Delitos Fuentes
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Delitos Fuentes
Introducción
El fenómeno de la corrupción no es un fenómeno nuevo ni exclusivamente propio
de los países pobres. Peter Eigen, Presidente de Transparency International (TI), durante el
lanzamiento del Índice de Percepciones de Corrupción 2003 (IPC) afirmó: “El nuevo IPC
señala altos niveles de corrupción en varios países ricos así como en otros más pobres.”
Además, es muy conocido el caso del quiebre de la transnacional energética ENRON de
EE. UU. por casos de corrupción.
En nuestro medio latinoamericano, hace algunas décadas, la atención de la
población no se centraba en este fenómeno. La división del mundo en dos bloques no era
ajena a la realidad latinoamericana. Es recién, en estos últimos años, en que vivimos bajo
una relativa paz, que los ojos de la ciudadanía se centran en los casos de corrupción. Todos
fuimos testigos como en el Perú se revelaban videos donde se mostraba de manera
flagrante el pago a un congresista recién elegido para que se cambie de bancada luego de
asumir el cargo. Hace poco, hemos podido apreciar como un Presidente con bastante
popularidad en su país va dejando de lado las posibilidades de reelección debido a un
escándalo de corrupción que el mismo Presidente tuvo que aceptar frente a cámaras. En
Ecuador también hemos sido testigos de la inestabilidad política alimentada con escándalos
de corrupción
Todos estos casos han desatado una lucha frontal contra la corrupción. A nivel
Internacional, la Organización de Estados Americanos convocó a una reunión de expertos
de todos los países de América para que fueran los encargados de redactar lo que sería el
borrador de la Convención Interamericana Contra la Corrupción. Finalmente, el 29 de
marzo de 1996 fueron 21 países los que firmaron el documento en Caracas – Venezuela.
Ahora, bien; la lucha contra la corrupción debería atacar a sus fuentes. Es decir, la
lucha debería enmarcarse en un sistema preventivo y con mecanismos de control en la
Administración Pública. Sin duda, éstas medidas son las mejores, pero esto no quiere decir
que sea la única forma de combatir este fenómeno. Otras medidas apuntan a las personas y
tienen que ver con la represión penal. Lamentablemente, no se trata de la mejor solución,
pero sí constituye una vía muy importante, ya que si no existiese está conminación penal,
las medidas preventivas serían fácilmente quebrantadas. En este orden de ideas el delito de
enriquecimiento ilícito cumple un papel importante en nuestro ámbito avalado por la
Convención Interamericana Contra la Corrupción.
Antecedentes
El 12 de junio de 1983, con la promulgación del Decreto Legislativo Nº 121, se
inserta, por primera vez en nuestra legislación penal nacional, el delito de enriquecimiento
ilícito en el Artículo 361-A del Código Penal de 1924, con la siguiente redacción:
“El funcionario o servidor público que por razón del cargo, o de sus funciones se
enriqueciere indebidamente, será reprimido con prisión no mayor de diez años ni
menor de cuatro años, multa de la renta de sesenta a ciento ochenta días e
inhabilitación de conformidad con los incisos 1), 2) y 3) del artículo 27º por doble
tiempo de la condena.
Existe indicio de enriquecimiento ilícito cuando el aumento del patrimonio del
funcionario o servidor público, en consideración a su declaración o declaraciones
juradas de bienes y rentas, fuere notoriamente superior al que normalmente hubiere
podido tener en virtud de sus sueldos o emolumentos que haya percibido y de los
incrementos de su capital o de sus ingresos, por cualquier otra causa lícita.
Las pruebas presentadas para justificar el enriquecimiento patrimonial, son
reservadas, y no podrán ser utilizadas para ningún otro efecto.”
Conducta prohibida
Nuestro Código Penal prohíbe, a través del tipo estudiado, el incremento del
patrimonio del Funcionario o servidor público producto de actos y/u omisiones ilícitas,
respecto de sus ingresos legítimos durante el ejercicio de sus funciones y que no pueda
justificar razonablemente.
Cuando se habla de incremento patrimonial estamos hablando de un aumento de
activos así como también de una disminución de pasivos5. Aquí es muy importante la
Pericia de Oficio, pues ésta nos mostrará el desbalance patrimonial del Funcionario o
servidor público durante el ejercicio de sus funciones. Si bien es cierto, la Constitución, a
través de su artículo 41, establece la obligación de los Funcionarios y Servidores Públicos a
presentar sus declaraciones juradas de bienes y rentas al momento de tomar posesión del
cargo, durante el ejercicio y al cesar en los mismos; es bien sabido que dichas
declaraciones no se ajustan necesariamente, en todos los casos, a la verdad. Respecto a la
ilicitud, ésta vendría a constituir el elemento formal del tipo a diferencia del
enriquecimiento que sería el elemento material. De acuerdo con ROJAS VARGAS, “la
ilicitud es formal, por cuanto no es objeto de la norma penal 401 el verificar cuáles han
sido los bienes jurídicos lesionados o los intereses y valores sociales afectados, tampoco el
efectuar una pormenorizada mención de los ilícitos configuradores del proceso de
enriquecimiento ilícito. Interesa tan sólo la ilicitud penal del resultado “enriquecimiento”,
es decir, demostrar que su procedencia u obtención no ha seguido u observado los cauces
permitidos y permisibles ni se debe a factores socialmente ajustados (herencias, negocios
familiares, premios, etc.).”6 Además de estos elementos, el tipo plantea “y que no puede
justificar razonablemente”. Este elemento no nos parece muy convincente, ya que si se
demuestra que el enriquecimiento proviene de actos y/u omisiones ilícitas, está demás
justificar tales ingresos. Este elemento tiene más relación con el carácter subsidiario del
tipo y con la inversión de la carga de la prueba que implica.
Ahora sí, el legislador ha planteado una exigencia temporal respecto al momento
del enriquecimiento, esto es: “durante el ejercicio de sus funciones”, lo que de acuerdo a la
Convención Interamericana Contra la Corrupción, puede producirse luego de haber sido
“seleccionado, designado o electo para ocupar un cargo, aún antes del comienzo de sus
funciones”7 y hasta dejar el cargo, ya sea por renuncia, despido o similar. Cabe mencionar
que con la redacción anterior, esto es: “por razón del cargo” ciertos autores restringieron el
momento del enriquecimiento al incremento producido “después de asumir el cargo, no
está comprendido el incremento anterior ni posterior”8.
En nuestra redacción existe una diferencia con el Código Argentino reformado en el
año 1999, cuando éste establece en su Artículo 268 (2): “(…) ocurrido con posterioridad a
la asunción de un cargo o empleo público y hasta dos años después de haber cesado en su
desempeño”. Esta redacción permite incluir dentro de la investigación penal aquel
incremento que se produce luego de abandonar el cargo, pero que fue prometido durante el
ejercicio de sus funciones.
La fórmula actual de nuestro Código Penal deriva más precisamente del Artículo
412 del Código Penal de Colombia del 2000 que exige: “(…) durante su vinculación con
la administración”.
Aquí, se presentan dos posibilidades: que el sujeto cometa actos fuente de
enriquecimiento durante el ejercicio de sus funciones con actos ya tipificados penalmente o
con actos no tipificados pero ilícitos.
Creemos que, por más que este delito tenga naturaleza subsidiaria, esto no puede
ser razón suficiente para desatender a los principios generales que rigen nuestro sistema
penal. En ese sentido, procesar a alguien por enriquecimiento ilícito debido a un acto ya
contemplado en otro tipo penal, ya sea que se trate de un delito común o especial, violaría
el principio de nem bis in idem9; por tanto debe ser el fiscal quien plantee una correcta
acusación en base a los hechos materia de investigación.
Elemento Subjetivo
El dolo13 es el elemento esencial en este tipo. No cabe forma de contemplar este
tipo bajo una modalidad culposa. De acuerdo a nuestro Código Penal, en su Artículo 12 no
cabe punir una infracción culposa si no se encuentra expresamente establecida por la ley.
La discusión se plantea en el momento de aceptar el dolo eventual y cuando se
quiere agregar el ánimo de lucro como elemento subjetivo adicional.
Como afirma CARO CORIA: “Se ha postulado la exclusión de los supuestos de
dolo eventual, “el sujeto debe saber que se está enriqueciendo”, pudiendo admitirse sólo el
dolo directo. Pero el conocimiento eventual de los elementos de la tipicidad objetiva no
sólo puede referirse al resultado de enriquecimiento sino también a los componentes del
comportamiento prohibido. Así, el sujeto puede tener un conocimiento probable, no actual
pero actualizable, en torno a la vigencia del nexo funcional entre su conducta de
enriquecimiento y el ejercicio del cargo, y en tales casos no parece existir argumento para
bloquear la responsabilidad por dolo eventual.”14
Acerca del animus lucrandi planteado por ABANTO VASQUEZ15 y GALVEZ
VILLEGAS16 no lo podemos aceptar puesto que el tipo no lo exige 17, aún cuando sea lo
más recurrente. De acuerdo con el bien jurídico protegido, basta con que exista
enriquecimiento ilícito y además injustificado para que sea punible.
Consumación y tentativa
La Consumación se va a llevar a cabo cuando el funcionario o servidor público
incremente su patrimonio de manera notoriamente superior. He aquí la importancia de lo
planteado en el tercer párrafo del Artículo 401: “Se considera que existe indicio de
enriquecimiento ilícito cuando el aumento del patrimonio y/o del gasto económico
personal del funcionario o servidor público, en consideración a su declaración jurada de
bienes y rentas, es notoriamente superior (…)”.
Coincidiendo con CARLOS A. MANFRONI: “No cualquier incremento
patrimonial excedente respecto de los ingresos legítimos de un funcionario debe ser
tomado en cuenta para el enriquecimiento ilícito. Debe tratarse de un exceso significativo,
abultado, ostensible; casi diríamos: grosero.”18
Discrepamos con GALVEZ VILLEGAS cuando éste afirma que “(…) no interesa
propiamente la magnitud del enriquecimiento (…) [en referencia al tercer párrafo del
Artículo 401] queda claramente establecido que dicha calificación no integra el tipo penal,
es decir no califica al enriquecimiento penalmente relevante, (…)” 19. Si no interesaría la
magnitud del incremento patrimonial se estaría dejando una puerta abierta a una verdadera
“cacería de brujas”, puesto que cabría la posibilidad de que algún funcionario tenga un
desbalance patrimonial mínimo, pero no por acciones ilícitas sino por falta de diligencia en
sus cuentas, lo que podría provocar una denuncia por enriquecimiento ilícito por parte de
sus enemigos políticos20.
Respecto a la tentativa ROJAS VARGAS afirma: “La tentativa supone que existen
actos fragmentarios que por sí mismos no son suficientes para acreditar la existencia
material y subjetiva del delito de enriquecimiento. Es admisible que se presenten actos de
tentativa en la medida de incrementos fronterizos con los incrementos significativos, lo
cual supone, como correctamente indica CASTILLO ALVA, la posibilidad que se presente
la figura del desistimiento voluntario a enriquecerse.”21
Autoría y Participación
De acuerdo con lo afirmado más arriba, sólo pueden ser sujetos activos y, por lo
tanto, autores los Funcionarios o Servidores Públicos. Otros que puedan intervenir sólo
podrían tener la calidad de partícipes22.
Pena
La pena se ha mantenido de 5 a 10 años desde el texto planteado en el Artículo 401
del Código Penal de 1991. Con la última modificación se ha agregado una agravante para
el caso de altos funcionarios que hayan ocupado cargos de alta dirección en las entidades u
organismos de la administración pública o empresas estatales, o estén sometido a la
prerrogativa del antejuicio y la acusación constitucional, estableciéndose una pena no
menor de ocho ni mayor de dieciocho años e inhabilitación conforme a los incisos 1 y 2 del
Artículo 36º del Código Penal.
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
ABANTO VÁSQUEZ, Manuel; “Delitos Contra la Administración Pública”; 2da. ed.; Palestra
editores; Lima – Perú; 2003.
CARO CORIA, Dino Carlos y otros; “Los delitos de Tráfico de Influencias, Enriquecimiento
Ilícito y Asociación para delinquir. Aspectos sustantivos y procesales”; Jurista Editores; Lima –
Perú; 2002.
GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino; “Delito de enriquecimiento ilícito”; Ed. Idemsa; Lima -
Perú; 2001.
PRADO SALDARRIAGA, Víctor; “Todo sobre el Código Penal. Tomo I”; Ed. Idemsa; Lima –
Perú; 1996.
PEÑA CABRERA, Raúl y Luis FRANCIA ARIAS; “Delito de enriquecimiento ilícito”; Ed.
Juridicas; Lima – Perú; 1993.
PORTOCARRERO HIDALGO, Juan; “Delitos contra la Administración Pública”; 2da. ed.; Ed.
Jurídica Portocarrero; Lima – Perú.
ROJAS VARGAS, Fidel; “Delitos Contra la Administración Pública”; 3da. ed.; Ed. Grijley;
Lima – Perú; reimpresión 2003.