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W.

Wynn Westcott
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE
LA KABALA
An Introduction to the Study of the Kabalah

BIBLIOTECA UPASIKA
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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

W. Wynn Westcott

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

CONTENIDO
Prefacio, página 4.
La Kábala, página 5.
La Kábalah Práctica, página 16.
La Kábalah Dogmática, página 22.

ILUSTRACIONES:
Lámina I – Las Sefiroth, página 29.
Lámina II – El Árbol de la Vida Sefirótico, página 30.
Lámina III – Adam-Kadmon, página 31.
Lámina IV – Asignación de Jehová. IHVH. Las Tríadas en el Árbol,
página 32.
Lámina V – El Rayo Relampagueante. Los Tres Pilares, página 34.
Lámina VI – Las Diez Sefiroth y los Veintidós Senderos, página 35.

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PREFACIO
Los estudiantes de literatura, filosofía y religión que tienen alguna
simpatía por las ciencias ocultas podrían muy bien prestar alguna atención a la
Kábalah de los rabinos hebreos de tiempos antiguos; pues cualquiera que sea
la religión mantenida por el investigador, no sólo ganará en conocimiento,
sino que ampliará sus visiones sobre la vida y el destino, por comparación de
otras formas de religión con las creencias y doctrinas en las que ha sido
nutrido, o que ha adoptado después de haber alcanzado la edad madura y los
poderes de discreción.
Estando completamente persuadido del bien que de aquí se deriva,
deseo llamar la atención sobre los dogmas de la vieja Kábalah hebrea. Tuve la
fortuna de ser atraído a este estudio en un modo algo recóndito, en un período
temprano de la vida, y he tenido ocasión de emplear un poco de tiempo en
años subsiguientes para recolectar algún conocimiento de esta filosofía
religiosa hebrea; mi información sobre el asunto ha sido aumentada por el
hecho de ser miembro de “La Sociedad Rosacruz”. Sin embargo, los libros
kabalísticos son muy numerosos y largos, y además sólo pueden ser
estudiados en el hebreo rabínico y caldeo, por lo que me siento hoy en día
menos confiado de mi conocimiento de la Kábalah de lo que lo estaba hace
veinte años, cuando fue publicado este ensayo por primera vez, después de
haber sido dado en forma de lecturas a una Sociedad de Estudiantes
Herméticos en 1888. Desde esa fecha han sido publicados una traducción
francesa de “El Zohar”, por Jean de Pauly, y un trabajo titulado “La Literatura
e Historia de la Kábalah”, de Arthur E. Waite; sin embargo, pienso que este
pequeño tratado lo encontrarán de interés los que carecen del suficiente ocio
para dominar los trabajos más complejos sobre la Kábalah.
Se ha hecho referencia por necesidad al Antiguo Testamento, pero no he
hecho, intencionalmente, referencias al Nuevo Testamento, o a las creencias y
doctrinas enseñadas por Jesucristo como Salvador del Mundo; si alguno desea
buscar la referencia de la Kábalah a la Trinidad, la encontrará en el Zohar II,
43, b, - y una versión inglesa del mismo en “La Kábbalah” de C. D. Ginsburg.

W. Wynn Westcott, M. B., etc.

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LA KÁBALAH
Debe confesarse que el origen de la Kábalah se pierde en las brumas de
la antigüedad; nadie puede demostrar quién fue su autor, o dónde estuvieron
sus primeros profesores. Puede aducirse una evidencia considerable para
demostrar que sus raíces se remontan hasta rabinos hebreos, que florecieron en
el tiempo del Segundo Templo, alrededor del año 515 a. de J. C. De su
existencia anterior a este tiempo no conozco ningunas pruebas.
Se ha sugerido que el cautiverio de los hebreos en Babilonia condujo a
la formación de esta filosofía por el efecto de la tradición y del dogma caldeos
sobre la tradición hebrea. No hay duda de que en las primeras etapas de su
existencia la enseñanza era enteramente oral (de aquí el nombre de QBLH, de
QBL: recibir), y que fue variada por las mentes en las que se infiltró en el
curso de su historia; no hay pruebas de que parte alguna fuera escrita durante
los siglos posteriores. Se ha mantenido curiosamente diferenciada del
exotérico Pentateuco de Moisés, y de los siempre crecientes comentarios sobre
él, Mishna y Gemara, que forman el Talmud. Todo esto parece haberse
desarrollado en la teología hebrea sin combinarse con las recónditas doctrinas
de las Kábalah. De manera similar, vemos que en la India los Upanishads, una
serie esotérica de tratados, se desarrollaron al lado de Brahmanas y Puranas,
que son instrucciones exotéricas destinadas al uso de las masas de gente.
Con respecto a los más antiguos libros kabalísticos aún existentes, ha
surgido la controversia entre los críticos modernos, quienes niegan la era
afirmada para cada tratado, y tratan de probar que el supuesto autor es la única
persona que no pudo haber escrito cada libro en cuestión. Pero estos críticos
muestran la mayor divergencia de opinión en el momento en que se hace
necesario fijar una fecha o un autor; es más fácil adquirir la crítica destructiva
que el conocimiento real.
Hagamos una corta nota de los principales tratados kabalísticos
antiguos.
El “Sepher Yetzirah” o “Libro de la Formación” es el tratado más
antiguo; es atribuido por la leyenda al Patriarca Abraham. Se han publicado
varias ediciones de una traducción inglesa hecha por mí. Esta obra explica un
esquema filosófico de la Creación de lo más curioso, trazando un paralelo
entre el origen del mundo, el sol, los planetas, los elementos, las estaciones, el

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hombre, y las veintidós letras del alfabeto hebreo que son divididas en una
Tríada, una Héptada y una Dodécada. Las tres letras madres, A, M y Sh, son
referidas al Aire, Agua y al Fuego primitivos; siete letras dobles son referidas
a los planetas, y la división séptuple del tiempo, etc.; y las doce letras simples
son referidas a los meses, signos zodiacales y órganos humanos. La crítica
moderna tiende a la conclusión de que las antiguas versiones que existen
fueron recopiladas sobre el 200 d. de J. C. El “Sepher Yetzirah” es
mencionado en los Talmuds, tanto de Jerusalén como de Babilonia; fue escrito
en la lengua neo-hebráica, como el Mishna.
El “Zohar” o “Sohar”, deletreado en hebreo como ZHR o ZUHR, “El
Libro de los Esplendores” o de la “Luz”, es una colección de muchos tratados
separados sobre la Deidad, los ángeles, las almas, y sobre cosmogonía. Su
autoridad es adscrita al Rabino Simón ben Jochai, que vivió en el 160 d. de J.
C; él fue perseguido y llevado a vivir a una cueva por Lucius Aurelius Verus,
corregente con el Emperador Marcos Aurelius Antoninus. Alguna parte
considerable del trabajo puede haber sido arreglada por él a partir de las
tradiciones orales de su tiempo; pero otras partes han sido ciertamente
añadidas por otras manos en distintos intervalos, hasta el tiempo en que
publicado por primera vez completamente por el rabino Moisés de León, de
Guadalajara (España), hacia el 1290. Desde ese momento es conocida su
historia; han salido ediciones impresas de él en Mantua, 1558; Cremona, 1560,
y Lubliana, 1623. Estos son los tres famosos códices de “El Zohar” en lengua
hebrea. Para los que no leen hebreo, los únicos medios prácticos de estudiar el
Zohar son la traducción parcial al latín del barón Knorr von Rosenroth,
publicada en 1684 bajo el título de “Kábbbala Denudata”, y la edición inglesa
de tres tratados: “Siphra Dtzeniotha” o “Libro del Misterio Oculto”, “Ha Idra
Rabba” o “Asamblea Mayor”, y “Ha Idra Suta” o “Asamblea Menor”,
traducidas por S. L. Mac Gregor Mathers. Estos tres libros dan una buena idea
del tono, estilo y material del “Zohar”, pero sólo incluyen una visión parcial
del mismo; otros tratados en el Zohar son “Hikaloth” (“Los Palacios”), “Sithre
Torah” (“Los Misterios de la Ley”), “Misdrash ha Neelam” (“El Comentario
secreto”), “Raja Mehemna” (“El pastor fiel”), “Saba Demishpatim” (“El
Discurso de los Ancianos”), el profeta Elias, y “Januka” (“El joven”), junto
con notas llamadas “Tosepha” y “Mathanithan”.
En curso de publicación está ahora una traducción francesa del Zohar
completo, hecha por Jean de Pauly; éste es un trabajo muy docto.
Otros famosos tratados kabalísticos son: “El Comentario sobre las Diez
Séfiras”, del rabino Azariel ben Menachen (1200 d. de J. C), “El Alfabeto”,

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del rabino Akiba, “La Puerta del Cielo”, “El libro de Enoch”, “Pardes
Rimmonim” o el “Jardín de Granadas”, un “Tratado de las Emanaciones”,
“Otz ha Chiim” o “El Árbol de la Vida”, de Chajim Vital, “Tashith ha
Galgulim”, o “Revoluciones de las Almas” de Isaac de Loria, y especialmente
los escritos del famoso judío hispano Ibn Gebirol, que murió en el 1070 d. de
J. C, y que era llamado también Avicebrón; sus grandes trabajos son “La
fuente de la vida” y “La Corona del Reino”.
La enseñanza de la Kábalah se ha considerado agrupada en varias
escuelas, cada una de las cuales fue famosa por un tiempo. Puedo mencionar:
la Escuela de Gerona (1190 a 1210), del rabino Isaac el ciego, los rabinos
Azariel y Ezra, y Moisés Nachmanides; la Escuela de Segovia, de los rabinos
Jacob, Abulafia (muerto en 1305), Shem Tob (muerto en 1332), e Isaac de
Akko. La Escuela del rabino Isaac ben Abraham Ibn Latif, alrededor de 1390;
la Escuela de Abulafia (muerto en 1292) y José Gikatilla (muerto en 1300);
también las Escuelas de “Zoharistas” de los rabinos Moisés de León (muerto
en 1305), Menahem di Recanti (muerto en 1350), Isaac Loria (muerto en
1572), y Chajim Vital, que murió en 1620. Un kabalista alemán muy famoso
fue Juan Reuchlin o Capnio, y escribió dos grandes obras: “De Verbo
Mirifico” y “De arte Kabalística”.
Entre los kabalistas había principalmente dos tendencias: unos se
dedicaban enteramente a la rama dogmática y doctrinal; otros, al aspecto
práctico y portentoso.
El mayor de los rabinos hacedores de portentos fue Isaac Loria, también
llamado Ari; y Sabatai Zevi, que curiosamente se hizo mahometano. Ambos
de estos departamentos de la tradición rabínica oculta tenían sus
representantes vivientes, la mayor parte de las veces individuos muy
esparcidos; muy raramente se encuentran grupos de iniciados. En Europa
Central, partes de Rusia, Austria y Polonia, hay incluso ahora judíos
conocidos como rabinos capaces de hacer portentos, los cuales pueden hacer
cosas extrañas que ellos atribuyen a la Kábalah, y cosas muy difíciles de
explicar han sido vistas en Inglaterra, en manos de estudiantes de ritos
kabalísticos y de talismanes.
Los comentarios rabínicos, muchas series profundas que se superponen
una a la otra, y que existen ahora en conexión con los antiguos tratados,
forman tal masa de tradición kabalística que la hacen una tarea casi imposible
de abarcar; probablemente ningún cristiano ni ningún judío pueda decir qué
doctrinas no han sido establecidas todavía en algunas de las viejas obras
manuscritas.

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La Kábalah Dogmática o Teórica indica concepciones filosóficas con


respecto a la Deidad, los ángeles y seres más espirituales que el hombre, el
alma humana y sus varios aspectos o partes, la preexistencia y la
reencarnación, y los diversos mundos o planos de existencia.
La Kábalah Práctica intenta una interpretación mística y alegórica del
Antiguo Testamento, estudiando cada frase, palabra y letra enseña la conexión
entre las letras y los números, y los modos de su interrelación, los principios
de la Gematría, el Notaricón, y la Temura, la formación y usos de los nombres
angélicos y divinos como amuletos, la formación de cuadrados mágicos y un
vasto fondo de ciencia aliada curiosa, que subsiguientemente formó la base de
la magia medieval.
Para los que no deseen leer alguna obra kabalística completa, sino más
bien echar un vistazo general a esta filosofía, hay ahora tres obras tipo: dos
están en inglés, siendo una del Dr. C. Ginsburg (1865), que es un résumé
formal y conciso de las doctrinas, y la otra un libro excelente, «La Doctrina y
Literatura de la Kábalah», de Arthur E. Waite (1902); hay otra en francés, de
Adolph Franck (1889), que no tiene tanta digresión y da menos detalles.
Muchos puntos de la enseñanza de los sistemas indios de filosofía
religiosa son tocados por el sistema hebreo, o son excluidos por diferencias de
naturaleza fundamental: tales son la Cosmogonía de otros Mundos, donde los
Mundos destruidos de Fuerza Desequilibrada se refieren a éstos; la
inviolabilidad de la ley, como el karma, no es un carácter distintivo
prominente; se enseña la reencarnación, pero el número de renacimientos se
limita generalmente a tres.
Una pequeña parte de la doctrina kabalística se encuentra en el Talmud
judío, pero en esa colección de tratados se hallan algunas groserías que están
ausentes en la verdadera Kábalah; tales son la teoría del envilecimiento de los
hombres en forma de animales, y de hombres vueltos a nacer como mujeres,
como castigo por pecados terrestres en una vida previa.
Debe recordarse que muchos puntos de doctrina están limitados a la
enseñanza de unos pocos rabinos; y que las diferencias entre las primeras y las
últimas doctrinas sobre un punto dado son algunas veces muy grandes, como
lo demuestra una comparación de los libros de los rabinos de eras y escuelas
diferentes. Alguna de la enseñanza kabalística tampoco ha sido impresa o
publicada nunca, y ha sido transmitida, incluso en estos días, únicamente de
maestro a discípulo. Hay algunos puntos no encontrados en ningún libro
hebreo, que yo mismo he enseñado en la Sociedad Rosacruz y las Logias
Herméticas. Un atento estudio de algunos de estos viejos libros místicos

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hebreos descubre la existencia de «velos» intencionales, que parecen haber


sido introducidos para confinar ciertos dogmas a ciertos estudiantes aptos para
recibirlos, preservándolos de la distribución promiscua, y previniendo por
tanto del mal uso por parte del ignorante o vicioso.
Han pasado dos o tres siglos sin que se haya hecho ninguna adición
notable al cuerpo de la doctrina kabalística, pero antes de ese tiempo se
produjeron una larga sucesión de comentarios, tendentes todos a ilustrar o
extender el esquema filosófico.
Como ya se ha dicho, puede permanecer para siempre como un dato
desconocido el momento en el que la Kábalah tomó forma por primera vez
como un todo concreto y como un sistema filosófico, pero si lo atribuimos,
como yo creo que es correcto, al esoterismo de la religión de los hebreos, los
dogmas fundamentales son sin duda tan antiguos como la primera
promulgación de los principios fundamentales de la adoración de Jehovah.
No puedo intentar echar ahora una mirada a las contenciones de algunos
académicos dudosos, que se preguntan si la historia de las Doce Tribus es un
hecho histórico, o si hubo alguna vez un Moisés, o incluso un Rey Salomón.
Es suficiente saber, para el propósito presente, que la nación judía tenía una
teóloga Jehovística y un sistema de casta sacerdotal y una doctrina coherente,
en el tiempo del Segundo Tempo, cuando Ciro, soberano de toda Asia (536 a.
de J. C), teniendo a los judíos en cautiverio, permitió a ciertos de ellos volver
a Jerusalén con el propósito expreso de restablecer el modo hebreo de
adoración, que había sido interferido a la fuerza por Nabucodonosor en el 587
a. de J. C.
Fue después de este retorno a Jerusalén que Ezra y Nehemiah, circa 450
a. de J. C, editaron y compilaron el Antiguo Testamento de los hebreos, o, de
acuerdo con los que niegan la autoridad mosaica y el régime salomónico, fue
entonces cuando «escribieron» el Pentateuco.
La adoración renovada fue mantenida hasta el 320 a. de J. C., cuando
Jerusalén fue capturada por Ptolomeo Soter, quien, sin embargo, no destruyó
los fundamentos de la religión judía; desde luego su sucesor, Ptolomeo
Filadelof, hizo que escrituras hebreas fueran revisadas y traducidas al griego
por setenta y dos doctores, alrededor del 227 a. de J. C.; ésta ha sido conocida
durante siglos como la versión Septuaginta del Antiguo Testamento.
Sin embargo, siguieron habiendo más problemas para los judíos y
Jerusalén fue de nuevo tomada y saqueada por Antíoco en el 170 a. de J. C.
Siguieron entonces las largas guerras de los Macabeos. Posteriormente los
romanos dominaron Judea; peleando con los judíos, la ciudad fue tomada por

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Pompeyo, y poco después expoliada de nuevo por el general romano Crasuss


en el 54 a. de J. C. Sin embargo, la religión judía fue preservada, y
encontramos las fiestas y festivales religiosos en progreso en el tiempo de
Jesús; sin embargo, una vez más, en el 70 d. de J. C, la Ciudad Santa fue
tomada, saqueada y quemada, y ello por parte de Tito, que se convirtió en
Emperador de los Romanos en el 79 d. de J. C.
A través de todas estas vicisitudes, el Antiguo Testamento de los
hebreos sobrevivió, aunque haya debido tener casi inevitablemente muchas
alteraciones y adiciones hechas en sus diversos tratados; las doctrinas más
esotéricas que fueron transmitidas a lo largo de la línea de la casta sacerdotal,
y que no fueron incorporadas a la Torah ofrecida a la gente, han debido sin
duda ser variadas por la influencia de profesores opuestos.
Pronto, después de este período, fueron construidas las primeras series
de glosas y comentarios sobre los libros del Antiguo Testamento que han
llegado hasta nuestros días. De éstas, las primeras son el volumen llamado el
«Targum de Onkelos» sobre «La Ley», escritor alrededor del 100 d. de J. C., y
el Jonathan ben Uzziel sobre «Los Profetas».
Alrededor del 141 d. de J. C. vino por primera vez el famoso tratado
escrito por los rabinos de Judah llamado «Mishna», y éste formó la base de
esas vastas recopilaciones de doctrina hebrea llamadas el «Talmud», del que
hay dos formas existentes, una recopilada en Babilonia - la más notable - y la
otra en Jerusalén. A la «Misha» original añadieron los rabinos comentarios
posteriores llamados «Gemara». Desde este momento, la literatura del
judaísmo creció deprisa, y hubo una constante sucesión de rabinos hebreos
notables, que publicaron tratados religiosos, al menos hasta el 1.500 d. de J. C.
Los dos Talmuds fueron impresos por primera vez en Venecia en 1520 y 1523
respectivamente.
Los libros del Antiguo Testamento fueron la luz que guió a través de las
edades a los judíos, pero los rabinos instruidos no estaban satisfechos
simplemente con ellos, y los suplementaron con dos series paralelas de obras
de literatura; una Talmúdica, siendo comentarios basados sobre Trece Reglas
de Argumento entregadas por Moisés para ilustrar el Antiguo Testamento y
proporcionar material para enseñar al populacho; y la otra, una larga serie de
tratados de carácter más abstruso, destinada a ilustrar sus Doctrinas Secretas y
visiones esotéricas. El Sepher Yetzirah y el Zohar, o Libro de los Esplendores,
representa la pepita de esa instrucción oral que los rabinos de tiempos antiguos
se enorgullecían de poseer, y que ellos clamaban que eran el «Conocimiento
Secreto» que dio Dios a Moisés para uso de los sacerdotes mismos, por

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distinción con la Ley Escrita, dirigida a las masas de gente.


Una de las concepciones principales de la Kábalah es que la sabiduría
espiritual se consigue por Treinta y dos Senderos, tipificados por los diez
números y las veintidós letras; siendo estos diez a su vez símbolos de las
emanaciones divinas, las Séfiras, las Voces Sabtas que cantan en el Mar de
Cristal, el Gran Mar, la Madre Superna, Binah; y siendo las Veintidós,
símbolos de las fuerzas ocultas de la Naturaleza del Universo, representadas
por los Tres Elementos primarios, los Siete Planetas, y las Doce influencias
zodiacales de los cielos, que tiñen los asuntos humanos a través del sendero de
nuestro Sol en su curso anual. He dado los nombres y definiciones de los
Treinta y Dos Senderos al final de mi edición del «Sefer Yetzirah».
Para mostrar ahora la conexión estrecha entre la Kábalah y el judaísmo
ortodoxo, encontramos a los rabinos catalogando los libros del Antiguo
Testamento en una serie de veintidós (las letras) obras, para leer con fines de
cultivar la vida espiritual; sacaron estas Veintidós a partir de los Treinta y
Nueve libros del Canon O. T., reuniendo los doce profetas menores en un solo
tratado; añadieron Ruth a Jueces, Ezra a Nehemiah, mientras que a los dos
libros, cada uno de Samuel, Reyes y Crónicas, los consideraron como sólo
uno. El canon de Treinta y Nueve obras fue fijado en el tiempo de Ezra.
Volviendo a los libros que ilustran la Kábalah, cualquiera que sea la
autenticidad de sus supuestos orígenes, no puede negarse que esos antiguos
volúmenes, Sefer Yetzirah y Zohar, contienen un sistema de filosofía
espiritual de diseño claro, intuición profunda y sugestiones cosmológicas de
largo alcance; y que son merecedoras del honor de recibir un nombre especial
y fundar un cuerpo teológico de doctrina - la Kábalah.
El baluarte y principal fundamento de la religión pública hebrea ha sido
siempre el Pentateuco, cinco tratados atribuidos a Moisés, que proclaman las
Leyes de Jehovah dadas a su pueblo escogido. El Antiguo Testamento, que
comienza con estos cinco libros, es continuado posteriormente por libros
históricos, por enseñanzas poéticas y por obras proféticas, pero muchas
porciones están marcadas por características materialistas y una falta de
rectitud espiritual que debería esperarse que mostraran los libros de una gran
religión, y que ofenden incluso nuestro modelo presente de vida moral.
La Ley mosaica, eminentemente valiosa para muchos propósitos para
una pequeña nación de hace 3.000 años, y que contiene muchas regulaciones
que demuestran gran atención hacia materias sanitarias, se halla sin embargo,
manchada por la aplicación de castigos de gruesa crueldad y áspero
tratamiento de mortales errantes, que son difícilmente compatibles con

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nuestras opiniones mortales de lo que podría haber emanado de Dios, el


Creador personal de este Universo con sus millones de mundos; y la casi
completa ausencia de referencia alguna a una vida después de la muerte para
los seres humanos demuestra un materialismo que necesitaba de una nueva
Revelación por parte de Jesús, cuya vida ha obtenido el título de «Cristo». Sin
embargo, el ortodoxo de Inglaterra oye esta afirmación con incredulidad, y si
se le pide los pasajes del Antiguo Testamento que insisten en una vida después
de la muerte, o en una sucesión de vidas con propósitos de retribución, o los
pasajes que demuestren la inmortalidad del alma, no podrán conseguirlos, y se
contentarán con referirnos a la clerecía, cuya respuesta es generalmente: «Si
no están establecidos llanamente, estos dogmas están al menos implicados».
Pero, ¿Lo están realmente?. Si lo están, ¿Cómo es así que pueden ser citados
pasajes notablemente claros que demuestran que autores importantes del
Antiguo Testamento hacen afirmaciones en oposición directa a estas
doctrinas? y, ¿Cómo es que, de nuevo, un gran autor de tiempos modernos ha
dicho, «la prosperidad era la bendición del Antiguo Testamento por las buenas
obras, pero la adversidad es la del Nuevo»?. Esto sólo podría ser cierto si no
hubiera vida o vidas futuras, o períodos de recompensa y castigo
contemplados por la doctrina del Antiguo Testamento. Pero el comentario es
cierto, y el Antiguo Testamento enseña que el hombre no es más inmortal que
las bestias, como lo testifica Eclesiastés, III. 19: «Pues es la misma la suerte
de los hijos de los hombres y de las bestias; así como uno muere, muere el
otro; sí, tienen todos ellos un mismo aliento, de modo que el hombre no tiene
ninguna preeminencia sobre la bestia. Pues todo es vanidad. Todos van a un
mismo lugar; todos son de polvo, todos se convierten en polvo de nuevo... Por
lo que percibo que no hay nada mejor que el que un hombre se regocije en sus
propias obras, pues ésta es su porción. Pues, ¿Quién te llevará a ver lo que
habrá después de él?. Quien sino su propio Ego, Alma o Ser Superior.
Pero quizá este libro sea de la pluma de algún oscuro judío, o caldeo o
babilonio medio pagano... No así: los críticos judíos lo han asignado a
Salomón, que fue el Rey de los judíos en el tiempo de su apogeo y gloria; con
toda seguridad que si la inmortalidad del alma fuera la esencia del judaísmo de
la gente, Salomón no hubiera podido denegarla tan groseramente.
Yendo atrás, sin embargo, a la narración de la Creación en el Génesis,
se encuentra la misma historia: los animales son hechos del polvo, el hombre
es hecho del polvo, y Eva es hecha de Adán, y a cada uno se le sopla en la
forma el «Nephesh Chiah» - el aliento de la vida, la vitalidad; pero no hay
indicación alguna de que Adán recibiera un Rayo de la Mente Suprema, que

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fuera a morar allí por algún tiempo, para conseguir experiencia, obtener
retribución, y entrar después en otro estado de progreso, consiguiendo un
retorno final de su origen divino. Y sin embargo los autores de estos
volúmenes, quienesquiera que fuesen, difícilmente pudieron no haber tenido el
concepto de la parte superior del hombre, de su Alma Espiritual. La opinión
crítica es que el Antiguo Testamento fue privado en algún período de su
filosofía religiosa, la cual fue apartada para una clase privilegiada, mientras
que para la aceptación de la gente se ofreció sólo la cáscara de la ley estricta y
la tradición. La pepita de filosofía espiritual que se halla en falta en el Antiguo
Testamento puede ser el núcleo esencial de la Kábalah; pues estos dogmas
kabalísticos son hebraicos, y espirituales y sublimes en su grandeza, y el
Antiguo Testamento, leído a su luz, se convierte en un volumen merecedor de
la aceptación por parte de una nación. Hablo de lo esencial de la Kábalah, el
antiguo substrato de la Kábalah. Concedo que en muchos tratados existentes
estas verdades primarias han sido oscurecidas por generaciones de editores,
por adiciones visionarias y a menudo crudas, y por las divagaciones de la
imaginación oriental; pero las notas claves de un gran Poder Divino, espiritual
y escondido, de sus Emanaciones en manifestación, de su energetización de la
vida humana, de la existencia prolongada de las almas humanas, y del estado
temporal de la existencia corpórea, son doctrina fundamentales ahí ilustradas
completamente. Y éstos son los puntos de contacto entre la Kábalah de los
judíos y el llamado esoterismo de las enseñanzas de Buddha y el hinduismo.
Puede ser que la Iglesia Católica, de la que fue sedicente la Iglesia
Protestante, estuviera en su origen en posesión del secreto rabínico hebreo de
la naturaleza esotérica intencional de la Biblia, y de un modo sacerdotal de
entender la Kábalah esotérica, como una clave para las verdaderas
explicaciones de los libros judíos, que, siendo aparentemente historias, son
real y grandemente alegóricas. Si se admitiera esto, ello explicaría por qué la
Iglesia Católica ha desanimado durante edades al laico del estudio de los
libros del Antiguo Testamento, y nos conduciría a pensar que el
Protestantismo cometió una equivocación al combinar la reforma de un
sacerdocio vicioso con alentar a los laicos la lectura de los libros del Antiguo
Testamento.
Advierto que la interpretación «literal» de los libros mosaicos y los del
Antiguo Testamento ha sido usado repetidamente, por lo general, como
soporte para sistemas de conductas viciosas; un notable ejemplo de lo cual fue
visto incluso hace cien años, cuando el clero de naciones protestantes casi
unánimemente, sostenía la continuación del mercado de esclavos a partir de

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argumentos derivados de las leyes de Jehovah.


Los libre pensadores de esos días fueron los campeones de las razas
sufrientes y oprimidas, y durante siglos los más sabios de los hombres, los
más grandes científicos han mantenido, e incluso ganado, lucha tras lucha con
la supuesta infalibilidad de las viejas instrucciones, asertos y narraciones
literales del Testamento hebraico.
El Antiguo Testamento puede desde luego ser hasta cierto punto el
vínculo que une a cientos de cristianos, pues Jesús el Cristo fundó Su doctrina
sobre gente judía, pero la lista interminable de sectas cristianas de hoy en día
han surgido casi todas a partir de la afirmación de un derecho de
interpretación personal de la Biblia, que podría haber permanecido excluido
de la generalidad por la confesión de que las claves de interpretación estaban
perdidas, o al menos faltaban, y que sin su ayuda eran inevitables errores de
carácter vital.
La vasta acumulación de variadas interpretaciones sobre la Biblia,
aunque sea un desatino, se hunde sin embargo en la insignificancia como
incidente de importancia, ante la verdad colateral de que los seguidores de
cada una de los cientos de sectas se han rogado, no sólo el derecho a la
interpretación personal, sino la tarea de condenar a todas las otras - como si la
infalibilidad que ellos proclamaban sobre su Biblia no pudiera ser reflejada
sobre su propaganda personal, o las especialidades de un servicio de capilla.
La intolerancia religiosa ha maldecido cada ciudad de la Tierra, y apenas ha
surgido una sola secta que no sólo haya proclamado el derecho a diferir de
otras, y a criticar, sino también a perseguir y a asignar a la perdición a todos
los que están más allá de su estrecho círculo.
El místico, el ocultista y el teósofo hacen buen servicio a Dios
ilustrando las bases y orígenes de todas las creencias por la iluminación mutua
que es posible adquirir. Por la tolerancia y la estima mutuas puede surgir
mucho bien, pero por las luchas internas de los religiosos, cada creencia es
injuriada, y la religión se convierte en sinónimo de intolerancia, contienda y
vanagloria, y el sello y profesión de un diligente sectario es ahora que está
siempre presto a condenar los esfuerzos de otros, en oposición directa al
precepto de Jesús el Cristo. Quien dijo: «No juzguéis, para no ser juzgados».
Una secta de los judíos, los Caraitas, sucesores de los Saduceos,
rechazaron la Kábalah a lo largo de la historia, y es preciso decir aquí que los
rabinos hebreos del día presente no siguen la Kábalah práctica, ni aceptan
todas las doctrinas de la Kábalah dogmática. Por otra parte, muchos famosos
autores cristianos nos han expresado gran simpatía por la Kábalah doctrinal.

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

San Jerónimo, que murió en el 420 d. de J. C, en su «Carta a Marcela»


da todos los Nombres Divinos Kabalísticos atribuidos a los Diez Séfiras. Otros
fueron Raimundo Lullio (1315); el Papa Sixto IV (1484); Pico de la Mirandola
(1494); Johannes Reuchlin (1522); H. Cornelius Agrippa (1535); Jerónimo
Cardan (1576); Guillermo Postel (1581); Juan Pistorius (1608); Jacobo Boehm
(1624); el notable Rosacruz inglés Roberto Fludd (1637); Henry Moore
(1687); el famoso jesuíta Athanasius Kircher (1680); y Knorr von Rosenroth
(1689). A éstos deben añadirse Eliphas Levi y Eduardo Schuré, dos modernos
escritores franceses sobre las ciencias ocultas, y dos autores ingleses, Anna
Kingsford y Edward Maitland. El notable filósofo alemán Spinoza (1677),
tenía en gran estima las doctrinas de la Kábalah.

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

LA KABALAH PRÁCTICA
Tomemos la Kábalah práctica antes que la dogmática; puede haber
precedido tal vez a la filosofía teórica porque se halla relacionada en principio
con un estudio íntimo del Pentateuco: una investigación basada sobre la teoría
de que cada frase, palabra y letra fueron dadas por inspiración divina, y que ni
un punto ni una tilde (la Yod, la más pequeña letra hebrea) deberían ser
rechazados. Los rabinos contaron cada palabra y cada letra, y como sus
números estaban representados por sus letras, contaron la numeración de todos
los nombres y títulos divinos, y todos los nombres propios, y la numeración de
las frases que registraban órdenes divinas.
Las letras y números hebreos eran:

Alef Beth Gimel Daleth Heh


A B G D H
1 2 3 4 5
Vau Zain Cheth Teth Yod
U, V Z Ch Th I, J, Y
6 7 8 9 10
Kaf Lamed Mem Nun Samech
K L M N S
20 30 40 50 60
Oin Peh Tzaddi Qof Resh
O P Tz Q R
70 80 90 100 200
Shin Tau
Sh T
300 400

Había también varias letras finales: K final, 500; M final, 600; N final,
700; P final, 800; y Tz final, 900. Nótese que el Nombre Divino Jah, JH,
numeraba 15, y es así que en el uso común el número 15 era representado
siempre por 9 y 6, ThV, Teth y Vau.
Los rabinos kabalísticos aceptaban el significado natural de las palabras
de la «Torah» o libros de la Ley del Antiguo Testamento como una guía para

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

el conocimiento de una conducta apropiada en la vida, como una lectura


apropiada para la Sinagoga y el hogar, pero afirmaban que cada verso y
narración, cada ley e incidente, tenían también un significado más profundo y
oculto de carácter místico, que había que encontrar por sus cálculos,
conversiones y sustituciones, de acuerdo con sus reglas de Gematría,
Notaricón y Temura; el primer nombre es de origen griego, el segundo del
latín, pero el tercero era hebreo y significaba «permutación», TMURH, de la
raíz MUR - cambiado.
El más famoso rabino del siglo diecisiete, llamado Menasseh ben Israel,
comparó los libros de Moisés al cuerpo de un hombre, los comentarios
llamados Mishna al alma, y a la Kábalah la llamó el Espíritu del Alma: «La
gente ignorante puede estudiar la primera, los instruidos la segunda, pero los
más sabios dirigen su contemplación a la tercera». Llamó a los kabalistas
teólogos divinos que poseían trece reglas por las que podían penetrar los
misterios en los que las escrituras abundaban.
Muchos kabalistas reivindicaban que sus doctrinas y métodos fueron
traídos del cielo por ángeles, al hombre primitivo, y todos ellos creían que los
cuatro primeros libros del Pentateuco guardaban sus doctrinas peculiares al
tiempo que historias narradas y leyes establecidas.
El Zohar dice: que si estos libros de la Torah contienen sólo los cuentos
y las palabras de Esaú, Hagar, Labán y Balaam, ¿Por qué se les llama La Ley
Perfecta, La Ley de la Verdad, El verdadero testigo de Dios? - debe haber un
significado oculto -. «Caiga la calamidad sobre el hombre que dice que La Ley
(Torah) contiene únicamente dichos y cuentos comunes: si esto fuera cierto
nosotros podríamos, incluso en nuestros días, componer un libro de doctrina
que sería más respetado. No, cada palabra tiene un sentido sublime, y es un
misterio celeste. La Ley se asemeja a un ángel: para bajar a la Tierra un ángel
espiritual debe ponerse una vestimenta con la que ser conocido o entendido
aquí, de modo que la Ley ha tenido que vestirse a sí misma en una vestimenta
de palabras como un cuerpo para que los hombres la recibieran; pero el sabio
mira adentro de las vestiduras».
En algunos períodos tanto los judíos ordinarios como incluso los padres
cristianos han hecho una declaración un tanto similar de un significado
«literal» y «místico» de las escrituras. El Talmud, en el libro «Sanhedrin»,
remarca que Manasseh, Rey de Israel, preguntó si Moisés no podría relatar
algo de mayor valor que los cuentos de Timmah, una concubina, y de Rachael
con sus mandrágoras, y le fue respondido que hay un significado oculto en
estas narraciones.

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

El Padre cristiano Orígenes (253 d. de J. C.) escribió en sus «Homilías»


que todo el mundo debería considerar estas historias - la creación del mundo
en seis días, y que Dios plantase árboles - como figuras del habla bajo las
cuales se halla escondido un sentido recóndito. Orígenes concedía un
significado triple: somático, psíquico y pneumático; o el cuerpo de la
escritura, su alma y su espíritu.
Nicolás de Lira, que murió en el 1340, aceptaba cuatro modos de
interpretación: literal, alegórico, moral y anagógico o místico.
En esto sigue casi el esquema del Zohar, II, 99, en cuyo párrafo hay una
parábola comparando la Ley Sagrada a una mujer enamorada que se declara a
su amigo y amado: primero por signos (ramaz); luego por palabras susurradas
(derush); después, conversando con su cara velada (hagadah); finalmente, ella
revela todas sus facciones y cuenta todo su amor, esto es «sod», asociación en
secreto, un misterio.
Los difuntos Dra. Anna Kingsford, y Edward Maitland fueron kabalistas
notables que siempre insistieron en los significados ocultos que subyacían al
sentido ordinario de las viejas escrituras hebreas; y la difunta H. P. Blavatsky
solía declarar que los verdaderos textos antiguos de religiones antiguas eran
susceptibles de explicación en siete niveles de pensamiento.
Los kabalistas descubrieron profundos significados en cada letra hebrea,
comunes y finales, y encontraron secretos en letras mayúsculas, letras mal
colocadas, y en palabras deletreadas de manera no usual. En distintos
momentos representaron a Dios por un Alef, A; o por una Yod, I; o por una
Shin, Sh; o por un punto; o por un punto dentro de un círculo; o incluso por un
triángulo; y por una década de diez yods.
La GEMATRÍA era un modo de interpretación por el cual se
consideraba que un nombre o una palabra que tenía cierto valor numérico
estaba relacionado con otras palabras que tenían el mismo número; así ciertos
números se hicieron representantes de varias ideas, y fueron considerados
como interpretativos uno del otro. Por ejemplo, Messiah, deletreado MShiCh,
tenía el valor numérico de 358, e igualmente la frase IBA ShILH, Shiloh
vendrá; y así este pasaje del Génesis se consideraba como una profecía del
Mesías: nótese que «Nachash», NChSh, la Serpiente de Moisés, es también
358. La letra Shin, Sh, 300, se convirtió en un emblema de la divinidad, al
corresponderse con Ruach Elohim, RUCh ALHIM, el Espíritu del Dios
Viviente.
El NOTARICÓN, o abreviación, es de dos formas: se forma una
palabra con las letras inicial y final de una o más palabras, o se toman las

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

letras de un nombre como iniciales o finales de las palabras de una frase. Por
ejemplo, en Deut. 30 v. 12, Moisés pregunta: ¿Quién subirá por nosotros a los
cielos?. Las letras iniciales de las palabras originales MIIOHL LNV
HShMILH, forman la palabra MILH, mylah, que significa circuncisión, y las
letras finales son IHVN, el nombre Jehovah, de aquí que se sugiriese que la
circuncisión era una característica del camino hacia Dios en el cielo.
Amén, AMH, viene de las iniciales de la Adonai melekh namen, «El
Señor y Rey fiel»; y la famosa palabra rabínica de poder, usada para los
talismanes AGLA, está formada por las iniciales de las palabras «Ateh gibur
leolam Adonai», «El Señor siempre poderoso», o «Tu potens in saeculum
Domine».
La TEMURA es un proceder más complejo, y ha conducido a una
inmensa variedad de curiosos modos de adivinación: las letras de una palabra
son transpuestas de acuerdo a ciertas reglas y con muchas limitaciones; o bien,
las letras de una palabra son reemplazadas por otras letras según lo dispone un
esquema definido, mostrado a menudo en un diagrama. Por ejemplo, una
forma común era escribir una mitad del alfabeto sobre la otra en orden
inverso, de tal modo que la primera letra, A, era reemplazada por la última, T;
B era reemplazada por Sh, y así sucesivamente. En este plan, se dice que la
palabra Sheshak (de Jeremías 25 v. 26) significa Babel; esta permutación era
conocida como ATBSh, atbash. Sobre este principio hallamos otras veintiuna
formas posibles, llamadas por orden Albat, Abgat, Agdat, etc. La serie
completa era llamada «Las combinaciones de Tziruph».
Otras formas eran la racional, la correcta, la adversa y la irregular,
obtenidas de unos cuadros de 22 espacios en cada dirección, esto es, de 484
cuadros secundarios, poniendo entonces una letra en cada cuadrado en orden
arriba y abajo, y leyendo después a lo largo o diagonalmente, etc. De este tipo
es la llamada «Kábalah de las Nueve Cámaras».
Un desarrollo posterior de las artes numéricas era mostrado por los
modos de Contracción de Extensión; así Jehovah, IHVH, 26, era extendido a
IVDHA-VV-HA, y de este modo 10, 5, 6, 5, ó 26 se convirtió en 20, 6, 12, 6
ó 44. Por extensión Zain, Z, 7, se convirtió en 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 ó 28; y 28 se
consideraba como 2 y 8 ó 10. El Tetragammaton (Jehovah, 26) también fue en
tiempos considerado como 2 y 6 u 8; así, el Shaddai, Dios Todopoderoso, AL
ShDI, 1, 30, 300, 4, 10, era 345, y luego 12, y luego 3, una Trinidad. Un
atractivo concepto era el cambio de la deletreación de los nombres de
Abraham y Sara. Al principio eran Abram (ABRM) y Sarai (ShRI), y se
convirtieron en ABRHM y ShRH. Ellos tenían 100 y 90 años, y eran

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

estériles; ahora bien, H, Heh, se consideraba de un tipo fértil, y es así que fue
añadida letra H a ABRAM, y la Yod I del nombre SARAI fue convertida en
una H.
En el antiquísimo «Sepher Yetzirah» se encuentra la asignación de las
letras a los planetas; de este origen surgió un sistema de diseño de talismanes
escritos sobre pergamino o grabados sobre cobre o gemas. Así como cada
planeta tenía una letra y un número, se atribuía a cada uno un Cuadrado
Mágico de cuadrados menores; así, para Júpiter el número era el 4, y la letra
Daleth, y el Cuadrado Mágico de Júpiter tenía 16 cuadrados más pequeños
dentro de él; en cada uno iba un número de 1 a 16, cada línea sumaba 34, y el
total de los números era 136.
Cada talismán formado debidamente llevaba al menos un nombre divino
para santificarlo; nombres notables eran IH (Jah), ALH (Eloah), así como
IHVH, y el nombre de 42 letras, compuesto realmente de otros Aheie asher
aheie (Yo soy el que soy), Jah, Jehuiah, Al, Elohim, Jehovah, Tzabaoth, Al
Chai y Adonai.
El Shemhamforash, o Nombre Separado, era una famosa Palabra de
Poder; estaba formada por tres veces 72 letras. Se tomaron las palabras de tres
versos (19, 20 y 21) del Éxodo; se escribieron las letras separadas del verso
19, después las letras del verso 20 en orden inverso, y finalmente las del verso
21 en orden directo; esto dio 72 nombres leídos de arriba abajo, cada uno de
tres letras. A cada uno le fue añadido, o bien AL o bien IH, y así fueron
formados los nombres de los 72 Ángeles de la Escala de Jacob que conduce de
la Tierra al cielo; estos nombres fueron colocados a menudo en el anverso y el
reverso de medallas o rollo de pergamino para formar 36 talismanes.
De acuerdo con algunos kabalistas, tanto el Rey David como el Rey
Salomón fueron capaces de hacer maravillas con las Artes Mágicas
Kabalísticas. El Pentagrama era llamado el Sello de Salomón, y el Hexagrama
era llamado el Escudo de David; a los puntos del primero le fueron asignados
el Espíritu y los Cuatro Elementos, mientras que a los del último le fueron
adscritos los Planetas. El tratado llamado «Las Clavículas del Rey Salomón»
es, desde luego, un fraude medieval.
Las letras hebreas están asociadas con los veintidós naipes de la baraja
de cartas del Tarot; estas cartas han sido muy usadas con propósitos de
adivinación. Los gitanos del sur de Europa usan estas cartas para decir la
fortuna. El autor francés Count de Gebelin (1773-1782) declaró que estos
naipes, como emblemas místicos, se derivaron de la magia del Antiguo
Egipto. La ciencia oculta asigna a cada carta un número, una letra y un objeto

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

natural o fuerza - planetas, signos zodiacales, elementos, etc., -. Puede


consultarse «El Sanctum Regnum de los Naipes del Tarot» editado por mí
mismo.
El Dr. Encause, de París, que escribe bajo el pseudónimo de «Papus»,
tiene también una obra relacionada con los Tarots, y da una atribución
kabalística de los naipes que los rosacruces consideran errónea.
Por lo que yo sé, la práctica de la Kábalah como Arte Mágico se halla
ahora casi restringida a rabinos rusos y polacos, y a algunos pocos estudiantes
de ocultismo en este país, algunos de los cuales llevan constantemente un
talismán kabalístico, aunque fueran cristianos.

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

LA KÁBALAH DOGMÁTICA
«Las grandes doctrinas de la Kábalah Teórica», dice Ginsburg, «están
destinadas principalmente a resolver los problemas de:
a.- La naturaleza del Ser Supremo;
b.- La creación del Universo y de nuestro mundo;
c.- La creación de los ángeles y el hombre;
d.- El destino del mundo y de los hombres; y
e.- La importancia de la ley revelada».
La Kábalah confirma las declaraciones siguientes del Antiguo
Testamento: la Unidad de Dios, su forma incorpórea (Deut., cap. IV., V. 15)
eternidad, inmutabilidad, perfección y bondad; el origen del mundo por la
voluntad de Dios, el gobierno del Universo, y la creación del hombre a la
imagen de Dios. Busca explicar por emanaciones la transición de lo Infinito a
lo finito, la multitud de formas desde una unidad; la producción de la materia
a partir de la inteligencia espiritual; y las relaciones existentes entre el Creador
y la criatura. En esta teosofía - ex nihilo nihil fit - el espíritu y la materia son
los polos opuestos de una existencia; y como nada viene de nada, es así que
nada es aniquilado.
Los siguientes siete ideales kabalísticos son de gran interés a los
estudiantes del origen y destino del mundo y la humanidad.
1.- Que Dios, el Santo, el Incomprensible Supremo, el AIN SUPh, el
«apeiros» griego (Zohar III, 283) no fue el Creador directo del Mundo, sino
que todas las cosas han procedido de la Fuente Primordial en Emanaciones
sucesivas, cada una menos excelente que la precedente, así que el universo es
«Dios Manifestado», y la última y más lejana producción es la «materia», una
privación de la perfección.
2.- Que todo lo que percibimos o conocemos se halla formado en el
mundo Sefirótico.
3. Que las almas humanas eran preexistentes en un mundo superior
antes del origen de este mundo presente.
4. Que las almas humanas, antes de la encarnación, residen ahora en una
Sala Superior o Tesorería, donde se hace la decisión sobre el cuerpo terrestre
que debe entrar a cada alma o ego.
5. Que cada alma, después de la vida o vidas terrestres, debe ser

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

purificada muy largamente para ser reabsorbida en el Dios Infinito.


6. Que una vida humana es rara vez suficiente; que dos vidas terrestres
es necesario que las pasen casi todos; y que si la segunda vida concluye en un
fracaso, se pasa a una tercera vida, unido a un alma más fuerte que eleva al
pecador hacia la pureza; ésta es una forma del esquema de la Reencarnación,
Trasmigración de las almas, o Metempsicosis.
7. Que cuando todas las Almas preexistentes que han encarnado aquí
han llegado a la perfección, los Ángeles Perversos deben ser también
elevados, y todas las vidas serán sumergidas en la Deidad por el Beso de
Amor de la Boca del Santo, y el Universo Manifestado no existirá más, hasta
ver vivificado de nuevo por el FIAT Divino.
Algunos autores instruidos han sugerido que estas ideas kabalísticas se
asemejan a las de la filosofía alejandrina y a la de los gnósticos, dando cuerpo
a nociones derivadas de los pitagóricos, los platónicos, y del brahmanismo
indio y el buddhismo.
Consideremos más ampliamente los conceptos de la Divinidad. Isaac
Myer escribe que Dios puede ser considerado desde cuatro puntos de vista:
como el Eterno, o AIN SUP (Ain Suph); como AHIH (Aheie), Yo soy; como
IHVN, Quien era, es y será; y como ALHIM (Elohim), Dios de la Naturaleza,
llamado Adonai o Señor.
En el Antiguo Testamento inglés la palabra IHVH es traducida como
Señor, y Elohim como Dios; Boutell dice que Jah es una contracción de
Jehovah.
El Jehovah del Antiguo Testamento - como una deidad tribal de
características personales, demostrando su gloria y poder a una gente
escogida, oprimiendo a otras naciones para hacerles servicio, y escogiendo
como sus enviados y representantes especiales a hombres que nuestra
civilización hubiera condenado como no lo suficientemente elevados para el
poder Espiritual - no se representa en la Doctrina Secreta hebrea.
La Kábalah, desde luego, se halla llena de Jehovah, IHVH, el Nombre
Divino de Cuatro Letras, el Tetragammaton, pero es como el Nombre de un
grupo de Concepciones Divinas, de Emanaciones de una Luz Espiritual
central cuya sola presencia es postulada; desde el Dios Absoluto hay una serie
de Emanaciones que se extienden hacia abajo para alcanzar a Jehovah, que es
la Divinidad de Binah, la Madre Superna; otros estados de Emanación
conducen a los Elohim el grupo de los Santos atributos Espirituales, asociado
con la sexta Séfira, el Sol de Tifareth.
O bien, Jehovah es el grupo de las Emanaciones desde la fuente Deífica,

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

llamadas las Diez Séfiras, «Las Voces del Cielo». Estas Diez Séfiras, de las
cuales la Primera es una condensación de la Gloria Superna del Ain Suph
Aour, la Luz Ilimitada, aparece como un Arco iris de la Divinidad en un
Primer Mundo, o el plano más elevado sobre la concepción humana, el
Atziluth; por reflexiones sucesivas, disminuyendo su brillantez, se alcanza un
plano que es concebible por el hombre, como el de la pureza de su más
elevada visión espiritual. Este agrupamiento de las Diez Cualidades Divinas
sobre este plano en una Tetrada Divina está simbolizado por Yod Heh Vau
Heh, el Tetragrammaton, el Jehovah kabalístico, no el Yaveh de los libros
esotéricos, sino el original de ese Dios, cuyos reflejos del patrón de una nación
se formula en el Antiguo Testamento es el «Nombre Inefable», nunca
pronunciado, perdido su verdadero sonido, y los judíos lo reemplazan por
Adonai, ADNI; es impronunciable porque sus vocales reales son
desconocidas; cesó de ser hablado antes de que los puntos vocales fueran
introducidos. (Nota de A. E. Waite: No hay obras hebreas existentes con
puntos vocales anteriores al siglo décimo.)
Encontramos que la Kábalah contempla un período en el que existía el
Caos, un período de reposo y ausencia de manifestación, cuando lo Negativo
reinaba supremamente; éste es el Pralaya de los hindúes. De la pasividad
procedió la acción por Emanaciones, y surgió la Deidad Manifestada. De Ain,
reposo, lo Negativo, procedió Ain Suph, lo No limitado, lo Ilimitado, la
Omnipresencia del Incognoscible; condensándose aún más en la manifestación
a través de la Emanación, aparece el Ain Suph Aur, «La Luz sin límites», que
uniéndose en un punto, aparece como Kether, la Corona de la Manifestación.
De aquí siguieron las Séfiras, las Voces Santas, sobre el Mundo más elevado;
se concentran en una concepción divina, un estado de existencia espiritual que
el hombre intenta abarcar, y, definiéndolo, limitar, atar y describir, creando así
para su adoración una personalidad divina, su Dios; los judíos los llamaron
Jehovah.
Por etapas graduales de desarrollo, cada una más alejada de la fuente
cada vez, surgen los poderes y fuerzas que han recibido los nombres de
Arcángeles, Ángeles, Espíritus Planetarios, guardianes del hombre; aún más
lejos de Dios tenemos a las Almas humanas, que son chispas de Luz
expulsadas de la insoportable Luz de la Divinidad, formuladas en la Egoicidad
para pasar a través de una larga serie de cambios y experiencias por las que
hacen el circuito de un Universo; perduran a cada estado de existencia, de
separación de la fuente Divina, para ser finalmente aspiradas una vez más en
la Cabeza Divina, el Padre, de donde surgieron en peregrinación; siguen una

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

sucesión regular de evolución e involución, igual que la Divinidad pasa


períodos sucesivos de expiración e inspiración, de Manifestación y Reposo.
Del Reposo Divino, o Caos, no puede formarse un concepto el intelecto
humano, y sólo el hombre altamente espiritual puede concebir alguno de los
estados sublimes y exaltados de la Manifestación. Para el hombre de mundo
tales nociones no son más que sueños, y cualquier intento de formularlas
conduce sólo a sospechas de la cordura de uno. Para los metafísicos estos
ideales proporcionan un tema de intenso interés; al teosofista le proporcionan
una ilustración extraída de una fuente ajena de las tradiciones espirituales de
una edad largamente pasada, que le conduce a uno a aceptar la sugestión de
que estas concepciones espirituales son proporcionadas de tiempo en tiempo
por una Gran Mente de otro estado de existencia diferente al nuestro. Tal vez
sean remanentes de las creencias y sabiduría de una era hace largo tiempo
desvanecida, que ha visto la historia de razas más espirituales que la nuestra, y
más abiertas a conversar con los Altos seres de planos espirituales más
elevados. La sabiduría espiritual sólo puede ser conseguida por el hombre, o
ser terrestre que llega a ser capaz de alcanzar a la esfera de arriba; un Ser
Espiritual por encima de nosotros no puede bajar y ayudar a los que no se
purifican a ellos mismos de modo que puedan elevarse a planos superiores de
existencia.
La principal dificultad del que comienza como estudiante de la Kábalah
es conquistar las impresiones de la realidad y aterialidad de la llamada
«materia». La Kábalah enseña que se debe dejar enteramente el conocimiento
aparente de la materia como una entidad aparte del espíritu. La afirmación de
que la materia existe, y que es una entidad enteramente diferente del Espíritu,
y que el Espíritu - el Dios de los Espíritus - la creó, debe negarse, y la noción
debe ser arrancada de raíz antes de que pueda hacerse progreso alguno. Si la
materia existe, es algo, y debe haber venido de algo; pero el Espíritu no es una
cosa, y el Espíritu Creativo, la más elevada concepción espiritual, no podría
hacer la materia, la cosa más inferior, sacándola de la nada. Todo es espíritu y
concepción. Ex nihilo nihil fit. Todo lo que existe puede haber venido
únicamente del Espíritu, de la Esencia Divina. Es imposible que el Ser
surgiese del no-ser. Que la materia se crease a sí misma es absurdo; la materia
no pudo proceder del Espíritu; las dos palabras significan que las dos ideas
son enteramente distintas; entonces la materia no podría existir. De aquí se
sigue que lo que llamamos materia no es sino un aspecto, una concepción, una
ilusión, un modo de movimiento, una ilusión de nuestros sentido físicos.
Aparte de por la Kábalah, la misma verdad ha sido reconocida por unos

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

pocos cristianos y filósofos excepcionales. La que es conocida comúnmente


como la «Teoría ideal» fue promulgada hace 140 años por Berkeley, Obispo
de Cloyne, en Irlanda; es casi idéntica a la doctrina kabalística de que todas las
cosas no son sino emanaciones de un manantial divino, y que la materia no es
sino un aspecto. Otros filósofos han discutido la misma teoría en la
controversia de Nominalismo versus Realismo: ¿Existe algo excepto en
nombre?. ¿Tenemos que postular tales bases?. Todo es Espíritu - dice la
Kábalah - y éste es eterno, increado; intelectual y sentiente sobre nuestro
plano, la vida y la emoción le son inherentes, es autoexistente, con oleadas
sucesivas de acción y pasividad. Este Espíritu es la verdadera Deidad, o Ser
Infinito, el «Ain Suph», la Causa de todas las causas, y de todos los efectos.
Todo emana de «Eso» y se halla en «Eso». El Universo es un vástago
inmanente de la Divinidad, que se manifiesta en un millón de formas de
diferenciación. El Universo es distinto de Dios, igual que un efecto es distinto
de una causa; sin embargo, no se aparta de la Deidad, no es un efecto
transiente, es inmanente en la Causa. Es Dios manifestado al hombre. La
Materia es sólo concepción nuestra; representa el aspecto de la manifestación
más inferior del Espíritu, o bien el Espíritu es la más elevada manifestación de
la materia. El Espíritu es la única substancia. «La materia», dice un kabalista,
«es el mero residuo de la emanación, pero poco más sobre la no-existencia».
El filósofo dijo que la materia era Maya, una ilusión.
Como ya se ha indicado, se encuentra que el Ser Supremo de la Kábalah
se demuestra en más de un aspecto. Unas veces es el Poder Eterno
Inconcebible, que procede por Emanaciones sucesivas hasta una existencia
cada vez más concebible humanamente, formulando Sus atributos en
conceptos de Sabiduría, Belleza, Poder, Misericordia y Gobierno; exhibiendo
primero estos atributos en una universalidad superna más allá de todos los
espíritus, ángeles y hombres, el Primer Mundo de Atziluth; formulando luego
un reflejo de las mismas exaltadas esencias en el plano de los Espíritus Puros,
inconcebible también para el hombre, el Segundo Mundo de Briah. De nuevo
se repite la reflexión, y la Esencia Divina, en su grupo de atributos exaltados,
es cognoscible por los Poderes Angélicos, el Tercer Mundo o Yetzirático;
luego, finalmente, las abstracciones divinas de las Diez Séfiras Sagradas son,
por una última emanación, restringidos y condensados aún más, y se vuelven
concebibles para el intelecto humano; pues el hombre existe en el Cuarto
Mundo de Assiah en la sombra de la Décima Séfira - Malkuth, o Reino del
Mundo de conchas u objetos minerales. Por tanto, maravilla poco la ligereza
del ideal que el hombre pueda formarse de lo Divino.

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

Otras veces, encontramos separado lo metafísico abstracto, y toda la


riqueza de la imaginería oriental prodigada en la descripción de Dios:
imaginería que, aunque agrupada y arracimada alrededor del emblema de una
humanidad exaltada, se halla sin embargo tan inflada, tan extravagantemente
magnificada, que el Hombre Celeste se pierde de vista en la grandeza y
tenuidad de la pintura hablada del retrato Divino. Puede ser antropomorfismo
Divino, pero un antropomorfismo tan tenue en razón de su grandeza, que los
elementos humanos aportados por las bases de la analogía casi desaparecen en
el Hombre Celeste de sus ensueños divinos.
Permítaseme ofreceros un ejemplo de un sueño sublime y deífico:
«El es conocido en esta conformación; es el Eterno de los Eternos; el
Anciano de los Ancianos; el Oculto de los Ocultos; es conocido en Sus
símbolos aunque es incognoscible. Sus vestiduras son blancas, y su apariencia
es como un rostro, grande y terrible en su vastedad. Él se sienta sobre un trono
de brillantez flameante, de modo que pueda dirigir sus rayos relampagueantes.
La brillantez de su rostro se extiende en muchos miles de mundos, y de la luz
de esta brillantez recibirá el justo mundos de gozo y recompensa en la
existencia venidera. Dentro de su calavera existen mil miríadas de mundos;
todos toman su existencia de Él, y son mantenidos por Él. De esa cabeza
destila un Rocío, y de ese Rocío, que fluye hacia abajo sobre los mundos,
surgen los muertos en las vidas, y en los mundos venideros».
El Dios de la Kábalah es «Existencia Infinita». No puede ser definido
como la «Asamblea de Vidas», ni es verdaderamente la «totalidad de sus
atributos». Sin embargo, sin considerar todas sus vidas como siendo de Él, y
sus atributos como universales, no puede ser conocido por el hombre. Él
existía antes de que originara las Emanaciones de Su esencia, «era» antes de
que todo lo que existe «fuera», antes que todas las vidas de nuestro plano, o el
plano superior, o el Mundo de los Espíritus Puros, o la existencia
Inconcebible; pero entonces no se asemejaba a nada que nosotros podamos
concebir, y era Ain Suph, y la abstracción más alta, Ain, solo, Existencia
Negativa. Sin embargo, antes de que lo manifiesto se demostrara, toda
existencia estaba en Él; lo Conocido preexistía en lo Desconocido, que es el
«Anciano de los Días».
Pero no es este aspecto ensoñador de fantasía poética exhibido en la
Kábalah el que yo pueda haceros advertir más. Volvamos a la visión filosófica
de los atributos de la Deidad, que es la nota clave de toda la doctrina.
La concepción primaria de Dios es pues el estado Pasivo de la
Existencia Negativa, AIN - no activo -; a partir de éste, la mente del hombre

27
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

pasa a concebir el AIN SUPh, Dios como el No Confinado, el Ilimitado,


Indiferenciado, Ilimitable; y el tercer estado es AIN SUPh AUR - Luz Sin
Confines, Luz Universal - «Que haya luz» se formuló: Y «Hubo luz». Lo
Pasivo se ha puesto en actividad; el Dios consciente se ha despertado.
Tratemos ahora de concebir la concentración de esta efulgencia, formulemos
un agrupamiento de los rayos de esta iluminación en una Corona, de radiación
glorificada, y reconoceremos a KTH, Kether, la Corona, la Primera Séfira, la
Primera Emanación de la Deidad Incomprensible, el primer atributo
concebible de la Divinidad inmanente manifestada, también llamada ADM
OILAH, Adam Oilah, el Hombre Celeste, y Autik Yomin, el Anciano de los
días. El rabino devoto inclina su cabeza y adora esta sublime concepción. Es
representado en el Antiguo Testamento hebreo por el Nombre Divino AHIH,
Aheieh, «Yo soy» (Éxodo III. V. 4).
Habiendo surgido el Dios Consciente en Su energía, le siguieron
inmediatamente dos Emanaciones más, brillando el Trío en el símbolo de un
triángulo radiante. ChKmH, Chokmah, Sabiduría, El Rey, con el Nombre
Divino IH, Jah, es la Segunda Séfira; BINH, Binah, Entendimiento, La Reina,
y el Nombre Divino IHVH, Jehovah, es la Tercera Séfira - la «Tríada
Superna» se muestra.
Siguiendo después GDULH, Gedulah, llamado también ChSD, Chesed,
Misericordia, con el Nombre Divino AL, Él; y su contraste, GBURH,
Geburah, Severidad, también llamado Pachad, Temor, con el Nombre Divino
ALH, Eloah; y el triángulo reflejado se completa por el Sexto Séfira, el Sol,
llamado TPART, Tifareth, o Belleza, con el nombre ALHIM, Elohim; se
considera como un triángulo de reflexión con el ápice abajo. El tercer
triángulo puede ser considerado como una segunda reflexión con el ápice
abajo; está formado por las Séfiras séptima, octava y novena; NTzCh,
Netzach, Firmeza o Victoria, con el nombre de Jehovah Sabaoth, HUD, Hod o
Hud, Esplendor, con el nombre Elohim Sabaoth, y ISUD, Yesod,
Fundamento, con el nombre AL ChAI, El Chai.
Finalmente, todos estos ideales se resumen en una sola forma, la
Décima Séfira, MLKUT, Malkuth, la Shékinah, el Reino, también llama a
veces Tzedek, Rectitud. La Década completa forma «Adam Kadmon», «El
Hombre Arquetípico», y el portentoso OTz ChIIM, el «Árbol de la Vida». En
las antiguas figuras de Adán Kadmón vemos a Kether, la Corona, «por
encima» de la frente; Chokmah y Binah son las dos mitades del cerebro
pensante; Gedulah y Geburah son los órganos de acción, los miembros
derecho e izquierdo superiores; Tifareth es el corazón y los órganos vitales del

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

pecho; Netzach y Hod son los miembros inferiores derecho e izquierdo; Yesod
se refiere a los órganos digestivos y reproductores, y al abdomen; finalmente,
Malkuth se compara a los pies, como base o fundamento del hombre sobre
esta Tierra o plano inferior (ver lámina del Adán Kadmón, el Hombre
Arquetípico, o el Primer Adán).

AIN
AIN SUPH
AIN SUPH AUR
1
KETHER

3 2
BINAH CHOKMAH

5 4
GEBURAH GEDULAH
6
TIPHARETH

8 7
HUD NETZACH
9
JESOD

10
MALKUTH

Lámina I
LAS SEFIROTH

29
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

Estas Tríadas se consideraban formadas por un Principio de Unión, y


una potencia masculina y otra femenina, y por lo tanto existe un Equilibrio,
MTQLA, Methequela.

CORONA

ENTENDI-
MIENTO SABIDURÍA

SEVERIDAD MISERICORDIA

BELLEZA

ESPLENDOR VICTORIA

FUNDAMENTO

REINO

Lámina II
EL ÁRBOL DE LA VIDA SEFIRÓTICO

Casi tan vieja como la doctrina kabalística de las Séfiras, las


Inteligencias o Emanaciones son las formas peculiares en las que se
representaban en diagramas, que resumen todas las ideas kabalísticas, y que
son emblemas de estas visiones. Cada concepción deífica puede así ser
demostrada, así como la constitución de las Huestes Angélicas, los principios

30
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

de la Naturaleza del Hombre, el grupo de Cuerpos Planetarios, los elementos


Metálicos, el relámpago de iluminación en zigzag, y la composición del
Tetragrammaton sagrado, el Jehovah Místico, IHVH, Yod, Heh, Vau, Heh,
que tiene el valor numérico de 26. (Ver láminas I, II, III, IV, V y VI).

Lámina III
ADAM – KADMON

Esta década de Emanaciones Deíficas debe concebirse como formulada


primero en el Primer Plano Divino de Atziluth, que se halla enteramente más
allá de nuestra comprensión; para reproducirse en el Segundo Plano del
Espíritu puro, Briah; para existir en la misma Década en el Mundo de

31
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

Yetzirah, el Plano Tercero o Formativo; y finalmente, para ser condensada


suficientemente como para ser cognoscible por el intelecto humano en el
Cuarto Plano de Assiah, en el que parecemos existir. Desde nuestro punto de
vista podemos considerar al «Árbol de la Vida» como un modelo de muchos
procesos divinos y formas de manifestación, pero éstos son símbolos que
usamos para clasificar nuestros ideales, y no debemos degenerar las
Emanaciones divinas afirmando que estas visiones de las Séfiras son reales,
sino simplemente concebibles por la humanidad.

H HEN YOD 3 2

5 4
V VAU 6

8 7
9

10
H HEN

Lámina IV
ASIGNACIÓN DE JEHOVA. IHVN LAS TRIADAS EN EL ÁRBOL

Por ejemplo, La Kábalah muestra el agrupamiento de las Diez Séfiras


en Tres Pilares; el Pilar de la Misericordia, el Pilar de la Severidad, y el Pilar
de la Suavidad. Estos pueden ser asociados también con las Tres Letras
Madres, A, M, Sh (Alef, Mem, Shin). Podemos de nuevo formar tres grupos
por medio de dos líneas horizontales, y considerar a estas Séfiras como
Modelos de las Tres divisiones de la Naturaleza del Hombre: la Intelectual, la

32
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

Moral y la Sensual (no haciendo caso de Malkuth, el cuerpo material),


conectando por tanto la Kábalah con la Filosofía Mental y Moral y con la
Ética. Por medio de tres líneas, nuevamente, consideramos las Séfiras como
divisibles en Cuatro Planos, sobre cada uno de los cuales ya dije que debéis
concebir las Diez Séfiras como inmanentes. Por una serie de Seis líneas las
agrupamos en Siete planos referibles a los mundos de los Siete Poderes
Planetarios, conectando así la Kábalah con la Astrología. (W. Gorn Old ha
publicado recientemente un volumen llamado «Astrología Kabalística»).
A cada Séfira se le atribuía en Briah un Arcángel especial, y en Yetzirah
un ejército de Ángeles; éstos conectan la Kábalah con la Magia Talismánica.
Hay una estrecha relación entre la vieja teoría kabalística y la Alquimia; cada
Séfira de Assiah se convierte en el Emblema alegórico de uno de los metales,
y hay un volumen rabínico especial llamado «Asen Metzaref» relacionado
enteramente con la Alquimia; su nombre significa «Fuegos Purificadores».
(Puede obtenerse una traducción inglesa hecha por mí). A. E. Waite, en su
obra sobre la Kábalah, establece que el rabino Azariel ben Menachem, en su
«Comentario sobre las Séfiras», atribuye un color particular a cada uno, pero
éstos no coinciden con los colores dados en el Zohar, donde hallamos que se
dice que Kether es incoloro, Tifareth púrpura, y Malkuth azul zafiro.
Estas Diez Séfiras se consideran unidas por «Senderos», en número de
veintidós, siendo mostrados en el Diagrama; están numerados por medio de
las letras del Alfabeto hebreo, siendo cada una de ellas igualmente una letra y
un número. Los 22 Naipes de la baraja de cartas de Tarot (Tarocchi) se hallan
también relacionados con estos Senderos. Los 22 Senderos, unidos a las Diez
Séfiras, forman las famosas «Treinta y Dos Vías» por las que la Sabiduría
desciende en etapas sucesivas sobre el Hombre, y que pueden permitirle
remontarse a la Fuente de la Sabiduría pasando sucesivamente hacia arriba a
través de los 32 Senderos, este proceso de Abstracción mental era la forma
rabínica de lo que el hindú conoce como Yoga, o la Unión de lo humano con
lo divino, por contemplación y absorción de la mente en un arrobamiento
místico.
Palabras kabalísticas frecuentemente citadas son: Arikh Anpin,
Makroposopos, el Gran Rostro, que es un título de Kether, la Corona, la
Deidad Suprema; Zauir Anpin, Mikroposopos, el Pequeño Rostro, es el Sol
Central, Tifereth, una concepción que tiene algo en común con la del Cristo
cristiano, el Hijo de Dios. (Nota de Mac G. Mathers: El primero se
representaba por una cara de perfil, y el último por la cara completa). Binah es
la Madre Superna, Aima. Malkuth es la Madre Inferior, la Novia del

33
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

Mikroposopos. Daath o Conocimiento es la unión de Chokmah y Binah, de


Sabiduría y Entendimiento. Merkabah era el Trono Carroza de Dios en la
visión de Ezequiel mencionada en sus capítulos I y X; descansaba sobre
ruedas y era conducida por Cuatro Querubines, las Formas Animales
Sagradas, que se parecían al Hombre, al León, al Toro y al Águila, atribuidas a
los cuatro cardinales del mundo, y a Cuatro tipos de humanidad.

Lámina V
EL RAYO RELAMPAGUEANTE LOS TRES PILARES

Las Cuatro Letras de Yod, He, Vau, He, o como decimos, IHVH, del
nombre que llamamos Jehovah, son asignadas y distribuidas por la doctrina
kabalística entre las Séfiras de una manera peculiar, formando la misteriosa
concepción del Tetragrammaton, este tremendo nombre de Majestad Divina
que nunca podría ser pronunciado por la gente común, y cuya verdadera
pronunciación se halla reconocidamente perdida para los judíos, y no ha sido
nunca conocida por los cristianos (ver el diagrama).

34
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

KETHER

12 11

BN 14 CH

18 13 16
GEB 17 15 GED
19
22 20
T
23 21
26 24

HUD 25 NET
27
JE
30 28
31 32 29

Lámina VI
LAS DIEZ SEFIROTH Y LOS
VEINTIDÓS SENDEROS

Las opiniones de los kabalistas sobre la Cosmología no son fáciles de


explicar, pero como antes se dijo, el Dios Supremo Ilimitado, el «Ain Suph»
no fue el Creador directo del Mundo, ni se hizo el mundo de la nada.
Habiendo surgido por Emanación Divina, la más alta Trinidad de «La
Corona, el Rey y la Reina», descendió sus poderes y se expansionó en los
Siete Séfiros Inferiores, produciendo el Universo en su propia imagen, la de
una década de fuerzas, como un todo constituyente del ADM QDMUN, o
Adam Kadmon, el Hombre Primordial o Arquetípico, el mundo producido es

35
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

el Universo existente del cual tenemos conocimiento. El Universo es llamado


la «Vestidura de Dios»: este mundo inferior es una copia del Mundo Divino, y
toda cosa de aquí tiene su prototipo arriba (Zohar II, 20).
Algunos tratados kabalísticos hablan de mundos anteriores creados
antes de la conjunción del Rey y de la Reina Divinos; éstos perecieron en el
vacío. Estos mundos perdidos son referidos en Génesis 36, V. 31-40, como
«Los Reyes de Edom, que reinaron antes de la existencia de Israel». Se dice
que perecieron uno después del otro; fueron convulsionados, y no se les
conoció más.
Habiendo considerado las Emanaciones Divinas y el origen del
Universo, debo referirme a los seres espirituales de los Cuatro Mundos. En el
Primero, más puro, y más elevado Mundo de Atziluth, moran sólo los Diez
Séfiros Primarios del Adam Oilah o Arquetipo, perfecto e inmutable.
En el Segundo Mundo de Briah residen los Arcángeles, encabezados
por «Metatrón» que es adscrito a Kether, de solemne grandeza; es la vestidura
de AL Shaddai, la manifestación visible de Dios: el número de ambos es 314
(Zohar III. 23 IA). La palabra Metatrón significaba «El Gran Maestro». Tiene
un curioso parecido con las palabras griegas meta thronon (al lado o bajo el
trono de Dios); pero esta derivación es fantasiosa. Rige a los otros Arcángeles
del Universo, que gobiernan en sus cursos a todos los cuerpos celestes, y las
evoluciones de los que moran en ellos. Es, de acuerdo con los kabalistas, el
Dios eficiente de nuestra Tierra - el Demiurgos griego. Los otros Arcángeles
son, de acuerdo a Mac Gregor Mathers, Ratziel, Tzafkiel, Tzagquiel, Kamael,
Mikael, Haniel, Rafael, Gabriel y Sandalfon.
En el Tercer Mundo de Yetzirah están las Diez huestes de seres
Angélicos, una clase separada para cada Séfira; son seres inteligentes
incorpóreos, vestidos en una vestidura de luz, y se hallan situados sobre los
varios cuerpos celestes, los planetas, sobre las fuerzas elementales, y sobre las
estaciones, tiempos, etc.; son los oficiales de los grandes Arcángeles. Las
Huestes de Ángeles de las Séfiras son Chaioth ha kodesh, Aufanim, Arelim,
Chasmalim, Serafim, Melakim, Elohim, Beni Elohim, Cherubim, y en décimo
lugar los Ishim, que son las Almas Beatificadas de los hombres y de las
mujeres.
El Cuarto Mundo de Assiah está lleno de los seres inferiores, los
Demonios Malignos, Klifos o Qlifos, las «cortezas» o cáscaras, y con todos
los llamados materiales, y a este mundo pertenecen los hombres, los Egos o
Almas prisioneros en cuerpos humanos terrestres. También este mundo tiene
sus diez grados, estando cada uno de ellos cada vez más lejos de las fuerzas y

36
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

formas superiores, siendo cada uno cada vez más oscuro e impuro. Primero
viene THU, Tohu, el Aforme; y BHU, Bohu, el Vacío; en tercer lugar ChShk,
la Oscuridad, del universo primero; y de éstos se desarrolló nuestro mundo y
existe ahora; después vienen siete infiernos, cuyos moradores son seres
malvados que representan todos los pecados humanos; sus regentes son
Samael o Satán, el ángel de la muerte, y Lilith, la Asheth Zenunim, la Mujer
de la Prostitución, y este par de demonios es llamado también «La Bestia»
(ver Zohar II. 255); Samael tenía también un nombre incomunicable que era
IHVH invertido: pues Demon est Deus inversus.
El universo entero sólo se completó con la creación del Hombre,
llamado Microcosmos, el Adán Terrestre; una copia de «El Hombre
Arquetípico» de otra manera. Él tiene principios y facultades comparables a
todas las Séfiras y Mundos, aunque su cuerpo material more en el plano
Assiático.
Después de Dios, los Ángeles y el Mundo, pasemos a considerar más
plenamente lo que la Kábalah enseña sobre el Hombre, el Alma o Ego
humano. Ya se ha explicado que la Doctrina de la Emanación postula estados
sucesivos de la manifestación del Espíritu Supremo, que pueden ser
considerados como existentes en planos separados. Las Diez Séfiras
condensan su energía en un grupo formulado Cuatripartido de Tres planos
Espirituales, y un plano de la llamada Objetividad, o de Materia. Estas Diez
Séfiras, y los planos, contribuyen cada uno una esencia que en su totalidad, en
proporción siempre variable, constituyen el Hombre. Al principio fue
formulado lo que los científicos podrían llamar el «Hombre Arquetípico», y lo
que los kabalistas llamaban Adam Kadmon, ADM QDMUN, el Hombre
Primero, el Protogonos griego. Sucesivos estados de ser de este tipo pasan a lo
largo de las edades a través de una escala descendente, ofreciendo al individuo
toda variedad de experiencia, y después a lo largo de una escala ascendente de
redesarrollo, hasta que se consigue la perfección humana, y la última reunión
con la Divinidad es el resultado de la finalización del peregrinaje del Alma
purificada.
Antes de que consideremos al Hombre en su estado presente debemos
anotar las opiniones de la Kábalah sobre el Hombre en su estado primario.
El Hombre fue la última Palabra de Creación, un résumé de todas las
formas, y es así que trascendió a los ángeles en sus facultades. El primer
hombre no tenía cuerpo carnal, ninguna envuelta material: Adán y Eva estaban
vestidos sólo en formas etéreas, y no estaban sujetos a los apetitos o pasiones,
moraban en la Luz en el GN OIDN, Jardín de Aidin, de Edén, de placentera

37
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

paz (Zohar II. 229 b). El hombre y la mujer, antes de su descenso a este
mundo, era como uno solo - andróginos; en la encarnación fueron separados
en sexos. El primer par humano rompió el primer mandamiento, pecaron y
fueron sentenciados a un descenso completo en la materia; el Señor Dios les
hizo «abrigos de piel», les dio cuerpos materiales, y con éstos vinieron la
necesidad de comida, y las pasiones requeridas para hacer surgir una sucesión
de cuerpos terrestres.
Sin embargo, el hombre es todavía la copia de Dios en la Tierra; su
forma se atribuye al Tetragrammaton de Jehovah, IHVH, porque en un
diagrama Yod es la cabeza. He los brazos, Vau el cuerpo, y la He final los
miembros, inferiores (ver Zohar II. 42 A). La primera pareja fue tentada por
Samael, la personalidad alegórica de las tendencias inferiores, que dio el
anhelo de experimentar la vida en la tierra y tomar parte en sus continuos
cambios de fuerza y forma. Ellos hicieron lo que supieron que pondría en
peligro su existencia puramente psíquica, se hundieron completamente en las
formas materiales, tomaron las groserías de Malkuth, y fueron así separados
del Árbol Sefirótico, de las Potencias Superiores, que no tenían ninguna
tentación de la materia. Toda materia está siempre cambiando su forma, y es
así que sus cuerpos debían cambiar; sus cuerpos murieron, y así deben hacerlo
los cuerpos de todos los Egos encarnados; con la muerte, la personalidad pasa
a un descanso, y después a una experiencia posterior de la vida, o a una esfera
de castigo, o a un reino de gloria.
En sus formas terrestres produjeron cuerpos como los suyos, y Dios
envió abajo a otras almas para morar en ellos, para experimentar la vida
terrestre, sus pecados y sufrimientos; y para pasar una prueba por la cual
también podrían caer, pero podrían sin embargo elevarse para recuperar su
parte del estado perdido del hombre, y finalmente elevarse a través de las
Séfiras hasta una reunión con la Esencia Divina.
Recordad que primero fue la Corona Sefirótica, después vino Chokmah,
una potencia masculina, y después Binah, una femenina; de su unión surgió el
universo creado de los ángeles, los hombres y la tierra; pero «como es arriba,
es abajo», así que tenemos formado en el Génesis un Hombre, después sigue
una Mujer, y de ellos todos los demás.
En el «Comentario sobre la Creación del Génesis», alegórico como el
Génesis mismo, se establece:
«Hay en el Cielo una tesorería llamada GUP, Gruph, y a todas las almas
que fueron creadas en el comienzo, y que habían de venir después a este
mundo, las puso allí El Santo; de esta tesorería proporciona niños El Santo en

38
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

la matriz con almas».


Un comentario posterior en lenguaje simbólico narra cómo El Santo,
percibiendo que está en formación un cuerpo de niño, envía un Ego adecuado
para que lo habite.
«El Santo, bendito sea Él, hace señas a un Ángel que se halla sobre las
almas sin cuerpo y le dice: “Tráeme esa alma”; y esto se hace siempre desde
que comenzó el mundo; el alma aparece ante el Santo y le adora en su
presencia, a lo que el Eterno dice: “Vete a esta forma”. Instantáneamente el
alma se excusa diciendo: “Oh, Gobernador del Mundo, estoy satisfecho con el
mundo en el que he estado tanto tiempo; si te place, no me fuerces adentro de
este cuerpo sucio, pues soy un Espíritu”. El Santo, bendito sea Él, responde:
“El mundo al que voy a enviarte es necesario para ti; es para pasar a través de
él que te formé a partir de mí mismo”. Y así el alma es forzada a encarnar y
hundirse en el mundo en el que la materia lo hará prisionero, donde debe
sufrir, pero que puede superar, y de donde debe elevarse de nuevo». El Zohar
añade la afirmación: «y cualquier cosa que el hombre aprende y despliega en
la vida terrestre, la conocía antes de su encarnación».
Esta es una doctrina paralela al esquema Buddhista de la Reencarnación
con el Karma como Dios - la ley eterna que obliga, sin enternecerse, a una
nueva vida terrestre al Ego individual.
Christian Ginsburg establece que una «Transmigración de las Almas»
era creencia de los fariseos en tiempos de Josephus; y este dogma fue
mantenido por muchos judíos hasta el siglo noveno de nuestra era. Los judíos
Caraítas lo han aceptado siempre desde el siglo siete. San Jerónimo dice que
era una doctrina de la Iglesia Cristiana primitiva enseñada sólo a unos pocos
creyentes selectos, y Orígenes era de la opinión de que sin la trasmigración los
incidentes de la lucha entre Esaú y Jacob antes del nacimiento (Génesis 25, V.
22), y la referencia a Jeremías en la matriz de su madre, ni podrían ser
explicados (Jer. I.5).
La Kábalah enseña que los Egos que han salido de la Fuente del
Espíritu, sufren encarnación una y otra vez hasta que han sido alcanzadas la
experiencia y la perfección, y se unen finalmente de nuevo a la Fuente Divina
(Zohar I. 145, 168; II. 197).
Ahora bien, ¿Qué es lo que mora por un tiempo en este «Abrigo de
piel», como lo llama el Génesis en el capítulo 3, V. 21, este llamado cuerpo
material?. Es una Chispa Divina, compuesta de varios elementos derivados de
las simbólicas Cuatro Partes de Jehovah y de los Tres Mundos, y éstos se
asientan en el cuarto Mundo de los Efectos, el Universo Material. Ahora bien,

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

es cierto sin duda que en diversas escuelas kabalístícas el número y nombres


de estas Esencias varían, pero la idea basal sigue siendo la misma; de modo
semejante, los principios de la constitución del Hombre, tal como están
establecidos en diferentes libros hindúes, varían también, pero la idea raíz es
la misma en todos ellos.
Los Principios Humanos pueden ser establecidos como Tres en un
cuarto - el cuerpo; o como Cinco, reconociendo la forma Astral y el cuerpo
material o como Siete, subdividiendo el principio divino; o como Diez,
comparables a las Séfiras. Explicar esto completamente requeriría un largo
ensayo y muchas palabras hebreas abstrusas, lo que es una dificultad para los
que no están acostumbrados a ellas; dos sistemas bastarán como ilustración.
De Yod, la Je de Jehovah, viene el más elevado cubrimiento de la
Divinidad, comparable al Atman de las filosofías indias. De He, el ho de
Jehovah, viene Neshamah, el Buddhi de los hindúes, Mente e Intelecto. De la
He final, el ah de Jehovah, se deriva Nefesh, el Kâma de los hindúes, las
pasiones y apetitos. Todos éstos están implantados en la cáscara Astral que
moldea al cuerpo físico, el instrumento que actúa sobre objetos materiales.
El Alma Humana es concebida de nuevo como distribuida a través de
varias formas distintas de manifestación consciente relacionadas con las «Diez
Séfiras»; los diversos tratados kabalísticos dan varias agrupaciones, que son
todas relevantes una a la otra, siendo la más usual una división triple, en la que
Nefesh, las pasiones, es referida a Malkuth; Ruach, la Mente, la Razón, y el
Intelecto, es referida al grupo de Seis Séfiras que se hallan alrededor del Sol
de Tifereth; y Neshamah, las aspiraciones espirituales, es asociada al
Triángulo Superno de la Reina, el Rey y la Corona. Estos principios humanos
funcionan sobre Cuatro Mundos - Divino, Moral, Intelectual y Emocional,
respectivamente; y cada una de estas esencias puede dominar al hombre, y, de
hecho, existen en proporciones constantemente variables. El más elevado
principio cubre a los otros, y los centrales pueden alcanzar al superior; o, por
negación de las oportunidades, o por acciones viciosas, pueden caer cada vez
más bajo, hasta aproximarse a la materia del cuerpo. Así como Neshamah lo
conduce a uno a la excelencia Espiritual, así Nefesh conduce hacia abajo al
goce físico.
En otra forma de simbolismo el kabalista nos dice que un hombre tiene
dos compañías o guías; uno a la derecha, Yetzer ha Tob, para los buenos
actos, que es el de las Séfiras superiores; y uno a su izquierda, Tetzer ha Ra,
que anima los apetitos y pasiones, las tentaciones al mal, y que es un agente de
Samael y de La Bestia. El hombre se halla en una posición muy desafortunada

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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

de acuerdo al Zohar 95 B, pues allí se dice que el Ángel Maligno se le une en


el nacimiento, pero el Ángel Bueno sólo a la edad de los 13 años.
Respecto a la Muerte, como ya hemos aprendido, el Ego o Alma del
hombre, salvo que la vida haya sido superexcelente, tiene que renacer en otra
forma; pero en la muerte, como coinciden todas las religiones, ocurren
grandes cambios. De acuerdo con la Kábalah, el cuerpo materia visible, el
Guph, decae, y el aspecto animal del alma, el Nephesch, sólo se desvanece
gradualmente; el Ruach, el aspecto humano, pasa del plano Assiático y
Neshamah, el alma espiritual, vuelve a la Tesorería del Cielo, el Gran Oidin, o
del Paraíso, perfeccionada, a un mundo Espiritual que está más allá del plano
del renacimiento. El «Sepher jareh chattaim» dice que un hombre es juzgado
en la misma hora en que muere; porque la Shekinah, una Presencia de la
Divinidad, llega cerca de él, con tres Ángeles, de los cuales el jefe es Dumah,
el Ángel del Silencio: si el alma es condenada, Dumah la lleva a Gai Hinnom,
o infierno, por un período de castigo antes de la próxima encarnación; si es
aprobada, el Alma pasa a Oidin o Cielo. Al final de la presente manifestación
del Universo, todas las almas habrán sido hechas perfectas por el sufrimiento,
bendecidas en el Paraíso, y estarán en reunión con el Dios del cual salieron.
La teoría kabalística de la constitución del hombre, su origen y destino,
es muy diferente de la opinión cristiana moderna, pero difiere de los esquemas
indios más en la manera de presentarse que en los principios, y éstas dos
pueden estudiarse adecuadamente lado a lado, y cada una puede iluminar a la
otra. No hay, desde luego, una clara línea de fractura entre las doctrinas
místicas occidentales, el kabalismo de la Edad Media atribuido al Hermetismo
egipcio, y la Teosofía Esotérica india. Difieren en lenguaje, nomenclatura, y la
imaginería empleada en el esfuerzo por representar ideas espirituales a la
humanidad; pero no hay razón suficiente para la condenación de una de ambas
escuelas por parte de cualquier otra. El mundo de la cultura intelectual es
suficientemente amplio para que existan ambas lado a lado, y el mero hecho
de que sean sistemas filosóficos en algún modo comprensibles al hombre, es
evidencia de que ninguna puede estar compuesta dé verdad pura y no velada,
porque nosotros sólo somos capaces de ver aún como por un vidrio,
oscuramente, y debemos hacer mucho progreso posterior antes de que
podamos aspirar a ver a Dios cara a cara, y conocerle tal como es.
Debemos estar contentos de progresar, como lo han hecho siempre los
estudiantes, por etapas de desarrollo; en cada grado las verdades primarias son
establecidas de nuevo en una forma diferente; son reveladas o reveladas en
lenguaje y simbolismo adecuados para la propia condición mental del

41
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala

estudiante, y de aquí la necesidad de un instructor, de un guía que haya


atravesado el sendero, y que pueda reconocer por comunión personal la etapa
que cada pupilo ha conseguido. No hay ningún sendero real o fácil hacia la
consecución elevada del Misticismo. El esfuerzo incansable, combinado con
la pureza de vida, es de importancia vital. El intelecto humano sólo puede
apreciar y asimilar aquello que el ojo de la mente puede percibir en cualquier
momento. El proceso no puede ser forzado. La tradición mística no puede ser
hurtada. Si algún aprendiz se apropia del conocimiento de un Grado que está
más allá de él, no será para él sino desatino y oscuridad.
Le ha sido ofrecido a menudo a los estudiantes una doctrina, o una
afirmación, o una explicación que su intelecto ha rechazado como un absurdo,
o como pura superstición; el mismo dogma que han asimilado después en la
vida con todo asentimiento de estima. El Ocultismo se asemeja en esto a la
Francmasonería; somos admitidos al conocimiento oculto o no lo somos; y si
no lo somos, nunca creemos secreto alguno de su ritual incluso si se nos
ofrece. Los secretos del Ocultismo son como los de la Francmasonería; en
verdad, son en cierta medida los secretos que la Francmasonería ha perdido.
Son por su misma naturaleza inviolables; podrían ser contados llanamente al
extraño, y no serían entendidos por él. Pues si alguno ha sido capaz de
adivinar y abarcar tal secreto, él no se lo diría ni siquiera a su amigo más
querido, por la simple razón de que si su amigo es incapaz de adivinarlo por sí
mismo, su comunicación en meras palabras no le conferirá el conocimiento
oculto.
Todas las teorías kabalísticas son de una naturaleza similar a los
secretos de la Francmasonería; hubo mucha doctrina que nunca fue escrita ni
impresa; estas obras descubren a menudo una imaginería que parece tonta, y
contienen doctrinas que al principio parecen absurdas; contienen sin embargo
las altamente espirituales enseñanzas que he delineado brevemente. La mera
lectura de estos volúmenes es de poco valor; tiene que ser abierto el ojo
espiritual, a fin de ver cosas espirituales; y los grandes kabalistas de antaño no
arrojaban perlas de Sabiduría ante el ignorante o vicioso, ni permitían que el
sucio entrara al Templo de la Sabiduría. El estudiante serio debe hacer tenaces
esfuerzos para alcanzar la vida superior del Verdadero Ocultismo; después, tal
vez en un futuro distante, tal vez evitar una sucesión de tentaciones y una vida
de autosacrificio pueda servir como Santo y Seña para asegurar la admisión al
Palacio del Gran Rey.

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