida devoción la pila,
donde fue espiritualmente regenerado y hecho hijo adoptivo de Dios y miembro de la comunidad eclesial.
Púlpito: estaba adosado al muro o en alguno de los pilares de la nave o del presbiterio. Hoy lo suplen los ambones o
simples atriles de la sede presbiteral con su micrófono. Desde el púlpito se predicaban los sermones, la voz llegaba
fuerte a la gente y el sacerdote podía ver a todos desde el mismo.
Ambón: es el lugar desde donde se proclama la Palabra de Dios, hacia el cual se dirige espontáneamente la atención de
los fieles durante la liturgia de la Palabra. Conviene que sea estable y no un mueble portátil. Se usa sólo para proclamar
las lecturas, cantar o leer el salmo responsorial y el pregón pascual, hacer la homilía y la oración de los fieles. No debe
usarse para el guía ni para el cantor o director de coro.
Los confesonarios: donde Cristo, a través de su Iglesia, en la persona del sacerdote, administra y ofrece el sacramento
de la confesión para el perdón de los pecados de los hombres. A partir del concilio de Trento, en el siglo XVI, aparecieron
los confesonarios cerrados a los lados, con paredes provistas de rejilla. Los confesonarios actuales son funcionales y
prácticos, y están situados en lugares especiales de la iglesia o en capillas penitenciales.
Alcancías: destinadas a recoger las limosnas de los fieles, para el culto, la caridad de los necesitados, o necesidades de
la parroquia, para las vocaciones. Dichas alcancías sirven para fomentar la caridad y la generosidad de todos.
Bancos: para sentarnos y escuchar la Palabra de Dios, pasar un rato de meditación íntima con el Señor.
Imágenes: ya sean pinturas (cuadros, mosaicos), ya sean esculturas (estatuas). Son incentivos de devoción, medios de
instrucción y elementos decorativos para el culto de Dios y de los santos. No deben ser excesivos, deben ponerse en
justo orden, y no distraer la atención de los fieles. No son signos de superstición ni de idolatría, como creen los
protestantes. A Dios Padre se le representa como un anciano venerable. A Cristo: se le representa en el crucifijo, o el
Sagrado Corazón, o sus emblemas: Buen Pastor, el Cordero, el Pelícano. La figura típica del Espíritu Santo es la paloma,
o las lenguas de fuego. Los ángeles son figuras aladas. El Via crucis representa el camino de la cruz y las escenas de la
Pasión del Salvador, recordándonos el camino doloroso de Jesús para salvarnos.
Las lámparas: las velas se encienden para los actos litúrgicos. Siempre queda encendida una lámpara, la del sagrario.
Ella es fiel centinela que asiste día y noche, en nombre del pueblo cristiano, al Divino solitario del sagrario, Jesús. Esa
lamparita da fe de la presencia real de Jesús sacramentado. Simboliza también nuestra vida que debe ir consumiéndose
al servicio de Dios, en el silencio de nuestra entrega generosa y abnegada.
El órgano: en el rito latino ha sido el instrumento más tradicional. Existe para el órgano una bendición ritual, antes de su
inauguración para el culto. Así dice el documento del Vaticano II: “téngase en gran estima en la iglesia latina, el órgano
de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias
eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales” (Sacrosanctum
Concilium, n. 120).
c) El Altar
Representa a Cristo y es la mesa de su sacrificio y del banquete celestial, para quienes caminamos hacia la eternidad. Es el
corazón del templo. Por eso se lo besa, se lo inciensa. Tiene que ser de piedra o mármol. ¡Es Cristo visible! Ya desde el
Antiguo Testamento se construían altares para los sacrificios a Yahvé. Tiene que ser alto, grande.
El altar tiene sus accesorios:
El mantel: pues es banquete lo que se celebra sobre el altar. En esa “mesa” Dios Padre nos servirá a su Hijo Jesús,
como Cordero inmaculado, para alimento del alma.
Candelero: es la luz de la presencia de Cristo.
El crucifijo: colocado sobre el altar, pues cada misa es Calvario donde participamos de la cruz de Cristo.
Vasos y utensilios sagrados: El templo es como el palacio de Dios; el sagrario su recámara y como su sala de recepción;
el cáliz, la patena, el copón y la custodia son a modo de vajilla sagrada de la mesa eucarística. Todos estos vasos y
utensilios son sagrados. El cáliz y la patena se usan para la celebración del Santo Sacrifico de la misa. El copón y la
custodia sirven para conservar, trasladar o exponer el Santísimo Sacramento. Vaso subsidiario es la teca o cajita, usada
para llevar la comunión a los enfermos.
Otros: También son objeto de culto las crismeras, las vinajeras y el vasito de las abluciones; el incensario con la naveta,
la campana o campanilla, las bandejas, el acetre o calderillo con agua bendita para las bendiciones y aspersiones; lleva
dentro un hisopo.
d) Vestiduras y ornamentos sagrados
Las vestiduras pertenecen también a los elementos materiales de la liturgia. Tienen también su profundo significado. Vestir
una determinada ropa significa asumir la personalidad correspondiente, asumir una identidad, puesta de manifiesto en esas
vestiduras; por ejemplo, la bata del médico, el uniforme militar, la sotana del sacerdote, etc. Estas vestiduras no indican un
poder sobre nadie; sino un servicio a los demás.
Tienen también su sentido. Por un lado, expresan lo característico de los misterios de la fe que se celebran, y por otro lado,
exteriorizan con mayor eficacia el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico. Son como los semáforos
para orientar nuestro camino y nuestra peregrinación al cielo. También nosotros nos ponemos un vestido de color según el
tiempo, la estación, la fiesta o la circunstancia que celebramos. La Iglesia es pedagoga, maestra que enseña con todo lo que
nos ofrece en la liturgia.
Desde el Papa Inocencio III (siglos XII y XIII) quedaron como oficiales, para la liturgia, los siguientes colores: blanco, rojo,
verde, morado y el negro. Y, aunque el simbolismo de los colores cambia de cultura a cultura, sin embargo, podemos dar a
los colores litúrgicos un simbolismo que hasta ahora la Iglesia ha aceptado.
Blanco: simboliza la luz, la gloria, la inocencia. Por eso se emplea en los misterios gozosos y gloriosos del Señor, en la
dedicación de las Iglesias, en las fiestas, en las conmemoraciones de la Virgen, de los ángeles, de los santos no
mártires, y en la administración de algunos sacramentos (primera comunión, confirmación, bodas, orden sagrado).
Rojo: es el color más parecido a la sangre y al fuego, y por eso es el que mejor simboliza el incendio de la caridad y el
heroísmo del martirio o sacrificio por Cristo. Se emplea para el Domingo de Pasión (domingo de Ramos), Viernes Santo,
Pentecostés, fiestas de la Santa Cruz, apóstoles, evangelistas y mártires.
Verde: indica la esperanza de la criatura regenerada y el ansia del eterno descanso. Es también signo de vida y de
frescura y lozanía del alma cristiana y de la savia de la gracia de Dios. Se usa los domingos y días de semana del tiempo
ordinario. En la vida ordinaria debemos caminar con la esperanza puesta en el cielo.
Morado o violeta: es el rojo y negro amortiguados o si se quiere, un color oscuro y como impregnado de sangre; es signo
de penitencia, de humildad y modestia; color que convida al retiro espiritual y a una vida algo más austera y sencilla,
exenta de fiestas. Se emplea durante el Adviento y la Cuaresma, vigilias, sacramentos de penitencia, unción de
enfermos, bendición de la ceniza. Y hoy reemplaza al negro, que se utilizaba en las exequias de difuntos.
Negro: es el color de los lutos privados, domésticos y sociales. Hoy se cambia por el morado para que así resplandezca
mejor el misterio Pascual.
Rosa: es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera, propia solamente de algunos días felices, de las estaciones
floridas de cierta edad. Se puede usar en los domingos Gaudete y Laetare , tercer domingo de Adviento y Cuaresma,
respectivamente. Es para recordar a los ayunadores y penitentes de esas dos temporadas la cercanía de la Navidad y
Pascua.
Azul: color del cielo. Se puede usar en las misas de la Virgen, sobre todo el día de la Inmaculada Concepción.
Todos estos colores deben estar marcados también en nuestro corazón:
Debemos vivir con el vestido blanco de la pureza, de la inocencia. Reconquistar la pureza con nuestra vida santa.
Debemos vivir con el vestido rojo del amor apasionado a Cristo, hasta el punto de estar dispuesto a dar nuestra vida por
Cristo, como los mártires.
Debemos vivir el color verde de la esperanza teologal, en estos momentos duros de nuestro mundo, tendiendo siempre
la mirada hacia la eternidad.
Debemos vivir el vestido morado o violeta, pues la penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y actitudes
de nuestra vida cristiana.
Debemos vivir el vestido rosa, solo de vez en cuando, pues toda alegría humana es efímera y pasajera.
Debemos vivir con el vestido azul mirando continuamente el cielo, aunque tengamos los pies en la tierra.
Ella fue y sin decir el objeto de su diligencia, pidió al platero le Se inicia con una canción: “La misa es una
contara el proceso de refinar la plata. Después de que el platero Fiesta”
describiera el proceso, ella pregunto: ¿señor usted se sienta, La misa es una Fiesta muy alegre
mientras que está en el proceso de la refinación? – Si señora, - La misa es una Fiesta con Jesús
debo sentarme con el ojo fijo en el horno, porque si el tiempo para La misa es una Fiesta que nos une
la refinación se excede en el grado más leve, la plata será La misa es una Fiesta con Jesús
dañada. La misa es una Fiesta que nos une,
La señora inmediatamente vio la belleza y el consuelo de la La misa es una Fiesta con Jesús
expresión: “El purificara… y los refinara como lo hace con la * Cada domingo celebramos: Que nuestro amigo nos salvó, y
plata”. que por amarnos, dio su vida y resucitó.
Dios ve necesario poner a sus hijos en un horno, su ojo está
atento en el proceso de la purificación; y su sabiduría y amor Con su palabra nos enseñó, nos alimentó con su pan, nos
obran juntos en la mejor manera para nosotros. Nuestras pruebas compromete a ser amigos y a caminar.
no vienen al azar, Él no nos dejara ser probados más allá de lo A continuación se analiza la canción y socializa las siguientes
que podemos sobrellevar. La señora hizo una pregunta final preguntas:
¿Cuándo sabe que el proceso está completo? Pues muy sencillo
1. ¿Qué nos dice la canción? ¿Qué dice sobre la misa?
– dijo: - “Cuando veo mi propia imagen en la plata, se acaba el
2. ¿Qué nos da con su palabra el señor y con que nos alimenta?
proceso de la refinación”.
3. ¿Qué nos promete Jesús?
EN LA BIBLIA ENCONTRAMOS VERDADERAS ENSEÑANZAS
El formador aclara dudas.
PARA NUESTRA VIDA Hoy día nuestro tema será: La Liturgia, signo de nuestra
relación con Dios y la comunidad
PROCESO
ILUMINACION:
Seguidamente leen, reflexionan y responden a los siguientes
textos bíblicos: (Comprensión lectora)
* Jn. 20, 19. ¿Qué hizo Jesús? ¿Qué dice Jesús a sus
discípulos?
Hech. 20, 7 ¿Para qué se reunieron los discípulos?
¿Para qué nos reunimos ahora los cristianos?