Psicoterapia Grupal Vincular PDF
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PSICOANALITICO
Mario Campuzano 1
A pocos años de trabajar AMPAG con el modelo de psicoterapia del grupo surgió
una propuesta de ampliación al no considerarse suficiente el psicoanálisis para explicar
los dinamismos grupales y se estableció el modelo interdisciplinario promovido por José
Antonio Carrillo. Los elementos que han permanecido de estos modelos iniciales son el
psicoanálisis kleiniano-bioniano enriquecido posteriormente con los aportes de Anzieu y
Kaës, así como el psicodrama y el interés en la incidencia de la dimensión social.
Una segunda apertura se da a partir de los ochentas, promovida por mí
(Campuzano, 1984/1987) al tomar conciencia de las limitaciones que el modelo de la
psicoterapia del grupo tiene para la satisfacción de las necesidades terapéuticas
individuales de los miembros de esos grupos. El artículo de Bejarano, aparecido
originalmente en 1972 y traducido al español en 1978, fue un gran aporte al plantear una
crítica a las limitaciones de la escucha global y descubrir la peculiaridad de los grupos de
ofrecer nuevos objetos a la transferencia que se escinde y da lugar a transferencias
múltiples, como es bien conocido, no sólo la central sobre el terapeuta, sino las laterales
sobre los compañeros del grupo, la grupal sobre el conjunto y la societal sobre el mundo
exterior. El descubrimiento de que los grupos abrían nuevos lugares para la transferencia
me permitió concluir que ese fenómeno abría nuevos lugares para la interpretación
psicoanalítica permitiendo salir del monopolio de la transferencia central y de la
interpretación sobre el grupo como totalidad.
De esta manera se pudieron abordar con libertad las necesidades psicoterapéuticas
individuales aunque siempre en la conciencia de que el contexto grupal, institucional y
societal influía y daba sentido a los movimientos individuales. Se abrió así una práctica
vincular sobre los espacios interpersonales y grupales. Como suele suceder en la clínica
esos nuevos enfoques se orientaban a resolver problemas y limitaciones de la práctica y
su elaboración teórica y modelización se realizaron años más tarde.
1
Médico, psiquiatra, psicoanalista. Miembro pleno de AMPAG.
La terminación de los obstáculos teóricos de la dicotomía individuo-grupo, propia del
modelo del grupo como totalidad, fue lograda mediante un segundo concepto, también de
la escuela francesa, aunque con esbozos en Ezriel y Pichon, de un psiquismo organizado
grupalmente que se vuelve isomórfico con el grupo real y permite que los grupos internos
de los individuos (única base material de los fenómenos, ya que el grupo sólo existe en
función de su presencia) se vuelvan los organizadores psíquicos inconscientes del
agrupamiento. La teoría vincular permitió, así, cerrar el ciclo de las limitaciones propias
de la conceptualización del grupo como totalidad y abrió, a su vez, nuevas problemáticas
e interrogantes, campo fecundo para la investigación.
¿Pero, cuál concepción del vínculo es la que se maneja en el modelo vincular-
estratégico, ya que se han presentado varias a lo largo del desarrollo del psicoanálisis?
Antes de responderlo voy a hacer al respecto un breve recorrido histórico.
Ezriel fue quien trabajó de forma sistemática los grupos terapéuticos psicoanalíticos en
la Clínica Tavistock partiendo de las experiencias pioneras de Bion y desarrolló un
enfoque propio precursor del que Kaës llama intersubjetivo. Dos conceptos lo evidencian
claramente: el planteo de que el trabajo psicoanalítico grupal se genera a partir de la
proyección de los grupos internos de sus miembros y de un modelo centrado en un
triángulo de relaciones, que se acerca al concepto de vínculos, aunque queda ocultado por
el predominio del paradigma del grupo como totalidad.
También es importante considerar a dos autoras que plantean teorías del desarrollo
temprano desde el estudio sistemático del vínculo madre-hijo: en América, Margaret
Mahler; en Europa, Piera Aulagnier (1975). Esta última influyó de manera determinante
en la obra de Kaës.
Relación de objeto es la estructura interna del vínculo. Un vínculo es, entonces, un tipo
particular de relación de objeto; la relación de objeto está constituida por una estructura
que funciona de una determinada manera. Es una estructura dinámica en continuo
movimiento, que funciona accionada o movida por factores instintivos, por motivaciones
psicológicas. La noción de relación de objeto es heredera, diríamos, de la psicología
atomística.El vínculo es una cosa diferente que incluye la conducta. Podemos definir el
vínculo como una relación particular con un objeto; de esta relación particular resulta una
conducta más o menos fija con ese objeto, la cual forma un pattern, una pauta de
conducta que tiende a repetirse automáticamente, tanto en la relación interna como en la
relación externa con el objeto. Tenemos así dos campos psicológicos en el vínculo: un
campo interno y un campo externo. Sabemos que hay objetos externos y objetos internos.
Es posible establecer un vínculo, una relación de objeto con un objeto interno y
también con un objeto externo. Podemos decir que lo que más nos interesa desde el punto
de vista psicosocial es el vínculo externo, mientras que desde el punto de vista de la
psiquiatría y del psicoanálisis lo que más nos interesa es el vínculo interno, es decir, la
forma particular que tiene el yo de relacionarse con la imagen de un objeto colocado
dentro de uno. Ese vínculo interno está entonces condicionando aspectos externos y
visibles del sujeto.
Podemos definir el carácter de un sujeto en términos del vínculo diciendo que su
carácter, o sea la manera habitual de comportarse esa persona, puede ser comprendido por
una relación de objeto interno. Es decir, por un vínculo más o menos estable y más o
menos permanente que da las características del modo de ser del sujeto visto desde
afuera, condicionado por un vínculo interno… Por consiguiente, el carácter recibe el
impacto de la comprensión dinámica en el sentido de que el carácter es analizable en la
medida que descubrimos el vínculo interno…(Pichon-Rivière, 1985, págs. 35-36).
De esta manera Pichon establece nexos entre relación de objeto, vínculo y carácter, así
como con la sociedad través de su concepto de áreas: mente, cuerpo, mundo externo. Para
la construcción de su teorización utiliza un enfoque interdisciplinario donde, además de
Klein, aparecen Mead, Lewin y Marx.
No se pronuncia claramente sobre si el fundamento motivacional del vínculo lo
sustenta en la fantasía inconsciente (en su acepción kleiniana como representante
psíquico de la pulsión) o en la estructura vincular. Es decir, sobre su origen bio-psíquico
o psicosocial, aunque parece inclinarse hacia esta última causalidad.
Los conceptos de vínculo y de fantasía inconsciente han ido adquiriendo otro sentido
en la escuela argentina de las configuraciones vinculares (en realidad varios sentidos en
distintas épocas y en distintos sectores de la asociación).
El vínculo es considerado como constitutivo y constituyente de los sujetos, que son
precedidos por lo social y lo familiar e implica ampliaciones metapsicológicas y
definición como espacio de subjetivación y de articulación con la red social más amplia
que le dota de sentido, de significado (Friedler. En Pachuk y Friedler, 1998, pág. 456).
Este enfoque, que implica tanto las relaciones intersubjetivas como las relacionadas
con la cultura, la sociedad y la inscripción histórica ha sido promovido y sustentado
principalmente por Janine Puget (1988) e Isidoro Berenstein (1991) en quienes ha
predominado una visión constructivista.
Desde una postura distinta, más clásica, Bernard (2006, pág. 170) establece la
siguiente definición de vínculo: “Llamaremos vínculo a una relación entre dos o más
sujetos que mantienen una mutua representación interna del conjunto que han formado”.
Y aclara (pié de página 170):
La mutua representación interna es, a nuestro juicio, una fantasía, una representación del
conjunto que ingresa al psiquismo de cada uno de sus integrantes a partir de la interacción
que comparten, y que les sirve de referente en sus relaciones recíprocas.
Desde este enfoque no toda relación interpersonal es vínculo, sólo lo es aquella que tiene
las características de representación interna mencionada que implica un grado de cercanía
con conocimiento mutuo.
En esta breve revisión queda claro que hay distintas concepciones sobre el vínculo y
que algunas de las diferencias parten de enfatizar la importancia de los factores bio-
psíquicos en su origen, o de enfatizar la determinación socio-cultural.
Sin que pretenda ser exhaustivo me parece importante destacar ciertos principios que
permiten la selección de formas de intervención terapéutica grupal más adecuadas en sus
aspectos teóricos, técnicos y éticos, lo cuál implica favorecer la diferenciación individual
del sujeto en vez de estimular la llamada por Bleger (1967) “socialidad sincrética”:
(1) Quien establece la demanda psicoterapéutica y, por ende, quien busca y requiere la
cura es el individuo. El grupo es solamente un medio: el dispositivo técnico elegido para
la terapéutica.
(2) Como consecuencia la preocupación central del terapeuta será la comprensión e
intervención sobre la psicopatología individual (a partir de la teoría del conflicto psíquico
y de la psicopatología dinámica estructural) siempre sobre el entramado grupal donde se
inserta cada individuo.
Además, el terapeuta no manejará discursos extrapoladores donde “le hable al grupo”,
le hablará sólo a los sujetos del grupo.
(3) En algunos momentos el grupo como tal se volverá protagónico y dejará de ser
fondo. En estas ocasiones se interpretará ese fenómeno coyuntural manteniendo la
perspectiva de su correlación con los miembros del grupo y la prioridad de la cura
individual.
(4) Se mantendrá un interés diferencial e interactivo sobre el individuo, el otro, los
otros y el grupo. Al individuo se le interpretará su historia y su psicopatología, ya sea que
se exprese en el discurso o en otras formas, por ejemplo como escenas secundarias en las
transferencias laterales que muestran, mediante la capacidad figurativa de los grupos, el
modelo psicopatológico de quienes las dramatizan espontáneamente (nivel vertical,
diacrónico); también se trabajará lo que se exprese en la transferencia grupal. Al grupo se
le interpretará su dinámica, su proceso, su historia colectiva y su correlación con las
historias individuales (nivel horizontal, sincrónico o de la realidad psíquica grupal).
(5) El grupo sirve como pantalla proyectiva y espacio interaccional, como escenario
donde se dramatiza el mundo interno de los individuos, no sólo en el discurso sino en la
formación de vínculos intersubjetivos y grupales, así como en formas preverbales como
la identificación proyectiva e introyectiva. A todas estas formas comunicacionales se
dirigirán las interpretaciones a manera de ir evidenciando las particulares psicopatologías
individuales.
(6) Se evitará, por sus efectos inhibidores del desarrollo individual, la interpretación
exclusiva sobre la transferencia central. Se aprovecharán todas las transferencias que el
grupo genera partiendo, en cada momento, de aquella utilizada por los miembros del
grupo para su comunicación, ya sea ésta lateral, grupal o central en cualquiera de sus
formas expresivas: verbal, preverbal o figurativa.
(7) No se trabajará sólo en el “aquí y ahora” transferencial (en cualquiera de sus
modalidades) sino también sobre las expresiones extratransferenciales del conflicto
psíquico, así como sobre su origen psicogenético. El mostrar la expresión de los
conflictos en esas tres áreas aumenta las posibilidades de comprensión, de elaboración y,
por tanto, de cambio estructural y conductual del individuo.
Podemos sintetizar las características del enfoque interpretativo que se realiza en este
modelo en el siguiente listado:
La cura
La cura sigue la teoría del desarrollo propia del psicoanálisis y es planteada como
la transformación evolutiva de lo indiferenciado a lo diferenciado, de la base fusional de
donde parten la vida psíquica y la grupalidad a la diferenciación edípica, así como del
pasaje de los vínculos sincréticos o hiperdiscriminados a los discriminados.
BIBLIOGRAFIA