Fabula Aguila
Fabula Aguila
Fabula Aguila
Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila
ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del
lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar
hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces
Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por
eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los
escarabajos.
encontrarlo.
–¿Y cómo eres capaz de asegurar los medios de vida por medio de los raptos?
El milano, elevándose a lo alto en el aire, regresó con el ratón más lamentable posible,
El milano contestó:
–Por alcanzar tu mano real, no hay nada que yo no hubiera prometido, por más que yo
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus
pequeños. ¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a
uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes:
Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la
águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su
nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus
pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al
suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los
ojos de su enemiga.
Este pájaro gusta de la soledad y vive siempre a orillas y sobre el mar. Se dice que para
huir de los hombres que le dan caza, hace su nido en las rocas de la orilla.
Al otro día que salió en busca de comida, se levantó el mar por una borrasca, alcanzó al
Nunca te confíes a ciegas de lo que no conoces. En terrenos nuevos, anda con paso
Un asno, habiéndose puesto una piel de león, vagaba en el bosque y se divertía él mismo
Por fin encontrando a una zorra, trató de asustarla también, pero la zorra apenas oyó el
– ¿Por qué me castigan, si yo vi ayer al mono hacer exactamente lo mismo y todos reían
Una vez le correspondió a un asno cargar una imagen de un dios por las calles de una
ciudad para ser llevada a un templo. Y por donde él pasaba, la multitud se postraba ante
la imagen.
El conductor, viendo su decidida parada, lanzó su látigo sobre sus espaldas y le dijo:
-¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado la hora en que los hombres adoren a los
asnos!
por los gritos del enemigo. Él apeló al asno para huir rápido de allí junto con él, no fuera
-Entonces,- dijo el asno, -mientras llevo la silla, ¿qué me importa a quien llevo encima?