Leahey (1998) Cap 1. Psicología, Historia y Ciencia (Pp. 12-24)
Leahey (1998) Cap 1. Psicología, Historia y Ciencia (Pp. 12-24)
Leahey (1998) Cap 1. Psicología, Historia y Ciencia (Pp. 12-24)
Teorías
La ciencia explica el mundo con teorías, se considere a éstas como verdaderas (la pers-
pectiva causalista-realista) o meramente útiles (la perspectiva positivista-antirrealista).
Sin embargo, el estudio de la naturaleza de las teorías científicas es el área menos asen-
tada de la filosofía de la ciencia actúa! (Savage, 1990). Este autor identifica tres aproxi-
maciones amplias a las teorías, con variaciones en cada una de ellas: (1) el punto de
vista sintáctico, que mantiene que las teorías son conjuntos de sentencias axíomatíza-
das; (2) el punto de vista semántico, que mantiene que las teorías son modelos contra-
factuales del mundo; (3) un punto de vista que denominaremos naturalismo, que sos-
tiene que las teorías son colecciones amorfas de ideas, valores, prácticas y ejemplos. A
partir de estas aproximaciones, hemos elegido tratar cuatro aspectos que tienen una
relevancia particular para la psicología. El primero versará sobre el punto de vista sin-
táctico más antiguo, la visión heredada sobre las teorías, que ha ejercido una gran
influencia en la psicología. En segundo lugar, consideraremos brevemente el punto de
vista semántico que considera a las teorías como modelos, lo que nos llevará al tema
final de esta sección: la contrastación de las teorías. En la sección siguiente, que versa
sobre racionalidad, trataremos la perspectiva naturalista.
Aquí podemos ver lo importante que resulta disponer de una teoría que le indique a
los investigadores qué hay que buscar. Holmes encontró la cerilla porque había con-
cebido una teoría del crimen que le llevó a imaginarlo, mientras que la policía -que
no tenía teoría- fracasó en encontrarla a pesar de su registro meticuloso. Para el reco-
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA 15
ajusta a este ideal se explica como el resultado de otros factores. Por ejemplo, una
bola rodando por la hierba se detiene rápidamente, pero afirmamos que el movi-
miento hubiera continuado para siempre sino fuera por el rozamiento. El científico
no explica el ideal del orden natural, en vez de eso lo utiliza (así como otros factores)
para explicar los fenómenos que no se ajustan a este ideal, como la bola que se para.
La explicación científica es siempre indirecta y metafórica. El científico sólo puede
describir a qué se parecería el mundo si la teoría fuera cierta, y entonces explicar por
qué el mundo no es de esa manera.
Racionalidad
Los griegos antiguos definieron al ser humano como un animal racional, pero desde
los tiempos de Freud esta definición ha resultado cada vez más sospechosa. No obs-
ogos y psicólogos
^ . .^ ^,^,^^, ...^ ^ . ^ ^ ^ como aproximación naturalista a la ciencia, ya que consi-
dera a ésta como una institución que debe examinarse empíricamente más que orde-
narse filosóficamente. Existen muchas formas de llevar a cabo una aproximación natu-
ralista a la ciencia, en esta sección discutiremos tres de ellas: (1) los teóricos de la
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Weltanschauung. liderados por Thomas S. Kuhn, que han ejercido un liderazgo direc-
to sobre la psicología en las tres últimas décadas; (2) los teóricos que consideran a la
ciencia como un asunto de evolución intelectual a lo largo de linajes darvinistas; y (3)
el marco orientado al contenido de los thematas científicos que compiten entre sí.
Después, retornaremos a las respuestas racionalistas al desafío naturalista.
tratados por Kuhn a través de un detallado estudio de casos sobre las revoluciones
científicas exitosas, fracasadas, reales y pretendidas, y lamenta que Kuhn se haya
retractado tanto. La suficiencia del modelo histórico específico de Kuhn no está
resuelta, aunque muchos reconocerían que ha mostrado que el conocimiento de la
ciencia debe incorporar las influencias históricas, sociales y personales que están más
allá de la metodología científica.
Las aproximaciones Weltanschauung han sido atacadas, desde dentro de ia filoso-
fía, por describir a la ciencia como una empresa irracional. Por ejemplo, Kuhn sugie-
re que no puede compararse racionalmente a los paradigmas rivales, haciendo que la
adherencia a un paradigma sea más un asunto de fe que de pruebas. Sin embargo,
los trabajos históricos y filosóficos han mostrado que los puntos de vista rivales se
han evaluado racionalmente, incluso durante momentos de crisis profundas, utilizán-
dose criterios racionales tales como los de simplicidad, suficiencia de las pruebas dis-
ponibles y aprovechamiento de la investigación. De nuevo, Kuhn ha dado marcha
atrás a sus afirmaciones revolucionarias, asegurando que muchas veces le habían
entendido mal {Kuhn, 1970, Postscript). Pero ambas retractaciones han hecho que las
tesis de Kuhn sean menos excitantes y bastante más convencionales. No ha quedado
mucho de la tesis Weltanschauung, excepto la valiosa noción de que los científicos
trabajan en comunidades para las que se les socializa durante su formación y que los
valores que aprenden moldean su pensamiento e investigación.
tecinas como la prueba de su status científico. Es decir, a partir de una teoría con defi-
niciones operacionales correctamente elaboradas, podemos deducir predicciones
cuya confirmación le dé crédito a la misma. Las teorías metafísicas o pseudocientífi-
cas no serán capaces de definir sus términos operacionalmente y, de esta manera,_no
podrán derivar" predicciones dé'eventos y apoyar sus afirmaciones. Las buenas teorías
acumulan confirmaciones; las malas no.
No obstante, Popper vio que las cosas no eran tan sencillas. Las^seiidociencias
podían reivindicar muchas confirmaciones. El astrólogo puede señalar predicciones
verificadas —ascensos en el trabajo obtenidos, parejas conseguidas— y puede defender-
se de las predicciones fracasadas empleando vías de escape tales como las influencias
olvidadas de planetas menores. La contrastabilidad no ayudó con los casos inciertos,
ni con la relatividad ni con el psicoanálisis; ambos reclamaban una y otra vez la con-
firmación de sus teorías.
De hecho, fue escuchando a los psicoanalistas y comparándolos con Einstein
como Popper formuló una metodología de demarcación. Popper descubrió que al
psicoanálisis no le importaba con cuantas dificultades parecía encontrarse un caso,
un buen analista, al igual que un buen astrólogo, siempre podía reinterpretarlo para
ajustado a la teoría analítica. En la misma época, poco tiempo después de la Primera
Guerra Mundial, se organizó una expedición para contrastar una de las predicciones
de la relatividad: la de que la luz se curva en presencia de un campo gravitacional.
Los astrónomos descubrieron, a partir de las fotografías tomadas a las.estrellas cerca-
nas aL borde del sol durante un eclipse total, que los rayos de luz se curvaron de la
manera exigida por la teoría de Einstein. Aunque, a primera vista, esta prueba exitosa
parecía consistente con el requerimiento de confirmación de los positivistas lógicos,
Popper encontró una diferencia decisiva entre la relatividad y el psicoanálisis: los dos
podrían reivindicar la confirmación de sus teorías, pero sóloja rela_tividad__se arriesgó
a \a. falsación. Lo importante acerca de la predicción de Einstein no fue que se pudie-
ra probar que era cierta, sino que__r)u_diera_probarse que fuera falsa. Existían algunos
eventos que la relatividad reconocía que no podía explicar. En contraste con esto, el
psicoanálisis -como la astrología- podía explicar cualquier cosa fácilmente. En otras
palabras, de acuerdo con Popper, la racionalidad científica no consiste en buscar la
comprobación de que se está en lo cierto, sino en permitir la posibilidad de que se
pruebe que se está equivocado, en asomar el cuello y arriesgarse a que nos decapite
un hecho.
No obstante, la falsación^ el criterio simple de demarcación propuesto por Popper,
tropieza con dos dificultades y el reconocimiento de las mismas ha guiado las filoso-
fías de sus seguidores en su búsqueda de un criterio de racionalidad científica. En
primer lugar, las teorías no son nunca derrotadas por un único y decisivo experimen-
to; y en segundo lugar, las teorías compiten unas con otras, además ele con la natura-
leza. Un único experimento no puede decidir el destino de una teoría, ya que cada
uno de ellos se basa en ciertas suposiciones metodológicas que no tienen nada que
ver con la propia teoría. Cualquier experimento puede estar viciado al elegir el apa-
rato equivocado, al seleccionar Lina muestra errónea de sujetos, al utilizar mal los
métodos estadísticos, o al cometer cualquier otro error. En resumen, podría defender-
se la veracidad de una teoría contra los datos que la falsean atacando la validez de
estos datos. Además, Popper asumió que la ciencia era una competición de dos ban-
dos entre una teoría y el mundo, pero es tan importante poseer una teoría que el
científico prefiere tener una pobre a no tener ninguna en absoluto. La investigación
científica no es una competición entre dos bandos, IÍI teoría y el mundo, sino entre
tres, dos teorías rivales y el mundo.
Al combinar estos puntos, el problema para los filósofos popperianos llega a ser
el de formular una metodología por la cual los científicos puedan elegir racionalmen-
te entre un programa de investigación que se desarrolla a partir de una teoría, u otro
(Lakatos, 1970). El criterio desarrollado por Lakatos y, a partir de é!, por Laudan
(1977) es el del éxito en la solución de problemas. Lakatos y Laudan consideran a la
ciencia fundamentalmente como una empresa de solución de problemas -o, como
diría Kuhn, de solución de anomalías y rompecabezas. Antes que comprobar una teo-
ría por uri sólo experimento, tal y como Popper propuso originalmente, los progra-
mas de investigación que se construyen alrededor de una teoría intentan solucionar
una serie de problemas a lo largo del tiempo. Entonces, el científico racional adopta-
ría el programa que solucione e! mayor número cié problemas con el menor número
posible de llamamientos ad hoc a rutas metodológicas de escape, mientras que fructí-
feramente propone nuevos problemas a los que enfrentarse.
El problema principal con la propuesta de Lakatos es que virtualmente ignora
todo lo que el naturalismo ha establecido, a saber: que la ciencia se moldea por fuer-
zas personales, sociales e históricas, no por una metodología impersonal. Por ejem-
plo, Lakatos (1970) afirma que la historia de la ciencia debería ser ante todo una
reconstrucción racional. Es decir, el historiador narraría cómo debería haber sucedido
racionalmente la consecución de un logro, e indicaría solamente en notas a pie de
página cómo sucedieron realmente las cosas, criticando a la historia por desviarse del
camino de la verdadera razón. Lakatos recurre a una historia de cuentos de hadas
para preservar a la racionalidad científica -y a la civilización occidental, como parece
creer- de los «maníacos religiosos actuales» (Lakatos, 1971), puesto que espera, por lo
visto, que los científicos se transformen en lunáticos cuando conozcan la historia de
sus disciplinas. Una de las propias reconstrucciones racionales de Lakatos, la de los
trabajos iniciales de Nieís Bohr sobre el átomo, -es una parodia histórica que pone los
pelos de punta» (Holton, 1978, p. 106).
Los puntos de vista de Laudan han sido criticados por su antirrealismo (Newton-
Smith, 1981). Si las teorías no son otra cosa que conveniencias y no descripciones del
mundo potencialmente verdaderas, llega a ser difícil dar una definición firme de un
problema y de su solución. Xewton-Smith escribe, «A menos que la verdad juegue un
papel regulador (en la ciencia), cada uno de nosotros puede seleccionar caprichosa-
mente su propio conjunto de afirmaciones, que pueden ser proposiciones de proble-
mas porque hayamos elegido considerarlos de esta manera. Cada uno ele nosotros
erige sus propias teorías para solucionar estos problemas. ¡No importa cómo es el
mundo, lo único que tienes que hacer es solucionar tus problemas!» (Newton-Smith,
1981, p. 190). De esta forma, volvemos a la anarquía en ciencia, el estado del que
Lakatos y Laudan habían afirmado que iban a salvarnos.
Al igual que con otras cuestiones que hemos propuesto, el asunto de si la ciencia
es racional y en qué sentido lo es, permanece sin resolver. La perspectiva anarquista-
naturalista tuvo su apogeo en los despreocupados años 60; los naturalistas de hoy
adoptan una pose más modesta y menos romántica {véase por ejemplo, los ensayos
recopilados en Nersessian, 1987). Al mismo tiempo, los racionalistas no tienen la
intención por más tiempo de sentar precedentes a los científicos como hizo Lakatos,
buscan un papel más modesto para la filosofía normativa de la ciencia (por ejemplo.
Nersessian, 1987). Algunos filósofos con inclinaciones metodológicas esperan que los
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA
Reducción y Sustitución
¿Qué sucede cuando dos teorías se ocupan de los mismos problemas? Una posibili-
dad es la reducción. La ciencia explica el mundo a diferentes niveles; los niveles
superiores tratan de los objetos y fuerzas mayores, los niveles inferiores tienen que
ver con los objetos y fuerzas más pequeñas. En su intento de conseguir una imagen
unificada de la naturaleza, los científicos intentan reducir las teorías mayores a teorías
más elementales —más básicas—, mostrando que la verdad de la teoría superior es una
consecuencia de la verdad de la más básica. La teoría reducida todavía se considera
válida y útil en su nivel de explicación. Por otra parte, en algunas ocasiones una teo-
ría es sencillamente incorrecta y se sustituye o elimina por una rival superior.
La relación de reducción puede ilustrarse por la reducción de las leyes clásicas de
una ecuación matemática denominada ley del gas ideal: P = V x T. Utilizando esta ley
—un ejemplo paradigmático de cobertura legal— los físicos podían describir, predecir,
controlar y explicar la conducta de los gases de forma útil y precisa. Uno de los pri-
meros triunfos de la hipótesis atómica fue la teoría cinética de los gases, que dio una
explicación causal de la ley del gas ideal. La teoría cinética sostenía que los gases
sus propósitos -la genética de poblaciones-, pero, al igual que la ley del gas ideal, ha
quedado reducida y unificada a la genética molecular.
En el caso de la reducción, la teoría científica más antigua se sigue reconociendo
como científica y válida dentro de su esfera de aplicación; simplemente adopta un
papel subsidiario en el gran esquema de la ciencia. Por otra parte, el destino de la
teoría reemplazada es muy diferente. A menudo, resulta que la vieja teoría está-sim-
plemente equivocada y no puede entretejerse al extenso tapiz de la teoría científica.
En este caso, se abandona y reemplaza por una teoría mejor. La teoría Ptolemaica de
los cielos, que situaba a la tierra en el centro del universo y describía al sol, la luna y
las estrellas como girando alrededor de ella en improbables y complejos círculos, fue
aceptada por los astrónomos durante siglos porque daba una explicación precisa y
útil de los movimientos de los cuerpos celestes. Utilizándola., podían describir, prede-
cir y explicar eventos como los eclipses. A pesar de sus poderes predictivos y des-
criptivos, se ha mostrado, tras una larga lucha, que el punto de vista ptolemaico esta-
ba totalmente equivocado, y ha sido reemplazado por el sistema Copernicano, que
situaba al sol en el centro y al resto del sistema solar girando alrededor de él. Como
un viejo paradigma eliminado de la ciencia, el punto de vista ptolemaico murió,
El asunto de la reducción o la sustitución resulta especialmente importante para
la psicología. Al tornar el camino de la fisiología, los psicólogos intentaron vincular
los procesos psicológicos con los fisiológicos. Pero si dispusiéramos de una teoría
sobre algún proceso psicológico y descubriéramos de hecho el proceso fisiológico
subyacente, la teoría psicológica ¿sería reducida o reemplazada? Algunos observado-
res creen que la psicología, al igual que la astronomía Ptolemaica, está destinada a
desaparecer. Otros sostienen que la psicología se reducirá a la fisiología, llegando a
ser un puesto avanzado de la biología, pero algunos optimistas creen que. al menos,
una parte de la psicología no podrá ser ni reducida ni reemplazada por la neurofi-
siología. Descubriremos que la relación entre la psicología y la fisiología ha sido de
lo más agitada.
Psicología de la ciencia
La psicología ha sido la disciplina más reciente que ha contribuido al estudio de la
ciencia ÍGholson, Shadish, Niemeyer y Houts, 1989; Tweney, Mynatt y Doherty,
1981)- Es un campo nuevo, que abarca aproximaciones a la ciencia desde la psicolo-
gía tradicional, tales como la descripción de la personalidad del científico creativo
(por ejemplo, Simonton, 1989), hasta la psicología reciente, tales como aplicar a la
ciencia las técnicas de evaluación de programas desarrollados para los negocios y el
gobierno (Shadish, 1989). Sin embargo, el área más activa de la psicología de la cien-
cia, sin ninguna duda, es la de la aplicación de los conceptos de la psicología cogni-
tiva a la forma en la que los científicos investigan y teorizan (por ejemplo, Giere,
1988; Thagard, 1988; Tweney, 1989).
Sí bien no ha aparecido todavía ninguna perspectiva consumada a partir de los
estudios cognitivos de la ciencia, puede tomarse como ejemplo el trabajo de Ryan
Tweney (por ejemplo, 1989). Tweney ha estudiado experimentalmente el razona-
miento científico en no científicos y ha abordado históricamente el estudio de casos
científicos reales. En la primera línea de investigación (Mynatt, Doherty y Tweney,
1978), los sujetos interactúan con una realidad generada por ordenador, realizando
experimentos para descubrir las leyes que gobiernan el movimiento en ese universo