Westcott - Introduccion Kabalah PDF
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Wynn Westcott
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE
LA KABALA
An Introduction to the Study of the Kabalah
BIBLIOTECA UPASIKA
www.upasika.com
W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala
W. Wynn Westcott
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W. Wynn Westcott – Introducción al Estudio de la Kabala
CONTENIDO
Prefacio, página 4.
La Kábala, página 5.
La Kábalah Práctica, página 16.
La Kábalah Dogmática, página 22.
ILUSTRACIONES:
Lámina I – Las Sefiroth, página 29.
Lámina II – El Árbol de la Vida Sefirótico, página 30.
Lámina III – Adam-Kadmon, página 31.
Lámina IV – Asignación de Jehová. IHVH. Las Tríadas en el Árbol,
página 32.
Lámina V – El Rayo Relampagueante. Los Tres Pilares, página 34.
Lámina VI – Las Diez Sefiroth y los Veintidós Senderos, página 35.
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PREFACIO
Los estudiantes de literatura, filosofía y religión que tienen alguna
simpatía por las ciencias ocultas podrían muy bien prestar alguna atención a la
Kábalah de los rabinos hebreos de tiempos antiguos; pues cualquiera que sea
la religión mantenida por el investigador, no sólo ganará en conocimiento,
sino que ampliará sus visiones sobre la vida y el destino, por comparación de
otras formas de religión con las creencias y doctrinas en las que ha sido
nutrido, o que ha adoptado después de haber alcanzado la edad madura y los
poderes de discreción.
Estando completamente persuadido del bien que de aquí se deriva,
deseo llamar la atención sobre los dogmas de la vieja Kábalah hebrea. Tuve la
fortuna de ser atraído a este estudio en un modo algo recóndito, en un período
temprano de la vida, y he tenido ocasión de emplear un poco de tiempo en
años subsiguientes para recolectar algún conocimiento de esta filosofía
religiosa hebrea; mi información sobre el asunto ha sido aumentada por el
hecho de ser miembro de “La Sociedad Rosacruz”. Sin embargo, los libros
kabalísticos son muy numerosos y largos, y además sólo pueden ser
estudiados en el hebreo rabínico y caldeo, por lo que me siento hoy en día
menos confiado de mi conocimiento de la Kábalah de lo que lo estaba hace
veinte años, cuando fue publicado este ensayo por primera vez, después de
haber sido dado en forma de lecturas a una Sociedad de Estudiantes
Herméticos en 1888. Desde esa fecha han sido publicados una traducción
francesa de “El Zohar”, por Jean de Pauly, y un trabajo titulado “La Literatura
e Historia de la Kábalah”, de Arthur E. Waite; sin embargo, pienso que este
pequeño tratado lo encontrarán de interés los que carecen del suficiente ocio
para dominar los trabajos más complejos sobre la Kábalah.
Se ha hecho referencia por necesidad al Antiguo Testamento, pero no he
hecho, intencionalmente, referencias al Nuevo Testamento, o a las creencias y
doctrinas enseñadas por Jesucristo como Salvador del Mundo; si alguno desea
buscar la referencia de la Kábalah a la Trinidad, la encontrará en el Zohar II,
43, b, - y una versión inglesa del mismo en “La Kábbalah” de C. D. Ginsburg.
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LA KÁBALAH
Debe confesarse que el origen de la Kábalah se pierde en las brumas de
la antigüedad; nadie puede demostrar quién fue su autor, o dónde estuvieron
sus primeros profesores. Puede aducirse una evidencia considerable para
demostrar que sus raíces se remontan hasta rabinos hebreos, que florecieron en
el tiempo del Segundo Templo, alrededor del año 515 a. de J. C. De su
existencia anterior a este tiempo no conozco ningunas pruebas.
Se ha sugerido que el cautiverio de los hebreos en Babilonia condujo a
la formación de esta filosofía por el efecto de la tradición y del dogma caldeos
sobre la tradición hebrea. No hay duda de que en las primeras etapas de su
existencia la enseñanza era enteramente oral (de aquí el nombre de QBLH, de
QBL: recibir), y que fue variada por las mentes en las que se infiltró en el
curso de su historia; no hay pruebas de que parte alguna fuera escrita durante
los siglos posteriores. Se ha mantenido curiosamente diferenciada del
exotérico Pentateuco de Moisés, y de los siempre crecientes comentarios sobre
él, Mishna y Gemara, que forman el Talmud. Todo esto parece haberse
desarrollado en la teología hebrea sin combinarse con las recónditas doctrinas
de las Kábalah. De manera similar, vemos que en la India los Upanishads, una
serie esotérica de tratados, se desarrollaron al lado de Brahmanas y Puranas,
que son instrucciones exotéricas destinadas al uso de las masas de gente.
Con respecto a los más antiguos libros kabalísticos aún existentes, ha
surgido la controversia entre los críticos modernos, quienes niegan la era
afirmada para cada tratado, y tratan de probar que el supuesto autor es la única
persona que no pudo haber escrito cada libro en cuestión. Pero estos críticos
muestran la mayor divergencia de opinión en el momento en que se hace
necesario fijar una fecha o un autor; es más fácil adquirir la crítica destructiva
que el conocimiento real.
Hagamos una corta nota de los principales tratados kabalísticos
antiguos.
El “Sepher Yetzirah” o “Libro de la Formación” es el tratado más
antiguo; es atribuido por la leyenda al Patriarca Abraham. Se han publicado
varias ediciones de una traducción inglesa hecha por mí. Esta obra explica un
esquema filosófico de la Creación de lo más curioso, trazando un paralelo
entre el origen del mundo, el sol, los planetas, los elementos, las estaciones, el
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hombre, y las veintidós letras del alfabeto hebreo que son divididas en una
Tríada, una Héptada y una Dodécada. Las tres letras madres, A, M y Sh, son
referidas al Aire, Agua y al Fuego primitivos; siete letras dobles son referidas
a los planetas, y la división séptuple del tiempo, etc.; y las doce letras simples
son referidas a los meses, signos zodiacales y órganos humanos. La crítica
moderna tiende a la conclusión de que las antiguas versiones que existen
fueron recopiladas sobre el 200 d. de J. C. El “Sepher Yetzirah” es
mencionado en los Talmuds, tanto de Jerusalén como de Babilonia; fue escrito
en la lengua neo-hebráica, como el Mishna.
El “Zohar” o “Sohar”, deletreado en hebreo como ZHR o ZUHR, “El
Libro de los Esplendores” o de la “Luz”, es una colección de muchos tratados
separados sobre la Deidad, los ángeles, las almas, y sobre cosmogonía. Su
autoridad es adscrita al Rabino Simón ben Jochai, que vivió en el 160 d. de J.
C; él fue perseguido y llevado a vivir a una cueva por Lucius Aurelius Verus,
corregente con el Emperador Marcos Aurelius Antoninus. Alguna parte
considerable del trabajo puede haber sido arreglada por él a partir de las
tradiciones orales de su tiempo; pero otras partes han sido ciertamente
añadidas por otras manos en distintos intervalos, hasta el tiempo en que
publicado por primera vez completamente por el rabino Moisés de León, de
Guadalajara (España), hacia el 1290. Desde ese momento es conocida su
historia; han salido ediciones impresas de él en Mantua, 1558; Cremona, 1560,
y Lubliana, 1623. Estos son los tres famosos códices de “El Zohar” en lengua
hebrea. Para los que no leen hebreo, los únicos medios prácticos de estudiar el
Zohar son la traducción parcial al latín del barón Knorr von Rosenroth,
publicada en 1684 bajo el título de “Kábbbala Denudata”, y la edición inglesa
de tres tratados: “Siphra Dtzeniotha” o “Libro del Misterio Oculto”, “Ha Idra
Rabba” o “Asamblea Mayor”, y “Ha Idra Suta” o “Asamblea Menor”,
traducidas por S. L. Mac Gregor Mathers. Estos tres libros dan una buena idea
del tono, estilo y material del “Zohar”, pero sólo incluyen una visión parcial
del mismo; otros tratados en el Zohar son “Hikaloth” (“Los Palacios”), “Sithre
Torah” (“Los Misterios de la Ley”), “Misdrash ha Neelam” (“El Comentario
secreto”), “Raja Mehemna” (“El pastor fiel”), “Saba Demishpatim” (“El
Discurso de los Ancianos”), el profeta Elias, y “Januka” (“El joven”), junto
con notas llamadas “Tosepha” y “Mathanithan”.
En curso de publicación está ahora una traducción francesa del Zohar
completo, hecha por Jean de Pauly; éste es un trabajo muy docto.
Otros famosos tratados kabalísticos son: “El Comentario sobre las Diez
Séfiras”, del rabino Azariel ben Menachen (1200 d. de J. C), “El Alfabeto”,
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del rabino Akiba, “La Puerta del Cielo”, “El libro de Enoch”, “Pardes
Rimmonim” o el “Jardín de Granadas”, un “Tratado de las Emanaciones”,
“Otz ha Chiim” o “El Árbol de la Vida”, de Chajim Vital, “Tashith ha
Galgulim”, o “Revoluciones de las Almas” de Isaac de Loria, y especialmente
los escritos del famoso judío hispano Ibn Gebirol, que murió en el 1070 d. de
J. C, y que era llamado también Avicebrón; sus grandes trabajos son “La
fuente de la vida” y “La Corona del Reino”.
La enseñanza de la Kábalah se ha considerado agrupada en varias
escuelas, cada una de las cuales fue famosa por un tiempo. Puedo mencionar:
la Escuela de Gerona (1190 a 1210), del rabino Isaac el ciego, los rabinos
Azariel y Ezra, y Moisés Nachmanides; la Escuela de Segovia, de los rabinos
Jacob, Abulafia (muerto en 1305), Shem Tob (muerto en 1332), e Isaac de
Akko. La Escuela del rabino Isaac ben Abraham Ibn Latif, alrededor de 1390;
la Escuela de Abulafia (muerto en 1292) y José Gikatilla (muerto en 1300);
también las Escuelas de “Zoharistas” de los rabinos Moisés de León (muerto
en 1305), Menahem di Recanti (muerto en 1350), Isaac Loria (muerto en
1572), y Chajim Vital, que murió en 1620. Un kabalista alemán muy famoso
fue Juan Reuchlin o Capnio, y escribió dos grandes obras: “De Verbo
Mirifico” y “De arte Kabalística”.
Entre los kabalistas había principalmente dos tendencias: unos se
dedicaban enteramente a la rama dogmática y doctrinal; otros, al aspecto
práctico y portentoso.
El mayor de los rabinos hacedores de portentos fue Isaac Loria, también
llamado Ari; y Sabatai Zevi, que curiosamente se hizo mahometano. Ambos
de estos departamentos de la tradición rabínica oculta tenían sus
representantes vivientes, la mayor parte de las veces individuos muy
esparcidos; muy raramente se encuentran grupos de iniciados. En Europa
Central, partes de Rusia, Austria y Polonia, hay incluso ahora judíos
conocidos como rabinos capaces de hacer portentos, los cuales pueden hacer
cosas extrañas que ellos atribuyen a la Kábalah, y cosas muy difíciles de
explicar han sido vistas en Inglaterra, en manos de estudiantes de ritos
kabalísticos y de talismanes.
Los comentarios rabínicos, muchas series profundas que se superponen
una a la otra, y que existen ahora en conexión con los antiguos tratados,
forman tal masa de tradición kabalística que la hacen una tarea casi imposible
de abarcar; probablemente ningún cristiano ni ningún judío pueda decir qué
doctrinas no han sido establecidas todavía en algunas de las viejas obras
manuscritas.
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fuera a morar allí por algún tiempo, para conseguir experiencia, obtener
retribución, y entrar después en otro estado de progreso, consiguiendo un
retorno final de su origen divino. Y sin embargo los autores de estos
volúmenes, quienesquiera que fuesen, difícilmente pudieron no haber tenido el
concepto de la parte superior del hombre, de su Alma Espiritual. La opinión
crítica es que el Antiguo Testamento fue privado en algún período de su
filosofía religiosa, la cual fue apartada para una clase privilegiada, mientras
que para la aceptación de la gente se ofreció sólo la cáscara de la ley estricta y
la tradición. La pepita de filosofía espiritual que se halla en falta en el Antiguo
Testamento puede ser el núcleo esencial de la Kábalah; pues estos dogmas
kabalísticos son hebraicos, y espirituales y sublimes en su grandeza, y el
Antiguo Testamento, leído a su luz, se convierte en un volumen merecedor de
la aceptación por parte de una nación. Hablo de lo esencial de la Kábalah, el
antiguo substrato de la Kábalah. Concedo que en muchos tratados existentes
estas verdades primarias han sido oscurecidas por generaciones de editores,
por adiciones visionarias y a menudo crudas, y por las divagaciones de la
imaginación oriental; pero las notas claves de un gran Poder Divino, espiritual
y escondido, de sus Emanaciones en manifestación, de su energetización de la
vida humana, de la existencia prolongada de las almas humanas, y del estado
temporal de la existencia corpórea, son doctrina fundamentales ahí ilustradas
completamente. Y éstos son los puntos de contacto entre la Kábalah de los
judíos y el llamado esoterismo de las enseñanzas de Buddha y el hinduismo.
Puede ser que la Iglesia Católica, de la que fue sedicente la Iglesia
Protestante, estuviera en su origen en posesión del secreto rabínico hebreo de
la naturaleza esotérica intencional de la Biblia, y de un modo sacerdotal de
entender la Kábalah esotérica, como una clave para las verdaderas
explicaciones de los libros judíos, que, siendo aparentemente historias, son
real y grandemente alegóricas. Si se admitiera esto, ello explicaría por qué la
Iglesia Católica ha desanimado durante edades al laico del estudio de los
libros del Antiguo Testamento, y nos conduciría a pensar que el
Protestantismo cometió una equivocación al combinar la reforma de un
sacerdocio vicioso con alentar a los laicos la lectura de los libros del Antiguo
Testamento.
Advierto que la interpretación «literal» de los libros mosaicos y los del
Antiguo Testamento ha sido usado repetidamente, por lo general, como
soporte para sistemas de conductas viciosas; un notable ejemplo de lo cual fue
visto incluso hace cien años, cuando el clero de naciones protestantes casi
unánimemente, sostenía la continuación del mercado de esclavos a partir de
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LA KABALAH PRÁCTICA
Tomemos la Kábalah práctica antes que la dogmática; puede haber
precedido tal vez a la filosofía teórica porque se halla relacionada en principio
con un estudio íntimo del Pentateuco: una investigación basada sobre la teoría
de que cada frase, palabra y letra fueron dadas por inspiración divina, y que ni
un punto ni una tilde (la Yod, la más pequeña letra hebrea) deberían ser
rechazados. Los rabinos contaron cada palabra y cada letra, y como sus
números estaban representados por sus letras, contaron la numeración de todos
los nombres y títulos divinos, y todos los nombres propios, y la numeración de
las frases que registraban órdenes divinas.
Las letras y números hebreos eran:
Había también varias letras finales: K final, 500; M final, 600; N final,
700; P final, 800; y Tz final, 900. Nótese que el Nombre Divino Jah, JH,
numeraba 15, y es así que en el uso común el número 15 era representado
siempre por 9 y 6, ThV, Teth y Vau.
Los rabinos kabalísticos aceptaban el significado natural de las palabras
de la «Torah» o libros de la Ley del Antiguo Testamento como una guía para
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letras de un nombre como iniciales o finales de las palabras de una frase. Por
ejemplo, en Deut. 30 v. 12, Moisés pregunta: ¿Quién subirá por nosotros a los
cielos?. Las letras iniciales de las palabras originales MIIOHL LNV
HShMILH, forman la palabra MILH, mylah, que significa circuncisión, y las
letras finales son IHVN, el nombre Jehovah, de aquí que se sugiriese que la
circuncisión era una característica del camino hacia Dios en el cielo.
Amén, AMH, viene de las iniciales de la Adonai melekh namen, «El
Señor y Rey fiel»; y la famosa palabra rabínica de poder, usada para los
talismanes AGLA, está formada por las iniciales de las palabras «Ateh gibur
leolam Adonai», «El Señor siempre poderoso», o «Tu potens in saeculum
Domine».
La TEMURA es un proceder más complejo, y ha conducido a una
inmensa variedad de curiosos modos de adivinación: las letras de una palabra
son transpuestas de acuerdo a ciertas reglas y con muchas limitaciones; o bien,
las letras de una palabra son reemplazadas por otras letras según lo dispone un
esquema definido, mostrado a menudo en un diagrama. Por ejemplo, una
forma común era escribir una mitad del alfabeto sobre la otra en orden
inverso, de tal modo que la primera letra, A, era reemplazada por la última, T;
B era reemplazada por Sh, y así sucesivamente. En este plan, se dice que la
palabra Sheshak (de Jeremías 25 v. 26) significa Babel; esta permutación era
conocida como ATBSh, atbash. Sobre este principio hallamos otras veintiuna
formas posibles, llamadas por orden Albat, Abgat, Agdat, etc. La serie
completa era llamada «Las combinaciones de Tziruph».
Otras formas eran la racional, la correcta, la adversa y la irregular,
obtenidas de unos cuadros de 22 espacios en cada dirección, esto es, de 484
cuadros secundarios, poniendo entonces una letra en cada cuadrado en orden
arriba y abajo, y leyendo después a lo largo o diagonalmente, etc. De este tipo
es la llamada «Kábalah de las Nueve Cámaras».
Un desarrollo posterior de las artes numéricas era mostrado por los
modos de Contracción de Extensión; así Jehovah, IHVH, 26, era extendido a
IVDHA-VV-HA, y de este modo 10, 5, 6, 5, ó 26 se convirtió en 20, 6, 12, 6
ó 44. Por extensión Zain, Z, 7, se convirtió en 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 ó 28; y 28 se
consideraba como 2 y 8 ó 10. El Tetragammaton (Jehovah, 26) también fue en
tiempos considerado como 2 y 6 u 8; así, el Shaddai, Dios Todopoderoso, AL
ShDI, 1, 30, 300, 4, 10, era 345, y luego 12, y luego 3, una Trinidad. Un
atractivo concepto era el cambio de la deletreación de los nombres de
Abraham y Sara. Al principio eran Abram (ABRM) y Sarai (ShRI), y se
convirtieron en ABRHM y ShRH. Ellos tenían 100 y 90 años, y eran
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estériles; ahora bien, H, Heh, se consideraba de un tipo fértil, y es así que fue
añadida letra H a ABRAM, y la Yod I del nombre SARAI fue convertida en
una H.
En el antiquísimo «Sepher Yetzirah» se encuentra la asignación de las
letras a los planetas; de este origen surgió un sistema de diseño de talismanes
escritos sobre pergamino o grabados sobre cobre o gemas. Así como cada
planeta tenía una letra y un número, se atribuía a cada uno un Cuadrado
Mágico de cuadrados menores; así, para Júpiter el número era el 4, y la letra
Daleth, y el Cuadrado Mágico de Júpiter tenía 16 cuadrados más pequeños
dentro de él; en cada uno iba un número de 1 a 16, cada línea sumaba 34, y el
total de los números era 136.
Cada talismán formado debidamente llevaba al menos un nombre divino
para santificarlo; nombres notables eran IH (Jah), ALH (Eloah), así como
IHVH, y el nombre de 42 letras, compuesto realmente de otros Aheie asher
aheie (Yo soy el que soy), Jah, Jehuiah, Al, Elohim, Jehovah, Tzabaoth, Al
Chai y Adonai.
El Shemhamforash, o Nombre Separado, era una famosa Palabra de
Poder; estaba formada por tres veces 72 letras. Se tomaron las palabras de tres
versos (19, 20 y 21) del Éxodo; se escribieron las letras separadas del verso
19, después las letras del verso 20 en orden inverso, y finalmente las del verso
21 en orden directo; esto dio 72 nombres leídos de arriba abajo, cada uno de
tres letras. A cada uno le fue añadido, o bien AL o bien IH, y así fueron
formados los nombres de los 72 Ángeles de la Escala de Jacob que conduce de
la Tierra al cielo; estos nombres fueron colocados a menudo en el anverso y el
reverso de medallas o rollo de pergamino para formar 36 talismanes.
De acuerdo con algunos kabalistas, tanto el Rey David como el Rey
Salomón fueron capaces de hacer maravillas con las Artes Mágicas
Kabalísticas. El Pentagrama era llamado el Sello de Salomón, y el Hexagrama
era llamado el Escudo de David; a los puntos del primero le fueron asignados
el Espíritu y los Cuatro Elementos, mientras que a los del último le fueron
adscritos los Planetas. El tratado llamado «Las Clavículas del Rey Salomón»
es, desde luego, un fraude medieval.
Las letras hebreas están asociadas con los veintidós naipes de la baraja
de cartas del Tarot; estas cartas han sido muy usadas con propósitos de
adivinación. Los gitanos del sur de Europa usan estas cartas para decir la
fortuna. El autor francés Count de Gebelin (1773-1782) declaró que estos
naipes, como emblemas místicos, se derivaron de la magia del Antiguo
Egipto. La ciencia oculta asigna a cada carta un número, una letra y un objeto
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LA KÁBALAH DOGMÁTICA
«Las grandes doctrinas de la Kábalah Teórica», dice Ginsburg, «están
destinadas principalmente a resolver los problemas de:
a.- La naturaleza del Ser Supremo;
b.- La creación del Universo y de nuestro mundo;
c.- La creación de los ángeles y el hombre;
d.- El destino del mundo y de los hombres; y
e.- La importancia de la ley revelada».
La Kábalah confirma las declaraciones siguientes del Antiguo
Testamento: la Unidad de Dios, su forma incorpórea (Deut., cap. IV., V. 15)
eternidad, inmutabilidad, perfección y bondad; el origen del mundo por la
voluntad de Dios, el gobierno del Universo, y la creación del hombre a la
imagen de Dios. Busca explicar por emanaciones la transición de lo Infinito a
lo finito, la multitud de formas desde una unidad; la producción de la materia
a partir de la inteligencia espiritual; y las relaciones existentes entre el Creador
y la criatura. En esta teosofía - ex nihilo nihil fit - el espíritu y la materia son
los polos opuestos de una existencia; y como nada viene de nada, es así que
nada es aniquilado.
Los siguientes siete ideales kabalísticos son de gran interés a los
estudiantes del origen y destino del mundo y la humanidad.
1.- Que Dios, el Santo, el Incomprensible Supremo, el AIN SUPh, el
«apeiros» griego (Zohar III, 283) no fue el Creador directo del Mundo, sino
que todas las cosas han procedido de la Fuente Primordial en Emanaciones
sucesivas, cada una menos excelente que la precedente, así que el universo es
«Dios Manifestado», y la última y más lejana producción es la «materia», una
privación de la perfección.
2.- Que todo lo que percibimos o conocemos se halla formado en el
mundo Sefirótico.
3. Que las almas humanas eran preexistentes en un mundo superior
antes del origen de este mundo presente.
4. Que las almas humanas, antes de la encarnación, residen ahora en una
Sala Superior o Tesorería, donde se hace la decisión sobre el cuerpo terrestre
que debe entrar a cada alma o ego.
5. Que cada alma, después de la vida o vidas terrestres, debe ser
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llamadas las Diez Séfiras, «Las Voces del Cielo». Estas Diez Séfiras, de las
cuales la Primera es una condensación de la Gloria Superna del Ain Suph
Aour, la Luz Ilimitada, aparece como un Arco iris de la Divinidad en un
Primer Mundo, o el plano más elevado sobre la concepción humana, el
Atziluth; por reflexiones sucesivas, disminuyendo su brillantez, se alcanza un
plano que es concebible por el hombre, como el de la pureza de su más
elevada visión espiritual. Este agrupamiento de las Diez Cualidades Divinas
sobre este plano en una Tetrada Divina está simbolizado por Yod Heh Vau
Heh, el Tetragrammaton, el Jehovah kabalístico, no el Yaveh de los libros
esotéricos, sino el original de ese Dios, cuyos reflejos del patrón de una nación
se formula en el Antiguo Testamento es el «Nombre Inefable», nunca
pronunciado, perdido su verdadero sonido, y los judíos lo reemplazan por
Adonai, ADNI; es impronunciable porque sus vocales reales son
desconocidas; cesó de ser hablado antes de que los puntos vocales fueran
introducidos. (Nota de A. E. Waite: No hay obras hebreas existentes con
puntos vocales anteriores al siglo décimo.)
Encontramos que la Kábalah contempla un período en el que existía el
Caos, un período de reposo y ausencia de manifestación, cuando lo Negativo
reinaba supremamente; éste es el Pralaya de los hindúes. De la pasividad
procedió la acción por Emanaciones, y surgió la Deidad Manifestada. De Ain,
reposo, lo Negativo, procedió Ain Suph, lo No limitado, lo Ilimitado, la
Omnipresencia del Incognoscible; condensándose aún más en la manifestación
a través de la Emanación, aparece el Ain Suph Aur, «La Luz sin límites», que
uniéndose en un punto, aparece como Kether, la Corona de la Manifestación.
De aquí siguieron las Séfiras, las Voces Santas, sobre el Mundo más elevado;
se concentran en una concepción divina, un estado de existencia espiritual que
el hombre intenta abarcar, y, definiéndolo, limitar, atar y describir, creando así
para su adoración una personalidad divina, su Dios; los judíos los llamaron
Jehovah.
Por etapas graduales de desarrollo, cada una más alejada de la fuente
cada vez, surgen los poderes y fuerzas que han recibido los nombres de
Arcángeles, Ángeles, Espíritus Planetarios, guardianes del hombre; aún más
lejos de Dios tenemos a las Almas humanas, que son chispas de Luz
expulsadas de la insoportable Luz de la Divinidad, formuladas en la Egoicidad
para pasar a través de una larga serie de cambios y experiencias por las que
hacen el circuito de un Universo; perduran a cada estado de existencia, de
separación de la fuente Divina, para ser finalmente aspiradas una vez más en
la Cabeza Divina, el Padre, de donde surgieron en peregrinación; siguen una
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pecho; Netzach y Hod son los miembros inferiores derecho e izquierdo; Yesod
se refiere a los órganos digestivos y reproductores, y al abdomen; finalmente,
Malkuth se compara a los pies, como base o fundamento del hombre sobre
esta Tierra o plano inferior (ver lámina del Adán Kadmón, el Hombre
Arquetípico, o el Primer Adán).
AIN
AIN SUPH
AIN SUPH AUR
1
KETHER
3 2
BINAH CHOKMAH
5 4
GEBURAH GEDULAH
6
TIPHARETH
8 7
HUD NETZACH
9
JESOD
10
MALKUTH
Lámina I
LAS SEFIROTH
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CORONA
ENTENDI-
MIENTO SABIDURÍA
SEVERIDAD MISERICORDIA
BELLEZA
ESPLENDOR VICTORIA
FUNDAMENTO
REINO
Lámina II
EL ÁRBOL DE LA VIDA SEFIRÓTICO
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Lámina III
ADAM – KADMON
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H HEN YOD 3 2
5 4
V VAU 6
8 7
9
10
H HEN
Lámina IV
ASIGNACIÓN DE JEHOVA. IHVN LAS TRIADAS EN EL ÁRBOL
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Lámina V
EL RAYO RELAMPAGUEANTE LOS TRES PILARES
Las Cuatro Letras de Yod, He, Vau, He, o como decimos, IHVH, del
nombre que llamamos Jehovah, son asignadas y distribuidas por la doctrina
kabalística entre las Séfiras de una manera peculiar, formando la misteriosa
concepción del Tetragrammaton, este tremendo nombre de Majestad Divina
que nunca podría ser pronunciado por la gente común, y cuya verdadera
pronunciación se halla reconocidamente perdida para los judíos, y no ha sido
nunca conocida por los cristianos (ver el diagrama).
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KETHER
12 11
BN 14 CH
18 13 16
GEB 17 15 GED
19
22 20
T
23 21
26 24
HUD 25 NET
27
JE
30 28
31 32 29
Lámina VI
LAS DIEZ SEFIROTH Y LOS
VEINTIDÓS SENDEROS
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formas superiores, siendo cada uno cada vez más oscuro e impuro. Primero
viene THU, Tohu, el Aforme; y BHU, Bohu, el Vacío; en tercer lugar ChShk,
la Oscuridad, del universo primero; y de éstos se desarrolló nuestro mundo y
existe ahora; después vienen siete infiernos, cuyos moradores son seres
malvados que representan todos los pecados humanos; sus regentes son
Samael o Satán, el ángel de la muerte, y Lilith, la Asheth Zenunim, la Mujer
de la Prostitución, y este par de demonios es llamado también «La Bestia»
(ver Zohar II. 255); Samael tenía también un nombre incomunicable que era
IHVH invertido: pues Demon est Deus inversus.
El universo entero sólo se completó con la creación del Hombre,
llamado Microcosmos, el Adán Terrestre; una copia de «El Hombre
Arquetípico» de otra manera. Él tiene principios y facultades comparables a
todas las Séfiras y Mundos, aunque su cuerpo material more en el plano
Assiático.
Después de Dios, los Ángeles y el Mundo, pasemos a considerar más
plenamente lo que la Kábalah enseña sobre el Hombre, el Alma o Ego
humano. Ya se ha explicado que la Doctrina de la Emanación postula estados
sucesivos de la manifestación del Espíritu Supremo, que pueden ser
considerados como existentes en planos separados. Las Diez Séfiras
condensan su energía en un grupo formulado Cuatripartido de Tres planos
Espirituales, y un plano de la llamada Objetividad, o de Materia. Estas Diez
Séfiras, y los planos, contribuyen cada uno una esencia que en su totalidad, en
proporción siempre variable, constituyen el Hombre. Al principio fue
formulado lo que los científicos podrían llamar el «Hombre Arquetípico», y lo
que los kabalistas llamaban Adam Kadmon, ADM QDMUN, el Hombre
Primero, el Protogonos griego. Sucesivos estados de ser de este tipo pasan a lo
largo de las edades a través de una escala descendente, ofreciendo al individuo
toda variedad de experiencia, y después a lo largo de una escala ascendente de
redesarrollo, hasta que se consigue la perfección humana, y la última reunión
con la Divinidad es el resultado de la finalización del peregrinaje del Alma
purificada.
Antes de que consideremos al Hombre en su estado presente debemos
anotar las opiniones de la Kábalah sobre el Hombre en su estado primario.
El Hombre fue la última Palabra de Creación, un résumé de todas las
formas, y es así que trascendió a los ángeles en sus facultades. El primer
hombre no tenía cuerpo carnal, ninguna envuelta material: Adán y Eva estaban
vestidos sólo en formas etéreas, y no estaban sujetos a los apetitos o pasiones,
moraban en la Luz en el GN OIDN, Jardín de Aidin, de Edén, de placentera
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paz (Zohar II. 229 b). El hombre y la mujer, antes de su descenso a este
mundo, era como uno solo - andróginos; en la encarnación fueron separados
en sexos. El primer par humano rompió el primer mandamiento, pecaron y
fueron sentenciados a un descenso completo en la materia; el Señor Dios les
hizo «abrigos de piel», les dio cuerpos materiales, y con éstos vinieron la
necesidad de comida, y las pasiones requeridas para hacer surgir una sucesión
de cuerpos terrestres.
Sin embargo, el hombre es todavía la copia de Dios en la Tierra; su
forma se atribuye al Tetragrammaton de Jehovah, IHVH, porque en un
diagrama Yod es la cabeza. He los brazos, Vau el cuerpo, y la He final los
miembros, inferiores (ver Zohar II. 42 A). La primera pareja fue tentada por
Samael, la personalidad alegórica de las tendencias inferiores, que dio el
anhelo de experimentar la vida en la tierra y tomar parte en sus continuos
cambios de fuerza y forma. Ellos hicieron lo que supieron que pondría en
peligro su existencia puramente psíquica, se hundieron completamente en las
formas materiales, tomaron las groserías de Malkuth, y fueron así separados
del Árbol Sefirótico, de las Potencias Superiores, que no tenían ninguna
tentación de la materia. Toda materia está siempre cambiando su forma, y es
así que sus cuerpos debían cambiar; sus cuerpos murieron, y así deben hacerlo
los cuerpos de todos los Egos encarnados; con la muerte, la personalidad pasa
a un descanso, y después a una experiencia posterior de la vida, o a una esfera
de castigo, o a un reino de gloria.
En sus formas terrestres produjeron cuerpos como los suyos, y Dios
envió abajo a otras almas para morar en ellos, para experimentar la vida
terrestre, sus pecados y sufrimientos; y para pasar una prueba por la cual
también podrían caer, pero podrían sin embargo elevarse para recuperar su
parte del estado perdido del hombre, y finalmente elevarse a través de las
Séfiras hasta una reunión con la Esencia Divina.
Recordad que primero fue la Corona Sefirótica, después vino Chokmah,
una potencia masculina, y después Binah, una femenina; de su unión surgió el
universo creado de los ángeles, los hombres y la tierra; pero «como es arriba,
es abajo», así que tenemos formado en el Génesis un Hombre, después sigue
una Mujer, y de ellos todos los demás.
En el «Comentario sobre la Creación del Génesis», alegórico como el
Génesis mismo, se establece:
«Hay en el Cielo una tesorería llamada GUP, Gruph, y a todas las almas
que fueron creadas en el comienzo, y que habían de venir después a este
mundo, las puso allí El Santo; de esta tesorería proporciona niños El Santo en
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