Manual Herramientas Aplicación Lectura - Escritura - Cálculo
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REVISIÓN DE LAS NOTAS DE LA TRADUCCIÓN ORIGINAL A CARGO DE CAMILO GRAZZINI.
PREFACIO
Cada una de estas partes se pone sobre un plano diferente, aunque todas siguen la
misma línea. El conocimiento de estos cuatro planos resulta de extrema importancia.
Del primer plano de desarrollo, que se refiere a niños de hasta siete años, hemos hablado
en el primer libro por lo que ahora nos ocuparemos solamente de los tres períodos que le siguen:
el niño de los siete a los doce años, el adolescente de los doce a los dieciocho años, y el estudiante
universitario.
Hasta estos días, en Francia se han realizado trabajos relacionados únicamente con el
primer plano de desarrollo, mientras que en Holanda e Inglaterra han logrado tener éxito en
diferentes experimentos relacionados con los planos sucesivos.
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Espero que este libro pueda servirnos como estímulo para la creación de escuelas
modernas, inspiradas a ese ideal del que nuestros chicos tienen necesidad más que nunca.
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I. LOS PLANES SUCESIVOS DE LA EDUCACIÓN
Se puede establecer un paralelo entre la vida de este insecto y la vida del niño. Pero,
precisamente porque la evolución de los caracteres no es tan clara y neta en el niño como lo es
en el insecto, sería más exacto hablar de "renacimiento". De hecho, en cada etapa tenemos
delante de nosotros un niño nuevo, que presenta características diferentes a las que tenía en la
edad precedente.
I. Nuestro primer plan de educación se refiere, por lo tanto, al niño pequeño desde su
nacimiento hasta que cumple siete años más o menos y puesto que muchas transformaciones
tienen lugar en este período tan importante, hemos establecido las siguientes subdivisiones:
a) para los primeros dos años,
b) de los tres a los cinco años,
c) el sexto y el séptimo año.
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II. Para el período de los siete a los doce años (aquel que precede a la adolescencia y
que, a su vez, puede subdividirse) hemos elaborado un plan diferente. Si los cambios que se
producen durante el primer período pueden ser considerados fases normales de desarrollo, en el
período siguiente se verifican verdaderas y propias metamorfosis.
III. De los doce a los dieciocho años: se puede decir lo mismo de este período de la
adolescencia.
En cada una de estas fases nos encontramos delante a un ser en evolución, que cada
vez es un individuo diferente.
Aquí nos proponemos analizar estas dos últimas etapas ya que la primera ha sido tratada
en una obra precedente.
Sólo mediante un análisis atento se pueden individuar los cambios que se suceden sin
solución de continuidad en el niño mientras crece hasta convertirse en hombre. Son estos cambios
los que tienen una importancia esencial para el método educativo.
Los principios que se aplican últimamente en todo el primer período no son los mismos
que deben seguirse en el segundo. De esta forma entramos en la "parte práctica de la educación".
Pongamos un ejemplo: cuando el niño comienza a sentir que un diente está flojo... es
signo de que el primer período de su infancia se ha terminado. El suceso se desenvuelve sin más
relevancia en la familia. Cuando el diente se mueve mucho, se cae; se le da una cierta importancia
al hecho, tal vez se conserva el diente y con esta pequeña ceremonia inicia un nuevo período de
vida. Deberá pasar todavía mucho tiempo antes de que todos los dientes de leche se caigan y
crezcan los nuevos. Pero, si por desgracia, fuera necesario quitar uno de estos nuevos dientes,
no se podría sin el uso de instrumentos especiales pues se trata de un órgano estable y fuerte.
Esto no es más que un ejemplo tomado de las numerosas manifestaciones de esta edad. Todas
estas características -tanto físicas como psíquicas- constituyen los anillos de esa larga cadena
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que es el proceso de metamorfosis del niño: se ve más robusto y al mismo tiempo más delgado,
sus cabellos son menos suaves, psicológicamente es menos dulce, más rebelde.
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II. METAMORFOSIS
De los siete a los doce años, el chico tiene necesidad de ampliar su campo de acción.
Como hemos visto , al niño pequeño le era suficiente su cerrado núcleo familiar en el que
establecía sus primeras relaciones sociales con los demás. En el segundo período le es necesario
un campo más amplio para sus experiencias sociales. Su personalidad no se puede desarrollar
permaneciendo en el ambiente restringido de los primeros años.
El dinero es el medio del que el hombre se sirve para procurarse objetos, es por ésto que
asume un vivo interés. Tenemos que conservarlo como "la llave de oro" que abre las puertas de
la súper-naturaleza.
Se necesita pues que los niños tengan una experiencia personal, adquiriendo ellos
mismos algunos objetos y se den cuenta de lo que pueden adquirir con la unidad monetaria de su
país.
Así que ¿qué cosa se puede adquirir con un peso? Y cuando hayamos adquirido un
peso de papel en la papelería, nuestro peso habrá desaparecido: servirá para adquirir otros
objetos, que valen a su vez un peso. Es siempre el mismo peso que pasa de mano en mano,
procurando cada vez algo de lo que alguien tiene necesidad. ¿Cuánta mercancía se ha podido
adquirir con un peso acuñado hace 50 años? El dinero que manejamos de esta manera es siempre
el resultado del trabajo de los hombres y siempre debe permanecer únicamente como un medio
para adquirir lo necesario.
El niño tiene la necesidad de establecer sus relaciones sociales con una comunidad más
amplia. La escuela como ambiente cerrado, como se concibe hoy en día, no es suficiente para él.
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Le faltan los elementos para desarrollar plenamente su personalidad, se observa en él una cierta
regresión, algunas manifestaciones del carácter que no podemos definir como anomalías pues en
realidad se trata de reacciones a un ambiente que le resulta insuficiente. Pero no nos damos
cuenta de estas situaciones y puesto que queda sobre entendido que el niño debe hacer lo que le
ordena el adulto, aunque el ambiente en el que vive no sea apto a sus necesidades, cuando él
manifiesta esos altibajos de carácter decimos que es "malo", y lo castigamos; pero la mayoría de
las veces ignoramos la causa de esta "maldad". En realidad, con su conducta, el chico nos prueba
lo que hemos apenas expuesto. Justamente para poder salir del ambiente cerrado no va a la
escuela con gusto como antes, sino que prefiere ir a buscar ranas o a jugar por la calle. Estos
hechos, que pueden parecer insignificantes, revelan que el niño tiene necesidad de extender el
campo de acción en el que se ha desenvuelto hasta ahora.
"Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"... Una parte de nuestra vida
pertenece a Dios, el resto al hombre. Dependemos del ambiente del que formamos parte, de la
vida social. Cuando vive en condiciones favorables a su personalidad, el niño manifiesta una
actividad extraordinaria. Su inteligencia nos sorprende, porque todas sus facultades trabajan
juntas, como sucede normalmente en el hombre. No se trata ya de modificar los métodos
educativos: se trata de un problema de vida.
Pensemos en la tela de la araña que ocupa un vasto espacio del mismo animal. Esta
tela representa su campo de acción al capturar a los insectos que quedan atrapados en ella.
Ahora bien, esta tela se construye siguiendo un plan preciso: la araña produce un hilo que une a
dos ramas, dos piedras, dos puntos de apoyo cualquiera. Después teje los rayos y de acuerdo
con lo establecido con el plan de la construcción, finalmente, teje su tela alrededor del centro,
procediendo en círculos a una distancia calculada siempre exactamente. Si los puntos de apoyo
están cercanos, la tela será pequeña, mientras más se alejen el uno del otro, la tela será más
grande; pero en todos los casos será tejida siguiendo un plan preciso, siempre con la misma
exactitud.
Como esta tela, también la psique del niño se construye siguiendo un plan exacto y esta
construcción abstracta le permite percibir lo que pasa en el camino fuera de su portal inicial.
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Dependiendo de la complejidad del mundo cultural en el que vive el niño, su tela será
mas o menos grande y le permitirá llegar a un mayor o menor número de objetivos.
Podemos considerar a la escuela según dos puntos de vista: como un lugar en el que
se imparte la instrucción o como una fase de preparación para la vida. En este último caso la
escuela debe satisfacer todas las necesidades de la vida.
Una educación cuya única meta sea la de corregir al niño o que suprima lo que constituye
su verdadera existencia lo empuja hacia las anomalías de carácter.
Debido a ésto, algunas actividades (como la de los "boy scout") que ofrecen al niño la
posibilidad de una vida organizada fuera de la escuela, siempre son muy interesantes para los
niños.
Hasta esta edad el niño se ha preocupado solamente por establecer relaciones entre los
objetos, los ordena y absorbe el mundo exterior mediante sus sentidos.
Al comienzo de los siete años, en cambio, se produce una evolución hacia las esferas
intelectuales y morales.
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Se pueden establecer paralelos entre estos dos períodos que, sin embargo, pertenecen
a planos diversos. A los siete años se perfila una primera orientación hacia los problemas morales,
hacia la formulación de los juicios. Una de las características más singulares que observamos es
el interés que nace en el niño sobre ciertos hechos que antes no advertía. Ahora le preocupa
saber qué es justo y qué es incorrecto; se presenta frente a él el gran problema del Bien y del
Mal. Esta preocupación está dictada por una sensibilidad interior particular: la conciencia y esta
sensibilidad es una característica totalmente natural.
El período comprendido entre los siete y los doce años es un período particularmente
importante para la educación moral... Es necesario que el adulto se dé cuenta de la evolución que
se cumple en el ánimo del chico en este momento y que se dirija a él en una forma adecuada.
Si en el primer período la maestra debía tener una gran delicadeza e intervenir lo menos
posible en la actividad del niño (actividad casi siempre motriz y sensorial), ahora su delicadeza
debe verterse hacia el plano moral, en el que reside el verdadero problema de esta edad. Pensar
que el problema de la moralidad se presente sólo en edades más avanzadas, significa no darse
cuenta de la transformación que se está dando. Si no le proporcionamos la ayuda necesaria en
este período tan delicado, enseguida el problema moral se presentará de un modo más complejo
y la adaptación a la vida social será mucho más difícil.
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nunca y es la que nace de la educación interior. El principio de la justicia distributiva y del derecho
individual puramente exterior destruye el sentimiento natural e innato de la verdadera justicia.
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III. CARÁCTER MORAL DEL NIÑO DE LOS SIETE A LOS DOCE AÑOS
Las tres características que hemos apenas analizado -la exigencia del chico de salir del
ambiente cerrado, el pasaje de su espíritu a un plano abstracto y el nacimiento de su sentido
moral- nos sirven como base para la formulación del plan de este segundo período.
Cuando el niño ha dejado el espacio reservado que constituye el ambiente del primer
período, es necesario proporcionar la cultura que le ayude a ampliar sus experiencias sociales.
Prolongar estos ejercicios sería inútil pues ahora el niño es independiente y está en grado
de aplicarse él solo en actividades para las que antes necesitaba la ayuda del adulto puesto que
ahora ha logrado alcanzar la coordinación de sus movimientos. Pero los gestos de cortesía que
le hemos enseñado para entrar en contacto con los demás, deben ser transportados a un plano
diferente: debemos hablarle por ejemplo de la ayuda que se debe dar a los débiles, a los viejos, a
los enfermos. No se trata ya de ejercitarse en el cumplimiento de los movimientos: hemos llegado
a la introducción de las relaciones morales, de aquellas que despiertan a la conciencia. Si, hasta
ahora, era importante no empujar a una persona mientras pasamos cerca, ahora es mucho más
importante no ofender a esta persona.
Los "boy scout" han obtenido un notable suceso precisamente porque reúnen y
organizan a chicos en nombre de los principios morales y les indican lo que sí se debe hacer y lo
que no se debe hacer. Los chicos que se unen a estos grupos, generalmente, no cometen
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acciones contrarias a los principios de su asociación. Existe en esta agrupación un valor humano
que es un punto de partida: el nacimiento de la dignidad.
Esta actividad de grupo implica, además, ejercicio físico: largas caminatas, de esta forma
los chicos se acostumbran a afrontar una vida más seria y al mismo tiempo más difícil.
Mientras que el niño pequeño buscaba la dulzura de la vida, el chico siente ahora la
necesidad de enfrentarse con sus primeras dificultades. Pero, para realizar estos esfuerzos, hace
falta tener una meta: en ésto consiste la diferencia entre un maestro de escuela que lleva a los
niños de paseo y una organización como los “scout”. El primero, es cierto, los hace salir del
ambiente cerrado de la escuela y les deja caminar y advertir físicamente el mundo que les rodea.
Pero no es suficiente para elevar la dignidad del chico que permanece en un círculo cerrado.
Aunque sean muy frecuentes estos paseos es posible que no cambien nada, puesto que la
adhesión de los pequeños alumnos es pasiva. Es muy diferente si estos mismos niños salen por
su cuenta de la escuela con un fin determinado y libremente aceptado.
Los “scout” son, por lo tanto, una asociación de jovencitos que han pedido ser admitidos
en esta sociedad que les propone, sobre todo, un fin moral por ejemplo: defender a los débiles y
mantenerse siempre en un cierto nivel moral. Aquí el chico tiene la posibilidad de aceptar y
prometer o rechazar: ningún maestro lo obliga a entrar en esta sociedad; pero si quiere formar
parte de ella debe obedecer por iniciativa propia los principios. El encontrarse reunidos con otros
individuos que han aceptado libremente los mismos principios, constituye un atractivo esencial.
Los límites no son ya las paredes de una habitación sino solamente los del orden moral.
Los scout tienen reglas de vida más difíciles y más rigurosas de lo que se creía que los
niños de esta edad pudieran soportar. Las largas caminatas, las noches al aire libre, la
responsabilidad de las propias acciones, el fuego, las casas de campaña, etc., representan
esfuerzos colectivos. El principio moral que se encuentra en la base es lo que une a los individuos.
Se convierte en una exigencia y ésto es lo verdaderamente esencial.
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También aquí vemos un paralelismo con el primer período: antes se pedía el
consentimiento del niño para presentarle un material. Ahora, lo que era sensorial se ha vuelto
abstracto.
Por lo tanto vemos que en este segundo período existen posibilidades superiores a
aquellas que conocíamos en el niño: ya no son subordinadas a las órdenes de alguien más, sino
que a los imperativos de su propia conciencia.
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IV. LAS NECESIDADES DEL NIÑO DE LOS SIETE A LOS DOCE AÑOS
¿Qué hacer entonces, en práctica, con un niño de siete años? Tengamos presente, ante
todo, el cuadro que hemos trazado y que nos permite comprender a este niño y ayudarlo con sus
deseos (que no ha manifestado pero que hemos adivinado). Esta comprensión es el punto de
partida; debemos simpatizar con este pequeño que ha cambiado tanto en el aspecto exterior
(modo de vestir, de peinarse, etc.) como en la intimidad de su personalidad. El chico es ahora un
individuo fuerte, que entra en un mundo nuevo: el mundo de lo abstracto. Es un mundo rico en el
que comienzan a interesarle más que los objetos, las acciones realizadas por los hombres. Llega
y ¡Oh novedad!, comienza a juzgar. Mientras hasta ahora había dirigido su interés a las cosas (el
agua de las flores que tenía que cambiar, las pequeñas cosas que cuidaba, etc.) ahora se
preocupa de cómo y por qué. Todo aquello que lo había atraído sensorialmente en el pasado lo
interesa ahora desde un punto de vista diferente: quiere saber qué hay que hacer, le preocupa el
problema de la causa y sus efectos.
Pero este ser que se asoma como renacido en este mundo, resulta un poco incómodo
para el adulto; por eso, sin una nueva dirección pedagógica, puede entrometerse un sordo conflicto
entre el adulto y este nuevo niño. El adulto se cansa y termina por no responder a las innumerables
preguntas que le hace, rogándole que se calle, dándole respuestas demasiado largas... o
demasiado cortas; en resumidas cuentas, se comporta con él como se comportó con el pequeño
cuando comenzaba a caminar y le suplicaba que se quedara tranquilo y no lo dejaba ser turbulento
y hacer lo que deseaba siguiendo sus instintos. El mismo malentendido se produce en el plano
abstracto. A cada uno de sus nacimientos, el niño debe afrontar una nueva lucha, una nueva
incomprensión lo aflige cada vez que emprende una actividad nueva y sin duda preciosa. En
cambio, el mismo adulto debería ayudarlo creándole el ambiente apto para su desarrollo. Así como
debemos ayudar al niño que da sus primeros pasos, debemos ayudar al chico que comienza a
caminar en el mundo de lo abstracto.
La educación debe ser una guía en este período que es el más crítico tanto en la vida
como en la escuela. Por eso es necesario enseñar a la maestra sus nuevos límites, así como lo
hicimos en lo que concernía al niño pequeño. El niño pequeño debía "contar las palabras" ahora
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debe saber con precisión lo que debe hacer, lo que debe decir y con qué medida debe responder
a las preguntas. Debe tener conciencia de que su deber es decir poco y decir sólo la verdad...
pero no toda la verdad: debe decir solamente aquello que es "necesario y suficiente". Para el niño
es indispensable advertir la seguridad del adulto.
En todos los períodos de la vida del niño es esencial que disponga de un campo de
actividad propio para poder conservar un equilibrio entre la acción y el pensamiento. En efecto,
es como si su pensamiento tendiera a perderse en la abstracción con razonamientos sin fin, así
como de pequeño se perdía en delirios del mundo fantástico. Entonces le dábamos objetos
determinados en un ambiente predispuesto en el que adquiría su independencia, gracias a sus
esfuerzos personales y este trabajo le daba dignidad. Su experiencia personal le proporcionaba
las respuestas exactas. El rol de la educadora consiste en interesar profundamente al niño en
una actividad exterior a la que le pueda dedicar todas sus posibilidades. Se trata de ayudarlo a
conquistar su libertad y su independencia interesándolo en una realidad que será descubierta
enseguida por su actividad. La actividad es el medio por el cual el niño logra liberarse del adulto.
Examinemos pues las principales exigencias del niño de siete años. Algunas cosas han
cambiado en su cuerpo: antes que nada los dientes y el cabello. Enseñémosle la higiene de
dientes y cabello. Después, los pies y las piernas: el chico de siete años tiene piernas robustas y
trata de huir del ambiente cerrado en el que ha vivido hasta ahora; en lugar de cerrarle la puerta,
preparémosle buenos pies. En un tiempo, el ser humano tenía que caminar largos tramos y la
hospitalidad al peregrino consistía antes que nada en curar sus pies, aún antes de ofrecerle algo
para comer.
Por lo tanto, si este niño manifiesta el deseo de escapar de casa, llamemos su atención,
con cierta solemnidad, hacia sus pies; aún antes de ponerse en camino, tomará mayor conciencia
de lo que está por hacer. Guiando su atención hacia la parte de su cuerpo que está por
comprometer en esta acción, lo inducimos a pensar que tiene que cuidar sus pies para caminar,
tanto simbólica como prácticamente. Todas estas actividades deben ser consideradas en un plano
más elevado: ahora educaremos al niño en su plano abstracto.
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Es noble el pie, es noble la caminata y gracias a sus pies el niño, que ya camina, puede
pedirle al mundo externo algunas respuestas a sus preguntas secretas.
Pero, para salir, necesita prepararse: el chico en fuga abre la puerta y se va.
Enseñándole la necesidad de una preparación, lo obligamos a reflexionar. Necesita comprender
que "salir" es una actividad para la que hay que adquirir conocimientos y preparar ciertos objetos.
El uso de estos objetos requiere de una serie de ejercicios prácticos. Mientras que para
un niño pequeño el cuidado del vestir era un hecho puramente estético, para el chico de siete años
la ropa adquiere una importancia relacionada con el fin que desea alcanzar.
Antes que nada, se trata de simplificar la salida. Hay que llevar consigo la menor
cantidad de carga posible, por consiguiente, necesita "escoger". Estas preocupaciones
materiales eliminan la idea de la fuga; pero ya que el instinto que lo empuja a huir existe, es el
mismo instinto el que le hace dirigir su atención a los preparativos necesarios. Por sucesión lógica
viene la respuesta y el razonamiento procede de causa a efecto.
La maestra debe tener presente que el fin perseguido no es aquel inmediato (el paseo),
sino que su verdadera finalidad es la de lograr que el ser espiritual al que está educando encuentre
su propio camino.
Un niño encerrado en sus límites, aún si son amplios, permanece incapaz de valorizarse
y no podrá adaptarse al mundo externo. Para que progrese rápidamente la vida práctica y la vida
social deben ser íntimamente asimiladas por su cultura. Se objeta generalmente que el chico tiene
ya mucho trabajo como para que actividades que le ayuden en esta tarea se puedan introducir en
el horario ordinario. Esto es un error: es mucho más cansado usar sólo la mitad de las facultades
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que la naturaleza nos ha dado; es como si uno quisiera caminar con un pie, con el pretexto de que
usar los dos pies le causa doble fatiga. La cultura y la y la experiencia por lo tanto deben adquirirse
contemporáneamente.
La salida, que no ha sido solamente con un fin práctico, sino que le hace vivir una
experiencia, le llevará a tomar conciencia de la realidad. Está en la maestra hacer que las
enseñanzas morales de la vida emerjan de las experiencias sociales.
La moral comporta al mismo tiempo un lado práctico, que regula las relaciones sociales
y un lado espiritual que precede al despertar de la conciencia del individuo.
Es difícil que estas relaciones sociales asuman una realidad concreta mientras se
involucre sólo la imaginación. Hay que traducirla en práctica. No bastan los sermones para
despertar la conciencia: es necesario que el chico ejercite una vigilia constante de sus propias
acciones. La educación tiene por lo tanto la posibilidad de resolver el problema al momento en
que se ayuda asimismo a través de las acciones.
Está claro que la caminata no se realiza involucrando únicamente los pies. Hay que
moverse con soltura, ligereza y rapidez para ser capaces de proceder en todos los elementos. No
olvidemos que estos esfuerzos están destinados a tener una repercusión en el conocimiento del
mundo que nos rodea y estos esfuerzos deben tender hacia este fin perceptible.
Así que si quisiéramos llegar a la cima de una montaña y nuestra sola preocupación
fuera la de poner atentamente un pie delante del otro, el cansancio nos debilitaría rápidamente y
no lograríamos nuestra meta. Pero si camináramos en grupo y subiéramos gozando del panorama
maravilloso que poco a poco fuéramos descubriendo allá arriba, llegaríamos sin fatiga a la cima y
habríamos obtenido felicidad y salud: habríamos tomado conciencia moral de nuestro esfuerzo.
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En Holanda, los niños circulan en bicicleta desde la edad de 5 años. También la natación
debería ser enseñada a temprana edad. Cuando se empieza a salir del ambiente doméstico, hay
que pensar a la defensa personal: hay que armarse de nuevos instrumentos, adquirir nuevas
capacidades. Hay que aprender a tener cuidado de los vestidos propios, a ver si todo está e orden,
aprender a pegar los botones, a limpiar las manchas, etc. Nosotros hemos preparado con este fin
el material que comprende diferentes telas de lana, de seda, de lino, de algodón, etc., las hemos
manchado con sustancias de diferente naturaleza: los chicos se han interesado mucho en este
ejercicio. Los grandes no sólo aprenderán a hacer estas cosas, sino que tendrán claro el concepto
que para salir hay que estar preparados y en orden.
Otro ejercicio útil es el de preparar una mochila. Para hacerlo correctamente se necesita,
sobre todo, tomar las medidas y operar según el método. Hay que saber preparar y empacar lo
necesario aunque sólo sea para tomar una merienda al aire libre (platos, vasos, cubiertos, etc.)
Es también muy importante para un niño que sale, saber orientarse en el campo,
reconocer la posición del sol, los puntos cardinales, tener una idea de la hora, etc. Hagámosle
observar, por ejemplo, que el musgo en un bosque, cubre solamente el lado de los árboles que
está expuesto hacia el norte. Hagámosle prever el tiempo por medio de la observación de las
nubes y estudiar la dirección del viento. Todas estas cosas despiertan la atención y constituyen
el verdadero conocimiento; cuando los chicos comienzan a interesarse, hablan del argumento
entre ellos y con sus hermanos más pequeños haciéndolos participar de sus propias experiencias.
De esta forma, cuando los hermanos mayores salen, a su regreso traen al grupo familiar cultura y
civilización, en una palabra: progreso, y alrededor de ellos se crea una atmósfera más elevada.
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Toda esta actividad representa un símbolo de la vida. Y ya que la vida fuera de casa es
diferente a la vida del ambiente cerrado, hace falta también una guía y una meta. En una palabra:
para salir, hay que estar preparados.
Si el segundo período fuese considerado desde el mismo punto de vista del precedente,
tendríamos que dejar que el niño saliera y fuera donde quisiera pero, por supuesto, se perdería.
Antes, la maestra perfecta era aquella que haciéndose a un lado dejaba trabajar al niño
solo. No sería posible aplicar el mismo procedimiento ahora, ya que el muchacho vive dos
existencias paralelas: su existencia dentro del hogar y su existencia en la sociedad. Esto es un
hecho nuevo. Los “scout” nos ofrecen elementos útiles para este propósito: cuando van al campo
o a los bosques se dedican a realizar ejercicios de agilidad. También la experiencia práctica es
útil en esta edad: así que estos chicos, para decidir el destino de su "salida" observan los objetos
de quiénes ya han ido anteriormente por ese camino y les han dejado expresamente, estas
señales les sirven para encontrar el camino. Los grupos que se siguen a cierta distancia aprenden
a reconocer, a partir de la posición de un objeto preestablecido considerado como señal, la
dirección que ellos mismos deben tomar. Se trata de un ejercicio activo que acostumbra a los
muchachos a observar y a buscar... ¡es muy diferente del sistema que conduce al niño de paseo
tomándolo de la mano!
Otra actividad de los “scout” consiste en estudiar las huellas de los animales. Cuando el
niño era más pequeño lo hacían observar los mínimos particulares del ambiente, así aprendía a
moverse con cuidado, a tocar los objetos sin dejarlos caer, sin romperlos, etc. También ahora es
importante para la continuación de su desarrollo que observe cada cosa en el universo en el que
se mueve. La elección de estos ejercicios está en relación con su edad y debe realizarse
basándose en consideraciones de orden físico: los ejercicios que comportan los movimientos, por
ejemplo, son dictados más por la edad del niño que por el grado de su inteligencia.
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Un ejemplo: un niño de una escuela holandesa sabía trabajar con el cuadrado de un
binomio que corresponde al conocimiento de jóvenes de edad más avanzada. Pero un día, él y
algunos compañeros de su misma edad le pidieron permiso a su maestra para ir a recoger cerrillos
apagados que se encontraban en el bosque. No se comportó diferente a los demás; como ellos,
se preocupaba solamente de ver quién había encontrado más sin importarle las explicaciones que
la maestra estaba dando en otro lugar. Esta preocupación era el testimonio de su edad; un niño
se interesa todavía en estas pequeñas cosas, sin embargo, su inteligencia es capaz de hacer
algunos rebotes hacia un orden de ideas más avanzado. Se puede decir que, aunque un chico
pueda evadir el plano intelectual, queda ligado a su edad en el plano práctico.
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V. PASAJE A LA ABSTRACCIÓN. EL ROL DE LA IMAGINACIÓN. LOS PASEOS AL
AIRE LIBRE: CLAVE DE LA CULTURA.
Cuando nos proponemos preparar a los chicos para "salir" del lugar cerrado en el que
han sido educados hasta los siete años, se presenta en la mente un gran cuadro. Salir de una
habitación, de una clase, para afrontar al mundo externo, que comprende toda la multiplicidad de
las cosas, quiere decir que evidentemente se abrirá una puerta inmensa a la instrucción. Es un
acontecimiento comparable al que ocurre en la historia de la pedagogía al de abrir el libro de
Comenius, "Orbis Sensualium Pictus".
Compuso pues, un libro de figuras que representaban todo aquello que existe en el
mundo: plantas, animales, piedras, razas humanas, cartas geográficas, acontecimientos
históricos, industria, comercio, medicina, higiene, producción de la primera máquina y el modo en
el que funcionaba, etc. Cada idea estaba representada por una figura y comentada con pocas
palabras. Parecía fácil abrazar el todo viendo las figuras del libro. Fue en realidad un primer
ejemplo de aquello que fueron más tarde las enciclopedias, con la diferencia que las enciclopedias
volvían a valerse de la palabra y así el "Orbis Sensualium Pictus" permaneció más que único en
la historia de la pedagogía.
Sin embargo, siguiendo esta idea se ha comenzado a enseñar por medio de objetos
tangibles. Pero, dado que las ideas se empobrecen al ser divulgadas, la maestra que exponía las
ideas de Comenius -que sabía todo- substituyéndolas con sus palabras, no dio al alumno mas que
sus míseros conocimientos traducidos en imágenes.
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Enseguida se pensó que la figuración en dos dimensiones era insuficiente para la
comprensión del chico. Se le presentaron entonces aquellos modestos conocimientos de forma
real. Pero, delante a la dificultad de procurarse y de conservar los objetos, se pensó encerrarlos
en un museo. Cada escuela moderna que se respete debe tener su propio museo. Así, al lado
de los chicos encerrados, se tendrán objetos encerrados. Alrededor del chico que necesita ver
las cosas para comprenderlas, reina una atmósfera pesada y deprimente, debida a la subestima
de su inteligencia por parte del adulto. Las capacidades intelectuales del chico permanecen
insospechadas. Pero nosotros, a quienes el chico ha revelado esta enorme potencialidad,
esperamos que la verdadera idea de Comenius sea retomada, ofreciendo a los chicos el
conocimiento del Mundo en su realidad.
Cuando el chico sale, es precisamente el Mundo Real que se ofrece ante sus ojos. En
lugar de fabricar algunos objetos que representen ideas y encerrarlos en un armario, dejemos salir
al chico mostrándole las cosas en su autenticidad.
Cuando se encuentra un río o un lago... ¿es necesario haber visto todos los ríos o los
lagos del mundo para saber qué cosa es? La imaginación puede representarnos al mundo
inmediatamente. Una máquina, un hombre que pesca, un hombre que trabaja, todos son
particulares que forman en conocimiento. Este es un método de cultura universal. Es evidente
que la posesión de las cosas reales y su contacto real llevan antes que nada a una suma real de
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la cultura, la inspiración que ésta causa hace más viva la inteligencia que se ha interesado y que
ha querido saber. Entonces, de todas estas cosas vistas con los propios ojos, surgen intereses
intelectuales (el clima, los vientos, etc.) y las instrucciones se vuelven vivientes. En lugar de ser
ilustradas son vivificadas.
Para concluir, la salida es una llave nueva para hacer posible que la cultura impartida
normalmente en la escuela sea más completa.
Ninguna descripción, ninguna imagen de ningún libro puede sustituir la visión real de los
árboles de un bosque y toda la vida que se desarrolla en su entorno. Los árboles despiden algo
que le habla al espíritu, algo que ningún libro, ningún museo podrá mostrar jamás. Viendo un
bosque nos damos cuenta que no existen solamente los árboles sino todo un conjunto de vida:
esta tierra, este clima, esta potencia cósmica son necesarios para el desarrollo armonioso de todos
los seres vivientes. Esta miríada de vida que rodea a los árboles, su majestuosidad y su variedad,
son algo que es necesario ir a descubrir, que nadie puede llevar al interior de la escuela.
Cuántas veces el ánimo del hombre -especialmente el ánimo del niño- se ve menguado
precisamente porque no se pone en contacto con la naturaleza. Y cuando se da este contacto se
hace sólo con un fin material. ¿Cómo podría un chico describir la diferencia entre la naturaleza
vista de día o de noche, si desde el momento en que apenas se obscurece, se va a dormir?
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chico se encuentra, en esta edad, en un plano abstracto; no se conforma ya con recibir los hechos:
busca descubrir las causas. Hay que utilizar este estado psicológico que le permite considerar las
cosas en su conjunto y conducirlo a reconocer que todo en el universo está colegado. Así, cuando
él investiga las causas de la inmensa variedad de los efectos, el mundo que tiene enfrente puede
responder a esta exigencia natural.
Pero presentar la idea del conjunto no es tan fácil como ilustrar los particulares. Así, no
es suficiente que la maestra se limite a amar y comprender al chico; necesita, antes que nada,
amar y comprender el universo. Es necesario, por lo tanto, que ella misma se prepare y trabaje.
En el centro del problema está siempre el chico pero ahora la maestra responde ese llamado que
se encuentra en el mundo abstracto. Cuando el niño era todavía pequeño, bastaba llamarlo por
su nombre para que se volteara; ahora es necesario llamar a su ánimo y ya no es suficiente
hablarle: se necesita interesarlo. Aquello que debe aprender debe ser interesante, debe
fascinarlo, es absolutamente necesario ofrecerle cosas grandiosas: para comenzar ¡ofrezcámosle
el Mundo!
Dice en el Génesis: "Dios creó el cielo y la tierra". Esto es muy simple pero es grandioso.
Así el alma está siempre despierta. Aún los particulares más pequeños, cuando son presentados
como parte de un todo, se transforman en algo interesante y el interés aumenta poco a poco de la
misma forma en la que va aumentando el conocimiento. Por otra parte, el conocimiento que
ofrecemos ahora la chico no debe ser sobre el mismo plano, no debe ser puramente sensible: es
necesario que él recurra continuamente a su imaginación. La imaginación es el gran potencial de
esta edad y, desde el momento en que nosotros no podemos ofrecerle el todo, a él le corresponde
imaginarlo. La instrucción de los chicos de los siete a los doce años debe llamar a su imaginación,
de la que, por supuesto, debe desencadenarse la representación de la realidad. Por lo tanto, es
necesario ser rigurosamente exactos: la precisión, como el número y como todo lo que es
matemático, servirá para construir esta representación de la realidad. Así, pues, ¿qué es lo que
impresiona a la imaginación? Antes que nada, la grandeza y después el misterio. La imaginación
es capaz de reconstruir el conjunto cuando conoce los detalles reales.
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La imaginación no le fue dada al hombre por el simple placer de poder soñar cosas
maravillosas; así como las cuatro características comunes de los hombres (el lenguaje, la religión,
el culto a los muertos y el arte) no le fueron dadas para vivir en contemplación. La imaginación es
verdaderamente grande sólo cuando el hombre, gracias al valor y a la voluntad, la utiliza para
crear, de otra forma se dirige a un espíritu que vaga en el vacío.
El mundo está lleno de obstáculos, pero la vida espiritual le ofrece al hombre la fuerza
para superarlos y cumplir su misión. Así, por ejemplo, el amor a la patria está basado en la
imaginación; ¿no es acaso la imaginación la que nos hace entender qué cosa es nuestro país,
qué cosa son nuestros compatriotas? Nuestra lucha en favor de la infancia necesita de la
imaginación ya que conocemos personalmente a un número limitado de niños.
Pero esta patria, estos niños, todo aquello que imaginamos existe a propósito y nosotros
sabemos que ahí esta.
Quien no posee este modo de imaginación no es mas que un pobre ser viviente. Pero
el chico que posee demasiada fantasía es un ser agitado y nosotros no sabemos como calmarlo.
No decimos: "Suprimamos esta imaginación de la mente del niño", sino que decimos: "La
imaginación no es suficiente para su espíritu." Es necesario nutrir también el otro aspecto de su
inteligencia, aquel que lo relaciona con el mundo externo: su actividad. Así podremos disciplinarlo.
La imaginación del chico es errante, imprecisa, ilimitada. Pero apenas entra en contacto
con el mundo externo tiene necesidad de exactitud. Esta necesidad es tal, que el adulto no tendría
la capacidad de inculcársela.
Queda claro que ya existe en él un potencial. Cuando se despierta su interés sobre una
base de realidad, nace inmediatamente el deseo de saber más. Es posible entonces ofrecerle
definiciones exactas y los chicos demuestran a su manera este deseo de determinación. Por
ejemplo, hemos tenido en una de nuestras escuelas a un pequeñín de siete años que había
seleccionado el estudio del río Reno. La maestra había preparado un mapa del río con sus
afluentes, pero el niño no se sintió satisfecho. Quiso conocer la longitud relativa de cada uno de
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los afluentes -y aquí está la idea matemática-. Para poder construir mejor su propio mapa,
consiguió un papel milimetrado y de esta forma surgieron en él al mismo tiempo el sentido de las
proporciones y el interés por los estudios. Por voluntad propia, continuó trabajando en el mismo
estudio durante más de dos meses y no se sintió satisfecho hasta que lo terminó meticulosamente.
Su satisfacción nacía del hecho de haber podido experimentar la idea con los métodos
matemáticos.
A este propósito haremos un paralelo con los infantes que tocaban los objetos cada vez
con mayor delicadeza. Este ejercicio parecía satisfacer algo muy dentro de ellos. Pero mientras
en ese entonces nos movíamos en el plano del tacto, ahora se trata de satisfacer el plano de la
imaginación. Así, en planos diferentes, se encuentran fenómenos paralelos. Claro, cuando se
suscitaba un interés en el niño pequeño, la respuesta era infantil. Pero cuando despertamos el
interés en la cultura, ésta puede desarrollarse. Basta un particular, ya sea en el campo de la física
o de la química, que se produce este despertar. Rápidamente surgen una cantidad de ejercicios
de determinación que llevan a una cultura exacta y profunda.
La imaginación es la base misma del espíritu, es la que eleva a cada cosa a un nivel
superior, el plano de la extracción. Pero la imaginación tiene necesidad de un soporte: tiene que
ser construida, organizada. Solamente entonces el hombre puede alcanzar un nivel elevado, ya
que entra en el infinito.
Aquí se perfila una especie de plan de estudio: dar el Todo, presentando el Particular
como medio. Por ejemplo, cuando consideramos el estudio de los seres vivos, lo importante es
establecer desde el principio la clasificación. En un tiempo se trató de suprimirla pues se pensaba
que era árida y difícil pero en realidad es la que constituye la clave de estudio del todo. No ayuda
solamente a comprender, sino que además ayuda a recordar. Representa por lo tanto, una base
que es necesario establecer desde el principio.
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que de esta manera viene a proyectarse a los ojos de la mente y servirá de base para que cada
particular encuentre su justo lugar en el espíritu. Por ejemplo, digamos que el mundo es el globo
en cuya superficie vivimos; pero decimos de manera casi inmediata que este planeta también
recibe reflejos del mundo de los astros. No se puede aislarlo del conjunto, no se puede observar
sólo. Considerándolo de modo abstracto, podemos definirlo como el imperio de los tres reinos:
reino animal, vegetal y mineral. Tomamos un globo diferente al que se utiliza para geografía: la
parte en blanco representa la tierra, y la parte en negro el agua. Esto no sirve al estudio de la
Geografía, sino que está destinado a estimular la imaginación que trabaja partiendo de este globo.
Hablar de los animales, de los vegetales, de los minerales es una abstracción, pero
nosotros diremos: "El hombre vive sobre estas tierras y el hombre debe conquistar el mundo...",
la inteligencia del hombre debe conquistar el mundo, como la inteligencia del niño ha conquistado
el ambiente que lo circundaba.
Cada cosa está estrechamente ligada con este planeta: cada ciencia no estudia mas que
los particulares de un conocimiento total. Hablar de la vida del hombre sobre la superficie del
Globo Terráqueo, significa estudiar la historia. Cada particular se vuelve interesante por el hecho
de estar estrechamente unido a los otros. Podemos comparar el conjunto a una tela: cada
particular es un bordado y el conjunto forma un trama maravillosa.
Para que el niño de los siete a los doce años pueda tener una idea de uno de los
conjuntos de la naturaleza, por ejemplo, del planeta sobre el que vivimos, tendremos que
comenzar por proporcionarle los nombres.
Para poder realizar un trabajo útil, tenemos que llegar a darle una idea de todas las
ciencias, no con los particulares y precisiones, sino solamente con la impresión; se trata de
"sembrar la ciencia" en esta edad en la que existe una especie de período sensible de la
imaginación. Una vez que se ha dado la idea del conjunto, entonces hay que mostrarle cada rama
de la ciencia: Mineralogía, Biología, Física, Química, etc. Como hemos visto, del examen del
detalle nace el estudio del conjunto.
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Sí, es naturalmente obligatorio comenzar por un particular. Pero como no existe ninguno
que no forme parte del todo, basta con escoger uno cualquiera que constituirá el anillo de unión
con el conjunto.
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VI. EL AGUA
Para dar una idea de esta cantidad se puede decir que algunos peces depositan cada
año 70 x 10 ч huevos y se puede agregar que otros animales minúsculos existen en una cantidad
tan enorme que ningún niño podría escribir ese número. Mostramos estos animales en el
microscopio agregando que, a su vez, viven en colonias inmensas, formando en el mar una
mancha tan grande que una nave emplearía seis días para rodearla. El espíritu ofrecerá a la
imaginación una ayuda mucho más valiosa que si se dijera simplemente "Esta cantidad es muy
grande, es enorme".
Hacemos notar que los seres que viven en la Tierra se encuentran solamente sobre la
superficie, mientras que los que hemos apenas mencionado se encuentran a todas las
profundidades del océano. En ciertos puntos el océano es tan profundo que podría contener la
más alta de las montañas. Esto servirá para darle una idea de la relación que existe entre los
seres que viven sobre la Tierra y aquellos que viven en los mares. Tanto más que, mientras sobre
la Tierra se encuentran los desiertos que frecuentemente están deshabitados por completo, en el
agua de los océanos estos animales se encuentran por todos lados.
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siempre y para siempre. ¿Por qué? Pues si cambiara, aún en lo mas mínimo, todos los seres
vivientes que en ella se encuentran morirían. He aquí, puesto a la luz, el problema vital del agua.
Este fenómeno es una bendición para los seres que viven en el agua ya que si se
solidificara se haría más pesada, los aplastaría a todos, en cambio, representa para ellos una
verdadera protección. Debemos notar que las leyes de la naturaleza no son absolutas: pasa que
el agua, solidificándose, se vuelve más ligera y ésto sucede contrariamente a todas las leyes. Si
el agua fuera un animal, se podría decir que se comporta así por adaptación. Los fenómenos de
la Naturaleza son siempre instructivos si los examinamos sin prejuicios.
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Cuando se introducen substancias sólidas en el agua sólo el agua se evapora y se
separa de las sustancias mismas. Así el agua del mar evaporada forma las nubes sobre la Tierra,
después, desciende como lluvia, mientras que los cuerpos sólidos que en ella se encontraban
permanecen en el mar. La nubes tienen mucha actividad: su magnificencia despierta el interés y
el estado particular en el que está que ya no es líquida, estimula la curiosidad.
Afrontemos el estudio del agua en el estado líquido partiendo del problema de los ríos
que transportan al mar sustancias sólidas que flotan en sus aguas. Las aguas de los ríos
contienen grandes cantidades de sales. También la ciencia de las Matemáticas en este caso
ayudará a la imaginación: decir que los ríos transportan una enorme cantidad de sales está bien.
Pero decir que el Mississippi por si solo revierte en el mar 70 millones de kilogramos de materia
calcárea al día y que todos los otros ríos realizan la misma operación en proporción a su tamaño.
Entonces surgen las preguntas: ¿Qué sucede? ¿Desaparece? ¿Es un milagro? No, interviene
un fenómeno que permite que la Tierra continúe subsistiendo. Cuando vemos nuestras
embarcaciones navegar en los océanos nuestro pensamiento vuela a esta agua, en la que se
realiza un trabajo continuo para mantener intacta su composición.
La gran fusión cósmica del agua es la de disolver la roca: de hecho disuelve masas
inmensas, montañas altas millones de metros que podrían parecer los elementos más duraderos
de la Tierra.
Esta parte del estudio del agua -la más misteriosa, porque es la que el ojo no puede ver-
es precisamente la que produce mayor interés. Explicaremos pues que el agua disuelve la materia
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calcárea contenida en la roca: esta singular función dará una idea de la inmensa cantidad de ésta
que existente en la superficie de la tierra.
El agua que es la gran escultora de las rocas y transporta una gran cantidad de
sustancias, entre otras formas, por medio de los ríos. Si queremos darnos una idea de la extensión
de los ríos sobre la Tierra, no hay por qué preocuparse: basta dar una ojeada al mapamundi y
veremos que un sólo río comprende -con sus afluentes- una vasta parte de la superficie terrestre.
Los chicos se impresionan por la inmensidad de las cuencas fluviales que recogen el agua de
todas las partes del mundo y la llevan al mar con todas las sustancias disueltas. Hay que
mostrarles varias representaciones de estos ríos: por el momento no es necesario nombrar los
afluentes, el sólo verlos estimula la imaginación.
Ahora hagamos observar que todos los grandes ríos de la Tierra vierten sus aguas a un
sólo océano: el Atlántico, ya sea directamente o a través de otros mares (el Océano Glacial Ártico,
el Mar Mediterráneo, etc.) que están siempre en comunicación con el Atlántico. Si algunos grandes
ríos desembocan en algún otro lugar, por ejemplo en el Pacífico, en sus desembocaduras se
forman pequeñas islas que son barreras destinadas a proteger al Océano Pacífico. Esto significa
que se puede considerar al Atlántico como el inmenso recolector de todas estas sustancias.
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Hemos hablado ya de la enorme cantidad de sales que por si solo el Mississippi revierte
en el mar. Lo mismo sucede con todos los otros ríos: el agua se transforma después en vapor,
pero abandona las sustancias que ha transportado consigo. Esta agua destructiva, este obrero
tan ligero, tan fresco, realiza tranquilamente su trabajo: una gran cantidad de sustancias calcáreas
se depositan en el fondo del mar y puesto que hasta ahora el Atlántico no se ha colmado, es
evidente que estas sustancias son distribuidas en todos los otros mares. Este fenómeno de la
distribución constituye otro campo, que podría entrar, al menos en parte, en la geografía física (por
ejemplo las corrientes marinas), de las que tendremos ocasión de hablar más adelante.
El fenómeno más singular es que toda esta materia calcárea desechada en el mar por
millones y millones de años, no ha alterado para nada la composición del agua, de la que depende
la vida de todos los seres que pueblan el mar. El problema cósmico consiste por lo tanto en
eliminar todo este carbonato de calcio, para que el agua permanezca inalterada. Pero ¿cómo
hacer para eliminar una sustancia que está ya disuelta? Imposible poner a hervir el agua del mar.
A este punto interviene en la profundidad del océano otra fuerza activa: Una energía que provee
a reordenar toda la sustancia disuelta. Esta energía es la Vida. Existen por esta razón seres
vivientes que se encargan de fijar este carbonato de calcio.
Existen siempre por un lado una parte de las fuerzas físicas que destruyen y por otro,
fuerzas vitales que reconstruyen. Desde tiempos inmemoriales estos animalillos desarrollan su
función: son aquellos que se revisten de una concha calcárea y constituyen una verdadera fuerza,
que tiene la tarea de apoderarse del carbonato de calcio excedente y de fijarlo.
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Los animales que en este campo tienen la función más importante son los corales. Los
corales tienen la particularidad de estar fijos: siempre absorben carbonato de calcio, se multiplican
y crecen hasta salir a la superficie, donde forman islas, vastas regiones. Considerando por una
parte la existencia de los ríos sobre la Tierra, por otra, esas formaciones coralinas, se descubre
que estos fenómenos tienen una relación entre ellos: uno representa la fuerza que destruye, el
otro la energía que, simultáneamente, reconstruye.
La cantidad misma de las islas coralinas es un punto interesante que vale la pena
señalar: son enteros continentes que desaparecen, mientras otros se crean. Hoy, estas islas son
muy conocidas y se ve claramente que forman las islas del Pacífico, con una extensión de tierra
comparable con Asia. El hecho singular es que todas estas construcciones están situadas en el
Océano Pacífico y no en el Atlántico, en donde los ríos depositan la mayor parte del material.
Veamos por qué.
Es conocido que los corales, para prosperar, tienen necesidad de aguas tranquilas y
limpias. Ahora, el depósito de los materiales necesarios que vivan se encuentra en el Atlántico,
pero los seres que utilizan este depósito se encuentran alejados a millones de kilómetros. Se
puede establecer un paralelo con aquello que sucede en la industria: la producción se cumple en
un determinado lugar y los hombres en los países más lejanos utilizan con calma esos productos.
Es una organización maravillosa, que comprende por una parte la producción o depósito de
materiales en aguas turbias y tumultuosas y en algún otro lugar se consuma la reconstrucción.
¿Quién pues transporta esta sustancia lejana hacia los corales que no pueden moverse? Deben
existir los medios de comunicación y de distribución de diferente importancia, precisamente como
para la distribución y el transporte de los productos industriales. Aquí comenzamos a descubrir la
organización viviente, misteriosa en sí, pero simple de comprender: abordemos la geografía física,
la zoología, para explicar la función de la vida en el universo, la mineralogía y algunos principios
de física para describir las propiedades del agua y, finalmente, nos servimos de algunos elementos
de química para esclarecer como el agua puede destruir las rocas.
Todos estos elementos forman parte de un conjunto, apasionante como una fábula: nos
cuentan la Historia de la Tierra.
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A menudo se presenta a los chicos una clasificación de las conchas pero existe tal
variedad y con nombres tan difíciles que no se debe considerar como un estudio importante como
para imponerlo.
Aquello que es necesario presentar inmediatamente a los estudiantes no es la
descripción de todas estas conchas -monovalvas, bivalvas, etc.- sino la noción de la inmensa
variedad de formas que la naturaleza puede asumir. Esto es lo que conmueve a la imaginación,
la habilidad estética de estos animales que no se cubren con una concha sólo para defenderse
sino que además, le dan diversas formas adornándolas con diseños singulares dependiendo de
su especie, así como el ser humano construye su casa con otros propósitos, no solamente para
protegerse de la intemperie.
Atraigamos pues la atención del niño a la obra de la vida: ésto es lo importante. Si estos
animales fueran dotados de inteligencia y pudieran discernir, sin duda dirían: "Trabajamos para
mantener pura el agua de los océanos y somos incansables, pues si no elimináramos todo este
carbonato de calcio, la vida en el mar no sería posible". Pero no podrían jamás imaginar de ser
los arquitectos de nuevas tierras, de nuevas cadenas de montañas, de islas lejanas, sobre las
cuales nuevas criaturas vendrán a establecerse.
En realidad, la finalidad de estos seres vivientes está muy lejos de ser sólo la que
aparenta ante sus ojos: a primera vista su función pareciera ser la de buscar las mejores y más
felices condiciones de vida. Los corales podrían pasar por seres inconscientes, gozando de los
placeres materiales de la vida en modo parcial e indiscriminado. Es muy singular observar cómo
los corales presumen de vivir bien: buscando una cierta temperatura, se aseguran un tipo de agua
con buena cantidad de cloro y prosperan en lugares limpios (como lo hacemos nosotros cuando
vamos a vivir al campo), lejos de esas aguas impuras y turbias que son los ríos que bajan de las
montañas. Ni se preocupan por saber que los materiales de los que se sirven provienen justo de
los ríos de los que quieren estar lo más lejos posible, en lugares espléndidos, sanos y templados:
quieren vivir en óptimas condiciones higiénicas.
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Pero su trabajo (que es esencial) consiste justo en absorber esa agua; deben apropiarse
del carbonato de calcio y restituir el agua purificada: todos los animales secretores tienen la misma
finalidad. La cantidad de agua que absorben es considerable: ¡equivale, en proporción, a la que
absorbería un hombre que bebiese 30 litros de agua al segundo!
Los corales cumplen un trabajo tan importante que tienen necesidad de ayuda: existen,
pues pequeñas algas que trabajan continuamente para dotarlos de oxígeno. Estos corales se
podrían comparar a señores servidos por sus criados. Tenemos la impresión de encontrarnos en
medio de una fábula fantástica y sin embargo se trata de la más pura realidad, pero una realidad
que debe satisfacer a la imaginación.
Este movimiento del agua, bastante difícil de explicar, depende de un gran número de
factores, muchos de los cuales son factores cósmicos. Pero las corrientes no serían suficientes
para crear el movimiento necesario, para que el carbonato de calcio fluya hacia los secretores, se
debe contar con el movimiento de los seres vivos. Nuestro interés se vuelca hacia los animales
superiores que pueblan las aguas: los peces que presentan infinidad de variedades, pero un sólo
tipo en general que puede definirse así, “dos grandes masas musculares en movimiento como si
fueran una cuchara que mezcla y remueve sin parar el azúcar en el fondo del océano”.
Podemos pues considerar dos grandes grupos de animales: los animales secretores y
pesado que se quedan en el fondo del agua sin moverse, o casi sin moverse, y los peces que se
mueven continuamente con su esqueleto ligero que basta apenas para sostener los músculos en
movimiento.
Esta infinita variedad de peces constituye un grupo con relaciones sociales muy
peculiares. Es así como empezamos a estudiar la vida de los peces en el mar. Es una vida muy
interesante y aún más interesante es este movimiento perpetuo que tiene la misión cósmica de
mezclar el agua. ¡Este trabajo hace verdaderamente placentera la vida de los peces! Con
frecuencia decimos: “es feliz y libre como pez en el agua”. Nótese que la realización de una gran
tarea lleva felicidad a los seres vivientes que la realizan. Pero apenas expresamos esta idea, su
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lógica salta a los ojos: para cumplir una gran tarea hay que trabajar en las mejores condiciones
posibles.
Estudiar las diversas corrientes marinas es difícil, pero observar su dirección en un mapa
geográfico es fácil; se puede decir a los niños que existen ríos inmensos, no solo en tierra sino
que también en los mares.
¿Cómo pueden existir las corrientes de agua en la misma agua? De hecho el mar está
surcado por innumerables corrientes, tantas que se podría establecer una especie de anatomía
del océano para ilustrar exactamente su itinerario.
El agua del mar tiene sus leyes exactas, eternas: cada corriente corre siempre en la
misma dirección. Y el estudio de las corrientes de la superficie revela la existencia de las que se
encuentran a mayores profundidades. En la base del sistema existen factores externos (por
ejemplo la temperatura, el sol, la atracción solar o lunar): al interior se encuentra todo el trabajo
de los animales, que jalan el agua de arriba hacia abajo y después la empujan de abajo hacia
arriba. Así se puede comparar esta circulación a la de la sangre en el cuerpo animal: la sangre
impura fluye hacia los pulmones y se purifica. De la misma manera, los animales secretores de
los que hablamos representan los pulmones del océano: se encargan sin descanso de eliminar
del agua el carbono de calcio. Esta función se desarrolla a gran escala como si la Tierra fuera
una persona viva: esta noción (que queda indeterminada en la imaginación del chico, pero que
corresponde a la realidad) hace que cada uno de los particulares estudiados a continuación lo
conduzcan una vez más a la visión del conjunto. Entonces el conocimiento, aportando sus
determinaciones, irradia desde el centro... como una semilla que se desarrolla poco a poco.
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cerrar el anillo. El movimiento de las corrientes se puede comparar con la actividad de la vida
práctica: por ejemplo, cuando se barre una habitación se acumula todo el polvo en un ángulo antes
de recogerlo. Aquí el carbonato de calcio desaparece. Ahora, en el extremo de este anillo se
encuentra efectivamente un inmenso recolector que es el Mar de Sargassi.
De la observación visiva de estas corrientes se puede concluir que el agua fría es más
densa y tiende a bajar, mientras el agua caliente, más ligera, sube: por otra parte el agua
purificada del sedimento calcáreo es más ligera de la que todavía está saturada y por eso tiende
a volver a subir a la superficie.
La anécdota de la botella que contenía un mensaje lanzada al mar por un náufrago en el
extremo de Cabo de Hornos (al extremo sur de América) y encontrada en Irlanda es una clara
demostración del movimiento de las corrientes.
Claro que sería fascinante poder penetrar en el majestuoso misterio que el agua lleva
consigo. Así nace el deseo de celebrarla con versos. La forma en que se comporta, su finalidad
inteligente, su misión grandiosa nos hacen sentir su maternidad. ¿No es acaso la madre de todos
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los seres vivientes, el agente de la Creación? San Francisco de Asís lo había comprendido
bastante bien y en un momento de amor fraternal hacia los elementos, había celebrado "...
hermana agua la que nos es muy útil, eres humilde, eres preciosa, eres casta" Y amada por todos,
porque todos los seres vivientes tenemos sed, tanto los animales como las plantas no podríamos
vivir sin ella. ¿Cómo se podría no tenerle admiración y reconocimiento y unido a todo ésto, deseos
de conocerla? El estudio del agua puede pues convertirse en algo apasionante y varios datos
precisos obtenidos de las investigaciones científicas seguramente lo ilustrarán mejor.
Decimos ahora que este almidón permanece "en suspensión" y he aquí otro concepto
preciso. Finalmente metemos una piedrecilla en el agua: veremos que no se disuelve.
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carbono o anhídrido carbónico, el conocido gas que emiten todos los animales de la Tierra y la
Tierra misma. Ahora, el agua para poder realizar su acción sobre la roca, debe contener disuelto
este gas que existe también en el océano.
Ya que el agua no puede arrastrar la enorme roca, primero la transforma, la hace friable
y después se la lleva.
Estas transformaciones son diferentes de aquellas que se obtienen mediante una simple
solución, como nos enseña la química, el agua realiza sobre la piedra una acción tanto física como
química.
A este punto mostraremos a los niños una botella de agua que contenga bajo presión
una gran cantidad de anhídrido carbónico, o sea una solución presurizada de ácido carbónico. El
agua que penetra en la tierra puede contener una gran cantidad de este gas, justo porque está
bajo presión: ésto es lo que sucede cuando el agua excava bajo tierra las cavernas, la galerías y
los pozos. Pero cuando el agua resurge a la superficie restituye todo el exceso de carbonato de
calcio que contenía bajo presión y es así como se producen sobre la costra terrestre grandes
formaciones de minerales. Tenemos como ejemplo a las rocas volcánicas y a las calizas. Es lo
que sucede con la botella que deja salir el ácido carbónico bajo presión apenas se quita el tapón
y la presión baja.
El agua penetra en la tierra para cargarse de la sustancia rocosa que llevará consigo y
la depositará en la superficie. Aquí esta roca forma originales construcciones como un genial
arquitecto. El agua es pues activa, golosa, capaz de contener una enorme cantidad de este gas
del que esta ávida y que es su colaborador en la importante obra de devorar rocas. Vemos por
qué el agua de lluvia, que contiene más ácido carbónico del que contenía cuando era vapor en las
nubes, deja sus huellas en la piedra.
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VII. ALGUNAS EXPERIENCIAS DE QUÍMICA
Examinando el mapa de las corrientes marinas nos hemos damos cuenta de que los
cuerpos líquidos tienen pesos diferentes y que los líquidos más ligeros flotan sobre aquellos más
pesados. Ahora estableceremos algunos términos técnicos o científicos mediante ejercicios,
aunque no estén en relación con aquellos que sirven para las corrientes marinas. Se trata de
ejercicios paralelos a los de la vida práctica, gracias a los cuales el niño aprendió a moverse con
movimientos precisos. De la misma manera, el uso de probetas y embudos constituye un nuevo
trabajo manual útil en este estudio. Algunas manipulaciones son comparadas con las que
trabajaba el pequeño en Casa de los Niños cuando traspasaba líquidos de un vaso a otro. En
este ejercicio necesita tener más cuidado ya que el recipiente es más pequeño.
Tomemos otras dos probetas (b): en una ponemos agua y una pizca de azúcar
cristalizado en otra agua y almidón. El azúcar se disuelve muy lentamente, aunque en los primeros
instantes pareciera que no es soluble en el agua.
a) b)
Pero si calentamos la probeta, el azúcar desaparece inmediatamente. En lugar de una
solución fría tenemos una solución con calor (c)
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c)
Este pequeño experimento que es de gran interés para los niños requiere de una cierta
atención: de este modo estamos impartiendo a los pequeños alumnos una noción práctica -que
el azúcar cristalizada es soluble en agua caliente, no en agua fría- y al mismo tiempo educamos
su paciencia.
Por lo que respecta a nuestro almidón, permanece inalterado, sin disolverse, ni siquiera
si agitamos la probeta, el agua se vuelve turbia, opaca: está "en suspensión".
Por lo que asumimos que, una solución puede estar colorada y permanecer transparente,
mientras que el líquido que contiene una sustancia en suspensión se vuelve opaco. Las dos
probetas preparadas lo demuestran claramente.
Tomemos ahora una solución azul de sulfato de cobre y agua y veamos si es posible
liberar al agua de esta sustancia. Para filtrarla comenzaremos por aprender cómo preparar un
filtro en un embudo, cómo amarrar el papel, cómo tomar las medidas para evitar que el papel sea
muy grande para el embudo ya que el filtro debe permanecer bajo el nivel de éste. Para que
nuestro pequeño experimento resulte más evidente, filtremos primero el agua que contiene el
almidón. Veremos que vuelve a estar clara y habremos demostrado con qué facilidad se puede
liberar el agua de una sustancia contenida en suspensión. Ahora repitamos la operación con la
solución de sulfato de cobre: verificaremos que esta agua, aunque filtrada, permanece colorada.
La solución, pues, constituye un líquido que es una nueva sustancia.
Hemos visto que, un líquido en el que se encontraba una sustancia suspendida puede
volver a ser claro cuando es filtrado, aunque ésto no significa que se le haya quitado la sustancia
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que estaba suspendida anteriormente. Para hacerlo, hace falta que el líquido pase por otra
operación: hay que llevarlo a ebullición. Si no disponemos del recipiente necesario para la
destilación no podemos obtener nuevamente agua pura: pero podemos ver qué cosa permanece
en la sustancia disuelta cuando el agua se haya evaporado completamente. Esta operación de
llama "calcinación". Pensemos al carbonato de calcio que permanece en el fondo del mar cuando
se evapora el agua.
Hacemos notar que para hervir estos líquidos siempre se pone una redecilla entre la
flama y el matraz y debemos estar atentos para no quemarlo cuando el líquido esté completamente
evaporado.
Esta experiencia demuestra que el agua desapareció sin haber podido llevarse nada
consigo: el sulfato de cobre permanece como una sustancia sólida que podemos recoger y poner
nuevamente en el agua obteniendo otra vez una solución azul, idéntica a la anterior. Así ha sido
posible quitar la sustancia que se encontraba antes en el agua y unirla nuevamente a otra.
He aquí actividades simplísimas pero que precisan de mucho tiempo pues hay que tener
la paciencia de esperar que los líquidos se depositen, se disuelva o evaporen. Además se necesita
mucha calma y mucha atención. El efecto psicológico obtenido con este tipo de ejercicios en niños
de esta edad se podría comparar al juego del silencio de los más pequeñitos. Los niñitos contienen
rigurosamente todos los movimientos, en este caso los movimientos deben ser pausados y
realizados con un alto grado de concentración.
Podemos indicar otro ejercicio que no es complicado en sí ni difícil de entender pero que
exige paciencia y cuidado; sobre todo es imprescindible una mano quieta y firme. Se trata de
llenar de agua una probeta. Cuando la probeta está llena hasta la orilla, si observamos bien la
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superficie del agua, vemos que es cóncava porque el agua se adhiere al vidrio. Esta unión se
llama "cohesión". La dificultad está en agregar una pequeña cantidad de agua en esta probeta
que ya está llena al ras. Se verá ahora como la superficie del agua cambia de cóncava a convexa.
Este fenómeno es el resultado de la fuerza de cohesión del agua: esta es la razón por la cual se
forman gotas cada vez que cae, una forma esférica. La gota es al mismo tiempo cóncava y
convexa.
Podemos explicar a los niños cómo se forman las estalactitas y las estalagmitas: son
todos argumentos que concentran su atención en el agua.
Tomemos una probeta en forma de U y expliquemos que el agua puede salir del terreno
porque tiende a ponerse al mismo nivel de una falda acuífera que se encuentra bajo tierra. Muchos
manantiales se deben a este fenómeno. Así, para utilizar en una colina el agua que se encuentra
a la misma altura en otra colina, basta ponerlas en comunicación: si los antiguos Romanos
hubieran conocido este principio, no hubieran construído los inmensos acueductos que despiertan
nuestra admiración: hubiera sido suficiente establecer una comunicación de un punto a otro.
Además, hagámosles observar que la superficie de los líquidos constituye un plano horizontal.
Para demostrarlo, nos servimos de un tubo a V. En el brazo oblicuo, la superficie del líquido
asume la forma de una elipse, en el otro, teniéndolo vertical, la forma es de un círculo. Esto prueba
que la superficie del líquido siempre permanece en posición horizontal: basta pues que un líquido
esté en reposo absoluto para que se establezca tal posición. De todas estas demostraciones se
derivan principios que nos consentirán pasar a determinaciones matemáticas cuando se afronte
el estudio de los instrumentos científicos.
Hablemos ahora de la composición química del agua. Es necesario que el niño sepa
algo de esta ciencia que en nuestros días ya ha asumido gran importancia. No podemos
presentarle todavía grandes teorías ni la ciencia exacta de la química, ésto sucederá más tarde.
Pero él se encuentra en una edad en la que debe simplemente recibir la semilla que germinará
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después: tiene necesidad de una idea, una impresión que desate su interés. Si este interés surge,
será capaz de estudiar y comprender rápidamente la materia. De otra forma, esta ciencia tan
desarrollada con gran influencia sobre la civilización actual, le parecerá obscura.
Entonces, hay que buscar todo lo que puede ser accesible al espíritu del niño para lanzar
las bases del estudio futuro. Esto significa que antes de presentar la ciencia es necesario sembrar
algunas impresiones. También aquí será oportuno recurrir a la imaginación para crear estas
impresiones y llegar poco a poco a las primeras conclusiones. Para ésto hay que buscar símbolos
accesibles al niño, encaminarlo a esa lógica primitiva que lo haga razonar. No hay nada que
pueda hablarle mejor a su imaginación que la ciencia por el sentido de magia que le es propio: el
hecho de que de un cuerpo asociado a otro cuerpo -como sucede con el agua- se forme un tercero,
por así decirlo, invisible... ¡da verdaderamente una impresión de magia! Es el espíritu que
permanece delante a la creación que surge.
El hidrógeno, un gas ligero, invisible, que trata de huir y el oxígeno, otro gas presente
siempre en el aire que no vemos pero del que tenemos tanta necesidad y del que los niños han
escuchado hablar siempre, lo respiramos... hasta los peces en el agua lo necesitan. El oxígeno
es un gas prodigioso: debido a él se originan las combustiones.
Esto nos sugiere una observación muy singular: de los dos gases que componen la
atmósfera uno quema y el otro explota. Pero además, el oxígeno unido al hidrógeno forma el
agua.
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VIII. EL CARBONO EN LA NATURALEZA
El aire que respiramos está contaminado por anhídrido carbónico que es emitido por los
pulmones. Ahora, este anhídrido carbónico es un veneno para nosotros y para los animales.
¿Cómo es que no nos hemos asfixiado todos? He aquí otro misterio similar al del agua. Existe
un elemento que ha mantenido al aire puro durante siglos desde los primero orígenes del mundo.
Propiamente dicho, todas las sustancias que se queman se convierten en carbón: los
árboles, la carne que se olvida en el fuego se convierten en carbón, nosotros mismos no somos
más que carbón combinado con otros elementos. El carbono o carbón es uno de los elementos
más importantes y más difusos en la Tierra.
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El niño se ha servido de símbolos. Las letras del alfabeto no son más que símbolos: son
sólo un pequeño número, pero uniéndose forman combinaciones, palabras, poemas. Las notas
musicales son símbolos, representados por puntos y la música nos hace felices, nos hace cantar,
bailar. ¿Por qué pues no podríamos expresar con símbolos también otro gran fenómeno como es
el de la creación?
Los cuatro elementos que representamos de esta forma son la llave del universo:
H2O (agua)
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En cambio el carbono que tiene cuatro brazos, se sirve de dos brazos para aferrar con
cada uno dos oxígenos y se une a ellos para formar el anhídrido carbónico que se representa así:
Estos dos elementos (o sea el oxígeno y el carbono) tienen una importancia fundamental:
se podría decir que son los dos motores del universo.
El nitrógeno tiene tres brazos y se combina con tres hidrógenos. Forma un compuesto
muy conocido y de gran utilidad: el amoníaco. El amoníaco es la última forma que asumen las
sustancias nitrogenadas del organismo cuando entra en proceso de descomposición.
NH3 (amoníaco)
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La atención del niño es atraída del modo en el que se unen estas sustancias. He aquí
la representación o la fórmula de estructura del ácido nítrico. El hidrógeno (en este caso) tiene
cinco brazos; con cuatro de ellos se une a dos oxígenos que tienen, como hemos visto, dos brazos
cada uno. El último brazo del nitrógeno se une a un brazo de otro oxígeno el que, a su vez, con
el brazo que tiene todavía libre, toma a un hidrógeno.
Para nosotros es muy difícil pasar del amoníaco al ácido nítrico pero en la naturaleza, el
fenómeno se repite continuamente y se provoca por la intervención de unos seres vivientes
llamados microbios que están dotados de un poder que nosotros no poseemos: Separan los
hidrógenos y los sustituyen por oxígenos. Si estos microorganismos no existieran, la Tierra se
llenaría de amoníaco y las plantas ya no podrían encontrar nutrientes, pues el mundo vegetal se
nutre de nitratos derivados del ácido nítrico. Estos organismos contribuyen a la nutrición de las
plantas, gracias a su obra se producen estas transformaciones químicas.
En el anhídrido carbónico, del que hemos hablado hace poco, la sustancia principal es
el carbono. Cuando hablamos de carbonato de calcio, también se trataba de carbono. Entonces,
¿también las rocas están compuestas de carbono? Mostremos la fórmula del carbonato.
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Esta es la representación del calcio:
Ca
El carbono tiene cuatro brazos, con dos se une a un oxígeno. Con los dos que le quedan
toma un brazo de cada uno de otros dos oxígenos. De esta forma cada uno de estos últimos tiene
un brazo libre con él, los dos oxígenos se unen a los dos brazos de un átomo de calcio.
CaCO3
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H2CO3 (ácido carbónico)
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Como es insoluble, determina la formación de estructuras calcáreas como las estalactitas
y estalagmitas, madréporas y corales, con la consiguiente formación de arrecifes y atolones.
Es interesante asistir a los procesos que avienen entre todos estos elementos a los que
se pueden considerar como la llave que guía la dinámica interna de la naturaleza. Si estos
conocimientos se ofrecen al niño de esta manera simplificada, surge en él un deseo apasionado
de saber qué cosa sucede: cuando se habrá familiarizado con estas sustancias será fácil para él
representarlas con simples símbolos.
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IX. ALGUNAS NOCIONES DE QUÍMICA INORGÁNICA
Es necesario comprender bien el punto de vista del que partimos para presentar a los
chicos estos elementos embrionarios de la ciencia: se trata de dar una representación sensorial e
imaginativa, mediante símbolos visuales claros que permitan determinar los particulares.
Nosotros los adultos nos preguntamos siempre si el niño sabrá verdaderamente entender
estos problemas que a nosotros nos parecen tan difíciles. ¿Podrá comprender las moléculas y el
átomo? ¿Qué cosa entenderá de estas fórmulas?. Nos parece imposible que pueda continuar el
estudio de la teoría atómica, pero en este momento no se trata de presentarle una ciencia sino
de ofrecerle un punto de partida capaz de despertar en él un interés que se desarrollará más tarde.
Recomendamos sobre todo no dar demasiadas explicaciones, basta precisar claramente los
nombres. He aquí una anécdota que ilustra nuestro consejo:
Un niño le pregunta al padre por qué las hojas son verdes y el padre, feliz de aprovechar
esta ocasión, se lanza en una documentada explicación de la clorofila, el aire, la fotosíntesis
¡parece no tener fin! En niño escucha por educación, pero dentro de él piensa: "¡Qué desgracia
haber desencadenado este diluvio!"
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en tantas figuras cada vez más pequeñas, hasta que no sea posible continuar. Bien, el átomo es
esta parte de una sustancia que no se puede dividir. Encontremos una analogía: "Para la
humanidad el átomo es el hombre: si se corta en pedazos, ya no es un hombre". Partiendo de
este ejemplo podemos decir que el hombre y la mujer son dos átomos de la humanidad: el conjunto
de hombre-mujer constituye una molécula, o sea que una molécula está constituida por dos partes.
Los niños no dejan de hacer preguntas del tema pues lo que los interesa es la
representación simbólica. Lo que les fascina del agua es el hecho que el oxígeno y los hidrógenos
desean permanecer unidos o que se buscan, como empujados por una misteriosa simpatía. Del
mismo modo, el carbono va corriendo a unirse con el oxígeno para formar el anhídrido carbónico.
El hidrógeno tiene una sola posibilidad de unirse, el oxígeno tiene dos, y así van las
cosas. Por ésto, teniendo 1, 2, 3, 4 brazos sienten continuamente la necesidad de abrazarse a
otros cuerpos. Si estos átomos fueran sólidos se unirían entre ellos, para poder estar siempre
satisfechos. Pero en lugar de hablar de sus brazos, ahora podemos decir que estos cuerpos
tienen un valor de 1, 2, 3, 4: lo llamaremos "valencia" y diremos que el hidrógeno tiene una
valencia, el oxígeno dos y así con los demás.
Hay que tener el valor de usar lo más pronto posible los términos precisos: mientras más
difíciles son, más atractivos son para el niño. Podremos decirle ahora que el hidrógeno es
monovalente, el oxígeno es bivalente, etc. Es más fácil expresarse así que decir que tienen 1, 2,
3 brazos.
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Si no existe afinidad entre dos cuerpos, no se pueden unir. Así el oxígeno y el nitrógeno
que desde siglos entran en la composición del aire, no se pueden fusionar. Es como si existiera
en los átomos una fuerza interior que les da la posibilidad de elección. La unión corresponde al
poder de las valencias. Se trata de aquello que tiene características innatas en los átomos
mismos. De esta forma, los átomos son empujados a escoger y formar otra sustancia estable que
será un cuerpo nuevo.
Todo lo creado, agua o piedra - deriva de estos átomos que se buscan, se unen y juntos
proceden a una nueva creación. Estos átomos buscan siempre los mismos cuerpos, los mismos,
no otros. Los límites se fijan por leyes: todas estas particularidades de la creación constituyen un
todo maravilloso que no podemos dejar de enseñar a los niños.
A esta creación, representada en modo visible con formas y colores, con las letras del
alfabeto o las notas musicales, aportamos la idea de estabilidad. El método experimental nos
permite asistir verdaderamente a la creación de un cuerpo, como hemos visto con el carbono: es
un hecho exquisitamente sensorial, que abre el interés de un niño. No hace falta por ahora
penetrar más a fondo en el estudio de la química inorgánica, o sea del campo al que pertenecen
todos los cuerpos minerales.
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X. ALGUNAS NOCIONES DE QUÍMICA ORGÁNICA
¿Qué hay de complicado en esta fórmula que representa al ácido acético? Ahora
podemos escribir la del ácido butílico que se diferencia de la precedente sólo porque hay dos
hermanos más de carbono.
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C
Ahora podemos pasar a la del ácido palmítico, que comporta una larga cadena de átomos
de carbono:
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Al grupo OH se le llama oxhídrico.
Eso que nosotros queremos ilustrar no es la estructura interna de los átomos sino la
fuerza externa que les tiene unidos en un determinado modo. Ahora eso que los mantiene unidos
no es la afinidad química: es la vida. Esta concentración tal vez puede ser difícil pero no lo es la
fórmula. Las moléculas pueden ser grandísimas, hasta comprender cada una 300 átomos, o más.
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Existen también otras fórmulas, un poco más complicadas, en las que los átomos de
carbono no se representan como hermanos que se tienen por mano.
Encontramos siempre al carbono y después a los oxhídricos, pero además, aparece una
novedad: algunos átomos de oxígeno que se infiltran como por ejemplo en la fórmula del almidón
o en la de la glucosa.
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(C6H10O5)n (almidón)
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C6H12O6 (glucosa)
La acción de la que hemos hablado se ejercita sobre todas sus partes. El árbol trae su
nutrimento de la tierra a través de las raíces.
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La química nos revela que las raíces del árbol absorben sustancias nutritivas, las
principales son el agua y el nitrógeno. Pero para que este nitrógeno pueda servir como nutriente,
se debe presentar en una composición química especial y ésto representa un problema esencial:
¿quién provee este nitrógeno del que las plantas tienen tanta necesidad y que absorben en
continuación?, ¿quién regresa al seno de la tierra la cantidad necesaria de nitrógeno? Nada se
mueve en la naturaleza sin que nazca este problema. Todos los seres vivientes tienen necesidad
de que alguien les ayude a vivir: se perfila así el problema (que tiene tanta importancia en la
educación) del secreto de la naturaleza.
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Las sustancias orgánicas que han dejado de vivir caen sobre el terreno. Ya sin vida, la
fuerza que mantenía unidos a los átomos en la gran molécula se acaba y entonces las moléculas
se deshacen y los átomos se dividen siguiendo su instinto: el carbono se va con dos oxígenos y
así los demás.
Regresamos de las composiciones orgánicas a las inorgánicas. De eso que era un ser
vivo, queda muy poca cosa: un poco de anhídrido carbónico, un poco de amoníaco, un poco de
agua, mientras las sustancias orgánicas desaparecen. Todo este trabajo de disgregación es obra
de seres infinitamente pequeños y se realiza bajo tierra.
Un día en Roma fui al cementerio de los pobres durante una exhumación de restos
(operación que se realiza cada diez años para recuperar espacio) y vi que los obreros escarbaban
sin encontrar nada en el terreno, solo unos pocos residuos. Estaban escarbando en una hermosa
tierra negra, limpia, una buena tierra sana, sin olores.
Las plantas absorben con sus raíces las sustancias orgánicas nitrogenadas de esa tierra.
Queda sólo el amoníaco que la planta no puede absorber de esta manera. Es necesario que los
compuestos del nitrógeno y del hidrógeno se transformen en compuestos de oxígeno. Mientras
ésto es muy difícil de obtener en nuestros laboratorios químicos, en la naturaleza los microbios se
dedican continuamente a ese trabajo subterráneo y como resultado de su obra, provienen los
nitritos y los nitratos que las plantas pueden absorber. Sin estos microorganismos el pasaje de la
muerte a la vida no existiría. Cuando todas las sustancias orgánicas desaparecen, quedan el
anhídrido carbónico, el agua y el nitrógeno. El nitrógeno se transforma y entonces las plantas lo
pueden absorber.
En el otro extremo de nuestro árbol se encuentran las hojas verdes. La sustancia que le
confiere al follaje este color se llama clorofila y tiene la tarea de absorber el anhídrido carbónico
(dióxido de carbono) del aire -que es el veneno emitido continuamente por todos los animales y
también por la tierra. Lo descompone, quedándose con el carbono y liberando el oxígeno. El
árbol se vuelve un verdadero depósito de carbono. Esto lo sabemos bien pues utilizamos la
madera para calentarnos y también sabemos que los grandes yacimientos de carbón están
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constituidos por árboles fósiles. Es claro pues, que las hojas son necesarias para absorber el
carbono y purificar el aire.
Pero la clorofila sola no podría cumplir esta función, necesita de la colaboración de los
rayos solares. Ni siquiera el árbol puede realizar solo su gran tarea si no es ayudado por otra
fuerza independiente: la energía solar.
De esta manera, el árbol está relacionado por una parte con los microorganismos
invisibles y por otra parte con el sol. Del contacto con los microbios nacen tantas cosas buenas:
las flores, los frutos... ¡cómo es generoso y cuánto trabaja el árbol! Prepara el carbono, purifica
el aire, nos da frutos y nos da flores. Todas las plantas pueden provocarnos este pensamiento,
también las hierbas más modestas que el árbol cumplen una tarea útil como verdaderos y propios
laboratorios industriales pues preparan una gran cantidad de sustancias nutritivas. Pensemos en
la patata, el trigo, el betabel, en la caña de azúcar...
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podemos observar la diferencia entre la estructura de las células vegetales y aquella de las células
animales.
Las células que constituyen las plantas son espesas, robustas y poco permeables. Dan
la impresión de la fuerza de los vegetales y de la potencia de sus defensas. Así, las plantas
invaden todo el espacio a su alrededor cuando crecen. Las ramificaciones y sus características
peculiares, las raíces fijas a la tierra para mantenerse firmes y seguras, las hojas para absorber
los rayos del sol. La planta es hermosa, limpia con diversos colores y perfumes. Sus raíces
transforman la podredumbre en belleza.
Los animales, en cambio, comienzan su ciclo con células de forma casi siempre esférica,
con una membrana tan fina y ligera que parece estar continuamente en peligro. Tímidas de
aspecto, estas células permanecen en sus límites contrarias a las de los vegetales, no invaden el
espacio que les rodea. Cuando crecen, se repliegan en si mismas en uno o dos extractos o tal
vez más. La complejidad de sus funciones permanece siempre dentro. Además, los animales no
pueden adquirir las sustancias de las que se nutren si no se mueven para procurárselas.
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XI. CONCLUSIÓN
Todo lo que hemos indicado hasta ahora no es más que un ejemplo para la aplicación
del método. Nos proponemos conducir a los niños para afrontar concepciones más elevadas. Es
necesario, sobre todo, comprender bien que nuestro fin es el de seguir las necesidades del
crecimiento y de la vida, en la medida de lo posible.
Hemos dado una breve introducción de algunos ciclos, como por ejemplo el del
carbonato de calcio, pero todo está relacionado y lo que nos interesa es que se puedan orientar
en estas correlaciones. Aportar nociones separadas significa crear confusión: es necesario poder
determinar la relación que existe entre los hechos individuales y cuando esta relación sea
establecida, también la relación entre los particulares aparecerá claro. El espíritu entonces estará
satisfecho y surgirá el deseo de proseguir en la búsqueda.
Además, determinando con el niño la correlación entre las cosas, obedeciendo a una
tendencia fundamental del espíritu humano, creamos para él una filosofía y ¿por qué el niño no
podría estudiar filosofía?
He aquí pues uno de los principios fundamentales de la educación: enseñar los detalles
significa llevar confusión, establecer las relaciones entre las cosas significa dar conocimiento.
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APÉNDICES
Consideraciones generales.
Si una reforma de la escuela secundaria no puede resolver por sí misma todos los
problemas de nuestra época, de cualquier modo constituyen una etapa necesaria y debe contribuir
en el plano práctico a la reconstrucción de la sociedad, aunque sea en modo incompleto.
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La educación de los adolescentes asume una importancia fundamental porque la
adolescencia es la edad en la que el jovencito se convierte en hombre, o sea, en miembro de la
sociedad.
El joven ha cumplido desde su nacimiento hasta los 12 años un ciclo completo. De los
siete a los doce años ha podido (gracias a su libertad y a nuestra forma de comportarnos ante él)
alcanzar un grado de cultura que lo anticipa tres años en comparación con chicos de otras
escuelas; nuestra educación le ha ofrecido, además de cultura, la facultad de facilitar sus
relaciones sociales con otros individuos.
Cuando una nueva moral inspire a las generaciones futuras, la base de la fraternidad y
de la paz, será construida con el sentimiento de amor no sólo a la patria sino a la humanidad
entera.
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Estas dos nuevas necesidades en el adolescente -sentirse protegido durante el período
delicado de transición física y ser puesto en grado de comprender el rol de hombre que deberá
seguir en la sociedad- hacen que surjan dos problemas igualmente importantes, que tocan a la
educación de esta edad.
Tenemos que darnos cuenta de que la característica social de nuestra época destinada
a suscitar las repercusiones más fuertes es la inseguridad del porvenir.
El mundo se encuentra por una parte, en estado de disgregación, y por otra parte en
estado de reconstrucción. La alternancia del progreso y de la regresión crea la inestabilidad. El
mundo se puede comparar a un terreno que pasa por la prueba del arado.
En estas condiciones sociales, debemos tener presente que la única guía segura para la
educación es la personalidad misma de los chicos que debemos educar.
Por lo tanto hay que preparar esa personalidad humana en todas las circunstancias
imprevistas, no sólo basándose en las condiciones que se podrían prever lógicamente sino que
es necesario desarrollarla evitando cualquier especialización rígida para crear una capacidad de
adaptación dúctil y viva. En esta batalla feroz en la que desgraciadamente se ha convertido la
vida social, el hombre necesita además de valor, un carácter fuerte y un espíritu vivaz. Es
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necesario que consolide sus principios con una impostación moral justa y al mismo tiempo que
adquiera la capacidad práctica necesaria para afrontar las dificultades de la vida.
Hombres que tienen brazos pero no tienen cabeza y hombres que tienen cabeza pero
que no tienen brazos están igualmente fuera de cualquier lugar en la comunidad moderna.
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No hace mucho tiempo, se introdujeron en la educación los deportes al aire libre para
ofrecer la posibilidad de ejercicio físico a los chicos que tenían una vida encerrada y sedentaria;
hoy se advierte la necesidad de una mayor dinámica en la educación, del carácter de una
conciencia más clara de la realidad social.
La escuela secundaria, como se encuentra estructurada al día de hoy, no tiene otra meta
que preparar a los alumnos a una carrera, como si las condiciones sociales en las que vivimos
fueran todavía tranquilas y estables. Esta escuela no se preocupa de cultivar en modo particular
la personalidad del joven y no provee ni siquiera los cuidados físicos necesarios en este período
de la adolescencia. Así, no solo no corresponde a las condiciones sociales de nuestro tiempo,
sino que desatiende lo que debiera ser su principal tarea: proteger y favorecer el entreabrirse de
la personalidad de los adolescentes, ¡la energía humana de la que depende el futuro!
Los jóvenes están obligados a trabajar por "deber", por la "necesidad", no por interés.
No se les propone ningún fin concreto, que les ofrezca una satisfacción inmediata y renueve el
interés por un esfuerzo continuo. Se ven dirigidos por una fuerza exterior e ilógica y lo mejor de
su energía individual se ve desperdiciado. Adolescentes y jóvenes son tratados hasta su madurez
como a los niños de las escuelas primarias. A catorce, a dieciséis años son aún sujetos a la
mezquina amenaza de "la mala calificación" con la que los profesores evalúan su trabajo: es un
método análogo a aquel con el que se pesan los objetos inanimados, con la ayuda mecánica de
una báscula. El trabajo viene "medido" como un material sin vida, y no "juzgado" como producto
de la vida. Ni siquiera de estas calificaciones depende el porvenir del estudiante. En estas
condiciones los estudiantes constituyen un lío opresor, que pesa sobre la juventud mientras que
debería constituir un privilegio: la iniciación a las ciencias, el orgullo de nuestra civilización. El
joven que es el hombre del mañana, es plasmado en un timbre angosto y artificial. ¡Qué vida
miserable les ofrecemos! ¡Qué penitencia sin fin, qué inútil renuncia a sus más queridas
aspiraciones!
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alcanza su madurez fisiológica es un período difícil: el organismo se transforma en un rápido
desarrollo y es tan delicado que los médicos lo comparan al momento del nacimiento y al del
rápido crecimiento de los primeros años. Se constata una predisposición particular a ciertas
enfermedades, agrupadas bajo el nombre de "enfermedades de la adolescencia". La
predisposición a la tuberculosis es uno de los principales peligros a los que está expuesto el joven
en este período de transición en el que se convierte a adulto.
Pero se trata de una época aún más crítica desde el punto de vista psicológico. Es la
edad de las dudas y de las excitaciones, de las emociones violentas, del desánimo, en algunas
ocasiones se observa una disminución de las capacidades intelectuales. La dificultad de
concentrarse en el estudio no se debe a la falta de buena voluntad: constituye una de las
características psicológicas de esta época. La potencia de asimilación y la memoria que
alimentaba a los niños un vivo interés por los particulares y por las cosas materiales, parece que
han cambiado de naturaleza.
Actualmente, se enseñan las cosas esenciales con el mismo programa con el que se
enseñan los hechos secundarios: es hora de que el adolescente se vuelva consciente de lo que
le espera en la vida.
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de repente hipersensible a los modos bruscos, a las humillaciones que hasta ahora había
soportado con paciente indiferencia. Las reacciones llenas de rebelión y de amargura que se
derivan de estos hechos, muchas veces originan graves anomalías del carácter mientras, justo
durante este "período sensible", se deberían desarrollar los sentimientos de justicia y de dignidad
personal, o sea las características más notables que deben prepara al hombre para convertirse
en un ser social.
Estamos frente a un hombre social que no existe todavía, pero que ya nació.
Físicamente, todavía está lleno de debilidades y de nuevas necesidades: según los médicos esta
edad presenta una mortalidad que se puede comparar a la del primer año de vida. Por otra parte
es fácil comprender como el rápido crecimiento del cuerpo puede debilitar al individuo.
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1. Las dificultades inherentes a la forma actual de la sociedad.
2. Las dificultades debidas a las exigencias vitales del adolescente.
Consideraciones generales.
Esta “independencia” tiene un valor más educativo que práctico. Es más útil para el
desarrollo psíquico del adolescente que para su vida material. Aunque un joven dispone de un
gran patrimonio, que parece garantizar la seguridad material más allá de las vicisitudes de la vida,
de la misma forma tendrá gran ventaja de ser guiado hacia la independencia económica: su
personalidad será valorizada por el hecho que, por una parte, se sentirá capaz de lograr éxito en
la vida con sus propios esfuerzos y por mérito propio. Por otra parte, estará en contacto con la
realidad suprema de la existencia.
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Se trata pues, de poner al adolescente en grado de ganarse el dinero con su trabajo.
Estamos convencidos de que las limosnas dañan la dignidad del pobre y buscamos ofrecerle la
posibilidad de ganar lo que recibe, ¿por qué no aplicar el mismo principio a las personas que
estamos educando?
El trabajo del que hablamos debería constituir, sin ninguna idea de competencia, una
valorización de las cualidades del individuo en una práctica que le permita utilizar sus dotes de
ingenio y de revelarse más allá de la especialización.
Esta concepción implica un principio general: aquello que tiene importancia es el trabajo
mismo, no el tipo de trabajo al que uno se dedica. El trabajo es siempre noble. La única cosa
indigna es vivir sin trabajar por lo que es indispensable entender el valor del trabajo en todas sus
formas, ya sean manuales o intelectuales. La experiencia práctica hará comprender que los dos
aspectos se integran y son igualmente esenciales en la existencia civil.
Esta conciencia de la educación directa tiene una cierta analogía con un método que se
practica desde 1837 en algunas escuelas modernas de América (escuelas secundarias y
Universidades): el método de auto-ayuda de Mary Lyon . Pero el objetivo de este método es
exclusivamente dar a los estudiantes pobres la posibilidad de pagar los gastos de sus estudios
con su propio trabajo, en lugar de darles becas de estudio que necesariamente tienen un número
limitado. Este sistema está organizado por la misma escuela y por lo tanto es la escuela la que
da el trabajo, remunera y coordina a los alumnos es decir los “auto-ayuda”. El trabajo se realiza
dentro de la escuela (con los mismos colegas universitarios) o externamente, pero siempre en
relación con las organizaciones escolares. Este uso se ha desarrollado ampliamente en los
Estados Unidos y ha sido un éxito.
La auto-ayuda ha demostrado tener una función moral, ya que deja salir la conciencia
de la inercia en la que se encuentran generalmente los jóvenes que se mantienen pasivos en sus
familias y les enseña prácticamente el valor del tiempo y de sus capacidades, conduciéndoles a
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darse cuenta de que son seres capaces de participar en la vida social. Además está probado que
el trabajo material no retarda los estudios, por el contrario, ayuda a intensificarlos. Los estudiantes
que tienen necesidad de trabajar generalmente son los que obtienen mejores logros escolares.
Estos logros apoyan nuestra afirmación de que un trabajo productivo, capaz de asegurar
la independencia económica del adolescente o de darle la primera noción de esta independencia,
puede convertirse en un principio general para su educación social.
Hoy en día los jóvenes se lanzan a la sociedad sin alguna preparación preliminar. Se
ven obligados a afrontar sus experiencias sin ninguna ayuda y ésta es una pérdida de energía
muy dañina. Si la experiencia se hace con la ayuda de la escuela, los chicos son guiados por una
serie de actividades prácticas, simples y fáciles. Dedicarse a un trabajo placentero es como un
reposo y todo trabajo debe tener una finalidad.
Por otra parte, podemos considerar este proyecto cono una continuación de los ejercicios
de vida práctica que han dado buenos frutos en los niños, partiendo desde los más pequeños de
Casa de los Niños.
En nuestras Casas de los Niños, los pequeños de tres años aprenden a sacudir, a secar,
a ordenar, a poner y servir una mesa, a lavar los platos, etc., al mismo tiempo que aprenden a
bastarse a ellos mismos vistiéndose y desvistiéndose, colgando sus vestidos en el armario o en
un cajón, limpiándose los zapatos, etc. Estos ejercicios forman parte del método pedagógico y no
tienen nada que ver con las condiciones sociales de los alumnos. Los hijos de familias con una
posición social alta que están acostumbrados a tener servidumbre, realizan los mismos ejercicios
de vida práctica cuando frecuentan nuestra Casa de los Niños. Estos trabajos tienen un fin
educativo y no utilitario. Los niños reaccionan con una verdadera explosión de independencia
hacia cada forma de asistencia inútil que reprime sus actividades y les impide usar sus propios
medios. Son estos niños “independientes” los que aprenden a escribir a los cuatro años y medio,
aprenden espontáneamente a leer y tienen progresos sorprendentes en Matemáticas.
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El precoz desarrollo intelectual de estos niños muestra que el trabajo no los cansa. Ellos
mismos nos han revelado la existencia esencial de su desarrollo diciéndonos: “¡Ayúdame a
hacerlo sólo!”
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Reformas de acuerdo a las exigencias vitales de los adolescentes.
Esta teoría se basa en una fórmula que ya ha sido experimentada en todo el mundo. La
creación de escuelas secundarias lejos de las grandes ciudades, ya sea en el campo o en
ciudades pequeñas de provincia, se remonta a varios siglos. Estas instituciones surgieron en
Inglaterra y se abren a todas las clases sociales (Eton, Harrow, etc.). Los mismos principios de
encuentran en universidades como Oxford o Cambridge. Estas escuelas tuvieron tal éxito en
Inglaterra y en los Estados Unidos que alrededor de las universidades, ubicadas originalmente en
lugares aislados, se formaron poco a poco ciudades enteras.
La vida al aire libre con sol y una alimentación rica de vitaminas, cultivada en campos
cercanos, es una ayuda preciosa para el físico del adolescente, mientras que la tranquilidad de
los lugares, el silencio y las maravillas de la naturaleza, satisfacen las exigencias de su espíritu
favoreciéndolo la reflexión y la meditación. Además, en un colegio es más fácil armonizar el ritmo
de la vida cotidiana con las exigencias de los estudios y del trabajo, mientras que en la atmósfera
familiar tiene que conformarse con las exigencias de la vida de los padres.
Nuestro plan de estudio no es una simple réplica de estas universidades que prosperan
en el campo o en pequeñas ciudades de provincia. Su valor y su significado no están en el campo,
sino en él trabajo que se realiza en el. Es más, está en el “trabajo” en general, con sentido social
inherente a la producción y a la ganancia económica.
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Cuando se habla de “trabajo en el campo” no se piensa en transformar a los estudiantes
en campesinos. El método intenso de la agricultura moderna no se basa en el trabajo manual del
hombre, sino en la obra de su ingenio. Gracias a la ciencia, producto de la civilización, el hombre
ha creado en cierto modo una “sobre-construcción”.
Este tipo de trabajo introduce a los jóvenes al seno de la vida social mediante la
experiencia unida al estudio.
La escuela de estos jóvenes, o mejor dicho, su casa en el campo o provincia, les debe
ofrecer la oportunidad de una experiencia social, porque su vida está organizada en una escala
más amplia y con mayores posibilidades de independencia que en la familia.
Una granja moderna, mientras que exige una serie de trabajos científicos y manuales,
ofrece la posibilidad de producir y de intercambiar productos, entrando así en contacto con la
sociedad por medio de una tienda o un taller.
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Al abrir una pensión, la “Pensión de los Jóvenes Campestres”, la escuela adquiere la
posibilidad de introducir a los alumnos en el amplio campo de las actividades que una iniciativa de
este género implica.
Este instituto, teniendo que hospedar a muchachos y muchachas, tiene que ser dirigido
por un matrimonio, que además de las funciones materiales, ejercite una acción moral y protectiva
hacia los jóvenes. Será una pensión familiar.
Los niños pequeños han demostrado que pueden tener la casa limpia y en orden; saben
servir una mesa y lavar los platos. Por supuesto que para los adolescentes será más fácil aprender
a tener una pensión en orden, sobre todo porque se trata de una preparación profesional para la
que existen escuelas especializadas.
Esta hostería, con sus múltiples actividades, podrá extenderse más allá de proporcionar
servicio a los mismos alumnos. Siempre permaneciendo simple y rústica, podría ser equipada
para albergar por breves períodos a familias de los alumnos que de este modo podrán darse
cuenta de la vida de sus hijos en el colegio y contribuir al mismo tiempo al equilibrio económico de
la institución.
La pensión, concebida en su proyecto moderno, con simplicidad artística, embellecida
con la alegría de los muchachos y libre de construcciones artificiales, debe ofrecer toda una gama
de actividades destinadas a desarrollar el sentido artístico en la habitación.
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personas. Por ejemplo, podrían comercializarse las producciones artesanales de las personas de
la región.
Esta tienda puede ser considerada como el renacimiento histórico de la bodega medieval
que era un lugar de reencuentro y un símbolo de sociabilidad. Preservando su carácter artístico y
dedicada a alguna idea religiosa, la bodega servía como escenario para vender y comprar con
honestidad y simplicidad. De hecho, constituía una especie de institución pública para el pequeño
comercio, donde se canjeaban objetos individuales que estimulaban un intercambio de noticias y
de sentimientos. Era parte de la vida social.
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B. PLAN DE ESTUDIOS Y DE TRABAJO
Los estudios no están necesariamente ligados desde el inicio a los programas actuales
de las escuelas secundarias, ni mucho menos deben adoptar los “métodos” vigentes. Por otra
parte, se trata de extender el campo del conocimiento y no de reducirlo. Nuestra reforma está
basada sobre todo en el modo de impartir ese conocimiento y el “método” de enseñanza.
Nuestro plan de estudios busca sobre todo destacar valores en las condiciones sociales
actuales. Por lo tanto, una educación de este tipo no tiene el derecho a reducir la instrucción a la
simple especialización, necesaria para asegurar un “buen lugar” en el futuro. Centrarse
únicamente en la necesidad de una especialización es erróneo, pues ésta debe considerarse tan
sólo como un “medio práctico” para introducirse en la sociedad.
Hemos demostrado la validez de estos dos principios en nuestras Casas de los Niños.
Los estudios y el trabajo sin crear fatiga alguna, aumentan en tal modo la voluntad de los niños
que en la tarde, incansables continúan trabajando luego de llegar a la casa.
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Cuando comenzamos nuestra primera Casa de los Niños, los pequeños empezaban a
trabajar a las ocho de la mañana y terminaban a las seis de la tarde. Algunos de ellos se llevaban
el material a casa para seguir trabajando con su familia. No ha sido menor el resultado que hemos
encontrado en los adolescentes. Sin embargo, para obtener este resultado es necesario “darle
gusto” a la naturaleza, respondiendo a las necesidades particulares de cada edad. En esta tarea
delicada tendremos que dejarnos guiar por la experiencia.
Cuidados Morales
Por cuidados morales entendemos la relación que se debe establecer entre los alumnos,
los maestros y el ambiente. Es necesario que el maestro tenga el mayor respeto por la joven
personalidad que tendrá por alumno. En el alma del muchacho se guardan grandes valores.
Todas nuestras esperanzas de progreso para el porvenir son puestas en el espíritu de estos
muchachos y de estas jovencitas. Además, serán los jueces del presente.
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Es necesario dar bastante autonomía a los jóvenes para que puedan comportarse
siguiendo su iniciativa individual. Hay que proveerles los medios y la libertad necesarios para que
puedan crear. No obstante, a fin de que la acción individual sea libre y fecunda, debe ser realizada
dentro de ciertos límites y sometida a ciertas reglas que constituyen una orientación necesaria.
Estas reglas y estos límites deben ser observados en todo el instituto. No se debe dar a los
adolescentes la impresión de ser inconscientes e incapaces de disciplinarlos.
Estas reglas, análogas al material didáctico destinado a los niños más pequeños, deben
ser “necesarias y suficientes” para mantener el orden y asegurar el progreso. La organización
debe ser concebida de manera que el adolescente no se sienta extranjero y pueda adaptarse a
cualquier ambiente.
El ambiente debe facilitar el “libre albedrío”, pero es necesario evitar que el joven
desperdicie tiempo y energía siguiendo preferencias vagas e inciertas.
Junto con las ocupaciones activas, será oportuno tener presente la necesidad de la
soledad y de calma, que son dos de las necesidades que tiene el adolescente.
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El tratamiento físico demanda una particular atención, dadas las condiciones fisiológicas
de la adolescencia. Se trata de un período de crisis durante el cual todas las glándulas endocrinas
entran en actividad y su influencia hace que el organismo entero esté en fermentación. El cuerpo
crece rápidamente, pero no lo hace a ritmo uniforme. Esto explica el por qué de ciertos
desequilibrios funcionales. En la primera fase de la adolescencia, las piernas se alargan mucho
más rápidamente que el torso y naturalmente que el tórax. El resultado es una insuficiencia del
corazón y de los pulmones que provocan palpitaciones y una disminución de la resistencia
pulmonar. Tampoco la fuerza muscular crece en proporción a la estatura debido al crecimiento
de las piernas. La adolescencia física puede ser dividida en tres períodos:
Ya que estas transformaciones se presentan con intervalos muy seguidos durante casi
dos años, es pertinente vigilar el crecimiento del adolescente, registrando sus medidas
antropométricas y examinando periódicamente su corazón, sus pulmones y sus demás órganos
internos aún cuando goce de perfecta salud.
Es necesario asegurar que la alimentación sea abundante y nutritiva, pero con poca o
ninguna adición de carne durante este período. En el campo donde los vegetales, las frutas, los
huevos y los lácteos conservan todo su valor, los alimentos vegetarianos crudos y sobre todo las
frutas acompañadas de lácteos y huevo deben ser abundantes en la alimentación diaria. Las
legumbres apenas cosechadas y la fruta madurada completamente en la planta representan un
inestimable tesoro, en lugar de vegetales marchitos y fruta que madura artificialmente con un valor
nutritivo insuficiente, como nos es común encontrar en las ciudades.
Los venenos de uso común como el alcohol y el tabaco deben ser absolutamente
prohibidos en la vida del adolescente. Podemos sustituirlos con dulce, porque el azúcar es un
nutriente de primera necesidad, tomada con moderación como sucede con el niño en la primera
infancia.
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Tomar el sol, los baños, la natación, y en general la vida al aire libre deben ser prácticas
cotidianas. Lugares en donde sea más fácil realizar paseos largos, a la orilla del mar o en los
bosques, son mucho más favorables que las montañas donde las excursiones fatigan el corazón
debido a que el tórax de los adolescentes no está suficientemente desarrollado.
Programas y Métodos
El programa general de los estudios puede dividirse en tras partes. He aquí las
exigencias principales:
1. Darle vía a las posibilidades de expresión personal del adolescente, o sea facilitar
con ejercicios y otros medios externos para el desarrollo de su personalidad interior.
La mejor manera para llegar a esta meta son los ejercicios artísticos, dejándolos elegir
libremente tanto para el género del ejercicio como el momento en que lo practicarán.
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propia imaginación, etc. Estos trabajos no deben ser considerados como un estudio artístico, sino
que serán destinados a facilitar la expresión del sentimiento artístico personal en relación con un
trabajo manual y adquirir un cierto conocimiento de las técnicas modernas.
El chico tiene necesidad de ser valorado. Su instinto lo induce a ver todo bello, lo alienta
a admirar todo lo que se presenta ante sus ojos. Debemos favorecer esta tendencia. Su
personalidad debe ser observada y ayudada con la condición de que la ayuda se limite a lo
estrictamente necesario. Si queremos darles a los alumnos una educación religiosa apta para su
edad, esta educación debe fundamentarse en el contacto. Dios ama a la criatura, la ve
continuamente, no la abandona jamás. Si queremos darle una idea religiosa de la naturaleza,
debemos siempre hablar del individuo, del animal individual. Todo debe ser bien claro, bien
diferenciado y, por así decirlo, revelado y analizado: el joven, el padre, la madre, las personas,
los animales. En este período se trata sobre todo de facilitarle la construcción de su personalidad.
Tratemos de hacer la obra que le aclare sus ideas, presentando cada cosa y cada idea bajo un
aspecto concreto y haciendo más tangible aún aquello que sea abstracto.
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medida y la confrontación. Es capaz, dentro de ciertos límites, de comprender muchos de los
efectos con los que la naturaleza afecta a los hombres mientras cuida celosamente el mundo de
las “causas”.
Por lo tanto, dada la importancia vital de las matemáticas, es necesario que la escuela
recurra a un “método especial” para enseñarlas y que dé los suficientes elementos de manera
correcta, clara y comprensible.
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siempre deben dar lugar a experimentos prácticos. Así se ofrece a los alumnos la posibilidad de
observar y de experimentar directamente. Gracias a estas bases, podrán asimilar las materias
más difíciles y que no es posible demostrar en la escuela. Las nociones prácticas ilustran la teoría,
la hacen más atractiva e impulsan al alumno a ir siempre hacia delante.
Los “Jóvenes del Campo” deben estar habituados a servirse de las máquinas: máquinas
de escribir, máquinas textiles para teñir y estampar, calculadoras, impresoras, cámaras
fotográficas y de video, equipos de audio, microscopios, etc. Debe conocer el alfabeto Morse para
saber utilizar las diferentes máquinas en la vida cotidiana: no sólo la bicicleta “para ir más rápido”,
sino los pequeños utensilios de uso familiar, como el pelador de verduras, el prensa papas, la
aspiradora, la lavadora, la plancha, etc. Las máquinas son un órgano multiforme en la vida del
hombre moderno.
Aquí se impone una reflexión. Con las máquinas, la civilización le ha dado al hombre un
poder enormemente superior al que disponía en sus orígenes, pero, para que la obra de la
civilización se desarrolle, es necesario que también el hombre se desarrolle. El mal de nuestra
época se debe al desequilibrio que existe en la diferencia del ritmo evolutivo: la máquina se
desarrolla a un ritmo acelerado, en tanto el hombre ha permanecido relegado. Así, el hombre vive
dependiendo de las máquinas mientras debería dominarlas. El progreso no debe llevar al triunfo
del materialismo; al contrario, debe “elevar” al hombre. Es maravilloso elevar el propio ideal
siempre más alto, hay que enseñar a los adolescentes cuál es nuestra tarea en la Tierra. Esta
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potencia que la máquina le ofrece al hombre debe crearle deberes nuevos, una moral siempre
más alta.
El capítulo de la historia más importante para los adolescentes es el que trata de las
exploraciones y de las invenciones. Será bueno ilustrar las explicaciones con imágenes de la vida
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social antes y después del descubrimiento que se está estudiando para que sea posible hacer una
comparación de la vida humana durante los diferentes estados de su evolución.
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Los Métodos
Los mejores métodos son aquellos que suscitan el máximo interés en el alumno: le dan
la posibilidad de trabajar solo, de experimentar y alternar los estudios con ocupaciones en la vida
práctica.
Consideraciones Prácticas.
Un plan del que hoy en día estamos muy alejados no podrá realizarse más que por
grados. Naturalmente se trata de una escuela abierta a cualquier chico que haya superado la
escuela primaria y no sólo a aquellos que vengan de escuelas especializadas; una escuela para
alumnos normales pero en la que también los chicos lentos, retrasados o que simplemente sufran
de cualquier anormalidad psíquica, como timidez o bloqueos mentales, se sientan seguros de
encontrar una ayuda eficaz, de obtener una mejoría efectiva.
Un terreno vasto y espacioso, cerca del mar y cercano a una ciudad, constituye la
localidad más favorable para establecer una escuela de este tipo. Los profesores deben estar
dispuestos a vivir en la misma escuela, asumiendo parte del trabajo de conducción y participando
en la vida cotidiana del instituto. Es necesario instaurar una disciplina severa tanto para el
personal docente como para los alumnos para asegurar orden en la vida interna y unidad a los
objetivos: los adolescentes se adaptarán necesariamente a un ambiente ordenado.
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Será oportuno recurrir a la obra de jóvenes maestros –hombres y mujeres- que vengan
de fuera. Naturalmente deberán ser calificados para la enseñanza en las escuelas secundarias,
pero esto no significa que permanezcan libres de enseñar según sus métodos: deberán al
contrario, adoptar los métodos del instituto para que su colaboración sea eficaz. Estos maestros
externos deben ser jóvenes, tener espíritu abierto y estar listos a tomar parte activa en la vida de
la escuela, aportando su propia contribución. Por otra parte, deberán ser el mínimo necesario
para impartir determinados conocimientos en el momento que los métodos del instituto lo
requieran.
Junto con los profesores que imparten las materias escolares comunes, será necesaria
la participación de técnicos, por ejemplo un instructor para la agricultura y la jardinería, un
administrador o contador que enseñe a administrar la tienda y la pensión, un maestro para los
trabajos artísticos. Todos los miembros del personal deben ser calificados para los trabajos
prácticos que deben realizar: cocina, costura, contabilidad, etc. Será interesante contratar a un
trabajador competente que sepa realizar diferentes trabajos y ayudar en la vida cotidiana.
Como los niños más pequeños en nuestras escuelas han aprendido a doblar sus
vestidos, a coser, a poner en orden sus cosas, los “Jóvenes Campestres” deben aprender a ajustar
los objetos que se descompongan, a reparar un automóvil a cambiar un vidrio roto, a ajustar una
cerradura, etc. Deben ser capaces de trazar un camino, de realizar la conexión eléctrica para un
timbre, de serruchar la leña y realizar pequeños trabajos.
A este punto, necesitamos preguntarnos cómo se podrán ganar la vida. Esta ganancia
que, naturalmente no puede ser inmediata, será posible sólo a través de la colaboración de los
adultos. Los adultos comenzarán a ganar, dando el ejemplo del trabajo y harán poco a poco que
los jóvenes participen en la organización económica y material, así como en la ejecución de los
trabajos. Por ejemplo: un fábrica moderna ya organizada o un jardín donde se cultiven flores,
puede contratar a los jóvenes. Basta establecer un contrato previo entre la escuela y las empresas
cercanas.
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Del mismo modo, la tienda puede ser abierta por una asociación de adultos, por ejemplo
un grupo de familiares de los alumnos. Un adulto podrá hacerse responsable pero los muchachos,
colaborando en turnos aportarán una nota juvenil y de gallardía al mismo tiempo que desarrollarán
las primicias de su trabajo y de su ingenio.
Sería bueno establecer al final de este período una preparación de un mes más o menos,
seguida de una especie de examen, no de las materias de estudio sino de los problemas de
conciencia.
En este momento de algún modo se presenta la entrada del joven en la vida y es aquí
que debemos prepararlo a lucha contra las fuerzas del mal a las que se enfrentará. Deberá vencer
las tentaciones. Por ésto no podemos dejar que se presente delante del “príncipe de este mundo”
sin una adecuada preparación, un resumen de todo lo que ha hecho hasta ahora, un examen de
conciencia que constituya una especie de diploma de admisión para entrar en la vida.
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C. LA FUNCIÓN DE LA UNIVERSIDAD
Las escuelas están hechas para jóvenes y para adolescentes. Una sola escuela está
destinada para los adultos: la universidad.
Después de los 18 años la “preparación del organismo” se terminó y las mismas leyes
reconocen la madurez física del individuo, autorizándolo a contraer matrimonio. A los 21 años el
ser humano se considera como liberado: mayor de edad.
Esta es la única consideración –de orden puramente físico- que pone a la universidad en
una posición diferente a la de otras escuelas.
En la universidad tenemos personas que viven como niños, aunque son adultos. En
cambio, durante esta fase de la vida deberían tomar conciencia de sus responsabilidades y de su
tarea social que es la de crear una familia. Sin embargo, demuestran por lo general, una falta de
conciencia y tienen una idea falsa de la vida. No se puede esperar que hombres y mujeres así
contribuyan a mejorar la sociedad.
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En la Edad Media, la vida de los estudiantes se caracterizaba por la grandeza y la
dignidad. Existían centros de estudio como la célebre Universidad de Bologna, a la que acudían
jóvenes de todos los países de Europa. Cada uno de estos estudiantes tenía el sentido de la
responsabilidad intelectual hacia su país de origen, que estaba orgulloso de que algunos de sus
ciudadanos asistieran a esa universidad. La Universidad de Bologna exponía orgullosamente en
las paredes de su anfiteatro escudos de esmalte y oro representativos de las ciudades y países
de los alumnos. Los estudiantes participaban en discusiones filosóficas y políticas que los llevaba
a tomar conciencia de su valor y de su responsabilidad moral. La solemnidad de las ceremonias
formales y los mantos de armiño de los profesores eran continuos llamados a la dignidad del
instituto. En las universidades más antiguas no había más exámenes que el de titulación. Los
estudiantes se ocupaban de sus estudios, empujados por una apasionado interés de la conquista
de conocimientos elevados. Su tiempo era contado y precioso. Las fiestas universitarias,
inspiradas en una empresa artística, constituían verdaderas y propias ocasiones en la vida pública.
Las universidades eran “centros de cultura” que irradiaban la civilización con una finalidad
universal y los estudiantes –los que eran estudiosos- eran los propagadores.
Pero hoy la civilización y la cultura se transmiten por otros medios, por medios cada vez
más extensos y fáciles. La cultura se difunde a través de la estampa y las comunicaciones rápidas
que establecen una especie de nivelación universal.
Los estudiantes que como única meta se proponen obtener un oscuro empleo personal,
no pueden tener más conciencia de esta misión que creaba en un tiempo el “espíritu universitario”.
El sólo deseo de trabajar lo menos posible, de pasar a cualquier costo los exámenes y de aferrar
el diploma que servirá a la carrera de cada uno, se ha convertido en el motivo esencial, común a
todos los estudiantes. Así, al progreso de la cultura que ha transformado la existencia,
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corresponde la decadencia de las instituciones universitarias. Los verdaderos centros de progreso
se han transferido a los laboratorios de investigación científica que son lugares cerrados ajenos a
la cultura común.
La decadencia general de las escuelas que se verifica hoy en día no deriva de una
disminución de la cultura impartida a los estudiantes sino de la falta de correspondencia entre las
organizaciones de estos institutos y las necesidades actuales. La escuela se ha quedado bajo el
nivel alcanzado externamente en la civilización. Las bases materiales de la civilización han
cambiado a tal punto que ya anuncian el alba de una civilización nueva. En este período crítico
de la historia de la humanidad, la vida misma del ser humano tiene la necesidad de una nueva
adaptación. Este es el problema esencial de la educación.
Si además la educación mira no sólo a la cultura, sino que también al desarrollo del
hombre, una rigurosa coordinación se vuelve indispensable y esencial en todos los períodos de la
vida.
Durante las experiencias hechas con los chicos de la escuela elemental hemos relevado
que las bases de todas las ciencias se deberían introducir justo entre los seis y los doce años.
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Existe de hecho en el desarrollo psíquico un período sensitivo que se podría llamar “el período
sensitivo de la cultura”, durante el cual se organiza el plan abstracto del espíritu humano. Este es
el momento en el que se deben echar las semillas. Se puede comparar este período del alma
humana al campo donde se siembra el trigo, que esperará la estación nueva para germinar.
Lo mismo pasa con la vida psíquica: a una cierta edad, una actividad interior da origen a
los primeros desarrollos intelectuales, suscitando reacciones de entusiasmo y despertando
capacidades que sin esta actividad permanecerían adormecidas. Vendrá la época de la juventud,
que desarrollará estos centros de interés. Pero si las semillas del conocimiento no fueron
sembradas en la estación adecuada, no queda más que la inercia que rechaza cada esfuerzo y
cualquier estudio permanece estéril. Se podría decir que cuando se ha cometido este pecado
contra las leyes de la vida, el trabajo se convierte en una árida fatiga, una especie de condena, no
diferente a aquella que la Biblia describe para Adán. Evidentemente, no es el trabajo en sí, sino
el trabajo fuera de las leyes el que fue condenado por la maldición divina. Así, el estudiante
prosigue sin entusiasmo y sin pasión el curso árido y forzado de los estudios universitarios. Se
necesitaría un estímulo supremo, un rayo de luz para llamar a los corazones replegados en la
inercia y en el error y para reanimar la vida lánguida: no podrá jamás hacerlo esta escuela árida,
que subestima la personalidad del estudiante y continúa a agravar su inercia.
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alumnos tuvieron un desarrollo adecuado y normal. De otra forma, no se encontrarán más que
con espíritus indiferentes e inertes que rechazan la cultura, jóvenes arrogantes que tendrán que
frenar como potros rebeldes.
Hemos podido palparlo directamente: el estudio, aunque sea ampliado, aunque sea
asimilado, no satisface a la personalidad humana. Quedan otras necesidades, que si no son
satisfechas, conducen a conflictos interiores que influyen en el estado mental y alteran la claridad.
La felicidad, el sentimiento del propio valor, la satisfacción de sentirse apreciados y amados por
los demás, de sentirse útiles y capaces de producir, son factores de inmenso interés para el alma
humana.
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Es evidente que la necesidad de ayudar a los otros o de buscar su colaboración no puede
nacer cuando se depende completamente de ellos y se está convencido de la propia incapacidad.
Al final, el sentimiento del valor individual y la posibilidad de participar en una organización social,
constituyen las fuerzas vivas. Esto no se adquiere aprendiendo simplemente de memoria las
lecciones o resolviendo problemas que no tienen nada que ver con la vida práctica.
La relación que existe entre la vida y la cultura demuestra claramente como los chicos
están en grado de aprender mucho más de lo que la escuela de hoy pretende enseñar con sus
programas anticuados.
Tengamos presente que durante la infancia se debe despertar el primer interés, sembrar
la semilla de todas las ciencias.
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individuos. Pero, también para comprender, la ayuda de los demás es necesaria. La colaboración
espontánea es una manifestación verdaderamente reveladora.
Un muchacho inerte, que no ha trabajado nunca con sus manos y no se ha dado cuenta
de que “vivir” significa vivir socialmente y que para pensar y crear hay que alcanzar sobre todo la
armonía de la propia alma, será un adolescente egoísta, pesimista y melancólico que buscará en
los valores superficiales de la vanidad la compensación de un paraíso perdido. Una vez convertido
en hombre se presentará a las puertas de la universidad para preguntar ... ¿qué cosa?.. Para
pedir una profesión que le permita garantizar su vida material en una sociedad que le es ajena e
indiferente, para participar en una civilización que ignora. No se puede comenzar a considerar al
hombre sólo cuando ya se ha convertido en hombre, hay que ocuparse antes. Si queremos
encontrarnos un día de frente a un hombre, debemos buscar antes al niño. Separar las diferentes
fases de la vida es absurdo. El hombre es el resultado del niño y las causas del bien y del mal
que encontramos en los adultos se habrían podido descubrir fácilmente durante el breve período
de su crecimiento.
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La distinción que nosotros establecemos entre los intereses del muchacho y los del
adulto, tanto para la educación como para las cuestiones sociales, hacen pensar en la lucha que
enfrentaron en la Edad Media dos países que se decían poseedores de valiosas reliquias. Uno
tenía los tres cráneos de los Reyes Magos niños, el otro los tres cráneos de los Reyes Magos
adultos.
Este criterio fatal, esta especie de barrera psíquica que separa netamente los dos
campos de interés, es la base de graves errores y constituye una seria amenaza para la
humanidad. ¿Por qué jamás, delante a los peligros que amenazan a la salvación de los pueblos,
no se considera la defensa suprema, que consiste en cuidar, corregir y fortificar a la humanidad
con todos los medios posibles, cuando se encuentra en el período de formación? Hoy en esta
civilización prodigiosa, lo que hace falta es la fuerza espiritual del hombre, la rectitud de conciencia
y sobre todo el sentido de la vida humana que triunfa en el universo.
Lo que importa es “el fin del hombre”. Este fin no puede reducirse a guardar nociones
para el ejercicio de una profesión. Los estudiantes universitarios son adultos que deberán ejercer
una influencia sobre la civilización de su época. Los educadores y por consiguiente los dirigentes
de la humanidad futura, salen de la universidad. De la universidad salen los hombres que guiarán
a las multitudes y serán los defensores de la civilización. Cuando hayan superado los exámenes,
se encontrarán delante a las puertas del mundo, tendrán la necesidad de una seria preparación
moral. Una vez convertidos en hombres, no permanecerán en la escuela simplemente para saber
un poco más de los demás. Es cierto que la cultura representa sólo una parte, aunque importante,
de su preparación; pero estos hombres serán capaces de encontrar todo gracias a este medio. El
ambiente social se infiltra a través de ella. Es importante, pues, intensificarla y hacerla penetrar
en la conciencia, es un arma defensiva para la humanidad y para la civilización.
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Como la religión, que está al alcance de todos, asume mayor intensidad en los
misioneros y en los sacerdotes y los hace trabajar por el bien de la humanidad, así la cultura, que
se difunde por todas partes y es asimilada por los pueblos, asume una mayor profundidad en
ciertos individuos, que se convierten en sus apóstoles para sostener la civilización.
Un hombre que nunca hubiera trabajado, que nunca hubiera tratado de ganarse la vida,
que nunca se hubiera acercado a las diferentes edades y a las diferentes clases sociales,
difícilmente sería digno de acceder a un puesto directivo.
Si el título es sólo un certificado que hace constar la capacidad de aprender, ¿por qué
los estudios universitarios deben durar de cuatro a seis años? Una persona que estudia en la
universidad sabe que deberá estudiar toda la vida o renunciar a todo su valor. ¿Por qué pues
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debe ser atormentado esos tres o cuatro años para la adquisición de una cultura que nunca tendrá
fin? Debe existir otro medio para formar a los jóvenes y permitirles adecuarse a la civilización y
a las exigencias de nuestro tiempo.
La vida del ser humano se podría comparar a las tres etapas de Cristo.
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Por último, viene el hombre que se alista para su misión en el mundo. ¿Y qué hace Él
para prepararse? Enfrenta al diablo y lo vence. Es la preparación. El hombre tiene la fuerza de
conocerse y de enfrentar los peligros, las tentaciones del mundo para empeñarse y para vencer.
Según el sentido literal, las tentaciones a vencer son las del Evangelio: la tentación de la posesión
y la tentación del poder. Existe en el hombre algo que está más allá de las tentaciones: él puede
comprender el único medio para crear un mundo purificado, potente y rico; saber vencer
individualmente las tentaciones de poseer y de poder.
Este es el camino que nos lleva a Su reino. Pero para encontrarlo mediante la educación, hay que
dirigirse hacia el niño y considerarlo bajo otro aspecto.
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