6º Mandamiento
6º Mandamiento
6º Mandamiento
Pues el Señor ha dicho: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"(Mt 5,8)
El Cuerpo de un cristiano, desde que recibió el Bautismo, es Templo de Dios, y no debemos profanarlo cometiendo
pecados de impureza, que botan a Dios del alma y la hacen merecedora del infierno, si no se arrepiente bien antes
de morir, a ser posible con una buena confesión.
El sexto mandamiento de la Ley de Dios nos prohibe todos los pecados contrarios a la castidad; entre los más graves
están la masturbación, la fornicación, la pornografía, las prácticas homosexuales y el adulterio. El sexto
mandamiento prohibe también toda acción, mirada o conversación contrarias a la castidad.
Los pecados contra la pureza, cometidos con pleno conocimiento y consentimiento pleno, son siempre graves.
Los principales medios para guardar la santa pureza son: la oración, la confesión y la comunión frecuentes, la
devoción a la Santísima Virgen, la modestia y la guarda de los sentidos y la huida de las ocasiones de pecar, como
conversaciones, miradas, lecturas, amistades y espectáculos deshonestos.
5º Mandamiento: No matarás
Sólo Dios es dueño de la vida humana. Los hombres debemos respetarla. Matar voluntariamente a un ser humano
inocente es pecado, ya será por homicidio, suicidio, eutanasia, violencia, guerra injusta o aborto, aunque el cadáver
sea muy pequeño.
También es pecado contra el quinto mandamiento: odiar, guardar rencor, enemistad, desear mal, insultar, mirar con
malos ojos y escandalizar.
Lo propio del cristiano es amar, porque Dios es amor. Si aprendemos a amar, no nos costará perdonar de corazón
cuando alguien nos ofende.
Esto no impide el derecho y el deber de la persona y de la sociedad a la legítima defensa. Por eso, las legítimas
autoridades pueden imponer justas penas a los agresores e incluso, recurrir a la pena de muerte en caso de extrema
gravedad, agotados todos los medios incruentos que serían más conformes con la dignidad de la persona humana.
Nos manda amar y respetar la vida humana, desde el momento de la concepción hasta su término natural, porque la
persona humana ha sido amada por Dios por sí misma, por haberla hecho a su imagen y semejanza.
Peca contra sí mismo, quien se quita la vida por el suicidio o se mutila, quien pone en peligro su vida sin necesidad,
quien se embriaga o se droga y el que por desesperación se desea la muerte.
Sí, el aborto es un pecado grave porque se trata de un crimen, ya que consiste en matar a una persona inocente,
aunque el cadáver sea muy pequeño.
¿Qué es el escándalo?
7º Mandamiento: No robarás
La codicia y el egoísmo llevan a cometer muchos pecados contra el séptimo mandamiento. Lee despacio, como
examinándote, la tercera y cuarta preguntas de este tema, y posiblemente verás en que tienes que rectificar y
mejorar para cumplir bien este mandamiento.
¡Que pecado tan feo es robar! No te acostumbres, ni en cosas pequeñas; no robes nunca.
Recuerda las palabras de Jesús: "¿De que sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?" (Mt 16, 26)
El séptimo mandamiento de la Ley de Dios nos manda respetar los bienes ajenos y pagar las deudas.
El séptimo mandamiento nos prohibe quitar o retener lo ajeno contra la voluntad de su dueño y causar daño al
prójimo en sus bienes.
¿Cuales son los principales pecados contra el séptimo mandamiento de la Ley de Dios?
¿A que están obligados los que han robado o han hecho daño al prójimo en sus bienes?
Los que han robado o han hecho daño al prójimo en sus bienes están obligados, además de confesar su pecado, a
restituir lo mal adquirido y a reparar cuanto antes los daños culpablemente causados.
En este mandamiento se prohibe la mentira y se manda respetar la buena fama del prójimo.
Debemos amar la verdad, porque Cristo es la verdad y El nos enseñó que la Verdad nos hace libres y nos santifica.
Recuerda que a ti no te agrada ni quieres que te engañen ni que hablen mal de ti, pues tu tienes que amar al prójimo
como a ti mismo, y por tanto no mientas ni hables mal de nadie, ni le quites la buena fama, porque esto lo prohibe
Dios en este mandamiento.
El octavo mandamiento de la Ley de Dios nos manda decir la verdad y respetar la fama del prójimo.
El octavo mandamiento de la Ley de Dios prohibe: atestiguar lo falso en juicio, calumniar al prójimo, decir cualquier
clase de mentira, murmurar, juzgar mal del prójimo, descubrir sin motivo sus defectos, y toda ofensa contra el honor
y la buena fama de los demás.
El que difama o calumnia al prójimo, además de confesar su pecado tiene la obligación grave de restituirle la honra y
la fama que le ha quitado.
¿Qué manda el octavo mandamiento a los que trabajan en los medios de comunicación social?
El octavo mandamiento manda a los que trabajan en los medios de comunicación social que informen siempre de
acuerdo a la verdad, a la libertad y a la justicia, y que respeten la buena fama del prójimo y de las instituciones
Es evidente el desorden que provoca en nosotros el entretenernos por gusto en pensamientos y deseos impuros; por
esto lo prohibe Dios en este noveno mandamiento. Pero, además, estos pensamientos y deseos impuros
desequilibran la sexualidad e incitan al pecado.
El Señor pone de relieve la energía con que debemos luchar contra el desorden de nuestras pasiones: "Si tu ojo
derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque te es mejor que parezca uno de tus miembros que no todo
tu cuerpo sea arrojado al infierno" (Mt 5,29).
El noveno mandamiento de la Ley de Dios nos manda que seamos puros y casto s en pensamientos y deseos.
Los pensamientos y deseos impuros son pecado cuando la voluntad se complace en ellos, aunque no se realice el
acto impuro; pero no son pecado cuando la voluntad no los consiente y procura rechazarlos.
El décimo mandamiento prohibe la codicia del bien ajeno, que es la raíz del robo, del pillaje y del fraude; prohibe
dejarse llevar de la concupiscencia de los ojos, que lleva a tantos pecados; y prohibe la avaricia y la envidia, que son
enemigas del orden y la concordia entre los individuos, las familias, los pueblos y las naciones.
Por la codicia de los bienes ajenos, ¡cuántas riñas y enemistades entre hermanos, entre pueblos!, ¡Cuántas
desavenencias familiares y adulterios por desear la mujer del prójimo!
El décimo mandamiento de la Ley de Dios nos prohibe el deseo desordenado de riquezas y la envidia de los bienes
ajenos.
El décimo mandamiento de la Ley de Dios nos enseña a vivir desprendidos de los bienes materiales y a trabajar con
diligencia para mejorar nuestra situación actual con el corazón abierto a las necesidades de los demás.
¿Cuál es el camino puesto por Dios para que los humanos lleguemos a la felicidad?
El camino puesto por Dios para que los hombres - individuos, familias, pueblos y naciones lleguemos a la felicidad
con paz y amor en este mundo y en el Cielo es cumplir los Diez mandamientos de la Ley de Dios.