Hablaba Con Las Bestias Los Peces PDF
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Konrad Lorenz
HABLABA CON LAS BESTIAS,
LOS PECES Y LOS PÁJAROS
Título original: Er redete mit dem Vieh, den Vögeln und den Fischen
Este libro fue publicado por primera vez en 1949 por Dr. Gerda Borotha-Schoeler
Verlag, Viena
© 1983 dtv Verlagsgesellschaft mbH & Co. KG. Múnich/Germany. www.dtv.de
Este libro fue negociado a través de la Agencia Literaria Ute Körner, Barcelona
– www.uklitag.com
Índice
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Lo mismo que otros animales que tienen que digerir mucha fibra
vegetal, el intestino ciego de los gansos está muy desarrollado, y
en su interior la celulosa se convierte en asimilable para el ani-
mal después de ser descompuesta por la acción de determinadas
bacterias. Por lo regular, a cada seis u ocho evacuaciones norma-
les del intestino corresponde una del contenido del ciego, que se
caracteriza por un típico olor fuerte y que es de color verde os-
curo muy intenso. Pero cuando uno de estos gansos se siente co-
hibido o nervioso, las evacuaciones del intestino ciego se suce-
den rápidamente. Han pasado más de once años desde esta visita
de los gansos, y durante este tiempo, las manchas de color verde
oscuro sobre la alfombra sólo han empalidecido, y actualmente
son de un verde amarillento.
En resumen, los animales vivían en completa libertad y esta-
ban familiarizados con nuestra casa. Tendían siempre a venir ha-
cia nosotros, no a escapar de nosotros. Las frases que en cual-
quier otra vivienda podrían ser: «El pájaro se ha escapado de la
jaula, ¡cierra aprisa la ventana!», en la nuestra era: «¡Por Dios,
cierra la ventana, que la cacatúa —o el cuervo, el maki, el capu-
chino— quiere entrar!». La aplicación más genial del «efecto in-
verso de las alambradas» fue experimentada por mi esposa cuando
nuestro hijo mayor era todavía muy pequeño. Precisamente en-
tonces teníamos algunos animales grandes, que podrían ser peli-
grosos: cuervos, dos grandes cacatúas de moño amarillo, dos ma-
kis mongoz y un mono capuchino, a los que —en especial a los
cuervos— no era prudente dejar solos con el niño. Como solu-
ción más práctica, mi mujer improvisó una gran jaula en el jardín
y metió en ella... el cochecito con nuestro hijo.
Por desgracia, en los animales superiores la capacidad y la
tendencia a causar daños guarda proporción con sus facultades
psíquicas. Por eso no conviene dejarlos que corran a sus anchas
mucho tiempo, sin vigilancia, especialmente a los monos. Sin
embargo, esta precaución no es tan necesaria con los prosimios,
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