CUENTOS
CUENTOS
CUENTOS
Érase una vez un pequeño pez que vivía con su familia en un estanque dentro
de un denso bosque. El padre del pequeño pececito era el rey de todos los
peces del estanque y allí pasaban sus días en paz y tranquilidad.
Un día, un gran dinosaurio que vivía en el bosque, llegó hasta el estanque.
Tenía tanta sed que comenzó a beber el agua del estanque, tanta bebió que
acabó con la mitad del agua.
Los peces, preocupados porque el dinosaurio pudiera volver al día siguiente y
terminar de beberse el agua del estanque fueron a ver al rey en busca de
ayuda. Sin embargo, el pez rey no encontraba la solución. Entonces, el
pequeño pez, hijo del rey, dijo:
- Oh padre, tengo una idea. Voy a derrotar al dinosaurio.
Al día siguiente, el dinosaurio volvió al estanque dispuesto a beber de su fresca
y rica agua, pero entonces apareció el pequeño pez, que muy valiente y
decidido se plantó delante de él y le dijo:
- Estimado amigo Dino, por favor, no bebas el agua de este estanque.
El dinosaurio, comenzó a reír a carcajadas y le dijo que no se iría hasta terminar
con toda el agua. Pero el pececillo siguió y siguió insistiendo, tanto lo hizo que
al final el dinosaurio le propuso un trato:
- Vamos a hacer una carrera desde esta orilla al otro extremo del estanque. Si
gano yo, beberé toda el agua que quiera, si ganas tú, me marcharé y no
volveré.
El pez aceptó el desafío y comenzó la carrera. El dinosaurio no tenía dudas de
ganar porque era muy grande y con sólo unas zancadas llegaría al otro
extremo. Pero al comenzar la carrera, el pez nadó tan rápido como pudo. El
dinosaurio, sin embargo, era tan pesado, y lento dentro del agua, que por
mucho que intentó avanzar, iba más lento que el pez, que finalmente ganó la
carrera.
Así el dinosaurio tuvo que darse la vuelta derrotado ante su pequeño
contrincante y buscar otro estanque.
“El ultimo dinosaurio”