PSICOANALISIS
PSICOANALISIS
PSICOANALISIS
INTRODUCCION
CONCEPTOS BASICOS
Cuando se habla de libido es necesario tener claro el concepto sexual desde el punto
de vista psicoanalítico. Por ello tenemos que saber que lo sexual en psicoanálisis es un
término con mucha mayor amplitud que el que tiene en lenguaje corriente, ya que para
el psicoanálisis lo sexual no sólo se refiere al aspecto genital, sino que abarca todas las
actividades instintivas, manifestadas en las más diversas formas y que, en definitiva,
tienen por objeto “la consecución del placer”. Así, toda forma de actividad del
organismo que tenga naturaleza instintiva y cuya finalidad sea la obtención del placer,
es lo que en psicoanálisis se denomina sexual; y la energía de esta actividad sexual es
lo que se denomina libido o Eros.
La libido sigue una evolución desde el nacimiento hasta su desarrollo emocional
completo.
Cinco son las etapas que definen la evolución libidinosa-psicosexual:
1. Estadio oral, durante el primer año de vida, en el que la boca es la mayor zona
erógena.
2. Estadio anal, entre el segundo y el tercer año, en el que la satisfacción
libidinosa está en relación con la evacuación y la excitación anal, de forma que
la defecación y la retención fecal son muy importantes.
3. Estadio fálico, de los 3 a los 5 años, con los órganos genitales como centro
libidinoso.
4. Periodo de latencia, de los 6 años a la pubertad, en el que se atenúa la fuerza
impulsiva sexual y se desarrollan las normas morales que neutralizan los
impulsos más primarios.
5. Estadio genital, a partir de la pubertad, alcanza su máxima expresión en el
coito.
Según Freud, los fenómenos psíquicos tienen tres cualidades: la de ser conscientes,
preconscientes e inconscientes. De ahí sus tres sistemas:
El sistema consciente está formado por todo aquello de lo que nos percatamos en un
momento dado, y siempre formará parte del sistema consciente en dicho preciso
momento.
El sistema inconsciente consta de dos partes: el preconsciente y el inconsciente
propiamente dicho.
El sistema inconsciente propiamente dicho se caracteriza porque sus procesos
dinámicos no llegan a la conciencia, a pesar de su pujanza e intensidad, y ni la voluntad
ni la memoria logran hacerlos conscientes. Lo componen los instintos más el material
más reprimido; es caótico, ilógico y en él conviven todos los contrarios.
En cambio, el sistema preconsciente está integrado por los procesos psíquicos de los
cuales el sujeto no se percata en un momento determinado, pero que los puede traer
a la conciencia con mayor o menor dificultad, según el tipo de contenido.
Así, vemos que el preconsciente sólo es inconsciente en el sentido descriptivo (para
explicar la estructura de la mente), pero no lo es en el sentido dinámico. Este aspecto
dinámico pertenece exclusivamente al inconsciente propiamente dicho.
Ampliando todo lo expuesto vemos que el inconsciente tiene dos tipos de contenido.
En primer lugar contiene, en su estrato más profundo, todo aquello que nunca ha sido
consciente, es decir, todo lo biológico, las fuerzas instintivas de origen ancestral, y en
este sentido, el inconsciente es primitivo y arcaico sirviendo de reservorio de los
instintos.
Pero además, como segundo aspecto, el inconsciente contiene todo lo que ha sido
reprimido desde el comienzo de nuestro desarrollo.
El inconsciente no es estático ni se le puede comparar con un almacén. Por el contrario,
los contenidos inconscientes se mantienen activos y están constantemente influyendo
en la persona, en sus tendencias, en sus actitudes, en su comportamiento, en su
equilibrio libidinoso, etcétera, o sea, es enteramente dinámico y está en perpetua
actividad al servicio de la vida del sujeto.
En cuanto al preconsciente, podemos añadir la observación de que se trata del sistema
que podríamos llamar memoria, y que si algunas cosas no las podemos traer de dicha
zona preconsciente a la conciencia es porque estas cosas a veces están fuertemente
ligadas a otras cosas que se mantienen en el inconsciente totalmente reprimidas.
Por último, del sistema consciente podemos añadir que es quien nos da el sentido de
continuidad en nuestra vida, sólo es interrumpido por el sueño. En cambio, el
inconsciente jamás cesa de movilizar sus contenidos.
Los contenidos de la mente consciente son muy limitados, es decir, no podemos pensar
en dos cosas al mismo tiempo. Toda la conciencia está, en un momento dado, ocupada
exclusivamente en un solo contenido. De ahí que Freud, comparando la conciencia con
el inconsciente, decía que era como un iceberg, el cual fuera del agua (la conciencia)
tiene una pequeña porción comparada con la gran masa que permanece bajo el agua
(el inconsciente).
En síntesis, podemos decir que la mente consciente está regida por el pensamiento
lógico, y, en cambio, el inconsciente se rige por el pensamiento mágico (en la magia
todo es posible, no hay lógica alguna).
Sobre esta tendencia psicoanalítica se han formulado diversas y graves críticas, tales
como la falta de acuerdo entre los distintos observadores y las distintas escuelas
dinámicas, confusión entre inferencia y observación, escasa confirmación empírica,
enconada resistencia a la crítica, sobrevaloración de la esfera sexual, omisión de la
aportaciones culturales, sociales y biológicas y, en especial, la escasa eficacia real de
los tratamientos psicodinámicos en las patologías mentales, en relación inversa a su
gravedad (a mayor gravedad menor eficacia).
Autoridades relevantes, como el premio Novel Eric Kandel (1999), han señalado el
peligro de supervivencia del psicoanálisis si no incorpora los conocimientos
neurobiológicos actuales.
BIBLIOGRAFÍA
Grandes Psicoanalistas (Volumen I). Juan David Nasio. Ed. Gedisa. España 1996.
Psiquiatría en Atención Primaria. Julio Vallejo Ruiloba. Ed. Ars Médica. España 2005.
Técnica y Práctica del Psicoanálisis. Ralph R. Greenson. Ed. Siglo XXI. México 1988.