11.11 El Llamado
11.11 El Llamado
11.11 El Llamado
“El Llamado”
Por
Lirienma Hurtado
Capítulo I
Capítulo II
Años después, la casa estuvo lista. Nos mudamos. Al poco tiempo con 13
años experimento lo que es tener mi propio espacio, mi privacidad, después de
todo, era una adolescente y papa había decidido darme mi propia habitación,
ya estábamos más cómodos con la nueva casa y él se encargó de organizarlo a
su gusto, eligió el color de las paredes, le dio su toque elegante a los muebles,
fue una sorpresa para mí, fue grandioso. Indudablemente, todo lo que él hacía
por mí, era con el más puro amor. El amor que solo un padre puede sentir por
su hija. Un día lluvioso subí a mi habitación, recordé que desde niña, la lluvia
siempre me causaba una sensación de melancolía, pero me encantaban los días
grises, eso días donde el sol está totalmente oculto y no llueve. El conjunto de
relámpagos, truenos, ruido de la lluvia al caer y hasta el olor a petricor, por
alguna razón que no comprendía me deprimía, pero al mismo tiempo se
activaba algún proceso creativo y sentía la necesidad de escribir, escribía
cualquier cosa, eso me tranquilizaba.
Mis amigas del colegio ya habían tenido al menos dos novios, sabían lo
que era un beso, yo realmente no estaba al pendiente de eso, aunque sentía
curiosidad de lo que podría sentirse, así que tuve un novio por unas dos
semanas, Miguel, un buen chico que cursaba 3 años más que yo del
bachillerato, siempre me esperaba al salir, para acompañarme cerca de casa, de
ninguna manera papa podía verlo, me sobreprotegía, y sabía que esa edad era
difícil y peligrosa. Uno de esos días, nos dimos un beso, Posiblemente duro
una milésima de segundo de lo tan rápido que fue, estaba latente la emoción
de mi primer beso y que estábamos en plena calle, alguien podía vernos, y así
fue, en esa milésima de segundo, uno de mis tíos nos descubrió. Era un total
drama para mí que mi tío le contara a mi padre Clemente lo que había visto,
así que por miedo, decidí terminar mi fugaz noviazgo con Miguel, él quería
hacer las cosas bien y hablar con los que pudieron haber sido sus suegros,
sabía que papa me consideraba muy niña para tener novio y no lo aceptaría.
Cuando hablamos nos dimos un cálido abrazo, quedo en un lindo recuerdo y
yo me prometí que no pensaría en tener novio dentro de unos años.
A veces uno no cumple lo que promete. Quince días después, Nore, una
amiga, había planeado una cita con unos chicos que ella había conocido
semanas antes, aunque ya estaba saliendo con uno de ellos, la intención era
presentarme a Sebastián, el amigo del chico con el que estaba saliendo Nore.
No era fácil salir de casa, tenía muchas prohibiciones, Clemente me
sobreprotegía mucho, y eso me frustraba y asfixiaba cada vez más, sin
embargo, Luisa intercedió por mí y me concedió el permiso de ir a comer
helado con Nore al día siguiente. Por supuesto, ir por un helado era una
excusa. Escapamos los 4 a la playa, Nore y el amigo de Sebastián bajaron del
auto con intención de dejarnos solos. Sebastián me pidió un beso, y, aunque yo
no sabía cómo hacerlo, pues el beso con miguel fue muy corto, y en realidad
yo sabía que el besar debía ser un arte. El ocaso de aquella tarde se prestaba
para que el momento fuese perfecto y no dude, me abalancé hacia a él, y nos
besamos, fue un poco brusco, golpeamos los dientes un poco. La inexperiencia
de ambos era evidente. Sin embargo, fue el comienzo de una historia entre
nosotros.
Comenzamos una relación en secreto, esas que están llenas de adrenalina
por el temor constante de ser descubiertos. Apenas teníamos dos meses siendo
novios y llego el día de mi cumpleaños catorce. Me reuniría con unos amigos
en casa y por supuesto invite a mi amor. Siempre tan determinada, pensé que
lo haría pasar como un amigo más y listo. Las cosas no salieron como
esperaba, pues, estaba recibiendo algunos amigos y a Sebastián, cuando
justamente también llegaba al mismo tiempo mi adorado padre junto a mi
madre y alguno de mis tíos. Venían de una consulta médica, papá días antes no
se estaba sintiendo nada bien de salud. Todos traían caras largas y entraron en
total silencio a casa, sabía que no estaba algo bien. Les dije a mis amigos y a
Sebastián que suspendía la reunión y los despedí a todos. Subí las escaleras y
me dirigí a la habitación de mis padres, estaban en una especie de reunión que
claramente se sentía muy seria por las caras de todos y la tensión en el
ambiente. Papa anunciaba a todos que estaba muy enfermo. Sus riñones
estaban funcionando solo un diez por ciento y tenía que someterse a un
tratamiento llamado Diálisis. Básicamente es estar sometido a una máquina
que limpia artificialmente la sangre de las sustancias nocivas y toxicas para el
cuerpo. Una esperanza de vida. Pero yo no lo vi de esa manera, al menos en
ese momento no. Todo me dio vueltas y sufrí, sufrí mucho. Sentía que mi
mundo se venía abajo, mi primer y gran amor estaba enfermo y podría morir si
no se sometía a un tratamiento que ni siquiera entendía muy bien para ese
entonces.
Para la mayoría de las niñas, su padre es su héroe, su primer amor.
Teníamos una relación de padre e hija muy intensa, podíamos discutir porque
papá no dejaba que saliera con mis amigos, pero a los cinco minutos
estábamos abrazados y dándonos muchos besos. La enfermedad de mi padre
me tenía algo deprimida, siempre hablaba con uno de mis mejores amigos del
colegio y él me brindaba mucho apoyo. Llego el día. Papa recibió su primer
tratamiento de diálisis, al principio llegaba muy débil, el organismo estaba
tratando de acostumbrarse a algo nuevo, en realidad había días donde llegaba
peor que otros. Esto debido no solo a lo físico, sino al hecho de lidiar y
presenciar cada semana alguna muerte de algún compañero al lado de su
camilla o simplemente observar cuando alguno de ellos sufría una crisis. No
era fácil esos tres días de la semana. Sin embargo había días tranquilos y el
siempre colaboraba con gestiones de la clínica, redactaba documentos que se
necesitara, todo en beneficio a la clínica de Diálisis, ya empezaba a escasear
algunas cosas en el país y a veces era necesario solicitar ayuda a la
gobernación.
Sebastián y yo aún no teníamos sexo, aunque el deseo siempre estaba
presente; un fin de semana que me quede en casa de Marian, al despedirnos
con besos no aguantaba las ganas, yo tenía puesta una falda aquella noche,
tome su mano y la coloque en mi muslo, el empezó apretarme y subir un poco.
Yo sentía que lo quería dentro de mí, pero esa noche no sucedió nada.
Teníamos casi un año de relación, también casi un año desde que mi padre
recibía el tratamiento de diálisis. Al día siguiente esperaba nuevamente la
visita de Sebastián en casa de Marian, ella me ‘’ Alcahueteaba’’ la relación.
Supongo que era su manera de tener algún tipo de complicidad conmigo, tal
vez sentía que con eso podíamos ser más cercanas desde su perspectiva, yo no
guarde ningún tipo de rencor con ella. Por al contrario, para mi hubiese sido
ridículo montar un drama por una situación que nunca me afecto
emocionalmente. Llego Sebastián y mientras lo recibía con un beso y un
abrazo afuera de la casa, papa venia en su auto cruzando la esquina y volvió a
pasar lo mismo como aquella vez con Miguel, solo que peor, porque no fue un
tío, fue mi papá el que me había descubierto. Sentía que el universo
conspiraba en mi contra, papá enfureció, eso no termino nada bien. Tuvo una
discusión con Marian. Sebastián trato de hablar con él pero papa estaba celoso,
sí, eso era. Los celos le brotaban por los poros. No le dio la palabra a
Sebastián y se fue. Recuerdo que gritando le dijo a Marian que se veían en
tribunales, creo que mi madre en algún momento le diría que yo me quedaría
con ella. Decisión que ella tomaría en un momento donde no sabes que
argumentar, porque ella y yo no íbamos a saber convivir. Ella es blanco y yo
soy negro, ella es agua y yo soy aceite. Como sea, en un arrebato me fui de la
casa de mis padres de crianza porque no me aceptaban a Sebastián. Papá
siempre me decía que tendría novio cuando me graduara de la universidad, yo,
le pedía que me bajara la condena, porque para mí, era una especie de
condena, aun ni terminaba bachillerato. Sin embargo después de varias o
tantas discusiones papá accedió. No fue fácil, era una constante guerra y
regrese a casa. Él quería que regresara y yo quería regresar. Aunque, sentía
que mi madre y mis tías me miraban de forma diferente, y lo confirme cuando
mi madre hizo un comentario sobre que ya ‘’asumía’’ que no era ‘’señorita’’
¡Caray! Esos términos tan ridículos y cursis de la sociedad, pero, mi padre, mi
gran padre siguió viéndome de la misma manera, siempre existió un recelo por
parte de algunos tíos por el trato ‘’especial’’ que él tenía conmigo, si, como me
decía mi familia, me salí con la mía. Decían que cuando se trataba de mí,
Clemente, aquel hombre estricto e intransigente, se ablandaba. Y yo lo sabía,
eso era lo hermoso. Los dos sabíamos lo que sentíamos por el otro. Sin duda
alguna, era amor del bueno. Los dos teníamos temple, los dos teníamos
carácter, y, aunque yo aún era una adolescente, a él siempre le gustó mi
determinación. Un día en tono de resignación dijo ‘’Esa niñita siempre ha
hecho lo que quiere’’. Sabía que conmigo no podía hacer más nada, pero sabía
que no era mala, que había hecho su trabajo bien, y que no dañaría a nadie.
Para él, no era una nieta más, era su hija, era sus ojos, y él, el amor de mi vida.
Me encontraba en el último año de bachillerato, cuando de pronto una
tarde, después de dormir un poco, un grito de Luisa me despertó. Yo, me
encontraba en ese momento en la única habitación del piso de abajo de la casa,
y esa habitación tenía visibilidad a la cocina y al patio de la casa. De manera
que, abrí la puerta a ver qué era lo que pasaba, el grito lo había escuchado muy
cerca, asomé mi cabeza al lado izquierdo y no vi nada, giré hacia la derecha y
allí estaba mi familia sometida por unos delincuentes. Por supuesto que me
asuste, claro que me asuste. Cerré la puerta sigilosamente, pensé en llamar a la
policía, pero resultaría mala idea, yo sabía que mi familia estaba siendo
amenazada, sometida, y solo faltaba que me encontraran a mí. Sabían que
entrarían a la habitación y si me encontraban llamando a alguien, estos tipos
entrarían en nerviosismo y ‘’arrechera’’ podían matarnos a todos, si cerraba la
puerta con seguro, tendrían la misma reacción porque sospecharían que
alguien está ahí y por lógica pediría ayuda. De ninguna manera podía
reaccionar así, no podía poner en peligro nuestra integridad física más de lo
que ya estaba, así que, decidí colocar el teléfono debajo de una almohada y
alejado de mí, todo con el fin de que no vieran un teléfono celular en mis
manos y no se sintieran amenazados. Me senté en un sillón de escritorio y
simulé estar viendo televisión y no saber lo que pasaba. Fue inteligente pensar
así, segundos después entro uno de ellos y me caso de la habitación
apuntándome. Era la última que faltaba por encontrar, ya toda mi familia, o al
menos lo que estaban en ese momento en casa estaban ahí. Papá estaba
alterado, el padecía de hipertensión y no podía tener emociones fuertes,
recuerdo que tenía sed, mucha sed, lo notaba en sus labios secos. Debido a
tantos medicamentos, tantas pastillas, se secaba su boca. Veo la cara de mi
madre, de mis tías llorando, una de ellas con su hija, Nikole, en brazos, una
bebé que no cumplía un año de edad aún. Vi la cara de frustración e
impotencia de mis tíos, sobre todo del menor que se le notaba en la cara que
quería enfrentarse con esos delincuentes, pero Luisa entre llantos le imploraba
que no lo hiciera. Los delincuentes tomaron las cosas de su interés y se
disponían a irse, nos encerraron en la casa y nos dijeron que esperáramos
quince minutos para salir. Solo escuchábamos cuando ellos estaban saltando
las paredes de la parte de atrás de la casa, hasta que de pronto, escuchamos
pasos, muchos pasos. La policía había llegado. Un vecino había visto cuando
entraron y fue el responsable de la llamada. Nunca había visto tantos policías y
menos en la casa. Todos con unas grandes armas, con actitud de estar en una
operación importante y con intención de resguardarnos y capturar a los
delincuentes, se paseaban por toda la casa con movimientos cautelosos, me
hacía recordar al juego de ‘’country strike’’. Ellos particularmente si tenían
pinta de policías. Como llegaron a tiempo lograron capturarlos. Eso rara vez
pasa aquí en Venezuela, por lo general la policía aunque los llames nunca
llegan, no van, nos les interesa.
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Todas las noches, Siempre me dormía en el transcurso de las 11:00 pm, era
mi reloj biológico, creo que los que llevamos una vida agitada lo sabemos.
Casualmente cuando veía la hora marcaba las 11:11, realmente no le tomaba
nada de importaba, me sucedía solo en ocasiones. No dormía nada bien, me
despertaba siempre en la madrugada con una mala energía en todo mi cuerpo.
No podía conciliar el sueño fácilmente y dormía, pero no descansaba.
Amanecía, estaba lista para comenzar un nuevo día automático, eran 10 para
las 8:00 am, se hizo tarde otra vez. El agua y el café se llenan de apatía, las
frutas y la miel me saben a hojas de papel, y las 9:33 se sienten tan vacías,
definitivamente pienso, que la vida cambia de dirección, y que las horas tienen
su sentido y su voz.
Ese día, al finalizar la tarde me encontraba en el apartamento y me
disponía a cocinar algo, el cansancio y el estrés era grande, tenía días donde no
comía bien, no dormía nada, y solo me acompañaba el café. No quería dormir,
cuando dormía, sentía que mi alma se salía, evitaba a toda costa dormir. Estaba
picando unos vegetales, note que mis brazos no tenían control, los invadían
temblores involuntarios muy fuertes, como tenía el cuchillo en la mano, pensé
en pasarlo ligeramente por mis venas, reaccione , me sacudí la cabeza, y dije
en voz alta que estaba loca, seguidamente de un fuerte dolor de cabeza , sentía
que las paredes se me venían encima, me encontraba sola, tome mi maleta de
viaje rápidamente, tome ropa , y la metí en la maleta sin orden alguno,
necesitaba salir de allí, mis demonios estaban ahí, querían conseguir su
cometido. Enloquecerme o llevarme, indiscutiblemente la muerte estaba
rondando.
Solo recuerdo que logre salir, no recuerdo nada más. Desperté en el
hospital. Mi madre estaba junto a mí, su mirada reflejaba mucha tristeza, me
dijo que me había desmayado en el lobby del edificio y se contactaron con mi
familia. Me recetaron psicotrópicos muy fuertes, para la ansiedad, la depresión
y para dormir. Descanse mucho, pero en los momentos donde me encontraba
despierta, sentía que estaba sedada, lenta, sin mucha voluntad, realmente
puedo decir que me encontraba en un estado psicodélico que me gustaba, a
diferencia de la marihuana, los psicotrópicos me ayudaron a tranquilizarme y
estar un poco más serena.
Así pasaron varias semanas ya había dejado la etapa de los psicotrópicos,
capaz de dormir a un caballo, continúe con mis clases, hasta culminar
materias. Cuando veía el reloj, siempre eran las 11:11 podía ser en la noche o
en la mañana, ya no era frecuente como meses atrás, era todos los días. Llego
un punto donde me llamo la atención, me dio una especie de miedo, era mucha
coincidencia, decidí investigar, nunca había escuchado ninguna información
referente al 11:11, pensé que lo más que conseguiría era cuando derribaron las
torres gemelas que fue un 11/11. Había información especial sobre ese
número, leí que muchas personas lo están experimentando, que era un mensaje
especial, que se trataba de unos seres, hablaba sobre un estado de consciencia,
eran varios puntos que no entendía, nacía la interrogante sobre ¿Cuáles seres?
¿Quiénes son los responsables de estas señales? ¿Qué tratan de decirnos? ¿Por
qué en el momento de mi vida donde siento que todo es un caos, no encuentro
el norte y siento que estoy perdida en el camino? Siento que esos seres solo
buscan molestarme, ellos son los que no me dejan dormir durante las noches,
los que hacen que me sienta asfixiada, y hacen que despierte llorando con
mucho miedo, ellos quieren destruirme. Desde que empecé a ver esa hora
empezaron mis ansiedades, mis angustias, mis soledades. Me aislé de todo y
de todos, empecé a llevar una vida automática y aburrida que no me gusta en
absoluto, tampoco nada me llena, no descubro mi pasión aún. Me gusta
enseñar, pero no quise ser maestra, me gusta la psicología, pero ahorita no
estoy emocionalmente estable como para estudiarla, sería algo paradójico, con
lo que más me identifico es con la fotografía, porque siento que puedo
transmitir un mensaje con ellas, pero tampoco me apasiona, la producción
audiovisual me gusta, pero sé también que no es mi camino. En estos
momentos de mi vida, solo sé que ¡Me gusta el arte! Solo eso, y no sé qué tipo
de arte.
Me enfurecí, me encontraba discutiendo con unos seres invisibles. Pero
sabían que estaban allí, todo es energía, ya lo entiendo todo. Quieren llevarme.
Quieren que enloquezca y lo están consiguiendo, y creo que de lo único que
estoy consciente es de eso, sí, estoy muy consciente de eso, y puedo permitirlo
o puedo hacer algo para que eso no suceda, déjenme dormir, dejen de
asfixiarme, dejen de colocarme el corazón acelerado como si fuese a salir de
mi pecho, déjenme en paz. Soy una joven de 20 años que su mayor
preocupación es saber cuál es su propósito en esta vida, que no acepta vivir en
una sociedad donde solo se trate de casarse y tener hijos, no, yo no quiero eso
aún, yo necesito más, yo necesito aportar y retribuir algo al universo más que
una descendencia, eso lo puede hacer la mayoría de las personas, yo necesito
retos constantemente para sentirme viva, y eso lo sabré cuando descubra mi
verdadera pasión. Tome silencio mental, y esta vez trate ser más lógica
¿Porque no pensar que el 11:11 llego a mi vida en la etapa donde me encuentro
más perdida para salvarme, y no para destruirme? Definitivamente, he perdido
los estribos o los psicotrópicos dejaron secuelas, no lo sé… quiero inculpar a
un número de todos mis males, o más que los números, los seres que están
detrás de ellos queriendo dar un mensaje. Investigue, de igual manera no fue
difícil, siempre me gusto investigar todo, sin embargo no encontraba mucha
información referente. Pasaron unos días y el 11:11 no solo lo veía en la hora,
si no en otras partes, como en la última conexión de Whatsapp de algún
amigo, o la hora de un primer o último mensaje, ya no solo era el 11:11 si no
las 1:11. Experimente colocando la hora de mi teléfono incorrecta con
diferencias considerables, a veces atrasada, a veces adelantada, pensé que tal
vez mi cerebro estaba programado para ver el reloj justo a esa hora, y no, lo
intente muchas veces. Simplemente me di cuenta que el 11:11 formaba parte
de mi vida. Decidí aceptarlo, decidí no tener miedo, acepté que no era malo.
Mi investigación no terminaba allí, pues, si bien, el 11:11 quería darme un
mensaje ¿Cuál era?
Pasaron unas semanas, realice mi presentación de grado, al final fue una
tesis sobre el sonido, a esas alturas solo quería salir del paso. Posteriormente
me gradué. Recuerdo que ese día, sentí una liberación de estrés, pero al mismo
tiempo una especie de confusión, porque me preguntaba ¿y ahora qué? De
igual manera no indague mucho sobre eso, solo quería descansar. Descanse
por unos días, realmente se sintió bien, habían sido meses intensos
mentalmente. Decidí ir a mi cafetería favorita, en el camino pase por una
papelería, compre una libreta y un lápiz. Seguí mi camino a la cafetería, la
música era relajante, el olor a granos de café impregnaba todo el ambiente, la
cafetería tenía ventanales y podía ver todo lo que pasaba afuera, el día estaba
gris, empezó a llover, se escuchaban truenos, y los relámpagos eran tan fuertes
que me hacían recordar a el flash de una cámara fotográfica. De pronto,
entendí que había llevado mi vida, como la mayoría de las personas, en un
estado de consciencia simple y baja consciencia. Ya había experimentado el
estado de baja consciencia, supe que no quise vivir permanente ahí. Pero
siempre había vivido en un estado de consciencia simple. La consciencia
simple no es tan desenfadada como la baja consciencia, y siempre me he
referido a baja conciencia porque pienso que nunca estamos en un nivel de
inconsciencia completamente, salvo excepciones como por ejemplo que
tengamos demencia y no tengamos consciencia de nuestros actos. La
consciencia simple es un estado donde nosotros como seres humanos nos
encontramos en ‘’Modo automático’’ y llevamos un estilo de vida que nos
impone la sociedad, como por ejemplo: estudiar, sacar una carrera, trabajar,
casarse y formar una familia, eso no está mal, lo negativo de esto, es que nos
afanamos en construir un tipo de vida que se supone debemos tener, siguiendo
las reglas, siguiendo a la sociedad. Pocos son los que persiguen los sueños y
muchos los que viven lamentándose más de lo que no hicieron que de lo que
hicieron.
Recordé que la última vez que había experimentado lucidez en cuanto a lo
que realmente quería eran aquellos momentos de niña, donde me asustaba y
entristecía la lluvia y escribía. Solo quería eso, solo escribir. Saque la
conclusión de que, existe un estado de consciencia absoluta o elevada y este es
el estado más sublime y extraordinario donde conectas con tu ser plenamente.
Este estado de epifanía no es fácil de conseguir, pero una vez que lo hayas
experimentado querrás vivir en el para siempre. El estado de consciencia
absoluta es cuando conecto con mi yo interno, mi yo espiritual, mi yo creativo,
mi yo emprendedor. Es crecimiento, es una búsqueda constante, búsqueda de
respuestas a tantas preguntas, insólitas a veces, pero tendrás la suficiente
sabiduría para encontrarlas tú mismo. En esa transición me encontré todos
aquellos meses, y, el 11:11 solo era la manera del universo decirme que todo
estaría bien o a veces, hasta de advertirme algo.
Sebastián se había ido con toda su familia a Colombia, después de todo
eran nacidos de allá. Eso formaba parte del día a día, la migración, los amigos
ya no estaban en el país, muchos de mis familiares, inclusive los más cercanos,
como mis hermanos. Jamás las calles eran como antes. La masiva migración
había llegado a los 2 millones de jóvenes, buscando un mejor futuro. Las
zapaterías dejaron de ser zapaterías para convertirse en mini market de
comida, eso era el negocio más rentable, como también muchos negocios
cerrados. Todos los días despertando con las noticias desagradables de que
alguien murió por falta de algún medicamento o desnutrición debido al
hambre, en fin, todo decadente. Decidí viajar y visitar a mi hermana menor,
ella se encontraba en la misma ciudad que Sebastián y su familia, fue mi
primer viaje sola, disfruté cada segundo ver la grama verde, la belleza y lo
sublime de la naturaleza, sin duda alguna sabía que era el cierre de un ciclo.
Aquellos días me quede en casa de la familia de Sebastián, fue cálida la
bienvenida, me encontraba en un lugar totalmente distinto a mi amado coro.
Sentía la tranquilidad que no sentía desde hace mucho tiempo antes que
muriese mi padre. Me sentía feliz, me sentía muy feliz estar con la que fue mi
otra familia hace un par de años. Sebastián me acompañaría encontrarme con
mi hermana, pero antes, paseamos por el centro de la ciudad, empezó a llover,
y corrimos a buscar algún techo que sobresaliera de un establecimiento para
protegernos de la lluvia, no lo pude evitar, aproveche el momento y lo abrace,
sentía que debía abrazarlo como si fuese la última vez. Paso la lluvia, fuimos a
la plaza donde me encontraría con mi hermana Alexandra. Mientras
esperábamos hablábamos de cualquier cosa, yo observaba todo a mí alrededor
en aquella plaza. Alexandra llego, nos abrazamos, fue grato verla después de
un año, comimos helado y nos reímos mucho. Nos despedimos. Sebastián y yo
caminamos un poco para tomar un taxi y regresar a casa, había silencio entre
ambos, yo no podía creer que después de todo, estuviese ahí con él,
tratándonos como hermanos, después tanto drama que había generado el
divorcio.
Adoro la ambivalencia poética de una cicatriz que tiene dos mensajes
‘’aquí dolió, Aquí sano’’
-Louis Madeira
Se aproximaba unas elecciones presidenciales de Colombia, Sebastián me
sugirió que me quedara el fin de semana, esto debido a que cerrarían frontera y
no sabíamos la hora exactamente en la que eso sucedería, yo lo considere, pero
algo en mí, me hizo reflexionar sobre eso. ¿Era prudente seguir dándole largas
al cierre del ciclo con él? Después de todo, ya había visto a mi hermana, y me
había prometido que en lo que la viera, regresaría inmediatamente. Llame al
terminal, y el último viaje de esa noche estaba por salir a las 11:00 pm.
Indudablemente tengo que irme. ‘’El universo me lo está ordenando, me siento
bien acatando las órdenes del universo, el universo es lo único que me da
equilibrio, el universo me guía y permite conseguir lo que quiero, el universo
me ilumina, como también es el único que le pone límites a mis deseos, él es
mágico, él es misterioso’’.
-y mientras me encuentro en esta noche más oscura de lo habitual con
Sebastián esperando un taxi para irme, es maravilloso saber que voy
descubriendo mi camino.
Llego el taxi, me tengo que ir, -Sebastián subió mis maletas, me tomo la
cara con sus manos, me vio fijamente, me dio un beso en la frente, y me dijo,
‘’Cuídate, tu eres grande’’ con ojos cristalinos…
Llegue a mi país, me disculpé con el universo, pedí disculpas por la
altanería e impertinencia de la otra vez, entendí, que los demonios con los que
constantemente luchamos a lo largo de nuestra vida y nos consumen la
energía, no es nada más que ciclos no cerrados, angustias, tristezas,
preocupaciones no dichas, rencores, iras acumuladas. Los sentimientos
negativos son realmente nuestros demonios y nos consumen el alma hasta
dejarnos secos por dentro. Entendí, que las situaciones donde estuve cerca de
la muerte por distintas razones tenían un motivo especial, la cantidad de
asaltos, la crisis nerviosa donde creí que enloquecía, y hasta recordé cuando en
una ocasión conduciendo casi caía en un barranco. Todo aquello,
absolutamente todo, tenía que suceder para darme cuenta que el propósito es
grande aquí. Agradecí al universo tres veces; le dije que ya estaba preparada
para la travesía, que ya era la hora de dar un mensaje, de escribir sobre él, de
comenzar a construir mi legado, de vivir una soledad feliz, sin monstruos,
fantasmas ni demonios, me entregue al universo, no me arrepiento, me entrego
al universo como me entrego al sexo conmigo misma, como me entrego al
estado de la consciencia absoluta o elevada, porque me niego a llevar una vida
automática sin emociones, como también me entrego al amor por el arte y
como me entrego al amor por la escritura , porque incluso, estoy segura, que
podría vivir sin café esta vida y las otras vidas, pero por la escritura moriría
una y otra vez…
FIN