Textos Expositivos
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4 diciembre, 2017
Un estudio retrató una situación que se está repitiendo en nuestro país
y en todo el mundo: el tema del acoso sexual.
Según el duodécimo informe de la Corporación Humanas, 9 de cada 10
mujeres chilenas ha vivido acoso sexual. A pesar de las campañas para
visibilizar este tema, el estudio dice que en la sociedad aún prevalece
la idea que las mujeres son acosadas en la calle por cómo se
visten (67,1%) o que la naturaleza de los hombres hace que abusen
sexualmente de ellas (56,4%).
Según una encuesta de opinión en la que participaron casi seis mil mujeres de 11
países del continente, las chilenas son las segundas que más violencia de
género han sufrido en el último año y las terceras que más han vivido acoso
sexual, también en el último año.
“Son muchas las razones que lo explican, “EE.UU. y Canadá, pero especialmente
este último, se ha declarado feminista, donde sus normativas van acordes con los
derechos de igualdad entre hombres y mujeres. En América Latina, este discurso
está recién empezando”, dice.
Cuando se revisan las cifras chilenas, la encuesta revela que las mujeres sobre 31
años se sienten más vulneradas en sus derechos. La situación cambia cuando se
trata de violencia de género y acoso sexual, en estas dos materias son las mujeres
más jóvenes las que más dicen sufrirla. Así, entre los 18 y 30 años, el 38% de las
mujeres reconoció haber sido víctima de violencia de género en el último año,
mientras que en el grupo de 46 años y más, la cifra baja a 23%. Lo mismo ocurre
con el acoso sexual, entre los 18 y 30 años el 56% reconoce haberlo sufrido, pero
en el grupo de los 46 años y más, baja a 28%.
También cree que hay un cambio de mentalidad en las más jóvenes, que hace que
denuncien más y sin vergüenza el haber sido víctimas de violencia o acoso. “Las
más jóvenes sienten menos percepción de ventajas con los hombres, se ven más
iguales y tienen más conciencia de violencia, por lo que se sienten más atacadas
también”, explica.
Brecha salarial de mujeres: El
tema del 2018
Autor: M. Cristina Goyeneche
El golpe a la cátedra lo dio Islandia el 1 de enero de este año. Ese día entró en
vigencia la ley que obliga a las empresas públicas y privadas, con más de 25
empleados, demostrar que hombres y mujeres, ante un cargo de la misma
categoría, reciben igual sueldo. De no cumplir, las compañías quedarán expuestas
a multas diarias en torno a los 400 euros. La idea es que a fines del 2018 todas las
empresas con más de 250 empleados deberán tener su certificado al día, mientras
que las más pequeñas tienen hasta el 2021 para ir ajustándose a la nueva
legislación.
Islandia ha liderado los últimos nueve años el ranking del World Economic
Forum como el país con menor brecha salarial entre hombres y mujeres del
mundo. Pese a este logro, durante estos años las mujeres han seguido
defendiendo su derecho a mayor imparcialidad. El 24 de octubre de 2016
protagonizaron una peculiar y viralizada protesta, dejaron sus puestos a las 14.38
en punto, a fin de trabajar un 14% menos de jornada que sus pares hombres, la
diferencia exacta que existe entre sus sueldos promedio y el de ellos.
Lo hecho por Islandia suena pionero, sin embargo, el efecto dominó será casi
instantáneo en los países desarrollados. Cinco días después de conocida la noticia
de Islandia, comenzó a regir en Alemania la parte final la Ley para el Fomento de
la Transparencia en las Estructuras Salariales, ya aprobada por el Parlamento en
marzo del año pasado. En concreto, las empresas con más de 200 trabajadores
deberán facilitar, a quien lo solicite, información sobre el sueldo de pares que se
desempeñen en una función similar. No se revelarán sueldos concretos, pero sí la
remuneración bruta de al menos cinco colegas del sexo opuesto. Además, las
compañías con más de 500 empleados deberán examinar regularmente su
estructura salarial, el cumplimiento de la paridad y entregarles accesibilidad a
esta información a todos sus empleados. En Alemania, los hombres ganan, en
promedio, un 21% más que las mujeres que se desempeñan en posiciones
similares.
Inglaterra también está en esta misma senda. A partir de abril del 2018, las
empresas de más de 250 empleados deberán informar públicamente la realidad de
su brecha salarial y las medidas que implementarán para acortarla. Actualmente,
los hombres ganan, en promedio, un 18% más que las mujeres en similares
puestos. Se calcula que la medida impactará a unas nueve mil empresas y 15
millones de personas. Aunque en este caso no se aplicarán multas, el simple
hecho de transparentar la realidad será lo suficientemente poderoso como para
que las empresas se apliquen. Francia podría ser el país que sigue en esta nueva
ola, pues aquí las mujeres también se han manifestado en contra, replicando las
mismas protestas que efectuaron las islandesas.
Recientemente fueron entregados los resultados de la prueba Simce 2016, que midió a los
estudiantes de 4° y 6° Básico y 2° Medio en Comprensión de Lectura, Matemáticas e
Historia y Ciencias. Según esos datos, existe casi una nula brecha que entre hombres y
mujeres en Matemática, cuya diferencia fue sólo de uno, dos y tres puntos respectivamente.
Sin embargo, ellas se distancian más en la prueba de Comprensión Lectora, superando a los
varones en más de 10 puntos en los tres cursos evaluados. ¿Por qué entonces se tiende a
asociar las matemáticas como algo "masculino" y por qué en las postulaciones a la
universidad serán ellos los que busquen carreras más exigentes?
Según los expertos, el sexismo en la educación empieza a definirse desde pequeños, cuando
se orientan ciertas asignaturas como femeninas -Lenguaje y Comunicación y Artes
Visuales- o masculinas -Matemáticas y Filosofía- que a la larga eliminan herramientas para
que cada uno comprenda y se integre a la sociedad.
Esto se originaría desde cuando se les incentiva a los varones a jugar fútbol y ellas
a practicar deportes como la gimnasia, o dedicarse a actividades artísticas y manuales.
Como pasó recientemente en un colegio de Madrid, España, que está siendo investigado
por las diferencias entre las actividades programáticas para sus estudiantes: a los hombres
se les llevaba de paseo al estadio del Real Madrid y a las mujeres se les enseñaba a tejer a
crochet.
O también tiene que ver con el uniforme y con la limitación que tiene para las niñas realizar
algunas actividades por el solo hecho de usar jumper o falda, lo que no permite tanta
movilidad como en el caso de los niños y las restringe a "sentarse" y "comportarse" como
señoritas.
Lo cierto es que la desigualdad en la educación parece estar presente en varias aristas.
Según un estudio realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en el
2015, que analizó los textos de Historia, Lenguaje, Biología, de 1º Básico a 4º Medio, la
representación de las mujeres "aparecen en actitudes pasivas o trabajos domésticos". Y
agrega: "Cuando presentan a alguna mujer destacada, o no muestran su imagen o no
agregan sus datos biográficos o no incluyen su nombre".