Derecho Constitucional (Parte 1) - Mario García Laguardia
Derecho Constitucional (Parte 1) - Mario García Laguardia
Derecho Constitucional (Parte 1) - Mario García Laguardia
1. El texto
1 Rico y Amat, Juan, Historia política parlamentaria de España desde los tiempos
primitivos hasta nuestros días, Madrid, Imprenta de Escuelas Pías, 1860, t. I, pp. 151 y
152.
1
2 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
2. La participación guatemalteca
diz, que se promulgó en el año de 1812 en esa ciudad española, y que es-
tuvo vigente varios años en el país, con base en la cual se produjeron
nuestras primeras experiencias electorales.
Su elaboración debe vincularse estrechamente a los sucesos españoles
de 1808 y a la invasión napoleónica. La opinión general española estuvo
contra Napoleón, y al encontrarse el país sin guía ni dirección, acéfalo el
trono, se organizó popular y localmente contra los franceses, surgiendo
juntas locales y provinciales, algunas más importantes, como la de Sevi-
lla que se autodenominó Suprema de España e Indias, y todas ellas,
finalmente, se refundieron en la Junta Central.
Ésta decidió dar participación americana en su seno, y así se realiza-
ron en Guatemala las primeras elecciones “populares” de nuestra histo-
ria. El sistema “mixto”, complicado y casi fraudulento que estableció el
decreto —fuente de origen de nuestro derecho electoral— parece haber
influido en las aberraciones posteriores que con esta hermosa práctica se
han cometido. Once meses ocuparon nuestros pueblos en cumplir con el
original y complicado procedimiento, estérilmente, pues la dinámica de
los acontecimientos impidió acudir a España a Manuel José Pavón, el
electo.6
Superadas las diferencias, se convocó a Cortes por la Regencia —ór-
gano centralizado de cinco miembros que había sustituido a la Junta
Central— por decreto de junio de 1810, y en septiembre, finalmente el
cuerpo constituyente se instaló declarando en su primera disposición que
la soberanía residía esencialmente en la Nación. Más tarde, en una frené-
tica actividad legislativa dictó múltiples disposiciones institucionalizan-
do los puntos programáticos del liberalismo: libertad de imprenta, aboli-
ción de la inquisición, supresión del tributo de voto de Santiago,
incorporación a la Nación de todos los señoríos jurisdiccionales, aboli-
ción de los dictados de vasallo y vasallaje, supresión de pruebas de no-
bleza, abolición de mitas y repartimientos de indios, libertad de indus-
tria, libre de comercio… Aquella noche, la del 24 de septiembre, de la
6 Representación del capitán general González Mollinedo informando al secretario
de Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia, fechada el 1o. de enero de
1810, sobre lo practicado y el estado de la elección de diputados a la junta central. Archi-
vo General de Indias, audiencia de Guatemala, legajo 493. Es curioso señalar que con
motivo de esta elección se produjo la primera campaña política en el país, con propagan-
da y debate. Las paredes de la capital aparecieron pintadas con leyendas adversando al
que saldría electo, utilizando, hecho también curioso, un palíndromo político.
Al derecho y al revés/ No va Pavón/ NóvaP avon.
GUATEMALA 5
Tal vez se dirá que por lo que toca a la libertad de comercio en general, y am-
pliación del de Filipinas, he informado en contra del consulado de Guatemala.
No lo niego, es público, mas yo, que ni soy apoderado del Ayuntamiento ni
del Consulado, digo y sostengo en público como representante de la Nación lo
que en conciencia debo, sin respeto a ninguna corporación...
2. Tradición y modernismo
11 Carlos Marx escribía para el New Daily Tribune de Londres: “La verdad es que la
Constitución de 1812 es una reproducción de los antiguos fueros, pero leídos a la luz de
la Revolución francesa y adaptados a las necesidades de la sociedad moderna... la ansio-
sa limitación del poder real el rasgo más combativo de la Constitución de 1812, si bien
puede explicarse perfectamente por los frescos e indignantes recuerdos del despotismo
de Godoy, se deriva en sus orígenes de los antiguos fueros de España... pueden señalarse
en la Constitución de 1812 inconfundibles síntomas de un compromiso concluido entre
las ideas liberales del siglo XVIII y las oscuras tradiciones teocráticas... lejos de ser una
copia servil de la Constitución francesa de 1791, fue un producto genuino y original, sur-
gido de la vida intelectual española, regenerador de las antiguas tradiciones populares,
introductor de las medidas reformistas enérgicamente pedidas por los más celebres auto-
res y estadistas del siglo XVIII y cargado de las inevitables concesiones a los prejuicios
populares” (Revolución en España, Barcelona, Ariel, 1960, pp. 124, 125-129). Especial-
mente interesante resulta analizar los trabajos de Marx sobre la revolución española, ilu-
minados por un enfoque metodológico usualmente ignorado en los estudios de tendencia
marxista. En carta a Engels del 2 de agosto de 1854 le decía: “Mi principal tema de estu-
dio es ahora España. Hasta el momento y básicamente en fuentes españolas, he estudiado
10 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
las épocas de 1808 a 1814 y de 1820 a 1823. En este momento estoy pasando al periodo
de 1834 a 1843. Es una historia bastante confusa. Es verdaderamente difícil dar con las
causas de los desarrollos...”.
12 Instrucciones para la Constitución Fundamental de la Monarquía Española y su
gobierno de que ha de tratarse en las próximas Cortes Generales de la Nación dadas por
el M.I. Ayuntamiento de la M.N.I. Ciudad de Guatemala, a su diputado el señor don
Antonio de Larrazábal, canónigo penitenciario de la santa iglesia metropolitana, formada
por el señor José María Peynado, regidor perpetuo y decano del mismo Ayuntamiento.
Las da a luz en la Ciudad de Cádiz, el referido diputado. En la imprenta de la Junta Supe-
rior, año de 1811.
13 Apuntes instructivos que al señor don Antonio de Larrazábal, diputado a las Cor-
tes Extraordinarias de la nación española por el cabildo de la ciudad de Guatemala, die-
ron sus regidores don José de Isasí, don Sebastián Melón, don Miguel González y don
Juan Antonio Aqueche. Nueva Guatemala, Impresa en la Oficina de Manuel de Arévalo,
año de 1811.
14 Apuntamientos sobre la agricultura y comercio del Reino de Guatemala que el se-
ñor don Antonio de Larrazábal, diputado en las Cortes Extraordinarias de la Nación por
la misma ciudad, pidió al real consulado en la junta de gobierno del 20 de octubre de
1810. Nueva Guatemala, Impresa en la oficina de don Manuel Arévalo, año de 1811.
Véase, también, García Laguardia, Jorge Mario, La Génesis del constitucionalismo gua-
temalteco, Guatemala, Editorial Universitaria, 1971. Donde se incluye una reproducción
facsimilar de los tres raros documentos.
GUATEMALA 11
Una Constitución, pues, que prevenga el despotismo del jefe de la nación, que
señale los límites de su autoridad; que haga del rey un padre y un ciudadano;
que forme del magistrado un simple ejecutor de la ley; que establezca unas
leyes consultadas con el derecho natural, que contiene en sí todas las reglas
de lo equitativo y lo justo, y que se hallen revestidas de todos los caracteres
de bondad absoluta y de bondad relativa a los objetos primarios de la socie-
dad; que enseñen a los pueblos sus deberes; que circunscriban sus obligacio-
nes, y que a éstas, y a sus derechos señalen límites fijos e inalterables; que
establezcan una administración clara, sencilla y cimentada en los principios
de propiedad, libertad y seguridad; que bajo tales principios, e ilustradas con
la filosofía, guarden proporción entre los delitos y las penas, y no establezcan
otras más que las absolutamente necesarias y útiles a la sociedad. Un sistema
económico y político que auxilie los tres grandes principios de propiedad, li-
bertad y seguridad. Una instrucción pública y metódica que disipe la ignoran-
cia de los pueblos, y que difundiendo las luces promuevan la utilidad gene-
ral.15
15 Este párrafo recuerda “a los enciclopedistas y, en mayor grado, a Locke”, que Car-
los José Gutiérrez apunta en una breve y sugestiva investigación de historia constitucio-
12 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
no otro modelo que la Constitución inglesa... hallar, ordenar, y fijar estos con-
trapesos al Poder Monárquico, en unos términos que lo equilibren y no lo des-
truyan, que lo obliguen a caminar por un carril demarcado sin hacerle violen-
cia... Fuera de esta razón para escoger el de la Constitución inglesa, nos
impulsaban al propio efecto el honor mismo de nuestra antigua, que si no
pudo, o no tuvo oportunidad para ordenarlos y fijarlos, reconoció, al menos,
antes que aquélla y usó separadamente los contrapesos.
14 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
julio de 1824, actas de sesiones públicas, sesión del 24, B6.26, expediente 2968, legajo
115, Archivo General de Centroamérica en ciudad de Guatemala); García Laguardia, Jor-
ge Mario, “La independencia de la capitanía general de Guatemala. El dilema del nuevo
régimen”, Anales de la Academia de Historia de Guatemala, 2005. Y, recientemente
Sáenz de Santa María, Carmelo, “El proceso ideológico institucional de la Capitanía ge-
neral de Guatemala hasta las provincias unidas del Centro de América. De provincias a
Estado”, Revista de Indias, Madrid, año XXXVIII, núms. 151 y 152, enero-junio de
1978, pp. 149-181.
19 Las bases y el texto de la Constitución federal de 1824 están publicadas en “Di-
gesto constitucional de Guatemala”, Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y So-
ciales de Guatemala, época III, núms. 2, 3 y 4, t. IV, 1944. Véase también el Proyecto de
Constitución de la República de los estados federados del Centro de América, Guatema-
la, Imprenta de Ignacio Beteta, 1824.
GUATEMALA 17
20 Tovar Cruz, Pedro, Los montañeses. La facción de los lucíos y otros aconteci-
mientos históricos de 1846 a 1851, Guatemala, Editorial Universitaria, 1971; Molina Pe-
dro et al., Proyecto de Constitución para la República de Guatemala, presentado al Su-
premo Gobierno. Dictamen y voto razonado de Alejandro Marure, Guatemala, Imprenta
de la Paz, 1848; y Acta Constitutiva de la República de Guatemala, decretada por la
Asamblea constituyente de 1851, Guatemala, Imprenta de la Paz, 1851. Véase especial-
mente Lee Woodward, Ralph y Carrera, Rafael, La creación de la República de Guate-
mala 1821-1871, trad. de Jorge Skinner Klee, Guatemala, CIRMA y Plunstock Mesoa-
mérica Studio, 1971.
GUATEMALA 19
co y una nueva administración pública cada vez más amplia que cubre
una serie de nuevos servicios considerados de carácter público. El viejo
programa político de la primera generación liberal de la independencia,
que había esperado pacientemente su turno, fue recogido por esta nueva
generación triunfalista y llevado a sus extremos. Pero fiel a ese programa
inicial, no organizó una democracia con amplia participación popular,
sino un régimen censitario cuidadosamente elitista, que devino en un pa-
ternalismo autoritario —aunque reformista— que encontró en el positi-
vismo kantiano, tamizado por la inteligencia liberal, el instrumento teóri-
co para justificar la nueva era. Cuando el nuevo régimen logró identificar
alrededor suyo a todas las clases altas, puede pensarse que del liberalis-
mo se pasó al progresismo.
En junio de 1871, un ejército que invadió el país por la frontera occi-
dental de México entró triunfante a la capital, y así se inicia bajo la direc-
ción de Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados —productor agrí-
cola del interior, el primero, y comerciante de la capital, el segundo— el
movimiento liberal de reforma. Ya en el Manifiesto —que se produce aún
en campaña— la idea constitucional se abre camino y se ofrece la supre-
sión del Acta Constitutiva de 1851. En marzo de 1872 el proceso hacia la
constitucionalización se abre camino, y se instala una Asamblea Constitu-
yente que formula dos proyectos que nunca fueron aprobados. En el pri-
mero (del mes de agosto), los conservadores imprimen su sello: adoptaba
el régimen republicano, unitario y fuertemente nacionalista; establecía fi-
nanciamiento oficial para la Iglesia católica; una enumeración amplia de
“garantías individuales”; reducía notablemente el cuerpo electoral creando
un cuerpo intermedio de representación de intereses; adoptaba el bicame-
ralismo; un Poder Judicial con amplias atribuciones y reconocía la autono-
mía del gobierno local.21 El segundo, calificado por el grupo radical que
tiene ya una mejor situación en la Asamblea, tiene un tono diverso: el cen-
tro americanismo insufla su articulado; legisla ampliamente sobre inmigra-
ción; reconoce a la católica como la religión del país, pero no especifica
ayuda económica estatal; menos amplio en la enumeración de los derechos
individuales manifiesta tendencia a fortalecer al Poder Ejecutivo; adopta el
unicameralismo y propone —única vez en nuestra historia— un régimen
parlamentario; crea un tribunal de casación y un Poder Judicial indepen-
21 Proyecto de Constitución para la República de Guatemala, presentado a la Asam-
blea Constituyente el 20 de agosto de 1872 por la comisión encargada de formarlo, Gua-
temala, Imprenta de la Paz, 1872.
20 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
Estuvo vigente hasta l944 —longevidad común a los textos liberales de-
finitivos— aunque fue reformada ocho veces (1885, 1887, 1897, 1903,
1921, 1927, 1935 y 1941).
La crisis del régimen del presidente Manuel Estrada Cabrera, que ter-
mino con su caída, produjo una reacción democratizadora,31 y en octubre
de 1920 el presidente Herrera convocó un nuevo constituyente que cono-
ció un proyecto de reformas presentado por una comisión, en enero de
1921, que sustancialmente ampliadas fueron aprobadas por el pleno, en
marzo del mismo año.
El clima general, a la caída de la dictadura, orientaba la opinión públi-
ca a un rechazo de los excesos de poder de los regímenes liberales en su
descomposición y a una reacción contra las concesiones onerosas otorga-
das a compañías extranjeras en el enclave bananero y en los servicios pú-
blicos, además contra privilegios concedidos a los no nacionales.
La Comisión nombrada para dictaminar sobre los artículos de la Cons-
titución reformables presentó un amplio dictamen el 10 de enero, indi-
cando que el objeto de la reforma era:
lución bolchevique y, finalmente, para evitar la vuelta de ominosas tiranías que manchan
toda la vida de nuestra república independiente...”.
41 Asamblea Constituyente, Dictamen de la comisión de reformas constitucionales,
Guatemala, Tipografía Nacional, 1927, pp. III y IV.
32 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
Había que consagrarse —dice uno de los protagonistas— más que nada, a
convertir nuestra Constitución en algo más que una represa de las viejas ideas
liberales. Se necesitaba cuando menos de un suave —ya que fuerte no se per-
mitía— progreso de las reformas sociales. Sin las leyes sociales o de previsión
—o de asistencia social como hoy se llaman—, la nueva Constitución seguiría
repitiendo las viejas doctrinas del liberalismo de antaño, o por lo menos del li-
beralismo de cincuenta años atrás, y los liberales jóvenes o medio jóvenes se-
guiríamos tan viejos como los del tiempo en que la última palabra de avance
fue la Constitución laica.43
A los pocos meses del inicio del nuevo estilo dictatorial —que princi-
pió en 1931— se hizo evidente la decisión de prolongar el mandato pre-
sidencial. El espíritu de las reformas de 1927, orientadas a una democra-
tización del régimen, no se avenía con la personalidad del nuevo
“hombre fuerte”, quien presentó una iniciativa a la legislativa con el ob-
jeto de ampliar sus atribuciones, limitar la autonomía municipal —asun-
to que lo irritaba especialmente— y armonizar la ley fundamental con
reformas introducidas a las leyes ordinarias.
En un estudio más extenso de la Carta Constitutiva se estableció la necesidad
de las enmiendas a lo que atañe el porvenir de la producción agrícola por ra-
zón de las tierras cultivadas, a la organización judicial, al ejercicio de la liber-
tad de la prensa, a la incorporación en forma constitutiva de la Ley de Probi-
dad, amén de algunas incongruencias de urgente corrección para el mejor
desenvolvimiento del progreso nacional, de la seguridad de las garantías so-
ciales y de la armonía de relaciones entre los poderes del Estado.44
del mayor estudio la iniciativa del Ejecutivo, que tiende a evitar los latifun-
dios... Esta restricción que se pone al ejercicio de la propiedad privada (impo-
sición a tierra inculta...) va encaminada al orden económico antes que al polí-
tico..., se busca el medio de que la producción agrícola se acreciente...
46 Sólo una voz disidente se levantó, la del diputado Luis Felipe Valenzuela. Reedi-
taba la hazaña que en 1935 había realizado otro solitario, Jorge García Granados, quien
en 1944 pagaba el precio con su exilio en México. La lectura de los periódicos y los do-
cumentos del periodo causan estupor. Explicable es que, cuando la dictadura terminó,
uno de los diputados a la nueva asamblea legislativa propusiera la promulgación de una
ley contra el servilismo.
36 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
Nosotros estimamos —decían los diputados por voz de Jorge García Grana-
dos— que además de aquellos principios liberales de carácter individualista
en que se basó la Constitución de 1879, inspirada en las ideas de fines del si-
glo XVIII y principios del XIX, se han conquistado otros de carácter colecti-
vo, de bienestar y prosperidad social, que junto con aquellos constituyen la
mejor defensa contra la explotación de las mayorías, por parte de los residuos
del coloniaje.
61 Diario de Sesiones de la Comisión de los quince, cit., nota 55, pp. 260 y ss.; véa-
se también Diario de Sesiones de la Asamblea..., cit., nota 25, pp. 536 y ss.; Sisniega
Méndez, Manuel Roberto, La Constitución de 1945. Sus fundamentos económicos y so-
ciales, Guatemala, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San
Carlos de Guatemala, 1975, pp. 41-48.
62 Don Alberto Paz y Paz habla de la revolución y la contrarrevolución en Guatema-
la: “El ejército, aún sin una plena conciencia de ello por parte de sus integrantes, ha sido
una superestructura con frecuencia todopoderosa. Era preferible encauzar esa fuerza,
acotarla, para que de alguna manera se pusiera al servicio efectivo del país. Se pretendió
reducirlo a normas, dignificarlo como institución nacional y ponerle fin al predominio de
la fuerza bruta... sí hubo presiones, muy explicables, de parte de los sectores civiles más
avanzados intelectualmente. Se tenía plena conciencia del peligro de una fuerza armada
prepotente a la que se sacaba de su ámbito habitual para ponerla al servicio del poder ci-
vil... el mismo presidente electo (doctor Arévalo) ejerció indirectamente cierta presión,
temeroso como estaba de no ser obedecido por las fuerza armada…” (entrevista de Jorge
Mario García Laguardia, Diario El Gráfico, 22 de octubre de l968).
63 En la Comisión Redactora, uno de los diputados decía: “...desgraciadamente du-
rante 50 años hemos sido adversados de manera que ellos necesitan una garantía absoluta
de nuestra actuación; debemos proceder lealmente con ellos; ellos van a prestar un jura-
mento de apartarse de las cuestiones políticas; van a ser una garantía de la Constitución y
van a ser una garantía para la revolución...”, Diario de Sesiones de la Comisión..., cit.,
nota 55, p. 48.
GUATEMALA 45
64 Cruz Salazar, José Luis, “El ejército como fuerza política”, Estudios sociales,
Instituto de Ciencia Política de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, núm. 16,
abril de 1972, pp. 81, 82-88 y 89. Muchas veces los oficiales hicieron uso de estas atribu-
ciones: “En cuanto a la constitucionalidad, por ejemplo, muchas veces se debatió dentro
del Consejo, se sostuvo y afirmó que el gobierno constitucional violaba preceptos de la
Carta Magna y que se apartaba de los principios democráticos... como éste hubo muchos
casos más de igual o parecida índole que se debatieron en el seno del Consejo Superior
de la Defensa Nacional y, como una consecuencia, en algunas ocasiones llegó hasta el
conciliábulo con el propio presidente de la República, para poner en claro actos o deci-
siones presidenciales o de los partidos políticos que respaldaban al gobierno, cuya justifi-
cación no satisfacía plenamente el ordenamiento legal” (ibidem, p. 82). El testimonio es
especialmente válido porque el autor fue un oficial de alta graduación que ocupó cargos
militares, incluso miembro de una de las juntas militares que se sucedieron al derroca-
miento del presidente Arbenz.
GUATEMALA 47
68 López Larrave, Mario, “Síntesis del derecho del trabajo guatemalteco”, El derecho
latinoamericano del trabajo, México, Facultad de Derecho de la UNAM, 1974, t. I, p.
834; también del mismo autor, Breve historia del derecho laboral guatemalteco, Guate-
mala, Editorial Municipal, 1974.
69 García Laguardia, Jorge Mario, “El régimen de las universidades privadas”, Le-
gislación universitaria de América Latina, México, UNAM-UDUAL, 1973; y del mismo
autor Autonomía universitaria de América Latina. Mito y realidad, México, UNAM, Co-
misión de Estudios Técnicos y Legislativos, 1976; Marroquín Castañeda, Manuel de Je-
sús, La autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Imprenta Marroquín
Hermanos, 1972; y Ramírez Sánchez, Adonis Emir, Las universidades privadas. Su si-
tuación jurídica en nuestra legislación, Guatemala, Universidad de San Carlos, 1971.
GUATEMALA 51
con los países de la Europa Balcánica y satélites de la URSS, la guerra civil de Guatema-
la de 1954 podría emparentarse con la revolución prefabricada de Praga de 1948. Los re-
gímenes políticos son dictatoriales en ambos casos, pero las dictaduras sudamericanas
son de tipo conservador (fascista) y no de tipo progresista. La Asamblea guatemalteca de
1954 fue elegida sobre una lista única de 66 miembros presentada en bloque a la aproba-
ción de los electores para una votación pública: es exactamente la técnica de las eleccio-
nes fascistas, agravadas por la autoridad del secreto de la votación” (Instituciones políti-
cas y derecho constitucional, Barcelona, Editorial Ariel, 1962, p. 335).
74 Melville, Thomas y Melville, Marjorie, Tierra y poder en Guatemala, San José de
Costa Rica, Editorial Universitaria Centroamericana, 1975, pp. 171 y ss. Al discutirse el
tema un diputado recogía la opinión del Pleno: “La malévola frase «la función social de
la propiedad» dio origen precisamente al Decreto 900 (ley de reforma agraria del presi-
dente Arbenz) que estuvo a punto de llevar a Guatemala al mayor desastre de su historia,
tanto en la práctica como en la teoría, porque el verdadero problema agrario de Guatema-
la no es la escasez de tierras sino la necesidad de hacer que las tierras produzcan más”. Y
el comité coordinador de las cámaras de agricultura, industria y comercio, afirmó que:
“La justicia social es una ambigüedad peligrosa. Para los comunistas y socialistas, la jus-
ticia social se deja a la conciencia de cada individuo... no estamos en contra de la justicia
social sino contra la forma demagógica en que utiliza estos términos. La empresa privada
54 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
Más de la mitad del texto está dedicado a los derechos humanos, posi-
blemente con razón, sus redactores han calificado por esto a la Constitu-
ción como una Constitución humanista. El título II se denomina Dere-
chos humanos, y tiene cuatro capítulos, a saber: derechos individuales,
derechos sociales, deberes y derechos cívicos y políticos, y limitaciones
a los derechos constitucionales. Su tratamiento es el generalmente acep-
tado, con una novedad que comentaremos aparte sobre la recepción del
derecho internacional.
Mención especial merecen tres disposiciones incluidas en el capítulo
primero del título primero. Las dos primeras establecen el principio de
supremacía constitucional en forma expresa. El artículo 44 establece que
los derechos y garantías que otorga la Constitución no excluyen otros
que, aunque no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona
humana, y que el interés social prevalece sobre el interés particular; ade-
más que serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones gubernativas o
de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los de-
rechos que el texto garantiza. El artículo 45 indica que la acción para en-
juiciar a los infractores de los derechos humanos es pública y puede ejer-
cerse mediante simple denuncia, sin caución ni formalidad alguna, y que
es legítima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los
derechos y garantías consignados.
En este contexto debe interpretarse el artículo 46, que constituye una
de las más importantes innovaciones del texto y que expresa que “se es-
tablece el principio general de que en materia de derechos humanos, los
tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen
preeminencia sobre el derecho interno”, el cual introduce una nueva vi-
sión en el problema de la jerarquía normativa que los constituyentes
omitieron resolver expresamente. Puede afirmarse que la fuente de esta
...el hecho que la Constitución haya establecido esa supremacía sobre el dere-
cho interno debe entenderse como su reconocimiento a la evolución que en
materia de derechos humanos se ha dado y tiene que ir dando, pero su jerar-
quización es la de ingresar al ordenamiento jurídico con carácter de norma
constitucional que concuerde con su conjunto, pero nunca con potestad refor-
madora y menos derogatoria de sus preceptos por la eventualidad de entrar en
contradicción con normas de la propia Constitución, y este ingreso se daría no
por vía de su artículo 46, sino —en consonancia con el artículo 2o. de la Con-
vención— por la del primer párrafo del 44 constitucional. El artículo 46 jerar-
quiza tales derechos humanos con rango superior a la legislación ordinaria o
derivada, pero no puede reconocérsele ninguna superioridad sobre la Consti-
81 Gross Espiell, Héctor, “Los tratados sobre derechos humanos y el derecho inter-
no”, Estudios en homenaje al doctor Héctor Fix Zamudio en sus treinta años como in-
vestigador de las ciencias jurídicas, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas, 1988; también Vásquez Martínez, Edmundo y García Laguardia, Jorge Mario,
Constitución y orden democrático, Guatemala, Universidad de San Carlos Guatemala,
1984, pp. 145-148.
62 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
do en el proceso en esta línea que viene desde el siglo pasado con una
gran riqueza institucional.
En el derecho constitucional guatemalteco se han configurado desde
los inicios de la vida republicana tres instituciones de garantía constitu-
cional perfectamente diferenciadas: el habeas corpus, instituto de raíces
inglesas, recogido desde nuestra primer codificación en 1837 y constitu-
cionalmente en la Constitución liberal de 1879; el amparo, institución to-
mada del modelo mexicano del siglo XIX, pero con un desarrollo propio
muy característico que se incorpora en las reformas constitucionales de
1921; y el control de constitucionalidad de las leyes, la revisión judicial
con antecedentes en los primeros años republicanos, de influencia esta-
dounidense y que se incorpora también en las reformas de 1921.
La Constitución vigente de 1985 dedica el título VI a lo que llama ga-
rantías constitucionales y defensa del orden constitucional, cuyo conte-
nido se explica por sí mismo en su división capitular: exhibición perso-
nal, amparo, inconstitucionalidad de leyes, Corte de Constitucionalidad,
Comisión y procurador de los derechos humanos, y Ley de Amparo,
Exhibición personal y de constitucionalidad (artículos 263-276).
El habeas corpus, denominando exhibición personal, se regula en dos
largos artículos (263 y 264) que son desarrollados en la Ley Constitucio-
nal de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad (en adelan-
te LAEPC). Se trata de un verdadero proceso constitucional que tiene las
siguientes características: su finalidad consiste en la protección de la li-
bertad individual contra detenciones arbitrarias y el tratamiento ade-
cuado en el caso de las detenciones legales. Procede contra actos de au-
toridades, se orienta a hacer cesar los actos arbitrarios, tiene impulso
procesal de oficio, su trámite es totalmente antiformalista, las diligen-
cias no pueden ser sobreseídas y no se puede desistir de ellas mientras
no se localice el detenido, agraviado o desaparecido (además de los ar-
tículos constitucionales citados en la LAEPC se le dedican los artículos
82 al 113).
El amparo está definido constitucionalmente en un solo artículo de la
Constitución, el cual preserva y profundiza en la tradición que viene de
la reforma de 1921. El artículo 265 establece que:
...se instituye el amparo con el fin de proteger a las personas contra las amena-
zas de violaciones a sus derechos o para restaurar el imperio de los mismos
cuando la violación hubiere ocurrido. No hay ámbito que no sea susceptible
66 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
dad. Esta decisión quedo plasmada en el decreto dictado ese día, con el
nombre de Normas temporales de gobierno. Era un golpe atípico en el
país porque lo efectuaba el propio presidente de la República. La Corte
de Constitucionalidad se reunió esa misma mañana y en la tarde, en ejer-
cicio de las facultades que le otorga la Constitución y en especial en el
de la función de “actuar en asuntos de su competencia”, dictó una sen-
tencia en la que se resolvió que la decisión del presidente, contenida en
el decreto referido y todos los actos que del mismo se derivaran, trasgre-
dían disposiciones terminantes de la Constitución, representaban el rom-
pimiento del orden constitucional. Como consecuencia declaró que todos
aquellos actos adolecían de nulidad ipso jure y que en consecuencia de-
bían dejarse sin efecto. En su parte resolutiva declaró expresamente in-
constitucional el decreto de Normas temporales de gobierno, el cual de-
bería dejar de surtir efecto ordenando su inmediata publicación en el
Diario Oficial. Sin embargo, la sentencia no fue publicada y tampoco
acatada. El presidente Serrano pretendió llevar adelante la ejecución del
decreto que “legalizaba” el golpe, y pasaron varios días de gran incerti-
dumbre y de enfrentamiento entre el presidente y la comunidad nacional,
con la reprobación de la comunidad internacional.
La Corte estimó que sus resoluciones debían acatarse. La ley de la ma-
teria indica que las decisiones de la Corte vinculan al poder público y que
tienen plenos efectos frente a todos. El artículo 203 constitucional estable-
ce que todos los otros organismos del Estado deben prestar el auxilio debi-
do a los tribunales de justicia para el cumplimiento de sus resoluciones.
Con esa base, la Corte dictó el 31 de mayo un auto de seguimiento de la
sentencia, un auto de ejecución mediante el cual requirió al Ministerio de
Gobernación y al ministro de la Defensa Nacional para que prestaran el
auxilio necesario, a efecto de que la sentencia se publicara en el Diario
Oficial, y que el fallo se cumpliera por el organismo ejecutivo.
En el clímax del conflicto, al día siguiente, por medio de la cadena de
radio y televisión, el alto mando del ejército invitó a la Corte, la cual se-
sionaba clandestinamente porque la policía había ocupado su sede, a una
reunión en Palacio. En esa reunión se notificó al ministro de la Defensa
el contenido del auto, el que informó que el ejército había decidido aca-
tar lo ordenado por la corte y que el presidente de la República había de-
cidido abandonar el cargo, antes de restablecer el orden constitucional.
Así la sentencia de la Corte fue ejecutada, se restableció el orden consti-
GUATEMALA 73
88 García Laguardia, Jorge Mario, “El procurador de los Derechos Humanos de Gua-
temala. Primer ombusman de América Latina. Primera década”, Cuadernos Constitu-
cionales México-Centroamérica, México, núm. 29, UNAM, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas, Centro de Estudios Constitucionales México-Centroamérica, Corte de
Constitucionalidad de Guatemala, 1998.
76 CONSTITUCIONES IBEROAMERICANAS
8. Intentos de reforma