Nelson Estupiñan Bass

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Biografía

Nelson Estupiñán Bass (Esmeraldas 1912- Esmeraldas


2012), narrador, poeta, ensayista, diplomático y periodista
ecuatoriano, se caracterizó por retratar la vida de la
población afroecuatoriana, que en su mayoría vive en
condiciones marginales y de pobreza.

Narrador, poeta, ensayista, diplomático y periodista


ecuatoriano, se caracterizó por retratar la vida de la
población afroecuatoriana, que en su mayoría vive en
condiciones marginales y de pobreza.

Nació en Esmeraldas el 19 de septiembre de 1912. Sus


estudios primarios los realizó en su lugar natal y los
secundarios en el Instituto Nacional Mejía, en donde se
graduó de contador en 1932. Ejercía la docencia y
desempeñaba un cargo bancario en la provincia.

Viajó a China y a la Unión Soviética. Fue presidente del


Núcleo de Esmeraldas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Nelson Estupiñán Bass ha querido insuflar de aliento y sabor


plenamente vernáculos del cuerpo vital de su obra literaria.
A través de ella, ya en prosa o en verso se trasunta en líneas
esenciales y firmes, no sólo la realidad física y geográfica del
paisaje telúrico que les sirve de fondo y sustento en su diario
subsistir y acontecer. Su primera esposa fue Julia Elena
Ortiz. Nelson fue un buen hombre y luchador por la libertad,
la justicia y la igualdad.

Falleció en EEUU Pennsylvania 03 de marzo 2002, viajó en


compañía de su esposa Argentina Chiriboga de Estupiñán,
con la finalidad de dictar una serie de conferencias en varias
Universidades de dicha ciudad. Figura destacadísima del
panorama literario hispanoamericano del siglo XX, fue el
mejor representante de la literatura de la negritud en las
Letras ecuatorianas contemporáneas
Obra
Novela

Cuando los guayacanes florecían (Quito, 1954)


El paraíso (Quito, 1958)
El último río (Quito, 1966)
Senderos brillantes (Quito, 1974)
Las puertas del verano (Quito, 1978)
Toque de queda (Guayaquil, 1978)
Bajo el cielo nublado (Quito, 1981)
Al norte de Dios (Quito, 1994).

Poesia Ligamen

Soledad que te metes en mi y engulles mi cuerpo en el supremo


silencio: ¿cómo descansarán mis huesos cuando tu aliento acentúe
tu presencia?

¡Soledad madre mía! perfumas mis manos. Soledad que anegas mis
ojos, soledad que engendras postigos, soledad que cultivas rastrojos
y plantas mis espejismos en desbandadas clandestinas, como
incienso aromático.

¡Soledad madre mía! marcas mis escapismos por las ventanas: en


música, en disparates... renueva el compromiso de pintar el agua que
se escapa, el arte que respiro...

¡Soledad, madre mía! en la tumba me esperas para contarte cuentos


como me los cuentas en esta vida.

Ensayo y crónica

Luces que titilan: guía de la vieja Esmeraldas (Esmeraldas, 1977)


Viaje alrededor de la poesía negra (Quito, 1982)
Desde un balcón volado (Quito, 1992)
El Crepúsculo (1983)
1993 Los canarios pintaron el aire amarillo (novela).
POEMAS
Horno
Palabras, ríos de palabras,
ríos ajenos... distantes,
solapados mundos...
seductores pasadizos…
Sí, pasadizos, parapetos, máscaras...
espejismos...

El barro guarda las palabras


como en un cementerio,
mientras en mi ser
la palabra pasa, fluye, huye...
y me engaño pensando que es cautiva,
que la domino...
si pudiera aprisionar una palabra,
una sola que no pase,
¡que realmente sea mía!
¿díganme cómo la atrapo?

Nací del silencio y al silencio me encamino...


¿existirá el eco de una palabra
cuando me haya ido...?

Una palabra, por favor,


una palabra que sea mía...
¿cómo la atrapo?
Es un horno encendido
yo un silencio… un mendigo,
… y en breve un muerto.

Agenda
Día tras día, fluyen las páginas
en su vientre la reseña de la respiración,
solo signos, desencadenan desesperanzas,
encadenan esperanzas, mientras dura la memoria...

***

Las razones aquí anotadas


fueron fechas señaladas,
se hicieron, se hicieron,
pasó y quedó lo que quedó.

***

Este año, que anotamos, día tras día,


desgasta y conserva: las páginas,
el carbón del lápiz, el sentir, la esperanza…
el amasar el tiempo en un trozo de papel...
yo que no puedo dejar de escribir…

Zozobra
Me quedaré sin palabras, como una piedra o como el viento...
En silencio me guardo mis ganas y me pierdo en los sueños
Ahora camino, ahora espero... necesito de agua...
Tengo puertas cerradas, las mentes... sin ideas, estériles...
Como un accidente en la madrugada…

He de quererte ¿por qué he de hacerlo?


Hay una flor en tu alma, desconocida…
En espera, como un grito, una voz...
La razón del llanto
El sentimiento curtido día tras día.

Las emociones, quien las conoce y las deja fluir...


Abre una puerta a la vida que traslucen,
a la belleza que aprisionan...
a la cura que desmantelan...
aprisiona y perturba…

Sin sentido
Una mesa de seis puestos y una manzana,
resume la pobreza de la mañana sin sol,
a hurtadillas un gato con nombre de tierra,
murió tarde, frente a una botella de alcohol.

Una razón para caminar me detiene


son un par de chancletas de cabuya,
unos gusanos navegan en el almuerzo,
un dúo de loros que no terminan de hablar.

La camiseta guarda el sudor a oxidado,


el viento desolado sin gotas de perfume
una vaciedad absoluta de cansancio.

Queda un billete para el boleto y las maletas,


otro día, como ayer, cuarto botellas y dos amigos.
el ron detenido y mi oportunidad es un cuento.
Recompensa
Las piedras resbalosas, líquenes de verdes tiernos,
no hay sendero, solo el curso del río, agua y piedras,
asciende por ahí o trasmuta a ración de brutos
regresar es morir... arriba, a pesar de las tormentas.

La asfixia de los consejos, palabras inútiles,


sin corazón ni tiempo, ironías del nunca jamás,
necesito un camino, aunque tarde el amanecer,
quiero utilizar mis pies, necesito caminar...

La vida en el bunker o la droga en el límbico, basura,


una cadena virtual sin manos ni pies... sin corazón,
una alegría sin huellas en el sendero, sin causas.

Me gusta sentir el sudor en el cuerpo por el trabajo,


la alegría del triunfo. ¡Gracias por estar descalzo...
por las piedras...! Siento el cansancio... siento mi corazón.

El poeta, el padre y la muerte


...como me asustan mis manos, mis mundos,
porque se convierte en densa soledad,
donde los sentidos escapan
donde se agrupa la sensibilidad...

Murió el hijo sepultamos al padre...


lo vimos llorar y no eran lágrimas de letras
sino de amante... de quien en la inconciencia reza
y espera la resurrección para acariciar a su hijo
para escuchar sus canciones... por eso lo quemó,
por eso esparció las cenizas... porque lo amaba
no esperó nunca que la melancolía se lo arrebatará...
así de mala es la nostalgia, por eso prefiero el agua
para ahogarla y la sal para cicatrizar heridas...
solo soy un pasajero, como tantos, espero mi regreso
pues este boleto, no lo compré, me lo regalaron
de ida y de vuelta, pero estoy en lista de espera,
como tantos, como todos.

Poesía para un auditorio mezquino


Y ahora: ¿qué hacer? Respirar y enfrentarlos…
mirarles a la cara y hurgan en su corazón con una cuchara.
una cuchara soquete de palo tosco con un hocico inmenso
recubierta de sus propias ganas, de esas algas,
de esos musgos...
que son el sedimento de sus ambiciosos deseos...
sí, quiero mecer el mango de madera y aventar por los aires
sus pasiones perdidas, su tiempo desperdiciado...
las coles de su vergüenza, eso que guardan con recelo
en ese arcón intimo y escondido.

Para cocinar necesito una olla, una olla grande


donde quepa el botín
¡ y la carnada para mi presa! un anzuelo que hinqué
que hiera no la carne sino más adentro,
tiene que ser un arpón que sujeté al ser entero

Las puertas de sus ojos son portillos para ingresar en sus almas
¿por qué los cierran? Es inútil, porque estoy dentro,
tu oído lo acaricio con mis labios y susurré tu nombre...
el sabor en mi boca, su sentir en mi placer...: qué importa el bien o
el mal.
No tienes gafas, te sobran obsesiones: los naipes en las manos
Y el eterno laberinto en cada paso… sin respuesta…

Un secreto
...para contar un secreto...
hace falta tenerlo escondido...
los secretos al aire se oxidan,
no desaparecen, pierden la belleza...
un secreto enmascarado,
es un mal secreto, no es un secreto,
es una pesadilla acorralada, acosada
que desmedra y oprime...
eso, no es bello, es una vergüenza,
que solo se cura confesándola...
la belleza tiene sabor...
y espanta cualquier tristeza,
porque llama a la esperanza
y calienta el corazón con su sonrisa,
es un simple recuerdo
sin nostalgias, ni ansiedades,
ni desalientos...
no depende de carceleros,
está más allá del tiempo,
donde no hay precios,
ni límites, ni vergüenzas, ni desconciertos...
un secreto es un secreto
porque es bello y lo único propio,
porque enraíza lo más íntimo y escondido
donde hay más caretas...
Novela

Senderos brillantes (Quito, 1974)


Las puertas del verano (Quito, 1978)
Toque de queda (Guayaquil, 1978)
Bajo el cielo nublado (Quito, 1981)
Al norte de Dios (Quito, 1994).

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