Karadimas
Karadimas
Karadimas
Dimitri Karadimas
CNRS, Paris
Introducción
203
sociedades indígenas del Sub-continente cuando, por ejemplo, presentan a
un jaguar con alas, llevando entre sus garras lo que parece ser, en primera
vista, una serpiente? El ser hibrido tiene que ser analizado de forma
novedosa a las que han sido hechas hasta hoy.
Seguiremos por una breve presentación de los logros de este aproche
acerca de la iconografía de la región Pasto/Nariño en su relación probable
con la mitología encontrada hoy en el medio Caquetá colombiano, pero
también con Yurupari, un personaje central que cumula varios papeles entre
las poblaciones del Noroeste amazónico tanto entre Tukano-hablantes
que entre Arawako-hablantes donde se conoce como Kuwai.
Nuestro trabajo se presenta como una perspectiva comparativa entre
iconografía, etnología y arqueología en la cual se plantea la problemática de
las iguraciones de tipo naturalista vs. analogista. Se tomara como postulado
de análisis al punto de vista analogista (así deinido por Descola 2005,
2010) en el cual la realidad se presenta no bajo un retrato de lo existente,
sino mas bien de lo que evoca para cada sistema cultural. Un pez-gato por
ejemplo, no tiene que ser igurado bajo un retrato naturalista, sino por lo
que esta evocando, es decir, por sus “bigotes” que recuerdan a los de un
gato; representarlo con una imagen en la cual se le agrego una cabeza de
gato a un cuerpo de pez —un hibrido, entonces, para nuestra ontología
naturalista. Esta manera de actuar no es representar un ser fantástico, sino
igurar a un ser existente bajo un aspecto de lo que constituye su nombre.
La imagen presenta entonces una evocación y no un retrato naturalista.
Acercamiento iconográico
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Resulta de estos hechos muy básicos que las interpretaciones de las
iconografías prehispánicas no deberían tener otra opción que la de
mirar hacia datos etnohistóricos u etnológicos si no existen entre ellos
elementos de comparación posible para dar un mejor entendimiento a lo
que se esta viendo en escenas como por ejemplo en la escenas llamadas de
“navegación” o de “entierro” de los Moche de la costa peruana.
Nuestros relexiones y propósitos hacen mas bien el contrario. No
empezamos por las piezas arqueológicas producidas por los pueblos
amerindios pasados, sino que nos enfrentamos con una seria de mitos
contemporáneos recogidos o por nosotros mismos o por colegas
etnólogos acercas de sociedades contemporáneas. El primer trabajo
fue entonces de entender a los mitos e a los ritos —un trabajo de tipo
etnológico— y solamente en un secundo tiempo hemos tratado de tener
hacia las piezas arqueológicas una mirada interpretativa enriquecida de los
resultados de la interpretación mitológica y ritual. Miramos entonces a las
piezas arqueológicas teniendo en la mente a una mitología de la cual los
indígenas han podido informarnos sobre sus múltiples implicaciones y
signiicados.
Recolectada por nosotros en los años 90 entre los Miraña del Caquetá
por la boca un sabedor de este grupo, “Flor de Achiote”, la mitología
de los cuatro monos cuenta el origen del chontaduro (Bactris gasipaes) y el
antagonismo entre los seres celestes.
En tiempos primordiales, un hombre denominado Luna tenia relaciones
sexuales con una mujer llamada Kinkajú (o Perro de Monte: Potos lavus, un
pequeño mamífero nocturno), la cual esta representada hoy por el lucero
de la mañana (Venus: i.e. el encuentro nocturno de Luna con Venus). Antes
de encontrar a Luna, esta misma mujer tenia relaciones incestuosas con sus
propios hermanos, los tutamonos o monos nocturnos (Aotus sp.), quienes,
en numero de cuatro, están representado hoy por las estrellas periféricas
de la constelación de Orión que forman un trapecio (Betelgeuse, Rigel,
Bellatrix y Saiph). Luna pelea con sus cuñados a propósito de esta mujer
y los persigue toda la noche hasta la mañanita donde se esconden en un
tronco hueco como lo hacen estos monos en la selva. Luna pasa la cabeza
por el hueco donde huyeron sus cuñados-enemigos y estos, desde adentro
del tronco, lo decapitan jalándole la cabeza (desaparición equinoccial de
la Luna al Oeste precedido por Orión). Esta cae en el inframundo de los
peces donde se transforma en un racimo de chontaduro.
Sol, hijo de Luna, nace sin saber que tuvo padre; de la relación incestuosa
entre la mujer Kinkajú y sus hermanos los tutamonos se había desarrollado
un ser que se volvió la placenta de Sol y que, una vez botado al rio después
205
del parto, se transformo la raya de agua dulce (Orión como doble nocturno
de Sol al Este). Una vez que aprende que tenia padre, Sol retoma el nombre
de su genitor “Soplador-de-Cerbatana” (que es también el nombre que
se da a una avispa, cf. infra). Para vengarlo, mata a sus tíos maternos
lechándolos con la cerbatana de su padre, los come, pinta las calaveras
de bandas negras (el origen de la marcas negras que se encuentran sobre
las caras de estos monos : mas que todo en la variedad trivirgatus de Aotus
sp.) y las pone encima de cada uno de los cuatro estantillos centrales de
la maloca donde usaban vivir. Aprendiendo el hecho, la mujer Kinkajú se
transforma en verdadero kinkajú y se deja matar por su hijo quien, cuando
come al animal, se da cuenta que mato y comió a su propia madre.
El mito se termina cuando el héroe cultural decide irse en el mundo de los
peces para recuperar la carne de su padre —el chontaduro—, y enfrentarse
con su medio-hermano la Raya, hijo incestuoso de sus tíos maternos los
tutamonos. Antes de esto, Sol había robado la mujer-pescado a su medio-
hermano. Después de haber derrumbado al racimo de chontaduro, traga
a una semilla, la lleva hasta la tierra y termina matando a la Raya que le
había chuzando su agujón para tratar de vengarse por el robo de la mujer-
pescado.
He analizando este mito en varios artículos para mostrar la fuerte énfasis
que llevaba en términos de relaciones astronómicas en las cuales Orión
estaba, el la primera parte del mito, identiicado a los monos y interactuando
con la Luna (Karadimas 1999), a cambio de la secunda parte, donde se
identiica a la Raya cuando esta relacionado al Sol (Karadimas 2003a).
Cada una de esta fase esta presentada en el mito de manera que padres e
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hijos se completa a cada horizonte: los Monos nocturnos como padre de
la Raya (Orión al Oeste y al Este), Luna como padre de Sol pero que tiene
que compartir una sola mujer (Venus) que se vuelve una sola madre para
los dos enemigos de la secunda generación, Sol y Raya quienes, a su torno,
les toca competir por una Mujer-pez. He también presentado el hecho
que Sol y Luna, entre los Miraña, se identiican a una avispa parasitoide
(Karadimas 2003b) y que esta misma avispa se encuentra entre los grupos
del Vaupés bajo el nombre del héroe cultural Yurupari (Tukano) o Kuwai
(Arawak) (Karadimas 2007, 2008, 2012).
El Carchi/Nariño
207
Mas que Andina entonces, la mitología que acompaña esta iconografía de
monos y estrellas, resultaría mas bien de un intercambio en Tierras Altas
y Bajas, o de une dispersión de un mitema en una zona mas amplia y que
involucra otras áreas culturales u otras épocas.
“Soplador-de-cerbatana”, el nombre dado en la mitología Miraña a Luna
y después a Sol, lo es también a una avispa parasitoide. Esta se reproduce
paralizando a unas arañas o unos gusanos para que sirven de receptáculo
y de comida para su cría. El nombre de los monos nocturnos, temü, es
también el de unas arañas de casa entre las cuales se encuentran las de
la familia de los Heteropodidae y, mas que todo, de los Licópside. Estas
ultimas son arañas cazadoras que tienen en la parte frontal unos ojos con
repartición en forma de trapecio, como la estrellas periféricas de Orión.
De noche, los ojos brillan como los de los monos nocturnos cuando
están en presencia de una fuente luminosa. La relación de enemistad entre
Sol y sus tíos maternos los cuatros monos nocturnos se la pueda aplicar
también a la avispa parasitoide y sus presas las arañas. Estas son como
unos enemigos paralizados que usa el himenóptero para servir de comida
para su cría. En el ritual donde estos seres entran bajo forma de mascaras,
la avispa es representada como un ser antropomorfo teniendo un largo
pene que representa al abdomen y al aguijón de la avispa.
Yurupari
208
Es el modo de reproducción que sirve de modelo conceptual a los ritos
de iniciación de los jóvenes adultos masculinos a quienes se les presentan
unas lautas que son prohibidas a la visión de los no-iniciados. Ellos tienen
que “salir” de las lautas, que representan unas crisálidas, o unas “casas
de piedra” como aparecen las estructuras de baro construidas por las
avispas adultas para encerar a sus presas. Las lautas reproducen tanto
el sonido del héroe cultural —un fuerte zumbido— que dan una imagen
de los nidos —tubulares, en forma de vasija, o en crisálida— donde las
“presas”, es decir los adolescentes, van a ser transformados en hombres
adultos que representan los ancestros primordiales (avispas; cf. Karadimas
2008). Mostramos en un articulo de 2007 que este personaje mitológico
fue representado en la iconografía de culturas prehispánicas de los Andes
centrales de Perú, en especial en unas telas funerarias de origen Chimu,
pero también Huari. En estas telas pintadas, la avispa antropomorfa es
acompañada por una iguración de cuatro monos, dispuestos de la misma
manera que las estrellas de la constelación de Orión, cuando se presenta
al Oeste, ligado a la luna. El propósito aparente de la presencia de este
mitema en material funerario se basa en la relación que tiene la desaparición
occidental de los astros y con su reaparición al Este después de haber
transcurrido un camino subterráneo equivalente al de los difuntos. Orión
juega aquí el papel de psicopompo o acompañante de los muertos y, al
mismo tiempo, su condición de constelación llevando el alma del difunto
en el cielo nocturno donde quedara como estrella.
Figura 3: Escenas de “navegación” Moche sobre las cuales aparecen asociadas iguras
de rayas paradas, de seres con alas de insectos, el motivo del atado de armas
(según Donnan & McClelland 1999, ig. 6.163)
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Las escenas de “navegación” Moche, para regresar a ellas, presentan
dos seres parecidos, puestos cada uno en un balsa de totoro con pies,
sobrevolando así corriendo un mar materializado por unas olas diseñadas
al nivel mas bajo de la vasija (cf. Figura 3).
Escoger a las iconografías de estas escenas no fue hecho con el propósito
de explicar su iconografía fuera de toda comparación y así quedarse en
el rumbo bien delimitado de los estudios de la iconografía Moche. Las
escogimos después de haber hecho un trabajo interpretativo acerca de la
mitología del noroeste amazónico, de haber estudiado sus implicaciones
tanto etnoastronómicas como rituales. Nuestra mirada hacia estas escenas
esta así cargada de unos tantos conocimientos que nos permite entonces
Figura 4: escena de navegación Moche en la cual el remero esta rodeado por una multitud de
atados de armas dirigidas contra él (Fowler Museum, UCLA: X86.3807)
210
tener una grilla de lectura mas o menos ainada acerca de lo que estas
escenas deberían representar. Así, representar a rayas paradas entre las
dos embarcaciones por ejemplo, fue muchas veces interpretado como una
evocación de los seres marinos y, de este modo, una evocación redundante
del mar (puesto que este ya fue representado una primera vez gracias a los
olas que aparecen en el dibujo). La razón de su presencia en la iconografía
debería por lo tanto tener otro propósito que una mera evocación de los
ser marinos.
En numero de cuatro, la formas de escudos y de armas dispuestas alrededor
del remero de la primera embarcación se encuentran también dibujadas en
las ansas de algunas vasijas de esta tradición. Si aparecen en un numero
mas grande alrededor del remero en otras representaciones de la misma
escena, guardan siempre una orientación de la punta de la masa de arma
hacia él (Figura 4).
Donnan (1978) las analiza como representaciones de un atado de armas
atrás de un escudo circular con una maza de arma o porra, la cual esta
habitualmente igurada parada, es decir vertical, las lanzas y las sogas
dispuestas de manera a formar una disposición radiante alrededor del
escudo central.
Cuando no aparece simétricamente de parte y otra de las ansas de las
vasijas, los artesanos Moches agregaron unos monos en vez de las dos
formas de atados de armas ausentas. Como las vasijas mas ancianas tienen
comúnmente cuatro monos igurados en relieve en las ansas (cf. Figura
5a), y que por lo menos una vasija tiene la forma intermediaria de los dos
monos con los atados de armas, podemos emitir la hipótesis que las iguras
de monos y las del atado de armas son variantes las unas de las otras.
La pregunta que se tiene que hacer es entones de entender cual es el sentido
de poner un mono como la variante combinatoria de un escudo con armas?
El solo análisis iconográico seria aquí incompleto para dar entendimiento
de una tal variación. Una opción interpretativa seria de proponer que las
dos formas graicas —el mono, las armas— son iguraciones de una tercer
realidad a la cual ambas aluden, pero de manera distinta.
Los datos etnográicos de Noroeste amazónico nos dan una primera
pista interpretativa en el hecho que los monos nocturnos, en numero de
cuatro, representan a las estrellas periféricas de la constelación de Orión.
Los cuatro monos de las ansas de las vasijas Moches podrían entonces
representar a estrellas y, en este caso, parece mas evidente el hecho de
haber recurrido a la forma radiante del atado de armas como variación de
los monos. Se les dio a este conjunto de armas una forma voluntariamente
estelar de manera a representar analógicamente al brillo de una estrella.
Monos y atado de armas serian así representaciones de estrellas, los
primeros bajo la forma de su nombre (“Estrella-mono”, i.e. Orión), la
segunda bajo su forma de iguración analógica (un elemente graico
radiante).
211
Figura 5: Variación del motivo de los cuatro monos con él de los atados de armas como
inscripción mutualmente equivalente de una referencia astral (a: Arteprimitivo.com, pieza
n°110590-265, venta #29 de diciembre 2004; b: Museo Chileno de Arte Prehispánico
n°278; c: X88.800 Fowler Museum, UCLA)
212
Sobre las escenas de navegación, estos atados de armas tienen una
repartición particular: además de tomar una disposición en trapecio, las
puntas ailadas de las porras o mazas de armas están dirigidas hacia el
remero. Esta disposición indica gráicamente que el remero de la primera
escena es victima de estas armas y, al nivel astronómico, tendría que ser
una indicación que este personaje representa a un cuerpo celeste que se
vio interpretado como victima de un grupo de estrellas.
Si seguimos otra vez la mitología existiendo hoy en día en la Amazonía
del Noroeste, resulta que este personaje podría ser Luna. Como lo hemos
presentado anteriormente, tal episodio entra en una narración mas compleja
donde aparecen también rayas y avispas, estando esta ultima el nombre o
el ser que representa a Sol como hijo de Luna (o, según otras mitologías,
como hermano menor o Gemelo). Antes de presentar la interpretación
de la secunda parte de estas escenas de navegación Moche, es necesario
de tomar en cuenta otras vasijas sobre las cuales existen escenas similares.
Cuando no aparece en las iconografías asociada a una línea de horizonte
(Este u Oeste), hemos mostrado que la constelación de Orión no se
representa necesariamente bajo la forma de un trapecio. Cada una de las
cuatro estrellas periféricas de Orión ocupa, en el Zenit, un cuarto del cielo
nocturno igurado como un circulo en relación a su división de acuerdo
con los puntos cardinales, formando así un circulo divididos en cuartos
(Karadimas 2003a).
En la siguiente vasija (Figura 6), el remero que habitualmente esta rodeado
por los cuatro atados de armas no aparece en el dibujo con estas formas
alrededor de el, sino que ellas aparecen puestas alrededor de un circulo
dividido en cuatro por una cruz y ligado al personaje.
La forma encontrada en esta ultima escena de navegación respeta esta
disposición en la cual los atados de armas juegan el papel de evocaciones
Figura 6: Escena de navegación con los atados de armas dispuestos alrededor de un circulo
dividido en cuatro atrás del remero (Moches de San José de Moro,
segun Donnan & McClelland 1999, ig. 6.157)
213
estelares alrededor de un circulo dividido en cuartos, representando así
el cielo nocturno total. Gracias a la iconografía de esta ultima pieza,
las escenas de navegación se podrían interpretar como la transcripción
mitológica de un evento astronómico que involucra a cuerpos celestes,
en particular a Orión, cuando se interpreta como unos seres que van en
contra del personaje que juega el papel de Luna.
214
Figura 7: ejemplo de raya de tradición Moche con cara ventral antropomorfa, esta ultima
dividida en cuartos por una pintura facial (a, b, c: ex Drexel University Museum -
Philadelphia, PA http://www.trocadero.com/stores/galleriadelvecchio/items/1151862/
item1151862.html; d: pieza n°1224-34 del sitio de venta arteprimitivo.com)
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Figura 8: Personaje acurrucado sobre una creciente de luna que pone su mano sobre dos
ojos que sobresalen a la extremidad derecha de la creciente (cultura Moche, Sitio Internet
arteprimitivo.com n° 109107 – 214, venta n° 26 de mayo 2004)
216
Si se mira a otro material iconográico que representa a rayas, como esta
vasija Chimu (Figura 9), se ve que los ojos sobresalen del cuerpo del pez
por dos elementos idénticos a los del dibujo Moche. Los dos ojos del
personaje de la vasija Moche serian así los de una raya. La iguración del
gesto que esta efectuando el personaje central es de chuzar a la raya con
un objeto puntiagudo. El gesto y el personaje de ojos sobresaliendo de
una línea es tan especiico que parece ser una ilustración directa de este
acontecimiento mitológico encontrado hoy en la mitología Miraña.
Figura 9: Vasija Chimu representando una raya en la cual los ojos esta en relieve de manera
a aparecer saliendo de la cara dorsal del pez (Museo Rafael Larco n° ML 020348)
217
Figura 10: Vasija Moche con personaje acurrucado que lleva su mano hacia un mono
nocturno : tres arañas aparecen en la banda central de la vasija que separa las dos escenas,
idénticas (Sitio Arteprimitivo.com, pieza n°1224-26, venta n°26 de mayo 2004)
218
“sangre” de este y indicaría mas bien a una avispa del genero Pompilidae
(parasitas de las tarántulas).
Cuando paralizan sus presas, estas especies les cortan las patas para que no
se escapan y se aprovechan de la hemolinfa, la “sangre” que se presenta
en la heridas. La relación entre depredador y presa presenta así a un ser-
avispa tomando “sangre” de la araña-presa de manera antropomorfa, es
decir gracias a una copa.
Esta interpretación tiene varias repercusiones sobre las demás escenas de
sacriicio de la iconografía Moche y también sobre la interpretación del
“Dios-Araña” que más bien seria una avispa.
Al nivel astronómico, esta segunda igura, alada, debería entonces
interpretarse gracias a la mitología de las Tierras Bajas Amazónicas, y
verla como una personiicación del Sol. Para reaparecer, éste tiene que
salir de la igura de su victima o “enemigo-presa” que le permite “renacer”
tomando con el una victima que le sirve, entonces, de “placenta”. De ahí
su variación combinatoria con las iguras de rayas —“placentas”— en los
dibujos Moche, que representan, como hemos visto, a la constelación de
Orión al oriente es decir ligada al sol “renaciendo”.
Figura 11: Personaje antropomorfo con alas de insecto tomando de una copa frente a una
forma con colmillos sobresalientes. La escena se reiere probablemente a la acción de una
avispa que se nutre de la hemolinfa de una araña, después de haberle cortado las patas
(según Donnan & McClelland 1999, ig. 6.163, detalle)
219
Si la avispa esta aquí dibujada como adulta, existe también unas vasijas
que llevan la misma escena sino que no representan a un personaje alado
pero acurrucado y rodeado por rayos (Figura 12). Se tiene que analizar a
que se debe esta variación en las escenas de navegación ya que no parece
representar a esta misma avispa.
Figura 12: Escena de “navegación” Moche con el mismo personaje central rodeado de
atados de armas pero sin personaje alado; este fue reemplazado por el personaje acurrucado
(según Donnan & McClelland 1999, ig. 6.161)
220
Figura 13 a & b: personaje en forma de U acostado con cuatro alas pequeñas, puntuadas de
la misma manera que las alas del personaje adulto (b). Esta combinación permite suponer que
se trata de una forma antropomorfa de la misma avispa parasitoide de la arañas, pero en su
estado de larva (sitio Apolonia Ancient Art en Trocadero.com, pieza n°1043832)
La especie de “manto” que lleva seria una iguración del aspecto arrugado
o “en acordeón” que tienen las larvas.
De tal modo, la variación de la iguración de este personaje entre las
diferentes vasijas se debe a que representa en el primer caso a la avispa
bajo su forma adulta o de imago (terminando de parasitar a la araña y
tomando su sangre) y en el otro a su forma inmadura o larval, comiendo
a esta misma araña (bajo su forma mitológica de monos-nocturnos o bajo
du forma de doble de Sol, es decir bajo su forma de raya-placenta). Así, la
forma de corona de pluma que lleva en la cabeza se encuentra otra vez en
la iguración del personaje adulto donde aparece como dos elementos que
forman el tocado con los otros elementos de decoración.
El personaje acurrucado que se considero ser una “sacertoda” es mas
bien una forma antropomorfa de la larva de la avispa parasitoide como se
encuentra en la mitología del Noroeste Amazónico contemporáneo.
Conclusión
221
remotos y que se ha mantenido en el tiempo, encontrándose en vasijas
precolombinas Moche, pero también en expresiones iconográicas pasadas
como entre textiles de otras tradiciones como los Chimu y Huari de la
Costa Norte.
Que esto sea el hecho de una mitología de origen Andina o Amazónica
parece aquí de poca importancia, ya que se le debe mirar al sub-continente
americano como una sola zona en la cual las diferencias de alturas no son
necesariamente diferencias de niveles de civilización.
Las formas iconográicas encontradas en las altas culturas del Perú, del
Ecuador o de Colombia pueden tener una comprobante mitológica
encontrada hoy entre indígenas de las Tierras Bajas. Pero tiene que mirarse
como el resultado de un modelo ideológico que permite la metamorfosis
gracias al parasitismo. Llamaremos a este modelo la “depredación
metamórica” o, simplemente, la “metamorfosis depredadora”.
Este modelo se aplico a los cuerpos celestes y a los muertos, dando
así una modalidad ideológica de la continuidad cíclica. Al nivel de las
representaciones iconológicas de las vasijas Moches, los personajes que
aparecen ahí dibujados son el resultado de una representación mitológica
en la cual la repartición graica de los protagonistas de las escenas tienen
una relación de tipo análoga con la realidad astronómica que tienen que
igurar.
Bibliografía citada
222
Severi (dir.): 173-204.
Karadimas, Dimitri, 2003b, “Dans le corps de mon ennemi. L’hôte parasité
chez les insectes comme un modèle de reproduction chez les Miraña
d’Amazonie colombienne”, E. Motte-Florac & J. Thomas (eds), Les
“insectes” dans la tradition orale, SELAF n°407, Peeters, Leuven – Paris
– Dudley: 487-506.
Karadimas, Dimitri, 2005, “Como llegar a ser un astro? Orfebrería
y escatología” Bouchard J.-F. & J.-P. Chaumeil, Chamanismo y
sacriicio, édition de l’IFEA (Institut Français d’Études Andines) &
Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales Banco de
la República, Bogotá: 177-200 & 361-364.
Karadimas, Dimitri, 2007, “Yurupari ou les igures du diable : le quiproquo
des regards croisés”, Gradhiva, N°6 nouvelle série: 45-58.
Karadimas, Dimitri, 2008 “La métamorphose de Yurupari : lûtes, trompes
et reproduction rituelle dans le Nord-Ouest amazonien”, Journal de
la Société des Américanistes, N°94(1), Paris: 127-169.
Karadimas, Dimitri, 2012, “Historia de diablos, Mitos de avispas.
Acercamiento iconográico a una uniicación regional “, El Aliento
de la memoria. Antropología e historia en la Amazonia andina (François
Correa Rubio, Jean-Pierre Chaumeil, Roberto Pineda Camacho,
eds.), Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Facultad
de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología, Sede
Amazonia, CNRS, IFEA: 68-86.
1
Las iguraciones enigmáticas de seres híbridos se resuelven muchas veces
aplicando una lectura cultural en la cual cada parte del animal es una referencia
a un espacio o un dominio particular. La otra opción, alternativa, que tratamos
de establecer con estas iguraciones es de analizarlas como imágenes análogas de
seres existentes que son construcciones realizadas a partir de elementos poseídos
por este ser. Así, un ciervo-volante puede ser igurado de dos modos: o de
manera naturalista como un cucarrón al cual se reiere este nombre, o de manera
analogista construyendo un hibrido a partir de un ciervo con alas. Esta segunda
opción se reiere al cucarrón de manera indirecta mediatizando su evocación por
las imágenes de su nombre. Las Alas del Tigre son entonces una referencia a una
parte de seres imaginarios que se encuentran en la iconografía amerindia que
aluden posiblemente a las alas de himenópteros vistos como “tigres”, i.e. jaguares
por su cualidad de “depredadores”.
223
AMAZONÍA
Memorias de las
Conferencias Magistrales del
3er Encuentro Internacional
de Arqueología Amazónica
Stéphen Rostain
editor
Amazonía.
Memorias de las Conferencias Magistrales del 3er Encuentro
Internacional de Arqueología Amazónica
Philippe Descola
¿Existen paisajes amazónicos? 19
Nigel Smith
A rainforest cornucopia: the cultural importance of native
fruits in Amazonia 31
Denise Schaan
Chronology of landscape transformation in Amazonia 51
Heiko Prümers
100 años de arqueología en los Llanos de Mojos 73
Michael Heckenberger
Tropical garden cities of the southern Amazon 187
Dimitri Karadimas
Las alas del tigre: acercamiento iconográico a una mitología común
entre Los Andes prehispánicos y la Amazonía contemporánea 203