Dialogo Con Piera Aulagnier

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 20

DIALOGO CON PIERA AULAGNIER

Luis Hornstein

EL LENGUAJE, EL INCONSCIENTE Y EL YO

Luis Hornstein. Hay en su obra una ausencia que llama la atención: el


superyó.

Piera Aulagnier. Usted tiene razón. Aunque no puedo decir que yo no


tenga un superyó. Cuando me refiero a esa instancia, utilizo el término
ideal del yo. En mi manera de concebir la psique, la acción del superyó la veo en los
ideales que el yo se propone con todas sus exigencias y sus excesos posibles. Tal vez
haya otra razón y es que utilizo el término yo que no es equivalente al yo [moi] freudiano y
que, a partir de esto, para mí el ideal del yo tome el lugar que en la metapsicología
freudiana tiene el superyó. Creo que ésa es la razón.

Luis Hornstein. Cuando usted insiste en la diferencia entre el yo [moi] freudiano y su yo


¿en qué piensa?

Piera Aulagnier. Pienso esencialmente que mi concepción del yo debe mucho a Lacan.
Para mí el yo es una instancia que está directamente vinculada al lenguaje. No hay lugar
en mi concepción metapsicológica para el concepto freudiano yo-ello indiferenciado. En
ese sentido, no se puede hacer una equivalencia entre la manera como Freud se sirve del
concepto de yo [moi] y lo que he definido como yo. Definí un concepto para mí
fundamental que es el yo anticipado y no se puede hablar de un yo [moi] anticipado en el
discurso maternal. En esto soy fiel (fiel no quiere decir que no lo interprete a mi manera) al
lugar que Lacan da al discurso en el nacimiento de esa instancia que llamo yo y que se
constituye por la apropiación de esos primeros enunciados identificantes construidos por
la madre. El yo anticipado es un yo historizado que inscribe al niño desde el comienzo en
un orden temporal y simbólico. Mi diferencia con Lacan es que para mí el yo no está
condenado al desconocimiento ni es una instancia pasiva. Si bien sus primeros
identificados son provistos por el discurso materno, el yo es también una instancia
identificante y no es un producto pasivo del discurso del Otro. Si todo discurso es
engañoso es también engañoso el discurso que dice que todo discurso es engañoso. Una
cosa es decir que no hay verdad definitiva y otra decir que toda verdad es un error que
será reemplazada por otro error. Este enunciado es paradójico y sólo se sostiene porque
aquel que lo enuncia está convencido de que estos enunciados acerca de lo que es
verdadero y falso son verdaderos. He ahí la paradoja. Si se lleva esto hasta sus últimas
consecuencias se descalifica toda relación con la realidad.

Luis Hornstein. ¿Por qué utiliza el término metabolización?

Piera Aulagnier. Para subrayar que para mí la psique es en todos sus procesos una
actividad de representación. Alguien a quien aprecio mucho, André Green, me ha
preguntado por qué no utilicé en lugar de metabolización el término de transformación y
decir que la psique transforma una información exterior en representación.
Le respondí que para mí metabolización tiene un sentido más duro, más esencial que
transformación, ya que alude a la transformación de lo heterogéneo en lo propio.

Luis Hornstein. ¿Usted dice que el yo está estructurado desde el lenguaje?

Piera Aulagnier. Porque para mí el yo se origina en los primeros enunciados producidos


por el discurso maternal. Por el contrario, no creo que el ello esté estructurado como un
lenguaje.

Luis Hornstein. A eso iba mi pregunta, ¿y el inconsciente reprimido?

Piera Aulagnier. En eso soy freudiana. Lo reprimido alude a un cierto número de


representaciones y de representacines identificatorias que se han vuelto incompatibles
con la posición que el yo ha advenido a ocupar. Creo que en mi manera de concebir, lo
reprimido permanezco muy fiel a la manera como Freud concebía lo reprimido.

Anterior Siguiente
Luis Hornstein. Usted teoriza sobre el principio de permanencia y el de cambio en el
proceso identificatorio. Para facilitar la tarea de sus lectores y trasladando esto a su obra,
¿qué es lo que permanece y qué es lo que cambia en su proceso de investigación?

Piera Aulagnier. Creo que en mi investigación lo que persiste es una manera de concebir
la teoría analítica como la que intenta esclarecer las condiciones necesarias para que el yo
pueda existir y la actividad de pensamiento sea posible. En resumen, yo he privilegiado en
mi investigación -lo que también creo es un hilo conductor en Freud- la problemática de la
identificación. Eso es así desde el comienzo y -así lo espero- será verdadero hasta el final.
Creo que por los interrogantes que nos plantea la identificación podemos entender mejor la
complejidad del aparato psíquico del cual el yo cree ser el único que lo habita, siendo esa
una ilusión que él defiende contra viento y marea.
Es a partir de una teoría del yo que podemos dar cuenta de los obstáculos que debe
enfrentar el sujeto para poder lograr ese mínimo de autonomía que es necesario para su
funcionamiento psíquico. El proceso identificatorio es la cara oculta de ese trabajo de
historización.
El yo no puede advenir más que siendo su propio biógrafo. Su historia es tanto libidinal
como identificatoria. Esta historia exigirá periódicamente la inversión de una parte de sus
parágrafos, hará necesaria la desaparición de algunos y la invención de otros para arribar a
una versión que el sujeto cree definitiva pero que debe permanecer abierta para ese
trabajo de reconstrucción, de reorganización de sus contenidos, y especialmente de sus
causalidades cada vez que ello se revele necesario. Es sólo porque esta versión de su
historia es modificable que el sujeto puede asegurarse su propia permanencia y aceptar los
inevitables cambios psíquicos y físicos. Por eso -para responder a su pregunta- lo que
perdura es el privilegio que le otorgo a la problemática identificatoria.

DIALOGO CON PIERA AULAGNIER


Luis Hornstein
EL VINCULO REALIDAD PSÍQUICA-REALIDAD

Luis Hornstein. Luego de haber renunciado -con razón- a convertir el


análisis en una ortopedia del yo, se visualiza en los analistas franceses con
más trayectoria teórica una preocupación creciente por temas vinculados a
la instancia yoica, al pensamiento y al narcisismo. Laplanche, en 1970,
decía que es preciso construir una teoría analítica del yo; también Pontalís
escribió en 1975 que los analistas franceses se estaban enfrentando al retorno de lo
represor, aludiendo a la necesidad de dar cuenta teóricamente tanto del yo como del
superyó. Actualmente, tanto usted como otros (Anzieu, Mc. Dougall, Green, Rosolato,
Enriquez, Dayan) se interrogan acerca del problema del yo y de la realidad. Pareciera que
los analistas franceses han decidido que el yo es demasiado importante para entregarlo a
la ego-psychology. ¿Cómo ve usted esta relativa convergencia?

Piera Aulagnier. Creo que efectivamente hay una tendencia en el análisis francés -que
debe mucho a Lacan- a abordar de otra manera el concepto de yo [moi] freudiano.
Persiste la crítica que Lacan inauguró al registro de la ego-psychology que tiene su área
de influencia en Estados Unidos. Pero no diría que la mayor parte de los analistas
franceses le asignan gran importancia a la relación entre el yo y la realidad. Más bien he
sido criticada por algunos analistas porque le otorgo importancia a la realidad. Crítica que
-debo decirlo- creo justificada. Si hay una cuestión a la que el analista está siempre
enfrentado es a la relación realidad psíquica-realidad. No veo cómo puede ser estuadiada
esa relación sin tomar en cuenta el vínculo que el sujeto tiene con la realidad. Para mí,
desconocer uno de los aspectos de esa relación es tan absurdo como estudiar la relación
lactante-madre dejando de lado a la madre como representante de la realidad. Así como
en el otro extremo, no considerando la fantasmatización del niño y postular que ésta es
una respuesta pasiva del niño al deseo inconsciente materno.
Asignar -como la mayoría de los analistas- un lugar predominante a la madre no implica
un olvido del padre. Desde el comienzo de la vida el padre ejerce una acción modificante
sobre el medio ambiente que rodea al recién nacido. Pero en la casi generalidad de los
casos una persona -generalmente la madre- tiene un papel fundamental en la respuesta a
las necesidades del bebé -tanto de autoconservación como libidinales-. Es, por lo tanto, la
fuente de las primeras experiencias de placer y de sufrimiento. Es por eso que a partir de
ella surgirá el primer signo de la presencia del padre o de su ausencia, y la elección de
esos "signos" dependerá de su relación con ese padre. Ulteriormente el niño podrá
recusar esos signos para forjar los suyos e instaurar una relación con el padre en acuerdo
o en desacuerdo con aquella que la precedía. Es indudable que en el registro temporal la
relación con la madre es previa así como el embarazo induce en ella una forma de
investimiento que es diferente del investimiento con el que el padre espera a su hijo.
Creo que hay que abordar la problemática de lo psíquico teniendo siempre presente que
el sujeto adviene en un espacio relacional. Hay dos tendencias que se pueden
caracterizar así: la primera, que se considera heredera del pensamiento freudiano y
kleiniano, para la cual el campo de la psicopatología sería totalmente reductible a un
develamiento de la actividad fantasmática. Llevada al límite, pueden decir que no importa
cuál sea la realidad siempre habrá una fantasmatización que será la misma, y los cambios
y reelaboraciones fantasmáticas no serán jamás en función de aquello que aparece en la
realidad sino en función de una economía interna (gran tolerancia o no a la frustración,
desintrincación pulsional, fijaciones, etc.). Todo reenvía a la problemática interna del
sujeto. Es verdad que esto exagera algo que estuvo presente en Freud en algunos de sus
escritos. La segunda tendencia -que va al otro extremo- es la que se encuentra en la
Escuela de Palo Alto y en ciertas teorías francesas que conciben al niño psicótico como
expresión de la patología familiar o en ciertas postulaciones antipsiquiátricas que conciben
la psicosis desde la sociogénesis. Creo que ambas tendencias son erróneas.
Pienso que ciertas circunstancias vividas imponen a la psique lo que llamo
fantasmatización obligada. Así como ciertos encuentros en el campo objetal y social
pueden perturbar un trabajo de elaboración fantasmática, de identificaciones que el yo
había podido lograr antes de esos encuentros. Esa es mi posición en relación con el
vínculo realidad psíquica-realidad que se diferencia de la tendencia más extendida en los
analistas que tienden a otorgar una exclusividad en el registro de la causalidad a la
problemática interna del sujeto.
LA PULSION DE MUERTE: DESEO DE NO DESEO

Luis Hornstein. En "Condenado a investir" usted dice que la pulsión de


muerte se manifiesta clínicamente como un movimiento de desinvestidura
del objeto; desinvestidura que no se realiza en beneficio de otro objeto sino
que amenaza todo objeto. Define como meta de Tánatos el deseo de no
deseo. Postula que el sufrimiento que se prolongue en el tiempo corre el riesgo de facilitar
el trabajo de desinvestidura propio de Tánatos. Usted parece postular un sufrimiento
elaborativo todavía al servicio de Eros y otro no elaborativo. Parafraseando a Freud,
¿habría un sufrimiento traumático y otro señal?

Piera Aulagnier. Postulo efectivamente que hay un tipo de sufrimiento que está ligado al
investimiento preservado del objeto y se sufre por la pérdida. Generalmente ése es el
registro del sufrimiento neurótico y es cierto que ese sufrimiento nos permite trabajar
analíticamente, ya que se repite en la relación transferencial. Es el trabajo del duelo del
que hablaba Freud pues está ligado al desinvestimiento de un objeto para poder recuperar
la libido y ponerla al servicio de otro investimiento.
El otro tipo de sufrimiento se encuentra especialmente en la psicosis y en depresiones
graves. Deja en la vida psíquica un agujero, un borramiento de toda huella de que un
objeto había sido investido. Esta desinvestidura no se realiza en beneficio de otro objeto
sino que amenaza todo objeto, toda experiencia que para poseer una existencia psíquica
exige la actividad de ligar, propia de Eros. Todo acto de desinvestidura logrado no deja
ninguna huella y conduce a la abolición, la disolución, el borramiento definitivo de la
representación del objeto. La victoria de la pulsión de muerte conlleva una nada en ese
conjunto de objetos que constituyen el capital representativo del sujeto y en el conjunto de
soportes del que podría disponer su capital libidinal. Por ello propuse hace tiempo que la
meta de Tánatos es un deseo de no deseo y su forma de lograrlo es a través de una
desinvestidura que, más allá del objeto preciso al que parece apuntar, concierne a la
totalidad de los objetos investidos por Eros. La meta última de la pulsión de muerte es la
desaparición de la totalidad de los soportes cuya investidura es simultáneamente la
manifestación, la exigencia y la meta de las pulsiones eróticas. Es -entonces- la meta de
Tánatos hacer desaparecer a todo objeto cuya ausencia se hace responsable del
surgimiento del deseo y que obliga a reconocerse deseante de un objeto que falta. La
meta de Eros es lograr que la desinvestidura se desarrolle paralelamente a la búsqueda y
la localización de un nuevo soporte que pueda ser investido libidinalmente. No uso el
concepto de pusión de muerte en forma metafórica, sino que para mí -como para Freud-
el dualismo pulsional Eros-Tánatos está siempre en juego en el conflicto psíquico al cual
accedemos clínicamente. Para mí la pulsión de muerte no es una categoría metafísica.
En el tipo de sufrimiento en que no hay investimiento del objeto para que el análisis sea
posible hay que crear ciertas condiciones. Estas no están dadas de entrada, a diferencia
del neurótico que ya está libidinalmente dispuesto para ingresar al campo transferencial.
En aquellos casos no es así y es preciso todo un trabajo previo para hacer que la relación
analítica sea posible. Desgraciadamente no creo que haya reglas generalizables. Todo va
a depender de nuestra capacidad y de nuestra posibilidad de ubicarnos en la historia
singular. Lo poco que persiste de la capacidad de investimiento hace que la relación sea
muy frágil.
Hay que ser muy cuidadoso porque en estos casos los errores pueden ser muy graves
para el sujeto -no me refiero al analista sino al sujeto que consulta-. Toda forma de
aproximación muy brusca puede producir la interrupción del vínculo. Nuestra principal
tarea es darle el mínimo de sentido al sufrimiento que él padece; si lo logramos el análisis
se vuelve posible.
Anterior Siguiente
DIALOGO CON PIERA AULAGNIER
Luis Hornstein
PASIÓN DE TRANSFERENCIA. ALIENACIÓN Y ETICA
DEL PSICOANALISIS

Luis Hornstein. Desde hace tiempo usted enfatiza la


importancia del proyecto terapéutico. ¿Cómo vincular esta
reivindicación de la dimensión terapéutica del análisis con
sus elaboraciones sobre la pasión de transferencia y la alineación? ¿Cómo
se relaciona ello con la ética del psicoanálisis?

Piera Aulagnier. Para retomar la última parte de su pregunta no veo cómo


la ética del psicoanalista puede olvidar su función terapéutica. El sujeto no
viene a vernos porque forma parte de una intellegentsia, tampoco porque
está movido por no sé qué deseo de saber, sino que viene porque sufre y
para que lo ayudemos a superar su conflicto psicótico, neurótico u otro que
es causa de su sufrimiento. Por ello es que pienso que la dimensión
terapéutica es parte integrante de lo que hago cotidianamente cuando
trabajo como analista.
Usted me pregunta cómo ligar esta reivindicación de la dimensión
terapéutica con mi elaboración sobre la pasión transferencial y la alineación
como consecuencia. Creo justamente que es el olvido de esta dimensión
terapéutica el responsable mayor en convertir el amor de transferencia
necesario en una pasión transferencial que no puede conducir sino a la
alineación. Creo que la pasión transferencial tiene como principal
responsable a un deseo inconsciente del analista. Es el analista quien
induce en la mayor parte de los casos la pasión.

Luis Hornstein. Usted escribió que tanto el silencio abusivo como la


interpretación a ultranza favorecen la pasión transferencial. El exceso de
silencio, porque demuestra al analizando la insignificancia de su discurso y
de todo discurso y porque el analista da cuerpo a una ilusión de que sabe
todas las verdades universales que el discurso no hace otra cosa que velar
y disfrazar. En dicha postura todo aquello que el analizando podría decir y
pensar es entendido como confirmación de la mentira característica de todo
discurso, como montaje artificioso, como señuelo. La interpretación
prefabricada porque enfrenta al sujeto con un modelo generalizable. En
ambos casos la creencia en la singularidad de la historia será
implícitamente denunciada como una dimensión engañosa que es preciso
perder para alcanzar la suprema sabiduría que lleva a proclamar que lo que
el analizando puede elaborar de sus determinaciones históricas
corresponde al registro de lo imaginario. Se pierden entonces las
referencias freudianas mayores en cuanto al hacer consciente lo
inconsciente, el lugar de las interpretaciones y construcciones y la función
esencial que Freud le asignaba a la reelaboración.

Piera Aulagnier. No critiqué tanto la interpretación prefabricada por generar


una pasión transferencial, sino más bien por otras razones. Pero sí el
silencio a ultranza. Este genera en el analizando una idealización. Es fácil
idealizar a un mudo.
Además creo que la pasión transferencial es favorecida por una serie de
comportamientos y técnicas de moda en cierta práctica del análisis. Si uno
atiende a un paciente cinco minutos, sólo puede esperar dos
consecuencias: o bien la fuga del paciente -y por razones muy largas de
explicar no es lo más frecuente- o bien, y eso es muy grave, lleva al
analizando a renunciar a juzgar lo que efectivamente pasa en la relación
analítica por una idealización masiva del analista que conduce a una
relación de alienación. Cada vez estoy más convencida de que la
modalidad técnica de conducir una cura es la responsable de la alienación
y, en general, el analista es también víctima de su alienación en una teoría
para la cual él es incapaz de asumir una posición crítica.

Anterior Siguiente
DIALOGO CON PIERA AULAGNIER
Luis Hornstein
EL PSICOANALISIS FRANCES CONTEMPORÁNEO

Luis Hornstein. A pesar de tener una tradición clínica de


varias décadas, en nuestro país estamos pendientes de la
Otra escena que es siempre Europa. Usted dice que hay
épocas de valorización excesiva de la teoría y épocas de
decepción y vuelta a la clínica. En nuestro país ya se dio la decepción con
la escuela kleiniana a la que siguió luego una ilusión con los desarrollos de
Lacan. A comienzos de la década del 70 la lectura de Lacan tuvo en nuestro
medio gran importancia ya que -por la hegemonía absoluta del kleinismo-
no se leía casi a Freud. Gracias a Lacan recuperamos a Freud y es
indudable que los aportes de Lacan posibilitaron comprensiones inéditas de
dimensiones esenciales de la obra de Freud. En resumen: Lacan nos hizo
pensar. Pero para algunos las formulaciones de Lacan padecen de una
petrificación ontológica y se convierten en verdades absolutas; para ellos se
da un cogito modificado: "El piensa (Lacan), luego yo existo".
Me parece útil profundizar la categoría de alienación cultural para dar
cuenta de algunos procesos que ocurren en países dependientes como el
nuestro. Me interesaría saber su opinión al respecto.

Piera Aulagnier. Usted sabe, no creo que la alienación sea un fenómeno


de su país, creo sí que es patrimonio de vuestro país la forma que asumió
el terror social en el gobierno militar. Creo que la alienación del
pensamiento no es un hecho particular de un país dado. La alienación tiene
por meta la exclusión de toda duda, de toda causa del conflicto e implica la
muerte de la actividad de pensamiento. Poder reconocerse un derecho a
pensar implica renunciar a encontrar en la escena de la realidad una voz
que garantice lo verdadero y lo falso, y presupone el duelo por la certeza
perdida. Tener que pensar, tener que dudar de lo pensado, tener que
verificarlo: tales son las exigencias que el yo no puede esquivar.
En algún texto planteé que la duda es el equivalente de la castración en el
registro del pensamiento. Aquel que aliena su pensamiento a un discurso le
otorga el mismo grado de certeza que en la psicosis tiene la reconstrucción
delirante con respecto a la realidad. Todo pensamiento -sobre todo si tiene
cierto valor- hace que mucha gente se precipite en él para no tener que
seguir pensando. Esa no es una particularidad argentina. En Francia
también tenemos modas y hay modas peligrosas.

Luis Hornstein. Hablando de modas. Sabemos que el estructuralismo


había evacuado al acontecimiento y, en el límite, a la historia misma. Al
definir al yo como historiador, al jerarquizar la realidad histórica y los efectos
de los encuentros como lo que hace pasar de una potencialidad a sus
manifestaciones clínicas pareciera que usted se ha distanciado del
estructuralismo. ¿Es así?

Piera Aulagnier. Usted sabe, siempre estuve muy lejos del estructuralismo.
Eso no es nuevo. Lacan estuvo siempre interesado en lo que podía aportar
el estructuralismo al psicoanálisis, pero yo siempre me sentí alejada del
estructuralismo. No creo que el estructuralismo aportara gran cosa al
pensamiento analítico.

Luis Hornstein. A partir de las dos revistas -a mi juicio- más


representativas del análisis francés actual, Nouvelle Revue y Topique, se
puede inferir que hay cambios. Pareciera que ya han sobrepasado la época
de las duras escisiones, y que los debates son más conceptuales que
creenciales. ¿Es así? ¿Cómo describiría la coyuntura del análisis francés
hoy?

Piera Aulagnier. Algo que es preciso decir es que en las nuevas


generaciones no existen esas barreras entre los diversos grupos analíticos.
Anterior Siguiente
DIALOGO CON PIERA AULAGNIER
Luis Hornstein

Breve Biografía

Nació en Milán, en octubre de 1923. Su nombre: Piera Spairani. Vivió sus primeros años en
Egipto y luego retornó a Italia. Estudió medicina en Francia a los comienzos de los años
50. Su primer marido Aulagnier; de ahí el apellido con el que es conocida. De ese
matrimonio tuvo un único hijo que actualmente es psiquiatra. Después de unos años de
matrimonio con Aulagnier se separó y se casó con Cornelius Castoriadis, filósofo, escritor,
psicoanalista, con quien compartió no sólo años de matrimonio sino también desarrollos
teóricos a los que ambos remitieron mutuamente como complemento de sus propias tesis.

Durante los 10 primeros años como psiquiatra se dedicó a trabajar con pacientes
psicóticos.
Entre 1955 y 1961 se analizó con Lacan. Fue su discípula hasta1968, año en que se alejó
definitivamente de la Escuela Freudiana de Paris. Sus filiaciones fueron Freud y Lacan.
"Filiaciones eróticas" y no "fijaciones tanáticas" que le permitieron seguir avanzando en la
investigación de los conceptos psicoanalíticos. Como decía Freud: "lo que has heredado
de tus padres adquiérelo para poseerlo". Adquirirlo y poseerlo no es reproducirlo, es
proseguir la obra, transformarla.

En el invierno de 1967 publicó junto con Jean Clavreul la revista L' Inconscient que
después de apenas ocho números interrumpió su publicación en medio de las tormentas
que habían estallado en la Escuela Freudiana de París por la cuestión del pase y que
terminaron en la escisión de 1968.

Desde 1962 dictó junto con Clavreul seminarios en Saint Anne, con la misma intensidad
con que analizó, investigó y teorizó. Los seminarios fueron un "lugar de encuentro"
privilegiado donde sus pensamientos y su tarea clínica podían ser "hablados", obligándola
a hacer comunicable, cuestionable, conceptualizable el camino recorrido por su reflexión y
su escucha día tras día.
En 1968 se alejó de la EFP, entre otras cosas por no aceptar la concepción jerárquica que
regía la formación de los analistas. En enero de 1969 Piera Aulagnier y otros diez
psicoanalistas de la EFP fundaron el Quatrieme Groupe. Como el grupo es independiente,
sin adhesión ni a la IPA ni a la ortodoxia lacaniana, al nombre le agregan una sigla, OPLF,
Organización Psicoanalítica de Lengua Francesa. Subrayan así que es posible y deseable
una pluralidad de referencias, que ningún grupo tiene derecho a reivindicar la exclusividad
de una herencia. En sus comienzos Jean Paul Moreigne y Jean Paul Valabrega fueron los
que dieron cuenta de las nociones del funcionamiento colectivo de la organización. P.
Aulagnier tomó en sus manos la dirección de la revista Topique, cargo que conservará
hasta su muerte. (En el otoño boreal del 69 salió el primer número, con artículos
consagrados a la fundación del Cuarto Grupo y a la formación de los psicoanalistas).

Ese nombre, Topique, no era casual. También él reenviaba a las diferentes zonas de la
metapsicología freudiana y a una representación "plural" del psicoanálisis.
Desde esta separación reflexionó cada vez sobre el proceso analítico y sobre la teoría que
lo sustenta.

En un comienzo escribe sus artículos más polémicos, consecuencia de su divergencia con


la modalidad que fue asumiendo la práctica lacaniana. Posteriormente en el resto de sus
publicaciones -varios artículos publicados en revistas, congresos, y conferencias en
distintas partes del mundo- pone en juego una renovadora propuesta metapsicológica,
testimonio de un pensamiento sistemático y esencialmente antidogmático y de un trabajo
de elaboración sobre los fundamentos que no pierde la referencia constante a los hechos
que lo han suscitado.
Quien se sumerja en su obra y la escale advertirá tres períodos: 1961-1968, 1969-1975 y
1976-1990. y también los hitos de un paisaje visto desde varias perspectivas: -
problemática identificatoria, - proceso identificatorio - construcción identificatoria - conflicto
identificatorio. propuesta metapsicológica fuerte que indaga en lo más genuino y profundo
de la constitución de la subjetividad.

Entre 1961 y 1968, sus trabajos sobre deseo de saber, demanda e identificación,
perversión y psicosis, muestran aún la neta influencia del pensamiento lacaniano.
Desde 1968 hasta 1975 escribe sus artículos más polémicos sobre todo en lo que se
refiere a la teoría y a la técnica en la práctica psicoanalítica.

En 1975, su primer libro, La violencia de la interpretación, marca el comienzo de la tercera


etapa. Muestra en sentido pleno la imbricación teórico-clínica a la vez que propone las
bases para una nueva concepción metapsicológica, a partir, fundamentalmente, del estudio
sobre la psicosis. Su obra propone una nueva visión psicoanalítica de la madre con el
recién nacido, una nueva metapsicología de la representación, a la vez que abre con su
novedosa propuesta sobre el yo el trabajo de auto-historización y su relación con los otros,
otra manera de pensar la cuestión del sujeto muy cercana al pensamiento de Freud de sus
últimos escritos. ~

PIERA AULAGNIER : METAPSICOLOGIA Y CLINICA


Lic. Susana Sternbach
Piera Aulagnier, psicoanalista francesa fallecida a comienzos de 1990, ha dejado
una obra cuya lectura es hoy insoslayable dado lo fructífero y original de sus
aportes. Autora de los libros "La Violencia de la Interpretación ", "Los Destinos
del Placer "y "El Aprendiz de Historiador y el Maestro Brujo ", así como de
numerosos artículos, desarrolló una trayectoria que conjugó un riguroso
despliegue teórico con una práctica clínica incluida de modo constante en sus
conceptualizaciones.
Apoyada sobre todo en el corpus teórico freudiano, Piera Aulagnier incorporó
ideas de Jacques Lacan, de quien se distanció no obstante en 1964 para fundar, algunos años
después el Cuarto Grupo junto con Valabrega, Perrier y otros psicoanalistas. También son
perceptibles en su pensamiento los aportes de Cornelius Castoriadis ; lo cual permite situar el
desarrollo de su obra en el seno de debates que conmovieron los ambientes psicoanalíticos e
intelectuales de Francia en la década del 70, debates que han tenido - y tienen aún - indudable
resonancia en nuestro país. Piera Aulagnier fundó dos revistas : "L'Inconscient ", junto con Jean
Clavreul, y "Topique ", ésta última en 1969.
A partir de su tarea clínica con pacientes psicóticos, esta autora desarrolló un modelo
metapsicológico cuyo alcance se ha ampliado al campo de las neurosis, de las patologías de
borde y asimismo al trabajo en el psicoanálisis de pareja, familia y grupo, ya que su perspectiva
resulta de esencial utilidad para estos abordajes. También para el campo de la psicopedagogía
sus aportes han sido fecundos, dadas las importantes conceptualizaciones que Aulagnier
realizara en torno a la génesis y vicisitudes de la actividad del pensamiento.
Es probable que esta incorporación de sus desarrollos más allá de las fronteras de su propia
práctica se relacione con una preocupación teórica que incursiona y se complejiza
permanentemente en las confluencias entre lo subjetivo, lo vincular y lo social. El modelo
psicoanalítico de Aulagnier privilegia el campo relacional, incluyendo a la vez el papel
desempeñado por la cultura en relación a la subjetividad y a los vínculos.
En base a esta suerte de mirada ampliada, la autora desarrolla fructíferas teorizaciones que
convergen en una aproximación clínica que intenta evitar los riesgos alienantes del dogmatismo
y se apoya en el respeto a la singularidad de cada analizando y de cada analista. Privilegia, así,
una escucha atenta y comprometida - la teorización flotante - que posibilite la aventura propia de
cada situación analítica con el respaldo de una teoría que propone utilizar de modo tan
consistente como flexible
Aulagnier también singulariza la relación entablada con la teoría, al plantear que cada analista
enfatizará en su trayectoria ciertas cuestiones fundamentales que atraviesan sus
preocupaciones teórico - clínicas.
En cuanto a las cuestiones fundamentales de Aulagnier, ellas se despliegan sobre todo en
relación a la problemática del Yo y del proceso identificatorio, al campo de la representación, el
pensamiento y el saber, a la alienación y la pasión como destinos posibles del placer, y al campo
de las psicosis - esas "historias llenas de silencio y de furor"- en su relación con la trama
familiar.
Y, junto con estas y otras temáticas relevantes, Aulagnier se interroga y nos propone
interrogarnos acerca de las alienaciones y tentaciones dogmatizantes a que estamos
permanentemente expuestos en tanto analistas. La violencia de la interpretación a nivel del
diván, la inducción de pasiones transferenciales, las adhesiones alienadas a la teoría o a la
institución, las rivalidades narcisísticas jugadas en torno a saberes erigidos en certezas, son
cuestiones que la autora deja planteadas para trabajar sobre ellas en forma constante.

La inscripción del encuentro

El modelo metapsicológico de Aulagnier intenta dar cuenta de la génesis del psiquismo a partir
del encuentro inaugural. Encuentro que, sustentado en el desamparo, estará signado por la
anticipación y por una asimetría fundante : el infans habrá de sumergirse invariablemente en un
universo que lo ha preexistido y preinvestido. "Violencia primaria", relativa a una oferta libidinal y
de sentido que el infans deberá metabolizar desde el comienzo mismo de su vida.
Tres procesos de metabolización darán cuenta de la inscripción del encuentro : lo originario y la
producción pictográfica, lo primario y la representación fantaseada, lo secundario y la
representación ideica. Tres procesos que, a la vez, se entretejen en las vicisitudes de la
urdimbre relacional.
En cuanto a lo originario, con esa particular modalidad de producción representacional que es el
PIERA AULAGNIER, O LA INSISTENCIA DE LA PULSION DE VIDA
Lic. Susana Sternbach
"Todo acto psíquico tiene una función relacional ". ( " Alguien ha matado algo ")

"En el momento en que la boca encuentra el pecho, encuentra y traga un primer sorbo
del mundo. Afecto, sentido, cultura, están presentes y son responsables del gusto de
estas primeras moléculas de leche que toma el infans ". ( " La Violencia de la
Interpretación ).

Introducción

La noticia de la reciente muerte de Piera Aulagnier nos ha sorprendido dolorosamente. Para


quienes la lectura de sus textos produjo un importante efecto de aprendizaje y apertura, su
muerte despierta el pesar por una producción tempranamente trunca y a la vez la tristeza por la
desaparición de una autora a la que nos vincula el afecto y el agradecimiento.
Es desde este afecto y este agradecimiento que intentaré escribir algunas líneas acerca de la
importancia de sus conceptualizaciones para quienes incursionamos en el denominado
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares.
En qué nos aporta la obra de Piera Aulagnier ? Por qué tantos psicoanalistas de pareja, de
grupo, de familia, toman en cuenta sus desarrollos para la comprensión y la tarea clínica ?
Pregunta que nos interroga de un modo peculiar, dado que esta autora no se dedicó
específicamente a ninguna de las especialidades mencionadas.
Una respuesta posible es que tal vez, quienes nos interesamos por la articulación entre los
planos intrasubjetivo, intersubjetivo y transubjetivo hayamos encontrado, en el enfoque de
Aulagnier, un sustento teórico - clínico con un modelo psicoanalítico que privilegia el campo
relacional, incluyendo a la vez el papel que desempeña el macrocontexto social en relación a los
sujetos y a los vínculos.
En base a una suerte de mirada ampliada en relación a la subjetividad, desarrolla importantes
conceptualizaciones sustentadas fundamentalmente en el corpus psicoanalítico freudiano, al
que incorpora aportes de otros autores. Estos desarrollos convergen en una práctica clínica
rigurosa teóricamente, que a la vez intenta evitar los riesgos alienantes del dogmatismo y se
apoya en el respeto a la singularidad de cada paciente y de cada analista. Privilegia, así, una
escucha atenta y comprometida, que posibilite la aventura propia de cada situación analítica con
el respaldo de una teoría que propone utilizar de modo consistente y flexible a la vez.
Es desde allí que Aulagnier despliega algunas de sus "cuestiones fundamentales "como analista
: la problemática del Yo y del proceso identificatorio, el campo de la representación y el
pensamiento, la alienación y la pasión como destinos posibles del placer, el campo de la
psicosis - esas "historias llenas de silencio y de furor "- en su relación con la trama familiar.
Y junto con estas y otras temáticas relevantes, una cuestión central para nosotros en tanto
analistas ; la referida a nuestra relación con la teoría, con la práctica y con nuestras inserciones
institucionales. Aulagnier se interroga y nos propone interrogarnos acerca de las alienaciones y
tentaciones dogmatizantes a que estamos permanentemente expuestos en tanto analistas. La
"violencia de la interpretación "a nivel del diván, la inducción de pasiones transferenciales, las
adhesiones alienadas a la teoría o a la institución, las rivalidades narcisísticas jugadas en torno
a saberes erigidos en certezas, son cuestiones que Aulagnier deja planteadas para trabajar
sobre ellas en forma constante.
En las líneas que siguen habré de introducir brevemente algunas temáticas trabajadas por la
autora, en las que se despliega, a mi entender, su posicionamiento teórico en el campo de lo
intersubjetivo y de lo transubjetivo.
Me referiré a la constitución del sujeto y al proceso identificatorio, a la dualidad pulsional en el
campo de la intersubjetividad, a la actividad de la representación y a la cuestión de la alienación
en relación a los espacios inter- y transubjetivo. Es obvio que esta selección es arbitraria e
implica un recorte, producto de la peculiar lectura y tal vez de algunas de las "cuestiones
fundamentales "de quien ha efectuado la selección.

Sobre el advenimiento del sujeto y el proceso identificatorio

Para Piera Aulagnier el sujeto se constituye, desde el mismo momento del


nacimiento, a partir de redes relacionales. La situación de encuentro psique -
EL YO Y LA REALIDAD EN EL PENSAMIENTO DE PIERA AULAGNIER
ELSA MANDET

Para abordar la temática del Yo y la realidad, voy a comenzar desglosando


algunos de los conceptos que Piera Aulagnier trabaja en relación a esta trama.
Digo ¨ trama ¨ porque, solo puede comprenderse el pensamiento de esta autora,
entendiendo los soportes de su teoría a la manera de un entramado, una fina red
que teje los elementos que van configurando la arquitectura de su
conceptualización. Voy a enunciar algunos de los conceptos básicos acerca de
su teoría del Yo. En el trabajo que ella realiza sobre la teoría del Yo, define el Yo
como un espacio de actividad psíquica, capaz de pensarse a sí mismo, sede de
todos los movimientos y procesamientos que se efectúan en el aparato psíquico. Para Piera
Aulagnier, el Yo es función y representación al mismo tiempo. El Yo solo puede conocerse de sí,
aquellos elementos que le son inteligibles según su propia estructura. Esto es, ¨ insertado en un
esquema relacional acorde con el propio ¨. Es un Yo constructor de casualidades en búsqueda
de sentidos, y que sólo podrá pensarse en relación a la representación que arma de sí en su
relación con los objetos por él investidos. La casualidad, como principio de funcionamiento del
aparato, y la función relacional, son dos puntos importantes en la teoría de Piera Aulagnier. El Yo
y el pensamiento serán dos elementos claves en la formulación de la teoría de esta autora. Un
Yo que constituye un elemento muy activo y un pensamiento que va a ser pensable por ese Yo.
Ahora bien. Hasta aquí, la operatoria del Yo. Pero ¿cómo surge este Yo?, ¿cuál es la
construcción metapsicológica que Aulagnier propone?.
Piera Aulagnier inicia su construcción a partir de lo que ella denomina ¨ una teoría del encuentro
¨. Esta situación de encuentro madre-infans dará lugar a tres producciones psíquicas, tres
procesos que denomina: proceso originario, proceso primario y proceso secundario.
El proceso originario constituye el primer espacio, los orígenes de la constitución del Yo y la
primera forma de figurar la experiencia de encuentro; su forma de representar es el pictograma,
regido por un postulado que es el del autoengendramiento. Esta representación ignora los
términos de dualidad, figurándose el encuentro como una ¨ especularización sí mismo-mundo ¨,
donde lo representado se define como el espacio compartido de lo que ella llama ¨ objeto-zona
complementario ¨. Si habla de objeto-zona complementario es porque lo que enfatiza es la
inscripción de esa relación. Hasta aquí, el proceso originario.
¿Qué es lo que pone en marcha el proceso primario? La vivencia de la presencia y ausencia del
pecho va a generar el reconocimiento de algo separado de sí, y esto es lo que pondrá en
funcionamiento el proceso primario, constituyendo a la vez, el primer indicio de principio de
realidad. Aquí se origina el reconocimiento de las diferencias que va a organizar en el psiquismo
la representación de la relación Yo-no Yo. El modo de representación de este proceso primario
lo constituye la fantasía.
Esta organización del campo fantasmático preanuncia la puesta en funcionamiento del proceso
secundario, cuya forma de representación es la idea y la puesta en pensamiento, característico
del Yo.
Vemos entonces que de este modo, se van configurando los indicios del principio de realidad, en
relación al trabajo del Yo.
El Yo y la realidad podrían aparecer -a primera vista- como los dos polos opuestos de un
segmento que, teniendo como origen el cuerpo propio y el Yo del otro, se orienta
-paulatinamente y a medida que las experiencias van ocurriendo- hacia un mundo externo, un ¨
exterior a sí ¨, una realidad. Pero el recorrido no es tan sencillo. Ni tan lineal. Ni tan simple.
¨¿A través de qué vía indirecta, de qué artificio, se produce es encuentro-reconocimiento-
catectización- entre el Yo y la realidad? ¨ se pregunta Piera Aulagnier. ¿Es que el Yo va al
encuentro de la realidad, invistiendo sus innumerables objetos?. ¿Es que el Yo, ¨ condenado a
investir ¨, no tiene otro recurso más que apelar a su actividad y catectizar los objetos del
mundo?. Y la realidad, ¿queda ella a la espera de este movimiento que el infans llevará a cabo
para insertarse en su discurso?. Cuando Piera Aulagnier habla de realidad, ¿a qué realidad se
refiere?. ¿Se refiere a aquellos indicios del principio de realidad que más tienen que ver con una
prueba, prueba de realidad, como llamaba Freud a aquel dispositivo que permitía diferenciar
entre percepción y alucinación, entre el objeto real y la memorización psíquica del mismo?.
Pero Piera Aulagnier nos advierte: ¨ si solo consideramos la prueba de realidad en cuanto
discriminación necesaria entre objeto real y objeto alucinado, entre lo posible y lo imposible, la
referencia a la realidad plantea acá pocos problemas ¨. Cuando Piera Aulagnier habla de
realidad, abre en dicho término, otros sentidos, otros derivados que si bien tienen que ver con la
realidad del mundo de la percepción, complejizan su sentido al inscribirlas en otro marco:
realidad histórica, realidad social, discurso del conjunto, conjunto de las voces o texto escrito,
discurso social, conjunto de los enunciados, enunciados del fundamento, realidad del campo
social. ¿Es esta otra categoría de realidad? y ¿cómo se inscribe esta realidad en el discurso
parental?
Un punto subtiende un elemento común en estos distintos niveles o categorías de la realidad
que hemos señalado. Y es que el Yo va siendo marcado muy tempranamente, no solo con los
indicios de las experiencias fusionales, sino también con un índice de exterioridad en su relación
con su cuerpo y con el Yo de la madre. Este índice de exterioridad marcará el ¨ primer carácter
de realidad que el Yo va a reconocer y catectizar en el objeto, y también primer atributo
mediante el cual la realidad se presenta al Yo como espacio exterior no reductible al suyo propio
¨.
Finalmente, en estas reflexiones acerca del concepto de realidad, Piera Aulagnier señala que
hay calificativos que complican aún más el sentido de realidad. Ellos son: lo verdadero y lo falso,
juicios estos que hacen que el concepto de realidad se entrame al de verdad o ilusión con el que
el sujeto va a hacer su interpretación acerca de la ¨ causa del fenómeno percibido y de la
exigencia oída ¨.
Concluyo con una cita de la autora: ¨ De allí que sea imposible indagar en el modelo de la
estructura psíquica, tal como lo forja la teoría de Freud, sin plantearse el problema de sus
efectos sobre el de la realidad cultural. Sin embargo, el lugar que nuestra teoría concede al
concepto de realidad es ambiguo: principio de realidad, prueba de realidad, Yo-realidad,
hablando de la relación del Yo con la realidad, pero no es seguro que la interroguen de manera
directa ¨.

Hoy y ayer, Piera Aulagnier


Luis Hornstein
Piera Aulagnier ha profundizado problemáticas cruciales del psicoanálisis
contemporáneo. Su obra es una elaboración acerca de los fundamentos que no
pierde de vista la clínica. "La práctica no puede ser sino teórico-clínica":
convicción profunda que la llevó a subrayar la implicación de la teoría en la
escucha ("teorización flotante") y de lo escuchado en la teorización.
Es una de las autoras que mejor ilustran el nuevo panorama del psicoanálisis
francés.
Ese cambio de paisaje se evidencia por el surgimiento de una constelación
conceptual caracterizada por:
-recuperación de problemáticas (el conflicto, la historia, lo corporal, la problemática identificatoria
y la realidad);
-retorno a la clínica y un mayor interés por "los límites de lo analizable";
-replanteo de la dimensión terapéutica;
-reconsideración del narcisismo y los ideales;
-jerarquización del tema de la pretransferencia;
-revalorización de la ilusión como constitutiva y transformadora de la realidad.
Es posible diferenciar en sus escritos tres momentos teóricos. Hasta 1968, desarrolla temas
psicopatológicos, distingue estructuras: maníaco-depresiva, psicótica, perversa. Después
reflexiona con ahínco sobre la relación teoría-práctica. Y finalmente, hasta el último día, revisa
exhaustivamente la metapsicología y fructifica en La violencia de la interpretación (1975), Los
destinos del placer (1979), El aprendiz de historiador y el maestro-brujo (1984) y Un interprete
en quéte de sens (1986).
El título de su primer libro, La violencia de la interpretación, se refiere en primera instancia a la
violencia simbólica que ejerce la madre sobre el infans; pero también a la que efectuamos como
analistas con los pacientes. Si esta violencia es excesiva (violencia secundaria) convertimos al
amor de transferencia necesario para que haya análisis en pasión de transferencia que conduce
a la alienación del paciente. Los destinos del placer (título de su segundo libro) son el amor, la
pasión y la alienación. Son destinos del placer, desde ya, en la vida cotidiana, pero también
vicisitudes posibles de la práctica analítica. Tanto en la vida como en el análisis sus diferencias
no son desdeñables.
En sus primeros trabajos, las referencias mayores son aún lacanianas: el deseo del Otro, la
castración simbólica, el Nombre-del-Padre, la primacía del significante. Progresivamente
emergen en sus textos sus propios conceptos: violencia primaria y secundaria, sombra hablada,
portavoz, proceso originario, pictograma, contrato narcisista, causalidad interpretada, pasión de
transferencia, yo historiador, interpenetración y tantos otros.
Conceptos que testimonian su valiente inmersión en la clínica. Y se advierten "cuestiones
fundamentales": la psicosis, el yo, la historia, lo pulsional, la realidad, el pensamiento, la
interpretación, el proyecto terapéutico, la pasión, la alienación.Y podemos advertir también,
retrospectivamente, ahora, en el 2000, un eje privilegiado: el trayecto identificatorio. En éste es
evidente la originalidad del aporte de P. Aulagnier, para el cual acuña nuevos conceptos:
proyecto identificatorio, enunciados identificatorios, identificante e identificado, principio de
permanencia y de cambio, conflicto identificatorio, líbido identificatoria.
El yo no se constituye como una mónada, sino en el espacio de la relación con sus objetos. El
yo, "aprendiz de historiador", opone sus construcciones a ese "maestro-brujo", el ello,
metahistoriador de un texto sin palabras que ningún discurso podrá modificar del todo. El yo no
es "autónomo" como el de la ego-psychology. No puede ser pensado sin relación con el
inconsciente reprimido. Si bien las primeras identificaciones son provistas por la madre, el yo es
también una instancia identificante y no sólo un títere del discurso materno. Como el yo que ella
elaboró, su elaboración fue primero enunciada para poder ser enunciante. Sin dejar de
reconocer sus filiaciones (Freud y Lacan), enunciante de un proyecto que le es propio.
Nunca dejó de reconocer su deuda teórica con Lacan, por más que observara críticamente las
propuestas institucionales de Lacan y el cariz que iba tomando su práctica. "A Lacan le
debemos la importancia que han llegado a tener en la teoría analítica los conceptos de simbólico
y de imaginario; también le debemos un cuestionamiento del psicoanálisis y una teoría acerca
de la identificación de la cual la nuestra ha tomado lo esencial" (1). Realizó un verdadero trabajo
de filiación: esa elaboración que permite el desasimiento del progenitor, pero continuando su
obra. (21)
Todo sujeto quiere saber si ha contribuido a forjar una historia o si no ha hecho otra cosa que
contarse historias. P. Aulagnier habló de un "pequeño trozo de inmortalidad" como prolongación
temporal del proyecto identificatorio. El yo está dispuesto a morir, "pero quiere creer que algo de
sí mismo permanecerá". Ello lo obliga a prever un juicio que sólo será formulable después de su
1. Encuentro y producción de subjetividad
Luis Hornstein
La prohibición del incesto garantiza la separación niño/madre, sea cual fuere el sexo
del niño. La alteridad sexual permite al niño salir de un apresamiento fascinante en la
imagen del doble narcisista. Es la función paterna la que significa el vínculo madre-hijo
ubicando los personajes del Edipo en sus respectivas posiciones.
La escena primaria une lo biológico y lo simbólico, la concepción y la filiación. Si
representa un enigma es fundamentalmente porque remite al origen más radical: aquel
en el cual desde un no-ser surge el niño. Ese no-ser se convierte en una matriz
fantasmática porque permanece como lo irrepresentable por excelencia. La escena
primaria que verdaderamente cuenta es aquella que jamás pudo haber sido
presenciada. Es una curiosidad imperiosa acerca de nacimiento, procreación, filiación.
El niño enfrenta primero una escena primaria bajo el dominio del deseo materno y su
omnipotencia. Una vez reconocida la presencia del pecho separado del propio cuerpo,
emerge otro lugar a través del cual se le preanuncia a la psique la existencia del padre
y el reconocimiento de la pareja paterna. Mientras pueda considerarse objeto
exclusivo del deseo materno, mientras conserve la certeza de que lo desea como
único objeto de su placer, ella sigue deseando exactamente lo que él desea. A esta
identidad deberá renunciar tan pronto como intuya la posibilidad de un deseo del otro
referido a otro lugar, que lo desaloje de esa posición de objeto exclusivo de placer.
Desde ese momento la triangulación de la fantasía asigna un sitio a ese otro lugar
ocupado por el objeto enigmático del deseo de la madre.
Este encuentro con otro lugar testimoniará la presencia de un padre y de un deseo no
sometido al poder materno, y posibilitará contemplar al padre como al que desea el
placer materno, el que lo causa, y al placer materno, como el que se origina en ese
deseo que ella, a su vez, desea. Para que el padre sea reconocido como depositario
del poder fálico es preciso que sea deseado por la madre; y para que la madre sea
reconocida como prohibida al deseo en tanto madre, pero mantenida como modelo del
objeto futuro del deseo, en tanto mujer, no sólo es preciso que el sexo femenino sea
reconocido como diferente sino que el niño debe visualizar al padre como deseante de
esa diferencia.
Las primeras construcciones fantasmáticas otorgarán a la madre y a su deseo un lugar
de omnipotencia. Serán remodeladas cuando perciba la existencia de un tercero,
deseante y deseado por la madre. Este displacer debe ser compensado por el placer
de una mirada que, al contemplar su encuentro, contemple una situación en la que
reina el placer (1). Si la vivencia del placer materno exige la del placer paterno, si lo
que cada uno desea es su placer, el niño podrá representarse como efecto de ese
doble deseo. Al relativizar la omnipotencia del otro primordial, la fantasía de la escena
primaria se resignificará. La relación sujeto-deseo será forjada, en adelante, por la
problemática edípica, por el conocimiento de la diferencia de los sexos y por la
primacía acordada a la zona genital en la jerarquía del placer.
Mejor no reducir esta historia a una cronología lineal. Por la retroacción, lo más
profundo deja de ser equivalente de lo más temprano.

El niño pretende dar respuesta a la causa de sí mismo, del sufrimiento, del deseo.
Teorías sexuales infantiles. "¿Cómo nacen los niños?" Una pregunta que recubre un
interrogante sobre la sexualidad de la pareja parental y sobre la causa de su deseo.
Las teorías sexuales infantiles son la respuesta del niño a su indefensión, a su
desconcierto. Primer desconcierto: que nazca un niño. Acontecimiento traumático,
excitación difícil de ligar, que desborda sus posibilidades de elaboración simbólica.
La fantasía de escena primaria y sus teorías sexuales son las dos producciones a
través de las cuales el niño responde al interrogante acerca del origen. Los
remodelamientos que sufre esta fantasía testimonian las modificaciones sucesivas que
podrá aportar el yo a su teoría infantil sobre su origen y sobre los orígenes. La fantasía
edípica presupone una teoría edípica. Estas transformaciones no son ajenas al deseo
de quienes se desplazan en la escena de la realidad y a la relación entre el niño y
ellos.
Una y otra vez el niño se enfrenta a una experiencia, a un discurso, a una realidad que
se anticipan a sus posibilidades de respuesta y a lo que puede saber acerca del
sentido. Las palabras y los actos maternos se anticipan a lo que el niño puede conocer
de ellos produciendo sentidos que exceden su capacidad de reconocer la significación.
Al investimiento de la madre el infans propone su cuerpo, su funcionamiento
Siguiente
2. Del cuerpo biológico al cuerpo erógeno: la trama pulsional.
Luis Hornstein

La pulsión es una exigencia de trabajo: el cuerpo ligado al


psiquismo exige de él algo. La relación entre la pulsión y su
representación no es la de una esencia con su expresión psíquica,
sino efecto de un vínculo, de una fijación, de un encuentro entre
dos elementos exteriores el uno al otro.
Luego del encuentro boca-pecho, un mismo objeto se constituye
como causa de la desaparición de la necesidad y del placer
erógeno. La pulsión sexual se autonomiza en un movimiento hacia el
autoerotismo.
El objeto, en tanto ausente, está inscripto en una materialidad capaz de recoger
su huella. Las huellas mnémicas son marcas de un encuentro pasado que
significan y señalan al objeto perdido en su ausencia. Lo perdido no designa
ningún objeto, ni siquiera parcial, sino lo que todo objeto tiene la función de velar:
la paradójica nostalgia por un objeto que nunca se tuvo. El objeto perdido es lo
que el deseo perdió al dejarse informar por Eros.
La pulsión de muerte se actualizará desinvistiendo al objeto. Esa desinvestidura
no se realiza en beneficio de otro objeto, sino que amenaza a todo objeto, todo
encuentro, toda experiencia que para poseer existencia psíquica exigen la
actividad de ligadura propia de Eros.
La dualidad pulsional divide al deseo en una intención de unión conforme al
principio de la actividad representativa y una intención de abolición de todo objeto
capaz de suscitar el deseo. "Deseo de no deseo": ésa es para Piera Aulagnier la
meta de la pulsión de muerte. "La teoría pulsional nos permite tender un puente
entre el presente de una vida y de un sufrimiento y ese 'momento pasado'
siempre actuante, movimiento de nacimiento de esa actividad de representación
cuyas construcciones son nuestra vida psíquica" (4).
El cuerpo es investido por el yo como origen del placer, producto del cuerpo a
cuerpo con el otro y con el discurso del otro sobre ese cuerpo (el cuerpo
hablado). Este cuerpo-placer es la primera posesión investida por el yo. El placer
erógeno es condición del placer narcisista o identificatorio. Pero yo se enfrenta
también con el cuerpo-sufrimiento. Esta antinomia original que opone Eros y
Tánatos, investidura y desinvestidura, es la matriz conflictual sobre el cual se
despliega toda la vida psíquica.La desinvestidura operada por Tánatos produce el
borramiento definitivo de la representación del objeto. La meta de Tánatos es la
desaparición de todo objeto que pueda provocar por su ausencia, el surgimiento
del deseo. Todo acto de desinvestidura logrado no deja ninguna huella, que
pueda atestiguar que algo había sido investido. El desinvestimiento consume una
parte de la energía libidinal. El sufrimiento, en tanto incentiva un deseo de
desinvestidura, es una oportunidad para la pulsión de muerte. El sufrimiento es
una experiencia que concierne al sujeto que todavía inviste y que está enfrentado
a la pérdida de un objeto investido. Cuando la desinvestidura está al servicio de
Eros se preserva la posibilidad de un nuevo soporte. Es necesario sufrir, porque
es necesario reconocer la diferencia entre la realidad y la fantasía. Es arriesgado
sufrir, porque un exceso de sufrimiento puede implicar que se desinvista la causa
del sufrir.

También podría gustarte