La Contemporaneidad

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La Contemporaneidad según Giorgio Agamben

Lo primero que nos viene a la mente cuando escuchamos el término


“contemporaneidad” o lo contemporáneo es que se trata de algo que tiene que ver
con el presente, lo actual, por lo cual sería lógico pensar que una persona
contemporánea es sencillamente aquella que va acorde a su tiempo y al tanto del
momento en el que vive. Giorgio Agamben tiene una percepción un poco particular
sobre lo que es la contemporaneidad, parte de Nietzsche y de otros autores para
formular su reflexión sobre este tema dentro su ensayo “La Desnudez” en el cual
se hace las siguientes interrogantes: ¿de quién y de qué somos contemporáneos?
Y ¿qué significa ser contemporáneo? A lo largo de su escrito utiliza un lenguaje
más o menos oscuro para expresar sus ideas las cuales pueden chocar con los
conceptos convencionales sobre lo que es lo contemporáneo y por otro lado se
pueden prestar a interpretaciones erróneas. Entonces ¿cómo es la
contemporaneidad para Agamben?

El diccionario de la Real Academia Española, define lo contemporáneo


como lo “existente en el mismo tiempo que otra persona o cosa” lo “perteneciente
o relativo al tiempo o épocas en que se vive” Esta es la definición convencional
sobre la contemporaneidad, evidentemente la ubica como un momento
cronológico, sin embargo para ser contemporáneo debe estar presente la
percepción individual; cada humano es un mundo, cada quien vive y percibe la
“contemporaneidad” a su manera, pues es una conciencia cronológica cambiante.
Si nos ponemos a reflexionar sobre el tiempo, se podría decir que lo
contemporáneo tiene que ver con el “estar”, el presente, por lo tanto lo
contemporáneo ha ocurrido ya infinitas veces en el paso de la historia, presente en
la mente del individuo que reflexiona y es consciente de su propio tiempo en
relación con el pasado y el futuro, esto es más o menos una forma de ver la idea
que Agamben tiene sobre lo contemporáneo.

Existen otros términos que hacen referencia al momento del ahora; como lo
son “la modernidad” y la “posmodernidad” aunque su utilización en ese sentido
quizás no este del todo acertada pero es muy común que la gente hable de lo
moderno o lo posmoderno cuando quiere referirse a algo nuevo o algo del
presente, algunos pueden decir que la contemporaneidad es una conciencia
nueva de la modernidad. Para despejar esa incógnita hay que dejar en claro que
la modernidad como término propiamente dicho surge con la ilustración junto con
los ideales positivistas del avance de la humanidad; es la conciencia de un nuevo
tiempo respecto al pasado, al sistema viejo, y la idea de superarse a sí misma
siempre avanzando hacia el progreso, renovándose y adaptándose al cambio, lo
cual responde al pensamiento capitalista. La posmodernidad por otro lado, es ya
algo así como el agotamiento de las ideas de la modernidad, planteando la
negación y rechazo a las promesas de las “grandes historias” del pasado.

Teniendo ya esto en claro, veo pertinente igualmente hacer una breve


aclaratoria de lo que es el tiempo, puesto que estamos tratando con conceptos
que son de una forma u otra relativos a éste mismo; Según el diccionario de la
Real Academia, el tiempo es una “magnitud física que permite ordenar la
secuencia de los suceso, estableciendo un pasado, un presente y un futuro”
físicamente hablando el tiempo es algo absoluto, existe independientemente de
nosotros y nuestra percepción, más antes de realizar estos estudios muchos
filósofos reflexionaron sobre el tiempo a su manera: Aristóteles se preocupaba por
la incertidumbre del tiempo, sobre todo en cuanto al pasado y futuro; para él, el
tiempo estaba compuesto por el “ahora” puesto que existimos en este preciso
instante por lo tanto no hay pasado ni futuro, sin embargo el tiempo existe, prueba
de ello es el movimiento (cambios) que se pueden percibir. Entonces, su concepto
de tiempo sería: La medida del movimiento respecto a lo anterior y lo posterior (el
antes y el después). Para San Agustín la medida del tiempo era el alma, el
también fundamentaba el tiempo en el ahora, pero más bien en un “ahora que no
es” puesto que el ahora no se puede detener, el tiempo es continuo de manera
infinita siempre hacia adelante, no se puede parar ni volver en él, por lo que
concluye que no hay presente ni hay ya pasado y no hay todavía futuro, por eso la
medida del tiempo no puede ser otra sino el alma, porque el tiempo es lo que
recordamos, lo que vemos y lo que esperamos. Esta visión es bastante similar a la
que expresa Agamben en cuanto a la percepción de la contemporaneidad en el
“ahora”.

En su escrito sobre La Contemporaneidad, Agamben se respalda de varios


autores de distintas épocas en cuanto a sus visiones particulares sobre su tiempo,
en eso hace evidente que lo contemporáneo son múltiples realidades, aparte de
ser un tema de interés para muchos pensadores conscientes de su tiempo, esto
último es de particular importancia en la tesis de Agamben, “estar consciente de
nuestro tiempo” ya veremos por qué. Primeramente cita a Nietzsche, el cual
propone que “lo contemporáneo es lo intempestivo” Según el diccionario de la
Real Academia Española lo intempestivo es “lo que es o está fuera de tiempo y
sazón” a lo cual Agamben afirma que Nietzsche “pertenece a su tiempo, es en
verdad contemporáneo aquel que no coincide a la perfección con éste ni se
adecua a sus pretensiones” ¿por qué dice esto? Porque Nietzsche era
profundamente crítico del momento en el que vivía, sobre todo estaba en contra
del historicismo Alemán el cual estaba muy en boga en su época. Entonces para
ser contemporáneo no se debe “coincidir perfectamente con su tiempo”, implica un
“alejamiento”, un “anacronismo” esta afirmación ya va en contra de lo que
normalmente se tiene por contemporáneo. “justamente por esto, a partir de este
alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aferrar su
tiempo” esta aseveración puede interpretarse como muy radical, pero luego aclara
que eso no significa que se deba vivir desconectado de la realidad “un hombre
inteligente puede odiar su tiempo, pero sabe de todos modos que le pertenece
irrevocablemente, sabe que no puede huir de su tiempo” en ese sentido habla de
una desconexión consciente, que no ignora su realidad más no desea formar parte
de ella, no formar parte de ella en un sentido pasivo más bien, ya veremos por
qué.

El hombre contemporáneo entonces, se adhiere a su tiempo y a la vez toma


distancia mientras que aquella persona que coincide perfectamente en la realidad
de su tiempo irónicamente no es contemporánea según Agamben ¿por qué? La
contemporaneidad supone ser un espacio de tiempo mutable en la percepción
personal del individuo, si las personas que están aquí y ahora no son
contemporáneas entonces ¿qué son? Posiblemente sean partícipes pasivos de su
tiempo. La contemporaneidad en Agamben parece no ser un momento cronológico
sino más bien un estado subjetivo del ser.

¿Cómo entonces los contemporáneos no son participes pasivos de su


tiempo? Esto lo puede explicar en su interpretación del poema de Ósip
Mandelshtan “El siglo” allí propone una segunda definición del individuo
contemporáneo: “contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su
tiempo, para percibir no las luces, sino su oscuridad” luego en una explicación
fundada en la física moderna explica que ver en la oscuridad fisiológicamente
requiere de un proceso activo, obviamente en su texto usa la palabra “oscuridad”
como alegoría y en esto hace referencia a lo que he reflexionado como “un
participe no pasivo de su tiempo” ya que desentrañar los secretos en la oscuridad
de nuestro tiempo requiere de esfuerzo, de una mente despierta y crítica, por ello
su tesis del “alejamiento” ya que hay que tomar distancia para no dejarse cegar
por las “luces del tiempo”, cuando te alejas (sin perder de vista del momento)
puedes tener una visión más objetiva de la realidad. La luz cegadora en cambio es
algo así como la superficie, lo que quieren y desean que veas, por ello la persona
que se deja llevar por su tiempo no está plenamente consciente y por ello es
pasiva y no puede alcanzar verdaderamente “el ahora” pues no puede percibirlo.
Como propuso San Agustín; el tiempo, el ahora, está en constante movimiento, el
ahora deja de ser ahora en casi el preciso momento en que se piensa en ello. Esto
lo ejemplifica un poco con su explicación de la moda.

El contemporáneo se adelanta al momento en busca de “esa oscuridad, una


luz que, dirigida hacia nosotros, se nos aleja infinitamente” pues no se puede
atrapar ni alcanzar el tiempo. Esto es en definitiva de lo que puedo rescatar de la
interpretación de Agamben sobre la contemporaneidad y el ser contemporáneo,
“contemporáneo no es solo aquel que, percibiendo la oscuridad del presente,
aferra su luz que no llega (…) es también quien, dividiendo e interpolando el
tiempo, está en condiciones de transformarlo y ponerlo en relación con otros
tiempos” Agamben supone que ese ser extraño que es el contemporáneo, el que
puede conocer de verdad su tiempo, tiene la posibilidad de quebrarlo, de recurrir a
él, rebuscarse en el pasado y contemporizar con él, hacerlo suyo y así ser
innovador, tener verdadera transcendencia, allí radica la real importancia de ser
genuinamente contemporáneo y el por qué los artistas y los genios son
contemporáneos: son anacrónicos de su tiempo.

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