Municipio
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Perú fue el primer país en América Latina en contar con registros civiles. Su creación se dispuso
en el Código Civil de 1852 que encomendó la tarea a las municipalidades. Ponerlos en
funcionamiento no fue una tarea sencilla, requirió del esfuerzo decidido de hombres como
Manuel Atanasio Fuentes en la Municipalidad de Lima, que enfrentó la desidia y falta de
colaboración de los párrocos que no reconocían los fueros del Estado peruano. En su inicio la
colaboración de la iglesia era fundamental, pues desde la Colonia llevaba el registro de
bautismos, casamientos y muerte de sus feligreses. Pero la batalla más difícil que los
registradores debieron enfrentar fue contra la costumbre y la falta de conocimientos de la
población.
Los modestos avances que se habían alcanzado se vieron truncados con la ocupación chilena
que cerró los registros civiles durante la Guerra del Pacífico. Al retirarse los invasores fue
reabierto en Lima a cargo de Arturo Arrospide, que lo convirtió en un modelo para las demás
municipalidades del país. Sin embargo, la información que brindaban era poco confiable. En la
década de 1890, cuando Lima comenzaba a superar los estragos de la guerra y su población
crecía, las cifras oficiales indicaban que el número de fallecidos superaba largamente al de
nacidos, algo inverosímil. Ocurría que se daba mayor cumplimiento a la obligatoriedad de la
expedición de la partida de defunción, indispensable para proceder a la sepultura, que a la que
ordenaba la inscripción del nacimiento. Para corregir ello, Arrospide propuso al Concejo
Provincial de Lima estimular el registro de nacimientos con el sorteo de diez premios de mil
pesos todos los años en fiestas patrias. La ordenanza fue aprobada en 1893 y ese mismo año se
realizó el primer sorteo. La solemnidad que adquirió aquel acto da cuenta de la importancia que
para las autoridades tenía el tema. Se realizó el 29 de julio en uno de los salones del Palacio de
la Exposición y contó con la presencia del presidente Morales Bermúdez, varios de sus ministros,
el Alcalde de Lima y Ricardo Palma, entonces director de la Biblioteca Nacional.
Si la situación en la capital no era la mejor, el panorama en el interior del país era desalentador.
Así lo reconoció el presidente Billinghurst que en mensaje al Congreso sostuvo que en setenta y
dos municipalidades de distrito no se llevaban los registros de estado civil, (1) señalando además
que las prescripciones del Código Civil eran letra muerta y que los registros habían caído en
desuso. La preocupación de las autoridades por su estado hizo eco en el ambiente universitario,
y en la década de 1910 y siguiente se publican varias tesis planteando diversas soluciones. Todos
concuerdan en un mismo punto: la necesidad de quitar a las municipalidades la responsabilidad
de los registros civiles.
Los registradores civiles que trabajan en municipalidades rurales y centros poblados menores se
encuentran bajo una triple presión. Por un lado, son nombrados por las autoridades locales, por
lo que la rotación en el cargo suele ser alta a pesar de ser un trabajo altamente especializado.
Ello no permite afianzar conocimientos y ganar experiencia en materia tan compleja. Por otro
lado, la escasa comunicación con el RENIEC, cuando esta es posible, hace que en muchos casos
los registradores ante la duda, opten por exigir más requisitos de los que la norma estipula,
transfiriendo al ciudadano la responsabilidad o derivándola al juzgado de la zona.(3) A pesar de
que dependen funcionalmente del RENIEC, éste opera como “tribunal de alzada”, rechazando
por errores de forma la documentación que los registradores emiten, esto es particularmente
notorio en el caso de las partidas de nacimiento.(4)
Finalmente, la expansión de los programas sociales en las regiones más pobres del país han
aumentado el trabajo de las oficias registrales y la demanda de la población, que sin documentos
no puede ser beneficiaria ni acceder a los servicios del Estado. Esta situación hubiera sido un
estímulo para Fuentes o Arrospide, quienes entendían que el fortalecimiento de la institución
era un pilar fundamental para la construcción de un Estado moderno. Hoy el punto crítico del
sistema de documentación se ubica en los registradores civiles que en las regiones más
apartadas trabajan en condiciones de orfandad, reclamando atención y capacitación del RENIEC,
y una mínima estabilidad que les permita ganar experiencia y así poder brindar un mejor servicio
a los ciudadanos.
Notas:
4) El RENIEC reconoce que un tercio de las partidas de nacimiento emitidas en el país tienen
problemas.
Teatro Municipal
Ubicación Iquique
Arquitecto Bliederhausen
Construcción 1889
Apertura 1890
Características
Administración
El hemiciclo del Teatro Municipal de Iquique se encuentra a un costado de la Plaza Prat y es allí
donde se han realizado eventos culturales y de artes mientras se proyecta su reparación
RESEÑA HISTORICA