Antijuridicidad D.P. I
Antijuridicidad D.P. I
Antijuridicidad D.P. I
Es un juicio de valor negativo (disvalioso) que recae sobre una conducta ilícita o
antijurídica que realizada sin justificación legal y, por ello, contraria a derecho.
Una acción típica, por lo tanto, será también antijurídica si no interviene en favor del
autor una causa o fundamento de justificación.
Así entonces, la antijuridicidad es otro elemento del delito que describe la cualidad o carac-
terística de un comportamiento contrario a Derecho. Supone un juicio de valor negativo que recae
sobre una conducta que, habiendo realizado los elementos descritos por el legislador, contradice una
norma jurídica. Aparece como una etapa de enjuiciamiento posterior a la tipicidad, aunque algunos
confundan ambos juicios al identificar la ley con la norma penal. Nace como categoría penal frente
a la idea de infracción de norma, por eso su comprensión depende de este concepto, que requiere
indagar más allá de la descripción típica como otro nivel o escalón de valoración y atribución o
imputación penal. Al igual que tipicidad y tipo penal, se distingue antijuridicidad de injusto, la
primera es la cualidad de la conducta contraria a la norma y el o lo injusto penal es la misma
conducta infractora (típica y antijurídica), sustantivo y no calificativo.
A pesar del consenso general acerca de la definición de esta categoría, las dificultades comienzan
cuando se explica la contradicción a Derecho. Se acepta, normalmente, que una conducta es
antijurídica al lesionar o poner en peligro un bien protegido por la norma jurídico-penal. Aquí ya se
incorpora un elemento discutible, el bien jurídico penal, vinculado con la discusión sobre el concepto
de norma. Por ahora, cabe señalar que la definición de antijuridicidad y su contenido se representan en
dos formas de antijuridicidad tradicionalmente reconocidas: la antijuridicidad formal y la
antijuridicidad material. Desde el punto de vista formal, se concibe como contrariedad al Derecho, al
ordenamiento jurídico, y se limita a constatar la ausencia de "causas de justificación". Por otro lado,
la antijuridicidad material se representa como perturbación o afectación de bienes jurídicos penales, es
decir, de situaciones tuteladas por la norma penal por su lesión o puesta en peligro.
"Los delitos, como se sabe, son hechos típicos, antijurídicos y culpables y la antijuridicidad admite dos
variantes: una formal y otra material. La antijuridicidad formal consiste simplemente en que no medie una
causal de justificación, pero la material consiste en que la conducta atente efectivamente -como lesión o como
amenaza según los casos- contra el bien protegido." (C. de Ap. de Rancagua, 9 de marzo de 2007).
Precisamente porque aquélla señala la posibilidad de ésta debe verificarse si existe o no una
causa o fundamento de justificación. Esta verificación es una tarea independiente de la com-
probación de la tipicidad y en cierto sentido inversa. Es independiente porque sólo cabe plantearse
la cuestión de la antijuridicidad cuando se ha llegado a la conclusión de que la acción es típica, es
decir, que se subsume bajo un tipo penal. A la vez es inversa porque consiste en la verificación de
que el caso no se subsume bajo el supuesto de hecho de una causa de justificación (por ejemplo,
defensa necesaria, estado de necesidad, consentimiento presunto).
En tanto relación de contrariedad al derecho, la antijuridicidad no es cuantificable: un hecho
es o no antijurídico, pero no puede ser más o menos antijurídico. En este aspecto la antijuridicidad
no se debe confundir con la ilicitud (hecho típico y antijurídico) que, por el contrario, es
cuantificable, dado que un hecho típico y antijurídico puede ser más o menos grave, o sea: más o
menos ilícito.
La mera realización de un hecho típico no implica todavía que el mismo constituya
un delito. Para que así sea, la conducta debe ser además de típica, antijurídica y
culpable.
Antijuridicidad=contrariedad a Derecho
Como principio general los tipos penales describen un injusto típico (modelo);
como regla general, la realización de un hecho típico implica su antijuridicidad (la
tipicidad es un indicio de lo injusto, de lo ilícito). Pero “tipificar” entraña
necesariamente: Generalización y Abstracción. Resulta así imprescindible la previsión
de situaciones excepcionales que se separan de la regla o pauta general y abstracta.
Estas situaciones se regulan, precisamente, a través de las llamadas causas de
justificación.
Como sabemos el tipo penal es la descripción realizada por la ley penal de una
conducta lesiva o peligrosa para determinados bienes socialmente valiosos. Se refiere,
de consiguiente, a conductas cuya realización se prohíbe en forma general. Pero el
derecho, junto con establecer prohibiciones de modo indeterminado, se ve compelido
a autorizar a veces la realización de hechos que prohíbe; así ocurre, entre otros casos,
con la legítima defensa, donde se permite repeler el ataque realizando un acto
típico, como sería golpear al agresor (art. 10Nºs 4,5,y6).
Hecho
Antijurídico
Hecho
Justificado
TIPICIDAD Y ANTIJURIDICIDAD
Así las cosas, al momento de establecer la tipicidad del acto aún no es posible
afirmar que se está ante un delito de homicidio. Previo a ello se debe analizar si
concurre una norma que permite en ese caso la muerte. Ello es así cuando se actúa
en defensa de la propia persona o derechos ante una agresión ilegítima. La ac ción sigue
siendo típica, pero por haber una norma que permite la defensa, el sistema la justifica,
sin dejar de calificarla como contraria a la norma (o sea es típica).
CONCEPTO DE ANTIJURIDICIDAD
Para el profesor Cury “es aquel disvalor de que es portador un hecho típico que
contradice las normas del deber contenidas en el ordenamiento jurídico”.
Es un segundo elemento de valoración en la teoría del delito; el primero ya está en los elementos subjetivos del
delito, que son los elementos de valoración del tipo.
La antijuridicidad es un juicio de valoración que supone señalar si una conducta es contraria o no al
derecho.
Desde este punto de vista, se valora la conducta y sus efectos respecto de la norma. La
antijuridicidad está integrada por la valoración negativa o desvalor de la conducta y del
resultado. Sabemos que, por lo dicho, también existe discusión sobre estos desvalores, sobre
su contenido y necesidad: si considera la conducta y/o el resultado; aspectos objetivos y/o
subjetivos. Algunos fundan lo antijurídico o injusto únicamente en el desvalor de la conducta
o acción. Así proceden básicamente los autores finalistas, que toman una noción final de
acción, también quienes conciben la norma sólo como imperativo, pues bastaría la
realización de una conducta que contradiga la orden, mandato o prohibición. Sin embargo, ni
siquiera finalistas extremos como Zielinski entienden que basta una conducta dolosa o
imprudente para afirmar su desvalor. Se exige también algún elemento objetivo representado
por la peligrosidad de la conducta, como cierta relación con bienes tutelados. La conducta es
peligrosa si ex ante, al momento de realizarse, era idónea o apta para afectar bienes jurídico-
penales. Se trata de la creación de un riesgo ex ante jurídicamente relevante. No es un riesgo
general que se examina frente a la descripción de la ley, sino uno más concreto que se presenta
al analizar la conducta frente a la infracción de la norma, de su aspecto directivo que alcanza
al bien protegido desde una perspectiva ex ante. La creación de este riesgo prohibido
determina una peligrosidad concreta que permite la imputación objetiva de la conducta,
clásico criterio de imputación del comportamiento ya no en el nivel del tipo (donde se
constata una peligrosidad más general). Como criterio que apunta a una valoración negativa de
la conducta por su relación con bienes tutelados por la norma, es más coherente ubicarlo en la
antijuridicidad concebida no sólo formalmente. Así, la conducta se desvalora e imputa
subjetiva y objetivamente a la norma.
- "... La graduación del juicio de antijuridicidad debe aquí ir referida al atentado patri -
monial, es decir, al bien jurídico principalmente protegido por el delito de robo con inti
midación, tomando en consideración el número y valor de las especies robadas, especies
que no pudieron ser recuperadas por su legítimo dueño". (TOP de Viña del Mar, 7 de
agosto de 2006, Ruc: 0600206727-5).
- "... conforme a lo dispuesto en el artículo 68 del Código Penal, decidiendo en todo
caso, no imponer la pena en su mínimum, por considerar que en la especie concurre un
mayor desvalor de acto, al haber agredido sexualmente en grupo los acusados a la vícti
ma y un mayor desvalor de resultado, al concurrir pluralidad de sujetos activos y unidad
de víctima, así como un mayor grado de antijuridicidad materia! derivado de la gravedad
del hecho y del daño que del mismo emana, según se acreditó en el juicio y se valoró en
la sentencia." (2o TOP de Santiago, 3 de septiembre de 2008, Ruc: 0700529942-4).
- "... la antijuridicidad de la conducta, elemento del delito que siendo objetivo indica
la
calidad de la conducta sin considerar las condiciones personales del sujeto activo y sien
do un elemento vaiorativo compara la conducta con las exigencias que impone el derecho y en
el caso particular de los acusados de autos la conducta que se les incrimina basada en el antiguo
artículo 88 de la ley mencionada, no es actualmente antijurídica. En otras palabras, ha desaparecido
el peligro de conculcación o de ataque al bien jurídico protegido, que era el patrimonio municipal." (C.
de Ap. de Temuco, 14 de octubre de 2008, Rol: 941-2008).
"En cuanto a la antijuridicidad, no concurren causales que la excluyan. Al contrario, el actuar del
imputado fue conducente a provocar la muerte de la víctima, lo que concretó, como ya se dijo, con el
objeto que utilizó y enterró en el muslo derecho de la víctima en tal forma y con la fuerza necesaria
para causarle lesiones que le provocaron un gran desangramiento, produciéndosele un scbok
hipovolémico que fue la causa de su muerte, sin que recibiera ayuda de ningún tipo de parte del
agresor o su familia. Más aún, teniendo presente que el imputado y su familia vivían a escasos
metros de donde ocurrió el hecho. De esta manera, su actuar no se encuentra justificado y quitarle
la vida a una persona es contrario a nuestro ordenamiento jurídico." (I TOP de Santiago, 17 de
enero de 2009, Ruc: 0800551615-4).
LA ANTIJURIDICIDAD COMO NOCIÓN UNITARIA EN EL
DERECHO
ANTIJURIDICIDAD E INJUSTO
Esta estructura doble inició su crisis cuando Max Ernst Mayer llamó
la atención sobre los elementos subjetivos del tipo, circunstancias
que hacían imposible determinar la tipicidad de la conducta si no se
recurría a ciertos elementos de naturaleza subjetiva considerados
por el legislador al describir la figura penal, de manera que la
materialidad de lo valorado en la antijuridicidad entró en duda.
Para los neokantianos (causalismo valorativo) el juicio de
antijuridicidad no podía excluir elementos subjetivos que integraban la
figura.
Welzel señala que no hay por qué sostener que si la norma penal es de
determinación la antijuridicidad es subjetiva.
La antijuridicidad "es un juicio de valor objetivo en tanto se
pronuncia sobre la conducta típica a partir de un criterio general:
el ordenamiento jurídico". No hay motivo para confundir el juicio de
valoración (la antijuridicidad), de naturaleza objetiva, con la materia u
objeto valorado (la conducta), que está integrada por elementos subje-
tivos y objetivos.
d) El dolo y la antijuridicidad
AUSENCIA DE ANTIJURIDICIDAD
(CAUSALES DE JUSTIFICACIÓN)
Estas circunstancias provocan que un determinado acto u omisión que debiera ser considerado
delito, porque es típico, deje de serlo porque se elimina la antijuridicidad, y se transforme en una
conducta querida por el derecho.
El Código Penal no contiene norma alguna que señale cuáles son disponibles y
cuáles no lo son.
Está claro que hay ciertos bienes que parecen no ser disponibles y, por tanto el
comportamiento del ofendido no excluye la antijuridicidad de la conducta. Estamos
pensando en bienes jurídicos como la vida o la integridad física.
También parece haber bienes jurídicos perfectamente disponibles, como el
derecho de propiedad y éste es, precisamente, el ejemplo del ladrón que es
sorprendido por el dueño, quien, sin embargo, consiente en el robo,
La determinación de los llamados "bienes jurídicos disponibles" es un problema
importante, porque no debe creerse que su disponibilidad deba generar desprotección.
También la sociedad debe proteger estos bienes jurídicos, por lo tanto, en general no
son disponibles.
Hoy en día se ha renovado el interés por los bienes jurídicos disponibles desde
que una norma expresa del Código Procesal Penal permite los llamados "acuerdos
reparatorios", como una salida alternativa al juicio oral, siempre que se trate de delitos
donde se encuentran involucrados bienes de este tipo (artículo 241 del Código
Procesal Penal).
Por ello es que existirá una gama importante de delitos en los que el
consentimiento del ofendido tiene eficacia, fundamentalmente, los delitos contra
propiedad, mientras que respecto de otros delitos el consentimiento no tiene ninguna
eficacia, como por Ej. El delito de violación de un sujeto pasivo menor de 14 años,
donde no cabe presunción de consentimiento alguno.
En síntesis, el consentimiento del sujeto va a tener eficacia cuando la protección de
ese bien jurídico está condicionada al interés del sujeto pasivo. Por ejemplo, los
delitos contra la propiedad o contra el honor.
No va a tener eficacia cuando la tutela de ese bien jurídico no toma en cuenta el
interés del titular o se haga más allá del titular. Por ejemplo, los delitos contra la vida
o contra la salud.
Requisitos del consentimiento para que sea eficaz
1) Tiene que ser anterior o coetáneo a la realización de la conducta típica.
El consentimiento posterior se llama perdón y el perdón del ofendido no tiene
eficacia excluyente de penalidad, pero se extingue la responsabilidad. También podría
tener un efecto atenuante de responsabilidad (una pena más baja).
2) Debe ser libre y espontáneo.
Hay consentimientos que no son libres ni espontáneos, como en el caso de la fuerza
y del error. Por ejemplo, los delitos de estafa o delito de estupro (seducción de
mayores de 12 años para mantener relaciones sexuales).
3) La persona que otorga el consentimiento debe tener la capacidad jurídica
para disponer del bien jurídico de que se trate y para comprender las
consecuencias de su asentimiento.
Este requisito trae a colación el problema relativo a lo que se llama
"consentimiento presunto". Tal consentimiento es aquel que habría sido prestado por
una persona de haberse encontrado en condiciones normales para manifestarlo y
hubiese conocido adecuadamente los hechos sobre los cuales consiente.
En este sentido, debemos afirmar que se acepta la eficacia del consentimiento
presunto cuando se dan los presupuestos anteriores, esto es, que habría consentido en
la acción típica si hubiera conocido los hechos y hubiera podido consentir.
Sin embargo, esto tiene algunos problemas en los casos de consentimientos que
son prestados por otros, llamados "consentimientos mediatos", como v.gr: los que
prestan los padres o guardadores de menores, tratándose de intervenciones quirúrgicas
en que hay efectos irreversibles, como la esterilización de personas con síndrome de
Dawn, los transplantes de órganos, o las meatotomías a temprana edad (cambio de
sexo masculino a femenino).
Se subclasifican
De modo que la atenuante del art. 11 Nº 1, por estar reglada en sus consecuencias
en los arts. 71, 72 y 73, escapa a la normativa genérica de las demás circunstancias
modificatorias de responsabilidad que consagran los arts. 62 y siguientes. la
distinción que un tiempo hizo la jurisprudencia, abandonada por los tribunales
mayoritariamente hoy en día, que restringía la aplicación del art. 73 sólo a las
eximentes que materialmente se describían con requisitos o que distinguían entre
aquellas que admitían o no división intelectual y aplicaban el art. 11 Nº 1 a las que
no lo admitían, al tenor de los textos carece de fundamento, pues con ese criterio
tampoco podría aplicarse este artículo, porque también emplea la voz "requisitos" en la
misma forma y sentido que lo hace en el art. 73.
Carece de sustento dogmático válido la afirmación tradicional de que si el
número de requisitos exigidos por la eximente no era el "mayor", no podía
hacerse aplicación del art. 73, sino del art. 11 Nº I, y en tal caso la eximente
conformaba sólo una circunstancia atenuante que se regía por las reglas de los
arts. 62y siguientes.
Los fundamentos que se dan de orden semántico e histórico son insuficientes para
dejar de lado los evidentes alcances sistemáticos que fluyen de la estructura de la teoría
del delito y la interpretación interrelacionada de los preceptos respectivos. En efecto, el
tenor literal de los arts. 11 Nº 1 y 73 no permite llegar a la
conclusión reprochada y hoy abandonada por la mayoría de la
jurisprudencia. De acuerdo a la primera disposición, es suficiente
que falte un solo requisito para que se cumpla el presupuesto que
contiene ("no concurren todos los requisitos necesarios..."), de modo
que no hace distinción sobre el punto. Además, el art. 73 requiere para
su imperativa aplicación que falte "alguno de los requisitos..., siempre
que concurra el mayor número de ellos", y como es fundamental que
concurra el básico de cada eximente —el que nunca puede faltar—,
para aplicarlo deberá necesariamente concurrir otro más, o sea por lo
menos dos; de manera que, ateniéndose al tenor literal del precepto,
nunca podrá darse la situación de que concurra el mayor número de
requisitos, pues serían tres, precisamente los exigidos en la legítima
defensa y en el estado de necesidad para eximir de responsabilidad; de
consiguiente, ¿cuándo se dará la posibilidad de recorrer la
amplísima extensión de tres grados que faculta el artículo en
cuestión?
Hay autores como Gómez Benítez (Español) que afirman que de "la
propia función de las causas de justificación se deduce la
consustancial posibilidad de la existencia de causas de justificación
supralegales; eso sin tener en cuenta que, en todo caso, no existe
inconveniente, a nuestro entender, para la admisión de causas de
justificación análogas a las reguladas por el art. 8 (art. 10 en el C.P.
nacional) en la medida que la analogía favorable al reo está permitida en
el derecho penal."
La doctrina distingue en materia de consentimiento de la víctima
entre aquel que excluye la tipicidad y aquel que excluye la
antijuridicidad.
a) Condiciones
vinculadas con el titular del derecho lesionado
FUNDAMENTO DE LA INSTITUCIÓN
Se fundamenta en el principio de que el derecho no está ni debe estar en situación de soportar una
injusticia.
2) Principio colectivo: (o "Principio del mantenimiento del orden jurídico"). Pone relieve en la defensa
del orden jurídico en general.
Estos dos principios se encuentran en juego, y no se puede poner acento únicamente en el principio
individual ni tampoco en la defensa de lo colectivo. Si nos arraigamos en la defensa individual, podríamos
llegar a una defensa exagerada, si lo hacemos en la defensa colectiva, el individuo desaparecería.
El profesor Mir Puig señala que armonizando los dos principios enunciados la legítima defensa
encuentra su razón de ser.
A.-AGRESIÓN ILEGÍTIMA
La agresión, además, puede ser intencional tanto como provenir de una acción
realizada sin la debida diligencia.
Cualquier bien jurídico puede ser objeto de una agresión y, por lo tanto, defendible.
La defensa de bienes del Estado (defensa necesaria del Estado) está excluida, sin embar-
go, de la defensa necesaria salvo que se trate de bienes individuales (por ejemplo: habrá
agresión, y por tanto será posible, si concurren los demás elementos, defensa necesaria,
cuando alguien atente con traía propiedad del Estado; no la habrá en el sentido de esta
disposición si se trata de ataques al orden público en general, o a la "esencia de la patria", o
al "ordenamiento constitucional":
Sin embargo, la doctrina tiende a dar al texto una amplitud mayor que la reconocida por
la jurisprudencia, aunque excluyendo bienes jurídicos como el "orden público" y "el
Estado".
Una excesiva extensión de los bienes defendibles conduciría a que "cada ciudadano —
como dice Roxin— se constituyera en un policía, eliminando de este modo el monopolio
estatal de la coacción". Por este motivo una nueva regulación del derecho de defensa
necesaria debería comenzar por establecer con claridad que, en todo caso, sólo se autoriza
la defensa de los bienes de la persona, preferentemente siguiendo el modelo enunciativo
del Código Penal austríaco de 1975, que impide cualquier clase de confusión respecto de los
bienes jurídicos defendibles y que incluye todos los casos en los que la legítima defensa está
justificada.
Así entonces, señala el profesor Garrido Montt se exige que exista una
agresión, pero no cualquiera; tiene que ser ilegítima, lo que hace
necesario analizar ambos conceptos. La existencia de una agresión es el
elemento substancial fundamental de la legítima
defensa. Sin agresión no puede existir defensa. Agresión es
cualquiera actividad humana que pone en peligro a una persona o a un
bien jurídico defendible. No se requiere que sea delito, se sabe que la
noción de antijuridicidad es más amplia que la de delito.
El peligro o lesión que autoriza la realización de un acto típico
para repelerlo, debe corresponder siempre a una agresión injusta.
El concepto de agresión se identifica por lo tanto con una
actividad humana. Se controvierte en esta materia si la conducta
humana en que debe consistir la agresión se refiere sólo a la acción o
también a la omisión, y se extiende tanto al comportamiento doloso
como al culposo.
La agresión sólo puede corresponder a una actividad del hombre para dar
lugar a una defensa legítima y tiene que cumplir con ciertas características: ser
real, actual o inminente, ilegítima y no haber sido provocada.
1.-Realidad de la agresión
Para Roxin en la agresión actual sólo podría incluir junto a la tentativa la estrecha
fase final de los actos preparatorios que es inmediatamente previa a la fase de la
tentativa. Significa que por ejemplo el sujeto que se acerca a otro portando un arma
contundente de modo amenazante, ya se le puede disparar en defensa a la pierna,
aunque haya sólo tentativa de lesiones cuando la víctima está al alcance del agresor y
éste levante la mano para golpear.
Así la jurisprudencia alemana considera que "hay agresión actual en una
conducta que, aunque aún no lesiona ningún derecho, puede transformarse
inmediatamente en una lesión, de tal manera que al aplazar la acción defensiva
también podría hacer peligrar el éxito de ésta".
Jescheck señala que es actual la agresión que amenaza de forma inmediata, tiene
lugar efectivamente o todavía continúa. Es la misma idea de Maurach-Zipf,
Stratenwerth, Wessels.
Casos
Primero: El agresor había hecho un movimiento con la mano hacia el bolsillo en el
que se encontraba su revólver cargado; eso todavía no constituía tentativa de
homicidio (que sólo se habría dado si sacaba el revólver) pero sí constituía una
agresión actual, entonces el disparo del amenazado para defenderse estaba amparado
en la legítima defensa.
Segundo. Se consideró con razón que el hecho de aproximarse tres hombres, que
decían que "ahora va a correr sangre" portando uno de ellos en su mano un
destornillador, era una agresión actual, aunque no se había alcanzado la tentativa, el
amenazado podía lícitamente impedir la aproximación inmediatamente peligrosa
mediante un disparo de advertencia y, al no tener éxito, mediante otro disparo a dar.
3.-Ilegitimidad de la agresión
El ataque del tercero debe ser ilegítimo, pero no requiere ser consti tutivo
de un delito. La agresión es ilegítima cuando es antijurídica.
- "En cuanto a la agresión ilegítima, entendida como toda conducta humana que crea un peligro real
y objetivo, con potencia suficiente de causar daño, actual e inminente, requiera para su concurrencia
que sea objetiva y real, con potencialidad de daños, además debe provenir de un acto humano,
debe ser ilegítimo, es decir, contraria a derecho, actual e inminente, puesto que si el ataque
agresivo ha pasado, la reacción posterior deja de ser defensa para convertirse en vindicta. La
doctrina estima que para la apreciación de la legítima defensa, tanto para considerarla como
eximente o como atenuante, ha de partirse del elemento básico que es la agresión ilegítima, la cual
en la especie no concurre." (I o TOP de Santiago, 17 de febrero de 2009, Ruc: 0800551615-4).
- "Para estar en presencia de esta causal de justificación, según dispone el artículo 10 N° 4 del
Código Penal, es necesaria, como requisito esencial, una agresión ilegítima, este requisito implica
una actividad del hombre que sea real e inminente, lo cual no tiene sustento en las pruebas del
juicio." (TOP de San Antonio, 15 de agosto de 2006, Ruc: 0500062754-4).
- "Que la conducta del encartado descrita en los hechos que se han analizado, calza dentro de la
definición de legítima defensa propia, atento a las circunstancias de existir por arte del carabinero, el
exabrupto de su lenguaje que insulta y ofende al imputado, delante de su propia madre, lo que une al
acto vilipendioso, la humillación, y que si bien el funcionario cumplía una función policial, ello no le
facultaba para proferir las expresiones que se consideran las de mayor calibre dentro del catastro
nacional de los insultos, lo que constituye sin lugar a dudas una agresión ilegítima, que no puede
excusarse en el acto de autoridad. (C. de Ap. de La Serena, 21 de diciembre de 2004, Rol: 232-
2004).
- "No obstante, de acuerdo a lo concluido por el Tribunal en relación con las eximentes de
legítima defensa propia y de parientes alegadas por la Defensa, quedó claramente establecido,
que la prueba rendida en juicio resultó insuficiente para demostrar la existencia de una agresión
ilegítima, es decir, de una conducta humana objetivamente idónea para lesionar o poner en peligro
un interés ajeno jurídicamente protegido (Texto y Comentario del Código Penal Chileno, Tomo I,
Libro I, Parte General, Politoff y Ortiz, Editorial Jurídica de Chile, pág. 129), de carácter
antijurídico, sea actual o inminente..."(TOP de Castro, 19 de agosto de 2009, Ruc: 080039716-2).
- "... a juicio de este tribunal el desafío a pelear excluye la legítima defensa, si la riña se
produce ambos contrincantes son agresores, y ninguno puede excusar su responsabili dad en las
lesiones que cause, alegando el carácter de provocado u ofendido, porque esta posible actitud
desaparece desde que se acepta el desafío, convirtiéndose ambos por este hecho, en agresores
recíprocos, y por lo tanto no es aceptable la causa de excepción del N° 4 del artículo 10 del Código
Penal, porque ella presupone como primer requisito la agresión ilegítima, ni es procedente
tampoco la atenuante del N° 1 del artículo 11 del mismo Código, porque el agresor no puede
invocar ninguno de los requisitos de una causal que la ley otorga al que ejercita el derecho de
defensa." (TOP de San Bernardo, 16 de abril de 2006, Ruc: 0500310705-3).
- "Que se rechaza la atenuante del N° 5 del artículo 11 del Código Penal, esto es, la de obrar
por estímulos tan poderosos que naturalmente hayan producido arrebato u obcecación,
por no haberse acreditado la agresión ilegítima previa que provocarían los estímulos tan
poderosos que naturalmente produzcan las circunstancias anotadas." (TOP de La Serena,
2 de jumo de 2003, Ruc: 0100081353-9).
El Nº 4 del art. 10, circunstancia segunda, exige que exista " necesidad
racional del medio empleado para impedirla o repelerla " (a la agresión).
No se requiere proporcionalidad entre el ataque y la reac ción; o entre el
daño que se causa y el que se evita. De lo que se trata es que exista una
necesidad de defenderse, ello es esencial en la legítima defensa; ésta lo será
mientras es el medio imprescindible para repeler la agresión, y en cuanto se
limita a ese objetivo. No resulta necesaria la defensa frente al ataque de un
niño o de un ciego, que puede ser evitado, no es necesario repelerlo ejecu -
tando un acto típico.
- "... el tribunal dio por establecida la necesidad racional del medio empleado por el
acusado para impedir o repeler la agresión ilegítima, haciendo también un estudio doctri-
nario sobre el tema, consignándose que la doctrina en forma unánime exige para la con-
currencia de la justificante, que exista una cierta proporcionalidad apreciada desde el
punto de vista del agredido y en las circunstancias de la agresión, rechazándose que el
concepto necesidad racional suponga una equivalencia matemática o igualdad absoluta
entre la naturaleza e intensidad del ataque y la de la defensa, posición que comparte esta
Corte:" (C. de Ap. de La Serena, 6 de mayo de 2005, Rol: 89-2005).
- "La necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión ilegítima
es el requisito faltante en este caso, el acusado se excedió en la defensa de su integridad
física, al utilizar un arma cortopunzante, para repeler una agresión con un linchaco o una
piedra. Lo anterior fue más allá de un simple ataque destinado a vencer la agresión de que
era objeto..." (TOP de Chillan, 5 de diciembre de 2005, Ruc: 0500049477-3).
- "Que es precisamente el segundo requisito de la legítima defensa, esto es, la necesidad
racional del medio empleado para impedir una agresión ilegítima (primer requisito) la que el
Tribunal estimó que no concurrió en la especie. Que, según éste, se exige una 'cierta
proporcionalidad; no una igualdad matemática, de los medios empleados por una y otra
parte'. Que tal proporcionalidad racional no sólo dice relación con el medio empleado,
represalia al victimario sin que exista un exceso de celo y protección que escape de la esfera de
custodia de la eximente de responsabilidad. Que no sólo fueron dos las personas que en un
momento se defendían de la agresión -condición no correcta de relevancia- sino que también
resultó probado que el medio empleado no fue, de entre los adecuados al efecto, el menos lesivo de
los que estaban al alcance de los acusados.
Cuarto: Que !a racionalidad exigida para que opere ía eximente (que consiste en una igualdad o
proporcionalidad) requiere un doble análisis: a) de agentes; b) de medios. Que en cuanto a los
agentes existe una desproporción desde el momento en que el acusado [.. .1 procedió a sujetar por
detrás con ambos brazos, inmovilizando a la víctima; ocasión que aprovechó José [...] para
apuñalarlo; que en cuanto a los medios, es decir, a la desproporción de medios, ella también existe, ya
que, mientras uno de los hermanos estaba proveído de un cuchillo tipo cortaplumas, arma que fue
aquélla con que se dio muerte a la víctima, éste recibió golpes en la cabeza y espalda,
proporcionados con un tubo de PVC." (C. de Ap. de Valparaíso, 3 de noviembre de 2006, Rol:
1.133-2006).
- "Que de la ponderación de todos los elementos de convicción no resulta que los golpes propinados por el
acusado hayan sido íntegra consecuencia de la provocación de la ofendida, porque los restantes elementos
de prueba son coincidentes en que el imputado luego de perseguir a la menor que acompañaba al lesionado
en su huida hasta su casa en busca de protección y golpear a la madre de ésta, regresó al lugar en que
había quedado el ofendido Mardones, a quien volvió a golpear reiteradamente. Esta circunstancia descarta
claramente la exigencia de falta de provocación suficiente por haber existido un reinicio..." (C. de Ap. de
Santiago, 6 de marzo de 2006, Rol: 228-2006).
"Que de la ponderación de todos los elementos de convicción no resulta que los golpes
propinados por el acusado hayan sido íntegra consecuencia de la provocación de la ofendida,
porque los restantes elementos de prueba son coincidentes en que el imputado luego de perseguir a la
menor que acompañaba al lesionado en su huida hasta su casa en busca de protección y golpear a la
madre de ésta, regresó al lugar en que había quedado el ofendido Mardones, a quien volvió a
golpear reiteradamente. Esta circunstancia descarta claramente la exigencia de falta de provocación
suficiente por haber existido un reinicio..." (C. de Ap. de Santiago, 6 de marzo de 2006, Rol: 228-
2006).
-"... que la víctima Duran Martínez lo atacó con posterioridad, sin que Albornoz [...], lo
haya provocado, personalmente a él, de manera alguna en forma previa, tratándose entonces
de una agresión ilegítima de Duran Martínez, llevada a efecto sin que previamente hubiera
habido provocación a su respecto." (TOP de Concepción, 15 de febrero de 2005. Ruc:
0400056136-9).
- "... que no se probó en el juicio, la falta de provocación suficiente por parte del que se
defiende. En efecto, aun cuando no se establecieron certeramente las razones que origi
naron la discusión entre ambos -pues la madre del acusado, él mismo y la testigo Araya,
dieron distintas versiones al respecto- no cabe duda -y así lo reconoció el acusado- que
ambos discutieron, excluyendo también esta exigencia, que en todo caso suponía la exis
tencia previa de la agresión ilegítima que no se probó." (TOP de Antofagasta, 24 de mayo
de 2008, Ruc: 0600852190-3).
- "Que a juicio de este Tribunal, por no haberse acreditado la existencia de agresión por
parte de la víctima, resulta superfluo referirse a este punto, por cuanto la eventual agre
sión de la víctima es resultado de la eventual provocación del acusado, la primera de las
cuales, ya se ha dicho, no existió. De esa forma no puede decirse en la especie que haya
o no existido provocación por parte del acusado, ya que no se acreditó ni una ni otra.
La juez Sra. [...] considera que concurre este elemento a favor del acusado, toda vez que el
inicio de los hechos ocurren en el lugar de detención, frente a un semáforo, donde el acusa
do sobrepasa a otro vehículo cuyo chofer se encontraba distraído frente a una luz verde, sin
reiniciar su marcha, que a Bravo Cortés se le hubiera ido el vehículo para el lado, y que
Cortés Madrid le tocara la bocina y le hiciera un gesto obsceno con el anular de la mano
hacia arriba, ésta no es una provocación suficiente para la posterior conducta de Bravo
Cortés, era innecesario que lo interceptara en otra calle y lo conminara a bajarse.
-
Que por los razonamientos anteriores, este Tribunal rechaza la eximente de
responsabilidad penal de legítima defensa contemplada en el artículo 10 N° 4 del Código
Penal." (TOP de Ovalle, 22 de febrero de 2002, Ruc: 0100019895-8).
- "... a mayor abundamiento no se encuentra acreditado en estrados que en los hechos
haya obrado provocación suficiente de parte del acusado, de tal forma que los requisitos
previstos en la norma legal concurren en su totalidad respecto del hecho sub lile, si bien
típico, carece de antijuridicidad por las razones anteriormente esbozadas." (TOP de Angol, 19
de diciembre de 2006, Rol: 0300181288-1).
En este sentido Welzel, Jescheck, Cobo, Vives, Mir Puig, Cerezo Mir,
Bacigalupo, Bustos, entre muchos otros, concuerdan en que la persona
que se defiende debe cometer el acto típico con la voluntad de
repeler la agresión.
DEFENSA DE TERCEROS
a) Defensa de parientes
El C.P. permite defender a determinados parientes consanguíneos y afines, como
asimismo al cónyuge, de las agresiones ilegítimas de que sean objeto siempre que
concurra la necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla. No se
exige que la persona a quien se defiende no haya provocado suficientemente al agresor;
de modo que puede protegerse al pariente de un ataque que éste ha provocado, siempre
que el defensor no haya participado en tal provocación, lo que no obsta a que tenga
conocimiento de ella.
b) Defensa de extraños
El Nº 6 del art. 10 permite que se defienda a la persona o los derechos de un extraño,
siempre que se cumplan los presupuestos de la existencia de una agresión ilegítima, que
exista necesidad racional del medio empleado para repelerla y que el defensor no haya
intervenido en la posible provocación suficiente del agredido. Además, en este caso se
requiere de un elemento negativo de naturaleza subjetiva: el de que el defensor no obre
"impulsado por venganza, resentimiento u otro motivo ilegítimo". Esta exigencia ha sido
mirada con reservas en el medio nacional, pero autores como Cousiño piensan que aunque
no se hubiera descrito debería entenderse como necesaria.
El art. 138 del Código Procesal Penal establece una regla especial vinculada a esta norma,
el que se defiende, si es detenido, debe serlo en su domicilio.
El inciso segundo del Nº6 del artículo 10, modificado por la Ley Nº 19.164, de 2 de
septiembre del año de 1992, consagra la denominada defensa privilegiada en los
siguientes términos: "Se presumirá legalmente que concurren las circunstancias
previstas en este número y en los números 4 y 5 precedentes, cualquiera que sea
el daño que se ocasione al agresor, respecto de aquel que rechaza el escalamiento
en los términos indicados en el número 1-del artículo 440 de este Código, en una
casa, departamento u oficina habitada, o en sus dependencias, o, si es de
noche, en un local comercial o industrial y del que impida o trate de impedir la
consumación de los delitos señalados en los artículos 141, 142, 361, 365
inciso segundo, 390, 391, 433 y 436 de este Código". El artículo 440 Nº 1 da
el concepto de escalamiento al referirse al delito de robo con fuerza en las
cosas en lugar habitado o destinado a la habitación o en sus dependencias. Las
últimas disposiciones citadas se refieren a los delitos de privación de libertad
ilegítima, la sustracción de menores, la violación sodomítica, el parricidio, el
homicidio calificado, el homicidio simple, los robos con violencia o
intimidación en las personas y el robo por sorpresa.
"Que, en efecto, la disposición legal citada no exige, para tener por configurada la
legítima defensa privilegiada, probar que la reacción defensiva no fue excesiva o que hu
necesidad racional del medio empleado para repeler o impedir la agresión ilegítima, pu
basta acreditar que concurren los demás requisitos de la legítima defensa, en concre
agresión ilegítima, falta de provocación suficiente por parte del que se defiende y no
impulsado por venganza, resentimiento u otro motivo ilegítimo, conclusiones éstas q
respecto del acusado Mora Neira se encuentran suficientemente probadas en el juic
oral." (C. de Ap. de Santiago, 3 de noviembre de 2008, Rol: 1.841-2008).
"Que, el acusado actuó, sin ir más allá de un actuar destinado a rechazar a los atacan
ante los gritos de auxilio de su señora y la quebrazón de vidrios de la mampara y
introducción de la mano de uno de ellos para tratar de abrir el mecanismo de la cerradu
lo que evidencia a lo más el dolo eventual respecto de la muerte de Paulo Luna Medi
lo que carece de relevancia al aplicar el inciso 2 o del N° 6 del artículo 10 del Códi
Penal. [...] Pero es preciso señalar aquí que el privilegio de esta defensa (la presunció
surge cuando se rechaza el escalamiento, esto es, cuando efectivamente se impide o tr
de impedir la entrada en los lugares y con las circunstancias que el texto señala. Es pr
so, por consiguiente, verificar que el escalamiento sea 'actual o inminente'.
De lo que se colige que es menester que el escalamiento o fractura se rechacen 'incontinenti', prontamente,
instante, en términos tales que si el extraño ha penetrado a la casa o departamento habitado o en s
dependencias, ya no es aplicable." (TOP de Angol, 31 de marzo de 2008, Ruc: 0700086551-0).
1. Impedir la afectación jurídica del bien que aun no se concretó pero que es de
inminente realización, y
2. Repeler la afectación al bien jurídico ya existente, que puede asumir la forma
de peligro o lesión.
CONCEPTOS GENERALES
c) El mal que debe prevenirse tiene que ser de mayor entidad que aquel
que se causa en bienes de terceros, y ello se explica por la razón de ser de esta
causal de justificación, que es la de salvaguardar el interés preponderante. Se
justifica sacrificar el patrimonio de un tercero con el objetivo de evitar un mal de mayor
gravedad.
ANÁLISIS
a) El hecho típico realizado para evitar un mal, únicamente puede
consistir en sacrificar "la propiedad ajena" para que quede
justificado. El mal que se trata de evitar puede ser de cualquiera naturaleza y afectar
a la vida, a la integridad corporal, a la libertad, etc.; pero el que se provoca para evitarlo
sólo puede recaer en la propiedad ajena. No puede sacrificarse la salud, menos la vida
de un tercero, ni su honor o su libertad, invocando una situación de necesidad
justificante. En definitiva, el daño que se provoque podrá recaer sobre
los bienes y la inviolabilidad de la morada, que es propiedad
también , aunque, como bien señala Cousiño, es suficiente hacer referencia a la
propiedad ajena, concepto adecuadamente amplio, siempre que se vincule con lo
patrimonial, no con el derecho subjetivo.
b) Que el mal que provoca el acto típico realizado para superar una
situación de peligro, sea de menor gravedad que el que se enfrenta.
El estado de necesidad como causal de justificación (u objetivo) exige que
la propiedad ajena sacrificada lo sea para superar un peligro de mayor
gravedad; tratándose de bienes jurídicos de igual entidad, puede darse el
estado de necesidad exculpante, pero no el justificante.
Se plantea la situación de determinar en qué casos la lesión de un interés
jurídico tiene mayor gravedad que la de otro; los criterios meramente
cuantitativos u objetivistas son insuficientes, y las más de las veces
inoperantes.
El estado de necesidad presupone la situación de riesgo de un interés
jurídico valioso, y para que se dé necesariamente ha de encontrarse,
además, en situación de conflicto con otro bien. Esto es lo que obliga a
una inevitable valoración de uno y otro que permita establecer cuál es, entre
ambos, el sacrificable. Esta ponderación no puede tener un carácter
meramente matemático, debe fundamentarse en apreciaciones que res-
pondan a valores reconocidos por el ordenamiento jurídico globalmente
considerado; así, puede servir de antecedente, entre otros, la Constitución, de
cuyas disposiciones, en especial los arts. 5 y 19, se desprende una verdadera
nomenclatura de intereses jurídicos. Otro tanto sucede con la parte especial
del C.P., que a través de la penalidad que establece en los diversos órdenes
de atentados, sea en contra de la propiedad, en contra de las personas, o el
orden de la familia, etc., reconoce una escala de valoraciones. "Lo decisivo
será, sin embargo, no la relación jerárquica de bienes, sino el merecimiento
de protección de un bien concreto en una determinada situación social".
De modo que esta valoración requiere la consideración, además de los bienes
jurídicos mismos en conflicto, de la intensidad del ataque, las circunstancias
del tercero cuyo patrimonio se sacrifica, y especialmente las consideraciones
ético-sociales que determinan el juicio desvalorativo en sociedad".
Muñoz Conde y otros autores expresan que no se trata de una
comparación de bienes, sino de establecer una "relación de adecuación",
donde el acto típico realizado frente al peligro era o no el medio adecuado
para evitarlo; se podría precisar el socialmente adecuado.
c) Que no haya otro medio practicable y menos perjudicial
para evitarlo. El C.P. no se satisface con una apreciación de entidad de
males entre el provocado y el que se evitó, sino que, además, requiere que
no haya habido otro practicable y menos perjudicial; puede que con el criterio
de la adecuación antes aludido se justifique el empleo de un medio, pero no
basta conforme al art. 10Nº 7; no debe existir otro que sea menos dañoso y
posible de ejecutar atendidas las circunstancias. Sólo se justifica el mal
provocado cuando es el único menos perjudicial y viable de ejecutar
atendidas las circunstancias concretas que se presentaron en la realidad.
Esta condición confiere al estado de necesidad justificante carácter y
naturaleza subsidiarios, a diferencia de la legítima defensa, donde para repeler
la agresión es necesario el empleo de un medio racional, pero no requiere ser
el menos perjudicial.
a) El auxilio necesario. Las expresiones empleadas por el Nº7 del art. 10,
implícitamente, al referirse en general a la evitación de un mal, sin distin guir si debe
sufrirlo el sujeto que trata de evitarlo o un tercero, dan cabida a ambas alternativas.
Cuando se evita el mal que afecta a intereses jurídicos de terceros que no pertenecen
a aquel que lleva a cabo la actividad evitadora, es lo que se denomina auxilio
necesario, que se rige por las reglas comentadas.
b) Que el que cumple el deber lo haga dentro de los límites que corresponden
y empleando el medio necesario.
Es insuficiente que se dé una situación de cumplimiento del deber para que juegue
la causal de justificación. El que concreta ese cumplimiento debe, además,
atenerse a los límites que el deber le impone, sin extralimitarse; si el policía tiene
facultad para aprehender a un sujeto, no queda justificada su acción en cuanto
procedió a un allanamiento no autorizado. De otro lado, el acto típico debe ser el
estrictamente necesario para el adecuado cumplimiento de la obligación o deber:
el policía que detiene a un sujeto, si éste opone resistencia, deberá emplear medios
coactivos (que en otras circunstancias podrían ser injustos) en cuanto sean exac-
tamente los requeridos para cumplir su cometido, y siempre que no cuente con otros
atípicos que pudiera haber empleado. Se debe tener en cuenta que se trata de una
colisión de deberes donde se debe infringir uno de ellos para poder satisfacer el
otro, de modo que el elemento necesidad estará siempre presente y, al mismo
tiempo, constituye su límite.
NATURALEZA DE LA INSTITUCIÓN
Entre aquellas normas se encuentran las del Libro III del C.P., que
describen los delitos faltas; así, el art. 494 en su Nº 20 sanciona como falta al
que con violencia se apoderare de una cosa perteneciente a su deudor
para hacerse pago con ella, disposición que, en cuanto nos interesa, debe
complementarse con el Nº 16, que sanciona a su vez al que sin autorización
impidiere a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe, o le
compeliere a ejecutar lo que no quiera". En ambos casos se prohíbe
implícitamente emplear la violencia o intimidación para obligar a otro a
hacer lo que no desea o para pagarse sin la voluntad del deudor. Confir-
mando el criterio señalado, de que en nuestro sistema es antijurídico el
ejercicio arbitrario del derecho, el art. 471 Nº 1 castiga como autor de
delito al dueño de una especie mueble que la sustrae de quien la tiene
legítimamente en su poder. De modo que no sólo es antijurídica esa forma
de ejercer un derecho cuando se recurre a la fuerza, sino también cuando no
se emplea, como sucede en el tipo del art. 471 Nº 1, pues existen vías
jurisdiccionales para hacerlas efectivas. No obstante, no deja de ser extraña
la hipótesis comentada por Etcheberry, del acreedor que sustrae al deudor el
dinero que éste tiene en el bolsillo con el objeto de pagarse, quien debería
ser sancionado como autor del delito de hurto, a pesar de que si hubiese
empleado violencia sólo se le castigaría como autor de falta conforme al art.
494 Nº 20, en lugar de sancionarlo como autor de robo con violencia.
EL RIESGO PERMITIDO
b) Que el sujeto actúe dentro del ámbito del cumplimiento del deber que
se le impone y sólo en cuanto el acto típico aparece como necesario a ese
efecto; si rebasa el área del cumplimiento de su obligación o no es
imprescindible la actividad típica, no opera la causal de justificación.
LA ACTIVIDAD DEPORTIVA