14poliedros PDF
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Hace falta explicar qué propiedades deberían tener los cuerpos más bellos, [...],
deben tener la propiedad de dividir en partes iguales y semejantes la superficie de
la esfera en que están inscritos.
PLATÓN. Timeo 54b-55a.
El Timeo pasa por ser la obra más sublime de toda la filosofía antigua.
VOLTAIRE. Diccionario filosófico.
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Los poliedros en el Neolítico
La historia de los poliedros regulares y su significado simbólico, místico y cósmico se
remonta a los primeros estadios de la Cultura. Keith Critchlow en su obra Time Stands Still
(Londres, 1979) da una prueba fehaciente de que eran conocidos por los pueblos neolíticos
de Escocia, al menos mil años antes de Platón, como muestran las siguientes ilustraciones:
Según Critchlow:
«Lo que tenemos son objetos que indican claramente un grado de dominio de las
matemáticas que hasta la fecha todo arqueólogo o historiador de la matemática le
había negado al hombre neolítico.»
El origen de estas piezas puede ser de índole estético, místico o religioso, pero también es
posible que fueran observadas en la naturaleza en la forma de algunos cristales como los de
pirita, o en esqueletos de animales marinos como la radiolaria.
Según Lawlor (Geometría Sagrada. Filosofía y Práctica. Cap.10. Debate. Madrid, 1993.
p.97) Gordon Plummer en su obra The Mathematics of the Cosmic Mind, afirma que la
mística hindú asocia el icosaedro con el Purusha, la semilla-imagen de Brahma, el creador
supremo, la imagen del hombre cósmico, equivalente al antropocosmos de la tradición
esotérica occidental, mientras que el dodecaedro es asociado con Prakiti, el poder femenino
de la creación, la Madre Universal, la quintaesencia del universo natural. En la mitología
hindú, Purusha y Prakiti son la eterna dicotomía creadora, representación mística de la
dualidad geométrica entre el icosaedro y el dodecaedro.
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La Cosmogonía poliédrica pitagórica
Diversos historiadores de las Matemáticas admiten que las antiguas civilizaciones egipcias y
babilónicas tenían conocimiento del cubo, tetraedro y octaedro y que este saber se
trasmitiría a Grecia a través de los viajes de Tales y Pitágoras.
Proclo en sus Comentarios al Libro I de los Elementos de Euclides atribuye a Pitágoras la
construcción de «las figuras cósmicas», nombre relacionado con su uso en la elaboración de
una cosmogonía pitagórica que asociaría los cuatro elementos primarios –fuego, tierra, aire
y agua–, con los cuatro sólidos– tetraedro, cubo, octaedro e icosaedro–, respectivamente,
mientras el dodecaedro como símbolo general del universo se relacionaba de forma mística
con el Cosmos, representación del universo armónico ordenado por el número.
Aecio (basándose en Teofrastro) atribuye a Pitágoras la cosmogonía descrita con estas
palabras (W.K.C.Guthrie. Historia de la Filosofía griega. Vol.1. Gredos, Madrid,1999, p.256):
«Por ser cinco las figuras sólidas, denominadas sólidos matemáticos, Pitágoras dice
que la tierra está hecha del cubo, el fuego de la pirámide [tetraedro], el aire del
octaedro y el agua del icosaedro, y del dodecaedro está compuesta la esfera del
todo.»
También Filolao y en parte Simplicio aseguran lo mismo, mientras que algunos escoliastas
del Libro XIII de Los Elementos de Euclides aseguran que los cinco cuerpos platónicos no
tuvieron su origen en Platón, sino que el cubo, la pirámide [el tetraedro] y el dodecaedro
derivaban de los pitagóricos y las otras dos formas de Teeteto.
Los pitagóricos estaban fascinados por los sólidos regulares, sobre todo por el dodecaedro,
debido a la presencia del emblemático pentágono en sus caras, generador al trazar las
diagonales de la estrella pentagonal, llamada Pentagrama místico, que era el símbolo de
identificación de los miembros de la secta pitagórica y responsable, junto con el Teorema de
Pitágoras, de la aparición de la inconmensurabilidad.
La construcción del dodecaedro era un secreto guardado celosamente, hasta el punto de
que se fue fraguando una leyenda sobre el terrible fin de quien osó divulgar sus misterios,
relatada entre otros autores por Jámblico (Vida Pitagórica, XVIII.88, p.97):
«De Hipasos cuentan que fue uno de los pitagóricos que por haber divulgado por
escrito por primera vez la esfera de doce pentágonos [la construcción del dodecaedro
inscrito en una esfera] pereció en el mar por impío.»
Y también, más adelante (en Vida Pitagórica, XXXIV, 247, p.141), Jámblico escribe:
Dicen que la divinidad se enojó contra quien divulgó la doctrina de Pitágoras,
pereciendo como un impío en el mar por sacrílego el que reveló cómo la estructura del
icoságono (esto es el dodecaedro, una de las cinco figuras llamadas sólidas) se
inscribía en una esfera.»
Caricatura alegórica a la visión cosmogónica de Pitágoras con base en los poliedros regulares.
Los sólidos pitagóricos en una repisa situada sobre el techo de una cueva localizada en la cima del
monte Kerkis, en Samos, que según una tradición local habría habitado Pitágoras.
Se especula que el interés de Pitágoras por los poliedros provendría de su observación infantil de
las formas regulares geométricas de los minerales, ya que su padre era grabador de piedras
preciosas. Por otra parte cristales de pirita en forma de dodecaedro son abundantes en el sur de
Italia, donde vivió Pitágoras tras abandonar Samos.
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Los Poliedros regulares en El Timeo de Platón
Los poliedros regulares se llaman, a veces, «Cuerpos Platónicos» por el relevante papel que
juegan en el famoso Dialogo de Platón sobre la Naturaleza, Timeo (53a–56e), que es, sin
duda, el más profundamente pitagórico de su obra. El principal interlocutor de este Diálogo
es quien le da el nombre, Timeo, un ilustre personaje de la Magna Grecia muy versado en la
Filosofía pitagórica, como escribe Platón, casi al comienzo del Diálogo (Timeo, 20a):
«Timeo, a quien tenemos aquí, ciudadano de la tan civilizada ciudad de Locria en
Italia, [...] que ha tenido parte en los más grandes honores de su patria, se ha elevado,
al menos por lo que yo creo, a la cima de toda la filosofía.»
En este Dialogo platónico la belleza es un elemento esencial que preside la ordenación del
cosmos por el Demiurgo –entendido como el Dios artesano– a través del número, la forma y
la medida, de ahí la intervención de los poliedros en la configuración del universo, por ser
los cuerpos más bellos, por su regularidad, simetría y perfección (Timeo, 53a–53b):
«Ciertamente antes de la formación del mundo, los cuatro elementos se
comportaban sin razón ni medida. [...] Cuando el Todo comenzó a ordenarse [...], fue
cuando todos los géneros recibieron de él [de Dios] su figura por la acción de las
ideas y los números. [...] Y en la medida en que era posible el Dios ha hecho un
conjunto, el más bello y mejor. Tomemos, pues, en todo y siempre esta proposición
como base.»
La suprema inteligencia divina más que crear el universo se limita a poner orden en el caos
primigenio, a base de separar las cuatro especies de cuerpos que se componían de
elementos regulares, formados a su vez de elementos regulares más simples, cuya
geometría intrínseca describirá Platón, como veremos más adelante.
Continúa Platón ponderando la belleza y propiedades estéticas de los poliedros (53d-53e):
«Hace falta explicar qué propiedades deberían tener los cuerpos más bellos y en
número de cuatro, para ser por una parte distintos los unos de los otros y por otra
parte capaces de nacer uno de los otros al deshacerse. Si conseguimos esto
tendremos la verdad sobre el origen de la tierra, del fuego y de los otros cuerpos
intermedios entre esos dos, según relaciones regulares. Y no concederemos a nadie
que sea posible ver en alguna parte cuerpos más bellos, cada uno de los cuales
constituyendo un género distinto. En consecuencia, esforcémonos por formar una
progresión con la ayuda de estos cuatro géneros de cuerpos distintos en belleza y
demostrar de esta manera que hemos comprendido suficientemente la naturaleza de
ellos.»
Para Platón, con su inveterado idealismo, la belleza de los sólidos regulares no reside
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realmente en su apariencia física, sino que permanece oculta en el ámbito ideal del
pensamiento matemático. Tal belleza reside, entre otras razones, en que se puede
demostrar mediante un razonamiento apriorístico –independiente de la investigación
empírica– que existen cinco y sólo cinco representaciones de la idea de poliedro regular,
uno de los resultados más famosos en toda la Historia de las Matemáticas, que corona a
modo de brillante clímax final la última proposición de Los Elementos de Euclides y que
debió ser tal vez demostrado en la propia Academia platónica, seguramente por Teeteto.
La belleza de los poliedros regulares se basa en su significación filosófica. La interacción
entre el concepto general de regularidad y su realización en exactamente cinco sólidos sólo
puede aprehenderse a través de la Matemática. De los ejemplos pitagóricos –tetraedro,
cubo y dodecaedro–, Platón asciende –con el concurso de Teeteto– al concepto general de
poliedro y regresa a lo particular, añadiendo el octaedro y el icosaedro, completando así la
lista. Se trata de un prototipo matemático del procedimiento dialéctico establecido en la
República (511b) y un magnífico ejemplo de la concepción platónica de la forma y la
participación:
«cada uno de los cinco sólidos participa en la idea de sólido regular, e inversamente,
esta idea se plasma exactamente en cinco casos particulares.»
Platón pone en relación los cuatro elementos con los cuatro primeros poliedros. Pero para el
filósofo los cuatro tipos de sustancia no son los primeros principios –el arkhé– del universo
(48b–48c), por eso, en primer lugar, descompone los sólidos regulares en superficies:
considera que el tetraedro, el octaedro y el icosaedro constan de un mismo tipo de superficie
–el triángulo equilátero–, mientras que el cubo se compone de cuadrados. Ahora Platón
realiza una segunda descomposición, porque las dos clases de superficies que componen
los poliedros se obtienen a partir de dos clases de triángulos que les anteceden en el orden
de los principios (Timeo, 53c–53d):
«En primer lugar, resulta evidente para todo el mundo que el fuego, la tierra, el agua y
el aire son cuerpos. Ahora bien: la esencia del cuerpo posee también el espesor. Pero
todo espesor envuelve necesariamente la naturaleza de la superficie. Y toda superficie
de formación rectilínea está compuesta de triángulos.
Ahora bien: todos los triángulos derivan su principio de dos tipos de triángulos, de los
cuales cada uno tiene un ángulo recto y los otros agudos. De estos triángulos uno
tiene, por una parte y por otra, una parte del ángulo recto dividido por dos lados
iguales; el otro tiene partes desiguales del ángulo recto divididas por lados desiguales.
Este es el principio que suponemos para el fuego y para los demás cuerpos
elementales. Y de esta manera vamos a avanzar, de conformidad con un
razonamiento cuya verosimilitud va unida a la necesidad.»
He aquí la teoría platónica de composición de los cuerpos, que constituye una especie de
atomismo geométrico, a la que seguirá la descripción de sus transformaciones y cambios
físicos –dilatación, disolución, congelación, fusión, evaporación– por la acción del aire y el
calor, es decir, un estudio que incluye la Metereología. Platón indica que toda superficie
rectilínea está constituida de triángulos o se resuelve en triángulos, lo que no es otra cosa
que la medición práctica de superficies rectilíneas. A su vez todos los triángulos tienen su
origen en dos tipos de triángulos rectángulos; el primero isósceles, que no admite más que
una especie; y el segundo, escaleno, que tiene un número indefinido de especies. A estos
tipos de triángulos reconducirá la composición de todos los cuerpos, pero antes, Platón
escribe realiza una manifestación teológica (Timeo, 53d):
En cuanto a los principios superiores aún a estos, solamente Dios los conoce, y entre
los mortales, aquellos a quienes Dios concede su amistad.»
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¿A qué principios se refiere Platón? El carácter eminentemente pitagórico del Timeo,
permite conjeturar que los principios aludidos son los números, ya que en un recorrido
inverso, los sólidos derivan de los planos, los planos de las rectas, la recta del punto, que es
la representación de la unidad, de la que surgen los números; todo ello acorde con el
misticismo aritmético–geometrico de los pitagóricos, que al postular la doctrina de que «las
cosas son números», supone que la estructura de los objetos depende de las formas
geométricas, que, a su vez, podrían describirse mediante números, basando la generación
de las figuras geométricas a partir de los puntos, según el mínimo número de puntos
necesarios para definir cada una de ellas, de acuerdo con alguno de los dos esquemas
siguientes:
Platón considera dos tipos de triángulos rectángulos que corresponderían a los más bellos,
–el triángulo rectángulo isósceles y el escaleno mitad de un triángulo equilátero– (54a–54b):
«De los dos triángulos el que es isósceles no tiene más que una especie; el que es
escaleno tienen un número indefinido de ellas. Nos es pues necesario dar la
preferencia, entre los que tienen un número indefinido de especies, al que sea más
bello. [...] Brevemente admitimos que de entre todos los triángulos escalenos, muy
numerosos, hay uno que es el más bello, y dejaremos de lado los demás. Este
triángulo será aquel que, utilizado dos veces, nos permita formar el tercer triángulo,
que es el equilátero. Por qué razón ello es así sería muy largo de demostrar
Escojamos, pues, dos triángulos de los que están constituidos los cuerpos del fuego y
de todos los demás elementos: uno es isósceles, el otro tiene siempre el cuadrado de
su lado mayor [su cateto mayor] igual a tres veces el cuadrado del menor.»
b b b
3
2
b b/2
«Los triángulos más bellos», según el Timeo de Platón (54b).
Platón tomará los triángulos más bellos como subpartículas bidimensionales que componen
partículas tridimensionales, es decir, reunidos esos triángulos forman otros triángulos y
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tetrágonos que al ser, a su vez, reunidos, forman los ángulos planos de los sólidos de que
se componen las cuatro especies de cuerpos –los cuatro poliedros regulares: tetraedro,
octaedro, icosaedro y hexaedro o cubo–.
Por eso, a continuación (Timeo,54d–55c), Platón realiza una curiosa descomposición de las
caras de los cuatro sólidos a partir de los triángulos elementales que ha descrito como los
más bellos, es decir, estudia la generación y composición de los poliedros regulares
mediante elementos geométricos que en última instancia son cuatro triángulos rectángulos
isósceles –cada uno de ellos cuarta parte de un cuadrado– para el caso de la cara del cubo,
mientras que para el tetraedro, octaedro e icosaedro, considera sus caras compuestas por
seis triángulos rectángulos –escalenos bellos– con la hipotenusa doble que el cateto menor
–cada uno de ellos mitad de un triángulo equilátero–, obtenidos bisectando los ángulos de
triángulos equiláteros y combinando seis mitades para formar un nuevo triángulo equilátero.
La representación gráfica de la generación triangular de las caras de los cuatro poliedros
sería la siguiente:
Generación de las caras de los poliedros cubo y tetraedro, octaedro e icosaedro, mediante «los
triángulos más bellos», según el Timeo de Platón (54d–55c).
Así pues, para Platón el análisis de la multiplicidad de las cosas no se detiene en los cuatro
elementos tradicionales– fuego, tierra, aire y agua–. Bajo la influencia pitagórica, para Platón
la conformación de la materia está determinada en un nivel anterior por su estructura
matemática geométrica que se remonta a dos elementos geométricos básicos –el semi
triángulo equilátero y el rectángulo isósceles–.
Pero Platón debía tener claro que existen cinco cuerpos poliédricos regulares. En cuanto al
quinto poliedro regular –el dodecaedro– resulta que no puede engendrarse a partir de los
«triángulos más bellos», por eso Platón no lo asocia con ningún elemento separado, sino
que le concede una importancia muy superior, indicando que Dios lo empleó no para uno de
los cuatro elementos –el dodecaedro es para Platón la síntesis de los cuatro elementos–,
sino como la forma de la totalidad del cosmos que los contiene, es decir, el Creador habría
utilizado el dodecaedro en la delineación global del universo. En efecto, Platón menciona al
dodecaedro con una críptica sentencia de corte pitagórico (Timeo, 55c):
«Quedaba aún una sola y única combinación; el Dios se sirvió de ella para el Todo
cuando esbozó su disposición final.»
Platón hace otra referencia cósmica al dodecaedro en el Diálogo sobre el alma, Fedón
(110b):
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«Se dice que la tierra se presenta a la vista, si alguien la contempla desde arriba,
como las pelotas de doce pieles, abigarrada, con franjas de diferentes colores, siendo
los que hay aquí y emplean los pintores algo así como muestra de aquellos.»
Este pasaje platónico compara la tierra esférica con «las pelotas de doce pieles». Platón
presenta estas pelotas como algo familiar, dado que era una práctica habitual en la época
de Platón hacer pelotas cosiendo doce piezas pentagonales de cuero, formando un
dodecaedro, que, cuando se hinchaba, adquiría la forma esférica. Parece, pues, que de esta
cita se desprende la identificación en la práctica de la esfera con el dodecaedro, y en otro
orden de cuestiones platónicas una manifestación más del idealismo de Platón al concebir
los colores de los pintores como trasuntos de los auténticos colores ideales, que son los que
se contemplan desde ámbitos celestiales.
Con sus explicaciones geométricas sobre la construcción con base en los triángulos más
bellos de los cuatro cuerpos regulares –tetraedro, octaedro, icosaedro y cubo– más la
consideración significativamente especial del dodecaedro, Platón expone una teoría que se
fundamenta en una de las más recientes conquistas geométricas de su tiempo. Se trata de
la Geometría del espacio, que Aristóteles llamará Estereometría (Analítica Posterior, Libro I,
Cap.13, 78b), aunque también aparece este nombre en el Diálogo platónico Epinomis
(991b), de dudosa autenticidad. Platón se queja, en la República, de que su estudio ha sido
hasta el momento muy débil, de modo que debería ser promocionado por el Estado (528b):
«[...] Siguiendo un orden gradual, después de la segunda dimensión se debería tratar
la tercera, es decir, lo que se refiere al desarrollo de los cubos y lo que participa de la
profundidad [...]. No existe ninguna ciudad en la que se aprecien debidamente estos
conocimientos en los que se trabaja débilmente por su propia dificultad [...], a pesar de
que tiene un encanto extraordinario.»
Los cinco poliedros regulares son las únicas formas corpóreas derivables de la geometría
del triángulo que se pueden inscribir en una esfera, y por ello Platón se sirve de ellas para
establecer el arquetipo perfecto del universo, es decir, la esfera.
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LA GENERACIÓN TRIANGULAR DE LOS CINCO
SÓLIDOS PLATÓNICOS EN EL TIMEO (54d–55c)
54d Es necesario explicar cuál es la forma propia de cada
uno de los cuerpos, cómo se produce y de qué
combinación de números procede.
Comenzaremos por la primera especie, aquella cuyos
componentes son más pequeños. El elemento
matemático de esta especie es aquel cuya hipotenusa
54e tiene una longitud doble de la del ángulo más pequeño
del ángulo recto. Dos de esos triángulos se pegan según
la hipotenusa, y esta operación se renueva y se repite
tres veces, de manera que todas las hipotenusas y todos
los lados pequeños de los ángulos rectos vienen a
coincidir en un mismo punto que es como un centro.
Nace así un triángulo equilátero único, compuesto de
pequeños triángulos en número de seis. Cuatro de esos
triángulos equiláteros, unidos según tres ángulos
planos, dan lugar a un sólo e idéntico ángulo sólido que
55a tiene un valor inmediatamente inferior al del ángulo
plano más obtuso. Y una vez formados cuatro ángulos
de este tipo, nace la primera especie de sólido, que tiene
la propiedad de dividir en partes iguales y semejantes
la superficie de la esfera en que está inscrito.
La segunda especie se compone de los mismos
triángulos. Ocho de entre ellos se reúnen para formar
triángulos equiláteros, y esos a su vez forman un ángulo
sólido único, formado de cuatro ángulos planos.
Cuando se construyen seis ángulos sólidos de esta clase,
resulta acabado el cuerpo de la segunda especie.
La tercera especie se forma por la unión de ciento veinte
triángulos elementales, es decir, de doce ángulos
sólidos, de los cuales cada uno está comprendido dentro
55b de cinco triángulos planos equiláteros, y tiene bases que
son veinte triángulos equiláteros. Cuando hubo
generado estos tres sólidos, el primer tipo de triángulo
acabó su función.
Por su parte, el triángulo isósceles engendró la
naturaleza del cuarto cuerpo elemental. Este cuerpo esta
formado por cuatro triángulos isósceles: los lados de sus
ángulos rectos se une en un centro y forman una figura
rectangular equilátera. Al pegarse seis de estas figuras,
dan lugar a ocho ángulos sólidos, de los que cada uno
55c está constituido por la unión armónica de tres ángulos
planos. Y la figura así obtenida es la figura cúbica, que
tiene como bases seis superficies cuadrangulares, de
lados iguales.
Quedaba aún una sola y única combinación: el Dios se
sirvió de ella para el Todo cuando esbozó su
disposición final.
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LA COSMOGONÍA PLATÓNICA DEL TIMEO
158
EL TIMEO DE PLATÓN EN LA BIBLIOTECA VATICANA
Página del Timeo de Platón, traducido al latín, en el siglo V, por el helenista hispanorromano Calcidius.
Manuscrito de la Colección Vaticana (Reg. lat. 1308 fols. 21 verso-22 recto medbio01 NAN.10).
En el siglo XVI, este manuscrito pertenecía a la Universidad de Leiden, de donde pasaría a la Biblioteca
de la reina Cristina de Suecia, siendo entregado a la Biblioteca Vaticana a su muerte.
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Sigue Platón, en el Timeo, argumentando la identificación de cada poliedro (de acuerdo con
sus cualidades) con cada uno de los elementos primarios para concluir (55d–56b):
«A la tierra le atribuimos la figura cúbica, porque la tierra es el [elemento] más difícil de
mover, el más tenaz, el de las bases más sólidas, [...], la figura sólida de la pirámide
[tetraedro] es el elemento y el germen del fuego; la segunda en orden de nacimiento
[octaedro] es el elemento del aire, y la tercera [icosaedro], el del agua.»
Para Platón –bajo una aureola de Filosofía pitagórica–, el hacedor del universo creó el orden
a partir del caos primigenio de los elementos por medio de las formas y los números
esenciales de los poliedros, en una acción que culmina ese ordenamiento en la disposición
armónica de los cinco elementos en el universo físico (Timeo, 56c):
«Y por lo que respecta a las relaciones numéricas que se hallan en su número, en sus
movimientos y en sus demás propiedades, hay que considerar siempre que el Dios, en
la medida en que el ser de la necesidad se dejó persuadir espontáneamente, las ha
realizado en todo de manera exacta, y así ha armonizado matemáticamente los
elementos.»
He aquí una bella analogía que concede a los cinco poliedros regulares el poder de dar
forma al mundo material, de modo que subyace en Platón una Geometría Sagrada que
actúa como metáfora del orden universal.
Platón continúa en el Timeo explicando una especie de transición entre los diversos
elementos como reflejo de las posibles disoluciones de unos poliedros para formar otros
(Timeo,56c–56e):
«[...] La tierra nunca puede convertirse en otro elemento. [...] Si el agua es partida por
el fuego o por el aire, es posible que dé lugar a un cuerpo de fuego y dos de aire. En
cuanto a los elementos de aire, en caso de perder su unidad y deshacerse, darán
lugar a dos corpúsculos de fuego. A la inversa, cuando el fuego rodeado por el aire, el
agua o algo de tierra [...] lucha y, vencido, se quiebra, dos cuerpos de fuego se
condensan en un elemento de aire. Si el aire a su vez es dominado y fragmentado, de
dos elementos y medio se forma por aglomeración, un cuerpo completo de agua.»
A partir de la asociación de los cuatro poliedros –tetraedro, cubo, octaedro e icosaedro– con
los cuatro elementos –fuego, tierra, aire y agua–, Platón cifra en la composición y
descomposición de los poliedros regulares y su posibilidad de transformarse uno en otro en
virtud de su construcción en base a los mismos triángulos la explicación y descripción de
fenómenos naturales. En concreto saca consecuencias naturales de las siguientes
configuraciones:
• El icosaedro con sus veinte triángulos equiláteros se puede disolver en dos octaedros
y un tetraedro.
• El octaedro con sus ocho triángulos equiláteros se puede disolver en dos tetraedros.
• La disolución de dos tetraedros con sus cuatro triángulos equiláteros cada uno se
pueden condensar en un octaedro.
• La disolución de dos octaedros y medio se puede condensar en un icosaedro.
Al igual que había hecho Pitágoras en forma numérica, más allá de interpretaciones
mitológicas, aunque igualmente fantásticas, Platón apura la explicación de las leyes de la
naturaleza en términos geométricos.
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LA FILOSOFÍA DE LA MATEMÁTICA DE PLATÓN
Por herencia pitagórica, para Platón la Matemática no sólo es
una realidad perfecta sino la auténtica realidad de la cual
nuestro mundo cotidiano no es más que un reflejo imperfecto,
una sombra en el sentido del Mito de la caverna del diálogo la
República (Libro VII, 514a–519d). Por tanto los conceptos de la
Matemática son independientes de la experiencia y tienen una
realidad propia; se los descubre, no se los inventa o crea. Los
juicios geométricos son eternos y apriorísticos, y corresponden a
una realidad intemporal e inmutable, que es la auténtica
realidad, más real que la engañosa, imperfecta e incompleta
realidad sensible. De acuerdo con su idealismo geométrico,
Platón subraya que los razonamientos que hacemos en
Geometría no se refieren a las figuras concretas que dibujamos
sino a las ideas absolutas que ellas representan (República,
510d–510e):
«[Los matemáticos] se sirven de figuras visibles que dan pie
para sus razonamientos, pero en realidad no piensan en
ellas, sino en aquellas cosas a las que se parecen. Y así, por
ejemplo, cuando tratan del cuadrado en sí y de su diagonal,
no tienen en el pensamiento el que dibujan y otras cosas
por el estilo. Las mismas cosas que modelan y dibujan,
cuyas imágenes nos las ofrecen las sombras y los reflejos
del agua son empleadas por ellos con ese carácter de
imágenes, pues bien saben que la realidad de esas cosas no
podrá ser percibida sino con el pensamiento.»
161
MATEMÁTICA PARA LA FILOSOFÍA
EN LA REPÚBLICA DE PLATÓN
Primera página de la República de Platón (Plato, De
Republica. De graco in latinum. ...). Manuscrito en pergamino
de 1401. Biblioteca Colombina de Sevilla.
La República es un texto fundamental para comprender la
Filosofía de la Matemática de Platón que tanta trascendencia
ha tenido en la evolución ulterior de esta ciencia. En esta
obra, Platón expone una grandiosa concepción ontológica de
la Matemática que ha tenido un singular atractivo sobre los
matemáticos de todas las épocas. A través del bellísimo
lenguaje metafórico de las alegorías de la caverna y de la
línea, Platón reflexiona, una y otra vez, acerca de la
naturaleza de las entidades matemáticas, del lugar que
ocupan en los diversos dominios de la realidad y de las
relaciones que establecen con los diversos ámbitos del
conocimiento.
Las ciencias matemáticas son el instrumento que permite al
verdadero filósofo empezar a romper las cadenas que le
tienen aprisionado en la oscuridad del mundo sensible de la
caverna, e ir alcanzando progresivamente la contemplación
de la verdadera realidad del mundo inteligible –las ideas y
las formas eternas inmateriales y universales–, cuyo ascenso
se inicia comenzando por las formas geométricas, verdadera
matriz de las ideas y formas abstractas: la Belleza, la Justicia,
el Bien, etc.
Esas ciencias matemáticas son las cuatro Artes del
Quadrivium pitagórico, que Platón hereda del magisterio de
Arquitas de Tarento –Aritmética, Geometría, Música y
Astronomía– cuyo conocimiento permite que el alma se eleve
hacia la auténtica verdad propiciando en la mente la actitud
filosófica que culmina en la intelección de la suprema Idea
del Bien, que es la verdadera finalidad de la Filosofía.
Fuego
Tetraedro
Húmedo Caliente
Aire Tierra
Octaedro Cubo
Seco Frío
Agua
Icosaedro
Síntesis gráfica de la
Busto encontrado cerca de Herculano, Cosmogonía platónica del Timeo.
identificado en el siglo XVIII con Platón.
Museo Arqueológico. Nápoles.
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El Libro XIII de Los Elementos de Euclides.
Diversos comentaristas griegos y la mayor parte de los historiadores de la Matemática
atribuyen el contenido del Libro XIII de Los Elementos de Euclides –dedicado casi
exclusivamente al estudio sistemático de las propiedades de los cinco sólidos regulares– a
Teeteto.
Puesto que Euclides debió formarse el ambiente platónico de la Academia de Atenas, tuvo
que sufrir la fascinación y el delirio de sus miembros por los cinco poliedros regulares, para
incluirlos como glorificación y cenit de un tratado tan brillante como Los Elementos. De
hecho Proclo, en su Comentario al Libro I de Los Elementos de Euclides, escribe:
«Euclides era platónico, [...], mejoró los trabajos de Teeteto, [...], se propuso como
objetivo final del conjunto de sus Elementos la construcción de los cinco poliedros
regulares.»
Esta opinión, basada en que Proclo como filósofo profesaba ciegamente como platónico, es
manifiestamente exagerada, ya que la mayor parte de Los Elementos –los doce primeros
libros, salvo algunas definiciones del Libro XI– no está relacionada, en modo alguno, con los
sólidos platónicos.
El tratamiento euclídeo de los poliedros regulares es especialmente importante para la
Historia de la Matemática porque contiene el primer ejemplo de un teorema fundamental de
clasificación. En Euclides no se encuentra –como en Platón– una definición genérica de
poliedro regular sino que los introduce uno por uno en las definiciones XI.12 (pirámide),
XI.25 (cubo), XI.26 (octaedro), XI.27 (icosaedro), XI.28 (dodecaedro) de Los Elementos.
Euclides previamente define el ángulo sólido. Veamos estas definiciones:
165
Desarrollo de los cinco poliedros regulares: Tetraedro, Octaedro, Cubo, Dodecaedro e Icosaedro.
La construcción pitagórica de los poliedros regulares pudo ser una generalización evidente
al espacio de los mosaicos del plano ya que a juzgar por un testimonio de Proclo, los
pitagóricos descubrieron que los únicos polígonos regulares que podían recubrir un plano –a
modo de mosaico– son el triángulo, el cuadrado y el hexágono, según el gráfico siguiente:
167
MOSAICOS REGULARES LA EDICIÓN DE BILLINGSLEY
DE LOS ELEMENTOS DE EUCLIDES
Entre los numerosos corolarios y extensiones de la teoría geométrica que introduce Jhon Dee en la
edición de Billingsley de Los Elementos de Euclides sobresale, en el Libro I, lo que el autor llama
«una maravillosa proposición inventada por Pitágoras» sobre los mosaicos regulares que llenan el
plano, donde demuestra que sólo existen las tres especies formadas por triángulos, equiláteros,
cuadrados, cuadrados y hexágonos regulares.
168
MOSAICOS REGULARES ENLA OBRA MATEMÁTICA DE P.CIRUELO
CURSUS QUATUOR MATHEMATICARUM ARTIUM LIBERALIUM
La Proposición pitagórica sobre polígonos que forman mosaicos en la obra de Pedro Ciruelo Cursus
quatuor mathematicarum artium liberalium... (Primi Libri Geometriae, Caput V). Alcalá, 1516.
Ejemplar de la Biblioteca del Monasterio de San Millán de Yuso.
169
El estudio geométrico aplicado a los mosaicos puede extenderse de forma sensiblemente similar
a los poliedros con la necesaria modificación de que la concurrencia de m polígonos regulares de
n lados en un vértice da un ángulo sólido, de modo que según la Proposición XI.21 de Los
Elementos de Euclides:
«Todo ángulo sólido es comprendido por ángulos planos menores que cuatro rectos»,
la suma de los ángulos de los polígonos que concurren en el vértice de un poliedro es menor
de 360º.
La Proposición XI.21 sobre ángulos sólidos en la edición de Ratdolt de Los Elementos de Euclides
(Venecia, 1482). Ejemplar de la Biblioteca del Monasterio de San Millán de Yuso.
Esta proposición sobre ángulos sólidos juega un papel fundamental en los teoremas de Euclides
sobre poliedros.
El objeto de los Teoremas del Libro XIII de Euclides es el de inscribir cada uno de los
poliedros regulares en una esfera, construcciones que Euclides, con una extraordinaria
habilidad geométrica, va obteniendo de forma sucesiva en las Proposiciones XIII.13–XIII.17,
hallando la razón de la arista del sólido al diámetro de la esfera circunscrita, obteniendo los
resultados que se sintetizan en el cuadro siguiente:
170
LA CONSTRUCCIÓN DE LOS POLIEDROS INSCRITOS EN UNA ESFERA
• Proposición XIII.13. Construir una pirámide inscrita en una esfera dada y demostrar que
el cuadrado del diámetro de la esfera es una vez y media el del lado de la pirámide.
• Proposición 14. Construir un octaedro inscrito en una esfera [...],y demostrar que el
cuadrado del diámetro de la esfera es el doble del cuadrado del lado del octaedro.
• Proposición 15. Construir un cubo inscrito en una esfera [...], y demostrar que el
cuadrado del diámetro de la esfera es el triple del cuadrado del lado del cubo.
• Proposición 16. Construir un icosaedro inscrito en una esfera [...], y demostrar que el
lado del icosaedro es la recta sin razón expresable llamada menor.
• Proposición 17. Construir un dodecaedro inscrito en una esfera [...], y demostrar que el
lado del dodecaedro es la recta sin razón expresable llamada apótoma.
Los resultados anteriores se sintetizan en la tabla adjunta que muestra la razón de la arista
de cada sólido platónico al radio R de la esfera circunscrita.
Leonardo. Estudios sobre la geometría de los sólidos platónicos (1513–1514). Códice Atlántico, f.518r
171
EUCLIDES EN LA ESCUELA DE ATENAS DE RAFAEL
Euclides enseñando Geometría a sus discípulos. Fragmento de La Escuela de Atenas de Rafael. Estancia
de la Signatura, Vaticano. Rafael pintó a Euclides con el rostro de Bramante.
172
LOS POLIEDROS EN LA PRIMERA IMPRESIÓN DE
LOS ELEMENTOS DE EUCLIDES
Portada y fragmentos de las importantes Proposiciones de Euclides sobre los Poliedros: construcción e
inscripción en una esfera del Octaedro (XIII.14), Hexaedro (XIII.15), Icosaedro (XIII.16) y Dodecaedro
(XIII.17). Edición de Ratdolt de Los Elementos de Euclides (Venecia, 1482). Ejemplar de la Biblioteca del
Monasterio de San Millán de Yuso.
173
El libro XIII de Los Elementos y con él toda la brillante obra de Euclides culmina con el
brillante esplendor de la última proposición, que ocupa el lugar 465, la XIII.18:
«Construir los cinco poliedros regulares inscritos en la misma esfera y comparar las
aristas de las cinco figuras»:
Euclides traza la figura siguiente tomando:
H
AB diámetro de la esfera
AC = CB, AD = 2DB
AH = AB, CL = KC .
E Z Y demuestra, paso a paso, utilizando
T M numerosas proposiciones anteriores (en
particular las de la sección áurea) que:
• AZ es la arista t del tetraedro
N • BZ es la arista c del cubo
• BE es la arista o del octaedro
A B • MB es la arista i del icosaedro
K C D L
• NB es la arista d del dodecaedro
Siendo la relación entre ellas:
• t2 = (4/3) o2 = 2c2 .
• o2 = (3/2) c2 .
• La arista i del icosaedro es mayor que
la arista d del dodecaedro.
174
La ultima proposición de Los Elementos de Euclides acaba, a su vez, con el teorema de
clasificación de los poliedros, punto culminante de la obra de Euclides:
«Ninguna otra figura, además de estas cinco, se puede construir con polígonos
equiláteros y equiángulos entre sí.»
La demostración es similar a la de los mosaicos pitagóricos, pero ahora hay que resolver
una inecuación en números enteros: la que resulta de la Proposición XI.21:
m(n − 2)·180º
< 360º , si concurren en un vértice m polígonos regulares de n lados.
n
Esta inecuación es equivalente a (m–2)·(n–2)<4, que da como soluciones geométricas:
• (m-2)·(n-2) < 4 :
n = 3 (tetraedro).
• para m = 3 n = 4 (cubo).
n = 5 (dodecaedro).
• para m = 4, n = 3 (octaedro).
• para m = 5, n =3 (icosaedro).
175
EXISTEN CINCO Y SÓLO CINCO
POLIEDROS REGULARES
W.Dunham. Viaje a través de los genios.
Pirámide. Madrid, 1992. pp.113–114
176
Los sólidos arquimedianos o poliedros semirregulares
Los sólidos arquimedianos son trece cuerpos que –como los cinco sólidos platónicos– son
igualmente inscriptibles en una esfera, y tienen por caras polígonos regulares de dos o tres
tipos (aunque tienen la misma arista), siendo iguales todos los vértices e iguales los
polígonos que resultan de unir puntos medios de aristas que concurren en un vértice.
Los sólidos arquimedianos también se llaman poliedros semirregulares ya que mantienen la
regularidad de las caras y de los vértices, aunque no la igualdad de las caras por tener cada
uno más de un tipo de polígonos.
Podemos obtener los sólidos arquimedianos al cortar de una forma determinada las
esquinas de los poliedros regulares, es decir, mediante un proceso de truncamiento.
Concretamente los cortes en torno a los vértices se realizan mediante planos
perpendiculares al eje de rotación del poliedro que pasa por esos vértices. De esta forma
cada sección del poliedro de origen se convierte en un polígono regular, que es de la misma
clase (triángulos, cuadrados, pentágonos, etc.) para todos los cortes.
Obtenemos los poliedros arquimedianos haciendo dos tipos de secciones:
1. Cortando por un plano que pase a una distancia del vértice igual a un tercio del valor de
la arista. El poliedro resultante tendrá unas caras con un número de lados igual al orden
del vértice y otras con doble número de lados que las del poliedro de partida.
2. Cortando por un plano que pasa por el punto medio de todas las aristas que concurren
en cada vértice. El nuevo poliedro tendrá unas caras cuyo número de lados será igual al
orden del vértice y otras del mismo número de lados que las caras del poliedro inicial.
177
LOS TRECE POLIEDROS ARQUIMEDIANOS
178
LA GENERACIÓN DE LOS POLIEDROS ARQUIMEDIANOS
179
LOS POLIEDROS ARQUIMEDIANOS EN
LA COLECCIÓN MATEMÁTICA DE PAPPUS
Cubo truncado
Cubo redondeado
CuboOctaedro
181
LOS DESARROLLOS PLANOS DE
LOS POLIEDROS ARQUIMEDIANOS
RombiCuboOctaedro menor
RombiCuboOctaedro mayor
Octaedro truncado
Dodecaedro truncado
182
LOS DESARROLLOS PLANOS DE
LOS POLIEDROS ARQUIMEDIANOS
Dodecaedro redondeado
IcosiDodecaedro
Icosaecaedro truncado
183
CITAS MEMORABLES SOBRE LOS SÓLIDOS PLATÓNICOS
5. El dodecaedro, por estar dotado de una singular prerrogativa con respecto a los
demás, a ninguno ha prohibido o vedado alojamiento, siendo receptáculo de
todos. Por ello el antiguo Platón, lo atribuyó, junto con los cuerpos mencionados
al universo. Luca Pacioli. La Divina Proporción. Akal, Madrid, 1991. Cap.XLVI. p.89.
6. Es mi intención demostrar en este libro que el Creador Optimo Máximo, al crear
este mundo móvil y en la disposición de los cielos se atuvo a los cinco cuerpos
regulares que han sido tan famosos desde los días de Pitágoras y de Platón hasta los
nuestros y también que en función de su naturaleza ajustó su número, sus
proporciones y la razón de sus movimientos. J.Kepler. El secreto del universo (Mysterium
Cosmographicum). Alianza Editorial, Madrid, 1992. p.65
7. El Timeo pasa por ser la obra más sublime de toda la filosofía antigua. Voltaire.
Diccionario filosófico
184
Los poliedros y los artistas a partir del Renacimiento:
Piero della Francesca, Leonardo, Luca Pacioli, Durero
Los poliedros, como otros temas de la Matemática pitagórica y platónica, han formado parte
importante del Arte, en diversas épocas, por su especial belleza, simetría y regularidad. La
cumbre de este interés por los poliedros desde el punto de vista artístico tiene lugar en la
época renacentista con los llamados artistas matemáticos y los estudiosos y teóricos del arte
en general. Para algunos artistas del Renacimiento los poliedros proporcionaban excelentes
modelos para los estudios sobre Perspectiva. Para otros, los poliedros poseían una fuerte
carga simbólica de verdades religiosas o profundas ideas filosóficas. En este sentido, la
asociación que hizo Platón, en el Timeo, entre los cinco sólidos regulares –tetraedro,
octaedro, hexaedro, icosaedro y dodecaedro– y los cuatro elementos componentes –fuego,
aire, tierra y agua– y el universo, respectivamente, será objeto de una importante
consideración durante el Renacimiento, propiciado por la revitalización de los estudios
platónicos producida por la reaparición de ciertos manuscritos con las obras de Platón y las
numerosas traducciones de las fuentes platónicas acompañadas de amplios comentarios,
entre las que se debe mencionar las de los intelectuales humanistas de la llamada
Academia platónica de Florencia, fundada por Cosme de Médicis en 1459, que bajo la
dirección de Marsilio Ficino se propuso la restauración del Platonismo como religión
filosófica.
Así pues, a comienzos del siglo XVI, los poliedros regulares eran conocidos a través del
Timeo de Platón, obra de la que Marsilio Ficino había publicado una traducción completa en
1484. Pero enseguida contribuyó también a la difusión de la geometría vinculada a los
sólidos platónicos el Libro XIII de Los Elementos de Euclides, una de cuyas traducciones
latinas se imprime –incluso las figuras geométricas– por primera vez en 1482 en Venecia, en
la imprenta de Ratdolt. Incluso poco después aparecerán las traducciones de la obra
euclídea en lenguas vernáculas: en italiano –Tartaglia (Venecia, 1543) y Commandino
(Urbino, 1575)–; Alemán –J.Scheubel (Augsburg, 1555) y W. Holtzman (conocido como
Xylander, Basilea, 1562)–; Francés –Forcadel de Beziers (París,1565), Español –Rodrigo
Çamorano (Sevilla, 1576)–; Inglés –Henry Billingsley (Londres, 1582)–; y otras.
Para el artista renacentista beber en las fuentes pitagóricas, platónicas y euclídeas era el
equivalente a la actual formación matemática, científica, técnica y cultural del profesional
actual, de modo que el artista cumple un papel intelectual y humanista al trascender lo
meramente artesanal para convertirse en artista racional que representa la diversa realidad
a partir de los principios geométricos, las técnicas artísticas y las ideas filosóficas. Al fundir,
por una parte el Arte con la Ciencia y la Filosofía, y por otra, el saber clásico con el
renacentista, el artista, como el científico y el filósofo, se sitúa en la asamblea de los doctos,
elevando las artes plásticas, antaño reducidas a mecánicas, a la misma categoría intelectual
que Las Artes Liberales, de modo que más allá de la plasmación de la percepción de los
sentidos, el artista perseguirá la búsqueda de la idea a través del discurso mental en un
progresivo proceso de racionalización del Arte.
Muchos de los artistas renacentistas conceden una importancia suprema al estudio de las
proyecciones de los poliedros regulares sobre un plano, que formaba parte muy importante
de la educación técnica del pintor. De hecho el estudio de múltiples aspectos de los
poliedros es el broche brillante que corona algunas importantes obras teóricas y didácticas
de ciertos artistas y estudiosos del arte. Con ello, además de profundizar en su naturaleza
geométrica con nuevos hallazgos matemáticos, los artistas y teóricos del Renacimiento dan
un nuevo aliento a esos bellísimos cuerpos pitagórico–platónicos que pasan de ser meros
sólidos susceptibles de estudio meramente teórico a exquisitos elementos decorativos y
fascinantes objetos de un diseño ejemplar.
Nos ocuparemos principalmente de los estudios y trabajos sobre poliedros de Piero della
Francesca, Leonardo da Vinci, Luca Pacioli y Alberto Durero. Estos sabios, geómetras y
artistas del Renacimiento, están vinculados por la relación maestro–discípulo. Piero della
Francesca enseñó Matemáticas a Luca Pacioli y Leonardo las aprendió de éste, mientras
que Durero, directa o indirectamente aprendió de los tres.
185
POLIEDROS Y ARTE
EN PIERO DELLA FRANCESCA, LEONARDO, PACIOLI Y DURERO
El espíritu renacentista de filósofos y artistas desarrolló, como herencia platónica, una verdadera veneración
mística hacia los poliedros regulares, con una carga simbólica que les concedía un potencial casi
sobrenatural. Además, para muchos artistas del Renacimiento los poliedros proporcionaban excelentes
modelos para los estudios sobre Perspectiva, que pretendían lograr la corrección y verosimilitud en la
representación del espacio y por ende una garantía de perfección estética.
Piero della Francesca, Leonardo da Vinci, Luca Pacioli y Alberto Durero son los sabios, geómetras y artistas
del Renacimiento que más cultivaron el estudio de los poliedros. Además, entre ellos hay un vínculo
maestro–discípulo. Piero della Francesca enseñó Matemáticas a Luca Pacioli y Leonardo las aprendió de éste
e ilustró sus obras. Durero de forma directa o indirecta aprendió Geometría y Teoría del Arte de los tres.
186
El Libellus De Quinque Corporibus Regularibus de Piero della Francesca
Piero della Francesca fue uno de los personajes más originales del Renacimiento. Pocos
artistas como Piero han creado una obra tan profundamente calada por una concepción
geométrica de la Belleza. Piero era un artista singular pero también tenía un gran genio
matemático, por eso integraba en una perfecta superposición dos vehementes pasiones: el
Arte y la Geometría. Poseído por ellas, Piero aborda la Pintura bajo su vocación de
geómetra. Para Piero la Geometría contiene la piedra filosofal de la Estética.
G.Vasari, ilustre biógrafo de artistas escribe sobre Piero della Francesca, en su famosa obra
La vida de los más eminentes pintores, escultores y arquitectos italianos:
«Piero della Francesca fue considerado como un gran maestro en los problemas sobre
los cuerpos regulares, tanto aritméticos como geométricos. [...]. Con toda justicia
adquirió la reputación de ser el líder de los geómetras de su tiempo. [...]. A causa de
sus logros como matemático y como pintor [...] fue empleado por Guidobaldo de
Montefeltro, el anterior duque de Urbino.»
187
Sobre esto daré tres breves tratados. En el primero se hablará de los lados y de la
superficie de las bases, en el segundo de los cuerpos laterados [regulares] y de sus
superficies y cuadraturas, en el tercero de los cuerpos contenidos uno por uno y algo
de la esfera, si Dios quiere, etcétera.»
Así pues, en la primera parte del Libellus ..., Piero estudia con exhaustividad, a través de
cincuenta y cinco problemas prácticos con datos numéricos, numerosas propiedades de los
polígonos que pueden ser caras de poliedros regulares –triángulos, cuadrados y
pentágonos–.
En la segunda parte del Libellus ... Piero estudia, a través de treinta y siete problemas
prácticos con datos numéricos, los tópicos euclídeos habituales sobre cada uno de los
poliedros regulares, en particular problemas equivalentes a las Proposiciones XIII.13–XIII.17
de Los Elementos de Euclides que relacionan las aristas con el diámetro de la esfera que los
circunscriben, pero también otros problemas que relacionan las aristas con los ejes de los
poliedros, y estas dos longitudes con el volumen de los mismos. Por ejemplo, dos problemas
típicos de esta parte serían los siguientes:
«Dado el cuerpo de ocho bases triangulares cuya cuadratura es igual a 400, hallar el
diámetro de la esfera que lo contiene» (Problema, 25; p.229).
«Dado el cuerpo de doce bases pentagonales cuyo lado es igual a 4, hallar su
cuadratura» (Problema, 29; p.232).
«Dado el cuerpo de veinte bases triangulares equilátero cuya superficie es igual a 200,
hallar el diámetro de la esfera que lo contiene» (Problema, 34; p.235).
Un poliedro y su dual tienen el mismo número de lados y el número de caras de uno es igual
al número de vértices del otro.
188
LA DUALIDAD DE LOS SÓLIDOS PLATÓNICOS
189
VÍNCULOS ENTRE SÓLIDOS PLATÓNICOS EN EL
LIBELLUS ... DE PIERO DELLA FRANCESCA
ICOSAEDRO TRUNCADO
Caso 2. Dado un cuerpo de 32 bases, es decir, 20
hexagonales y 12 pentagonales, siendo los lados
de cada una igual a 2 y tocando sus ángulos la
esfera que circunscribe a dicho cuerpo, se
pregunta por el diámetro de la esfera y por la
superficie del cuerpo de 32 bases y por su
cuadratura
OCTAEDRO TRUNCADO
Caso 4. Dado el cuerpo de catorce bases, es
decir, seis cuadradas y ocho hexagonales, siendo
el lado de cada base igual a 2, se pregunta cuál
será su superficie y su cuadratura, y el diámetro
de la esfera.
HEXAEDRO TRUNCADO
Caso 5. Dado el cuerpo de 14 bases, es decir, seis
octogonales y ocho triangulares equiláteras,
contenido por la esfera cuyo eje es igual a 10, se
quiere hallar el lado, la superficie y la
cuadratura.
TETRAEDRO TRUNCADO
Caso 6. Dada una esfera cuyo eje es igual a 12,
en el cual está encerrado un cuerpo irregular de
ocho bases, cuatro triangulares y cuatro de seis
lados, en el cual los ángulos tocan la superficie
cóncava de la esfera, se quiere conocer los lados,
la superficie y la cuadratura.
Se dan aquí los enunciados de cinco problemas sobre poliedros arquimedianos, obtenidos por
truncación, que aparecen en la tercera parte del Libellus De Quinque Corporibus Regolaribus de Piero della
Francesca incorporado por Luca Pacioli a La Divina Proporción (págs. 259–267).
A diferencia de los problemas anteriores sobre poliedros regulares, para estos problemas el texto sólo
aporta el dibujo en perspectiva del tetraedro truncado, por lo que hemos dibujado los desarrollos para
comprender mejor los enunciados. En este sentido, en el problema del octaedro truncado aparece una
nota de Lucas Pacioli que reza así:
«Lector, no te extrañe si, para tales cuerpos compuestos de diversas y varias bases no se ponen al
margen sus figuras, puesto que son muy difíciles de dibujar, ya que se necesitan que estén hechas por
un buen perspectivo, y no siempre se puede tener uno para este propósito, tal como por su amor a
las humanidades hizo nuestro Leonardo da Vinci. Pero cuando aquí, en el tratado anterior y
también en el siguiente, hay algunos casos que se han puesto [sin la figura correspondiente] basta
que tu ojees entre los dibujos puestos antes, al principio, en perspectiva [y hechos por Leonardo] de
su propia mano, [...]. 192
POLIEDROS ARQUIMEDIANOS DE PIERO DELLA FRANCESCA
OBTENIDOS POR TRUNCAMIENTO DE POLIEDROS PLATÓNICOS
193
POLIEDROS EN EL TRATTATO D’ABACO DE P. DELLA FRANCESCA
Ilustración del poliedro platónico Dodecaedro de la obra Trattato d’Abaco de Piero della
Francesca. Biblioteca Medicea–Laurenziana de Florencia, Codice Ashburnhamiano 280.
Ilustración del poliedro arquimediano CubiOctaedro de la obra Trattato d’Abaco de Piero della
Francesca. Biblioteca Medicea–Laurenziana de Florencia, Codice Ashburnhamiano 280.
194
Poliedros en la Divina Proporción de Luca Pacioli
Luca Pacioli es uno de los matemáticos más famosos del período renacentista. Quizá
también es el matemático más completo de la época, en el sentido de que supo recoger las
diversas tradiciones matemáticas, clásicas, medievales y renacentistas, y aunarlas en una
sólida obra, no muy original, pero de gran valor como compendio enciclopédico de la cultura
matemática del coetánea. Así tiene lugar con su obra conocida como Summa (su largo título
es Summa di arithmetica, geometrica, proportione et proportionalita) que se imprime en
Venecia en 1494, y que había sido escrita con finalidad didáctica como obra orgánica y
sistemática del conjunto de los conocimientos de las ciencias matemáticas puras y aplicadas
del momento: Aritmética teórica y práctica (que incluye Matemática comercial) y Geometría
teórica (fundamentalmente Los Elementos de Euclides y en particular la Teoría de la
Proporción de notable importancia en los estudios matemáticos de los artistas) y aspectos
geométricos prácticos incluso de cierta incipiente Trigonometría.
Para Pacioli las disciplinas matemáticas se encuentran en el primer grado de certeza, por
eso proclama, una y otra vez, con entusiasmo que las Matemáticas son ya no sólo el
fundamento de todas las demás ciencias sino que en términos prácticos menciona los
beneficios que producen en el estudio de la Filosofía, la Teología, la Religión, las Leyes, la
ciencia militar, en todas las Artes –Música, Pintura, Arquitectura, Escultura–, e incluso en el
diseño de las letras del alfabeto. Toda esta disposición hacia las Matemáticas desarrolló en
Pacioli una acusada vocación por la enseñanza y la difusión de la Matemática pura y
aplicada, de modo que en toda su obra escrita, Pacioli debió repercutir no sólo sus
reflexiones científicas sino multitud de argumentos, observaciones y consideraciones
extraídas de sus lecciones orales desarrolladas a lo largo de su dilatada experiencia docente
como Profesor de Matemáticas en numerosas instituciones académicas italianas.
Luca Pacioli recibió una decisiva influencia matemática de Piero della Francesca, quien en
las frecuentes visitas que realizaba a la ciudad natal de ambos, Borgo de Sansepolcro, a
partir de1460, procuraba ver a Pacioli, lo que permitió a éste trabar una profunda amistad
con el ya famoso artista y asistir a sus lecciones más o menos informales de Matemáticas.
Pacioli también se benefició gracias a Piero de la magnífica biblioteca de Federico de
Montefeltro, duque de Urbino, cuyos textos antiguos estimularon su espíritu ávido de
conocimiento científico. Con toda razón y gratitud, pues, Pacioli ensalza con todo tipo de
elogios a Piero como su principal maestro.
195
Inspirándose ante todo en las fuentes platónicas y euclídeas –y en primera instancia
pitagóricas–, pero también en la obra de Vitrubio, en las conversaciones con Leonardo da
Vinci y en las especulaciones de los neoplatónicos florentinos, Luca Pacioli escribe su
famosa obra La Divina Proporción –que se imprime en Venecia en 1509–, a lo largo de la
cual se entremezclan consideraciones y teorías geométricas con argumentos filosóficos y
alusiones esotéricas y místicas.
Cuando se menciona a La Divina Proporción de Luca Pacioli, en general se alude a la
primera parte de la obra dedicada a estudio de la sección áurea –lo que los griegos
llamaban la división de un segmento en media y extrema razón– a la que Pacioli bautiza
como divina proporción, y sobre todo al estudio exhaustivo de los poliedros. No obstante, la
edición de La Divina Proporción incluye, además, dos trabajos, con títulos Tractato de la
Architectura –, que revela algunas reglas aplicables a las proporciones de los edificios
basadas en las medidas y proporciones del cuerpo humano, ideas de inspiración vitrubiana–
y otro con título muy largo: Libellus in tres partiales tractatus divisus quinque corporum
regularium et dependentium activae perscrutationis, que es la traducción al italiano vulgar
del códice Libellus De Quinque Corporibus Regularibus de Piero Francesca.
En el capítulo geométrico de la Summa, Luca Pacioli realiza ya un estudio de ciertos
aspectos de los poliedros regulares y arquimedianos que incluye el cálculo de sus
volúmenes. De hecho la parte VIII de este capítulo geométrico es un apéndice que lleva por
título Particularis tractatus circa corpora regularia et ordinaria. Pero es en La Divina
Proporción, entre los capítulos XXIV y LIV, donde Pacioli expone una teoría completa que
realiza la construcción y formación y hace un estudio exhaustivo de las propiedades de los
poliedros regulares y de otros tipos.
Como se ha dicho, la tercera parte de La Divina Proporción viene a ser una traducción casi
literal al italiano del escrito de Piero della Francesca sobre poliedros Libellus De Quinque
Corporibus Regolaribus. Ya que en ese lugar Pacioli no menciona explícitamente el nombre
de Piero, puede surgir la sospecha de que Pacioli se hiciera atribuir a sí mismo la obra de
Piero, lo que sería el origen de la acusación de plagio que surgió con G.Vasari y que se ha
ido alimentando hasta la actualidad. Pudo ser así, aunque el cálido afecto que Pacioli
profesaba hacia Piero debiera desmentirlo y se podría encontrar una explicación de la
conducta de Pacioli en el hecho de que habiendo ya mencionado los escritos matemáticos
de su maestro y coterráneo, incluso con agradecido encomio, Pacioli debía presuponer que
la paternidad del escrito de Piero era muy conocida y por tanto no era necesario aludir a ella
especialmente. En cualquier caso, si la actuación de Pacioli con el Libellus ... de Piero no
fue un plagio, sí fue, sin duda, una imprudencia imperdonable.
Desde el principio de la obra La Divina Proporción, Luca Pacioli hace continuas referencias
a Platón y Euclides e incluso a Pitágoras. Así en el capítulo II, Pacioli escribe (Pacioli, Akal,
Madrid, 1991, pp.36–37):
«[...] Entre los sabios se acostumbra a decir, según proverbio común: “Aurum probatur
ignis et ingenium mathematicis”, es decir, que “la bondad del oro la demuestra el fuego
y la calidad de los ingenios las disciplinas matemáticas”. Y esta sentencia pretende
expresar que el genio apto para las matemáticas lo es también para las otras ciencias.
[...] Por ello el antiguo y divino filósofo Platón negaba, no sin razón, a los que
ignorasen la geometría la entrada en su celebérrimo gimnasio, sobre cuya puerta
principal colocó, en letras grandes y bien inteligibles, una breve inscripción con esta
formales palabras: Nemo huc geometriae expers ingrediatur, es decir, que no entrase
quien no fuese un buen geómetra; e hizo esto porque en la geometría se encuentra
oculta toda otra ciencia. Y, anteriormente el estudiosísimo contemplador de la
naturaleza Pitágoras, lleno con la suavísima dulzura de esta ciencia, hizo, según
cuenta Vitrubio, sacrificar cien bueyes a los dioses, con grandísima fiesta y júbilo, por
el descubrimiento del ángulo recto. [...].
Conforme a la gracia que me ha concedido el Altísimo, expongo el sublime volumen
del mencionado Euclides (a quien todos seguimos como archimandrita de nuestra
facultad) sobre las ciencias de la aritmética, geometría y proporciones. Y ya he puesto
196
dignísimo final a sus diez libros, interponiendo siempre nuestra práctica en su teoría
para mayor utilidad y comprensión.»
El nombre de Divina Proporción corresponde más bien a la primera parte de la obra que
debió de ser escrita mucho antes que las restantes. De hecho el capítulo quinto de La Divina
Proporción se titula precisamente «Del título que conviene al presente tratado o
compendio». Tal vez Pacioli estuvo dudando sobre el asunto del título final de la obra, ya
que aunque los primeros capítulos se refieren a las propiedades y «singulares efectos» de
la sección áurea, la mayor parte de la obra esta dedicada a un análisis profundo de los
poliedros regulares y de otros tipos. Pero en este capítulo, como para señalar los vínculos y
la ilación entre la sección áurea y los sólidos platónicos, Pacioli asevera, con argumentos
teológicos y filosóficos de naturaleza platónica con origen en el Timeo, que la divina
proporción confiere el ser formal al cielo mismo, atribuyéndole la figura del cuerpo de doce
pentágonos, llamado Dodecaedro, el cual no se puede formar sin la mencionada divina
proporción. Pacioli recuerda aquí, de forma muy sintética, el resto de la cosmogonía
platónica que vincula los cuatro elementos con las formas y figuras de los restantes
poliedros regulares, adelantando que mediante ellos, la divina proporción da forma a otros
infinitos cuerpos dependientes, y que la sagrada proporción también interviene en
proporcionar entre sí los cinco cuerpos regulares, es decir, en imaginar la armonía y digna
conveniencia entre sí y en circunscribirlos a la esfera.
En los capítulos XXIV–XXXI (Pacioli, Akal, 1991, pp.60–79) Luca Pacioli va relacionando los
cinco poliedros regulares y demuestra la imposibilidad de que exista algún otro. Después
describe «cómo se forman de modo que sean exactamente circundados por una esfera y
también qué proporción tienen sus lados con respecto al diámetro de la esfera» (p.63).
Estos capítulos vienen a resolver cuestiones equivalentes a las Proposiciones XIII.13–XIII.17
de Los Elementos de Euclides que relacionan las aristas de los poliedros con el diámetro de
la esfera que los circunscribe. En el capítulo XXXI desarrolla un teorema equivalente a la
última proposición de Los Elementos de Euclides, que Pacioli enuncia de la forma (p.76):
«Saber encontrar los lados de los cinco poliedros regulares, circunscritos todos
exactamente por una misma esfera de la que sólo conozcamos el diámetro.»
En los capítulos XXXII–XLVI (Akal, pp.79–90) Luca Pacioli da la proporción mutua de todas
sus superficies y estudia las inclusiones de los cinco cuerpos unos en otros. Ya que cada
uno no es capaz de acoger a todos no hay veinte sino sólo doce inclusiones posibles.
En los capítulos XLVIII–LV (Akal, pp.90–104) trata de los poliedros dependientes de los
regulares, que se obtienen por extracción de otros cuerpos geométricos (poliedros abscisos
que son arquimedianos), o por adición de otros cuerpos geométricos (poliedros elevados
que son estrellados). Estas formas, dice Pacioli, pueden desarrollarse hasta el infinito.
En los capítulos LVI–LVII (Akal, pp.104–108) trata del cuerpo esférico y de cómo se pueden
colocar en él los cuerpos regulares.
En los capítulos LVIII–LXIX (Akal, pp.108–126) trata de los cuerpos oblongos, es decir los
que son más largos o altos que anchos, estudiando en particular las columnas (cilindros y
prismas), los conos y las pirámides, incluso las figuras truncadas.
En el capítulo LXX (Akal, p.127) explica cómo están referenciadas en el tratado las figuras
dibujadas en perspectiva que sitúa al final, y ofrece al Príncipe Ludovico Sforza modelos de
cuerpos poliédricos que ha estudiado, con estas palabras:
«Vuestra Alteza podrá disponer de ellos en una y otra forma. Tales cuerpos, en vez de
ser del vil material que yo me he visto obligado a usar a causa de mi pobreza,
merecerían ser de metal precioso y estar ornados con finas gemas.
La Divina Proporción de Luca Pacioli termina en el capítulo LXXI (Akal, pp.128–129) con un
glosario de términos matemáticos: hipótesis, hipotenusa, perpendicular, cateto, diámetro,
diagonal, centro, etc.
197
ICONOGRAFÍA DE LUCA PACIOLI
1. Moneda con la efigie de Luca Pacioli acuñada con motivo del 500 aniversario de la publicación
de su famosa obra Summa di arithmetica, geometrica, proportione et proportionalita
2. Letra inicial grabada sobre madera que representa a Luca Pacioli vestido de Franciscano. Se
encuentra en su obra Summa di arithmetica, geometrica, proportione et proportionalita
(Venecia, 1494).
3. Apunte manuscrito de Luca Pacioli sobre poliedros.
198
LUCA PACIOLI, HUMANISTA, ILUSTRE MATEMÁTICO,
ESCRITOR Y GRAN PROFESOR RENACENTISTA
Luca Pacioli tuvo una intensa y extensa actividad docente que compatibilizaba con la producción
científica y didáctica de publicaciones de gran valor no sólo para sus discípulos sino para científicos,
comerciantes y artistas. Siempre sintió una febril vocación por la enseñanza y la difusión de la
Matemática pura y aplicada. En 1475 es lector de Matemáticas en Perugia, donde obtiene el título
académico de Magister; en 1490 enseña Teología y Matemáticas en Nápoles, mientras construye una
colección de poliedros regulares que regala a Guidobaldo de Montefeltro. Entre 1490 y 1493 Pacioli se
encierra en su pueblo natal para preparar la publicación de su enciclopédica obra Summa di arithmetica,
geometrica, proportione et proportionalita, que se imprimirá en Venecia en 1494. En 1493 da lecciones
públicas de Aritmética y Geometría en Padua. Por invitación del duque Ludovico Sforza se traslada a
Milán, en 1496, para enseñar Matemáticas y entabla una fructífera amistad con Leonardo, con un
enriquecedor intercambio de ideas, experiencias y conocimientos, que da como fruto los bellísimos
sesenta dibujos de los cuerpos poliédricos que el genial artista realizó para la edición de De Divina
Proporcione que Pacioli estaba preparando y que termina el 14 de diciembre de 1498. De 1500 a 1505
Pacioli sigue moviéndose como profesor de disciplinas matemáticas entre diversos centros de estudios y
universidades: Pisa y Perugia (1500), Bolonia (1501–1502) y Florencia (1502–1505). En 1508 ultima una
impresión de su traducción al latín de Los Elementos de Euclides –basada como la primera impresión
(Ratdolt, Venecia, 1482) en la traducción que había hecho Campanus en el siglo XIII–. Pacioli también
preparó una traducción al italiano de Los Elementos de Euclides que se ha perdido y que sería la primera
en esa lengua, anterior a las ediciones de Tartaglia y Commandino y tal vez la primera en una lengua
vernácula europea. También se cuida en estos días de la edición de De Divina Proporcione que se
imprime en Venecia, a primeros de junio de 1509, en la imprenta de Paganius Paganinus. Vuelve a
impartir docencia en 1510 en la universidad de Perugia, ciudad donde acaba su tercera obra importante De
Viribus Quantitatis. Requerido por el papa León X, Pacioli se traslada a Roma en 1514, casi con 70 años
para hacerse cargo de la cátedra de Matemáticas en la Sapienza.
Pacioli fue asiduo de diversas cortes italianas, protegido de sus príncipes y bien relacionado con artistas y
estudiosos del Arte como Alberti, Piero, F.Giorgio, Leonardo, Bramante, Durero y otros. A través de ellos
pudo conocer los esfuerzos que los artistas y técnicos desplegaban en la aplicación de la Geometría al
Arte, de forma que al asimilarlos él mismo contribuirá a vincular estrechamente Arte y Geometría.
Con toda la rica experiencia de su dilatada labor académica, docente y editorial, a lo largo de toda su vida,
se comprende el éxito de las obras de Pacioli y la enorme influencia sobre matemáticos, profesores y
artistas contemporáneos y los de la siguiente generación sobre los que como fuente dejó su impronta.
1. Piero della Francesca retrata a su coterráneo y amigo Luca Pacioli en el célebre cuadro –por la
perfección de su perspectiva– Madona con bambino , Santi e Angeli e il duca Federico II da
Montefeltro, pintado entre 1472 y 1474 (Pinacoteca di Brera, Milán). Piero representa a Luca Pacioli en
la figura de San Pedro Mártir. En el cuadro es el segundo personaje por la derecha del espectador.
2. Fragmento ampliado del cuadro anterior. En el centro Luca Pacioli como San Pedro Mártir.
199
LA SUMMA DI ARITHMETICA... DE LUCA PACIOLI
200
LA SUMMA DI ARITHMETICA... DE LUCA PACIOLI
202
CANTO LAUDATORIO A LOS SÓLIDOS PLATÓNICOS
EN UN SONETO ESTRAMBÓTICO DE LUCA PACIOLI
Después del título de la obra de Luca Pacioli, el volumen impreso de La Divina Proporción empieza con
dos poesías. La primera es un epigrama en latín transformado por Luca Pacioli –en su traducción poética
al italiano– en un enrevesado soneto con estrambote. La poesía es un canto a las maravillosas virtudes de
los sólidos platónicos. Es posible que la composición en latín sea del patricio veneciano Daniele Gaetani
Cremonensis, autor de una epístola laudatoria hacia Luca Pacioli, mientras que traducción al italiano la
hizo el propio autor de La Divina Proporción, dando muestras de su mística veneración hacia los sólidos
platónicos.
Abajo se ofrecen dos traducciones al español, una muy literal y otra más libre pero con métrica. Han sido
realizadas por el Profesor Hermenegildo Delgado Reyes, Catedrático de Griego del Instituto Villalba
Hervás de La Orotava (Tenerife) en Mayo de 2000.
Cinco cuerpos se han formado en la Naturaleza Sólo estos cuerpos simples naturales
designados como simples naturales para que quiso Natura hacer: cinco elegidos
todos concurran acordes y ordenados entre sí a que a cada ser compuesto requeridos
cada compuesto: sin mezcla, netos y puros concurran siempre acordes y puntuales.
fueron creados los cuatro elementos y el cielo, Este Cielo, y los Cuatro elementales,
que así se llaman (lit. así llamados); y Platón netos, sin mezcla y puros han nacido;
quiere que den el ser a infinitos frutos por estar y de infinitos frutos causa han sido
ellos mismos dotados de figura (lit. figurados), por su figura en sí, si asentir vale
pero Aristóteles en su De Caelo et Mundo con Platón; Aristóteles quisiera
querría ponerlos sin figura propia, porque la verlos sin ella; que en su Coelo et Mundo
Naturaleza aborrece el vacío. Mas yo he querido el vacío y natura se aborrecen.
(lit. plúgome) exponer el profundo genio Mas ved que el geométrico profundo
geométrico de Platón y Euclides: otros cinco que genio de Euclides y Platón ofrece
giren en redondo por la esfera; regulares, de otros cinco que giren en la esfera.
aspecto airoso; lados y caras iguales como ves; y Regulares y airosos aparecen;
que jamás se podría formar un sexto. de iguales caras, lados... tan perfectos
que nadie añadirá jamás un sexto.
203
LOS CINCO SÓLIDOS PLATÓNICOS EN
LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
Tetraedro
Icosaedro
Tras demostrar la imposibilidad de que exista
más de cinco poliedros regulares, en los capítulos
XXVI–XXX de La Divina Proporción Luca Pacioli
describe «cómo se forman los cinco poliedros
regulares de modo que sean exactamente
Octaedro circundados por una esfera y también qué
proporción tienen sus lados con respecto al
diámetro de la esfera».
Hexaedro Estos capítulos resuelven problemas equivalentes
a las Proposiciones XIII.13–XIII.17 de Los
Elementos de Euclides que relacionan las aristas
de los poliedros con el diámetro de la esfera que
los circunscribe.
Estas figuras que aparecen en los amplios
márgenes de La Divina Proporción de Luca
Pacioli son algunas de las primeras ilustraciones
geométricas en un libro de contenido matemático.
205
• Cap. XXXIX. Inclusión del Dodecaedro en el Icosaedro: Se halla el centro de cada
una de las veinte caras triangulares del Icosaedro. Al unir tales centros mediante treinta
líneas obtenemos doce pentágonos que son las caras del Dodecaedro pedido.
• Cap. XL. Inclusión del Icosaedro en el Dodecaedro: Se halla el centro de cada una de
las doce caras pentagonales del Dodecaedro. Al unir tales centros mediante treinta
líneas obtenemos veinte triángulos equiláteros que son las caras del Icosaedro pedido.
1. Inclusión del Dodecaedro en el Icosaedro por dualidad, método utilizado en este ejemplo por
Luca Pacioli.
2. Inclusión del Icosaedro en el Dodecaedro por dualidad, método utilizado en este ejemplo por
Luca Pacioli.
• Cap. XLI. Inclusión del Cubo en el Dodecaedro: Al trazar una diagonal en cada uno de
los doce pentágonos del Dodecaedro se obtienen seis superficies cuadrangulares
equiláteras que dan las doce aristas del cubo pedido.
Los cinco cuerpos platónicos inscritos de forma sucesiva cada uno dentro de otro, según Luca Pacioli.
Ilustración de la obra de Matla Ghyka El Número de Oro, Poseidón, Barcelona, 1992, vol.1, cap.2. p.51.
Dado un Icosaedro, los centros de sus veinte caras son los vértices de los doce pentágonos de un
Dodecaedro (cap.39). Al trazar una diagonal en cada uno de los doce pentágonos del Dodecaedro se
obtienen las doce aristas de un Cubo (cap.41). Las diagonales de las caras del Cubo nos dan las seis
aristas de un Tetraedro (cap.35). Los puntos medios de las seis aristas de este Tetraedro son los vértices de
un Octaedro (34). Aplicando los resultados de Pacioli obtenemos una interesante combinación de los
cinco poliedros regulares –Icosaedro, Dodecaedro, Cubo, Tetraedro y Octaedro– inscrito cada uno de
ellos en el anterior.
207
Luca Pacioli acaba esta parte justificando por qué no puede haber más inclusiones:
• Cap. XLVI. Por qué dichas inscripciones no pueden ser más.
«Conforme a todo lo anteriormente dicho, [...] queda claro que, siendo cinco los cuerpos
regulares, si supusiésemos que en cada uno de ellos pudieran formarse debidamente los
demás se seguiría que cada cuerpo acogería a cuatro y, en consecuencia, entre todos,
vendrían a resultar veinte inscripciones, es decir, cuatro veces cinco. Pero, como no todos
los cuerpos pueden recibir a todos, como se ha explicado, no hay sino doce inscripciones:
una sola, la del octaedro, en el tetraedro; dos en el cubo, la del tetraedro y la del octaedro;
dos más en el octaedro, una del cubo y otra del tetraedro; tres son las inscripciones que
se pueden dar en el icosaedro, una del dodecaedro, otra del cubo y otra del tetraedro; y
cuatro son las inscripciones posibles en el dodecaedro, una del icosaedro, otra del cubo,
otra del octaedro y la cuarta del tetraedro. Todas ellas en conjunto son doce. En efecto,
en la pirámide de cuatro bases no hay lados, ni ángulos, ni superficies en que puedan
apoyarse los ángulos de los otros cuerpos regulares, a no ser los del octaedro.
Igualmente el cubo sólo puede recibir a la pirámide y al octaedro, y este último sólo al
cubo y a la pirámide; y en ninguno de ambos es posible inscribir alguno de los otros dos
restantes, icosaedro o dodecaedro. Y, mientras que el icosaedro da cabida a los tres
cuerpos, únicamente la niega al octaedro, lo que sucede por respecto al glorioso signo
que a todos los demonios hace temblar, el de la Santa Cruz; en efecto, no hay modo de
poder trazar debidamente para la disposición de dicho octaedro las tres líneas tiradas
diametralmente de un ángulo a otro y cortándose entre sí en escuadra. Por contra, el
dodecaedro, por estar dotado de una singular prerrogativa con respecto a los demás, a
ninguno ha prohibido o vedado alojamiento, siendo receptáculo de todos. Por ello el
antiguo Platón lo atribuyó, junto con los otros cuerpos mencionados, al universo.»
Las doce posibles inclusiones de unos poliedros regulares en otros que determina Luca
Pacioli o en su propio lenguaje las doce formas posibles de ser recibidos unos sólidos
platónicos por otros, se obtienen de una geometría muy elemental en la que las aristas del
poliedro que es recibido se obtienen uniendo puntos medios de las aristas o de las caras o
considerando diagonales de los polígonos del poliedro que recibe, y considerando una
transición de inclusiones. Pero hay otras posibilidades que utilizan otros instrumentos
geométricos más complejos como precisamente seccción áurea o divina proporción que da
el nombre a la obra de Luca Pacioli. Por ejemplo si se dividen las aristas de un Octaedro
regular en «media y extrema razón», es decir, en forma de seccción áurea, los veinte puntos
de división son los vértices de un icosaedro regular.
209
LOS DISEÑOS DE LEONARDO DE LOS SÓLIDOS PLATÓNICOS
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
Dibujos de Leonardo da Vinci de los poliedros regulares sólidos (Tetraedro, Octaedro, Hexaedro e
Icosaedro) diseñados para ilustrar la obra de Luca Pacioli La Divina Proporción (Venecia, 1509).
Pacioli es uno pocos escritores que tuvieron el inmenso privilegio de ver recompensada la amistad
con la lujosa ilustración de sus libros con la fuerza artística de un genio como Leonardo.
210
EL NOBILÍSIMO DODECAEDRO DISEÑADO POR LEONARDO
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
211
LOS POLIEDROS REGULARES Y LA ESFERA
LUCA PACIOLI. LA DIVINA PROPORCIÓN
212
En los capítulos XLVIII–LV (Pacioli, Akal, pp.90–104) Luca Pacioli estudia otros muchos
poliedros que se forman a partir de los platónicos. Unos se obtienen por extracción y otros por
adición de otros cuerpos geométricos –Pacioli dice despuntando sus ángulos o cortando sus
lados–. A los primeros Pacioli los llama poliedros abscisos y a los segundos –que son
estrellados– los llama poliedros elevados. Pacioli hace una descripción minuciosa de aristas,
ángulos superficiales, ángulos sólidos y las diversas caras poligonales.
Por su importancia, su simplicidad, su completa descripción por Pacioli y por ser arquimedianos
se relacionarán sólo los poliedros abscisos, que Pacioli obtienen por truncamiento.
• Capítulo XLIX. Del hexaedro absciso plano. El Hexaedro despuntado o absciso plano tiene
veinticuatro líneas que originan en él cuarenta y ocho ángulos superficiales [...]; tiene doce
ángulos sólidos y está contenido por catorce superficies o bases, seis de las cuales son
cuadradas y ocho triangulares. [...]. Y este cuerpo se origina del Cubo mediante el corte
uniforme en la mitad de sus lados.
Es el poliedro arquimediano llamado CuboOctaedro.
• Capítulo L. Del Octaedro absciso plano. El Octaedro absciso o cortado plano tiene treinta y
seis líneas que forman setenta y dos ángulos superficiales [...], y contiene veinticuatro ángulos
sólidos y catorce bases, ocho de las cuales son hexagonales y seis cuadradas. [...]. Y se
origina a partir de Octaedro regular por corte uniforme de sus lados en tres partes.
Es el poliedro arquimediano llamado Octaedro truncado.
• Capítulo LI. Del Icosaedro absciso plano. El icosaedro absciso plano tiene noventa lados o
líneas y ciento ochenta ángulos superficiales [y treinta ángulos sólidos] [...]; estas líneas
forman en torno a dicho cuerpo treinta y dos bases, veinte de las cuales son hexágonos y
doce pentagonales. Y todas en su especie son entre sí equiláteras y equiángulas. [...]. Pero
todos los lados, tanto de los pentágonos como de los hexágonos, son iguales entre sí. Este
cuerpo se origina a partir del Icosaedro regular cuando se cortan sus lados de modo uniforme
en su tercera parte.
Es el poliedro arquimediano llamado Icosaedro truncado.
• Capítulo LII. Del Dodecaedro absciso plano. El Dodecaedro despuntado o absciso plano
tiene sesenta líneas, todas de igual longitud, ciento veinte ángulos superficiales, de los cuales
sesenta son de triángulos y sesenta de pentágonos; y tiene treinta ángulos sólidos. [...]. Y
todas sus líneas son comunes a los triángulos y a los pentágonos. [...]. Las superficies que
circundan este cuerpo son treinta y dos, doce de las cuales son pentágonos y veinte
triángulos, ambas figuras equiláteras y equiángulas. [...]. Y dicho cuerpo deriva del
Dodecaedro regular si se corta de modo uniforme por la mitad de cada uno de sus lados.
Es el poliedro arquimediano llamado IcosiDodecaedro.
• Capítulo LIII. Del cuerpo de veintiséis bases plano. Otro cuerpo muy distinto de los ya
nombrados, es el llamado cuerpo de veintiséis bases, de hermosísimo principio y origen
derivado. De sus veintiséis bases, dieciocho son cuadradas y ocho triangulares, equiláteras y
equiángulas. Tiene cuarenta y ocho lados o líneas y noventa y seis ángulos superficiales que
determinan la formación de veinticuatro ángulos sólidos. El origen de este cuerpo es el
hexaedro uniformemente cortado en todas sus partes [....]. Su conocimiento resulta utilísimo
para quien bien lo sepa aplicar, sobre todo en arquitectura.
Es el poliedro arquimediano llamado RombiCuboctaedro menor.
213
LOS DISEÑOS DE LEONARDO DE LOS POLIEDROS SÓLIDOS ABSCISOS
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
Dibujos de Leonardo da Vinci de los poliedros abscisos sólidos (Tetraedro absciso, Hexaedro absciso,
Octaedro absciso, Icosaedro absciso y dodecaedro absciso) diseñados para ilustrar la obra de Luca Pacioli La
Divina Proporción (Venecia, 1509). Estos poliedros son los sólidos arquimedianos obtenidos por un primer
truncamiento de los sólidos platónicos, y en la literatura matemática se conocen por los nombres de
Tetraedro truncado, CuboOctaedro, Octaedro truncado, Icosaedro truncado e IcosiDodecaedro.
214
EL ROMBICUBOOCTAEDRO DISEÑADO POR LEONARDO
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
En el capítulo LIII de La Divina Proporción Luca Pacioli estudia el poliedro arquimediano que
nombra como «el cuerpo de veintiséis bases plano», poliedro que en la literatura matemática se
llama RombiCubOctaedro menor. Pacioli escribe sobre él:
«[Es un cuerpo] de hermosísimo principio. De sus veintiséis bases, dieciocho son
cuadradas y ocho triangulares, equiláteras y equiángulas. [...] El origen de este cuerpo es el
hexaedro uniformemente cortado en todas sus partes [....]. Su conocimiento resulta
utilísimo [...] sobre todo en arquitectura.»
215
POLIEDROS EN EL RETRATO DE LUCA PACIOLI
218
LOS POLIEDROS SÓLIDOS Y VACIOS DE LEONARDO
Para cada cuerpo, Leonardo representa la versión sólida –que es la considerada habitual– y la hueca o
vacía «sin planos», realizada por medio de un armazón o esqueleto que permite poner de manifiesto
su estructura total , es decir, permite ver no sólo el exterior sino también el interior y del poliedro.
Pacioli llama a los poliedros huecos «planum vacuum» que se refiere al hecho de que las caras están
huecas, de manera que son un ensamblaje hueco de aristas sólidas, es decir, una especie de rejilla
poligonal tridimensional. Al dibujar los poliedros sólidos sólo se ve la parte frontal. A veces se
marcan los contornos ocultos (formados por las aristas invisibles) con un trazo punteado, pero
siempre aparece cierta confusión visual entre el frente del poliedro y la parte trasera. Las caras
huecas de Leonardo permiten ver a través de la estructura las superficies traseras del poliedro. He
aquí una nuevo y brillante modelo de ilustración geométrica para el despliegue gráfico de
información significativa digno de la genial perspicacia de Leonardo.
No podemos saber si la forma «planum vacuum» fue inventada por Leonardo, o si el artista
simplemente dibujó con genial perspectiva modelos de estos poliedros, que según el Capítulo LXX
de La Divina Proporción habría construido en madera el propio Luca Pacioli.
Hay muchos textos de Pacioli en los que asegura que estas bellísimas ilustraciones que acompañan a La
Divina Proporción son creaciones exclusivas de Leonardo:
• En el Capítulo LXX de La Divina Proporción (Pacioli, Akal, 1991, p.127):
«Las figuras están representadas en el plano con total perfección de perspectiva, como hace
nuestro Leonardo da Vinci.»
• En la nota que escribe Luca Pacioli en el problema del octaedro truncado de la traducción del
Libellus De Quinque Corporibus Regolaribus de Piero della Francesca, justificando que no se
incluyan al margen las figuras (Pacioli, Losada, 1959, p.263):
«[...] puesto que son muy difíciles de dibujar, ya que se necesitan que estén hechas por un buen
perspectivo, y no siempre se puede tener uno para este propósito, tal como por su amor a las
humanidades hizo nuestro Leonardo da Vinci.»
• En el capítulo 116 del manuscrito de De Viribus Quantitatis: (Pacioli, Losada, 1959, p.32):
«Suo effecto [della prospettiva] largamente manifesta l’opera del nostro Lionardo Venci
compatriota fiorentino quando con tutta forza feci in ditto libro [De Divina Proportione] de sua
gloriosa mano li corpi mathematici qual ancora apresso di noi tenemo maravigliosi a ognuno
che li mirano.»
219
LOS DISEÑOS DE LEONARDO DE LOS SÓLIDOS PLATÓNICOS VACÍOS
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
Dibujos de Leonardo da Vinci de los poliedros regulares vacíos (Tetraedro, Octaedro, Hexaedro e
Icosaedro) diseñados para ilustrar la obra de Luca Pacioli La Divina Proporción (Venecia, 1509).
220
EL NOBILÍSIMO DODECAEDRO VACÍO DISEÑADO POR
LEONARDO PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
En el capítulo LXX, penúltimo de La Divina Proporción, Luca Pacioli explica cómo en el tratado
se deben encontrar las figuras de los poliedros «representadas en el plano con total perfección
de perspectiva, como hace nuestro Leonardo da Vinci», de acuerdo con una numeración que
sitúa en el margen del texto y en el margen del dibujo en perspectiva del poliedro, donde
además aparece su nombre en latín, en un recuadro superior, y en griego, en la parte inferior.
221
LOS DISEÑOS DE LEONARDO DE LOS POLIEDROS ABSCISOS VACIOS
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
Dibujos de Leonardo da Vinci de los poliedros abscisos vacíos (Tetraedro absciso vacío, Hexaedro absciso
vacío, Octaedro absciso vacío, Icosaedro absciso vacío y Dodecaedro absciso vacío) diseñados para ilustrar
la obra de Luca Pacioli La Divina Proporción (Venecia, 1509).
Estos poliedros son los sólidos arquimedianos obtenidos por un primer truncamiento de los sólidos
platónicos, y en la literatura matemática se conocen por los nombres de Tetraedro truncado, CuboOctaedro,
Octaedro truncado, Icosaedro truncado e IcosiDodecaedro.
222
DE PLATÓNICO A RQUIMEDIANO POR TRUNCAMIENTO.
EL CASO DEL ICOSAEDRO
El poliedro platónico Icosaedro regular tiene veinte caras triángulos equiláteros y en cada uno de los
doce vértices concurren cinco de estos triángulos. Al cortar los vértices con planos perpendiculares a
los ejes, es decir, al truncar el poliedro, estos vértices son sustituidos por caras pentagonales regulares.
El corte para truncar también convierte cada una de las caras triangulares en hexágonos regulares. Así
resulta el Icosaedro truncado poliedro arquimediano que tiene como caras doce pentágonos y veinte
hexágonos. En palabras de Luca Pacioli (La Divina Proporción, cap. LI):
«Del Icosaedro plano sólido o hueco, absciso sólido o hueco. [...]; El icosaedro absciso plano o
sólido tiene noventa lados o líneas y ciento ochenta ángulos superficiales [y treinta ángulos
sólidos] [...]; estas líneas forman en torno a dicho cuerpo treinta y dos bases, veinte de las cuales
son hexágonos y doce pentagonales. Y todas en su especie son entre sí equiláteras y equiángulas.
[...]. Pero todos los lados, tanto de los pentágonos como de los hexágonos, son iguales entre sí. Este
cuerpo se origina a partir del Icosaedro regular cuando se cortan sus lados de modo uniforme en su
tercera parte. »
223
EL DISEÑO DE LEONARDO DEL POLIEDRO
DODECAEDRO ABSCISO, VACIO Y ELEVADO
PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
224
EL CUERPO DE SETENTA Y DOS BASES DISEÑADO POR
LEONARDO PARA LA DIVINA PROPORCIÓN DE LUCA PACIOLI
En el capítulo LIV de La Divina Proporción Luca Pacioli estudia el poliedro que nombra como «el cuerpo de
setenta y dos bases plano». Pacioli escribe sobre él:
«Dicho cuerpo, aunque tiene sus bases planas laterales y angulares y deformes, no se puede decir que
dependa o derive de alguno de los cuerpos regulares, sino que se forma y se crea, mediante la figura
dodecagonal [...]. Cuarenta y dos de sus bases son cuadrangulares, no equiláteras ni equiángulas, y tiene
sus dos lados opuestos dirigidos hacia uno y otro polo o cono e iguales entre sí; y sus otras veinticuatro
bases son triangulares igualmente no equiláteras; doce de ellas están en torno a uno de los conos y doce en
torno al otro, y cada una de ellas tiene dos lados iguales. [...] este cuerpo de setenta y dos bases es
frecuentemente utilizado por los arquitectos en sus disposiciones de edificios, por ser forma bastante útil,
sobre todo cuando hay que hacer tribunas y bóvedas o cielos. Y aunque no siempre en tales edificios se
emplean tantas caras, se guían si embargo, los arquitectos por la similitud con dicho cuerpo, tomando una
cuarta o una tercera parte de él, en todas las formas, según el lugar y sitio en que quieran colocar su
edificio. De acuerdo con ello se encuentran dispuestos y construidos numerosos edificios en distintos
lugares, como el inestimable templo antiguo del Panteón, en la capital del mundo, [...]»
225
EL TRATADO DE LA PINTURA DE LEONARDO
El Tratado de la Pintura de Leonardo da Vinci. Primera
edición. París, 1651.
Estudios de Leonardo da Vinci (1513) sobre la Geometría de los poliedros con especial énfasis en
el Cubo y el Icosaedro. Códice Atlántico (f. 518r).
226
LEONARDO DA VINCI Y LA MATEMÁTICA
Leonardo desarrolló una extraordinaria combinación de Arte, Ciencia y Tecnología en
una apasionada actividad teórica y práctica que abarca ampliamente todos los campos
del conocimiento. Los textos clásicos y medievales a los que recurre los somete a la
verificación de la experimentación mediante el cálculo matemático. Leonardo se
aproxima a los textos del saber antiguo y medieval recurriendo al control experimental
e imponiendo la justificación matemática como criterio de racionalidad.
Convencido de que el estudio de la Geometría es el fundamento de casi todos los
aspectos de la investigación científica y de la interpretación de los fenómenos
naturales, Leonardo siente la necesidad de profundizar en la ciencia de Euclides, en
cuya complejidad y dificultades se abre camino, hacia 1496, gracias a la ayuda de un
eximio matemático de gran experiencia didáctica, Luca Pacioli., con quien, paso a paso,
supera, uno a uno, todos las proposiciones de Los Elementos. Es más, Leonardo y
Pacioli trabajarán juntos en la nueva edición de Los Elementos de Euclides que Pacioli
publica en 1509, con gran reconocimiento hacia Leonardo por su notable colaboración.
Para Leonardo la Matemática es una de las principales fuentes del saber. Su obra
escrita está plagada de alusiones a las ciencias matemáticas, en general, y a cuestiones
matemáticas concretas, en particular.
En el mismo comienzo del Proemio del Tratado de Pintura, Leonardo hace una
declaración de principios (Akal, 2004, [1, p.91] :
«No lea mis principios quien no sea matemático»
Con estas frases, en las que Leonardo subraya el fundamento matemático de todas las
ciencias, el genio se sitúa en la antesala de la renovación científica del Renacimiento,
preludio de la Revolución Científica de los siglos siguientes.
227
LEONARDO DA VINCI Y LA MATEMÁTICA
Para Leonardo la Geometría es la ciencia de la cantidad continua:
«La Geometría y la Aritmética se interesan por la cantidad continua y discontinua,
belleza de las obras de la naturaleza y ornato del mundo» (Parangón, 11, p.41),
Capítulos importantes del Tratado de Pintura son dedicados por Leonardo a estudiar la
Perspectiva lineal y las proporciones del cuerpo humano. En ellos, como en otros
muchos, Leonardo se plantea demostrar que la pintura es una ciencia que se auxilia de
la Matemática. La Perspectiva y la Proporción son para Leonardo los fundamentos
científicos del estudio del Arte. En una nota de 1505 escribe:
«La proporción no se encuentra sólo en los números y las medidas, sino también en los
sonidos, pesos, tiempos, lugares y en todo cuanto existe.»
228
LAS LÚNULAS DE HIPÓCRATES DE QUÍOS
EN LOS CUADERNOS DE LEONARDO DA VINCI
Estudios de Leonardo (hacia 1515) sobre las Lúnulas de Hipócrates. Códice Atlántico (f. 455r).
En sus estudios sobre la Cuadratura del Círculo Leonardo recurre a la enciclopedia científica de
Giorgio Vasari (publicada en 1501) para el estudio de las Lúnulas de Hipócrates de Quíos (hacia 450
a.C.). El poder calcular ciertas áreas curvilíneas circulares, hechizó de tal modo a Leonardo, que se
convirtió en una verdadera obsesión la realización en numerosos escritos de multitud de estudios
sobre lúnulas buscando la cuadratura del círculo.
229
LEONARDO SEGÚN VASARI. PINTURA Y GEOMETRÍA
Retrato de Leonardo en La vida de los más eminentes pintores, escultores y arquitectos italianos, de
Giorgio Vasari, edición de 1568.
Leonardo concibe la pintura como fundamento de todas las ciencias y todas las artes, pero hace
depender la divinidad de la Pintura de las certezas matemáticas, las cuales en muchos de sus
fragmentos teoréticos parece, a su vez, identificar o depender de las observaciones empíricas.
Leonardo hace confundir de forma deliberada en sus escritos experiencia y Matemática, hasta ser
utilizadas indistintamente. Pero para Leonardo experimentar es dibujar y dibujar es ejercer de
matemático y de geómetra, pues el ojo se enseñorea de todas las ciencias, y las simples
proporciones aritméticas que resumen las figuras se convierten en inagotable fuente de analogías.
Sobre estas ideas escribe Leonardo en el Tratado de la Pintura (Akal, 2004, [Parangón, 27, p.60]):
«La divinidad de la ciencia de la Pintura considera las obras, sean humanas o divinas, limitadas
por superficies, esto es por las líneas que son término de los cuerpos. Con tales líneas prescribe al
escultor la perfección de sus estatuas, y por el dibujo, que es su principio, enseña al arquitecto a
hacer sus edificios gratos al ojo; [...] ella ha inventado los caracteres de que se sirven las distintas
lenguas, ha dado las cifras a los aritméticos, ha enseñado el arte de las figuras a la Geometría; ella
instruye a los ópticos, a los astrólogos, a los constructores de máquinas y a los ingenieros.»
230
ESTUDIOS POLIÉDRICOS DE LEONARDO
1. Figuras geométricas de Leonardo: Dodecaedro y Pirámide pentagonal (1505). Códice Foster I, (f. 7r).
2. Geometría sólida y Poliedros (1513), manuscrito E, (f. 56r).
3. Hoja de estudios sobre fortificaciones. Boceto de un Dodecaedro (1503). Códice Atlántico, (f. 942v).
4. Geometría sólida y Poliedros (1505), Códice Foster I, (f. 13r).
Leonardo es uno de los pocos artistas que nos ha legado multitud de textos con apuntes que yacían en
innumerables notas escritas con su mano izquierda e inteligibles sólo mediante un espejo. Se cree que las
tres cuartas partes de los manuscritos de Leonardo –robados, perdidos o vendidos– están desaparecidos.
231
Poliedros en el Underweysung der messung de Durero
Durero ha sido uno de los más importantes matemáticos del Renacimiento. Al orientar su
creatividad en Geometría a través de su aplicación matemática al Arte, Durero desarrolla
nuevas e importantes ideas y teorías en el ámbito de la propia Matemática.
Para Erasmo, Durero es el «segundo Apeles» cuando escribe en De recta Latini Graecique
sermonis:
«Apeles como Durero habría enseñado mil cosas admirables sobre los misterios del
arte gráfico sacados de las ciencias matemáticas».
En el famoso texto de Michel Chasles, Aperçu historique sur l’origine et les méthodes en
géométrie (París, 1837, p.529), el gran geómetra del siglo XIX compara a Durero con
Leonardo:
«El siglo XVI nos presenta a dos célebres pintores, Alberto Durero y Leonardo da
Vinci, que merecen ser considerados también entre los geómetras más sabios de su
época.»
Los trabajos de Piero della Francesca y Luca Pacioli sobre poliedros tuvieron una gran
incidencia en la posterior Literatura matemática vinculada al Arte, sobre todo la desarrollada
por Durero en su obra de 1525 Underweysung der messung, recien editado por vez primera
en castellano (Durero, Akal, Madrid, 2000), con el nombre de De la Medida. Se trata de una
especie de enciclopedia geométrica para uso como manual para pintores, redactada por un
gran maestro artista-geómetra formado en el cruce de las tradiciones prácticas, artesanas,
sabias, artísticas y humanistas, que pretendía dotar a la creación artística de una base
científico-geométrica. Es por esto por lo que la obra de Durero es una magnífico manantial
de problemas para enseñar y aprender Geometría con acentos estéticos e históricos.
Aunque Durero fue un gran admirador de Euclides, los problemas geométricos que trata el
Underweysung der messung insisten más sobre la construcción que sobre la demostración.
Buena parte del Libro IV de la obra de Durero está dedicada a los poliedros regulares y
semiregulares. Durero describe los poliedros regulares en la forma siguiente (Akal, p.295):
«[...] cuerpos que son iguales en todo, caras, ángulos y lados, a los que Euclides llama
corpora regularia. Él describe cinco, pues no pueden ser otros que los que se inscriben
en su totalidad tangentes a una esfera. Éstos, por ser útiles para muchas cosas, son
los que quiero mostrar aquí.»
A continuación, Durero describe, uno por uno, los cinco poliedros regulares, indica el
número de caras, aristas y vértices, y representa, por primera vez en la Historia de la
geometría, cada uno de los cuerpos por su desarrollo en un plano y por dos proyecciones
ortogonales sobre los planos horizontal y vertical, lo que, en alguna medida, es un
antecedente de la Geometría Descriptiva de Monge. Durero no da la representación de los
poliedros en perspectiva, aunque parece ser que en sus manuscritos hay tentativas de
hacerlo.
Así por ejemplo, introduce el primer poliedro regular, el Tetraedro, a quien no nombra
explícitamente, con estas palabras:
«En primer lugar está un cuerpo triangular que tiene cuatro caras planas triangulares
de ángulos iguales y seis aristas iguales. Como lo he dibujado a continuación, abierto,
cerrado en planta y luego en alzado.»
Desde luego resultan muy explícitas las nociones de proyección horizontal y vertical como
planta y alzado, respectivamente.
Durero describe de forma totalmente análoga, y de forma repetitiva, el resto de los poliedros
regulares, Octaedro, Cubo, Icosaedro y Dodecaedro.
232
LOS DESARROLLOS Y LAS PROYECCIONES DE LOS
SÓLIDOS PLATÓNICOS EN EL UNDERWEYSUNG DE DURERO
233
EL UNDERWEYSUNG DER MESSUNG DE DURERO
Así pues, el tratado de Durero tiene una misión didáctica de enseñar los rudimentos geométricos a
los que pretenden cultivar el Arte. En sí no es, pues, un tratado de Geometría pura, diferenciando,
en general, lo que es una prueba apodíctica estrictamente matemática de las construcciones
meramente aproximadas de objetos geométricos.
El primero de los cuatro libros describe la construcción de un diverso conjunto de curvas: las tres
secciones cónicas, la Espiral de Arquímedes, la Espiral logarítmica, La Concoide de Nicomedes, la
Epicicloide, la Hipocicloide, el Caracol de Pascal y otras. En el libro segundo Durero ofrece
métodos exactos y aproximados de construcción de polígonos regulares, entre ellos los de 5, 7, 9, 11
y 13 lados y sus derivados (por ejemplo el de 15 lados a partir del pentágono. También estudia los
pavimentos del plano y da métodos aproximados para la Cuadratura del círculo y la Trisección del
ángulo con regla y compás. En el libro tercero Durero estudia pirámides, cilindros y otros cuerpos
sólidos; ilustra la aplicación práctica de la Geometría a las tareas concretas de arquitectura,
ingeniería, decoración, e incluso tipografía, de modo que también construye geométricamente las
letras del alfabeto latino y gótico. Finalmente en el libro cuarto Durero estudia los sólidos
platónicos y algunos arquimedianos. Además trata el famoso problema délico de la Duplicación del
cubo, así como la teoría de las sombras y una breve introducción a la teoría matemática de la
Perspectiva como arte de representar figuras tridimensionales en un plano a partir de ciertas
reflexiones geométricas. Tal como plantea Durero su discusión sobre la Perspectiva, no es una
mera disciplina técnica al servicio de la Pintura o la Arquitectura, sino que debe ser una rama
importante de las Matemáticas, y efectivamente, a partir de Durero así evolucionó hacia la
disciplina matemática que conocemos como Geometría Proyectiva, de la que Durero es, sin duda
uno de los principales pioneros.
234
EL UNDERWEYSUNG DER MESSUNG DE DURERO
El Libro I del Underweysung der messung de Durero empieza con estas palabras:
235
DURERO, ARTISTA Y MATEMÁTICO
Como los artistas–geómetras italianos, Durero estaba convencido de que el nuevo Arte
debería ser fundamentado sobre la ciencia, y en particular sobre la Matemática, la más
exacta, lógica y gráficamente constructiva de todas las ciencias. Y en efecto, para Durero
Italia le ofrecería no sólo nuevas ideas en Arte sino también un mundo donde estaba
teniendo lugar un espectacular renacimiento de las Matemáticas. Realizó un primer
viaje a Italia en 1494, y aunque en él no pudo contactar con ningún matemático de
renombre, sí que trabó relación con Jacopo de Barbari –el presunto autor del famoso
cuadro sobre Pacioli con los atributos matemáticos– quien le habló del trabajo
matemático del franciscano y de su importancia sobre las doctrinas acerca de la belleza
y el Arte. Durero tampoco pudo conocer a Leonardo, pero sí saber de la excepcional
importancia que el gran genio de Vinci concedía a las Matemáticas como fundamento,
instrumento y vehículo expresivo para el Arte.
De regreso a su ciudad natal, Nuremberg, Durero se siente impelido a comenzar serios
y profundos estudios de Matemáticas. Teniendo acceso a la nutrida y valiosa biblioteca
de Regiomontano, empieza por Los Elementos de Euclides, algunas obras de
Arqímedes y De Architectura de Vitrubio y se familiariza con los estudios de Alberti y
Pacioli sobre Arte y Matemáticas, y en particular con las teorías sobre la proporción.
Ello empieza a dar sus frutos en la Pintura a partir de 1500, cuando las obras de Durero
muestran una manifiesta influencia de la Teoría matemática de la Proporción. Así se
advierte en el famoso autorretrato con Ecce Homo de 1500 –donde las dimensiones de la
cabeza guardan una estricta proporcionalidad– y sobre todo en el grabado de Adán y
Eva (1504) donde aplica intrincadas construcciones con regla y compás; también en sus
grabados en madera sobre La vida de la Virgen (1502–1505), donde, además, impone su
dominio de la perspectiva, alcanzado con sus estudios de Geometría. Con estos
trabajos Durero adquiere una amplia reputación como artista y como matemático al
conjugar de forma equilibrada la perfección estética y los saberes matemáticos
cumpliendo un proyecto de inspiración humanista: fundamentar el arte de la Pintura
sobre la Geometría para elevar la profesión al rango de Arte Liberal.
Entre 1505 y 1507 Durero vuelve de nuevo a Italia, pero esta vez le mueve más aprender
las Matemáticas que el Arte de los italianos. A la búsqueda de los secretos matemáticos
del Arte, Durero visita en Bolonia a Pacioli y se obsesiona por alcanzar las cumbres del
conocimiento matemático, regresando a Alemania con el firme propósito de
profundizar en los saberes geométricos y sus aplicaciones a las Artes.
Durero así lo hace, estudia y recopila notas matemáticas que utilizará después en sus
trabajos matemáticos, mientras produce destacadas obras de arte, entre ellas la de
mayor importancia matemática, La Melancolía (1514) un grabado pleno de simbolismo
geométrico, matemático y freudiano.
En 1525 Durero publica Underweysung der messung, una extensa e intensa enciclopedia
geométrica para artistas, con una ingente amplitud temática : estudio de diversas
curvas –espirales y hélices, generación de cónicas, la primera sinusoide, el Folium de
Durero, la Epicicloide, la Concoide, etc.–, Teoría de las Proporciones, división de un
arco de círculo –construcción de polígonos regulares–, pavimentos y rosetones,
problemas clásicos griegos –Cuadratura del círculo, Duplicación del cubo, Trisección
del ángulo–, poliedros –platónicos y arquimedianos–, Perspectiva central, etc.
En 1527 Durero publica Ettliche underricht, un tratado sobre fortificaciones que, ante la
flagrante amenaza turca, tuvo gran trascendencia militar en la defensa de las ciudades.
Con sus métodos de resolver los problemas de proyección y describir el movimiento de
los cuerpos en el espacio, puede decirse que Durero anticipa algunos aspectos de la
Geometría Descriptiva de Monge.
236
DURERO, ARTISTA Y MATEMÁTICO
Durero es un gran geómetra, pero debido a su genialidad como artista, grabador y
colorista, quizá no se ha valorado suficientemente su faceta de geómetra, que es la
fuente de su Arte.
En su estancia en Italia, Durero tuvo una experiencia que le impactó para siempre.
Jacopo de Barbari le mostró dos figuras, una masculina y otra femenina, construidas
mediante métodos geométricos que no le reveló. Lo hubiera dado todo por conocerlo.
Como artista y como matemático a Durero lo que más le interesa son las teorías sobre la
proporción y su aplicación al Arte sobre la que realizó una inagotable investigación
personal que culmina en su obra de 1528 Cuatro libros sobre las proporciones del cuerpo
humano, donde fundamenta su Filosofía de la belleza en la armonía de las
proporciones, redundando en el gran principio estético de la antigüedad y del
Renacimiento italiano, según el cual «la belleza consiste en la armonía de las partes
entre sí y con el todo», lo que se llamó harmonia en griego, symmetria o concinnitas, en
latín y convenienza en el italiano de Alberti, Pacioli, Leonardo, Barbaro y Palladio.
Durero lo designa con el polisémico término de Vergleichung: «Lo mismo que cada parte
en sí debe ser convenientemente dibujada también su reunión debe crear una armonía de
conjunto, [...], porque a los elementos armoniosos se les tiene por bellos».
¿Pero cómo alcanzar una buena proporción? La solución o al menos una aproximación a
ella está en la Geometria (nombre griego latinizado): «El error es consustancial con la
facultad de conocer, [...], pero aquel que apoya su obra en una demostración geométrica y
muestra una verdad bien fundada, todo el mundo debe creerlo, [...], y es justo tener a ese
hombre por un maestro que haya recibido un don de Dios. Y los principios de su
demostración son deseables de oír y sus obras aún más agradables de ver».
El que entiende esta Geometría, según Durero, la ha recibido como «don de Dios», el
Dios Geómetra que, en lenguaje del Libro de la Sabiduría (que cita en diversos pasajes),
creó el mundo según «las leyes de la medida, del número y del peso». Al ser de esencia
divina, esta Geometría es con frecuencia un ideal fuera del alcance de las criaturas que
por naturaleza no pueden llegar a tanta perfección, ya que el saber geométrico de que
disponen tiene un contenido cognitivo limitado. Pero cuanto más se sepa mejor «porque
uno se hace más semejante a la imagen de Dios que todo lo sabe» aumentando el poder
creador del artista-geómetra. Además, «el que enseña a los otros lo que ha aprendido,
obra bien, porque en ello sigue la voluntad de Dios, por quien nosotros sabemos».
Durero distingue una Geometría demostrativa, euclidiana Geometria –en latín– y una
Geometría constructiva –la Messung–, que enseña reglas y métodos. La diferencia entre
los conceptos abstractos de la Geometria y los objetos visibles y extensos de la Messung
queda patente en Durero cuando considera junto a la definición euclidiana de punto
como elemento geométrico sin tamaño –sin longitud, ni anchura ni grosor–, como hacía
Leonardo en el Tratado de la Pintura, una realización práctica «como un diseño hecho
con la punta de una pluma». La Geometría, al demostrar, hace partícipe al artista–
geómetra de la verdad divina, pero no se puede demostrar todo, por lo que debemos
auxiliarnos del Arte de la Medida, adquiriendo una sólida experiencia contemplando la
naturaleza y operando medidas empíricas sobre ella «porque en verdad el Arte [es decir,
el saber], se encuentra encerrado en la naturaleza; el que sabe extraerlo de ella, lo
posee,[...] y gracias a la Geometría, puedes demostrar la justeza de muchas cosas en tu
obra. [...]. Si te has instruido en la teoría y la práctica, el arte adquirido ha dotado a tu
ojo de un justo sentido de la medida».
Según Durero la práctica de las construcciones geométricas forma el ojo y el espíritu
del artista-geómetra y le proporciona la seguridad «que hace la mano obediente».
237
El Libro IV del Underweysung de Durero prosigue con el estudio de los poliedros irregulares,
algunos de ellos arquimedianos (siete en la edición de 1527 y nueve en la póstuma de 1538)
y lo hace de manera bastante diferente a los estudios de Piero della Francesca y Luca
Pacioli. Mientras Piero sólo trunca cada uno de los poliedros regulares y Pacioli obtiene de
cada sólido platónico el cuerpo truncado y el elevado (no necesariamente arquimediano)
que se obtiene al añadir una pirámide de caras equiláteras a cada una de las caras, y
después representa en perspectiva los diversos cuerpos, primero macizos y luego vaciados,
sobre figuras bellamente diseñadas por Leonardo, Durero se conforma con dar los
desarrollos planos de los sólidos, después de describir sus elementos geométricos –caras,
aristas y vértices–. Lo que interesa a Durero es su sencilla construcción – a partir de estos
desarrollos planos–, tal vez inspirado en los modelos de diversas colecciones de poliedros
construidas por Pacioli, que circularon por Italia coincidiendo con la estancia de Durero en
esa tierra.
Además, Durero como otros artistas del Renacimiento difunde la idea de que los poliedros
son modelos de gran valor artístico y por ello merecen la atención de todo artista (Akal, 304):
«Con estos elementos [los poliedros irregulares], intercambiando sus partes, se
pueden hacer muchas cosas que sirven para la talla de columnas y sus adornos.»
A continuación, Durero describe uno por uno hasta ocho de estos cuerpos:
«El primer cuerpo, cuyos planos no son todos iguales «El segundo cuerpo irregular tiene seis caras
entre sí, tiene cuatro caras hexagonales y cuatro octogonales y ocho triangulares. Cuando se
triangulares, pero las aristas son todas de la misma monta este cuerpo, que está dibujado abierto,
longitud. Y cuando este cuerpo. que está abierto, se tiene veinticuatro vértices y treinta y seis
monta, tiene doce vértices y dieciocho aristas.» aristas.»
Es un Tetraedro truncado. Es un Cubo truncado.
238
«El tercer cuerpo irregular tiene seis caras «El cuarto cuerpo tiene, abierto, ocho caras
cuadradas y ocho triangulares. Cuando se monta hexagonales y seis cuadradas. Cuando se monta,
este cuerpo, que está abierto, tiene doce vértices y el cuerpo tiene veinticuatro vértices y treinta y
veinticuatro aristas.» seis aristas.»
Es un CuboOctaedro. Es un Octaedro truncado.
Diseños de Leonardo para La Divina Proporción del RombiCuboOctaedro macizo (solidus) y vaciado
(vaccus), poliedro arquimediano muy caro a Luca Pacioli.
A la derecha, el desarrollo plano de este poliedro en el Libro IV de Underweysung de Durero (Akal, p.301):
«El quinto cuerpo, cuando está abierto, tiene dieciocho caras cuadradas y ocho triangulares. Cuando se
torna un cuerpo con ellas, tiene veinticuatro vértices y cuarenta y ocho aristas.»
239
«El sexto cuerpo, cuando está desplegado, tiene seis «El séptimo y siguiente cuerpo, cuando está
caras cuadradas y treinta y dos triangulares. abierto, tiene seis caras octogonales y ocho
Cuando se monta, tiene veinticuatro vértices y hexagonales y doce cuadradas, y cuando se monta,
sesenta aristas.» tiene cuarenta y ocho vértices y setenta y dos
Es un Cubo doblemente truncado (llamado aristas.»
también Cubo redondeado). Es un RombiCuboOctaedro mayor (llamado
también CuboOctaedro truncado).
«El octavo cuerpo hazlo de seis caras dodecagonales, entre las cuales hay treinta y dos triángulos; no tienen
todos los lados de la misma longitud, tal como está dibujado abierto.»
Los polígonos de este desarrollo no son regulares, por tanto no podrían formar un poliedro arquimediano.
Durero intenta dibujar el desarrollo de un poliedro que resulte de truncar un cubo truncado, pero comete un
error muy significativo. Resulta que en ocho de los vértices (los de la parte superior izquierda y derecha de
los cuatro dodecágonos centrales) sus ángulos planos concurrentes suman exactamente 360º, por tanto, según
la Proposición XI.21 de Los Elementos de Euclides, no se puede formar el ángulo sólido, es decir, no se puede
plegar los polígonos para formar el vértice del poliedro.
240
La edición póstuma de 1538 del Underweysung de Durero añade dos nuevos poliedros
arquimedianos :
«Haz también otro [cuerpo] de veinte caras «Haz otro cuerpo de doce caras planas
hexagonales planas, equiláteras y equiángulas, a las pentagonales y veinte caras planas
cuales se añaden doce caras planas, pentagonales, triangulares tales que cada cara tenga
cuyos lados son iguales a los de las caras ángulos interiores iguales. Cuan do las
hexagonales, que, en sí, sean equiángulas y estén reúnas todas, tendrás un cuerpo de treinta
unidas según buen orden, como he representado vértices y sesenta aristas, como he
abierto en el plano que se encuentra aquí abajo. representado abierto en el plano de debajo.
Cuando unimos todo esto, tendremos un cuerpo que Este cuerpo toca también con todos sus
contará con sesenta y dos vértices y noventa aristas. vértices el interior de una esfera hueca.»
Este cuerpo toca con todos sus vértices el interior de Es un IcosiDodecaedro.
una esfera hueca.»
Es un Icosaedro truncado.
241
EL PROBLEMA CLÁSICO DE LA DUPLICACIÓN DEL CUBO
EN EL UNDERWEYSUNG DE DURERO
(Durero, Akal, 2000, pp.304–305)
242
EL GRABADO LA MELANCOLIA I DE DURERO
244
EL SIMBOLISMO MATEMÁTICO DE LA MELANCOLIA I DE DURERO
Algunas cuaternas particulares de números en el cuadrado mágico de Durero que suman el valor mágico.
245
DURERO, LA GEOMETRÍA ESENCIA DE LA BELLEZA
La Matemática ha sido uno de los argumentos más
importantes en las especulaciones teóricas de
Durero sobre el Arte que pretendían elevar a
intelectual el carácter artesanal de la actividad
artística, tema recurrente en el Renacimiento.
Durero puso la Geometría al servicio de su
expresividad en el Arte por su capacidad de evocar
simbólicamente a través de un ideal de belleza, lo
esencial, lo original, lo inmutable y lo verdadero,
en el afán de conocimiento de lo universal, de
modo que subyace en toda obra de Durero una
geometría, ostensible o secreta, que conforma
proporciones, da significado a las intenciones del
artista y contribuye a la emoción y al misterio que
emana de la sublime belleza de sus composiciones.
Pero Durero no se limita a la aplicación sobre el
Arte de la Matemática útil o práctica sino
también a los aspectos filosóficos de las
Matemáticas –los saberes matemáticos– de modo
que con Durero hablamos de Arte, Geometría y
Pensamiento.
Para Durero la armonía de las proporciones es la
esencia de la Belleza en su Filosofía de la
Estética. Genio, ingenio y técnica, presiden sus
cálculos, proporciones y simetrías, fundamento
de la belleza que trasmite su obra de arte, que en
modo alguno es casual, sino consecuencia de la
primigenia armonía pitagórico-platónica de las
proporciones que como matemático descubre y
como artista aplica.
Durero, autorretrato como Ecce Homo, a los 28 Al experimentar la revelación de unas
años (1500). Munich, Alte Pinakothek. proporciones geométricas que simbolizan la
unidad de la Belleza, el arte de Durero ha dado
Hay una profunda geometrización en esta obra un giro filosófico que alcanza el clímax en el
articulada por medio de una serie de triángulos
equiláteros, figura que acerca a la perfección divina. grabado de La Melancolia I.
247
LOS POLIEDROS COMO ELEMENTO DECORATIVO
A partir del Renacimiento abunda la Literatura poliédrica, como muestra estas ilustraciones
donde aparece el simbolismo poliédrico sobre todo con modelos similares a los de Leonardo:
1. Representación de los Sólidos Platónicos (con una asociación de los cuatro elementos con los
poliedros regulares diferente a la de Platón) en un grabado de 1549 del artista A.Herschvogel.
2. Portada de la Obra de J.Cousin del Livre de Perspective (1560).
3. Fantasía escultural poliédrica de L. Stoer en su obra Geometria et Perspectiva (1567).
4. Lámina del libro de W. Jamnitzer Perspectiva Corporum Regularium (1568) con formas
poliédricas basadas en los sólidos platónicos.
248
La Cosmología poliédrica de Kepler
Johannes Kepler fue uno de los matemáticos más brillantes de su época. Además de sus
descubrimientos científicos en el terreno de la Astronomía y del incipiente Cálculo Integral,
realizó importantes avances en el estudio de los poliedros, donde extendió y sistematizó los
resultados conocidos hasta entonces. Mientras que los llamados artistas geómetras
descubrían y estudiaban poliedros particulares, Kepler tuvo un enfoque más matemático a
base de definir clases de poliedros, descubrir los miembros de la clase y demostrar que con
ellos el conjunto está completo. Esto es precisamente lo que hace con los llamados
poliedros arquimedianos. Aún así, el espíritu científico, digamos moderno, de Kepler, no
pudo sustraerse al misticismo del platonismo vigente, de modo que en su obra Harmonice
Mundi (1619) intenta incluso demostrar la asociación que había hecho Platón en el Timeo de
los sólidos regulares con los clásicos elementos.Kepler fue de tal modo seducido por la
cosmogonía pitagórico-platónica que elaboró una Cosmología basada en los cinco sólidos
regulares, en la creencia de que estos serían la clave utilizada por el creador para la
construcción de la estructura del Universo.
En la época de Kepler sólo se conocían seis planetas, Mercurio, Venus, la Tierra, Marte.
Júpiter y Saturno. Mientras que hay infinitos polígonos regulares sólo existen cinco poliedros
regulares. No podía ser una casualidad, la mano del Dios geómetra no improvisa. Kepler
pensó que los dos números estaban vinculados: «hay sólo seis planetas porque hay sólo
cinco poliedros regulares», y da una visión del sistema solar que consiste en sólidos
platónicos inscritos, encajados o anidados unos dentro de otros, relacionando los radios de
las esferas concéntricas circunscritas que intervienen con las órbitas de los planetas. Al
creer que había reconocido el esqueleto invisible del Universo en esas estructuras perfectas
que sostenían las esferas de los seis planetas, llamó a su revelación El Misterio Cósmico.
Detalles del modelo cosmológico de Kepler basado en los sólidos pitagórico-platónicos. Aparecen
las esferas de Marte, la Tierra, Venus y Mercurio con el Sol en el centro.
Según la explicación detallada, dentro de la órbita o esfera de Saturno Kepler inscribió un Cubo; y
dentro de éste la esfera de Júpiter circunscrita a un Tetraedro. Inscrita en éste situó a la esfera de
Marte. Entre las esferas de Marte y la Tierra estaba el Dodecaedro; entre la Tierra y Venus el
Icosaedro; entre Venus y Mercurio el Octaedro. Y en el centro de todo el sistema el Astro Rey, el Sol.
251
CONSTRUCCIONES POLIÉDRICAS DE KEPLER
252
LA INFLUENCIA DEL TIMEO DE PLATÓN EN
LA COSMOGONÍA POLIÉDRICA DE KEPLER
Las asociaciones que Platón hace en El
Timeo de los sólidos regulares con los
elementos naturales primarios de
Empédocles impresionaron tanto a
Kepler, que intentó dar una ingeniosa
explicación de las mismas, justificativa
de la Cosmogonía pitagórico-platónica.
Kepler asume intuitivamente que el
tetraedro encierra el menor volumen
para su superficie, mientras el
icosaedro encierra el mayor. Siendo las
relaciones entre superficie y volumen
cualidades de sequedad y humedad, y
ya que el fuego es el más seco de los
cuatro elementos y el agua el más
húmedo, el tetraedro debe representar
el fuego y el icosaedro el agua. El cubo,
al ser el poliedro de mayor estabilidad,
es asociado con la tierra. El octaedro
como cogido por sus dos vértices
opuestos con los dedos pulgar e índice
puede hacérsele girar fácilmente, tiene
la inestabilidad del aire. Finalmente el
dodecaedro es asociado con el universo
Representación poliédrica visual de la Cosmogonía pitagórico- porque tiene doce caras como doce son
platónica de Kepler (Harmonice Mundi, 1619). los signos del zodiaco.
253
LOS POLIEDROS ARQUIMEDIANOS DE KEPLER
Los trece sólidos arquimedianos en la obra de Kepler Harmonice Mundi de 1619 (Proposición II.28). Las
ilustraciones de estos poliedros fueron realizadas por el amigo de Kepler, Profesor de la universidad de
Tubinga, Wilhelm Schickard.
Algunos de los poliedros arquimedianos habían sido estudiados por azar, en el Renacimiento, de forma
parcial e individual, creyendo incluso que podrían formarse poliedros de este tipo en número infinito.
La gran contribución de Kepler al tema estriba en que define esta clase de poliedros, la explora de forma
sistemática y encuentra que el conjunto de los trece sólidos arquimedianos está completo.
Construcciones poliédricas de
Kepler en el libro Epitome de
Astronomía copernicana:
1. Construción de un Dodecaedro
por adjunción de «tejados» a las
seis caras de un cubo.
2. Construcción de un Dodecaedro
rómbico por adjunción de
«tejados».
254
LA ARMONÍA DEL UNIVERSO DE KEPLER
255
Los poliedros en los tiempos modernos
La famosa Fórmula de Euler que relaciona caras, vértices y aristas de un sólido platónico:
«en todo poliedro convexo, el número de vértices menos el número de aristas más el
número de caras es igual a dos» (V – A + C = 2), es posible que fuera conocida por el
matemático de la Academía platónica, Teeteto y por Arquímedes, pero es Descartes quien
primero la establece hacia 1635, aunque este hecho no fue conocido hasta 1860 con la
publicación de sus Oeuvres inédites por P.Tannery. Euler la obtuvo de nuevo de forma
independiente en 1752, dando una sencilla prueba inductiva. Hoy se estudia como un
invariante topológico y es uno de los tópicos más representativos de la moderna Topología
Algebraica, en relación con la Característica de Euler-Poincaré de una superficie.
256
DESCARTES Y LOS POLIEDROS
257
A partir de la Fórmula de Euler se puede demostrar por procedimientos muy elementales la
Proposición XIII.18 que culmina con broche de oro la composición de Euclides: la existencia
de justamente cinco poliedros regulares distintos .
Cada poliedro se caracteriza por el símbolo (p,q) que significa que concurren en cada vértice
q caras p-gonales. En el caso de un poliedro regular, además de la Fórmula de Euler se
verifican las siguientes sencillas relaciones numéricas:
q·V = 2·A = p·C ,
de donde se obtienen fórmulas que permiten expresar V, A y C como funciones de p y q.
En efecto:
V A C V−A+C 2 4pq
= = = = = ,
1 1 1 1 1 1 1 1 1 2p + 2q − pq
− + − +
q 2 p q 2 p q 2 p
De donde se obtiene:
4p 2pq 4q
V= , A= , C= .
2p + 2q − pq 2p + 2q − pq 2p + 2q − pq
Ya que estos números deben ser positivos y así son los numeradores, también deben ser
positivos los denominadores, de modo que los posibles valores de p y q están restringidos
por la desigualdad: 2p+2q–pq > 0 o la equivalente (p–2)((q–2) < 4, de modo que los únicos
productos posibles pueden ser:
1·1 o 2·1 o 1·2 o 3·1 o 1·3 .
Estas cinco posibilidades nos dan una prueba elemental del aludido Teorema de Euclides: la
existencia de justamente cinco sólidos platónicos que corresponden a los tipos:
(3,3) [Tetraedro] , (4,3) [Cubo] , (3,4) [Octedro], (5,3) [Dodecaedro], (3,5) [Icosaedro].
A finales del siglo XIX el estudio de los poliedros recibió nuevo impulso con la aplicación de
la Teoría de Grupos en Matemáticas y Cristalografía, sobre todo por parte de F.Klein, que en
su obra El Icosaedro y la Solución de las Ecuaciones de Quinto Grado, estudia los grupos
de simetrías de los poliedros regulares obteniendo:
• El Grupo Tetraédrico que es isomorfo con el grupo alternado A4 de las permutaciones
pares de cuatro elementos.
• El Grupo Octaédrico (que es el mismo que el grupo del cubo), isomorfo con el grupo
simétrico S4 de las permutaciones de cuatro elementos.
• El Grupo Icosaédrico (que es el mismo que el Grupo Dodecaédrico), isomorfo con el
grupo alternado A5 de las permutaciones pares de cinco elementos.
La consideración de estos grupos permite explicar la dualidad entre el octaedro y el cubo así
como entre el icosaedro y el dodecaedro y en general situar la Teoría de los Sólidos
Platónicos en una perspectiva totalmente nueva, relacionando campos muy diversos de las
Matemáticas como los poliedros regulares, la Teoría de Grupos y la resolubilidad de las
ecuaciones algebraicas mediante radicales.
258
Los Poliedros en el Arte del siglo X: Gaudí, Escher y Dalí
En la modernidad los poliedros han seguido siendo un tema inagotable que penetra ya no
sólo en las profundidades matemáticas sino en la inspiración de los creadores y diseñadores
que idean abundantes filiaciones de poliedros más o menos regulares derivados de los cinco
antepasados platónicos. Mencionemos someramente a tres grandes artistas del siglo XX:
Gaudí, Escher y Dalí.
Gaudí desarrolló una capacidad casi milagrosa de utilizar todas las formas geométricas y no
sólo como nueva morfología estética en el ámbito de la belleza sino como componente
estructural desde la perspectiva gravitatoria de las cargas. Se definía así mismo como
geómetra («yo soy geómetra que quiere decir hombre de síntesis») y al considerar la
naturaleza como fuente de inspiración escribía: «en la naturaleza está el principio y el fin de
todas las formas», no podía ignorar las formas poliédricas.
Gaudí utilizó luces en forma de dodecaedro tanto en la cripta de la Sagrada Familia como en
la catedral de Palma de Mallorca y es curioso saber que colgaban del techo de su obrador
algunos poliedros.
En los pináculos de los campanarios la Sagrada Familia, tanto en la fachada del Nacimiento
como en la de la Pasión, aparecen complejas formas resultantes de la intersección de
diversos poliedros (sobre todo cubos y octaedros) con esferas, con vaciados cilíndricos
funcionales que crean espacios donde situar la original iluminación. En los cuatro pináculos
de los campanarios de la fachada de la Gloria están presentes dodecaedros regulares.
Si en las proporciones de la Sagrada Familia, Gaudí optó por las relaciones 1/4, 1/3, 1/2,
2/3, 3/4, 1, asociadas a los divisores de 12 y hay doce campanarios con pináculos, no es de
extrañar que los tres poliedros regulares que intervienen sean el cubo y el octaedro de 12
aristas y el dodecaedro de doce caras.
259
LOS POLIEDROS
EN LA SAGRADA FAMILIA DE GAUDÍ
ANAGRAMA DEL AÑO MUNDIAL (2000)
DE LAS MATEMÁTICAS
2002
Any mundial
de Gaudí
Las torres de la Sagrada Familia, por su despliegue geométrico poliédrico, donde abunda la maclación
(intersección) de cuerpos geométricos, fue el anagrama del Año Mundial (2000) de las Matemáticas en
Cataluña.
En este anagrama aparece la descripción de una estructura poliédrica presente en un pináculo de la
Sagrada Familia (figuras 3, 4, 5 de la ilustración):
1. Poliedro pseudoregular obtenido por truncamiento de los vértices de un octaedro o de un cubo y una
esfera interior, secante en todas sus caras, dos de ellas perforadas para dar paso a focos luminosos.
2. Formación del poliedro per truncamiento de vértices del octaedro regular.
3. Formación del poliedro por truncamiento de vértices del cubo.
260
Como en otros muchos artistas, la Geometría ha servido a Escher uno de los argumentos
más importantes en sus especulaciones artísticas, hasta el punto de que llega a escribir que
él mismo no está seguro de si está haciendo Arte o Matemáticas.
Escher estaba fascinado por la misteriosa regularidad de las formas minerales con las que
debía tener frecuente contacto al tener un hermano que era geólogo de profesión: «hay algo
de estremecedor en las leyes que gobiernan las formaciones cristalinas». De ahí nace su
interés por los poliedros, cuyas formas utilizará con asiduidad en los múltiples modelos de
diversos materiales y en numerosos grabados donde los dibuja en diversas posiciones. Con
el fin de tenerlos en todo momento presentes, Escher construyó con hilo y alambre un
modelo de los cinco cuerpos platónicos, inscritos unos en otros, que le acompañaba
siempre.
Los poliedros son el tema principal en
las siguientes dibujos de Escher:
Cristal (1947), Estrellas (1948),
Planetoide doble (1949), Orden y
caos (1950), Gravitación (1952),
Planetoide tetraédrico (1954). Como
tema secundario también aparecen
en numerosos grabados, entre ellos
Reptiles (1943) y Cascada (1961).
Entre las piezas de arte más
interesantes de Escher está el
Poliedro con flores (1958) que
consiste en cinco tetraedros que al
compenetrarse mutuamente dan lugar
a una especie de dodecaedro
romboidal en forma de estrella. Otra
curiosa pieza es la Galletera (1963)
en forma de icosaedro adornado con
conchas y estrellas de mar.
Entre los mundos fantásticos que
Escher diseña sobresale un
extravagante edificio submarino,
plamado en la litografia Platelmintos
(1959), con la que demuestra que es
posible rellenar sin hueco alguno una
Escher. Estrellas, xilografía, 1949. Es un universo
poblado de todo tipo de poliedros (platónicos, superficie, alternado la presencia de
dodecaedro rómbico, cubooctedro, icositetraedro, tetraedros y octaedros. Para una
rombocubooctaedro, etc.) en torno a una estructura comprobación de este hecho
formada por tres octaedros. mediante ensamblados de desarrollos
planos de ambos poliedros.
Para Dalí, como para otros muchos artistas, la Geometría proporciona importantes
fundamentos y argumentos en las reflexiones teóricas previas a la obra de arte. En
particular la Divina Proporción y los poliedros regulares, además de las implicaciones
estéticas acreditadas por su presencia en algunos de sus cuadros, asumen una función de
orden cosmológico, científico, místico, teológico y simbólico. En la aplicación constante de la
Matemática a su pintura, Dalí sintetiza siglos de tradición geométrica y simbólica pitagórica y
platónica.
Dalí se había interesado en los años 30 del pasado siglo por las investigaciones de M.
Ghyka acerca de la sección áurea, la geometría y la numerología pitagóricas, lo que deja
una huella en su arte que adquiere una estrecha relación entre Ciencia y Religión.
Como reminiscencia platónica la mitología en torno al dodecaedro le ha servido a Dalí para
evocar y asumir una fuerte carga simbólica en algunas de sus composiciones.
261
EL MÁGICO UNIVERSO POLIÉDRICO DE ESCHER
Diseños poliédricos platónicos y estrellados de Escher con diversos grabados: Tetraedro, Octaedro,
Dodecaedro e Icosaedro regulares y Dodecaedros estrellados.
262
EL SIMBOLISMO MÍSTICO DE LOS SÓLIDOS
PLATÓNICOS EN LA CREATIVIDAD DE DALÍ
1. Dalí. El Sacramento de la Eucaristía en la Última Cena. 1955. Colección Chester Dale. Galería
Nacional de Arte. Washington.
En La Ultima Cena de Dalí, Jesucristo instaura el Sacramento de la Eucaristía bajo la quintaesencia
del Dodecaedro cósmico, supremo emblema pitagórico-platónico del universo. Dalí se hace eco con
frecuencia del simbolismo místico que Platón y los artistas del Renacimiento habían otorgado al
Dodecaedro, tal como había enfatizado Luca Pacioli en su obra La Divina Proporción de 1509
(Cap.LV) la idea platónica (Timeo, 55c) de la acción demiúrgica divina en la delineación del universo
mediante el Dodecaedro: «La forma de doce bases pentagonales la atribuyó Platón al cielo como
receptáculo de todas las cosas, [...]».
2. Dalí. A la búsqueda de la cuarta dimensión. Óleo sobre tela. Colección particular 1979.
Análisis surrealista del inconsciente en la Geometría tetradimensional del espacio-tiempo de
Einstein, aludido aquí por la rueda junto a la caverna (cóncava y convexa) y el reloj blando. A través
de la fascinación por el Dodecaedro que contiene en sus caras pentagonales la esencia de la Divina
Proporción, Dalí pone la más racional de las ciencias, la Geometría, al servicio de su expresividad en
la conquista de lo irracional. La pareja de espaldas recuerda a Platón y Aristóteles en La Escuela de
Atenas, de Rafael.
Como reminiscencia pitagórica y platónica, la mitología en torno al Dodecaedro, asiste a Dalí para
evocar y asumir una fuerte carga mística y simbólica en algunas de sus creaciones artísticas.
263
EL SIMBOLISMO MÍSTICO DE LOS SÓLIDOS
PLATÓNICOS EN LA CREATIVIDAD DE DALÍ
265
La Historia de la Matemática como recurso
didáctico e instrumento de integración cultural
de la Matemática