La entrevistada no cree que exista una verdadera igualdad de género en la sociedad actual. Aunque se han dado pasos hacia la igualdad y existen leyes y programas para promoverla, persisten desigualdades sustanciales. La carrera universitaria de igualdad de género es útil para crear conciencia pero no es suficiente para lograr la igualdad, la cual requiere cambios profundos y de largo plazo en la educación y las actitudes sociales. Alcanzar una sociedad con igualdad plena entre hombres y mujeres tomará
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La entrevistada no cree que exista una verdadera igualdad de género en la sociedad actual. Aunque se han dado pasos hacia la igualdad y existen leyes y programas para promoverla, persisten desigualdades sustanciales. La carrera universitaria de igualdad de género es útil para crear conciencia pero no es suficiente para lograr la igualdad, la cual requiere cambios profundos y de largo plazo en la educación y las actitudes sociales. Alcanzar una sociedad con igualdad plena entre hombres y mujeres tomará
La entrevistada no cree que exista una verdadera igualdad de género en la sociedad actual. Aunque se han dado pasos hacia la igualdad y existen leyes y programas para promoverla, persisten desigualdades sustanciales. La carrera universitaria de igualdad de género es útil para crear conciencia pero no es suficiente para lograr la igualdad, la cual requiere cambios profundos y de largo plazo en la educación y las actitudes sociales. Alcanzar una sociedad con igualdad plena entre hombres y mujeres tomará
La entrevistada no cree que exista una verdadera igualdad de género en la sociedad actual. Aunque se han dado pasos hacia la igualdad y existen leyes y programas para promoverla, persisten desigualdades sustanciales. La carrera universitaria de igualdad de género es útil para crear conciencia pero no es suficiente para lograr la igualdad, la cual requiere cambios profundos y de largo plazo en la educación y las actitudes sociales. Alcanzar una sociedad con igualdad plena entre hombres y mujeres tomará
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Crees que existe igualdad de genero.
Hoy en día, vivimos en una sociedad mucho
más avanzada ideológicamente que la que les tocó vivir a nuestros padres o nuestros abuelos, y mucho más concienciada en temas de igualdad entre personas. Y en ese clima de respeto y modernización de las mentalidades, la igualdad de género se ha convertido en uno de los temas más cuidados y perseguidos, buscando que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades. Pero, ¿existe realmente esa igualdad de género o es sólo un mito más de nuestra sociedad? Como mínimo, estamos en el camino. El respeto y el acercamiento entre ambos géneros es mayor de lo que ha sido nunca, pero no es suficiente. Precisamente por eso, para intentar alcanzar una sociedad verdaderamente paritaria, ha surgido en nuestro país una carrera universitaria dedicada a la aplicación práctica de la Igualdad de Género. Sara Fayed es una de los alumnos que cursan estos estudios, y hemos querido preguntarle cómo ve ella la sociedad, para intentar desmitificar las verdades y mentiras de la igualdad de género. -La primera pregunta es obvia: ¿existe la igualdad de género?: Sinceramente, yo creo que no. La igualdad de género es algo que no existe, pero todo el mundo habla de ella. Hay mucha “teoría”, un Instituto de la Mujer, ayudas sociales a las mujeres maltratadas… pero luego, a la hora de la verdad, se impone una mentalidad muy distinta. En realidad, la igualdad de género es un futuro lejano al que la sociedad queremos llegar para que hombres y mujeres seamos iguales, pero está claro que eso aún no es así. Por eso a mí el concepto de “igualdad de género” no me parece justo, porque si no hay esa igualdad de género, y se sabe perfectamente que no la hay, que las mujeres estamos en desventaja frente al hombre, ¿por qué le llamas así? No, no existe una igualdad de género. Hoy en día sería más bien la “desigualdad de género”, o la “desigualdad de la mujer”, o la “superioridad del hombre”, pero no la igualdad.
-Entonces, ¿crees que es necesario que exista la carrera de “igualdad de género”
en nuestra sociedad? No es que sea algo necesario, no es imprescindible. Al menos no lo sería si en realidad hubiera igualdad, si las mujeres estuviéramos a la misma altura que los hombres, sería algo innecesario. Pero no lo estamos. El problema es que la carrera tampoco va a cambiar la forma de pensar de los que tengan una mentalidad machista. En realidad es más que nada algo informativo, para la gente que ya está interesada pueda dedicarse a esto, pero no lo veo imprescindible ni necesario. Sí que me parece interesante, y creo que sí es algo que ayuda mucho a que la sociedad avance, ya que si se crean más puestos de trabajo que vayan específicamente dirigidos a conseguir la igualdad de género, se puede fomentar mucho. Pero no es la solución definitiva. De hecho, ya no van a volver a ofertar la carrera. – Tocando también un punto algo más extremo, ¿crees que la violencia de género tiene que ver con que la sociedad aún no sea igualitaria o es una cuestión que simplemente tiene que ver con la violencia y no con el género? Claro que tiene que ver con que la sociedad, sigue siendo una cuestión de desigualdad de género. Lo que pasa es que nos parece diferente, porque la desigualdad es algo que vemos día a día. Cualquiera, aún sin querer y sin ser machista, puede hacer un comentario… Es algo que está impregnado en la sociedad, mientras que la violencia ya nos parece más grave. Pero claro que la violencia de género tiene que ver con el propio género, porque aunque el hombre pegue a la mujer porque se ponga nervioso, por rabia, o por lo que sea, y lo solucione agrediéndola físicamente, en realidad lo está haciendo porque es un mujer, porque sabe que es suya y que no le va a contestar. No es una cuestión de simple violencia, porque un hombre no le pegaría a otro hombre con tanta facilidad. Es cuestión del género, porque el hombre se siente superior, se siente con poder… -Sin embargo, esta violencia no es sólo una cuestión machista. De las 7.000 personas que denunciaron haber sufrido violencia doméstica en 2013, 2.635 son hombres. ¿A qué se debe entonces? Te contesto con sinceridad: creo que no se puede comparar. Sí es verdad que hay mujeres que pegan a hombres, y no lo pongo en duda. Puede ser que una mujer pegue a un hombre, por supuesto. Pero el problema es que las cifras no son reales, porque sólo una cuarta parte de las mujeres maltratadas lo denuncian. Entonces, sí, puede haber denuncias por parte de hombres hacia mujeres, pero hay que tener en cuenta que en la gran mayoría de casos las víctimas son las mujeres. Tanto las que aparecen en los datos como las que no denuncian porque creen que les va a seguir pasando, que no ven una salida… Y esto tampoco va a cambiar, porque entre ellas mismas, en foros y reuniones de mujeres maltratadas, se recomiendan no denunciarlo, porque en realidad la justicia en este país a veces es un poco injusta, y entre trámites, y papeleos, y juicios no llegas a ninguna parte, y lo único que haces es acrecentar el sufrimiento. -¿Crees que se le da la misma importancia a la discriminación de los hombres que a la de las mujeres? No, se le da mucha más importancia a la discriminación de las mujeres, claro, por el hecho de que como somos “débiles”, somos “sumisas”, somos “pobrecitas”… cuando nos discriminan es ya la discriminación de la discriminación, la gente, inconscientemente, dice “ay pobrecitas, no las discriminéis más, que ya bastante tienen con ser mujeres”. Cuando se les discrimina a los hombres, está el típico estereotipo de que es un “machote”, el “tío duro”… el hombre es el fuerte, por lo que no hay que preocuparse si se le discrimina. Hay que darse cuenta de que, aunque se haga con buena intención, en realidad esto es otra forma de discriminación, discriminación encubierta. Me parece una absurdez igual; seas hombre o seas mujer, si te discriminan te tienes que defender. Pero también hay que tener en cuenta que la discriminación hacia la mujer tiene más visibilidad porque es mucho más frecuente. Vivimos en una sociedad podrida, en la que tu vida la condiciona tu género, y si eres mujer vas a tener que luchar muchísimo por conseguir algo a lo que los hombres podrían llegar más fácilmente. -Pero pensándolo fríamente, ¿no crees que actualmente se ha dado un poco la vuelta a la situación y se ha pasado a una sobreprotección de la mujer? Hoy en día cualquier comentario que haga un hombre puede hacer que se le acuse de machista, pero ¿no crees que la mujeres hacen el mismo tipo de comentarios sobre sí mismas y sobre los hombres? Claro que sí. Hay mujeres, entre las que me incluyo, que siempre que algún hombre dice un comentario machista, saltan rápidamente, está claro. Y el problema es precisamente lo que tú dices, que muchas veces esos comentarios lo hacemos nosotras mismas, porque hay miles y miles de mujeres que tienen una mentalidad machista, que son sumisas y que lo hacen aunque no sea a propósito. Entonces, si una mujer por sí misma ya es machista y no reivindica sus derechos cuando su marido la deja en casa haciendo la comida, no tiene nada más que hacer en todo el día que quedarse cuidando a los niños. Yo conozco muchísimas mujeres que son machistas, y me da muchísima rabia. La mayoría de la generación de nuestras madres son mujeres machistas, y aceptan todo lo que dicen los hombres - dentro de unos límites, claro- sólo por el hecho de ser sus maridos. Entonces claro que creo que las mujeres también tenemos mucha culpa, pero muchísima, de que haya desigualdad, por el hecho de que seguimos en una sociedad patriarcal en el que los hombres se creen que son superiores a las mujeres, pero ellas además lo aceptan. Y mientras esto siga así no vamos a llegar a ningún lado. -¿Qué hay que hacer para alcanzar una verdadera igualdad de género La verdad, no te sé contestar. Porque creo que es algo que no depende ni de políticas sociales, ni de Ministerios de Igualdad, ni de Institutos de la Mujer, ni de nada de eso. Depende de la sociedad. Y la sociedad primero necesita evolucionar. Yo creo que es cuestión de educación: si a los niños, desde pequeños, les educáramos con una mentalidad igualitaria, no pasaría esto. Por eso hoy en día no puede haber una verdadera igualdad de género en nuestra sociedad, porque más de la mitad de la población española se ha educado en una sociedad patriarcal en la que hombres mandan y mujeres aceptan. Entonces hoy en día lo veo muy lejano. Pero espero que se pueda alcanzar en generaciones futuras, a lo mejor dentro de 50 años, cuando la educación cambie y las parejas que tengan hijos no los influencien. Para que haya igualdad se tiene que hacer un gran esfuerzo, tiene que colaborar toda la sociedad, y tiene que dejar de haber hombres machistas y, sobre todo, mujeres machistas. El sexo débil, un mito generado por la sociedad: La "fragilidad femenina" o sexo débil no es sino un mito -mantenido durante siglos y que en cierto modo persiste en la actualidad- que ha relegado a las mujeres al "salón de la costura", según un provocativo ensayo de la autora Colette Dowling. En su libro "El mito de la fragilidad", Dowling cita un texto de 1879 en el cual un ginecólogo estadounidense recomienda a las jóvenes pasar el año anterior y los dos años posteriores a la pubertad "descansando", y que estuvieran "recostadas" durante cada ciclo menstrual hasta que sus cuerpos se hubieran ajustado al "nuevo orden de vida". Otro médico de la misma época advertía que el ejercicio excesivo podría tener "efectos negativos" en los órganos genitales, ya que estos "tienden a la decadencia". Con recomendaciones como estas, no es de extrañar que durante siglos las mujeres se hayan sentido débiles e indefensas, y estuvieran obligadas a dedicarse a coser y a otras de las llamadas "artes femeninas" menos activas. Obligadas a exagerar diferencias: Esta autora señala que, durante la adolescencia, las jóvenes se veían tradicionalmente obligadas a exagerar sus diferencias con el sexo masculino, ya que su aceptación social dependía de ello. Y como las creencias culturales apuntaban a que la mujer ha de ser débil, "las jóvenes tendían a debilitarse ellas mismas de manera anti-natural". Un mito que sigue vigente: Dowling argumenta que este mito no ha desaparecido del todo, una tesis que esta autora ya defendió en su anterior obra "El Complejo de Cenicienta". En este texto, publicado en la década de los 80, Dowling defendía que la dependencia psicológica -definida como el "profundo deseo de ser cuidada por otros"- es la "principal fuerza opresora contra las mujeres de hoy". Habilidades reprimidas:El "Complejo de Cenicienta" aludía a la red de actitudes y miedos reprimidos que "mantienen a las mujeres en la penumbra, retirándose del uso integral de sus habilidades y de su creatividad". "Como la Cenicienta", continuaba la autora en este ya clásico ensayo, "las mujeres de hoy están todavía esperando a que aparezca algo externo que transforme sus vidas" (como por ejemplo, un príncipe). Los hombres ¿más inteligentes? En su último libro, Dowling vuelve a la carga, enfatizando esta vez el aspecto físico, y comparando la idea de que los hombres son necesariamente mejores atletas que las mujeres porque son más altos y musculosos con el mito de que los hombres son más inteligentes porque tienen el cerebro más grande. El "mito de la fragilidad", argumenta Dowling, ha dado lugar a otro igualmente desafortunado, el de la mujer "masculinizada", la que excede en actividades consideradas como de hombres. Ambos han supuesto que muchas mujeres se abstuvieran de utilizar sus cuerpos, escribe la autora, por temor al ridículo o porque creían que, efectivamente, por naturaleza estaban incapacitadas para llevar a cabo estas actividades. Por fin los mitos se cuestionan: Pero, como Dowling indica, afortunadamente la noción de que las mujeres no son capaces de llegar a los mismos niveles de desarrollo físico es cada vez más cuestionable, ya que repetidamente se comprueba que la fuerza y la habilidad no tienen nada que ver con el sexo, sino con el adecuado entrenamiento y la capacidad de mejorar. De hecho, en las últimas décadas, las mujeres han establecido nuevos récords mundiales en diversos deportes en mayor grado que loshombres, nada sorprendente si se compara la preparación atlética de las mujeres de hoy con las de sus enclenques antecesoras. En lo que sí difieren ambos sexos -y esta es una de las pocas concesiones de la autora- es en la manera de experimentar la competición deportiva: las mujeres quieren ganar la aprobación de otros, mientras que los hombres buscan, simplemente, ganar.