Historia Del Arte Del Siglo Xix
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Por otra parte, y como consecuencia del desarrollo de las revoluciones industriales, asistimos a un
rápido crecimiento de las ciudades y, en consecuencia, a la consolidación de los modelos de la
vida urbana. Ahora la ciudad se convierte en un espacio múltiple, en los que malconviven las
ordenadas zonas burgueses con los suburbios en los que se asienta la clase obrera. Con ello, las
geografías urbanas reflejarán la nueva división social que caracteriza a las sociedades capitalistas
emergentes. Y, de este modo, reaparece con fuerza el urbanismo, la necesidad de proceder a la
planificación del crecimiento de la ciudad, de forma que sus distintos elementos puedan cumplir las
funciones a las que se les destina.
.
Emparentada en cierto modo con la tendencia anterior, receptiva a las novedades aportadas por
las revoluciones industriales, nos encontraremos también con una arquitectura del hierro, que
hace de este material su principal elemento constructivo. Se trata de un hiero colado, que permite
elaborar piezas de gran tamaño y levantar con ellas complejas estructuras, completadas
frecuentemente con cierres de cristal, otras de las novedades de la época.
Un breve resumen sobre el tema, en esta página. En esta otra disponéis de una extensa síntesis,
aplicada al caso español, aunque carente de ilustraciones. Visitad también la página del Museo de
la Casa de Víctor Horta, el más importante de los arquitectos modernistas europeos. Como
curiosidad, daos un paseo virtual por la Torre Eiffel o uno, más doméstico, por el Museo Casa
Lis de Salamanca.
Indice
1. Antecedentes.
2. Palacio de Bellas Artes.
3. Casa boker.
1. Antecedentes.
La capital manifestó su crecimiento desde 1890 extendiéndose hacia el barrio de Santa Maria la Ribera, al
poniente y hacia Arcos de Belén al sur. De 1895 a 1905 la actividad constructiva se acrecentó haciendo
evidentes los profundos y favorables cambios que se producían en el habitad de la burguesía capitalina y los
edificios institucionales y privados, en contraste con el empeoramiento de las viviendas de las clases bajas. Si
bien el régimen porfirista intentó dar gran esplendor a la ciudad de México pretendiendo dotarla de la
infraestructura necesaria para la gran urbe, en los barrios bajos, zonas viejas del centro de la ciudad y las
zonas pobres de algunos barrios, el hacinamiento, la miseria y la insalubridad de las viviendas proliferaban
velozmente.
"Las mansiones señoriales y nobiliarias de la época virreynal, habían perdido para muchas gentes el valor y la
nobleza que habían dado fama a la capital un siglo antes, siendo calificadas de "severas y tristes". Así, las
familias que las habitaban, se desplazaron hacia las nuevas colonias que ofrecían la posibilidad de una vida
más "moderna". Por tales razones, muchas de estas mansiones pasaron a ser casas multifamiliares a las que
por su nuevo carácter colectivo se les añadieron muros, pisos y otros espacios, para que en ellos pudieran
habitar el mayor numero de personas, fomentándose con esto el hacinamiento, la promiscuidad y la falta de
higiene de sus habitantes, y al mismo tiempo la mutilación y destrucción, en muchos casos, de los edificios
virreinales. Esto trajo como consecuencia inmediata, el completo abandono de estos barrios que, en poco
tiempo, se propago también a sus edificios y a sus habitantes.
Varias fueron las razones que determinaron la creación arquitectónica de este periodo: la influencia de los
nuevos estilos que imperaban en Europa a principios del siglo, al igual que algunos factores culturales
diversos entre los que destacan el europeismo principalmente que fueron interpretados como símbolo de
"status", de distinción y "modernidad"; el cambio en la economía del país, junto con la aparente estabilidad
política y social; La introducción de nuevas y revolucionarias técnicas de construcción, fueron algunas de las
más importantes.
El eclecticismo.
Por lo prolongado del período porfiriano, encontramos que no existe, en realidad, una doctrina arquitectónica
única y definida en cuanto a repertorios formales y organización de los espacios; sin embargo podemos
establecer un común denominador en ella: la importación de todo extranjerismo. Hay que considerar que los
arquitectos que se establecieron en nuestro país: franceses, belgas, italianos, ingleses y norteamericanos,
contribuyeron a la diversificación de los esquemas arquitectónicos, ya que pertenecían a diferentes
tendencias: eclécticos, historicistas, y seguidores del nouveau, fundamentalmente. Por otra parte, hay que
tomar en cuenta que muchos arquitectos mexicanos de aquella época, habían recibido su formación
profesional en Europa o en los Estados Unidos de Norteamérica, o bien provenían de la Escuela de
Arquitectura dependiente de la Academia Nacional de San Carlos en la cual, lógicamente, recibieron una
formación también europea. Desde tiempos de Santa Anna fue común enviar a jóvenes mexicanos a hacer
sus estudios a Europa; por ejemplo Juan y Ramón Agea fueron enviados por el propio Santa Anna a estudiar
a Roma, regresando en 1846 e introduciendo por primera vez los Tratados de Reynaud y Viollet-Le Duc.
Antonio Rivas Mercado, estudió asimismo en Inglaterra y posteriormente en la Escuela de Bellas Artes de
Paris, regreso a México en 1879 y fungió como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes a partir de
1903.
Entre los arquitectos extranjeros que vinieron a nuestro país durante el porfiriato tenemos por ejemplo:
Adamo Boari.
Emilie Benard.
Máxime Roisin.
Silvio Contri.
Ernest Brunel.
Luis Long.
Siendo italiano el primero y franceses los últimos; los tres vinieron a México en 1897, con el motivo del
concurso internacional para el proyecto del Palacio Legislativo y todos ellos fueron formadores de posteriores
generaciones de arquitectos: los dos primeros como profesores en la Academia, y el último como creador de
un taller propio que funciono hasta 1914. Así, dentro de los discípulos de Boari tenemos a:
Muchos otros arquitectos extranjeros, se dedicaron a construir solamente: Lemos y Cordes, arquitectos
norteamericanos, por ejemplo, construyeron los edificios de la Casa Boker (1898) y la Mutua (1900); Silvio
Contri, italiano proyectó el edificio para la Secretaria de Comunicaciones (1906); Ernest Brunel, frances, el
mercado de Guanajuato (1904-1910); Luis Long, suizo, el Palacio de Gobierno de Guanajuato, etc.
Consecuentemente la variedad de "estilos" arquitectónicos es una característica más connotada de este
período estos, sin embargo casi nunca fueron trabajados a la manera del historicismo arquitectónico, sino
siguiendo al movimiento ecléctico.
Todas las actividades se saturan de "europeismo" y la arquitectura sigue paralelamente la moda y estilos que
con tanta inestabilidad se manifiestan en la misma Europa.
El eclecticismo estilístico, pueblan los edificios oficiales de las formas del gótico, de copias del templo griego o
de inspiraciones de la arquitectura prehispánica. El único estilo o pseudo estilo genuino de la época el Art.
Nouveau se "adopta en una construcción tan importante como el " Palacio de Bellas Artes", enorme masa de
mármol blanco seguramente el edificio más acabado en su estilo en todo el mundo.
El proyecto fue realizado por el arquitecto italiano Adamo Boari, quien diseñó un edificio que incorporaba los
avances tecnológicos de los mejores teatros de la época. El edificio se caracterizaba por organizar las salas
en torno a un gran hall, rematado por una triple cúpula situada entre el vestíbulo y la sala de espectáculos.
Esta sala tendría forma de embudo, para lograr así los mejores efectos acústicos y visuales. Su cupo sería de
1791 personas distribuidas entre palcos aislados, generales, lunetas y galerías. También contaría con un
palco presidencial, situado exactamente a media sala, con dos elevadores privados y un gabinete de aseo.
Originalmente la construcción del edificio duraría cuatro años, pero se fue alargando a causa de los
hundimientos del terreno y del movimiento armado de 1910. Hacia 1915 era poco lo que se hacía; Boari deja
el país en 1916 y a lo largo de los siguientes tres lustros se hicieron algunos trabajos de poca envergadura,
hasta que se reinician las obras en 1932, bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal, quien
las concluyó totalmente en marzo de 1934.
No se puede dejar de mencionar la famosa cortina de mosaicos de cristal sobre lámina de acero, realizada por
Tiffany Studios de Nueva York. Esta impresionante obra, que representa una vista del valle de México, está
hecha con más de un millón de piezas de cristal opalescente, cuya elaboración tardó casi dos años y es única
en el mundo por su mérito artístico.
En el interior del hall y de la sala, Federico Mariscal aplicó un revestimiento de diversos mármoles nacionales
y una espectacular decoración art dèco realizada en París por la casa Edgar Brandt, que incorpora motivos
mexicanos, como mascarones mayas en acero y cactáceas en bronce.
Comercio y Abasto.
La expansión de la habitalidad comercial encontró en la ideología liberal porfirista la forma más directa de
enlazarse al sistema económico nacional a través de su limitado mercado interno, de la emergente red
ferroviaria que para entonces contaba con algunos troncales a su paso y con la consolidación y reacomodo
del capital extranjero, el comercio, entonces, continuo desarrollándose y creciendo en manos de extranjeros.
El largo período de paz porfiriana y la política favorable a la inversión extranjera acrecentaron esas
condiciones para que los capitales norteamericanos y europeos incursionaran y controlaran monopolicamente
los principales campos comerciales, hasta dominarlos a través de las principales empresas dedicadas a
diversas actividades de sus diferentes ramas.
Las edificaciones que para el caso requirió este genero se vieron suplidas en el tiempo, bien por que sus
propietarios deseaban tener más impacto en la población o bien por que habían tenido tanto éxito que el
espacio actual ya no satisfacía sus expectativas de tal forma que los espacios aun construidos ex profeso
también sé refuncionalizaron rápidamente, pero en el sentido de la restitución.
En esa dirección, los estilos arquitectónicos se verán casi como simples accidentes temporales que
acompañan a la obra en el tiempo, pues cambiarían también al modificarse el espacio edificado. Las modas
estilísticas serán entonces como modas de la alta confección; cambiarían según la temporada, la moda y el
modisto. Así la especialidad del comercio, principalmente de artículos extranjeros manifestara por
circunstancias diversas las que en Europa especialmente Francia, esté dominando el campo de la
Arquitectura, de la Ingeniería y los estilos expresados en ellas iran ligados irremediablemente al bogaje
cultural de quienes la proyectan y, sobre todo, a la idea de país a la que se aspira.
Las ideas estéticas en la arquitectura, así como en muchas otras en las demás esferas del conocimiento,
estarán entonces subsumidas al eclecticismo. Pero un eclecticismo que, en un principio, exige un amplio
conocimiento de una gran cantidad de estilos con sus respectivos cánones compositivos, mismos que
conforman toda una gama de donde los compositores seleccionan lo mejor según el cometido del edificio,
incluyendo desde luego los sistemas constructivos y materiales más modernos para su concreción.
En la especialidad en la venta de artículos de ferretería la Casa Boker fue sin duda, la más famosa de su
tiempo y su genero.
3. Casa boker.
En el siglo XIX, en la esquina noroeste de las calles de Coliseo Viejo y del Espíritu Santo (actualmente 16 de
Septiembre e Isabel La Católica) se encontraba el famoso hotel y café de "La Gran Sociedad", así como el
"Portal del Águila de Oro" donde se alojaban los libreros de viejo de la antigua ciudad de México. Este terreno
hoy lo ocupa la Casa Boker, y tiene sus orígenes en el siglo XVI, ya que formó parte del hospital del Espíritu
Santo.
En mayo de 1865 llegó a México un joven alemán llamado Roberto Boker (1843-1912), quien fundó en ese
sitio, con gran éxito, una ferretería. Dentro del inventario que manejaba se encontraban desde fuetes para
cocheros, carros de caballos de diferentes tipos, autos de vapor marca White, hasta carros de bomberos.
Al terminar el siglo XIX, debido al crecimiento del negocio, el Sr. Boker compró el inmueble y los aledaños
para construir su propio edificio; el cual hasta la fecha sigue perteneciendo a la familia ya durante cuatro
generaciones, caso raro en un giro comercial en la ciudad de México.
El proyecto de la Casa Boker fue de los arquitectos neoyorquinos De Lemos y Cordes; los contratistas fueron
A.R. Whitney Co., de Nueva York, y la obra la llevó a cabo el ingeniero mexicano Gonzalo Garita en dieciséis
meses. Un detalle interesante en la construcción fue que el fotógrafo judío-húngaro Guillermo Kahlo realizó su
primer trabajo como fotógrafo profesional con el seguimiento de la construcción de este edificio.
Al excavar el terreno para colocar la cimentación se encontraron dos piedras, una de origen prehispánico que
representa un águila, y la otra virreinal, la que se supone que es el escudo del primer propietario del predio. La
primera fue donada por la familia Boker al Museo de Antropología y la otra se extravió durante la Segunda
Guerra Mundial, periodo en que el negocio fue intervenido.
Fue la primera construcción que se hace en México totalmente de viguetas de acero en columnas y trabes. La
fachada, enmarcada por dos columnas de granito de Nogales, Sonora, cuenta con amplios escaparates, está
cubierta de cantera de Pachuca, Hidalgo; se deben notar como elementos decorativos los soportes con
cerramiento de arco que abarcan doble altura, el original torreón que corona la esquina y los vistosos relieves
ornamentales de bronce.
Es de admirar la crestería de lámina de latón que remata la fachada y el torreón, también los balaustres,
guirnaldas, cornisas y relieves decorativos, entre otros. Todo lo anterior hace que esta obra sea un magnífico
ejemplo de solidez de la arquitectura porfiriana construida para durar varios siglos.
Casa Boker.
Obra de los arquitectos neoyorquinos Lemos y Cordes de (1892). Ubicada en la Avenida 16 de Septiembre e
Isabel la Católica.
Su estilo ecléctico, es grandioso, ya que suscita la vista de este espléndido Palacio no solo por su notable
dimensión, si no también y principalmente por la sensación de belleza arquitectónica que produce la relación
de sus elementos constructivos y ornamentales.
Es obra del arquitecto Silvio Contri, el edificio muestra recursos renacentista y neoclásicos, para expresar su
eclecticismo. Se encuentra frente a la plaza Manuel Tolsá, en la calle de Tacuba #8 entre las calles de
Xicotencatl y Marconi al poniente, la fachada posterior mira hacia la Calle de Donceles. El edificio ocupa
totalmente la superficie del predio 5 026 m2 con 87 metros de frente por 58 de profundidad, tiene una altura
de 26 metros.
Su estructura es semejante a la del palacio postal, la estructura es metálica, de acero, compuesta por viguetas
de alma llena y otras de celosía unidas por remaches, sobre un gran emparrillado de perfiles de acero
ahogado luego en cemento é igual que la casa de correos, sus entrepisos son de vigueta y bovedilla. El
revestimiento exterior de las cuatro fachadas del Palacio y de sus exteriores así como los elementos
decorativos, se hizo con cantera de color gris de los bancos de San Martín Xaltocan Estado de Tlaxcala, la
herrería en bronce ornamental fue fabricado por la fonderia de Pignone en Florencia Italia.
Edificio de Correos.
El 17 de febrero de 1907 la Ciudad de México esperaba con gran interés un magno acontecimiento: la
inauguración del edificio más soberbio que hasta entonces había levantado el régimen porfirista.
En la antigua Calle de Santa Isabel, esquina con San Andrés abría sus puertas el Correo Central o Palacio
Postal ante el cuerpo diplomático y el gabinete, el presidente Díaz se dirigió a uno de los buzones del interior y
deposito en ellos unas tarjetas ejecutadas por el artista Leonardo Izaguirre, con ello la nueva instalación
comenzó a funcionar, continuando así la tradición de un servicio que existía en México desde la época
prehispánica.
En este lugar existía un edificio se la época virreinal conocido como el hospital de terceros, que para esas
fechas se había convertido en el Hotel de Ferrocarrileros, ahí se empezó a proyectar en 1898 la construcción
de la sede central de correos. Él entonces ministro de obras publicas, por instrucciones expresas del General
Porfirio Díaz, no escatimar esfuerzos y gastos, el arquitecto encargado del proyecto fue el italiano Adamo
Boari, mientras que los cálculos y la concepción fueron obras del mexicano Gonzáles Garita.
El edificio está desplantado sobre una cimentación tipo Chicago tan en boga en esos momentos fue ejecutada
en México por Milliken BROS, de Nueva York.
Adamo Boari concibió el proyecto del Palacio Postal dentro de las líneas de un Palacio europeo que bien pudo
haber estado en cualquiera de las grandes capitales de la época. A pesar de sus dimensiones y el predominio
del macizo sobre el vano, el edificio no da ninguna sensación de pesantez.
El remate general de todo el volumen a base de cresteria ligerísima compone magistralmente el conjunto. Si
estilísticamente hablamos la solución es totalmente Sui generis, la definición final de su estilo es ecléctico,
tiene formas isabelinas con remates e impostas del gótico y plateresco español, con logias venecianas, con
trazos ondulantes del Art Nouveau como las del Palacio de Monterrey en Salamanca, con gráciles ventanas
gemidas y arquillos conopiales.
Edificio de Correos.
Contiene elementos del Gótico Isabelino, Plateresco español y Neogótico en algunos detalles.*
La obra la dirigió el Arquitecto Emilio Dondé. Su fachada es estilo neorrománico, de piedra de chiluca y consta
de tres accesos frontales y dos laterales. El altar mayor en mármol rojo y blanco, alojado un nicho de mosaico
azul, en la parte superior se encuentra una pintura de grandes dimensiones del santo mexicano Felipe de
Jesús. Sus vitrales emplomados con los símbolos que identifican a los evangelistas: el águila a San Juan; el
león a San Marcos; el ángel a San Mateo y el toro a San Lucas. En uno de los altares laterales se puede
observar la escultura del promotor de la construcción del templo, Don Antonio Plancarte y Labastida, obra del
escultor Ponzaneli.
La iglesia tiene planta de tres naves, la central para la estadía de los fieles y las dos laterales como
deambulatorios, su carácter ecléctico se da al estudiar su fachada que es de tipo Neorrománico con algunos
elementos góticos.
Cámara de Diputados.
En este edificio se mezclan elementos Neoclásicos, Clásicos y del Barroco frances.
También hay arquitectos que van a participar de las dos opciones. Así el historicista Viollet-Le-Duc
y el ingeniero Eiffel o Labrouste.
LA ARQUITECTURA HISTORICISTA.
La arquitectura del siglo XIX retoma los estilos anteriores, especialmente el gótico, pero dándoles
nueva formas y adaptándolos a las nuevas necesidades. Así se vuelven a poner de moda el arte
egipcio por Napoleón, el neoindio, el neogriego, el neogótico...
Este último se convierte, a partir de la década de 1.830 en la alternativa al neoclasicismo, aunque
sin reemplazarlo, ambas tendencias conviven a lo largo del siglo.
Sus principales teóricos fueron John Ruskin (1.819-1.900) y Eugene Viollet-Le-Duc (1.814-1.879).
Ambos autores, contrarios a la alteración del paisaje y de la vida humana por la industrialización,
proponen una arquitectura racionalista (=funcional) que satisfaga las necesidades de la época.
Así, en los principales edificios europeos de imitará el estilo gótico. En Inglaterra se restaura y
amplia edificios como el castillo Windsor. Se construyó el Parlamento británico, obra de Charles
Barry y Auguste Pugin
Existieron otras corrientes historicistas, como este Pabellón Real de Brigthon de John Nash .
Entre 1.777 y 1.779 se construyó el primer puente que utilizaba hierro fundido. Lo hicieron
Abraham Darby y Thomas Pritchard sobre el río Seven en Coalbrookdale, en Inglaterra.
Lossiguientes puentes que se van a hacer en Europa van a a tener a éste como modelo.
Más tarde el hierro se utilizó para las construcciones ferroviarias, como la de Saint Lazare, en
París, obra de Henry Labrouste o la de Paddington, en Londres, obra del ingeniero I. K. Brunel.
En la segunda mitad del siglo XIX se utilizará el cristal, el hierro y el hormigón armado. Este último
es más barato que el hierro, se puede fabricar en moldes y no tiene los problemas de dilatación
que tiene el hierro. Se utilizó en edificios públicos como mercados, museos, bibliotecas.
Un ejemplo es la Biblioteca de Santa Genoveva en París, obra de Henry Labrouste. Por fuera es es
un edificio neorrenacentista. El interior es una sala de lectura con arcos y columnas altas.
Entre los mercados destaca el de Les Halle Central de París, obra de Víctor Baltard (1.853).
Pero sin duda, la obra más importante de esta exposición, y que todavía perdura, es la Torre Eiffel,
obra del arquitecto del mismo nombre.
La torre es una estructura que pesa de unas 10.100 tonelada. Está formada por 18.000 piezas de
hierro y que necesitó 2,5 millones de remaches para mantenerse en pie.
Su planta se dibuja en un rectángulo virtual cuyos vértices son los cuatro pilares de grandes
dimensiones sobre los que se apoyan cuatro arcos también gigantescos.
Los progresos en la siderurgia del siglo XIX y la resistencia de los nuevos materiales habían hecho
posible su construcción, impensable años antes.
En España, el máximo representante de la arquitectura del hierro y cristal fue Ricardo Velázquez
Bosco (1.843-1.923), autor del Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid.
La Revolución Industrial provocó un éxodo rural que, a su vez, provocó el desarrollo urbano.
En las ciudades industriales surgió la necesidad de hacer nuevas viviendas a precios asequibles,
por lo que edificaron viviendas insalubres, sin luz, con espacios mínimos...
Estos problemas, unidos a la revolución de los transporte y a la necesidad de favorecer la
circulación por la ciudad, hicieron necesario la puesta en marcha de medidas urbanísticas para
remodelar y ampliar las ciudades.
Aparecen así los modelos urbanísticos utópicos que pretenden construir modelos alternativos a las
ciudades industriales.
El galés Robert Owen (1.777-1.858) propuso la organización de trabajadores en comunidades de
unas mil doscientas personas integradas en aldeas donde se distribuyera de forma clara y
ordenada los edificos públicos, las viviendas, las zonas de producción y de jardines. Se le
considera un socialista y utópico y padre de cooperativismo. Este es su proyecto de ciudad utópica,
New Harmony (Indiana, EE.UU.), según ideó en 1.838. Su proyecto de sociedad utópica fracasó.
El francés Charles Fourier (1.772-1.837) creó los falansterios como forma de hábitat
comunitario. En ellos vivirían no más de 1.600 personas en un espacio con dependencias
públicas y privadas, conectadas por calles interiores.
Otro francés, el filósofo Ethienne Cabet (1.788-1.856) planteó un modelo de ciudad construida
sobre un punto geométrico, atravesada por un río, con espacios verdes, fábricas y hospitales a las
afueras, y con separación de calles para peatones y vehículo. Creó un movimiento, el de los
icarianos, llevando a un grupo de emigrantes a EE. UU. para crear una nueva sociedad. Todas sus
colonias reciben el nombre de Icaria.
Todos estos modelos no funcionaban en la práctica. En realidad, las mejoras que hicieron en las
ciudades fueron por razones higiénicas, debido al hacinamiento y a las infecciones de los barrios
de las clases más pudientes.
El primer proyecto de reforma urbanística que se llevó a la práctica fue el del barón Geoge Eugene
Haussman (1.809-1.891) en París. Fue un encargo de Napoleón III y consiguió, en dieciséis años
una ciudad nueva, dotada de alcantarillado, alumbrado, jardines y con unas grandes avenidas que
atravesaban la ciudad medieval y que comunicaban la ciudad medieval con todos los puntos
neurálgicos de la ciudad. Trazó 165 km. de nuevas vías, derribo manzanas enteras respetando los
monumentos más importantes.
Se realizó entre 1.886 y 1.890. El edificio integraba un teatro, un hotel y unas oficinas. Fue el
primer éxito de la fructífera sociedad entre Adler y Sullivan, que se prolongaría hasta 1.885. Adler
se encargó de las soluciones artísticas y técnicas, mientras que Sullivan se encargó de la
organización compositiva y estética.
La fachada, presidida en su parte baja por grandes arcos de inspiración románica, está
estructurada a partir de líneas claras y simples. No tiene decoración, lo que le da un sentido de de
uniformidad.
Otros rascacielos de Adler y Sullivan son en Wainwrigth Building de San Luis (Missuri)
William Le Baron Jenney (1.832-1.907) realizó el Leiter Biulding de Chicago en 1.879. Este edificio
está sustentado sobre un armazón de metal, con lo que los muros exteriores quedan libres y
permiten abrir grandes ventanales.
También hizo el Home Insurance Buildig, de doce plantas. Este es el primer edificio de Chicago
hecho sobre un esqueleto completo de metal.
Daniel Hudson Burham y John Root realizaron el edificio más alto del viejo Chicago, el Realiance
Building (1.890-1.895). Es una torre de vidrio y cerámica blanca.
Otra obra de Burham es el Flatiron de New York.
http://luz-historia-arte.blogspot.mx/2014/04/la-arquitectura-del-siglo-xix.html